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Santiago, veintisiete de diciembre de dos mil dieciocho.

Primero: Que en estos autos Rol Nº 14.709-2018, sobre

reclamación de multa contemplada en la antigua normativa de

la Ley N° 19.300, caratulado “Centro de Manejo de Residuos

Orgánicos Colhue S.A. con Director Ejecutivo de Sistema de

Evaluación Ambiental”, de conformidad con lo dispuesto en

el artículo 782 del Código de Procedimiento Civil, se ha

ordenado dar cuenta del recurso de casación en el fondo

deducido por la reclamante en contra de la sentencia

dictada por la Corte de Apelaciones de Rancagua, que

confirmó la de primera instancia que rechazó el reclamo

deducido en contra de la Resolución Exenta N° 88, de 7 de

febrero de 2014, del Servicio de Evaluación Ambiental (el

SEA). Mediante este último acto administrativo el SEA había

desestimado el recurso jerárquico interpuesto contra la

Resolución Exenta N° 246, de 30 de septiembre de 2010, de

la Comisión Regional del Medio Ambiente de la Región del

Libertador Bernardo O´Higgins (en lo sucesivo, la COREMA),

que le impuso una multa de 450 Unidades Tributarias

Mensuales (en adelante, UTM) por el incumplimiento de la

resolución de calificación ambiental N° 31 de 2008, que

autorizó su proyecto.

Segundo: Que el recurso de nulidad sustancial divide

sus fundamentos en cuatro secciones. En la primera señala

que se sancionaron como faltas, hechos que el régimen

sancionador de la época no previó como tales,

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transgrediendo lo dispuesto en el texto primitivo de los

artículos 64, 2º, letra f), 18, 20, 24 y 25 de la Ley Nº

19.300, todos ellos en relación con el artículo 19, Nº 3,

inciso octavo, de la Constitución Política.

Indica que la Resolución Exenta N° 190, de 26 de julio

de 2010, inició un procedimiento administrativo

sancionatorio en su contra, en el cual se le formularon dos

cargos, uno por haber ingresado a la planta un número mayor

de camiones que el autorizado por la RCA, y otro por acopio

de material que el Centro de Manejo de Residuos Orgánicos

recibió de la empresa Agrozzi. Es decir, se trataría de un

incumplimiento del considerando 3.6. de la RCA de la que

era titular. Sobre esta base fue sancionada por la

Resolución Exenta N° 246, de 30 de septiembre de 2010.

Precisa que pese a que reclamó en contra de dicha

decisión, los jueces de fondo la declararon ajustada a

derecho, argumentando que la RCA tiene el carácter de

“universo normativo”, del cual emanan obligaciones asumidas

por el requirente y que contiene las conductas que fundan

la aplicación de la multa.

Manifiesta que dicha construcción jurídica vulnera el

texto original del artículo 64 en relación con los

artículos 2º, letra f), 18, 20, 24 y 25 todos de la Ley N°

19.300, pues la RCA, conforme a la legislación de la época,

la RCA no podía ser considerada como un “universo

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normativo” en los términos que lo declararon los jueces del

fondo.

Explica que su proyecto ingresó al Sistema de

Evaluación como una declaración de impacto ambiental (en lo

que sigue, DIA), la que está definida en el artículo 2º,

letra f), de la Ley Nº 19.300, en relación con el inciso

primero de su artículo 18, en su texto original, como “el

documento descriptivo de una actividad o proyecto que se

pretende realizar, o de las modificaciones que se le

introducirán, otorgado bajo juramento por el respectivo

titular, cuyo contenido permite al organismo competente

evaluar si su impacto ambiental se ajusta a las normas

ambientales vigentes”.

Acota que el texto primitivo del artículo 20 de la Ley

N° 19.300 prescribía que únicamente para el caso del

Estudio de Impacto Ambiental (EIA), se establecían

condiciones o exigencias en la RCA. Es decir, antes de la

reforma del año 2010, con la Ley N° 20.417, la RCA aprobada

a través de una DIA constituían siempre actos puros y

simples, sin que la ley permitiera fijarles condiciones o

exigencias, las que sólo eran procedentes respecto de los

EIA.

Ahora bien, para el caso que en la DIA se

establecieran condiciones, éstas debían quedar explicitadas

en un certificado (artículo 24 de la Ley N° 19.300), que si

no era impugnado dentro del plazo que contemplaba el

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artículo 25 de la citada ley ambiental, se entendían

aceptadas y su incumplimiento quedaba sujeto a las

sanciones establecidas en el artículo 64 ya citado.

En resumen, respecto de las DIA existen dos fuentes de

responsabilidad, por la infracción al incumplimiento de

normas o, de ser el caso, por infracción al incumplimiento

de las condiciones.

No obstante, en el caso en comento no se configuró

ninguna de esas infracciones, pues los cargos se refirieron

a pasajes de la RCA que no fueron establecidos como

“condiciones” según lo exigía la ley de la época.

Pese a ello, agrega, la sentencia las califica como

“incumplimiento de condiciones”, no obstante que su DIA,

como se dijo, no fue sujeta a condición alguna. De allí que

resulta jurídicamente inadmisible hablar de un “universo de

normativo”, como lo hicieron los jueces de fondo y, en su

mérito, incorporar a la RCA como una norma que

supuestamente sería vulnerada por su parte para fundar las

sanciones.

