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1 Particularmente significativa e instructiva es, en este sentido, la consideración de los esfuerzos realizados
desde hace por lo menos cuarenta años en el ámbito de la valorización de las psicoterapias y, en particular, de las
terapias familiares. Cfr. Tamanza G., La valorización en terapia familiar. Compendio de estudios y problemas de
método, Vida y Pensamiento, Milano,1991; Cigoli V., Tamañas G., “¿Cómo evaluar la terapia familiar? Una propuesta
teórico metodológica, en Di Nuovo S., Lo Verso G., Di Blasi M., Giannone F., (a cargo de), Valorar las psicoterapias.
La investigación italiana, Franco Angeli, Milano,1998.
metodológico en que se inserte, se propone un objetivo mínimo circunscrito y
fácilmente objetivizable: la realización de acuerdos. Eso convierte
inmediatamente en verificable el “éxito” o el “fracaso” de la intervención realizada.
No por casualidad el panorama de las investigaciones hasta ahora llevadas a cabo
está signado por un predominante focus atencional sobre los éxitos de la
intervención, vale decir del conocimiento de la frecuencia con la que la Mediación
Familiar logra producir una solución consensuada de la separación.
Sin embargo es inmediatamente evidente que tal medida del “éxito” o del
“fracaso” de la Mediación Familiar, aunque sea de relevancia pragmática para los
mediadores y para aquellos que solicitan su intervención, es extremadamente pobre
y reducida, ya sea porque los efectos que se producen a través de un proceso de
mediación trascienden su inmediato éxito pragmático, ya sea porque es
indispensable examinar la relación entre el resultado producido por la Mediación
Familiar y sus “condiciones de ejercicio”. Esto es tan obvio que en toda la literatura
específica - aunque bastante limitada, sobretodo en referencia al contexto italianose
encuentran estudios e investigaciones que se proponen cuanto menos poner en
evidencia los éxitos de la Mediación Familiar con algunas variables estructurales y
contextuales, con el propósito de comparar los resultados a mediano o largo
término, producidos por las intervenciones de la Mediación Familiar con relación a
los producidos por la solución judicial del conflicto.
Antes de proceder a ilustrar nuestra investigación, veamos, en rápida síntesis,
los principales resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta aquí.
2 Cfr. Emery R., Wyer M., “Chile custody mediation and ligigation: an experimental evaluation of the
experience of parents”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 1987, 55,pp.179-186; Emery R.,
Matthews S.G., Wyer M., “Child custody mediation and litigation: further evidence on the differing views of
mother and fathers”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 1991, 59, pp.410-418; Emery R.,
Matthews
En realidad, aun cuando en los primeros follow-up no se hayan registrado
confirmaciones en tal sentido (Emery et al. 1994; Dillon, Emery, 1996), en el estudio
del 2001 (Emery et al.) fue confirmado que solo el 11% de las parejas provenientes
de un proceso de Mediación han tenido actuaciones en los tribunales, contra el 72%
de las parejas que habiendo iniciado el iter legal, han terminado siguiendo el
proceso en el tribunal.
Siempre dentro de ese proyecto de investigación (Emery et al.; 1991) se ha
comprobado que los acuerdos alcanzados se diferenciaban por dos aspectos
fundamentales: por un lado las parejas que habían participado a la mediación
ejercitaban mayormente la paternidad compartida con respecto a aquellas que
habían encontrado acuerdo en los Tribunales, además los acuerdos surgidos en la
mediación resultaban más detallados y precisos. Este último aspecto está
detallado también en otras investigaciones3: es sobretodo Kelly4 quien pone en
relieve cómo los acuerdos emanados del proceso de mediación resultan más
equilibrados y permiten a los hijos transcurrir con los padres igual cantidad de
tiempo.
La investigación sobre la Mediación Familiar se preocupó además de indagar
también la satisfacción manifestada por las partes respecto al proceso de
Mediación con relación a los éxitos del mismo proceso.
