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DISCRECION E INTERPRETACION JUDICIAL:

LAS TESIS DE DWORKIN

Carlos Peña González


Abogado
Profesor de Derecho Civil
Universidad de Chile
Decano de la Facultad de Derecho
Profesor de Derecho Civil y Filosofía del Derecho
Universidad Diego Portales

En las palabras que siguen intento explorar el punto


de vista de Ronald Dworkin respecto de la interpre-
tación del Derecho por parte de los jueces. Al
indagar, como lo haré, en la obra de ese filósofo
norteamericano, supondré dos cosas. En primer
lugar, que el razonamiento judicial es un caso de
razonamiento práctico que exige, por lo mismo,
razones del tipo que Joseph Raz llama
"justificatorias" u "operativas". En segundo lugar,
que las teorías de la interpretación -incluida la del
autor que luego examinaré- aluden más al contexto
de legitimidad de una decisión que a su contexto de
descubrimiento. El itinerario que me propongo
seguir es el siguiente: sirviéndome de algunos ejem-
plos, explicitaré la manera en que entiendo, a estos
efectos, el razonamiento práctico y la distinción que
El positivismo clásico ha perdido su antigua hege- me parece advertir entre el "contexto de descubri-
monía en la Filosofía del Derecho. Sin embargo a miento" y el" contexto de legitimidad" de una deci-
partir de él se han creado variantes diversas que, sión. Eso me permitirá registrar los problemas que
con mayor o menor grado de sofisticación, mantie- quedan planteados cuando se inquiere en derredor
nen al menos sus postulados más elementales. de la interpretación del Derecho concibiéndola como
comprendida en un razonamiento práctico, a la vez
En respuesta a estas corrientes de pensamiento que enunciar las respuestas frente a esos problemas
jurídico -y en particular a una de ellas-, Ronald (1). Enseguida me referiré a las afirmaciones que el
Dworkin, jusfilósofo de norteamericano de Harvard, positivismo jurídico, particularmente en la versión
ha elaborado una teoría que reivindica los princi- de Hart, ha formulado respecto de las razones
pios -con toda su carga ética- como elementos justificatorias de la decisión judicial (11). Luego de
esenciales del Derecho. Estos principios se ponen de ello haré el intento de indagar acerca de las críticas
manifiesto en el ejercicio cotidiano de la interpreta- de Dworkin respecto de esas afirmaciones (IV). Mi
ción judicial. En este artículo, el doctor Carlos Peña tesis -que en caso alguno supongo original- es que el
Gonzales desarrolla un ensayo explicativo acerca pensamiento de Ronald Dworkin es uno de los más
de las tesis de Dworkin. Lo hace a tra!Jés de un agudos y penetrantes intentos de revalidar el mode-
razonamiento pulcro y una lógica impecable, lle- lo exegético -surgido al amparo del
gando a la sencilla conclusión de que estas tesis constitucionalismo y la codificación- del ideal del
deberían ser tomadas en serio por los dogmáticos y "Estado de Derecho" y de la "respuesta correcta"
juristas. (V).

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1 jueces discurren práctica y no especulativamente, y,
si por eso mismo, deben, por modo inevitable, ser-
Voy a comenzar con un ejemplo que espero nos virse de "razones justificatorias", o sea, para insistir
ayudará a intuir qué debemos entender por razona- una vez más, de proposiciones prescriptivas, enton-
miento práctico. Supongamos que Pedro -vgr. de un ces parece sensato preguntarse: ¿Cuáles son las
hachazo en la cabeza- procede a privar de la vida, o razones justificatorias de que deben servirse los
sea, matar, a Juan. Diego, que asiste consternado a jueces para adoptar sus decisiones? ¿Cuáles son las
la escena, luego de presenciarla, emite los dos si- proposiciones prescriptivas de que deben echar
guientes enunciados: primero, "la razón por la que mano los jueces al tiempo de discurrir prácticamen-
Pedro mató a Juan es que lo odiaba"; segundo, te en torno a las acciones humanas? ¿Qué razones-
"odiar a un hombre, sin embargo, no es una razón en sentido justificatorio- han de dar los jueces en
para matarlo". A primera vista, el interlocutor de apoyo de sus decisiones?¿ Qué razones deben esgri-
Diego podría quedar desconcertado, porque, al pa- mir los jueces para justificar sus decisiones?
recer, lo que Diego afirma es que Pedro tuvo y no
tuvo a la vez una razón para matar a Juan. Diego, al Esas preguntas admiten, como tipos ideales, dos
parecer emitiría enunciados contradictorios. Un respuestas no sólo distintas la una de la otra, sino
observador atento advertirá, con todo, que no existe también, distantes la una de la otra.
allí ninguna contradicción puesto que Diego ha
utilizado la palabra "razón" con dos sentidos distin-
Una consiste en postular lo que Max Weber caracte-
tos: en el primer caso -"la razón por la que Pedro
riza como "la justicia del Cadí", o sea, la resolución
mató a Juan es que lo odiaba"-la palabra "razón"
de los casos en base a razones justificatorias que
está empleada para aludir a un motivo explica torio;
provienen de la propia moral autónoma o subjetiva
se trata, en efecto, de una razón que J. Raz denomina
del juzgador.
"razón explicativa". En el segundo caso, a su turno
-"odiar a un hombre no es una razón para matarlo"-
la palabra "razón" está empleada en un sentido La otra -que pertenece a la modernidad occidental-
justificatorio: lo que el enunciado afirma es que la afirma, en cambio, que los jueces son funcionarios
acción de Juan carece de justificación. El primer estatales obligados a aquello que Kant denominaba
enunciado -diría J. Raz- es típico de los contextos de un "uso privado" y no "público" de la razón, suje-
explicación ("la razón por lo que lo hiciste fue ... "); tos, por lo mismo a razones justificatorias para
el segundo, a su turno, es típico de los contextos de legitimar sus decisiones que no provienen de su
guía a justificación de acciones ("no tienes razón propia y personal autonomía, sino que, en cambio,
para ... "). Lo que Diego ha hecho en el primer caso, provienen del acuerdo intersubjetiva que mediante
es describir el hecho de matar Pedro aJuane intentar el debate y el voto han elaborado el conjunto de las
explicarlo; ocupándose, luego, en el segundo caso, personas a través de órganos distintos al jurisdiccio-
ya no de explicar, sino de valorar la acción de Pedro. nal. Este modelo según el cual los jueces han de
Diego, en este último caso, ha emprendido un razo- echar mano a razones justificatiorias públicas gene-
namiento práctico, puesto que ha intentado auscultar radas procedimentalmente con el máximo de parti-
si la acción de Pedro estaba o no justificada. En esa cipación posible y que constan en normas jurídicas
faena -en la faena de razonar prácticamente en provenientes del Derecho legislado-favorecería dos
derredor de la acción de Pedro-Diego no recurre principios a la vez, a saber, el principio de autono-
principalmente a enunciados de hecho, o sea, a mía y el principio de seguridad. En la medida que
enunciados fácticos, sino a enunciados prescriptivos, los jueces invocan razones justificatorias del tipo
o sea, a proposiciones de "debe". El razonamiento que he mencionado, los miembros del pueblo elec-
práctico -podemos afirmar, ahora, luego de este tor -cuyas acciones serán valoradas por el juez- se
sencillo análisis- se mueve discursivamente invo- verán sometidos, en alguna medida, no a una vo-
cando razones justificatorias que equivalen a pro- luntad ajena, sino a la propia y, además, sus expec-
posiciones de "debe" y no de "es". tativas estarán protegidas en la medida que las
razones justificatorias serán públicas y preexistentes.
Pues bien. Quiero explorar la idea de que la labor de El ideal del Estado de Derecho -que maximiza la
los jueces enfrente de las acciones humanas, equiva- autonomía y protege las expectativas de las perso-
le al razonamiento práctico, o sea, a la segunda labor nas- estaría, así, satisfecho.
que, según vimos antes, ejecutó Diego frente a la
acción de Pedro y que, por lo mismo, no importan Ahora bien, ese modelo -que podemos, sin grave
tanto las razones por las cuales toman sus decisio- riesgo, inscribir en la tradición del constitucionalismo
nes como el hecho de si tienen razones -y cuales y la codificación - ha sido relativizado de diversas
serían ellas- para tomarlas. Si eso es así, o sea, si los maneras en la Teoría del Derecho.

