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esquizofrenia
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po se ha llevado a cabo mediante la discusión de un cuerpo de
datos e ideas muy variados, contribuyendo cada uno de nosotros
de acuerdo con nuestra variada experiencia en antropología,
análisis de las comunicaciones, psicoterapia, psiquiatría y psi
coanálisis. Hemos llegado actualmente a un consenso sobre los
rasgos generales de una teoría comunicacional del origen y na
turaleza de la esquizofrenia; este trabajo constituye un informe
preliminar sobre la investigación que sigue en curso.
LA BASE EN LA TEORÍA
DE LAS COMUNICACIONES
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ra.4 Esas señales son evidentemente de un Tipo Lógico supe
rior al del mensaje que clasifican. Entre los seres humanos, esta
estructuración y rotulación de mensajes y acciones significati
vas alcanzan una considerable complejidad, con la peculiaridad
de que nuestro vocabulario para establecer tal discriminación
está aún muy rudimentariamente desarrollado, y que nos apo-:
yamos fundamentalmente sobre medios no verbales como la
postura, el gesto, la expresión facial, la entonación y el contex
to para la comunicación de estos niveles sumamente abstractos j
pero vitalmente importantes.
2. Humor. Este parece ser un método para explorar los te
mas implícitos en el pensamiento o en una relación. El método
de exploración entraña el empleo de mensajes que se caracteri
zan por ser una condensación de Tipos Lógicos o modos comu-
nicacionales. Se produce, por ejemplo, un descubrimiento cuan
do, de repente, surge con claridad que un mensaje era no sólo
metafórico sino más literal, o viceversa. Es decir, el momento
explosivo en el humor es el momento cuando la rotulación del
modo experimenta una disolución y nueva síntesis. Por lo co
mún, el epígrafe que los caracteriza como humor lleva a la re-
-evaluación de las señales anteriores que adscribieron a ciertos
mensajes un modo particular (por ejemplo, la literalidad o la
fantasía). Esto tiene el efecto peculiar de atribuir modo a esas
señales que previamente tenían el status de ese Tipo Lógico
superior que clasifica los modos.
3. Las falsificaciones de las señales identificadoras de los mo
dos. Entre los seres humanos se pueden falsificar los identifica-
dores de modos, y así tenemos la risa artificial, la simulación
manipulativa de la amistosidad, el truco de la confianza, el ju
gueteo y otras actividades semejantes. Falsificaciones análogas
se han observado entre los mamíferos.5 Entre los seres humanos
nos encontramos con un fenómeno extraño: la falsificación in
consciente de esas señales. Ello puede ocurrir dentro de la per
sona —el sujeto puede ocultarse a sí mismo su propia hostilidad
real bajo las galas del juego metafórico— o puede producirse co
mo falsificación inconsciente de la falsificación que el sujeto
tiene de las señales identificadoras de modo emitidas por otra
persona. Puede confundir la timidez con el menosprecio. En
* Un filme, preparado por este proyecto, que lleva por título “The
Nature of Play; Part I, River Otters”, ha sido puesto al alcance del pú
blico.
" C. R. Carpenter, “A Field Study of the Behavior and Social Rela
tions of Howling Monkeys”, Comparative Psychology Monographs, 1934,
10: 1-168; vóuae también K. Lorenz, King Solomons Ring, Nueva York,
Crowell, 1952.
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L
verdad la mayor parlo do los errores do la aiilurroínrtmulu onlra
dentro de este rubro.
4. Aprendizaje. El nivel más simple do osle fenómeno está
ejemplificado por una situación en la cual un sujeto recibe un
mensaje y actúa adecuadamente sobre la base de él: “Oí sonar
el reloj y supe que era hora de almorzar. Entonces me dirigí a
la mesa”. En los experimentos de aprendizaje, el análogo de
esta secuencia de acontecimientos es observado por el experi
mentador y por lo común tratado como un mensaje único de un
tipo superior. Cuando el perro saliva en el intervalo que va en
tre el sonido de la campanilla y el ofrecimiento de carne en
polvo, el experimentador acepta esta secuencia como un men
saje que indica: “El perro aprendió que la campanilla significa
carne en polvo”. Pero éste no es el último de la jerarquía de
tipos que entran en juego. El sujeto experimental puede ad
quirir mayor pericia en el aprender. Puede aprender a apren
der,e y no es inconcebible que puedan darse en los seres hu
manos niveles más elevados aun de aprendizaje.
5. Los niveles múltiples de aprendizaje y la clasificación de
las señales como Tipos Lógicos. Hay dos conjuntos inseparables
de fenómenos, inseparables porque la capacidad de manejar
los tipos múltiples de señales es ella misma una pericia aprendi
da, por consiguiente una función de los niveles múltiples del
aprendizaje.
De acuerdo con nuestra hipótesis, el término “función del yo”
(tal como se emplea este término cuando se describe a un es
quizofrénico como alguien que tiene “debilitada la función del
yo”) es precisamente el proceso de discriminar modos comuni-
cacionales, sea dentro de la persona o entre la persona y otros.
El esquizofrénico manifiesta debilidad en tres áreas de dicha
función: a) tiene dificultad para asignar el modo comunicacio-
nal correcto a los mensajes que recibe de otras personas; b )
tiene dificultad en asignar el modo comunicacional correcto a
aquellos mensajes que él mismo profiere o emite de manera no
verbal; c ) tiene dificultad en asignar el modo comunicacional
correcto a sus propios pensamientos, sensaciones y perceptos.
