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Rev Cubana Med Gen Inegr 1996;(12)4

La obesidad como problema de salud en la comunidad

Waldo Orlando García Ferrera,1 Adelaida Rodríguez de Miranda,2 María del Pilar
Escobar Capote,3 Dora Haedo Castro4 y Teresa Medina González5
1. Especialista de I Grado en Medicina General Integral y Gastroenterología. Instituto
de Gastroenterología. Ciudad de La Habana.
2. Especialista de II Grado en Nutrición. Investigador Agregado. Instituto de
Gastroenterología. Ciudad de La Habana.
3. Especialista de I Grado en Gastroenterología. Aspirante a Investigador. Instituto de
Gastroenterología. Ciudad de La Habana.
4. Especialista de I Grado en Laboratorio Clínico. Instituto de Gastroenterología.
Ciudad de La Habana.
Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Instituto de
Gastroenterología. Ciudad de La Habana.

RESUMEN

Se realizó un estudio descriptivo en la población adulta del consultorio 38 del Policlínico -


Hospital "Santos Suárez" en el año 1995 con el objetivo de determinar la prevalencia de
obesidad y las enfermedades que se asociaron a este grupo. De los 332 pacientes mayores
de 15 años de edad se detectaron 60 obesos (18 %) a los cuales se les realizaron diferentes
exámenes como: ultrasonido abdominal, electrocardiograma, prueba de tolerancia a la
glucosa oral, colesterol total y triglicéridos séricos. Además se obtuvieron datos de las
historias clínicas familiares. De esta forma se diagnosticaron las principales entidades
asociadas con la obesidad.Se estableció la relación entre la obesidad y el sedentarismo. Se
exponen los resultados y se comparan con los reportados en la literatura nacional y
extranjera. Se aprecia la eficacia de la labor del médico de la familia en acciones de salud
de la comunidad y en particular para la obesidad, y se resalta la importancia de pesquisar en
este grupo de pacientes las principales afecciones asociadas.

Palabras clave: OBESIDAD/epidemiología; OBESIDAD/complicaciones; ESTATURA;


INDICE DE MASA CORPORAL; PESO CORPORAL; EPIDEMIOLOGIA
DESCRIPTIVA.

INTRODUCCION

Es conocido que entre las alteraciones metabólicas que afectan al ser humano, la obesidad
es sin lugar a dudas una de las más importantes, tanto desde el punto de vista de su
frecuencia como de sus repercusiones sobre la salud; además de ser el problema nutricional
más importante en el mundo desarrollado, pues el 10 % de su población es obesa.1

Definida como un exceso de tejido adiposo que se manifiesta por un peso inadecuado, la
obesidad es una condición que afecta a sujetos de todas las edades y sexos.2
Además, la obesidad se asocia o favorece la aparición de una serie de enfermedades que
ocupan los primeros lugares dentro de los cuadros de morbilidad y mortalidad de la
población, como son la cardiopatía isquémica, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus
tipo II, las enfermedades cerebrovasculares y algunos tipos de cáncer, lo que hace que la
morbilidad y la mortalidad del sujeto obeso sea superior a la del sujeto con normopeso.3

Se ha observado que la adiposidad excesiva, tanto en adultos como en niños, puede


asociarse con niveles séricos elevados de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y
con reducción de lipoproteínas de alta densidad (HDL)4 lo cual contribuye al desarrollo de
la aterosclerosis.5,6

La obesidad es un conocido factor de riesgo en la litiasis biliar porque favorece la


formación de bilis sobresaturada de colesterol,7 y es también la obesidad causa de
esteatosis hepática o hígado graso.8

Los cambios positivos en el nivel socioeconómico de la sociedad en general, han mejorado


las condiciones laborales y de vida de los trabajadores, una disminución de la actividad
física, lo que favorece el sedentarismo. La vida sedentaria disminuye el gasto energético y
favorece la aparición de la obesidad.

Por todas las razones expuestas, ésta se considera en la actualidad como un grave problema
de salud, si a esto añadimos su origen multifactorial y los pobres resultados obtenidos en
muchas ocasiones con los diferentes tratamientos, podemos afirmar que lo más importante
es la prevención y para ello es de gran valor la creación de hábitos alimentarios correctos y
el cambio del estilo de vida de la población. Si tomamos en cuenta que nuestro sistema de
salud cuenta a nivel de atención primaria con un eslabón fundamental que es el médico de
la familia, estamos en condiciones de afirmar que podemos establecer las acciones de salud
necesarias para su control y prevención.

