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LA RIVALIDAD TURCO-LUSA EN EL OCÉANO

ÍNDICO DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL


SIGLO XVI
Prof. Dr. ERTUĞRUL ÖNALP

Los nuevos espacios geográficos


Castilla y Portugal, dos reinos ibéricos, hacia finales del siglo XV, llevaron
a cabo importantes exploraciones y descubrimientos geográficos que habrían de
dar acceso a nuevos horizontes para el comercio europeo.
A lo largo del siglo XV, Castilla vivió una serie de problemas internos y
externos, mientras que Portugal, libre de este género de problemas, fue realizando
grandes innovaciones en ciencias náuticas, introduciendo nuevas técnicas en la
construcción de galeras y galeazas y dotando también las naos del timón de rueda.
Asimismo los lusitanos suprimieron los remos y combinaron las velas de cruz con
las latinas. Hasta el siglo XVI, perfeccionaron sus barcos, llamados carabelas, con
tres o cuatro palos que les permitían navegar contra el viento en alta mar y sin
tener que ir de costa a costa. También mejoraron la navegación astronómica
adoptando el cálculo de la latitud mediante la observación del sol a mediodía y
simplificando el astrolabio, así como hicieron el uso del cuadrante náutico. Por
otro lado, los portugueses desarrollaron las técnicas de las batallas navales, por lo
que se refiere a la artillería naval, aumentaron el número de los cañones en los
navíos, y para el fuego de costado, abrieron cañoneras en la borda situadas en el
entrepuente.

La expansión portuguesa hacia la India

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Desde la fecha muy temprana, los portugueses poseían las islas Madeira y
Azores. A mediados del XV, ya habían llegado al Sahara y la costa de Guinea. El
infante Enrique el Navegante había fundado una escuela de navegación y
cartografía en Sagres. Gracias a las exploraciones de expertos marinos como
Dionis Diaz, Cadamosto, Gómez Diego Cao avanzaron más y más al sur del
continente africano.
El objetivo de los portugueses era buscar un nuevo camino para la India y
traer desde allí las riquezas que los venecianos les vendían. Cabe decir aquí que,
aparte de los factores económicos que motivaron a los portugueses a emprender
largos viajes hacia la India, existían también el fervor religioso y el deseo de
encontrar al legendario y potente rey cristiano en el Oriente: Preste Juan, del que
se hablaba desde hace siglos en Europa y que suponía estar en la India, así como
cooperar con el rey cristiano del Oriente, contra los musulmanes con un espíritu
de cruzada.

Enrique el Navegante

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Preste Juan

Y en 1487, Bartolemeo Díaz salió al mar con la orden del rey Juan II para
realizar la misión arriba mencionada. Gracias a su expedición, los portugueses
doblaron en 1488, el punto más al sur del continente africano, el cabo de las
Tormentas, que el gran navegante llamará de “El cabo de Buena Esperanza”.
Bartolemeo Díaz avanzó unas ciento y cuarenta leguas más hasta el río Issante,
desde donde volvió a Portugal sin encontrar la India.
Por otra parte Cristóbal Colón, al servicio de Castilla, había llegado a las
costas de América en 1492. Hasta entonces Castilla sólo había puesto el pie, en
tiempos de Enrique III, en las Islas Afortunadas (las Canarias). En Castilla se
sentía la fiebre expansiva hacía el Oriente, pero era evidente que los castellanos
habían tardado en emprender expediciones ultramarinas. Una de las razones que
había impulsado a los Reyes Católicos al viaje de Colón, era el monopolio que
Portugal empezaba fundar en la ruta africana. Los lusitanos sospechaban con
razón de que su vecino peninsular aparecería de un momento a otro por las costas
orientales del Índico, y con la intención de evitar el peligro de una contienda con
ellos, acudieron al papa Alejandro I, pidiendo su arbitraje, para que trazase un
meridiano que dividiría al mundo en dos partes, una para Portugal y otra para
Castilla. Y poco después, en 1494, ambos reinos firmaron un tratado en
Tordesillas por el que la línea de demarcación delimitaba las nuevas tierras y
aguas en el Atlántico entre sí. Según las normas del Tratado de Tordesillas, los

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lusos no tenían más opción que intensificar sus actividades exploratorias en el
hemisferio sur y a lo largo de las costas occidentales de África.

Algunos años después, otro capitán portugués, Vasco da Gama salió al


mar en 1497 y llegó en marzo de 1498 a Mozambique en donde él y sus hombres
fueron recibidos por los nativos con muestras de amistad, pues éstos creyeron que
eran turcos. Por las noticias que tenían sobre los turcos a través de los moros del
mar Rojo, sabían que eran blancos como los portugueses. El gobernador de la isla,
denominado por los nativos “el sultán” que gobernaba a nombre del rey de Quiloa,
a cuya soberanía pertenecía esta isla, vino a visitar el barco de Vasco da Gama a
quien preguntó si venía de Turquía, y le pidió que le mostrase los arcos de su tierra
y los libros de su ley. Vasco da Gama le respondió que no eran de Turquía, sino
que de un gran reino que confinaba con ella, que sus arcos y armas le mostraría,
y en cuanto a los libros de su ley, no los traía, porque en el mar no tenía necesidad
de ellos. Mostróle algunas ballestas con que mandó tirar, de las que el sultán se
quedó espantado, asimismo le hizo ver también algunas corazas. De él supo Vasco

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de Gama que, desde allí hasta Calicut había novecientas leguas de distancia, y así
como tuvo noticias sobre Preste Juan: aunque él existía se hallaba muy lejos de
allí. Como Vasco da Gama necesitaba pilotos para que le guíasen, pidió al sultán
que le diese dos si uno de ellos muriese durante el viaje. Él le prometió darlos y,
en efecto los llevó en otra visita que hizo a la nave de Vasco da Gama.
Vasco da Gama partío de allí y en su camino a la India hizo escala en
Mombasa y luego en Melinde. Allí los portugueses contaron con el servicio de un
experto guía llamado Ahmed bin Macid y con su conducta pudieron llegar
finalmente a Calicut de India en mayo de 1498. Vasco da Gama, dos años después
de que hubo salido al mar, volvió a Portugal cargadas sus naves de especias y
otras mercancias el primero de septiembre de 1499, siendo recibido por el rey con
muchos honores.
Al año siguiente, en 1500, una flota portuguesa compuesta de 13 naves que
transportaban a 1.200 hombres al mando de Pedro Alvarez Cabral zarpó de
Portugal y llegó a Calicut el 30 de agosto (el 15 de septiembre ?), seis meses
después de su salida. Cabral consiguió fundar allí un puesto comercial gracias a
un pacto que firmó con el soberano de Calicut. Pero el comercio en Calicut se
hallaba entonces bajo el monopolio de los comerciantes árabes, los cuales
demostraron hostilidad hacia los portugueses y no quisieron abastacer las naves
lusas. Por consiguiente los portugueses en dos meses, habían podido cargar apenas
dos naves. Ante esta situación Cabral tuvo que expresar sus quejas a Zamorín, el
soberano de Calicut, solicitándole a que forzase a los comerciantes árabes para
que hiciesen comercio con ellos. Pero Zamorín no encontró oportuna la queja y
no se procuró de hacerlo. Cabral resentido, apresó sin motivo el 17 de diciembre
de 1500 una nave musulmana que cargaba mercancias en el puerto y confiscó su
cargo. Esta fue una primera y expresa agresión hacia los comerciantes
musulmanes. Y como represalia a este acto de violencia, los comerciantes
musulmanes destruyeron la “feitoria”, el establecimiento comercial de los
portugueses. Pero al día siguiente Cabral batió con fuego de cañones durante dos

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días seguidos el puerto destruyendo y apresando 10 naves egipcias, además de las
dos pertenecientes a Calicut. Cabral partió de allí y volvió a Portugal al año
siguiente con un cargamento de especias de 2.000 quintales. La política del rey
Manuel I, no se basaba en la extención en la tierra, sino que en el establecimiento
de puntos claves a lo largo del litoral occidental de la India.
En abril de 1501, Juan de Nova zarpó con 4 naves con rumbo a la India.
Primero hizo escala en Ancediva y luego se fue Cannanore en donde fue muy bien
recibido. En el camino de Cochin se topó con una pequeña flota de Zamorín y
hundió sus 14 embarcaciones de distintos tamaños. Zamorín, disgustado por la
destrucción de su flota, preparó otra nueva para vengarse de los portugueses. Pero
Juan de Nova con la ayuda del rajá de Cannanore, destruyó muchas
embarcaciones de su nueva flota obligando a retirarse.
Al año siguiente, el 25 de marzo de 1502, Vasco da Gama salió al mar con
20 naves. Fue su segunda expedición hacia la India y llegó en el mismo año. Pero
en el camino apresó una flota de los comerciantes musulmanes compuesta de 26
embarcaciones despedezando a sangre fría a los ochocientas personas que estaban
en ellas. Vasco da Gama procuró obtener bases para el comercio portugués en el
océano Índico. Aunque no lo consiguió, fijo dos representantes comerciales en la
India en Cochín y Cannanore, protegidos por una flotilla de seis naves y volvió a
Portugal en octubre de 1503 con 10 naves repletas de un rico botín y un
cargamento de especias de 30.000 quintales.
Al año siguiente, Lopo Soares de Algabaria partió de Lisboa en 1504 con
rumbo a la India con una gran flota compuesta de 22 naves y 1.200 hombres. Lopo
Soares, antes de que volviese a Portugal, según se decía había destruido en
Pantalayisi Collom una flota árabe apresando 17 embarcaciones y matando 2.000
musulmanes.