Llegados a este punto, es pertinente comparar lo dicho en el
párrafo anterior con el enfoque de Von Domaras67 respecto de
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la rlut'iii'lóii de los tvst(uly.olrúiíleos. Considera oslo aulor ([tío Ion
mtmsujtvs (y ol pon.sum lento) del esquizofrénico presentan una
estructura silogística aberrante. En lugar de estructuras que de
rivan del silogismo en Bárbara, el esquizofrénico, según esta
looría, empica estructuras que identifican los predicados. Un
ejemplo de tales silogismos distorsionados es:
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dux do oslo tipo producidas doiilm do In experiencia externa dol
paciente son responsables do los oonillolos Interiores on la asig
nación de Tipos Lógicos. Para denominar talos secuencias no
resueltas de experiencia, empleamos el término “doble vínculo”.
El doble vínculo
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Ur until vurlt'dml do íomuis; por ejemplo: "No eoiiNlilomN onto
int endilgo"; "No mo veas oomo ol ugonlo eusllgiuloi"; "No lo no
meins u mis proliihioionos"; “No pienses lo quo no debes liucei";
"No dudes do mi amor, doI cual la prohibición primarla os (o
lio os) mi ojomplo"; y así sucesivamente. Ilay otros ojomplos
posibles oiiaiulo ol doblo vínculo es infligido no por un indivi
duo sino por dos. Por ojomplo, un progenitor puedo negar en
un nivel más abstracto el mandato del otro.
5. Un mandato negativo terciario que prohíbe a la víctima
escapar del campo. En un sentido formal, quizá sea innecesario
clasificar este mandato como un elemento separado, ya que el
refuerzo en los otros dos niveles implica una amenaza a la su
pervivencia, y si los dobles vínculos han sido impuestos durante
la infancia, es naturalmente imposible escapar. De todas mane
ras, parece que en algunos casos el escape del campo se vuelvo
imposible mediante ciertos procedimientos que no son puramen
te negativos, por ejemplo, las promesas caprichosas de amor y
otras semejantes.
6. Por último, el conjunto completo de los ingredientes deja
de ser necesario cuando la víctima aprendió a percibir su uni
verso bajo patrones de doble vínculo. Casi cualquier parte de
una secuencia de doble vínculo puede resultar entonces sufi
ciente para precipitar el pánico o la cólera. El patrón de man
datos conflictuales puede llegar a ser asumido por voces aluci-
natorias.9
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pero cl esquizofrénico no lleno osla opción, dudo que no le os
posible preocuparse por la relación, y los íines y conciencia do
su madre no son como los del maestro.
Nuestra hipótesis es que se producirá un colapso en la capa
cidad del individuo para discriminar entre Tipos Lógicos cada
vez que se presenta una situación de doble vínculo. Las carac
terísticas generales de esta situación son las siguientes:
1) Cuando el individuo está envuelto en una relación inten
sa, es decir, una relación en la cual siente que es vitalmente im
portante que discrimine acertadamente qué clase de mensaje
se le está comunicando, para poder responder a él de manera
adecuada.
2) Y el individuo está atrapado en una situación en la cual
las otras personas que intervienen en la relación expresan dos
órdenes de mensajes y uno de ellos niega al otro.
3) Y el individuo es incapaz de comentar los mensajes que
se expresan para corregir su discriminación del orden de men
sajes al cual ha de responder, es decir, no puede formular una
enunciación metacomunicativa.
Hemos sugerido que ésta es la clase de comunicación que se
da entre el preesquizofrénico y su madre, pero también ocurre
en las relaciones normales. Cuando una persona se encuentra
atrapada en una situación de doble vínculo, responderá defensi
vamente de una manera similar al esquizofrénico. Un individuo
tomará literalmente un enunciado metafórico cuando se en
cuentra en una situación en la que tiene que responder de al
guna manera, en la que se enfrenta con mensajes contradicto
rios y cuando es incapaz de comentar las contradicciones. Por
ejemplo, un día un empleado se fue a su casa en horas de ofi
cina. Un compañero, empleado también, lo llamó por teléfono
a su casa y le dijo con un tono ligero: “Bueno, ¿cómo llegaste
allí?” El empleado respondió: “En automóvil”. Respondió lite
ralmente porque sintió que estaba frente a un mensaje que le
preguntaba qué estaba haciendo en su casa cuando debería en
contrarse en la oficina, pero que, mediante la manera como es
taba formulado, negaba el hecho de que efectivamente fuera
eso lo que se preguntaba. (Como el que habló sentía que no
era asunto suyo, habló metafóricamente.) La relación era su
ficientemente intensa para que la víctima dudara de cómo sería
utilizada la información, y por ello respondió literalmente. Esto
es característico de cualquier persona que se siente “en las
candilejas”, como lo demuestran las cuidadosas réplicas literales
de los testigos que comparecen ante un tribunal. El esquizofré
nico se siente todo el tiempo “en las candilejas” de una manera
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Inn ItitIIiIi', <i iit* 1mI>111ni Init'i 11<‘ i*t‘S| it1111 lii con mm IiisInIciicIii
defensiva sobro ol ñivo! litoral, aun cuando sou ubsoliilimionlo
Inadecuado, por ejemplo cuando la otra persona está bromeando.
