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DIETRICH BONHOEFFER

TENTACIÓN
DIETRICH BONHOEFFER vuestra vida, jamás la ganaréis» [Schiller]. Sólo la vida amenazada
por la muerte es una vida ganada. Así lo entiende el hombre natural.
Pero también el hombre ético sabe asimismo que sus ideas sólo
resultan verdaderas y convincentes al probar y comprobar que el
TENTACIÓN * bien sólo puede vivir del mal, que el bien no sería bueno sin el mal.
El hombre ético desafía, pues, al mal, ya que su oración cotidiana es:
indúceme en la tentación, para que así ponga a prueba la fuerza del
«NO NOS INDUZCAS EN LA TENTACIÓN» bien que está en mí.
Un estudio bíblico sobre la sexta petición del «Padre nuestro» Si la tentación fuera realmente lo que el hombre natural y el
hombre ético piensan, es decir, la prueba de su propia fuerza ―tanto
si se trata de la fuerza vital como de la fuerza ética o, incluso, de la
fuerza cristiana― frente al obstáculo, frente al enemigo, entonces sí
CUESTIONES PREVIAS sería incomprensible la oración de los cristianos. Porque el hecho de
que la vida sólo se gane contra la muerte y el bien contra el mal, es
EL ABANDONO una noción de este mundo, y el cristiano no la ignora. Pero todo esto
nada tiene que ver con la tentación de la que Jesucristo nos habla, en
«No nos induzcas en la tentación». El hombre natural y el nada atañe a la realidad de que aquí se trata. Porque la tentación de
hombre ético no pueden comprender esta oración. El hombre natural la que nos habla toda la Sagrada Escritura no puede significar, en
quiere probar su fuerza en la aventura, en la lucha, en el modo alguno, el hecho de poner a prueba mis propias fuerzas, ya
enfrentamiento con el enemigo. Tal es la vida. «Si no arriesgáis que la esencia de la tentación en el sentido bíblico del término radica
en el hecho de que, para espanto mío y sin que yo pueda hacer nada
* para evitarlo, todas mis fuerzas se alzan contra mí; más aun, en el
«Tentación» («Versuchung») fue un estudio bíblico sobre la sexta petición hecho de que todas mis fuerzas, incluso mis propias fuerzas buenas
del «Padre nuestro», que el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)
impartió en la aldea de Zingst, a los alumnos procedentes del Seminario de y piadosas (las fuerzas de la fe), han caído en manos del enemigo y
Finkenwalde, del 20 al 25 de junio de 1938. Este seminario había sido clausurado ahora son utilizadas contra mí. He sido despojado, expoliado de mis
un año antes por la Gestapo. El título original de este material fue «No nos fuerzas, antes incluso de que pudieran ser puestas a prueba. «Está
induzcas en la tentación» («Führe uns nicht in Versuchung»). Su amigo Eberhard lleno de congoja mi corazón, me faltan las fuerzas, y aun la misma
Bethge lo publicó póstumamente bajo el actual título, agregando a su vez los luz de mis ojos me abandona» (Sal 38, 11). He aquí el carácter
correspondientes subtítulos.
Esta traducción al castellano, fue realizada por Sergio Vences y Úrsula Kilfitt, decisivo de la tentación del cristiano: estar abandonado, abandonado
y es parte del libro «¿Quién es y quién fue Jesucristo?», Libros del Nopal, de todas sus fuerzas ―e incluso ser atacado por ellas―, abandonado
Ediciones Ariel, Barcelona, 1971. También fue editado como libro, bajo el título de todos los hombres, abandonado de Dios mismo. Su corazón se
«Tentación», Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1977. La presente edición, que anega en la congoja y cae en la absoluta tiniebla. Él mismo nada es.
contiene algunas correcciones con base en el original, e información añadida Su enemigo lo es todo. Dios ha retirado su mano de él, «ha separado
principalmente por los editores de las publicaciones alemanas (paréntesis
cuadrados), es una iniciativa personal que ha de servir como puente provisorio de él su mano» (Confessio Augustana, XIX): «por un momento te
entre estas discontinuadas publicaciones y una esperada nueva edición y abandoné» (Is 54, 7). En la tentación, el hombre está solo. Nada le
publicación. ampara. Por un breve instante, el demonio tiene el campo libre. Pero,
© WILFRED FABER, 2009 / Versión: 2.2 (Junio 2009) / www.no-nos-dejes.blogspot.com ¿cómo ha de enfrentarse con el demonio el hombre abandonado?

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¿Cómo puede defenderse de él? Es el príncipe de este mundo quien Dios apropiado a su tiempo» (Ec 3, 1-4.11). Al cristiano no le
ahora se yergue contra el hombre. Ha llegado la hora de la caída, de importa lo que la vida es en sí misma, sino cómo Dios procede con
la caída irrevocable, eterna; pues ¿quién podrá arrancarnos de las él. Dios me repudia y luego me acoge de nuevo; destruye mi obra y
garras de Satanás? luego la reconstruye. «Yo soy Yahvé, no hay ningún otro. Yo formo
Una derrota enseña al hombre vital y al hombre ético que sus la luz y creo las tinieblas, yo doy la paz, yo creo la desdicha» (Is 45,
fuerzas han de acrecentarse todavía para que pueda superar esta 7).
prueba. Por eso, su derrota no es nunca irrevocable. En cambio, el Así el cristiano vive según los tiempos de Dios y no según su
cristiano sabe que, en la hora de la tentación, le abandonarán siempre propia concepción de la vida. No pretende hallarse siempre en la
todas sus fuerzas. Por ello la tentación es para él la hora tenebrosa tentación y que en todo instante esté a prueba; sino que, en las horas
que puede resultar irrevocable. No trata, pues, de confirmar su en que se siente preservado, suplica a Dios que no envíe sobre él la
fuerza, sino que sencillamente ora: «No nos induzcas en la tentación.
tentación». Porque, en su sentido bíblico, la tentación no significa La tentación se abate de repente sobre el hombre piadoso. «De
someter a prueba nuestras fuerzas, sino la pérdida de todas nuestras improviso le asaetean sin temor» (Sal 64, 5), en la hora más
fuerzas, nuestra inerme entrega a Satanás. inesperada. «Ni aun su hora conoce el hombre... así se enredan los
hijos de los hombres en el mal tiempo cuando de improviso los
coge» (Ec 9, 12). «Porque de repente se desfoga su ira, y en el día de
EL INSTANTE DE LA TENTACIÓN la venganza perecerás» (Si 5, 7). En esto conoce el cristiano la
astucia de Satanás. De repente me encuentro el corazón embargado
La tentación es un acontecimiento concreto que brota de perplejidad; de improviso todo es incierto y cuanto hago es
repentinamente en el curso ordinario de la vida. Para el hombre vital absurdo; de pronto recobran vida en mí los pecados de antaño, como
la vida entera es un combate, y para el hombre ético cada hora es si los hubiera cometido hoy, y de nuevo me acongojan y me acusan;
tiempo de tentación. El cristiano en cambio conoce horas de de repente mi corazón se siente henchido de profunda tristeza por mí
tentación, que se distinguen de las horas de protección y de gracia en mismo, por el mundo, por la impotencia de Dios respecto a mí; de
que se halla preservado de la tentación, del mismo modo que el pronto el hastío de la vida quiere inducirme a un atroz pecado;
demonio se distingue de Dios. Para él, pues, carece de sentido súbitamente se despierta en mí la concupiscencia, y súbitamente me
afirmar, en abstracto, que cada momento de la vida implica una sobreviene la cruz y empiezo a vacilar. Ha llegado la hora de la
decisión. Porque no puede considerar fundamentalmente su vida si tentación, la hora de las tinieblas, la hora de mi inerme entrega a
no es en función del Dios vivo. Y el Dios en cuya virtud existe el día Satanás.
y la noche es asimismo el Dios que nos otorga momentos de sed y
momentos de solaz. Dios suscita la tempestad y Dios apacigua luego
los mares. De Dios proceden los momentos de congoja y de miedo, y LA NECESIDAD DE LA TENTACIÓN
de Dios nos vienen los instantes de alegría: «Alberga la tarde llantos,
mas viene a la mañana la alegría» (Sal 30, 6). «Todo tiene su tiempo, Pero, ¿no tiene que llegar la hora de la tentación? Y así, ¿no ha
y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su hora. Hay tiempo de de estarnos prohibido orar en estos términos? ¿No deberíamos pedir
nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo tan sólo que, en la hora de la tentación ―que ha de llegarnos
plantado; tiempo de herir y tiempo de curar, tiempo de destruir y forzosamente―, se nos conceda la fuerza precisa para vencerla?
tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír... Todo lo hace Este pensamiento quiere saber más sobre la tentación que el mismo

