Richard E. Leakey
Y ROGER LEWIN
LOS ORIGENES
DEL HOMBRE
La aparicion de nuestra especie
y su posible futuro a la luz
de los mds recientes descubrimientosows r ores. Hace
ook nizada.
fuente
. pecto utilita:
3 svanece en la insignificancia compara:
re ginarha del evoluion Numa
oe > sociedad dnicamente humana, basada
stare Pel trabajo entre los individos; intensified
cS gedents ala selecign de una mayor fac
eee ral, yexisio un grado de cooperacién social que
3 inguno de nuestros primos los primates. La
‘mixta fue el compartir las
no desples
clave de la primera economia
“Como el registro arqueolégico es tan torturantemente
exguo, todavia no podemos precisar cudndo el, comer
came se convirtié en un factor importante de la vida hu-
shana. Pero es razonable suponer que el comer carne, de
Thimales muertos 0 conseguida por la caza, fue un
factor-—posiblemente el mas importante—que intervino
én la gradual aparicion del linaje Homo desde el tronco
fominido basico, dejando que un area ecologica predo-
tinantemente vegetariana fuese ocupada por los austra-
fopitecings. Incluso pudiera ser, naturalmente, que, al
menos, el comer carne tuviera algo que ver con la nueva
Zrea ecoldgica en que el tronco hominido se establecié en
1 primer lugar, hace unos doce millones de afios. Pero la
alborada de una existencia cazadora y recolectora es més
probable que tuviera lugar hace aproximadamente cinco
millones de afios, junto con la aparicion de nuestros direc-
tos antepasados Homo. Y pudiera ser que la caza mayor
fn gran escala, que, de ver en cuando, emprenderian
nuestros antecesores, se desarrollase no hace mAs de dos
millones de aos
Cualquiera que haya sido el momento preciso de la
adopeiOn de un modo de vida centrado en la caza y la re-
coleccion, lo cierto es que, mas que a cualquier otro com-
Portamiento, tendremos que dirigirnos a este sistema so-
cial en busca de indicios que nos lleven al encuentro de
caracterstcas humanas bdsicas. La Humanidad caz6 alo
srande durante un millon de afios, por lo menos, y a con.
{inuacion cultivé la tierra durante diez mil. Podemos estar
Seguros de que fueron el equipamiento intelectual
cohesion social propici clectualiysia
piciados por el modo de vida basado
Phanasanrenones: Los G/wi son cased Stores
; res rece
contemporinaos que viven en of Kala’ central Estocios
snropoigeos sobre su modo de id sobre olde es kang
Irottonce de ces cna at sore
mn ta cara yl ‘br on
ial del repart
la hechiceria tecnols
la ologica de
stra herencia cazadora y
deben su existencia a nu
tora, Durante los diez mil afios desde que se abandoné en
Iofundamental la vida cazadora, no ha podido haber cam
bios bioldgicos significativos en el animal humano: ha q,
do demasiado poco tiempo. Mucho de lo que nos hace
humanos esta en nosotros, porque desarrollamos el nico
abito de recoger y compartir alimentos animales y vege
tales
Ibs los muchos mitos que han pasado por teorias relat-
vas a la evolucion humana, los relacionados con la caza se
Suentan entre los mas pintorescos y peligrosos. Lo que
hay que tener muy presente es el hecho de que existe un
clarore insalvable abismo entre caza y agresion. Hablar de
tun «apetito primigenio de carne», 0 de los «ensangrenta-
dos archivos de la evolucion humana», u otras frases
igualmente emotivas e inexactas, es, biologicamente, un
monumental disparate. Y el disparate se hace pernicioso
cuando se emplea para justificar la evidente inclinaci6n de
Ios seres humanos a exterminarse unos a otros mediante la
cada vez mas depurada tecnologia del arte de la guerra.
Nuestra preocupacion en este capitulo, sin embargo, se
centra en lo que la caza y la recoleccion implican para la
estructura social de un animal comedor de carne.
Nuestros primos hermanos los primates son, casi sin
excepcién, aunque no exclusivamente, vegetarianos.
Incluso los que se desvian y comen carne—chimpancés y
babuinos—, lo hacen muy infrecuentemente. Los primates
son animales sociales, y este es un factor de su éxito, Pero
una existencia basada en el consumo de vegetales tiende @
hacer de los miembros de una banda individuos egocéntri-
cos e insolidarios. Pese a las intensas interacciones so-
ciales que tienen lugar, especialmente entre nuestros pa
rientes mas cercanos los chimpaneés, y aun cuando existe
cierta conciencia de grupo en la bisqueda de alimentos,
ser vegetariano equivale a ser esencialmente solitario.
Cada individuo arranca las hojas de una rama 0 la fruta
de un Arbol, y prontamente se las come. No existe una
comida comunal o el reparto de alimentos entre nuestros
cercanos parientes.
Hay excepciones, empero, y excepciones que parecen
portantes. Por ejemplo, cuando los chimpancés captu-
ran a un babuino 0 un mono jovenes, comparten sus des
pojos. Pero, aun asi, el reparto no es activo: los afortuna
dos cazadores no regresan a la base de un campamen’>
para repartir la carne con otros miembros de Tabanda. Un
no-cazador que espere obtener alguna parte de una caz2
reciente, debe pordiosear insistentemente hasta que Ie
entreguen un bocado. Los babuinos, los otros comedores
de carne entre los primates superiores, tambien comPs
Eaneada con Camscanetten las presas, pero en mucha menor medida que
$0 de los chimpances.