I.os esquizofrénicos también confunden lo literal y lo meta
fórico en sus propias vcrbalizaciones cuando se sienten atrapa
dos en un doble vínculo. Por ejemplo, un paciente puede tener
deseos de criticar a su terapeuta por haber llegado tarde a la
sesión, pero posiblemente se sienta inseguro acerca de qué cla
se de mensaje representó esa llegada tarde, particularmente si
el terapeuta se anticipa a la reacción del paciente y pide excusas
por lo sucedido. El paciente no puede decir: “¿Por qué llegó
tarde? ¿Es porque no me quería ver hoy?” Esto sería una acusa
ción, y por ello el paciente se desplaza hacia una enunciación
metafórica. Entonces puede relatar que: “Conocí una vez un
tipo que perdió el barco; se llamaba Samuel, y el barco casi se
hundió. . . etcétera”. De esta manera desarrolla una historia
metafórica, y el terapeuta puede o no descubrir que se trata de
un comentario sobre su llegada tarde. Lo conveniente de una
metáfora es que deja a cargo del terapeuta “o de la madre” ver
una acusación en el enunciado, si así lo decide; o ignorarlo,
si lo decide así. Si el terapeuta elige aceptar la acusación conte
nida en la metáfora, entonces el paciente puede aceptar como
metafórico el enunciado que formuló referido a Samuel. Si el
terapeuta señala que lo dicho no suena como un enunciado ver
dadero respecto de Samuel, el paciente, como una manera de
evitar la acusación contenida en la anécdota, puede argumen
tar que existió realmente una persona llamada Samuel. Como
respuesta a las situaciones de doble vínculo, el desplazamiento
hacia un enunciado metafórico trae seguridad. Sin embargo,
también impide que el paciente haga la acusación que desea
hacer. Pero, en vez de hacer la acusación directa indicando que
la anécdota es una metáfora, el paciente esquizofrénico trata
aparentemente de rescatar el hecho de que se trata de una me
táfora mediante el procedimiento de hacerla más fantástica aun.
Si el terapeuta pasa por alto la acusación contenida en la anéc
dota sobre Samuel, entonces el esquizofrénico tal vez refiera
un cuento sobre un viaje a Marte en un vehículo espacial como
manera de acentuar su acusación. La indicación de que se trata
de un enunciado metafórico reside en el aspecto fantástico de la
metáfora, no en las señales que usualmente acompañan a las me
táforas para indicar al oyente que se está empleando una me
táfora.
No sólo es más seguro para la víctima de un doble vínculo
desplazarse a un mensaje de orden metafórico, sino que en una
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situación sin salida es 11 u■j(n' desplazarse y eonveiiliNe en ultima
otra persona o desplazarse o insistir en ((no mío so onouonlm
en alguna otra parte. Entonces el doble vínculo no puede ac
tuar sobre la víctima, porque él no es él, y además porque se
encuentra en un lugar diferente. En otras palabras, los enuncia
dos que muestran que un paciente está desorientado pueden
interpretarse como maneras de defenderse contra la situación
en la cual realmente se encuentra. La patología aparece cuando
la propia víctima, o no sabe que sus respuestas son metafóricas
o no puede decirlo. Para reconocer que habló metafóricamente
necesitaría tener conciencia de haberse estado defendiendo y de
que, por consiguiente, temía a la otra persona. Para él, tal con
ciencia sería una condenación de lotro, y por ende provocaría
el desastre.
Si alguien ha pasado su vida dentro de una relación de do
ble vínculo como la aquí descripta, su manera de relacionarse
con las personas después de un colapso psicótico tendrá un pa
trón sistemático. En primer lugar, no compartirá con las perso
nas normales aquellas señales que acompañan los mensajes pa
ra indicar lo que el hablante quiere decir. Su sistema metacomu-
nicativo —las comunicaciones referentes a la comunicación—
se habrá derrumbado, y no sabrá qué clase de mensaje fue el
mensaje que emitió. Si alguien le dijera: “¿Qué le gustaría ha
cer hoy?”, sería incapaz de juzgar adecuadamente a partir del
contexto o por el tono de la voz o el gesto si lo están condenan
do por lo que dijo ayer o se le está ofreciendo una incitación
sexual o si es simplemente lo que suenan las palabras. Dada es
ta incapacidad para juzgar acertadamente lo que otra persona
realmente quiere decir y la excesiva preocupación por lo que
efectivamente se está diciendo, una persona puede defenderse
eligiendo una o más de varias alternativas. Puede, por ejemplo,
suponer que detrás de cada enunciado hay un significado ocul
to que es perjudicial para su bienestar. En ese caso se preocu
pará excesivamente por los significados ocultos, y se esforzará
por demostrar que a él no lo engañan, como lo han hecho toda
su vida. Si escoge esta alternativa, estará continuamente bus
cando significados ocultos detrás de lo que la gente dice y de
trás de los acontecimientos fortuitos que se producen en su am
biente, y será característicamente suspicaz y desconfiado.
Puede elegir otra alternativa, y tenderá a aceptar literalmen
te todo lo que la gente dice; aun cuando el tono, o el gesto o el
contexto contradiga lo que dice, puede armar un patrón consis
tente en descartar riéndose estas señales metacomunicativas.
Desistirá de intentar discriminar entre niveles de mensaje, y
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loiimi'á lodos Ion mensajes como cosas sin Imporlunclu o do las
cuales hay que reírse.
