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Dominacion A Traves de La Castidad Recopilado Por El Esclavo Pablo PDF
Dominacion A Traves de La Castidad Recopilado Por El Esclavo Pablo PDF
[Este manual fue escrito en francés por una mujer que no lo firmó. Después se tradujo al
inglés para el sitio web de Altarboy, y de esa lengua lo ha traducido al español un lector
de internet (aunque no está completo).
Si el tema de este articulo te interesa, debo advertirte: puede ser que simplemente te
guste fantasear, en ese caso, puedes leerlo de un tirón y relajado. Pero si piensas que hay
una oportunidad –chica, mediana o grande– de convencer a tu esposa de que entre
contigo en una situación real de sumisión y castidad, en ese caso, te recomiendo
encarecidamente que dejes de leerlo.
Si aún no tuviste el coraje de revelarle a tu mujer tus deseos íntimos, este artículo puede
ser una ayuda muy valiosa. Está basado en mi experiencia personal, y lo escribí para las
mujeres, especialmente para aquellas que no han practicado situaciones de dominación
y castidad con su marido, y creen que pueden estar capacitadas para hacerlo.
Mi objetivo es convencerlas del interés y el placer que pueden obtener de ello. Explico
las buenas razones que tu esposa podría tener para interesarse en mantenerte dominado
y casto para su propio placer, y las etapas que debe hacerte pasar para tener éxito.
Porque aunque estéis interesados los dos en el asunto, no es realista pensar que el
objetivo se alcanzará instantáneamente: ambos necesitaréis un viaje de preparación, en
el que a ti te surgirán cada vez más exigencias, mientras ella ira viendo cómo su vida se
torna más completa y feliz. Si realmente quieres convencerla, lo mejor será que
imprimas este articulo, y se lo ofrezcas en la ocasión que consideres más apropiada.
Señores: este artículo es mi contribución para que puedan lograr un matrimonio más
feliz. Y he tratado de ordenar las cosas de forma y manera que sean útiles para ella. El
contenido no es ni vulgar ni pornográfico, así que no la dejará estupefacta. No
desarrollo recetas, sino principios; el más importante es: progresión paulatina. Nada es
extremo ni imposible. Todo lo explicado es factible dentro del marco de tu pareja, sin
dañar la calidad del amor que os une.
Caballeros: si aún permanecen ahí, les pido que se vayan. Relean el mensaje anterior.
Deben irse.
Señoras, ahora estamos solas. Bien, trataré de convencerte del interés que tiene para ti, y
para él, que domines a tu marido, más precisamente dominarle sexualmente a través de
la castidad (temporal o por periodos prolongados). Así que, antes de empezar, te
proporcionaré una definición de la palabra castidad: ausencia de eyaculación. Este es el
sentido en el que empleo la palabra en todo el artículo. Castidad no significa ausencia de
caricias manuales u orales, o penetración, sino que estas practicas no terminen nunca
con la eyaculación.
Decidí escribir esta pequeña guía porque no creo que haya ninguna sobre el tema. Una
encuentra en Internet numerosos relatos contando historias sobre esposas que dominan a
sus maridos utilizando la castidad, y el uso de los cinturones de castidad está bien
extendido, pero, en general, las historias no detallan las motivaciones y el trayecto
recorrido, el que ha facilitado llegar a esas practicas. En general, el objetivo de esas
historias radica en describir los detalles de lo que sucede una vez que la relación de
sumisión y la castidad han sido establecidas y se encuentran en un avanzado estadio.
Si lees este articulo es bien porque lo encontraste en Internet o bien porque tu marido,
como yo le sugerí, te lo ha ofrecido porque está interesado en el asunto. Esto muestra un
interés y una disposición que considero suficiente para que puedas hacer con él todo lo
que describo en el articulo, y quizás mas. Significa que podrás llevarle de verdad a un
estado de sumisión y obediencia que os haga felices a ambos en una nueva etapa de
vuestra relación.
¿Porque la Castidad?
Para no entrar en detalles de psicología, simplemente pensemos que los hombres y las
mujeres se acercan de muy diferente manera a la sexualidad. Las mujeres entran en una
relación sexual, pasional y emocional en la que el componente físico es solo uno de los
aspectos. Los hombres, en cambio, entran física y mentalmente; pero la parte mental es
principalmente abstracta y simbólica, y los sentimientos juegan en ese momento un
papel menor.
Una debe tener en cuenta que los maridos fieles lo son porque han decidido serlo, no
porque les resulte desagradable mantener una relación sexual con otra mujer sin que se
involucren sentimentalmente. A muchas mujeres les resulta difícil comprenderlo, pero
es una realidad. Una prueba de ello la encontramos en la cantidad de maridos infieles
que permanecen sinceramente ligados a sus esposas, mientras que es casi seguro que
una mujer que engaña a su marido se planteará el divorcio muy pronto.
Por lo tanto, incluso los hombres fieles caen en la tentación de mantener relaciones
fuera del matrimonio (de algún tipo), debido a la rutina en la que se instalan
(¿necesariamente?) tras muchos años de matrimonio. Y esto sin que sus sentimientos
para con su esposa puedan ser menos amorosos. Además, seguramente sabes que,
después de los 30 años, las necesidades y las capacidades físicas de los hombres
declinan notoriamente, mientras que las, digamos, necesidades de estimulación mental,
de cierto rebuscamiento, crecen. De ahí el uso que muchos hombres maduros hacen de
“servicios especiales” que atienden los crecientes niveles de sofisticación del hombre
maduro e inteligente.
Dejemos las consideraciones psicológicas. ¿Por qué digo que la castidad de tu marido te
puede traer mayor satisfacción en el plano sexual? La respuesta la puedes hallar en
observaciones que probablemente tú misma has hecho a lo largo de tu vida de casada:
seguramente en alguna oportunidad estuviste separada de él unos días o unas semanas;
el reencuentro generalmente transcurre en un lugar público como un aeropuerto, o quizá
en presencia de los chicos, familiares o amigos; probablemente, los dos hayáis tenido
que tener paciencia y esperar varias horas hasta poder disfrutar de intimidad; durante
ese período de espera, notaste que su comportamiento era más cálido que
habitualmente: busca tocarte, sus manos no se despegan de tu cuerpo, en esas horas
recibes más besos, incluso a escondidas, que los que recibiste en meses, te habla
dulcemente y hace todo tipo de alusiones sugestivas. En pocas palabras: durante unas
horas disfrutas del esposo que toda mujer sueña con tener. Más tarde, llega el momento
de la intimidad… todo es impaciencia, y después… ¡se convierte en el marido de todos
los días!
Simplemente: mientras esta sexualmente excitado pero no puede satisfacerse (yo diría
“descargarse”), tu marido es tierno, calido, atento, afectuoso, etc. De manera que la
única forma de evitar que vuelva a la otra modalidad es mantenerle de esa manera,
excitado, sin darle la oportunidad de satisfacerse. Así de simple. Así que retírale la
posibilidad de llegar (¡en el sentido de la eyaculación, no en el aspecto de que tenga
placer!), y tendrás un marido perfecto 24 horas al día todo el año.
Imagínate cómo seria tu vida si tu marido estuviera normalmente en este estado de
forma permanente. Durante la jornada, te llamaría por teléfono sin dejar pasar un día.
Sólo por el tono de su voz, te darías cuenta de que está pensando mucho en ti (¿cuánto
hace que no te pasaba?). Después de que tengas tu orgasmo, tendrás un marido que
continuará de muy buena gana acariciándote, abrazándote, y durante el tiempo que te
apetezca (¿cuánto hace que no te pasaba?). Antes de que alcances tu orgasmo, te habrá
mimado, besado, acariciado y abrazado largo rato, sin prisas, hasta que estés loca de
deseo y desees que te lleven al orgasmo (¿cuánto hace que no se tomaba ese tiempo, que
no eras tú la que decía cuándo y qué hacer?). A la tarde, cuando vuelves a casa, te será
imposible dejar de pensar en el programa que te espera, cuando por fin los dos estéis
solos en tu cuarto. Cada vez que estés aburrida, en alguna reunión de trabajo, o en
cualquier actividad que no te complazca, tu mente puede escaparse hacia la ultima
noche en que te hizo el amor y hacia lo que tienes ganas de que te haga en la próxima
(¿cuánto hace que no te pasaba?).