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Cristo y quiere ser más piadoso que quien tuvo que soportar la más ADÁN
dura tentación. «¿No tiene que llegar la tentación?» Sí; pero ¿por
qué? ¿Acaso Dios tiene que entregar a los suyos a Satanás? ¿Tiene La tentación del primer hombre nos sitúa ante el enigma del
que conducirlos al abismo de la caída? ¿Tiene que conceder un tan tentador en el paraíso. Nuestra mirada intenta descifrar lo que en
enorme poder a Satanás? Pues, ¿quiénes somos nosotros para afirmar aquel acontecimiento queda, sin embargo, envuelto en el misterio, es
que la tentación tiene que llegarnos necesariamente? ¿Acaso decir, el origen del tentador. El episodio del paraíso sólo nos enseña
formamos parte del Consejo de Dios? Mas si la tentación tiene que simplemente tres cosas:
llegarnos efectivamente ―en virtud de una necesidad divina, 1. El tentador está siempre presente allí donde hay inocencia.
incomprensible para nosotros―, entonces es Cristo, el más tentado Sí, el tentador está únicamente presente allí donde hay inocencia,
de todos, quien nos invita a que oremos contra esta necesidad divina, porque, donde hay culpa, ha tomado ya las riendas del poder.
a que no nos rindamos resignada y estoicamente a la tentación, sino a 2. La aparición totalmente inmediata del tentador en la voz de
que huyamos de esa tenebrosa necesidad en la que Dios es la serpiente, la presencia de Satanás en el paraíso ―presencia a la
condescendiente con el demonio, y a que nos refugiemos en aquella que nada justifica ni fundamenta (ni siquiera una metafísica de
libertad divina en la que el demonio es pateado por Dios. ¡No nos Lucifer)― determina precisamente su esencia como seductor. Nos
induzcas en la tentación! hallamos aquí ante aquella contingente e impenetrable subitaneidad
de la que antes hemos hablado. La voz del tentador no surge de las
profundidades de aquel abismo que conocemos tan sólo como
«infierno», sino que oculta perfectamente su origen: emerge de
LAS DOS HISTORIAS DE LA TENTACIÓN repente a mi lado y me habla. En el paraíso, para dirigirse a Eva el
tentador se sirve de la serpiente, que es, evidentemente, una creatura
Tras estas cuestiones preliminares, vamos a referirnos ahora a de Dios, y así permanece invisible su procedencia del azufre y del
aquello que constituye el objeto de esta oración: «No nos induzcas fuego. Esta ocultación de su origen constituye un aspecto esencial
en la tentación». Quien enseña a orar así a sus discípulos es el propio del tentador.
Jesucristo, el único que puede saber lo que la tentación significa. 3. Para tener acceso a la inocencia, el tentador ha de ocultar su
Pero, precisamente porque lo sabe, quiere que sus discípulos recen: origen hasta el final. Inocencia significa estar pendiente de la palabra
«No nos induzcas en la tentación». Sólo partiendo de la tentación de de Dios con el corazón puro e indiviso. El tentador ha de
Jesucristo podemos comprender lo que es la tentación para nosotros. presentarse, pues, como mensajero e intérprete de su palabra. «¿Es
A diferencia de lo que haría un libro edificante, la Sagrada Escritura eso lo que ha dicho Dios? ¿Habéis entendido rectamente a Dios, el
no nos cuenta muchas historias de tentaciones humanas y su Señor? ¿No se esconderá otro significado detrás de sus palabras?»
superación. En sentido estricto, sólo incluye dos relatos de No podemos imaginarnos la indecible angustia que debió inspirar a
tentaciones: la del primer hombre y la de Jesucristo, es decir, la nuestros primeros padres aquella posibilidad. Ante la inocencia, ante
tentación que acarreó la caída del hombre y la tentación que condujo la fe y ante la vida se abren los abismos de la culpa, de la duda y de
a la caída de Satanás. Todas las demás tentaciones que se dan en la la muerte aún desconocidas. Esta angustia de la inocencia, a la que
vida humana, pueden reducirse a estas dos: o somos tentados en el diablo quiere robar su única fuerza, la palabra de Dios, es el
Adán, o somos tentados en Cristo. O bien es Adán el tentado en pecado de la tentación. Aquí no se trata de entablar un combate para
nosotros, y entonces es cuando caemos, o el tentado en nosotros es decidirse libremente por el bien o el mal, ya que esto sería el
Cristo, y entonces es Satanás quien habrá de caer. concepto ético de la tentación. Aquí Adán es entregado inerme y sin

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defensa al tentador. Carece de todo juicio, fuerza y entendimiento vencer en la lucha, sino: el Espíritu impulsó a Jesús al desierto, a la
propios que le capaciten para luchar contra este adversario. Está soledad, al abandono. Dios despoja a su Hijo de toda la ayuda que
completamente abandonado. El abismo se abre bajo sus pies. Sólo los hombres y las criaturas podían proporcionarle. La hora de la
una cosa le queda: en este abismo está sostenido por la mano, por la tentación deberá encontrar a Jesús débil, solitario y hambriento. Dios
palabra de Dios. Adán sólo puede cerrar los ojos y dejarse conducir y deja sólo al hombre en la hora de la tentación. Abraham debe estar
sostener por la gracia de Dios en la hora de la tentación. Pero Adán completamente solo en el monte Moriah [Gén 22]. Sí, el mismo
cae. «¿Es eso lo que ha dicho Dios?» Adán, y con él todo el género Dios abandona al hombre ante la tentación. Sólo en este sentido se
humano, se anega en el abismo de esta pregunta. Desde que Adán puede interpretar el texto de 2 Cro 32, 31: «Dios, sin embargo, para
fue expulsado del paraíso, todos los hombres nacen con esta probarle [a Ezequías] y para que descubriese lo que tenía en su
pregunta que el diablo inscribió en el corazón de Adán. Ésta es la corazón, le dejó»; o bien cuando los salmistas claman
interrogación primera que formula la carne: «¿Es eso lo que ha insistentemente: «No me abandones, ¡oh Yahvé!» (Sal 38, 22; 71,
dicho Dios?» Y, por esta interrogación, toda carne incide en la caída. 9.18; 119, 8). «No me escondas tu rostro... no me rechaces, no me
La tentación de Adán acarrea la muerte y la condenación de la abandones, ¡oh Dios, mi Salvador!» (Sal 27, 9). Esto resulta
carne. incomprensible para el pensamiento humano ético-religioso. En la
tentación, Dios no se nos manifiesta como el Dios misericordioso y
cercano, que nos arma con todos los dones del Espíritu, sino que nos
CRISTO abandona, permanece lejos de nosotros y nos deja solos en el
desierto. (Volveremos a hablar de ello más adelante).
Pero en la carne del pecado vino a la tierra el Hijo de Dios, A diferencia de la tentación de Adán y de todas las tentaciones
Jesucristo, nuestro Salvador. Toda la concupiscencia y todo el humanas, en este caso es el tentador en persona quien se acerca a
miedo de la carne, toda su perdición y todo su alejamiento de Dios se Jesús (Mt 4, 3). En las demás ocasiones se vale de la creatura. Pero
hallaban asimismo en Cristo. «Fue tentado en todo a semejanza aquí tendrá que combatir él en persona. Con esto se pone de
nuestra, pero sin pecado» (Heb 4, 15). Al querer socorrer al hombre, manifiesto que, en la tentación de Jesús, se va a jugar el todo por el
que es carne, tenía Cristo que tomar enteramente sobre sí la todo. El tentador tendrá que recurrir necesariamente a la más
tentabilidad de la carne. También Jesucristo nació κατά σάρκα [catá perfecta ocultación de su origen. Es posible que Pablo aludiera a esta
sarca] con la pregunta: ¿Es eso lo que ha dicho Dios? ― pero sin ocultación del origen de Satanás en la tentación de Jesús, cuando
pecado. escribió: «El mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2 Cor 11,
La tentación de Cristo fue más atroz, indeciblemente más atroz 14). No vayamos a pensar que Jesús no reconoció a Satanás; pero lo
que la de Adán, porque éste nada tenía en sí que pudiera conferir al cierto es que Satanás puso en juego todo su poder de seducción con
tentador algún derecho y poder sobre él. Cristo, por el contrario, el fin de provocar la caída de Jesús.
llevaba en sí todo el peso de la carne, maldita y condenada. Y, sin
embargo, su tentación habría de redundar más adelante en ayuda y La tentación de la carne
salvación de toda carne tentada.
El evangelio nos cuenta que Jesús fue impulsado por el Y después de ayunar cuarenta días en el desierto, al fin Jesús
Espíritu al desierto para que allí le tentara el diablo (Mt 4, 1). No sintió hambre. Entonces se le acercó el tentador. Éste comienza
comienza, pues, la historia de la tentación diciéndonos que el Padre reconociendo en Jesús la cualidad de Hijo de Dios. No le dice: «Tú
proveyó a su Hijo de todas las fuerzas y armas que debían permitirle eres el Hijo de Dios» ―¡no puede decirle tal cosa!―, sino que le

