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INTRODUCCIÓN A

LA BIBLIA
TEOLOGÍA 1
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA
TEOLOGÍA #1

CONTENIDO:

I. INTRODUCCIÓN. 3
A. Palabras Claves. 3
B. Cuatro Áreas De Estudio. 4

II. PRINCIPIOS PARA EL ESTUDIO DE LA BIBLIA. 5


A. El Origen De La Biblia. 5
B. El Desarrollo de La Biblia. 6
C. Diseño Y estilo De La Biblia 14
D. Contenidos De Cada Libro De La Biblia. 16

III. PERSONAJES PRINCIPALES EN LA ESTRUCTURA DE LA BIBLIA. 19


A. Preparación Para La Venida De Jesucristo. 19
B. Preparación Para El Plan De Dios. 19
C. Preparación Para La Venida Del Señor el los Libros Poéticos. 44
D. Preparación Para La Venida Del Señor Por medio De La Profecía. 51
E. Los Profetas Menores. 63
F. El Cumplimiento De La Venida de Jesucristo. 72
G. Cómo Se Propagó La Comisión De Jesucristo. 78
H. Nuestro Compromiso Con Jesucristo. 79
I. El Apocalipsis, El Cumplimiento De Las Promesas De Jesucristo. 87

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I. INTRODUCCIÓN
La Biblia es el libro más importante del mundo. Por esta y muchas otras razones, debería ser el “libro
de texto” de todos los cristianos. Estudiar la Biblia es el proyecto más productivo e importante que una
persona pueda llevar a cabo durante toda su vida. El Dr. C. R. Scofield (responsable de la traducción
de la Biblia Scofield) dijo en una ocasión: “Muchos cristianos alegan que el estudio de la Biblia es
extenuante y aburrido; y aunque la mayoría piensa de ese modo, le da vergüenza admitirlo”. Este curso
transformará ese “aburrimiento” en una experiencia sumamente excitante.

A. PALBRAS CLAVES.

Al empezar este estudio, hay varias palabras que saltan a mi mente: “iluminación, esfuerzo,
asimilación, preparación, perseverancia y santificación”. Voy a explicar qué significa cada una
de estas palabras:

1. Iluminación.
Si no fuera por la “iluminación” del Espíritu Santo, o sea, por su revelación, ninguna
persona podría entender la Biblia. El Salmo 119:18 dice: “Abre mis ojos y miraré las
maravillas de tu Ley”. Y en 1 Co. 2:11-12 dice: “Porque ¿quién de los hombres sabe las
cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido”.

2. Esfuerzo.
Un cristiano que no haya hecho un esfuerzo para estudiar la Biblia, no puede decir que la
conoce. Pablo le dijo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. 2 Ti.
2:15.

3. Asimilación.
Para poder asimilar los alimentos que ingerimos cada día, debemos “digerirlos” primero. Al
digerir los alimentos, estos se convierten en sustancias nutritivas que el cuerpo asimila
fácilmente. Esto es lo mismo que sucede con la Palabra de Dios: para que podamos
asimilarla y aprovecharla, debemos “digerirla” primero. Por eso no es de extrañar que el
profeta Jeremías dijera: “Fueron halladas tus palabras y yo las comí; y tu palabra me fue
por gozo y por alegría de mi corazón...” (Je. 15:16). Y Job: “Del mandamiento de sus
labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que la comida” (Job 23:12).
En el Salmo 119: 103 dice lo siguiente: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca”.

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4. Preparación.
La Palabra de Dios capacita a los creyentes; en otras palabras, hace que sean útiles para
Jesucristo. En 1 Ti. 3:16-17 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
5. Perseverancia.
Todo los cristiano deberíamos experimentar un constante crecimiento de nuestra vida
espiritual. La única manera en que podemos crecer espiritualmente es estudiando la Palabra
de Dios. El apóstol Pedro dijo lo siguiente: “Antes bien, creced en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el
día de la eternidad. Amén”. 2 P. 3:18. Y en 1 P. 2:2 dice: “desead como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”.
“Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”. He. 5:14.

6. Santificación.
Al estudiar la Palabra de Dios, debemos permitir que ella moldee nuestros sentidos y
actitudes, para que podamos hacer la voluntad de Dios. Todo cristiano debe pasar por un
proceso de santificación constante. En el Salmo 119:11 dice: “En mi corazón he guardado
tus dichos para no pecar contra ti”. En el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu
Palabra, y lumbrera a mi camino”. Y en el Salmo 119:9 dice: “Con qué limpiará el joven
su camino? Con guardar tu palabra”.

B. CUATRO ÁREAS DE ESTUDIO

Con el fin de aprovechar este curso al máximo, lo hemos dividido en cuatro secciones:

1. Fundamentos para el estudio de la Biblia. (Intro. a la Biblia parte 1)


En esta sección hemos incluido información primordial acerca de la Biblia. Estamos
seguros que esta información ayudará a los estudiantes a valorar mucho más las Sagradas
Escrituras.

2. Personajes principales en la estructura de la Biblia. (Intro. a la Biblia parte 1)


En esta sección incluimos un corto resumen sobre cada libro de la Biblia. Además,
describimos el tema principal de cada uno de ellos.

3. Forma de estudiar la Biblia. (Introducción a la Biblia parte 2)


Esta sección contiene algunos de los principios fundamentales para estudiar la Biblia.
Estos nos ayudarán a obtener el máximo provecho de nuestro estudio.

4. Las perspectivas de la Biblia. (Introducción a la Biblia parte 2)


Esta sección contiene un bosquejo sobre las doctrinas fundamentales de la Biblia. Aquí
explicamos cómo entender los versículos de acuerdo con su contexto y, en la correcta
perspectiva doctrinal.

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II. PRINCIPIOS PARA EL ESTUDIO DE LA
PALABRA DE DIOS.
Los cimientos de un edificio son sumamente importantes porque estos determinan, en gran medida, la
calidad y durabilidad de ese edificio. Para que los creyentes puedan entender bien la Biblia, deben
conocer cosas fundamentales, como por ejemplo: su origen, su estructura, y su desarrollo a través de
los siglos.

A. EL ORIGEN DE LA BIBLIA (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:20-21)

Los cristianos ven la Biblia como la fuente de su fe puesto que, en ella se encuentran todas sus
creencias acerca de Dios, y Su Santa voluntad para con los seres humanos. Por eso es que la
Biblia es el libro de máxima autoridad entre los cristianos. Pero, ¿será justo que este libro
ocupe tal lugar? ¿Será correcto que el ser humano haya aceptado la Biblia en esa forma?
¿Existe alguna evidencia que compruebe que este libro fue inspirado por Dios y revelado a los
hombres? A continuación, escribo algunas de las razones por las cuales millones de personas
han puesto su confianza en la Biblia para la salvación de sus almas, y la consideran la única
esperanza para su porvenir.

1. La Biblia es pura.
La Biblia es superior a cualquiera de los libros sagrados de otras religiones. ¿Por qué?
Porque es pura. Lo que quiero decir con esto, es que la Biblia no contiene mitología, ni
supersticiones, ni contradicciones; es exacta y verdadera. Todos los datos históricos de la
Biblia son fiables y pueden ser corroborados; ¡no hay errores en la Biblia!

2. La Biblia es santa.
La Biblia ha demostrado ser la Palabra de Dios pues, sus enseñanzas son santas y son
superiores, en todo sentido. Cuando una persona lee y estudia la Biblia, empieza a sentir el
deseo de vivir una vida mejor, una vida santa. Esto quiere decir que la Biblia mejora la
forma de vivir de la gente, eleva sus expectativas en la vida (Sal. 19:7-14; Sal. 119:11; 2
Ti. 3:16-17; Tito 2:11-14).

3. La Biblia es veraz.
La Biblia ha demostrado ser la Palabra de Dios porque todas las promesas escritas en ella se
han cumplido. Prometió traer salvación (1 P. 1:23; Mal. 4:2), gozo (Is. 60:18; Jer. 15:16;
Sal. 119:103), luz (Sal. 119:103)... ¡Esto sólo por mencionar algunas de sus promesas! Los

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que han leído la Biblia se han dado cuenta de que todo lo que fue escrito en ella es
verdadero.

4. La Biblia ha sido bien aceptada.


Una de las razones por las cuales podemos asegurar que la Biblia es la palabra inspirada por
Dios es porque el Señor Jesucristo la aceptó y la promovió como tal. La única persona que
ha vivido una vida honesta, santa, recta y pura, en toda la faz de la Tierra, ha sido nuestro
Señor Jesucristo. ¡Él nunca mintió! ¡El hombre más sabio de toda la Tierra no habría
aceptado que la Biblia era la Palabra de Dios si no hubiera sido así! (Jn. 10:35; Mt. 4:1-
11). Si la Biblia no fuera la palabra de Dios, sería confusa; y estaría llena de errores y
contradicciones.

5. La Biblia es profética.
La Biblia ha demostrado ser la Palabra inspirada por Dios porque todas las profecías que
contiene se han cumplido al pie de la letra. ¡Las profecías descritas a lo largo de toda la
Biblia se han cumplido literalmente! ¡Sólo Dios podría hacer algo así!

B. EL DESARROLLO DE LA BIBLIA.

Todo cristiano debería saber algo sobre la historia de la Biblia. Saber por ejemplo: los idiomas
en que fue escrita originalmente; cuándo fue escrita; quiénes fueron sus autores; en cuánto
tiempo fue terminada y cuántos años de historia contiene. También sería bueno que conocieran
las diferentes traducciones que se han hecho en su propio idioma; las diferentes revisiones; y las
versiones escritas a través de los años.

1. Idiomas en que fue escrita la Biblia originalmente.


a. Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento fue escrito originalmente en hebreo. Éste contiene 39
libros, los cuales fueron escritos entre los años 1400 a.C. y 400 a.C. Aunque los
escritores fueron muchos hombres diferentes, de diferentes épocas y diferentes
clases sociales, todos y cada uno de ellos escribieron siendo inspirados por el
Espíritu Santo y en armonía con los demás (2 P. 1:20-21).

Tres de esos escritores fueron por ejemplo: Moisés, uno de los herederos al trono de
Egipto y pastor de ovejas; David, quien además de ser pastor de ovejas, fue el rey de
Israel y Amós, un granjero.

Cuando Jesucristo vino a este mundo ya todos los libros del Antiguo Testamento
habían sido escritos, recopilados y ordenados, en un solo volumen. Este volumen,
incluso, ya estaba circulando entre el pueblo de Israel y había sido aceptado y
reconocido por el pueblo de Dios como “la Palabra de Dios”, “las Santas
Escrituras”.

El vocablo “testamento” significa “pacto o acuerdo”. El Antiguo Testamento es el


pacto que Dios hizo con su pueblo Israel acerca de su salvación, antes de que

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viniera su Hijo Jesucristo a la Tierra. En el Antiguo Testamento encontramos el
pacto de La Ley, que fue dado a Moisés, en el Monte Sinaí. En el Nuevo,
encontramos el pacto de la gracia, que vino por medio de nuestro Señor Jesucristo.
El primer Testamento nos dirige al segundo (Gá. 3:17-25), o sea, el Antiguo
Testamento comienza lo que el Nuevo Testamento termina, y viceversa. Mientras
que el Antiguo Testamento reúne a la gente alrededor del Monte Sinaí, el Nuevo los
reúne alrededor del Calvario. El Antiguo Testamento está asociado con Moisés;
pero el Nuevo está asociado con Jesucristo (Jn. 1:17). El Antiguo Testamento
comienza con Dios (Gn. 1:1); el Nuevo empieza con Jesucristo (Mt. 1:1). El
Antiguo Testamento narra desde la historia de Adán y de sus generaciones, hasta
Abraham. O sea, narra la historia de la raza humana. El Nuevo Testamento narra la
historia desde Abraham hasta Jesucristo; es decir, cuenta la historia de la raza
escogida. Y desde Jesucristo, hasta el día de hoy, se cuenta la historia de la iglesia.

b. El Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego, que era la lengua
comercial del Imperio Romano. Los 27 libros del Nuevo Testamento ya habían sido
terminados a fines del primer siglo pero, no fue sino hasta finales del segundo siglo
que la iglesia reconoció su autoridad y los aceptó como inspirados por Dios. La
palabra “Biblia” proviene de la palabra griega “biblía”, plural de “biblión”, que
significa “libritos”. El Nuevo Testamento es el pacto que Dios hizo con su gente a
partir de la venida de su Hijo Jesucristo, quien sería su Salvador.

c. Aspectos interesantes acerca de los Testamentos.


Entre los libros del Antiguo Testamento están:
- Los libros de la Ley – cinco
- Los libros históricos – doce
- Los libros poéticos y de sabiduría – cinco
- Los libros proféticos – diecisiete
(profetas mayores – cinco; menores – doce)

Entre los libros del Nuevo Testamento están:


- Los Evangelios – que son cuatro
- Los libros históricos – uno
- Los libros proféticos – uno
- Las epístolas – veintiuno
(Hay trece cartas Paulinas y ocho generales)

Datos interesantes de la Biblia en versión Reina – Valera:


- el capítulo más largo = el Salmo 119
- el capítulo más corto = el Salmo 117
- el versículo más largo = Ester 8:9
- el versículo más corto = Juan 11:35
- el libro más largo del A.T. = Libro de los Salmos
- el libro más largo del N.T. = Lucas
- el libro con más capítulos en el N.T. = Mateo

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Lugares más importantes del A.T.
- El Jardín del Edén, Gn.1 al 3
- El Monte Ararat, Gn.8:4
- Babel, Gn.11:1-11
- Ur de los Caldeos, Gn. 11: 28 al 12:3
- Canaán (con Abraham), Gn. 12:4-7
- Egipto (con José), Gn.37 al 45
- El Monte Sinaí, Ex.19:16 al 20:21
- Desierto, Nm.14:26-35
- Canaán (con Josué), Jos.1:1-9
- Asiria (cautividad de Israel), 2 R. 18:9-12
- Babilonia (cautividad de Judá), 2 R. 24:11-16
- Canaán (regreso de exiliados- Palestina), Ez.1:1 al 2:70

Hechos más importantes del A.T.


- La Creación, Gn.1:1 al 2:3
- La caída del hombre, Gn.3
- El diluvio, Gn.6 al 9
- La torre de Babel, Gn.11:1-9
- El llamado de Abraham, Gn.11:10 al 12:3
- Los hijos de Israel entran a Egipto, Gn.46 y 47
- El Éxodo, Ex.7 al 12
- La Pascua, Ex. 7 al 12
- La Ley, Ex.19 al 24
- Vagando en el desierto, Nm.13 al 14
- Conquista de la tierra prometida, Jos.11
- La época de oscuridad en el pueblo de Dios, Jueces
- Saúl es ungido como rey, 1 S.9:27 al 10:1
- La edad dorada de Israel bajo el reinado de David y Salomón (el reino estaba
unido en este tiempo), 2 S.5:4-5; 1 R. 10:8
- El reino dividido (Israel & Judá), 1 R. 12:26-33
- La cautividad de Judá, 2 R. 17:25
- El regreso del exilio, Esdras

Hechos más importantes del N.T.


- El nacimiento de Jesucristo, Mt. 1:18 al 2:23; Lc.1 y 2
- El ministerio de Jesucristo, Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan
- La iglesia de Jerusalén, Hechos 1 y 2
- La iglesia en medio de los gentiles, Hch.10 y 11; 13 al 20
- La iglesia en todo el mundo, Ro.10, 11 y 15; Ef.2:22-23

Períodos más importantes de la Biblia.


- El período de los patriarcas (Desde el principio hasta Moisés). Este
período es narrado en el libro de Génesis. Los eventos que tuvieron lugar
durante la época en que nació el pueblo de Dios, fueron: la Creación, el Diluvio
y la Dispersión.

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- La familia escogida. Algunos de los eventos que tuvieron lugar durante
esta época, fueron los siguientes: Dios llama a Abraham, los israelitas entran a
Egipto, y los israelitas son esclavizados.
- Período de los grandes líderes (Desde Moisés hasta Saúl). Este período
empieza en el libro de Éxodo, y termina en el primer libro de Samuel. Durante
este tiempo, los israelitas salen de Egipto, Israel vaga por el desierto, Israel
conquista la tierra de Canaán, y luego empieza a ser dirigida por jueces.
- Período de los reyes (va desde Saúl hasta la cautividad). Este período es
descrito en I y II de Samuel, en I y II de Reyes, en I y II de Crónicas, y en los
libros proféticos. Eventos que tuvieron lugar durante esta época: Israel estaba
unida como una sola nación; reinaron Saúl, David y Salomón; se dividió el
Reino de Israel (en Judá e Israel).
- El período de los líderes extranjeros. Va desde el cautiverio hasta el
tiempo de Jesucristo. Este período es narrado en los siguientes libros: Esdras,
Nehemías, Ester, Daniel, y Ezequiel. Eventos importantes de esta época: la
cautividad de Israel y la cautividad de Judá.
- El período de Jesucristo. Es descrito por los Evangelios.
- La iglesia. Este período es narrado en el libro de Hechos, y también en las
epístolas. Eventos que tuvieron lugar durante este tiempo: la iglesia es
establecida en Jerusalén, más tarde se extiende hacia los gentiles, y luego hacia
todo el mundo.

2. La Biblia es traducida a otros idiomas.


Varios siglos después de ser escritos los 66 libros de la Biblia, fueron traducidos a
diferentes idiomas. Cada una de esas traducciones fue hecha con base en los originales
(hebreo y griego), lo cual las hace fidedignas, dignas de confianza pues reproducen,
fielmente, lo que el Espíritu Santo reveló a los escritores del pasado, en sus idiomas
respectivos.

En nuestro idioma castellano, por ejemplo, se hicieron muchas traducciones diferentes.


Veamos un poco sobre la historia de la Biblia castellana:

La primera traducción completa de la Biblia fue la traducción de la Biblia griega al idioma


latín, que se llamó “Veta Latina” (conocida también como “Vetus Latinus”). Esta
traducción fue terminada a fines del siglo II d.C.

Traducciones católicas:
San Jerónimo, un fraile católico, se propuso hacer una traducción vulgar de las Escrituras
para ponerla al alcance de la gente común. Estando en Belén, empezó la traducción de la
Biblia llamada “Vulgata latina”, traducción al latín. Luego del Concilio de Trento, se hizo
una revisión de esta versión. En el año 1592, el papa Clemente VIII publicó una revisión
crítica de la Vulgata latina. Como la Vulgata había sido terminada durante la época del
papa Sixto V, la revisión hecha por Clemente llevó el nombre de “Vulgata
SixtoClementina”. La Vulgata entró por primera vez a España hacia el año 398 d.C. y
coexistió durante muchos siglos con la “Vetus Latina”. Luego de que la Vulgata hubo
entrado en España, se extendió hacia muchos otros lugares. Se cree que San Isidoro, obispo
de Sevilla, hizo una nueva revisión de la Vulgata, en el siglo VII.

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El proceso de traducción de los textos bíblicos a lenguas hispánicas se empieza a producir
más que todo, a partir del siglo XIII. A Aimerich Malafaida se le debe la traducción de
muchos de los pasajes del Antiguo Testamento al castellano. Más o menos por esta época,
el monseñor Hernán Alemán tradujo el Salterio a un idioma hispánico, usando como base el
hebreo y no el griego (que era el idioma del cual se partía para hacer la mayoría de las
traducciones latinas).

La famosa obra de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y de León, con una traducción no
literal del latín, desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento, llegó a ser la primera
traducción del texto bíblico ampliamente reconocida. A esta traducción se le llamó la
“Biblia Alfonsina o española”. Parece que ésta corresponde con el siglo XIII. Sin
embargo, existen muchas evidencias de que hubo una Biblia prealfonsina completa antes de
la Alfonsina.

Durante el siglo XV, la lectura de la Biblia en lengua vernácula era bastante frecuente, no
sólo en las sinagogas y entre los conversos sino, también, en los pocos conventos que
existían y entre los seglares.

Para 1526 empieza a circular la traducción de Alfonso de Zamora y Pedro Sánchez Ciruelo,
una traducción de los libros del A.T. hebreo al idioma latín. Estos dos hombres eran
cristianos versados en lengua hebrea. Parece que esta traducción era lineal, es decir, el
texto hebreo aparecía en una columna y, a la par, en otra columna, aparecía el mismo texto
pero, en latín. Ciruelo también hizo una “Tetrapla latina” (una Biblia en varias versiones)
que estaba dispuesta en columnas: traía el texto en hebreo, en arameo, en el de los LXX, y
en la versión de la Vulgata.

Otra traducción importante fue “La Biblia del Alba”, llamada así por sus poseedores: la
casa del Alba. Esta fue realizada por un rabino llamado Mosé Arragel de Guadalfara, en el
siglo XV, quién tomó como base el texto hebreo y la traducción al latín. En 1450, un judío
convertido al catolicismo, de nombre Martín de Lucena, hizo una traducción de los
Evangelios y de las epístolas, directamente del griego al castellano. Otra traducción fue la
curiosa traducción al castellano, impresa en Ferrara, Italia, en 1553 y hecha por los judíos
Duarte Pinel (Abraham Usque) y Gerónimo de Vargas (Yom Tob Atias).

En 1517 y luego de 15 años de trabajo, fue terminada la muy famosa “Biblia políglota
complutense” o “de Alcalá”, la cual fue realizada bajo el auspicio del cardenal Jiménez de
Cisneros, arzobispo de Toledo. Esta Biblia contaba con seis volúmenes. A pesar de lo
extraordinario de su contenido que desplegaba los textos en bloques de idiomas: en hebreo,
arameo, latín y griego, no fue traducida al castellano.

Durante la época de la Inquisición se suspendieron los trabajos de traducción bíblica.


España prohibió las traducciones vulgares de las Escrituras. A pesar de eso se imprimieron
las epístolas y los Evangelios en una versión revisada por el fray Ambrosio de Montesinos.

Durante el siglo XVI hubo una “poetización” de los textos bíblicos. Por ejemplo,
encontramos los proverbios de Salomón, que fueron interpretados en español y glosados

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por Francisco del Castillo, en 1552; y una traducción de toda la Sagrada Escritura en verso
heroico castellano.

Traductores protestantes:
El primero de ellos en figurar es Casiodoro de Reina. Casiodoro de Reina comenzó su
trabajo de traducción de la Biblia a la lengua castellana estando en Inglaterra. Terminó el
Antiguo Testamento en 1567 y el Nuevo, en el año 1569, que fue también cuando imprimió
toda la Biblia. La Biblia de Casiodoro de Reina fue llamada “La Biblia del Oso” pues,
tenía en la portada un oso con un panal de miel. Esta traducción fue revisada por Cipriano
de Valera, en el año 1602. Éste la publicó con el título de “La Biblia”. A esta le siguieron
otras revisiones, como la de 1862, 1909, 1960 y la última revisión en 1995.

Francisco de Enzinas tradujo el Nuevo Testamento, en 1543 y lo dedicó al emperador


Carlos V. Esta versión fue prohibida en tiempos de la Inquisición. A pesar de la situación
tan sombría para las traducciones vernáculas que había durante esta época se desarrollaron,
ampliamente, la exégesis, la metodología y los estudios bíblicos, siguiendo las directivas
del Concilio de Trento. Desde este momento, empezaron a escasear las traducciones
bíblicas al castellano, hasta llegar a un desinterés casi total por la Biblia.

La traducción de la Biblia, en inglés, siguió este proceso:


a. La Septuaginta griega.
El Antiguo Testamento (que como ya sabemos estaba escrito originalmente en lengua
hebrea) fue traducido al griego por unos judíos que vivían en Palestina, durante el tercer
y segundo siglo antes de Jesucristo. A esta traducción se le llamó “La Septuaginta” (que
es una palabra griega que significa “setenta”) porque, según la tradición, fue hecha en
Egipto por setenta ancianos, en setenta sesiones diferentes. La Septuaginta era “la
Biblia” utilizada por los cristianos del primer siglo, la versión con la cual evangelizaron
al mundo helénico.

b. El Nuevo Testamento griego.


Pablo escribió las cartas a las iglesias en idioma griego. Aunque la lengua que hablaba
Jesucristo era el arameo, todo el Nuevo Testamento fue escrito en griego ya que éste era
el lenguaje que se hablaba en el mundo mediterráneo. Para el segundo siglo, la iglesia
usaba tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, en griego, los cuales consideraba
como “Las Sagradas Escrituras”.

c. La Vulgata.
Cerca del año 382 D. C. , el obispo de Roma, le pidió a Jerónimo que tradujera la Biblia
al idioma latín. Jerónimo se fue para Palestina, y trabajó durante 25 años en la
traducción, logrando hacer una traducción para la gente común. Ésta fue llamada “La
Vulgata”, que significa “común”. Precisamente ésta es la Biblia que usan todos los
católicos hoy en día; es la Biblia oficial de la iglesia católica romana.

d. Bede (673-735 d.C.)


La traducción “Bede”, llamada también “la venerable”, fue realizada por un monje
inglés de nombre Bede. Este monje enseñaba en el monasterio de Jarrow. Fue el autor

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de numerosas obras teológicas y estudios de gramática. Escribió incluso “La historia de
la Cristiandad en Inglaterra”. Este hombre fue canonizado en el año 1899 d.C.

e. John Wycliffe (1324- 1564)


John Wycliffe era un reformador inglés que dirigía un movimiento de sacerdotes pobres,
llamado “Lollards”. Ellos predicaban a la gente en su propia lengua materna, en lugar
de predicar en idioma latín, como hacían los demás sacerdotes católicos. Él se dio
cuenta que era necesario hacer una Biblia en idioma inglés. Bajo su dirección, fue hecha
la primera traducción al idioma inglés de toda la Biblia, partiendo de la traducción del
latín.
f. Martín Lutero (1483-1564)
Martín Lutero era un monje alemán. Él fue excomulgado de la iglesia católica en 1520,
por el Papa Leo X. La reforma hizo ver la necesidad que había de traducir la Biblia al
idioma que hablaba la gente común. Lutero fue quien hizo la primera traducción de la
Biblia al idioma alemán. Terminó la traducción del Nuevo Testamento en el año 1522, y
la traducción del Antiguo Testamento en el año 1534. Esta Biblia fue la primera de todo
el continente europeo en no ser traducida de la Vulgata latina, sino que fue traducida
directamente de los textos originales, del idioma hebreo y del griego.

g. William Tyndale (1484-1536)


Cuando las autoridades inglesas prohibieron cualquier nueva traducción de la Biblia,
Tyndale se fue a Alemania y tradujo el Nuevo Testamento, usando como base los
originales griegos. El primer Nuevo Testamento, en inglés, fue publicado en 1525.

Las copias llegaron a Inglaterra escondidas en embarcaciones que traían granos y ropa.
Con frecuencia eran confiscadas por el gobierno. Tyndale también tradujo porciones del
Antiguo Testamento (el Pentateuco en 1530, y el libro de Jonás en 1531). Tyndale fue
traicionado, estrangulado y quemado en un madero, cerca de Bruselas. Su obra de
traducción fue tan excelente, que casi todas las demás versiones inglesas están en deuda
con la de Tyndale puesto que, han sido basadas en ella.

h. Miles Coverdale (1488-1568)


Coverdale era un monje augustino inglés quien, al igual que Tyndale, se marchó a
Alemania para poder completar su trabajo de traducción de la Biblia. Para hacer su
versión, él usó la versión de la Biblia en latín, la versión en alemán, las porciones del
Antiguo Testamento de Tyndale y el Nuevo Testamento traducido también por Tyndale.
Este trabajo se convirtió en la primera Biblia completa e impresa en idioma inglés
(1535) que salió en Inglaterra. “La Biblia de Mateo” (1537) contenía otras secciones de
la Biblia que Tyndale había traducido, pero que no habían sido publicadas (hasta 2
Crónicas), y otras porciones traducidas por Coverdale (desde Esdras hasta Malaquías, y
algunos libros apócrifos). Luego de esa publicación, Coverdale la revisó, en 1539. Esta
revisión ha sido conocida como “La Gran Biblia”.

Los Salmos de “La Gran Biblia” aún hoy son utilizados, puesto que, se encuentran en el
“libro de oración común”. “La Biblia del obispo”, preparada por Matthew Parker y
otros más, y publicada en 1568 es una revisión de “la Biblia de Mateo”. Esta Biblia
sirvió como base para la revisión ordenada por el rey James: la “Biblia King James”.

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“La Biblia de Ginebra” fue producida por los ingleses puritanos que vivían en Ginebra.
Esta Biblia fue traducida tomando como base los textos del Antiguo Testamento en latín
de Pagninus (publicado en el año 1528), el Nuevo Testamento de Beza (publicado en
1556) y la Biblia King James.

i. La Biblia King James.


Las variaciones entre las versiones de la Biblia causaron muchos problemas, durante la
época del rey James I. Fue por esto que el rey decidió convocar a 54 estudiosos de su
tiempo a una sesión, con el fin de crear una nueva versión. Les tomó aproximadamente
7 años completarla. Esta obra fue un monumento para todos esos críticos y estudiosos
del momento.

A pesar de que la Biblia King James fue hecha por muchas personas diferentes, es
sumamente armoniosa, tanto en estilo como en belleza. La primera publicación de esta
Biblia salió en el año 1611 y pronto se convirtió en la Biblia inglesa favorita, y cabe
decir que la más popular también.

j. Las versiones católicas de la Biblia en inglés.


El Nuevo Testamento publicado en Reims, en 1582 y el Antiguo Testamento, publicado
en Douai, entre los años 1609 y 1610, fue la traducción al inglés de la Biblia “La
Vulgata”, una versión latina de la Biblia. Estas traducciones fueron revisadas por el
obispo Challoner en 1749 y 1750.

Ronald A. Knox preparó una traducción independiente de la misma Vulgata pero, al


inglés de uso popular: el Nuevo Testamento, en 1944 y la Biblia, en 1950. El “Nuevo
Testamento de la Confraternidad” (1941) se basó en el texto de la Vulgata también y,
además, fue influenciado por varias ediciones de críticos griegos. Cuando la nueva
traducción del Nuevo Testamento basada en el texto hebreo fue completada, en el año
1970, fue publicada junto a una revisión del Nuevo Testamento que salió en 1941, de la
“Nueva Biblia americana”.

Durante ese tiempo salió también “La Biblia Jerusalén”, que fue publicada en 1966, y
editada por A. Jones. Ésta era una traducción fresca y crítica de la Biblia, con notas de
referencia, inspirada en la “Biblia Francesa Jerusalén” (que había sido publicada en el
año 1954).

k. Las últimas revisiones y traducciones.


Por más de 350 años, la Biblia “King James” había ocupado el lugar de supremacía entre
la gente de habla inglesa. Sin embargo, durante los últimos cien años, los manuscritos
que se han descubierto, los nuevos hallazgos arqueológicos, y los estudios recientes de
los estudiosos, han abierto la necesidad de una revisión. La Primera “Versión revisada”
de la Biblia King James, fue publicada en Inglaterra entre los años 1881 y 1885. Una
modificación de esta, la “Versión americana estándar”, fue publicada en 1901. En el
siglo veinte salieron algunas versiones en idioma popular, incluido el Nuevo Testamento

13
de Richard F. Weymouth (en 1903); El Nuevo Testamento de James Moffatt (en 1913),
y La Biblia en 1924; el Nuevo Testamento de J. M.P. Smith y E.J. Goodspeed (en 1923),
y la Biblia en 1927; y el Nuevo Testamento de Helen Barrett Montgomery, que fue el
“Nuevo Testamento para celebrar el Centenario”, en 1924.