Precisa que resulta inadmisible aceptar el referido

constructo, porque: a) desconoce la distinción entre normas

y condiciones fijada por el legislador, para determinar que

una conducta es sancionable por el incumplimiento de la

RCA; b) olvida que la extinta COREMA a través del ejercicio

de su potestad administrativa dicta la RCA pero no crea

normas, y c) no tiene en cuenta que la la RCA es un acto

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administrativo particular, concreto y con destinatario

específico, mientras que los actos normativos son reglas de

conducta general, abstractos e impersonales.

Señala que caracterizar la RCA como un “universo

normativo”, no se compadece con la elemental razonabilidad

que debe contener todo acto administrativo, pues se trata

de un acto particular y complejo, generalmente extenso, de

contenido eminentemente técnico, de suerte que si

cualquiera de sus pasajes pudiera ser catalogado como

condición de ejecución del proyecto y, eventualmente,

declarado incumplido para efectos represivos, sin una

certificación previa como manda el artículo 25 de la Ley Nº

19.300.

Tercero: Que el segundo motivo en que se funda el

arbitrio, consiste en que para determinar la sanción de

multa y su monto, se consideró como agravante de su

responsabilidad una supuesta reincidencia. Sin embargo, no

fue materia de impugnación, no fue debidamente

individualizada, y tampoco le fue dada a conocer en el

momento de formularse los cargos en su contra. Por ello, no

debió ser considerada como una agravante de su

responsabilidad, lo que atenta contra la garantía del

debido proceso, los principios de contrariedad,

razonabilidad y legalidad de la sanción impuesta,

contenidos en los artículos 4º, 10, 11, 17, letra f), y 41

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de la Ley N° 19.880, en relación con el artículo 19, Nº 3,

de la Constitución Política.

Cuarto: Que el tercer acápite del recurso reitera lo

expuesto en el capítulo primero, ya analizado, en orden que

fueron sancionados como faltas hechos que el ordenamiento

jurídico vigente a esa época no preveía como tales,

vulnerando el artículo 64, del texto primitivo de la Ley Nº

19.300, y los artículos primero, Nº 59, transitorio, 2°, 7°

y 9° de la Ley Nº 20.417, el artículo único de la Ley Nº

20.473, y el artículo 19º del Código Civil todos en

relación con el artículo 19, Nº 3, de la Carta Fundamental.

Indica a partir de la publicación de la Ley N° 20.147, se

suprimió el antiguo artículo 64, única norma que preveía

las faltas en materia ambiental y las sanciones aplicables

a la época de ocurrencia de los hechos del presente juicio,

sin que exista disposición transitoria que prolongara su

vigencia. Afirma que durante el período comprendido entre

el 26 de enero y el 13 de noviembre ambos del 2010, en que

se publicó la Ley N° 20.473, no existió en el ordenamiento

medioambiental positivo un estatuto de infracciones y

sanciones aplicables a titulares RCA, debido a la

derogación del antiguo régimen y que fue, por lo demás, el

fundamento de la dictación de la Ley antes mencionada.

En consecuencia, la Corte de Apelaciones de Rancagua

yerra cuando estima lícita la sanción de multa, pues se

basa en una pretendida vigencia del artículo 64 en comento,

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a pesar de que la nueva Ley lo retiró expresamente del

ordenamiento jurídico el 26 de enero de 2010 y las

conductas se ejecutaron el 29 de abril de ese año.

Quinto: Que en el último capítulo, el recurso invoca

el decaimiento del acto administrativo sancionador,

explicando que se infringe los artículos 7º, 8º, 14, 23,

27, 40 y 64 a 66 de la Ley N° 19.880 y 19, N° 3, de la

Constitución Política de la República.

Expone que el 28 de octubre de 2010 repuso y,

subsidiariamente, dedujo recurso jerárquico en contra de la

Resolución Exenta N° 246, impugnaciones que fueron

resueltas dos años y cinco meses después, esto es, 7 de

febrero de 2014. Esto produjo que la Tesorería General de

la República declarara la prescripción de la multa,

circunstancia que la Corte no consideró relevante por

tratarse de “instituciones distintas con efectos diversos”.

El recurrente considera que este razonamiento está

equivocado por las siguientes razones:

1º.- En lo que dice relación con la relevancia de la

prescripción de la multa: la inactividad de la

Administración trajo como consecuencia la prescripción de

la multa aplicada, cuyo objeto era, justamente, el acto

administrativo que se impugna, de manera no era posible

disociarlos como lo hizo la Corte de Apelaciones de

Rancagua, porque en estas condiciones se configura la

“desaparición sobreviniente del objeto del acto

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administrativo” a que se refiere el artículo 14º, inciso

tercero, de la ley Nº 19.880, lo cual justificaba la

aplicación de lo dispuesto en el artículo 40, inciso

segundo de la precitada ley, norma que fue también ignorada

en la sentencia impugnada.

2º.- Sobre el “término del procedimiento

administrativo”: si bien los artículos 40 y 41 de la Ley Nº

19.880 se refieren al término del procedimiento

administrativo a través de la resolución final, ello no

excluye que en el “proceso” administrativo puedan existir

-como existieron en el caso- otros procedimientos, como lo

fue el sustanciado con motivo del recurso de reposición,

así como el que corresponde a la tramitación y resolución

final del recurso jerárquico. Ello en virtud de la clásica

distinción jurídica entre proceso y procedimiento.

