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verificarse en los documentos, es más problemática bajo

un doble punto de vista que el positivismo de la física.


Es más problemática, porque tiene que abandonarse al II
destino de los documentos, es decir, a las manifestaciones
JESÚS, EL CRISTO.
casuales, mientras que la física tiene ante los ojos la exte-
FORMA FUNDAMENTAL DE LA PROFESIÓN
rioridad necesaria de las realidades materiales. Es más
problemática también porque la manifestación de lo hu- DE FE CRISTOLÓGICA
mano en los documentos es menor que la automanifesta-
ción de la naturaleza. En ellos se refleja insuficientemente
la profundidad de lo humano que a menudo ocultan. El dilema de la teología moderna:
Su exégesis pone más en juego al hombre y a su manera ¿Jesús o Cristo?
personal de pensar que la explicación de los fenómenos
físicos. Según eso, alguien podría decir que si la historia Según esto, ¿puede extrañarnos que la teología, de una
imita los métodos de las ciencias de la naturaleza, aumen- forma o de otra, intente esquivar el dilema de la simul-
ta incalculablemente la certeza de sus afirmaciones, pero taneidad de la fe y de la historia, cuando entre ellas se
también es cierto que esto supondría una terrible pérdida levanta el muro de lo histórico (historisch)? Se quiere
de verdad, mayor que en el caso de la física. Como en la probar la cristología en el plano de lo histórico (kisto-
física el ser retrocede detrás de lo aparente, así aquí sólo risch), se quiere iluminarla, a pesar de todo, con el mé-
aparecería como histórico lo «auténtico» (historisch), es todo de lo «verídico» y demostrable2 o bien se intenta
decir, lo que se averigua por los métodos históricos. Mu- resuelta e indeliberadamente reducirla a lo comprobable3.
chas veces olvidamos que la plena verdad de la historia Lo primero no puede lograrse, ya que, como hemos visto,
se sustrae a la posibilidad de comprobación de los textos lo «histórico» (historisch) afirma en el pleno sentido de
no menos que la verdad del ser se oculta a la posibilidad la palabra una forma de pensar que supone una limitación
de experimentación. En el más riguroso sentido de las al fenómeno (lo comprobable) y, por tanto, no puede dar
palabras, diríamos que la historia (Historie) no sólo des- lugar a la fe de la misma manera que la física no pudo
cubre la historia (Geschichte), sino que también la ocul- llegar al conocimiento de Dios. Pero, por otra parte, no
ta. Es, pues, evidente que la historia (Historie) puede podemos contentarnos con lo segundo, ya que de esa for-
considerar a Jesús hombre, pero difícilmente puede ver en ma no se puede comprender el todo de lo que entonces
él su ser-Cristo que, en cuanto verdad de la historia (Ge- sucedió; además, lo que se afirma es en realidad expresión
schichte) escapa a la posibilidad de comprobación de lo de una concepción particular del mundo, y no el resultado
puramente auténtico.
2
Así los discípulos de W. Pannenberg; cf. W. PANNENBERG, Grundsiige
drr Christologie. Gütersloh 21966, especialmente la definición de la página 23:
«La tarea de la cristología es fundamentar el verdadero conocimiento del
ni «niñeado de Jesús, partiendo de su historia...»
3
Así en la teología liberal antigua; cf. A. V. HARNACK, Das Wesen
dfs Christcntums. Stuttgart 1950. Nueva edición preparada por R. Bultmann.