En consecuencia,
zaron conscientemente la caza y la recoleccién, uno de los
mayores cambios en su modo de vida—cambio que habia
de abrir un vasto abismo de comportamiento entre los hi
manos y nuestros parientes mas cercanos—fue la adop
cin del reparto. Esta nueva ¢ insdlita forma de compor:
tamiento primate era uno de todo un grupo de rasgos
adquiridos a través de la caza y la recoleccién que contri-
buyeron a empujar a nuestros antecesores humanos hacia
un modo de vida crecientemente adaptable. Y fue su
capacidad de adaptacién lo que permitié a la especie huma-
za prosperar en practicamente todos los rincones del globo.
Bisicamente, podemos suponer que el conjunto de rasgos
sociales derivados de su condicién de animal cazador y re-
colector era algo parecido a lo siguiente: un campamento
basico, donde podia cuidarse de las criaturas y adonde
podia llevarse la carne (producto de la caza activa o de un
oportunista carroneo) y los alimentos vegetales, que se
convirtié en un importante foco social; una division del
trabajo, segiin la cual, los machos cazaban y las hembras
eran responsables del cuidado de la progenie y de la reco-
lecci6n de alimentos vegetales; y el desarrollo de una tre-
menda necesidad de cooperacién y moderacién, cada in-
dividuo dependiendo mas que nunca en el mundo de los
primates de las actividades y la confianza de los demas
miembros del grupo.
La caza y la recoleccion re-formaron también la exis-
tencia de nuestros antepasados de diversas maneras. Por
ejemplo, los hominidos cazadores recorrian un territorio
muchisimo més vasto que el recorrido por cualquier otro
primate, cubriendo en una pequefa partida de caza mas
terreno que la mayoria de los primates en toda una vida.
Se acentuaron las diferencias fisicas entre machos cazado-
tes y hembras recolectoras. Las actividades sexuales se hi
cieron mas controlables y, posiblemente, mas significat
vas también. Pero, sobre todo, los tres efectos mas impor-
tantes de la caza en la vida de nuestros antepasados
fueron el establecimiento de un campamento basico, la di-
vision del trabajo y la subsiguiente cooperacion. Todo es-
to, a su vez, permitié la formacion de un apretado grupo
social, en el que fue posible la educacion prolongada de
los pequefios, educacion necesaria para dotar a los indivi
duos de diversas habilidades que precisaban para parti
cipar en el complejo medio social y contribuir a la
economia del grupo, ora cazando, ora recolectando.
Incluso en el comportamiento del Ramapithecus habia
habido signos de que el periodo de dependencia infantil se
estaba prolongando. Para la época en que el Homo erec-
‘tus hizo su aparicién, hace aproximadamente un millon y
medio de afios, los jévenes parece ser que fueron casi ple-
namente dependienites durante los seis primeros altos de
suando nuestros antecesores org:
economia mixis 149
su existencia, y posiblemente hasta los ocho, mas o menos
lo que sucede hoy con los nifios. Comparese esto con el
ao que necesitan los monos y los tres 0 cuatro que preci
san los simios, Parte al menos de la razon de una prolon-
gada infancia en los humanos radica en la corona del
logro evolutivo que Hlevamos en la cabeza: el cerebro hu:
mano. Se ha desarrollado un incomodo compromiso que
equilibra la necesaria proteccién del delicado cerebro en
formacion, especialmente en sus primeras fases, con el
paso seguro de la cabeza del niflo por la pelvis de la
madre,
Un cerebro que estuviera plenamente desarrollado al
nacer, eludiria los riesgos en potencia de dafios ambienta-
les antes de que se hubiese completado su desarrollo. Pero
semejante cerebro plantearia exigencias imposibles al me-
canismo del canal de nacimiento en la pelvis materna,
convirtiendo en un problema la facultad de caminar er-
guido, ya que, en vez del caracteristico giro de las caderas
Home
ro ‘Chimpance
Aunque la duracién de la prefiez en los simios superiores viene
fa ser la misma que en nuestra especie, e ser humano tiene
luna infancia mas prolongada, es decir, todo el tiempo durante
ef cual depende el pequefio por completo de su madre.
Este periodo se prolonga mas y més a medida que
‘se asclende por el orden de los primates, y en el hombre
tiene una duracién doble que en los simios.
amend con ComsconneHzaunenoa: La dieta principal
de la mayorta de los
primates se compone de
alimentos vegetales, y ef
chimpancé (izquierda) no es
una excepci6n. Asi mismo, y
al igual que otros primates,
se alimenia también i
de insectos, pero,
significativamente, come
carne, y esto ha conducido a
Ja cooperacion y elfeparto,
E/ babuino (abajol.también
come algo de carne, que
comparte, aunque solo
hasta cierto punto.
