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individuales o colectivas
dentro de empresas o lugares de trabajo individuales
dentro de grupos de empresas o industrias
a nivel provincial o estatal
a nivel nacional Independientemente del nivel de interacción
Queda claro que los empleados y los empleadores y sus respectivas organizaciones
poseen intereses comunes y contrapuestos. El interés común se relaciona con el
proceso de producción que genera los bienes y/o servicios y los beneficios
resultantes que les permiten a las empresas sobrevivir, obtener ganancias y crecer
y, a la vez, proporcionan los medios para que los empleados perciban un sueldo y
reciban beneficios. El interés contrapuesto se relaciona con la participación en las
ganancias de la producción. Los empleados desean mejorar sus sueldos y los
beneficios extra salariales; los empleadores desean incrementar las ganancias y los
rendimientos para los propietarios y accionistas de sus empresas. Un ejemplo típico
de interés contrapuesto es la búsqueda de facultades discrecionales respecto
un empleado
un empleador
un grupo o sindicato de empleados
una organización de empleadores
una central sindical
una federación de empleadores
agencias gubernamentales
El poder
Los valores
Los empleados y los empleadores podrán traer consigo distintos valores o creencias
a la interacción. Por ejemplo, es posible que los empleados valoren el derecho de
asociarse, de consultar y negociar para mejorar su situación, mientras que el
empleador crea en las interacciones individuales en lugar de aquellas que
involucren grupos y en el derecho de decidir unilateralmente todo asunto
concerniente a la relación laboral. Un sindicato probablemente valore los principios
de justicia social y la necesidad de que se establezcan estándares mínimos y que
estos sean debidamente implementados por ley, mientras que es posible que un
empleador crea que las intervenciones del gobierno y de los sindicatos son una
distorsión de las fuerzas del mercado y, por lo tanto, están fuera de lugar. Cuando
los valores de los empleados y los empleadores son fundamentalmente opuestos,
los conflictos de ideologías pueden sustentar interacciones con resultados que
dependerán en mayor medida del poder de las partes para promover su ideología.
Cuando los valores de los empleados y los empleadores son similares como, por
ejemplo, cuando ambos creen en la operación de las fuerzas del mercado pero
atenuadas por intervenciones equilibradas para garantizar normas mínimas
aceptables, aún habrá conflicto pero estará más liado a las normas que impulsado
por ideologías. Aunque los distintos valores sustenten las interacciones entre
empleados y empleadores, esto no implica que las partes no se muestren
respetuosas ni íntegras entre ellas. A pesar de los distintos valores que defiendan,
las partes pueden aún llegar a un consenso. El entorno Las interacciones entre
empleados y empleadores ocurren en un entorno compuesto por diversos factores
que juegan un papel clave en la determinación del resultado de dichas
interacciones.
Los factores ambientales cambian con el paso del tiempo, provocando un cambio
en las interacciones entre empleadores y empleados. Por ejemplo, es probable que
un cambio en el entorno político, de uno favorable a los derechos de los empleados
y la protección laboral a otro con valores conservadores e impulsados por la
flexibilización de las normas que regulan el mercado laboral, traiga como
consecuencia intentos de atenuar el poder de los sindicatos y, por tanto,
confrontaciones y conflictos entre empleados y empleadores. Un cambio en el
entorno económico que vaya del crecimiento y casi pleno empleo a la recesión y
crecientes niveles de desempleo probablemente conlleve a la disminución del poder
de negociación de los empleados y a una menor demanda de incrementos de sueldo
y de mejora de las condiciones. Los procesos interactivos Las interacciones entre
empleados, empleadores y el gobierno pueden ser desde prácticamente
inexistentes hasta llegar a ser extensas y detalladas. La toma unilateral de
decisiones hace referencia a situaciones en las que una parte ejerce dominio y dicta
decisiones sin involucrar ni consultar a las partes afectadas. Esto representa una
interacción nula. Entre los ejemplos podemos citar las modificaciones realizadas por
el gobierno nivel del salario mínimo sin consultar las perspectivas de empleadores