De esa manera, entiende errada la interpretación de la

sentencia que postula que la “etapa recursiva”, no forma

parte del procedimiento administrativo.

3º.- Sobre el silencio administrativo: indica que la

sentencia declaró que son otros los remedios legales que

puede emplear el interesado para recabar una decisión de la

Administración ante prolongadas dilaciones, refiriéndose en

específico al silencio administrativo, regulado en los

artículos 64 al 66 de la Ley Nº 19.880 y que “en el

presente caso, no se utilizó”.

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Manifiesta que el proceso administrativo sancionador

seguido contra Colhue S.A. se originó de oficio, de modo

que, en atención a los mismos preceptos legales citados en

la sentencia impugnada, resultaba imposible invocar el

silencio administrativo.

4º.- Sobre las que denominadas “demás infracciones

relacionadas con este motivo”, explica que la Resolución

Exenta Nº 88, de 7 de febrero de 2014, dictada por el

Director Ejecutivo (S), nada dice sobre la excesiva demora,

de dos años y cinco meses, en la resolución del recurso

jerárquico.

Sostiene que la Historia Fidedigna de la Ley N°

19.880, revela la importancia y el deber que implica para

la Administración el cumplir los plazos para mantener el

“buen orden administrativo”, tal como se desprende de lo

expresado en los artículos 23, 27 y 59 inciso quinto de la

citada Ley, lo cual resulta coherente con la garantía

fundamental de un debido proceso que comprende, entre

otros, derechos el de la dictación de una resolución

oportuna, eficaz y eficiente, la concurrencia de los

principios de celeridad, conclusivo y de inexcusabilidad

que obligan a la Administración a dictar una resolución en

todos sus procedimientos, de manera oportuna.

Solicita se invalide la sentencia recurrida, y dicte

una de reemplazo en virtud de la cual se acoja su

reclamación, con costas.

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Sexto: Que, previo al análisis de los vicios

denunciados, cabe puntualizar que en estos autos el Centro

de Manejo de Residuos Orgánicos Colhue S.A. dedujo reclamo

de ilegalidad en contra de la Resolución Exenta N° 88, de 7

de febrero de 2014, del Servicio de Evaluación de Impacto

Ambiental, que rechazó el recurso jerárquico que interpuso

en contra de la Resolución Exenta N° 246, de 30 de

septiembre de 2010, que lo había sancionado con una multa

de 450 UTM, por incumplimiento a la RCA N° 31/1998.

Fundó su demanda, en que fue sancionada por conductas

que, conforme al régimen jurídico de la época, no eran

infraccionales y que además se agravó su responsabilidad

por una reincidencia que no fue descrita ni imputada en su

oportunidad a su parte, y en que se desconoció el

decaimiento del acto administrativo sancionador.

Por su parte, la Administración solicitó el rechazo de

la demanda, argumentando que no se configuraba ninguna de

las alegaciones del reclamante y por el contrario existía

un ordenamiento jurídico sancionador establecido a la época

de los hechos, sin perjuicio de la modificación legislativa

que acaecieron en esos momentos.

Séptimo: Que son hechos no controvertidos por las partes

y/o se asentaron en la causa, los siguientes:

a) El 29 de abril de 2010, en virtud de una visita

inspectiva efectuada por el Comité Operativo de

Fiscalización de la COREMA se constataron varias

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irregularidades en la planta de residuos orgánicos de la

reclamante.

b) La Resolución Exenta Nº 190, de 26 de julio de

2010, de la COREMA, ordenó el inicio de un proceso

administrativo sancionatorio en contra de la reclamante,

a fin de determinar sus responsabilidades y establecer

sanciones por el incumplimiento de la RCA Nº 31 de 2008,

dictada por COREMA aludida, que calificó ambientalmente

favorable el proyecto “Centro de Manejo de Residuos

Orgánicos”.

c) Los cargos fueron: “1.- Respecto del ingreso de

camiones, desde el día 23 de abril, según registros, no

se reciben camiones de la empresa Agrozzi S.A., sin

embargo, revisados los registros, los días 24, 25, 26,

27, 28 y 29 de abril ingresaron a la planta 12, 20, 20,

20, 26 y 15 camiones respectivamente, lo que conlleva

infracción a la RCA, debido a que en ella se plantea el

ingreso de 6 a 8 camiones al día como máximo, con un

tonelaje de 72 ton/día y 160 ton/día, lo cual se

encuentra sobrepasado y 2.- Se observa acopio de

material que el Centro de Manejo de Residuos Orgánicos

recibió de la empresa Agrozzi y que fue motivo de la

solicitud de un plan de contingencia, ya resuelto por

COREMA de la Región”.

d) La Resolución Exenta Nº 246, de 30 de septiembre

de 2010, de la COREMA, impuso a Colhue S.A. una multa de

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450 UTM, en virtud del artículo 64, en su texto

primitivo, de la Ley Nº 19.300.

e) Igualmente consta en ese acto administrativo “que

el titular ha sido sancionado con anterioridad, con la

multa de 5 UTM, por la [COREMA], en atención a

infracciones a la RCA Nº 31 de 2008, y este hecho es

considerado por la misma autoridad como una

circunstancia agravante”.

f) En contra de lo resuelto, Colhue S.A. dedujo un

reposición y, en subsidio, un recurso jerárquico. La

reposición fue rechazada a través de la Resolución

Exenta N° 133, de 7 de septiembre de 2011, dictada por

la Comisión de Evaluación de la Región de O'Higgins,

mientras que el recurso jerárquico fue resuelto mediante

Resolución Exenta Nº 88, dictada por el Director

Ejecutivo (S) del SEA, con fecha 7 de febrero de 2014.

g) La Tesorería General de la República declaró la

prescripción de la multa.