Kelly (1991) hace emerger un alto nivel de satisfacción expresada por las
parejas que recurrieron a la Mediación Familiar: en particular las
necesidades/deseos de los padres parecer estar tutelados en mayor grado que en
el iter legal. Tales datos están confirmados también en Emery et al. (2001): el
estudio de hecho admite la conclusión que los padres obtienen mayores ventajas
en la mediación que no en el iter judicial y no obstante ello, las madres están
simultáneamente más satisfechas junto con los padres del procedimiento de
resolución de la controversia. Este último dato constituye una interesante
confirmación empírica de la posibilidad, ofrecida por la Mediación Familiar, de
componer la controversia en modo que ambas partes puedan salir victoriosas del
evento divorcio.
La investigación sobre los éxitos de la Mediación Familiares se propuso por
último el objetivo de valorar la intervención a la luz de su más importante objetivo:
mejorar las relaciones familiares y favorecer por lo tanto un mayor equilibrio de
padres e hijos frente al divorcio. Mientras algunas investigaciones confirman una
mayor colaboración paterna y un mejoramiento de las relaciones familiares después
del divorcio, Emery en su contribución del 2001 concluye que los padres que han
terminado una trayectoria de Mediación Familiar logran mantener un mayor relación
en la vida de los hijos, aun cuando a esto no correspondan diferencias significativas
en las problemáticas del comportamiento de los hijos. 5
3 Cfr. en particular Pearson J., Thonnes N., “Divorce mediation: reflections on a decade of research”, in
Kressel K., Pruitt D., (Eds.), Mediation research, Jossey-Bass, San Francisco, 1989, pp.9-30.
4 Kelly J. B., “Parent interaction after divorce: comparison of mediated and adversarial processes”,
Behavioral Sciences and the Law, 1991, 9, pp.387-398.
La evaluación del proceso de Mediación Familiar aparece decididamente
menos difundida que la investigación sobre los éxitos 5. Ya en 1996 Kelly ponía de
manifiesto esta falta, sosteniendo también la necesidad de una serie de estudios
coherentemente diferenciados en base a distintos modelos de mediación
familiar.
Con este propósito Irving y Benjamín6 en 1992, a través del suministro de un
cuestionario a 7 mediadores y a 72 parejas de usuarios, ponen en foco algunas
diferentes técnicas de intervención específica de la Mediación Familiar y subrayan
cómo las percepciones relativas al proceso y a los éxitos de la mediación por
parte de los mediadores y de los usuarios pueden ser extremadamente
diversas.
Algunas investigaciones fueron hechas con el fin de explicitar las
características de los mediadores: en orden a este propósito parece muy interesante
el estudio llevado a cabo por Kruk7 en el que se evidencian teorías, técnicas,
métodos e intervenciones que los mediadores consideran útiles y eficaces para su
trabajo. La investigación puso de relieve la extrema heterogeneidad de los
modelos y prácticas de intervención de los Mediadores,
5
En Italia la investigación sobre la evaluación de la Mediación Familiar es en este momento muy escasa. La
contribución más notoria es probablemente la realizada por Canevelli y Lucardi (Canevelli F., Lucardi M. La
mediación familiar, Bollati Boringhieri, 2000) que analiza la casuística tratada en el Centro para la edad
evolutiva de Roma entre 1992 y 1998. Son analizados 88 procedimientos completos de Mediación Familiar en
los cuales el éxito fue calificado como muy satisfactorio en el 41,4% de los casos y como no satisfactorio en el
9,2%.
una diferencia fundamental entre Mediadores abogados y profesionales de salud
mental, y en fin las desigualdades relativas a las variables estructurales de los
mediadores como el sexo y la edad8.
5 Entre las causas que pueden explicar la casi totalidad ausencia de investigaciones en el procedimiento
se pueden tener en cuenta el problema de los costos y de la complejidad de este tipo de investigación, pero
también las dificultades para efectuar observaciones y grabaciones de los encuentros de mediación, en cuanto
que las parejas temen que puedan ser usadas en los Tribunales en su contra. En algunos estados, como en
Ontario, de hecho, los mediadores que practican una open mediation pueden ser llamados a testimoniar y el
entero reporte del procedimiento de mediación está a disposición del Tribunal.