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Portugal envió a la India el 15 de marzo de 1505 a D. Francisco de Almeida
como el primer vicerey en estas tierras, a quien le acompañaba 16 naos y 6
carabelas con unos 1.500 soldados. Almeida tenía instrucciones de impedir a los
comerciantes musulmanes que navegasen en el mar Rojo, y para este fin tenía que
construir una fuerte a la boca de este mar o un lugar cercano de allí. Almeida al
llegar a Kilvah, hizo construir allí una fortaleza, dejando en ella 550 hombres
como guarnición. Mientras tanto se había construida en Mozambique otra
fortaleza y en Malindi se había establecido una base para el comercio. Así las
fuerzas marítimas lusas en el Índico se hallaban constituidas principalmente por
dos flotas de distinta misión: una tenía que bloquear el mar Rojo y mientras que
la otra debería impedir que los musulmanes de Cambaia llegasen al mar Rojo.
Pero para eso tenían que esperar a otro capitán portugués: Alfonso de
Albuquerque, quien llegó al océano Índico en abril de 1506 como capitán de una
flotilla bajo el mando del almirante Tristán de Cunha.
Albuquerque para poder controlar el mar Rojo conquistó a los árabes la
isla de Socotora y luego se fue a Ormuz, devastando a su camino las ciudades de
Koryat, Mascate y Horfecan en las riberas de Oman, y finalmente atacó la isla de

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Ormuz, pero no consiguió tomarla, pues los portugueses tenían que esperar hasta
1515, año en que se apoderarían de ella. En 1509 Albuquerque fue asignado como
visorey, quien no tardaría en echar cimientos del Imperio portugués en el Índico,
consolidando sus fuerzas en la India. Albuquerque se apoderó de Goa el 4 de
marzo de 1510, siendo recuperado el 20 de mayo por Adil Shá, el sultán de
Bicapur. Pero al estallar una rebellión en Bicapur Adil Shá tuvo que marchar de
allí y Albuquerque en su ausencia, conquistó de nuevo la plaza en noviembre de
1510, que sería un asentamiento de incalculable valor para sus posteriores
operaciones militares y comerciales. Sin embargo, aún no había podido detener el
comercio entre Guzarat y el mar Rojo, es decir no había conseguido desvíar en
totalidad todo el comercio de especias hacia Portugal. De este modo los
portugueses no se limitaron a establecerse en algunos puntos claves de la costa
occidental de la India, sino que procuraron extender su campo de actividad desde
el mar Rojo hasta Indonesia con el fin de monopolizar el comercio en el océano
Índico, llegando a ser una seria amenaza para las naves mercantiles hindúes y
árabes que hacían comercio en este espacio geográfico. En fin llegaron a ser
principales enemigos de los Estados musulmanes situados a lo largo de la costas
del océano Índico, el golfo Pérsico y el mar Rojo. Se apoderaron de puntos claves
en las costas de estas aguas, y para este fin, como hemos citado antes, habían
ocupado primero la isla de Sokotra a las afueras del golfo de Adén y,
posteriormente poseerían también la isla de Ormuz en 1515, un importante punto
estratégico a la entrada del golfo Pérsico, lo que les permitiría controlar casi la
totalidad de las vía marítimas en este océano. El rey portugués no tardó en dar a
Albuquerque nuevas ordenes, pues tenía que apoderar Adén y destruir Jiddah, así
como quemar la flota de los mamelucos que se encontraba en el mar Rojo. Así,
en febrero de 1513 Albuquerque partió de Goa con una flota de 22 piezas que
llevaba 1.000 soldados portugueses y 400 hindúes. Pero no consiguió tomar la
ciudad de Adén defendida por el emir Mercan y tuvo que retirarse sufriendo
considerables bajas.

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Después de esta derrota Albuquerque tuvo como objetivo la isla de Ormuz,
llegando en 1515 con 27 naves ante la plaza y conquistándola fácilmente gracias
a la fuerza de 3.000 soldados, mitad de ellos eran mercenarios de Malabar. De
esta manera los portugueses podían controlar la entrada del golfo Pérsico. En
realidad Albuquerque esta vez había conseguido dar un fuerte golpe al comercio
del mar Rojo y del golfo Pérsico y canalizar la mercancia de la India hacia
Portugal.

Hasta entonces el comercio en estas aguas se encontraba bajo el monopolio


de los armadores musulmanes o hindúes. Entre los productos exportados desde la
India y del Oriente lejano, figuraban las especias (pimienta, clavo, canela, nuez
moscada), sedas, perfumes, maderas valiosas, fibras de lana, marfil, oro y piedras
preciosas. Las especias, sobre todo, eran muy necesitadas en Europa y usadas no
sólo para sazonar los alimentos sino que en la consersación de ellos (carnes y
pescados), y se transportaban mediante mercaderes musulmanes desde Asia por
dos vías: la del mar Rojo y del golfo Pérsico. En la primera, las embarcaciones

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llegaban hasta Suez, desde donde los productos eran transportados por tierra en
camellos hasta Alejandria. Y en la segunda via, las mercancias una vez llegadas a
Básora, eran transportadas sobre los ríos Eufrates y Tigris hasta Damasco; y
después llegaban al puerto de Lazquia de Siria, desde donde se distribuían a toda
Europa por naves venecianas y genovesas. La exportación y el traslado de estos
productos desde Asia dejaba grandes rendimientos a los países islámicos y
también a Venecia y Génova que obtenían extraordinarios ingresos en su
distribución por el Mediterráneo.

Pero ahora con la llegada de los lusitanos a este espacio geográfico, el


inmenso ingreso de estos países se vio perjudicado, pues los portugueses ya
habían empezado a llevar las mercancias desde India en sus buques hasta Europa
dando vuelta al sur de África. Esta ruta, aunque era más larga que la del mar Rojo
y del golfo Pérsico, tenían el monopolio de vender las mercancias en Europa
fijando sus precios según su antoja. Y pronto se dieron cuenta de la grandeza de
sus ganancias y empezaron a molestar a los armadores musulmanes que no podían
enfrentarse con sus simples barcas a los poderosos buques lusos, siendo apresados
o hundidos con toda la tripulación. Con estas actitudes hostiles, los recién llegados

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tenían la intención de intimidar a los comerciantes musulmanes, asimismo
demostrar también que no era posible navegar en estas rutas sin permiso de ellos.
Por lo que en poco tiempo los portugueses produjeron grandes perjuicios en la
economía del sultanato maméluco de Egipto. Desde luego esta situación deberia
perjudicar también los intereses otomanos. Sin embargo, los ingresos del Imperio
otomano durante el reinado de Solimán el Magnífico eran tan variados que no se
sintió ningún descenso en las rentas ni alguna repercusión negativa en la actividad
económica del Imperio hasta pasados dos siglos. Paralelamente, con el
descubrimiento de este nuevo camino a la India, en la actividad mercantil
mediterránea se experimentó un descenso notable, a la vez que los venecianos y
genoveses empezaban a sufrir grandes pérdidas económicas ya que Europa
buscaba su futuro en el océano Atlántico.

El conflicto maméluco-luso
Los portugueses veían a los comerciantes musulmanes - los llamaban “naus
de Meca” - como principales rivales en su camino de la India, mejor dicho un
estorbo en su camino de canalizar el tráfico del comercio de especias hacia
Portugal. Por esta razón decidieron quitarlos del medio, atacando sus naves y
destruyéndolas dondequiera que las encontrasen. El primer incidente que provocó
el antagonismo entre los lusos y mamélucos tuvo lugar en 1502 cuando una gran
nave egipcia que transportaba mercancias a la India, fue apresada por un capitán
llamado Vicente Sarte. Todos los viajeros y la tripulación fueron asesinados por
los portugueses. Según el autor de Tarih-i Şihri en el año 908 de la Hégira (1502-
1503) siete embarcaciones fueron tomadas por los portugueses, que, una parte de
los viajeros había sido asesinado y el resto convertido en esclavos. Por otra parte,
los portugueses habían empezado a destruir en el mar de Oman las embarcaciones
que transportaban a la Meca a los peregrinos musulmanes.
Como habíamos mencionado antes, después de que los portugueses
descubrieron el nuevo camino marítimo a la India, los rendimientos procedentes

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de derechos de tránsito que cobraba Kansu Gavri, el sultán de Egipto (1501-1516)
sobre las especias comenzó a declinar. Ante la gravedad de la situación, el sultán
maméluco tuvo que buscar remedios con el fin de evitar el peligro luso en estas
aguas. Para este fin, primero envió como mensajero al fray Mauro del monasterio
del Monte Sión a Papa Julio II, para que hiciese presión sobre Manuel, el rey de
Portugal, amenazándole que si el rey Manuel seguía molestando las
embarcaciones musulmanas, el Santo Sepulcro y los demás edificios sagrados en
Jerusalén, pertenecientes al cristianismo serían destruidos, así como todos los
cristianos afincados en sus dominios serían encarcelados.
Pero esta amenaza no surtió efecto, pues el año siguiente, en 1504, las
diecisiete embarcaciones mercantiles fueron destruidas por las naves lusas en el
puerto de Panane en la India. Ante esta última agresión portuguesa, Kansu Gavri
se dio cuenta de que, para poder enfrentarse a los portugueses en el mar Rojo y en
el océano Índico era imprescindible formar una fuerte armada. Para su
construcción contó con la colaboración de los venecianos, que le suministraron
carpinteros, caladores especializados en la construcción naval y fundidores de
artillería, además de que le permitieron buscar maderas en la Dálmata. En la
transportación de ese material estaban encargados expertos corsarios turcos que
transportarían el cargo en sus naves hasta Alejandria. Pero en alguna ocasión unas
naves de la flota turca no pudieron llegar a su destino por ser atacadas en el camino
por la armada de los caballeros de la Orden de San Juan, cuyo capitán resultó ser
por casualidad un hidalgo portugués. El sultán de Egipto finalmente pudo
construir en Suez cuatro naos, un galeón, dos galeras reales, tres galeotas en un
espacio de cincuenta días.