¡Paremos aquí! Estoy segura de que, a esta altura, estás convencida de que por lo menos
vale la pena probarlo.
¿Cómo lograrlo?
Cómo lograr que tu esposo acepte este arreglo, que, es muy importante saberlo, es
mucho mas de lo que él espontáneamente piensa aceptar en este momento. No
olvidemos que fue él quien te proporcionó este documento: quiere aceptar este acuerdo.
Pero para que sea un éxito, tendrás que llevarle más lejos de lo que pensaba cuando te
propuso comenzar. ¿Cómo hacerle admitir el hecho de que no sepa cómo terminará la
cosa? ¿Cómo obligarle a aceptar el hecho de que deberá usar los otros medios físicos a
su alcance para disfrutar? Desde ahora, deberá aprender a gozar a partir de tus caricias,
besos, palabras de aliento. Deberá aprender que todo su goce, absolutamente, vendrá de
ti. Paulatinamente, te convertirás en la dueña de su placer, y desde ahí, de su mente. El
resto de este articulo te explicara cómo, por medio de actividades de dominación,
puedes alcanzar este resultado que garantiza un matrimonio feliz.
Sin duda, pensarás que esto es imposible. “Mi marido nunca lo aceptará”, te dirás. “¡Sí
algún juego, pero no esto!”. Quítatelo de la cabeza: una vez que hayas culminado con
éxito el trabajo de preparación, verás como aceptará perfectamente esta situación; más
aun, se convertirá en tu cómplice para mantener la castidad como ofrenda hacia ti. Veras
que, correctamente educado, estará interesado en no hacer trampas y no aprovecharse de
situaciones en las que podría llegar (por ejemplo, en el momento de la penetración). El
marido entrenado es el mejor aliado de la mujer feliz: él no llegará si tú no se lo
ordenas.
Se trata principalmente de llevar las cosas de forma progresiva, para él y para ti. Déjate
llevar por tus deseos a medida que vayan surgiendo. Sé curiosa, imaginativa, inventiva.
No te dejes dominar por los prejuicios. Las cosas nuevas llegarán por sí mismas y a su
debido tiempo. Te acabará sorprendiendo lo que consigue el paso del tiempo y la
exploración de posibilidades crecientes.
Asegúrate de tener tiempo disponible. Debes saber que un hombre puede tener
erecciones por un largo período (una hora) si le estás haciendo cosas, pero su erección
es corta, viene y va intermitentemente, si es él quien esta haciéndote cosas a ti. Si te
gusta tenerle erecto, estate atenta, y cuando veas que su erección flaquea, y tengas
ganas, estimúlale. Un simple toque o caricia casual ayuda a que el marido se mantenga
interesado en esta primera etapa. ¡Después, estará siempre muy interesado! Aunque,
para mantenerle erecto, siempre será necesaria tu estimulación (sobre todo si tiene más
de 30 años). Puedes alternar: después de un rato de intensas caricias por parte de él, si
quieres descansar y mantenerle erecto, pídele que ponga una película sexy. Verla juntos
un rato y acaríciale la picha distraídamente. A los pocos minutos, le tendrás excitado y
con ganas.
Si notas que tu esposo lo acepta, conviene que empieces a usar una mordaza. Explícale
que habla mucho, y que lo que dice no te interesa demasiado. En esta etapa, una
mordaza simbólica será suficiente: un echarpe, o un par de medias tuyas (muy erótico).
No la pongas sobre la boca, sino en la boca; no es muy efectivo para silenciarle, pero
sus labios estarán disponibles cuando tengas ganas de besarle, y es un buen comienzo.
Si tienes ganas, ponle unas esposas para tenerlo relativamente inmovilizado.
En general, el uso de equipo material tiene la doble ventaja de introducir una ventaja
física para la mujer: no tiene ni que pedir, puesto que tiene al marido en la posición y
situación deseadas. Y adicionalmente, un alto valor simbólico, porque, al dejarse poner
el material, se está entregando a la esposa.
La azotaina se debe propinar cuando estés realmente enfadada, por algo que haya
provocado cualquier actitud o comportamiento de tu marido. Puedes dársela con la
palma de la mano (lo mejor al principio) o con un cinturón. Debe ponerse de rodillas
(preferentemente apoyando el torso en una silla o en la cama), y así le suministrarás su
castigo. Es recomendable empezar con 10 palmadas o correazos y progresar hasta
20/25, y deben darse con bastante fuerza. Deben doler. La muestra de que el trabajo esta
bien hecho, suele ser alguna lágrima involuntaria en sus ojos. Debes enseñarle a
agradecértelo: después del castigo, debe agradecerte sinceramente que le ayudes a
superarse. Las palizas, si bien no forman parte de la rutina (nada debería serlo), son
parte de tu arsenal. El marido obediente debe saber que estas dispuesta a disciplinarle
por esa vía en cualquier momento.
Ha llegado el momento de empezar a hablar de castidad. Mejor dicho, en esta etapa, del
retraso del orgasmo. De hecho, todas las sesiones que hemos ido delineando tienen que
haber sido preparatorias en el siguiente sentido: durante las mismas, tu esposo ha debido
estar en un estado de semiexcitación permanente, y su orgasmo se ha debido producir al
final de la larga sesión. De manera que ha pasado por varias y largas sesiones, en que te
ha deseado intensamente, le has excitado como hacia mucho que no estaba, a veces te
has enojado y ha debido soportar una azotaina con la picha semierecta, pero
básicamente ha ido aprendiendo a esperar y a rogar a tu buena voluntad para conseguir
su único objetivo: eyacular. Así que ha experimentado una clase de castidad restringida
a una o dos horas. Y ha comenzado a aprender que eres tú quien decide sobre su
orgasmo.
Este es un buen momento para repasar las preguntas del principio: recuerda dónde
estabas y cómo era tu vida amorosa antes de empezar esto. Las delicias actuales
constituyen un gran incentivo para continuar el proceso iniciado.
Ante de que llegue la primera vez en que le negaras el orgasmo, te diré que los
orgasmos que tenga serán como a ti te guste: con la boca, la mano, penetrándote, pero
como a ti te apetezca, no le dejes elegir. Puedes decirle que se masturbe frente a ti, si te
gusta. Pero mi opinión es que no utilices esa manera: en primer lugar, a los hombres en
general no les gusta masturbarse delante de su compañera. Pero sobre todo porque esa
forma te excluye: eres tú la que le ha hecho esperar tanto, y serás tú quien le haga
acabar. Así afianzarás su dependencia con respecto a ti.
Además, por razones que pronto explicare, no queremos que el marido se masturbe de
ninguna manera: si bien al final lo controlarás de forma mas directa y física, por ahora
no querrás que tenga la idea de que puede proporcionarse orgasmos por medio de la
masturbación.
Así que, después de varias amenazas no consumadas, elige una noche en que la sesión
haya ido particularmente bien, e infórmale de que va a permanecer en ese estado toda la
noche. No esperes que lo tome bien: tratará casi de forzarte. Protestará y se rebelará. En
lugar de la autoridad, recomiendo que uses la dulzura y la suavidad. Explícale que esto
te excita mucho, que te gusta y quieres hacerlo, que crees que él, tu esposo querido, es
capaz de hacerlo. Prométele que a la mañana siguiente le vas a proporcionar placer con
todo tu entusiasmo, que va a llegar como nunca, que…. lo que se te ocurra. Promete,
miente, se dulce, acaríciale, vuélvele loco, sé convincente, pero mantente firme en tu
decisión. Y a la mañana siguiente, cumple. Aunque no acostumbre hacerlo de mañana,
verás que esta vez estará ansioso por conseguir lo que le prometiste.
Una vez que haya “cobrado” (primero ten tu orgasmo, por qué privarte), felicítale,
agradécele que se haya contenido por amor a ti, muéstrale que aprecias su esfuerzo, lo
que ha hecho por ti, etc. Finalmente, asegúrate de decirle cómo te complació la
experiencia, y que esperas repetirla. Bueno, buen trabajo. Tuviste éxito en esta etapa
crucial.
