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Pedagogía y Didáctica de la Religión en la escuela primaria

Curso académico 2019-2020

Tema 4. El currículo de Religión en Educación Primaria


Introducción
1. La enseñanza religiosa en la LOMCE
2. Un cambio de currículo
2.1. Estructura curricular
2.1.1 La Introducción
2.1.2 Justificación de la estructura del currículo en la Introducción
2.2. El currículo de Religión y su relación con las competencias
2.3. Los contenidos procedimentales en el currículo de Religión
2.4. Estrategias de metodología didáctica en la enseñanza de la religión católica
3. Desarrollo del currículo
3.1. Criterios didácticos de organización del currículo de religión
3.2. Criterios teológicos de organización del currículo de religión
Bibliografía

Introducción
La aparición de este documento ha venido acompañada de la publicación de los currículos
de las otras materias religiosas que se imparten en el contexto escolar, religión Islámica y
Evangélica y ha traído consigo un buen revuelo mediático como suele ser costumbre,
siempre que se habla de religión católica.
A lo largo de las siguientes páginas vienen descritos los rasgos fundamentales del currículo,
así como las intenciones con las que ha sido elaborado, con una clara intención de servir
de ayuda a todos los profesores que están ejerciendo su tarea docente en el aula
enseñando esta asignatura. Se presentan sistemáticamente los contenidos, criterios de
evaluación y estándares de aprendizaje en un recorrido vertical de primero a sexto poniendo
empeño en destacar el deseo salvífico de Dios para con todos los hombres de todos los
tiempos y de todas las épocas.

1. La enseñanza religiosa en la LOMCE


La Ley Orgánica de la Educación 8/2013, de 9 de diciembre, tras dos revisiones de
anteproyectos, vio la luz definitivamente en el BOE del 10 de diciembre. Una ley polémica,
que introduce la asignatura de Religión para reconocer el derecho de los padres a
elegir el tipo de educación que prefieren para sus hijos.
El Real Decreto de currículo básico para Educación Primaria, 126/2014, de 28 de febrero,
concreta la legislación de las enseñanzas de religión en una nueva disposición adicional
segunda que se expresa en los siguientes términos:
“Las enseñanzas de religión se incluirán en la Educación Primaria de acuerdo con lo
establecido en este Real Decreto. Las Administraciones educativas garantizarán que,
al inicio del curso, los padres, madres o tutores legales y en su caso el alumnado,
puedan manifestar su voluntad de que éstos reciban o no reciban enseñanzas de
religión. La determinación del currículo de la enseñanza de Religión Católica y de las
diferentes confesiones religiosas con las que el Estado español ha suscrito Acuerdos
de Cooperación en materia educativa será competencia, respectivamente, de la
jerarquía eclesiástica y de las correspondientes autoridades religiosas. La evaluación
de la enseñanza de la religión se realizará de acuerdo con lo indicado en el artículo
12 de este Real Decreto”.
La LOMCE otorga a la asignatura de Religión el carácter evaluable, no reconocido
anteriormente cuando se trataba de evaluación de carácter público capaz de entrar en
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concurso, dada la coletilla que acompañaba a la ley: “esta evaluación se realizará en los
mismos términos y con los mismos efectos que el resto de las áreas aunque su nota no se
tendrá en cuenta cuando los expedientes entren en concurrencia”.
Esta aparente ventaja, no le es tanto si se tiene en cuenta que la asignatura de Religión en
ningún caso está sometida a los criterios de evaluación externa, lo que, en definitiva, la
recluye de nuevo en una evaluación ad intra.