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Finalmente se envió a la India una flotilla de 13 naves con 1.500 hombres
bajo el mando de Emir Hüseyin (Mir Hocem), un hombre severo y muy
experimentado en la guerra naval. En la flota de Emir Hüseyin se encontraban un
gran número de combatientes turcos, que eran conocidos en la India con el nombre
de “Rumes”, es decir “Rumí” que significaba “de Rum” o mejor dicho “de
Anatolia”.
En la India, el sultán de Guzarat (Cambaia), Mahmut Shá (1458-1511)
había dado órdenes a Melik Ayaz el gobernador de Diu, para la preparación de
sus fuerzas. Esta armada, reunida con la armada de Cambaia combatió con los
portugueses en Chaul en 1508 e infliéndolos una derrota, pero un año después fue
destruida por Francisco de Almeida, gobernador general portugués en Diu (1509).
Emir Hüseyin después de esta derrota quiso recoger sus fuerzas en Goa y
juntar con las que pensaba llegar del Suez, pero al enterarse después de que Goa
fue tomada por Albuquerque el 4 de marzo de 1510, perdió la esperanza y le pidió
permiso al sultán Mahmud para volver a Jiddah.
Kansu Gavri, después de la derrota que sufrió Emir Hüseyin, no desistió de
la idea de expulsar a los portugueses del océano Indico, pero para su realización

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era imprescindible construir una armada más fuerte. De este modo, pidió ayuda a
los otomanos. El sultán Bayaceto II (1481-1512) le envió en febrero de 1511
importantes materiales y arsenal (300 cañones, 150 troncos de árbol, madera,
velas y 3.000 remos) para que construyera en Suez una armada de 30 galeras. El
soberano otomano además le regaló 8 galeras. Todos estos materiales fueron
enviados a Egipto bajo la supervisión de Kemal Reis, el famoso almirante del
sultán. Por otra parte, Bayaceto envió también a Aydın Reis, uno de sus capitanes
expertos para que sirviera al sultán mameluco. Aunque los egipcios quisieron
pagar el coste del material enviado, el sultán otomano no quiso aceptar ningún
tipo de pago.
Y como el peligro portugués se hacía sentir cada vez más intensamente en
el mar Rojo, Kansu Gavri pensaba que sería oportuno entregar a expertos
marineros el mando de sus naves, que acababan de ser construidas en la dársena
de Suez, por lo que hizo llamamiento a los corsarios turcos del Mediterráneo para
que entrasen en su servicio. Uno de ellos que acudió a la invitación del soberano
egipcio fue Selman Reis, a quien se le entregó el mando de una flota compuesta
de 50 galeras. En la India desde hace algún tiempo, algunos oficiales turcos
estaban en servicio de los soberanos locales, a los que, como queda dicho antes,
los portugueses llamaban “Rumes”.
Mientras tanto los musulmanes de la India seguían pidiendo ayuda a los
mamelucos contra los portugueses, por lo cual la flota egipcio bajo el mando de
Selman Reis zarpó de Suez en 1515 con la misión de luchar contra las naves lusas.
La flota egipcia estaba compuesta de 6.000 hombres de diferentes naciones. En
Jiddah se reunió con la flota de Emir Hüseyin. En aquel tiempo el sultán otomano
Selim I conquistó Siria, Palestina, y en 1517 Egipto los territorios pertenecientes
a Kansu Gavri en el mar Rojo cayeron en poder otomano. El mismo Kansu Gavri
perdió su vida en la batalla de Mercidabık que tuvo lugar cerca de Alepo el 24 de
agosto de 1516. Su muerte se debió posiblemente a caída de su caballo al intentar
huir del campo de batalla o quizás a la inherencia de un veneno que llevaba

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encima. El sultán mameluco desde que llegó al poder en 1501, había seguido una
equivocada política fiscal que no sirvió nada más que acelerar la caída de su
Estado. Como por ejemplo, para financiar el excesivo coste de la construcción de
nuevos caminos y castillos, aumentó excesivamente los impuestos sobre las
mercancias y el comercio tránsito. Por otra parte, en la política exterior, también
cometió el error más grande de su vida, al apoyar abiertamente a Ismail I, shá de
Persia en su lucha contra Selim I, el sultán otomano. La gota que desbordó el vaso
se produjo cuando insultó a los embajadores de Selim en Alepo, acción que
motivó la furia de éste, asimismo dio paso a una guerra entre los turcos y egipcios
mamelucos.
A continuación de la conquista otomana de Egipto, el emir de Hijaz envió
a su hijo a Cairo junto con las llaves de la Meca, en señal de aceptar la hegemonía
otomana. Después de la batalla de Ridaniye (el 22 de enero de 1517) que fue
decisiva para las tropas de Selim, el sultán otomano permaneció en Egipto hasta
el 19 del septiembre del mismo año con el fin de consolidar su dirección y
autoridad otomana en este país. El gobernador de Jiddah Emir Hüseyin, no fue
muy estimado por los habitantes de esa ciudad, a los que obligaba pagar excesivos
impuestos. Sultán Selim estaba al tanto de sus abusos, por esta razón había dado
órdenes al xerif de la Meca para su ejecución. Emir Hüseyin, estando en una nave,
acompañado de sus hombres fue ahogado en el mar. Después de su muerte,
Selman Reis envió a Suez la flota egipcia dejando en Jiddah algunas naves.
Algunas semanas después de la derrota de los mamelucos en la batalla de
Ridaniye frente a los otomanos cerca de Cairo, los portugueses, no sabiendo
quizás aún la caída del sultán mameluco, aparecieron de nuevo en el mar Rojo, en
febrero de 1517, con una armada de 37 piezas, llevando una fuerza más de 3.000
soldados portugueses y malabares, bajo el mando de Lopo Soares de Albergaria,
el sucesor de Albuquerque. Finalmente la armada lusa a mediados de abril dio
fondo en el puerto exterior de Jiddah a una legua de distancia (5921 m) en el lado
fuera de los arrecifes de coral que los separaban del puerto interior. Ésta fue la

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segunda amenaza seria de los portugueses hacia Jiddah, la Meca y Medina, las
tierras santas del mundo islámico, que ahora se encontraban ante el peligro de
saqueo y destrucción. Pero los portugueses no se atrevieron en desembarcar, y
gracias a la extraordinaria puntería de los algunos cañones de grandes calibres de
Selman Reis, a pesar de la larga distancia, que los defensores consiguieron dar en
blanco en algunas naves portuguesas y hundirlas. Selman Reis avanzó en el canal
en dos galeras hacia los portugueses y hundió algunas de sus naves con su batería.
Ante la imposibilidad de conquistar Jiddah, los portugueses antes de retirarse
batieron desde una distancia y quemaron algunas naves varadas y un galeón que
estaba fondeado. Pero en el camino de vuelta los lusos sufrieron aún más, pues
debido a la falta de agua de víveres murieron muchos hombres.
Durante la estancia de Selim I en El Cairo, Selman Reis llegó de Jiddah con
el fin de entrevistarse con el sultán y fue recibido por el monarca otomano dos
semanas antes de que éste partiese para Estambul. Cabe citar aquí que Selman
Reis había sido convocado al ejército del sultán antes de la llegada de los
portugueses ante Jiddah, pero él tuvo que permanecer allí, hasta que pasara el
peligro portugués. En El Cairo, era muy probable que el famoso capitán diese
información al sultán sobre los asuntos de Jiddah y de la India y quizás tratase de
convencerle la necesidad de llevar a cabo una política eficaz destinada a expulsar
a los portugueses del Indico. Selim, antes de que partiese de Egipto el 10 de
septiembre de 1517, dio órdenes al nuevo gobernador de Jiddah, Emir Kasım que
acababa de ser nombrado por su orden, para que redactase una carta destinada a
al sultán de Guzarat, Muzaffer Shá. Según esta carta sin fecha -que se encuentra
actualmente en el archivo del Palacio de Topkapı,- Selim expresaba su intención
de enviar en un futuro próximo una armada al Índico destinada a luchar contra los
portugueses e informaba también que Siria, Egipto y Arabia habían entrado en la
hegomanía otomana. El soberano de Guzarat, Muzaffer Shá, en respuesta a Selim
envió una carta con fecha del 15 de septiembre de 1518 felicitándole y deseando
la continuidad de sus victorias.

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A la muerte de Emir Kasım en 1519, fue asignado en su lugar el gobernador
de Jiddah, Emir Hüseyin, un sanjaco en el ejército de Selim en Egipto (No debe
confundirse con el anterior gobernador mameluco).
En mayo de 1518 Selman Reis fue convocado a Estambul por una órden
real, para que se valiesen de sus experiencias. No tenemos ningún dato sobre él
entre 1518 y 1520, posiblemente estuviese durante estos años en la sede del
Imperio y que volviese a Egipto después de 1520, año en que Solimán el
Magnífico subió al trono.

El conflicto turco- portugués en el océano Índico


Cabe citar que, los otomanos observaban de cerca las actividades
portuguesas en el mar Rojo y el océano Índico desde la época de Bayaceto II,
después de que las vías marítimas comerciales en el Índico pasaran a formar parte
del monopolio portugués. La base naval que se fundó en 1525 en Suez, tenía la
principal misión de asegurar la seguridad del mar Rojo y las tierras sagradas de
la Meca y Medina y asimismo cortar el paso a los portugueses. El Imperio
otomano estaba consciente de que su comercio en estos mares iba a ser muy
perjudicado ante la irrupción de los lusos, por lo cual tenia que enfrentar a ellos
en los mares del sur y poner fin a su hegemonía.
En 1520, Diogo Lopes de Sequeira entró en el mar Rojo con una armada de
veinticuatro naves y tres mil seicientos hombres con objetivo de destruir la armada
turca que permanecía en Jiddah, y seguidamente construir en Massuá una
fortaleza, proyectada por Albuquerque. Pero por falta de vientos favorables no
pudo llegar a Jiddah y el naufragio de la nao que traía las herramientas y los
materiales de construcción no le permitió que construyese la fortaleza. En fin, el
penetrar en el mar Rojo cada año volvió a ser una rutina para los gobernadores de
la India. Sin embargo con la muerte del rey Manuel esta política cambiaría. Con
la subida al trono en 1521 de João III, la política portuguesa con relación al
Oriente se vio una profunda transformación. Preocupado por reducir los gastos

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militares, el nuevo rey dió órdenes para que no se construyeran más fortalezas en
la India y que se diesen fin las expediciones contra el mar Rojo. Incluso se llegó
a plantear una hipótesis de permitir a los turcos enviar todos los años un número
límitado de “naus de Meca” a las costas de la India con el fin de asegurar una
convivencia pacífica con ellos.
A principios del siglo XV, ya Europa vivía dominada por el pavor de los
turcos que avanzaban del Este inconteniblemente como las olas de mar. Desde
que los portugueses llegaron a la India, una de sus principales preocupaciones, fue
que los turcos interviniesen e impidiesen su comercio de especias.
En el cuarto año del reinado de este sultán Solimán el Magnífico, hubo la
rebellión de Ahmet Bajá, el gobernador de Cairo que se declaró el sultán de
Egipto. Pero éste fue asesinado posteriormente por su visir y enviado su cabeza a
la Corte otomana. Sultán Solimán envió a Egipto a su gran visir, Ibrahim Bajá,
para que pusiese en orden la situación caótica que dominaba en este país. Ibrahim
Bajá zarpó en seguida de Estambul con una flota de doce naves el 30 de
septiembre de 1524, pero ante una fuerte tormenta que se levantó cerca de Rodas,
prosiguió su camino por tierra. Y cuando llegó a Egipto el 2 de abril de 1525 no
sólo consiguió poner en orden la situación política al poco tiempo, sino que
también realizó algunas reformas, entre las cuales fue la decisión de fundar en
1525 una fuerte base naval en Suez, llamada “Hint Kaptanlığı”, es decir la
capitanía de la India, cuya principal misión era dar fin al peligro portugués en el
mar Rojo. Selman Reis al enterarse de la llegada Ibrahim Bajá a Egipto se puso
en camino con el fin de ir a Cairo y entrevistarse con el gran visir sobre el asunto
de Yemen y del peligro portugués. Cuando llegó allí se le concedió la audiencia
y durante la cual le entregó al gran visir una súplica. Selman Reis, durante esta
entrevista, persuadió a Ibrahim Bajá a que se tomaran importantes medidas en la
política de Yemen, pues era una absoluta necesidad la posesión de ese país por
los otomanos, y asímismo era imprescindible la expulsión de los portugueses del
océano Indico y sus alrededores.