Antes de llegar al corazón de esta fase final, debo responder a una pregunta que
probablemente pasa por tu mente: ¿qué ocurre si mi marido decide acabar por sí mismo
durante la noche, debo atarle? ¿Cómo me aseguro de que no se masturbe? Eso depende
de tu hombre. No pierdas de vista que puede ser muy honesto y fiel en muchos aspectos,
pero en esta situación es un animalito presa de sus deseos. Puede querer honestamente
aguantar, pero después de unas pocas horas, habiéndote proporcionado un fabuloso
orgasmo, tras recibir tus caricias, sentir la intolerable urgencia y levantarse
silenciosamente y aliviarse. Después de todo, todos los hombres, casados o no, se
masturban permanentemente.
En este aspecto, no puedes correr riesgos. A menos que tengas la absoluta seguridad de
que no lo hará, no puedes permitir que ceda a su debilidad. Hay mujeres que atan con
comodidad a su marido, permitiéndole dormir pero impidiéndole que se pueda
masturbar. Sin embargo, resulta complicado y algo artificioso esas cuerdas que van y
vienen. Quizá mas adelante quieras atar a tu esposo, pero ahora yo buscaría la manera
mas simple de impedirle actuar.
Creo que la forma más efectiva y práctica es hacer tú misma (o comprar) unos mitones
sin dedos o con un espacio para los 4 dedos y otro para el pulgar, y colocárselos en las
manos. Le coses dos fuertes hebillitas en los puños y le pones un simple y pequeño
candado de viaje en cada uno. Este tipo de prenda lo acostumbrará a la gran idea de que
realmente eres tú quien controla su orgasmo. Tú tienes la llave. Sin resistencia, y como
parte de una secuencia, tu marido aceptará pasar a una etapa en la que tu control sea
mucho más real. Dado que acepta (o incluso te pidió) que controles cuándo llega, tienes
el derecho a asegurarte de que no haga trampas, que no ceda a sus urgencias. No hay
otra manera de hacerlo, creeme.
Por supuesto, que acepte y use estas prendas constituirá una muestra clara de que quiere
darte ese control. Las dificultades prácticas que puede experimentar para orinar son
fácilmente superables. Y el hecho de tener que esforzarse, trabajar para conseguir lo que
era automático (sacar y orinar), le hará pensar todo el tiempo en ti. Después de todo, es
por tu capricho por lo que debe estar esforzándose así. Creeme: la mente de los hombres
funciona de tal manera que en lugar de ser una molestia, este esfuerzo se convierte en
un patrón de dependencia hacia ti. Cada vez hay más funciones corporales que
dependen de ti y de tu voluntad.
Con naturalidad, irás encontrado razones para no aliviarle alguna mañana, y retrasarlo
hasta la noche siguiente. Una vez que la noche ha llegado, antes de proporcionarle el
ansiado premio, hazle esperar, hazle pasar pruebas, ponle un rato los mitones, castígale
(como más ganas tengas, pero que sienta el castigo) por cualquier falta o capricho y,
muy importante, oblígale a satisfacerte plenamente en primer lugar y más de una vez si
tienes ganas. Disfruta de tu orgasmo, y después permítele llegar. Haz esto varias veces,
y cuando él crea que ese es el patrón, cámbialo: después de tu orgasmo, dile que quieres
que te acaricie y te mime, y explícale cuánto se lo agradeces y lo bien que te sienta su
manera de tratarte, pero que estás muerta de sueño y que te disculpe. Son maneras de
que vaya aceptando –sin explicitarlo– que no hay reglas, no hay derechos adquiridos.
Solamente tú dictas la forma de funcionar.
Además, es muy importante que le hagas sentirse orgulloso cuando te ha proporcionado
una buena noche, y hacerle saber que no ha tenido éxito si las cosas no han ido bien.
Jamás aceptes ninguna culpa: si no pudiste llegar, si la lubricación fue escasa, si
experimentaste cualquier incomodidad, siempre la culpa es de él. Debe llegar un punto
en que, si suena el teléfono y os interrumpe, él se disculpe contigo. Debes hacerle
responsable de tu disfrute. Verás que lo toma bien y acepta ese rol. Tu control sobre él,
te sorprenderá, es de pronto total. Sin cueros ni látigos, con amor, pero con firmeza, tu
marido vive para ti. En toda la relación entre vosotros dos, tu personalidad, tus
necesidades, tu bienestar, deben ser el más preciado bien y la responsabilidad absoluta
de tu marido. Como debe ser.
En otras palabras, progresa en tu dominación, ponte más y más exigente, más dura, más
severa, yo diría incluso más injusta y arbitraria. Empieza a acostumbrarle a que ya no
cumples tus promesas (cuidado, estoy hablando de todo lo que pasa en los momentos de
intimidad, no en otros aspectos de la vida diaria). Acostúmbrale a recibir castigos
fuertes (azotainas) sin que haya una razón, porque te gusta, te hace gracia o te excita.
No temas, ni por un momento, que se resienta por este tratamiento: en esta etapa, con un
orgasmo a la espera (y que cree inminente), te sorprenderá ver lo bien que se toma tus
caprichos. Enséñale una obediencia ciega, inmediata y sin cuestionamientos. Ordénale
cosas fuertes, y veras cómo obedece: que se acostumbre a lamerte los pies (es muy
bueno practicar: camina descalza y preséntale tus pies sucios para que los limpie. Eso
hará que, de un juego erótico “normal”, pase a una etapa de humillación, obediencia y
mayor sometimiento). Que te masajee, te seque cuando sales del baño, te ayude con la
ropa, que se convierta en un valet perfecto. Acostúmbrale a servirte en la vida diaria:
que te alcance cosas, dale ordenes “reales”. Desentiéndete de los detalles: que él se
ocupe de comprarte cosas o de llevar y traer pequeñas cosas que te hagan la vida mas
agradable.
Quieres que diga: “sí, mi diosa”, o lo que corresponda según quien esté presente, pero
siempre “sí”. Creeme, verás que la picha no miente: sentirás que se le endurece ante tu
demanda de obediencia. Has llevado a tu marido a un estado en que lo que mas desea es
reverenciarte, obedecerte, servirte; te corresponde educarle. Como te decía, hazle
verbalizarlo: que él mismo construya la frase en que te promete que siempre, de aquí en
adelante, te dirá que sí, que nunca te contradecirá. Y esto referido a todo lo que se
refiera a vuestra vida personal.
Decide si, tras obtener esta promesa tan importante, le permites o no un orgasmo (que es
lo que estaba esperando). Mi sugerencia es que más bien hagas que te lo proporcione él,
y después, mimosa, le digas que estás muy cansada y le dejes con los mitones puestos.
La promesa y tus caricias le habrán excitado mucho y no querrás correr riesgos de
indisciplina.
Te puedo asegurar que después de 24 horas de este tratamiento (para no hablar de 48),
lo único en que piensa tu marido es en el sexo. Dile que te preocupa que pueda, en ese
estado, tener fantasías con otras mujeres, o que pueda masturbarse. Sé directa: dile que
no puede masturbarse más. Tienes que manifestarle que comprendes su estado.
Acompaña esto con besos, caricias explicitas (que acrecentaran su excitación y al
mismo tiempo su dependencia de ti y de tu mano), y mucha comprensión. Pero
manifiéstale firmemente que tienes dudas por su posible debilidad y, por lo tanto, vas a
tener que obligarle a usar un cinturón de castidad de algún tipo. Persevera en esta idea.
Explícale que es una necesidad para que ambos estéis tranquilos. Menciona el asunto las
veces que consideres necesario y, cuando te parezca, hazlo realmente.
Tengo muy en cuenta que a ti, que has llegado a esta etapa y estas disfrutando
enormemente el poder recién adquirido, te puede parecer aún extraño, fuera de lugar
hacer que tu esposo use un cinturón de castidad. Pensarás que él no lo va a aceptar, o
que es excesivo. Pero la castidad a largo plazo de tu marido es algo que os
proporcionará una enorme felicidad a ambos. Más aun, a esta altura tú deseas (aunque te
tengas dudas) imponerle ese cinturón. Por último, y definitivo, verás que también él
desea que se lo pongas. Tienes que enfrentar la realidad: si tu marido y tú no pasáis por
esta etapa, él buscará alivio masturbándose. Pasada una cierta etapa de novedad, hará lo
que hacen todos los hombres cuando están excitados: llegar, sin que les importen las
consecuencias.
