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CLASE 2 PPL EEyL 2017
CLASE 2 PPL EEyL 2017
Clase 2:
Variaciones y reformulaciones:
dos modelos. El humanismo de Juan E. Cassani y Juan
Mantovani, y el modelo de homogeneidad lingüística en
Hispanoamérica de Amado Alonso y Américo Castro
Introducción
¡Bienvenidos a la clase 2!
A diferencia de las concepciones de lectura, la lengua y la literatura que primaron a lo largo del
siglo XIX y hasta El Centenario, a partir de 1930 distintos profesores, pedagogos, críticos y
escritores enfatizarán los contenidos éticos, cívicos y religiosos de la lectura. Durante este
momento histórico, el núcleo de sus ideas ya no está dado por garantizar el acceso universal a
las capacidades abstractas de la lecto-escritura, sino por vincularlas con la conformación de una
subjetividad política concreta: la subjetividad nacional. En este sentido, se hace hincapié en el
efecto transformador de la lectura en relación a la pertenencia a una comunidad nacional. Así,
en esta clase nos proponemos analizar la concepción de la lectura y sus consecuencias políticas
en dos pedagogos cuya influencia alcanza, incluso, la década de 1970: Juan E. Cassani y Juan
Mantovanni. Ellos nacieron en 1896, se formaron en la Universidad de la Plata, y desde la
década de 1920, estuvieron a cargo de institutos de formación docente y cargos en
universidades nacionales. En 1930 se produce el golpe de Estado contra Yrigoyen y es durante
ese mismo año que estos dos pedagogos participaron en la fundación del Colegio de Estudios
Superiores de Buenos Aires.
En segundo lugar, nos proponemos visualizar de qué modo se generan continuidades y rupturas
a partir de la década del 40 a partir de las posturas esbozadas por Amado Alonso y Américo
Castro, en el marco de una Argentina cambiante en términos políticos y que permitía repensar
cuál debía ser el rol de la lectura, la escuela y la concepción del alumno en relación a la
conformación de una nueva sociedad.
En relación a su concepción de la lectura, Cassani subraya que aquella debe ser “... un acto de
producción de sentido en el que intervienen dos subjetividades diferenciadas: el autor y el
propio lector” (Bentivegna, 2011). Por lo tanto, es relevante recalcar que en su forma de pensar
la lectura, el sujeto debe asumir una postura activa con respecto al texto y evocarlo,
reconstruirlo en su propia subjetividad, apropiándoselo. Sin embargo, y basándose en las ideas
de Benedetto Croce, afirma que los sujetos convergen en un elemento espiritual y que son el
resultado de una tradición y de una historia cultural compartida. La centralidad del momento de
la lectura es lo que garantiza el carácter inmanente de la historia en concordancia con la obra de
arte. En este sentido, Cassani postula una separación entre la lectura de la literatura cuya
finalidad es el conocimiento histórico, y aquel abordaje que la entiende en términos de
contemporanización (reelaboración y evocación en la propia subjetividad del lector). Así, el
docente ya no trabaja como aquel que impone un modo de interpretar los textos literarios, sino
como un orientador, y señala que la relación entre docente y alumno es vital en la construcción
del saber.
“En atención a que el juicio estético requiere previamente la reproducción de la obra juzgada en
la conciencia del alumno, convendrá habituarlo a saber realizar tal reproducción con exactitud,
para que pueda colocarse en el punto de vista del autor y rehacer, si fuese posible, el proceso
desarrollado en él al escribirla, condiciones indispensables para ver con claridad y apreciar las
bellezas de las expresiones.” (Cassani, 1923).
“Pocas veces como ahora (...) es tan necesaria la aplicación de este concepto
[‘despertar’ en el ‘espíritu’ del estudiante el ‘sentimiento de nacionalidad’ y la
‘preocupación por los problemas argentinos’], perplejos ante la actual crisis
del mundo –económica y moral (...). [Los alumnos] se muestran
particularmente dispuestos a recibir sin crítica ni reflexión las más extrañas y
nocivas influencias. El remedio eficaz contra estos males es poner al alumno
en contacto permanente y directo con los antecedentes históricos, jurídicos y
literarios de la sociabilidad argentina; así llegará a la comprensión de los
valores y problemas que le son propios”. (Mantovani, 1935).
La posición de este autor está vinculada con generar en los alumnos un anclaje geográfico a
través de la literatura. Es decir, hay una fundamentación territorial de lo literario. En esta
misma dirección, rechaza la enseñanza de textos traducidos (como Oyuela) porque, aunque lo
expresa en otros términos, tiene una concepción pura y homogénea de la lengua nacional,
amparada en una dicotomía entre lo original, tradicional y auténtico por un lado, y lo extraño, lo
falso y la copia, por el otro. En cuanto al contexto para comprender la conformación del
hispanismo culturalista en la Argentina, el 12 de octubre de 1934 se brinda un discurso en el
Congreso Eucarístico, donde se remarca “... la necesidad de unión entre hispanismo y
catolicismo, la necesidad de unión de España y las naciones hispanas a través del ‘espíritu
católico’ y la centralidad de la raza como elemento espiritual que unifica elementos religiosos y
culturales” (Bentivegna, 2011).