Si no adopta la suspicacia frente a los mensajes metacomuní-
ealivos o no intenta pasarlos por alto riéndose, puede elegir el
tratar de ignorarlos. Entonces le resultará necesario ver y oír
menos cada vez de lo que acontece alrededor de él, y hacer todo
lo posible para evitar suscitar respuestas en su ambiente. Trata
rá de retirar su interés del mundo externo y concentrarlo en sus
propios procesos internos y, por consiguiente, dará la aparien
cia de ser una persona aislada, quizá muda.
Esta es otra manera de decir que si un individuo no sabe qué
clase de mensaje es un mensaje, puede defenderse mediante pro
cedimientos que han sido descriptos como paranoides, hebefré-
nicos o catatónicos. Estas tres alternativas no son las únicas. Lo
esencial es que él no puede elegir la única alternativa que le
ayudaría a descubrir qué es lo que los otros realmente quieren
decir; no puede, sin gran ayuda, discutir los mensajes de otros.
Al no ser capaz de hacerlo, el ser humano se hace semejante a
un sistema autocorrectivo que haya perdido su regulador; co
mienza a recorrer un espiral de distorsiones interminables, pero
siempre sistemáticas.
U N A DESCRIPCIÓN
DE LA SITUACIÓN FAMILIAR
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control dt' In proximidad y distancia on tro ol In y mi hijo, I’ara
decirlo con oirás palabra,s, si lit madre empieza a sentir alecto
y proximidad para con su lujo, comienza también a sentirse en
peligro, y tiene que apartarse de aquél; pero no puede aceptar
osle líelo hostil, y para negarlo tiene que simular afecto y cerca
nía, l,o que aquí importa es que su conducta amorosa es enton
ces nn comentario de su conducta hostil (pues constituye una
compensación por ella), y por consiguiente es un mensaje de
orden diferente al de la conducta hostil: es un mensaje sobre
lina secuencia de mensajes. Sin embargo, por su naturaleza mis
ma niega la existencia de aquellos mensajes sobre los cuales ver
sa, es decir, el retraimiento hostil.
|,a madre emplea las respuestas del niño para afirmar que la
conducta de ella es de amor, y como tal conducta de amor es
simulada, el niño se ve colocado en una situación en la que no
debe interpretar correctamente la comunicación de su madre
si es que desea mantener su relación con ella. En otras pala
bras, no debe discriminar correctamente entre los distintos órde
nes de mensajes, en este caso la diferencia entre las expresiones
de sentimientos simulados (un Tipo Lógico) y los sentimientos
reales (otro Tipo Lógico). El resultado es que el niño se ve
obligado a distorsionar sistemáticamente sus percepciones de
las señales metacomunicativas. Por ejemplo, si la madre comien
za a sentir hostilidad (o afecto) hacia su hijo y también se sien
te compelida a apartarse de él, dirá: “Vete a la cama; estás muy
cansado y quiero que descanses”. Esta enunciación que, en lo
manifiesto, presenta un carácter afectuoso, tiene como finalidad
negar un sentimiento que podría verbalizarse de la siguiente
manera: “Retírate de mi vista, porque estoy harta de ti”. Si
el niño discrimina correctamente las señales metacomunicativas
de su madre, tendrá que afrontar el hecho de que ella no lo
quiere y además lo está engañando mediante su conducta afec
tuosa. Sería “castigado” por aprender a discriminar correctamen
te los órdenes de los mensajes. Por consiguiente, tenderá a acep
tar la idea de que él está cansado, antes que reconocer el enga
ño de su madre. Esto significa que tiene que engañarse a sí
mismo respecto de su propio estado interno para apoyar a su
madre en su engaño. Para sobrevivir junto a ella, el niño tiene
que discriminar falsamente sus propios mensajes internos y al
mismo tiempo discriminar falsamente los mensajes de otros. El
problema se complica para el niño porque la madre define
“benévolamente” los sentimientos que él experimenta; ella ex
presa una preocupación maternal manifiesta por el hecho de
que él esté cansado. Para expresarlo de otra manera, la madre
243
cslá controlando lus definiciones <|(u> el nliio lme(' de los mensa
jes que recibe de ella, y también su definición de las respuestas
que él le da (por ejemplo, diciendo: “Tú no quieres decir real
mente eso” si él la critica), insistiendo en que ella no se preocu
pa por sí misma sino sólo por él. Por consiguiente, el camino
más fácil para el niño es aceptar la conducta afectuosa simula
da de su madre, y sus deseos de interpretar lo que está suce
diendo realmente se ven socavados, y sin embargo el resultado
es que la madre se está apartando de él y que define ese apar
tamiento como si fuera una relación afectuosa. Pero la acep
tación de la conducta afectuosa simulada de la madre como real
no constituye ninguna verdadera solución para el niño. Si efec
túa esta falsa discriminación, se acercará a ella; este movimiento
hacia la proximidad provocaría en ella sentimiento de miedo
y desvalimiento, y se vería compelida a retraerse. Pero si es él
quien entonces se retrae de ella, ella tomará este retraimiento
como una afirmación de que ella no es una madre afectuosa y,
o lo castigará por retraerse, o lo buscará para acercarlo. Si, en
este último caso, el niño se acerca, ella responderá alejándolo.
El niño es castigado por discriminar correctamente lo que ella
expresa, y es castigado por discriminar incorrectamente: ya está
atrapado en un doble vínculo.