2. Un cambio de currículo
Este currículo es el fruto de un laborioso trabajo con el que la Iglesia ha intentado describir,
a través de un documento educativo y siguiendo los parámetros estructurales de la reforma
educativa, las claves que permiten trabajar el mensaje cristiano en el ámbito escolar de la
escuela del siglo XXI. Se trata de un currículo renovador respecto a la organización de los
contenidos, que rompe con un modelo curricular que se había venido manteniendo para las
aulas desde la LOGSE en 1990.
Elaborar un currículo de religión es una tarea lenta y compleja, pues se trata de enmarcar
bajo las concreciones de una normativa escolar, ciertamente rígida, aspectos de un
mensaje que le sobrepasa, pero que son necesarios para que el Evangelio tenga cabida en
el ámbito escolar con pleno derecho.
2.1. Estructura curricular
Un documento pedagógico es un tipo de fuente escrita que se ajusta con todo el rigor científico
a un contenido que tiene vigencia en un territorio concreto. En el caso de este currículo de
Religión el dominio del documento es todo el territorio nacional, sin que exista ninguna
posibilidad de que las administraciones autonómicas incidan en él.
Para poder llevar a cabo su estudio y, dado que se trata de un documento pedagógico, es
aconsejable que nos aproximemos, en primer lugar, a su organización interna, pues será a
partir de ella como comprenderemos las claves de su desarrollo y las intenciones educativas
que se encuentran implícitas.
En el currículo se incorporan los nuevos elementos curriculares que presenta la Ley:
contenidos, criterios de evaluación y estándares de aprendizaje; se da prioridad, como en
toda la organización curricular, a una clasificación y secuenciación de contenidos, que busca
presentar el mensaje cristiano desde el encuentro entre Dios y el hombre.
2.1.1 La Introducción
La introducción del documento pretende sentar las bases sobre las que se apoya el desarrollo
del currículo. Partiendo de una justificación de la asignatura que garantiza su presencia en el
aula pretende evidenciar el sentido que tiene esta materia en un ámbito académico. Define,
además, de manera razonada, la estructura curricular dando las ideas vertebradoras de los
bloques de contenido y, por último, pretende explicar las claves didácticas y metodológicas
para el trabajo de aula.
El currículo1 de Religión, como documento público, quiere dejar claros los fundamentos que
sustentan la presencia y legitimidad de la asignatura en la escuela, evitando así las constantes
críticas que sitúan la clase de Religión como un favor o un privilegio del Estado a la Iglesia
católica. Pretende enfatizar el valor de la asignatura desde la contribución que la religión hace
a la personalización del hombre. Es obvio que la persona humana posee tanto una dimensión
espiritual como una dimensión religiosa que deben ser desarrolladas si queremos que se
alcance una educación integral.

1 El currículo de cualquier materia escolar viene determinado por la autoridad administrativa competente. La
LOMCE en su capítulo I artículo 3 define competentes para ello el Estado, las Administraciones educativas y
los propios centros, excepto en materia religiosa donde se reconoce a la Autoridad religiosa dicha tarea.
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Cada vez con más frecuencia se habla de una calidad educativa que, por supuesto, tiene
siempre como punto de mira la educación integral, pero sin embargo no se ha profundizado
tanto en la raíz que permite que esa educación pueda abarcar al alumno en su globalidad.
Hoy apostamos por una escuela tecnológica, eminentemente práctica que busca siempre la
utilidad para poder responder a las necesidades sociales, pero a la vez, aparcamos todos
aquellos aspectos que dan unidad a la persona que se educa y que la hacen dueña y
protagonista de su historia. Este trágico dilema es el resultado de olvidar que la dimensión
espiritual es la que otorga unidad personal al ser humano y que sin cultivo de lo religioso el
hombre se queda cojo en la proyección de su espíritu (BARRIO, 2010, pp. 297-98).
La presencia de la religión en la escuela no es sólo un derecho reconocido por el Estado a los
creyentes, es además una necesidad para el proceso de personalización de todos aquellos
que opten por reconocer la presencia de un Dios que salva. Toda persona intenta dar un
sentido a su vida en orden a lograr la felicidad; entre los múltiples sentidos es posible
reconocer la acción de un Dios que ama al hombre hasta el extremo y busca su salvación;
esto, al menos objetivamente hablando, puede ser también un sentido de la vida.
La formación integral conlleva el desarrollo de todas las capacidades inherentes al ser
humano, también la capacidad transcendente que permite al hombre vivir en lo profundo. Es
una capacidad básica del individuo que impulsa a la búsqueda del sentido último de la vida,
intrínseco al ser humano.
Es cierto que la enseñanza de la religión da claves para interpretar el patrimonio cultural del
mundo en que se vive y, que además ayuda a desarrollar el sentido crítico que permite
enjuiciar las situaciones cotidianas, insertándose en la sociedad con un sentido cristiano.
La religión aparece enraizada en lo más profundo del ser, pero el alumno puede también ir
descubriéndola en las huellas de la cultura y de la tradición en la que vive. Puede ir
comprendiendo los símbolos y signos del entorno, así como el proceso de humanización que
el ser humano ha sufrido a lo largo de la historia a través de las religiones y, más
concretamente, en el encuentro con modelos de referencia como los que aparecen en la
Biblia, como la persona de Jesucristo u otros testigos de la comunidad cristiana.
En la introducción también se reconoce la justificación legal, nacional e internacional, que
apoya y legitima en España la presencia de la enseñanza religiosa en un contexto educativo.
Se reconoce que la presencia de la formación religiosa y moral católica tiene una larga
tradición en el sistema educativo español, avalada y reconocida en la Constitución española
(art. 27.2 y 3) y garantizada por el Acuerdo suscrito entre el Estado español y la Santa Sede
sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, firmado el 3 de enero de 1979, en el que se reconoce
el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones.
La Disposición adicional segunda responde al derecho de los padres a la formación religiosa
y moral de sus hijos, según sus convicciones, estableciendo la religión como área o materia
en los niveles educativos. Propone su oferta como obligatoria para los centros y con carácter
voluntario para los alumnos2.
Así mismo, esta introducción reconoce el derecho que corresponde a la Iglesia para
determinar el currículo propio de esta enseñanza. Y ratifica cómo el desarrollo de dicho
currículo favorece la calidad de la educación al ofrecer una síntesis básica y global del
mensaje cristiano, adecuada a la edad del alumno, y que permite responder al desarrollo de
la dimensión espiritual de la persona.
2.1.2 Justificación de la estructura del currículo en la Introducción
Intentando clarificar desde el principio la organización curricular, el documento en su
introducción justifica la división del contenido en cuatro bloques, que pretenden recoger el
saber antropológico cristiano acumulado a lo largo de los siglos.