Si tienes dudas sobre la posibilidad de que él sea diferente, haz la siguiente prueba:
mantenle sin llegar solamente 3 o 4 días y, después, en la cama (tras llegar tú), bésale,
provócale y dile que le dejas tocarse, masturbarse mientras os acariciáis, pero no acabar.
Déjale un rato, déjale rogarte, humíllale, excítale, usa todas tus artes. Déjale avanzar y
oblígale a retroceder. Después, tócale tú, con la mano o con la boca, y “distráete”. Estoy
segura de que, con cualquier pretexto, tu hombre llegará. Después, pedirá perdón,
explicará, dirá que le parecía que le autorizaste. Pero acabó sin permiso. Debes
convencerte: después de uno o dos días, todos buscan eyacular, y lo harán si no les
controlas real y físicamente. Lo hará a escondidas.
Por último, y para que tomes esta decisión que puede resultarte difícil, quiero añadir un
argumento muy convincente: pregúntale a tu marido. Después de todo, es el quien usará
la prenda. Te sorprenderá ver que el la acepta y, es más, la desea. Comienza por
preguntarle, franca y directamente, si se ha masturbado alguna vez durante las ultimas
semanas. Mírale a los ojos. Probablemente, para tu sorpresa, te confiese que lo ha
hecho. Acumulará explicaciones, pero el hecho es que te fue infiel con su propia mano.
Pregúntale después si le parece bien lo que te ha hecho, si esta contento con ese estado
de cosas. Pregúntale cómo se siente habiéndote desobedecido en un asunto tan
importante. Hazle ver que, si llegó, no te puede servir con igual efectividad. Dile (es la
pura verdad) que te sientes bien atendida cuando hace tiempo que no llega, que te gusta
que tenga la picha dura y sea obediente y servicial contigo. Que te excita que esté muy
caliente. Que, perversamente, te complace que el desee y tú goces. En cambio, si
descargó tiene menos energía para atenderte, y tú lo percibes.
Por ultimo, y esto es clave, pregúntale si quiere que le ayudes a controlarse. Dile que
quieres y puedes ayudarle a servirte y a atenderte como tú te mereces, y como él puede
cuando dispone de toda su energía para ti. Explícale que eres una mujer, que necesitas
su miembro lo mas disponible y duro que sea posible, siempre dispuesto a atenderte. Y
que sabes que puede costarle más o menos tenerla dura, según la edad, pero que él
puede y debe contribuir privándose de llegar. Es muy simple: si a los problemas de la
edad, se le suma la masturbación, no estará en condiciones de servir a su mujer. ¿Quiere
sentirse incapaz? Tú debes ser cariñosa, y comprensiva con lo que no se puede controlar
–tu marido no es un chico de 20 años–, pero completamente intolerante con sus vicios,
que te privan de su miembro en el mejor estado posible.
Y muéstrale que conoces todos sus secretos. Dile que, si se masturba, no puede
mantener la rigidez que necesitas para disfrutar como te mereces. No puede satisfacerte
ni mental ni físicamente como tú quieres. A los hombres les preocupa mucho no poder
satisfacer a su compañera, y en el estado actual de tu relación, a tu esposo esto le
resultará esencial.
Tras esto, pregúntale si quiere que le controles con un cinturón, que le ayudes a ser un
mejor marido. Cuando te diga que sí, bésale, acaríciale, excítale, y dile que le vas a
ayudar para que ambos tengáis lo que queréis: un matrimonio feliz, una esposa
satisfecha y un marido obediente. Por ultimo, dile que te pida explícitamente que te
encargues de su castidad. Debe decirlo y pedírtelo verbalmente y con claridad.
Por otra parte, hay que hacerse a la idea de que en el nivel de profundidad erótica en que
te estás introduciendo, tendrás ganas de llegar o disfrutar con él con mucha frecuencia, y
tu hombre no podrá satisfacerte con su órgano por las razones comentadas (a menos que
estéis en la veintena o a comienzos de la treintena), y también para evitar que el llegue
mas de lo conveniente. Te puedo contar mi experiencia: llego por penetración de mi
marido sólo de vez en cuando. Nuestro juego previo es muy largo y satisfactorio, y hago
que me lleve al orgasmo de distintas maneras (su lengua se ha adiestrado
magníficamente, sus dedos, vibradores, etc.). Dejo para “su día” la penetración (aunque
a veces si le noto muy rígido, me doy el sofisticado gusto de que me penetre y me lleve
al orgasmo sin permitirle llegar). En esos casos, hay que ser muy clara: darle la orden
verbal y clara de que te penetra para tu goce, pero que no le esta permitido eyacular. No
es bueno que te penetre sin una clara orden de si puede o no llegar.
Su primer cinturón de castidad, lo harás tú. Comienza con un slip de piscina (malla de
baño). Seguramente, estará diseñado para ajustarse a la altura de la cintura con un
cordón. Si el espacio para ese cordón lo permite, reemplaza el cordón por un cinturón
delgado de cuero. Una vez ajustado, este cinturón puede mantenerse en su lugar con un
pequeño candadito, pasado a través del agujero del cinturón a la hebilla del mismo. Si
no hay lugar para el cinturón, cose hebillas alrededor de la cintura y desliza el cinturón
con hebilla que hayas elegido, cerrándolo como indicamos. Por supuesto, este cinturón
de castidad no es muy efectivo, es más simbólico que real.
Aún si puede extraer su órgano por el costado (para orinar o si quieres acariciarle), ya
estarás tranquila: al poseer la llave, le será imposible andar por ahí con alguna secretaria
que le dé lo que tú le estás racionando. Nunca en tu vida de casada tuviste tanto control.
Con respecto a la otra necesidad, mientras esté en casa sin el cinturón, no habrá
problema, y puedes recortar un agujero en la zona del ano y que haga sus necesidades
con cuidado.
Juega por un tiempo con este primer cinturón de castidad. Sesiones de unas horas o
unos días para usarlo de seguido. Explícale a tu marido cuánto te excita esta situación;
pregúntale si piensa en ti cuando no estáis juntos; dile que comprendes sus
incomodidades, pero que te esta proporcionando un gran placer y que estás feliz.
Cuando puedas, lejos del dormitorio, bésale, acaríciale y hazle saber que el solo hecho
de que permanezca casto te excita. Haz que, gradualmente, este instrumento se
convierta en su mente en un accesorio indispensable en sus periodos de
dominación/castidad, que asocie tu felicidad, tus besos, tus caricias y tus orgasmos a su
castidad. Y ocúpate de que paulatinamente se incremente la duración de los periodos de
castidad.
Tienes que empezar a introducir la idea de que necesita algo más efectivo para el
control de sus urgencias. Dile que vas a buscar cómo y dónde conseguir un cinturón de
castidad de verdad. Y cuando la idea empiece a instalarse, coméntale que has leído, en
una revista o en Internet, que la cuestión no resulta extraña, que hay cinturones de
castidad para hombres. Consigue que se involucre en la indagación, pídele que busque
en Internet (el mejor lugar es www.Altarboy.com). Que te ayude a averiguar dónde se
puede conseguir y comprar un cinturón de castidad. No apures las cosas más de lo
conveniente, pero vuelve al tema sistemáticamente en vuestras conversaciones.
Una vez que el asunto esté maduro, y hayas elegido el tipo de cinturón que quieras (mas
adelante incluyo consejos al respecto), da el siguiente paso e involucra a tu marido, no
solo en la decisión sino también en la compra del cinturón. Si la idea del auténtico
cinturón de castidad te parece extrema, posponla por ahora, pero entonces utiliza los
mitones y el slip con candadito.
De acuerdo, hay muchas posibilidades de que instalarle el cinturón a tu marido te resulte
muy fuerte. Aunque te llegará a atraer la idea y tu marido la aceptará de buen grado para
controlar sus impulsos. Como de alguna forma hay que controlarle, existe como
variante lihgt: el condón de cuero.