Derecua: El fuego refuerza
os vinculos sociales: se
converte en el centro de un
grupo y permite mantener e! r
contacto durante fas horas
de oscuridad, como aqui,
donde los kung estén en
un proceso de trance.
femeninas que hoy conocemos, una pelvis con un canal de
nacimiento mas grande impondria un acentuado movi=
miento de anade. De otro lado, un cerebro venido al mun-
do en un estado demasiado teducido, subdesarrollado,
seria excesivamente vulnerable, El camino tomado por la
estructura humana en desarrollo fue un camino interne
dio: un nifto con un cerebro relativamente bien desarrolla=
do viene al mundo por un canal que ha obligado a la pe
vis a ensancharse en comparacion con la del macho, Pe"
no de manera tan severa que impida el caminar ere’
(Sin embargo, las mujeres, en general, nunca correran tan
elozmente como los hombres, a causa de su pelvis més
ancha.) ‘
En el momento de su nacimiento, el cerebro de un nifo
tiene la tercera parte de su tamafo adulto. Sin embiy:
20, todos los materiales de construccion—las células
Rerviosas-—estAn en su sitio. Lo que sucede en la cabe7®
Enea con Camscanetreciente de un niftio durante los primeros afios de su exis
tencia es que'se establecen las conexiones cruciales entre
las eélulas nerviosas, proceso para el que son cruciales la
cantidad de alimentos que ingiere el nifio y la suma de
estimulos que le rodean. En el curso de estas fases tempra
nas, también se forjan los lazos emotivos con el grupo S0-
cial. La importancia de estos lazos se demuestra en
practiea por los sistemas matrimoniales en las sociedades
contempordneas de cazadores-recolectores. Los matrimo-
nios se conciertan casi siempre entre bandas separadas, ¢
inicialmente el varon abandona su propia banda para in
corporarse a la de su compafiera. Pero este arreglo solo
continiia hasta que el hombre ha demostrado su capac
dad para sostenerla, o para tener hijos, momento en que
Ja pareja regresa a la banda del hombre. Esta costumbre
debe de tener algo que ver con la familiaridad del joven
cazador con su terreno hogareiio, y tambien con las
estrechas relaciones que se habran establecido entre los
hombres ‘como miembros de un equipo de caza coope-
rativo.
Estos fuertes lazos son un aspecto del grupo social, co-
operativo yestable, que se ha creado a través de un modo
Ge vida basado en la caza y la recoleccion. En el curso de
nuestra carrera evolutiva, esta claro que todo factor ten-
dente a unit mas estrechamente a los individuos contribu-
¥6 al éxito final de la especie. Por consiguiente, es intr
dante contemplar el efecto del fuego en el reforzamiento
sate lazos sociales. No solo proporcioné calor, sino que
también prolong6 el trato social en las horas de oscuri-
dad, cuando el hogar seria el centro del grupo social. Asi,
mientras tas llamas mantenian alejados a posibles depre-
dadores, también reunia a la gente, ofreciendo una opor-
tunidad para relatar historias y crear mitos y ritos, asi
como para la tarea mas mundana de planificar las acti-
amend con Comsconnevidades del dia siguiente, tales como quignes probarian
suerte en la caza, quiénes formarian una banda para salir
fa recoger alimentos vegetales para varios dias, y quienes
larian en el campamento. La importancia det
se que
lenguaje hablado para todo esto es obvia.
Naturalmente, en lo que mas interesados estamos es en
los sistemas sociales y de comportamiento de nuestros,
antepasados cazadores: como organizaban su economia
cazadora-recolectora y qué implicaba eso para la calidad
de su vida. Sabemos que semejante sociedad, basada en
tuna economia de caza, tuvo mucho éxito, que casi con
toda seguridad fue la forma mas afortunada de sociedad
antes de la agricultura, ya que nuestros antecesores lleva
ron su habilidad a todas las partes de la Tierra, a menudo
en las condiciones mas hostiles. Pero seria util, a la par
que intrigante, llegar a un conocimiento mas profundo
respecto a los origenes de la caza misma, Con la debida
cautela, podemos hacerlo de dos maneras un tanto dife-
rentes: primero, estudiando los «modelos» animales de
las sociedades cazadoras, particularmente la de los perros
salvajes africanos, aunque puede haber también impor-
tantes distinciones, porque, a diferencia de nuestros ante-
cesores, estos animales dependen casi exclusivamente de
la carne; y segundo, observando las costumbres de los
cazadores-recolectores contemporaneos. Debemos recor-
dar que estos iiltimos no son «sociedades fosilizadas» que
reproduzcan exactamente la existencia de nuestros ante-
pasados cazadores, pero su organizacion social ofrece al-
unos indicios respecto a los elementos basicos importan-
tes para esta clase de sociedad.
+ Puesto que especies diferentes que compartan un area
ecol6gica similar muestran parecidos sistemas de compor-
tamiento, es posible considerar a los babuinos como un
modelo, por limitado que sea, con respecto al Ramapithe-
cus, nuestro antiguo predecesor. Se.ha elegido a los ba-
buinos, en vez de a los chimpancés, porque su existencia
se desarrolla en un entorno fisico similar al que enmarc6
la existencia de los primeros hominidos. Pero, como
bablemente pueden decinos algo respecto a nosotros nn
nos son los carnivoros sociales: el le6n, el lobo, el pony
salvaje afticano y la hiena. Al igual que los primates, ea,
criaturas viven en grupos y también matan para vivir. La
que deseamos descubrir en ellos es la ventaja de care
en grupo y las consecuencias sociales de este tipo de
economia biolégica. Estamos buscando algunos prine
pios fundamentalisimos en la existencia de los carnivoros
sociales, y, si bien el cuadro no sera claro y tajante,
podremos discernir algunos perfiles, por difuminados que
estén.