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Se ha sostenido que fracasa porque las normas segundo, la norma carece de un sentido que se
jurídicas no son genuinas razones para actuar pues- imponga por modo heterónomo al intérprete, de
to que siempre sería necesario justificar, la obligato- donde interpretar equivale a dotar de un sentido a
riedad de las normas del sistema, cuestión que, sólo la norma; en el tercero, la norma cobija o convoca
podría efectuarse por referencia a proposiciones varios sentidos posibles, de donde interpretar equi-
morales atendidas sus características de universali- vale a fijar o inmovilizar uno de esos varios senti-
dad y autonomía. Así, según este punto de vista, dos. Mientras en el primer caso, el juez carece,
sólo puede salvarse el carácter público e según se dice, de responsabilidad moral por el con-
intersubjetiva de las razones justificatorias de la tenido de la decisión que adopta -uso aquí la palabra
decisión judicial, defendiendo la posibilidad de ar- responsabilidad en los sentidos de "función" y" cau-
gumentar racionalmente en materias de moralidad. sa" auscultados por Hart-; no ocurre lo mismo en el
segundo y en el tercer caso, pues aquí, la decisión es
Desde otro punto de vista, y sin preocuparse de si resultado de un acto volitivo del intérprete el que,
las normas jurídicas poseen o no un genuino carác- como se dijo, o "atribuye" un sentido a la norma o
ter justificatorio, se ha dicho que ellas son, en todo "fija" uno de los varios sentidos de que la norma es
caso, indeterminadas o incompletas de manera que portadora. Mientras, en el primer y tercer punto de
la necesidad de recurrir a valoraciones -que ya no vista, la norma es un "texto" a ser desocultado o
constan de normas jurídicas- resulta inevitable. Una auscultado, en el segundo caso es, nada más, un
argumentación cercana a ésta es la que ha sostenido pretexto esgrimido ex-post por el juzgador. Mientras
el positivismo y a ella deseo referirme ahora. Co- en el primer caso la norma jurídica parece proveer
menzaré, a modo de presentación, registrando las de una razón justificatoria que es heterónoma con
diversas maneras en que es posible concebir el acto respecto al juzgador, en el segundo y el tercero,
de interpretar. parece no proveer ninguna o proveer varias, sien-
do, así, inevitable alguna autonomía por parte de
Como es sabido, de cara a qué cosa sea interpretar, quien adopta la decisión.
es posible en la Teoría del Derecho identificar al
menos tres tipos diversos de respuestas. En primer La primera opinión -interpretar como" desocultar"-
lugar, es posible sostener que "interpretar" equiva- asociada al modelo ideológico del legislador racio-
le a descubrir o develar el sentido que la norma nal subyace tras los desarrollos exegéticas y
oculta; en segundo lugar, es posible sostener, en el conceptualistas; la segunda, a su vez, se trasunta en
otro extremo, que "interpretar" equivale -ya no a los desarrollos del realismo emparentado con el
"desocultar"- sino, esta vez, a" atribuir" un sentido positivismo lógico; la tercera, en fin, en la que quie-
a la norma por parte del intérprete; en fin, y en tercer ro, ahora, detenerme, guarda parentesco con una -
lugar, puede aún sostenerse que interpretar equiva- de las varias- formas de "positivismo jurídico" y ha
le a "fijar" un sentido de los varios posibles que el sido presentada, en sus desarrollos más modernos,
texto convoca. Es fácil, como se comprende, adver- como la tesis de la" discreción judicial". A ella deseo
tir las diferencias entre esos tres puntos de vista: referirme ahora. Entenderé por "positivismo jurídi-
mientras para el primero la norma es portadora de co" una Teoría del Derecho semejante a la defendida
un único sentido verdadero, de donde interpretar por H.L.A Hart. Indagaré, entonces, que entiende
1
equivaldría a "desocultar" ese único sentido; en el este autor por "discreción".