Las últimas tres décadas se han caracterizado por un incremento en las traducciones de
la Biblia. La sociedad judía de publicaciones tomó bajo su cargo el proyecto de revisión
del Antiguo Testamento que fue publicado en 1917, empezando con la nueva traducción
de la Torá (en 1962).

Otras de las traducciones en inglés moderno son: el Nuevo Testamento de William


Barclay (en 1969) y el de J.B. Phillips (publicado en 1958 y revisado en 1972). Phillips
también tradujo algunas porciones de los libros de los profetas, como Amós, Oseas,
Isaías (del capítulo 1 al 35), y Miqueas, en 1963, e hizo la traducción “Buenas Nuevas
para el hombre moderno”. Otra de las traducciones modernas es “El Nuevo Testamento
para el día de hoy” (en versión inglesa), publicado en 1966, y el Antiguo Testamento de
esta misma versión, en 1976.

Existe también una Biblia completa, que incluye la revisión de la “Versión estándar” (el
Nuevo Testamento, publicado en 1946, la segunda edición en 1971, y la Biblia completa
en 1952). También está la “Versión Berkeley” de Gerrit Verkuyl (el Nuevo Testamento
en 1945, y la segunda edición de la Biblia, en 1969); la “Biblia amplificada” (El
Evangelio de Juan, en 1954, el Nuevo Testamento en 1958, y la Biblia en 1971); la
“Nueva Biblia americana estándar” (el Nuevo Testamento, en 1963, y la Biblia, en
1971); y por último, la “Nueva Biblia inglesa” (el Nuevo Testamento en 1961, y la
Biblia en 1970).

C. DISEÑO Y ESTILO DE LA BIBLIA

1. Las divisiones de la Biblia.


a. Los dos testamentos.
La Biblia está dividida en dos grandes secciones que son: el Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento.

b. Las enseñanzas de estos testamentos.


La palabra “testamento” significa “promesa o pacto”. El Antiguo Testamento prometió
que Dios enviaría un Salvador al mundo. El Nuevo Testamento aseguró que todo aquel
que pusiera su confianza en Jesucristo como su Salvador sería salvo.

2. El orden en que aparecen los libros del Antiguo Testamento.


a. Los libros del A. T. fueron divididos en cuatro grupos:
- Los libros de la Ley; o sea, los cinco libros de Moisés, conocidos como “El
Pentateuco”: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
- Los libros históricos: desde Josué hasta Ester.
- Los libros poéticos: desde Job hasta el Cantar de los cantares.

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- Los libros proféticos: desde Isaías hasta Malaquías.

3. El orden de los libros del Nuevo Testamento.


a. Los libros del Nuevo Testamento fueron ordenados en cuatro grupos:
- Los Evangelios: desde Mateo hasta Juan. Estos libros contienen un registro de
la vida de Jesucristo.
- Los hechos de los apóstoles. Estos contienen un registro sobre el diseño y el
desarrollo de la iglesia primitiva.
- Las epístolas: desde Romanos hasta Judas. Estas explican las cosas que
sucedieron en la vida de Jesucristo, e instruye a los cristianos sobre cómo vivir
su vida cristiana.
- El Apocalipsis. Este libro es la conclusión de la Palabra inspirada por Dios.
Habla sobre el futuro reinado de Jesucristo en este mundo y en el Universo
entero.

4. La simetría de la Biblia.
A continuación hay un corto resumen que explica la simetría de la Biblia. Dicha
simetría te mostrará un poco el balance y la belleza que tiene este libro.
a. Los libros del Antiguo Testamento.
- Legislación (leyes): desde Génesis hasta Deuteronomio
- Aplicación de las leyes (práctica): desde Josué hasta Ester
- Exhortación: desde Job hasta el Cantar de los cantares
- Expectación: incluye tanto los:
profetas mayores – desde Isaías hasta Daniel, como
los profetas menores – desde Oseas hasta Malaquías

b. Los libros del Nuevo Testamento


- Legislación (leyes): desde Mateo hasta Juan
- Aplicación (práctica): Hechos de los apóstoles
- Exhortación – que incluye las:
epístolas paulinas – desde Romanos hasta Hebreos,
y las epístolas pastorales – desde Santiago hasta Judas.
- Expectación: el Apocalipsis

5. La secuencia de la Biblia. La Biblia sigue cierta secuencia:


a. En el Antiguo Testamento
- Dios se revela a Sí Mismo en el Pentateuco.
- Dios cumple sus promesas (Él mismo se hace fiador del pacto)

b. En el Nuevo Testamento
- Dios se revela a sí mismo en los Evangelios.
- Dios cumple sus promesas (Cristo es el fiador del pacto)

6. El Salvador de acuerdo con lo que dice la Biblia.


Toda las enseñanzas de la Biblia podrían ser resumidas en una sola palabra: “Cristo” (Lc.
24:27, 44; Jn. 1:45 y 5:39; Heb. 10:7). No solo el Nuevo Testamento nos habla sobre

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Cristo, el Antiguo Testamento también. Ambos libros empiezan y terminan en Él,
proceden de Él y fluyen de Él. Jesucristo es quien une ambos testamentos. Sin Jesucristo,
el Nuevo Testamento no existiría; ¡no habría ninguna razón para que existiera la Palabra de
Dios! Si Jesucristo no hubiera venido a la Tierra, el Antiguo Testamento no sería más que
un libro lleno de profecías sin cumplir, de ceremonias sin sentido, de ritos religiosos y
sacrificios que no llevarían a ninguna parte y de promesas sin ningún significado. No
habría respuesta para los clamores de la humanidad. La muerte de Jesucristo, su
resurrección y su segunda venida, explican el pasado, el presente y el futuro, y le dan
sentido al Antiguo Testamento. En el siguiente bosquejo se demuestra que Jesucristo es el
tema principal de la Biblia.

a. Preparación para la venida del Salvador.


El Antiguo Testamento, desde Génesis hasta Malaquías, anticipa y prepara la venida
de Jesucristo. Todo en el Antiguo Testamento apunta a Jesucristo: los “tipos” y las
profecías.

b. Cumplimiento de las promesas del pasado.


Los Evangelios, desde Mateo hasta Juan, presentan a nuestro Salvador Jesucristo
desde cuatro puntos de vista diferentes y hablan de su obra redentora, la cual fue
llevada a cabo mediante su vida, su muerte y su resurrección.

c. Propagación de las buenas noticias.


El Libro de los Hechos registra la forma en que el Cristo resucitado organizó su
iglesia y le dio poder para testificar y expandir las buenas nuevas de salvación a todo
el mundo.

d. Principios de la vida de Cristo.


Las epístolas explican e interpretan la vida y el ministerio de nuestro Señor
Jesucristo.

e. Profecías por cumplirse aún.


El libro de Apocalipsis que es el último de la Biblia, habla sobre el triunfo final de
Jesucristo, su reinado de mil años, y Su Señorío sobre la Tierra y el Universo.

D. EL CONTENIDO DE CADA LIDRO.


Estas pequeñas rimas te ayudarán a recordar el contenido de los libros de la Biblia:

El Antiguo Testamento
Pentateuco
Estos son los libros más antiguos, los libros de Moisés:
En Génesis Dios crea al mundo, y a los hombres también.
En Éxodo, saca a su pueblo de Egipto; libera a Israel.
En Levítico le da la Ley a su pueblo, a su grey.
En Números, por su nombre a los suyos hace recordar.
En Deuteronomio les pide fidelidad,

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que guarden la Ley les recuerda,
y que le amen de verdad.

Libros históricos
Con Josué a la cabeza, los israelitas conquistan Canáan,
mas en tiempo de los Jueces, se empiezan a rebelar.
Del rey David habló Rut, y el profeta Samuel mucho más.
En primera y segunda de reyes, Israel andaba mal,
Y en primera y segunda de Crónicas la historia sigue igual.
Con Esdras, los judíos vuelven a su tierra, para el templo edificar.
Con Nehemías vuelven muchos, los muros a levantar.
Gracias a la reina Ester su pueblo se salvará.
Estos son “libros históricos”; así los solemos llamar.

Libros poéticos
En Job vemos la recompensa de la fe y la paciencia.
En Salmos damos a Dios adoración y alabanza.
En Proverbios aprendemos sabiduría y ciencia.
Eclesiastés nos enseña que los placeres efímeros son.
El Cantar de los cantares nos muestra el amor de Dios.
Estos cinco libros, los libros poéticos son.

Libros proféticos
Isaías nos cuenta que el Redentor vendrá.
Jeremías se lamenta por la aflicción de Judá.
Ezequiel habla misterios; y Daniel
habla con los reyes, y les revela sus sueños.
Oseas llama a su pueblo al arrepentimiento,
mientras que Joel habla del juicio y de su advenimiento.
Amós dice que los edomitas la ira del Señor verán, y
Abdías declara que el juicio no se hará esperar.
Jonás señala que el Cristo resucitará en tres días,
Y Miqueas nos cuenta dónde nacerá el Mesías.
Nahum hacia Nínive va; es seguro que el juicio vendrá.
Habacuc declara que Judá ante los caldeos se rendirá.
Sofonías dice que aunque Judá no se cansa de pecar,
Dios tendrá misericordia y la salvará.
Hageo dice que el templo se va a reedificar,
Y Zacarías cuenta que el Cristo regresará.
Malaquías dice que antes del rey vendrá Juan,
y nos muestra las señales que sucederán.
Los libros de los profetas suman diecisiete,
y el total de los libros del Antiguo Testamento
es treinta y nueve.

El Nuevo Testamento
Mateo, Marcos, Lucas y Juan

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nos hablan de Cristo, de cómo vivió.
Hechos nos muestra la obra del Espíritu de Dios.
Romanos dice que por gracia alcanzamos salvación.
Corintios nos enseña cómo debemos actuar.
Gálatas nos recuerda que en la gracia hay que continuar.
Efesios nos enseña que estamos escondidos en Cristo.
Filipenses nos exhorta a gozarnos en todo tiempo y lugar.
Colosenses muestra que el Cristo fue levantado ya.
Tesalonicenses nos muestra las cosas que van a pasar.
En Timoteo y Tito se instruye a quienes trabajan en la obra pastoral.
En Filemón, Pablo pide caridad.
Trece epístolas son de él; las otras de los demás.
Hebreos dice que Cristo estaba en la Ley,
que estos libros lo muestran con suma claridad.
Santiago dice que la fe por las obras se ha de ver.
Pedro dice que el creyente en Cristo debe permanecer.
Juan nos exhorta a amar con un amor de verdad,
si lo hacemos así, Dios nos bendecirá.
Judas muestra el final de los hombres que hacen maldad.
Apocalipsis nos muestra lo que vendrá al final.
El Nuevo Testamento lo comprenden muchos libros,
que son veintisiete en total.

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III. PERSONAJES PRINCIPALES EN LA
ESTRUCTURA DE LA BIBLIA.
En este capítulo vamos a considerar los hechos del Antiguo Testamento que prepararon la venida de
nuestro Señor Jesucristo a este mundo. Más adelante, veremos lo que dicen los cuatro Evangelios
acerca de Jesucristo.

En el libro de los Hechos podemos apreciar cómo se propagó el Cristianismo por el mundo. En las
epístolas se nos explica cómo debe ser nuestra entrega a Jesucristo. Y, finalmente, en el Apocalipsis
encontramos la consumación de toda la profecía.

A. PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DE JESUCRISTO.

El pueblo de Dios sabía que el Señor enviaría al Mesías a la Tierra: ¡las Sagradas Escrituras ya
habían anunciado Su Venida! Cuando hablamos de las “Sagradas Escrituras” nos referimos al
Antiguo Testamento. Podríamos dividir el A.T. en tres secciones diferentes:.

Historia. Esta sección muestra cómo Dios guió a su pueblo de tal manera, que ellos
mismos prepararon la venida de su Hijo. Todos los que vivieron antes de Jesucristo
cumplieron el plan divino sin darse cuenta; prepararon el camino al Señor. Si uno de
los antecesores de Jesucristo hubiera muerto, o no hubiera hecho lo que debía hacer para
continuar con la línea real, el plan de Dios no se habría podido llevar a cabo. Todos los
eventos del Antiguo Testamento, y todos los personajes del pasado tuvieron una razón
de ser.

Poesía. El pueblo de Dios expresó sus sentimientos y esperanzas mediante canciones y


poesías. Todas esas canciones y poesías hablaban sobre Jesucristo y su obra redentora.

Profecía. Todas las profecías que Dios le dio a su pueblo, y todos los “pasos
espirituales” que tuvieron que dar antes de Jesucristo, crearon la expectativa para la
llegada de Mesías, es decir, prepararon el camino del Señor.

B. PREPARACIÓN PARA EL PLAN DE DIOS.

La sección histórica empieza en Génesis y termina en Ester. Los eventos registrados en esta
sección van desde la Creación hasta la cautividad de Judá en Babilonia, que data del siglo 6 a.C.
Esta sección muestra cómo las preciosas manos de Dios moldearon los eventos y las
circunstancias, para preparar la llegada de Su Hijo Jesucristo.

1. Génesis.
Este es el libro de los comienzos. En él se muestra la forma en que trató con sus
criaturas, desde la Creación del hombre hasta la muerte de José. Génesis ha sido

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llamado – y con mucha razón - “el semillero de la Biblia”, puesto que todas las verdades
que el hombre debe conocer respecto a Dios y a su voluntad para con los hombres, y que
son tan importantes para el ser humano, se encuentran en este libro.

Las palabras “En el principio” muestran cuál es el objetivo de este libro y cuál su
“campo de acción”. El libro de Génesis nos muestra el origen de todas las cosas,
excepto el de Dios. Pero, aunque este libro nos muestra “el principio de las cosas”,
¡nunca nos cuenta el final! En Génesis se encuentran la base de todas las demás
revelaciones que Dios daría a los hombres a través de los siglos. Podríamos decir que
este libro es el fundamento de la Biblia. Si no existiera el Génesis, no sabríamos de
dónde venimos ni hacia dónde vamos; no sabríamos que Dios nos creó. ¡Seríamos
completamente ignorantes si no supiéramos nuestro origen, ni el origen del Universo!

En el libro de Génesis encontramos:


- El origen del mundo cap. 1:1-25
- El origen de la raza humana cap. 1:26 al 2:25
- El origen del pecado cap. 3:1-7
- El por qué de la promesa de redención cap. 3:8-24
- El origen de la familia cap. 4:1-15
- El origen de las civilizaciones cap. 4:16 al 9:29
- El origen de las naciones cap. 10 y 11
- El origen del pueblo de Dios cap. 12 al 50.

Dios escogió a Abraham para que fuera el progenitor de su pueblo, Israel. Él le


prometió a Abraham que:
- Sus descendientes poseerían la tierra de Canaán, Gn.12:1-3.
- Sus descendientes llegarían a convertirse en una gran nación.
- Por medio de él bendeciría a todas las naciones de la Tierra.

Dios repitió estas mismas promesas a Isaac y a Jacob, Gn.26:1-5; 28:13-15.

Podríamos afirmar que hay “siete grandes nombres”, y “siete grandes mensajes”
en el libro de Génesis:
- Inclínate con Abel delante del Cordero, y acepta su sacrificio redentor.
- Aprende a caminar con Dios como lo hizo Enoc.
- Confía en Dios; entra al Arca de salvación como lo hizo Noé.
- Ten fe en Dios como la de Abraham; confía en Su Palabra.
- Cava pozos en el desierto como Isaac, y obtén los recursos divinos donde no los
hay.
- Sube escaleras como Jacob, reconoce tus debilidades delante de Dios, y míralo a
Él para que Él cambie tu nombre.
- Sé fiel a Dios; sé veraz como José, y vive para Él toda tu vida.

El libro de Génesis contesta las preguntas más profundas del alma:


- ¿Qué es la eternidad de Dios?
- ¿De dónde venimos?
- ¿Cuál es el origen del pecado?

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- ¿Cómo pueden los hombres pecadores volver a Dios? (Por medio de un sacrificio
como el que levantó Abel).
- ¿Cómo puede un pecador ser agradable delante de Dios? (Por medio de una fe
como la de Abraham).
- ¿Cómo podemos obtener la gracia y la bendición de Dios para con los demás?
(Reconociendo a Dios en nuestra vida, como lo hizo Jacob).

Podríamos resumir el libro de Génesis en tres palabras:


- Generación (el hombre es creado por Dios y estaba con Él), Gn.1:1
- Degeneración (por culpa de la serpiente el hombre pecó, y ésto le alejó de Dios),
Gn.3:1
- Regeneración (por medio del Señor Jesucristo, el hombre puede acercarse a
Dios nuevamente), Gn.12:1

Recuerda que Jesucristo es el centro de la Palabra de Dios. ¡Él se encuentra en cada


página de la Biblia: por eso también lo encontramos muchas veces en el libro de
Génesis!

Podemos mirarlo en los “tipos” (los personajes y eventos que apuntaron hacia Él, que
fueron como una “sombra” o un “espejo” de Él) pero, también podemos verlo en las
profecías (el conocimiento sobrenatural que Dios dio a personas santas, para revelar a su
pueblo lo que habría de suceder). Algunas de las “sombras o tipos” donde
encontramos a Jesucristo son:
- La simiente de la mujer. Cristo era la simiente de la mujer, Gn.3:15
- El arca de salvación en la que entró Noé junto con su familia. Jesús es el arca de
salvación para todos los hombres, Gn.7:1,7
- La ofrenda de Abraham para Dios. Al igual que Abraham intentó sacrificar a su
hijo, Dios sacrificó a su Único Hijo, Gn.22:1-24
- La escalera que vio Jacob. Jesús es la escalera al cielo, nadie llega al Padre si no
es por Él, Gn.28:12
- El cetro y reinado permanente de Judá. Cristo reinará eternamente, su cetro no
tendrá fin, Gn. 49:10
- José fue traicionado por sus hermanos, vendido. Cristo fue vendido y traicionado
por los suyos, Gn.37
- José fue sacado del foso al trono. Cristo fue resucitado y levantado al cielo,
Gn.37:28

El período de los patriarcas.


Podríamos decir que el período de los patriarcas es como “el terreno donde se sembró
toda la historia”. Este período empieza en Adán y termina en Moisés. Por causa de la
maldad de los hombres de esa época, Dios tuvo que escoger únicamente a ciertos
individuos, separándolos para Él. Ese fue el caso de Abraham, por ejemplo, a quien Él
escogió y llamó de entre todos los hombres de su generación. Abraham se convirtió en
el padre de la nación hebrea. Su historia empieza en Génesis 12.

Los patriarcas son cinco: Abraham, Isaac, Jacob, José, y Job. El libro de Job debería
estar colocado justo después del libro de Génesis y antes del libro de Éxodo, puesto que

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su historia se remonta a esa época. Job vivió antes que Moisés, pero como su libro
aparece después, la gente tiende a creer que él vivió mucho tiempo después.
Dios llamó a Abraham e hizo un pacto con él. Ese pacto es el que conocemos como
“pacto abrahámico” (Gn.12:1-3). Todos los cristianos deberíamos estar familiarizados
con ese pacto, porque ¡nosotros estamos incluidos en él! Si no conocemos este pacto, de
nada nos sirve estudiar lo que sucedió con el pueblo de Dios (que es de lo que habla todo
el Antiguo Testamento), porque no podremos sacarle mucho provecho a nuestro estudio.

¡Si Dios le recordó ese pacto al hijo de Abraham, a Isaac y, también a su nieto Jacob
(Gn. 26:1-5; 28:13-15), tenía que ser porque era sumamente importante! Algo muy
interesante, es que Dios no se lo repitió a ninguna otra persona más que a estos tres
hombres: Abraham, Isaac y Jacob. La Escritura dice en Hechos 7:32: “Yo soy el Dios
de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob...” Dios nunca
agregó a nadie más. Dios hizo pacto con estos tres hombres, y ellos debían comunicar
ese pacto a sus descendientes. Pero ¿qué es un pacto? Lee lo que dice en Génesis
12:1-3; 26:1-5 y 28:13-15.

De una familia a una nación.


Gran parte de la historia del Génesis fue dedicada exclusivamente a narrar la vida de
José (Génesis, del capítulo 37 al 48). ¿Por qué razón? Porque José era “la argolla que
unió la cadena”, el eslabón mediante el cual Israel se transformaría de una familia en una
gran nación. Durante el tiempo de José, Israel no era más que una familia: la familia de
Abraham, de Isaac, y de Jacob; pero ya al final del libro de Génesis, vemos que sólo la
familia de Jacob contaba con setenta miembros; eso sin contar las familias de los demás.
En Génesis 49 vemos que Dios bendijo a la familia de Jacob (aunque también tuvo que
tratar fuertemente con ellos). También encontramos que Jacob bendijo a todos y cada
uno de sus hijos.

Está llegando el momento de voltear la página y ver lo que sucedió cuando Israel era una
nación. Durante el tiempo que transcurrió entre los últimos capítulos de Génesis y los
primeros del Éxodo, la familia de Israel se multiplicó grandemente, y creció hasta
convertirse en una gran nación.

La Biblia presenta a José como una persona sin tacha, sin faltas. Eso no significa que no
las tuviera; simplemente la Biblia no las registró. Aunque José era un hombre de carne y
hueso, como todos nosotros, Dios le honró grandemente, puesto que encontramos una
gran similitud entre su vida y la vida de Jesucristo (hay por lo menos 130 aspectos de la
vida de José que simbolizan o reflejan la vida de Jesús). José es sin duda el patriarca
que tiene más cosas en común con nuestro Señor Jesucristo.

2. Éxodo.
Éxodo es el libro de la liberación. Este libro nos muestra la forma en que Dios tuvo que
tratar con su pueblo, desde que llamó a Moisés, hasta que llegaron al Monte Sinaí. Dios
liberó a los israelitas de la esclavitud de Egipto en una forma milagrosa, y los guió hacia
la península arábiga (que es donde se encuentra el Monte Sinaí). Allí, podríamos decir
que se convirtieron en una “iglesia nacional”.

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Éxodo es la continuación del Génesis. El libro de Génesis habla sobre el fracaso de la
humanidad.
Recordemos que los seres humanos fallaron por causa de las pruebas que tuvieron que
pasar. En Éxodo vemos que Dios llega a rescatarlos. Este libro nos muestra la obra
redentora de Dios; el esfuerzo que Él hizo por redimir a la humanidad.

El libro de Éxodo es, evidentemente, el “libro de la redención del hombre”. Comienza


hablando sobre la oscuridad pero, termina hablando de la gloria. Comienza contando
como Dios en su misericordia rescató a su pueblo de la esclavitud, en Egipto y, termina
declarando que Dios bajó en gloria para habitar en medio de su pueblo, al cual había
redimido.

En griego, la palabra “Éxodo” significa “salida o escapatoria”. Sin el libro de Génesis,


el libro de Éxodo no tendría ningún sentido. El primer verso del libro de Éxodo habla
sobre los hijos de Israel que entraron en Egipto (de esta forma, intenta “ponernos al día”
sobre lo que sucedió en el libro anterior). En el Antiguo Testamento, en hebreo, este
versículo empieza con la palabra “ahora” (“entonces...”). Eso indica que este libro
intenta continuar la narración de la historia, partiendo de donde había terminado el libro
anterior. La historia del Éxodo es la continuación de la historia de Génesis. El autor no
narra todo lo que sucedió simplemente, nos da su punto de vista; registra los hechos del
pasado tal y como los recuerda y, anhela las cosas del futuro que no puede ver aún. Al
mirar los cinco libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio)
notamos que cada uno de ellos habla de un tema diferente pero, todos ellos están
íntimamente relacionados.

Moisés, el gran héroe.


El libro de Éxodo cuenta que Moisés, el gran héroe de Dios, gastó:
- 40 años de su vida pensando que él era alguien.
- 40 años aprendiendo que no era nadie, y
- 40 años descubriendo lo que Dios podía hacer con alguien que no era nadie.
Hebreos 11:23-29.

La Ley.
En la segunda mitad del libro de Éxodo (en los capítulos 19 al 40) se nos enseña que los
redimidos deben hacer la voluntad de su Redentor, consagrarse a su servicio, y
someterse a Él. Dios le dio a su pueblo primeramente la ley moral luego ley ceremonial
la cual era, en parte, para aquellos que transgredían la ley moral.

El tabernáculo.
Dios le dio a Israel el tabernáculo, s´mbolo, figura o una representación del Redentor, de
su vida y de su ministerio.

El tabernáculo era la prueba visible de que Dios habitaba en medio de su pueblo. Cristo
fue la muestra visible de que Dios habitaba en medio de su pueblo. El tabernáculo era
un “tipo o espejo de Cristo”.

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3. Levítico.
Levítico es el libro de la adoración. La verdad central de este libro es: el hombre es
pecador; impuro y, por lo tanto, no puede entrar en la presencia de Dios, de no ser por
medio de un sacrificio expiatorio. El libro de Levítico es un libro lleno de símbolos.
Estos símbolos tienen que ver con el sacrificio expiatorio de Jesucristo, su obra en la
cruz, el derramamiento de su sangre por los pecados del hombre y su muerte como
substituto. Encontramos a Jesucristo en:

Las ofrendas. Hay cinco tipos de ofrendas: el holocausto, la ofrenda encendida de olor
grato; la ofrenda de expiación; la ofrenda de comida; la ofrenda de paz y la ofrenda por
transgresión. Las ofrendas nos exhortan a cambiar de rumbo.

Las fiestas. Los judíos celebraban ocho diferentes fiestas: Sabath (que consistía en
guardar el sábado como sagrado); la Fiesta de la Pascua; la fiesta del Pentecostés; la de
las Trompetas; la Expiación; la de los Tabernáculos; la del Año sabático y la del Jubileo.
Todas estas fiestas nos exhortan a mantenernos firmes.

El libro de Levítico ha sido llamado (y con mucha razón) “el libro del sacrificio” (Lv.
16:30-34). Dios dice “Sed santos como yo soy santo” (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7 y 26).
Dios dejó a los judíos este libro, para entrenarlos en asuntos religiosos pero, también,
para que no olvidaran lo que se les había encomendado. Lo interesante es que cada
fiesta, ofrenda y sacrificio simbolizaba la obra de Jesucristo.

El nombre de este libro: “Levítico”, insinúa el tema principal del libro: “Los levitas y
sacerdotes al servicio del Tabernáculo” Además, nos dice que tiene que ver con leyes.

Como recordaremos, en el libro de Éxodo dice que Dios le dio a Moisés instrucciones
específicas para que construyera el Tabernáculo; y para que estableciera el sacerdocio
que estaría a cargo de ese santo lugar.

El libro de Levítico empieza contándonos lo que sucedió cuando los hijos de Israel
estaban en el Monte Sinaí. En hebreo empieza con la palabra “Y”, lo cual quiere decir
que es la continuación del libro anterior. Dios constantemente, estaba enseñándole a su
pueblo cómo debía ser la adoración en el tabernáculo.

En el libro de Génesis vemos la ruina del ser humano. En Éxodo lo vemos redimido. Y,
en Levítico, adorando a Dios.

Levítico insiste en que debemos santificar nuestro cuerpo y alma y, permanecer en


santidad. Enseña que los redimidos deben ser santos porque su Redentor es santo. Este
libro nos enseña la clave para vivir una vida espiritual exitosa, y para caminar en
santidad. También, nos sorprende porque nos muestra leyes de higiene y de salud para
que cuidemos nuestro cuerpo. Los judíos son la prueba de que todos estos consejos son
excelentes porque, ellos no solo viven por largo tiempo, sino que son personas llenas de
vigor.

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El libro de Levítico es un libro divino. El primer versículo de este libro nos muestra el
mensaje de todo el libro. Dice allí: “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el
tabernáculo de reunión...” En Levítico Dios nos habla por medio del tabernáculo, de
las cosas que había dentro.

Este libro es un libro personal. En el segundo verso dice: “...cuando alguno de entre
vosotros ofrenda a Jehová...” Nota que Dios espera que los que se acercan a Él traigan
su propia ofrenda. La forma en que uno traiga la ofrenda es tan importante para Dios
como la ofrenda misma. ¿Tienes alguna ofrenda para el Señor? Entonces este libro fue
dirigido a ti. Aquí está la lista de las ofrendas junto con su significado:
- holocausto, ofrenda encendida de olor grato: Cristo se sometió a Dios en todo y
se entregó como sacrificio por todos los hombres. Esto fue de olor grato para su
Padre (Lv.1)
- ofrenda de comida: Jesucristo sirvió toda su vida (Lv.2)
- ofrenda de paz: simboliza la serenidad de Jesucristo (Lv.3)
- ofrendad de expiación: Jesucristo murió en lugar de los pecadores, fue el
substituto, el que tomó todos los pecados en sí mismo (Lv.4 al 5:13)
- ofrenda de transgresión: Jesucristo satisfizo todas las demandas del Padre
(Lv.5:14 al 6:7)

La primera parte de este libro tiene que ver con las ofrendas y con los que dan las
ofrendas (a quienes llamaremos “los ofrendantes”); la última parte tiene que ver con las
fiestas y con los que celebran esas fiestas (a quienes llamaremos “los festejadores”).
Recordemos que las fiestas son las siguientes:
- La Fiesta de Sabath – capítulo 23:1-3
- La Fiesta de La Pascua – capítulo 23:4-5
- La Fiesta de los Panes sin levadura – capítulo 23: 6-8
- La Fiesta de los primeros frutos – capítulo 23: 9-14
- La Fiesta de Pentecostés – capítulo 23.15-22
- La Fiesta de las trompetas – capítulo 23:23-25
- El día de expiación – capítulo 23:26-32
- La Fiesta de los tabernáculos – capítulo 23:33-36

Hay números y cifras que tienen un significado muy especial en Levítico:


- Cada sétimo día era el Sabath.
- Cada sétimo año era el Año sabático.
- Cada siete años venía un año de Jubileo.
- En el sétimo mes se celebraba la Fiesta de las trompetas, la de los Tabernáculos
y el Día de Expiación.
- La fiesta de Pentecostés duraba siete días.
- La Pascua también duraba siete días.
- Este libro fue escrito alrededor de “series de sietes”.

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4. Números.
El libro de Números es el “libro del servicio”. Los hijos de Israel fueron rescatados y
salvados para servir, hasta el día de hoy. Levítico es muy importante porque nos
muestra que cada miembro de la iglesia tiene una función muy especial. Nos cuenta
también del desarrollo que experimentó el pueblo de Israel mientras se dirigía hacia la
tierra prometida, la tierra de Canaán.

El libro de Números expone la incredulidad de los hijos de Israel. ¡Ten cuidado con la
incredulidad! ¡No seas incrédulo! El apóstol Pablo le dijo a los gálatas: “Vosotros
corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Gá. 5:7. ¡La
incredulidad detiene las bendiciones de Dios! Eso es lo que dice en Hebreos 3:19. El
libro de Números ha sido llamado por algunos “el libro de los que divagaron por el
desierto” (recordemos que desde el Sinaí hasta las fronteras de Canaán, ellos tardaron 40
años). También se le ha conocido como “el libro de las jornadas” (Nm.33:1-2). Creo
que este libro también podría llamarse “el libro de la murmuración”, porque, desde el
principio de su jornada hasta el final, Israel no dejó de quejarse, de murmurar y de
rebelarse contra Dios. Lee lo que dice en el Salmo 95:10.