Motivados por todo esto, nos decidimos a realizar este trabajo con el objetivo de determinar
la prevalencia de obesidad en los adultos de nuestro consultorio clasificándolos por grupos
de edad, sexo y grado de obesidad, así como su asociación con determinadas enfermedades.

MATERIAL Y METODO

Como universo de estudio se tomó un consultorio médico (Consultorio No.38)


perteneciente al Policlínico-Hospital "Santos Suárez" con una población de 332 personas
mayores de 15 años en el año 1995, los que estuvieron de acuerdo para participar de este
estudio.

Se midió el peso y la estatura calculando el índice de masa corporal (IMC)9,10 y


clasificándolos en 4 grados:2

Grado 0: normopeso IMC=20-24,9 kg/m2

Grado I: sobrepeso IMC=25-29,9 kg/m2


Grado II: obesidad IMC=30-39,9 kg/m2

Grado III: obesidad mórbida IMC=40 kg/m2

A todos los pacientes sobrepesos y obesos se les confeccionó un modelo de historia clínica
que incluyó datos generales, clasificación de la obesidad y sedentarismo. Se les tomó la
tensión arterial, y se hizo el diagnóstico de hipertensión arterial, según los criterios de la
OMS.11 Para diagnosticar cardiopatía isquémica se aplicó el cuestionario de la Escuela de
Higiene de Londres sobre trastornos cardiovasculares,12 y se les realizó además
electrocardiograma en reposo de 12 derivaciones, los resultados fueron informados por los
cardiólogos de nuestro centro según lo establecido en el código de Minnesota.13

Se les realizó la prueba de tolerancia a la glucosa oral, con exclusión de aquellos que ya
tenían el diagnóstico de diabetes mellitus, y se les orientó una dieta de no menos de 250
gramos de carbohidratos diarios en los 3 días anteriores a la sobrecarga de glucosa, para
descartar factores de error como enfermedades agudas en el momento del examen, uso de
hormonas hipoglicemiantes, salicilatos, ácido nicotínico, diuréticos del tipo de las tiazidas,
así como no tener antecedentes de un infarto del miocardio en fecha reciente.14,15 Se
consideraron diabéticos los individuos con glicemia en ayunas menor de 7,8 mmol/L y que
mostraron cifras de 11 mmol/L o más a las 2 horas.16,17

Se hizo la determinación de colesterol total y triglicéridos sanguíneos mediante el método


enzimático colorimétrico con 12 horas de ayuno14 y ultrasonido de hemiabdomen superior
para pesquisar esteatosis hepática y litiasis biliar siguiendo los criterios diagnósticos de
estas entidades.18

Todos los exámenes complementarios fueron hechos en el laboratorio del Instituto de


Gastroenterología.

Se realizó un estudio descriptivo porcentual de los resultados que se presentan en tablas y


gráficos.

RESULTADOS

Al analizar el total de la población adulta estudiada, encontramos 60 obesos para una


prevalencia de 18 %.

En relación con el grado de obesidad, predominó el sobrepeso (n = 28) y la obesidad (n =


26) sobre la obesidad mórbida (n = 6) como se observa en la figura 1.

El mayor número de obesos correspondió al sexo femenino con 33 pacientes, lo que


representa un 55 % del total de obesos. Al distribuir los obesos por grupos de edades
(figura 2) vemos que la frecuencia de obesidad fue baja entre los grupos más jóvenes con
un aumento a partir de los 45 años, y el 60 % del total de obesos diagnosticados estaba
entre las edades de 45 y 69 años.
Se encontró esteatosis hepática en 59 obesos para un 98,3 %, después de los 30 años la
totalidad presentaba esta entidad. Al evaluarlos con respecto al grado de obesidad, el 100 %
de los individuos de los grados II y III tenían hígado graso (tablas 1 y 2).