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El gran visir nombró también a Süleyman Bajá el Castrado, -de posible
origen griego-, como gobernador de Egipto, quien ganaría en adelante la
admiración de todos con su hábil y justa dirección en este país norteafricano.
Ibrahim Bajá estaba convencido de que era imprescindible limpiar el océano
Índico de las naves portuguesas, con el fin de poner en su antiguo cauce el
agonizante comercio por lo que respecta a la ruta del mar Rojo. Pero para esta
misión la armada egipcia había sido ineficaz y además los egipcios habían tenido
grandes dificultades para formar una fuerte armada por carencia del material
necesario en su construcción. En cambio, Süleyman Bajá, el nuevo gobernador de
Egipto no tenía tales dificultades ya que los bosques del sur de Anatolia proveían
abundantamente materiales constructivos.
La noticia de la construcción de una armada en Suez no tardó en llegar a
Lisboa que causó una gran inquietud en la corte portuguesa. Lo que a los
portugueses más espantaba era la idea de que los turcos se estableciesen en Diu,
que serían una amenaza permenente para sus fortalezas en la costa de la India.
La expedición inacabada de Selmán Reis

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Ibrahim Bajá, el gran visir, antes de partir de Cairo, decidió enviar al
océano Indico una armada compuesta de 19 naves que llevaba 4.000 hombres. El
capitán general de la expedición era Hayruddin Hamza, y almirante de la armada
era Selman Reis. Está era la primera expecidición de la armada otomana al océano
Indico. La armada zarpó de Suez en 1526 y llegó a Jiddah. La fundación de una
base naval en Suez y la asignación de Selman Reis a su capitanía constituía un
paso importante para hacer frente a las naves portuguesas en el océano Índico.
Pero esta campaña militar no se llegó a realizar a causa del motín ocurrido durante
la travesía del mar Rojo y del consiguiente asesinato de Selmán Reis por
Hayruddin, uno de sus oficiales, pues éste tenía intención de gobernar Yemen sin
él, por lo que no dudó de asesinarle a traición durante una partida de ajédrez. Las
fuentes portuguesas hacen atribución de su muerte a un motín surgido por
cuestiones relativas al pago de sueldos de su guarnición. Por consiguiente su
armada se desmembró, regresando una parte a Suez y la otra, después de haber
intentado sin éxito apoderarse de Adén, se vio obligada a volver a la isla de
Camarán.
Emir Mustafa, el sobrino de Selmán Reis en cuanto se enteró de la muerte
de su tío, recogió sus fuerzas y en compañía de Hoca Sefer, uno de los esclavos
de su tío, se dirigió a Zebid. Al final de una batalla mató a Hayruddin. Así se
vengó, aunque la expedición hacia la India se quedó sin acabar.
Las noticias del descalabro de la armada turca llegaron a los portugueses en
la India, traídas por los navíos que venían del mar Rojo para Ormuz y para
Cambaia. El visorey Lopo Vaz de Sampaio queriendo aprovechar de la situación
débil, por la que pasaban los turcos, decidió ir personalmente al mar Rojo y
destruir las naves turcas que encontrase allí. Pero los hidalgos se opusieron esta
idea argumentando que Zamorin, el soberano de Calicut había conseguido reunir
numerosas embarcaciones con las que podrían causar graves problemas si dejase
la costa de la India sin naves. Lopo Vaz se conformó con la opinión de la mayoria
y aceptó permanecer en la India, pero no dejó de enviar ni por eso para la boca

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del mar Rojo, un capitan llamado Antonio de Miranda con una poderosa armada
constituida por seis galeones, una galera, dos galeotas y cinco bergantines en los
que fueron embarcados cerca de mil soldados portugueses.
Antonio de Miranda se dirigió a Adén que con cuyos dirigentes llevaban
buenas relaciones. Allí deseando tener informaciones pormenorizadas acerca del
destino de la armada turca, mandó allá una fragata en reconocimiento, ésta en
pocos día volvió con la noticia de que en Camarán estaban muchas galeras con
más de tres mil quinientos hombres. No se atrevieron desafiar a los turcos,
considerando su fuerza demasiada para poder enfrentar, por lo que optaron por
dedicarse al saquear y al propagar fuego a Zeila, una población ribereña en el
continente africano a la entrada del mar Rojo, tomando el rumbo después, en abril
de 1528 hacia Mascate en donde venderían el botín para repartirse entre capitanes
y soldados.
La expedición de Emir Mustafá contra los portugueses (1531)
Después de la muerte de Selman Reis, su sobrino Emir Mustafá Ibn Behram
ocupó la gobernación de Yemen. Pero Mustafá recibió de su Padre Behram en
Estambul, una carta avisándole que le habían despedido de su cargo de
gobernación en Yemen y acosejándole que partiese para la India antes de llegar el
nuevo gobernador de Yemen. Mustafá decidió partir entonces para la India junto
con Sefer Hoca, el esclavo de su tío. La flota turca bajo el mando de Emir Mustafá
y Hoca Sefer llegó a Diu sin encontrar alguna dificultad. Antes, había llegado
Hoca Sefer a finales de enero con un galeón que traía a unos trescientos turcos.
Unos pocos días después, el resto de la flota, bajo el mando de Mustafá, que fue
constituida de un galeón y varias galeras, llevando más de 6.00 turcos y 1.300
árabes, llegó también. Los dos capitanes habían traido también un importante
cuerpo de artillería. En aquel tiempo gobernaba en Diu Melik Togan, en nombre
de Bahadır Şah (Badur Shá), el sultán de Cambaia. Antes de la llegada de la flota
turca, los portugueses habían organizado una campaña militar cuya misión era
conquistar esta ciudad portuaria, sin que supiesen la expedición de Emir Mustafá.

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Y cuando los mensajeros avisaron a Melik Togan acerca de la armada portuguesa,
éste, para evitar el saqueo y la destrucción de la ciudad estaba dispuesto a aceptar
lo que exigían los portugueses, pero la llegada de Emir Mustafá y Hoca Sefer
alteró la situación. Mustafá habiendo encontrado a Melik Togan desmoralizado y
que estaba a punto de someterse a todas las exigencias de Nuno de Cunha, le
animó y consiguió convencerle a defender la ciudad. Luego se encargó de la
defensa, colocando artillerías en sitios estratégicos e hiciendo excavar trincheras
alrededor de la ciudad, que volvió ser prácticamente inexpugnable. Por el lado sur
y oeste la península de Diu estaba protegida por un cordón de arrecifes que
impedían cualquier tentativa de desembarque. La parte que daba al canal estaba
defendida por la fortaleza, prolangada hacia el oeste por una línea de baluartes.
La “vila de Rumes”, es decir la villa de los turcos, barrio al otro lado del canal fue
igualmente fortificado y entre el fortín del mar (un baluarte sobre un peñasco a la
entrada del canal) y la fortaleza había sido extendida una gruesa cadena de hierro,
apoyada con barcazas, que impedía el acceso de los navíos al puerto interior. En
el puerto se encontraban, incluyendo las naves traídas por Hoca Sefer y Mustafá,
dos galeones, un cierto número de embarcaciones de mercadores, y cerca de
setenta galeras, galeotas y fustas. Veinte de estas fustas habían sido colacadas
inmediatamente por detrás de la cadena, amarradas unas a las otras constituyendo
una especie de muralla de madera erizida de cañones, destinada a impedir que
algún navío pudiese llegar a cortar la cadena. En conjunto, las tropas de Melik
Togan y de Mustafá ascendían a cerca de doce mil hombres, todos ellos aguerridos
y experimentados. Pero el elemento más importante en la defensa de Diu eran las
pesadas bombardas traídas por los turcos, entre los que se encontraban algunos
basiliscos.
Luego que la armada portuguesa dio fondo frente a Diu, los basiliscos
turcos empezaron a dispararla, haciendo desvanecer todas las ilusiones que Nuna
de Cunha que todavía tenía de que la ciudad se entregaría sin combatir. El
gobernador general de la India Nuno de Cunha intentó bombardear la fortaleza en

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tres grupos y romper la cadena. Pero cuando las naves portuguesas empezaron a
atacar la fortaleza, las baterias de los defensores comenzaron a disparar en
cadencia viva forzándo al enemigo a retirarse sufriendo muchos muertos y
heridos. Ante este revés Nuno de Cunha optó por volver a Goa, y el día 19 por la
mañana la armada portuguesa dejó Diu. El coraje y valentía del comandante turco
Emir Mustafá había salvado Diu del peligro portugués.
Cuando los portugueses estaban ante Diu, el sultán de Guzarat Bahadır Shá
había puesto sitio a la fortaleza de Chitor. Al oir la llegada del enemigo levantó
en seguida el cerco y llegó a Champanir, mientras tanto el ataque de las naves
portuguesas había sido repelido y siendo el enemigo retirado. Mustafá fue
invitado por el sultán a Champanir y recibido por él con muchos honores. El
sultán, por el coraje que demostró en la defensa de Diu, le concedio a Mustafá el
título de Rumi Nasır Han (Rumecão) y a Hoca Sefer el de Hüdavend Han. Pero
Bahadır Shá no se limitó sólo a esto y también le regaló al turco las riberas hasta
Raner, Surat y Muhaim, añadiéndo además a estas tierras posteriormente la
gobernación de Diu, lo que ofendió a Melik Togan, el antiguo gobernador de Diu.

