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SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN Y ORDEN JERÁRQUICO DE LAS

NORMAS.

Vamos a ocuparnos del principio de supremacía en la Constitución Nacional y


del orden jerárquico de las normas.

El art. 31 consagra: “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su


consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias
extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada
provincia están obligadas a subordinarse a ella, no obstante, cualquier
disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones
provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados
ratificados después del pacto del 11 de noviembre de 1859”.

Del art. 31 CN emana claramente:

1) Que la ley suprema de la Nación se integra con la Constitución, las leyes


(consecuentes con la Constitución, es decir que no la contradicen) y los
tratados con potencias extranjeras; este conjunto normativo está investido de
ese carácter supremo.

2) surge que la ley suprema de la Nación- Constitución Nacional, leyes y


tratados- está por encima de los ordenamientos locales.

A partir de aquí, caben dos interrogantes: ¿hay un orden jerárquico entre la


Constitución, las leyes y los tratados?; ¿hay un orden jerárquico entre
leyes y tratados?

La primacía de la Constitución respecto de las leyes deriva del mismo art. 31


que inviste del carácter de ley suprema de la Nación a las leyes dictadas en
consecuencia de la Constitución….es decir sin contradecir a la Constitución.
Por lo tanto, las leyes deben respetar a la Constitución. Confirmando que la
Constitución es superior a las leyes, el art. 28 CN, establece: “Los principios,
garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio”; si la ley no puede alterar
un derecho reconocido por la Constitución, entonces ésta es superior a las
leyes. La supremacía no solo es formal sino también de contenido; una ley –
aun sancionada conforme al procedimiento constitucional no puede vaciar de
contenido un derecho constitucional (debido proceso sustantivo).

En cuanto a la primacía de la Constitución respecto de los tratados, deriva del


art. 27 que determina que los tratados deben estar “en conformidad con los
principios de derecho público establecidos en la Constitución”.

En este tema, hay que considerar también el art. 30 CN que explica cómo se
reforma la Constitución y del que se desprende su carácter rígido pues la
Constitución solo puede ser reformada por el procedimiento allí consagrado;
admitir la validez de leyes o tratados contrarios a la Constitución importaría
dejarla de lado, modificarla por un mecanismo distinto al regulado en la propia
Constitución. En definitiva, leyes y tratados deben ser consecuentes con la
Constitución.

Orden jerárquico entre leyes y tratados, tratados y leyes.

En general, históricamente no hubo discusión sobre la primacía de la


Constitución respecto de las leyes y tratados. Hay no obstante hubo una
excepción: en el caso “Merck Química Argentina” (1948), en el que la Corte
para convalidar una confiscación de bienes (expresamente prohibida por la
Constitución, en su art. 17) a partir de una supuesta exigencia internacional,
interpretó que los poderes de guerra del presidente son forzosamente
anteriores e incluso superiores a la propia Constitución, llegando a sostener
que en tiempos de guerra, el derecho internacional prevalece por sobre la
Constitución pero en tiempos de paz, ningún tratado podía ser contrario a la
Constitución. Téngase presente que en enero de 1945, la Argentina declaró la
guerra a Alemania y se había ordenado la confiscación de bienes de propiedad
del enemigo.

Pero la duda se planteaba centralmente respecto del orden jerárquico entre


leyes y tratados. Hemos advertido que del texto del art. 31 no determina un
orden de prelación.

Evolución jurisprudencial.

En autos “Fagoaga y Fernández c/Nación Argentina” de 1953, se destaca el


voto disidente del juez Casares que sostuvo que la teoría según la cual una ley
posterior a la celebración de un tratado podía derogar al tratado, significa que
cuando el país contrae un compromiso internacional, puede después
incumplirlo mediante una decisión exclusiva. Téngase en cuenta que, en la
celebración de un tratado, participan al menos 2 Estados.

Este criterio fue asumido por la Corte en el caso “Martin y Cía


c/Administración General de Puertos” de 1963. Aquí la Corte recoge la
jurisprudencia y doctrina de la Corte de los EEUU según la cual las leyes y los
tratados tienen la misma jerarquía y por lo tanto, debe aplicarse el principio
“ley posterior deroga ley anterior”. Si bien, la Corte admite que esto puede
generar responsabilidad internacional del Estado por incumplir un tratado,
considera que eso es competencia, un asunto del PE que es el que tiene la
conducción de las relaciones exteriores y no es asunto del PJ. En 1968, en el
caso “Esso S.A. Petrolera Argentina c/ Nación Argentina” la Corte ratifica el
criterio y lo extiende a la aplicación de un simple decreto.