Números es el libro de “la soledad del desierto”. Registra el fracaso que tuvieron los
israelitas en Cades-barnea y, las consecuencias de su incredulidad (que fueron cuarenta
años de divagar); además, habla de sus experiencias en el desierto. Este libro reseña
tanto el peregrinaje como las guerras, la servidumbre y todos los fracasos que tuvieron
los israelitas de la segunda generación (los hijos de los que salieron de Egipto), los
cuales entraron en la tierra prometida. Pero, no sólo habla sobre ésto. En sus primeros
diez capítulos habla sobre las leyes divinas. Desde el capítulo 11 al 20, habla sobre los
fracasos de Israel.
En sus últimos capítulos habla sobre el regreso de Israel a Jehová, de su favor para con
ellos y de su victoria final, en medio del desierto.

¡A pesar de que los registros de muchos pueblos poderosos se perdieron y


desaparecieron de la faz de la tierra, los de los israelitas fueron preservados!
¿La razón? El Mesías que habría de redimir al mundo aún no había venido a su pueblo.
Dios fue muy paciente con los israelitas para, así poder guardar la línea real que llegaba
hasta Jesús. En 1 Corintios 10 leemos que todas las cosas que les sucedieron a los
israelitas son ejemplo para nosotros: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplo para
nosotros...”. En otras palabras, la historia del Antiguo Testamento ilustra la forma en
que Dios trata con los suyos hoy y tiene como objetivo darnos una lección . La clave de
este libro es la disciplina.

Números es el cuarto libro de Moisés. Alguien dijo que los libros de Moisés parecen
llevar cierta secuencia. Por ejemplo:
- En Génesis vemos la humanidad arruinada.
- Pero en Éxodo vemos la humanidad redimida.
- En Levítico vemos la humanidad adorando.
- Y en Números vemos a la humanidad sirviendo.

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¡Esto es muy significativo! ¡Sólo los que se dan cuenta de que están perdidos pueden
ser salvos! ¡Y sólo los salvos adoran a Dios y le sirven! Recordemos que Dios nos ha
salvado para servirle a Él y a los demás. Ninguno de nosotros ha podido salvarse por
sus buenas obras (Ef. 2:10). Aunque la Ley nos guió hacia la tierra prometida, ¡sólo
nuestro Josué (Jesucristo) pudo introducirnos en ella! Pablo dijo que la Ley es como el
“ayo” que nos guía a Jesucristo (Gá. 3:24). ¡La Ley no nos puede salvar, porque nadie
puede ser salvo por obras! En Efesios 2:9 dice: “no por obras, para que nadie se
gloríe”.

El libro de Levítico explica cómo debe ser la adoración del creyente y, el de Números,
cómo debe ser su caminar. En Levítico, vemos los privilegios del creyente, mientras
que, en Números, vemos la soledad de la tierra seca y agrietada.

Hay cinco nombres que resumen el contenido de este libro:


- Moisés, el gran líder.
- Aarón, el sumo sacerdote, hermano de Moisés.
- Miriam, hermana de Moisés y de Aarón.
- Josué y Caleb, los únicos espías que se atrevieron a creer en Dios y, por eso,
fueron los únicos hombres de su generación que entraron en la tierra prometida,
Canaán.

El libro de Números nos conduce:


- Desde el Monte Sinaí hasta Cades.
- Desde Cades a sus alrededores, y nuevamente a Cades.
- De Cades a las fronteras de Canaán.

Los hijos de Israel aprendieron que:


- En los días de crisis debían confiar en Dios y no en la gente (Sal.37:5;
Nm.13:26 al 14:25).
- Debían adorar a Dios de acuerdo con sus instrucciones.
- que Dios supliría todas sus necesidades de acuerdo con sus riquezas en gloria
(Fil.4:19):
Él les dio comida (Nm.11-6-9).
Él les dio carne (Nm.11:31-33).
Él les dio agua (Nm.20:8).
Puso líderes sobre ellos (Nm.1:1-3).
Él les entregó la tierra prometida (Nm.14:7-8).

La voluntad de Dios era que el pueblo de Israel, al salir de Egipto, fuera directamente a
Canaán y poseyera la tierra prometida. Sin embargo, no sucedió así. Por causa de la
incredulidad de Israel, Dios tuvo que condenar a muchos a la muerte. Todos los que
habían entrado en Cades, mejores de veinte años, morirían en el desierto (excepto Josué
y Caleb). Durante el tiempo en que Israel divagó por el desierto nació una nueva
generación, tan poderosa en número, como la generación que había salido de Egipto
(podemos leer esto en Nm. 26).

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5. Deuteronomio.
Deuteronomio es el libro de las advertencias. Moisés tuvo que exhortar, una y otra vez a
los israelitas porque se rebelaban contra la voluntad de Dios, y lo desobedecían
constantemente. Esto es lo mismo que ha sucedido a través de todos los siglos. El ser
humano desobedece a Dios constantemente. La historia de Israel es un testigo fiel de
que estas cosas son verdaderas.

Lo que Moisés quiso enseñarle a su pueblo fue: “¡observen para que aprendan y
aprendan para que puedan hacerlo ustedes, también!”. Él quería que fueran hacedores
de la palabra y no tan sólo oidores (lo mismo que dice en Santiago 1:22). El libro de
Deuteronomio nos muestra que los que obedecen a Dios reciben bendición, mas los que
lo desobedecen, reciben maldición. En este libro vemos que La Ley era inflexible:
había bendición para los que obedecían y maldición para los que desobedecían y punto.
¡No había término medio! Todo dependía de su obediencia: la victoria sobre sus
enemigos, la prosperidad, la felicidad, la conquista de la tierra prometida, e incluso su
vida misma.

El libro de Deuteronomio es una colección de oraciones y canciones que Moisés


compartió con el pueblo de Israel, antes de morir. Estas oraciones parecen marcar la
transición entre su vida terrenal y su vida celestial. Cuando Moisés estuvo en el Monte
Nebo, en la cumbre del Pisga, recordó todas las cosas maravillosas que había vivido en
el pasado - todos esos años de gloria y, pensó en el futuro de Israel, su nación, de la cual
había tenido que despedirse para siempre (Dt. 33:48- 52; 34:1-12).

Este libro contiene el registro, más grande e interesante, acerca de lo que sucedió con los
israelitas que estuvieron vagando por el desierto. En el último capítulo encontramos el
testimonio de Moisés mismo. Si comparamos lo que dice Moisés en este libro (en
Deuteronomio), sobre los eventos que tuvieron lugar, y lo que dice en Éxodo y en
Números, nos damos cuenta que el libro de Deuteronomio presenta los hechos desde un
“punto de vista divino”, mientras que los otros dos libros los miran desde un “punto de
vista humano”. Leamos Deuteronomio 1; y Números 13 y 14.

Deuteronomio es el “libro de los recuerdos”. Su título “Deuteronomio” significa


“segunda ley”. Se llama así, porque este libro repite lo que dice la Ley. Antes de partir,
Moisés recordó al pueblo de Israel todo lo que Dios había hecho por ellos y, lo que
debían hacer para servir a Dios, después de que hubieran entrado en la tierra prometida.
Algo interesante de este libro es que omite el tema de los levitas y sacerdotes e incluye
aspectos que la gente común debía conocer.

Deuteronomio es el último de los cinco libros de Moisés, conocidos como “el


Pentateuco”. Recordemos que la palabra “Pentateuco” significa “cinco libros”. Ha
llegado la hora de resumir el contenido de todos los libros de Moisés:
- El libro de Génesis habla acerca de los orígenes del pueblo escogido por Dios,
Israel.
- Éxodo muestra la forma en que se organizó el pueblo de Dios luego de salir de
Egipto, y cómo se transformó en una nación. Además de hablar sobre la Ley
que Dios le dio a su pueblo.

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- Levítico enseña la forma en que los israelitas debían adorar a Dios.
- Números cuenta lo que sucedió con Israel mientras divagaba por el desierto.
- Deuteronomio cuenta cómo se preparó el pueblo para entrar en la tierra
prometida. Algo curioso de este libro, es que cubre únicamente dos meses
(incluidos los 30 días que Israel hizo duelo por la muerte de Moisés).

Moisés le dio estos consejos a su pueblo, probablemente unos siete días antes de morir.
O sea, un mes antes de que Israel cruzara el Río Jordán, hacia la conquista de la tierra
prometida (Dt. 1:1-3).

Aunque Moisés escribió el libro de Deuteronomio, no fue su autor. Esto lo sabemos por
lo que él mismo dice en Deuteronomio 2. En todos los libros de Moisés encontramos
muchas veces la expresión “el Señor habló”, o “Dios dijo” (500 en total). Esto indica
que Moisés no era el autor de estos libros, sino Dios (2 P.1:21).

Parece que Deuteronomio era el libro favorito de nuestro Salvador Jesucristo porque lo
citó, en muchas ocasiones. Una de esas ocasiones fue cuando Satanás lo tentó en el
desierto. En la hora de la tentación, Cristo respondió a su enemigo usando pasajes del
libro de Deuteronomio. Veamos los versículos (“las armas”) que usó Jesucristo para
resistir al diablo: Mateo 4:1-11; Lucas 4:1-13; Deuteronomio 8:3; 6:13, 16 y 10:20.

Deuteronomio es un libro que habla sobre la obediencia. Es muy especial, porque


describe los últimos pensamientos y sentimientos de Moisés acerca de su pueblo Israel.

¡En toda la Literatura no hay ningún otro libro que sea tan elocuente y que hable tanto de
la vida espiritual, como el libro de Deuteronomio!. No hay ningún otro libro, en este
mundo, que nos enseñe cuál es el tipo de vida que agrada a Dios y, las bendiciones que
alcanzan aquellos que viven una vida espiritual, plena, mejor que este libro.

Como dijimos anteriormente, Jesucristo citó el libro de Deuteronomio en varias


ocasiones. De hecho, podríamos decir que el libro de Deuteronomio era su “código de
conducta” (Lc. 4:4, 8, 12). Cuando nos familiarizamos con este libro, podemos
“saborear un poco del cielo en la tierra”. Este libro presenta la marcha de Israel hacia la
tierra “que fluía leche y miel” (Éx. 3:8).

6. Josué.
Josué es el libro de la conquista. Josué 1 indica cómo poseer la tierra prometida por el
Señor. ¡Dios quería que los israelitas poseyeran la tierra que Él les había prometido!
Este libro describe la forma en que el pueblo conquistó la tierra de Canaán y la forma en
que dividieron la tierra, entre todas las tribus de Israel, después de conquistarla. El libro
tiene una gran aplicación espiritual: puede aplicarse a todos aquellos que sean parte del
pueblo de Dios, que quieran conquistar la tierra que Dios les ha prometido, pero que el
enemigo tiene aún bajo su poder.

El libro de Josué marca el principio de la sección llamada “libros históricos” del Antiguo
Testamento. Este libro anima a los “soldados de la cruz” Josué contiene tanta sabiduría

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como ningún otro libro de historia. ¡Está repleto de verdades espirituales! Es “el libro de
la conquista”; el que nos explica “cómo poseer la tierra prometida”.

Este libro relata cómo se establecieron los israelitas en la tierra de Canaán y cómo
“colonizaron” la tierra que Dios les había prometido. Recordemos que Dios le había
prometido a Abraham que sus descendientes poseerían la tierra de Canaán. Leamos esa
promesa en Génesis 12:1-3.

“Josué”, cuyo nombre es también el título de este libro, es el “héroe de la gran


conquista”. El nombre “Josué” era originalmente “Oseas” (que significa “salvación”) o
“Jehoshua” (que significa “la salvación de Dios”). Josué es llamado “el siervo de
Jehová”, “uno que escucha las órdenes del Señor y las lleva a cabo”, el “primer ministro
de Dios”. Puede ser que Dios desee que tú seas un capitán de Su ejército y que tenga sus
ojos puestos en ti; que desee convertirte en “una columna en la legión de la cruz”; ¡tú no
lo sabes, pero debes prepararte!

El libro de Josué continúa donde terminó el libro de Deuteronomio. sigue narrando la


historia del pueblo escogido por Dios. El pueblo que fue sacado de la esclavitud por
Moisés y que marchó a la conquista de la tierra prometida, bajo el mando de Josué. En
este libro, Israel no sólo vence al enemigo sino que, también, ocupa la tierra que Dios le
prometió. Josué completó la obra que Moisés había empezado. ¡Dios nunca deja su
trabajo a medias, sin terminar! ¡Un buen artesano siempre tiene a mano otra
herramienta, afilada y lista para usar, en caso de que la que está usando le falle!

El servicio es algo que le compete a todos. ¡Todos debemos servir! Si tienes un corazón
firme; si estás determinado a confiar en Dios y, si estás dispuesto a pasar por todas las
pruebas, entonces honrarás a Dios.

¡Moisés había muerto! Por eso el pueblo tuvo que detenerse. Sin su líder, el pueblo se
sintió desamparado. ¡Había pesimismo por todo el campo! Josué estaba aterrado por la
magnitud de la tarea que tendría a su cargo. ¡Bajo esas condiciones cualquiera se
hubiera sentido fracasado pero, NO Josué!

Aunque Moisés estaba muerto, ¡la marcha debía continuar! Dios siguió hablando
entonces con Josué (¡la voz de Dios sigue sonando aún hoy en día, si pones bastante
atención, puede ser que la escuches!). Josué se dispuso a hacer lo que debía hacer:
- Cruzó el Río Jordán.
- Guió a Israel hacia la bendición.
- Hizo que Israel viviera una vida de fe.
- Hizo que los israelitas poseyeran lo que Dios les había prometido.

¡La realización del pueblo de Dios está en Josué! ¡Con Josué entramos a la tierra
prometida!

¡Cuando los valientes tienen miedo, los miedosos huyen! Los israelitas estaban listos
para devolverse, para cavar sus tumbas entre las dunas del desierto, en los parajes donde

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habían quedado los huesos de sus padres. ¡Ellos no podrían invadir esa tierra llena de
gigantes, ni podrían traspasar esas ciudades amuralladas! ¡La conquista era imposible!

Pero, ¡no era Dios quien hablaba así! ¡No era Él! Los israelitas pensaron que morirían;
que nadie era indispensable para el Dios de los cielos; que el más grande entre los
hombres era para Dios sólo un siervo, y que cuando la obra estuviera terminada, Dios
usaría a otro para ir hacia el siguiente paso.

Destruir la esclavitud fue lo que motivó la vida de David Livingstone, un explorador y


misionero británico. Durante 30 años este hombre trabajó en África; se adentró en la
jungla; recorrió más de 66 mil kilómetros para enseñarles a los africanos acerca de
Jesucristo, y descubrir el cauce del Río Nilo. Cabe decir que durante esta época había
tráfico de esclavos. David pensó que cuando regresara a Inglaterra, hablaría sobre este
problema y, que por su causa, los esclavos serían liberados pero, no fue así. Antes de
que pudiera salir de África, otros encontraron el cauce del Nilo y se encargaron de
liberar a los esclavos. David murió lejos de su tierra, junto a sus amigos africanos, en
las junglas remotas de África y junto a su Dios. Su muerte tan heroica, tocó los
corazones de muchos hombres de su país, en una manera en que su vida no había podido
hacerlo. Gran Bretaña decidió terminar la obra que él había empezado, deteniendo el
tráfico de esclavos negros.

¡Eso es todo lo que tenemos que hacer en este mundo! Ese es nuestro trabajo,
¡especialmente el de los cristianos! Nosotros somos parte de un todo. ¡Haz tu parte, no
importa cuán pequeña sea! ¡Las aguas de los pequeños arroyos son las que llenan el
mar!

Dios había estado preparando a Josué durante varios años. Aunque Josué había nacido
siendo esclavo en Egipto, Dios lo había liberado, y lo había hecho el ayudante de
Moisés, su mano derecha. Desde entonces se había convertido en un valiente capitán.
Él fue uno de aquellos espías que el pueblo había querido apedrear cuarenta años atrás,
por haber traído buenas noticias de la tierra de Canaán, y por haber animado al pueblo a
conquistar la tierra que pensaban era imposible conquistar (Nm. 14:6-10).

Mañana el gran juez y hombre de estado morirá y, el segundo al mando tendrá que tomar
las riendas. Josué lo sabe pero, aún así, toma el manto de autoridad de su antecesor y lo
coloca sobre sus hombros; está dispuesto aún a morir. El éxito está a la puerta,
esperando la más pequeña oportunidad y él no la va a desperdiciar.

El libro de Josué podría resumirse en dos frases. Mira estas dos frases y grábatelas,
porque son las que resumen todo el libro:
- Conquista de la tierra prometida: cap. 1 al 12.
- Colonización u ocupación de la tierra prometida: cap. 13-24.

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7. Jueces.
Jueces es el libro de la confusión; es el libro que habla sobre “la época oscura de Israel”.
La nación de Israel había abandonado a Dios (Jue.2:13), y Dios la había abandonado a
ella (Jue.2:23). Este libro nos muestra que Israel entró en un caos por no haberse
separado del mundo.

El libro de Jueces abarca desde la muerte del gran líder Josué, hasta que Saúl ascendió al
trono de Israel. Durante esa época, Dios levantó jueces en Israel, para que ellos se
encargaban de gobernarlos y de liberarlos de sus enemigos. En Jueces 17:6a leemos:
“En aquellos días no había rey en Israel...” Este libro contiene 350 años de historia de
Israel. Ya para ese tiempo, Israel se había establecido en la tierra prometida.

¡Estaba empezando una nueva era en la historia de Israel! ¿Recuerdas que los israelitas
habían sido esclavos en Egipto durante mucho tiempo, y que luego habían estado
vagando durante cuarenta años por el desierto? Durante esa época, ellos vivían en
tiendas, y vagaban en la soledad. ¡Pero ahora la marcha se había detenido! ¡Los
nómadas se habían establecido en su propia tierra! ¡Dejar de ser nómadas para
convertirse en sedentarios, no era tan fácil como pensaron! En cierta forma, el libro de
Jueces también es un libro de comienzos, como el libro de Génesis, porque habla sobre
“el nuevo comienzo de Israel”. Los israelitas tenían que adaptarse a su nueva identidad,
a una identidad de nación. Su historia desde ese momento, estaría llena de luchas, de
batallas, de problemas y desastres; pero también estaría llena de coraje y de valor.
Algunos hombres valientes se levantarían de en medio de ellos.
Aunque Israel pecó repetidamente, y en cierto modo la historia llegó a ser bastante
monótona, en cada situación en especial, Dios usó un método o instrumento diferente
para liberarlos. En la historia de cada uno de los jueces siempre hay algo peculiar. En
Israel hubo 14 jueces, que fueron: Otoniel, Aod, Samgar, Débora, Gedeón, Tola, Jair,
Jefté, Ibzán, Elón, Abdón, Samsón, Elí y Samuel. (Abimelec, no había sido llamado
para ser juez, pero usurpó ese lugar).

Entre estos jueces había tres tipos, que eran:


- los jueces guerreros, como por ejemplo Gedeón y Samsón.
- los jueces sacerdotes, tal es el caso de Elí.
- y los jueces profetas, como lo era Samuel.

Hubo jueces que también fueron líderes del pueblo, como Débora, Gedeón, Samsón y
Samuel. ¿Durante cuánto tiempo gobernaron los jueces en Israel?

En realidad no lo sabemos, pero creemos que los jueces gobernaron más o menos
durante 350 años. Lo que sí tenemos claro es que los jueces no eran simples
gobernadores. Dios los levantó de en medio de su pueblo para ser libertadores (en
muchas ocasiones tuvieron que resguardar las fronteras de sus enemigos o tuvieron que
batallar contra ellos).

Hay una frase que me llama la atención, en Jueces 17:6b, que dice: “cada uno hacía lo
que bien le parecía”. En esta época encontramos que muchos israelitas dejaron a Dios y
empezaron a adorar a los dioses de las naciones vecinas (Jue. 2:13). Olvidaron que

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Dios los había escogido para un propósito muy especial: ¡proclamar al mundo la verdad,
que no hay otro Dios fuera de Jehová, que Él es el Dios verdadero! Como consecuencia
de su pecado, Dios los entregó en manos de sus enemigos. ¡Cuando estuvieran debajo
del yugo opresor, entonces clamarían a Él pidiendo misericordia, y Él los escucharía y
los libraría, enviando juicio sobre sus enemigos! Este libro habla sobre rebelión, juicios
y miseria; pero también habla sobre liberación.

Jueces empieza hablando sobre compromiso, y termina hablando sobre confusión. Eso
es lo que experimentan todos aquellos que no se sujetan a Dios: tienen confusión.
Quizás al leer este libro pienses que el tiempo en que Israel se rebeló contra Dios fue
muy largo (100 años); pero tienes que recordar que hubo 250 años durante los cuales
fueron obedientes a Dios. Su deslealtad, aunque no muy larga, les costó muy cara.

Hay una cosa que podemos aprender del libro de Jueces, que los que vivan
desobedeciendo a Dios, progresarán muy poco durante toda su vida. El libro de
Números hace un recuento de lo que vivieron los israelitas durante los 40 años que
vagaron por el desierto. Este libro repite, una y otra vez, lo que sucede cuando uno
abandona a Dios.

Hay un gran contraste entre el contenido del libro de Josué y el contenido del libro
de Jueces. Veamos:
Josué Jueces
Alegría llanto
visión celestial visión terrenal
victoria fracaso
progreso descenso
fe incredulidad
libertad servidumbre

Una frase que te recordará todo el contenido del libro de los Jueces es la siguiente:
“Siete apostasías, siete servidumbres ante siete naciones idólatras y crueles, y siete
liberaciones”.

Los críticos de la Biblia dicen que la verdadera historia del pueblo de Dios empieza en el
tiempo de los jueces. Marcada en sus comienzos, por oscuridad, insensatez, vidas
desordenadas (sin ley) y nomadismo y, en su final, con el surgimiento de una
civilización. El hecho de que Israel no hubiera guardado la Ley, no quería decir que no
la tuviera. De igual manera, el hecho de que la gente del mundo desprecie los diez
mandamientos y deje de lado las enseñanzas de Jesucristo, no quiere decir que tales
mandamientos y enseñanzas no existan. El ser humano se engaña a sí mismo, quiere
creer que va en ascenso, mejorando, “evolucionando” pero; ¡eso no es lo que dice la
Biblia! La verdad es que más bien va en descenso.

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8. Rut.
El libro de Rut describe una dulce historia de amor, que es sumamente importante dentro
de la Biblia, no sólo porque tiene que ver con la genealogía del rey David, sino también
porque tiene que ver con la de Jesucristo (con su genealogía en cuanto a la carne). Para
darnos una idea de los que estaba sucediendo con los israelitas durante los tiempos de
anarquía, deberíamos leer el libro de Rut, junto con el primer capítulo del libro de
Jueces. No se sabe quién es el autor del libro de Rut; cuándo fue escrito; ni dónde pero,
algunos dicen que su autor podría ser Samuel. Algo interesante acerca de este libro es
que estaba escrito en un papiro aparte y era leído en la Fiesta de Pentecostés y, en el
Festival de las cosechas.

Rut fue la bisabuela del rey David. Este libro establece el linaje de David, que fue el
antecesor de Jesucristo; habla sobre el comienzo de la familia mesiánica, y sobre el
comienzo de la “nación mesiánica”, en la cual nacería el Mesías.

Hay muchas cosas interesantes en este libro. Rut era una mujer moabita. Los moabitas
eran descendientes de Lot. Eran paganos, idólatras (adoraban dioses y diosas). Dios,
con el fin de establecer la familia dentro de la cual nacería el Salvador del mundo,
escogió a una mujer pagana, la llevó a Belén, donde conoció a Booz (un pariente de
Noemí que podía redimirla, o sea, podía casarse con ella), y la casó con él. De Rut vino
el rey David, y luego nuestro Señor Jesucristo. ¿No es esto la gracia de Dios? ¡Dios
incluye a los gentiles dentro de la familia de Cristo, y los adopta como hijos! Todos
sabemos que aunque Rut era pagana, había aprendido la verdad de Dios por medio de su
esposo y de su suegra. Ella había decidido seguir a Jehová, y formar parte del pueblo de
Dios (Rut 1:16-17). ¡Su esposo Booz, era el hijo de Rahab, la prostituta de Jericó que
había sido salvada junto con toda su familia! Mira lo que dice Mateo 1:5. Según este
verso, la bisabuela del rey David era Rut, la moabita; y su bisabuelo, Booz, quien era
mitad cananeo, porque era hijo de Rahab. ¿No te sorprende que todos estos personajes
formen parte de la genealogía de Jesucristo, el Mesías?

9. 1 y 2 de Samuel.
Estos dos libros reflejan cómo Israel se transformó en una nación teocrática. O sea, una
nación dirigida, directamente, por Dios; y cómo luego se transformó en una monarquía,
cuyo rey y jefe de estado fue David.

La historia de los reyes empieza en el libro de Samuel, donde también termina el largo
período de los jueces. Cuando Samuel asumió el poder de Israel, los israelitas se
encontraban en un estado deplorable: habían rechazado de plano a Dios y clamaban por
un rey (1 S. 8:4-7). Este libro empieza hablando sobre el período de los reyes el cual
duró 500 años (desde el año 1050 al 586 a. C. aproximadamente).

Los eventos registrados en el libro de Samuel cubren un período de aproximadamente


115 años. Este libro comienza contándonos acerca de la infancia de Samuel; recorre los
años turbulentos del rey Saúl y; llega hasta el inicio del reinado de David, el rey
escogido por Dios. Con estos tres personajes, el libro describe todo lo que sucedió
durante esta época.

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Samuel fue el último de los jueces. Saúl fue el primer rey de Israel. Este libro nos lleva
al momento en que David está listo para establecer la monarquía en Israel, y Dios va a
establecer el trono de David para siempre (Salmo 89).

Todo este libro podría dividirse con estos tres nombres:


- Samuel (cap. 1 al 7)
- Saúl (cap. 8 al 15), y
- David (cap. 16 al 31).

Este libro (recordemos que I y II de Samuel formaban un solo libro) presenta la historia
de Israel por medio de atractivas biografías. ¿A quién no le gustan las historias? ¡Creo
que a todos nos han encantado las historias de 1. Samuel desde que éramos niños!
¿Verdad? ¿Quién no sabe la historia del niño Samuel (cap. 3), la historia de David y
Goliat (cap. 17) o la historia de la amistad entre David y Jonatán (cap. 18)? Aunque
Samuel escribió la mayor parte de este libro, Natán y Gad escribieron desde el capítulo
24 en adelante; eso es lo que dice en 1 Crónicas 29:29 y 1 Samuel 10:25.

En el libro de 1 de Samuel vemos la historia del rey Saúl. 2 de Samuel cuenta una parte
de la historia del rey David (2 S. 5:3), y de cómo fue establecida “la casa de David”, de
la cual nacería el Mesías. Cuando Cristo regrese a la Tierra se sentará sobre “el trono de
David”. Esto podemos leerlo en Isaías 9:7 y Lucas 1:32.

Este libro no nos cuenta toda la historia del rey David pues, su historia empieza en 1
Samuel y se extiende hasta 1 Reyes. Incluso en 1 Crónicas hay parte de la historia de
David, narrada desde un punto de vista diferente.

Es más fácil recordar el contenido de 2 Samuel si lo estudiamos como una biografía. ¡Es
definitivo que David ocupa el lugar de preeminencia en este libro! Para conocer la
biografía de David, debemos empezar leyendo 1 Samuel 16, donde se habla acerca de su
preparación y disciplina, antes de ser rey.

David, durante sus años de preparación y antes de llegar a ser rey:


- Fue pastor de ovejas. Cuando Dios lo escogió para ser rey, él era un pastor de
ovejas (1 S. 16:11-13).
- Venció a Goliat, el gigante (1 S. 17).
- Fue perseguido por Saúl (1 S. 18 hasta el final del libro).

Los hijos de Israel querían tener un rey, igual que las naciones que los rodeaban. Dios
se los dio. Primero les dio uno conforme al corazón del pueblo: a Saúl. Pero, luego, les
dio uno conforme al Suyo: David.

El contenido del libro de 2 Samuel es el siguiente:


- David es hecho rey sobre Judá (2 S. 1 al 4).
- David es hecho rey sobre todo Israel (2 S. 5 al 24).

Hay una gran bendición para aquellos que reconocen al “Ungido de Dios” (Jesucristo) y
para los que permiten que Él ocupe “el trono de su corazón”. Estas personas serán

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protegidas (2 S. 5:2); nutridas (2 S. 5:2; Sal. 23:1-2); y tendrán victoria con Cristo (2 S.
5:2).

2 Samuel 7:18-22 y 8:14-15 muestran a David en la cumbre, en su mejor época. En ese


tiempo él tenía una gran prosperidad. Estos pasajes reflejan lo que David había llegado
a ser y lo que pudo haber llegado a ser si hubiera permanecido fiel a Dios.

David era un hombre “conforme al corazón de Dios”, no porque fuera perfecto, sino
porque reconocía sus errores y los confesaba delante de Dios. Él se refugió en Dios. En
1 Juan 1:9 Dios explica lo que desea que hagamos cada vez que pecamos.

¡Ningún otro personaje de la Biblia ha sido tan interesante y versátil como David! Él
fue pastor de ovejas, músico de la corte, soldado, un verdadero amigo, capitán, rey, un
gran general, un amante padre, poeta, un pecador y un hombre de corazón quebrantado
pero, sobre todo eso, un amante de Dios. ¡Alguien que amó a Dios apasionadamente!

¡Él era como el “Robin Hood” de la Biblia! ¡Cómo disfrutamos la historia de David, sus
peleas con leones, osos y gigantes! Él era un hombre de un gran carisma; de una
personalidad sumamente poderosa. Mientras leas este libro te darás cuenta de que hay
varias cualidades de David que saltan a la vista:
- su fidelidad
- su modestia
- su paciencia
- su valor, su coraje
- su generosidad
- su veracidad
- su espíritu quebrantado en arrepentimiento

Sería bueno comparar a Saúl con David y medirlos a los dos. Ambos fueron reyes de
Israel y reinaron, casi, el mismo período de tiempo: cuarenta años. Ambos tenían el
favor del pueblo y la promesa de que Dios estaría con ellos y los respaldaría. Pero, Saúl
fue un fracasado y David un triunfador. El nombre “Saúl” es una mancha en la historia
de Israel, más el nombre “David” es honrado aún hoy en día, no sólo por los judíos, sino
también por los gentiles. ¿Por qué? ¿Por qué hubo tanta diferencia entre ambos?

Sería bueno que las encontráramos, por nuestro propio bien. ¡Estas cosas podrían
transformar nuestras vidas!

Saúl tuvo un comienzo glorioso y por mucho tiempo, todo parecía ir muy bien pero, el
éxito y la fama lo transformaron, de un hombre inseguro y con una mala imagen de sí
mismo, en un hombre sumamente orgulloso (Pr. 16:18). Durante 35 años de reinado
había sido un hombre inseguro, todo un fiasco. No se había sujetado a Dios. Y,
finalmente, se suicidó, perdió una guerra y dejó el Reino de Israel en manos de sus
enemigos (1 S. 31).