TABLA 1. Clasificación de obesos por grupos de edades y enfermedades asociadas


 
Grupos de edades (años)

Enfermedad 16-29  30-44 45-69 Total 


(n=13) (n=1) (n=36) (n=60)

  % % %  % 

Esteatosis 92,3 100 100 98,3

Hipertrigliceridemia 61,5 63,2 83,3 75

Hipertensión 13,3 45,4 61,1 48,3


arterial

Diabetes mellitus 7,6 9 27,7 20

Hipercolesterolemia 7,6 9 27,7 20

Cardiopatía - 9 27,7 18,3


isquémica

Litiasis biliar - 18 19,4 15


TABLA 2. Clasificación de obesos según grado de obesidad y enfermedades asociadas
 
Grados de obesidad

Enfermedad I(n = 28) II(n = 26) III(n = 6) Total (n=60)

  % % % % 

Esteatosis 96,4 100 100 98,3

Hipertrigliceridemia 50 96 100 75

Hipertensión 46,4 46,1 66,6 48,3


arterial

Diabetes mellitus 7,1 15,3 100 20

Hipercolesterolemia -  26,9 83,3 20

Cardiopatía 7,1 19,2 66,6 18,3


isquémica 

Litiasis biliar  10,7  15,3 33,3 15


 
El 75 % de los obesos presentaron hipertrigliceridemia. El grupo de edad más afectado fue
el de 45 a 69 años. Además pudimos constatar que la frecuencia aumentaba mientras mayor
era el grado de obesidad y llegó al 100 % en los obesos grado III (tablas 1 y 2).

En relación con la obesidad y la hipertensión arterial encontramos un 48,3 % en nuestro


estudio. El grupo de mayor edad presentó la cifra más elevada (61,1 %). La hipertensión
arterial predominó en los obesos grado III como puede observarse en las tablas 1 y 2.

Al analizar la relación entre obesidad y diabetes mellitus encontramos que un 20 % de los


obesos padecían esta enfermedad, y predominó en el grupo de edad más avanzada. Es
importante señalar que todos los obesos grado III resultaron ser diabéticos (tabla 2).

De los obesos estudiados, el 20 % presentó hipercolesterolemia, y el mayor porcentaje


estuvo entre las edades de 45 a 69 años (27,7 %) y en el grado III de obesidad (83,3 %).
Asimismo, la cardiopatía isquémica se hizo evidente en el 18,3 % de los casos, y
predominó en iguales grupos que la hipercolesterolemia (tablas 1 y 2).

La litiasis biliar tuvo una prevalencia de 15 % en nuestra población obesa estudiada, siendo
más afectado el grupo de edad de 45 a 69 años (tabla 1). Pudimos constatar que la
frecuencia de litiasis biliar aumentaba mientras mayor era el grado de obesidad (tabla 2).

Tratando de establecer una relación entre la obesidad y el sedentarismo en nuestro grupo de


estudio, encontramos que existe un alto grado de sedentarismo. De los 60 obesos, el 66,6 %
eran sedentarios, y predominó en el grupo de edad de 45 a 69 años con un 72,8 %, seguidos
por el grupo de 30 a 44 años con un 63,7 %. Como resultado que se debe señalar tenemos
que el 100 % de los obesos grado III resultaron ser sedentarios seguidos por los obesos
grado II con un 84,6 %.

DISCUSION

La obesidad en la población mundial se ha ido incrementando con la vida moderna. En los


Estados Unidos alrededor del 25 % de todos los adultos son obesos y el 35 % de la
población mayor de 40 años, y es mayor la tasa de prevalencia de obesidad en el sexo
femenino y después de los 40 años.19-21

Se acepta actualmente que la obesidad es causa de esteatosis hepática;22-24 pero en lo que


existe controversia en la literatura es acerca de si la obesidad per se lleva al daño hepático
severo. Esta opinión ha sido sustentada por el incremento de la mortalidad por cirrosis
hepática en poblaciones obesas y por estudios experimentales que muestran un incremento
de la producción de tejido fibroso del hígado en la infiltración grasa,25 pero la mayoría de
las investigaciones apuntan a que la esteatosis hepática que se observa en la obesidad no
evoluciona hacia la fibrosis y que es posible la reversibilidad de la infiltración grasa durante
la restricción de la ingesta calórica que lleva a una pérdida de peso.22
Se plantea que la hipertrigliceridemia es una consecuencia metabólica de la obesidad y que
los niveles de triglicéridos en las poblaciones guardan relación con el peso corporal relativo
y sobre todo con el incremento ponderal en la vida adulta, además se expresa que en los
obesos la hipertrigliceridemia es reversible al disminuir el peso corporal.26