En relación a los planes de estudios, Mantovani plantea que no deben copiarse de Estados
Unidos ni de Europa, sino que deben concebirse como una entidad no definitiva, producto de
una forma de mirar y comprender el mundo, y una réplica determinada históricamente. En este
sentido, los planes de estudios deben estar asentados sobre una tradición nacional. El objetivo
de su proyecto es construir un programa de estudios arraigado en un territorio, una historia y
una colectividad.
“Se trata de formar al hombre, no en abstracto, sino concretamente, el hombre de este medio
geográfico e histórico, el hombre de hoy y de aquí, sin restarle ese sentido ecuménico que tiene
toda formación humana (...). Se trata de formar un hombre en cuyas cualidades el rasgo de
argentino sea esencial y determinado.” (Mantovani, 1935).
A través del hombre argentino, se logrará conformar una colectividad histórica que asegure la
continuidad de lo nacional. Este proceso se desarrollará en una escuela que debe equilibrarse
entre los intereses del individuo y de la comunidad, porque desde su punto de vista hay una
contraposición entre lo que es conveniente para el país y aquello conveniente para el educando.
Es decir, halla una tensión entre lo social y lo individual: en ese punto medio es donde debe
operar la formación.
Introducción
En los años que van de 1935 a 1943, tanto Amado Alonso como Américo Castro, estudiosos de
la lengua española, ya de una prestigiosa trayectoria en el ámbito de la filología y la lingüística,
publican una serie de textos donde cuestionan la especificidad de un supuesto “idioma de los
argentinos”. Alonso da a conocer “El problema argentino de la lengua” y una serie de textos
incluidos en un volumen titulado La argentina y la nivelación del idioma. Por su parte, Castro da
a conocer La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico. Nos focalizaremos
específicamente en dos cuestiones centrales para estos autores: la normativa sobre la lengua y
las valoraciones sociales asociadas a ella. Ambos filólogos “reivindican la unidad y
homogeneización de las prácticas lingüísticas en tanto modos de entender la unidad y la
homogeneidad cultural de Hispanoamérica” (Bentivegna, 2011). Ellos entienden la lengua como
una weltanschauung, es decir, una forma de ver y entender el mundo. Así, plantean que el
problema del idioma rioplatense está relacionado con las alteraciones que produce en relación a
la unidad cultural y lingüística hispanoamericana que, según ellos, hay que defender.
Así, para Alonso, las contraposiciones no son dualidades separadas, sino pares de términos
opositivos que se relacionan dialécticamente, permitiendo la evolución, y finalmente la síntesis.
“No es distinta la lengua de Buenos Aires de la de los demás países hispánicos, pero es peculiar
en cierto modo, cierto uso que se hace de la lengua: eso entra en el estilo.” (Alonso, 1935)
En este sentido, puede pensarse en el uso de la lengua del lunfardo que se realiza en toda la
letrística del tango, cuán distante era, seguramente, de aquello que Alonso pudiera considerar
una lengua pulcra, sin estilo. Para explicar el problema lingüístico, recurre a datos de orden
histórico y social, y adjudica justamente a los inmigrantes, el uso de una “lengua demasiado
baja y de una calidad de elementos demasiado pobres” (Alonso, 1935). Sin embargo, propone
una solución, porque la lengua es algo que puede y debe ser enseñado. Para él es fundamental,
en primer lugar, la existencia de una élite poseedora del saber, y de capas sociales medias y
bajas con capacidad de recepción de aquellas enseñanzas que pueden transmitirle las clases
sociales más privilegiadas. De este modo, se forja una norma, ya que se vuelven naturales y
correctos los usos de un sector social, e incorrectos, desviados y anormales los de otro. Para
Alonso, las élites constituyen una unidad incluso espiritual, que tienden hacia lo universal con la
posibilidad de superar las estrecheces nacionales. En la contracara de aquello está la jerga, el
lunfardo, los dialectos, la heterogeneidad y la diversidad que deben ser combatidas. “La norma
no es sino la hipóstasis del uso que los mejores hacen del lenguaje” (Bentivegna, 2011). Por
último, queda por interrogarse cuál es la relación entre lengua, clase y política, qué tipo de
apropiación de saberes plantea Alonso, qué tipo de imposiciones jerárquicas, y cuáles son los
sentidos que todo ese artefacto tendrá sobre el conjunto de la sociedad.