Pero luego cambia la jurisprudencia de la Corte al reconocer que los tratados


están por encima de las leyes, reconociendo que dejar de lado las normas
internacionales por parte de los órganos internos puede generar la
responsabilidad del Estado argentino y eso, por sí solo habilitaba la jurisdicción
de la Corte.
Los tratados por encima de las leyes: En el fallo “Ekmekdjian c/Sofovich”
de 1992, cambia entonces la jurisprudencia de la Corte que interpreta los
tratados están por encima de las leyes.

La Corte fundamente su decisión, en dos tipos de argumentos:

A) Argumentos de derecho constitucional: interpretó la Corte que siendo la


celebración de un tratado “un acto complejo federal” pues intervienen más
de una voluntad- el PE al que compete concluir y firmar un tratado (conf. art.
99 inc. 11) y el Congreso facultado a desechar o aprobar (conf. art. 75 inc. 22)
el tratado- entonces si el Congreso decide aprobar una ley contraria al tratado
ello importa su derogación por su sola voluntad y en consecuencia hay una
violación a la distribución de competencias que establece la Constitución. Así,
habría un avance inconstitucional del Congreso sobre las competencias del PE
que es que el tiene de manera exclusiva y excluyente el manejo de las
relaciones exteriores.

B) Argumentos de derecho internacional: la Corte se basó en la primera


parte del art. 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados
de 1969 que consagra en relación al Derecho Interno y la observancia de los
tratados que un Estado parte “no podrá invocar las disposiciones de su
derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado”. Es
decir que un Estado parte del tratado, no puede invocar una norma de derecho
interno para incumplir un tratado. La Corte interpretó que esta norma confiere
primacía al derecho internacional sobre el derecho interno.

En realidad, en sentido estricto no había colisión de normas dado que no


había sido sancionada una norma interna (una ley) reglamentaria del derecho
de rectificación o de respuesta previsto en el art. 14 de la Convención
Americana de DDHH; derecho que intentó hacer valer el demandante Dr.
Miguel Ekmekdjian al reclamarle al Sr. Gerardo Sofovich que le cediera un
espacio- en su programa de TV- para replicar las afirmaciones que se habían
vertido contra la Virgen María en una emisión anterior y que habían sido
agraviantes para las creencias del Dr. Ekmekjian. La acción había sido
rechazada en instancias inferiores porque precisamente faltaba una ley
nacional que reglamentara el ejercicio del derecho de réplica.

A decir verdad lo que había era una omisión legislativa porque faltaba la
norma reglamentaria pero esa omisión fue interpretada por la Corte como si
hubiera norma contraria pues la falta de norma reglamentaria también llevaba
al incumplimiento de la Convención Americana de DDHH que reconocía ese
derecho de rectificación o de respuesta. Equiparó la falta de reglamentación
con la reglamentación contraria, atento que en ambos supuestos, importaban
negar una norma contenida en un tratado del que la Nación es parte.

¿Los tratados por encima de la Constitución?: Con este fallo, la Corte, deja
de lado su jurisprudencia (sentada en “Martin” y en “Esso” de los años ’60) y
decide ubicar a los tratados por encima del derecho interno. Ahora bien:
¿esto implicaba que los tratados estaban también por encima de la
Constitución?; la duda surge porque en su sentencia la Corte refiere al
derecho interno y la Constitución es también derecho interno.

La respuesta la da la Corte al dictar sentencia en el caso “Fibraca


Constructora c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande”, de 1993 o sea
antes de la reforma de 1994 pues introduce una interpretación armónica del
art. 27 de la Convención de Viena con el art. 27 CN al sostener que la
necesaria aplicación de la Convención de Viena impone -y esta es la clave-
una vez asegurados los principios de derecho público que establece la
Constitución Nacional asignar primacía a los tratados cuando hay un conflicto
entre un tratado y una norma interna. Es decir que afirma que los tratados
están por debajo de la Constitución pero son superiores a las leyes con lo cual
mitiga la tajante afirmación hecha en “Ekmekdjian c/Sofovich” donde refiere
a la prevalencia de los tratados sobre el derecho interno. Se reafirma que los
tratados deben conformarse al art. 27 CN.