2 “Disposición adicional segunda. Enseñanza de la Religión.


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Al igual que en los currículos referidos a las otras asignaturas, es necesario establecer relación
entre los contenidos de Religión, los objetivos de etapa y el desarrollo de las competencias.
No sirve con organizar el contenido religioso, si no se encuentra un vínculo entre éste y las
metas propuestas en la etapa de Primaria.
Estrictamente hablando, los contenidos del currículo de Religión no se formulan de manera
competencial, aunque didácticamente se ha intentado evitar el carácter estático del contenido
dándole a lo largo de la etapa un sentido de proceso, que partiendo del sentido religioso del
hombre, en continuidad con el estudio de la revelación y su plenitud en la persona de
Jesucristo, terminara con la presencia actual de Jesucristo en la Iglesia. De esa manera es
posible que el alumno pueda conocer y comprender, desde la cosmovisión cristiana, el mundo
y su sentido lineal temporal hasta llegar a la plenitud en el final de los tiempos.
La distribución del contenido tiene un fuerte sentido cristocéntrico. Lejos de una finalidad
catequética o de adoctrinamiento, la enseñanza de la religión católica lo que pretende es
ilustrar a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana.
La intención de esta organización, tanto en Primaria como en Secundaria, intenta poner de
manifiesto la profunda unidad y armonía de la iniciativa creadora y salvífica de Dios.
El primer bloque parte de los datos más evidentes haciéndose así más cercano al niño. Desde
la constatación de la realidad de las cosas y de los seres vivos, entre los que destaca de
manera especial el hombre. En un segundo paso, se propone la toma de conciencia sobre el
origen de las cosas y de las personas y la pregunta ineludible por la presencia de Dios en el
origen de la realidad.
La iniciativa creadora de Dios establece una relación de amistad entre Él y el hombre. La
Biblia, con sus relatos de la Creación y el Paraíso, ejemplifica bellamente la finalidad de la
creación del hombre y la mujer, y la del mundo entero para su servicio.
El hombre rechaza a Dios y, como consecuencia, siente su limitación y su finitud que le
impiden la total felicidad. El ser humano añora la plenitud y busca de algún modo restablecer
la relación con Dios. Esta necesidad del bien, el deseo de Infinito que caracteriza al ser
humano, se expresa en las religiones como búsqueda del Misterio.
A esta búsqueda humana Dios responde manifestándose en la historia. Para ello elige un
hombre, Abrahán, del que formará el pueblo de Israel, con quien establece una alianza en el
monte Sinaí. A través de hechos y palabras Dios se da a conocer a los hombres de ese
pueblo. La Biblia recoge esta relación entre Dios y su pueblo y, su enseñanza para que el
pueblo viva una vida santa.
La historia de Israel ejemplifica la traición y rebelión de los hombres ante la iniciativa amorosa
de Dios y, al mismo tiempo, pone en evidencia la constante fidelidad divina. La promesa de
un salvador se cumplirá en Cristo Jesús.
Jesús, el Hijo de Dios, se hace presente en la historia para llevar a cabo la misión
encomendada por el Padre. Jesús desvela el misterio humano y lo lleva a su plenitud, además
de manifestar el misterio de Dios.
Los que participan de la vida de Cristo forman la Iglesia. Generada por la acción de Jesucristo
a través de los sacramentos, se pone en el mundo como inicio de un mundo nuevo, de una
cultura nueva. La Iglesia es la prolongación de Cristo en el tiempo y el espacio.
La vida eclesial es alimentada y servida mediante los diferentes sacramentos instituidos por
Jesucristo, está ritmada por los tiempos litúrgicos, se expresa en la oración comunitaria y la
caridad, fructifica en la generación de una civilización del amor.
Los cuatro bloques de la asignatura de Religión incluyen los conceptos, procedimientos y
actitudes que contribuyen a la consecución de los objetivos propuestos para primaria.

