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MONÓLOGO
HAMLET
Barranquilla
Septiembre 21 de 2019
MONÓLOGO
Todos somos humanos, y todos sentimos, lloramos y reímos. Pero, ¿Por qué siente
rubor un hombre al llorar por la muerte de su hermana? ¿Por qué debería sentir rubor
cualquier persona por mostrar lo que siente? Puedo simplemente notar la simplicidad
con la que se describe la lucha interna que se puede tener a diario para mostrarse tal y
como es, nuestros sentimientos y mostrar a la sociedad lo que realmente somos. Pero
detrás de todo esto la única y mera verdad es que se vale estar triste a veces, se vale
estar roto de vez en cuando, se vale dejar unos pedazos de piel en nuestro diario
caminar y esto es porque no se puede fingir ser quien no eres, no se puede pretender
esconder la esencia y naturaleza del ser humano y esto incluye dejar secar nuestro
corazón cuando el rio de lágrimas está a punto de desbordarse, pues, todo lo contrario,
no hace más que promover la represión emocional y es un acto de auto secuestro a
nuestra identidad.
Quizá es cierto que la tristeza muchas veces nos deja en un estado de somnolencia y nos
obliga a deambular durante tiempos indefinidos, pero hay que darle el mérito porque
nos ayuda a hacer una búsqueda del sentido de nuestra realidad. Y es que, cuando toca
fondo no queda más dirección que aquella que nos encamina a un mejor yo.
Son precisamente este tipo de manifestaciones que nos dicen “hey, estas vivo”, no es
bueno que te sigas llevando por el camino del yo reprimido, ese no es tu lugar y las
ocurrencias del presente no son más que un aviso de que todo está por cambiar. La
profundidad psicológica por la que se caracterizan los malos momentos revierten
automáticamente en cambios de pensamiento, emociones y comportamientos. Por eso
aquel camino a seguir es aquel que nos permite alcanzar el control de todas y cada una
de nuestras facetas de nuestra vida.