Luego, pocos meses antes de la reforma constitucional del ’94, la Corte ratifica
su doctrina sentada en “Ekmekdjian c/Sofovich” y en “Fibraca” en el caso
“Hagelin Ragnar” y lo propio hace en un caso originado poco tiempo antes de
la reforma pero que se resuelve después de ella, en el caso “Cafés la Virginia
S.A.”, en el que se discutía la validez de una resolución del Ministerio de
Economía dictada en el marco de una delegación hecha por el Código
Aduanero en el PE.

El art. 75 inc. 22 CN.

Finalmente al modificarse el texto constitucional en 1994, se introduce el


párrafo contenido en el art. 75 inc. 22 que dentro de la parte orgánica de la
Constitución, vino a definir el orden de prelación. Allí se consagra que
corresponde al Congreso “…Aprobar o desechar tratados concluidos con
las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los
concordatos con la Santa Sede…y al final dice: “….Los tratados y
concordatos tienen jerarquía superior a las leyes”.

Esta norma guarda estrecha relación con los arts. 31, 28 y 27 pues repercute
en el principio de supremacía y en la ubicación de los tratados en que la Nación
es parte respecto de la misma Constitución y en relación a las leyes.
Entiéndase bien: todos los tratados –cualquiera sea la materia que regulen-
tienen superioridad a las leyes.

La norma constitucional a la par de establecer que es tarea del Congreso


aprobar (o desechar) los tratados, fija un orden de prelación entre los tratados y
las leyes, cerrando el histórico debate sobre el orden jerárquico entre leyes y
tratados, toda vez que, de la simple lectura del art. 31 no surge expresamente
si las leyes estaban por encima de los tratados o a la inversa, los tratados por
encima de las leyes. Si bien, en primer lugar se menciona a la Constitución,
luego a las leyes y finalmente a los tratados, se planteaba la duda acerca de si
los tratados estaban por encima o por debajo de las leyes.
A continuación, se agrega un listado de instrumentos internacionales,
convenciones, tratados, declaraciones y protocolos y se establece que esos
instrumentos de derechos humanos –en las condiciones de su vigencia,
tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera
parte de la Constitución (esto es, los primeros 35 artículos) y deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos.

Debe entenderse que no todos los tratados y convenciones sino EN


PRINCIPIO sólo éstos 11 instrumentos enumerados tienen igual jerarquía que
la Constitución. Los demás tratados y convenciones (cualquiera sea su
materia), están por debajo de la Constitución aunque por encima de las
leyes.

Pero además se autoriza que mediante un procedimiento especial que fija el


mismo inc. 22 -el voto de una mayoría especial de 2/3 partes del total de los
miembros de cada cámara- se pueda dar jerarquía constitucional a otros
tratados y convenciones de DDHH (no sobre cualquier tema sino de derechos
humanos). A través este mecanismo se dio jerarquía constitucional a la
Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas (que
fue aprobada y entonces incorporada al derecho argentino por ley 24.556 e
investida de jerarquía constitucional por ley 24.820) y a la Convención de
las Naciones Unidas sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra
y de lesa humanidad.

Análisis del párrafo: La norma indica que los instrumentos mencionados


tienen jerarquía constitucional “en las condiciones de su vigencia”. ¿Qué
significa? Este párrafo fue incorporado a instancias del entonces convencional
Rodolfo Barra en oportunidad de darse jerarquía constitucional a la
Convención de los Derechos del Niño, tratado respecto del cual la Argentina
había formulado una reserva interpretativa al momento de ratificar esa
convención en sede internacional, señalando que por niño se entiende una ser
humano desde su concepción hasta los 18 años; justamente, en estos día, se
argumenta que una ley que despenalice el aborto sería contraria a la
Convención de los Derechos del Niño.

Tengan en claro que un tratado que se firma no es necesariamente el mismo


que entra en vigor para cada Estado pues éstos pueden hacer reservas al
momento de su ratificación o al adherir pero ¿qué es una reserva?: una
declaración unilateral que hace un Estado parte de un tratado apuntando a
excluir o modificar los efectos jurídicos que algunas normas del tratado puedan
tener respecto del mismo Estado. Asimismo, de la práctica internacional surgen
las llamadas “declaraciones interpretativas” que son aclaraciones que puede
hacer un Estado al obligarse por un tratado en relación a cómo deben
interpretarse ciertos términos usados en el tratado para compatibilizarlos con
su derecho interno.