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2.2. El currículo de Religión y su relación con las competencias


Las competencias3 son en este modelo el elemento clave del currículo que orienta la
educación principalmente hacia un “saber hacer” en los contextos académicos, sociales y
profesionales. La transferencia del saber a distintos contextos exige una comprensión del
conocimiento presente en las competencias y un vínculo con las habilidades prácticas o
destrezas que las integran.
La religión y moral católica, por estar en la escuela, no se aparta de esta realidad, aunque su
antropología educativa dista bastante de la propuesta en el mundo competencial. Los
contenidos religiosos aportan desde sus saberes cierto sentido al logro escolar. Por ello,
podemos hablar de una contribución de nuestra materia a la educación desde diversos
aspectos: cultural, histórico, humanístico, artístico, etc.
La Comisión Episcopal de Enseñanza ha intentado recoger de forma general las principales
aportaciones que la religión hace a las siete competencias propuestas por el Estado, unas
veces directamente y otras a través de las prácticas de la enseñanza en el aula.
En primer lugar destaca la aportación a la competencia cultural y artística. Benedicto XVI
afirma: “la Palabra de Dios nunca destruye la verdadera cultura, sino que representa un
estímulo constante en la búsqueda de expresiones humanas cada vez más apropiadas y
significativas. Toda auténtica cultura, si quiere ser realmente para el hombre ha de estar
abierta a la trascendencia, en un último término, a Dios” (VD, 109). La luz del Evangelio
enriquece cualquier aspecto que el hombre pueda generar como expresión de su ser, saber
y hacer sobre lo que tiene a su alrededor4. Con la Palabra de Dios se robustecen las
tradiciones, se consolidan las costumbres y se purifican los aspectos deshumanizadores.
Ni la cultura y la historia de Europa occidental pueden ser comprendidas con veracidad y
asumidas con sinceridad si se prescinde del hecho religioso, presente en el estilo de vida de
sus pueblos.
De ahí que podamos hablar también de la aportación que la enseñanza de la religión hace a
la sociedad multicultural y al individuo de hoy, cuando muestra una jerarquía de valores que
ayuda a consolidar la personalidad del alumno y le enseña a vivir desde la libertad y la
responsabilidad, desde la justicia y la verdad, desde la caridad y el servicio, que expresan el
estilo de hombre nuevo mostrado por Jesucristo. “Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; más
ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz, pues el fruto de la luz consiste en toda
bondad, justicia y verdad” (Ef 5, 8).
Este estilo de vida favorece las relaciones interpersonales, cuya raíz brota de Dios Padre y de
la consecuente fraternidad universal, y ayuda a afrontar las situaciones de conflicto mediante
el diálogo, el perdón y la misericordia, valores distintivos del cristiano.
La aportación de la enseñanza religiosa no se reduce sólo a mostrar una forma de vivir, sino
que contribuye al logro de las competencias básicas, como, por ejemplo, la lingüística. La
experiencia de fe se acompaña siempre de un lenguaje específico, difícil de encontrar en otras
áreas, lo que amplía el vocabulario y enriquece el mundo conceptual por la originalidad de su
campo epistemológico y su terminología. Pero, sobre todo, la enseñanza religiosa ofrece una
forma nueva de comunicación.