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puro de la investigación histórica4. Por eso, abandona- «desde el Cristo a Jesús», en su libro La esencia del cris-
dos tales esfuerzos, se busca salida por otro camino: hay tianismo, donde nos ofrece una forma de lo cristiano satu-
que olvidar el dilema de lo histórico y considerarlo como imla de presunción y optimismo intelectuales; sobre tal
algo superfluo. Esto ya lo hizo muy artísticamente Hegel. forma el liberalismo purificó el credo original. Una frase
Bultmann y Hegel, a pesar de que su obra es distinta, conductora de esta obra reza así:
caminan juntos por el mismo sendero. No es lo mismo
referirse a la idea o al kerygma, pero la diferencia no es El evangelio, tal como lo predicó Cristo, no habla del
tan grande como parecen suponer los representantes de la Hijo, sino sólo del Padre6.
teología kerygma tica5.
El dilema de las dos soluciones — por una parte, tras- ¡Qué sencillo y consolador es todo esto! La profesión
poner la cristología a la historia o reducirla a ésta, o, de fe en el Hijo ha dado lugar a la separación de los
por la otra, abandonar la historia y considerarla como cristianos, no-cristianos y cristianos de diversas tenden-
supérflua para la fe— se manifiesta claramente en la al- cias; lo que sabemos sobre el Padre puede unirlos. El Hijo
ternativa en que se encuentra la teología moderna: ¿Jesús pertenece a muy pocos, el Padre a todos y todos a él; la fe
o Cristo? La teología moderna comienza por desvincularse ha separado, el amor puede unir. Cristo predicó a todos
de Cristo para comenzar con Jesús como cosa compren- los hombres el Padre común y los hizo así hermanos.
sible históricamente; después, como punto culminante del El hecho de que nosotros hayamos convertido a ese Cristo
movimiento, por ejemplo en Bultmann, emprende la mar- en el Cristo predicado que exige la fe, y que lo hayamos
cha en sentido contrario: desde Jesús a Cristo. En el mo- hecho dogma, es, según Harnack, lo que ha motivado la
mento actual ya empieza a cambiarse de nuevo el sentido ruptura definitiva: Jesús predicó un mensaje adoctrinal, el
de la marcha: desde Cristo a Jesús. del amor; ahí está la gran revolución con la que rompió
Vamos a considerar más de cerca el zigzag de la nueva el escudo de la ortodoxia farisea; en vez de la ortodoxia
teología ya que eso nos acercará al problema. A princi- intransigente puso la sencilla confianza en el Padre, la fra-
pios de siglo, Harnack desarrolló la primera tendencia, ternidad de los hombres y la vocación al amor. En lugar
(le todo esto nosotros hemos colocado la doctrina del Dios-
4
Esto lo ha puesto de relieve A. SCHWEITZER, Geschichte der Leben-
hombre, del «Hijo», y así en lugar de la condescendencia
Jesu-Forschurig. Tübingen 1906. Baste citar un texto clásico de esa obra: y de la fraternidad que es la salvación, hemos inventado
«No hay cosa más negativa que las conclusiones de la investigación de la
vida de Jesús. Nunca existió el Jesús de Nazaret que se presentó como una doctrina salvífica que sólo es perdición y que ha des-
mesías, predicó la moral del reino de Dios, fundó el reino de los cielos encadenado luchas y divisiones sin número. De nuevo
en la tierra y murió para consagrar su obra. Este Jesús sólo es una figura
ideada por el racionalismo, vivificada por el liberalismo y revestida por la resuena el lema: abandonemos el Cristo predicado, objeto
teología moderna con la ciencia histórica. Nada exterior ha contribuido de la división de la fe; volvamos al Cristo que predica y
a la destrucción de tal imagen. Ha caído por sí misma cuando la deshicieron
los problemas históricos...» Cf. W. G. KÜMEL, Das Nene Testament.
Geschichte der Erforschung seiner Probleme. Freiburg-München 1958, 305.
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Lo ponen de manifiesto R. BULTMANN en su gran obra sobre el pro- Nueva edición de 1950, 86. En la nota 183 de la edición de 1908
blema de Jesús: Das Verháltnis der urchristlichen Christusbotschaft zum Jlarnack aludía a la frase: «en ella no tengo nada que cambiar» y decía que
historischen Jesús. Heidelberg 1960, y los trabajos de su discípulo H. Braun, era válida para el evangelio «tal y como lo había predicado Jesús», no «orna
que sigue muy de cerca a su maestro. lo habían difundido Pablo y los evangelistas».