Quizás valga ·la •pena;qu~•• artfes de·s~kurr a.Hart é~ S~ ~~lll~~; d~l c~~6~~t6 <i~ 4~$~;~¡4, ~bHI~t~~~lllO~· ~. ~nsi4erar si cy en
1

qué sentido· el filósofo axonianopuede S(!rttilm¡:¡¡:jo uilpositíiii~#f <••·· >•••·········.··. < ••• ( <••\>< .•.• <•••••C•·• >·· . •..•• ·.•.··... ·... · ·•••·
La tarea ·no éS, ert .verdad,, difídl; •¡:u.1$ ~~ l'F9Pio Hart ~e 1"1¡¡ @lé~tg#do de a~~q~ltar lqs.. !'f~l{ers<:Js ~lgni{k¡ú~q~ C!u.e• l<r pal.>bra ••.
"p()¡¡itivismo" admite en la teor(áju.~(diG~ ~9rt~e!):\poránea (el"l~~ ~n~yfi ';El po~!#Yi~tl'l? M~?iY)yhi ~p.>ra<:lótl ept~~ ell.)eré<,;ha y. •
la mor¡;¡!") y, a.la vez, ha enun~ii!ld()las teSis CéQ~Ill~ y n1íní~ q~l p<>sitiyisttlp ~~e ~1 ~t4 Fi~p~~~ta ~ g~fel)d~.(etl sü cqt\(~da
HE! nl!eva desafío al positivismo jurHjko;'}, pnel primer eni¡aypffi~Eiwft~Ft aW;i.Th\~ta e¡.Jlat~ii¡tjurídica cónt~J]:\por~eaal m~noo

~nc~~~~:~~!~!~u:t:~~::;~¿:;~~:í~~~i~~·¡\~~~~~~. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
p) .· •~a preten;>ión <:1~ '!~le n? ;~iftepnex~óll nece~~ri~ ~~ erp;r~o yJa. ~'?flll~ 9>····························J······································································································
~lltre :~ b~r:fh? gue éS.f et9u; d~~
.e) ••·La pretensión*•qu,e ej i!JI~lj~is (p ~t\14ioqel¡¡í~lfic¡;¡~~Ü ~~~g~ cor¡:¡¡ptos}M~~4kp~ es: a! hlg:oque ~le .la pi;>ria ~at:e:t;; y•!JJI!lgo
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••· ~obre.la relación ·entre elDetePMyJo$ tenómenos~o~ialesiYP~iacriW:íi'YeV;)!uadótl dell?~re<:lwiya~ea. eri t~~t:niM~ iie m.oral,

d)• L~ ;:~~:~~aá:s~:~:rf~~~k~¡~fiafJo.é;··illl.''.si~ti~~.·~~~ia.l~te·~~i~ctb''··~~·~l·~*~·l~~·ª~~i~;~j~~ídi~~·toro/~us.pueden.
1
ser deducidasparmedí()Slógi~s ctenQrlJ:\asjtirí¡:jica~prf,l4~t~~miri~p.~, si~~ferent;í~~prl;ip6sí~~!lci;;iá1~;1~neás4eo~i~t<Jdón,

e) ··estándaresmoralss·••···········••••• >•··•·····•\·•·•·•··.<·········•·.······
La pretensiól)· de <:¡t!éJ()s jüido~ Jl:\~Nle~popt:iE'4iW u•. u>·.··•i•···· \iY•. o ¡;i~f~EiidQi1·
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h~(),. por·
.. ·•argumentos; Pruebas q d~mastradon~s ra.cjQt~ales tm9t[~ '~ti? f?sn9~9~?va~'\~~ étif~)> •••. . .... ..

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11 primer caso -un partido de fútbol sin árbitro- serán
los propios jugadores los que decidirán cuándo, en
La tesis que postula la incompletitud del Derecho y conformidad a las reglas del fútbol, hubo un "gol"
el consecuencia! poder de creación del mismo por válido; en el segundo caso, a su turno -un partido de
parte de los jueces, ha sido formulada por Hart fútbol con árbitro- será un único sujeto -el árbitro- el
como la tesis de la" discrecionalidad judicial". ¿Qué que podrá decirlo por modo" oficial" y con" autori-
quiere decir Hart cuando afirma -y está dispuesto a dad". Ahora bien. Nada nos habilita para que sin
defender- que los jueces poseen" discreción"? Cuan- deformar el fútbol, digamos que en el primer caso el
do Hart afirma que los jueces poseen "discreción", fútbol es lo que dicen los jugadores, y, en el segundo
está diciendo, al menos las siguientes cosas: caso, para que, del mismo modo, digamos que el
fútbol es lo que dice el árbitro, ni, tampoco, nada nos
Por una parte, está afirmando que los jueces -algu- habilita para que, mezclando ambas situaciones,
nos jueces; en particular, los superiores cuyas reso- nos atrevamos a decir que los jugadores, cuando
luciones no pueden ser revisadas- "tienen la última aplican las reglas del fútbol, "predicen" las decisio-
palabra al establecer qué es Derecho", o sea, está nes del árbitro, porque ello significaría que cuando
estableciendo que las decisiones de algunos jueces los jugadores, iracundos, agreden al árbitro, lo agre-
son definitivas o, si se prefiere, que los jueces son los den porque ellos (los jugadores) se equivocaron al
que, al cabo, dicen qué es Derecho, lo que, como es "predecir" lo que el árbitro haría, cuando, en cam-
fácil de advertir, es distinto al postulado realista de bio, como todos concederán, lo que en verdad acae-
que" el Derecho es lo que dicen (o hacen) los jueces". ce es que lo agreden porque, a su enojoso juicio, el
Por lo mismo -va a insistir Hart- no puede afirmarse árbitro no aplicó bien las reglas del fútbol. Sólo en
que los jueces sean los únicos que dicen lo que es un caso podría decirse que el fútbol es lo que dice el
Derecho; pero, en cambio, sí puede afirmarse que árbitro y que los jugadores predicen lo que el árbitro
los jueces son los únicos que dicen lo que es Derecho hará, a saber, cuando la única regla de aquel traba-
de modo definitivo y con status oficial. Así -y joso juego (que, en rigor, no sería ya fútbol), fuera:
parafraseando un tanto el ejemplo del propio Hart- "juéguese como el árbitro diga que se juegue".
el fútbol puede jugarse con árbitro o sin él. En el