La mayoria de los comedores de carne no son, natural-
mente, sociales. Un raton, p. ej., dificilmente podria ser
el centro del reparto entre otros compaiieros carnivoros,
Ni tampoco podria serlo una presa escurriéndose entre la
densa vegetacién de la selva; una banda de depredadores
perseguidores terminaria probablemente magullada y en
completo desorden. Asi, pues, 1o que cabe esperar es
encontrar a unos carnivoros verdaderamente sociales ac
tuando en terreno abierto, en persecuci6n de grandes ani
males. En general, esto es lo que ocurre. La suposicion de
que la caza en grupo es mas eficaz que una correria solita-
ria viene a ser confirmada por el estudio del chacal, por
ejemplo. Estos animales eligen a veces como presa a jOve-
nes gacelas Thomson, empresa que dificulta la frecuente y
valiente defensa de la madre. Si un solo chacal trata de
matar a una joven gacela, sus oportunidades de conseguir
comida estan en la proporcién de uno a seis. Pero sila ca-
za la comparten dos chacales, tiene cuatro veces més pro-
babilidades de conseguir el éxito. De manera similar, los
Jeones aumentan sus probabilidades de triunfo cuando en
la persecucién participa mas de un cazador. Y entre una
banda de babuinos de Kenya central, en la que uno de los
La cooperacién en grupo permite a los perros salvaies
(derecha) abatir a una presa— como esta cebra— que Pe
‘mucho mas que ellos individualmente. Tal cooperscion |,
permite asi mismo a los carnivoros sociales elegy Separer
un rebario de fus a uno de sus miembros més débiles, ¢
‘han hecho estas hienas manchadas (arriba, a la derecha!.
Izauienoa: El estudio de! comportamiento durante la c97#
de carnivoros sociales puede permitinos vislumbrar a
comportamiento probable de nuestros antece:
Uno de esos carnivores sociales es el perro salva
Eaneada con Camscanet154 La primera econ sta
omer carne, el éxito de
machos mostré predileccién por come
la caceria aumento grandemente cuando se le unieron
otros machos en la empresa, Al final, cuatro 0 cinco
machos cooperaron activamente en la caza de la presa,
que frecuentemente era una joven gacela. .
La cooperacion, por consiguiente, tiene su recompen
sa. Pero esa recompensa solo vale la pena si suministra
tuna comida sustancial, pues no tiene sentido el que una
banda o grupo de depredadores coordinen su habilidad si
el resultado final es un ligero piscolabis para uno de ellos.
La caza en grupo no solo proporciona mayores éxitos,
sino que también significa que pueden atacarse presas
mayores. Por ejemplo, un leopardo se lo piensa dos veces
antes de lanzarse sobre una presa en potencia que pese
mas de cincuenta kilos. Una manada de perros salvajes,
ue individualmente son mucho més pequetios que los ga.
tos solitarios, puede abatir a una cebra que pese mas
de 225 kilos. En funcién de la cantidad de alimento, tiene
sentido capturar tanta carne como sea posible en una
correria. La ecuacién fundamental en la caza, sin embar-
20, equilibra el tamaho de la presa con el esfuerzo exigi-
do, combinado con el éxito probable y el niimero de est.
magos que haya que satisfacer. Asi como es antieconémi:
co invertir en una caceria que reporta escaso producto, asi
tambien resulta un derroche (en esfuerzo y en comida) s
Ja presa proporciona un exceso embarazoso.
El vivir en grupo puede significar también la oportuni-
dad de usurpar la habilidad de otro. Por ejemplo, aun
cuando una hiena solitaria no es adversario para un ledn,
una manada de hienas constituye una amenaza tan impre.
sionante, que puede que el lebn abandone su duramente
ganada comida. El carrofieo, que en tiempos se creyé era
¢l nico medio de supervivencia para la hiena, es practica-
do indudablemente por todos los carnivoros sociales, Es-
{05 animales, por encima de todo, son pragmaticos, y 1o-
‘man el camino del menor esfuerzo y la mayor recompen-
sa. Si se presenta una oportunidad de carrofear, se apro-
vecha. Cuando se trata de matar a la presa y no simple-
mente devorarla, los depredadores emplean cierto tiempo
en elegir animales cuya captura sea lo mas facil posible:
individuos muy jovenes, enfermos, viejos 0 aislados. Has-
{a el mas débil y timido de los antilopes esté relativamente
Seguro sino se aparta del rebaito, pero, una vez que lo ha-
e, est condenado a convertirse en’ carne para algin
camivoro cercano. Esos carnivoros, si no tropiezan con
animales aislados, tienen como primera tarea separar a un
individuo de la seguridad de su grupo. Hay numerosay
Pruebas que indican que tanto los lobos como los perros
Salvajes tienen una vista especial para localizar a los
miembros més vulnerables de un rebaiio, facultad que ut
lizan provechosamente cuando provocan la estampida de
lun rebatio que ofrece alguna presa en potenci
Un carnivoro que sea particularmente aficionado a
—
leccionar ripidamente una pre
vinerable aby
tumentado su efciencia enormemente, eluden 28
caza infructuosa, La pericia en esta fase dela cara at
factor acon toda seguridad fundamental"
en la proezas de caza de nuestros primitivos antepasados.
