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La paradoja del diamante y el agua


 La paradoja del valor (o paradoja del diamante y el agua) es
una paradoja dentro de la economía clásica sobre el valor económico que expresa
que, aunque el agua es más útil que los diamantes, estos tienen un precio más
alto en el mercado. Adam Smith menciona la paradoja en La riqueza de las
naciones. Smith no fue el primero en notar la paradoja. Nicolás Copérnico, John
Locke, John Law y otros habían intentado explicar la disparidad en el valor entre el
agua y los diamantes. La teoría de la utilidad marginal, que resolvió en definitiva la
paradoja, provocó el nacimiento de la economía neoclásica y defiende que no es
la demanda de un bien lo que determina su precio, sino su utilidad marginal.

Imagina una situación ficticia. Llevas tres horas vagando por el desierto con un
calor sofocante y estás sediento. De repente, te encuentras con una tienda que
vende diamantes por 100bs y botellas de agua por 10.000 bs. ¿Qué comprarías
en esa tienda? Posiblemente, aun pensando que el precio de los diamantes es
una ganga, comprarías la botella de agua.

En ese momento la botella de agua te ha reportado la utilidad de cubrir una


necesidad básica, la sed, que no te satisfarían cien diamantes, y por eso decides
pagar 10.000bs por una botella de agua que 100bs por un diamante. Es por esto
por lo que en muchas ocasiones los economistas se hacen esa pregunta, ¿por
qué son más caros los diamantes que el agua si el agua es necesaria para
sobrevivir, y los diamantes no? Adam Smith lo resumía de manera brillante:
Nada es más útil que el agua; pero ésta no comprará nada; nada de valor puede
ser intercambiado por ella. Un diamante, por el contrario, tiene escaso valor de
uso; pero una gran cantidad de otros bienes pueden ser frecuentemente
intercambiados por este. El valor de un bien no es siempre el mismo. Depende de
ciertas circunstancias y del valor que le den los individuos, independientemente de
que sea necesario para sobrevivir o no. Y este valor que le damos a las
cosas depende de lo abundante y disponible que esté. Por ejemplo, el agua es
muy abundante en Venezuela, y por eso no es necesario pagar mucho por él. En
cambio, será más caro cuando sea un bien escaso.
De la misma manera, el aire está disponible en la atmósfera para todas las
personas y seres vivos, y por eso es gratis. Sin embargo, hay situaciones en las
que tendremos que pagar por disponer de aire aire. Pensemos en los buzos que
descienden al mar o los alpinistas que tienen que subir a una montaña a gran
altitud. Se paga por el aire porque es un bien escaso, y por tanto compran tanques
de oxígeno. Al enfrentarse con el problema de qué valor debe atribuirse a un bien,
resolveremos de acuerdo con el valor correspondiente al cometido o prioridad de
menor interés que atendería si tuviera a su disposición una cantidad abundante de
ese bien, que en economía llamamos utilidad marginal, y que decrece a medida
que hacemos uso de ese bien.

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