3 “Se adopta la denominación de las competencias clave definidas por la Unión Europea. Se considera que ‘las
competencias clave son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así
como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo’. Se identifican siete competencias clave esenciales
para el bienestar de las sociedades europeas, el crecimiento económico y la innovación, y se describen los
conocimientos, las capacidades y las actitudes esenciales vinculadas a cada una de ellas.” Real Decreto
126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria.
4 Papa Francisco: “No conviene olvidar la importancia que tiene una cultura marcada por la fe, porque es cultura

evangelizada, más allá de sus límites, tiene muchos más recursos (…) Una cultura popular evangelizada contiene
valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa” (EG, 68).
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Dios se revela y en su acto revelador se descubre al hombre estableciendo con él una


conversación de otra naturaleza, en palabras de Benedicto XVI, como un principio de carácter
absoluto (VD, 6). Dios utiliza con el hombre un lenguaje novedoso al que no está
acostumbrado; se nos comunica amorosamente en un diálogo que invita a la participación
con Él. Una palabra que se traduce en acción, en historia salvífica que se refleja en la realidad
encarnada de cada día.
La enseñanza de la religión aporta a la educación un sentido nuevo del diálogo, no sólo en
las formas cotidianas de argumentación, encuentro o relación entre los logos o razones, sino
a través de un nuevo canal, el amor. Lo hace con un nuevo efecto transformante y eficaz: el
propio mensaje puede cambiar al receptor.
El n.8 de la Verbum Domini nos habla del anuncio como una palabra de liberación, una forma
de comunicación poco usada que implica correspondencia entre la expresión oral y la forma
de vida. El anuncio y el testimonio se sirven de diferentes lenguajes: doctrinal, dotado de una
precisión conceptual; bíblico, lleno de géneros literarios que se adaptan a tiempos y contextos;
corporal, que muestra en sus posturas la filial relación entre los comunicantes; oral, en el que
se expresa la imprecación, la alabanza, la bendición, la acción de gracias; simbólico,
manifestación del misterio; gestual, acciones que revelan intenciones profundas, y litúrgico,
variedad de lenguajes que permiten entrever la fuerza del mensaje través de la riqueza
expresiva.
Los ritos, los colores, los lugares, las posturas, los vestidos y los gestos se convierten en
signos que expresan deseos, creencias, intenciones, compromisos, esperanzas, metas, etc.
Un aspecto muy importante y, sin duda, casi exclusivo de la aportación de esta asignatura es,
el uso y la formación en la escucha. Escucha a Dios y a los hombres. Escucha entendida
como acogida y como cambio, conversión de la vida del sujeto.
El profesor TORRALBA, (2007, p.11) afirma que escuchar es un acto consciente y voluntario
que tiene como propósito comprender al otro; pero no es una acción espontánea. La
educación tiene que contribuir a formar al alumno en este aspecto suscitando en él los deseos.
El silencio y la escucha religiosa sobrepasan el ámbito de lo ordinario y abren un clima nuevo,
sobrenatural, que trasciende, sacando del hombre lo mejor de sí.
La formación religiosa aporta una cosmovisión que da sentido pleno a la vida y a la identidad
personal. Crea en el alumno una conciencia personal capaz de interpretar y discernir cada
situación que se le presenta sin abandonar la meta hacia la que se dirige, pero arriesgándose
a vivir situaciones nuevas, es decir, a emprender nuevos caminos.
Tomar conciencia de uno mismo y de la realidad supone caer en la cuenta de las estrategias
que se emplean en el aprendizaje, desarrollando procedimientos para transferir los saberes.
En síntesis, la enseñanza religiosa no se reduce a enseñanza de valores; se dirige a la misma
naturaleza de la persona con sus grandezas y sus limitaciones, pero sobre todo al ser humano
en su finalidad trascendente. Por eso, muestra al hombre el verdadero sentido del ser
humano, un ser en proceso, caminando hacia la plenitud y el encuentro con Dios.
2.3. Los contenidos procedimentales en el currículo de Religión
Los currículos de las materias troncales introducen en el desarrollo de sus contenidos un
primer bloque referido a los contenidos procedimentales. El currículo de Religión ha optado
por otra forma de presentar este elemento curricular, haciendo una redacción por etapas de
todos ellos, e incorporándolos en la introducción.
Entre los procedimientos destaca:
1 Observación de la realidad. El hecho religioso nace de la apertura del ser humano a
la realidad total. La asignatura de Religión católica pretende colaborar en la formación
de la dimensión natural que nace del asombro ante lo real y nos empuja a preguntas
últimas sobre el sentido. Observar es más que ver y requiere de un entrenamiento en
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disposiciones específicas, que no rehúyan las dimensiones espirituales de lo real.