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llama al amor, símbolo de unión entre hermanos, bajo un humanidad ha de ser algo así como el representante de
mismo Padre. ríe Dios que ya no podemos encontrar. Pero ¡qué acrítica
Hemos de admitir que estas expresiones, incisivas y Ci la posición de quienes antes se mostraban tan críticos!
llenas de fuerza, no han de pasarse por alto a la ligera. Querían abrir el camino a una teología sin Dios solamente
Sin embargo, mientras Harnack predicaba su mensaje op- jMira no aparecer como retrógrados a los ojos de sus com-
timista, se presentaron a su puerta los que habían de lle- pifíeros progresistas. Quizá debamos retrotraer el proble-
var su obra al sepulcro. En aquel mismo momento se mi y ver si el hecho de querer hacer una teología — dis-
pensó que el Jesús del que hablaba Harnack, era un sueño curso sobre Dios — sin Dios, no muestra ya una concien-
romántico, un espejismo del historiador, reflejo de un xuda falta de crítica. No vamos a discutir; por lo que a
sueño romántico de su sed y anhelo que desaparecen a nuestro problema se refiere, afirmamos que no podemos
medida que se prosigue el camino. anular los últimos cuarenta años y que el camino de
Bultmann emprendió otro camino: lo importante, dice regreso a un puro Jesús histórico está cerrado irremisible-
él, es el hecho de que Jesús existiese; por lo demás, la fe mente. El intento de construir un puro Jesús histórico
no dice relación a esas hipótesis inciertas que no nos pro- del que el hombre podría vivir, partiendo de los alambi-
porcionan seguridad histórica, sino solamente al aconte- ques del historiador y pasando por alto el cristianismo
cimiento de la palabra de predicación por el que la cerrada histórico, es absurdo. La historia pura no crea actualidad,
existencia humana se abre a su luz. ¿Podemos soportar sino que afirma el haber-pasado. A fin de cuentas, pues,
ese hecho vacío de contenido mejor que uno lleno? ¿Qué el romanticismo sobre Jesús es tan carente de perspectiva
hemos ganado con desechar como carente de significado el como el camino al puro acontecimiento-palabra.
problema de quién, qué y cómo era Jesús, y no con hacer Sin embargo, no son inútiles los titubeos del espíritu
que el hombre esté vinculado al puro acontecimiento-pala- moderno entre Jesús y Cristo, cuyas etapas principales,
bra? Este último tiene lugar cuando se predica; pero su en nuestro siglo, hemos esbozado más arriba. A mi modo
legitimación y su contenido de realidad siguen siendo, por de ver son una orientación en el camino. No puede darse
este camino, problemáticos. uno (Jesús) sin el otro (Cristo); siempre hemos de referir
Se comprende, pues, por qué crece el número de quie- el uno al otro, porque en realidad Jesús no existe sino
nes abandonan el puro kerygma y el Jesús histórico exte- como Cristo y Cristo no existe sino en Jesús. Hemos de
nuado por el fantasma del puro hecho para buscar lo más dar un paso adelante y antes de hacer reconstrucciones
humano del hombre que, después de la «muerte de Dios», que sólo serían eso, reconstrucciones, es decir, productos
se presenta como la última chispa de lo divino en un artísticos suplementarios, debemos intentar comprender lo
mundo secularizado. La «teología de la muerte de Dios» que nos dice la fe, que no es reconstrucción sino actuali-
nos dice que a Dios ya no le tenemos, pero que nos ha dad, que no es teoría sino una realidad del existir vital.
quedado Jesús como señal de confianza que nos anima a Quizá debamos fiarnos más de la actualidad de la fe que
continuar el camino7. En un mundo vacío de Dios la
7
DK POL, El fin del cristianismo convencional. H. FIOLET - H. VAN DER LINDE,
Cf. sobre esto el resumen de G. HASENHÜTTL, Die Wandlung des I''i* del cristianismo convencional. Nuevas perspectivas. Sigúeme, Salamanca
GottesbUdes en Theologie im Wandel. München 1967, 228-253; W. H. YAK