Sería bueno que revisáramos lo que sucedió entre el último capítulo de 1 Samuel y el
primer capítulo de 2 Samuel. Cuando David se dio cuenta de que su vida estaba en

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peligro, huyó de la presencia del rey Saúl pero, cometió un grave error: ¡se asoció con
los enemigos de Israel, los filisteos, en lugar de confiar en Dios! (1 S. 27). Mientras esto
sucedía, Saúl y su hijo Jonatán estaban muriendo en una forma trágica (1 S. 28-31). El
llanto de David por la muerte del rey Saúl y su duelo por él, reflejan lo que había en su
corazón. Ahora el camino estaba libre para él. Ahora David veía todo claro y sabía que
se cumpliría lo que Dios le había prometido hacía tantos años: que él se convertiría en el
rey de Israel.

El libro de 2 Samuel capta nuestra atención porque está completamente dedicado a


hablar sobre la vida de David. (En realidad, no hay división entre el primero y el
segundo libro de Samuel. Recordemos que, originalmente, estos dos libros eran uno
solo).

El primer libro de Samuel cubre desde el nacimiento y la infancia de Samuel, hasta los
últimos días de David pero, el segundo libro de Samuel no habla nada de él. Fue
dedicado, por completo, a la vida de David.

No hay ninguna otra historia que corrobore lo que dice en 2 Samuel 2 acerca del reinado
de David sobre Judá. Sin embargo, en 1 Crónicas 11 y 12, dice que los hombres de
Israel fueron a ver al rey David y le pidieron que fuera el rey de todo Israel. El rey Saúl
había sido el elegido del pueblo pero, David era el elegido de Dios.

Después de lo sucedido en Gilboa (de la muerte de Saúl y de su hijo Jonatán, quien era
el mejor amigo de David y a quien éste amaba profundamente), David decidió buscar la
dirección de Dios para saber lo que debía hacer en el futuro (2 S. 2). No le preguntó a
Dios cómo podía llegar a ser rey; lo único que le preguntó fue dónde debía ir. Dios le
dijo que se fuera a Hebrón (vs. 3). La nación de Israel necesitaba un líder pero, él no lo
sabía, simplemente, obedeció lo que Dios le dijo.

Hebrón era una de las ciudades más antiguas del mundo (Num. 13:22). Esta ciudad ya
existía en tiempos de Abraham. Cuando los israelitas conquistaron Canaán, la ciudad de
Hebrón llegó a formar parte de las posesiones de Caleb y se convirtió en una de las
ciudades de refugio (esto podemos leerlo en Josué 14:13-15; 21:11-13). Hebrón fue la
ciudad capital de David, durante siete años, cuando él reinó sobre Judá. Esto hizo que la
ciudad de Hebrón se convirtiera en una ciudad muy importante y fortificada. Era, en
realidad, una ciudad muy “conveniente” como capital, porque los filisteos estaban de un
lado y los seguidores de Saúl del otro lado.

Aunque Saúl estaba persiguiendo a David para matarlo, éste le perdonó la vida. Al
salvarle la vida a Saúl, David actuó como un rey. ¡Él no estaba apurado! Estaba
dispuesto a esperar que Dios le dijera cuándo podría reinar (1 S. 26). David estaba en la
cumbre; estaba llegando al final de su entrenamiento; su prueba estaba pronta a terminar.
Sin embargo, el diablo le hizo caer. Al diablo le encanta hacer caer a los que están en lo
más alto pues, su caída es mucho más fuerte. Después de su experiencia con Saúl,
David pasó por uno de los períodos más tristes de toda su vida y permaneció, así,
durante casi un año y medio (1 S. 27). Él bajó de la montaña más alta (donde había
obtenido victoria espiritual) al valle del fracaso y, deliberadamente, decidió quedarse

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allí. David se sintió débil y desanimado por mucho tiempo. Lo interesante en esta
historia es que en cuanto David decidió regresar al Señor, Él le respondió, lo guió hacia
donde tenía que ir y le dio la victoria sobre sus enemigos. ¡Dios respondió rápidamente,
convirtiéndolo en rey, poco tiempo después!

La fe de David había flaqueado. ¡Había dejado a su pueblo y su país para irse a vivir con
sus enemigos!

¡Había perdido las esperanzas de sobrevivir a la persecución del rey Saúl! Creía que no
podría escapar de su mano y pensaba que si escapaba, no sobreviviría. Por esta razón se
unió a Aquis, rey de Gat, el cual le dio la ciudad de Siclag para que viviera él, y su
familia (1 S. 27:1-7).

Con tal de ganar el favor de Aquis, David mintió: dijo que él había atacado a la gente de
Judá. Pero eso no era cierto. Esta mentira trajo una gran calamidad sobre él. Por
último, llegó a sentirse tan angustiado, que se volvió a Dios (1 S. 30:6), oró a Él de
nuevo pidiendo dirección. Dios le respondió de inmediato y le dio una gran victoria (1
S. 30).

Mira lo que sucedió con David y lo que sucedió con Saúl después de que ellos pecaron.
Saúl pecó pero, no se arrepintió y murió así. Además arrastró a toda su familia con él (1
S. 31:3-7). David sí se arrepintió de su pecados. Esa fue la razón por la que Dios le dio
la victoria sobre sus enemigos. ¡Muchos son salvos el día de hoy gracias a David! (1 S.
30:17-20). Todos nosotros los pecadores calzamos en alguna de estas dos categorías: o
en el grupo de los que nunca se arrepienten, en el grupo de los que se arrepienten, y se
apartan del pecado. ¿Qué final quieres para tu vida? ¿El final de Saúl o el final de
David?

Recordemos que mientras David estaba aún en Siclag, la tierra de los enemigos de
Israel, David le preguntó a Dios qué debía hacer para salir de todo ese embrollo en que
estaba metido. No le preguntó nunca qué debía hacer para convertirse en el rey de Israel
(2 S. 2:1). El Señor le dijo que se fuera a Hebrón y él, simplemente, obedeció: se fue a
Hebrón. Mientras estaba allí, los hombres de Judá lo hicieron su rey. Estudia los
acontecimientos que tuvieron lugar desde 2 Samuel 2:2 hasta el 4:12. Verás que
durante el tiempo en que David era el rey de Judá, Israel estaba librando fuertes batallas,
pero aunque Israel estaba viviendo guerras civiles, revueltas, e intriga, David no levantó
ni un solo dedo para defender al Reino de Israel. Él no hizo nada para ser escogido
como rey de Israel, y a pesar de ello, siete años y medio después de haber subido al
trono de Judá, se convirtió en el rey de todo Israel.

¿Crees que el triunfo de David era seguro? Sí. ¿Por qué? Porque David no había
escogido su propio camino, como lo había hecho Saúl, sino el camino de Dios. Por eso
la Biblia dice que él era “un hombre conforme al corazón de Dios”. Nota que aún
después de la muerte de Saúl, David no hizo ningún esfuerzo para tomar el reino de
Israel, ¡no lo tomó por la fuerza, se lo dieron! Sus opositores iban debilitándose cada
vez más, mientras que la causa de David cada vez se hacía más fuerte. Después de que
la tribu de Judá lo nombró rey, tuvieron que pasar siete años y medio antes de que todo

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Israel lo aceptara como su rey. David sabía que la voluntad de Dios era que él reinara
sobre Israel pero, aún así, estuvo dispuesto a esperar. ¡No se apresuró, no se adelantó!

Mientras algunos se someten a sus autoridades y crecen, otros son obstinados y no


aceptan ser dirigidos por los demás. Lo que aprendemos del fracaso de Saúl y del éxito
de David, es que la vida es la única garantía de éxito que tenemos. La única forma en
que un ser humano puede tener éxito es entregando su vida al Señor.

10. 1 y 2 de Reyes.
Estos dos libros continúan con la narración de la historia de Israel. Narran desde la
muerte de David hasta la caída de Jerusalén, en el año 586 a.C. Además, hablan sobre el
surgimiento de los profetas, que era algo tan importante.

En el original hebreo (el idioma en que fueron escritos estos libros) 1 y 2 de Reyes eran
un solo libro, igual que 1 y 2 Samuel y 1 y 2 de Crónicas. Sin embargo al ser traducidos
al idioma griego, fueron divididos por los traductores. La razón fue porque el griego
requiere una tercera parte más de espacio que el hebreo y los rollos o papiros en los que
eran escritos los libros no alcanzaban, por eso tuvieron que dividirlos en dos partes.

El libro de Reyes fue escrito cuando el primer templo estaba en pie. Este libro es la
continuación del libro de Samuel. Como su nombre lo sugiere, habla sobre los reyes de
Israel y de Judá. Incluye el reinado de Salomón, y el de los reyes de Judá y de Israel que
vinieron después de él. El Reino del sur (Judá) tuvo veinte reyes en total y el del norte
(Israel) tuvo diecinueve. En total, este libro contiene 400 años de historia: desde el
surgimiento del Reino de Israel hasta su caída. Todos sabemos que el Reino de Israel se
dividió y, también, sabemos que los habitantes de Israel y los de Judá fueron llevados
cautivos.

Este libro es el libro de historia más importante del mundo. Cada día los historiadores
los consultan, porque en el mundo no existe otro registro acerca de esta época. Al
principio, puede ser que las historias de este libro te suenen un poco “secas” pero, la vida
de los reyes y sus historias te probarán que:
- Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34).
- Cuando lo que somos y tenemos está en el altar, no tenemos que esperar que
baje el fuego de Dios, porque ya estará allí (1 Reyes 18:38). ¿Cuál es el
significado espiritual de esto?
- La cautividad vino como consecuencia de la desobediencia de los israelitas (Dt.
28: 49-68). Fue profetizada mucho antes de que sucediera. ¿Qué había dicho
el Señor que le sucedería a aquellos que lo olvidaran y lo abandonaran?

El libro de Reyes empieza con el rey David y termina con el rey de Babilonia. Empieza
hablando sobre la construcción del templo y termina hablando sobre la destrucción del
templo.
Empieza hablando sobre el primer sucesor del trono de David, Salomón y termina
hablando sobre el último sucesor del trono de David, Joaquín (quien fuera liberado,
luego de estar cautivo, en Babilonia, durante mucho tiempo).

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Recuerda que estos libros cubren, prácticamente la historia de todos los reyes que hubo
en el pueblo de Dios. Con el rey Salomón, Israel llegó a su cúspide, a la plenitud de su
grandeza. Pero con su muerte, se acabó su sucesión. Esta situación fue la que Dios
aprovechó para gobernar a su pueblo. Fue entonces cuando vino el período de los
profetas, el cual empezó con el gran profeta Elías. 1 de Reyes nos cuenta la historia de
este profeta. Luego viene la historia del profeta Eliseo, en 2 de Reyes. En este libro es
muy evidente la decadencia de Israel y de Judá que fue una de las causas de su
cautiverio.

11. 1 y 2 de Crónicas.
Estos dos libros en cierta manera repiten la historia contada en el libro de Reyes pero,
desde un punto de vista diferente; el punto de vista de un sacerdote del Antiguo
Testamento.

Por medio de libros como el de Crónicas conocernos la historia de la nación de Israel.


Fue por medio de esta nación que vino nuestro Salvador Jesucristo a la Tierra. Dios
escogió a este pueblo para cumplir sus maravillosas promesas y propósitos. Aunque
ellos hayan rechazado la salvación de Dios, Él continúa siendo su Dios (Ro. 1:1). El
Señor aún tiene muchos planes para ellos.

2 de Crónicas es un libro que habla sobre algunos de los avivamientos que hubo en
Judá. Los avivamientos que tuvieron lugar en el Antiguo Testamento fueron el de:
- Asa - 2 Cr. 15
- Josafat - 2 Cr. 20
- Joás – 2 Cr. 23-24
- Ezequías – 2 Cr. 29-31 y
- Josías – 2 Cr. 35

En Reyes y en Crónicas, Jesucristo es el Rey.

12. Esdras y Nehemías


Estos dos libros fueron escritos para explicar lo que sucedió con el pueblo de Judá
después de la cautividad. Sabemos que los judíos estuvieron setenta años en el exilio en
Babilonia, y que luego, el rey Ciro les permitió regresar a su tierra. En ese tiempo,
muchos partieron hacia Jerusalén con el fin de edificar su ciudad la cual había sido
destruida.

Los libros de Esdras y Nehemías contienen muchas verdades espirituales acerca de la


lealtad y la fidelidad que deberían tener todos los que sirven a Dios. Además narra uno
de los acontecimientos más importantes de la historia de los judíos: el regreso del
cautiverio. Estos dos libros juntos cubren más o menos cien años de historia. Antes de
ser traducidos al griego, Esdras y Nehemías eran un solo libro; y así es como aparecen
aún hoy en día en la Biblia hebrea, lo mismo que Samuel y Reyes.

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Notemos que ambos libros (Esdras y Nehemías) tienen varias cosas en común, a saber:
- Empiezan hablando de Persia y terminan hablando de Jerusalén.
- Se desarrollan alrededor del siervo de Dios que los escribió.
- Empiezan hablando sobre un decreto del rey de Persia.
- El tema principal es la construcción.
- Poseen una larga oración de arrepentimiento, de humillación, y de confesión, en
su capítulo 9.
- Empiezan y terminan hablando sobre la purificación del pueblo.

Los versos claves de estos libros son: Esdras 7: 10 y Nehemías 6:3.

Aunque, a veces, parece que Dios se tarda en cumplir sus propósitos y planes, Él nunca
los abandona, nunca los deja pasar (Neh. 1:8). Esdras y Nehemías cuentan que Dios
“recordó a su pueblo”, y “los trajo de vuelta a su tierra”, luego de un largo exilio. El
profeta Jeremías profetizó que la cautividad de los judíos duraría setenta años (Jer.
29:10-13).

Durante el tiempo de la cautividad, Jeremías y Ezequiel le dijeron a los judíos que un día
el Señor los restauraría y regresarían a su propia tierra, a reedificar Jerusalén. El libro de
Reyes termina hablando sobre la cautividad del reino del norte (Israel) y la del reino del
sur (Judá). Recordemos que Israel fue llevada cautiva por los asirios y nunca regresó;
aún no se sabe qué sucedió con ellos pero, Judá, a pesar de haber sido llevada cautiva
por los babilonios, sí regresó a su tierra.

Daniel fue llevado cautivo a Babilonia, junto con el pueblo de Judá. El último incidente
que se narra en el libro de Daniel es la historia del foso de los leones (Dn. 6.16-24).
Este suceso tuvo lugar unos diez años antes de que Ciro se convirtiera en el rey de
Babilonia y antes de que él permitiera que los judíos regresaran a su tierra. Para ese
entonces, Daniel ya era un hombre bastante mayor.

La reconstrucción de la “vida nacional” de Judá tardó unos 100 años. Hubo dos
períodos de esta época que fueron sumamente importantes:
- Los veinte años que pasaron, desde “el primer año de Ciro” hasta “el sexto año
de Darío” (537 al 517 a.C.), cuando el gobernador Zorobabel y el sacerdote
Josué se levantaron de en medio del pueblo y se dirigieron hacia Jerusalén a
reedificar el templo. Para poder entender bien este período, hay que leer
Esdras 1 al 6; los libros de Zacarías y Hageo; la genealogía que aparece
desde 1 Crónicas 1:1 hasta el 9:44; los dos últimos versículos de 2
Crónicas; el Salmo 126 y el Salmo 137; y todo lo que se refiere al rey Ciro
desde Isaías 44:23 hasta el 45:8.

- Los veinticinco años que pasaron desde que el gobernador Nehemías y el


sacerdote Esdras empezaran a reconstruir los muros de Jerusalén y restaurar la
ciudad (del año 458 al 433 a.C.). Malaquías era profeta en esa época.

El libro de Esdras habla sobre ambos períodos; y Nehemías habla sobre el segundo
período. O sea, sobre la reconstrucción de los muros.

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El libro de Esdras mira hacia el pasado y hacia el futuro:
- Si miramos hacia el pasado, podríamos decir que el regreso del cautiverio es
como “un segundo éxodo”. El primer éxodo, como todos recordaremos, fue el
de Egipto. El segundo éxodo fue el de Babilonia. Durante este tiempo, Esdras
ocupó el lugar de liderazgo que Moisés ocupó durante el primer éxodo. Él, al
igual que Moisés, fue un escritor inspirado y un líder de una gran firmeza.
Ambos hombres (Esdras y Moisés) fueron excelentes organizadores y maestros,
y dieron una ley. Ambos fueron usados por Dios para cumplir sus propósitos, y
para liberar a los cautivos de la esclavitud. Ambos trataron a Israel con
firmeza. Pero también, con misericordia.

- Si miramos hacia el futuro, hay un evento que podría compararse con el


“segundo éxodo” que es cuando los peregrinos desembarcaron en los Estados
Unidos, en una playa hostil y, en un día oscuro. Esto se parece a lo que
sintieron los israelitas al salir de Babilonia y regresar a su tierra en ruinas, vacía
y hostil. Sin embargo, Dios les dio el impulso para reconstruir su ciudad. A fin
de cuentas, era su ciudad, y aún estaba allí, aunque estuviera en ruinas. Lo
mismo se repitió cuando los judíos que estaban dispersos por todo el mundo
regresaron a su propia tierra y formaron una nación en 1948. ¡Y Dios lo hará
de nuevo! ¡Él levantará a Sión de entre las ruinas!

Las diez tribus de Israel (el reino del norte) fueron llevadas cautivas por los asirios (2 R.
17) pero, ¡nunca regresaron a su hogar!
Luego Judá (las dos tribus del sur, Benjamín y Judá,) fueron llevadas cautivas por los
babilonios (2 R. 25). Estas sí regresaron a su tierra y fueron restauradas bajo el Imperio
Persa. Los babilonios que los tenían cautivos fueron conquistados por los Medas y los
Persas. Podríamos resumir todos los acontecimientos de la siguiente manera:
- En el año 537 a. C. los primeros judíos que salieron de Babilonia regresaron a
Jerusalén.
- En el 516 a.C. el templo fue restaurado.
- En el año 479 a.C. Ester se convirtió en la reina del Imperio Persa (esposa del
rey Asuero de Persia).
- En el año 458 a.C. Esdras guió la segunda compañía de judíos de Babilonia a
Jerusalén.
- En el año 445 a.C. Nehemías reconstruyó los muros de Jerusalén.

13. Ester.
Este pequeño libro describe lo que estaban pasando los israelitas durante el cautiverio.
También nos enseña que la voluntad de Dios siempre se cumple ¡Dios siempre se sale
con la suya!

Supongo que ya habrás escuchado hablar sobre el rey de Persia, el Gran Artajerjes,
conocido en la Biblia como Asuero. Este rey peleó contra los griegos en Salamis, en el
año 480 a.C., y fue vencido. Los griegos derrotaron a la maravillosa flota de Asuero.
Los historiadores dicen que la batalla de Salamis fue una de las más importantes del
mundo. Según los escritos de Heródoto, la fiesta a la cual se refiere el primer capítulo

42
de Ester, (que tuvo lugar en el año tercero del reinado de Asuero), era una fiesta donde
los persas festejaban su próximo ataque contra los griegos. Ellos estaban celebrando de
antemano que Persia pronto atacaría a Grecia y la vencería. Pero no fue así. Cuando
Ester reemplazó a Vasti, convirtiéndose en la esposa de Asuero y reina de Persia, él
estaba buscando consuelo, porque había sido derrotado por los griegos. El rey Asuero se
casó con Ester en el sétimo año de su reinado (Esd. 2:16).

En medio de este período tan importante de la historia, transcurre la historia de Ester.


Aunque en este libro no se menciona el nombre de Dios, cada página de esta narración
está llena de Dios, es como si Él estuviera “escondido detrás de cada palabra”. Alguien
dijo que este libro debería llamarse “el libro del romance divino”. Existe una verdad
definitiva: Dios tiene que ver directamente con la historia de la raza humana. Aunque el
famoso cosmonauta Yuri Gangarin (1934-1968), quien fuera el primer hombre en
caminar por el espacio, se burló de la existencia de Dios y alegó “no haber visto a Dios
en el espacio”, nunca podrá separar a Dios de su creación; Israel tampoco pudo hacerlo.

Dios no permitió que Israel desapareciera por completo de la faz de la tierra; y ¡no lo
permitirá en el futuro! Él los siguió a Babilonia y estuvo con ellos durante su cautiverio.
Aún cuando los profetas estuvieron callados y el templo cerrado, Él estaba allí,
guardándoles. Mientras los reyes de la tierra celebraban sus fiestas, Dios estaba
“moviendo las piezas” para que ellos tuvieran el juicio que merecían y para mostrar su
gloria a Israel.

Este libro empieza hablando sobre una fiesta que el rey Asuero celebró en honor a sus
príncipes, gobernadores y la gente más poderosa de su reino; y termina hablando sobre
la fiesta que celebró en honor a Mardoqueo. Por un breve momento, Amán es exaltado
por el rey pero, al final de la historia, el exaltado es Mardoqueo. Ester, José y David,
fueron personajes que Dios tenía “escondidos” para llevar a cabo su plan. Él escondió a
José en un calabozo en Egipto y cuando estuvo listo para cumplir con sus planes, lo sacó
de allí y lo colocó en un lugar de autoridad, convirtiéndolo en el primer ministro de ese
país. ¡Dios siempre tiene algo reservado en la bodega! ¡Siempre cumple sus propósitos!
A veces es un hombre como José o como Moisés y, a veces, es una mujer como Ana,
Ester o María. Él llamó a hombres como Martín Lutero y Abraham Lincoln o como
Billy Graham, a quien continúa usando, poderosamente, en nuestros días.

La joven Ester sobresalió de entre todas las mujeres porque era la elegida de Dios. Ella
se caracterizaba por ser una mujer muy dulce, agradable y atractiva. Sin embargo Ester
llegó al trono por una razón muy especial. Veamos cuál era esa razón en Ester 4:14.
Esta mujer estuvo dispuesta aún a morir, con tal de llevar a cabo el plan de Dios para su
vida: salvar a su pueblo de la muerte. Ester dijo: “... y si perezco, que perezca” Ester
4:16c.

Dos mujeres en la historia “unieron sus fuerzas” a favor de su pueblo: Rut, quien fue la
antecesora del rey David y, por tanto, la antecesora del Libertador de su pueblo:
Jesucristo y Ester, quien salvó a su pueblo, a la nación de la cual vendría el Libertador a
este mundo. ¡Dios guardó al pueblo de Israel con el propósito de bendecir a todo el
mundo! ¡Ellos no podían ser eliminados, porque el Salvador del mundo vendría por

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medio de ellos! Dios cumplió la promesa que le había hecho a Abraham: preservó la
nación de Israel.

¿En qué período de la historia fue escrito el libro de Ester, y quién es su autor? Eso es
algo que desconocemos. ¿En que época de la historia se sitúa este libro? Podríamos
situar esta historia entre los capítulos 6 y 7 del libro de Esdras. Para ese momento de la
historia, muy pocos judíos habían regresado a su tierra después de conocer el edicto del
rey Ciro (se marcharon solo unos 50.000 de ellos). Esto quiere decir que la mayoría de
ellos aún se encontraban en Babilonia. Muchos judíos, incluso, habían nacido en
Babilonia y, los que se habían establecido allí, ya tenían sus propios negocios.
La verdad es que muchos de ellos ni siquiera estaban dispuestos a cruzar el desierto para
empezar de nuevo en la tierra de sus padres. No les interesaba. Si todos los judíos se
hubieran regresado a su ciudad, Jerusalén, el libro de Ester no habría sido escrito. El
libro de Ester es “el libro de una pobre huérfana judía que se convirtió en la reina de
Persia”. Los dos únicos libros de la Biblia que llevan el nombre de una mujer son: el
libro de Rut y el libro de Ester. El nombre “Ester” significa “estrella”.

Los eventos principales de este libro giran alrededor de varias fiestas:


- La del rey Asuero (Est. 1 y 2).
- La de Ester (Est. 7).
- La de Purim (Est. 9).

C. PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR EN LOS LIBROS


POÉTICOS.

Luego del libro de Ester vienen los “libros poéticos”. Estos libros fueron escritos en una forma
poética. En nuestras versiones castellanas de la Biblia no pareciera que hubiera sido así porque,
estos libros no fueron traducidos en forma poética. Las versiones revisadas de la Biblia son un
poco más poéticas que las otras pero, no mucho.

Los libros poéticos tratan con la parte “interna” del ser humano. Es decir tienen que ver con sus
sentimientos, pensamientos, alegrías, llantos, tristezas, esperanza, sueños, y temores. En otras
palabras, hablan un idioma universal.

1. Job.
Este libro nos enseña cómo enfrentar las vicisitudes de la vida. Job es un ejemplo para
nosotros por su fe, su paciencia y su confianza en Dios.

Podríamos decir que la palabra clave de este libro es la palabra “probado”. Las pruebas
y el sufrimiento nos educan, nos entrenan para enfrentar el futuro. Los que entrenan a
los atletas no los hacen entrenar por castigo, sino para prepararlos para la carrera o para
las competencias. ¡Cristo nos está preparando para la carrera que está delante de
nosotros! (Hebreos 12:1 y 2).

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Uno de los poetas más notables del siglo XIX, Lord Tennyson (1809-1892), dijo de Job
lo siguiente: “Job es el más grande poeta de la literatura antigua y moderna”. El libro
de Job fue escrito durante la época de los patriarcas. Por lo que sabemos, este es uno de
los libros (terminados por completo) más antiguos que haya sido conservado; por eso,
es un tesoro de la literatura. ¡Este libro no sólo es uno de los libros más antiguos de la
Biblia sino que podría ser el más antiguo de todos! La Palabra de Dios afirma que Job
era una persona real. Dios corroboró la existencia de Job por medio del profeta Ezequiel
(Ez. 14:14). Quien dude la existencia de Job, también debería dudar la existencia de
Noé y de Daniel.
Es un hecho que los libros más antiguos tuvieron que lidiar con los problemas más
antiguos de la raza humana. Hay algo que todos los hombres, desde los más antiguos
hasta los más contemporáneos, nos hemos preguntado alguna vez, y eso es: ¿por qué
sufren los hijos de Dios? Pues, precisamente, éste es el tema de Job. El ser humano
siempre le ha preguntado a Dios por qué permite que les sucedan cosas malas a los hijos
de Dios. ¿Te lo has preguntado alguna vez? ¿Te has preguntado por qué aquel siervo de
Dios murió de cáncer o por un accidente trágico o por qué fue asesinado? ¿Por qué hay
hijos de Dios que por haber sufrido algún accidente o enfermedad ahora están
confinados a una cama? El drama de Job presenta la solución a todos los problemas.
Nosotros creemos que Dios tiene la respuesta a todas nuestras preguntas.

La verdad es que es normal sentirse confundido por todas estas cosas. ¿Recuerdas que
los discípulos de Jesucristo creían que todos los que sufrían una enfermedad estaban
“pagando” por sus pecados o por los pecados de sus padres? (Jn. 9:2). ¡El libro de Job
nos enseña una razón muy diferente para el sufrimiento! En este caso, Job estaba siendo
honrado por Dios. ¿Honrado por Dios? Sí. Dios confiaba en que Job sería fiel a Él a
pesar de todo, por eso permitió que el diablo lo probara.

La historia de Job es simple. Empieza con una escena en el cielo y, luego, cuenta lo que
le pasó a Job, de cómo después de tener una gran prosperidad llegó a caer en una
pobreza extrema. Esta escena es seguida por una gran discusión entre Job y sus amigos:
Elifaz temanita, el religioso dogmático que era el más parecido a un fariseo; Bildad
suhita, quien pensó en consolar a Job con sus palabrerías; y Zofar naamanita, quien creía
tener mucha sabiduría (Job 2, 8, 11, 15, 18, 20, 22, 25). Más adelante viene una escena
con Eliú, hijo de Baraquel, un joven arrogante que exhortó a Job (Job 32 al 38). Y
finalmente, se presenta el clímax del capítulo, cuando habla Dios mismo. Luego de esto,
Job responde con un espíritu humilde y, entonces, el problema es resuelto para siempre.

Al estudiar el libro de Job encontramos lo siguiente:


- El punto de vista del diablo era completamente falso y distorsionado. Satanás
piensa que nosotros, los hijos de Dios, amamos y servimos a Dios porque Él
nos da riquezas y honor (Job 1:1 al 2:8). Satanás le dijo a Dios que la piedad
de Job no era más que egoísmo; que él le servía porque sacaba de ello mucho
provecho pues, Él le daba muchas cosas pero, que en cuanto se acabara su
prosperidad, se acabarían también su fe y su piedad. Dios permitió que Satanás
probara a Job, porque confiaba en él (Job 2:6).

45
- El punto de vista de Elifaz, Bildad y Zofar era casi tan falso como el de
Satanás. Los amigos de Job, que estaban de acuerdo entre ellos, creían que Job
estaba sufriendo por causa de sus pecados. Ellos pensaban que sólo los injustos
sufren, y que los justos no sufren, sino que son recompensados. Luego de
razonar un poco llegaron a la conclusión de que Job había pecado y, por eso,
estaba recibiendo todos esos castigos. ¡Si Job estaba sufriendo tanto, tenía que
ser porque él era un gran pecador! Mira lo que ellos le dijeron a Job:
“Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido
destruidos los justos?” Job 4:7. La versión inglesa dice: “...¿Quién ha
padecido siendo inocente?” A pesar de sus palabras, Job sabía que su corazón
era recto para con Dios, y por eso no podía aceptar las acusaciones de sus
amigos. Él les demostró que sus conclusiones eran falsas y que los malos,
frecuentemente, prosperan en este mundo (Job 24:6).

- El caso de Eliú fue un poco diferente. Él le dio a Job una respuesta más justa;
sin embargo, estaba lleno de orgullo y se jactó mucho delante de Job. Él
defendió a Dios, y vio las cosas que le estaban sucediendo a Job como “un
castigo de padre amante”, como la disciplina de Dios. No obstante, ninguno de
sus argumentos explicaron por qué Job estaba sufriendo tanto. Eliú argumentó
que Dios usa el sufrimiento para “atraer a sus hijos más cerca de Él”, para que
regresen y tengan de nuevo comunión con Él. Eliú creía que el sufrimiento
tenía como objetivo “guardarnos del pecado”.

- Dios le explicó a Job (le reveló a Job) que cuando los hombres se acercan a Él
siempre sucede algo. Los justos sufren para que puedan verse a sí mismos tal y
como son. Lee lo que dice en Is. 6:1-5; Gn.17:1-3; Dn.10:4-8. Cuando
llegamos al fin de nosotros mismos es cuando Dios puede exaltarnos. Antes de
que Job pasara por todo lo que pasó, él pensaba que él era un buen hombre.
Lee también lo que dice en Job 29:1-25. ¿Te diste cuenta la cantidad de veces
que él dice las palabras “Yo”, me, mi, conmigo, y mí” en esos versículos? ¡Son
cincuenta y dos veces en total! Esto me recuerda lo que dice en Romanos 7.

Dios tiene una razón muy sabia para todo sufrimiento. Él quiere mostrarles a los seres
humanos su gran sabiduría (Ef. 3:10). Él quiere poner a prueba nuestra fe, “porque la
prueba de nuestra fe produce paciencia”. Él quiere sacar el oro que hay dentro de
nosotros, y para eso debe usar el fuego. Él quiere que aprendamos a ser verdaderos
cristianos. Recordemos que “en el cielo tenemos una gran nube de testigos que miran
nuestro conflicto” (He. 12:1).