Octavo: Que el fallo impugnado resolvió los puntos que el

arbitrio en análisis propone de la siguiente manera. En

cuanto a la vigencia del artículo 64, en su texto anterior

a la reforma dispuestas por las Leyes N°s. 20.147 y 20.473,

los jueces de fondo, por un lado, sostuvieron que las

condiciones que el titular del proyecto declaró al momento

de someterse al proceso de evaluación, y que fueron

aceptadas por la autoridad competente, son aquellas

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susceptibles de fiscalización, esto es, las condiciones

bajo las cuales debe ejercitarse el derecho. Así, todas las

infracciones por las cuales se sanciona tienen como

universo normativo la propia RCA que autorizó la actividad

y que correspondían a las obligaciones asumidas por el

requirente, la que fue debidamente certificada, de manera

tal que ellas no nacen de la invención de quien fiscaliza

y, por tanto, satisfacen el requisito de tipicidad exigido

por las normas pertinentes.

En relación a la vigencia del artículo 64 de la Ley N°

19.300, concluyeron que el artículo séptimo transitorio de

la Ley N° 20.147, dispuso que los procedimientos de

fiscalización y sancionatorios iniciados con anterioridad a

la vigencia de aquella, debían tramitarse de conformidad a

sus normas. Además, conforme al artículo 9º transitorio,

las normas sobre creación de la Superintendencia del Medio

Ambiente entrarían en vigencia sólo cuando comenzara su

funcionamiento el Tribunal Ambiental. Así, durante el

período comprendido entre la dictación de las Leyes N°s.

20.417 y 20.473, mantuvo su vigencia el antiguo texto del

artículo 64 de la Ley Nº 19.300.

En efecto, “del estudio comparativo de los cuerpos

legales reseñados se desprende que el legislador sustituyó

un precepto por otro –artículo 64 de la Ley N° 19.300-,

pero con la derogación de la antigua norma no empezó a

regir la nueva que sustituyó a la anterior, por cuanto la

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preceptiva transitoria de la Ley N° 20.417 supeditó el

ejercicio de las facultades fiscalizadoras y sancionadoras

de la Superintendencia del Medio Ambiente al inicio del

funcionamiento del Tribunal Ambiental. De este modo se

produjo la supervivencia del artículo 64 de la Ley N°

19.300 en su antigua redacción. Por lo tanto, las conductas

investigadas en autos –ocurridas los días 24,25, 26, 27, 28

y 29 de abril de 2010- deben gobernarse por sus

disposiciones. Conforme a ello, sólo cabe concluir que el

legislador dio por sentado que en el tiempo intermedio que

transcurrió entre la publicación de la Ley N° 20.417 y la

supresión de pleno derecho de la Comisión Nacional del

Medio Ambiente no hubo modificación de la institucionalidad

en lo relativo a la fiscalización ambiental, pues la

entrada en vigencia de la mencionada ley en ese aspecto

estaba diferida y subordinada al funcionamiento del

Tribunal Ambiental, según lo prescrito por el artículo 9

transitorio de la Ley N° 20.417.”.

Noveno: Que en relación al agravamiento de la sanción

impuesta al reclamante, la sentencia impugnada sostuvo que

si bien el que la resolución respectiva no señalara con

precisión el acto administrativo por el cual se aplicó la

multa o si ésta se encontraba firme, constituye una

deficiencia de la misma, al no ser negada su ocurrencia ni

estado procesal, la recurrente no desconoce su existencia

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y, su reclamo apunta, más bien, a una cuestión de forma y

no de fondo.

Décimo: Que, por último, en lo relativo a la figura del

decaimiento del acto administrativo, los jueces del grado

señalan que la Corte Suprema ha sostenido que lo que

realmente interesa en este caso es la fijación de la época

en que termina el procedimiento administrativo y, haciendo

aplicación de lo establecido en los artículos 40 y 41 de la

Ley N° 19.880, concluyen, primero, que el término del

procedimiento administrativo se produce una vez dictadas

las resoluciones sancionatorias que imponen las multas, en

tanto son ellas las que deciden la cuestión debatida y,

segundo, que al haber culminado el proceso administrativo

con la resolución de término, la etapa recursiva no forma

parte de éste, erigiéndose como una tramitación distinta e

independiente del período inicial y que, si bien el

organismo público debe hacer expeditos los tramites

respectivos, pero que, razonablemente la parte también debe

instar por aquello y es así como la Ley prevé otros

remedios para requerir de parte de la administración una

decisión, en el denominado silencio administrativo, que

regulan los artículos 64 a 66 de la Ley Nº 19.880, cuyo

ejercicio corresponde al interesado y que en el presente

caso no utilizó.

Undécimo: Que se debe expresar que los yerros que se

denuncian importan defensas contradictorias, no sólo por la

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forma y el orden que se presentan sino porque, además,

difieren de lo actuado por la reclamante frente a la

autoridad administrativa.