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habla así: «Si eres Hijo de Dios, ahora que tienes hambre di que entonces habría empezado a dudar de Dios. La fe que exige más que
estas piedras se conviertan en pan». Aquí Satanás tienta a Jesús en la la palabra de Dios, revelada en mandamientos y promesas, se
debilidad de su carne humana. Quiere oponer su divinidad a su convierte en un tentar a Dios. Porque tentar a Dios significa atribuir
humanidad. Quiere rebelar la carne contra el espíritu. Satanás sabe a Dios, y no a Satanás, la culpa, la infidelidad y la mentira. Tentar a
que la carne teme al sufrimiento. Pero ¿por qué ha de padecer en su Dios es la más alta tentación espiritual.
carne el Hijo de Dios? El objetivo que persigue esta pregunta es
obvio: si Jesús, en virtud de la fuerza que le confiere su divinidad, se La tentación suprema
niega a padecer en su carne, entonces toda carne está ya perdida. El
camino del Hijo de Dios sobre la tierra habrá llegado a su término. La tercera vez Satanás se presenta de un modo distinto: ahora
La carne pertenecerá de nuevo a Satanás. Que Jesús responda no afirma la filiación divina de Jesús ni esgrime ya la palabra de
invocando la palabra de Dios demuestra, en primer lugar, que Dios. Ahora se acerca a Jesús ―y esto es lo decisivo― como
también el Hijo de Dios está bajo la palabra de Dios y que no puede príncipe de este mundo en la ostentación de todo su poder. Ahora
ni quiere disponer de un derecho propio frente a esta palabra de Satanás combate con sus propias armas. Ha desechado todos los
Dios. Pero esta respuesta demuestra, en segundo lugar, que Jesús disfraces y ocultamientos. El poder de Satanás se yergue
quiere atenerse estrictamente a esta palabra de Dios. También la abiertamente contra el poder de Dios. Satanás arriesga el todo por el
carne está bajo la palabra de Dios, y, si tiene que padecer, incluso todo. Su oferta es inconmensurablemente grande, bella y seductora;
entonces es válida esta misma Palabra: ya que, en efecto, «no sólo de a cambio de ella exige... ser adorado. Exige la abierta apostasía de
pan vive el hombre». Jesús ha salvaguardado en la tentación su Dios, apostasía que no tiene ninguna otra justificación sino la
propia humanidad y su propia ruta de dolor. Su primera tentación es grandeza y el esplendor del reino de Satanás. En esta tentación se
la tentación de la carne. trata de lograr la definitiva renuncia a Dios, perpetrada con plena
lucidez mental, y la sumisión a Satanás. Es la tentación que incita a
La tentación espiritual pecar contra el Espíritu Santo.
Satanás se ha mostrado ahora enteramente como quien es. Por
En la segunda tentación empieza Satanás como en la primera: eso Jesús tiene que apostrofarle, herirle en lo más íntimo y
«Si eres Hijo de Dios...», pero ahora acentúa aún la tentación rechazarle: «Apártate de mí, Satanás, porque está escrito: Al Señor
aduciendo la misma palabra de Dios contra Jesús. También Satanás tu Dios adorarás, y sólo a Él servirás».
puede combatir valiéndose de la palabra de Dios. Jesús tiene que Jesús ha sido tentado en su carne, en su fe y en su señorío
acreditar su filiación divina. Tiene que exigir un signo de Dios. Ésta divino. Las tres veces se trata de una sola tentación: arrancar a Jesús
es la tentación de la fe de Jesús: la tentación del espíritu. Si el Hijo de la palabra de Dios. Satanás se sirve de la naturaleza de la carne
de Dios ha de asumir el sufrimiento de los hombres, que exija para erigirla contra el mandamiento divino. Si Satanás logra ejercer
entonces un signo del poder de Dios que pueda salvarle en cualquier su dominio sobre la carne de Jesús, entonces ya tendrá a Jesús en sus
momento. En su respuesta, Jesús opone una palabra de Dios a otra manos. Si Jesús no quiere atenerse únicamente a la palabra de Dios,
palabra de Dios, pero de tal modo que de semejante oposición no se si no quiere limitarse a creer, a creer y a obedecer ciegamente,
sigue una desesperante incertidumbre, sino que la verdad se yergue entonces ya no es el Cristo y él Redentor de los hombres, los cuales
contra la mentira. Para Jesús, esto equivale a tentar a Dios. Por lo han de hallar su salvación únicamente por la fe en la Palabra. Por
que a Jesús se refiere, quiere atenerse tan sólo a la palabra de su eso Satanás ha tentado la carne y el espíritu de Jesús para alzarlos
Padre, porque esta palabra le basta. Si anhelara más que esta palabra, contra la palabra de Dios. La tercera tentación apunta al conjunto de

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la existencia espiritual y corporal del Hijo de Dios. «Si no quieres
partir en dos tu corazón, entrégate a mí enteramente, y yo te haré LA TENTACIÓN DE CRISTO EN LOS SUYOS
grande en este mundo por odio contra Dios y te daré poder contra
Él.» Así sufre Jesús la tentación de la carne, la gran tentación LA ACEPTACIÓN DE LAS TENTACIONES
espiritual y finalmente la tentación suprema, aunque las tres se
reducen a una sola tentación contra la palabra de Dios. En la tentación de Jesucristo llega a su culminación la
La tentación de Jesús no es la lucha heroica del hombre contra tentación de Adán. Así como la tentación del primer hombre
los poderes del mal, tal como solemos interpretarla. Al igual que significó la caída de toda carne, en la tentación de Jesucristo toda
nosotros, Jesús ha sido despojado en la tentación de todas sus carne fue arrancada del poder de Satanás. Porque Jesucristo se
fuerzas, se ha sentido abandonado por Dios y por los hombres; revistió de nuestra carne, padeció nuestra tentación y triunfó de ella.
atenazado de angustia se ha visto víctima de Satanás, y ha caído en Así todos nosotros llevamos hoy día la carne que, en Jesucristo,
la más profunda oscuridad. No le ha quedado otra cosa que la venció a Satanás. En la tentación de Jesucristo, también nuestra
palabra de Dios, la palabra salvadora que le sostiene, le conduce, carne, también nosotros hemos vencido. Porque Jesucristo fue
combate y vence por Él. En este momento ha comenzado ya la noche tentado y triunfó de la tentación, todos nosotros podemos orar: «No
de las últimas palabras de Jesús: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me nos induzcas en la tentación», puesto que la tentación ya vino y fue
has abandonado?» Y esta noche iba a constituir la última y suprema vencida. Cristo la venció por nosotros. «Considera la tentación de tu
tentación de la carne y el espíritu del Redentor. Pero al asumir Jesús Hijo Jesucristo y no nos induzcas en la tentación.» Podemos y
el abandono de Dios y de los hombres, la palabra y el juicio de Dios debemos estar seguros de que nuestra oración será escuchada, y así
se han pronunciado en su favor. Al sucumbir, inerme y desvalido, al debemos acabarla con el «amén», puesto que ya fue escuchada en el
poder de Satanás, se ha logrado la reconciliación. Fue, pues, tentado propio Jesucristo. Desde ahora nosotros ya no seremos inducidos en
como todos nosotros, pero sin que cometiera pecado. la tentación, sino que toda tentación venidera será la tentación de
En la tentación de Jesús, lo único que subsiste en realidad es la Jesucristo en sus miembros, en su comunidad. Ya no somos tentados
palabra y la promesa de Dios ― no la fuerza propia ni la alegría de nosotros: es Jesucristo quien es tentado en nosotros.
combatir el mal, sino tan sólo la fuerza y la victoria de Dios, puesto Satanás no pudo provocar la caída del Hijo de Dios, y por ello
que la palabra de Dios arrebata a Satanás todo su poderío. La sigue persiguiéndolo en sus miembros a quienes acosa con todo
tentación sólo es vencida por la palabra de Dios. género de tentaciones. Mas estas tentaciones de ahora no son sino la
«Entonces le dejó el diablo.» Tal como al principio le había secuela de las que Jesús padeció en la tierra, porque el poder de la
dejado Dios, le deja ahora el tentador ― «y se le acercaron los tentación fue ya quebrantado en la tentación de Jesús. Sus
ángeles a servirle». También en el huerto de Getsemaní «se le discípulos, no obstante, para poder estar seguros del reino de Dios,
apareció un ángel del cielo que le confortaba» (Lc 22, 43). He aquí el han de asumir esta tentación, según las palabras fundamentales que
fin de la tentación: quien ha caído en la mayor debilidad, pero ha Jesús dirigió a todos ellos: «Vosotros sois los que habéis
sido sostenido por la palabra, recibe de un ángel de Dios la permanecido conmigo en mis angustias, y yo dispongo del reino en
recuperación de todas las fuerzas de su cuerpo, de su alma y de su favor vuestro» (Lc 22, 28 y 29). La promesa no se refiere, pues, a las
espíritu. tentaciones de los discípulos, sino a su participación en la historia y
la tentación de Jesús. Las tentaciones de los discípulos recayeron
sobre Jesús y las de Jesús redundan en provecho de sus discípulos.
Pero participar en la tentación de Cristo significa asimismo

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participar en la victoria de Cristo. Esto no quiere decir que las El diablo
tentaciones de Cristo hayan terminado ni que sus discípulos ya no
hayan de experimentarlas, sino que las tentaciones que conocerán ¿Qué nos dice la Escritura cuando afirma que el diablo es el
serán las tentaciones de Jesucristo. Y así Cristo vencerá también causante de la tentación? Pues nos dice:
estas tentaciones. 1. Que la tentación es radicalmente contraria a Dios. Dada la
La participación de los discípulos en las tentaciones de naturaleza misma de Dios, es incomprensible que el hombre se vea
Jesucristo implica el hecho de que Jesús quiera preservar a sus tentado por Dios a dudar de la palabra de Dios y a precipitarse en la
discípulos de cualquier otra tentación: «Velad y orad, para no caer en caída. El tentador siempre es el enemigo de Dios.
la tentación» (Mt 26, 41). ¿Qué tentación amenaza a los discípulos 2. En la tentación, el enemigo de Dios pone de manifiesto su
en esa hora de Getsemaní, si no es la de que se escandalicen de la poder de hacer algo contra la voluntad de Dios. Lo que por sus
pasión de Cristo, es decir, la de que no quieran participar en sus propias fuerzas nunca podría hacer ninguna criatura, eso lo puede
tentaciones? Jesús reitera, pues, ahora el ruego formulado en el realizar el maligno enemigo de Dios ― lo cual significa que la
padrenuestro: «No nos induzcas en la tentación». Y eso mismo, en tentación es más poderosa que cualquier criatura. La tentación es la
definitiva, es lo que se nos dice en Heb 2, 18: «Pues por haber irrupción del poder de Satanás en el mundo de la creación. Si el
sufrido Él mismo la tentación, puede auxiliar a los que son tentador es el diablo, entonces ninguna criatura puede resistir por sus
tentados». Aquí no se trata tan sólo del auxilio que puede prestar propias fuerzas a la tentación. Fatalmente tiene que caer. Tan
quien conoce por propia experiencia la miseria y los sufrimientos enorme es el poder de Satanás (Ef 6, 12).
ajenos; el sentido más auténtico de estas palabras radica en el hecho 3. La tentación es seducción, engaño. Por esto procede del
de que, en mis tentaciones, sólo su tentación constituye una ayuda diablo, puesto que el diablo es un mentiroso. «Cuando dice la
para mí: mi participación en su tentación es lo único que puede mentira, habla de lo suyo, porque él es mentiroso y padre del
auxiliarme en mi tentación. No he de ver, pues, en mi propia mentiroso» (Jn 8, 44). El pecado es un engaño (Heb 3, 13). El
tentación sino la tentación de Jesucristo. En su tentación radica mi engaño, la mentira del diablo consiste en convencer a los hombres
socorro, ya que sólo en ella hay victoria. de que pueden vivir sin la palabra de Dios. Suscita en su fantasía el
En la práctica, la tarea del cristiano consistirá, pues, en espejismo de un reino de fe, de poder y de paz al que sólo tienen
comprender todas las tentaciones que le asaltan como tentaciones acceso quienes consienten en la tentación, pero les oculta que él, el
que, en su persona, sufre Jesucristo, y sólo así recibirá ayuda. Pero, diablo, es el ser más infeliz y desventurado porque definitiva y
¿cómo sucede esto? Antes de que podamos hablar de las tentaciones eternamente ha sido rechazado por Dios.
concretas de los cristianos y del modo de vencerlas, tendremos que 4. La tentación procede del diablo, porque aquí el diablo se
dilucidar quién es el causante de ellas. Porque sólo cuando el convierte en acusador del hombre. Toda tentación tiene dos partes:
cristiano sabe con quién tiene que habérselas en la tentación, puede el hombre ha de repudiar la palabra de Dios y, por ello, Dios ha de
adoptar la actitud correcta que requiere cada caso concreto. rechazar necesariamente al hombre, cuyo pecado ha sido puesto de
manifiesto por el acusador. Y a esta segunda parte es a la que ahora
nos referimos. Veamos la tentación de Job, que constituye el
LOS TRES CAUSANTES prototipo de todas las tentaciones. Satanás formula la pregunta:
«¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de un
La Sagrada Escritura menciona a los diferentes causantes de la vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has
tentación: el diablo, la concupiscencia del hombre y el mismo Dios. bendecido el trabajo de sus manos y ha crecido así su hacienda sobre