··.······ ····.·····. . .·....... .

Enfrente de esos dncq signifkados de "p0$ifivismo" qhe el ri~píoHartadtierte, una coS~.~~lta,podo pronto, ~Ha vista; a sa~r,
queHart.sólo cotn.parte(llgi1tWsde eS(}s enunctaqqs Yf\Ocomp~rte,e!tsil)rtbio;otro$; Su teorí<l~ert.~f#c~o e~ una larga.cqnfr.ontación
con el.primer enunciaqo; a extremo· úü 9u~ podfia, indus()(¡:l,~írs.e que St,i pr~pia teq#~ está pensada. por cpntraposidón. aeS<!
enunciado; a lo cual habría quf! a¡;regar qü~ f-Iart ~iii'Iipoco ~?itiP<I.rtt! elcuart() (9pqndrá ~~!la tesís de la "disctedórtjud,idal")y
le parece irrelevante el quinto, en!a ¡'i)edida que p¡rraHal'fJlO es requisitpqelpo$~tiyíSmo sUstent<i~1.1na opíníónest:;éptk¡i i:'i1 punto
a problemas metaéticos .. En ~<Imbio, H~tcompade; sin dud~alguna, los ertW'K;íadw; $egundo y terse~o¡ o sea, Hart comparte la
.opinión de que no existe ~~?Ml<i9n nesesaria entr~ ~lDe~e4lq yla moral, y-~ la vez, ~st~ ~onveo~ü.!p?j" '1~1 Cop.cepto deD#'ec:ho"
es buena muestra de ello -~e <JUe. ~ra~~JisiS, () ~ludio gel W8nifícad6; (!~Jos con~~túsjurídic¡)s es algo qúe posee autqnoniía
metódíca y i.::onceptualyqu~; además/~ algo qu~tvalelii t*r¡~[( hacer; .. . .····· i > ....· > .·. ·· .
· · En el segundo e!e los t¡¡xtos que arriba seéi~arori.':o seiid'1h '~f! puévo desafío atposltivísmojwitli~""Hartad vierte que rúú:~ • ·•
preguntar. qué es el posítiví~!'Il()j'Urí<:lko, sinqque, en ó~J]lbí() cléellq;yc su¡:n,t~tó qpe noex.istéüná(iefínídón ú.Di<:;a,verdader¡¡ o
al menos unánime; ha de preguntarse 11tás bien; !r¿Qu~ entéiic!erelno$ PQ~ f'ositiyi~mo Juiídiro qp<?tPositiVisirio en Filosofía
~~~!~:~;~ respondéta.ésa• pregunta·•~l~··~~~1li~a,•~·I1o.•la··~dk~ra-~~rt·SE!r~cddna• trJ• tesl~•·ac;ercá·•cte.•la.·.nattjTal~za•·J~l·Derech6···
a las que tanto los au~<Jres considera4os positivistas Cíncllls? ~Pi somo ~íis crítkol> aphppsittvistas; atríl>u~n• una importancia
centraL Las tres tesis positivistas deHartson liis sigttient~• }'!ririwr~, qué eJ(iste unasepar~pón conceptualentre d~recho y moral;
segunda, que, para existir;11n sísU¡n1a jurígi~oha (!~ pqseer al~#tippqeprá#ic~ spc;íal que est¡¡.bleza~los" criteríos últimq~ o test '·•.
últimos de validezjurídi<:¡¡"; tétcerá; ql!e en t{)d9~i~femli i.~#qiCo hap:rá si#II)~té l?cq!I\Pletitri<'!Y que en con~c\le~cia, eljüez, al
menos en alguno$ ca$0S (los "casos dífíciléi, para usa¡' elgiro!:)w~•>:r~iri) ejet~¡n.1n "podo/d~ creación: de Derechq'\ petengámonos; •
ahorat brevemente¡ eri las do$ primeras tesis/ ·· ..··• > .•. . • ••·• > ••• • \ ·•.•.•. ••·•· ·•. · ·• < ) )••• ). .•.· · ·• .••. • •· · •· / •· · · · · • · • ••·•·• .•. . .·. ·••.•. •••••. •••. •.
La primera ·oisea,la· que po~~~~ 1~ sepéadpn cw•~eptuale#t:re eJ. Dér#cho y la i:t¡(:)ralc Dóes 4na tesís empíriCa {no niega)pues;
que, en el.hecho jo jurídiq;>.)l4:>•ti:t{)t9;léstén:~n efectp,feladoh¡¡.g~):ng es tn\<:l te!>is ética (ni f~vo[ef~;ni desfavorece la afirmación
de que el contenidq del Derecho debe ser cojl1cidenté sqn.lósP?rlteJ1idos,de lári\orirl); no ~S/ f4!l1P9Gó.<~rta tesis metaétka (no se ··
pr0rt1lnéia acerca de si losertUndádoséticos pueden o rió ~er jj.l$tifiC;iid0S ~.lallli dé la r~zórr); eSifirl Ca!l1biO¡<!na t~ls puramente .•
metódica (en el sentido etimológico d~ ''t):lé~odo':J~ segú~ ¡¡¡ q~afespr~ferii:?Wusar 'ci!;l cd~rio de identifii::adóri c!~normas Jurídicas .
. que no•• induy~.· criterios J'l1?rales·. df ill\quidad g peji¡~t~~~~ {() sea; ün fií~d9 Qót'iceptual amplio)'· aPtes··4e .!ln .~iterio de ...
identificación ql1~ lps induya (o .sea~ ant!l$ q~e uqs~iteri~ <'9~Pttl{ll restti~gido!;y ~ll() pp~Ja sencilla razó:n de qu\1 ~ prirnllt
... ·~riterio.-yno así el seg~n4ofail\plía ~1 c!lrnpo d~gl:t~el;\'á(;i~t\)'}¡rl evit(trJ9;.polifus~6~%lnceptuai ~qtre~recl:to y mora¡;· f~vorece, ...
y no entotpece,la CI'Ítica g'l9raJ de los ~Stema$ jugqic¡)S; S#¡:t !;U~~!pJresa q'/ti(;a l)10t~J (cp!I\0 OéUf1"lrb{qe ordiJ1ario, con e!Seg1.1ndO
·criterioJ, pqr .una .rércticta ~~~riQ1lll:trei':Qi;itil<;h9''; e~~ '? 'l~~i~f1 ctf!finiti;<a, ¡¡e C?Weté.et~~r de simplificar enfq~m<~ exFe~ivay
tosca la V<Irie<faq de l:!lílStip~s mqrales ~ q\l~Xegla~jurip~~as <f~f<ltlgar; •· •.•••.. •. .•. . .. · } i >·'•'•· · · ·.· ·. ) ••·• • ·•. •• .• •·•· •.• ••. •. .•. •. •. ...·.· . < •
La segunda; a su turryo; Ose~;l9; q~eppstwala e)(i!>~E!Pcia q~Ut'l.9'i~erio últiJ:riq de valíd~riutidica conducirá ~ f{art a enundat su
famosa "regla secu11d~]."ía ge· recoflqpuniento('J!1 que~ a q¡~r~iipa qe 1~ ''tj0r~Í1<lf¡.<n¡i8Jllental" deKelsel1; es caracterizada
empírícamenteporBatt!llmodode\11'lfl!'práctk~,spcíal"yl'i9t~'llCat):lbio;po~tuladacon·l(iurtptim:ipio.trascendentalderaigambre•·
neo kantiana o vaihing~ria!;la como •se sabe~ acallce .K:elsen· ·.· · ·· ··· · · ········· · ··· · ·

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Por otra parte, cuando Hart postula la tesis de la teoría moral y política de la adjudicación. Ni des-
"discrecionalidad judicial", está también afirman- cribe adecuadamente lo que los jueces hacen, ni
do que las normas jurídicas no son aplicadas mecá- prescribe correctamente lo que ellos deben hacer.