Es significativo ef hecho de que caradores secret
contempordneos emplean la casi totalidad de su para
sus conocimientos en elegir y reptar cerca de pn)
antes que en lanzarse a persecuciones hi
confiar en lo idéneo de sus armas
La caza en grupo, por tanto, ofrece importante
as, pero solo silos miembros del grupo aetiian de m,
coordinada. Por ejemplo, los lobos que persiuen a mea
gran presa, digamos un alee, corren por lo general deira
¥ a los costados de la victima, lanzando dentelladas a
cuerpo y a las patas hasta que el animal esta lo bastane
débil para derribarlo y abrirle las entrafas. En el curse de
la caza, que puede prolongarse varias horas, el atayuc
ciego daria al traste con la estrategia mas fructifera sei
agotamiento, a la par que seria un movimiento atolondra,
do. En una manada de perros salvajes que persigan a una
veloz gacela, no todos los perros se esfuerzan por asestar
el primer golpe. Dos 0 tres miembros de la manada dir.
gen la carrera, y, cuando la presa cambia de direccion, el
Perro que va en segundo o tercer lugar ataja esa trayecto-
ria y toma la cabeza del grupo. Este sistema de caza da la
impresion de una carrera de relevos, pero el relevo es la
réplica a los intentos del animal de eludir al perro que va
en cabeza. Una vez mas, los perseguidores tratan de mor-
der las patas y los costados de la victima hasta conseguir
derribarla.
Cuando el animal se mantiene firme frente al ataque de
los perros salvajes, se observa en uno de ellos un notable
despliegue de moderacién. Una ténica evidentemente ge-
eral para conseguir la pieza consiste en que un perro
haga subitamente presa en el belfo superior del animal,
'movilizando asi a la victima como si estuviera trabada.
Entre tanto, los demas perros le abriran las entrafas al
desdichado animal, dndole una muerte espantosa de
contemplar, pero que es compasivamente rapida. El co-
medimiento por parte del perro que hace presa en el belfo
de la victima es 1o mas interesante, teniendo en cuenta que
los restantes miembros de la manada ya estin empezando
el banquete. Ese perro sabe cual es su papel y a él se
atiene, ‘
La mayoria de las cacerias ejecutadas Poa
Sociales implican una persecucion. Una excepcidn esa del
len, que es demasiado corpulento para un prolonga
derroche de energias y se ve obligado, por consiguiente, @
adoptar otra téctica mas sutl. El acecho cauteloso due
desemboque en una breve persecucion Cre RS
sa hacia las fauces de otro miembro depred mire
espera, es una tactica comin de las leonas. El domini
Presa,
\eTOicas oO incluso
renta-
ianeraante de los companeros del ca-
si mismo y la atencién v
ador son esenciales si esta técnica ha de ser eficaz: un
ovimiento prematuro podria significar la pérdida de la
presa en potencia. Jane Goodall ha visto a los chimpancés
de Gombe organizar una trampa contra un mono joven,
estacionandose en la base de los arboles que podian ofre-
cer una via de escape a la presa clegida, accién que impli-
ca un gran dominio de si mismo, mucha cooperacién y
algo mas que un poco de comunicacién.
Los medios de comunicaci6n en tales circunstancias si.
guen siendo mas bien un misterio, pero puede afirmarse
que se ha subestimado grandemente la cantidad de infor-
macion que pueden transmitirse los individuos, mediante
lizaciones, gestos groseros 0 actos corporales en
general. Cuando los babuinos cazan, los miembros de la
banda parecen guiarse en gran medida por las aparentes
intenciones del jefe, manifestadas en sus actos. Los
carnivoros sociales, casi con toda seguridad, dependen
mucho de captar importantes indicios intent ‘ionales me-
diante la atenta observacién de unos por otros, siendo
cualquier vocalizacion una sefial en potencia cuando se
est al acecho de la presa. En realidad, los cazadores con-
temporaneos conceden gran importancia al sigilo durante
una excursion, aun cuando todavia no haya sido avistada
la presa. Empleando un complicado sistema de sefales
con las manos, pueden comunicar no solo el tipo de ani-
mal que se ha desviado de su camino, sino también su
edad probable, su estado de salud y si marcha apresurada-
mente o va deambulando.
Una vez capturada la presa,
comparten los despojos, proceso acompafiado por mas 0
menos turbulencias. En el caso del ledn, p. ¢}.. la cuestiOn,
es bastante ruidosa, despachandose primero los machos
dominantes. Cada miembro del grupo obtiene exactamen-
te la cantidad de alimento que puede, desafiando amend
zadores grunidos de miembros mas dominantes. Hasta 10s
ms jovenes tienen que armarse de valor y tenacidad part
Tlenar la panza, En cambio, los perros salvajes proceden &
algo que no se ve en ningiin otro carnivoro social, a saber,
un repatto activo, Los cazadores se tragan entera la carne
de su presa en el sitio mismo de la captura antes de reeh-
sara su cubil, donde los reciben con muestras de gran
citacién los cachorros y los que alli se han quedado
Jos carnivoros so
Eaneada con Camscanetguardianes (la madre, que Puede estar
otros adultos). Cachorros y guardiane ions
cen la nariz en el Angulo que forman fag faucetde Sne
dor, accion que pronto provoca la réplica de sina‘restel
gitacion. En una manada de perros Salvajes, hasta lof
animales enfermos incapaces de cazar Pueden verse so: uP
nidos durante mucho tiempo, ins6lita Muestra de alt ae
mo en el mundo animal. Esta notable conducta tie
raices, casi con toda seguridad, en el car4
del grupo de perros salvajes.