El niño puede intentar distintos medios para escapar de esta
situación. Podría, por ejemplo, tratar de apoyarse en su padre o
algún otro miembro de la familia. Sin embargo, a partir de
nuestras observaciones preliminares, pensamos que lo más pro
bable es que el padre de un esquizofrénico no sea una persona
suficientemente sustantiva como para apoyarse en ella. Estos
padres se encuentran también en una posición incómoda, ya
que si se manifiestan de acuerdo con el niño sobre la naturaleza
de los engaños de la madre, tendrían que reconocer la natura
leza de sus propias relaciones con ella, cosa que no pueden
hacer, y así se mantienen adheridos a ella en el modus operandi
que han elaborado.
La necesidad que tiene la madre de ser necesitada y querida
también impide al niño obtener apoyo de alguna otra persona
de su ambiente, por ejemplo, un maestro. Una madre con estas
características se sentiría amenazada por cualquier otro lazo
afectivo del niño y lo rompería para traer otra vez más cerca al
niño, con la consiguiente angustia cuando el niño se tornara de
pendiente de ella.
La única manera como el niño puede escapar realmente de la
situación es comentar la posición contradictoria en que su ma
dre lo ha colocado. Sin embargo, si así lo hiciera, la madre to-
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imii'fii nulo cuino mm neo,sudón tlo quo clin no on ulootiiomi,
y, por non parlo, lo cm,silgarla y, por la otra, insistiría on quo la
percepción quo ol niño tiene do la situación está distorsionada.
Al ovllar (pío ol niño hable sobre la situación, la madre le pro
híbo emplear el nivel melacomunicativo, el nivel que usamos
para corregir nuestras percepciones de la conducta metacomu-
nioativa. La capacidad de comunicarse sobre la comunicación,
do comentar las acciones significativas de uno mismo y de los
demás, os esencial para un intercambio social exitoso. En cual
quier relación normal se da un continuo intercambio de mensa
jes metaeomunicativos tales como: “¿Qué quieres decir?” o “¿Por
(pió lo hiciste?” o “¿Me estás haciendo una broma?” y otros seme
jantes. Para discriminar correctamente qué es lo que otras perso
nas expresan de hecho, debemos poseer la capacidad de hacer
comentarios directos o indirectos sobre esa expresión. Este nivel
metacomunicativo es aquél que el esquizofrénico parece incapaz
de emplear con éxito.11 Dadas estas características de la madre,
so ve con claridad cuál es la razón de esa imposibilidad. Si ella
niega un orden de mensajes, se sigue que cualquier enunciado
sobre sus enunciados la pone en peligro y que, por lo tanto, debe
prohibirlo. Como consecuencia, el niño crece sin adquirar peri
cia en su capacidad de comunicarse sobre la comunicación y,
como resultado) tampoco puede determinar qué es lo que otras
personas quieren decir realmente, ni expresar lo que él quiere
realmente decir, cosa esencial para las relaciones normales.
En resumen, pues, consideramos que la índole de la situa
ción familiar de un esquizofrénico, caracterizada por el doble
vínculo, termina colocando al niño en una posición en la cual,
si responde al afecto simulado de su madre, se suscita en ella
la angustia y lo castigará (o insistirá para protegerse a sí mis
ma, en que lo simulado son las aproximaciones del niño, confun
diéndolo de esa manera sobre el carácter de los propios men
sajes) para defenderse de la intimidad con él. Así, el niño se ve
excluido de relaciones íntimas y seguras con su madre. Sin em
bargo, si él no hace aproximaciones afectuosas hacia ella, ella
sentirá que eso quiere decir que no es una madre afectuosa, y
se le despertará la angustia. Por consiguiente, la madre castiga
rá al hijo por retraerse o hará avances para insistir en que le
demuestre que la ama. Si él, entonces, responde y le muestra
cariño, no sólo volverá a sentirse otra vez en riesgo, sino que
experimentará resentimiento por haberlo tenido que obligar a
que respondiera. En cualquiera de los dos casos, dentro de una
11 G. Bateson, “A Theory of P la y ...”, op. cit.
245
relación, que es la más ¡mporUmlu de su vida y el múdelo tie
todas las otras, el niño es castigado si manilieslu amor y alecto
y es castigado si no lo hace; al mismo tiempo, sus caminos puru
escapar de la situación, tales como lograr el apoyo de otros, que
dan cerrados. Esta es la naturaleza básica de una relación de
doble vínculo entre madre e hijo. Esta descripción no ha pin
tado, por supuesto, la Gestalt complicada e intervinculada in
ternamente que es la “familia” de la cual la “madre” es una
parte importante.12
EJEMPLOS CLÍNICOS
246
a) "Yu noy alguien que merece ser querido",
b) "Tú deberías quererme, y si no lu haces, uros nmlo o oome-
Ius uiui rullu”.
c) "Auriquu mo c{uisislo utiles, yu no mo (|uleros más”, y de
esla inunem el eje se desplaza desde el hecho do quo el pudente
expresara su ufee to luieiu su Incapacidad de ser afectuoso. Co
ino el pudente también ha sentido odio hacia ella, la madre se
encuentra aquí en terreno sólido, y él responde adecuadamente
con un sentimiento de culpa, que ella entonces ataca.
d) “Lo que tú expresaste hace un momento no era alee
lo”, y para poder aceptar este enunciado el paciente tiene
que negar lo que ella y la cultura le han enseñado acerca
de las maneras como se expresa el afecto. También puede poner
en cuestión las oportunidades, en que, con ella y con otros, el
creyó estar experimentando afecto y cuando ellos parecieron
manejar la situación como si él efectivamente lo estuviera. En
este punto experimenta los fenómenos de pérdida de apoyo, y
se ve llevado a dudar sobre la confiabilidad de su experiencia
pasada.