El asesinato de Bahadır Shá por los portugueses


El soberano de Guzarat Bahadır Shá, unos pocos años de subir al trono se
consideraba uno de los más importantes dirigentes musulmanes de su tiempo.
Muchos príncipes hindúes le pedían ayuda en la lucha contra sus enemigos. Por
otra parte, Guzarat era como un refugio de muchos príncipes y gobernadores que
pedían asilo al soberano. Pero Bahadır Shá, en cúspide de su fama y gloria,
cometió un error político que en adelante daría paso a que los portugueses
aumentasen su influencia en la India occidental: un rebelde con el nombre de
Muhammed Zaman Mirza huyó de Delhi y vino a Guzarat en donde fue protegido
por Bahadır Shá. El emperador Humayun envió una carta Bahadır Shá mediante
su embajador y le exigió la devolución del rebelde. Pero éste, en lugar de resolver
el problema por vías diplomáticas, envió una respuesta irónica a Humayun, la que

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enfureció al emperador, y con la intención de castigarle decidió ir con su ejército
sobre él. Bahadır Shá en aquel momento se hallaba ocupado en el asedio de Chitor,
Humayun llegó con un gran ejército a Gvalyor y esperó hasta que Bahadır
terminase su gaza, es decir la guerra sagrada de los musulmanes. Bahadır Shá
finalmente conquistó Chitor y obtuvo un rico botín. A partir de entonces los dos
soberanos musulmanes tomaron sus posiciones en un campo de batalla, sin que se
acercasen demasiado a uno al otro. Humayun consiguió cortar las vías de
provisones que llegaba al campamento de Bahadır, lo que causó una hambruna.
Bahadır Shá se dio cuenta de la difícil situación en que se encontraba y perdió su
esperanza dándose a la fuga. Bahadır Shá llegó primero a Mandu y desde allí huyó
a Champanir. Mientras tanto Hümayun se apoderó de Mandu y luego siguió al
soberano de Guzarat. Bahadır, al enterarse de la llegada de Humayun partió de
allí con toda prisa para dirigierse a Cambaia, en donde había alrededor de 100
naves con su armamento destinadas a luchar contra los portugueses. Bahadır con
el fin de que no cayesen en manos de Humayun ordenó que se quemasen todos
los navíos. Luego se vio obligado a refugiarse en Diu con sus mujeres y su tesoro.
Decidió entonces pedir ayuda a los turcos otomanos, enviando a Estambul un
embajador con ricos presentes. Mientras tanto, por la inseguridad de la situación
del Estado de Guzarat, Bahadır Shá se vio obligado a enviar su tesoro de 300 arcas
de oro y de piedras preciosas a la Meca.

El asesinato de Bahadır Shá por los portugueses

24
Pero los turcos estaban lejos y la amenaza de Humayun continuaba.
Bahadır, en 1534 había ofrecido a los portugueses Bassaim con todas sus
dependencias y rentas, pero para los portugueses el objetivo era Diu. Bahadır
estaba desesperado por la pérdida de una gran parte de su reino, y para no perder
la totalidad de su reino, tuvo que pactar con los portugueses según en el famoso
dicho turco de que “el que se cae al mar se agarra al serpiente”. Finalmente
Bahadır al firmar un tratado el 25 de octubre de 1535 con los portugueses que
obtuvieron, de este modo lo que tanto anhelaban. Conforme las normas del dicho
tratado, los portugueses conseguían el privilegio de construir una fortaleza en Diu;
asimismo se confirmaba en Bassein la hegemonía portuguesa; y en cambio los
portugueses apoyarían militarmente tanto en tierra como en el mar a Bahadır Shá
en cuanto necesitase ayuda. Con la ayuda militar que le prestó Nuno de Cunha,
Bahadır conseguió impedir el avance de Humayun y con la ayuda de algunos
nobles consiguió recuperar las tierras perdidas. Cambaia ya estaba libre del
peligro de los mongoles. Bahadır sintiéndose nuevamente seguro y poderoso,
estaba arrepentido por haber firmado un pacto y concedido el permiso de construir

25
una fortaleza allí. Los portugueses se habían olvidado de su promesa de ayudarle
militarmente al tratar de recuperar su reino, y además, se quejaba de las actitudes
de ellos que, después de tener influencia en Diu, habían empezado a molestar
incluso sus propias naves no permitiéndolas salir del puerto. Por estas razones,
pensaba expulsarlos no sólo de Diu, sino también de toda la India, por lo que
mandó construir muchos navíos en Madresaba y en Goga y escribió cartas a los
sultanes de la India y de Arabia, explicándoles cómo estaba a la espera de diez
mil turcos que acudirían a su ayuda para expulsar a los portugueses de esas tierras
y mares.
Como medida premilinar, convocó a Nuno de Cunha a Diu, pues pensaba
aprisionarle y enviarle a Estambul dentro de una jaula al sultán Solimán
el Magnífico. Con este fin le invitó a Diu para tratar algunos asuntos de
importancia. Pero en la India era muy difícil guardar secretos, y Nuno de
Cunha fue inmediatamente informado de la intención del soberano de Cambaia
y resolvió pagarle con la misma moneda. Los portugueses con una estrategema
quisieron apresar en 1537 a Bahadır Shá, pero él cuando trataba de escapar de
ellos nadando en el mar, se ahogó a causa de los golpes que recibió de un
soldado portugués. Sin embargo según los cronistas portugueses de la época
murió por un accidente.

La expedición de Süleyman Bajá a la India y el sitio de Diu


Al poco tiempo después que, Bahadır Shá fue asesinado por los portugueses
surgió una crisis de sucesión en el trono de Guzarat, pues los aspirantes al poder
empezaron a liquidar uno al otro. Ante esta situación inestable la Puerta Sublime
decidió que el tesoro se trasladase desde la Meca a Estambul. Para este fin primero
fue enviado por vía terrestre a Alejandría, en donde fueron embarcadas las
trescientas arcas que contenían el fabuloso tesoro bajo la supervisión de Salih
Reis, quien una vez terminado el cargamento zarpó sin tardar con rumbo a
Estambul. Sin embargo los países europeos ya estaban al tanto del tesoro, por lo

26
que Andrea Doria procuró apresar la flota de Salih Reis, pero la intervención de
Barbarroja le impidió que pudiese conseguir su objetivo.
El asesinato de Bahadır Shá no quedaría impune, por lo que el soberano
otomano ordenó en seguida la preparación de una armada destinada a castigar a
los portugueses en la India. Y como almirante de esta expedición punitiva asignó
a Süleyman Bajá el Castrado, -de posible origen griego- gobernador de Egipto.
Sin embargo para esta campaña bélica las naves que se encontraban en Suez no
eran suficientes, por lo que se decidió la construcción de una nueva flota allí. Todo
el material necesario para su realización fue enviado desde Estambul por Salih
Reis con el fin de construir los navíos en Egipto. A medida que continuaba la
construcción de las nuevas naves, las antiguas embarcaciones se reparaban y se
dotaban de cañones. Finalmente terminó la construcción de la nueva armada
compuesta de 76 piezas, tan potente para poner frente a los portugueses en el
Índico. Embarcaron en ella 7.000 jenízaros, que el número total de los efectivos
otomanos ascendía a 20.000 combatientes, sin contar los esclavos que remaban.
Pero la importancia de esta imponente armada no residía sólo en el número de los
navíos que la integraban ni de los hombres que la guarnecían, sino en la excelente
artillería con que estaba equipada. Por fin, la armada zarpó el 13 de junio de 1538
del puerto de Suez, bajo el mando de Süleyman Bajá. En la segunda quincena de
julio la concentración final de la armada se efectuó en Jiddah, desde donde partió
el 20 de julio de 1538.
Mientras tanto, a Bahadır Shá le había sucedido en el trono de Guzarat, su
sobrino Mahmut III, y aún no se sabía si éste profesaba buenas intenciones o no
hacia los turcos. Pero en aquel momento Süleyman Bajá el Castrado ya había
empezado su expedición hacia la India, llegando ante Adén tras una navegación
que duró un mes y 14 días desde que zarpó en Suez. Adén, entonces se encontraba
bajo el protectorado portugués y regido por un emir de la dinastía Tahirî, a quien
aunque Süleyman Bajá invitó a visitar a su barco, pero él no acudió. Ante esta
situación el bajá metió en la ciudad mediante una estrategema los quinientos

27
guerreros que se apoderaron de la plaza fuerte. El emir, tras ser apresado fue traído
ante la presencia del bajá, quien ordenó que lo ahorcasen en la antena de su
bastarda (la nave capitana). De este modo Adén entró definitivamente en el
dominio otomano, que poseía un importantísimo valor estratégico por estar
situado a la entrada del mar Rojo. Pero la ejecución del emir por Süleyman Bajá
sería criticada más tarde severamente en Estambul en el “Divan”, es decir el
Consejo de visires, pues según ellos era una política equivocada y además de ser
una acción cruel que no tardaría en producir ecos y efectos negativos, inculcando
un temor en los nativos de India hacia los turcos.
Süleyman Bajá, tan pronto como asignó para la dirección de este lugar a
un hombre suyo de confianza, se dirigió a la isla de Socotará donde hizo otra
aguada. Se planteó entonces la idea de ir a Mozambique para capturar las naves
portuguesas que iban a la India. La idea no estaba mal, porque las naviós
portugueses llegaban a esta isla separados unos de los otros con mucha avería y
mucha gente enferma. Una vez destruidas aquellas naves, que llevaban hombres
y materiales destinados a la armada de la India, sería más fácil destruir ésta. No
obstante entre los meses de mayo y septiembre soplaban en la costa oriental de
Africa los vientos del sur y sudoeste, que impedían la navegación hacia el sur.
Por lo que Süleyman Bajá prescindió de esta idea y siguió su rumbo hacia
Mangalor, una ciudad situada un poco al norte de Diu, en la península de Guzarat,
llegando allí finalmente el 27 de agosto de 1538. Durante esta travesía la armada
turca, a causa de impetuosas tempestades, sufrió la pérdida de alrededor de media
docena de naves que se extraviaron en distintas locales de la costa de la India.
En cuanto Hoca Sefer tuvo conocimiento de la llegada de Süleyman Bajá,
se fue a su encuento y le persuadió con instancias, que antes de ir a combatir con
la armada del gobernador, tomase la ciudad de Diu. Süleyman Bajá pensó que la
conquista de Diu no podría ofrecer de mayor dificultad y además estaría a su
disposición una excelente base de operaciones contra los portugueses. Pero las
instrucciones que Süleyman Bajá había recibido del sultán Solimán el Magnífico