6 Irving H., Benjamin M., “An evaluation of process and outcome in a private family mediation service”,
Mediation Quarterly, 1992, 10 (1), pp.35-55.
7 Irving H., Benjamin M., “An evaluation of process and outcome in a private family mediation service”,
Mediation Quarterly, 1992, 10 (1), pp.35-55.
8 Un tentativo de repetición de esta investigación está representada por el trabajo de Hayes que aparece
en partes con lagunas en cuanto no contempla algunas de las más comunes e importantes intervenciones del
Una última contribución sobre las diferencias del comportamiento de los
Mediadores viene de la contribución de Kressel y colaboradores 9 a través de un
profundo análisis de 32 casos de Mediación llevados a cabo en Inglaterra, en parte
también video-registrados. Tal investigación ha permitido individualizar dos
distintos estilos de acción del mediador: el Settlement-oriented Style (SOS) y
el Problem-solving Style (PSS). En el primer caso se trata de mediadores que
mantienen una posición neutral y se orientan al logro de acuerdos, con desmedro, a
veces, de obtener informaciones importantes y de seguir direcciones estratégicas
útiles. Los mediadores PSS parecen en cambio focalizarse mayormente en las
causas del conflicto, están menos preocupados en mantener una posición de
imperfecta parcialidad y se preocupan más bien de intervenir en el conflicto en modo
más activo, vigoroso y estructurado. Estos últimos parecen alcanzar acuerdos con
mayor frecuencia y tales acuerdos se revelan más duraderos en el tiempo. De
acuerdo a las características del Mediador con relación a la eficacia de su
intervención, otras investigaciones indican que los mejores resultados se obtienen
cuando el mediador es activo en la estructuración del procedimiento, cuando
se focaliza en la resolución de problemas concretos y cuando mantiene un
control flexible10. Es además deseable una elevada competencia comunicativa y
la focalización en los intereses de ambas partes, además de la capacidad de
obviar las dificultades comunicativas presentadas por las partes 11. La importancia de
la reformulación de las afirmaciones de las partes junto a la capacidad de hacer
respetar las reglas procesales son aspectos evidenciados por Parkinson 12. Por
último la inutilidad de un acercamiento prescindente y no intervencionista y la
importancia de estimular patrones de interacción constructivos y no polarizados
o destructivos son una vez más subrayados por las contribuciones de Danohue 13.
Objetivos y metodología
Mediador como la escucha activa, la capacidad de crear un clima positivo, de obtener la confianza de las partes,
de establecer prioridades, la posibilidad de ofrecer informaciones de orden legal, etc…. Cfr. Hayes S., “Family
mediators in the UK. A survey of practice”, Family Law, 20002, 1, pp. 36-44.
9 Kressel K., Frontera E., Forrenza S., Butler F., Fisch L., “The settlement-orientation versus the problem-
solving style in custody mediation”, Journal of Social Issue, 1994, 50 (1), pp.67-83.
11 . Slaiku K.A., Culler R., Pearson J., Thoennes N., “Process and outcome in divorce mediation”,
Mediation Quarterly, 1985, 10, pp.55-74.
La muestra
14 El 55% de los casos fue realizado en los servicios del Norte de Italia; el 19% en el Centro, el 26% al
Sur, mayormente en las ciudades de Milano, Brescia, Roma y Palermo
15 Los 26 Mediadores que han participado a la investigación , de hecho ha participado de Cursos
de Formación y Masters organizados por la Universidad Católica y actúan, orientativamente, según el
encuentro relacional-simbólico. Cfr. Marzotto C., Tamañas G., “La mediación y el cuidado de los lazos
familiares” Estudios Interdisciplinarios sobre la Familia, 20, de próxima edición.
independiente /ejecutivas) y el 39,8% del muestreo posee un título de estudio
medio-alto.