nicamente por los jueces, sino que, en atención a la En lo que sigue analizaré primero, la crítica concep-
"textura abierta" que ellas presentan, el juez ha de tual de Dworkin, luego, me referiré a su crítica
recurrir, al aplicarlas, a su discernimiento, no ac- moral y política del modelo de adjudicación defen-
tuando corno si hubiera una única respuesta correc- dido por el positivismo.
ta, sino más bien, procurando establecer una elec-
ción en orden a alcanzar un compromiso razonable 1.- A juicio del autor norteamericano, el positivismo
entre muchos intereses en conflicto. -particularmente el de Hart- se caracteriza por
enarbolar las tres siguientes tesis:
Por último, cuando en fin, Hart enuncia que los
jueces poseen discreción, está también afirmando l. l. El Derecho de una comunidad es un con-
que en ocasiones, el Derecho -por la inevitable falta junto de normas usadas con el fin de de-
de previsión e, incluso, por la relativa terminar qué comportamiento es suscep-
indeterminación de propósitos por parte de quienes tible de una sanción a través de un acto
lo producen- guarda silencio frente a ciertos casos, coactivo o identificadas mediante crite-
los que, así, han de ser resueltos por el juez no en rios que no se refieren al contenido de esas
conformidad a directivas obligatorias provenientes normas sino a su pedigree u origen, esto es,
del propio Derecho, sino, en cambio, en conformi- a su modo de producción.
dad a razones que, si bien pueden ser jurídicas por 1.2. El conjunto de las normas así identifica-
su proveniencia o contenido, no son, empero, jurídi- das agota el concepto de Derecho, "de
camente debidas, tanto porque de ordinario puede modo que si alguna de tales normas no
no haberlas, cuanto porque cuando las hay (vgr., en cubre claramente el caso de alguien, en-
la forma de los "principios" de Dworkin), las hay de tonces el caso no se decide aplicando el
modo múltiple, contrapuesto, e incluso, contradic- Derecho", sino en base a estándares que
torio, sin que las reglas jurídicas provean al juez de están más allá del mismo y que el juez
criterios para resolver las antinomias que se plan- determina usando su discreción.
teen entre las dichas razones o principios, motivo 1.3. Decir que alguien tiene una obligación
por el cual, afirma Hart, al juez, a menudo, le será jurídica significa que su caso se incluye
necesario escoger o elegir entre diversas razones o dentro de una norma jurídica que le exige
principios, sin que ello signifique contradecir el hacer algo o se lo prohíbe (decir a su turno,
conjunto de reglas, todo lo que en fin, ha de enten- que alguien tiene un derecho es una forma
derse en el sentido que los dichos poderes del juez refleja o elíptica de expresar lo anterior).
son -corno el propio Hart se encarga de establecerlo- (Creo que esta tercera tesis identificada
" intersticiales", o sea, relativos sólo a algunas por Dworkin es trasunto de la distinción
"fisuras" o "hendeduras" que el Derecho presenta conceptual- defendida por Hart- entre
entre bloques de ordinario más o menos compactos, Derecho y moral).
y relativo, también, a normas que una vez produci-
das, poseen un alcance menor que el que posee el 2.- Constata Dworkin la versión hartiana de aque-
Derecho legislado, esto es, un alcance que -para llas tres tesis para luego expresar que se propone
representarnos la situación- pudiéramos decir se llevar un ataque general contra el positivismo,
"cuela" por los intersticios de este último. escogiendo corno blanco particular la teoría
positivista de Hart. Agrega Dworkin, que su
III ataque consistirá en lo siguiente: que en la medi-
da que el positivismo es un modelo referido a
Pues bien. Ronald Dworkin pretende dirigir una normas, pasa por alto el hecho frecuente de que
ofensiva teórica contra el positivismo revisando los juristas y los jueces cuando invocan o institu-
justamente la tesis de la discreción judicial. Dworkin yen derechos enfrente de casos difíciles (o sea,
sostiene que la tesis positivista de la discreción casos que no pueden ser subsumidos claramente
judicial no es una adecuada descripción de lo que en normas) echan mano de estándares o princi-
los jueces hacen ni, tampoco, una buena teoría mo- pios de los que no da cuenta la tesis de la discre-
ral o política. ción (esto es, echan mano a razones justificatorias
que si no constan de normas son provistas por
En otras palabras: a Dworkin le parece que la tesis otros estándares dotados de fuerza o vigor jurí-
de la discreción judicial defendida por el positivismo dicos).
es errónea como teoría conceptual e inicua como

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187
3.- A fin de elaborar su tesis crítica Dworkin efectúa del otro, aquel principio que posea "mayor
los siguientes pasos argumentales: peso moral". Mientras las normas pueden
ser identificadas a través de hechos -vgr.la
3.1. Distingue como cosas diversas a las "di- regla de reconocimiento de Hart- ello no
rectrices" ,los "principios" y las "normas". podría ocurrir con los principios cuyo valor
