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CAPÍTULO 3

CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS

En este capítulo vamos a escudiar 19s procedimientos de contr::istación de hipóte·


sis científicas. Las hipótesis científicas, y su contrastnción, plantean numaosas cuestio-
nes tilosóficamence sustantivas, como las relativas a la cuusalidad. l:i inducción. !:is le·
yes científicas, su organización_~ teorías, etc. Esca primera aproxim:ición pretende ser ·.::.
estrictamente metodológica, vamos a limitarnos aquí a analizar la metodología de la
contr::istación de hipótesis sin entrar en problemas epistemológicos y onwlógicos sus-
tantivos. En particular, este estudio pur::imente metodológico va a obviar bs siguicnt~s
cuestiones:

a) La elaboración o invención de hipótesis. Esw se trJt;irj p::irci;ilmentc ;;:n el ca-


pítulo 12 dedicado a la inducción.
b) La naturaleza de las hipótesis. Vamos :i suponer que lo que se somete a con-
trastación son "hipótesis" (empíricas) en el sentido más general del término, esw es, cual-
quier afirmación, simple o compleja, que tenga consecuencias empíricas constatabks. No
vamos a distinguir de momento entre grandes agregados de hipótesis, como la teoría ne-.v-
toniana, o leyes aisladas, como la>de dilatación de los metales, o hipótesis en un sentido
más básico que no reciben el calificativo de ley, como la de Semmelweis sobre el origen
de la fiebre puerperal. De las leyes nos ocuparemos en el capítulo 5 y de las teorías en los
capítulos 8, 9, 10 y 13. .
e) La naturaleza de los datos. Supondremos gue los datos en relación a los cua-
les se .contrasta la hipótesis son "neutrales" o "aproblernáticos". Algunos comentarios que
haremos sobre las hipótesis auxiliares mostrarán ya que este supuesto es discutible, pero
pospondremos la discusión explícita del mismo a los capítulos 8 y 12.
d) El carácter aproximativo que. en la actividad científica rea!, tienen las afirn1a-
ciones o hipótesis así como las observaciones y mediciones mediante las que aquéllas se
contrastan. . . . '.
e) Aspectos específicos de la contrascación de las hipótesis cuya predicción es
esencialmente estadística o probabilista, como ocurre por ejemplo en las hipótesis causa-
les sobre las correlaciones entre el consumo de tabaco y algunas formas de cáncer y afee-
62 FUNDAMENTOS DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA

ciones de corazón. Algunos aspectos de esta cuestión se tratarán en el capítulo 5 dedicado


'I CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS

mero cuáles son esos elementos y condiciones, y con ellos reconstruiremos después el
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a las leyes .y en el 7 dedicado a la explicación. t


1 proceso de contrastación. Para esto último, vamos a seguir aquí en general el modelo ar-
f) • Las consecuencias de Ja contrastación para Ja dinámica científica, e.e., las ac- ¡ gumentativo clásico, pero incluiremos también una versión algorítmica simplificada a
1
ciones que realizan o actitudes que adoptan Jos científicos tras la contrastación, así como i modo de resu'.11en fi~al. La presentación de Ja metodología de la contrastación va precedi-
la supuesta fundamentación; o no, de dichas acciones y actitudes en Jos resultados de la ! d~ de una s~ne rel.at1vamente amplia y variada de episodios históricos, que tienen l¡i. fun-
contrastación. Estas cuestiones se tratarán en el capítulo 12 dedicado al problema de la in- i¡ ción ~e servir de e1emplos para la presentación de las diversas nociones y de proporcionar
ducción y la evaluación de teorías y en el capítulo 13 dedicado al cambio teórico. ¡ matenal para que el lector contraste su comprensión de los conceptos básicos aplicándo-
g) Relacionado con el punto anterior, la evaluación epistemológica de la con-
trastación. No vamos .a tratar aquí de si cabe o no atribuir ciertas propiedades epistémicas
a las hipótesis en función del resultado de Ja contrastación, ni de si, 'caso de que quepa .tal
.l
1
los a esos casos a modo de ejercicios.

atribución, cuáles son esas propiedades y qué problemas filosóficos suscitan : De ello se l. Algunos episodios históricos