Desde la clase de Religión es posible aprender a mirar la realidad en un sentido
profundo, sabiendo penetrar más allá de la evidencia5.
En esa mirada hacia la realidad tiene gran importancia el aspecto antropológico, que
permite ver al hombre en la realidad de su propio ser y también los aspectos cultural e
histórico, desde los cuales se pueden apreciar las razones últimas del actuar humano
en sus obras de creación. El hecho religioso cristiano ha dejado su huella en el arte, las
referencias éticas y morales, la estética, la teología y las costumbres. Voces
autorizadas, como la de Benedicto XVI, lo confirman: “En efecto, el fenómeno de la
cultura, en sus múltiples aspectos, se presenta como un dato constitutivo de la
experiencia humana: «El hombre vive siempre según una cultura que le es propia, y
que, a su vez crea entre los hombres un lazo que les es también propio, determinando
el carácter inter-humano y social de la existencia humana» (VD, 109).
2 Búsqueda de información, manejo e interpretación de fuentes bíblicas. El estudio
requiere el manejo de las Sagradas Escrituras y de textos referidos a ellas, que forman
parte del corpus teológico acumulado a lo largo de la historia.
3 Reflexión crítica. El desarrollo de la materia ayuda a conocer la génesis de las ideas
dominantes, a detectar prejuicios frente a la verdad, a examinar con profundidad las
propias ideas y sentimientos fundamentales. La reflexión teológica aporta a la
educación una forma sistemática de usar la razón en las cuestiones referidas a Dios,
no sólo en los saberes empíricos.
La reflexión crítica muestra a la escuela que existen distintas formas de pensamiento y
que el conocimiento se empobrece cuando se reducen algunas formas de pensar.
Desde el rigor y la metodología es posible acoger la revelación. El mensaje cristiano
llega al aula desde un diálogo enriquecedor: fe, cultura, vida.
4 Exposición y argumentación respetuosa de las creencias religiosas propias y
ajenas. La asignatura de Religión católica contribuye a la formación de competencias
que permiten exponer y defender la racionalidad de las propias creencias religiosas y,
a la vez, el respeto por las ajenas.
En la religión católica se ofrece una manera concreta de ver la vida, en cuya base
aparece un concepto de ser humano, un núcleo referencial de ideas y creencias y una
escala de principios y valores que pueden y deben ser argumentados desde la razón.
Esta enseñanza fundamenta la dignidad del ser humano en su propia naturaleza y
reconoce el proyecto divino que invita al hombre, desde la creación, a vivir en plenitud.
En ese sentido, la asignatura enriquece la educación, ya que, compartiendo con la
escuela el valor de la dignidad del hombre, pone el acento en los acuerdos humanos y
en los principios democráticos de la ley educativa.
El sistema educativo no puede tener como objetivo reproducir sin más el modelo de
sociedad existente. Habrá de preparar a sus alumnos para que sean capaces de
abordar críticamente la sociedad y puedan intervenir en ella para cambiarla o
modificarla cuando sea preciso, viviendo como auténticos hijos de Dios. “La Palabra de
Dios ha inspirado a lo largo de los siglos las diferentes culturas, generando valores
morales fundamentales, expresiones artísticas y estilos de vida ejemplares” (VD, 109).

5 Medard Kehl propone como método para conocer la realidad el de «comprensión» caracterizado por un
proceso de interacción mutua entre sujeto cognoscente y objeto. A este respecto comenta: “cuando quiero
comprender algo, no sólo penetro cognoscitivamente en un objeto que está ante mí en una actitud puramente
pasiva y objetiva, sino que al mismo tiempo hay algo que acontece en mí mismo, a saber, me dejo introducir
en el «ámbito de influencia» de la realidad que he de conocer, me dejo afectar personalmente por su valor,
pongo en entredicho mis pre-juicios, me abro a nuevas y futuras experiencias con él y como hombre me dejo
transformar por él”. Kehl. M. (2002). Introducción a la fe cristiana. Salamanca: Mensajero. p. 18.
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2.4. Estrategias de metodología didáctica en la enseñanza de la religión