Bien: a la luz de este criterio, la Convención dio jerarquía constitucional a


ciertos tratados en las condiciones de su vigencia, es decir tal como esos
tratados rigen respecto de nuestro país, atendiendo a las reservas y
declaraciones interpretativas que hubiera hecho nuestro país al ratificar el
tratado.

Pero, pocos meses después de la reforma constitucional, la Corte Suprema, al


dictar sentencia en el caso “Giroldi” le dio a la expresión “en las
condiciones de su vigencia” otro significado. Entendió la Corte que esta frase
del texto constitucional significa “Tal como la Convención efectivamente rige
en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva
aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes
para su interpretación y aplicación”. La Corte entendió que esta frase
significa que en el ámbito interno, la aplicación de las normas de los
instrumentos de DDHH con jerarquía constitucional debe hacerse tomando en
cuenta la jurisprudencia de los organismos internacionales que en ese ámbito
internacional se encargan de la aplicación del tratado o convención de la que
se trate. Esta interpretación que viene a hacer la Corte permite entonces
invocar antes nuestros tribunales internos y dar ingreso en nuestro sistema, la
jurisprudencia emanada de la Corte Interamericana de DDHH- pues, más allá
del lenguaje amplio que usa la Corte- el único tribunal internacional con
competencia respecto de nuestro país es la Corte Interamericana de DDHH.

Posteriormente, en el caso “Mazzeo, Julio” la Corte hizo suyas las


expresiones de la Corte Interamericana de DD.HH. en el caso “Almonacid
Arellano vs. Chile” (septiembre de 2006) en cuanto a que el tribunal
internacional “es conciente que los jueces y tribunales internos están
sujetos al imperio de la ley, y por ello, están obligados a aplicar las
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces …(o sea los jueces del Estado en cuestión) …como
parte del aparato del Estado también están sometidos a ella, lo que los
obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención
no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y
fin, y que desde su inicio carecen de efectos jurídicos”. Siguiendo este
criterio, la Corte en el caso “Mazzeo” estableció: “El Poder Judicial debe
ejercer una especie de ‘control de convencionalidad’ entre las normas
jurídicas internas que aplica a los casos concretos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos”. Es decir que “En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado sino también
la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana,
intérprete último de la Convención Americana”.

Siguiendo con la norma constitucional, el art. 75 inc. 22 dice: “tienen jerarquía


constitucional”, es decir que esos instrumentos mencionados o los que
pudieran ser jerarquizados (tal como la misma Constitución autoriza) están en
un pie de igualdad con las normas constitucionales. No están por encima ni por
debajo como en algún momento se buscó interpretar; están a la par.

¿Están incorporados al texto constitucional?, ¿los instrumentos


mencionados o los que se jerarquicen de acuerdo al mecanismo constitucional,
forman parte del texto constitucional?. En sentido afirmativo se pronuncian-
entre otros- los Dres. Hitters y Ekmekdjian; en cambio, los Dres. Bidart
Campos y Manili, interpretan que tienen la misma jerarquía pero no forman
parte de la Constitución formal pues tienen distinta fuente. La Constitución es
producto del poder constituyente del que está investido el pueblo y los
instrumentos internacionales derivan de la voluntad coordinada, de un acuerdo
entre Estados miembros de la Comunidad Internacional. Si se admitiera que
esos instrumentos están incorporados a la Constitución, significaría que si el
Congreso decidiera privar de jerarquía a un instrumento de investido de la
misma por el art. 75 inc. 22, o elevar a otro tratado o convención al nivel
constitucional, en los términos del art. 75 inc. 24, habría una reforma
constitucional por un procedimiento distinto al del art. 30 CN. También, si los
instrumentos internacionales con jerarquía constitucional integraran el
texto escrito de la Constitución, entonces podrían ser reformados
unilateralmente por la Nación Argentina, en ejercicio del poder
constituyente reformador (toda vez que conf. art. 30 CN, la Constitución
puede ser reformada “en el todo o en cualquiera de sus partes), sin
perjuicio de generar responsabilidad internacional de la Argentina por
violación de un tratado.

