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Principios de la Conciliación Extrajudicial en el Perú:

Equidad:

Con este principio lo que se busca es que el resultado, es decir acuerdo conciliatorio, sea aceptado por
las partes. Teniendo como resultado final, que ambas partes se encuentren satisfechas sin tener la
percepción que el conciliador beneficie a una de las partes.

El conciliador debe buscar igualdad de condiciones en todo el proceso de conciliación, inspirando justicia
.Vale decir, el acuerdo con el que las conciliantes ponen fin a su conflicto debe ser justo y equitativo,
duradero, considerando los intereses de ambas partes, para que puedan lograr acuerdos mutuamente
beneficiosos.

Este principio trata de aplicar la justicia al eventual acuerdo, fundamentalmente desde el punto de vista
de las partes. Buscando un acuerdo satisfactorio (acuerdo cualitativo aceptable entre las partes, que no
afecten a terceros) obtenido durante el desarrollo de la audiencia de conciliación.

Sin embargo, si la conciliación tiene como resultado lo que las partes decidan, ello quiere decir que el
conciliador tiene que aceptar todo tipo de acuerdo, sobre todo si se verifica soluciones in-equitativas o
injustas entre las partes.

Neutralidad

Por la naturaleza de este principio se debe de entender que es una garantía de seguridad y justicia,
dirigido dirigido exclusivamente al conciliador.

“Principio de Neutralidad. El Conciliador debe en principio, abstenerse de conocer los casos, en los que
participan personas vinculadas a él o su entorno familiar, al personal del Centro de conciliación, o en los
que participen conciliantes con los cuales lo vincule parentesco, salvo que las partes soliciten
expresamente la intervención de aquel”. (reglamento de conciliación art 2 inciso f)

Se debe de entender a la luz de lo expuesto como un rasgo distintivo del conciliador, en virtud de este
principio el conciliador ha de ser un tercero ajeno a las partes intervinientes.

El conciliador no debe tener antes, durante y después de la conciliación ningún tipo de relación jurídica o
extra jurídica con alguna de las partes conciliantes o sus familiares, para evitar un conflicto de intereses,
en otras palabras y para darle una connotación aún mayor del conciliador no tendrá ningún interés con
el resultado e alguna s las partes.

Antes de aceptar una designación como conciliador, deberá verificar si existe alguna relación de la que
pueda surgir un interés directo o indirecto en el resultado del conflicto, o alguna circunstancia que pueda
poner en duda su imparcialidad, y en su caso hacerla conocer a las partes.

Basta con que sea potencialmente capaz de producirla, o que el conciliador crea que las partes pueden
haber dudado de ella. Más allá de esta discusión teórica, es en la práctica donde este principio ha
merecido algunas críticas. Lederach sostiene que uno de los valores que caracterizan a la mediación —
entiéndase conciliación— en países como Estados Unidos y Canadá es una legitimidad ganada por la vía
de la neutralidad, a diferencia de realidades culturales como la de nuestros países, donde la legitimidad
es muchas veces producto de la confianza que se tiene en el tercero.

Economía

Debemos entender que este principio de la conciliación procura dirigirse al ahorro de tiempo, gastos,
esfuerzo y desgaste emocional que demandaría a las partes si inician un proceso judicial. Cabe resaltar
que, el tiempo invertido durante el proceso conciliatorio debe ser el indispensable, evitando dilatar
dicho trámite de forma innecesaria, tratando de buscar puntos en común entre las partes intervinientes
que conlleve al arribo de un acuerdo satisfactorio para las mismas, en lugar de evaluar todas las posibles
responsabilidades que se puedan encontrar por el conflicto de intereses enfrentado. Asimismo, con este
principio se buscar el abaratamiento de gastos incurridos por las partes, sea en tasas judiciales y el pago
de honorario de abogados, así como para la Administración Publica, por ejemplo la gestión de labor de
los funcionarios a cargo de conducir audiencias, programar salas de reunión, etc. Cabe agregar que una
correcta aplicación de este principio rector es evitar la fatiga y desgaste emocional al que podrían quedar
expuestas cualquiera de las partes, al verse inmersas en un tedioso y extenso proceso judicial–debido a
la ingente carga procesal de las diversas áreas con la cual nuestro Poder Judicial cuenta; sin tomar en
consideración la incertidumbre que se podría generar en el resultado final que culmina todo proceso, es
decir, la emisión de la sentencia judicial respectiva, la misma que podría ser absolutoria, de condena,
restableciendo un derecho o suprimiéndolo.