La mayoria de los carnivoros sociales
carne dentro 0 en torno a sus cubiles. Se t
mente de una sabia precauci6n, ya que tiende a proteger a
los pequefios de carnivoros depredadores a quienes pu-
diera atraer inicialmente la perspectiva de conseguir algo
de carrofia. A este respecto, los primitivos hominidos Pare-
cen haber sido excepcionales. Aunque los restos arqueo-
logicos indican que animales muy grandes habian sido
descuartizados en el lugar de la captura, hay muchas
indicaciones—especialmente desde hace dos o tres millo-
nes de afios en adelante—de que los huesos fueron trans-
portados a la base en que vivian. Quiz el evidente incre-
mento de signos de presas en los campamentos tefleje no
solo un aumento en la eficacia de la caza, sino también un
mayor respeto hacia los hominidos cazadores por parte de
los carnivoros contempordaneos. Si, ademas de cazar, los
primitivos hominidos demostraron su fuerza ahuyentan-
do ocasionalmente a otros carnivoros de sus propias
victimas—aumentando asi su provision de carne mediante
un activo carrofieo—, los carnivoros irian experimentan-
do un creciente temor ante los hominidos. Al suceder
esto, resultaria mas seguro para nuestros antecesores el
tener alrededor del campamento trozos de carne que,
de otro modo, pudieran tentar a tales depredadores.
Mas tarde, naturalmente, el fuego serviria muy bien a
ese mismo propésito.
acompafiada por
truis-
Ne sus
icler cooperativo
no almacenan
Tata probable-
Eaneado con CamscanetDe los modelos de animales pasamos ak or ‘a alos huma-
nos: las escasas bandas de cazadores y recolectores que
todavia habitan areas marginales, desde el ardiente desier-
to de Kalahari hasta los helados témpanos del Artico.
Estas gentes no pueden decirnos cOmo se ganaban la vida
nuestros antecesores 0 en qué se ocupaban durante su ho-
tas de asueto, pero si pueden indicar las posibilidades y
sistemas de un modo de vida basado en la caza. Primero,
examinaremos la organizaci6n general de bandas cazado-
ras, y después, con mas detalle, la vida cotidiana de los
pueblos cazadores.
Uno de los descubrimientos mas intrigantes que surgen
de estudios recientes acerca de cazadores-recolectores se
refiere a la estructura de bandas individuales y a las rela-
ciones entre ellas. Dichas bandas son generalmente muy
pequefias, con un promedio de veinticinco personas.
Alrededor de veinte de tales bandas, o sea, un total de
quinientas personas, forman generalmente lo que se cono-
ce como una tribu dialectal, es decir, una comunidad cu-
yos miembros hablan el mismo dialecto. En vista de ello,
una banda de veinticinco miembros puede no parecer par-
ticularmente importante. Las bandas de gorilas son usual-
mente un poco mas pequefias, y lo mismo sucede con los
perros salvajes; las de babuinos y chimpancés no son a
menudo mucho mas grandes. Pero las similitudes oscure-
cen probablemente lo mas importante respecto a las ban-
das humanas. En un grupo de veinticinco miembros
habra siete u ocho machos adultos. Si un grupo de indivi-
duos tiene que emprender una planificacién y ejecucién
cuidadosas de las actividades exigidas por su economia
mixta, entonces el de ocho es un nimero mas 0 menos Op-
timo, como sabe muy bien todo el que haya participado
en las interminables discusiones que se originan en el seno
de comités que excedan de ese numero. Asi, pues, una
banda de veinticinco miembros, compuesta por unas seis
familias, esta probablemente muy cerca del Optimo para
una unidad cooperativa.
Otro factor fundamentalisimo que debe afectar al volu-
Eaneada con CamscanetLa primers economia muta
Fr Oa
ES
men de las bandas es la disponibilidad de alimentos. Por
su misma naturaleza, el animal grande que constituye la
rese potencial debe contar con una amplia area en la cual
Rastar. Por tanto, los cazadores deben tener acceso a un
ea de terreno igualmente grande. Y, como deben tener
tun adecuado suministro de carne para subsistir durante
todo el afto, seran esencialmente nomadas, levantando el
{me quizé seis veces al ano. A menudo, sin embargo, el
EI pueblo kung de Botswana, p. ¢},
io de poco més de cinco kilometros cuadredos or per-
seaebi® 8° significa que, como individuos, no ten
increta ty comtrario, Sus campamenton san
con una
» Ocupa un prome-
Ho tienen ningin
ue obviamente for-
los campamentos kung se hall
Gesperdigados durante | i
del seco verano se ag gatacion humeda,
lan por lo general
Binors
Cchencha ome» Neapoe
Pigmeos
eet Semang
. Andamanese
Abotgenes
£1 numero actual de cazadores-recolectores representa un
‘Pequeitisimo porcentaje de la poblacion mundial de hoy.
1 mapa muestra la presente distribucién de los
cazadores-recolectores respecto a los cuales
‘se tiene una mejor documentacién.
cas Permanentes, Durant este tiempo, los hombres a2
a ates muy prOximas, sin que se produzcan choaves
causa del territorio. Los cambios de clima o en la ees
bilidad de caza pueden causar temporaes mexiieasooe
¢n la unidad basica de la banda de veinticinco miembros
El pueblo G/wi del Kalahari central, p. ela ve €028
tea todavia més marginal que la habitada por 8 vee
tos kung. Con solo unos eentimetros de tava al 2
Sobreviven la mayor parte del tiempo sin aeaamet)
agua permanente, Durante unas seis u ocho seman
total después de las escasas lluvias, se forman Net
chareas, y en torno a ells es donde se reien is
Durante ta estacion seca, que parece no ¥a 4
hhunea, los G/wi obtienen agua principalmente come,
Suculentas plantas, Pero estas plantas no crore viva ent
ciente profusion para sostener a una banda qt ra beber
{Oto lugar. Ast, pues, cuando no hay agua PAA Tres 0
bandas de G/wi se descomponen en ae mila nucleat>
cuatro, formadas generalmente por una fa!