"Llamo directriz o "directriz política" - proviene de su contenido de moralidad y
expresa Dworkin-al tipo de estándar que no ocurriría con las normas, de no ser por su
propone un objetivo que ha de ser alcan- modo de producción.
zado; generalmente, una mejora en algún
rasgo económico, político o social de la 3.2. Establece, luego, la frecuencia empírica
comunidad (aunque algunos objetivos son con que los juristas y los jueces -en el
negativos, en cuanto estipulan que algún debate sobre derechos y obligaciones- in-
rasgo actual ha de ser protegido de cam- vocan principios, no sólo a falta de nor-
bios adversos). Llamo "principio" a un mas, sino, también en contra de ellas, sea
estándar que ha de ser observado, no por- para dejar de aplicarlas, sea para
que favorezca o asegure una situación relativizarlas instituyendo "lagunas
económica, política o social que se consi- axiológicas".
dera deseable, sino porque es una exigen-
cia de la justicia, la equidad o alguna otra 3.3. Por consiguiente, el uso de la expresión
dimensión de la moralidad. De tal modo, "obligación jurídica", supone no sólo nor-
la proposición de que es menester dismi- mas, sino también, "principios", de don-
nuir los accidentes de automóvil es una de se sigue que hay que dar cuenta en un
directriz, y la de que ningún hombre pue- análisis de los derechos y las obligaciones
de beneficiarse de su propia injusticia es de los principios.
2
un principio".
3.4. Ahora bien, para analizar los "principios"
"Los principios son proposiciones que des- hay nada más que dos caminos: primero,
criben derechos; las (directrices) políticas tratar los principios de modo análogo,
son proposiciones que describen objetivos pero no igual, a las normas y debiendo, en
(... ) Un objetivo es una finalidad política no consecuencia, decir que hay principios
individualizada, es decir, un estado de co- jurídicamente obligatorios además de
sas cuya especificación no requiere así nin- normas y que el Derecho, por consi-
guna expectativa o recurso o libertad en guiente, se compone al menos, de "nor-
particular para individuos determinados mas" y "principios" , pero no sólo de
0
( ••• )" • "Un derecho -en cambio- debe ser un normas; segundo, tratar los principios
derecho a hacer algo aún cuando la mayoría como entidades extra-jurídicas a que el
piense que hacerlo estaría mal, e incluso juez libremente recurre cuando no hay
cuando la mayoría pudiera estar peor por- normas o éstas son insuficientes;
4
que ese "algo" se haga" . Con todo, intere-
sa, en particular a Dworkin distinguir las 3.5. Esos dos caminos representan dos con-
"normas" de los "principios". Mientras las ceptos de principios: el primero, concibe a
primeras son binarias (un caso cae o no bajo los principios como obligatorios y
ella), los segundos son graduales (una ac- vinculantes de modo tal que un juez que
ción humana puede, en mayor o menor se aparte de los mismos actúa jurídica-
medida cumplir o infringir un principio). mente mal; el segundo, en cambio, conci-
be a los principios como resúmenes de lo
Cuando las primeras son inconsistentes, que los jueces frecuentemente hacen. En
por lo general, una de ellas pierde validez el primer caso, diríamos -continúa- que
(el conflicto se resuelve, pues, en razón de los jueces deben actuar de la manera que
validez); cuando los segundos están en con- los principios establecen; en el segundo
flicto prima, sin que ello importe exclusión caso diríamos que los jueces actúan así

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188
"por principio" (lo que sería análogo a obligatorio alguno (así, Hart, en el tercer
decir que" alguien debe hacer algo en base sentido).
a una norma" y que "alguien tiene por
norma hacer algo"). 3.9. Por lo mismo, al usar la palabra "discre-
ción" en el sentido" fuerte" los positivistas
3.6. De suscribir el primer concepto, debiéra- suscriben el segundo concepto de los prin-
mos afirmar en los "casos difíciles" que el cipios, o sea, para ellos, los principios no
juez aplica o declara deberes y derechos son obligatorios (o sea, no proveen al juez
preexistentes; de suscribir el segundo, de- de razones justificatorias dotadas de auto-
biéramos decir que el juez "crea" dere- ridad);
chos con posterioridad y que, en conse-
cuencia, el acto coactivo no tiene justifica- 3.10. Ahora bien, ¿puede decirse que los "prin-
ción pública y preestablecida. cipios" no son obligatorios o vinculantes
para los jueces?
3.7. ¿Cuál de aquellos dos conceptos de prin- Existirían -observa Dworkin- cuatro razo-
cipios suscribe el positivismo? Para res- nes para sostenerlo y las cuatro fallidas: a)
ponder esa pregunta es necesario revisar que los principios no pueden ser
la tesis de la "discreción", o sea, la segun- vinculantes (Dworkin sostiene aquí que
da tesis positivista: ¿qué quieren decir los hay que distinguir entre la "obligatorie-
positivistas cuando afirman que los jueces dad de un principio" y la cuestión distin-
poseen discreción? Para responder esa ta, de si un determinado principio es, de
pregunta es necesario, previamente, ana- hecho, obligatorio para algún funciona-