Sobre este principio, el Reglamento de la Ley de Conciliación indicó en el literal i) del artículo 2.º, lo
siguiente:

“Principio de economía. El procedimiento conciliatorio está orientado a que las partes ahorren tiempo y
costos que les demandaría involucrarse en un proceso judicial”.

De acuerdo a lo señalado, lo que se busca al resolver un conflicto de intereses mediante este mecanismo
alternativo de solución de conflictos denominado conciliación extrajudicial, es que el aparato estatal no
participe activamente en la búsqueda en una confrontación directa entre ambas partes, sino que se
pueda facilitar un ambiente en el cual se converse de los hechos de la controversia, evitando un
dispendio innecesario de recursos económicos que conlleven dilatar el arribo a una solución aceptada
por las partes y fundada en derecho. Por ello, se encomienda al conciliador la dirección de la Audiencia
en el menor número de actos posibles. Por ello, cuando se instale la audiencia respectiva, las partes
asistentes deberán tener en cuenta que se puede obtener el resultado más óptimo para todos, es decir,
tratar de poder llegar a un acuerdo total, en el menor tiempo posible, minimizando costos y esfuerzo
tanto para la Administración Pública como para las partes asistentes con la ayuda de una comunicación
clara y fluida en el menor tiempo posible. Es decir, se deberá enfocar todos los esfuerzos necesarios para
que los aspectos debatidos puedan derivar al acuerdo en el menor número de reuniones.

Veracidad

Este principio se encuentra dirigido a que las partes dentro de la conciliación deban dirigir su
comportamiento y brindar información de forma adecuada, real, veraz y fidedigna, respecto de todos los
hechos materia de la controversia para poder mantener un intercambio de ideas y, de ser el caso, llegar a
un acuerdo respectivo. Esto implica que no se deba tergiversar, modificar y/o alterar la información,
evitando brindar declaraciones falsas o inexactas, que puedan acarrear la pérdida del camino hacia la
búsqueda de un acuerdo. Asimismo, lo que se busca es desvestir los verdaderos intereses de cada parte,
para poder lograr un acuerdo inteligente y satisfactorio.

Al respecto, es importante señalar que ambas partes deben de colaborar con la información que poseen
para que, de esta manera, una y otra tomen conocimiento del rumbo al que podría ser dirigido la
resolución del conflicto. Durante el transcurso de la reunión o reuniones, el conciliador deberá
involucrarse en los hechos materia de la conciliación para así tener la información clara respecto de los
intereses de ambas partes.

Asimismo, este debe de ser evaluado a la par que el principio de buena fe, el cual se encuentra
relacionado con la información que ambas partes poseen y son reveladas al conciliador para que así,
éste pueda formular alternativas de solución para las partes y llegar así a un acuerdo que los beneficie.

Al respecto el Reglamento de la Ley de Conciliación señala:

“La veracidad está dirigida a la búsqueda de lo querido realmente por las partes. El Conciliador no
alterará nunca el sentido o significado de los hechos, temas, intereses o acuerdos a que arriben éstas en
el procedimiento conciliatorio.

Los operadores del sistema conciliatorio deben remitir la información veraz y auténtica cuando les sea
requerida por el MINJUS.”.

Por otro lado, Martín Pinedo Aubían, en el artículo “El Fin de la Conciliación” señaló, respecto al papel
que debe jugar el conciliador sobre el principio de veracidad que, este también debe ser veraz en lo
referente a su rol y cualidades; además, debe observar este principio en el momento del discurso inicial,
al proporcionar información cierta y real acerca del procedimiento conciliatorio y lo que se puede
efectuar a su interior.2 En tanto ello, el rol del conciliador es fundamental para el desarrollo adecuado
del procedimiento y la aplicación correcta del principio desarrollado. Por ejemplo, en una audiencia de
conciliación donde se discuta un tema de idoneidad por la entrega de un producto defectuoso, las partes
deberán señalar de manera veraz todos los hechos relevantes del caso, es decir, fechas importantes de
adquisición y cuando se presentaron las fallas, personas participantes, descripción del producto, en qué
condiciones se encuentra, describir de qué manera no se brindó un servicio adecuado, etc. Todo ello
para que el conciliador pueda apreciar de manera clara todos los hechos de la controversia y se pueda
fomentar un adecuado ambiente de debate e intercambio de ideas.

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