No derogación: La norma constitucional aclara que los instrumentos


mencionados como los que pudieran jerarquizarse constitucionalmente no
derogan artículo alguno de la primera parte de la Constitución. Cabe en
primer lugar aclarar que esta expresión no estaba prevista en el plan del
constituyente sino que es producto de la acción de lobby y la presión que
ejercieron los medios de comunicación que tenían temor que al dar jerarquía
constitucional a la Convención Americana de DDHH que contempla en su art.
14 el derecho de respuesta, ello podría significar una restricción a la libertad de
prensa y de imprenta que consagran el art. 14 y el art. 32 CN. Alrededor de
esta frase se han elaborado distintas opiniones doctrinarias: algunos autores
(Badeni y el ex juez de la Corte Vázquez) interpretaban que esta frase permitía
ubicar a las normas de los instrumentos de DDHH jerarquizados
constitucionalmente por debajo de la Constitución o que tenían jerarquía quasi
constitucional. Otros, Sabsay y Onaindia (al menos al poco tiempo de
reformada la Constitución) entendieron que por esta expresión, los tratados y
convenciones tienen una jerarquía constitucional atenuada de tal manera que
si una norma contenida en un instrumento del art. 75 inc. 22 restringía o
limitaba un derecho contenido en la Constitución, entonces la norma del
instrumento no tenía jerarquía constitucional. Otros autores –Barra y Sagüés-
sostuvieron que hacia el interior del llamado bloque de constitucionalidad
federal se distinguen distintas jerarquías de normas e interpretaron que la
primera parte de la Constitución está por encima de los instrumentos
internacionales con jerarquía constitucional y éstos, a su vez, está por encima
de las normas contenidas en la segunda parte.

El sentido a la frase finalmente se lo dio la Corte en su fallo en el caso


“Chocobar, Sixto c/Anses” (del 26 de diciembre de 1996) cuando en su
sentencia interpretó que los constituyentes hicieron un juicio de comprobación
por el cual cotejaron los tratados y los artículos constitucionales y han
verificado que no se produce derogación alguna, juicio que no pueden los
poderes constituidos desconocer o contradecir. Este criterio surge de los
considerandos 11, 12 y 13 del fallo que se pronuncia sobre el contenido del
derecho a la movilidad de las jubilaciones y pensiones consagrado en el art. 14
bis CN. EL mismo criterio fue aplicado por la Corte en la misma fecha al dictar
sentencia en el caso “Monges, Analía”. ¿Qué quiere decir?: que los
convencionales constituyentes de 1994 confrontaron los instrumentos a los que
daban jerarquía constitucional con el texto de la Constitución y no encontraron
contradicciones y además, significa sugerir, indicar a los jueces y tribunales
que deben realizar todos los esfuerzos posibles para conciliar las normas
investidas de jerarquía constitucional cualquiera sea su fuente (es decir, tanto
que estén en la Constitución formal como en los instrumentos dotados de
jerarquía constitucional).

En este sentido, tengan presente que la ley 24.309, declarativa de la necesidad


de reforma había prohibido expresamente reformar la primera parte de la
Constitución. En definitiva lo que el constituyente hizo fue enriquecer el sistema
de derechos en beneficio de los habitantes del país.

Complementariedad: También la norma constitucional señala que los


instrumentos deben ser considerados como complementarios de los derechos y
garantías reconocidos por la Constitución, es decir deben ser considerados
como adicionales, ampliando el plexo de derechos ya reconocidos por la
Constitución; sirven para perfeccionar, llenar vacios e implicitudes pero la
complementariedad no significa accesoriedad porque las normas de los
instrumentos de derechos humanos no están atados, no dependen de un
“derecho principal”. Este párrafo, por cierto, confirma que los instrumentos
jerarquizados constitucionalmente y la Constitución comparten el mismo nivel.

La denuncia de los tratados jerarquizados constitucionalmente. El art. 75


inc. 22 establece: “Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder
Ejecutivo nacional, previa aprobación por las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara”.

¿Qué es la denuncia de un tratado?: es un instituto del Derecho


Internacional. Es una manifestación unilateral de un Estado-parte de un
tratado de desobligarse de los compromisos que ese tratado establece. Es una
de las formas de dar por terminado un tratado. Esa denuncia será válida
cuando esté expresa o implícitamente prevista en el mismo tratado (en este
último caso se requiere que la voluntad de denuncia sea notificada con 12
meses de anticipación).