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no eran así: tenía que encontrar la armada del gobernador de la India y destruirla
sin ocuparse de otra cosa; si los portugueses no se presentasen en la batalla,
debería atacar Goa y tomarla; y si cualquier de dos acciones se resultasen
inaccesibles, debería dirigirse a Ormuz expugnando su fortaleza y dejando allí un
refuerzo. Pero Süleyman Bajá, evidentemente no estaba consciente de la
importancia de esta estrategía, pues si hubiese destruido la armada portuguesa
habría podido conseguir el dominio del mar. Sin embargo dejó a un lado las justas
instrucciones del sultán otomano y se dirigió a Diu, a donde llegó el 4 de
septiembre de 1538.

Como habíamos dicho antes, en la India, aunque los portugueses habían


tenido noticias de la salida de la armada de los “rumes”, aún no tenían una idea
concreta sobre su paradero, porque Süleyman Bajá, una vez que asumió su cargo
del almirante, había prohibido la salida de los navíos del mar Rojo para que no
pudiesen dar informaciones a los portugueses. La fortaleza de Diu que pertenecía
a los portugueses, estaba situada al nordeste de una isla del mismo nombre en el
sur de la península de Guzarat (Khatliawar).Y cuando la armada llegó con sus
alrededor de setanta galeras y galoenes causó un gran pánico en la guarnición de

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fortaleza de Diu, en donde se encontraba entonces setecientos portugueses, cuyo
capitan era Antonio da Silveira, que envió en seguida para Goa un catur,
capitaneado por Miguel Vaz para avisar al gobernador. Deseoso de saber
exactamente cual era la composición de la armada turca, Miguel Vaz aproximó
excesivamente a ella, lo que provocó el destacamiento inmediato de doce galeras
para darle caza, empezando bombardearlo desde la gran distancia, aunque
ninguno de los proyectiles llegó a dar. Como las galeras turcas eran
embarcaciones finas y muy veloces, se iban acercando al catur, pero en el último
instante con la ayuda del viento y también del esfuerzo de los remos, consiguió
alejarse de las galeras y tomó el rumbo hacia Goa. Sin embargo, cuando llegó allí,
la noticia de la presencia de los rumes ya la tenían, principalmente mediante el
interrogatorio de algunos prisioneros turcos que habían sido capturados en las
naves extraviadas en la costa india.

Süleyman Bajá desembarcó quinientos jenízaros en el mismo día de la


llegada, que empezaron a saquear la ciudad sin saber posiblemente que los
habitantes eran musulmanes. Este acontecimiento causó el resentimiento hacia los
recién llegados entre los dirigentes y soldados de Cambaia, que se alejaron de

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ellos. Después del distancimiento de las fuerzas de Cambaia sólo quedaron los
catorce mil soldados de Hoca Sefer para cercar la fortaleza. Después del saqueo,
los jenízaros se propusieron asaltar la fortaleza que fueron repelidos por los
arcabuzeros portugueses que mataron a unos cincuenta e hirieron a otros muchos.
En el 7 de septiembre sobrevino un gran temporal del sudoeste,
acompañado de lluvia torrencial que provocó grandes oleadas en el mar. La
armada turca se vio en serias dificultades, pero el día siguiente se calmó el tiempo
y Süleyman Bajá pudo desembarcar mil quinientos hombres y alguna artillería
para reforzar las tropas de Hoca Sefer que se encontraban alrededor del baluarte
del pueblo de los rumes. Después, suspendió al asalto y se fue con toda la armada
para Madresaba con el fin de reparar las naves que habían sufrido durante el
temporal de la víspera y así como carenar las galeras. Pero al entrar en el río,
cuatro de sus naves se encallaron, dejando flotar una parte del cargo que
transportaban, entre los cuales figuraban numerosas sillas de montar para los
caballos. Este hecho cuando llegó al conocimiento de los dirigentes de Cambaia,
despertó sospechas de que los turcos hubiesen llegado aquí para quedarse siempre,
y a partir de entonces dejaron de suministrarles víveres.
Como no era fácil para los navíos turcos entrar en el puerto interior de
Diu a causa del fuego que les abrían de la fortaleza y del fortín del mar, Süleyman
Bajá encargó a Hoca Sefer de tomar el baluarte que los portugueses tenían en la
“villa de los rumes”.

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La ciudad y la fortaleza de Diu

El 10 de septiembre, después de una inmensa preparación de artillería, los


turcos dieron el primer asalto al baluarte, pero fueron repelidos con grandes
pérdidas debido a la defensa extraordinaria de 30 soldados portugueses que se
encontraban allí. Entonces Hoca Sefer mandó construir una gran torre de madera,
sobre dos barcazas amarradas una a la otra. Su idea era aprovechar del pleamar
para arrimar la torre al baluarte y después lanzar contra él las vasijas de pólvora o
cosas similares con la esperanza de que el humo provocado obligase a abandonar
los defensores sus posiciones, que simultáneamente sería lanzado también por la
parte de tierra. Pero Antonio da Silveira percibió las intenciones de los turcos y
dio ordenes para que durante la noche fuesen con dos fustas a quemar la torre. Y
así lo hicieron las fustas, a pesar de haber sido intensamente bombardeadas desde
las márgenes, y consiguieron llegar junto a la torre y prenderla fuego con vasijas
de pólvora.

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El día siguiente, 14 de septiembre, llegaron a Diu tres fustas de Goa y una
de Chaul con refuerzos. Mientras tanto Hoca Sefer, al ver destruida su torre en
llamas, sometió al baluarte de villa de los rumes durante cinco días a una intensa
batida con bombardas de gran calibre, que lo dejó prácticamente arrasado y con
sus ocupantes casi todos muertos o heridos. Pero los cañones y arcabuces
portugueses también causaron centenares de muertos entre los soldados turcos.
En este momento llegó a Diu otro catur con la noticia de que ya se encontraba en
Goa un nuevo visorey García de Noronha, con una poderosa armada y que en
breve tiempo iría a socorrar a la fortaleza. El día 28 la armada turca regresó de
Madresaba, volviendo a dar fondo delante de Diu. Deseoso de concluir la
conquista de la fortaleza, antes de la llegada de la armada del visorey, Süleyman
Bajá mandó darse un nuevo asalto al baluarte de villa de los rumes con setecientos
jenízaros. Después de una violenta batida de artillería, empezaron a subir los
asaltantes por los montones de escombros y paredes en ruinas mediante escaleras.
Pero en la cumbre del baluarte, en un pequeño lienzo de muralla que había
quedado a salvo de la destrucción, estaban dos soldados portugueses que
empezaron a tirar grandes cantidades de vasijas de pólvora y fuego encima de los
asaltantes, que permitieron a sus compañeros de abajo tiempo suficiente para
reunir con ellos. Al cabo de un sangriente combate que duró varias horas, los
jenízaros se vieron obligados a retirarse.

33
El asalto de los turcos contra la fortaleza de Diu

Continuaba el asalto al baluarte de la villa de los rumes con toda fuerza,


mientras tanto las galeras turcas se aproximaron hacia la fortaleza y la sometieron
a un intenso bombardeo, sin que hubiesen podido causar un importante daño en
las murallas, en cambio una galera turca fue hundida y otras dos fueron
gravemente averíadas a causa de la artillería de la fortaleza. Pero en este combate
los portugueses tuvieron a su vez muchos muertos y heridos, porque algunas de
sus bombardas, debido a la incapacidad del personal que las atendía, se reventaron
matando e hiriendo a los que estaban a su alrededor.
El primero de octubre, los últimos defensores del baluarte de la villa de
los rumes, con la autorización de Antonio de Silveira se rindieron a Süleyman
Bajá con la condición de que los defensores pudiesen irse desarmados a la
fortaleza. Pero todos, luego que se rindieron fueron cogidos y metidos en las
galeras.
El día 2 de octubre recibió Antonio de Silveira una carta de Süleyman en
que le proponía la entrega de la fortaleza para no tener la misma suerte que los
defensores del baluarte de la villa de los rumes. En esta carta le hacía recordar que
ellos se encontraban metidos dentro de un corral sin posibilidad de salir, cercados
por los más famosos soldados del mundo, a quienes no habían podido resistir
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Rodas ni Belgrado. Que en estas circunstancias no sería una actitud deshonrada
rendirse y que les prometía a él y a sus compañeros que estarían libres para ir a
cualquier fortaleza de la India. Antonio de Silveira mandó leer en voz alta la carta
en la presencia de los capitanes y soldados. En la respuesta que se dió al bajá el
comandante portugués le acusaba de ser cobarde, traidor y mujer mentirosa,
diciendo que si en Rodas estuvieran los caballeros, en cambio aquí están en este
corral, los portugueses acostumbrados a matar muchos moros...
Ante esta respuesta, Süleyman Bajá se preparó para un cerco en regla. En
la noche del 4 al 5 de octubre, los turcos instalaron frente a la fortaleza cerca de
cuarenta basiliscos y otras piezas de gran calibre, así como otros ochenta de
calibre medio, todas éstas protegidas por sólidos reductos de manta que los ponían
a salvo de los tiros de la artillería portuguesa. El día 5 empezó la batida. Ante el
impacto de las enormes balas de cañones las almenas empezaron a ser derribadas
y fueron desmontadas también algunas piezas de batería y siendo abiertas brechas
en los lienzos de murallas. El baluarte de de Gaspar de Sousa empezo a
desmoronarse que era el más expuesto al fuego otomano. En la misma noche
entraron en Diu cinco catures llegados de Goa con refuerzos y pólvora que
pasaron intactos en medio de la armada turca, lo que causó gran alegría en el
ánimo de los cercados, al mismo tiempo que provocó una desesperación en el
bando turco.
En los días sigueientes la artillería turca siguió batiendo la fortaleza, una
vez por la mañana y otra por la tarde. Durante la noche los portugueses se
dedicaban a reforzar los muros por el lado interior y a construir nuevos lienzos de
muralla por las partes que habían sufrido más daños. Al cabo de siete días de
bombardeo infernal, el baluarte de Gaspar de Sousa quedó reducido a un montón
de escombros. Mientras tanto los cañones seguían batir sin piedad contra los otros
baluartes. Los turcos después de un nuevo bombardeo intenso, lanzaron un asalto
contra este baluarte por la mañana, y los jenízaros aunque intentaron en tres
ocasiones subir al baluarte, se vieron obligados a retirarse después de duros