3) El enunciado: “No deberías avergonzarte tan fácilmente y
temer tus sentimientos” parece implicar:
a) “Tú no eres como yo y eres diferente de otras personas
agradables o normales, porque nosotros expresamos nuestros
sentimientos”.
b) “Los sentimientos que expresas están muy bien; lo único
que sucede es que tú no puedes aceptarlos”. Sin embargo, si el
atiesamiento de ella hubiera indicado: “Estos son sentimientos
inaceptables”, entonces lo que se le está diciendo ahora al mu
chacho es que no debe sentirse molesto por sentimientos inacep
tables. Como él tiene una larga práctica en qué es lo aceptablo
y lo que no lo es tanto, para ella y para la sociedad, entra nue
vamente en conflicto con el pasado. Si no teme sus propios sen
timientos (lo cual, según la madre, es bueno), no debe temer
su afecto, y entonces advertirá que la que tuvo miedo fue ella,
pero no debe advertirlo, porque la manera como ella enfoca la
situación tiene por fin encubrir esa deficiencia existente en ella.
El dilema irresoluble se convierte, pues, en lo siguiente: “Si
quiero mantener mi vínculo con mi madre, no debo mostrarle
que la quiero; pero si yo no le muestro que la quiero, entonces
la perderé”.
La importancia que tiene para la madre su método especial
de control está impresionantemente ilustrada por la situación
interfamiliar de una joven esquizofrénica que el día de su pri
mera entrevista recibió al terapeuta con la siguiente observa-
247
eión: “Mumá luvo <(ii<i ciinui'NO, y ahora n<|iif osloy yo", Esto
enunciado significó pura el lompoulu quo:
1) La paciente era producto de un embarazo ¡legitimo.
2) Este hecho guardaba relación con su psicosis actual (a
juicio de la paciente).
3) “Aquí” se refería al consultorio del psiquiatra y a la pre
sencia de la paciente sobre la Tierra, por la cual debía estar
eternamente en deuda con su madre, especialmente porque ésta
había pecado y sufrido para traerla a ella al mundo.
4) “Tuvo que casarse” se refería a que la madre tuvo que
casarse a punta de revólver, y a la respuesta de la madre a la
presión para que se casase, y la recíproca, que ella estaba re
sentida por el carácter forzado de la situación y culpaba por
ello a la paciente.
De hecho, todas estas suposiciones del psiquiatra resultaron
después objetivamente correctas y fueron corroboradas por la
madre durante un intento abortivo de psicoterapia. La resonan
cia de la comunicación de la madre a la paciente parecía esen
cialmente ésta: “Yo soy una persona que merece ser querida,
que quiere y que está satisfecha consigo misma. Tú mereces ser
querida cuando eres como yo y cuando haces lo que yo digo”.
Al mismo tiempo, la madre indicaba a la paciente con palabras
y con su conducta: “Tú eres físicamente delicada, carente de in
teligencia y diferente de mí (n o normal’). Estas limitaciones
hacen que me necesites a mí, y solamente a mí, y yo me ocu
paré de ti y te querré”. De tal manera, la vida de la paciente
era una serie de comienzos, de intentos de experiencia, que ter
minaban en el fracaso y en el retiro hacia la tierra y el seno
materno debido al conflicto entre ella y su madre.
En el curso de una terapia conjunta se observó que ciertas
áreas importantes para la autoestima de la madre constituían
condiciones especialmente conflictuales para la paciente. Por
ejemplo, la madre necesitaba la ficción de estar muy unida con
su familia y de que entre ella y su propia madre existí un pro
fundo amor. Por analogía, la relación con la abuela servía como
prototipo de la relación de la madre con la propia hija. En una
ocasión en que la hija tenía siete u ocho años, la abuela, en un
acceso de cólera, le arrojó a la pequeña un cuchillo, que casi
dio en el blanco. La madre no dijo nada a la abuela, sino que
retiró apresuradamente a la niña de la habitación con las si
guientes palabras: “La abuclita, en realidad, te quiere mucho”.
Es significativo que la abuela tenía hacia la paciente una acti
tud centrada en el convencimiento de que no se la controlaba
de la manera necesaria y solía regañar a su hija por ser dema-
248
Nítido blanda con la niña. La abuela eslubu viviendo en la cil,su,
durante uno de los episodios psicótlcos de paciente, y la niña
experimentó un gran placer en arrojar distintos objetos a la
madre y a la abuela, las cuales se ocultaban llenas de miedo.
La madre pensaba que de muchacha había sido muy atractiva
y sentía (jue la hija se parecía bastante a ella, aunque, por la
manera como la rebajaba con sus elogios carentes de convicción,
era obvio que pensaba que su hija era incuestionablemente in
ferior. Uno de los primeros actos de la hija durante un episodio
psicótico fue anunciar a su madre que iba a cortarse todo el
cabello. Comenzó a hacerlo mientras que la madre le rogaba
que se detuviera. Posteriormente, la madre solía mostrar una fo
tografía de ella misma cuando era pequeña y explicaba a todo
el mundo cómo sería el aspecto de la paciente con sólo que
hubiera tenido su propio y hermoso cabello.
