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Espíritu Santo

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Para otros usos de este término, véase Espíritu Santo (desambiguación).

Alegoría del Espíritu Santo en la basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano.

En la teología cristiana, el Espíritu Santo —o expresiones equivalentes como


son, entre otros, Espíritu de Dios, Espíritu de verdad o Paráclito o Menahem:
acción o presencia de Dios, del griego παράκλητον parákleton: ‘aquel que es
invocado’, del latín Spiritus Sanctus: Espíritu Santo— es una expresión bíblica que
se refiere a la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es, además, una compleja
noción teológica por medio de la cual se describe una “realidad espiritual”1
suprema, que ha sido interpretada de maneras múltiples en las confesiones
cristianas y escuelas teológicas.

De esta realidad espiritual se habla en muchos pasajes de la Biblia, con las


expresiones citadas, sin que se dé una definición única. Esto fue el motivo de una
serie de controversias que se produjeron principalmente durante tres periodos
históricos: el siglo IV como siglo trinitario por excelencia, las crisis cismáticas de
oriente y occidente acaecidas entre los siglos IX y XI y, por último, las distintas
revisiones doctrinales nacidas de la reforma protestante.

En torno a la “naturaleza” del Espíritu Santo se sostienen básicamente cinco


interpretaciones:[cita requerida]

 Las interpretaciones de carácter trinitario –mayoritarias– consideran al Espíritu


Santo como una “persona divina”, noción con la que se asume la deidad del
Espíritu Santo, manteniendo, sin embargo, la unicidad del principio divino. Esta
doctrina es compartida por católicos, ortodoxos y la mayoría de las
denominaciones protestantes.
 Según las interpretaciones de carácter Unitario, el Espíritu Santo es una “fuerza o
cualidad divina” al modo de la sabiduría, la belleza, el amor o la bondad.
El unitarismo. Comparte la visión de un Espíritu Santo impersonal, que actúa
siendo el poder o fuerza activa de Dios considerando que el Espíritu Santo es un
“algo” y no un “alguien”.
 Según las interpretaciones de carácter arriano, el Espíritu Santo es una “entidad
espiritual” o naturaleza angélica de condición excelsa, muy cercana a la divinidad,
pero diferente a ella por su condición de criatura.
 Según las interpretaciones de carácter triteísta2 el Espíritu Santo es “otro Dios”,
quizá de carácter inferior al Dios principal, pero que comparte con él la cualidad
de ser increado.
 Según las interpretaciones de la Unicidad de Dios o de los unicitarios. El Espíritu
Santo es identificado como el mismo y singular Dios eterno ya que Dios es
Espíritu y es Santo por lo cual es llamado el "Espíritu Santo". Ellos no lo
consideran como una fuerza impersonal como el unitarismo, una entidad aparte
de Dios como el arrianismo o una persona espiritual divina y distinta de Dios
Padre como el trinitarismo. Para ellos El Espíritu Santo es Dios mismo
manifestándose en poder. Por su punto de vista que exalta la absoluta deidad de
Jesús, Jesús sería el Espíritu Santo en su completa y absoluta deidad. Esta
posición es abrazada por el Pentecostalismo unicitario.
Sobre la “procedencia” del Espíritu Santo, existe cierta unanimidad entre las
diferentes confesiones cristianas. A excepción de la interpretación triteísta, que
asume al Espíritu Santo como un ser increado e independiente de Dios, las otras
tres interpretaciones consideran que procede de Dios, aunque se diferencian en la
forma. En el modalismo, procede como “fuerza”, en el arrianismo como “criatura”
y en el trinitarismo como “persona”. El trinitarismo aborda, además, una cuestión
adicional propia de su marco teológico: distingue entre la procedencia del Padre y
la procedencia del Hijo, cuestión conocida como cláusula Filioque.

En lo referente a las “cualidades” del Espíritu Santo, teólogos cristianos asumen


que es portador de dones sobrenaturales muy diversos que pueden transmitirse
al hombre or su mediación. Si bien la enumeración de los dones puede variar de
unos autores a otros y entre distintas confesiones, existe un amplio consenso en
cuanto a su excelencia y magnanimidad.

Aunque la mayor parte de las Iglesias cristianas se declaran trinitarias, existen


también Iglesias no trinitarias que confiesan alguna de las otras modalidades
interpretativas.

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