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la tierra. Pero anda, extiende tu mano y tócale en lo suyo, a ver si no responsable de ella a Dios, eso ya constituye una blasfemia. Aunque
te vuelve la espalda» (Job 1, 9 ss). Aquí se manifiesta claramente el esto puede parecer piadoso, en realidad implica la afirmación de que
sentido de toda tentación: a Job le es arrebatado todo cuanto posee y Dios, de un modo u otro, es accesible al mal. En este caso existiría
queda totalmente inerme. La pobreza, la enfermedad, el escarnio y el en Dios una dualidad que convertiría en incierta, equívoca y dudosa
aislamiento causado por los piadosos, crean a su alrededor la más tanto su palabra como su voluntad. Pero como el mal no tiene lugar
lóbrega noche. Satanás, como príncipe de este mundo, lo despoja de en Dios, ni siquiera como mera posibilidad, la tentación al mal no
todo cuanto puede y lo precipita luego en un abandono, en el que a puede ser imputada nunca a Dios. A nadie tienta el propio Dios. Es
Job sólo le queda Dios. Y precisamente aquí ha de evidenciarse que en mí mismo donde radica el origen de la tentación.
Job no teme desinteresadamente a Dios, que no ama a Dios por el 2. La tentación es castigo. El lugar donde se constituye toda
mismo Dios sino por los bienes de este mundo. Bajo todos los tentación es mi concupiscencia. Mi ansia de placer y mi miedo a
aspectos, Satanás quiere hacer patente que Job no teme a Dios, ni le sufrir me inducen a desatender la palabra de Dios. La naturaleza,
ama, ni confía en Él por encima de todas las cosas. Así es como toda hereditariamente corrompida, de la carne constituye el origen de las
tentación se convierte en revelación del pecado y como el acusador malas inclinaciones del cuerpo y del alma ― y quizá también de que
parece incluso más justo que Dios, ya que ha puesto al descubierto el los hombres y las cosas se conviertan ahora en tentación. La belleza
pecado del hombre. En la tentación, Satanás obliga a Dios a que del mundo y el sufrimiento humano no son malos en sí mismos ni
formule un juicio sobre el hombre tentado. entrañan tentación alguna; lo es en cambio nuestra concupiscencia,
El diablo se manifiesta, pues, en la tentación como enemigo de que todo lo convierte en objeto de placer, que por todo se deja
Dios, como poder, como mentiroso y como acusador. Para el arrastrar y seducir, y que así lo transforma todo en tentación.
hombre tentado esto significa que, en la tentación, debe reconocer al Mientras en el origen diabólico de la tentación quedó patente su
enemigo de Dios, debe vencer el poder diabólico contrario a Dios, y objetividad, subrayamos ahora su plena subjetividad. Ambos
debe desenmascarar la mentira. Ya diremos luego cómo se realiza aspectos son igualmente necesarios.
esto en la práctica. Ahora vamos a seguir interrogando. 3. Tampoco la concupiscencia en sí misma me hace pecador.
Pero «concibiendo, engendra el pecado, y el pecado, una vez
La concupiscencia consumado, engendra la muerte». La concupiscencia concibe cuando
yo me uno a ella, es decir, cuando abandono la palabra de Dios que
¿Qué dice la Escritura cuando afirma que la concupiscencia del me sostiene. El pecado sólo nace del íntimo contacto y unión de mi
hombre es la causante de la tentación? «No diga nadie al ser tentado: «yo» con la concupiscencia. El origen de la tentación radica, pues,
Soy tentado por Dios. Pues Dios ni es tentado por el mal, ni tienta Él en la έπιθυμία [epithumía], la raíz del pecado en mí y sólo en mí.
a nadie. Cada cual es tentado por su propia concupiscencia, que le Debo saber, por tanto, que la culpa recae únicamente sobre mí y que
atrae y seduce: luego, la concupiscencia, concibiendo, engendra el sólo yo soy responsable de mi muerte eterna si, en la tentación,
pecado, y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte» (Sant sucumbo al pecado. Cierto es que Jesús amenaza con terribles
1, 13 ss). palabras al que tienta al inocente, al que escandaliza «a uno de esos
1. Quien hace responsable de la tentación a otro que a sí pequeñuelos»: «¡Ay de aquel que tiente a otro a pecar!» ― así habla
mismo, justifica con ello su caída, porque, si no soy responsable de la palabra de Dios a todo tentador. Pero no es menos cierto que sólo
mi tentación, tampoco lo soy de sucumbir en ella. La tentación tú eres culpable de tu pecado y de tu muerte si cedes a la tentación
entraña culpa en la medida en que la caída no tiene disculpa. Es de tu concupiscencia ― así habla la palabra de Dios a todo hombre
imposible, pues, imputar la culpa de la tentación al diablo, mas hacer tentado.

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El mismo Dios de Dios. A Satanás pertenecen la muerte y el pecado; a Dios, la vida
y la justicia. De tres maneras distintas cumple Satanás su tarea en la
¿Qué dice la Sagrada Escritura cuando afirma que el mismo tentación: induce a reconocer el pecado, hace sufrir a la carne y da
Dios es el causante de la tentación? He aquí la pregunta más difícil muerte al pecador.
y definitiva. Dios no tienta a nadie, nos dice Santiago. Pero la a) «Dios, sin embargo, para probarle y para que descubriese lo
Escritura afirma asimismo que Dios tentó a Abraham (Gén 22, 1), que tenía en su corazón, le dejó» (2 Cro 32, 31). En la tentación se
que Israel fue tentado por Dios [(Ex 16, 4; Dt 8, 2; Jue 2, 22, Sal 66, revela el corazón humano. El hombre reconoce su pecado, que, sin
10)], del mismo modo, Ezequiel fue tentado por Dios (2 Cro 32, 31). la tentación, nunca hubiera podido conocer, puesto que sólo en la
David efectuó el censo del pueblo impulsado por «el furor de tentación descubre el hombre lo que hay en su intimidad. El pecado
Yahvé» (2 Sam 24, 1), aunque según 1 Cro 21, 1, fue incitado a ello salta a la luz del día por obra del acusador, quien, con esto, cree
por «Satanás». También en el Nuevo Testamento la tentación de los haber logrado la victoria. Pero, precisamente, el pecado que ahora se
cristianos se considera como juicio de Dios (1 Pe 4, 12.17). ¿Qué ha hecho manifiesto puede ser confesado y, por tanto, perdonado.
significa todo esto? Así, pues, el desvelamiento del pecado forma parte del plan salvífico
1. La Escritura muestra claramente que, en la tierra, nada de Dios para los hombres, al que Satanás ha de servir.
puede ocurrir sin el consentimiento y la voluntad de Dios. Incluso b) En la tentación, Satanás adquiere poder sobre el creyente en
Satanás se halla en las manos de Dios. Contra su propia voluntad, se cuanto éste es carne. Le atormenta con el señuelo del placer, con el
ve obligado a servir a Dios. Cierto es que Satanás detenta un gran dolor de la privación, con los sufrimientos corporales y espirituales
poder, pero sólo cuando Dios se lo otorga ― lo cual constituye un de toda clase que le suscita. Le roba cuanto tiene y, al mismo
consuelo para el creyente que se ve acosado por la tentación. Para tiempo, le incita a buscar la felicidad prohibida. Le empuja, al igual
tentar a Job, Satanás tiene que pedir permiso a Dios. De por sí que a Job, hasta el borde del abismo, de las tinieblas, donde el
mismo, nada puede emprender. Por eso, antes de que Satanás salte al hombre tentado sólo se halla sostenido por la gracia de Dios, que él
ruedo de la tentación, Dios tiene que abandonar al hombre. «Dios, no siente ni experimenta, pero que a pesar de todo es la que le
sin embargo, para probarle, abandonó a Ezequías» (2 Cro 32, 31). sostiene. Parece como si Satanás gozase de plenos poderes sobre el
Podemos repetir ahora todo lo que antes dijimos acerca del total creyente, pero de nuevo esta victoria se convierte en su total derrota.
abandono en que se halla el hombre tentado: Dios pone al tentado en Porque la muerte de la carne es el camino hacia la vida en el juicio,
las garras de Satanás. y cuando Satanás empuja al hombre tentado hacia el vacío absoluto
2. La pregunta de los niños: «¿Por qué no acaba Dios, de una y la total vulnerabilidad, en verdad lo está arrojando directamente en
vez, con Satanás?», exige una respuesta. Podemos formular esta los brazos de Dios. Así, en el furor de Satanás, el cristiano ―cual
misma pregunta de otro modo: ¿Por qué tuvo Cristo que ser tentado, hijo corregido por su padre― reconoce el benigno castigo que nos
por qué hubo de padecer y morir? ¿Por qué Satanás tuvo tanto poder inflige la gracia de Dios (Heb 12, 4 ss): este juicio misericordioso de
sobre él? Dios deja el campo libre a Satanás en razón del pecado de Dios [1 Pe 4, 17] es el que nos preserva del juicio de su cólera. Por
los hombres. Satanás tiene que consumar la muerte del pecador. Sólo eso la hora de la tentación se convierte en la hora de la mayor alegría
si el pecador muere, puede vivir el justo. Sólo si perece entera y (Sant 1, 2 ss).
diariamente el hombre viejo, puede resucitar el hombre nuevo. c) El postrer enemigo es la muerte, que se halla en las manos
Cumpliendo así su misión, Satanás sirve a los fines de Dios, «que da de Satanás. El pecador muere. La muerte es su última tentación.
la muerte y da la vida, que hace bajar al sepulcro y subir de él» (1 Mas, precisamente ahora, cuando el hombre va a perderlo todo,
Sam 2, 6). Satanás tiene que servir a regañadientes el plan redentor cuando el infierno muestra abiertamente sus horrores, empieza la