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durante siglos quiso comprender quién y qué era propia- título y del título con el nombre se refleja algo muy dis-
mente Jesús, que de la reconstrucción que busca su ca- tinto de esos innumerables olvidos de la historia. Ahí
mino independientemente de la realidad. Al menos debe- aparece el núcleo de la comprensión de la figura de Jesús
mos intentar tomar nota del auténtico contenido de la fe. de Nazaret, realizada por la fe. En sentido propio afirma
la fe que en ese Jesús ya no es posible distinguir entre
oficio y persona; la distinción sería simplemente contra-
La imagen de Cristo dictoria. La persona es el oficio, el oficio es la persona.
de la profesión de fe Ya no pueden separarse; no hay posibilidad de que pon-
gan condiciones lo privado o el yo que puede esconderse
La expresión más representativa de la fe, el símbolo, detrás de sus propias acciones y que alguna vez puede «no
profesa su fe en Jesús con estas sencillas palabras: «Creo estar de servicio». Aquí no existe el yo separado de la
en Cristo Jesús». Nos extraña mucho que al nombre Jesús obra; el yo es la obra, y la obra, el yo.
le preceda la palabra Cristo, que no es un nombre, sirco Según la autocomprensión de la fe que se expresa en
un título («Mesías»), siguiendo así la forma preferida por el símbolo, Jesús no ha dado una doctrina que pudiera
Pablo. Esto quiere decir que la comunidad cristiana de desvincularse de su yo, de la misma manera que alguien
Roma que formuló nuestra profesión de fe, era consciente puede reunir las ideas de un gran pensador y estudiarlas
del contenido de la palabra Cristo y de su significado. sin entrar en la persona del autor. El símbolo no nos da
La transformación en nombre propio, tal como lo conoce- una doctrina de Jesús; a nadie se le ha ocurrido la idea de
mos nosotros hoy día, se llevó a cabo muy pronto. La pa- hacerlo, cosa que a nosotros nos parece evidente, porque
labra «Cristo» designa aquí lo que es Jesús. La unión de la la comprensión fundamental operante procede por otro
palabra Cristo con el nombre de Jesús es ciertamente la últi-
camino completamente distinto. Así pues, según la auto-
ma etapa de los cambios de significado de la palabra Cristo.
comprensión de la fe, Jesús no ha realizado una obra
Ferdinand Kattenbusch, gran estudioso del símbolo
distinta y separable de su yo. Comprender a Jesús como
apostólico, ilustró con acierto este hecho mediante un
Cristo significa más bien estar convencido de que él mis-
ejemplo tomado de su tiempo (1897). Lo compara con la
mo se ha dado en su palabra; no existe aquí un yo que
expresión «el emperador Guillermo». Tan vinculados es-
pronuncia palabra (como en el caso de los hombres), sino
tán «emperador» y «Guillermo» que aquél se ha conver-
que se ha identificado de tal manera con su palabra que yo
tido en parte del nombre; sin embargo, todos saben que
y palabra no pueden distinguirse: él es palabra. Asimismo
esa palabra no es un nombre, sino que indica una fun-
para la fe su obra no es sino el yo que, al fundirse con
ción 8. Algo así sucede con «Jesucristo». Este nombre se
ha formado así: Cristo es un título que se ha convertido la obra, no pone condiciones; él se hace y se da; su obra
en un trozo del nombre singular con el que designamos a es el don de sí mismo.
un individuo de Nazaret. En la unión del nombre con el Karl Barth expresa así esta afirmación de la fe:

8
Jesús es esencialmente portador de su oficio. No es hom-
KATTENBUSCH II, 491; cf. 541-562. bre y después portador de su oficio... En Jesús no existe una

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