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CMO 030 – 09

Resumen. Tema7: Tejido Óseo


El tejido óseo es una forma especializada de tejido conjuntivo que, al igual que otros
tejidos conjuntivos, se compone de células y matriz extracelular. La característica que
distingue el tejido óseo de otros tejidos conjuntivos es la mineralización de su matriz,
que produce un tejido muy duro capaz de proporcionar sostén y protección
Estructura General de los huesos
Los huesos son los órganos del sistema esquelético; el tejido óseo es el componente
estructural de los huesos
El tejido óseo se clasifica en compacto y esponjoso. Si se corta un hueso, pueden
reconocerse dos organizaciones estructurales distintas de tejido óseo. Una capa densa,
compacta, forma la superficie ósea externa (Hueso compacto); una malla de aspecto
esponjoso que está compuesta por cordones forma el interior del hueso (hueso
esponjoso). Los espacios dentro de la malla están comunicados y, en un hueso vivo,
contienen la médula y los vasos sanguíneos.
Según su forma, los huesos se pueden clasificar en cuatro grupos: Huesos largos, que
tienen una longitud mayor que las otras dos dimensiones (p. ej., la tibia y los
metacarpianos). Huesos cortos, que tienen sus tres dimensiones casi iguales (p. ej., los
huesos carpianos de la mano). Huesos planos, que son delgados y anchos (p. ej., los
huesos del calvario (calota craneal) y el esternón). Están formados por dos capas
relativamente gruesas de tejido óseo compacto con una capa intermedia de tejido óseo
esponjoso. Huesos irregulares, que poseen una forma que no permite clasificarlos
dentro de ninguno de los tres grupos anteriores; la forma puede ser compleja (p. ej.,
vértebra) o el hueso puede contener espacios aéreos o senos (p. ej., etmoides).
Tipos de tejido Óseo
El hueso maduro está compuesto, en gran parte, por unidades cilíndricas llamadas
osteonas. Las osteonas consisten en laminillas concéntricas de matriz ósea alrededor de
un conducto central, el conducto de Havers, que contiene el suministro vascular y
nervioso de la osteona. Los canalículos que contienen las evaginaciones de los
osteocitos se disponen generalmente siguiendo un patrón radial con respecto al
conducto. El sistema de canalículos que se abre al conducto osteonal también sirve para
el intercambio desustancias entre los osteocitos y los vasos sanguíneos. El eje
longitudinal de una osteona suele ser paralelo al eje longitudinal del hueso. Las fibras
colágenas de cada una de las laminillas concéntricas de una osteona son paralelas entre
sí en cualquier laminilla dada, pero orientadas en una dirección diferente a la que
adoptan las fibras en las laminillas contiguas. Esta disposición le confiere un aspecto
madera terciada a la superficie de corte del hueso laminillar y le imparte una gran
resistencia a la osteona Los conductos de Volkmann son túneles en el hueso laminillar a
través de los cuales pasan vasos sanguíneos y nervios desde las superficies del periostio
y endostio para alcanzar el conducto de Havers; también conectan los conductos de
Havers entre sí.
El hueso esponjoso maduro es similar en estructura al hueso compacto maduro, excepto
que el tejido se distribuye formando cordones o espículas; en el tejido óseo están
presentes abundantes espacios medulares de intercomunicación de diversos tamaños.
Las arterias metafisarias complementan la irrigación sanguínea del hueso. El drenaje
venoso se produce por medio de venas que abandonan el hueso a través del foramen
nutricio o a través del tejido óseo de la diáfisis y luego corren por el periostio. La
irrigación sanguínea del tejido óseo es esencialmente centrífuga. La sangre que nutre el
tejido óseo sale de la cavidad medular hacia el hueso y después lo abandona a través de
las venas del periostio; por lo tanto, su flujo es centrífugo.