Pues bien: dar jerarquía constitucional a ciertos tratados internacionales


hubiera carecido de virtualidad suficiente si no se hubiera formulado esta
previsión ya que habrían perdido fácilmente esa jerarquía si mediante la
denuncia que importa un acto jurídico internacional para cuya procedencia la
Constitución no exigía la previa aprobación del Congreso. Entonces hubiera
bastado un mero acto del PE para quitar jerarquía constitucional a instrumentos
jerarquizados por la Constitución o por el Congreso (mediante una mayoría
agravada). Cabe aclarar que esta disposición constitucional sobre denuncia
sólo alcanza a los tratados pues la denuncia no se aplica a las declaraciones.
Se entiende que las declaraciones investidas de jerarquía constitucional solo la
perderán mediando una reforma constitucional.
El inc. 24 del art. 75 CN: Pero también en relación a esta cuestión de la
supremacía constitucional y el orden jerárquico de las normas, debemos
computar el inc. 24 del mismo art. 75 que fue también incorporado con la
reforma de 1994.

El art. 75 inc. 24 establece que el Congreso es competente para:

“Aprobar tratados de integración que deleguen competencia y jurisdicción a


organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad, y
que respeten el orden democrático y los derechos humanos. Las normas
dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes.

La aprobación de estos tratados con Estados de Latinoamérica requerirá la


mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara. En el caso
de tratados con otros Estados, el Congreso de la Nación, con la mayoría
absoluta de los miembros presentes de cada Cámara, declarará la
conveniencia de la aprobación del tratado y sólo podrá ser aprobado con el
voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
después de ciento veinte días del acto declarativo.

La denuncia de los tratados referidos a este inciso, exigirá la previa aprobación


de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara.”

La integración de Estados es un fenómeno relativamente nuevo en nuestro


ámbito: la integración regional no es una simple cooperación entre Estados en
temas de interés común sino que implica un proceso más complejo y más
profundo, que puede incluso implicar el traspaso de competencias estatales
típicamente soberanas a favor de organismos supranacionales a los que se
atribuye el poder dictar normas que configuran el “derecho comunitario” que
implica un sistema distinto del clásico derecho internacional (público o privado)
susceptible de ser aplicado directa e inmediatamente sobre los Estados
miembros de esa comunidad y sus habitantes.

En nuestro caso, ese proceso de integración nace al firmarse el Tratado de


Asunción entre nuestro país, Brasil, Uruguay y Paraguay, en 1991, que da
nacimiento al Mercosur y que fue ratificado luego en diciembre de 1994, en el
Protocolo de Ouro Preto. La República Bolivariana de Venezuela fue
suspendida por tiempo indefinido como parte del Mercosur (al que había sido
incorporada en 2913). Bolivia es observador.

La norma implica asumir esa nueva realidad que ya está en marcha y así –el
inc. 24- enumera las condiciones o requisitos relativos que deben cumplirse
para hacer funcionar esta competencia como por ej. que la delegación (de
competencias y de jurisdicción ) se hace a favor de organismos
supranacionales y no de otros Estados; debe haber reciprocidad e igualdad; se
exige el respeto del orden democrático y de los DDHH por parte de los Estados
miembros, etc.
La jerarquía de las normas de organismos supranacionales: Ahora: ¿qué
jerarquía tienen las normas que puedan dictar esos organismos
supranacioneales?: tienen jerarquía superior a las leyes. Se consagra que las
normas que forman el derecho comunitario emanadas de los órganos de las
organizaciones comunitarias como podría ser por ej. una ley dictada por el
Parlamento del Mercosur estarán por encima de las leyes internas. se refiere
al derecho comunitario derivado, no ya al tratado de integración mismo que por
supuesto como todo tratado, está también por encima de las leyes y por debajo
de la Constitución..

La segunda parte del inc. 24 explica que la aprobación de los tratados de


integración con Estados de Latinoamérica requiere de una mayoría absoluta
del total de los miembros de cada Cámara pero si se trata de integración con
Estados que no pertenecen a Latinoamérica, el procedimiento es más complejo
pues se requiere una doble votación: requiere mayoría absoluta de los
presentes de cada Cámara para declarar la conveniencia de aprobar el tratado
y luego, se exige el voto de la mayoría absoluta del total de miembros de cada
Cámara y que hayan pasado 120 días de la primera votación (del acto
declarativo).

Los tratados de integración también pueden ser denunciados pero se exige la


previa aprobación de la mayoría absoluta del total de los miembros de cada
Cámara y recién después, el PE puede (como jefe de Estado) iniciar los
procedimientos pertinentes, según las normas del mismo tratado.

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