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vida para el creyente. Aquí Satanás pierde definitivamente su poder
y sus derechos sobre el creyente. Y nosotros preguntamos de nuevo: LAS TENTACIONES CONCRETAS
¿por qué Dios deja el campo libre a Satanás en la tentación? En Y EL MODO DE VENCERLAS
primer lugar, para vencer definitivamente a Satanás. En cuanto da la
razón a Satanás, lo aniquila. Así como Dios castiga al impío En las tentaciones concretas del cristiano habrá que distinguir
permitiéndole ser impío, salvaguardando su libertad y su derecho a siempre la mano del diablo y la mano de Dios, es decir, cuándo en
ser impío, y así como el impío muere a consecuencia de esta libertad ellas hay que resistir y cuándo es preciso someterse, aunque la
suya (Rom 1, 19 ss), así también Dios no aniquila a Satanás por un resistencia contra el diablo sólo es posible por la entera sumisión a la
acto de violencia, sino que es Satanás quien tiene que aniquilarse a sí mano de Dios.
mismo. En segundo lugar, Dios deja el campo libre a Satanás para Aclaremos esto detalladamente. Como todas las tentaciones de
así llevar a los creyentes a la salvación. El hombre nuevo sólo puede los creyentes son tentaciones de Cristo en sus miembros, tentaciones
vivir si reconoce sus pecados, si sufre y muere. Y en tercer lugar, la del cuerpo de Cristo, hablaremos ahora de ellas analógicamente a
victoria sobre Satanás y la salvación de los creyentes sólo en como lo hicimos en las tentaciones de Cristo: 1) La tentación de la
Jesucristo son auténticos y verdaderos. Satanás acongojó a Jesús con carne; 2) Las tentaciones espirituales; 3) La tentación última. Para
los pecados, los sufrimientos y la muerte de todos los hombres. Con todas ellas es válido lo que se nos dice en 1 Cro 10, 12 ss: «Así,
esto, sin embargo, se acabaron sus derechos. Había expoliado pues, el que cree estar de pie, mire no caiga. No os ha venido
totalmente a Jesucristo, y así lo puso en manos de Dios. Con esto tentación que no fuera humana: pues Dios es fiel y no permitirá que
hemos llegado de nuevo a nuestro punto de partida: es preciso que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes con la tentación
los creyentes aprendan a ver en todas sus tentaciones la tentación os procurará los medios para que podáis resistirla». Con esto se sale
que, en ellos, padece Jesucristo y, de este modo, participarán en su al paso, en primer lugar, de toda falsa seguridad, y, después, de todo
victoria. falso desaliento ante la tentación. Que en ningún momento nadie se
Pero ¿cómo puede decir la Escritura que Dios tienta a los crea inmune a la tentación. No hay tentación que en esta misma hora
hombres? La Escritura habla efectivamente de la ira de Dios, cuyo no pueda asaltarme. Que nadie se imagine que Satanás anda lejos de
ejecutor es Satanás (2 Sam 24, 1; 1 Cro 21, 1). La ira de Dios se él. «Como león rugiente, vuestro adversario ronda buscando a quien
cernía sobre Jesucristo desde la hora de la tentación. Y esa ira se devorar» (1 Pe 5, 8). En esta vida, ni por un momento estamos a
abatió sobre Jesús a causa del pecado de la carne que éste había salvo de la tentación y la caída. Por lo tanto, no te enorgullezcas
revestido. Pero cuando la ira de Dios encontró la obediencia ―y una cuando veas que los demás tropiezan y caen. Esta seguridad tuya
obediencia hasta la muerte― de Aquel que asumió los pecados del puede trocarse en una trampa. «No te engrías, antes teme» (Rom 11,
mundo entero, entonces se aplacó su cólera y la ira de Dios empujó a 20). Sé presto al temor, para que el tentador no haga mella en ti.
Jesús hacia el Dios de misericordia. La gracia de Dios sobrepujó a su «Velad y orad para no caer en la tentación» (Mt 26, 41). Velar
ira y el poder de Satanás fue vencido. Y donde quiera que toda contra el astuto enemigo y orar a Dios pidiéndole que nos mantenga
tentación de la carne y toda ira de Dios sean aceptadas fieles a su palabra y a su gracia: tal es la actitud del cristiano ante la
obedientemente en Jesucristo, en tal lugar la tentación de Jesucristo tentación.
es vencida y el cristiano, tras el Dios airado que le tienta, descubre al Pero, por otra parte, el cristiano no ha de temer a la tentación.
Dios de misericordia que a nadie induce en la tentación. Si ésta le sobreviene a pesar de toda su vigilancia y oración,
entonces ha de saber que puede vencerla. No hay tentación que no
pueda ser vencida. Dios conoce nuestras fuerzas y no permite que se

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nos tiente más allá de ellas. Siempre es una tentación humana la que arrebatada la lucidez de discernimiento y de decisión. ¿Será
nos asalta: nunca rebasa nuestras fuerzas. Dios mide la carga que realmente pecado lo que la carne ansia? En este caso, en este
cada hombre puede soportar. De esto no cabe la menor duda. Quien momento, en esta mi particular situación, ¿no me estará permitido, e
se desalienta ante el súbito horror de una tentación ha olvidado ya lo incluso mandado, que satisfaga mis deseos? El tentador me otorga
principal, es decir, la certeza de que vencerá aquella tentación, un derecho especial, tal como quiso otorgarlo en el desierto al
porque Dios nunca permite que sobrepase nuestra capacidad para hambriento Hijo de Dios. Y yo me sirvo de este derecho especial
resistirla. Hay tentaciones a las que tememos en particular porque para rehuir a Dios.
muy a menudo hemos sucumbido a ellas. Si súbitamente nos asaltan En tales momentos, todo se alza en mí contra la palabra de
de nuevo, entonces nos damos ya por vencidos de antemano. Pero Dios. Las fuerzas del cuerpo, del pensamiento y de la voluntad, que
precisamente estas tentaciones son las que podemos afrontar con bajo la disciplina de la palabra se mantenían en la obediencia y de
mayor calma y serenidad, ya que pueden ser superadas e las que yo me creía señor, me dan a entender ahora que yo no era
indefectiblemente lo serán porque Dios es fiel. La tentación ha de dueño de ellas, en absoluto. «Todas mis fuerzas me abandonan», se
encontrarnos humildes, pero seguros de la victoria. queja el salmista. Todas se han pasado al enemigo, que ahora las
yergue contra mí. Ya no puedo enfrentarme a ellas como un héroe,
ya no soy sino un hombre indefenso y sin fuerzas. El mismo Dios
LAS TENTACIONES DE LA CARNE me ha abandonado. En estas condiciones, ¿quién puede vencer la
tentación?
Vamos a hablar, primero, de la tentación suscitada por el Nadie más que el Crucificado, Jesucristo mismo, por quien me
placer y, luego, de la tentación provocada por el sufrimiento. ocurre todo esto: por hallarse Cristo junto a mí y en mí, la tentación
me ha asaltado como le asaltó a Él.
El placer Frente a la señera realidad del placer y de Satanás, sólo existe
una realidad más poderosa: la imagen y la presencia del
El ansia de placer, adormilada en nuestro cuerpo, se Crucificado. Su poder quebranta el poder de la concupiscencia,
desencadena salvaje y repentinamente. Con fuerza irresistible, la venciéndola y reduciéndola a la nada. A la carne se le otorga ahora
concupiscencia se apodera de la carne. Un fuego, en rescoldo, se su derecho y su recompensa, es decir, la muerte. Ahora reconozco
atiza de pronto. La carne arde y está en llamas. Aquí no hay que la concupiscencia de la carne no es otra cosa que la angustia de
diferencia alguna entre deseo sexual y ambición, vanidad y deseo de la carne ante la muerte. Siendo Cristo la muerte de la carne y
venganza, ansia de gloria, afán de poder, codicia de dinero o, en fin, hallándose este Cristo en mí, la carne moribunda se rebela contra
el inefable deleite producido por la belleza del mundo y de la Cristo. Ahora sé que, en la tentación de la carne, se patentiza la
naturaleza. La alegría que hallábamos en Dios se está apagando en muerte de la carne. Porque la carne muere, la codicia y la
nosotros y ahora la buscamos en las criaturas. En tales momentos concupiscencia son desencadenadas por ella. Y así, en la tentación
Dios se nos torna irreal, pierde toda su realidad, y lo único real es el de la carne, participo de la muerte de Jesús según la carne. La
gozo que nos procuran las criaturas: la única realidad es el diablo. tentación carnal, que quería arrastrarme a la muerte de la carne, me
No es que Satanás nos colme ahora de odio a Dios, sino de olvido de conduce a la muerte de Cristo, quien muere según la carne, pero
Dios. A esta demostración de su poder, se añade luego su mentira. resucita según el espíritu. Sólo la muerte de Cristo me salva de la
En cuanto se desencadena, la concupiscencia sume en profunda tentación de la carne.
oscuridad el pensamiento y la voluntad del hombre, y así nos es