Hay muchas escrituras en el Nuevo Testamento que hablan sobre el sufrimiento,


especialmente sobre el sufrimiento de Jesucristo en la cruz. ¡En el Nuevo Testamento
encontramos al hombre más justo de todo el mundo sufriendo como ninguna otra
persona haya sufrido jamás! Hoy sabemos que tanto los justos como los injustos sufren
porque este mundo está lleno de maldad, de pecado y de miseria. Sabemos que existen
consecuencias naturales del pecado, y que tanto los buenos como los malos reciben esas
consecuencias. Hemos notado que a veces el castigo nos corrige y nos entrena. Muchos
cristianos han tenido que sufrir por causa de Cristo, por causa del Evangelio.

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Los amigos de Job llegaron a la conclusión de que Job tenía que haber pecado mucho
para recibir tan grande castigo. Pero ¿cuál era el concepto que Job tenía de Dios? Antes
de que le vinieran tantas calamidades, la Biblia nos dice que él “sacrificaba animales a
Dios por el pecado de sus hijos” (Job 1:5). En realidad Job era un hombre que
caminaba en integridad delante de Dios.

Job tenía una conciencia recta delante de Dios. Él sabía que su corazón era recto, y que
por eso no podía aceptar las acusaciones de sus amigos. Finalmente, pudo mostrarles a
sus amigos que sus conclusiones estaban erradas ya que, había muchas personas
malvadas que vivían prósperamente (Job 24:6).

Dios confiaba en Job y sabía que él era veraz pero, aún así, permitió que pasara por esa
gran prueba y permitió que sufriera. Porque amaba a Job permitió que fuera castigado
(He. 12:6). Estando en angustia, Job se dio cuenta que sólo el oro es probado mediante
el fuego y permanece; que todo lo demás es consumido por él. Se dio cuenta que si él
tenía prosperidad y estaba en la cima, sería tentado a confiar en sí mismo, y a pensar que
todo lo que tenía lo había conseguido por su propio esfuerzo; y podría olvidarse que todo
lo que tenía provenía de Dios. Dios no nos da grandes bendiciones para complacer
nuestro ego.

¡Job nunca se había dado cuenta cómo era él mismo, hasta que vio a Dios! ¡Esa es la
verdad! ¡No sabemos quienes somos, hasta que nos encontramos con Dios! Mira lo que
le sucedió a Isaías cuando vio a Dios (Is. 6:1-9).

Dios siguió tratando con Job hasta que éste llegó al fin de sí mismo (Job 42:3-6).
Entonces se transformó en un hombre castigado, un dulce siervo (ya había sido
“suavizado”). Dios entonces le devolvió todo lo que le fue quitado, y se lo multiplicó al
doble: le dio dos veces la cantidad de ovejas, bueyes, burros y camellos que había
tenido antes y, también, le dio hijos e hijas. Job se regocijó con todo ello. Entonces
dejó de hacer preguntas y afirmó lo siguiente: “Yo sé que mi redentor vive, y al fin se
levantará sobre el polvo; y después de deshecha mi piel, en mi carne he de ver a
Dios”. Job 19:25-26.

La visión de Job acerca del futuro ahora era clara y no incierta, como había sido en el
pasado.

2. Salmos.
El libro de los Salmos contiene una colección de 150 canciones muy inspiradoras que
usaba la gente del Antiguo Testamento para adorar a Dios. Estas canciones no sólo
fueron muy gustadas durante el tiempo del A. T. sino que han sido gustadas por el
pueblo de Dios en todo el mundo, se han cantado a través de los siglos, y se han
convertido en una guía para adorar a Dios y rendirle devoción.

“Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra


salvación”. Salmo 95:1. En este verso vemos el libro de los Salmos en todo su

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panorama. Sin duda alguna, el libro de los Salmos es el libro favorito del Antiguo
Testamento. A todos les gustan los Salmos. Cada salmo es la expresión de un alma
tocada por Dios, de una persona que ha tenido una experiencia con Dios.

El título de este libro en hebreo es “Alabanza”, o “libro de alabanzas”. Esto indica que
este libro contiene alabanza, adoración y oraciones a Dios. El título “Salmo” fue
tomado del idioma griego. Los cristianos no lo llamaban así, sino que solían llamarlo el
“Salterio”.

Podríamos decir que el libro de los Salmos es el libro de “himnos nacionales de Israel”.
Este libro contiene 150 poemas musicalizados. La adoración es el tema principal del
libro. Los Salmos glorifican y magnifican al Señor, exaltan sus virtudes y atributos,
proclaman sus nombres, alaban su Palabra y su bondad. Todos los seres humanos y
todos los cristianos hemos sentido alegría o dolor y, hemos experimentado victorias y
fracasos como las que expresan los Salmos.

Una cosa interesante acerca del libro de los Salmos es que está lleno de Cristo. Los
Salmos describen lo que Cristo experimentó durante su vida terrenal. Además describen
muy bien cosas que el ser humano experimenta, como el sufrimiento y la muerte.
Jesucristo afirmó que los Salmos hablaban acerca de Él. Él dijo: “... que era necesario
que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en
los salmos”. Lucas 24:44. A continuación doy una lista de algunas de las
características del Mesías escritas en el libro de los Salmos y que Jesucristo cumplió:
- El oficio profético, que se encuentra en el Salmo 22:22.
- El sacerdocio, que está en el Salmo 40:6,8; 22; 49 y en el 110.
- El oficio de rey, que se encuentra en el Salmo 2; 21; 45 y 72.
- Sus sufrimientos, que son descritos en el Salmos 22 y el 69.
- Su resurrección, que aparece en el Salmo 16.

Una de las cosas que habíamos estudiado en uno de los cursos anteriores, es que los
Salmos pueden clasificarse por temas. Por ejemplo, existen:
- los salmos de instrucción o enseñanza, Salmos 1; 19 y 39.
- los salmos de alabanza, Salmo 8; 29; 93; y 100.
- los salmos de gratitud, Salmo 30; 65; 103; 107; 116.
- salmos de confianza, como Salmo 3; 27; 31; 46; 56; 62; 86.
- salmos de arrepentimiento, como Salmo 6;32; 38; 51; 102; 130; 143.
- salmos de angustia, Salmo 4; 13; 55; 64; 88.
- salmos de esperanza, Salmo 42; 63; 80; 84; 137.
- salmos históricos, Salmo 78; 105; 106.
- salmos proféticos (mesiánicos), Salmo 2; 16; 22; 24; 40; 45; 68; 69; 72; 97;
110; 118.

Mucha gente que conoce muy poco sobre la Biblia llama a este libro: “el libro de los
Salmos de David”. Todos sabemos, si bien es cierto, que David fue el mayor autor de
los salmos, no fue su único autor. Recordemos que a David se le atribuyen setenta y tres
de los salmos, y el resto a otros compositores; hay incluso 50 de ellos que son anónimos.
El Salmo 90 fue escrito por Moisés. Dos salmos de esta colección fueron escritos por

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Salomón. También Asaf, el director del coro de David, compuso salmos; la familia de
Coré que era una familia de músicos oficiales, compuso varios de éstos y, a Hemán y
Jedutún se les atribuyen también algunos de estos salmos.

3 Proverbios.
Este libro contiene una colección de frases sabias que tienen que ver con las cosas
importantes de la vida. “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que
obtiene la inteligencia”. Proverbios 3: 13.

Proverbios es un libro poético. Los libros poéticos no llevan ese nombre porque
contengan historias fantásticas o ficticias, sino por la forma en que fueron escritos. Son
libros escritos poéticamente. La poesía hebrea no tiene métrica ni ritmo, como nuestra
poesía; es muy diferente. En este caso, en especial, expresa un mismo pensamiento en
forma repetitiva, usando diferentes palabras cada vez.

El libro de Proverbios nos enseña que la piedad es práctica. Este libro menciona todas
las cosas importantes de la vida: habla de nuestro compromiso con Dios, con nuestros
amigos y vecinos, con nuestros padres e hijos; y de nuestras obligaciones como
ciudadanos.

Los judíos comparaban el Libro de Proverbios, el de Eclesiastés, y el de Cantares con el


Templo.
Decían, por ejemplo, que el libro de Proverbios era como “los atrios del templo”;
Eclesiastés como el Lugar Santo y Cantares como el Lugar Santísimo.

Recordemos que el altar de sacrificio y el lavacro estaban ubicados en los atrios del
Templo. Si leemos el libro de Proverbios con un corazón limpio y una mente
santificada, es seguro que sacaremos mucho provecho de éste.

Proverbios es un libro que habla sobre las cosas prácticas de la vida y que nos enseña a
vivir nuestra vida cotidiana. Nos muestra cómo vive la gente común, una vez fuera del
templo; nos enseña cómo es su vida cotidiana. ¡Es evidente que el autor, Salomón,
escribía mucho más sabiamente de cómo vivía! Él escribió este libro 400 años antes de
que existieran los siete hombres sabios de Grecia: Bias de Priene, Chilón de Esparta,
Cleobulus de Lindus, Periander de Corinto, Pittacus de Mitilene, Solón de Atenas y
Tales de Mileto. Los verdaderos “sabios” son los que prestan atención a los
mandamientos de Dios y los ponen por obra. Los “tontos” son los que ignoran la
voluntad de Dios. Este libro dice que hay dos clases de personas: los sabios y los
tontos.

El libro empieza declarando que estos son “los proverbios de Salomón”. Salomón
recopiló todos estos refranes inspirados por el Espíritu Santo (que ya eran conocidos por
la gente desde hacía varios siglos), y los puso en orden; los escribió en un solo libro.
Ese libro es el Libro de los Proverbios que conocemos hoy en día. En Eclesiastés 12: 9
dice que Salomón le enseñó sabiduría al pueblo e hizo que ellos escucharan y
escudriñaran muchos proverbios y, también, los compuso él mismo.

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En este libro hay mucha sabiduría. Una frase sabia sigue a otra. La gente ha tratado de
agregarle al libro de Proverbios otros refranes, sin éxito. En cierta ocasión, un abogado
muy brillante trató de hacerlo. Pensó que era muy fácil escribir unos cuantos proverbios
y se puso a hacerlos, antes del desayuno. Al anochecer se dio por vencido, se sentía
humillado ante semejante tarea y no tuvo más remedio que glorificar a Dios y exaltarle
por su maravillosa sabiduría.

El libro de Proverbios podría ser dividido en tres secciones diferentes:


- Consejos para los jóvenes – Proverbios 1-10.
- Consejos para todas las personas – Proverbios 11- 20.
- Consejos para los reyes y gobernantes – Proverbios 21- 31.

El libro de Proverbios termina con uno de los más bellos capítulos de la Biblia. Es un
capítulo que habla acerca de los derechos de las mujeres. Dondequiera que Cristo entre,
la mujer es colocada en un sitio de honor.
En muchos países, la mujer es como un objeto, una esclava para los hombres pero, en los
países cristianos, la mujer es igual que el hombre, tiene el mismo valor que el hombre.

4. Eclesiastés.
Este libro fue diseñado para mostrar cuán vana es la vida del hombre sin Dios. Enseña
una verdadera filosofía de la vida: “Vive la vida en una forma simple y feliz, haciendo
la voluntad de Dios; en armonía con Él”.

Jesús es el comienzo de todas las cosas pero, también, es el fin de todas ellas. En el libro
de Eclesiastés “Él es todo en todo”. Él es la meta máxima del ser humano. Según el
libro de Proverbios, ser sabio es ser piadoso. Pero, según el libro de Eclesiastés, es ser
prudente y sagaz. Este libro es una “autobiografía del alma”, o sea, es “el libro de la
experiencia”. La palabra clave en todo este libro es la palabra “vanidad”.

Para aprender sobre filosofía humana, tú no necesitas leer otro libro aparte de la Biblia.
¡En el libro de Eclesiastés hay bastante! Dios permitió que en este libro quedara
registrado todo lo que el pensamiento humano y las religiones del mundo piensan en
cuanto al significado de nuestra vida, y nuestra meta final. Los argumentos de este libro
no son argumentos divinos, sino humanos, porque contiene mucha sabiduría humana.
Eso explica por qué hay versos que no están de acuerdo con el resto de la Biblia, como
por ejemplo el 1:15; 2:24; 3:3-4, 8, 11, 19, 20; y 8:15.

El escritor de este libro es Salomón. Eclesiastés es una autobiografía muy dramática.


Salomón habla sobre sus experiencias; cuenta lo que le sucedió mientras estuvo lejos de
Dios y no tenía comunión con Él. ¡Salomón pudo haber sido muy sabio pero, no actuó
de acuerdo con su sabiduría! Hay un pecado que es trágico: olvidarse de Dios y buscar
satisfacción en la “filosofía o en la ciencia terrenal” (o sea, en “todo lo que hay debajo
del cielo”) porque, esta ciencia está basada en la especulación. El libro concluye en que
“todo es vanidad y vejación de espíritu” y que lejos de Dios, todo es fatiga y
frustración.

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Salomón quiso saber si podía encontrar alegría y satisfacción lejos de Dios. Pero se dio
cuenta que no era posible. Él trató de encontrar satisfacción y alegría en la ciencia, en la
filosofía, en el placer, en las fiestas, en la bebida, en la música, en el materialismo, en los
ídolos y dioses extraños y en muchas religiones. Pensó que podría ser feliz si construía
grandes edificios, si poseía muchas propiedades y si obtenía muchos bienes materiales y
riquezas. Incluso trató de encontrarla la felicidad en la moralidad; ¡pero, todo fue en
vano! ¡No la encontró en ninguna de estas cosas!

La conclusión a la que llegó Salomón está escrita en Eclesiastés 12:13. Para una
persona que estaba bajo la Ley, ¡ésto es lo mejor que pudo haber dicho!
Es importante notar la importancia que le da Salomón a la juventud en este discurso.
Veamos lo que dice en el capítulo 11:9 al 12:1. Para poder conocer a Dios y vivir una
vida digna de ser vivida, debemos empezar a buscar a Dios desde nuestra juventud.

5. Cantar de los cantares.


Este libro es una historia de amor. Esta historia tiene dos propósitos: el primero es
mostrar la belleza y la santidad del amor entre dos seres humanos y, el segundo, es
presentar “un cuadro” sobre la relación de amor entre Cristo y el creyente.

El Cantar de los cantares ha sido llamado “la canción de amor de los cristianos”. El
verso clave de este libro es el 6:3. Este libro pinta una imagen del matrimonio desde un
punto de vista y lenguaje del Medio Oriente. Los personajes del libro son: Salomón, la
sulamita, y las mujeres de Jerusalén. El amor entre la esposa y el esposo, se compara
con el amor entre Dios y su pueblo. Esta idea (de que Dios es el amante y el creyente la
esposa) la vemos a través de toda la Biblia. Salomón, en ese sentido, era un tipo de
Jesucristo (lee lo que dice en Efesios 5). La iglesia de hoy en día necesita amar a Cristo.
Saber que Cristo nos ha perdonado y redimido por amor, nos acerca a Él.

D. PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DE NUESTO SEÑOR POR


MEDIO DE LA PROFECIA.

Una tercera parte del Antiguo Testamento contiene los escritos de los profetas. Los profetas del
Antiguo Testamento predicaron y profetizaron entre los años 800 y 400 a.C. Esto suma un total
de 400 años. El ministerio de los profetas marcó el “clímax” de las revelaciones del A.T. Los
escritos de los profetas han sido divididos en dos grupos: los escritos de los profetas mayores y
los escritos de los profetas menores. La palabra “mayor” o menor” no se refiere a que unos
sean más grandes que otros. Se refiere al tamaño de sus libros. Por ejemplo: los libros de los
profetas mayores son libros extensos y los libros de los profetas menores son libros más cortos.
Eso es todo.

Los profetas eran hombres que Dios levantó durante la época de oscuridad de Israel. Ellos eran
los “evangelistas” de ese tiempo; los héroes religiosos de esa hora. Hay muchos versos del
Nuevo Testamento donde dice que Dios habló a su pueblo por medio de los profetas. El
período de los profetas de Israel cubre más o menos unos 500 años. Los profetas hablaron sin

51
miedo a los reyes y a toda la gente, en general. Les dijeron sus pecados y faltas sin miedo a las
represalias. Las voces de los profetas estuvieron en silencio, hasta que llegó Juan el Bautista.

Hay diecisiete libros proféticos en el A.T. (incluyendo el libro de Lamentaciones). El tema más
importante de estos libros (los proféticos) es el cautiverio de Israel y de Judá. Estos pasajes
hablan sobre el cautiverio: 2 R. 17:1 al 23; 24: 11 al 25:11.
Las dos cautividades (la de Israel y la de Judá) son llamadas “la cautividad asiria” y “la
cautividad babilónica”, respectivamente. Algunos de los profetas profetizaron antes del exilio,
otros, durante el exilio y otros, después del exilio. Por eso, algunos han clasificado a los
profetas en: “profetas del pre- exilio (antes del cautiverio), profetas del exilio (durante el
cautiverio), y profetas del post exilio” (después del cautiverio).

Los profetas que profetizaron tanto en Israel como en Judá antes del exilio (en orden
cronológico) fueron: Abdías, Joel, Jonás, Amós, Oseas, Isaías, Miqueas, Nahum, Habacuc,
Sofonías, y Jeremías. De estos profetas, los profetas de Israel fueron: Jonás, Amós y Oseas; y
los profetas de Judá fueron: Abdías, Joel, Isaías, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, y
Jeremías. Los profetas que profetizaron durante el exilio (durante la cautividad de Judá en
Babilonia) fueron: Ezequiel y Daniel. Jeremías también podría incluirse dentro de este período.
Estos dos profetizaron a todos los israelitas, tanto judíos como israelitas. Los profetas que
profetizaron después del exilio fueron: Hageo, Zacarías y Malaquías (estos eran de Judá pues,
no sabemos lo qué sucedió con los israelitas).

Los profetas fueron enviados a diferentes lugares:


a. Tres profetas fueron enviados a Israel: Amós, Oseas y Ezequiel.
b. Dos profetas fueron enviados a Nínive: Jonás y Nahum.
c. Un profeta fue enviado a Babilonia: Daniel.
d. Un profeta fue enviado a Edom: Abdías.
e. Nueve profetas fueron enviados a Judá: Joel, Isaías, Miqueas, Jeremías, Habacuc,
Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

El deber de los profetas era vigilar la vida moral y espiritual de su pueblo durante su época. Los
profetas no eran enviados por Dios, mientras el pueblo estuviera viviendo de acuerdo con su
voluntad y obedeciendo Sus preceptos. Esto se evidencia en que todos los escritos de los
profetas hacían referencia al mal comportamiento en que vivía su pueblo, durante su tiempo.
Los profetas no predicaban “mensajes generales”; sus mensajes eran bastante específicos.

Los profetas enviados por Dios siempre fueron israelitas, nunca extranjeros. Y no sólo
hablaban sobre el juicio cercano que vendría por causa del pecado, sino que también
profetizaban eventos que estaban en un futuro muy lejano. Los eventos a los que se referían,
generalmente, tenían que ver con la nación de Israel. Otros pueblos eran mencionados en las
profecías pero, únicamente, si tenían algo que ver con Israel.

Algunas de las profecías acerca del futuro son:


a. La profecía acerca de la dispersión y la cautividad del pueblo de Dios: todos los
profetas dijeron que los judíos serían esparcidos por muchas naciones.

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b. La venida del Mesías: aunque Jesucristo ya vino, los religiosos judíos aún están
esperando al Mesías.

c. La restauración del pueblo escogido y el regreso de los judíos a su propia tierra, bajo
el mando del Mesías, el Hijo de David: los judíos han regresado de los cuatro
extremos del mundo, a la tierra que Dios les prometió. Ellos tenían en su corazón el
deseo de crear una sola nación, la nación que hoy en día todos conocemos como
Israel.

d. El reinado del Mesías sobre toda la tierra: en el pasado, Israel fracasó


constantemente (podemos ver lo que sucedió en el Antiguo Testamento con la
primera Israel) pero, aún así, Dios dijo que cumpliría sus planes. Judá regresó de su
cautiverio, aunque Israel nunca regresó. Israel tendrá un futuro glorioso cuando el
príncipe de paz regrese a esta tierra y reine sobre todos los reinos y naciones. Su
reinado irá de mar a mar. El Salmo 72:8 dice: “Dominará de mar a mar, y desde
el río hasta los confines de la tierra”.

En los Evangelios encuentras constantemente estas palabras: “debe ser cumplido”. Nos hemos
dado cuenta al leer estos pasajes, que Dios siempre ha cumplido sus profecías literalmente.
¡Aprende a interpretar el significado de las palabras de los profetas en una forma literal, natural!
¡No fuerces las Escrituras, ni interpretes todos los pasajes como algo “espiritual”! ¡Lee el
significado real, tal y como aparece ante tus ojos! Yo sé que hay pasajes que son simbólicos,
figurativos; pero no todos son así. Cuando te des cuenta de que las palabras de las profecías son
literales, verás que se han cumplido ya. Este método de interpretación hace que el estudio
acerca de los profetas sea más simple.

Hay cuatro profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y Daniel.


1. Isaías.
Este libro es llamado también “el Evangelio del Antiguo Testamento”. Ya que se refiere
muchísimo al Salvador y su obra de redención. Habla tanto de la segunda venida de
Jesucristo, como de su primera venida.

Dios puso un telescopio delante de los ojos de los profetas para que vieran lo que había
en el futuro. ¡Un futuro muy lejano para ellos! ¡El profeta Isaías esperaba con ansias la
venida del Señor! Su libro está lleno de expectación. Él dijo en muchas ocasiones que
el Mesías vendría. Era un hombre de visión (Is. 1:1).

Sin duda alguna, Isaías era un hombre muy valiente pues, no solo exhortó a los de su
generación, sino que también profetizó acerca del futuro; igual que todos sus
compañeros, los demás profetas.

Podríamos afirmar que Isaías es “el profeta de todas las épocas”.

Isaías fue aquel cuya voz salvó al reino de Judá, en las tres ocasiones en que Asiria
destruyó a Israel. Es interesante notar que estas cosas sucedieron durante el tiempo de
Rómulo y Remo, que era la época de la fundación de Roma. La tradición dice que la
construcción de Roma tuvo lugar en el año 753 a.C. (varios años después del nacimiento

53
del profeta Isaías). También, durante esta época, fueron fundadas las ciudades de
Esparta y Atenas, en Grecia.

Los profetas eran los hombres menos populares de la sociedad, porque atacaban la
inmoralidad y la religiosidad de su pueblo. Generalmente, la conducta del pueblo era
mala. Dios enviaba profetas constantemente, porque la gente era desobediente. Sus
palabras para reprender o exhortar al pueblo siempre eran inequívocas: estaban dirigidas
exactamente a las personas a las que debían llegar. A los pecadores casi nunca les gusta
escuchar la verdad por eso, los profetas no eran nada populares entre los pecadores.

Aunque los profetas predicaron a su propia generación, también, miraban hacia el futuro.
En sus palabras habían ciertos principios que pueden ser aplicados en todas las épocas.
Ellos profetizaron sobre el fracaso y la caída de su pueblo y acerca de la venida del
Mesías. Cada uno de ellos explicó la manera en que Dios llevaría a cabo sus propósitos
mediante el Mesías. Nosotros sabemos que la mayoría de religiosos judíos no se dieron
cuenta que Jesús era el verdadero Mesías (Jn. 1:1). El Mesías vino a establecer su
Reino pero, los líderes religiosos lo rechazaron. A pesar de la oposición, Su Reino fue
establecido sobre la tierra (Jn. 19:15).

Isaías habló del juicio que experimentaría Judá por no haber cumplido su misión en el
mundo, por haber hecho lo que tenía que hacer. Sin embargo a través de toda la Biblia,
vemos que aunque Judá no cumplió los propósitos de Dios, ¡el Mesías sí los llevó a
cabo! La Biblia declara el triunfo del plan de Dios. Cristo consiguió la victoria de Dios
mediante su sufrimiento y su muerte en la cruz (Is. 53).

Las divisiones en el libro de Isaías son muy interesantes porque coinciden con las
divisiones de la Biblia. Este libro es como “una Biblia en miniatura”. Fíjate por
ejemplo en estos detalles: este libro tiene 66 capítulos; la Biblia tiene 66 libros. Hay
dos grandes divisiones en este libro; igual que en la Biblia. La primera división tiene 39
capítulos (el mismo número de libros que tiene el A.T.), y la segunda división tiene 27
capítulos (el mismo número de capítulos del N.T.). ¿No te parece interesante?

El Antiguo Testamento dice que Dios estaba en contra del ser humano por causa de su
pecado. Isaías empieza hablando precisamente de ese tema (Is. 1:18). La primera
sección de este libro termina hablando sobre la venida del Rey de justicia, y de la
redención de Israel (cap. 34-35); el A.T. termina hablando de lo mismo: que un rey y un
reino estaban por venir. La segunda parte de Isaías empieza hablando sobre uno cuya
voz se escucha en el desierto “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a
Jehová, enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”. Is. 40:3. ¿No es ésto lo
mismo que habla el Nuevo Testamento en el capítulo 3 de San Mateo referente a Juan
el Bautista? También el libro de Juan habla de Juan el Bautista, en el capítulo 1:6 y 23.
Isaías termina con la visión de la tierra nueva y el cielo nuevo donde reinará la justicia.
Ese es exactamente el mismo tema con el que termina el Nuevo Testamento en el libro
de Apocalipsis. ¡Estas semejanzas entre el libro de Isaías y la Biblia son
impresionantes! Una vez que las hayas aprendido nunca se te olvidarán.

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2. Jeremías (y también Lamentaciones).
Este profeta se opone al formalismo de sus días y advierte a la nación de Israel que Dios
enviará un juicio contra ellos, por causa de sus pecados. Jeremías nos muestra que la
religión de su tiempo se había convertido en algo muerto y nos dice que la religión debe
tener un “carácter personal”. Además, habla acerca de la primera y la segunda venida de
Jesucristo. Jeremías fue un hombre sensible, llamado por Dios. Salió de entre la
oscuridad de su pueblo para asumir la responsabilidad de un profeta, en la hora más
crítica de la historia de su nación. Jeremías era del pueblo de Anatot, ubicado a seis
kilómetros de Jerusalén. Por estar relativamente cerca, disfrutaba de todas las ventajas
de la ciudad santa. Su padre era un sacerdote llamado Hilcías (éste podría ser el mismo
sacerdote del que se habla en 2 R. 22:4, el que trajo el libro de la Ley ante el rey Josías,
acto que produjo un gran avivamiento en esta época). ¡Jeremías había heredado las
tradiciones de un ilustre antepasado! ¡Sin duda, su vida había sido influenciada por la
religión! Pero, Dios tenía preparado para Jeremías algo mucho mejor y diferente: él no
pasaría su vida sirviendo al altar; sería profeta. ¡Dios quiso que este hombre fuera un
profeta durante la época más difícil de la historia del pueblo escogido!

Jeremías no era igual a los demás profetas del A.T. Él nos contó muchas cosas acerca de
sí mismo: dijo por ejemplo, que él era hijo de un sacerdote (eso lo convertía en un
sacerdote por nacimiento, Jer. 1:1). Además dijo que fue llamado por Dios cuando era
muy pequeño (Jer. 1:6). Jeremías le dijo al Señor que él no podía ser profeta: primero,
porque era muy joven e inexperto, y segundo, porque no tenía ninguna elocuencia.

Sin embargo aceptó el reto, porque estaba seguro que Dios lo había escogido para este
trabajo desde antes de nacer (Jer. 1:5). En Efesios 2:10 dice “Porque somos hechura
suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas”. ¡Dios nos llamó antes de la fundación del
mundo! ¡Él tiene un plan para cada uno de nosotros! (Jer. 1:1-10).

Después de la muerte del rey Josías, el reino de Judá se abalanzó hacia su caída. Para
ese entonces, los judíos se habían convertido en vasallos de Egipto (por la batalla de
Carquemis). Unos 12 años más tarde, Nabucodonozor, el rey de Babilonia, tomó
Jerusalén y empezó a deportar gente hacia Babilonia. Primero se llevó a los príncipes y
a los hombre de estado, a los gobernantes pero, luego, empezó a llevarse también a la
gente común. Esta deportación terminó once años después, con la completa cautividad
de Judá. ¡Los únicos que quedaron en la tierra de Judá fueron las personas más pobres!
Jeremías ministró entre ellos (entre los más pobres), hasta que se marcharon a Egipto.
Él incluso, los siguió hasta Egipto. Lo último que sabemos de Jeremías es que siguió
exhortando a su pueblo allí. No sabemos cómo murió, aunque existen varias teorías en
cuanto a su muerte: Tertulio dice que los judíos que estaban en Egipto lo apedrearon
hasta morir pero, de acuerdo con los rabíes judíos, él escapó hacia Babilonia y murió
allí.

¡El mensaje de Jeremías no era nada popular! ¡En una ocasión casi fue asesinado por
sus palabras! (Jer. 26:7-16). En otra ocasión, sus enemigos lo golpearon y lo metieron
en prisión. ¡Los hombres de este mundo siempre han tratado de esta forma a los
enviados del Señor!

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Es casi imposible ordenar este libro cronológicamente. Algunos de los últimos mensajes
fueron dados primero, y algunos de los primeros fueron los últimos. Jeremías escribió
todos sus mensajes en un gran rollo. No cabe duda de que Jeremías había predicado
estos mensajes a su pueblo, en varias ocasiones, antes de escribirlos. Su fiel escriba
Baruc, los escribía, mientras Jeremías se los iba dictando. Después de haberle dictado a
Baruc uno de sus mensajes, seguro le venía a la mente otro más, y se lo dictaba también.
Posiblemente no recordaba la fecha en que lo había predicado porque en el libro no
aparece. Cuando un rollo estaba lleno, el escriba simplemente escribía en otro nuevo y,
así, sucesivamente. Cuando Jeremías recordaba otro mensaje y quería recordarlo,
empezaba a dictarlo a su escriba justo después de donde había terminado el anterior,
“calzara o no cronológicamente”. Es importante que recordemos esto.

Aquí hay una lista de las enseñanzas del libro:


- la vara de almendro – capítulo 1:11-12.
- la olla que hierve – capítulo 1:13-14.
- el cinto de lino – capítulo 13:1-11.
- las tinajas llenas – capítulo 13:12-14.
- la sequía – capítulo 14:1-12.
- el alfarero y el barro – capítulo 18:1-6.
- la vasija rota – capítulo 19:1-2.
- las dos canastas de higos – capítulo 24: 1-10.
- las coyundas y los yugos – capítulo 27:1-12.
- la compra del terreno – capítulo 32:6-15.
- las piedras escondidas– capítulo 43:9-13.
- la piedra y el libro echados al Éufrates – capítulo 51:59-64.

Jeremías habla acerca de Jesucristo. Dice que Él era:


- la fuente de agua viva – capítulo 2:13.
- el médico – capítulo 8:22.
- el buen pastor, el pastor del rebaño – capítulo 31:10; 23:4.
- el renuevo justo que hará juicio – capítulo 23:5.
- David el rey – capítulo 30:9.
- el Redentor – capítulo 50:34.
- el Señor de justicia – capítulo 23: 6.

