reciente (final de la Edad del Bronce). Obtiene su nombre de la villa de Micenas, situada en el Peloponeso, es una península de Grecia, unida al continente por el istmo de Corinto que actualmente está cortado por el canal de Corinto. Esta civilizació n fue descubierta a finales del siglo XIX por Heinrich Schliemann (arqueó logo). A esta civilizació n se la llamó Micénica, y se extendió desde el 1600 al 1200 a. C. Los micénicos representan la primera civilizació n griega y su dominio se extendió por el Mediterrá neo, gracias al vacío de poder que dejó el declive de la civilizació n cretense o minoica. Aprovechando los desastres naturales que arruinaron la isla de Creta, los aqueos la conquistaron en el siglo XV a. C., y allí adoptaron el sistema de escritura llamado Lineal B (griego micénico) así como cierto tipo de cerá mica y pintura mural.
Origen de los micénicos
Tras la traducció n de tablillas en lineal B, se ha descubierto que aquellos que se llaman impropiamente «micénicos» son en realidad griegos. Ninguna fuente escrita que provenga de un yacimiento micénico indica có mo se llamaba este pueblo a sí mismo. Segú n una lectura de la Ilíada, donde se llama aqueos a los griegos, y teniendo en cuenta la menció n de los ahhiyawa en fuentes hititas del Bronce reciente, se ha pensado en dar a los micénicos el nombre de aqueos. El aná lisis lingü ístico de los textos en lineal B relaciona la lengua micénica con los dialectos griegos de épocas posteriores, pero má s al jonio, á tico o eó lico que a los dialectos aqueos de la época clá sica. Los primeros derivarían por lo tanto del micénico, mientras que los segundos estarían emparentados, pero pertenecerían ya a un grupo distinto del de los micénicos del Bronce reciente. Forma de Estado La forma del estado parece ser un reino, a la cabeza se encontraba el rey wa-na-ka (wanax), que se apoyaba en una aristocracia belicosa (basileis) que formaba el grupo privilegiado del cuerpo social, cuyo papel es sin duda militar, jurídico y religioso. Wa-na-ka está secundado por el ra-wa-ke-ta (lawagetas), sin duda el jefe del ejército. Ambos poseen un dominio territorial propio, él te-me-no (témenos), otros dignatarios son los te-re-ta (telestai), que aparecen en los textos como propietarios terratenientes. Los e-qe-ta (equetai), literalmente los «seguidores», tenían esclavos a su servicio y pertenecían a un entorno social alto, pero se desconoce las funciones que desempeñ aban con exactitud. Los campesinos y los artesanos se incluían en la organizació n econó mica y centralista del palacio real, si bien en las aldeas contaban con cierta organizació n autó noma. Los reyes ejercían un poder despó tico, vivían en palacios só lidamente fortificados (frente a los palacios cretenses que no tenían murallas), como los de Micenas, Tirinto, Pilos o Atenas. Sociedad La sociedad micénica parece estar dividida en dos grupos de hombres libres: el entorno del rey, que se ocupa de la administració n del palacio y el pueblo, el da-mo (demos), que vive a nivel local y está gobernado por agentes reales; debe cumplir con trabajos comunales y pagar impuestos al palacio. En cuanto a aquellos que evolucionan en el palacio, nos encontramos con altos funcionarios acomodados, aquellos que probablemente habitan en las grandes casas que se encuentran en las proximidades de los palacios micénicos, pero también con otras personas ligadas por su trabajo al palacio, aunque no necesariamente má s adinerados que los miembros del da-mo: artesanos, agricultores, quizá s mercaderes. En lo má s bajo de la escala social se encuentran los esclavos, do-e-ro (masculino) y do-e-ra (femenino). Economía La economía está controlada por los escribas que anotan las entradas y salidas de productos, reparten los trabajos y se encargan de la distribució n de las raciones. El du-ma-te parece ser un tipo de intendente que supervisa un dominio de la economía. Un grupo trabaja en la ó rbita del palacio, mientras que un segundo grupo parece que trabaja por su propia cuenta. Tenían una economía agropecuaria basada en los cereales y los ovicaprinos. Religión
El hecho religioso es bastante difícil de identificar en la civilizació n
micénica, en particular cuando se trata de yacimientos arqueoló gicos, donde resulta complicado identificar con seguridad un lugar de culto. En cuanto a los textos, solo las listas de ofrendas dan los nombres de los dioses, pero no nos enseñ an nada sobre las prá cticas religiosas. El panteó n micénico ya muestra numerosas divinidades que se encuentran má s tarde en la Grecia clá sica. Poseidó n parece ocupar un lugar privilegiado, sobre todo en los textos de Cnosos. En esta época se trata probablemente de una divinidad ctó nica, asociada a los terremotos. También se encuentran una serie de «Damas» o «Madonas» (Potnia), asociadas a los lugares de culto, como una «Dama del Laberinto» en Creta —que recuerda el mito del laberinto minoico, al igual que la presencia de un dios llamado Dédalo. También se encuentra una «Diosa Madre» llamada Diwia. Otras divinidades identificadas que se encuentran durante épocas posteriores son la pareja Zeus-Hera, Ares, Hermes, Atenea, Artemisa, Dioniso, Erinia, etc. Ningú n gran templo de época micénica ha podido ser identificado. Algunos edificios encontrados en las ciudadelas y que constan de una habitació n central de forma oblonga rodeada de pequeñ as habitaciones podrían haber