Eaneada con Camscanetaunque la mayor parte de su alimentacidn pr
amentalmente ¢ elones, La banda vuelve a
t ida en que puede juzgarse por los restos ar
queologicas, los cazadores del norte de Europa hace unos
doce mil aos practicaban una especie similar de fision y
fusion de las bandas, dictada probablemente por las
migraciones del ciervo. Aquellas gentes, que sobrevivian
durante el periodo final de la altima glaciacion, parece ser
que vivian en grupos de quiz scis familias durante el ve
Fano, cuando podian seguir a los rebaftos de ciervos en sus
aciones. La abundancia de carne proveniente de los
ciervos bastaba para sostener a grupos relativamente
grandes. Pero durante los meses invernales, que debieron
ho mas prolongados que ahora, la desaparicion
de los ciervos significaba que los cazadores tenian que dis.
las selvas, donde vivian como unidades fami-
as, manteniéndose de caza menor
lado, varias bandas puedan unirse ocasional-
cuando la caza es abundante por poco tiempo.
lo de esto lo ofrecen los bihors, que solian cazat
jonos en la meseta de Chota Nagpur, en la India central,
explotaban la reunion anual en manadas del ciervo axis
y el de Aristoteles para emprender una caceria conjunta.
Durante la ultima parte de abril y comienzos de mayo se
feunian varias bandas (llamadas ‘andas) para hacer pre-
s2s en los rebafos. Cuando estos se dispersaban, lo mis-
mo hacian las tandas. Cabe imaginar perfectamente que
nuestros antepasados pusieron en practica tacticas simila-
fes cuando la ocasiOn se presentaba. En realidad, pruebas
convincentes de ello se encuentran en Torralba, un yaci-
miento de Espafa, donde hace unos trescientos mil aftos
Feunianse nuestros antepasados para cazar elefantes,
bovidos salvajes, rinocerontes, caballos y clervos. (Vea-
se Cap. 6, pag. 136.)
De este modo, parece ser que una banda de veinte 0
{reinta miembros estaria en el coraz6n de la estructura so-
ial en una sociedad cazadora humana, Al ser un grupo
¢strechamente unido, los individuos componentes del
mismo tenderian a estar emparentados en mayor 0 menor
frado, igual que la gente de hoy que vive en pueblos pe-
Guctios y remotos. Un concierto tan limitado como este
Fesulta potencialmente peligroso, ya que, a menos que
eon lazos ai 10508 entre las bandas, pueden surgir
to ues entre ellas. Ademiis, una poblacién de veinticin-
que eunas es demasiado pequena para ser estable, aun
deine? {uet@ porque el equilibrio entre el nacimiento
una congas sera probablemente desigual. Como en
ir en iad eazadora, donde los hombres tienen que
encighsiee 4, 4 Ia pieza, semejante equilibrio es
imo, podemos dar por supuesto que el infanti-
omomia mixta 161
Todas las pruebas arqueolégicas indican que el hombre de
Cro-Magnon fue un cazador muy eficaz, Conocia las
costumbres de los rebarios de grandes animales—la época de
‘sus migraciones, las rutas que solian seguit—y puso en
practica eficaces métodos para cazarlos. Es probable que las
‘migraciones de ciervos (esta pintura rupestre es de Lascaux,
en la region de Dordogne, Francia) determinasen diversos
‘modos de vida en funcién de la actividad de grupo.
cidio femenino no debia de ser infrecuente entre los
cazadores-recolectores, para evitar que el nimero de
nifias superase al de nifios. Los agricultores, desde luego,
no tendrian semejante problema, El mejor medio para
conseguir el equilibrio en las bandas cazadoras seria per-
tenecer a un grupo grande, a la tribu dialectal. Suponien-
do una banda basica de veinticinco miembros, es posible
determinar el namero tribal més pequelo para asegurar
un equilibrio general entre niflos y ninas, dado un indice
razonablemente constante de nacimientos y mortalidad
fantil, Aquel nimero resulta ser, convenientemente, de
unos quinientos miembros.
Sin excepcidn, los cazadores-recolectores respetan los
tabiies del incesto, de modo que, en general—ya que las
muchachas de la banda estan emparentadas con él en
algin grado—, un muchacho tiene que buscar esposa
Eaneada con Camscanetsuegra. Normas similares se
s muchachas. Todo esto significa que algunas
.drian que buscar mas lejos para encontrar su
ge, procedimiento que extenderia gradualmente los
culos de F por muchas bandas vecinas. Es
vo que, aun cuando los cazadores kung efec-
s rutinarias en busca de alimentos, el viaje
con mucho, que probablemente
prenda jamas un joven es aquel que le conducira al en-
‘0 de una esposa.