lizar el concepto de discreción: rio. Esto último ocurre también con las
La voz" discreción" -observa Dworkin- es normas); b) que los principios no
relativa a un contexto de autoridad y po- determinan un resultado (ello probaría
see dos sentidos, uno débil y otro fuerte. simplemente que no son normas); e) que
El primero -o sea el débil- cubre dos situa- ellos son discutibles (igual ocurriría con
ciones: aquella en que alguien debe apli- las normas); d) que ellos, en fin, no se
car una norma u orden usando discerni- identifican a través de la regla de recono-
miento y aquella en que alguien está cimiento (esta tesis afirma lo que debería
facultado para tornar decisiones definiti- demostrar).
vas; el segundo, o sea, el fuerte alude a la
situación en que alguien no está vincula- ¿Qué argumento podría darse en favor
do por ningún estándar dotado de auto- del primer concepto de "principios"?
ridad para tomar su decisión. La diferen-
cia entre el primer sentido y el segundo, Si no se reconoce que hay principios obli-
es que si bien ambos pueden dar lugar gatorios, entonces, tampoco podría afir-
a críticas, sólo el primero da lugar a marse que todas las normas jurídicas son
críticas por "desobediencia"; obligatorias (Dworkin despliega su argu-
mento del siguiente modo: a) constatación
3.8. La doctrina positivista, usa la palabra" dis- empírica de que los jueces cambian o de-
creción" para aludir, por una parte, al jan de aplicar normas; b) si las pueden
hecho de que los jueces tornan decisiones cambiar, entonces, no son obligatorias, a
definitivas (vgr. Hart). Ese sentido de la no ser que exista algún estándar -este sí
palabra "discreción", nada tiene que ver obligatorio- que establezca que sólo obli-
con"principios". Tarnbiénlos positivistas gan prima facie; e) si estos estándares -o sea
utilizan la palabra discreción para aludir los principios- no son obligatorios, enton-
al hecho de que los jueces deben discernir ces ninguna norma lo es).
y esta tesis no contradice la tesis de los
principios y no nos permite saber cuál 3.11. Por consiguiente, y de lo anterior se sigue
concepto de "principio" maneja el -según Dworkin-que los principios son
positivismo. Los positivistas, pues, to- obligatorios y que, por lo mismo, el Dere-
rnan con frecuencia la palabra discreción cho se haya compuesto de normas y prin-
frente a los casos difíciles en el tercer sen- cipios, b) que una Teoría del Derecho que
tido, o sea, ellos quieren decir que cuando deje fuera a los principios es parcial e
no hay normas o éstas son insuficientes, incorn pleta; e) que fracasan las tres tesis
los jueces no están sometidos a estándar positivistas. (En efecto, el test del pedigree

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deja fuera a los principios; la tesis de la esto es, los argumentos políticos- apoyan
discreción fuerte es falsa; y es falso que sin una decisión "demostrando que favorece
normas no hay obligación jurídica). o protege alguna meta colectiva de la co-
munidad en cuanto todo" y suponen, por
2.- La teoría positivista de la discreción judicial, lo mismo, un cálculo consecuencialista de
según Dworkin, es, además de lo anterior, inicua beneficios agregativos y no indivi-
desde el punto de vista moral y político, puesto dualizados. Los segundos, en cambio, los
que importaría sostener, en los casos duros o argumentos de principios apoyan una
difíciles, la adjudicación sorpresiva y ex-post de decisión demostrando que la misma ase-
derechos y obligaciones; a más de ello, nos daría gura o respeta algún derecho en sentido
entrada a los "derechos" en el razonamiento fuerte y suponen, por lo mismo, una exi-
judicial; y, en fin no daría lugar a la crítica racio- gencia de justicia, de equidad, o de mora-
nal intersubjetiva y pública del comportamiento lidad.5
de los jueces.
Pues bien -continúa este autor- si el juez
2.1. Si, como sostienen los positivistas, la ex- posee discreción en el sentido que los
presión "obligación jurídica" es normati- positivistas reclaman, de allí, entonces, se
va -esto es, supone la previa existencia de sigue que podrían argumentar política-
normas que califican deónticamente a la mente, o sea, y como se dijo, en base a
acción- entonces, observa Dworkin, en los cálculos consecuencialistas y agregativos
casos duros o difíciles -que carecen de de políticas públicas, con lo cual advierte
calificación normativa- los jueces impo- el mismo autor, los sujetos carecerían de
nen sorpresivamente y ex-post obligacio- derechos morales, o sea, de derechos en
nes y derechos a los sujetos traicionando, un sentido fuerte, establecido que estos
así el ideal de la legitimidad democrática últimos, vgr. los derechos humanos, son
y el modelo de las "expectativas protegi- facultades o títulos que al ser igualitarios
das", toda vez que ese ideal y este modelo e individualizados se tienen justamente
exigirían adoptar decisiones en base a ra- como una carta de triunfo de la minorías
zones justificatorias previas e en frente de la adopción de políticas públi-