En efecto, primero se refiere a un vacío legal que se

habría producido entre la Ley N° 20.147 y la Ley N° 20.473,

que impedirían a la autoridad sancionarlo; segundo

-reconociéndoles competencia- sostiene que los hechos que

se le imputan no se encuentran tipificados conforme a la

normativa vigente a la época en que se efectuó la visita

inspectiva, esto es, abril del año 2010; tercero, después

señala que no es procedente la agravante que se consideró

en su sanción, y por último, argumenta que en todo caso,

concurriría el decaimiento del acto administrativo

sancionador.

Pues bien, la cuestión jurídica que se plantea en los

motivos primero y tercero del recurso de casación en el

fondo, estriba en dilucidar el marco jurídico sancionatorio

vigente al momento de incurrirse en las conductas que le

fueron imputadas al recurrente, en concreto. Es decir,

corresponde dilucidar la supervivencia o no del artículo 64

de la Ley N° 19.300.

El artículo 64 de la Ley N° 19.300, antes de la

dictación de la Ley N° 20.417, señalaba que “Corresponderá

a los organismos del Estado que, en uso de sus facultades

legales, participan en el sistema de evaluación de impacto

ambiental, fiscalizar el permanente cumplimiento de las

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normas y condiciones sobre la base de las cuales se aprobó

el Estudio o se aceptó la Declaración de Impacto Ambiental.

En caso de incumplimiento, dichas autoridades podrán

solicitar a la Comisión Regional o Nacional del Medio

Ambiente, en su caso, la amonestación, la imposición de

multas de hasta quinientas unidades tributarias mensuales

e, incluso, la revocación de la aprobación o aceptación

respectiva, sin perjuicio de su derecho a ejercer las

acciones civiles o penales que sean procedentes.

En contra de las resoluciones a que se refiere el

inciso anterior, se podrá recurrir, dentro del plazo de

diez días, ante el juez y conforme al procedimiento que

señalen los artículos 60 y siguientes, previa consignación

del equivalente al 10% del valor de la multa aplicada, en

su caso, sin que esto suspenda el cumplimiento de la

resolución revocatoria, y sin perjuicio del derecho del

afectado a solicitar orden de no innovar ante el mismo juez

de la causa”.

Con fecha 26 de enero de 2010 fue publicada en el

Diario Oficial la Ley N° 20.417, que crea el Ministerio, el

Servicio de Evaluación Ambiental y la Superintendencia del

Medio Ambiente. Su artículo 1° introdujo diversas

modificaciones a la Ley Nº 19.300 y el artículo 2° creó la

Superintendencia del Medio Ambiente y fijó su ley orgánica.

En particular, es pertinente precisar que el Nº 59 de dicho

artículo 1° sustituyó el artículo 64 de la Ley N° 19.300,

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por el siguiente: “La fiscalización del permanente

cumplimiento de las normas y condiciones sobre la base de

las cuales se han aprobado o aceptado los Estudios y

Declaraciones de Impacto Ambiental, de las medidas e

instrumentos que establezcan los Planes de Prevención y de

Descontaminación, de las normas de calidad y emisión, así

como de los planes de manejo establecidos en la presente

ley, cuando correspondan, será efectuada por la

Superintendencia del Medio Ambiente de conformidad a lo

señalado por la ley”.

A su vez, resulta importante señalar que el Nº 6 del

artículo segundo transitorio facultó al Presidente de la

República para establecer mediante decretos con fuerza de

ley las normas necesarias para fijar el personal del

Ministerio del Medio Ambiente, del Servicio de Evaluación

Ambiental, de la Superintendencia del Medio Ambiente y para

determinar la fecha de iniciación de actividades de las

instituciones mencionadas y la fecha de supresión de la

Comisión Nacional del Medio Ambiente.

Asimismo, el artículo tercero transitorio estatuyó que

el Ministerio del Medio Ambiente y el Servicio de

Evaluación Ambiental, según corresponda, serán para todos

los efectos los sucesores legales de la Comisión Nacional

del Medio Ambiente, en las materias de su competencia.

En tanto, el artículo séptimo transitorio dispuso que

los procedimientos de fiscalización y los sancionatorios

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iniciados con anterioridad a la vigencia de la presente ley

seguirían tramitándose conforme a sus normas hasta su total

terminación.

Finalmente, el artículo nueve transitorio determinó

que las normas establecidas en los Títulos II (de la

fiscalización), salvo el párrafo 3º, y III (de las

infracciones y sanciones) del artículo segundo de la ley en

comento, que crean la Superintendencia del Medio Ambiente,

entrarán en vigencia el mismo día que comience su

funcionamiento el Tribunal Ambiental.

El 13 de noviembre de 2010 se publicó en el Diario

Oficial la Ley N° 20.473, que “Otorga transitoriamente, las

facultades fiscalizadoras y sancionadoras que indica a la

Comisión señalada en el artículo 86 de la Ley N° 19.300”.

El inciso primero de su artículo único expresa que “Durante

el tiempo que medie entre la supresión de la Comisión

Nacional del Medio Ambiente y la entrada en vigencia de los

títulos II, salvo el párrafo 3º, y III de la ley a que hace

referencia el artículo 9º transitorio de la ley Nº 20.417,

corresponderá a los órganos del Estado que, en uso de sus

facultades legales, participan en el sistema de evaluación

de impacto ambiental, fiscalizar el permanente cumplimiento

de las normas y condiciones sobre la base de las cuales se

aprobó el Estudio o se aceptó la Declaración de Impacto

Ambiental. En caso de incumplimiento, dichas autoridades

deberán solicitar a la Comisión a que se refiere el

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artículo 86 de la Ley Nº 19.300 o al Director Ejecutivo del

Servicio de Evaluación Ambiental, en su caso, la

amonestación, la imposición de multas de hasta quinientas

unidades tributarias mensuales e, incluso, la revocación de

la aprobación o aceptación respectiva, sin perjuicio de su

derecho a ejercer las acciones civiles o penales que sean

procedentes”.