servido de lugar de culto. Se puede ademá s suponer que existió un culto doméstico. Algunos santuarios han podido ser recuperados, como el de Filakopi, donde se ha encontrado una importante cantidad de estatuas que sin duda formaban parte de ofrendas, y se cree que lugares como Delfos, Dodona, Delos o Eleusis eran ya santuarios importantes. Pero esto resulta difícil de probar de forma evidente. Sistema bíblico No se conoce mucho sobre las prá cticas religiosas de la época, pero es probable que los Micénicos practicaran sacrificios rituales de animales y celebraran banquetes comunales. Las imá genes de hachas de doble filo en su arte sugieren vínculos con la cultura Minoica cretense. Construcciones Los primeros señ ores micénicos debieron vivir en tiendas o estructuras de madera, las ciudades halladas en piedra fueron construcciones má s tardías y no se fortificaron hasta finales del siglo XIII a.C., en unos momentos de violentos conflictos y grandes destrucciones generalizadas. Só lo en la Argó lida hubo cerca de 10 recintos de piedra, 7 en Á tica y 10 en Beocia. Segú n la arqueología para esta época fueron atacadas algunas de las grandes fortalezas. En el siglo XII a.C. se produjo la destrucció n de Micenas. Pilos y Tirinto fueron destruidas por el fuego y muchos centros menores quedaron abandonados. En el caso de Pilos, que sería arrasado y destruido por el fuego, cabe señ alar que el archivo de este pequeñ o palacio provinciano se salvó por puro capricho del destino, el fuego coció las tablillas de arcilla perpetuando así su conservació n, ¡no hay mal que por bien no venga!, así se ha podido conocer datos muy interesantes de la situació n que se vivía en Pilos por aquella época, que no sería muy distinta a la de otros enclaves micénicos. Segú n las tablillas el panorama refiere intensas operaciones bélicas con incremento de la producció n de armas, afá n recaudatorio, situació n de tropas, aprovisionamiento de agua, todo apunta a que se prepararon para un inminente asedio. Arquitectura micénica Son característicos de la arquitectura micénica la edificació n de ciudadelas fortificadas y el Megaró n. A diferencia de las ciudades minoicas que eran asentamientos completamente abiertos, con puertos cercanos para que sus barcos mercantes entraran y salieran constantemente; las ciudades micénicas eran recintos fortificados, ubicadas en una posició n estratégica de fá cil defensa. Los restos de Micenas, Tirinto y Pilos nos muestran la arquitectura militar propia de las ciudades micénicas, construidas en lo alto de las colinas y rodeadas de murallas de piedras puestas una sobre otras sin necesidad de argamasa. La ciudad de Micenas: Ubicada en la Argó lida, centro de riqueza y poder de los aqueos y famosa por alojar a los guerreros má s poderosos de la zona del mar Egeo.
Esquema de la ciudad de Micenas, rodeada por la muralla ciclópea, la entrada se hacía a
través de la puerta de los leones. A la derecha se observa el círculo de tumbas y atrás el Palacio de Agamenón
Micenas, la principal ciudad de los aqueos, estaba situada a 90 Km de
Atenas y segú n la mitología fue creada por Perseo, hijo de Zeus y Danae, quién con la ayuda de los Cíclopes, la protegieron con una muralla de enormes piedras irregulares (motivo por el cual se denomina muralla cicló pea) . Muralla ciclópea de Micenas.
La formidable muralla cicló pea de Micenas, de 13 metros de alto por 7
metros de espesor, rodea una superficie de aproximadamente 25.000 metros cuadrados. Los micénicos inauguraron una nueva técnica de construcció n, utilizaron enormes piedras poligonales, de varias toneladas de peso y sin argamasa, las cuales desplazaban utilizando rodillos y cuadrillas de braceros. Esta ciudadela fortificada, situada en lo alto de una colina estaba reservada para el rey, su familia, los nobles y su guardia personal. Los aldeanos habitaban fuera del recinto amurallado, pero en caso de ataque se resguardaban dentro de los muros. La entrada a la ciudad se hacía a través de la famosa “Puerta de los Leones”, que debe su nombre a los dos animales esculpidos en el tímpano triangular. Los leones descasan sobre un dintel de 20 toneladas y fueron tallados en un solo bloque de piedra caliza. El vano de 3 metros por 3 metros estaba protegido por una puerta de madera recubierta con un blindaje de bronce. Los leones desgraciadamente carecen de cabeza, deshecha posiblemente a martillazos por los conquistadores dó ricos con la finalidad de acabar, de esta forma con el símbolo del poder micénico. El “Palacio de Agamenón”
En el centro de la ciudadela se hayan las ruinas del palacio muy mal
conservadas. El palacio estaba rodeado de un gran patio y la habitació n principal era el Megaró n, en la cual los soberanos recibían a sus invitados, se realizaban rituales, se oían a los aedos o poetas y se celebraban consejos de guerra. Los aqueos igualmente realizaron una importante arquitectura funeraria, en efecto, los gobernantes, en busca de su inmortalizació n, dejan constancia de su rango social y de su poder en sus enterramientos, se disponen de espacios especiales para las tumbas y se adornan los cadáveres con má scaras, joyas y armas. En el interior de la ciudad rodeado por una muralla de losas verticales se encuentra el “Circulo de tumbas” un cementerio circular en el que se disponen varias tumbas del siglo XVI a.c. donde se guardaban los tesoros y restos de los soberanos.
