Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I Filosofía
Antropología Filosófica
LA CONCIENCIA
San Agustín de Hipona fue uno de los primeros filósofos en tener como objeto de
estudio la interioridad de sí mismo. En sus reflexiones no habló de la conciencia
en sentido estricto refiriéndose a este concepto como tal, sino que se centró en la
necesidad que debe tener el hombre del interiorismo en sí mismo para encontrar
la verdad, pero principalmente para encontrarse con Dios. “¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que estabas dentro y
yo fuera, y fuera te buscaba yo”2. Agustín fue fuertemente influenciado por Plotino.
Este “predica la necesidad de retirarnos al interior de nosotros mismos,
apartándonos de la cosas exteriores para hallar en nuestra alma la verdad” 3. Su
reflexión sobre el interior de sí mismo se vio motivada principalmente por la
inquietud religiosa, donde tenía su corazón inquieto por encontrar a Dios y saciar
1
BURGOS, Juan. Antropología: Una guía para el existencia. España: Palabra. 2013. p. 200.
2
SAN AGUSTIN. Las confesiones. Libro I, capítulo 1.
3
REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico. Antigüedad y
Edad Media. España: Herder. 1988. p. 382.
Yeiron Alzate Quintero
I Filosofía
Antropología Filosófica
así su sed. De igual manera, San Agustín es el precursor del planteamiento que
posteriormente desarrollará Descartes sobre conciencia de la existencia de sí.
“Porque si me engaño ya soy; pues el que realmente no es, tampoco puede
engañarse, y, por consiguiente, ya soy si me engaño” 4. El santo de Hipona plantea
que es capaz de ser consciente de su existencia en virtud del error en que puede
llegar a caer, es decir por medio de su capacidad racional.
Siglos después, René Descartes planteó la certeza fundamental cogito ergo sum
“Observando que esta verdad: «yo pienso, luego soy» es tan firme y segura que
las más extravagantes suposiciones que los escépticos no son capaces de
conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el principio de la
filosofía que andaba buscando” 5. Descartes adquiere la conciencia de su
existencia por medio de su capacidad racional, ya que esta le resulta como lo
único evidente y donde cabe duda de ningún tipo, siendo su razón la evidencia de
su existencia. Es el intelecto el que permite la duda, y así, dudando de todo, el
hombre es consciente de que verdaderamente existe. “Así pues, soy una cosa
verdadera, y en verdad existente; pero ¿qué cosa? Lo he dicho. Una cosa que
piensa”6. Tanto así lo considera Descartes que define al hombre una res cogitans,
es decir, una cosa que piensa. Es la razonabilidad del hombre la que le otorga a
este la conciencia sobre sí mismo. Él llega a la conciencia de la verdad por medio
de aquellas cosas que son absolutamente indudables, estas necesariamente
deben ser claras y distintas. “Las reglas del método de investigación (…) se basan
en la certeza adquirida de que nuestro «yo» o la conciencia propia como realidad
pensante se presenta con los rasgos de la claridad y la distinción” 7.
4
SAN AGUSTÍN. La ciudad de Dios. Libro XI, capítulo 26.
5
DESCARTES, Rene. Discurso del método. España: Gredos. 1981. p. 124.
6
DESCARTES, Rene. Meditaciones metafísicas. España: Gredos. 1971. p. 173.
7
REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico. Del
humanismo a Kant. España: Herder. 1988. p. 320.
Yeiron Alzate Quintero
I Filosofía
Antropología Filosófica
suprema hacia donde se dirigen las doce categorías que propone Kant, doce
modos que tiene el pensamiento para unificar lo múltiple, que en otras palabras es
la unidad de la conciencia, o autoconciencia, que posee el hombre. Esta
conciencia que tiene el hombre está siempre en proyección hacia afuera de sí. A
su vez, está conciencia unificadora se distingue entre la conciencia empírica y la
conciencia trascendental. “La primera pertenece al mundo fenoménico; su unidad
solo puede ser proporcionada por las síntesis llevadas a cabo mediante las
intuiciones del espacio y el tiempo y los conceptos del entendimiento. La segunda
es la posibilidad de la unificación de toda la conciencia empírica y, por lo tanto, de
su identidad –y en último término, la posibilidad de todo conocimiento” 8. Así pues,
en la conciliación de ambas conciencias, el hombre adquiere conocimiento, es
decir conciencia de la realidad que lo rodea.
Hegel planteaba que la reflexión sobre sí mismo por parte del espíritu es el
movimiento propio de este; allí el espíritu es el objeto y, a la vez, el sujeto de la
conciencia. A la vez, en la dinámica natural que presenta el espíritu humano está
siempre presente la relación con la realidad. Para él es fundamental la relación
entre Yo y el objeto sin embargo, estos se encuentran separados completamente.
Es por ello que Hegel se da a la tarea de tratar de acortar el abismo que separa a
estas dos realidades, haciendo que se encuentren en un punto medio. En el
itinerario fenomenológico, este pensador, busca desplegar la conciencia, o
espíritu, sobre la realidad, relacionando íntimamente estos conceptos. Las tres
primeras etapas de este itinerario planteado por Hegel son la conciencia, la
autoconciencia y la razón. La conciencia se refiere a la contemplación y
reconocimiento del mundo como algo separado, distinto e independiente del
espíritu sujeto de esta acción, reconociendo un Yo aparte del mundo; la
autoconciencia es la conciencia que adquiere conciencia de sí misma en su
singularidad, es decir en las características que la hacen ser particular. Es la
conciencia que se reconoce como particular, con sus respectivas cualidades que
8
FERRATER, José. Diccionario de filosofía. Tomo I. Argentina: Sudamericana. 1971. p. 323.
Yeiron Alzate Quintero
I Filosofía
Antropología Filosófica
la hacen ser ella. En este grado se puede dar la conciencia infeliz, que es la que
presenta aquel espíritu que se encuentra completamente alienado, puesto que, su
mirada y fin último se encuentra puesto en algo completamente inalcanzable, esto
a raíz del concepto de trascendentalidad que le han hecho creer que está en su
naturaleza y su ser. Afirma el pensador que esta es la conciencia propia y que
caracteriza al cristianismo, en donde todos los creyentes están sacados de sí
mismos para ser encaminados hacia una dudosa realidad trascendental conocida
como Dios; finalmente, la razón, es simplemente la autoconciencia que abre su
panorama, asumiendo su singularidad pero pasando ahora a la universalidad de sí
mismo en su generalidad.
9
COELLO, Claudio. Husserl. La fenomenología. España: Alhambra. 1989. p. 14.
10
GAJATE, José. Historia de la filosofía. El existencialismo: Heidegger, Ponty, Sartre. Colombia: El
búho. 2003. p. 27.
Yeiron Alzate Quintero
I Filosofía
Antropología Filosófica
REFERENCIAS
Yeiron Alzate Quintero
I Filosofía
Antropología Filosófica