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Territorios de la ficción. Lo fantástico.

Rosalba Campra
Reporte de lectura, capítulos 5 y 6: Israel Colín Aguilar
El universo fantástico no se limita a su sentido semántico: apariciones, inversiones
temporales, superposiciones espaciales, intercambios de identidad. Existen otras
transgresiones que no se apoyan en elementos temáticos sino en las posibilidades que
existen entre lo dicho y el silencio. Los silencios que aparecen en la trama literaria pueden
tener una resolución posible y necesaria (novela policiaca); pueden no tener ningún tipo
de actitud indagatoria; pero también existen silencios que no se pueden resolver, estos
últimos son los que caracterizan a la literatura fantástica, lo no dicho es lo indispensable
para la reconstrucción de los acontecimientos, este silencio aparece tematizado como
sueño u oscuridad.

El silencio puede manifestarse también en el nivel verbal del texto, por ejemplo, por
medio de elipsis y puntos suspensivos. En la narrativa fantástica el final puede quedar
trunco o con un final contradictorio, lo que da lugar a la aparición de silencios. Escritores
como Julio Cortázar y Leopoldo Lugones utilizan los silencios no resueltos en sus cuentos.

Existen aspectos de la sintaxis narrativa que para el lector pueden aparecer como
naturales y por lo tanto indiscutibles (causalidad). La causalidad puede ser implícita,
cuando una acción es compartida por los personajes, el narrador y el lector (motivación
paradigmática), o bien puede suceder que la acción al no adecuarse a ninguna norma
conocida cree un desequilibrio (motivación sintagmática). En el primer caso se encuentran
los relatos psicológicos, en el segundo, los relatos de ciencia ficción.

Pero hay un tercer caso en el que los hechos narrados ni se inscriben (explícita o
implícitamente) en una norma general, ni el texto propone sintácticamente su propia
norma. Es entonces cuando estamos en presencia de lo que Campra llama una sintáctica
de lo fantástico.

En lo fantástico tradicional se apunta a una tautología: se satisface con su propia


afirmación. En la versión actual de lo fantástico no sólo se trata de si el hecho que se
cuenta es fantástico sino también se pretende saber por qué este hecho que se cuenta es
fantástico. Lo fundamental ahora del relato fantástico es: qué es lo que se dice a través de
lo no dicho.

La transgresión de fronteras en el nivel semántico caracterizó lo fantástico clásico


(vampiros, fantasmas, dobles, seres diabólicos). Ahora la aparición del fantasma ha sido
sustituida con la irresoluble falta de nexos entre los elementos de la pura realidad. El
héroe fantástico ya no puede combatir, se enfrenta con una forma de la nada.

En el relato fantástico la narración por medio del testimonio es fundamental, un caso


clásico es Drácula, en donde por extractos de diarios, cartas y otros medios sabemos del
macabro personaje. Es decir, son diferentes narradores (testigos) los que dan cuenta del
vampiro.

Actualmente ha habido varias renovaciones en la literatura fantásticas, si en sus inicios los


fantasmas y demás criaturas estaban rodeadas de misterio, ahora tienen diálogos dentro
de la narración por medio de los cuáles conocemos sus inquietudes, como sucede en “El
espectro”, de Horacio Quiroga. Este nuevo papel permite a los personajes sobrenaturales
darse a entender, al grado de parecer incluso humanos, con mortificaciones y problemas.
En este sentido la lucha entre el bien y el mal, que marcaba la esencia del cuento
fantástico, da un giro, volviéndose ambiguo el límite entre ser sobrenatural y ser real,
entre la maldad de uno y la justicia del otro, ya que en el nuevo relato fantástico el malo
puede ser ahora el hombre.

Bibliografía.

Rosalba Campra, Territorios de la ficción. Lo fantástico. 2008. Renacimiento. España.

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