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Por esta razón, la Escritura nos dice que huyamos en las horas modo que la tentación carnal del placer y la tentación carnal del
de la tentación carnal: «Huid de la fornicación (1 Cor 6, 18), de la sufrimiento son, en el fondo, una misma y única tentación.
idolatría (10, 14), de las pasiones juveniles (2 Tim 2, 22), de la Vamos a hablar, primero, de la tentación que es, para el
corrupción que, por la concupiscencia, hay en el mundo» (2 Pe 1, 4). cristiano, el sufrimiento en general, es decir, la enfermedad, la
No existe otra resistencia a Satanás que la huida. Todo intento de pobreza, la miseria en todas sus formas; luego, de la tentación que
combatir la concupiscencia con nuestras propias fuerzas está es, para el cristiano, el sufrimiento por amor a Cristo.
condenado de antemano al fracaso. Huid ― y esto sólo puede
significar que huyamos hacia donde nos espera protección y ayuda, El sufrimiento en general
que huyamos hacia el Crucificado. Sólo su imagen y su presencia
nos pueden ayudar. Aquí vemos el cuerpo crucificado y en él Si el cristiano se ve afligido por una grave enfermedad, por la
discernirnos el fin de toda concupiscencia; aquí descubrimos más amarga indigencia o por cualquier otro acerbo sufrimiento, ha
plenamente el engaño de Satanás; aquí nuestro espíritu se serena y de saber que en todo ello anda metido el diablo. La resignación
reconoce al enemigo. Aquí percibo, pues, la perdición y el abandono estoica, que todo lo atribuye al curso normal y necesario de las
de mi condición carnal y el justo juicio de la ira de Dios sobre toda cosas, es la autodefensa del hombre que no quiere reconocer a Dios
carne. Ahora me doy cuenta de que, en este desamparo mío, nunca ni al diablo, y nada tiene que ver con la fe cristiana. El cristiano sabe
hubiera podido luchar con mis solas fuerzas contra Satanás, y de que que, en este mundo, el sufrimiento está directamente vinculado a la
es la victoria de Jesucristo la que ahora redunda en provecho mío. caída del primer hombre y que Dios no quiere ni enfermedad ni
Pero también aquí aprendo la razón de la paciencia (Sant 1, 2 ss) con dolor ni muerte. Por eso el cristiano ve en el sufrimiento una
la que triunfo de todas las tentaciones. Pues ni siquiera contra las de tentación de Satanás que pretende separarle de Dios. Por olvidar esto
la carne debo rebelarme con presuntuosa actitud, como si yo fuese es por lo que brotan del sufrimiento todos nuestros murmullos contra
demasiado superior para tan bajas tentaciones. También en esta Dios. Mientras en el fuego de la concupiscencia Dios desaparece
circunstancia lo único que puedo y debo hacer es inclinarme bajo la para el hombre, la congoja de la aflicción nos induce fácilmente a
mano de Dios y soportar con paciencia la humillación de tales reñir con Dios. En tal caso, el cristiano está presto a dudar del amor
tentaciones. Así, incluso en la obra mortal de Satanás, discierno el de Dios. ¿Por qué permite Dios este sufrimiento? La justicia divina
castigo de Dios, tan justo como misericordioso. En la muerte de le resulta incomprensible y se pregunta: ¿por qué ha de afligirme
Jesús hallo un refugio contra Satanás: la doble comunión de la precisamente a mí este dolor? ¿Por qué lo he merecido yo? Job es el
muerte carnal por medio de la tentación y de la vida de espíritu por prototipo bíblico de esta tentación. Satanás le despoja de todo para
medio de su victoria sobre ella. que así acabe maldiciendo a Dios. Un dolor intenso, el hambre y la
sed pueden arrebatar al hombre toda su fuerza y llevarlo al borde del
El sufrimiento abismo.
¿Cómo supera el cristiano la tentación del sufrimiento? Los
Por lo que llevamos dicho resulta evidente que, para el últimos versículos del libro de Job nos ayudan a comprenderlo. Ante
cristiano, la tentación del placer no entraña placer sino sufrimiento. el sufrimiento que le aflige, Job ha insistido hasta el final en su
La tentación del placer implica siempre la renuncia al placer, es inocencia y ha rechazado las acusaciones de sus amigos que
decir, el sufrimiento. Y la tentación del sufrimiento implica siempre pretendían situar el origen de sus desgracias en algún pecado oculto,
el deseo de liberarse del sufrimiento, es decir, el ansia de placer. De ignorado quizá por el mismo Job. Y así, Job ha abundado en
palabras sobre su propia justicia y se ha preciado de ella. Pero

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después de que Dios se le ha manifestado, declara: «Sí, he hablado carne, y por eso nosotros morimos asimismo según la carne, pues Él
de grandezas que no entiendo,... Por eso me retracto y me arrepiento vive en nosotros.
en el polvo y la ceniza» (Job 42, 3.6). Mas la ira de Dios no se De este modo concibe ahora el cristiano su sufrimiento como
enciende ahora contra Job sino contra sus amigos: «No hablasteis de la tentación que, en él, padece Cristo. Y esto le induce a la
mí rectamente, como mi siervo Job» (Job 42, 7). Así Job se ve paciencia: soporta sosegadamente la tentación y da gracias por ella,
justificado ante Dios y, no obstante, se declara culpable ante Él. Ésta porque cuanto más perece el hombre viejo, tanto más se afinca en la
es en realidad la solución del problema. Los padecimientos de Job no vida el nuevo; cuanto más se hunde el cristiano en el sufrimiento,
tienen su razón de ser en una culpa suya, sino precisamente en su tanto más se acerca a Cristo. Precisamente despojándole de todo fue
justicia. Job es tentado a causa de su piedad. Por tanto, tiene razón al como Satanás arrojó a Job en el seno de Dios. De este modo el
quejarse del sufrimiento que le aqueja como si él fuera culpable. sufrimiento se convierte para el cristiano en murmuración contra el
Pero este «tener razón» cesa incluso para el mismo Job en cuanto ya diablo, en reconocimiento de los propios pecados, en justo juicio de
no se enfrenta con los hombres sino con Dios. Ante Dios, incluso el Dios, en muerte del hombre viejo y en comunidad con Jesucristo.
piadoso e inocente Job se confiesa culpable.
Para el cristiano que se halla tentado por el sufrimiento esto El sufrimiento por amor a Cristo
significa que puede y debe murmurar contra el dolor siempre que así
murmure contra el diablo y afirme su propia inocencia. El diablo ha El cristiano ha de padecer los sufrimientos de este mundo
hecho irrupción en el orden establecido por Dios y ha originado el igual que los impíos, pero le está reservado en exclusiva un
sufrimiento (como dijo Lutero en la muerte de Lenchen). Pero, ante padecimiento que el mundo no conoce: el sufrimiento por amor a
Dios, el cristiano admite que sus padecimientos constituyen un juicio nuestro Señor Jesucristo (1 Pe 4, 12.17). También este sufrimiento
sobre el pecado de toda carne, pecado que habita asimismo en su es para él una tentación (πρòς πειρασμόν [pros peirasmón], 1 Pe 4,
propia carne. El cristiano reconoce sus pecados y se confiesa 12; cf. Jue 2, 22). Si bien el cristiano puede comprender todos los
culpable. «Que te sirvan de castigo tus perversidades, y de sufrimientos en general como la secuela del pecado universal de la
escarmiento tus apostasías. Reconoce y advierte cuan malo y amargo carne, del que también él participa, ha de resultarle, no obstante,
es para ti haberte apartado de Yahvé, tu Dios, y haber perdido mi forzosamente extraño el hecho de sufrir en virtud de su justicia, es
temor ― palabra de Yahvé, tu Dios» (Jer 2, 19; 4, 18). Así, pues, el decir, en virtud de su fe. En rigor es comprensible que el justo sufra
sufrimiento nos da a conocer nuestro pecado y suscita nuestro a causa de su pecado; pero que tenga que sufrir a causa de su
retorno a Dios. Y si discernimos en nuestro dolor el juicio de Dios justicia, esto puede llevarle fácilmente a escandalizarse de
sobre nuestra carne, entonces tenemos sobrada razón para el Jesucristo. Esta tentación resulta aún mucho más grave porque el
agradecimiento. Porque el juicio sobre la carne, la muerte del sufrimiento en general (enfermedad, pobreza, etc.) es inevitable,
hombre viejo, sólo es el aspecto mundano de la vida del hombre mientras que el sufrimiento por causa de Cristo cesaría
nuevo. Por esto se nos dice en 1 Pedro 4, 1: «Quien padeció en la inmediatamente si renegásemos de Él. Se trata, pues, de un
carne ha roto con el pecado», es decir, todo sufrimiento ha de sufrimiento en cierto modo voluntario al cual me puedo sustraer. Y
conducir al cristiano, no a su caída, sino al robustecimiento de su fe. esto precisamente es lo que ofrece a Satanás un ancho campo de
Mientras que la carne tiembla ante el sufrimiento y lo rechaza, el maniobra. El diablo atiza el hambre de felicidad de la carne e incluso
cristiano reconoce en su dolor el dolor de Cristo en él, puesto que alza contra el cristiano su propia piedad para demostrarle la
Cristo cargó con nuestra enfermedad y asumió en nuestros estupidez e impiedad de su sufrimiento voluntario y sugerirle una
sufrimientos la ira de Dios contra el pecado. Cristo murió según la solución piadosa y estrictamente personal de su conflicto. Si el