Américo Castro: el enigma de la lengua argentina
Según Castro, la lengua es un espacio donde puede verse el alma colectiva porque se encuentra
allí una sensibilidad prodigiosa en contacto con lo social. Sin embargo, el problema en Buenos
Aires se explica por diversas razones. En primer lugar, plantea que la marginalidad geográfica
se replica en otras marginalidades, disgregaciones que en términos lingüísticos, no son
evaluadas como múltiples o diversas, sino como patológicas. En segundo lugar, destaca que la
función del Estado debería ser ejercer la autoridad, pero que aquí funciona como un “emblema
del fraude” (Castro, 1941). Por lo tanto, eso genera un grado altísimo de anarquía social. En
tercer lugar, subraya que a partir de la Independencia (1816) se profundiza el proceso de
“autodestrucción y descomposición” (Castro, 1941). Para explicar las características del
individuo argentino, recurre a la literatura y a un género en particular: la picaresca. Asimila las
características de esos personajes y entre sus singularidades destaca la astucia maliciosa
convertida en un modo de vida continuo que degenera a la sociedad.
Por otro lado, Castro reivindica el rol civilizador de la escuela frente a la barbarie desordenada
que debe ser guiada y educada. En esta dirección, incorpora “...los tópicos del discurso
civilizatorio liberal y los del nacionalismo xenófobo” (Bentivegna, 2011). En su concepción de la
lengua, no la piensa diacrónicamente en un proceso de cambio y evolución, sino que ese
determinismo de rasgos positivistas, es reemplazado por la idea de que existen valores
intrínsecos en lo hispánico, y los individuos son quienes deben encargarse en la mantención de
esas características inmutables. Al igual que Alonso, cree que la norma lingüística es una
cuestión de clase y que debe ser impuesta desde los sectores más privilegiados hacia los más
vulnerables que están desviados, y generan como efectos descontrol y anarquía.
A modo de conclusión:
La contraposición entre las posiciones humanistas de Cassani y Mantovani, a diferencia de las de
Alonso y Castro, permite pensar un recorrido histórico que permite visualizar cuáles fueron las
posturas dominantes a lo largo de cada década, y cuáles fueron los argumentos de cada uno de
los autores con respecto a los problemas que integran la pedagogía. Se puede observar que los
dos primeros autores adoptaron un punto de vista más ligado al rol de la escuela como
institución que debe poner en diálogo a los alumnos con obras literarias de calidad, y del
forjamiento de individuos que puedan formar una comunidad nacional. Es decir, hay una
perspectiva de integración, aunque no totalmente, pero sí la creencia de que a través de la
educación es posible formar una Nación, basada en tradiciones. También es destacable cierta
continuidad con las ideas anteriormente postuladas por Rojas, en el caso de Cassani, ya que
piensa el humanismo como una manera de construir una comunidad nacional, a través de un
proceso de lectura que evoque el momento histórico y geográfico en que fue producida la obra.
En otro orden de cosas, Alonso y Castro, el punto de vista para abordar el problema del
lenguaje argentino lleva a realizar procesos de evaluación y posteriormente exclusión. Ambos
ven en la heterogeneidad aquella masa amorfa que debe ser homogeneizada, pero que, sobre
todo en el caso de Castro, ven en la falta de reglamentación clara del Estado argentino, una de
las causas de ese proceso de multiplicidad y diversificación, que califican de patológico. Por
último, en los últimos artículos de Alonso puede observarse que su postura liga la imposición de
un saber con los mecanismos de hegemonía, y ve en las instituciones, espacios que funcionan
como soporte de ciertas normas y regulaciones.
Actividad
Lean el texto “Las alarmas del Dr. Américo Castro” de Jorge Luis Borges, incluido
en Otras inquisiciones y planteen cuáles son las principales diferencias entre las
posturas de Borges y Castro en un texto de media página. Una vez realizada la
actividad, deberán subirla al foro en el transcurso de una semana. Además, deberán
seleccionar dos textos de sus compañeros y realizar un breve comentario acerca de
los mismos.
Ir al foro
Bibliografía obligatoria
Borges, Jorge Luis, “Las alarmas del Dr. Américo Castro”, Otras inquisiciones, Buenos
Aires, 1952, Sur. Recuperado de: http://josegamo.blogspot.com.ar/2011/03/las-
alarmas-del-doctor-americo-castro.html
Alonso, A. (1935), “El problema argentino de la lengua” en El problema de la lengua en
América, Madrid: Espasa-Calpe.
Alonso, A. (1943), La argentina y la nivelación del idioma, Buenos Aires: Institución
Cultural Española.
Bentivengna, D. (2011), El poder de la letra. Literatura y domesticación en la Argentina.
La Plata: UNIPE, Editorial Universitaria.
Cassani, Juan E. (1923), “La enseñanza de la literatura en el ciclo secundario”,
en Humanidades, La Plata, t. VI.
Castro, A. (1941), La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico, Buenos
Aires: Losada.
Henríquez Ureña, P. (1930), “Aspectos de la enseñanza literaria en la escuela común”,
en Utopía de América, comp. de Rama, Ángel y Gutiérrez Girardot, Rafael, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1978; publicado originalmente en Cuadernos de Temas para la
Escuela Primaria, La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Mantovani, J. (1981), La educación y sus tres problemas, [1941], Buenos Aires: El
Ateneo.
Mantovani, J. (1935), Memoria presentada al H. Congreso de la Nación, Buenos Aires.
Autor :Juan Pablo Bonino