Es una alternativa que he usado con mucho éxito, porque es cómoda y porque evita
parte del trabajo del slip. Los condones de cuero son un muy buen sustituto del
autentico cinturón de castidad, y cumplen prácticamente la misma función. Se compran
en los sex-shop y son de cuero bastante grueso, con la forma del pene y, generalmente,
con una bolsita para los testículos. Traen una hebilla en la que se le pone el candado.
Haz que tu marido lo compre y ponle tú el candadito.
Si es completo, córtale la punta para que pueda orinar (los modelos completos los hacen
para juegos de corta duración, y tú lo estarías adaptando al uso de cinturón). Al ser de
cuero grueso, pero flexible, impide la masturbación, pero es fácil de esconder ante
terceros, permite las funciones corporales, no es incómodo, en los viajes permite pasar
por los controles de aeropuerto, etc. Si no encuentras un condón de cuero, puedes
hacerlo, siempre que sea con una tela gruesa que impida el roce y la masturbación.
Tiene además la ventaja de que si se va de viaje, le puedes mandar controlado con su
cinturón. Si hubiera una emergencia medica, puede cortarlo con una tijera y…
justificarte el haber tenido que hacerlo (¡y mejor que sea convincente!). La presencia del
cinturón, incluso en alguna de estas variantes mas tolerables, tiene las siguientes
funciones fundamentales: impide que se masturbe, garantizando el “buen servicio”, la
buena disposición para atenderte y ese amor del que ya una no puede ni quiere
prescindir. Y además, hace que tu esposo sienta todo el día tu presencia. Eso refuerza el
control. No hay manera de que se olvide de ti: porque piensa en ti, te desea y sabe que la
llave la tienes tú. Por unas horas, o si viaja por unos días, que lleve puesto el cinturón.
Creo que incluso varios meses de condón de cuero imponen un control muy efectivo, y
pueden convertirse en el paso previo a un cinturón de castidad metálico. Y si encuentras
que tu grado de control es suficiente, puedes dejarlo como instrumento permanente. O
cambiarlo por las noches por los mitones. Pero recuerda que te va a hacer trampa, que
no podrá contenerse si no tomas alguna medida. Si todavía tienes dudas, puedes
preguntarle y lograras fácilmente una confirmación anticipada. Tu marido quiere serte
fiel, pero no puede si no le ayudas. Pregúntale si acepta esa ayuda para controlarse y
atenderte mejor, y comprobarás que acepta tu ayuda. La velocidad con que progreséis
hasta un auténtico cinturón, o uno de cuero, depende de las características de cada
pareja. Pero debes convencerte de que, de aquí en adelante, resulta necesario un aparato
durante un numero de horas o días en su vida para reforzar tu presencia y tu control.
Y una ultima nota sobre los cinturones y el control de tu marido: quizá aún te resulte
difícil ponerle un auténtico cinturón de castidad. No te fuerces, ni le fuerces. Pero al
mismo tiempo te reitero que debes controlar explícitamente a tu marido. Todos los
hombres, dejados a su voluntad, terminan “aflojando” y ceden al alivio más fácil que se
proporcionan a sí mismos. Por más ganas y voluntad que tengan para cumplir, es mas
fuerte que ellos, y la pérdida de tensión arruina el proyecto. Si en esta etapa te resulta
muy difícil, establece algún punto intermedio de los que te he comentado: mitones, slip,
o el condón de cuero, que es un excelente paso previo al cinturón de castidad de verdad.
Hazlo poco a poco, incrementando la duración: empieza por un rato, pasa a unas horas
y, después, a unos días; pero no dejes de hacerlo. Tu marido y tú notaréis de inmediato
como crece su obediencia y vuestra felicidad conyugal.
Antes de empezar, quiero decirte: ya estás, estáis los dos embarcados en el camino hacia
una relación estimulante, divertida, mejor y más excitante que la que teníais. Debes ser
consciente de que ahora tu marido depende de ti más que antes: tu exigencia para
pedirle que se esfuerce por ti es imprescindible. Si te desinteresas del proyecto, perderá
motivación. Él puede y quiere ofrendarte su castidad, pero tienes que pedírselo, y la
mejor manera es mantener el interés, no perder intensidad.
La creciente castidad de tu esposo debe ser gradual: empezando por unos días. Yo llego
hasta un mes, y he comprobado que lo soporta bien. Tras dos o tres días, se genera un
estado mental centrado en servir, una sensualidad y una excitación a la hora de
satisfacerte que no sólo incluye la sexualidad, sino que responde incluso a tus deseos
más caprichosos y mínimos. Debes reforzar este estado con exigencias permanentes. Si
te gusta, convierte en regla que te masajee sensualmente todos los días, aunque no
tengas ganas de que siempre te lleve al orgasmo. Cuando quieras tenerlo, es tu
privilegio. Instrúyele en el uso de vibradores como mas te guste y, si te excita,
provócale con el mismo vibrador. A los hombres les encanta que se les aplique en la
base del glande.
Su comportamiento
Las mujeres se quejan a menudo de falta de cortesía, atención y dedicación por parte de
su marido. Tienes una oportunidad única de hacerle re-aprender viejas lecciones que
quizá ha olvidado. Exígele, en todas las circunstancias, privadas o publicas, la más
extrema galantería hacia ti. Siempre dejándote pasar primero, abriendo la puerta del
coche para ti, moviendo la silla de la mesa cuando te sientas o terminas de comer.
Nunca debe interrumpirte, sea la conversación entre vosotros o en presencia de otros.
No debe alzarte la voz, ni leer el periódico cuando te acompaña en el desayuno,
apresurarse a hacerte compañía aunque sospeches que hubiera preferido quedarse frente
al televisor. Traerte flores, etc. Esta re-educación, déjame decirte, te vendrá bien incluso
si deciden salir por un tiempo de la situación de sumiso-dominante (estas “salidas”
temporales las comento mas adelante como una variante).
Aparte de nociones básicas de educación, que no tienen que ver específicamente con la
relación de sumisión, debes imponer ciertas obligaciones a tu marido para que su
dependencia psicológica de ti (pieza clave) se mantenga e incremente. Esto se hace a
través de comportamientos que deberá asumir y de cosas que hará para ti. Así será más
consciente, permanentemente, del lugar que ocupa, de la necesidad de la obediencia y el
servicio.
— Debes definir la relación que le permitirás tener con tu cuerpo. Por ejemplo, podrías
prohibirle completamente que te toque sin tu permiso. Yo personalmente, no encuentro
eso nada satisfactorio. Mi esposo tiene permiso permanente para besar mi mano en
publico (es delicioso: luce anticuado y raro), mientras que otras caricias o contactos
están prohibidos. Debe pedirme permiso y, dependiendo de mi capricho, puedo
concederle el privilegio, negárselo o incluso castigarle por preguntar y molestarme
(como los castigos que le propino son serios, y no juegos, realmente los teme; el tono de
preocupación con que lo pide es delicioso). ¡Oh, qué milagro!, nuevamente como
cuando éramos novios o recién casados, tiene un deseo permanente e insaciable de
besarme o tocarme. Parece que no puede quitarme las manos de encima, ¡porque teme
que la oportunidad no dure! La denegación tiene, definitivamente, sus ventajas; la
privación del orgasmo le lleva a poner mucha intensidad en cualquier mínimo contacto
físico, sea del tipo que sea. De manera que, ahora, tocarme es un privilegio que le
concedo. Pequeños contactos físicos antes imperceptibles, se tornan premios de enorme
valor para él. Con esos permisos o negativas a los contactos “livianos” le controlamos
totalmente y su devoción se incrementa.
— Cuando estáis juntos en una habitación, debe estar a tus pies o en donde le indiques.
Te recomiendo que, cuando estés viendo la televisión, navegando por Internet u
hojeando una revista, le hagas ponerse de espaldas a la pantalla. Su único
entretenimiento tienes que ser tú. Debe concentrarse en ti. Desde luego, tiene que
abandonar cualquier cosa que estuviera haciendo para acudir a tu llamada. Te
sorprenderá ver que cosas que parecían totalmente imposibles, ahora dependen de una
simple decisión tuya.