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sufrimiento inevitable ya es una dura tentación, cuánto más lo será del sufrimiento en comunión con cualquier héroe moral o político.
un padecimiento que, en opinión del mundo, de mi carne e incluso El cristiano discierne en el sufrimiento tanto la culpa como el juicio.
de mi pensamiento piadoso, podría ser evitado. Así, la libertad del ¿Qué culpa es esa sobre la que se pronuncia el juicio? Es, siempre, la
hombre se alza contra la vinculación del creyente con Cristo. culpa de toda carne, que también el cristiano asume hasta el fin de su
Ésta es la auténtica tentación que induce a la apostasía. Pero el vida. Pero, además, es la culpa del mundo entero en Jesús, que él
cristiano no ha de maravillarse de tal tentación, sino que más bien asume y le hace padecer. Así, el sufrimiento que el cristiano asume
debe comprender que, precisamente en ella, entra en comunión con en su comunión con Jesucristo se convierte en dolor que representa
los sufrimientos de Cristo (1 Pe 4, 13). También en este caso, la el dolor del mundo.
tentación del diablo arroja al cristiano en brazos de Jesucristo, el Pero, puesto que Cristo se sometió al juicio de Dios, siendo
Crucificado. Justo en el momento en que Satanás arrebata al hombre por ello «excluido del juicio» (Is 53, 8), y puesto que los cristianos
su libertad y la opone a Cristo, se hace magníficamente visible la se someten, en Él, al juicio, se librarán de la futura ira y juicio de
vinculación del cristiano a Jesucristo. ¿Qué significa esa comunión Dios. «Si el justo a duras penas se salva (es decir, de la tentación que
en los sufrimientos de Cristo? Significa, en primer lugar, alegría le acarrea este sufrimiento), ¿qué será del impío y el pecador?» (1 Pe
(χαίρετε [jaírete], 1 Pe 4, 13). Significa también reconocimiento de 4, 18). El juicio sobre la casa de Dios es juicio de misericordia para
la inocencia, siempre que el cristiano sufra como cristiano (ώς los cristianos, ya que el último juicio, de ira, está reservado a los
Ξριστιανός [hos xristianos], 1 Pe 4, 16). Significa gloria conferida a impíos.
Dios por mi nombre de cristiano (δόξαζέτω [doxazéto], 1 Pe 4, 16): Así, pues, en sus padecimientos por amor a Jesucristo el
el cristiano sufre «por Cristo» (Flp 1, 29). Significa también, final y cristiano reconoce, en primer lugar, al diablo y a su tentación para
necesariamente, comprender que el juicio de Dios acontece, en que reneguemos de Cristo; en segundo lugar, la alegría de poder
primer lugar, sobre los de su propia casa (1 Pe 4, 17). sufrir por Cristo; y en tercer lugar, el juicio de Dios sobre su propia
Este último pensamiento ofrece ciertas dificultades de casa. Sabe que sufre «según la voluntad de Dios» (1 Pe 4, 19) y, en
comprensión. En efecto, ¿cómo el sufrimiento que padezco comunión con la cruz de Cristo, comprende la gracia de Dios.
precisamente en mi calidad de cristiano, de justificado, puede
entenderse al mismo tiempo como juicio sobre el pecado? No
obstante, la íntima conexión de estos dos pensamientos lo implica y LAS TENTACIONES ESPIRITUALES
explica todo. Sufrir por Cristo sin discernir en tal sufrimiento el
juicio, es mera exaltación. ¿De qué juicio se trata? Del juicio Jesús rechazó la segunda tentación de Satanás con las
singular que Dios pronunció sobre Cristo y que será pronunciado, al palabras: «No tentarás al Señor tu Dios». Satanás había tentado a
final de los tiempos, sobre toda carne, es decir, el juicio de Dios Jesús exigiéndole una confirmación visible de su filiación divina, es
sobre el pecado. Ahora bien, nadie puede vincularse a Cristo sin que decir, requiriéndole a que no se diera por satisfecho con la palabra y
a su vez participe de este juicio de Dios. Esto es precisamente lo que la promesa de Dios, a que quisiera algo más que la mera fe. Pero
distingue a Cristo del mundo: el hecho de que Cristo asumió el juicio Jesucristo repuso que esa exigencia era tentar a Dios, es decir, poner
que el mundo desprecia y rechaza. La diferencia no estriba en que a prueba la fidelidad de Dios, la verdad de Dios, el amor de Dios o,
haya sido juzgado el mundo y no Cristo, sino en que Cristo, el en otros términos, imputar a Dios la infidelidad, la mentira, la falta
Inocente, ha cargado con el juicio de Dios sobre el pecado. En este de amor, en lugar de buscarlos en nosotros mismos. Toda tentación
sentido, «pertenecer a Cristo» significa acatar el juicio de Dios. Y que ataque directamente a nuestra fe en la salvación, nos expone al
esto distingue asimismo el sufrimiento en comunión con Jesucristo peligro de tentar a Dios.

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Las tentaciones espirituales, con las que el diablo combate a El orgullo espiritual nace del desprecio a la ley y a la ira de
los cristianos, persiguen una doble finalidad: lograr que el creyente Dios, tanto si creo que ateniéndome a la ley de Dios puedo vivir por
caiga en el pecado del orgullo espiritual (securitas) o que se hunda mi única piedad particular (justicia de mis obras), como si me
en el pecado de la tristeza (desperatio); ambos, sin embargo, se adjudico a mí mismo un derecho especial de pecar presuponiendo la
reducen a un solo pecado: el de tentar a Dios. gracia (nomismo y antinomismo). En ambos casos tiento a Dios,
puesto que pongo a prueba la seriedad de su ira y le exijo, además de
Securitas la palabra, un signo particular.

En el pecado del orgullo espiritual, el diablo nos tienta Desperatio


engañándonos acerca de la seriedad de la ley y de la ira de Dios.
Invoca la misericordia divina para insinuarnos que Dios es un Dios A la tentación de la securitas corresponde la tentación de la
misericordioso y no se tomará rigurosamente en serio nuestros desperatio, de la tristeza (acedia). Ahora no se pone a prueba ni se
pecados. Así despierta en nosotros el deseo de pecar, pues creemos ataca la ley y la ira de Dios, sino la gracia y la promesa divinas. Para
contar con la misericordia divina y nos otorgamos de antemano el lograrlo, Satanás despoja al creyente de toda la alegría que le
perdón de nuestros pecados. El diablo nos garantiza la gracia divina. proporcionaba la palabra de Dios, de toda su experiencia de la
Nosotros somos hijos de Dios, poseemos a Cristo y su cruz, somos la bondad de Dios, y, en su lugar, le llena el corazón con el terror del
verdadera Iglesia; por consiguiente, nada malo puede ocurrimos. pasado, del presente y del futuro. De repente las culpas antiguas,
Dios no tendrá en cuenta nuestro pecado. Lo que conduce a los largo tiempo olvidadas, surgen de nuevo ante mí como si hoy las
demás a la perdición, no constituye ningún peligro para nosotros. La hubiera cometido. Cobra mayor fuerza mi oposición a la palabra de
gracia nos confiere un derecho especial ante Dios. Pero así nos Dios, se hace más viva mi desgana a obedecerla y toda la desolación
arriesgamos a cometer el pecado de dar por supuesta la gracia (Jdt de mi porvenir ante Dios anega mi corazón. Dios nunca estuvo
4), puesto que nos decimos: «¿Dónde está el Dios que castiga?» conmigo, Dios no está conmigo, Dios nunca va a perdonarme,
(Mal 2, 17), y: «Declaramos bienaventurados a los soberbios; pues porque mis pecados son demasiado grandes para que me puedan ser
los impíos prosperan; aunque tientan a Dios, quedan impunes» (Mal perdonados. El espíritu del hombre se rebela, pues, contra la palabra
3, 15). Tales reflexiones desarrollan una singular negligencia de Dios. El hombre exige una experiencia definitiva, una prueba
espiritual con respecto a la oración y a la obediencia, de ellas brota la tangible de la misericordia de Dios. De lo contrario, en su desespero
indiferencia hacia la palabra de Dios, y dan origen al acallamiento de de Dios, se niega a seguir escuchando su palabra. Una posibilidad es
la conciencia, al desprecio de la recta conciencia y al naufragio de la que ese desespero va a conducirle al pecado de la blasfemia y de la
fe (1 Tim 1, 19), perseverando entonces el hombre en el pecado no autodestrucción que culmina en el acto extremo del suicidio, como
perdonado y acumulando diariamente unos pecados sobre otros. Saúl y Judas. La otra posibilidad es que el hombre, en su desespero
Finalmente, el corazón se endurece y se obstina en el pecado, no de la gracia de Dios, intentará crearse él mismo el signo que Dios le
teme ya a Dios y se siente seguro ante Él gracias a una piedad niega: por sus propios medios y a pesar de Dios, intentará hacerse
hipócrita (Hch 5, 3 y 9!). Ahora ya no hay lugar para el santo anonadándose por la práctica del ascetismo y ejercicios
arrepentimiento y la conversión, el hombre ya no puede obedecer. piadosos, o incluso, por la magia.
Este camino desemboca en la idolatría. El Dios clemente se ha Por ingratitud, por desobediencia y por desesperanza, el
convertido en un ídolo, al cual sirvo. Pero esto constituye una hombre se obstina contra la gracia de Dios. Satanás exige un signo
manifiesta tentación a Dios, la que provoca su cólera. que acredite su santidad. La promesa de Dios en Cristo ya no le