Es preciso tener presente que en virtud de los

artículos 18, 20 y 23 del Decreto con Fuerza de Ley N° 4 de

2010, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia

-que fijó la planta de personal del Ministerio del Medio

Ambiente y del Servicio de Evaluación Ambiental-, la

Comisión Nacional del Medio Ambiente fue suprimida de pleno

derecho a partir del 1° de octubre de 2010.

Duodécimo: Que esta Corte en el considerando 15 de la

sentencia dictada en los autos Rol Nº 34.349-2017 -que

aplica el mismo razonamiento empleado previamente en la

causa Rol 14.432-2013- declaró que “del estudio comparativo

de los cuerpos legales reseñados, se desprende que el

legislador sustituyó un precepto por otro –artículo 64 de

la Ley N° 19.300-, pero con la derogación de la antigua

norma no empezó a regir la nueva que sustituyó a la

anterior, por cuanto la preceptiva transitoria de la Ley N°

20.417 supeditó el ejercicio de las facultades

fiscalizadoras y sancionadoras de la Superintendencia del

Medio Ambiente, al inicio del funcionamiento del Tribunal

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Ambiental. De este modo, se produjo la supervivencia del

artículo 64 de la Ley N° 19.300 en su antigua redacción,

reproducido en análogos términos en el artículo único de la

ley Nº 20.473 […].

Confirma esta conclusión el espíritu que animó la

dictación de la Ley N° 20.473 cuyo objetivo fue solucionar

un problema orgánico que se produjo a partir del 1° de

octubre de 2010, atendido que la Comisión Nacional del

Medio Ambiente se suprimiría de pleno derecho el día 30 de

septiembre de 2010, de manera que a contar de esa data no

habría organismo administrativo con facultades

sancionadoras en materia de incumplimiento de las

condiciones estipuladas en la resolución que aprueba un

Estudio o acepta una Declaración de Impacto Ambiental.”.

Más adelante, el mismo considerando agrega que “Lo

anterior significa que, mientras no se dictaran los

Decretos con Fuerza de Ley previstos en el artículo 2°

transitorio de la Ley N° 20.417 y se cumpliera el plazo

señalado en ellos para el inicio de funcionamiento de las

instituciones, la CONAMA seguía subsistiendo con todas sus

atribuciones. Conforme a ello, sólo cabe concluir que el

legislador dio por sentado que en el tiempo intermedio que

transcurrió entre la publicación de la Ley N° 20.417 y la

supresión de pleno derecho de la Comisión Nacional del

Medio Ambiente no hubo modificación de la institucionalidad

en lo relativo a la fiscalización ambiental, pues la

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22

entrada en vigencia de la mencionada ley en ese aspecto

estaba diferida y subordinada al funcionamiento del

Tribunal Ambiental, según lo prescrito por el artículo 9

transitorio de la Ley N° 20.417. De acuerdo a este

criterio, surge como conclusión que la entrada en vigencia

de las modificaciones a la Ley N° 19.300, dispuestas por la

Ley N° 20.417, dependía de estar las mismas vinculadas a

las competencias –en la especie, de fiscalización y

sanción- entregadas a un nuevo órgano, como en este caso, a

las de la Superintendencia del Medio Ambiente”.

Décimo tercero: Que el considerando décimo séptimo

añade que “la historia fidedigna del establecimiento del

artículo único de la Ley N° 20.473 y los fines propuestos

por la legislación ambiental, en intima concordancia con la

garantía constitucional consagrada en el artículo 19 N° 8

de la Constitución Política de la República que se traduce

en el derecho a vivir en un ambiente libre de

contaminación, surge con nitidez que la principal finalidad

innovadora del texto en comento –artículo único de la Ley

N° 20.473-, destinado a regir transitoriamente, no fue otra

que la de otorgar competencia al nuevo órgano ambiental

creado por la Ley N° 20.417, la Comisión de Evaluación

Ambiental, para llevar a cabo la fiscalización en el

cumplimiento de las RCA, sea de Estudio o de Declaración de

Impacto Ambiental, facultándola además para imponer las

sanciones allí descritas, que se corresponden con las

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23

consignadas en el texto anterior del artículo 64 de la Ley

N° 19.300.”.

Décimo cuarto: Que su considerando siguiente agrega

que “la circunstancia que, a la época de la RCA no

rigieran, con regulación legal, condiciones específicas

para la DIA, y que se considerase una declaración pura y

simple, no significa que su ejecución pudiera llevarse a

cabo de cualquier forma. Tal como lo ha sostenido

reiteradamente esta Corte, si en el contenido de una RCA se

contemplan medidas y la descripción de las modalidades de

ejecución del proyecto, es indudable que su incumplimiento

genera un eventual peligro de afectación del medio

ambiente, sea que se trate de un EIA o de una DIA, lo que

la autoridad correspondiente no puede soslayar ante el

imperativo del principio preventivo que integra la piedra

angular de la normativa medioambiental, como lo demuestran,

entre otros, los textos de los artículos 2° letra j) y 10

de la Ley 19.300.”.