La madre, aparentemente sin tener conciencia del significado
de lo que estaba haciendo, acostumbraba equiparar la enferme
dad de la niña con falta de inteligencia y alguna clase de di
ficultad orgánica cerebral. Invariablemente lo contraponía con
su propia inteligencia, tal cual surgía de sus antecedentes edu
cacionales. Trataba a la hija de una manera enteramente con
descendiente y conciliadora, carente de sensibilidad. Por ejem
plo, en presencia del psiquiatra prometió a la hija que no per
mitiría que le hicieran nuevos electrochoques, y no bien la chi
ca salió de la habitación le preguntó al médico si no creía que
había que hospitalizarla y hacerle un tratamiento electroconvul-
sivo. Una clave de esta conducta engañosa surgió durante la te
rapia de la madre. Aunque la hija había tenido tres hospitali
zaciones previas, la madre nunca mencionó a los médicos que
ella misma había tenido un episodio psicótico al descubrir que
estaba embarazada. La familia se la sacó de encima remitién
dola a un pequeño hospital en una población cercana, donde,
según ella misma lo relató, fue atada a la cama durante sema
nas. Su familia no la visitó durante todo este tiempo, y nadie,
excepto sus padres y su hermana, se enteró de que estuviera
hospitalizada.
Hubo dos momentos durante la terapia en los cuales la madre
mostró una intensa emoción. El primero fue al relatar su propia
experiencia psicótica. El otro fue con motivo de la última visita,
oportunidad en que acusó al terapeuta de tratar de enloquecer
la forzándola a elegir entre su hija y su propio esposo. Contra
la opinión de los médicos, retiró a su hija de la terapia.
El padre estaba tan comprometido en los aspectos homeostá-
ticos de la situación intrafamiliar como la madre. Por ejemplo,
249
iillnnú (¡u»< Imlilu louldo que ulnmduimi mi linpoi'liililo pUNli'lón
cuino abogado pura (nishulni a su liiju u nim /una donde pudie
ra. contar con aymla psiquiátrica oonipeloule. i’oslei'lomiente,
guiándose por claves que le daba la paciente (por ejemplo, ella
se refería frecuentemente a un personaje llamado “Ncd el ner
vioso”), el terapeuta pudo reconocer que había odiado su traba
jo de abogado y durante años se había esforzado por “salir a
flote”. Sin embargo, se había hecho creer a la hija que la de
cisión de trasladarse había sido tomada en favor de ella.
En el curso de nuestro examen de los datos clínicos, se nos
impusieron algunas observaciones, entre las cuales figuran las
siguientes:
1) El desvalimiento, miedo, exasperación y rabia que provoca
en el paciente una situación de doble vínculo, pero que la ma
dre puede pasar por alto con serenidad y sin comprenderla. He
mos observado en el padre reacciones que crean situaciones de
doble vínculo, o amplían y amplifican las generadas por la ma
dre, y hemos visto que el padre, pasivo y maltratado, pero in
capaz de hacer nada, se ve atrapado de una manera semejante
al paciente.
2) La psicosis parece, en parte, una manera de manejar las
situaciones de doble vínculo para superar su efecto inhibidor y
controlador. El paciente psicótico puede hacer observaciones
astutas, medulosas, con frecuencia metafóricas, que revelan una
comprensión profunda de las fuerzas que lo traban. Inversa
mente, puede adquirir bastante pericia en crear él mismo situa
ciones de doble vínculo.
3) D e acuerdo con nuestra teoría, la situación comunicativa
descripta es esencial para la seguridad de la madre y, por in
ferencia, para la homeostasis familiar. Si esto es así, entonces,
cuando la psicoterapia del paciente lo ayuda a hacerse menos
vulnerable a los intentos de la madre o controlarlo, surge en ella
la angustia. De manera análoga, si el terapeuta interpreta a la
madre la dinámica de la situación que ella está montando con
el paciente, estas interpretaciones producen en ella una respues
ta de angustia. Nuestra impresión es que cuando existe un con
tacto persistente entre el paciente y la familia (especialmente
cuando el paciente vive en su hogar durante la psicoterapia),
ello lleva a una perturbación (con frecuencia severa) en la ma
dre, y a veces no sólo en la madre sino también en el padre y en
otros hermanos.13
250
SITUACIÓN ACTUAL Y
PIÍRSP1ÍCTIVAS FUTURAS
251
(aunque el análisis do los lomas oíalos y (Instructivos 1‘osultu
esclarecedor para ol estudioso de la esquizofrenia) corno los
problemas formales implícitos en la existencia simultánea de
niveles múltiples de mensajes en la presentación que en la fic
ción se hace de la “realidad”. El drama es especialmente inte
resante bajo este aspecto, ya que tanto actores como especta
dores responden a mensajes referidos a la realidad actual.
En nuestras investigaciones prestamos mucha atención a la
hipnosis. Una vesta gama de fenómenos que se presentan como
signos esquizofrénicos (alucinaciones, delirios, alteraciones de
la personalidad, amnesia, etcétera), pueden producirse transi
toriamente en sujetos normales mediante la hipnosis. Estos fe
nómenos pueden no sólo ser producto de una sugestión espe
cífica y directa sino también pueden presentarse como resulta
do “espontáneo” de una secuencia de comunicación organizada.