De este modo, una red de parentescos de sangre unira a
jas dispersas en una amplisima area, formando una
unidad cohesiva cuyos componentes hablan la misma len-
ua, tienen la misma cultura y sienten una gran simpatia
por todos los miembros afectos a la misma. Un segundo
factor que puede tender a limitar el tamafo de la tribu es
la capacidad de comunicacién y recuerdo. La tribu dialec-
tal es informal en cuanto los parentescos y las normas cul-
turales estan en la cabeza de la gente, no escritos. Un nii-
mero excesivamente grande de componentes de una tribu
pondria a dura prueba su capacidad colectiva para saber y
recordar todo cuanto necesitasen de unos acerca de los
otros, con objeto de mantener un grupo cohesivo. Cuales-
quiera que fuesen las influencias atin no descubiertas que
jeran empujando a las poblaciones tribales hacia el
limite de los quinientos componentes, podemos estar se-
guros de que la tribu es un invento particularmente huma-
No, que no aparece en ninguna otra parte del mundo
biolbgico,
Tradicionalmente, se ha mirado a los cazadores-
Fecolectores contemporaneos con ojos mas bien paterna-
listas, si no con una absoluta falta de simpatia, como con-
denados a arafar infatigablemente una vida de migajas en
las areas marginales del mundo, De acuerdo con el filé-
sofo/del silo weytttomas Hobbes, su existencia era
cmperade a Aettete>. Ahora que los antrop6logos han
examinae de ce apoiatse de prejucios occidentales y a
ha suid aes ¢l Modo en que viviron en realidad,
antropbloge neat eato, muy diferente, Con palabras del
iericano Marshall Salilins, el modo
Amanecer en un
‘campamento temporal
ue To han sein campamento temporal de los kung,
iblecido en un grupo de nogales,La primera economia mixta 16dbtenidas tras une caceria
cuelgan para secarse
entre las dos érboles
de vida del cazador es «la sociedad opulenta original».
Veremos por qué
Esa Richard Lee, que realiz6 uno de los primeros anal
sis exhaustivos respecto a los cazadores-recolectores como
parte de un dilatado estudio de los kung organizado por la
Universidad de Harvard, y a sus colegas a quienes se debe
mucho de los conocimientos adquiridos. Dos conclu-
siones principales respecto a tales sociedades también
arrojan alguna luz sobre la evolucion de nuestros primit i
vos antepasados. La primera de ellas es que, aun cuando
Ja caza sea indiscutiblemente una parte clara de la vida
social, no es la fuente primordial de la alimentacion, y la
segunda, que la existencia de los cazadores-recolectores
no es sucia, ni brutal, ni breve.
Existen hoy precisamente un par de centenares de kung
que todavia llevan este género de vida en el area nordoce
dental del desierto de Kalahari, una region semiarida que
se debate con la sequia cada dos o tres anos. Sabemos
ahora que los kung han vivido de la misma manera mas 0
menos aqui durante diez ailos, por lo menos, y pro-
bablemente mas, desechando asi la idea de que hayan
sido empujados a una region extremadamente marginal
por la presidn de la civilizacion. El modo de vida de los
kung tiene una larga existencia y también, evidentemente,
un gran éxito.
El foco central de la vida de los kung lo constituyen
ocho charcas que sobreviven a la mayoria de las sequias ¥
a las cuales emigran unas docenas de bandas durante la
estacion seca, que dura desde mayo hasta octubre. Las
bandas son, en realidad, campamentos con una organiza~
cin mas bien laxa y entre las cuales se produce un conti
uo trafico de visitantes. En el curso de esta estacion so-
cial, los kung emplean aproximadamente un tercio de su
tiempo visitando otros campamentos, otro tercio hacien-
do los honores a sus visitantes y el tercio restante con su
propia banda. La sociabilidad es un aspecto importante
cn la vida de los Kung. Cuando Ilegan tas tluvias, las ban
das se dispersan hacia otras fuentes de agua. Pero, en
cualquier caso, no hay problemas respecto a la
territorialidad*
‘La dieta de los kung se compone, aproximadamente, de
un tercio de carne y dos tercios de alimentos vegetales.
vrtamiento migratorio de los
recolectat ef as chareas d=
pas. 108). No-menos que 10s
7 Es interesante comparar con esto el comp
Wecinos de los Kung, el pueblo G/wi, que
ante Ta estaton humeda (vease CaP, $: :
‘ring, tambien los Gi son muy sociabis, mas para ellos la oportuni-
dia figgn'con la estacion himeda. Naturaimeate, la sociabilidad Gene
wa hae faselas importantes, incluyendo la concertacion de mattimo:
Tos, tan nevesarios para conservar los vinculos entre las gentes di
persas.
Eaneada con Camscanet172 La primera economia mixta
Los kung tienen la suerte especialisima de vivir donde se
da en abundancia la nuez de mongongo, un alimento muy
rico en proteinas. Los Kung consumen unas trescientas
nueces cada dia, y ello les proporciona 1.260 calorias y 56
gramos de proteinas, es decir, el equivalente de casi medio
kilo de carne. Las nueces, que son resistentes a la sequia,
constituyen un tercio aproximadamente de su dieta, y,
por tanto, suponen una fuente segura y estable de su
alimentacion. Como observara uno de los kung: «,Para
qué vamos a plantar nada, cuando hay tantas nueces de
mongongo en el mundo?» El resto de su alimentacion
vegetal es una mezcla de frutas, bayas, melones, raices
y bulbosa. La carne procede principalmente de jabalies
de verrugas, cudies, duikers, antilopes africanos, fus,
liebres de primavera, gallinas de Guinea y otros ma-
miferos y aves diversos, todos ellos mas bien pequefios.
Eaneada con Camscanet