Durante la vida de Jeremías hubo tres grandes eventos:


- La batalla de Meguido (en el año 609 a.C.), entre Judá y el Faraón Necao de
Egipto. El rey Josías fue asesinado en esta batalla.
- La batalla de Carquemis (en el año 605 a.C.). Esta tuvo lugar cuatro años
después de la batalla de Meguido, durante el reinado de Joaquín, quien se había
convertido en un vasallo de Egipto mucho tiempo antes. En esta batalla los
egipcios fueron vencidos por los babilonios, que estaban bajo el mando de
Nabucodonozor. La primera deportación de judíos vino inmediatamente.
- La captura de los judíos bajo el mando de Nabucodonozor (en el año 587 y 586
a.C.); la destrucción del templo, y la deportación de gran parte de judíos a
Babilonia.

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El libro de Lamentaciones es otro libro poético de la Biblia. Este libro, que es exquisito
en cuanto a poesía, ha sido atribuido a Jeremías. En este libro hay cinco bellos poemas,
que aunque son varios, diferentes, están unidos entre sí, formando uno solo. ¡No todo es
tristeza en este libro! Por encima de las nubes y el llanto del profeta (por causa del
pecado de su pueblo) hay un sol radiante, el sol de Dios. En Lamentaciones 3:22-27, la
luz se cuela por entre las nubes, dejando que un arco iris espectacular cubra todo el
lluvioso y oscuro cielo. ¡La gracia de Dios siempre brilla más en la oscuridad! ¡Detrás
de las nubes cargadas de pecado siempre hay un brillante sol! Lee Romanos 5:20. Ese
sol siempre brillará en el corazón de aquellos que confíen en Dios y tengan su fe fundada
en Jesucristo, quien da “gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto
de alegría en lugar del espíritu angustiado...” Isaías 61:3b.

3. Ezequiel.
Hay dos interpretaciones acerca de este libro: la primera dice que este libro se interpreta
literalmente y que describe el reinado de nuestro Señor Jesucristo, en la Tierra. Reinado
que durará 1000 años y que empezará cuando Él regrese a la tierra. La segunda, dice
que esta profecía tiene una aplicación espiritual: predijo que el Reino espiritual de
Jesucristo estaría sobre la verdadera iglesia.

El joven profeta Ezequiel empezó a hablar con los exiliados de Judá, que estaban en
Babilonia después de la muerte de Jeremías. Dios había preparado un testigo que
profetizaría a su pueblo en medio del cautiverio. Él necesitaba una voz que le dijera a su
pueblo las razones por las cuales estaba cautivo, y que le recordara por qué les había
sobrevenido la calamidad. Durante 22 años, Ezequiel predicó a su pueblo (que por
cierto estaba muy desanimado), todo lo que Dios le había dicho. “Vino a mí palabra de
Jehová, diciendo...” Ez. 24:15. Esta frase aparece 49 veces en este libro. La palabra
de Dios solo viene a aquellos hombres y mujeres de Dios cuyo corazón ha sido
quebrantado. Los hombres que Dios usa, a menudo se identifican con el dolor de los
demás, porque lo han experimentado en carne propia.

Ezequiel es un libro escrito para los judíos de hoy en día. Les recuerda que Dios va a
cumplir todo lo que les prometió en el pasado: dice que la tierra les será entregada, la
ciudad restaurada y el templo reconstruido. Ezequiel revela el plan de Dios para con los
judíos. Pero Ezequiel es también un libro para los cristianos de hoy en día. ¡Es un libro
para todas las épocas!

El tiempo de Dios siempre ha sido revelado por medio de los judíos ¡Ellos son “el
termómetro de Dios”! ¡Israel ha regresado a su tierra! ¡Este acontecimiento ha
revolucionado la historia! Desde el mes de mayo del año 1948, Israel existe como una
nación. ¡Esto es el cumplimiento de la profecía divina!

Puede ser que encuentres muy poco de las cosas que habla Ezequiel en los Evangelios y
en las epístolas pero, encontrarás mucho de ésto en el libro de Apocalipsis. Ezequiel y
Juan parecen “haber unido sus brazos”, logrando que los siglos que los separaban ya no
existieran. Ambos libros hablan del cielo nuevo y de la tierra nueva. Veamos.

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El profeta Ezequiel dice: “Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la
figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había
una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él”. Ezequiel 1:26. Y Juan, por
su lado, habla de la visión que Dios le dio de la siguiente manera: “Y al instante yo
estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno
sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de
cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la
esmeralda”. Apocalipsis 4:2-3. Definitivamente, Juan usa palabras mucho más claras
que las que usa Ezequiel.

Ezequiel no sólo fue un profeta; también fue un sacerdote. El profetizó durante la


cautividad. Cuando él tenía veinticinco años, fue llevado cautivo a Babilonia, junto con
la clase más alta de Judá. Eso sucedió en el año 597 a.C.; once años antes de la
destrucción de Jerusalén. Durante once años, 10.000 exiliados estuvieron viviendo en
un campo de concentración, en Babilonia. Mientras tanto, Jeremías y los demás que
habían quedado en Jerusalén trataban de sobrevivir allí. Por cinco años los cautivos no
tuvieron ningún predicador, hasta que Ezequiel se levantó en medio de ellos. Él trató de
eliminar las falsas esperanzas que tenían los cautivos, de regresar pronto a Palestina y
quiso prepararlos para la trágica noticia de la destrucción de Jerusalén, que sería pronto.
Él vivió durante la misma época en que vivieron Daniel y Jeremías. Jeremías
permaneció con los judíos que estaban aún en Jerusalén; Ezequiel predicó entre los
exiliados que estaban en Babilonia; y Daniel, vivió entre los gobernantes de Babilonia,
en la corte real.

Daniel y unos cuantos hombres judíos fueron llevados a Babilonia en el año 606 a.C.
Ezequiel llegó a Babilonia nueve años después. Daniel había logrado alcanzar una alta
posición en la corte del rey Nabucodonozor, lo cual había hecho sentir mejor a los judíos
que estaban cautivos en Babilonia. Ezequiel y Daniel eran de una edad parecida. Pero
Jeremías era un poco mayor. Jeremías había estado profetizando en Jerusalén durante
30 años, cuando Ezequiel fue llevado cautivo. Quizás Ezequiel había sido pupilo de
Jeremías mientras estuvo en Jerusalén. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que
Ezequiel profetizó a los cautivos en Babilonia las mismas cosas que Jeremías había
profetizado a los que habitaban en Jerusalén: habló del pecado y del juicio que estaba
por venir. Ezequiel reiteró las palabras de Jeremías: los judíos habían caído por haber
puesto su confianza en Egipto.

A Nabucodonozor le tomó 20 años destruir Jerusalén. Es posible que no lo hiciera antes


por su amistad con Daniel, quien era el favorito de su corte.

Nabucodonozor estuvo cobrando un tributo a la gente de Jerusalén pero, terminó


destruyendo la ciudad. Lo trágico fue que Jerusalén confió en que Egipto los iba a librar
pero, no sucedió así. Sus muros fueron destrozados, sus casas quemadas, el templo
destruido por completo y su gente llevada cautiva.

Dios había profetizado la cautividad de Judá, más de cien años antes de que ésta
sucediera (Is. 39:6; Mi. 4:10). También les había profetizado cuánto duraría la

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cautividad: Jeremías dijo que duraría setenta años (Jer. 25:11-12). En lugar de que el
juicio de Dios los apartara del pecado, pareció hundirlos más profundamente en él pues,
siguieron adorando ídolos en los lugares altos y profanando el santuario de Jehová (Ez.
5:11).

Ezequiel vivía en las cercanías del Río Quebar, en Babilonia. Este río era un canal por
donde pasaban muchos barcos. Un afluente del Río Éufrates que quedaba al norte de
Babilonia. Babilonia era la ciudad más bella del mundo: tenía muchos jardines,
puentes, templos; palacios. Su belleza la había convertido en la ciudad más popular del
Este; el lugar ideal para pasear y divertirse; el destino de los turistas (“el Hollywood de
esa época”). El canal de Quebar había sido construido, probablemente, por los mismos
babilonios. Lo más seguro es que Ezequiel era uno de los cautivos que habían tenido
que trabajar en la excavación de la tierra, para la construcción del gran canal. Según la
tradición, Ezequiel vivió, murió y fue enterrado en el pueblo de “Kifil”. En Tel Aviv
había una colonia de judíos cautivos que estaba situada muy cerca de Kifil.

¡Ezequiel tenía un método y un estilo para predicar, únicos! ¡Él usaba símbolos! En una
ocasión dramatizó cómo sería el sitio de Jerusalén (cap. 4). Dramatizaba todas sus
visiones (cap. 8), sus parábolas (cap. 17); sus poemas (cap. 19); sus proverbios (cap.
12: 22-23; 18:2); y sus profecías (cap. 6:20, 40-48). ¡Definitivamente era un artista!
Pintaba cuadros muy extraños para la gente; cuadros llenos de terror que a menudo eran
muy difíciles de descifrar. Pero, esos cuadros estaban llenos de vida y de acción (era
como una película de acción). Él decía que el pecado atraía el juicio de Dios y que el
arrepentimiento traía su bendición.

Poco tiempo después de que naciera Ezequiel hubo, entre su pueblo, una reforma social
y una reforma en cuanto a la adoración. Estas reformas se debieron en gran parte a que
el libro de Deuteronomio había sido escrito y publicado (año 621 a.C.), y esto había
animado mucho a la gente. Pero estas reformas parecen haber sido superficiales porque
la religión empezó a ir en descenso, poco tiempo después y, con el conflicto político que
enfrentó Judá, todo empeoró. Jerusalén fue sitiada durante 18 meses.

En ese tiempo sucedieron cosas espantosas: el templo, orgullo de los judíos, fue
reducido a cenizas y la gente de Jerusalén llevada cautiva a Babilonia.

La frase clave, en el libro de Ezequiel, parece ser la “gloria de Dios”. En los primeros
once capítulos, esta frase se repite doce veces. Luego, esta frase no aparece sino hasta
en el capítulo 43. ¡La “gloria de Dios” abandonó el templo de Jerusalén por causa de la
idolatría del pueblo! En Ezequiel 8, vemos cómo Ezequiel es “transportado” a Jerusalén
en una visión. Él mira los cuatro tipos de idolatría que practicaban los judíos en los
atrios de la Casa del Señor. Él mira que la gente adora al sol, con sus espaldas vueltas
contra el santuario, y su mirada puesta hacia el este (cap. 10).

En el Antiguo Testamento la “gloria de Dios” se refiere a la luz que brillaba entre el


querubín y el Lugar Santísimo, que era la evidencia de que la presencia de Dios estaba
allí. Ezequiel empieza su libro hablando de una visión que él tuvo sobre “la gloria
celestial” (cap. 1), y termina contando la visión que tuvo acerca de la gloria terrenal

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(cap. 40-48). Entre esas dos visiones, cuenta otra visión que tuvo: una que mostraba que
la gloria de Dios se había ido del templo (cap. 9:3). Primero, la gloria de Dios se había
elevado por encima del querubín, al umbral de la puerta, y la casa había sido llena de la
gloria de Dios (cap. 10:4); luego los querubines alzaron sus alas y se levantaron delante
de los ojos de Ezequiel y sus ruedas también y se pararon a la entrada de la puerta
oriental de la casa de Jehová (cap.10:18-19). Finalmente, la gloria de Dios abandonó el
templo, definitivamente, y también la ciudad y se fue al Monte de los Olivos (cap.11:22-
23). La gloria de Dios abandonó Jerusalén gradualmente: primero dejó el templo y
luego la santa ciudad. Inmediatamente después de esto, vino la cautividad.

A todas las naciones que habían hecho lo mismo que hizo Israel, el Señor las había
destruido. Sin embargo, todo lo que hizo Dios con Israel fue corregirla. Castigó a sus
hijos por sus pecados y les enseñó grandes lecciones. Su propósito era hacerles saber
que “Él era su Dios”. ¡Después de la cautividad, los judíos no volvieron a practicar el
politeísmo, ¡No volvieron a adorar los dioses de las otras naciones!

Ezequiel fue un misionero “que se quedó en casa”; un atalaya y “una señal” para su
propio pueblo. Dios le dijo a Ezequiel que fuera atalaya de su pueblo (que vigilara, que
cuidara a su pueblo). Le dijo a Ezequiel que no debía tener temor de la gente, que debía
decirles lo que Él le había dicho y que si no lo hacía, “la sangre de ellos caería sobre él”
(cap. 3:33). Ezequiel tuvo que renunciar a todos sus intereses personales para cumplir
el llamado del Señor y poder convertirse en esa “señal que Dios necesitaba que él
fuese”. Dios le pidió que hiciera cosas extraordinarias, como que:
- Se encerrara en su propia casa (cap. 3:24).
- Se acostara en posiciones extrañas (cap. 4:4-8).
- Pesara la comida que iba a ingerir (cap. 4:10).
- Sacrificara su apariencia personal (cap. 5:1).
- Palmeara con sus manos y golpeara con sus pies (cap. 6:11).
- Se cambiara de su lugar y sacara sus enseres como si estuviera saliendo en
cautiverio (cap. 12:2-7).

Ezequiel tuvo muchas visiones importantes:


- La visión de los querubines (cap. 1:1 al 3:13).
- La visión de la gloria de Dios y la salida de esa gloria (cap. 8:1 al 11:25).
- La visión de la vid quemada (cap. 15:1-8).
- La visión del valle de los huesos secos (cap. 37:1-8).

Ezequiel también mostró muchas parábolas y señales, como estas:


- La parábola de las dos águilas (cap. 17) que simbolizan al rey de Babilonia
(17:12) y al rey de Egipto.
- La rama más alta del cedro (17:3) que simboliza al rey Joaquín, que fue llevado
cautivo a Babilonia.
- “La semilla de la tierra” que simbolizaba a Sedequías (17:5).
- “El cogollo del cedro” (17:22). Lo que Jehová iba a plantar era el Mesías, el
futuro rey de la casa de David.

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- Los capítulos 20 al 23 contienen muchas parábolas. Entre ellas una parábola
sobre dos hermanas llamadas Ahola y Aholiba los cuales representan la
idolatría de Israel y de Judá.
- La olla hirviente (cap. 24) que representa el sufrimiento de los judíos en manos
de sus invasores, los babilonios. Hubo un holocausto espantoso. Algunas
palabras que muestran cuán cruel fue el sitio de Jerusalén son: “mucha leña”,
“mucho fuego”, “carne hervida”, y “huesos quemados”.
- Los dos palos (cap. 37: 24). Uno de esos palos es Judá y el otro Israel.
Muestra que ambos pueblos van a someterse ante el mismo Pastor: Cristo.

4. Daniel.
Este libro contiene una de las más importantes e interesantes profecías del Antiguo
Testamento.

Daniel hace un bosquejo de toda la historia del mundo, empezando desde su época, hasta
el tiempo de la segunda venida de Jesucristo.

Hubo algunos jóvenes que fueron escogidos para estar en el palacio del rey de
Babilonia; para que fueran sus consejeros. Uno de esos jóvenes era Daniel, el escritor de
este libro quien, por cierto, era también el jefe de todos los demás. Daniel era un joven
fiel a Dios y a su Palabra, que se había propuesto guardar su cuerpo y su corazón puros
para Dios (1:8). Él fue el canal por medio del cual el Señor habló a las naciones
gentiles. La mayor parte del libro de Daniel habla sobre él. Él era un príncipe de Judá
que había sido llevado cautivo. Su vida era incomparable, sin tacha. Mientras que
Daniel estaba en el palacio de Babilonia, Ezequiel estaba trabajando como esclavo en la
construcción del canal del Río Quebar, junto con los demás esclavos judíos. Aunque la
vida de Daniel parecía ser más fácil que la de Ezequiel puesto que, tenía muchas
posesiones materiales, la verdad es que era mucho más peligrosa.

El trabajo de Ezequiel durante la época del cautiverio fue proclamar a su pueblo la


verdad de Dios y, explicarles el significado de la miserias que les habían sobrevenido.
El trabajo de Daniel era testificar entre los gobernadores de Babilonia acerca del único
Dios verdadero. Hay quienes han llamado a Daniel “el profeta de los sueños” porque
Dios le revelaba a él los secretos escondidos en los sueños (2:19). Daniel al igual que
Ezequiel, profetizaron acerca de un futuro muy lejano. Muchas de las cosas que escribió
Daniel, también pueden encontrarse en el libro de Apocalipsis. Uno no puede entender
todas las señales que aparecen en el libro de Apocalipsis, si no busca su significado en el
libro de Daniel.

Daniel pertenecía a una familia de alto rango: él era un príncipe de Judá. Había sido
llevado cautivo a Babilonia durante la primera invasión que dirigió el rey
Nabucodonozor contra Judá. En ese entonces, sólo tenía 16 años. El rey
Nabucodonozor nació en el año 605 a.C. y murió en el año 562 a.C.

Ezequiel fue llevado cautivo a Babilonia ocho años más tarde, durante la segunda
invasión de Nabucodonozor contra Judá. Daniel vivió hasta cumplir los noventa años.

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Él vio con sus propios ojos la caída del Reino de Babilonia (en el año 539 a.C.), y vio
también el surgimiento del Imperio Medo- persa. Él no solo ocupó una alta posición
durante el reinado de Nabucodonozor; también fue muy importante durante el reinado de
Belsasar; de Darío (quien vivió del año 550 al 486 a.C. y que fue el rey de Persia entre
los años 522 al 486 a.C.); y de Ciro (rey de Persia que era llamado “el Grande”, y quien
vivió entre los años 585 y 529 a.C.).

Daniel pasó todo el tiempo de su cautividad en la grande y glamorosa ciudad de


Babilonia, “el antiguo Hollywood”. ¡Pasó 69 años de su vida allí!

Todo ese tiempo vivió una vida sin tacha, y tuvo el favor de Dios. Ezequiel, quien lo
conoció y estuvo cerca de él, declaró que “él era uno de los varones más justos de la
tierra, junto a Noé y a Job” (Ez. 14:14-20). ¡Daniel era un modelo de justicia! Él fue
uno de los grandes hombres del mundo. A pesar de ser uno de los cautivos, llegó a
convertirse en el primer ministro de Babilonia. ¡No importaba cuán difícil fuera la
situación, él confiaba en Dios! ¡Esto nos demuestra que Dios es capaz de guardarnos sin
caída, no importa cuán grande sea la tentación que tengamos que enfrentar! (Judas 24).

Daniel era “el compañero de los reyes”. Él fue un líder y el pionero de muchas
reformas. Él empezó la primera sociedad de abstinencia total (Dn. 1:12). Daniel, al
igual que José, fue una luz que alumbró en medio de la oscuridad. Fue el jefe de estado,
en el primer imperio del mundo, consejero del gran monarca y protector de la gente.
Dios le dio favor delante de Aspenaz, el jefe de los eunucos: “Puso Dios a Daniel en
gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos” Dn. 1:9. La Biblia dice que
aún el rey Nabucodonozor quien era sumamente orgulloso, le tenía gran afecto a Daniel.

Este libro nos enseña el poder de Dios, y su soberana voluntad. Hay un gran
contraste entre el poder de Dios y el poder del mundo. Mira lo siguiente:
- Dios es el Guardador, cap. 1. El poder de Dios guardó a Daniel y a sus
compañeros. Ellos tenían más sabiduría y entendimiento que todos los demás
hombres sabios de Babilonia.
- Dios es quien revela los secretos, cap. 2. Por el poder de Dios, Daniel le
reveló sus sueños a Nabucodonozor. Ningún otro sabio pudo hacerlo.
- Dios es el Libertador, cap. 3. Por el poder de Dios fueron liberados Daniel y
sus compañeros cuando los echaron al horno de fuego (esto sucedió unos veinte
años después de que hubieran sido traídos cautivos a Babilonia). Aunque toda
la nación estaba en su contra, estos jóvenes decidieron confiar en Dios, los
librara del fuego o no. ¡Nunca se iban a inclinar delante de otros dioses que no
fuera Él! Dios demostró que su poder era mucho mayor que el de cualquiera de
los dioses de esa nación.
- Dios es el más Poderoso, cap. 4. Nabucodonozor se dio cuenta que el Dios de
esos jóvenes era mucho más poderoso que sus dioses. Dios humilló al
orgulloso Nabucodonozor. Mientras él se enorgullecía por todo lo que tenía y
había logrado conseguir, Dios le quitó el reino. Estando en su magnífico
palacio, mientras caminaba de un lado para otro admirándose a sí mismo, se
quedó loco.

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El Señor le dijo que su reino le sería quitado, hasta que reconociera que todo lo
que tenía provenía de Él (4:29-33).
- Dios es el juez, cap. 5. Belsasar, el hijo de Nabucodonozor también vio el
poder de Dios. El Señor mismo escribió con su mano, en la pared, el juicio que
iba a enviar sobre él y sobre su reino. Esa misma noche Belsasar fue asesinado
por los persas, cuyo ejército tomó la ciudad de Babilonia.
- Dios es Todopoderoso, cap. 6. Dios libera a Daniel del foso de los leones.
Cuando esto sucedió, ya Daniel era un hombre muy mayor: tenía como noventa
años. ¿Recuerdas que cuando él tenía 20 años había sido honrado por el oficial
más alto en todo el Imperio de Babilonia? ¡Pues ahora estaba siendo echado en
un foso para leones! A pesar de que la gente lo deshonró, los leones lo
honraron.

El libro de Daniel puede ser dividido en dos secciones:


- la sección histórica – caps.1 al 6, y
- la sección profética – caps.7 al 12.

E. LOS PROFETAS MENORES.

Los últimos doce libros del Antiguo Testamento contienen los escritos de los profetas menores.
Aunque estos libros son muy pequeños, son muy importantes, porque describen la condición
espiritual en que vivía el pueblo de Dios durante la época en que vivieron esos profetas y,
además, contienen las advertencias de Dios, acerca del pecado y de la desobediencia. Los
profetas menores hablan del juicio de Dios que vendrá sobre las naciones de este mundo, del
regreso de Jesucristo y del establecimiento de Su Reino.

1. Oseas.
Este es uno de los primeros libros proféticos que fueron escritos. Oseas muestra las
consecuencias del adulterio espiritual de Israel; habla sobre la infidelidad de Israel para
con Aquel que le había amado y redimido.

Oseas le profetizó a las diez tribus del norte (Israel) durante el reinado de Jeroboam II.
Para esa época, el reinado de Jeroboam II había empezado a declinar: Israel entró en
una profunda oscuridad y luego fue llevada cautiva por los asirios, para nunca regresar.
Todo esto sucedió en el siglo VIII antes de Cristo. Roma y Cartago fueron fundadas
durante esta época. Fueron los fenicios quienes fundaron la ciudad de Cartago. Cuando
ellos querían comerciar con otros pueblos, cruzaban el mar y atracaban en Tarsis, una
colonia fenicia ubicada al sur de España.

Pero, durante la época de Oseas, los fenicios cambiaron de dirección: se dirigieron hacia
el norte para explotar las minas de estaño de Cornwall. Un hecho muy importante,
durante este período, fue la reforma religiosa “Sidarta Gautama” (años 563 al 483 a.C.),
introducida en la India, de la cual nació el Budismo. Esta fue una época de conmoción,
de cambios. Fue una época parecida a la del siglo XVI, después de Cristo.

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Oseas era contemporáneo de Isaías, Miqueas y Amós. El fue llamado por algunos “el
Jeremías del reino del norte. Recordemos que este reino estaba formada por diez tribus
y que siguieron llamándose con el mismo nombre, Israel. Y que Judá (el “Reino del
sur”) estaba constituida por la tribu de Judá y la de Benjamín, las cuales habían
permanecido fieles a los descendientes de la casa de David. Oseas no había sido
entrenado en un seminario, ni tampoco había ido a la escuela de los profetas. Él era un
laico, un hombre común, al cual Dios le había dado un mensaje qué compartir con su
pueblo Israel: que el Señor les amaba.

2. Joel.
Este libro contiene una poderosa profecía acerca del juicio de Dios que está aún por
venir. Describe las razones por las cuales Dios estaba enojado con su pueblo y sentía
una ira terrible.

Algunos han dicho que el libro de Joel es uno de los libros proféticos que tiene mucho
que ver con nosotros. Posiblemente, Joel conoció personalmente a Elías y a Eliseo
cuando era aún muy joven. Su nombre significa “Jehová es mi Dios”. Él ministró en
Judá.

Joel ha sido llamado “el profeta del avivamiento religioso”. Él sabía que el avivamiento
estaba antecedido por el arrepentimiento; o sea, que no podía haber avivamiento a
menos que hubiera arrepentimiento. Él trató que su pueblo llegara a ese punto y que se
arrepintiera de sus pecados.

La tierra de Israel ya había sufrido mucho, porque una plaga de langostas había comido
casi toda planta verde de la tierra, dejando a su paso mucha desolación. Joel creía que
esta plaga era el juicio de Dios, por causa de los pecados de su pueblo. Lo primero que
Joel profetizó fue que “el Espíritu Santo sería derramado sobre toda carne” (2:28).
Joel apareció poco tiempo antes que Oseas, sólo que él profetizó en Judá, mientras que
Oseas profetizó en Israel.

3. Amós.
Amós es otro de los profetas que predijo el juicio y la ruina de Israel. Él dijo que el
pueblo de Dios experimentaría el juicio de Dios por causa de su pecado. Como pasa con
la mayoría de los libros de los profetas del Antiguo Testamento, este libro tiene varias
interpretaciones diferentes:
- La del presente. Esta profecía puede ser aplicada a la época en que vivió el
profeta.
- La del futuro (profética). Esta profecía puede ser aplicada al futuro. Profetiza
que vendrá un tiempo en que Dios va a juzgar a las naciones y va a establecer
su Reino sobre esta Tierra.

Amós era originario de Tecoa, un pequeño pueblo, situado 25 kilómetros al sur de


Jerusalén. Amós no era profeta ni era hijo de profeta (Amós 7:14); tampoco era
sacerdote ni miembro de la escuela de profetas. Era un pastor de ovejas que trabajaba

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“vistiendo” árboles de sicómoro. A pesar de su ocupación, Amós parecía ser una
persona bastante educada. Su libro demuestra que tenía un gran talento para escribir.

Amós era uno de los hombres que, según cuenta la Biblia, Dios llamó mientras estaban
ocupados en su trabajo: cuando Dios lo llamó, Amós tenía un cayado en su mano (1:1).
Dios escogió a Amós para que él hiciera, que él llamara, a “sus ovejas extraviadas”, para
que se reconciliaran con Él. Amós fue entrenado como profeta por el mismo Dios,
estando en la ciudad de Tecoa, uno de los lugares más altos de Judá. Sus escritos están
llenos de ilustraciones acerca de su casa, en las montañas. Algo curioso de Amós, es
que aunque era nativo de Judá, fue llamado para profetizar a Israel y acerca de Israel.

Amós no fue el único profeta de su época. Dios había enviado a muchos profetas que
advirtieran a Israel acerca de la destrucción que se avecinaba sobre ellos. Posiblemente,
Amós había conocido personalmente a Jonás y a Eliseo y había trabajado con ellos.
Cuando el trabajo de Amós se estaba terminando, aparecen en la escena Isaías y
Miqueas. Amós profetizó durante el tiempo en que Uzías era el rey de Judá y Jeroboam
II era el rey de Israel. Este fue un tiempo de gran prosperidad económica. Ambos reyes
habían recuperado las riquezas que el Reino de David había tenido años atrás. El dinero
fluía entre la gente; había mucha abundancia y, sus ejércitos estaban ganando muchas
victorias. Bajo el reinado de estos dos reyes, ambos reinos alcanzaron su máximo nivel
de prosperidad (2 Cr. 26 y 2 R. 14:25).

Asiria todavía no se había convertido en el Imperio mundial que llegó a ser, tiempo
después. La idea de una próxima destrucción, parecía bastante improbable; y de
suceder, parecía estar muy lejana. Ellos estaban viviendo una época de paz. Las
naciones que los rodeaban no eran lo suficientemente fuertes como para causarles
problemas. Lo único en que ellos estaban pensando era en los placeres de la vida; solo
querían “pasar un buen tiempo, divertirse”. Leamos lo que dice en estos versículos:
2:6-8; 5:11-12; 6:4-6. Dios trató de prevenir a su pueblo; mostrándole el peligro en el
que se encontraban, por eso envió a dos testigos: Oseas y Amós.

Cuando aprendemos a guardar la Ley de Dios, podemos guardar también la ley de


nuestro amado país. La Ley de Dios es una ley de amor. El profeta Amós era un
hombre:
- Humilde – no decía ser más de lo que era.
- Sabio – predicaba en una manera simple, de tal manera que todos pudieran
entender los mensajes que predicaba. No trataba de predicar en una forma tan
elevada que sólo algunos pudieran entenderlo.
- Inteligente – a la gente le gustaba él porque juzgaba a sus enemigos y
denunciaba las injusticias. “Se metía a la gente en la bolsa”; captaba su
atención.
- Que no tenía miedo de decir lo que tenía que decir – no le daba miedo decir la
verdad, simplemente lo hacía.
- Fiel – su mensaje era el mensaje de Dios; él era fiel a las palabras de Dios.
Podía decir con toda autoridad: “Así ha dicho el Señor”.
- Muy Franco...

65
Él era un joven pastor de ovejas y ganadero, que estaba acostumbrado a hablar con la
verdad (2:1). A él no le tembló la voz para decirle al rey Jeroboam II lo que debía hacer.
Dios necesitaba a alguien que diera su mensaje sin temor: Amós era ese alguien. Israel
necesitaba un profeta que quitara las “escamas” de los ojos de su pueblo y que les dejara
ver las consecuencias de la idolatría. ¡Amós cumplió muy bien con ese papel! Dios
aborrece el pecado. Cuando una persona peca debe ser castigada. Puede ser que
consideremos a Amós “un ave de mal agüero” y, quizás, la gente de su pueblo lo
llamaba así pero, aunque este hombre no era nada popular entre la gente del reino, por
las cosas que profetizaba, no le faltaba coraje para hablar delante de ellos, ni tampoco le
faltó coraje para hablarle al rey Jeroboam.

4. Abdías.
Esta corta profecía, no es sólo para la época en que vivió este profeta; también es para
nuestros días. El libro de Abdías profetiza que todos los enemigos de Dios serán
destruidos al final de los siglos.

Petra es una de las maravillas del mundo. Es una ciudad única en su clase. Fue
construida por los hombres. Estaba situada en un lugar muy alto, como “el lugar donde
las águilas ponen sus nidos” (Abd. 4), y estaba ubicada en medio de varias montañas
inaccesibles. ¡La única manera de llegar allí era cruzando por en medio de una grieta
que había entre las piedras! Esta grieta tenía (tiene, porque aún existe) 2 kilómetros de
largo, y 213 metros de altura de cada lado (formando unos riscos). ¡Esta ciudad es capaz
de soportar cualquier invasión! Se dice que Petra tenía más de mil templos que habían
sido incrustados entre las piedras rosadas de los riscos más altos y, que las casas de sus
habitantes eran cuevas que habían excavado en medio de unas rocas de color rojo
(areniscas), por ser más fáciles de cortar (Abd. 3 y 6). ¡Sus casas estaban localizadas en
lugares donde es casi imposible creer que los seres humanos pudieran subir!