Décimo quinto: Que el considerando vigésimo continúa

razonando que “en efecto, el artículo 2°, letra j), de la

Ley N° 19.300 señala que la Evaluación de Impacto

Ambiental, es “el procedimiento, a cargo del Servicio de

Evaluación Ambiental, que, en base a un Estudio o

Declaración de Impacto Ambiental, determina si el impacto

ambiental de una actividad o proyecto se ajusta a las

normas vigentes.

XGRJXKDRKX
24

El artículo 10 del referido texto normativo contiene un

listado de los proyectos o actividades susceptibles de

causar impacto ambiental, en cualesquiera de sus fases, los

que deberán someterse al sistema de evaluación de impacto

ambiental. Interesa destacar en esto, que los proyectos

señalados en la referida norma deben ingresar al sistema

por vía de la DIA o EIA. En efecto, si alguno de aquéllos

genera al menos uno de los efectos o presenta alguna de las

características reseñadas en el artículo 11 del texto

normativo, deberá ingresar a evaluación mediante EIA; si no

los genera, pero está en el listado del mencionado artículo

10, debe ingresar por una DIA.

Como se observa, el artículo 10 refiere la existencia

de “impacto” ambiental, de modo que tanto los proyectos que

tienen RCA provenientes de EIA como de DIA, pueden generar

efectos en el medio ambiente, mismos que se encuentran

definidos en la letra k, del artículo 2° de la Ley N°

19.300, como toda alteración del medio ambiente, provocada

directa o indirectamente por un proyecto o actividad en un

área determinada. Así, la diferencia entre el EIA y la DIA,

sólo se vincula con la envergadura del impacto y la

previsibilidad de su ocurrencia.”.

Décimo sexto: Que gran parte de los razonamientos

transcritos ya habían sido expresados en la sentencia Rol

14.432-2013, pero creemos que resulta importante recordar

los criterios hermenéuticos que llevaron a resolver de la

XGRJXKDRKX
25

manera que se hizo. Es así como su considerando décimo

manifiesta que “más allá de lo dicho, los textos analizados

deben interpretarse del modo que más conforme parezca al

espíritu general de la legislación, y evidentemente resulta

más acorde con tal espíritu el que se proteja valores o

intereses que atiendan a la protección del medio ambiente.

En efecto, no es posible soslayar en la resolución de la

cuestión controvertida la normativa atingente de la

Constitución Política de la República, a la que ha debido

conformarse especialmente en cuanto se ha reconocido el

derecho a vivir en un medio ambiente libre de

contaminación, en términos tales de haberse generado un

sistema que se asienta en el principio rector de la

responsabilidad. En consecuencia, no corresponde acoger por

carecer de sustento en nuestro ordenamiento jurídico una

interpretación que postula la existencia de un periodo en

que no existió organismo alguno que fiscalizara el

cumplimiento de las condiciones de la resolución que aprobó

un Estudio o aceptó una Declaración de Impacto Ambiental,

punto de vista estrictamente focalizado en el interés

particular del recurrente, sin tener en cuenta la

coherencia del sistema legal.”.

Décimo séptimo: Que lo anteriormente asentado

conducirá a desestimar el primer y tercer capítulo del

recurso de casación en el fondo, puesto que los jueces del

mérito razonaron correctamente al concluir que la RCA es un

XGRJXKDRKX
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universo normativo, entendiéndolo como un instrumento que

igualmente está llamado a cumplir el rol de protector del

medio ambiente, puesto que las medidas comprometidas en

ella, buscan mitigar, compensar o reparar el impacto

ambiental vinculado a un proyecto, sea que provenga de un

EIA o, en el caso de estar contenidas en una DIA, su fin es

hacerse cargo del efecto ambiental que se considera de

menor entidad, orientándose además a prevenir la ocurrencia

de uno de mayor envergadura, siendo ésta la razón por la

que se comprometen seguimientos de variables

medioambientales que permitan verificar que la prognosis

respecto de la inexistencia de impactos mayores se mantiene

en el tiempo. De manera que la reclamada actuó en uso de

sus facultades legales, conforme a lo preceptuado por el

artículo 64 de la Ley N° 19.300 y en ejercicio de sus

propias competencias, al sancionar a la reclamante.

Décimo octavo: Que en lo relativo a la alegación sobre

la aplicación de una agravante de responsabilidad sin que

aquella le fuese informada durante la formulación de cargos

y tampoco correctamente identificada en la resolución que

aplica la multa, cabe señalar que se comparte lo decidido

por los jueces de alzada para rechazarla, desde que se

trata de una circunstancia que sirve de base para la

determinación de la pena, por lo tanto, no es parte de la

formulación de cargos y que la deficiente formulación de la

misma en el acto que se impugna, no deviene en inexistente

XGRJXKDRKX
27

desde que es el propio recurrente es quien acompaña la

decisión del Tribunal Constitucional recaída en otro

proceso en el cual también fue sancionado

administrativamente por infracciones a la RCA N° 31/1998.