— Nunca debe comer en las mismas condiciones que tú, cuando lo hagáis solos y en
privado. Debe servirte (incluso si fuiste tú quien preparo la comida), y comer después de
ti, como hace la servidumbre, y en diferentes condiciones a las tuyas. Esto tiene valor
simbólico: le harás comer en la cocina si tú lo hiciste en el comedor, o con la mano (es
muy erótico hacerle comer así y contemplar como se avergüenza al contrariar todos los
hábitos de su educación porque tú se lo ordenaste).
— Indícale que, desde ahora, existe el estado de “en disposición”. Significa que cuando
tú quieras estar sola, y se lo digas, él puede hacer lo que quiera (ver la tele, leer, estar en
el PC, etc.), pero debe estar completamente alerta y listo para acudir a servirte, dejando
lo que esté haciendo inmediatamente.
Tu comportamiento
Sus obligaciones son pesadas, y son todas en tu beneficio. Pero tú también tienes
algunas tareas. Debes saber que durante el tiempo que viváis de esta manera tendrás
algunas ocupaciones (dirigidas a él), pero esos esfuerzos valdrán mil veces la pena. Así
que aquí están los comportamientos que sugiero para que puedas seguir obteniendo su
adoración y su obediencia:
La servidumbre debe ser total dentro de lo que la tensión sexual implica, pero no fuera
de ella. Sé que hay hombres que visitan a dóminas profesionales, para limpiarles la casa
y la ropa (y además pagan por ello), pero por una parte son raros, y además no hacen
esto todos los días. Recuerda que después de un día de trabajo, estará cansado, y más si
debe atenderte por la noche, y debe convivir con la tensión permanente de su deseo
insatisfecho (que no es un tema menor). Es decir, exígele todo tipo de tareas para
servirte: sexuales, de atención a tu cuerpo, masajes, baños, pedicura etc. Además,
proporciónale tareas añadidas de valor simbólico, que subrayen su servidumbre (servirte
la comida, traerte una bebida, llevar algo a la cocina, etc.). También concédele ratos y
días mas descansados. Esto es vital en el largo plazo, para no agotarle física y, sobre
todo, mentalmente. No obstante, evita siempre el menor indicio de indisciplina: sé
severa, castígale.
A estas alturas del texto, probablemente te surgirán muchas preguntas. ¿Debe estar
permanentemente sometido a ti? ¿Es la sumisión un sinónimo de humillación y
degradación? ¿Cuál es el máximo periodo de castidad total? ¿Qué símbolos de sumisión
convendría que llevara? ¿Qué tipo de relación debe mantenerse con terceros? ¿Cuáles
son los limites razonables?
No puedo contestar estas preguntas. Depende de vuestros gustos, del concepto que
tengáis de la pareja, de vuestros deseos y limites (de ambos, porque esta es una relación
de dos, aunque uno domine al otro, y debe resultar placentera para ambos). Así que me
limitaré a compartir mi experiencia, y a proporcionarte las respuestas que a mí me
resultaron útiles. No tienen otro valor que los de la experiencia de un matrimonio que ha
ido resolviendo las cosas sobre la marcha.
¿24/7?
¿24 horas, 7 días a la semana y 365 días al año? ¿Debe convertirse en tu siervo para
siempre, sin interrupción? Cada una responderá de acuerdo a lo que considere. Mi
respuesta ha sido “no”. Esa relación, basada en su castidad y sumisión, resulta difícil de
manejar, para él y para ti. Bien conducida, la relación de dominación que estas
construyendo, será muy satisfactoria para los años venideros, para ambas partes. Más de
lo que una se imagina al principio. Para que funcione a largo plazo, es conveniente que
la vida diaria y sus necesidades no se mezclen mucho con la relación personal de
dominación. Están los trabajos de ambos, los problemas de nuestros padres, la salud, los
conflictos de los hijos, los impuestos, facturas que pagar, artefactos de la casa que
arreglar, el automóvil que no arranca, etc. Con todos esos asuntos que manejar, no
resulta fácil mantener bajo control una relación tan fuerte y exigente para ambos como
la que has comenzado con tu marido a partir de este cambio. Es posible por un tiempo
limitado (por ejemplo en unas vacaciones), en el que uno se aísla de las cosas de la vida
diaria y deja todo para después. Pero a medio plazo, la vida diaria te sobrepasará. Es
demasiado compleja y plantea muchas cosas que atender.
Además, hay otra razón de peso para no mantenerla 24/7/365. ¿Acaso el riesgo de que
se vuelva quizás aburrida o rutinaria? ¡Desde luego que no! Completamente seguro que
no: encontrarás que esta relación, por el contrario, es un remedio seguro contra el
aburrimiento, es una fuente inagotable de creatividad, excitación y renueva las ganas de
vivir. No, esa otra razón se encuentra en el corazón de la relación que tienes con tu
marido: cuando la interrumpas, te resultará horrible tener que volver a lo de antes. No
podrás hacerlo. Unas pocas semanas de vivir dominando hacen extremadamente difícil
volver a lo anterior. Así que corres el riesgo de no ser capaz de interrumpir, de gozar
tanto con las cosas como están, disfrutando tanto de la nueva situación, viviendo tanto
mejor, que no puedas cortar nunca. Pero mientras tanto, quizá tu marido sólo pueda
aceptar la situación y disfrutarla mientras sea limitada en el tiempo, (aunque no sepa
cuándo se interrumpirá ni cuánto durará). Es decir, que existe el riesgo de que no la
acepte si se convierte en una relación 24/7/365. Esta es la razón por la que, en mi
opinión, conviene cortar periódicamente.
Durante los dos o tres días que tarda, después de eyacular, en volver a ser todo lo dócil
y disciplinado que deseamos, su mente descansará. De todas formas, no dejes que
tampoco disminuya tu autoridad en esos días. Vuélvete un poco esquiva, y evita algo el
contacto esos dos o tres días, para que su deseo crezca rápidamente. No le apliques
castigo en esos días, porque encontrarás mayor resistencia. Después de transcurridos,
notarás que todo vuelve a la normalidad de tu dominación y el retornará a su obediencia
habitual.
De manera que queda a tu criterio establecer la duración de la castidad de tu marido, y
te reitero que esa duración sea algo que sólo tú conozcas lo que va a extenderse, que el
no sepa a qué atenerse.
Ahora llegamos a cuestiones mas íntimas y que plantean preguntas. ¿Tatuajes íntimos?
Si bien colocarle un tatuaje a tu esclavo es tremendamente gratificante, tiene sus
complicaciones: hay que ir a la playa, puede tener que ir al médico, etc. Hay una
solución temporal: tatuajes de henna, que duran dos o tres semanas. Considérame
conservadora, pero esa es la solución que yo he adoptado. En general, le gravo palabras
fuertes tipo “propiedad de” u otras, y ya la visita al tatuador es toda una experiencia. Lo
he hecho principalmente en alguna playa extranjera, lo que facilitó el trance del tatuaje.
Con respecto a un tatuaje permanente, recomiendo que él de su aprobación, y quiero
decir en un momento relajado, es decir, fuera de un periodo de dominación intenso.
¿Límites?
La regla básica, por supuesto, es no hacer nada que a alguno de los dos le resulte
excesivo, o le desagrade, o sea peligroso. Sin embargo, no es un camino recto: hay
cosas que a mí no me atraían, pero ante la insistencia de mi marido, y tras alguna
consideración, las puse en practica con resultados por demás excitantes. Mi esposo me
insistió mucho en que quería ser sometido por mí delante de una mujer. Por supuesto,
dada nuestra mutua fidelidad (cuestión que no queremos cambiar), y considerando las
realidades de semejante escena, la tercera persona debía ser una mujer. Un hombre sería
demasiado humillante para tu marido, y la situación podría descontrolarse, con malas
consecuencias. Aunque con dudas, accedí a probar, y resultó muy gratificante: contacté
con una mujer dominante (no una profesional) que nos acompañó y presenció como
sometía a mi marido a distintas pruebas de obediencia. Después, hice que él le prodigara
un tratamiento que la dejó muy satisfecha.