Células del tejido óseo
Como ya se mencionó, los tipos celulares que existen en el tejido óseo son cinco:
células osteoprogenitoras, osteoblastos, osteocitos, células de revestimiento óseo y
osteoclastos. Con excepción del osteoclasto, cada una de estas células puede
considerarse como una forma diferenciada del mismo tipo de célula básica. En
contraste, el osteoclasto se origina a partir de una línea celular diferente y actúa en la
resorción ósea, una actividad asociada con el remodelado de los huesos.
Células osteoprogenitoras: Se deriva de células madre mesenquimatosas. La
ontogénesis, es el proceso de formación del hueso nuevo, lo cual es esencial para la
función ósea normal. Se requiere una población de células osteoprogenitoras renovables
que son sensibles a los estímulos moleculares que las transforman en células formadoras
de tejido óseo. Las células osteoprogenitoras derivan de células madre mesenquimatosas
de la médula ósea que tienen el potencial de diferenciarse en diferentes tipos celulares,
incluidos fibroblastos, osteoblastos, adipocitos, condrocitos y células musculares.
Osteoblasto: Es la célula formadora de hueso diferenciada que secreta la matriz ósea.
Al igual que sus parientes cercanos, el fibroblasto y el condroblasto, el osteoblasto es
una célula secretora versátil que conserva la capacidad de dividirse. Secreta tanto el
colágeno tipo I como las proteínas de la matriz ósea, que constituyen la matriz no
mineralizada inicial, llamada osteoide. El osteoblasto también es responsable de la
calcificación de la matriz ósea. Los osteoblastos se reconocen con el microscopio óptico
por su forma cuboide o poliédrica y su distribución monoestratificada en la superficie
donde se está formando tejido óseo. La matriz recién sintetizada no es inmediatamente
calcificada
Osteocito: Es la célula ósea madura y está rodeada por la matriz ósea que secretó
previamente como osteoblasto. Una vez que el osteoblasto queda totalmente rodeado
por el osteoide o matriz ósea cambia su nombre a osteocito. El proceso de
transformación de los osteoblastos en osteocitos abarca unos tres días. Durante este
tiempo, el osteoblasto produce una gran cantidad de matriz extracelular, reduce su
volumen en casi un 70% en comparación con el volumen original del osteoblasto,
disminuye el tamaño y la cantidad de orgánulos y desarrolla largos procesos celulares
que se irradian de su cuerpo celular. Después de la mineralización de la matriz ósea,
cada osteocitos ocupa un espacio, o laguna, que se adapta a la forma de la célula. Los
osteocitos extienden sus evaginaciones citoplasmáticas a través de los canalículos en la
matriz.
Los osteocitos son células metabólicamente activas y multifuncionales que responden a
las fuerzas mecánicas aplicadas al hueso y aparecen en estados funcionales diferentes
durante el remodelado osteocítico de su microambiente perilagunar y pericanalicular.
Osteocitos latentes, que tienen escasez de RER y un aparato de Golgi muy reducido.
Una lámina osmiofílica que representa la matriz madura calcificada es vista
cercanamente opuesta a la membrana celular. Osteocitos formativos, que exhiben
indicios de formación de matriz y presentan ciertas características similares a las de los
osteoblastos. Por consiguiente, el RER y el aparato de Golgi son más abundantes y se
observa osteoide en el espacio pericelular dentro de la laguna. Osteocitos resortivos, al
igual que los osteocitos formativos contienen una gran cantidad de cisternas del retículo
endoplásmico y un aparato de Golgi bien desarrollado. Además, los lisosomas son bien
visibles.
Los osteocitos son células de larga vida y su muerte podría atribuirse a la apoptosis, a la
degeneración/necrosis, a la senescencia (vejez) o a la actividad de remodelado óseo por
los osteoclastos. La vida media natural de los osteocitos en los seres humanos se estima
en alrededor de 10 años a 20 años.
Células de revestimiento óseo Derivan de los osteoblastos y tapizan el tejido óseo que
no se está remodelando. En los sitios en los que no se está produciendo remodelado del
tejido óseo, las superficies óseas están revertidas por una capa de células aplanadas con
poco citoplasma y escasos orgánulos más allá de la región perinuclear. En los sitios
donde las evaginaciones de las células de revestimiento óseo entran en contacto entre sí
hay uniones de hendidura. Las células revestimiento óseo constituyen una población
celular que deriva de los osteoblastos.