Igualmente, se encontraron otro tipo de tumbas llamadas “Tholos” o de
colmena Las má s conocidas son el “Tesoro de Atreo”, y la tumba de Clitemnestra. “…El rasgo propio que quizá defina más a los micénicos y domine en todo su territorio es la gran tumba llamada de tholos (o de colmena)… la más famosa es la denominada Tumba de Atreo en Micenas: una gran cámara mortuoria construida por completo con grandes bloques de piedra, de dimensiones enormes y que no tiene precedentes arquitectónicos ni dentro ni fuera de Grecia…” (Blog Terrae Antiquae Imágenes) . La tumba de Agamenón o Tesoro de Atreo: es una edificació n circular a la cual se entra a través de un largo corredor (dromos) de 36 metros de largo por 6 de ancho y cuyas sus paredes laterales alcanzan los 14 metros. La puerta, flanqueada por dos columnas de má rmol, está formada por un dintel sobre el cual descansa un triá ngulo vacío que posiblemente contenía algú n relieve como la puerta de los leones. Al final del corredor se encuentra un recinto circular o cá mara de enterramiento con una bó veda de 14,5 metros de diá metro. Esta sala có nica está construida como una gigantesca colmena, determinada por hileras concéntricas en saledizo una sobre las otras.
El Tesoro de Atreo, entrada.
El tesoro de Atreo. Interior
En esta tumba se encontraron gran cantidad de joyas, armas y la famosa
má scara funeraria que Schliemann erró neamente atribuyó al rey Agamenó n. La riqueza de los hallazgos confirma el epíteto que Homero aplica siglos después a la ciudad “Micenas, la rica en oro”. La estabilidad de la cá mara se lograba por la tierra acumulada en el exterior de la bó veda. Los constructores iban disponiendo terraplenes a medida que se levantaba, de tal manera que la misma quedaba enterrada y sometida a una presió n homogénea en toda su superficie exterior que le daba cohesió n y resistencia. Tras el entierro, se rellenaba el dromos y la sepultura real desaparecía a los ojos de los hombres. El tholos quedaba completamente cubierto de tierra por lo que desde el exterior só lo se observaba un montículo con vegetació n. La importancia del tholos micénico es que es la arquitectura aboveda sin soporte intermedio má s antigua del mundo y no es sino trece siglos después, cuando los romanos reinventan nuevamente las grandes cú pulas abovedadas.
El tesoro de Atreo, esquema de un tholos.
Aparte de Micenas, los aqueos construyeron otros asentamientos, que
demuestran igualmente la maestría tecnoló gica de esos constructores como las ciudadelas de Pilos y Tirinto. Palacio de Pilos: Segú n Homero, el palacio de Pilos era el hogar del rey Néstor, está situado en una suave colina, cerca del mar. Gracias a su mejor conservació n, podemos interpretar má s fá cilmente sus espacios. Se accedía al palacio, antecedente del templo griego, mediante un pó rtico abierto que daba a un patio interior, de allí se pasaba a una especie de vestíbulo o pronaos que comunicaba a través de un pó rtico con dos columnas al saló n de recepció n o “megaró n” en el cual se encontraba el trono del rey y se llevaban a cabo los banquetes rituales, se celebraban consejos de guerra y se escuchaban a los aedos cantar las historias de sus héroes y dioses. El megaró n de Pilos mide 10 metros por 12 metros, cuatro columnas sostienen el techo, su suelo esta estucado y las paredes estaban recubiertas con frescos. Alrededor de este complejo central existen habitaciones privadas, un cuarto de bañ o con bañ era y bodegas a las cuales se accede a través de pasillos. Bañera policromada de Néstor
Tirinto: La ciudadela Tirinto servía de Puerto a Micenas e igualmente
estaba protegida por una muralla de piedra llamada cicló pea. El saló n del trono o Megaró n se encontraba en el centro del palacio y se llegaba a través de tres patios y ocho puertas. En algunos lugares la muralla era tan gruesa que albergaba en su interior un pasillo, tal como se observa en la foto.