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1. Portabilidad
Al contrario, los bienes muebles son aquellos que es posible desplazar de un sitio a otro, sin
que ello resulte en el atentado contra la integridad del bien, ni la del inmueble en donde
estos objetos transportables se encuentren. Objetos decorativos, artefactos, joyas, papel
moneda, libros, mobiliarios, son ejemplos de ello.
Proviene como tantas otras, del derecho romano y su Summa Divisio Rerum, que traduce
“de la clasificación total de las cosas”. En ella se empezaba a dar forma a la distinción de
los objetos susceptibles de apropiación (privado) y los necesariamente públicos.
Por eso esta disposición romana también fundamenta la escisión entre derecho público y
derecho privado, heredada por nuestras doctrinas jurídicas actuales.
Si bien estas categorías suelen ser generales, la nomenclatura específica puede variar de
acuerdo al marco jurídico de cada país.
Las distintas ramas del derecho pueden discrepar respecto a qué se considera un bien
mueble y uno inmueble, de acuerdo a sus enfoques particulares e intereses.
Así, para el derecho civil todos los bienes que vayan naturalmente adheridos al suelo o a
una superficie inmueble (baldosas, lavabos, tuberías, armarios, cocina, etc.) son parte del
inmueble en cuestión. Mientras que, para efectos del derecho penal, se les consideran
bienes muebles pues pueden ser perfectamente susceptibles al hurto.
Lo mismo ocurre para el derecho fiscal, que suele tasar los bienes inmuebles solamente y
apenas algunos de los bienes muebles (joyas, moneda extranjera, etc.).
5. Registro de propiedad
Mientras que la mayoría de los bienes muebles son susceptibles de un intercambio más
libre e informal, la mayoría de los bienes inmuebles responden a un registro de propiedad
muy específico, que otorga la misma a partir de la elaboración de un documento jurídico
formal.
De allí, también, que los bienes inmuebles sean los principales objetos de una garantía
hipotecaria.
6. Vehículos
Los buques, automóviles, aeronaves y otros tipos singulares de vehículo a gran y pequeña
escala reciben por lo general un tratamiento jurídico semejante al de los bienes inmuebles.
De esa manera, responden a registros de propiedad, a impuestos y son también bienes
hipotecables (hipoteca mobiliaria).
Si bien los bienes muebles son cosas u objetos en sentido estricto, no deben confundirse en
el lenguaje jurídico con el término “cosa”, que designa el objeto de una relación jurídica
específica, ya se trate de un bien, un derecho o una obligación, inclusive.
Aunque los bienes son cosas jurídicas, no todas las cosas jurídicas son bienes.
8. Impuestos
Tradicionalmente se sostenía que sí, no sólo debido a su alto costo económico, sino a las
implicaciones culturales y de patrimonio que implican, como su carácter sucesorial
(heredable) y su vinculación, con el ámbito familiar y la esfera de lo íntimo, o bien con el
productivo, agrícola o industrial.
Las nuevas tecnologías y el mundo corporativo, por ejemplo, han traído consigo nuevas
formas de propiedad y nuevos valores cambio que, a menudo, retan el funcionamiento de
los marcos jurídicos tradicionales.