y empleados, el cambio realizado por el empleador en la lista de turnos sin discutirlo
con los empleados, o cuando los empleados hacen huelga sin informarle al
empleador y se niegan a trabajar porque consideran que el trabajo es demasiado
peligroso y el lugar de trabajo es inseguro. Las interacciones bilaterales o bipartitas
entre empleados y empleadores engloban dos formas principales, a saber: la
consulta que deriva en asesoramiento pero en la que el empleador toma la decisión
final y la negociación y el convenio que conllevan al acuerdo. La negociación
colectiva que resulta en un acuerdo jurídicamente vinculante entre empleadores y
empleados representa una forma madura de interacción que dependerá, por
supuesto, de lo que es negociable y lo que no lo es. En algunos países, por ejemplo,
los acuerdos de convenio colectivo simplemente replantean las normas mínimas ya
estipuladas por ley y, por lo tanto, carecen de sentido. En dichos casos, las
interacciones bilaterales ocurren pero el acuerdo resultante no crea nuevos
derechos ni nuevas obligaciones para ninguna de las partes. Las interacciones
tripartitas entre empleados, empleadores y el gobierno toman por lo general la forma
de consulta que resulta en asesoramiento al gobierno en lugar de acuerdos
jurídicamente vinculantes. Las consultas relativas a asuntos tales como cambios en
la política laboral, revisiones a la legislación laboral, ajustes al salario mínimo, los
cambios en las condiciones de seguridad y salud laboral, aunque no resulten en
acuerdos de carácter jurídico, probablemente se traduzcan en una mejor toma de
decisiones del gobierno y ayuden a crear confianza entre las partes.
El producto de la interacción
Las normas sustantivas son aquellas con un contenido claramente medible relativas
a nuevos derechos y nuevas obligaciones que serán aplicables en el marco de la
relación laboral.
Esto depende, por supuesto, del grado en el cual las normas sean consideradas
justas. Puede que el conflicto que surja como resultado del uso que una parte hace
de su poder para imponerle normas a la otra no se exprese abiertamente. Aunque
dicho conflicto sea real, probablemente sea difícil de detectar porque la
comunicación entre el empleador y los empleados es unidireccional. No obstante,
probablemente se exprese en forma de desmotivación de los empleados, baja
calidad del producto, alta tasa de rotación del personal, gran desperdicio de
materias primas o incluso en diversas formas de sabotaje. El conflicto que no se
expresa abiertamente se debe abordar mediante un cambio en el proceso de
creación de normas: de uno basado en el “poder sobre” a uno que haga hincapié en
compartir el poder. Si el resultado de las interacciones es el conflicto, la discordia,
el desacuerdo y las disputas, es necesario un cambio en los productos. Esto
requiere, o bien distintas entradas (por ejemplo, cambio del entorno, cambio de
valores), o distintos procesos (por ejemplo, cambio de un proceso unilateral a uno
bilateral y, por ende, compartir más el poder) o un cambio tanto de entradas como
de procesos.
La inevitabilidad del conflicto
Un conflicto colectivo
Los conflictos sobre derechos es aquel referido a derechos existentes fijados por
ley, por un acuerdo de convenio colectivo o por un contrato de trabajo individual.
Estos conflictos por lo general toman la forma de un reclamo de los empleados dado
que no han visto satisfechos sus derechos, tales como el pago de su salario, el pago
de horas extra, el goce de vacaciones y un entorno laboral adecuado (en efecto,
todo derecho que ya exista por ley). pueden ser individuales o colectivos.
Resolución de conflictos
el poder: cuando una parte emplea la coacción para forzar a la otra a hacer lo que
ella desea
los derechos: cuando una parte usa una norma de derecho o equidad para resolver
el conflicto;
La revitalización
Se entiende por revitalización dar vida, refrescar, renovar, infundir vigor y revigorizar
y, a fines del presente guía, el término hará referencia a la renovación de algo que
ya existe. Dicho “algo” puede ser una secretaría o ministerio de trabajo, o bien una
autoridad legal independiente. La decisión de revitalizar un sistema de resolución
de conflictos laborales es uno de los tres resultados posibles del proceso de
evaluación. Las tres posibilidades se presentan a continuación.