Por lo tanto, la tipología de las personas que acuden a la Mediación Familiar
parecen presentar notables recursos personales, ya sea en los términos de
instrucción y cultura escolar como en el de realización profesional.
Se trata por lo general de parejas con hijos (sólo el 3,9% no tiene hijos) con
un rédito entre los 25.000 y 100.000 euro anuales. En lo que se refiere a los hijos
(154 sujetos) más de la mitad tienen una edad comprendida entre 0 y 10 años,
solamente el 10,6% es mayor de edad.
psicoterapeuta 10.1
psicosociale 23.6
giudice 12.1
avvocato 2.9
spontanea 16. 7
0 10 20 30 40
16 Con todo, sin embargo es cierto que una porcentual no irrelevante de procesos che tienen inicio a
partir de la sugerencia o de la prescripción del juez, producen acuerdos parciales o completos, sobretodo donde
interviene el Juez Tutelar.
Graf. 2 - La durata della Mediazione
12
10
8
6
%
4
2
0
10
1
2
3
4
5
6
7
8
9
11
12
13
14
15
numero di incontri
18 También, si entre el éxito del camino de mediación y la pregunta explícita traída por la pareja no se
releva una estadística significativa, las preguntas adecuadas comportan una interrupción en un porcentaje muy
inferior (10,5%) respecto a las preguntas asimétricas (43,7%), genéricas (36,7%) o incongruentes (38,5%).
20 Son justamente tales comportamientos y convicciones que hacen sensato y plausible el trabajo con las parejas
que llegan a la mediación por derivación /prescripción del juez.
obstaculiza el desarrollo sucesivo. Es además muy interesante reflexionar sobre el
hecho de que la definición de los acuerdos en forma oral o escrita pero no suscripta
cambia substancialmente los éxitos de todo el recorrido: en el primer caso sólo el
26,7% de los casos tuvo una interrupción, mientras los contratos escritos pero no
suscriptos tienen una interrupción del 47,8% de los casos.
Por más que la interpretación de los datos en el procedimiento resulten
parciales a la luz de la complejidad y de la multiplicidad de las relaciones entre las
distintas variables, se puede suponer que el acuerdo oral tiene una eficacia mayor
del escrito-no suscripto. Ello es así por cuanto en el primer caso hay un compromiso
personal más intenso de las partes (que se intercambian su “palabra”) inherente a la
decisión de los temas a tratar, respecto a la eventualidad de un contrato escrito y no
suscripto, que queda simbólicamente representando un trabajo de síntesis hecho
solamente por el mediador, y por lo tanto ajeno a la actividad y a la
corresponsabilidad de las partes en el proceso.
Con este propósito, no hay que olvidar que la mediación familiar se propone
el objetivo de convertir a los individuos en protagonistas de su evento de separación,
utilizando su capacidad y su activa participación para alcanzar la realización de
acuerdos verdaderamente útiles para la redefinición de las relaciones familiares. Por
lo demás, si un buen divorcio emerge necesariamente del logro de “salvar algo de
bueno” de la relación que se termina 21, este recorrido no puede ser sino el fruto de
un trabajo en el que sólo las partes pueden ser los actores principales.
El dato empírico en síntesis confirma lo dicho, en la medida en que los
acuerdos escritos y suscriptos por las partes desembocan en una salida fallida del
recorrido sólo en el 12,1% de las situaciones.
Coherentemente con el modelo teórico adoptado por los mediadores que han
participado en la investigación, en la mayor parte de los casos (60,2%) fueron
realizadas mediaciones globales, que atañen por lo tanto no sólo a cuestiones
relativas a la tenencia de los hijos y a la organización de los tiempos y de los modos
de encuentros entre hijos y padres, sino también en cuestiones relativas a la división
de bienes y a la determinación de la contribución económica para el mantenimiento.
Como indicado en el cuadro 1, en la casi totalidad de la agenda de trabajo estaban
presentes cuestiones referentes a la gestión de la relación paterna y educativa;
aparecen también, en medida de no poca importancia, temas inherentes a
cuestiones económico-patrimoniales.