Al sur del Mar Muerto, en la frontera oeste del altiplano árabe, hay una cordillera
formada por piedras de color rojo, muy altas y escarpadas, que son conocidas como el
Monte Seir. Fue, precisamente, en ese lugar, donde Esaú se estableció después de haber
vendido su primogenitura a su hermano Jacob. Aquí fue también donde los horeos
fueron derrotados (Gn. 14:5-6). Estos “horeos” son mencionados por primera vez en
este versículo. Parece que ellos vivían durante la misma época de Abraham. “Sela o
Petra” era la capital de los “horeos”. Hoy en día esta ciudad se llama “la ciudad
silenciosa, la ciudad del pasado olvidado”.

Los descendientes de Esaú fueron llamados “edomitas”. Ellos acostumbraban asaltar a


la gente y, luego, correr hacia su fortaleza, que cabe decir, era impenetrable. Ellos
siempre sintieron mucha amargura hacia los judíos; siempre estuvieron enemistados con
ellos (todos sabemos de dónde provenía ese odio: de la enemistad que hubo entre Esaú y
Jacob). ¡Ellos se convirtieron en los enemigos más acérrimos de los judíos! Siempre
prestaban su ayuda a los ejércitos que atacaban a los judíos. Durante el período de los
macabeos, ellos fueron los enemigos más fuertes de los judíos. Y para el tiempo de
Jesús, obtuvieron el control de Judea, mediante Herodes. Ellos desaparecen de las

66
páginas de la historia, después de la destrucción de Jerusalén, llevada a cabo por Tito en
el año 70 d.C. No se sabe qué sucedió con ellos.

El libro de Abdías es el libro más pequeño del Antiguo Testamento. Sólo tiene un
capítulo, que se compone de 21 versículos. Sin embargo, este libro es de suma
importancia. Tiene dos temas muy importantes: 1. la destrucción de los orgullosos y de
los rebeldes, y 2. la liberación de los mansos y humildes.

Este libro habla sobre la ciudad de Edom y a la ciudad de Sión. Lo interesante es que
dichas ciudades representan a Esaú y a Jacob, pero también representan a nuestras dos
naturalezas: la terrenal (que es representada por Esaú, un hombre orgulloso y
descarado), y la espiritual (que es representada por Jacob, quien fue escogido y apartado
por Dios).

5. Jonás.
Este libro es una autobiografía gráfica. Jonás demuestra que para el ser humano es
imposible escaparse de Dios; que Él siempre va a llevar a cabo Su voluntad por medio
del instrumento (persona, siervo) que Él escoja. Y, que de ser necesario, Dios va a tratar
fuertemente con su siervo, con tal de asegurarse que éste sea obediente. Este libro nos
demuestra que Dios ama a los gentiles y que ama también a su pueblo. El profeta Jonás
fue enviado por Dios a los gentiles.

Jonás nació en Gat- hefer (2 R. 14: 25), un pueblo ubicado a una hora de distancia de
Nazaret. La leyenda hebrea dice que él era “el hijo de la viuda de Sarepta” (1 R. 17), a
quien resucitó el profeta Elías. Jonás vivió durante la época del reinado de Jeroboam II,
cuando el reino del norte era próspero y poderoso (2 R. 14:25). Parece que Jonás era un
famoso político, un hombre de estado.

¡Definitivamente Dios está en este libro! Dios cuidó de este profeta, trabajó en su vida,
y por medio de él. En este libro hay cuatro cosas muy interesantes acerca de la obra de
Dios. Allí dice que “Dios tenía preparado, y que “Dios preparó”:
- Un gran pez, cap. 1:17.
- Una calabaza, cap. 4:6.
- Un gusano, cap. 4:7.
- Un recio viento solano, cap. 4:8.

Jonás es el “libro de la prueba”. Este libro pone a prueba nuestra fe. Nuestra actitud
hacia Jonás revela nuestra actitud hacia Dios y hacia su Palabra. ¿Es la historia de Jonás
un invento o sucedió en realidad? Aquí caemos o nos quedamos de pie.

Jesucristo hizo que el libro de Jonás cobrara una importancia que nunca antes había
tenido. Cuando los judíos le pidieron que les diera una señal para creer en Él como el
Mesías enviado por Dios, Él les dijo: “... La generación mala y adúltera demanda
señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como
estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del
Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Mateo 12: 39-40.

67
El libro de Jonás registra dos grandes eventos: el primero de ellos, es el del gran pez que
se tragó a Jonás; y el otro, el de la conversión de la gran ciudad de Nínive, una ciudad
completamente pagana. Es admirable como esta ciudad se convirtió a Jehová por medio
de un profeta extranjero, en tan sólo unos días (Mt. 12:41).

6. Miqueas.
Este libro contiene una profecía acerca del futuro glorioso de Israel, la nación escogida
por Dios. ¡Esta profecía se va a cumplir, literalmente, cuando Jesucristo regrese a la
Tierra!

Miqueas era un hombre campesino que vivió durante la misma época en que vivieron
Isaías y Oseas. Su casa se encontraba a unos 44 kilómetros de Jerusalén, en el pueblo de
Moreset, que quedaba en la frontera con la tierra filistea. Mientras que este profeta
predicó allí, Isaías estaba predicando en Jerusalén y Oseas en Israel. Miqueas era “el
profeta de la gente común”. Él era un hombre de campo que conocía muy bien a los
campesinos.

Las profecías de Miqueas fueron dirigidas a la ciudad de Samaria, la capital de Israel, y


también a Jerusalén, la capital de Judá; pero, la mayor parte de sus profecías eran para
Jerusalén. Él vivió durante una época muy difícil. Había mucha opresión dentro de los
muros y los enemigos los estaban esperando afuera. Lo mismo pasaba en Judá y en
Jerusalén. Miqueas profetizó durante la época de Jotam, Acaz, y Ezequías.

Este profeta denunció los pecados sociales de su época (2:2). Él sentía profundamente
las necesidades de sus contemporáneos. Él veía cómo trataban los ricos a los pobres y
sabía que eso era injusto. ¡Sentía que esas injusticias conmovían el cielo! ¡Había
corrupción, codicia y engaño en todas las esferas sociales, ninguna estaba libre de ello!
¡Tanto los príncipes como los sacerdotes y el pueblo, en general, eran corruptos! (2:2, 8,
9 11; 3:1-3, 5,11). Por medio de sus palabras, Miqueas logró hacerlos reflexionar. Sus
palabras eran como un “látigo”.

Él quería que la gente supiera que cada acto cruel que ellos hicieran a otro ciudadano,
era un insulto para Dios. ¡Dios se ofende por la mala conducta del pueblo y de sus
gobernantes! Por las cosas que Miqueas le dice al pueblo, ellos tratan de cambiar:
empiezan a observar ritos y a practicar costumbres religiosas. Sin embargo, Miqueas les
hace ver que sus esfuerzos son inútiles si no se arrepienten de verdad y cambian de
dirección (6:7-8).

Los “pecados nacionales” que denunció Miqueas fueron la:


- Idolatría, cap. 1:7; y 6:16.
- Codicia, cap. 2:2.
- Opresión y la acepción de personas, cap. 2:2.
- Violencia, cap. 2:2; 3:10; 6:12; 7:2.
- Aceptación de los falsos profetas, cap. 2:6, 11.
- Corrupción entre los príncipes, cap. 3:1-3.
- Corrupción entre los profetas, cap. 3:5-7.

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- Corrupción entre los sacerdotes, cap. 3:11.
- Venganza, cap. 3:9,11; 7:3.
- Deshonestidad, cap. 6:10,11.

7. Nahum.
Este pequeño libro profetiza el juicio contra la malvada ciudad de Nínive. El libro nos
enseña el eterno principio de justicia: nos muestra que Dios va a recompensar a los
justos y castigar a los malvados; que Él va a hacer justicia.

El profeta Nahum era nativo de Elcos. Su nombre significa “comodidad”. Las palabras
de Dios durante esta época fueron: “liberación para Judá, y destrucción para su enemigo,
Asiria”. Capernaum, el lugar donde Jesucristo hizo muchos milagros, era una ciudad
que llevaba ese nombre en honor al profeta Nahum: Capernaum significa “ciudad de
Nahum”.

Lo más probable es que Nahum fuera nativo de Galilea. Él vivió en el mismo tiempo en
que vivió el buen rey Ezequías y el profeta Isaías. El tema principal de este libro es la
destrucción de Nínive. Este libro es una advertencia. ¡Nínive ha sido encontrada
culpable, y Dios está enviando a Nahum para declararles el juicio que recibirá! En
Nínive, Dios estaba juzgando al mundo pecador. El libro de Nahum fue escrito 150 años
después de que Jonás predicara en esta ciudad.

Recordemos que en esa ocasión los ninivitas se arrepintieron de su maldad. No cabe


duda de que los ninivitas fueron sinceros pero, su arrepentimiento no duró mucho.

Empezaron a cometer de nuevo los mismos pecados que les habían hecho merecer el
juicio de Dios. Nínive, que era “la gloria de Asiria”, había desafiado a Dios. Los
ninivitas no solo retrocedieron en su fe, sino de los que deliberadamente rechazaron al
Dios que habían aceptado (2 R. 18:25, 30, 35; 19:10-13).

Dios envió a Nahum a advertir a los ninivitas sobre la destrucción final de Nínive y la
caída del Imperio. Este imperio había sido construido con violencia. Los asirios eran
grandes guerreros. Continuamente estaban invadiendo a otras naciones, haciendo lo que
ellos llamaban “expediciones”. Ellos construyeron su Estado con el dinero (con el
botín) de otra gente. ¡Los asirios hacían todo lo posible para inspirar terror a sus
vecinos! Alegaban que lo hacían “para adorar a un dios llamado Asur”. ¡Dios iba a
destruir Nínive en una forma violenta y extraordinaria!

8. Habacuc.
El mensaje de este profeta tenía como objetivo animar al pueblo de Dios para que
confiaran en Él y permanecieran en la fe. Hay tres órdenes en este libro:
¡Vigila y mira! – Habacuc 1.
¡Levántate y mira! – Habacuc 2.
¡Arrodíllate y mira! – Habacuc 3.

69
Realmente sabemos muy poco sobre este profeta, excepto que él le hizo muchas
preguntas a Dios y Dios le respondió. Él, al igual que nosotros, se preguntó por qué un
Dios de amor y de justicia permitiría cosas como las que él vio en su época. De seguro
se sintió torturado en su mente con un eterno “por qué”.

Una de las preguntas que él se hizo fue: ¿por qué prosperan los malos? Una de las cosas
que mas le molestaba era que su nación fuera a ser destruida por una nación aún más
mala (Hab. 1:13). El profeta se quejaba delante de Dios por la manera tan injusta en
que Él gobernaba el mundo.

A pesar de todas sus dificultades, Habacuc se presentó delante de Dios y le expuso su


causa (2:1) y, ¡Esperó que Dios le contestara!

Habacuc era un profeta (1:1) pero, también, era un levita que cantaba en el coro del
tabernáculo (3:19) y que ayudaba en otras cosas en que se le necesitara.

¿Por qué la malvada ciudad de Babilonia iba destruir a Judá, que era menos mala? ¡Eso
significaba que el mal vencería sobre el mal! ¿Podría salir algo bueno de esto? Dios
tendría que mostrarle su plan final.

Judá necesitaba castigo. Dios estaba usando a Babilonia para corregir a Judá. Sin
embargo, un día le llegaría el turno a Babilonia: esta ciudad sería eliminada del todo.
Para el pueblo de Dios aún había un futuro glorioso y Jehová mismo reinaría sobre ella,
como su Rey.

9. Sofonías.
Este libro profetiza el castigo sobre Israel, como consecuencia de haber rechazado a
Jesucristo, el Mesías. Habla, además, sobre la futura restauración de Israel y de su gloria
venidera. Esta profecía adquiere mayor sentido en nuestros días ya que, los judíos han
regresado a su propia tierra.

En el primer versículo de este libro hay dos cosas importantes acerca de Sofonías: 1. él
era un príncipe de la casa real de Judá y 2. para él era más fácil denunciar los pecados de
los príncipes, porque él estaba en el mismo nivel social y económico que ellos. Sofonías
vivió durante la época del rey Josías. Su nombre significa “escondido de Jehová”.

Este hombre empezó su ministerio de profeta entre los años 641 y 610 a. C. (durante el
reinado de Josías). Para entonces habían pasado 50 años desde la profecía de Nahum y,
tres de los descendientes del rey Ezequías habían ocupado el trono (2 R. 20-21). Antes
de que Josías subiera al trono, dos reyes idólatras habían estado en el trono; los cuales
habían llenado la tierra de Judá con ídolos. Había entonces todo tipo de maldad y
práctica perversa. Había también una gran injusticia social, y corrupción moral en Judá
antes de que Josías reinara. Los ricos habían obtenido fortunas a costa de los pobres.
Los pobres, como ya dijimos, estaban siendo explotados y maltratados por los ricos.
¡Las condiciones eran realmente malas cuando el rey Josías, de solo 16 años llegó al
poder! Una de las primeras cosas que hizo Josías siendo rey, fue destruir todos los

70
ídolos de Judá. Él mismo tomó una hacha y despedazó los altares y los dioses paganos
que había por todo Judá. ¡Las palabras de Sofonías debieron haber animado a este
reformador! Lo que él hizo causó un avivamiento religioso. Se dice que Josías fue uno
de los reyes más amados entre los reyes de Judá.

Sofonías profetiza la caída y la destrucción de Nínive (2:13). También denuncia y


condena las formas de idolatría en que había caído Judá: los cultos a Baal, a Milcom y a
Moloc (1:1 al 2:3). La idolatría fue completamente eliminada durante el reinado de
Josías. Sin duda, Sofonías era responsable directo de la reforma que dirigió Josías. Él
había sido el pionero de este movimiento revolucionario.

Sofonías dijo a su pueblo que:


- Habría un remanente fiel el cual sería liberado de la cautividad.
- Las naciones gentiles se iban a convertir.
- Un día la gente adoraría a Dios dondequiera, no sólo en Jerusalén (2:11; Jn.
4:21).

10. Hageo.
Este libro fue escrito con el fin de animar al pueblo de Dios, para que reconstruyeran la
santa ciudad, que había sido destruida por los babilonios. Contiene algunos consejos
prácticos para aquellos que quieran edificar algo para Dios.

En realidad, sabemos sumamente poco sobre Hageo, el autor de este libro. Lo único que
sabemos es que él trabajó con Zacarías, durante el tiempo del exilio. Profetizó dos meses
antes que Zacarías. Zacarías profetizó durante tres meses y Hageo durante cuatro meses.

Hageo fue la primera voz que se escuchó después del exilio. Su nombre significa “mi
gran fiesta o banquete” (¡qué oportuno!). Su libro es una recopilación de cuatro
mensajes, escritos entre los meses de agosto y diciembre. Cada mensaje tiene escrita la
fecha exacta en que lo escribió, por eso es que las sabemos. Estas fechas son muy
valiosas para nosotros. Una de estas fechas es “el segundo año del rey Darío,
equivalente con el año 520 a.C. Durante esta época aparece Confusio, un filósofo chino
que llegó a ser el líder de la religión budista que ha florecido tanto en la China.

Este libro es “dominado” por un solo tema: Hageo persuade a su pueblo a reconstruir el
templo de Dios. ¡No fue tarea fácil animar a los judíos que estaban tan desanimados, a
levantarse y reconstruir el templo! ¡Pero lo logró! ¡Los animó! Los judíos
reconstruyeron el templo.

11. Zacarías.
Este otro libro tenía como objetivo animar al pueblo de Dios para que reconstruyeran la
ciudad de Jerusalén, la cual estaba en ruinas. Este libro también profetiza la restauración
de Jerusalén, la ciudad de los judíos. Esta profecía aún no se ha cumplido por completo;
hay cosas que deben cumplirse todavía.

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Zacarías es un libro del futuro. Es “el Apocalipsis del Antiguo Testamento”.

12. Malaquías.
Este profeta habla en contra de los infieles; promete que va a venir juicio sobre ellos.
El libro de Malaquías también contiene una profecía sobre la segunda venida de
Jesucristo. Malaquías es como “un pequeño Antiguo Testamento”. Es el puente entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento. Para demostrarte esto, lee lo que dice en Malaquías
3:1. Hubo un silencio de cuatrocientos años entre el libro de Malaquías y la “voz que
clamaba en el desierto”.

El Antiguo Testamento termina con la palabra “maldición” (“... no sea que yo venga y
hiera la tierra con maldición”). El Nuevo Testamento termina con la palabra
“bendición” (“... la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén”.).

Para la época de Malaquías habían pasado ya como unos cien años, después del
cautiverio en Babilonia y de que los judíos hubieran regresado a Jerusalén. Malaquías
fue el último profeta del A. T. que le habló a los israelitas estando en Israel. “Israel”
significa todo el remanente de Judá y de Israel que habían regresado del exilio. A los
judíos ya se les había acabado el entusiasmo que tenían al volver del cautiverio. Aunque
habían vivido un período de avivamiento (Neh. 10:28-39), la gente se había convertido
en gente religiosa y descuidada, en lo que a moral se refería.

El profeta Malaquías fue un reformador. Pero mientras él animaba a su pueblo, era


rechazado por ellos. Él tuvo que lidiar con gente confundida y desanimada; con gente
pesimista y con un fuerte sentimiento de fracaso; gente que estaba en peligro de
abandonar su fe en Dios. Aunque no le habían vuelto la espalda a Dios, se habían vuelto
bastante escépticos.

F. EL CUMPLIMIENTO DE LA VENIDA DE JESUCRISTO.

En los Evangelios se muestra al Señor Jesucristo como el Salvador prometido por el Antiguo
Testamento (Gn. 3:15; Is. 53). Aunque los Evangelios no fueron los primeros libros del Nuevo
Testamento en ser escritos, fueron colocados al principio del Nuevo Testamento, porque
cuentan el principio de la historia de la vida de Jesucristo. ¡La vida y la muerte de Jesucristo
son los fundamentos de la fe cristiana!

1. El significado de la palabra “Evangelio”.


La palabra “Evangelio” está compuesta por dos palabras griegas que unidas quieren
decir “proclamar las buenas noticias”.

2. El mensaje de los cuatro Evangelios.


Hay numerosas razones para que haya cuatro Evangelios y no únicamente uno. El solo
hecho de que existan cuatro Evangelios, indica la importancia que Dios le dio a los

72
registros sobre Su Hijo. Dios quería mostrar varios puntos de vista acerca de Su
incomparable Hijo, para darnos un panorama completo. Para ello fue necesario “pintar
diferentes retratos de Jesús, cada uno desde una pose diferente”.
a. Mateo presenta a Jesucristo como el Hijo del Todopoderoso.
Este Evangelio fue escrito por Mateo cuyo nombre, antes del de Mateo fue Leví, y
quien había sido un cobrador de impuestos para Roma, antes de que Jesucristo lo
llamara (MT. 9:9). Mateo escribió este libro a los judíos, con el fin de
convencerlos de que Jesucristo era el Mesías enviado por Dios el Salvador
prometido por el Antiguo Testamento. Por eso es que el Evangelio de Mateo
contiene más citas del Antiguo Testamento que todos los demás Evangelios juntos.

Desde el principio del libro, Mateo une a Jesucristo con la nación judía. Mateo
tuvo mucho cuidado para no alejar a los judíos que leían su libro. Mateo les
demuestra a los judíos que Jesucristo cumple, absolutamente, con todas las
profecías del Antiguo Testamento que tenían que ver con el Mesías. Él se refiere
al Antiguo Testamento como ningún otro Evangelio lo hace.

Es muy difícil para nosotros los gentiles, apreciar el cambio entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento. Los judíos pensaban que para creer en Cristo debían
renunciar a todas sus costumbres y prácticas ortodoxas. Tanto Mateo (en su
Evangelio), como Pablo (en su carta a los gálatas), les demuestran a los judíos que
ellos no deben renunciar a su fe, ni tirar por la borda todo lo que habían creído en
el pasado para creer en Jesucristo. Les enseñan que todo lo anterior era “sombra
de lo que habría de venir” pero, Cristo es la “sustancia, la personificación de todas
esas sombras”. ¡Cristo es el cumplimiento de todas las promesas que Dios dejó en
el Antiguo Testamento!

Mateo es el libro que rompe con los 400 años de silencio que hubo entre las
profecías de Malaquías y la anunciación del nacimiento de Jesús. En ese tiempo,
Israel era dominada por los romanos. ¡Ningún descendiente de la casa de David se
había sentado en el trono de Israel durante 600 años!

Aunque Herodes gobernaba Israel, no era el rey de Israel, sino un gobernador


nombrado por el Emperador romano. El hombre de esa época que de verdad tenía
derecho de sentarse en el trono de David era José el carpintero, el esposo de María;
¡él sí era uno de los descendientes del Rey David! Lee la genealogía de Jesucristo
que aparece en el primer capítulo de este libro (Mt. 1), y ponle especial atención al
nombre “Jeconías” (verso 11). Si José hubiera sido el padre de Jesucristo, en
cuanto a la carne, Jesús nunca hubiera podido ocupar el trono de David. ¿Por qué?
Porque la generación de José había sido maldecida. En Jeremías 22:24-30
podemos ver que aunque José venía de la línea real, de la casa de David, estaba
bajo maldición, y ¡nunca podría ocupar el trono! Por eso, si Jesús hubiera sido
hijo de José, ¡no hubiera podido sentarse en el trono de David!

Sin embargo, examina la genealogía de María que aparece en el Evangelio de


Lucas. En la línea real de la cual venía María no existe ninguna maldición. Su

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genealogía llega hasta David, pero incluye a Natán y no a Jeconías (Lc. 3:31). ¿Te
diste cuenta? Lee Lucas 3:30-33.

Mateo presenta al Señor Jesús en una forma diferente a como lo presentan los
demás escritores. Él lo presenta desde un punto de vista judío. Solo en este
Evangelio encontramos que Jesucristo dijo acerca de sí mismo: “... No soy
enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Mateo 15:24.

Si lo vemos desde el punto de vista “numérico”, encontramos que el Evangelio de


Mateo ocupa la posición número cuarenta en el Canon. Después de los treinta y
nueve libros del Antiguo Testamento viene Mateo. El número 40 siempre ha sido
“el número de la prueba” dentro de las Escrituras: fue el día número 40 cuando
Jesucristo fue tentado por el diablo; Israel estuvo vagando en la soledad durante 40
años; David fue rey durante 40 años; Moisés estuvo en el palacio de Egipto
durante 40 años y, luego, estuvo en el desierto 40 años más. En este libro
(Evangelio de Mateo), que es el número 40, Israel estaba siendo probada: debía
comprobar si Jesucristo era o no el Mesías prometido.

Aunque Jesucristo es presentado a los judíos como su Rey, la mayoría de los


líderes religiosos lo rechazan, no sólo como Mesías, sino también como Salvador
(Mt. 16:21).

b. Marcos presenta a Jesucristo como el Siervo que sufre.


Este Evangelio fue escrito por Marcos, quien se convirtió a Cristo por medio del
apóstol Pedro (II P. 5:13). Es evidente que este Evangelio fue dirigido a los
gentiles, por las múltiples explicaciones acerca de las costumbres judías. Los
soldados romanos estaban muy impresionados por el estudio de la vida de
Jesucristo, por sus obras y su autoridad. Las palabras claves del Evangelio de
Marcos son las palabras “hacia adelante”.

Marcos era el primo de Bernabé (Col. 4:10) y el hijo de María. Él acompañó a


Pablo y a Bernabé a Antioquía y fue la causa por la cual Pablo y Bernabé tuvieron
un gran desacuerdo y se separaron (Hechos 12:25; 13:5). Pero, al final, Marcos
fue de gran ayuda para Pablo (Col. 4:10-11; 2 Ti. 4:11). Parece que Marcos se
convirtió por medio de una prédica de Pedro pues, éste lo llamaba “mi hijo” (1 P.
5:13). Así, también, llamaba Pablo a Timoteo.

El objetivo que tuvo Marcos al escribir su Evangelio se encuentra en Marcos


10:45. Este autor se inclina a escribir más sobre las obras de Jesucristo que sobre
sus palabras. Todos los estudiosos concuerdan en que Marcos dirigió este
Evangelio a los romanos. La cultura romana contrastaba en muchos aspectos con
la cultura judía. Por eso es que Marcos tuvo que explicar muchas cosas sobre las
costumbres y ritos judíos en este libro. Los romanos eran más prácticos que los
judíos y valoraban el sentido común. Para ellos, la religión debía ser algo
práctico. A ellos no les importaba mucho lo que habían creído sus antepasados; no
les importaba sus genealogías, ni las profecías que se habían cumplido. Para ellos
tampoco era importante argumentar sobre la interpretación de la Palabra o discutir

74
detalles sin importancia. ¡Ellos querían saber, únicamente, lo que hizo Jesucristo!
¡No les importaba saber de dónde vino, ni de dónde decía la gente que Él había
venido!
El Evangelio de Marcos es muy peculiar, porque hay varios eventos que él
omitió. Por ejemplo, Marcos no:
- Habla nada sobre el nacimiento virginal de Jesucristo.
- Habla nada sobre la visita de los reyes magos.
- Contiene este evangelio el sermón del Monte.
- Habla sobre las cosas que pasaron en el templo.
- Nombra nada sobre las leyes del Reino.
- Habla sobre los profetas.
- Explica los títulos divinos de Jesucristo.
- Incluyó la declaración que Jesucristo hizo en la cruz, de que “todo había
sido consumado”.
- Tiene introducción.
- Incluye ninguna parábola que tenga que ver con amos, con hijos de reyes,
ni con talentos.

Por otro lado, hay cosas muy interesantes en el Evangelio de Marcos tales
como:
- De 8 a 12 veces él usa la palabra “evangelio”, que significa “buenas
noticias”.
- En 40 ocasiones diferentes usa las palabras “en seguida, en el acto,
inmediatamente”.
- En 12 de los 16 capítulos empieza con palabra “Y”. Esto indica que no
había pausas entre la historia; cada capítulo era la continuación del
anterior.
- Solo 4 de las 14 parábolas pueden compararse con las que aparecen en
Mateo 14.
- Los milagros ocupan un lugar muy importante en su libro. Él explica 20
de ellos con lujo de detalles.

c. Lucas presenta a Cristo como el Hombre sin pecado.


Este Evangelio y el libro de Hechos fueron escritos por el mismo autor: Lucas. Él
era un médico gentil; el médico personal de Pablo. Parece que acompañó a Pablo
en varios de sus viajes misioneros. Su libro es el único libro de la Biblia que fue
escrito por un gentil.

Cuando Lucas escribió este libro, debía haber tenido en su mente a los griegos
porque presenta a Jesucristo como el hombre perfecto, en todos los aspectos de la
vida.

Lucas nació en Siria y, aparentemente no era judío (Col. 4:14). Él era un hombre
muy educado, muy inteligente y observador. Lucas revela que Dios se manifestó
en carne, o sea, que se convirtió en un ser humano de carne y hueso. Él habla
sobre la humanidad de nuestro Señor Jesucristo. Revela que el Salvador tenía
sentimientos como cualquier ser humano. En este Evangelio podemos ver al Dios

75
Altísimo bajando a nuestro nivel, haciéndose hombre y habitando en medio de
nosotros; viviendo bajo las mismas circunstancias en que nosotros vivimos cada
día.
El doctor Lucas nos explica bastante bien todo lo concerniente al nacimiento
milagroso de Jesucristo. Cristo, el Creador del Universo, entró a este mundo como
cualquier persona y nació de una mujer. Que Cristo se haya hecho hombre es un
misterio para nosotros, pero, Lucas explica todo lo que decían las profecías acerca
de este hecho. Aunque el nacimiento de Cristo fue sobrenatural, porque nació de
una virgen, Jesús tuvo que crecer como cualquier otro ser humano. Así lo explica
Lucas en el capítulo 2:40 y 52. Este autor es el único que nos cuenta lo que
sucedió cuando Jesús tenía doce años, de cómo se quedó predicando en el templo.
Jesucristo tuvo que trabajar con sus manos; lloró de tristeza por su ciudad; se
arrodillaba para orar; sabía lo que era la agonía del sufrimiento, el cansancio, el
hambre, etcétera ... ¡tenía todas las características de un ser humano! Cinco de los
seis milagros que presenta Lucas, son milagros de sanidad. Él es el único que nos
cuenta lo que sucedió la noche en que Jesús fue arrestado, cuando Pedro le cortó la
oreja a Malco, el ayudante del sumo sacerdote y Jesús se la sanó en el mismo
instante (22:51).

El Evangelio de Lucas es el Evangelio para todos los “parias” de la tierra. En su


libro, él cuenta la parábola del buen samaritano (10:33), la del publicano (18:13),
la del hijo pródigo (15:11-24), lo que sucedió con Saqueo (19:2) y registra lo que
dijo el ladrón que estaba junto a Jesucristo en la cruz (23:43). Lucas habla
también muchas cosas a favor de las mujeres (caps. 1 y 2).

Él nos cuenta que Jesús tuvo compasión y misericordia hacia la mujer de Nain;
también lo que sucedió con la mujer adúltera que el gentío quería apedrear; y lo
que sucedió con la mujer pecadora que lavó sus pies con sus cabellos. Lucas nos
cuenta, además, lo que sucedió con las mujeres y los niños en estos capítulos:
7:46; 8:3; 8:42; 9:38; 10:38-42; 11:27; 23:27.

El libro de Lucas es un libro poético. Su autor empieza el libro con una canción:
“Gloria a Dios”; y termina con otra canción: “Alabanza y bendición para nuestro
Dios”. ¡Gracias Señor por este Evangelio! Este Evangelio preserva tres de “las
preciosas gemas de la Himnología cristiana”:
- El Magnificat, el himno que cantó María llena de regocijo (1:46-55).
- El canto de Zacarías (1:68-79).
- El canto de los ángeles (2:8-14).

d. Juan presenta a Cristo como el Salvador.


Este libro fue escrito por el discípulo amado de Jesucristo. Podríamos decir que
este Evangelio es un Evangelio universal. Fue escrito para todos los hombres:
promueve la fe en Jesucristo; al cual presenta como el Hijo de Dios y el Salvador
de todo el mundo (Jn. 20:30-31).

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Juan escribió este Evangelio para probar que Jesús era el Cristo, el Mesías
prometido (a los judíos) y el Hijo de Dios (para los gentiles). Quería guiar a los
creyentes hacia una comunión íntima con Él.

La palabra clave de este libro es “creer”, la cual aparece 98 veces en el libro. El


tema de este libro es la deidad de Jesucristo. No hay otro libro que establezca esta
verdad como lo hace el Evangelio de Juan. ¡Este Evangelio establece y declara
que aquel bebé de Belén fue nada menos y nada más que el Hijo de Dios que
descendió del cielo! Juan da abundantes evidencias que comprueban tal
afirmación.

El Evangelio de Juan no describe la genealogía de Jesucristo, ni la de su padre


terrenal (José), ni la de su madre (María), como lo hace por ejemplo el Evangelio
de Lucas. Algunas de las cosas que caracterizan este Evangelio es el hecho de que
no:
- Contiene genealogías.
- Habla nada acerca de la niñez de Jesucristo.
- Está incluido lo de la tentación de Jesús.
- Habla de la transfiguración.
- Cuenta cómo escogió sus discípulos Jesús.
- Contiene parábolas.
- Cuenta el relato de la ascensión.
- Incluye la Gran Comisión.

En este libro Jesucristo es llamado:


- La Palabra.
- El Creador.
- El Hijo Unigénito de Dios, el Primogénito.
- El Cordero de Dios.
- El Verbo de Dios hecho carne.
- La revelación del Gran “YO SOY”.