Otra experiencia, que repetimos periódicamente, es contratar una masajista (mi marido
se ocupó de buscar una chica de veintitantos años, rubia y de buen busto, como me
gusta a mí, y una verdadera profesional), que se ocupa de hacerme pasar un buen rato y
me provoca varios orgasmos. Esa, debes saberlo, es la fantasía numero uno de casi
todos los hombres, y mi marido debió insistir para que me decidiera a hacerlo. Debo
decirte que es de las cosas que una piensa “¡por qué no lo hice antes!”. Creeme, es de
las cosas buenas de la vida de las que ninguna mujer debería privarse. Resulta delicioso
tenerle atado a una silla, presenciando el largo masaje que me brinda nuestra amiga
(dado no sólo con sus hábiles manos). Solo al final, ya saciada, le permito participar, y
me luzco obligándole a hacer el perrito y homenajearnos a ambas. Creo que para la
chica, terminar con su calzado y sus pies limpios con la saliva de mi marido es toda una
experiencia.
Una variante suave es la de irse al piso de abajo o a casa de alguna vecina, o incluso
(muy suave) irse a otra habitación, pero sin darle detalles. Debe esperarte atado o con
los mitones, y en actitud de devoción (adoración de tu calzado, o algo similar).
También, irse un rato de la casa, aunque no hayas podido arreglar la cena descrita, pero
dejándole con ese nivel de incertidumbre.
La versión más sofisticada consiste en tener la misma reunión con una o mas amigas en
tu casa. Después de arreglar la casa, le colocas en un baño o cuarto pequeño, lo mas
cerca posible de donde vaya a transcurrir la reunión, atado y amordazado. Si te atreves,
deja la puerta abierta, para que oiga la conversación. Por supuesto llevarás la charla
hacia temas sobre hombres. Esto te permitirá hacer todo tipo de observaciones con
doble sentido, que serán muy placenteras para ti y también para él, aunque esté en esa
situación. Es un juego muy divertido.
Otra posibilidad es prohibirle hablar con nadie sin tu permiso. Resulta muy fuerte en un
restaurante: no le está permitido hablar con el camarero aunque le pregunten algo. En un
restaurante, puedes ordenar tú incluso sus platos: no le dejes elegir. Cuando el camarero
le dé el menú, puedes cogerlo (atrévete) y decir algo como “no será necesario, yo elijo
sus comidas”.
Noches temáticas, rituales, juegos
Puedes elegir temas para una noche, o para una temporada. Todo depende de tu
imaginación. Algunos ejemplos de las infinitas posibilidades:
· Cúbrele los ojos durante noche completa, con una venda o una capucha.
· Prohíbele hablar ni una palabra durante 24 horas.
· Enséñale a darte las gracias cada vez que le castigues. Por otra parte, muéstrate tierna
y comprensiva ante el castigo que le espera.
· Cuando tengas ganas, conviértele en tu sirvienta: que se vista como te guste, que te
masajee, haga manicura o pedicura, te pinte las uñas, etc. Todo con una actitud muy
respetuosa. Le he hecho pintarme las uñas de los pies y, después, si no me gusta,
quitarme la pintura y rehacer el trabajo.
· Ponle a alabarte: que te ensalce durante un buen rato, como hacían en Oriente las
esclavas con sus amas. Tú puedes, distraídamente, asentir o entretenerte con su ingenio.
Prémiale (poco) si logra divertirte.
· Acostúmbrale a atenderte como a ti te guste: que te calce, te ayude en el baño, te sirva
el desayuno los fines de semana, etc. Con el tiempo, le encantará servirte y tenerte como
una reina, incluso en los pequeños detalles.
· “Noches de deseo desesperado”. Las llamo así porque son noches en que incremento
el deseo de llegar de mi marido (frustrado) hasta límites casi intolerables. Nos sentamos
en el sofá a ver una película porno (si es sobre dominación, mejor). El debe estar
desnudo o con slip que permita tener fácil acceso a su miembro. A medida que la acción
progrese, le haré darme un orgasmo como más me guste. Pero antes, durante y después,
le toco, le fuerzo a mirar. Todo en nuestra relación trata de tenerle excitado, pero esto le
vuelve loco por la intensidad. De hecho, de estas noches han surgido grandes avances:
yo noto que él está ansioso y dispuesto a hacer literalmente cualquier cosa. Es tan
excitante, y otorga tanto poder, que me he atrevido a hacer cosas que normalmente no
hubiera hecho. Por ejemplo, fue en estas noches en las que por primera vez hice que me
limpiara con la lengua tras orinar, o en las que me decidí a salir al jardín, ensuciarme los
pies y obligarle a limpiármelos. En una de esas primeras noches fue cuando le
comuniqué que iba a usar su primer condón de cuero (el forro semi-rígido de cuero que
me permitió controlar sus orgasmos antes de ponerle el actual cinturón fijo). Estas
noches en que nuestro deseo sube enormemente sirven para “traspasar fronteras”. Una
vez comprobado que mi marido obedece con gusto, y que yo disfruto, quedan
establecida estas actividades para los momentos más habituales.
Castigos
Tal como te dije, los castigos deben ser de verdad. Es la manera de que te tome en serio
y desarrolle una total dependencia de tu voluntad. Debe sentir lo importante que es que
tú estés contenta con él. Y esto se logra con el palo y la zanahoria, con los dos, como en
todo proceso de educación. Así que debe temer realmente los castigos; no puedes aflojar
en este asunto. Sólo los premios (o privarle de ellos) no garantizan la adecuada
progresión en tu asunción del control. Retrasar su orgasmo, como único castigo, no será
suficiente para lograr su obediencia.
Si ha desobedecido, se ha rebelado, o no ha hecho perfectamente algo que le hayas
encargado, enfádate. Transforma la situación, porque no puede seguir todo igual. Si te
resulta difícil, hazlo gradualmente, pero hazlo. Es también lo que él espera de ti. Y el
proceso será beneficioso para los dos. Además, si no lo haces la construcción pierde
seriedad. Hazlo a tu ritmo, pero hazlo. Te sugiero:
· Cumple siempre el castigo que hayas anunciado que le vas a propinar. De hecho, te
recomiendo buscar cualquier excusa para castigarle, aún sin razón (“porque yo lo
decidí” constituye una muy buena razón).
· Haz que te agradezca el castigo recibido. Ambos sabéis que es por su bien. Consigue
que te pida que le castigues un poco más. De vez en cuando, pregúntale si considera que
debe serlo, que se lo merece. El sabrá cuál es la respuesta correcta: siempre “si”.
· Varía sistemáticamente la naturaleza del castigo, el lugar dónde efectuarlo o la
posición en la que se recibe. El castigo no se limita a una paliza: dormir en el suelo,
quitarle una comida, encerrarle, ponerle en posición y meterle algo en el culo, etc.
· Dramatiza el castigo y escenifícalo; añade rituales y aspectos psicológicos: por
ejemplo, ponle en posición de recibir su correctivo (atado o no, según tu gusto), y
anúnciale que su castigo tendrá lugar en 10 minutos. Coloca un reloj delante de sus ojos.
A veces, de todas formas, retrásate. Ponle a cuatro patas, y oblígale a pedirte con
devoción que le des los azotes que se merece y a agradecértelos una vez que hayas
terminado.
· Es muy recomendable imponerle una restricción especial durante su castigo o cuando
realiza cualquier tarea que le impongas: prohíbele hacer cualquier sonido (queja o
comentario) o que se mueva. Si desobedece, empezarás de nuevo. Este tipo de
exigencias, arbitrarias y duras, resultan muy eróticas para ambos.
· Para crear oportunidades permanentes de castigo, que mejorarán tu grado de control y
su obediencia, aplica el principio militar: una orden continúa vigente hasta que se dé la
contraorden. Por ejemplo: si le ordenaste ponerse de rodillas para recibir su castigo, no
por haber concluido puede cambiar de posición. Esta idea se puede extender
indefinidamente y proporcionarte infinitos motivos para disciplinarle.