Por ejemplo Erickson15 produce una alucinación induciendo
primero la catalepsia en la mano de un sujeto y diciéndole des
pués: “Es imposible que su mano se mueva, sin embargo, cuan
do yo dé la señal, tiene que moverse”. Esto es, dice al sujeto
que su mano permanecerá quieta pero que, sin embargo, se
moverá, y ello de una manera que el sujeto no puede concebir
conscientemente. Cuando Erickson da la señal, el sujeto aluci
na que la mano se movió, o se alucina a sí mismo como ubicado
en un lugar diferente, y por consiguiente que la mano se ha
movido. Este empleo de la alucinación para resolver un proble
ma planteado por mandatos contradictorios que no pueden ser
discutidos nos parece ilustrar la solución de un doble vínculo
por vía de un desplazamiento en los Tipos Lógicos. Las respues
tas hipnóticas a las sugestiones o a los enunciados directos exi
gen también comúnmente desplazamientos en el tipo, por ejem
plo, al aceptar las palabras: “Aquí hay un vaso de agua” o “Us
ted está cansado” como realidad externa o interna o en la res
puesta literal a enunciados metafóricos, muy semejantes a los
de los esquizofrénicos. Esperamos que los avances en el estudio
de la inducción, los fenómenos y el despertar hipnótico ayuda
rán, dentro de esta situación controlable, a agudizar nuestra vi
sión de las secuencias esenciales de comunicación que producen
fenómenos como el de la esquizofrenia.
Otro experimento de Erickson parece aislar una secuencia
comunicacional de doble vínculo sin el empleo específico de la
hipnosis. Erickson organizó una reunión de seminario de ma
nera que estuviera sentado al lado de él un joven “fumador en
252
c ' i u U ' i i i i n " y pum quo éslo no luvlem ol^urrilíos; los oíros purll-
olpimlos recibieron Insl mociones acerca tío cómo Ionian <|no
ueluur. So urrogló todo do manera que Erickson so diera vuelta
repetidamente para ofrecer al joven fumador un cigarrillo y pa
ra que cada vez fuera interrumpido por una pregunta de otro
participante y efectivamente Erickson volvió “inadvertidamente”
todas las voces las espaldas quitando el cigarrillo del alcance
del joven. Momentos después otro participante preguntó al fu
mador si había recibido el cigarrillo que le ofreció el doctor
Erickson. El joven replicó: “¿Qué cigarrillo?”, con lo cual mos
tró claramente que había olvidado la totalidad de la secuencia
y hasta rehusó un cigarrillo ofrecido por otro miembro, dicien
do que estaba demasiado interesado en la discusión del semi
nario para fumar. A nuestro parecer, este joven fumador se
encontró en una situación experimental paralela a la situación
de doble vínculo del esquizofrénico y su madre: una relación
importante, mensajes contradictorios (en este caso el de darle
y quitarle), y con la posibilidad de comentar bloqueada, en este
caso porque se trataba de un seminario y, después de todo, ha
bía sido “sin advertirlo”. Y obsérvese la similitud en los resul
tados: amnesia de la secuencia de doble vínculo y transforma
ción de: “El no me da” a “Yo no quiero”.
Si bien nos hemos visto llevados a estos campos colaterales,
nuestro principal campo de observación ha sido la esquizofre
nia misma. Todos nosotros hemos trabajado directamente con
pacientes esquizofrénicos, y gran parte de este material de ca
sos ha sido grabado magnetofónicamente para un estudio de
tallado. Además de ello, estamos grabando entrevistas manteni
das conjuntamente con pacientes y sus familias, y estamos fil
mando películas sonoras sobre madres y sus hijos, perturbados
y posiblemente preesquizofrénicos. Nuestra esperanza es que es
tas actividades nos proporcionarán un registro claramente evi
dente de la situación de doble vínculo continua y repetitiva,
que, de acuerdo con nuestra hipótesis, se da de manera perma
nente desde el comienzo de la infancia en la situación familiar
de individuos que se converten luego en esquizofrénicos. Esta
situación familiar básica y las características manifiestamente
comunicacionales de la esquizofrenia han constituido el punto
central del presente trabajo. De todas maneras, esperamos que
nuestros conceptos y algunos de estos datos serán también úti
les en el trabajo futuro sobre otros problemas de la esquizofre
nia, tales como la variedad de otros síntomas, el carácter de
“estado de adaptación” anterior a la manifestación de la esqui
zofrenia, y el carácter y circunstancias del colapso psicótico.
253
COROLA RIOS TER A PE U TI COS
DE ESTA HIPÓTESIS
255
ella insiste en que el Dios H es nuil, oiilouees debe double ([lie
la doctora Fromm-Reicluminn es "más poderosa’’ que ál, con lo
cual admite también su vinculación con la terapeuta.
La diferencia entre el vínculo terapéutico y la situación ori
ginal de doble vínculo reside en parte en el hecho de que el te
rapeuta no está comprometido personalmente en una lucha de
vida o muerte. Por consiguiente, puede establecer vínculos rela
tivamente benévolos y ayudar gradualmente al paciente para
que se emancipe. Muchas de las estratagemas originales y acer
tadas montadas por los terapeutas parecen ser intuitivas. Com
partimos el objetivo de la mayor parte de los psicoterapeutas
que se esfuerzan porque llegue un día en el cual tales aciertos
geniales resulten algo perfectamente comprensible y de sentido
común.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ADICIONALES
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