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Arte prerrománico[editar]
Artículo principal: Arte prerrománico
Interior de la Capilla Palatina, en Aquisgrán.
Arte otoniano: se denomina así por coincidir con los reinados de Otón I, Otón II y Otón
III. Arquitectónicamente son herederos del arte carolingio: el modelo de Aquisgrán se
percibe en el coro de la abadía de Essen y en Ottmarsheim, mientras que el modelo
basilical benedictino se halla presente en San Ciriaco de Genrode, San Miguel de
Hildesheim y la catedral de Espira. En artes plásticas se percibe la influencia bizantina,
debido al matrimonio de Otón II con Teófano de Constantinopla: en escultura destacan las
obras en bronce, como las puertas de San Miguel de Hildesheim; en pintura, cabe citar los
frescos de San Jorge de Oberzell.
Arte vikingo: la arquitectura era en madera, destacando las iglesias de forma piramidal,
de tejados apuntados y salientes de gran verticalidad, al estilo de las salas de reunión
vikingas, como la iglesia noruega de Borgund. Destacan asimismo los trabajos de
orfebrería, especialmente las fíbulas con largas agujas y las espadas con botón terminal y
anillos en la empuñadura.
Arte asturiano: con la invasión islámica de la península ibérica, los cristianos se vieron
reducidos a la región de Asturias, que vio florecer notablemente el arte sobre todo en
arquitectura, donde se distinguen tres etapas, en función del reinado de Ramiro I:
prerramirense, ramirense y posramirense. Se caracteriza por el empleo de muros
de sillarejo, arcos de medio punto —a veces peraltados—, bóvedas de cañón con arcos
fajones y contrafuertes exteriores. La tipología principal es la basilical de tres naves, con
amplio crucero y tres capillas rectangulares a la cabecera. En el primer periodo destaca
la iglesia de San Julián de los Prados; en el ramirense, Santa María del Naranco, San
Miguel de Lillo y Santa Cristina de Lena; y en el posramirense, San Salvador de
Valdediós.
Iglesia vikinga de Borgund.
Arte islámico[editar]
Artículo principal: Arte islámico
Con la Hégira de Mahoma en 622 surgió una nueva religión, el islamismo, que tuvo una rápida
difusión desde el Próximo Oriente por el norte de África, llegando a Europa con la conquista
de la península ibérica y con la zona de los Balcanes tras la caída del Imperio bizantino. Con
el tiempo, la nueva religión aglutinó a una gran diversidad de pueblos y culturas, siendo su
arte el reflejo de esta disparidad, teniendo numerosas manifestaciones y variantes estilísticas
según la región donde se produjese. La mayor parte de las manifestaciones del arte islámico
son obras de arquitectura —en las que se incluyen magníficas ornamentaciones esculturales o
de otro tipo—. En cuanto a pintura y escultura, la prohibición religiosa de representar
imágenes figurativas conllevó que se desarrollase sobre todo como ornamentación, en
motivos abstractos o geométricos; las escasas muestras de obras figurativas se dieron
habitualmente en ámbitos privados como los palaciegos.
La arquitectura destacó por el uso del arco apuntado —que en al-Ándalus fue de herradura
por herencia del arte visigodo—, usado a veces en superposiciones y entrecruzamientos,
surgiendo más adelante el arco lobulado, generalmente de tres o cinco lóbulos. Se utilizaban
diversos tipos de bóveda, como la de gallones y la de crucería. Se otorgó gran relevancia a la
decoración ornamental, generalmente de yesería, alabastro, mármol, mosaico o pintura, que
era de signo abstracto, con motivos epigráficos, vegetales o de lacería. La principal tipología
es la mezquita, compuesta habitualmente por un amplio patio (sahn), la torre o alminar y la
sala de oración (haram), en cuyo fondo (quibla) se sitúa una hornacina llamada mihrab,
precedida en ocasiones de un espacio con arquerías (macsura). Destacan las mezquitas
de Damasco, la de la Roca y al-Aqsa de Jerusalén, la de Samarra, la de Ibn Tulun en Egipto,
la de Isfahán, la de Tamerlán en Samarcanda, la Mezquita Azul de Estambul, etc.
En al-Andalus el arte islámico tuvo su momento de esplendor en el emirato de Córdoba: la
arquitectura cordobesa era heredera de las formas hispanorromanas y visigodas, como
demuestra el uso del arco de herradura, que es enmarcado en alfiz y al que se añade una
característica alternancia de sus dovelas en color rojo y blanco. Su principal monumento es
la Mezquita de Córdoba, compuesta de once naves perpendiculares a la quibla, con una serie
de arcadas superpuestas, de medio punto en la parte superior y de herradura en la inferior,
con la tradicional alternancia blanco-rojo. También cabe destacar la Mezquita de Bab al-
Mardum en Toledo y el Palacio de Medina Azahara. Otras importantes manifestaciones del
arte islámico en la península fueron las producidas en Sevilla durante la
dominación almohade, destacando la Giralda y la Torre del Oro; y el arte nazarí en Granada,
que tiene su principal expresión en la Alhambra.48