· Una nota importante: como te he dicho repetidamente, quiero y respeto enormemente a
mi marido. Sin embargo, los castigos que pueden parecerte excesivos son necesarios y
seguramente harán mucho bien a la relación. No olvides que todo esto se enmarca
dentro de la “nueva relación” que estáis construyendo día a día. Propinarle su castigo
severa y arbitrariamente no mengua el aprecio que le tienes, forma parte de la nueva
vida que habéis decidido explorar. Dicho esto, te puedo asegurar que, además, ser un
poco “bruja”, arbitraria y excesiva en los castigos, ayuda no sólo a mejorar su
obediencia sino que puede aliviarte bastante en días en que estés de mal humor, cuando
quieras descargarte y, de paso, continuar educando a tu sirviente. Venir del trabajo
nerviosa, y encontrar algún motivo para someterle, me ha permitido cambiar mi humor:
la irritabilidad se esfuma después de castigarle y obtener de él muestras de su anhelo por
servirme.
Progresividad
De nuevo quiero remarcarte que no es razonable introducir de golpe todas las prácticas
(las que te comento y las que se te ocurran a ti). Aun cuando todo progresa, cada caso es
diferente, y las practicas deben resultar agradables para ti (y para él). Te sorprenderás al
darte cuenta de que, con el paso de las semanas y los meses, evolucionaréis hasta el
punto de que ciertas situaciones que hoy rechazas se irán convirtiendo en normales y
deseadas por ambos. Todo progresa en ese sentido. No te apures, pero no cedas cuando
tengas ganas de avanzar. La cuestión de “ir progresivamente” es vital para que tu
marido acepte grados crecientes de obediencia, pero se aplica igualmente a lo que tú
tengas ganas de hacer: verás que cada vez te volverás más exigente.
Otros aspectos
El bondage (ataduras) es un elemento importante, mejor dicho esencial, en la
dominación de tu hombre: atarle significa privarle del principal elemento de su
superioridad sobre ti: su fuerza física. El hombre sabe que puede poner término a
cualquier situación de dominación. De manera que atarle es la única forma de ponerle
en una situación de verdadera dependencia psicológica. Así que debes usar
frecuentemente las ataduras. Tienes que aprender a atarle correctamente de forma que
no pueda liberarse por sí solo. El aprendizaje llegará con la práctica; al principio,
tendrás que cuidar los detalles, y después saldrá con facilidad.
Algunos consejos:
· Átale con algo cómodo. En principio, a la cama o a algo que le impida moverse.
· Es imperativo que no pueda deshacer lo que hiciste: presta más atención al atar sus
manos.
· Una variante sencilla es usar esposas. Recomiendo las de cuero, pero si no las
consigues (mándaselo a él), las de metal son la siguiente posibilidad.
· Para ver posiciones interesantes en las que atar a tu marido te recomiendo que recorras
Internet (o mejor aun, que le encargues a él que lo haga y descargue las fotos
adecuadas).
Mordazas
La idea de la mordaza es impedirle hablar e introducir otro elemento de restricción en su
libertad que, como los demás, tú controlarás. Las mejores se compran en los sex-shops y
consisten en una pelotita de goma con una cinta que permite atarla atrás de la nuca. Muy
útiles y eróticas. También puedes hacerla tú misma. Es útil añadirle un candadito para
evitar que se la quite. Otra manera de amordazarlo es con tus bragas (que te quitarás en
ese momento): méteselas en la boca, y fíjalas con cinta plástica, o mejor aun con una
media usada bien atada detrás de su nuca. Otra mordaza particularmente erótica es un
anillo de plástico de tamaño adecuado, que se coloca en la boca detrás de los dientes y
se fija a la nuca con cintas o cuerda. Tu marido no podrá cerrar la boca, pero sí podrá
usar la lengua sobre tu cuerpo.
De todas formas, nunca le dejes solo cuando este amordazado, por el riesgo de asfixia,
especialmente si le llenaste la boca con tu ropa. Se trata de utilizarla un corto periodo de
tiempo y hacerle sentir tu control. Este riesgo prácticamente no existe con la mordaza de
pelota o el anillo plásticos.
El arnés-consolador (strap-on)
Comienza con un dispositivo anal pequeño (anal-plug). Sácale a cenar con el plug
puesto. Mantenlo períodos de una o dos horas. Después, puedes pasar a sesiones de sexo
anal con tu marido. Aún si tenéis una aversión total hacia la homosexualidad, los
hombres no consideran homosexual este tipo de sexo cuando lo efectúa una mujer.
Compra el arnés-consolador en un sex-shop (o manda a tu marido a comprarlo). No te
dejes tentar por los dobles, los que tienen un consolador para ti: son poco prácticos y
difíciles de usar. Busca lo mas simple, que siempre funciona. Si tienes dificultades para
conseguirlo, comienza aplicando manualmente un consolador a tu marido (empieza con
tamaños regulares). Incluso puedes indicarle que se lo ponga el mismo, y tú te encargas
de moverlo después. O puedes fijárselo con una cinta o cinturón, y hacer que te atienda
con el consolador puesto. Por otra parte, para atenderte de esa forma, hay cinturones de
castidad con dispositivo anal incluido.
El cinturón de castidad
Hay muchísimos tipos de cinturones. Después de buscar en diversos sitios de
fabricantes, y en www.altarboy.com (un lugar de referencia para este tema en lo
referente a testimonios, consejos y para la búsqueda de cinturones), te recomiendo que
elijas entre Acces Denied (USA), Neosteel (Alemania) y Tollboy (Gran Bretaña). Yo
elegí Neosteel y, como con los testimonios que recogí, estoy muy satisfecha, es muy
efectivo y estético.
Tienes que tener en cuenta que son bastante caros y, al ser de metal, un inconveniente
en los aeropuertos si tu marido viaja. En ese caso, recomiendo el condón de cuero para
esos viajes, asegurándote de que no pueda abrirlo de ninguna manera, o el CB 2000, que
siendo de plástico no presenta problemas en ese aspecto, aunque es más incomodo.
Constituyen también variantes provisionales para los viajes.
Sobre la duración de su uso, si bien todos los fabricantes sostienen que puede ser
utilizado de forma permanente, no es así. Es preferible quitárselo todas las noches, o
cada 3 o 4 días. De esa manera, se maneja mejor la higiene y se previenen irritaciones y
sensibilidades.
La cuestión de la seguridad tiene dos vertientes: la primera, impedir que tu marido
pueda mantener una relación sexual, masturbarse o incluso tocarse. En este sentido, la
seguridad del cinturón es verdaderamente absoluta. La segunda, la seguridad de él: si
vas a ausentarte durante más de un día, debes organizarte de tal manera que pueda tener
acceso a la llave por razones medicas o de otro tipo. Por supuesto, si tienes una gran
amiga, en quien hayas confiado todo esto, puedes dejársela. Pero, como imagino que
esto es secreto, queda la solución del sobre con tu firma. Deja la llave en un sobre
firmado. Si tu marido tiene que abrir el cinturón, podrá hacerlo, y después, y por la
cuenta que le tiene, que la justificación sea satisfactoria.
DominacionFemenina.net:
Publicamos este trabajo porque consideramos que bastantes de sus aportaciones o
puntos de vista tienen interés para los lectores de esta revista. Sin embargo, hemos
tenido nuestras dudas antes de hacerlo. Trataremos de explicar nuestras discrepancias
fundamentales con este texto, que resumiremos en tres:
Y eso nos lleva a la tercera de nuestras discrepancias: esta especie de manual se dirige a
un sector de la población francamente minoritario: el de las parejas en las que para que
la mujer asuma un papel dominante tiene que combatir las reticencias de su compañero
a someterse. Es cierto que se dan situaciones de este tipo, pero son las menos. En
realidad, son muy pocas; lo habitual es lo contrario: la gran cantidad de hombres que
anhelan someterse a una mujer dominante, y las enormes dificultades que encuentran
para hacer realidad ese anhelo, aunque en la mayoría de los casos deba imputárseles a
ellos mismos la responsabilidad de su fracaso, su incapacidad para dejar de considerarse
el centro de la relación y volcarse de verdad en la mujer a la que quieren entregarse, en
sus deseos y necesidades.
En cualquier caso, y pese a estas discrepancias de fondo, seguro que muchos de nuestros
lectores encontrarán cosas en este texto por las que les haya merecido la pena la lectura.