católica
La introducción del currículo describe también estrategias metodológicas propias de la
asignatura. Es consciente de los cambios que reclama el trabajo de aula desde el aspecto
competencial y pretende asegurar algunos elementos significativos que deben ser
considerados siempre en la enseñanza de la religión.
Recoge la definición de metodología didáctica que presenta la LOMCE: “conjunto de
estrategias, procedimientos y acciones organizadas y planificadas por el profesorado, de
manera consciente y reflexiva, con la finalidad de posibilitar el aprendizaje del alumnado y el
logro de los objetivos planteados” (RD 126/2014, de 28 de febrero, y RD 1105/2014, de 26 de
diciembre), y la incorporación de las nuevas metodologías.
Y describe los principios que sustentan la metodología dando importancia a la visión
humanista de la educación, a la función del profesor y al ritmo personal del alumno, verdadero
protagonista del aprendizaje.
- Reconocimiento del rol del docente. El docente es pieza clave en la elaboración e
implementación de las actividades de aula ajustadas al grupo concreto que está
enseñando. Su formación resulta, por lo tanto, fundamental a la hora de garantizar el
éxito del proceso de aprendizaje. Junto a esta idea, recogida directamente en el
currículo, conviene recordar que el profesor de Religión es alguien más que una
autoridad profesional, es un testigo del evangelio frente al alumno.
- Adaptación al ámbito emocional y cognitivo de los estudiantes respetando el
desarrollo psicoevolutivo propio de cada etapa. Esta atención permitirá combinar
de manera adecuada lo concreto y lo abstracto, el trabajo individual y el grupal, lo
manipulativo, experiencial y visual con los aspectos conceptuales.
- Respeto por los ritmos y estilos de aprendizaje de los estudiantes. No todos los
estudiantes son iguales, no todos aprenden a la misma velocidad ni utilizan las mismas
estrategias. La atención a la diversidad y el desarrollo de la inclusión comienza en la
asunción de este principio fundamental.
- Consideración de la dimensión humanista. Todos los aprendizajes estarán al
servicio de la formación humana. La materia de Religión, desde su clave
personalizadora, requiere que todo tipo de aprendizajes, instrumentales, cognitivos,
actitudinales, socio-afectivos estén al servicio de la formación integral del ser humano.
- Respeto por la curiosidad e inquietudes de los estudiantes. Consideración de los
intereses y expectativas de los estudiantes así como de los conocimientos previos, de
manera que se garantice un aprendizaje significativo.
- Seguimiento de los criterios de evaluación educativa. Se aplicará una evaluación
continua, global y formativa a lo largo del proceso de enseñanza y aprendizaje; y
sumativa al final del proceso, de manera que se evalúe el nivel de logro alcanzado. La
evaluación objetiva garantizará una valoración adecuada de la dedicación, esfuerzo y
rendimiento de todos los estudiantes.
- Desarrollo del aprendizaje en equipo y/o cooperativo. El estudio y reflexión del
cristianismo, por su intrínseca dimensión comunitaria, es una materia adecuada para
desarrollar el trabajo en equipo y el aprendizaje cooperativo.
- Utilización educativa de los recursos tecnológicos. La enseñanza de la religión
promoverá la utilización de las TIC no sólo de una manera instrumental, sino
procurando su integración en la vida del sujeto y su uso ético. Las redes sociales o las
herramientas de construcción y manipulación de imágenes, por ejemplo, son
instrumentos que permiten nuevas formas de expresión de la cultura y la identidad
personal, formas que hay que aprender a dominar.