Formación del Hueso
El desarrollo del hueso tradicionalmente se clasifica en endocondral o intramembranosa.
Osificación intramembranosa: La formación del hueso es iniciada por la acumulación
de células mesenquimatosas que se diferencian a osteoblastos. La primer evidencia de la
osificación intramembranosa en los seres humanos se ve alrededor de la octava semana
de gestación dentro del tejido conjuntivo embrionario, el mesénquima. Algunas células,
alargadas y de tinción pálida migran y se acumulan en áreas específicas, células
mesenquimatosas donde forman los centros de osificación. Esta acumulación celular
dentro del tejido mesenquimatoso inicia el proceso de osificación intramembranosa. Las
células mesenquimatosas en estos centros de osificación se alargan y se diferencian en
células osteoprogenitoras. El citoplasma de las células osteoprogenitoras cambia de
eosinófilo a basófilo, y el aparato Golgi se observa como una región clara muy evidente.
Los osteoblastos se acumulan en la periferia del centro de osificación y continúan
secretando osteoide en el centro del nódulo. A medida que continúa el proceso, el
osteoide se somete a mineralización y los osteoblastos atrapados se convierten en
osteocitos. Dentro de la matriz ósea, los osteocitos se separan cada vez más unos de
otros conforme se produce más matriz, pero permanecen en contacto a través de
evaginaciones citoplasmáticas delgadas. Con el tiempo, la matriz se calcifica y los
procesos citoplasmáticos intercomunicados de los osteocitos quedan contenidos dentro
de los canalículos.
Osificación endocondral También comienza con la proliferación y acumulación de
células mesenquimatosas en el sitio donde se desarrollará el futuro hueso. Bajo la
influencia de los factores de crecimiento de fibroblastos y diferentes proteínas
morfogénicas óseas, las células mesenquimatosas expresan inicialmente colágeno tipo II
y se diferencian en condroblastos que, a su vez, producen matriz cartilaginosa.
Inicialmente, se desarrolla un modelo de cartílago hialino con la forma general del
futuro hueso. Una vez establecido, el modelo cartilaginoso experimenta crecimiento
intersticial y por aposición. El aumento en la longitud del modelo cartilaginoso se
atribuye al crecimiento intersticial.
El aumento de espesor se debe, en su mayor parte, a la adición de matriz cartilaginosa
producida por los nuevos condrocitos diferenciados a partir de la capa condrogénica del
pericondrio que rodea la masa de cartílago. La primera señal de osificación es la
aparición de una cubierta de tejido óseo alrededor del modelo cartilaginoso. En esta
etapa, las células del pericondrio en la región media del modelo cartilaginoso dejan de
producir condrocitos. En su lugar, se originan células formadoras de tejido óseo u
osteoblastos. Por ende, el tejido conectivo que rodea esta porción del cartílago
funcionalmente ya no es pericondrio sino que, por su alteración funcional, ahora es
conocido como periostio. Además, las células dentro de esta capa se diferencian hacia
osteoblastos, por lo que ahora se puede identificar una capa osteogénica. Como
consecuencia de estas modificaciones se forma una delgada capa de tejido óseo
alrededor del modelo cartilaginoso. Este tejido puede denominarse hueso perióstico o
subperióstico, por su ubicación, o hueso intramembranoso, por su mecanismo de
desarrollo. A medida que los condrocitos aumentan de tamaño, la matriz cartilaginosa
circundante se resorbe, formando delgadas placas de cartílago irregulares entre las
células hipertróficas. La calcificación de la matriz cartilaginosa no debe confundirse con
la mineralización que se produce en el tejido óseo.