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combates prolongados con grandes pérdidas. Pero los portugueses no sólo se
limitaban a defenderse, sino que también efectuaban salidas repetidas contra las
trincheras de los sitiadores con grupos de veinte a treinta hombres, en las que
daban grandes daños a los turcos. Sin embargo, a medida que iba pasando el
tiempo, la situación de los defensores se volvía más crítica, ya que su número iba
reduciendo considerablemente de día a día. Fuera de los muertos y heridos en
combate, mucha gente se ponía de enfermo, principalmente sufrían de escorbuto
debido a la falta de alimentación fresca que no habían recibido prácticamente
desde junio. En el inicio del cerco dentro de la fortaleza estaban alrededor de tres
mil almas, de los cuales apenas seiscientos eran combatientes. Cuando el número
de éstos empezó a disminuir, las mujeres también se propusieron a trabajar en las
obras de fortificación al lado de los esclavos para dar un poco descanso a los
hombres. El ánimo y la determinación de las mujeres portuguesas que estaban en
Diu contribuyeron a mantener elevado el moral de los defensores durante los
terribles bombardeos turcos.
Entre el 10 y 26 de octubre tuvieron lugar cinco asaltos más conra el
baluarte de Gaspar de Sousa, que fueron repelidos sucesıvamente y algunas
decenas de portugueses mataron o hirieron centenares de turcos que venían
sustituidos por otros como olas sin cesar. En la fortaleza ya había quedado sólo
doscientos y ciencuenta hombres capaces de utilizar armas, la mayoría de ellos
estaban heridos.
En la noche del 27 de octubre llegaron de Goa cinco fustas con tres
docenas de soldados y algunos toneles de pólvora, que pasaron entre la armada
turca sin ser interceptadas. A su llegada los cercados isaron las banderas y al son
de trompetas empezaron a disparar las bombardas, que hicieron pensar Süleyman
Bajá que que la armada del visorey debería estar muy cerca. Pero el día 28 la
armada portuguesa no apareció. Como durante los asaltos contra el baluarte de
Gaspar de Sousa los turcos sufrieron muchas bajas debido a la artillería del fortín
del mar, resovieron apoderarse de éste. Cerca de mil y quinientos turcos, incluido

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un número reducido de los jenízaros embarcados en cincuenta naves, asaltaron
por tres veces el fortín con gran determinación. Mas los treinta portugueses allí se
encontraban se defendieron con extraordinario esfuerzo y repelieron en todas
veces los asaltantes con la ayuda de la fortaleza. Después de haber perdido
cuarenta hombres muertos y doscientos heridos, los turcos se desistieron. De los
portugueses que estaban en el fortín murieron dos y quedaron cinco heridos. En
cuanto se desarrollaba el ataque al fortín, los turcos bombardeaban violantamente
la fortaleza y lanzaban nuevo asalto al baluarte de Gaspar de Sousa siendo
repelidos una vez más.
Desesperada con la resistencia obstinada de los portugueses y cada vez
más receloso y obsesionado por la armada del visorey, una situación
extramadamente vulnerable, Süleyman Bajá decidió utilizar una estrategema. El
día 30 de octubre las tropas turcas comenzaron a reembarcar con la intención de
convencer a los portugueses de que se marchaban. Pero Antonio de Silveira no se
dejó engañar y reforzó todavía más la vigilancia. Durante la noche los turcos
desembarcaron sigilosamente todo el ejército, dejando la armada prácticamente
desguarnecida y al romper el día, se lanzaron contra el montón de escombros al
que estaba reducido el baluarte de Gaspar de Sousa. Por tres veces que los
jenízaros consiguieron poner sus banderas en la cima del baluerte y por tres veces
fueron repelidos por los defensores y después de cuatro horas de combates
sangrientos los turcos se retiraron. Sólo este día los asaltantes sufrieron más de
quinientos muertos y mil heridos. Los portugueses tuvieron catorce muertos y
doscientos heridos. Ya en la fortaleza solamente había quedado cuarenta
combatientes portugueses. La pólvora estaba a punto de acabarse. Las lanzas y las
espadas se encontraban todas rotas de tanto pelear. Las murallas estaban en estado
de ruinas. Si los turcos el día siguiente hubiesen vuelto a lanzar un nuevo ataque
con la misma determinación de ayer, sería un fin para los portugueses. Pues, era
cuestión de momento la toma de la plaza por los turcos. Pero Süleyman Bajá de
repente ordenó levantar el sitio, y en la misma noche los turcos empezaron a

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embarcarse llevando consigo toda la artillería. Pensando que se trataba otra
simulación, Antonio de Silveira dio órdenes a los capitanes y soldados que se
quedasen en los baluartes, así como dio instrucciones a los heridos y enfermos de
menor gravedad para que vistiesen las armaduras y pusiesen los casquetes y
fuesen para las murallas. Incluso algunos heridos y enfermos graves insistieron
en juntarse a sus compañeros, prefieriendo morir de pie con las armas en la mano
en lugar de morir en la cama por los turcos. Algunas mujeres también vistieron
armaduras y cogieron las lanzas. Perdida toda la esperanza de socorro, la
guarnición de la fortaleza de Diu se preparó para morir costando al enemigo caras
sus vidas.
¿Pero por qué el bajá dio orden de levantar el asedio? Durante todo el
tiempo del asedio, como Süleyman Bajá le había tratado a Hoca Sefer como se
tratase a un perro, que éste llegó a la conclusión de que era mucho mejor tener a
los portugueses en Diu que a los turcos. Deseoso de verse libre de Süleyman Bajá
cuanto antes, hizo caer en su mano una carta falsa, en la que se decía que el visorey
estaba a punto de llegar con una armada de ciento y cincuenta navíos y seis mil
hombres. Desmoralizado con las enormes pérdidas sufridas en los últimos asaltos
y preocupado por la carta de Hoca Sefer, Süleyman Bajá se dio prisa en mandar
reembarcar toda su gente.
El primero de noviembre, al rayar el alba, los portugueses que esperaban
con angustia en las murallas el asalto final de los turcos, no daban créditos a lo
que veían sus ojos. Las trincheras estaban vacías, y los cañones habían
desaparecido, mientras que los navíos turcos, con toda la gente a bordo se
preparaban para hacerse al mar.
Cinco días se demoró todavía Süleyman Bajá en zarparse de Diu con el
fin de hacerse aguada y recoger la artillería. El 5 de noviembre la armada turca
partió, pero tuvo que volver a dar fondo por falta de viento. Luego que oscureció
empezaron a avistarse por el sur numerosos destellos de luz y a oírse tiros de
bombarda. Poco después llegaron a la fortaleza dos fustas, de Goa con soldados y

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municiones. Süleyman Bajá, que había perdido en vano durante el cerco cerca de
mil doscientos mejores capitanes y hombres, no se encontraba en condición de
combatir con la armada del visorey. Mientras esperando a que soplase el viento
desembarcó cerca de quinientos heridos graves que pensando que éstos
constituirían un estorbo para los navíos. Al amanecer, el día 6, se avistaron por
parte del sur numerosas velas. No había duda de que la armada portuguesa había
llegado, y Süleyman Bajá hizo velas con rumbo al mar Rojo. Pero estas velas
avistadas no tenían que ver con la armada del visorey, sino que era solamente una
avanzadilla de veinte veinte fustas y cuatro catures que el visorey había enviado
al socorro de los asediados bajo el mando de Antonio de Silva Meneses. En la
noche del 5 al 6 de noviembre Hoca Sefer prendió fuego al campamento y
abandonó la peninsula de Diu con su tropa. Por la tarde del día 6, finalmente la
flota de Antonio de Silva entró en Diu siendo recibida por los defensores con
manifestaciones de júbilo.
¿Pero dónde estaba la armada del visorey? Para responder esta pregunta
es preciso retroceder un poco el tiempo. En realidad García de Noronha, el nuevo
visorey de la India se encontraba en Goa con una gran armada, pero como no
podía ir al socorro de Diu tan pronto y sólo envió una veintena de embarcaciones
para que, los turcos al avistarlas desde lejos, creyesen que había llegado la armada.
Recordemos que hacia finales de 1537 había empezado a llegar a Lisboa, vía
Venecia, noticias alarmantes acerca de la armada turca que se estaba preparando
en Suez para ir a la India y expulsar a los portugueses. Se hablaba entonces de la
preparación de más de cincuenta galeras y de una guarnición no inferior a seis mil
hombres escogidos entre las mejores tropas del sultán Solimán el Magnífico. Este
acontecimiento, produjo un pánico en la corte portuguesa y los más pesimistas
dieron luego la India por perdida. Corría el rumor de que se había preparado una
armada de socorro de veinte naves con diez mil hombres y que el príncipe Luis,
el hermano del rey había sido asignado para capitanear y asumir el cargo del
visorey cuando llegase a la India. De todos los rincones del país, los hidalgos

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venían a Lisboa, ofreciéndose para alistarse en la armada. Finalmente, cuando
serenó los ánimos fue decidido enviar a la India en el año 1538 una flota de once
navíos que, por falta de gente, acabó por ser guarnecida apenas con tres mil
hombres. Sin embargo con las posteriores muertes habidas a causa de las
enfermedades, este número se redujo bastante.