Pero, además, como el error de derecho denunciado no

ha provocado en el reclamante el perjuicio que permita

hacer lugar a la causal de nulidad invocada, dado que aún

en el evento que se elimine la agravante, igualmente la

Administración se encuentra facultada, conforme lo disponía

el texto original el artículo 64 de la Ley N° 19.300 para

fijar el monto de la multa hasta 500 UTM y la multa

ascendió a 450 UTM, por lo cual se debe concluir que la

errónea aplicación del derecho denunciado no tienen

influencia en lo dispositivo de la sentencia que se

impugna, de manera que el recurso que se examina debe ser

desestimado en este aspecto también.

Décimo noveno: Que el último capítulo del arbitrio, se

funda en el decaimiento del acto administrativo

sancionador, por el excesivo tiempo que demoró la autoridad

al resolver sus recursos. Señala que el 28 de octubre de

2010 dedujo reposición y, en subsidio, recurso jerárquico

en contra la Resolución Exenta N° 246 de 30 de septiembre

de 2010, que le impuso una multa, siendo resuelto el

primero el 7 de septiembre de 2011 y, el segundo, el 7 de

febrero de 2014, esto es, dos años y cinco meses después,

lo cual significó que la Tesorería General de República

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declarase la prescripción de la referida sanción, razón por

la que estima se produjo dicha institución.

Vigésimo: Que el acto administrativo decae cuando

desaparecen los presupuestos de hecho y/o de derecho que

movieron a la Administración a emitirlo o porque se hace

inutilizable. En sus efectos, el decaimiento producirá una

inexistencia sobreviniente, pero solo de los efectos del

acto, pues éste, a lo menos desde el punto de vista formal,

continuaría vigente, aunque estéril (Silva Cimma, Enrique,

Derecho Administrativo Chileno y Comparado, Editorial

Jurídica de Chile 1995, pp. 160-161). Esta Corte de manera

reiterada y conforme lo sostiene la doctrina mayoritaria,

ha declarado que el decaimiento del acto administrativo se

produce cuando: desaparece un presupuesto para su validez o

se deroga o modifica la ley en que se fundó, siendo ésta la

condición para su vigencia (Sayagues Laso, Enrique, Tratado

de Derecho Administrativo, Tomo I, Fundación Cultura

Universitaria 8ª edición, 2002, p. 520)

De lo que se sigue que mientras no exista sanción

ejecutoriada, no existe un acto terminal y, es decir, no

concurre un acto administrativo sobre los cuales se estén

produciendo efectos permanentes que puedan ser afectados

por el decaimiento.

Vigésimo primero: Que, ahora bien, en la especie se

trata de un procedimiento administrativo vigente, aún no

contaba con la dictación de un acto de terminal, sujeto a

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29

los plazos que indica la ley, pero que en ningún caso son

fatales, porque en este caso, existen los remedios propios

de la terminación anormal del procedimiento, tal como la

caducidad o abandono como el silencio administrativo, los

que en cualquier caso deben ser incentivados, propuestos y

seguidos por el interesado, en consecuencia, en la especie

no se configura ninguno de los elementos descritos para

acoger la tesis propuesta por el reclamante. En efecto, no

estamos ante un acto terminal, no concurre una

circunstancia sobreviniente que le quite legitimidad

jurídica, los plazos allí establecidos no son fatales y

existen otros remedios, para que durante esta etapa, se

ponga término anticipado al acto, razón por la cual la

infracción alegada tampoco podrá prosperar.

Vigésimo segundo: Que en razón de todo lo

precedentemente razonado y concluido el recurso de casación

en el fondo interpuesto deberá ser desestimado, por

manifiesta falta de fundamentos.

Y visto además lo dispuesto por los artículos 764, 767

y 805 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el

recurso de casación en el fondo interpuesto por la

reclamante en lo principal de su presentación de fojas 307

en contra de la sentencia de veinticuatro de mayo de dos

mil dieciocho, escrita a fojas 300 a 306.

Se previene que el Ministro señor Muñoz concurre a la

decisión por la cual se rechaza el recurso de casación en

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30

el fondo por manifiesta falta de fundamento, sin embargo,

no comparte los motivos vigésimo y vigésimo primero del

fallo, puesto que, en su concepto, el transcurso de plazos

excesivos sin tramitación de los procedimientos

administrativos resultan aplicables otras disposiciones que

el recurrente no denuncia.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo del Abogado Integrante Sr.

Pallavicini y la prevención de su autor.

Rol N° 14.709-2018.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sr. Juan
Eduardo Fuentes B. y Sr. Carlos Aránguiz Z. y los Abogados
Integrantes Sr. Ricardo Abuauad D. y Sr. Julio Pallavicini
M. No firma, no obstante haber concurrido al acuerdo de la
causa, el Ministro señor Aránguiz por estar con licencia
médica. Santiago, 27 de diciembre de 2018.

SERGIO MANUEL MUÑOZ GAJARDO JUAN EDUARDO FUENTES BELMAR


MINISTRO MINISTRO
Fecha: 27/12/2018 12:10:58 Fecha: 27/12/2018 11:34:55

RICARDO ALFREDO ABUAUAD JULIO EDGARDO PALLAVICINI


DAGACH MAGNERE
ABOGADO INTEGRANTE ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 27/12/2018 13:03:47 Fecha: 27/12/2018 11:09:09

XGRJXKDRKX
Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 27/12/2018 13:20:17

En Santiago, a veintisiete de diciembre de dos mil dieciocho, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 27/12/2018 13:20:18

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. XGRJXKDRKX

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