Juan tenía como 25 años cuando fue llamado por Jesucristo. Él había sido
discípulo de Juan el Bautista. Durante el reinado del Emperador romano Dimicio,
Juan fue desterrado a la Isla de Patmos pero, luego de un tiempo, regresó a Efeso y
se convirtió en el pastor de una maravillosa iglesia. Él vivió en esa ciudad hasta
ya muy entrado en años. Él fue el último de los apóstoles en morir. Durante el
tiempo en que estuvo en Efeso, escribió este Evangelio, donde establecía la deidad
de Jesucristo, su eternidad, igual que el Padre.

Los Evangelios sinópticos fueron escritos antes del año 70 a.C., el cual fue el año
fatal para Jerusalén. Durante esa época se habían levantado falsos profetas y había
falsos maestros enseñando que Jesucristo no era Dios ni el Hijo de Dios porque,
Dios no podía convertirse en un ser humano ni podía tener hijos; alegaban incluso
que Jesucristo nunca había tenido carne como nosotros.

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Juan, sin embargo, enfatiza estas verdades; da testimonio; registra las palabras de
Cristo; y habla sobre las obras que demostraban su poder divino y su gloria.

El Evangelio de Juan es el más elevado en cuanto al léxico y el que más exalta a


Jesucristo. En los tres Evangelios anteriores, Jesús es visto desde un punto de
vista humano, como alguien que vivía igual que todos los seres humanos pero,
Juan no lo ve así; Él lo presenta como alguien que tenía relación espiritual con
gente divina. Mientras que Lucas se esfuerza por explicar que Cristo había sido
perfecto como hombre, Juan se esfuerza por explicar que además de hombre era
Dios. En nuestros días, en los cuales han sido esparcidas tantas mentiras sobre
Jesús, debemos enfatizar esta verdad: que Cristo era Dios hecho carne.

G. CÓMO SE PROPAGÓ LA COMISIÓN DE JESUCRISTO.

El libro de los Hechos de los apóstoles describe el origen de la iglesia cristiana, sus
fundamentos, la edificación de la iglesia y el florecimiento del Cristianismo en el mundo.
Todos los creyentes deberían leer este libro, de vez en cuando, para animarse y sentirse
inspirados a servir a Dios.

El libro de Hechos nos habla sobre las obras que el Espíritu Santo hizo, por medio de los
creyentes de la iglesia primitiva (obras que habían sido profetizadas, Mr. 16:20), y de cuán
efectivo fue su testimonio de la Palabra de Dios (Hch.1:8). ¡Es maravilloso cuando el Espíritu
Santo nos impulsa a llevar a alguien a Jesús! El Señor ha trabajado en el corazón de ciertas
personas con antelación, de tal manera que cuando tú les hables, ellos puedan recibir tu
testimonio y entregar su vida al Señor. En este libro hay un ejemplo perfecto, en Hechos 8,
cuando el Señor envía a Felipe donde el eunuco etíope.

¡La iglesia primitiva no se dio cuenta de cuán grande era la misión que el Señor les había
encomendado! Ellos se concentraron en Jerusalén, hasta que la persecución vino y los sacó de
sus lugares. La sangre de Esteban, el primer mártir de la iglesia cristiana, probó ser la semilla
de la iglesia en crecimiento.

En Hechos 1 al 12, encontramos a Pedro testificándole, principalmente, a los judíos. En


Hechos 13- 28, encontramos a Pablo predicándole, principalmente, a los gentiles. Las dos
divisiones de este libro, entonces, son: la primera, del capítulo 1 al 12, Pedro testifica a los
judíos; y la segunda, del capítulo 13 al 28, Pablo testifica a los gentiles. Los judíos necesitaban
cambiar su modo de pensar acerca del Mesías; y los gentiles necesitaban creer en Él.

¡El libro de Hechos es la mejor guía misionera que haya sido escrita jamás! En este libro
encontramos la razón para las misiones. Los creyentes tenían una misión: atraer gente a
nuestro Señor Jesucristo. Por eso Él era su tema principal; y la Palabra de Dios era su arma. En
este libro al fin, la iglesia estaba empezando a hacer la obra del Señor. Los creyentes diseñan
un plan para alcanzar a toda la población. Para ello, escogen un gran centro de población, como
base para la evangelización, desde donde el Evangelio pudiera extenderse a otras ciudades. Los
discípulos fueron simples: se lanzaron a la calle y ¡tuvieron mucho éxito! Ellos dependían

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únicamente del poder de Dios, del poder del Espíritu Santo. ¡Estaban llenos del celo de Dios!
¡Nada podía detenerlos! Eran valientes y firmes en sus convicciones.

H. NUESTRO COMPROMISO CON JESUCRISTO.

Las epístolas del Nuevo Testamento han sido ordenadas en dos grupos: las “epístolas paulinas”,
que son las cartas escritas por Pablo; y las “epístolas generales”, escritas por otros autores.

El apóstol Pablo escribió 13 de las cartas del Nuevo Testamento; catorce, si es que Pablo
escribió el libro de Hebreos, como algunos creen. Las epístolas explican la obra de Jesucristo y
enseñan el verdadero significado de la vida cristiana.

1. Las epístolas paulinas.


Estas cartas tienen una maravillosa mezcla: contienen doctrina cristiana, pero también
son muy prácticas (son funcionales). Pablo solía escribir en esta forma: primero
enseñaba la doctrina cristiana, y luego relacionaba esa doctrina con la vida diaria
(explicaba cómo funcionaba).

a. Romanos.
¡Este maravilloso tratado es probablemente el libro más importante del Nuevo
Testamento - dejando aparte los Evangelios, por supuesto! Romanos es el más
completo estudio sobre doctrina cristiana básica. Todos los cristianos deberían
“saturar su mente” con las verdades de este libro. El libro puede dividirse
fácilmente en tres secciones:
- Los fundamentos doctrinales (cap. 1-8). En estos capítulos, Pablo
enseña acerca de temas como la condenación, la justificación, la
santificación, y la glorificación.
- Hechos peculiares del libro (cap. 9-11). Pablo explica a Israel por qué
el pacto Abrahámico y el pacto Davídico no se han cumplido aún.
- Funciones de la iglesia (cap. 12-16). Pablo exhorta a los creyentes a
vivir conforme a la doctrina que enseñó en los capítulos anteriores (del 1-
8).

El libro de Romanos nos enseña el método que Dios usa para justificar a los
pecadores. Dios primero revela a los pecadores sus necesidades; y luego les
muestra lo que pueden obtener por medio de la fe: justicia y justificación por
medio de Jesucristo.

La justicia de Dios es una persona. Y la justicia que Dios demanda está en una
persona: Jesucristo. ¡Nadie va a llegar al cielo con una justicia menor que la
justicia de Jesucristo! Cuando miras a Jesús, miras la justicia que Dios requiere
del ser humano. La clave para esta gran tesis la encontramos en Romanos 1:16-
17:
- La persona que revela el Evangelio – Cristo.

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- El poder del Evangelio – poder de Dios.
- El propósito del Evangelio – la salvación.
- Personas a quienes fue dirigido el Evangelio – todos.
- Quién es aceptable – todo el que cree.
- El resumen de todo lo anterior – el justo vivirá por la fe.
-
b. I y II de Corintios.
En la primera carta que Pablo le envió a la iglesia de Corinto, trató de solucionar
los problemas que había en ese momento, y de responder algunas preguntas que
tenía la iglesia. Una de las cosas que se preguntaban los cristianos de Corinto era
cómo vivir una vida cristiana ideal. En su segunda carta, Pablo tiene necesidad
de defender su llamado y ministerio y, su autoridad de apóstol. También habla
sobre “cómo debemos dar”, en los capítulos 8 y 9.

En Hechos 18 se nos cuenta cómo llegó el Evangelio a esta malvada ciudad;


Corinto. El apóstol Pablo, que en aquel entonces era un hombre de
aproximadamente 50 años, vestido con su ropa de trabajo, entró en la gran
metrópoli y anduvo por las calles buscando un lugar donde trabajar para ganarse
la vida. No hubo grandes anuncios que dijeran: “¡Hoy llegó a la ciudad el gran
evangelista mundial conocido como Pablo!”. Todos sabemos que Pablo hacía
tiendas para auto abastecerse económicamente. Él, simplemente, llegó al pueblo
y se puso a trabajar, haciendo tiendas, en el taller de otra persona. Hacer tiendas
era una industria muy sobresaliente en ese tiempo, tal y como lo es la
construcción hoy en día. Él empezó a trabajar con dos personas que se
dedicaban a eso, Aquila y Priscilla, y allí empezó a prosperar lo suficiente como
para continuar su obra misionera.

Es muy difícil hacer un bosquejo de la primera carta de Corintios, porque ésta


contiene muchos temas diferentes. Sin embargo podríamos decir que el tema más
sobresaliente de esta carta es la conducta cristiana.

En su segunda carta, Pablo se muestra un tanto preocupado por la forma cómo


había reaccionado la iglesia de Corinto ante su primera carta. Él se preguntaba
cómo habían recibido la exhortación. Fue por eso que envió a Tito (y tal vez a
Timoteo) a Corinto, para averiguarlo. Estando en su tercer viaje misionero, en la
ciudad de Filipos, Tito le dio los reportes a Pablo: dijo que la mayoría de la
gente de la iglesia de Corinto había recibido bien la carta; pero que hubo quienes
pusieron en tela de duda los motivos que él había tenido para escribir esa carta;
que algunos decían que él no era apóstol, porque no tenía “las credenciales para
ser un buen apóstol”.

En medio de esta situación, Pablo les envía una segunda carta, para decirles lo
contento que estaba de que su primera carta fuera bien recibida pero, además,
para defender su apostolado. Pablo cuenta más de su propia vida y de su
testimonio en esta carta, que en cualquier otra. Él les revela su valentía y su
amor. Él se ve obligado a jactarse y a defenderse a sí mismo 31 veces (2 Co.
12:11).

80
En esta carta, Pablo nos revela aspectos de su vida que no aparecen en
ninguna de sus otras cartas, como por ejemplo que:
- Se escapó de Damasco en una canasta, cap. 11:32-33.
- Fue llevado al tercer cielo, cap. 12:1-4.
- Tenía un aguijón en la carne, cap. 12:7.
- Sufría mucho, cap. 11:23-37.

c. Gálatas.
En la carta a los Gálatas, Pablo diserta sobre el tema de la libertad de los cristianos. Él
dice que los cristianos no están obligados a cumplir con las prácticas ceremoniales del
Antiguo Testamento; debate las enseñanzas de los judaizantes (quienes decían que la
salvación era por obras) y, defiende la doctrina de la justificación por fe. Pablo enseña
que la justificación no se logra por medio de la Ley, sino por medio de la fe en nuestro
Señor Jesucristo (5:1). Recordemos que La Ley estaba constituida por los cinco libros
de Moisés y que estos libros contemplaban todas las facetas de la vida de los israelitas.

Durante su segundo viaje misionero (Hch.16:6), Pablo tuvo que quedarse en Galacia
debido a una enfermedad (Gá. 4:13). A pesar de ello, este incansable siervo del Señor
no pudo quedarse callado y les anunció el Evangelio a los Gálatas. El tema de sus
sermones siempre era “Cristo crucificado” (Gá. 3:1). Durante el tiempo que Pablo
estuvo allí, fundó varias iglesias en Galacia (1:6). La mayoría de la gente de Galacia
(Gálatas) era gente campesina, que vivía de lo que producía la tierra. Las iglesias
estaban dispersas en un área rural muy extensa.

Luego de que Pablo predicara a los Gálatas, llegaron unos maestros de la Ley y
distorsionaron su mensaje, enseñándole a la gente que la salvación era por obras, y que
todos los cristianos que habían sido gentiles y que no se habían circuncidado, debían de
circuncidarse para poder ser salvos, porque eso era lo que enseñaba la Ley. Enseñaban
que todos los cristianos debían guardar la Ley. Además, le dijeron a la gente que la
razón por la cual Pablo no les había enseñado esas cosas era porque él no era un
verdadero apóstol, y que él había aprendido la doctrina de otros y no de Jesucristo, como
los demás. Eso molestó a los nuevos cristianos.

La circuncisión era una práctica ceremonial; era el rito de iniciación de la religión judía.
Todos los hombres gentiles que quisieran hacerse judíos debían circuncidarse; esa era la
señal externa que demostraba que se habían convertido al Judaísmo. Era como “el
documento” que hace constar que un extranjero se convierte en ciudadano de otro país.
Los que se convierten en ciudadanos por medio de trámites y papeles son tan ciudadanos
como los que nacieron en el país.

Los falsos maestros empezaron a “embrujar” a los nuevos creyentes, diciéndoles que
debían cumplir con todas las ceremonias de la Ley. Pablo les declara que ni los fetiches,
ni las buenas obras, ni las ceremonias pueden acercarlos a Cristo y a que ninguna de esas
cosas puede salvarlos, porque la salvación se alcanza, únicamente, creyendo en
Jesucristo.

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d. Efesios.
Esta carta tenía como objetivo fortalecer a los cristianos. Efesios lo que hace es como
poner “hierro” en la base de un edificio, para que éste sea mucho más fuerte.

Esta carta nos muestra el propósito de Dios para los creyentes. Pablo, inspirado por el
Espíritu Santo, le muestra a los creyentes que Dios no inventó la iglesia por accidente,
sino que cada creyente fue escogido “desde antes de la fundación del mundo”. Efesios
declara que la iglesia (que es el cuerpo de Jesucristo) está formada por todos los que han
creído en Jesucristo. Hay una sección en esta carta que explica cómo deben comportarse
los cristianos. Podríamos dividir esta carta en dos secciones:
- La iglesia (cap. 1-3).
- La función de la iglesia (cap. 4-6).

Todos los temas de esta carta podrían ser resumidos en el siguiente cuadro:
- La posición del creyente – cap. 1-3.
1) En Cristo,
2) En los lugares celestiales.
- La forma de vivir de los cristianos – cap. 4-6.
1) Religiosamente, cp.4
2) Moralmente, cp.5
3) Socialmente, cp.5:21 al 6:9
4) Militarmente, cp.6.10-24

En esta carta Pablo parece estar pintando un retrato de Jesucristo. Pinta a Jesucristo
como un “templo” en el cual todos los cristianos deben entrar. Este “templo” tiene 6
maravillosas habitaciones:
- La antecámara (cap. 1).
- La Sala de audiencias del Rey (cap. 2).
- La Sala del Trono (cap. 3).
- La Sala de las joyas (cap. 4).
- La Sala de Coro y Oratoria (cap. 5).
- El Salón de las armas (cap. 6).

Esta carta nos muestra el gran misterio de la iglesia. La iglesia es el cuerpo de


Jesucristo. Los creyentes son miembros de ese cuerpo y Cristo es la cabeza. El Padre no
solo preparó el cuerpo de Cristo para el sufrimiento (la cruz), sino para la gloria (la
resurrección). La palabra griega de la que se tradujo “iglesia” es “Ecclesia”, que
significa “asamblea de todos los que han sido llamados y sacados fuera” (apartados,
santificados, redimidos). En Cristo, todos los creyentes hemos sido apartados (Hch.
15:14). La iglesia es un organismo es el cuerpo de Jesucristo.

e. Filipenses.
Esta carta habla sobre el gozo del cristiano. En ella podemos notar un ambiente de
confianza, de esperanza, de verdad y de satisfacción, porque Cristo es la meta más
grande que un ser humano pueda alcanzar. Pablo exhorta a la iglesia: le dice a los

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cristianos que deben estar unidos entre ellos y gozarse en el Señor. Les muestra además,
que la unidad puede ser rota y que el secreto del gozo es Cristo (3:1).

A pesar de estar encerrados en una cárcel de Filipos; de haber sido azotados; de estar
sangrando por las heridas y de estar encadenados en el cepo, Pablo y Silas cantaron
alabanzas a Dios. Cuando Pablo escribe esta carta se regocija, a pesar de que estaba
encadenado junto a un soldado romano. ¡Él sabía que sus cadenas estaban ayudándole a
esparcir el Evangelio por muchos lugares! Pablo anima a los cristianos que sufren por
Cristo; les dice que es un honor sufrir por Él y les pide que se regocijen por ser hallados
dignos de sufrir por Cristo (1:29).

Aunque esta carta no tiene un objetivo definido es la más dulce de todas las cartas de
Pablo. No hay ninguna reprensión en esta carta Es una carta de amor.

f. Colosenses.
Esta carta fue diseñada para demostrarle a los creyentes de Colosas que Cristo es la
sustancia, la suma de toda la fe cristiana. Los cristianos de Colosas solían complementar
su fe con las ideas filosóficas de los hombres (cap. 2:16-23). Pablo quería que supieran
que si ellos tenían a Jesucristo, lo tenían todo.

Parece que en la iglesia de Colosas se había infiltrado una herejía que decía que los
cristianos debían dar culto a los ángeles (Col. 2:18) y, practicar las ceremonias judías
(2:16, 21). Esta herejía era una mezcla entre la religión judía, la griega y algunas otras
religiones orientales.

Esta epístola pinta un retrato fiel de Jesucristo; lo ve en toda su gloria y dignidad. Cristo
es nuestra cabeza pero, también, es nuestro Todo. ¡Él es todo en todo! El lugar que
Jesucristo ocupa en cada religión determina si esa religión es verdadera o falsa.

Durante el tiempo de Pablo, había quienes decían que Jesús era un simple hombre y
quienes decían que “el Espíritu de Cristo había descendido sobre Jesús en el día de su
bautismo” pero, que “se había marchado al cielo en el momento en que Jesús fue
crucificado”. Alegaban que Cristo en realidad no había muerto, sino que el que había
muerto había sido Jesús. ¡Esta enseñanza es precisamente la raíz de muchas de las
sectas que existen hoy en día! Esto es lo que creen los musulmanes, y muchos otros
grupos. Todos los cultos modernos están basados en esta mentira diabólica; que es la
misma mentira que ha perdurado durante siglos. Solo al diablo le interesa menospreciar
el valor de la persona de Cristo y de su obra de salvación.

g. I y II de Tesalonicenses.
Estas dos cartas hablan sobre un tema que es sumamente emocionante: el regreso de
nuestro Señor Jesucristo. Tesalonicenses explica cómo será el regreso de nuestro Señor
Jesucristo (1 Tes. 4-5) y cuándo será su regreso (2 Tes. 2).

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Como todos sabemos es imposible establecer una iglesia fuerte, en menos de un mes,
pero ¡Pablo lo hizo! Él había predicado en Tesalónica tres semanas, incluyendo los días
de descanso, y había tenido tanto éxito entre los gentiles como ningún predicador!
Muchos misioneros tuvieron que esperaron hasta 7 años para ver a su primer convertido,
incluyendo a misioneros notables como Carey (en la India), Judson (en Burma),
Morrison (en China), y a Moffat (en África).
Mientras que la primera carta que Pablo envió a los tesalonicenses dice que Jesucristo
regresará por su iglesia, la segunda dice que Él regresará con toda su gloria; y sus
ángeles con Él. Estos son dos puntos de vista de un mismo evento.

h. I y II de Timoteo.
Estas dos cartas, junto con la carta a Tito, son conocidas como las “cartas pastorales”.
Las cartas pastorales contienen todos los requisitos y deberes para ser pastor. Estas dos
cartas están llenas de enseñanzas prácticas para todos aquellos cristianos que anhelen
servir al Señor, en cualquier área.

Timoteo era un hombre joven; por eso Pablo le dio tantas instrucciones y sugerencias.
Pero, la carta de Timoteo no es únicamente para las personas jóvenes que quieran servir
al Señor; es también para todos los adultos que aspiren servir dentro de su iglesia.

Parece que Timoteo estaba sirviendo como pastor en Efeso, cuando Pablo le envió estas
cartas. Esta carta se ha convertido en un manual para pastores cristianos de todo el
mundo, a través de los siglos.

Las instrucciones que le dio Pablo a Timoteo fueron: “detén a los falsos maestros en una
manera tajante, fuerte; adora al Señor y realiza campañas públicas; escoger bien los
oficiales de tu iglesia; y trata a todas las personas de la misma forma, aunque sean de
diferentes clases sociales; trabaja con todos. Pero sobre todo, vive una vida sin tacha;
ten un buen testimonio, para que seas ejemplo a los creyentes y a los incrédulos en
todo”.

Debemos recordar que la segunda carta que Pablo le escribió a Timoteo fue la última
que escribiera estando vivo. ¡Su pluma no habría de escribir nunca más! Por eso esta
carta es tan personal (hay 23 pedidos personales en esta carta). Cuando Pablo escribió
esta carta, se encontraba solo y, esperaba ser asesinado pero, aún así, se olvida de sus
propios problemas para pensar en los otros.

i. Tito.
Esta es otra de las cartas pastorales de Pablo. Esta carta fue diseñada para instruir y
animar a Tito, un joven pastor y maestro.

Parece que Tito era pastor de una iglesia en Creta, la cual era un área muy difícil (1:12-
13). Recordemos que antes de enviar a Tito, a pastorear la iglesia de Creta, Pablo lo
había enviado a resolver algunos problemas, en la iglesia de Corinto. La segunda carta
de Corintios habla sobre lo bien que le fue a Tito, en Corinto. Tito era un gentil que se

84
había convertido a Cristo. Sin duda, fue uno de los primeros gentiles que se convirtieron
a Cristo por medio de Pablo. Él acompañó a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, diecisiete
años después de la conversión de Pablo.

La carta de Tito es muy parecida a la carta que Pablo le envió a Timoteo; fue escrita
alrededor del mismo tiempo y trata sobre los mismos asuntos.

j. Filemón.
Esta es una carta personal de Pablo para un amigo suyo, llamado Filemón. Esta carta
nos da una perspectiva más amplia sobre el carácter del apóstol Pablo y nos muestra que
el Evangelio tocó las vidas de muchas personas, sin importar su ocupación, ni su clase
social. Por ejemplo, sabemos que Filemón era un hombre rico; Onésimo era un esclavo
que le había robado a su amo y había escapado; y Pablo era un líder religioso y
aristócrata.

k. Hebreos.
La carta de Hebreos ha sido colocada entre los escritos de Pablo pero, en realidad, no se
sabe a ciencia cierta quién es su autor. Muchos creen que Pablo fue el que la escribió
porque, se parece mucho a sus otras cartas.

“Hebreos” constituye un comentario del libro de Levítico, el libro del Antiguo


Testamento. Esta carta demuestra que Jesucristo cumplió con todos los “tipos” del
tabernáculo y, también, con el sacerdocio del Antiguo Testamento. En otras palabras,
presenta a Cristo como “el sacrificio y el sacrificador”. ¿Qué quiere decir esto? Él
mismo se ofreció como sacrificio por los pecados de los seres humanos.

Hebreos ha sido llamado “el quinto Evangelio”. Los cuatro Evangelios describen el
ministerio del Señor Jesucristo en la Tierra pero, éste, describe su ministerio en el cielo:
sentado a la diestra de Dios. Es muy evidente que este libro fue escrito a los judíos que
creían en Jesucristo; probablemente a los judíos de Jerusalén.

Parece que la fe de los judíos recién convertidos estaba empezando a flaquear por causa
de la persecución de los judíos. Tantas burlas les hicieron sentir que habían perdido todo
lo que antes tenían: el altar, el sacerdocio y los sacrificios, por haber creído en Jesús. El
apóstol les comprueba que lo que tenían antes de creer en Cristo era, simplemente, “la
sombra de lo que habría de venir” pero, que todo lo anterior se había cumplido en
Jesucristo. Pablo les asegura que Jesús es la sustancia de todas las promesas del A.T.

Los judíos que se habían convertido a Cristo habían empezado a menospreciar los
privilegios que tenían ahora; estaban desanimados; sentían lástima de sí mismos.
¡Estaban a punto de perder su fe! Aunque habían empezado bien (6:10) se habían
desviado (6:11) y, no habían avanzado mucho.

El autor les demuestra que Jesucristo era superior que todas las revelaciones anteriores
que ellos tenían. No debían volver atrás: a esos ritos y ceremonias que habían practicado

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en el pasado. Debían dejar todo atrás, asiéndose fuertemente de Jesucristo y aferrándose
a la fe y la esperanza del Evangelio.

2. Las epístolas generales.


Las epístolas generales son aquellas que están entre las cartas paulinas y el libro de Apocalipsis.
O sea, las cartas de Santiago, 1 y 2 de Pedro, 1, 2 y 3 de Juan, y Judas. Estas cartas no fueron
enviadas a determinadas personas o iglesias, como en el caso de las cartas de Pablo, sino a todas
las iglesias, en general. De ahí que lleven el nombre de “generales”.
a. Santiago.
Esta carta, como lo dice su título, fue escrita por Santiago, el hermano del Señor
Jesucristo. En cuanto a la época en que fue escrita, podemos decir que fue uno de los
primeros libros, del Nuevo Testamento, en ser escrito. Este libro trata sobre un
Cristianismo práctico. Dice que los verdaderos cristianos deben mostrar su fe por sus
obras.

¡Santiago es el libro más práctico del Nuevo Testamento! Por eso hay quienes lo han
comparado con el libro de Proverbios del Nuevo Testamento. La carta de Santiago está
llena de preceptos morales: habla principalmente sobre la ética cristiana. Está llena de
metáforas y símbolos. Es un tanto dramático en cuanto a estilo. El libro de Hebreos es
más teórico, porque presenta doctrina del Cristianismo pero, Santiago presenta la parte
práctica del Cristianismo: las obras. Sabemos que la fe cristiana está compuesta de
ambas cosas: la fe y las obras, y no podemos separarlas.

b. 1 y 2 Pedro.
El apóstol Pedro escribió estas dos cartas con el fin de:
- Animar a los cristianos que estaban siendo perseguidos.
- Exhortar a los cristianos para que no se dejaran seducir por la idolatría.

Parece que Pedro escribió esta carta cuando estaba cerca su muerte y, la envió a varias
iglesias, por medio de Silvano (1 P. 5:12), uno de los compañeros de Pablo. Pedro se
había convertido, entonces, en el líder de los apóstoles. Él era su vocero. Recordemos
que Pedro había sido uno de los discípulos más allegados a Jesús, y uno de sus amigos.
Fue quien predicó el día de Pentecostés, en el que se convirtieron al Señor miles de
personas. Los primeros doce capítulos el libro de Hechos hablan sobre su apostolado y
ministerio. Él se dedicó a predicar a los judíos. Murió como mártir: crucificado por el
emperador romano Nerón. De acuerdo con la tradición, “fue crucificado con la cabeza
para abajo porque, no se consideraba digno de morir como su Señor”.

El retrato de Pedro que encontramos en los Evangelios es muy diferente al que se


presenta en sus propios escritos. En los Evangelios vemos a un Pedro impulsivo,
inquieto, un hombre muy osado pues, no tenía miedo de decir lo que pensaba pero,
también, encontramos un Pedro cobarde, que incluso llegó a negar a Jesucristo con
maldiciones. En sus cartas, sin embargo, encontramos a un Pedro paciente; lleno de paz,
tranquilidad; amor, coraje, y fuerza. Características que sólo podían provenir del
Espíritu Santo. Pedro es la viva muestra de que el poder de Dios puede transformar el
corazón de los seres humanos.

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Mientras que la primera carta de Pedro consuela a los cristianos, la segunda es una
advertencia.

c. 1, 2 y 3 de Juan.
Estas tres cartas, escritas por el apóstol Juan, son sumamente personales y devotas. Ellas
enseñan que la esencia de la vida cristiana es el amor.

La primera carta de Juan probablemente fue escrita alrededor del año 90 A.C
(5:13). Juan escribió su carta para que los creyentes:
- Estuvieran felices – 1:4.
- No pecaran – 2:1.
- Advirtieran el error – 2:26.
- Supieran que tenían vida eterna – 5:13.

En sus cartas, Juan declara que Dios es:


- Luz – 1:5.
- Amor – 4:8, 16.
- Justo – 2:29.
- Vida – 5:11, 12.
- Verdad – 2 Juan.
- Bueno – 3 Juan.

d. Judas.
Esta carta es la segunda carta del Nuevo Testamento escrita por uno de los hermanos de
nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que tanto Judas como Santiago eran “medio
hermanos de Jesucristo” (Jesucristo fue engendrado por el Espíritu Santo). Esta carta
advierte a los cristianos sobre la apostasía y establece el deber que tiene la iglesia de
defender la fe.

I. EL APOCALIPSIS, EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROMESAS DE


JESUCRISTO

El libro de Apocalipsis, escrito por Juan, habla sobre el final de la Biblia. Mientras Génesis
presenta el comienzo de todo: de la creación del cielo y de la tierra; el Apocalipsis nos presenta
el final de todo: la creación de un cielo y de una tierra nuevas. El libro de Apocalipsis describe
lo que sucederá al final de los tiempos, cuando la tierra llegue a su fin, y venga el tiempo de la
tribulación. La iglesia será levantada de la tierra cuando ésto suceda. El bosquejo de todo este
libro lo encontramos en el capítulo 1:19. El libro de Apocalipsis puede ser dividido,
fácilmente, en tres partes:
1. Los eventos del pasado (capítulo 1).
La revelación de la persona y la gloria de Jesucristo.

2. Los eventos del presente (capítulos 2 y 3).

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Los hechos que conciernen a la iglesia de hoy en día.

3. Los eventos del futuro, eventos proféticas (capítulos 4 al 22).


Los hechos que sucederán al final de los siglos.
El libro de Apocalipsis presenta a un Cristo glorioso, reinante, victorioso. Las Escrituras lo
presentan como el Salvador. Aquel que vino se humilló y tomó el lugar de los pecadores, en la
cruz. Pero, este último libro de la Biblia, ya no habla sobre su humillación, sino que presenta su
exaltación. En otras palabras, Apocalipsis es el libro más notable del Nuevo Testamento. Nos
cuenta acerca del reinado de Jesucristo en esta tierra, el cual Satanás siempre quiso controlar.
Narra que al final de los tiempos, Cristo tendrá una victoria completa y eterna sobre Satanás.
Describe la gran derrota del diablo y el castigo que le espera: primero por mil años y luego, por
toda la eternidad. Apocalipsis habla más sobre el juicio y castigo final del diablo que cualquier
otro libro de la Biblia.

El contenido de este libro parece indicar que la mayoría de los hechos narrados en él aún no se
ha cumplido. El tema principal de este maravilloso libro es Cristo. Pinta un auténtico retrato
del Señor Jesucristo como el Triunfador. Por lo menos en 26 ocasiones se le llama a Jesucristo
el “Cordero” (Ap. 5:6). Describe, además, una visión del futuro en la que se presenta el destino
de la iglesia y de todo el mundo en una estrecha relación con Jesús.

Este libro nos muestra el clímax de la historia que empezó con el Génesis. Y como toda buena
historia, termina diciendo: “Y vivieron felices para siempre”.

Hay “siete sietes” en este libro, a saber:


1. Siete iglesias.
2. Siete sellos.
3. Siete trompetas.
4. Siete señales.
5. Siete plagas.
6. Siete juicios.
7. Siete cosas nuevas.

Bendiciones del Señor, deseando la gracia y la paz de nuestro señor Jesucristo y que nada te haga
detener tus estudios, vamos con todas las ganas a la siguiente materia.
SEC Sistema de Educación Continuo.

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