Para comandar la armada y asumir las funciones de visorey cuando


llegase a la India, el rey João III escogió a García de Noronha, sobrino del famoso
Alfonso de Albuquerque. Sin embargo su asignasión para esta misión no podría
considerarse acertada, ya que él no poseía el mínimo de las cualidades
indispensables para desempeñar esta díficil misión que iba a cumplir. La
trayectoría del nuevo visorey transcurrió sin mayor novedad, habiendo perdido
dos naves y juntando a sí otra que estaba invernando en Mozambique, consiguió
llegar a Goa el 14 de septiembre solamente con 12 naves. Cabe citar que, cuando
Süleyman Bajá se marchó de Socotorá para Mangalor García de Noronha todavía
debía encontrarse cerca de a setecientas millas al sur de aquella isla. De ahí que

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se desprende que si el primero hubiese conseguido alcanzar la costa india con dos
semanas de antelación que el segundo y si hubiese dirigido inmediatamente a Goa,
habría podido quemar posiblemente los galeones y las galeras portugueses que se
encontraban desguarnecidos en Mandovi. Después podría destruir fácilmente la
armada de Martín Alonso de Sousa, ya que era mucho más débil. De este modo
quedaría en óptimas condiciones para batir con su armada de García de Noronha
cuando éste llegase a Goa con sus guarniciones debilitadas por el largo viaje.
Conforme a un dicho atribuido a Barbarroja, “Quien domina el mar domina el
mundo” quedaría el señor del mar y dueño de todas las fortalezas pertenecientes
a los portugueses. Pero Süleyman Bajá no era el don de la estrategía ni capaz de
percibir la importancia de Goa. Con la intención de no correr el riesgo en una
batalla naval contra el enemigo se dejó dominar por la idea de conseguir un triunfo
más fácil con la conquista de Diu. De todos modos, debemos aceptar que si esta
plaza fuerte hubiese sido tomada sería muy difícil para los portugueses volver a
expulsar de allí los turcos. Las comunicaciones con Ormuz estarían cortadas, y las
fortalezas de Bassaim y de Chaul dificilmente podrían sustentarse; aparte de que
las armadas del reino, Goa y las fortalezas del sur estarían continuamente bajo la
amenaza de los turcos. Por esta razón los portugueses, conscientes del peligro que
amenazaba su hegemonía en la India fueron al socorro de Diu.
¿Pero el visorey por qué tardó en llegar? El 14 de noviembre la armada
de García de Noronha había fondeado en la costa de Goa. Pero hubo dilaciones
en zarparse para Diu, primero porque, se gastó el tiempo en la entrega del
gobierno; y después hubo desacuerdos y discusiones entre García da Noronha y
los caballeros recién llegados y Nuno de Cunha y caballeros que estaban en la
India. Los primeros decían que nada había sido preparado para entrar en el
combate con los rumes; los segundos afirmaban que los medios existentes eran
más que suficientes para desbaratar las fuerzas turcas y que era preciso marchar
para Diu sin perder más tiempo. Por otra parte, García de Noronha era uno de
aquellos dirigentes que tenían miedo de asumir las reponsabilidades y, bajo la

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excusa de ponderación fue aplazando sucesivamente la toma de decisión, pidiendo
más información o convocando a una reunión para oír las opiniones. Al principio
García de Noronha secundó la opinión de Martín Alonso de Sousa de que
convenía esperar por los navíos del sur. Y cuando éstos llegaron, planteó una
excusa genial, alegando que ¿qué pasaría si los rumes viniesen a Goa? Finalmente
por la presión de la mayoría de los caballeros se decidió enviar a Diu una pequeña
escuadra de veinte fustas y cuatro catures para simular que se trataba de la
avanzada de armada y obligar a los turcos abandonar el cerco y reembarcar. Esta
medida, desde luego era más razonable y en realidad tuvo efecto positivo para los
portugueses.
Finalmente a principios de noviembre, García de Noronha creyó que ya
estaba lista la armada para ir a combatir con los turcos. Incluyendo la flota de
Antonio da Silva Meneses, la armada del visorey se componía de diecisiete
galeones, quince naos, siete carabelas, ocho galeras, dieciocho galeotas, cuarenta
y dos bergantines y fustas, treinta y tres catures y treinta navíos diversos,
guarnecidos con cinco mil soldados y mil quinientos marineros portugueses y
unos mil esclavos de pelea, marineros y remeros canarines y malabares. En total
los portugueses se disponían de 170 embarcaciones que eran, sin duda alguna,
superiores por el número de las embarcaciones y de gente de armas, comparado
con los turcos que éstos tenían en total 86 piezas, compuestas de 8 galeones, 9
naos, 40 galeras, 10 galeotas, 7 bergantines y fustas y 12 diversos navíos.
Pero nosotros vamos a dejar ahora el bando portugués para cuestionar la
dirección de esta fallida expedición de Süleyman Bajá. Ante todo hemos de
afirmar que los motivos del fracaso en la toma de la fortaleza y su consiguiente
retirada de las tropas turcas pueden explicarse principalmente por los errores
cometidos por el mismo bajá, ya que él no poseía experiencia necesaria para
dirigir una campaña de tal envergadura. Entre otros, cabe citar también la falta de
cooperación de Mahmut Shá, que dejó de suministrar víveres a los turcos.
Mahmut Shá, desde el principio tenía intención de llevar bien con los portugueses,

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por lo cual para librarse de los turcos, logró habilmente que llegase en manos de
Süleyman Bajá, quizás a través de Hoca Sefer la consabida carta dirigida al
comandante de la fortaleza de Diu, en la que se avisaba a los cercados de la
inminente llegada de una armada portuguesa de 300 piezas en su ayuda.
Parece que Süleyman Bajá no sospechó de la autenticidad de la carta, ya
que levantó el cerco con tanta rapidez y sin enviar una fusta para realizar un
reconocimiento, zarpando en breve tiempo para no poner en peligro las galeras y
el ejército. Como hemos mencionado antes, aunque Süleyman Bajá era un buen
gobernador, que durante su dirección en Egipto lo demostró, pero le faltaban
cualidades de un experto militar, así como la visión de un sagaz diplomático. Se
descuidó de realizar un bloqueo de una manera eficaz por el mar, ya que algunas
fustas portuguesas, durante el asedio, como hemos dicho antes, pudieron entrar
con facilidad en la fortaleza para socorrar a los defensores.
Por otra parte, Süleyman Bajá había cometido el error de mandar ejecutar
al emir de Adén, ya que la noticia de su muerte se difundió hasta los rincones más
lejanos de la India, infundiendo tanto miedo como desconfianza en el ánimo de
los dirigentes locales. Además los soberanos locales sospecharon de que los turcos
otomanos tuviesen el objetivo de invadir sus reinos. Süleyman Bajá tan pronto
como llegó, mandó llamar a Mahmut Shá, quien no quiso acudir a la llamada del
bajá ni tener contacto directo con él por las razones y temores que arriba citamos.
Mahmut Shá había enviado un contingente de 5.000 soldados hindúes al parecer,
para ayudar a los otomanos, sin embargo el objetivo de éstos, era en realidad
fomentar disturbios y discordías entre el ejército otomano, pues a los oficiales se
ofrecían grandes sumas de dineros como sueldo para que sirviesen a Mahmut Shá.

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Süleyman Bajá el Eunuco.

La armada turca tan pronto como se alejó de las costas de la India, se


levantó una impetuosa tormenta que las cuatro naos que llevaban munición y
grandes cañones se estrellaron contra rocas. Süleyman Bajá, a su camino de
vuelta, siguió su rumbo navegando de costa a costa de la península arábiga e
impuso a los emires locales que aceptaran la supremacia otomana. Pasó por el
canal de Bab-al Mendeb para penetrarse después en el mar Rojo. Durante su
trayecto de vuelta suministró armamento a los musulmanes de Eritrea, Somalia y
Etiopia y también dejó algunos oficiales en aquellas tierras. Se entretuvo la
armada cerca de las costas de Zebid al sur de Hudeyde. En aquellas partes de
Yemen reinaba como emir un tal Ahmed, a quien fue invitado por Süleyman Bajá
a su barco capitana, pero el emir, recordando lo que había pasado con el emir de
Adén no acudió. Entonces el bajá utilizó una estrategema para eliminarle y
consiguió comprar una parte de sus hombres y haciéndole matar junto con sus 300
hombres fieles. De este modo, el emirato de Zebid se integró al Imperio Otomano,
cuyo fabuloso tesoro fue llevado a Estambul. Süleyman Bajá unió las provincias
de Yemen y Zebid en una sola provincia, para cuyo gobierno asignó a Mustafá
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Bey, “sanjak” (gobernador militar) de Gaza. Antes de reemprender el viaje de
vuelta, Süleyman Bajá dejó un contingente de soldados en servicio de Mustafá
Bey y llegó a Jiddah el 13 de marzo de 1539. Envio a la armada a Suez y él se fue
de peregrino a la Meca para visitar la Kaaba. Una vez que terminó el peregrinaje
volvió a Estambul para dar una detallada relación de su expedición en el consejo
de visires. En aquel tiempo superaba los ochenta años de edad, siendo nombrado
después como el visir de “Divan”, y entre los años 1541-1544 ocupó el cargo de
Gran Visir. El año 1544 murió en Malkara en su finca.
Los portugueses mientras tanto se procuraban entorpecer la hegemonía
otomana en el golfo Pérsico construyendo las fortalezas de Mascate y Ormuz.
Ambas fortalezas poseían importancia estratégica ya que controlaban la entrada
al golfo Pérsico. El famoso cartógrafo Piri Reis fue nombrado almirante en 1547
de la flotas otomanas en Suez. Gracias a sus esfuerzos los otomanos recuperaron
Aden de los portugueses en 1549. Piri Reis asedió también Ormuz después de
apoderarse de Mascate en 1552, que fueron ocupados por los portugueses desde
1507. Cuando su flota fue cercada por la flota portuguesa en el golfo Pérsico, el
almirante otomano no tuvo más remedio que regresar a Egipto.

Pregunta:
1- ¿Porque los egipcios y turcos tuvieron que luchar contra los
portugueses en el Índico?
2- ¿Por que los turcos fracasaron en expugnar la fortaleza de Diu?

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