No tomar ninguna medida. Es posible que una evaluación objetiva y
detallada arroje que el sistema de gestión de conflictos existente está
funcionando a un nivel aceptable de rendimiento y que no se requieren
mejoras. En el caso de un sistema que funciona bien y que está bien
gestionado, la opción de “no tomar medidas” podría ser adecuada. No
obstante, incluso en los mejores sistemas se pueden hacer mejoras y el
hecho de que el ejercicio de evaluación arroje un resultado de “no tomar
medidas” sugiere: - falta de objetividad y consulta en el proceso de
evaluación mismo - el rechazo al proceso de evaluación por parte de los
responsables de la toma de decisiones por considerarlo como algo no
deseado ni necesario - un grado de autocomplacencia de los responsables
de la toma de decisiones - un enfoque introspectivo e interesado que
considera las mejoras como un obstáculo; - el miedo y la resistencia al
cambio - la falta de recursos como excusa para no realizar las mejoras
identificadas.
Revitalizar al hacer ajustes internos en el sistema a fin de prestar mejores
servicios a los usuarios del sistema pero sin una gran reestructuración o
reorganización. La revitalización no modifica el propósito y el cometido del
sistema, sino que se centra en la mejora de los procesos existentes en lugar
de introducir nuevas disposiciones institucionales. Es probable que se
requiera cierta La revitalización de un sistema de resolución de conflictos
laborales existente reorganización interna, pero se hace hincapié en realizar
mejor las tareas actuales dentro de una institución que, desde afuera, sigue
siendo prácticamente la misma. El proceso de evaluación revela que se
requieren algunas mejoras pero, en general, el sistema de resolución de
conflictos laborales funciona razonablemente bien. Los principales requisitos
del buen gobierno y de rendimiento institucional se cumplen pero realizar
algunos cambios podría resultar beneficioso. Esto requiere que el proceso de
evaluación y la identificación de las brechas de rendimiento precisen con
claridad las áreas en las que resulte necesario hacer mejoras. Por ejemplo,
el ejercicio de evaluación podría indicar que: - conforme al diseño y operación
del sistema de gestión de conflictos, las consultas a usuarios del sistema
(concretamente, los empleadores, los sindicatos y los empleados
individuales) no son suficientes - el número de conciliaciones exitosas es
inaceptablemente bajo - el sistema hace muy poco énfasis en la prevención
de conflictos - no hay coherencia en los fallos de los casos de arbitraje - los
registros de la gestión de casos no se conservan correctamente y no son de
fácil acceso - se hace poco uso de los agentes acreditados del sector privado
en actividades de prevención y resolución de conflictos - no hay un enfoque
sistemático y planificado para la capacitación de las autoridades laborales en
conciliación/mediación y arbitraje - no hay suficiente espacio de oficina que
permita al sistema operar en todos los sitios en los que se requiera - el
sistema de ayuda telefónica está desaprovechado - las personas que desean
solicitar los servicios de conciliación/ mediación no saben cómo proceder.
Los cambios necesarios para abordar estas brechas de rendimiento se
pueden efectuar desde el interior del sistema de resolución de conflictos. Es
necesario examinar las disposiciones y los procedimientos operativos,
aunque no se requieran cambios importantes en las políticas ni revisiones
legislativas, quizá a excepción del uso de agencias privadas para los
procesos de prevención y resolución de conflictos en los que puede que se
precisen algunas intervenciones jurídicas.
Realizar cambios esenciales. El proceso de evaluación podría indicar que el
sistema de resolución de conflictos está funcionando considerablemente por
debajo del nivel aceptable, que las características de buen gobierno no son
evidentes, que no están presentes los elementos de un “buen” sistema de
gestión de conflictos laborales y que la totalidad del sistema debe sufrir
cambios esenciales. Las deficiencias del sistema no se pueden abordar
desde el interior del sistema mismo, sino que se necesita un nuevo punto de
vista, un nuevo cometido, nuevas disposiciones operativas, todo ello
respaldado por las características generales del buen gobierno y los
elementos y características específicas que se manifiestan en un sistema
eficaz de resolución de conflictos.
Conflictos colectivos de trabajo
Las diferencias entre las contiendas del derecho civil y el derecho de trabajo, se
manifiestan en dos aspectos, de naturaleza intrínseca y de naturaleza extrínseca.
La Conciliación