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basta. «Y éste es el más duro combate y sufrimiento con que Dios a 6. Pero a la vez he de reconocer que es Satanás quien me ha
veces pone a prueba y ejercita a sus santos: suele llamársele empujado a la suprema tentación que sufrió Cristo en la cruz,
desertionem gratiae, porque el corazón del hombre ya no siente sino cuando clamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
que la gracia de Dios le ha abandonado y no quiere saber ya más de abandonado?». Ahora bien, el estallido de la ira de Dios marcó la
él... Pero el corazón humano es difícil de consolar cuando Dios, hora de la reconciliación. Y así yo, cuando todo lo pierdo bajo la ira
nuestro Señor, nos somete a tan fuerte presión que se nos quiere salir de Dios, oigo entonces aquellas palabras: «Te basta mi gracia: que
el alma, se nos arrasan los ojos de lágrimas y la angustia nos cubre en la flaqueza llega a su extremo mi poder» (2 Cor 12, 9).
de sudor» (Lutero comentando Gén 35, 1). 7. Finalmente, en mi agradecimiento por la tentación vencida,
Cuando, en esta tentación, Satanás opone la palabra de Dios en sé que no hay peor tentación que la ausencia de toda tentación.
la ley a la palabra de Dios en Cristo, cuando se convierte en acusador
y no permite que el hombre halle ningún consuelo, entonces nosotros
hemos de saber: LA TENTACIÓN ÚLTIMA
1. Es el mismo diablo quien, en este caso, invoca la palabra de
Dios. No es preciso que hablemos extensamente de cómo Satanás
2. No debemos discutir nunca con el diablo acerca de nuestros repite en los creyentes la tercera tentación a la que sometió a Jesús
pecados; sólo con Cristo hemos de hablar de ellos. en el desierto. En este caso se trata de la descarada aparición de
3. Debemos objetar al diablo que Jesús llamó a sí, no a los Satanás, que intenta separarnos consciente y definitivamente de
santos, sino a los pecadores, y que nosotros, a pesar del diablo, Dios, prometiéndonos para ello todo el poder y toda la felicidad
preferimos seguir siendo pecadores para estar con Jesús que ser alcanzables en la tierra si nos postramos ante él y le adoramos. Pero
santos en compañía del diablo. así como las tentaciones espirituales no son experimentadas por
4. Debemos reconocer que, en esta tentación, la ira de Dios todos los cristianos, porque sobrepasarían su capacidad, así también
castiga y pone de manifiesto nuestro propio pecado, empezando por esta última tentación afecta tan sólo a unos pocos hombres. Cristo la
nuestra ingratitud por todo cuanto Dios ha hecho por nosotros: «No sufrió y venció; pero, se puede afirmar que el Anticristo y los
olvides lo que Dios ha hecho por tu salvación» [Sal 103, 2]. «El que άντιχριστοί [antixristoi] han sufrido necesariamente esta tentación y
me ofrece sacrificios de alabanza, ése me honra... a ése le mostraré han sucumbido a ella. Allí donde conscientemente, por el espíritu o
yo la salvación de Dios» (Sal 50, 23); después, nuestra incluso por la sangre, se ha establecido un pacto con Satanás, allí ha
desobediencia actual, que no quiere arrepentirse del pecado no hecho irrupción en el mundo el poder que la Escritura define como
perdonado ni quiere renunciar a su pecado predilecto (puesto que el pecado temerario. Y para ese pecado, que pisotea y de nuevo
pecado predilecto y no perdonado es, para el diablo, la mejor puerta crucifica al Hijo de Dios, que ultraja al Espíritu de la gracia (Heb 10,
de entrada en nuestro corazón); y, finalmente, nuestra desesperanza, 26 y 6, 6), pecado mortal por cuya remisión no se debe orar (1 Jn 5,
como si nuestro pecado fuera demasiado grande para Dios, como si 16 ss), pecado contra el Espíritu Santo que no será perdonado (Mt
Cristo sólo hubiera padecido por nuestros pecados livianos y no por 12, 31 ss). Pero quien ha experimentado y vencido esta tentación,
los grandes pecados del mundo entero, como si Dios no forjara ya ése ha triunfado, en ella, de todas las tentaciones.
vastos proyectos para mí, como si no me hubiera dispuesto una
herencia en el cielo.
5. He de agradecer a Dios su juicio sobre mí, ya que con él me
demuestra su inmenso amor.

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palabra de mi constancia, yo también te guardaré en la hora de la
LA LUCHA LEGÍTIMA prueba que va a venir sobre el mundo entero, para probar a los
habitantes de la tierra. Llegaré pronto» (Ap. 3, 10 ss), y: «Porque el
Toda tentación es tentación de Jesucristo y todo triunfo es Señor sabe arrancar de la tentación a los piadosos» (2 Pe 2, 9).
triunfo de Jesucristo. Toda tentación introduce al creyente en la más Así oramos a nuestro Padre que está en los cielos tal como nos
profunda soledad, en el total abandono de los hombres y de Dios. enseñó Jesucristo: «No nos induzcas en la tentación», sabiendo que
Pero, en esa soledad, encuentra a Jesucristo, Dios y hombre. La nuestra oración será escuchada ya que toda tentación ha sido vencida
sangre de Cristo, el ejemplo de Cristo y la oración de Cristo son su en Jesucristo hasta la consumación de los tiempos. Decimos con el
ayuda y su fuerza. El Apocalipsis dice de los redimidos: «Le apóstol Santiago: «Bienaventurado el hombre que soporta la
vencieron por la sangre del Cordero» (Ap 12, 11). El diablo ha sido tentación, porque al quedar probado recibirá la corona de la vida que
vencido, no por el espíritu, sino por la sangre de Jesús. Por eso, en el Señor prometió a todos los que le aman» (Sant 1, 12). Y la
toda tentación, debemos volver nuestra mirada a esa sangre en la que promesa de Jesucristo nos afirma: «Vosotros sois los que habéis
se halla toda nuestra ayuda. A esto se añade la imagen de Jesucristo, permanecido conmigo en mis tentaciones, y yo dispongo del reino
que debemos contemplar en la hora de la tentación. «Considerad el en favor vuestro» (Lc 22, 28 ss).
fin del Señor» (Sant 5, 11). Su paciencia en el sufrimiento hará morir
la concupiscencia de nuestra carne, empequeñecerá el sufrimiento de
nuestra carne, nos preservará de toda soberbia y nos consolará en la
hora de la desolación. La oración de que Jesucristo habló a Pedro:
«Simón, Simón, mira: Satanás os ha reclamado para cribaros como
trigo; pero yo he rogado por ti» (Lc 22, 31), sustituye a nuestra débil
oración al Padre celestial, que no permite que seamos tentados más
allá de nuestras fuerzas.
Sin defensa alguna sufren los creyentes la hora de la tentación.
Su amparo es Jesucristo. Y sólo cuando se comprende claramente
que la tentación ha de abatirse sobre los hombres abandonados por
Dios, se puede hablar al fin de la lucha de los cristianos de la que
nos habla la Escritura. Desde el cielo, el Señor da a quien está sin
defensa la armadura celeste, que es invisible a los ojos humanos,
pero ante la que huye Satanás. El Señor nos arma con la coraza de
Dios, él nos pone en la mano el escudo de la fe, él nos cubre la
cabeza con el casco de la salvación, él entrega a nuestra diestra la
espada del Espíritu. Es la vestimenta de Cristo, la vestimenta de su
victoria, con la que Él viste a su comunidad combatiente [Ef 6, 16-
17].
El Espíritu nos enseña que el tiempo de las tentaciones no ha
terminado aún, sino que a los suyos les espera todavía la más dura
tentación. Pero también nos promete: «Porque has guardado la

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ÍNDICE

CUESTIONES PREVIAS ………………………………………... 1


EL ABANDONO ………………………………………………………... 1
EL INSTANTE DE LA TENTACIÓN …………………………………... 2
LA NECESIDAD DE LA TENTACIÓN ………………………………… 2

LAS DOS HISTORIAS DE LA TENTACIÓN …………………. 3


ADÁN …………………………………………………………………......3
CRISTO …………………………………………………………..………. 4
La tentación de la carne ………………………………………….. 4
La tentación espiritual …………………………………………….. 5
La tentación suprema ……………………………………………... 5

LA TENTACIÓN DE CRISTO EN LOS SUYOS……………… 6


LA ACEPTACIÓN DE LAS TENTACIONES …………………………... 6
LOS TRES CAUSANTES ………………………………………………... 7
El diablo …………………………………………………………… 7
La concupiscencia ………………………………………………… 8
El mismo Dios ……………………………………………………. 9

LAS TENTACIONES CONCRETAS


Y EL MODO DE VENCERLAS ………………………………. 10
LAS TENTACIONES DE LA CARNE ………………………….……... 11
El placer …………………………………………………………. 11
El sufrimiento ……………………………………………………. 12
El sufrimiento en general ………………………………………... 12
El sufrimiento por amor a Cristo ………………………………... 13
LAS TENTACIONES ESPIRITUALES ………………………………... 14
Securitas…………………………………………………………. 15
Desperatio ……………………………………………………….. 15
LA TENTACIÓN ÚLTIMA ……………………………………………. 16

LA LUCHA LEGÍTIMA ………………………………………. 17

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