Cuadro 1 – Objeto de las negociaciones
21 O como sugiere Cigoli, en una nota y sugestiva expresión, “de lograr llevar a salvo los dioses” Cigoli V.,
La psicología de la separación y del divorcio, El Molino, Bologna, 1998.
Esto confirma, al menos en parte, lo que la literatura puso en evidencia
respecto al evento divorcio: los hijos, como legitimación y confirmación de la propia
imagen y del propio valor personal que el divorcio parece poner en discusión, y los
aspectos económicos, como el valor simbólico de garantía y de confirmación de la
propia relevancia paternal, sobre todo para el padre que no tiene la tenencia, son
inevitablemente los temas a través de los cuales transitar en la tentativa de
recomponer la cooperación paterna después de la separación.
Graf. 3 - I risultati
Accordi Completi 61.2
Riconciliazioni 1.9
interruzioni 27.2
0 10 20 30 40 50 60 70
Tales resultados constituyen una comprobación empírica interesante de la
validez del acercamiento, teórico-metodológico adoptado, desde el momento que,
como ya recordamos, la búsqueda ha interesado, comprometido a un grupo de
profesionales que resultan tener en común no sólo los recorridos de formación
homogéneos, sino también que en el 69,1% de los casos han declarado de haber
puesto en acto una intervención coherente (en todo o en parte) con un abordaje
relacional-simbólico, sea en lo que se refiere a la gestión en general del recorrido de
mediación, sea por lo que se refiere a las técnicas y a los instrumentos utilizados 22.
23 Una comprensión más profunda de la relación subsistente entre las diversas variables
consideradas y la influencia por ellas ejercitada sobre los éxitos finales se espera de una serie de análisis
log-lineares en vías de elaboración
comienzo precoz de las negociaciones, sin que haya espacio para un
adecuado análisis de la demanda, convierte en menos probable la conclusión
positiva de la mediación.
En parte análogo es el significado al que se arriba por la relación verificada
entre la formalización del contrato, con su valor de alta ritualización simbólica,
y el éxito final.
Menos evidentes son en cambio los significados conectados a los otros
factores individualizados en forma discriminada, es decir la tipología del servicio en
el que las personas recurrieron y el tipo de mediación realizada.
En lo que se refiere a la primer variable, el hecho que las intervenciones
realizadas en los consultorios familiares tengan una probabilidad mayor de suceso
respecto a los realizados dentro de los servicios específicamente orientados a la
Mediación Familiar pone en discusión la difundida convicción acerca del valor
“preselectivo” de los usuarios que estos últimos deberían ejercitar. El hecho, como
ya pusimos en evidencia, que la demanda explícita resulte ser sólo en pequeña
parte congruente, induce a creer que la pluralidad de recursos y de ofertas de
intervención –típica de los consultores- puede justamente corresponder mejor
a la actual demanda de mediación24.
El hecho que las “mediaciones globales” tengan una mayor probabilidad de
concluir con un acuerdo respecto a las “mediaciones parciales” constituye en línea
general una última confirmación de las premisas teóricas y metodológicas del
abordaje relacional-simbólico en la mediación familiar, o sea pone de manifiesto la
utilidad de considerar y tratar en un mismo contexto todos los objetos del
conflicto y también de explicitar los significados y los valores afectivos
relativos a las cuestiones económico-patrimonial.
24 En verdad no se puede tampoco ignorar el hecho que los centros especializados de Mediación
Familiar implicados en la investigación, así como los mediadores que en ellos operan, son realidades
innovadoras y mucho menos consolidadas que los servicios en los consultorios y a ello puede probablemente
corresponder un más intenso deseo (y necesidad) de recibir y retener también aquellas preguntas de ayuda che
tal vez podrían ser dirigidas con más utilidad a otros servicios o a otros profesionales.
reflexión para todos aquellos que están comprometidos en promover una mayor
difusión y calificación de tal forma de ayuda.