Los cambios en el peso corporal se acompañan de cambios en la presión arterial de forma


directamente proporcional, así, un obeso que padezca de hipertensión arterial puede llegar a
mejorar sus cifras de tensión arterial e incluso norma lizarlas, con sólo disminuir su peso
corporal hasta el ideal.2

La aparición de diabetes del adulto en la población es influida en grado notable por el grado
y la duración de la obesidad.27

En 1980, el comité de expertos en diabetes de la OMS concluía que la obesidad es el factor


de riesgo más importante para la aparición de diabetes mellitus no insulinodependiente
(DMNID). Aproximadamente el 80 % de los pacientes con DMNID son obesos y el 60 %
de los grandes obesos presenta intolerancia a los hidratos de carbono.2

La dificultad para un eficaz aclaramiento de la glucosa plasmática, hiperinsulinismo basal,


aumento de los niveles de insulina en 24 horas y una secreción exagerada de insulina como
respuesta a ciertos estímulos como puede ser una sobrecarga oral de glucosa, es una
característica del paciente obeso. Se dice que el obeso presenta insulinorresistencia, pues su
insulina tiene dificultad para ejercer su acción biológica sobre los hidratos de carbono.

La mayoría de estas alteraciones se relacionan estrechamente con el grado de obesidad y


revierten a la normalidad con la reducción ponderal por otro lado, está comprobado que la
resistencia a la insulina puede inducirse en sujetos no obesos mediante la ganancia de peso
deliberada, lo que sugiere que la insulinorresistencia de muchos obesos es secundaria a su
obesidad y no un suceso primario.2

Existen muchos estudios que relacionan a la obesidad con la hipercolesterolemia y la


cardiopatía isquémica4,6,28,29 y son un hecho bien constatado las alteraciones de los
lípidos y las lipoproteínas plasmáticas en los sujetos obesos como son la disminución de los
HDL (antiaterogénicos), el incremento de ácidos grasos libres y el aumento de las LDL
(aterógenas por excelencia). La reducción de las HDL parece relacionada con el descenso
de la actividad de la lipoproteinilipasa junto con un aumento de la actividad de la lipasa
hepática, con lo que estaría reducida la síntesis e incrementado el catabolismo de los HDL
respectivamente, lo que favorece la hipercolesterolemia. Estos cambios aumentan el riesgo
de enfermedades cardiovasculares como es la cardiopatía isquémica en el individuo obeso y
lo hacen más susceptible que otro, normopeso, al proceso ateroscleroso. También podemos
afirmar que la cardiopatía isquémica está fuertemente favorecida por otros factores de
riesgo que aparecen en la obesidad como son la hipertensión arterial y la diabetes mellitus,
además de la hiperlipoproteinemia ya mencionada.

La obesidad es un conocido factor de riesgo para la litiasis biliar porque favorece la


formación de bilis sobresaturada de colesterol.
En una investigación donde se estudió la secreción biliar en ratas genéticamente obesas y
ratas normales, se observó que el 45 % de las ratas obesas tenían mayor síntesis de sales
biliares que los controles y que en el 31 % se vio un incremento del índice de saturación del
colesterol.7

Una de las causas más frecuentes por las que el obeso consulta al médico es el dolor óseo
y/o articular. Es obvio que el sistema esquelético del organismo humano no está ideado
para soportar un peso excesivo; el traumatismo prolongado que significa el sobrepeso
condiciona la aparición de artrosis. Según los problemas osteoarticulares se van
perpetuando y agravando, el sedentarismo formará parte del ciclo del obeso de tal manera
que se entra en el círculo vicioso difícil de romper: obesidad - artrosis - sedentarismo -
mayor obesidad.

Podemos concluir que la obesidad, que es más frecuente en el sexo femenino, se asocia con
una serie de afecciones que pueden desaparecer o mejorar; que la edad avanzada y el mayor
grado de obesidad son proporcionales, así como que el sedentarismo favorece la aparición
de estas enfermedades.

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