La matriz cartilaginosa calcificada impide la difusión de las sustancias nutritivas y causa
la muerte de los condrocitos en el modelo de cartílago. Con la muerte de los
condrocitos, gran parte de la matriz se degrada y las lagunas vecina confluyen para
formar una cavidad cada vez más grande. Mientras se producen estos fenómenos, uno o
varios vasos sanguíneos proliferan a través del delgado collar óseo en la diáfisis para
vascularizar la cavidad. Las células madre mesenquimatosas migran hacia la cavidad
junto con los vasos sanguíneos proliferantes. Las células madre mesenquimatosas que
residen en el periostio en desarrollo, migran junto con los vasos sanguíneos invasores y
se diferencian en células osteoprogenitoras en la cavidad medular. Las células madre
hematopoyéticas también llegan a la cavidad a través del nuevo sistema vascular y
abandonan la circulación para dar origen a la médula ósea que incluye todos los linajes
de células sanguíneas. A medida que el cartílago calcificado se degrada y se elimina
parcialmente, quedan restos con el aspecto de espículas irregulares. Cuando las células
osteoprogenitoras se adhieren en forma oposicional a las espículas residuales de
cartílago calcificado, se convierten en osteoblastos y comienzan a sintetizar tejido óseo
que se deposita sobre el armazón espicular. Por lo tanto, el hueso formado de esta
manera se le denomina hueso endocondral.
Desarrollo del sistema de Havers
Las osteonas normalmente se forman en el hueso compacto preexistente. El hueso
compacto puede adoptar diferentes formas. Se puede formar a partir de hueso esponjoso
fetal por depósito constante de tejido óseo sobre las espículas; puede depositarse
directamente como hueso compacto maduro o podría ser hueso compacto más antiguo
compuesto por osteonas y laminillas intersticiales. El proceso en el cual se forman
nuevas osteonas se conoce como remodelado interno. Durante el desarrollo de osteonas
nuevas, los osteoclastos perforan un túnel a través del hueso compacto. La formación de
una osteona nueva en el hueso compacto implica en un principio la creación de un
espacio en forma de túnel, la cavidad de resorción, por actividad de los osteoclastos
Cuando los osteoclastos han producido un túnel cilíndrico de tamaño apropiado por
resorción de hueso compacto, vasos sanguíneos junto con su tejido conjuntivo
circundante ocupan su luz. Conforme se ocupa el túnel, casi de inmediato comienza la
nueva formación ósea. Una vez establecido el diámetro del futuro sistema de Havers,
los osteoblastos empiezan a llenar el conducto mediante el depósito de matriz orgánica
del hueso en sus paredes en laminillas sucesivas. Con el tiempo, la matriz ósea de cada
una de las laminillas se mineraliza. Dado que las laminillas óseas sucesivas se depositan
desde la periferia hacia el interior, el conducto alcanza por fin el diámetro relativamente
angosto del conducto osteonal maduro.
Biología de la reparación ósea El hueso puede repararse a sí mismo después de la
lesión, ya sea por un proceso de curación ósea directa (primaria) o indirecta
(secundaria). La reparación de la fractura ósea puede ocurrir en dos procesos: la
curación del hueso en forma directa o indirecta.
La curación ósea directa (primaria) se produce cuando el hueso fracturado se estabiliza
quirúrgicamente con placas de compresión y se restringe por completo el movimiento
entre los fragmentos fracturados del hueso. En este proceso, el hueso sufre un
remodelado interno similar al del hueso maduro. Los conos de corte formados por los
osteoclastos cruzan la línea de fractura y generan conductos de resorción longitudinales,
que después se llenan con osteoblastos productores de hueso que residen en los conos
de. Este proceso da lugar en forma simultánea a la generación de una unión ósea y a la
restauración de los sistemas de Havers.
La curación ósea indirecta (secundaria) implica respuestas del periostio y de los tejidos
blandos circundantes, así como la formación de hueso endocondral e intramembranoso.
Este tipo de reparación ósea se produce en las fracturas que son tratadas con fijación
ósea no rígida o semirrígida (es decir, el tratamiento con escayolas, aparatos ortopédicos
de fractura, fijación externa, enclavado intramedular o aplicación de placas de metal
sobre el espacio de fractura).

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