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3. Desarrollo del currículo


La novedad de este currículo radica en el cambio que la LOMCE hace en la
presentación de los elementos curriculares recogidos en el art. 6 y la determinación
de las siete competencias básicas (Preámbulo, 9) que deben ser consideradas para
elaborar los currículos correspondientes a las diversas materias de aprendizaje.
En el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo
básico de Educación Primaria aparecen los objetivos generales de etapa, a cuyo
logro deberán contribuir todas las materias, también la de religión. Las materias
concretas no incluyen expresamente objetivos generales, aunque estas metas
deberán recogerse con precisión en la redacción de los criterios de evaluación.
3.1. Criterios didácticos de organización del currículo de religión
Por esta razón en el desarrollo del currículo de religión solamente vamos a encontrar
contenidos, criterios de evaluación y estándares de aprendizaje. Los contenidos están
organizados en los cuatro bloques antes descritos y organizados por curso académico de
primero a sexto. Poseen un carácter gradual que intenta respetar las características del
pensamiento propio de cada edad. Están formulados con un carácter general y deben leerse
en vertical para poder comprender el hilo conductor del mensaje teológico en toda la etapa, y
además en horizontal, para apreciar cómo los criterios de evaluación y los estándares de
aprendizaje concretan cada uno de los contenidos. Si se leen solamente en vertical se
perderán bastantes aspectos claves para el desarrollo del contenido de manera sistemática.
Junto a los contenidos, presentados de forma general en cada curso, aparecen los criterios
de evaluación vinculados expresamente a cada contenido; en ellos se ha pretendido marcar
la meta del aprendizaje siguiendo la teoría de los dominios de aprendizaje tradicionales en los
que se recoge el crecimiento intelectual, afectivo y psicomotor, se ha intentado hacer jugando
con las acciones verbales que permiten evidenciar los procesos mentales del aprendizaje.
Por último, se definen los estándares de aprendizaje, asociados siempre a un criterio de
evaluación concreto, a través de ellos y mediante conductas explícitas que manifiestan las
evidencias del aprendizaje se pueden valorar los logros que han de conseguirse para alcanzar
un desarrollo competencial.
3.2. Criterios teológicos de organización del currículo de religión
Teológicamente el currículo está concebido como un diálogo interpersonal entre Dios y el
hombre. Un diálogo que parte de una iniciativa divina que se hace visible en la creación, en la
historia del Pueblo de Israel, en Jesucristo, alcanzando su plenitud y en la Iglesia. Está
desarrollado teniendo en cuenta que Dios tiene un proyecto de plenitud para el hombre, de
tal manera que desde el momento de la creación el hombre es llamado a la felicidad. La
estructura del hombre es, por tanto, religiosa, el hombre se siente incompleto porque su
naturaleza reclama a Dios.
Estaríamos hablando pues de un Dios que ofrece un plan amoroso para el hombre y que le
invita a entrar en comunión con Él y de un hombre que, en su desarrollo hacia la plenitud,
puede decir sí o no, a ese proyecto divino.
El currículo hay que leerlo en esta clave de respuesta libre del hombre al plan amoroso de
Dios. A lo largo de la historia nos encontramos con hombres que han dado a Dios una
respuesta afirmativa y hombres que han hecho todo lo contrario, por eso a través del mundo
bíblico se nos presentan una serie de personajes como modelos de respuestas, no son
siempre los más significativos, ni los únicos con los que se puede realizar el trabajo de aula.
El currículo nos presenta también un desarrollo cristológico que no atiende a la biografía
histórica de Jesús -nacimiento, vida oculta, vida pública, pasión y muerte, resurrección y
ascensión- sino que muestra en Él el modelo de persona que cumple la voluntad del Padre
haciendo visible el plan salvador de Dios. La Trinidad envía al Hijo para que el mundo
obstinado en vivir separado de Él conozca su plan salvífico. Jesucristo momento a momento
T.4 El currículo de Religión en Educación Primaria
Prof.ª Inmaculada Florido Fernández - 9 -
Pedagogía y Didáctica de la Religión en la escuela primaria
Curso académico 2019-2020

va diciendo “sí” a ese camino hacia la felicidad completa. No se trata de cambiar la cristología
sino de enfocarla desde esa acción trinitaria original que muestra su proyecto amoroso con el
hombre desde la creación a la plenitud de los tiempos.
Cuando Jesús vuelve de nuevo al Padre es en la Iglesia donde se hace visible ese regalo de
Dios para con el género humano. La Iglesia, no es sin más una comunidad de creyentes que
tienen un modelo de vida concreto, es una obra del Espíritu a través de la cual es posible la
salvación, realidad concreta a través de la cual Dios actúa en la creación. Los Sacramentos
son momentos visibles de ese encuentro en Dios y el hombre, que transformado por la gracia
cambia de vida y se comporta de una manera particular, que es posible reconocer desde
fuera.

Bibliografía
BARRIO, J. M. (2010). Elementos de Antropología pedagógica. Madrid: Rialp.
BENEDICTO XVI (2012). Audiencia General de 12 de diciembre
(2011). Audiencia General de 1 de junio
CURRÍCULO DE RELIGIÓN CATÓLICA. Resolución 11 febrero 2015. BOE 24/02/2015
FRANCISCO (2013) La Iglesia como familia de Dios. Catequesis 29 de mayo.
(2013) Evangelii Gaudium
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-
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GALVAN, J. M. (2006). Anuario filosófico. Roma: Pontificia Università della Santa Croce
MORAL, C. (coor). (22012). Didáctica. Teoría y práctica de la enseñanza. Madrid: Pirámide
PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ (2005). Compendio Doctrina Social de la Iglesia. Roma: Editrice
ZABALZA, M. A. (82000). Diseño y desarrollo curricular. Madrid: Narcea

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