intersubjetivamente válidas. cas fundadas en el beneficio agregativo de
las mayorías. Esos derechos -piensa
2.2. Por otra parte, agrega Dworkin, la tesis de Dworkin- representan la promesa que la
la discreción judicial sostenida por los colectividad y la mayoría hacen a las mi-
positivistas excluye la consideración de norías y al individuo de que su igualdad y
"los derechos" con respecto al razona- su dignidad serán respetadas aunque, por
miento judicial". momentos, la mayoría piense que esa
igualdad y esa dignidad menoscaban sus
Desde el punto de vista del positivismo - propios intereses agregativos." Si los jue-
que se ha venido analizando- los jueces, ces pueden utilizar argumentos políticos
frente a los casos" duros o difíciles" (Hard en apoyo de sus decisiones, concluye
Cases) carecen de un auxilio argumental Dworkin, entonces no nos tomamos los
jurídicamente obligatorio y, en consecuen- derechos en serio. Ningún sentido ten-
cia, podrían echar mano en favor de su dría jactarnos de que tenemos derechos si
decisión, de las más diversas formas de aceptamos que los jueces pueden, válida-
argumentación moral o política, sin que mente, desconocerlos mediante argumen-
ello pueda dar lugar a un reproche jurídi- taciones consecuencialistas de carácter po-
co o institucionalmente fundado. lítico.

Esta opinión, según Dworkin, pasa por 2.3. En fin, si los jueces en ciertos casos carecen
alto la fundamental diferencia que es po- de razones "autoritativas" para actuar,
sible advertir -de cara al razonamiento pudiendo, por lo mismo, recurrir a argu-
práctico- entre argumentos políticos y ar- mentos diversos y deónticamente indife-
gumentos de principios. Los primeros - rentes, entonces, no es posible criticar la

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actuación judicial fundando esa crítica en y moderno. Su idea de la "discreción judicial" es el
el propio Derecho. Las críticas al compor- reconocimiento de que la praxis es, al cabo, irracional.
tamiento judicial enfrente de los "casos Por el contrario, las tesis de Dworkin, fundadas en
duros o difíciles" no poseerían así, la con- las opiniones rawlsianas acerca de las instituciones,
sistencia de una crítica proveniente de intentan rescatar el ideal exegético evitando su op-
pautas institucionales dotadas de autori- timismo fácil por la vía de ofrecer un concepto
dad. constructivista e interpretativo del Derecho.

V Con ello, de cara al razonamiento judicial y a la


democracia, Dworkin asume, más bien, un concep-
Ahora bien, ¿qué conclusiones y qué observaciones to de racionalidad que se aleja por igual del ideal
podrían espigarse de la crítica anti-positivista y exegético y positivista. Desde el punto de vista del
anti-utilitarista de Dworkin? primero, en efecto, la racionalidad práctica es siem-
pre posible; desde el punto de vista del segundo la
Las reflexiones que siguen -y que ofrezco a modo de praxis es, por principio, irracional. Las alternativas,
conclusión- son algo oblicuas aunque -espero- no enfrente de esas opiniones son dos: o la idea hegeliana
del todo impertinentes al asunto que hemos venido de la "astucia de la razón" o una tesis de
planteando. "racionalidad imperfecta" del tipo defendido por
Elster y fundada en los valores de la coherencia y la
Como es sabido, existen estrechas relaciones entre integridad. Creo ver en Dworkin un intento agudo
la Teoría del Derecho, la ilustración y la moderni- de defender esto último. Su vigorosa defensa de los
dad. Por lo pronto, el ideal exegético, asociado al derechos morales como una técnica -que al modo de
modelo ideológico del legislador racional, se funda Ulises enfrente de las sirenas- permite una
en la creencia de que la coincidencia entre los valo- autolimitación de la democracia -incapaz por sí
res socialmente deseados y el orden institucional, es sola, de discriminar entre preferencias personales y
posible. La experiencia, empero, mostró que la externas y, así arriesgando siempre el peligro de
máxima racionalización de las estructuras sociales, conculcar la igual consideración y respeto debidos
como vgr., la del Estado Moderno, produce conse- a las personas -merece, según creo, ser especialmen-
cuencias irracionales: es lo que Weber, con algo de te atendida, en particular por quienes, al desempe-
tristeza inconfesada, llamó la irracionalidad de la ñar la dogmática jurídica, proveen de argumenta-
praxis y lo que otros desarrollos -vgr. Gadamer- ciones a la decisión judicial. Intentar retener los
denominan, siguiendo a Heidegger, "círculo valores del constitucionalismo y la codificación,
hermenéutico". proveyendo a la vez de técnicas argumentativas que
permitan evitar las consecuencias no deseadas que
Pues bien. Sugiero la idea de que el positivismo -la se siguen de la institucionalización de esos mismos
mayoría de las veces asociado a un escepticismo valores, es según me parece ver, la principal razón
metaético- racionaliza en la Teoría del Derecho esas para tomar a Dworkin en serio.
consecuencias inadvertidas del proyecto ilustrado

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