l
"' - , ·
tratará en el capítulo 12.
l. J. MECÁNICA ARISTOTÉLICA
Las dos últimas restricciones son especialmente importances ¿Qué queda, se dirá,
de5pués de prescindir de todas estas cuestiones, y especialmente de las dos últimas? Pues Como es sabido, para Aristóteles el movimiento sólo se produce ante la presencia
quedan los aspectos puramente estructurales y metodológicos. Los científicos siguen '·de una fuerza actuante. Generalizando sobre efectos dinámicos cotidianos, principalmente
aproximadamente una misma práctica a la hora de contrastar sus afirmaciones con Ja sobre la tracción (dos bueyes mueven más rápido un carro que uno; un buey mueve más
experiencia. Realizan sus afirm:iciones de modo tal que de ellas se siguen ciert:is predic- rápido un carro que dos carros) , Aristóteles formula una especie de ley mecánica general:
ciones sobre hechos empíricos particul:ires constatables, y reconocen que la presencia o la velocidad es directamente proporcional a la fuerza actuante e inversamente proporcio-
ausencia del hecho predicho constituye primafacie evidencia a favor o en contra de sus nal a la camidad de materia y a la resistenci a o rozarnienw del medio. Para dar cuenta de
afirmaciones. Quizá tengan después buenos motivos para relativizar los efectos de esa · hechos conocidos, esta teoría era completada con una hipótesis "de umbral": dados
evidencia en sus acciones y actitudes. Quizá los filósofos tengan o no razón acerca de si un cuerpo Y un medio, por debajo de cieno umbral la fuerza no produce movimiento (un
en base a esa evidencia es o no posible atribuir a las afirmaciones determinadas propieda- hombre sólo tirando de un barco no lo mueve). En el siglo siguiente, Arquímedes, el crea-
des epistémicns. Pero antes de estas importantes cuestiones hay que clarificar los ekmen - dor de la pole:i, l::i p:ilnnc~ y l:i est:ític::i de só lidos, refotó dich a hipótesis al mover (se,' tÍn
tos, estructura y procedimientos de la práctica en cuestión, de la "puesta a prueba" con la Ja tradición) con una sola mano, mcdiarile un sisteuia de polcas. un barco totalmente ;ar-
:, experiencia. A esto nos referimos con la dimensión puramente metodológica de Ja con- gado en el puerco de Siracusa.
trastación. Aunque los aspectos filosóficamente más interes~ntes queden provisionalmen-
te aplazados, este estudio previo contiene ya suficientes elementos de interés para la com-
prensión de una parte esencial de la práctica científica. 1.2. E SFERAS 110.\lOCENTRICAS
La c3racterización de los procesos de contrastación 'se puede presentar de diversos
modos. Se puede presentar la estructura de tales procesos en forma de un argumento o de El pri mc: r modelo de sistema astronómico geoc¿ntrico es el de las esfrrns horno-
una serie de ellos, o presentarlo más bien como un programa o proceso algorítmico de de- céntricas . Este sistema es propuesto inicialmente por Eudoxo y Calipo, discípul.os de Pla-
cisión. Originalmente se tendía a presentarlo del. primer modo (cf. p.ej. Popper, tón, y desarrollado posteriormente por Aristóteles. El sistema, ideado para dar cuenta de
1935-1958, caps. IV y X y 1963, cap. 1 y Apéndice; Hempel, 1966a, cap. 3; Salman, los movimientos aparentes de los astros, consiste en una serie de esferas concéntricas en-
1966, y el clásico Gier~. 1979, cap. 6), pero la generalización en Jos últimos años de Jos cajadas unas en otras, con movimientos roc:icionales co.n diferentes ejes, velocidades y di -
modelos cognitivos y computacionales ha motivado enfoques más algorítmicos (el caso recciones que se van acumulando; los diferentes planetas están "clavados" en algunas de
paradigmático es Giere, 1991, revisión sustancial en términos cognitivistas del original, esas esferas. En este modelo la distancia de cada uno de los planetas a Ja Tierra es por
1979) : No hay grandes o sustantivas diferencias entre uno y otro modo de presentar o re-
construir el proceso .de contrastación, las preferencias responden en grnn medida a crite-
tanto siempre la misma. Puesto que se aceptaba que el brillo de los astros depende sólo de
su distancia a la Tierra. no debería apreciarse ningún cambio de brillo en la obser.iiación
...
rios estéúcos o de orientación metaeientífica general (logicistas verms cognilivistas). Lo nocturna. Sin embargo, al menos Venus y Marte manifestaban un claro cambio de b'rillo a
importante, independientemente de la presentación que se prefiera, es que en el proceso lo largo del año. Este hecho fue considemdo un problema para i:I modelo homocéntrico ..
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de coritrastación intervienen una serie de elementos, que estos elementos están en ciertas por Apolonio e Hiparco, quienes propusieron y desarrollaron como alternativa el modelo
relacione;; y que en el proceso se han de satisfacer una serie de condiciones. Veremos pri- de epiciclos, deferentes y excéntricas, en el que Ja distancia de los planetas a la Tierra es

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CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 65
FUNDAME!'ITOS DE Fll.OSOFIA DE LA CIENCIA
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variable. Otros astrónomos consideraron sin embargo que Ja evidencia se podía acomodar el resto de. planetas girando
. . .en .tomo al. Sol • que implicaba también , como el .ra
, d'1c1ona
· 1,
haciendo depender el brillo no sólo de la distancia sino de Ja densidad de las esferas Y la ausencia de,paralaje. Na ~1qu1era Galileo con su telescopio pudo observar este fenóme-
no, que no sena deicctado smo hasta J 8~.s.
postulando diferentes densidades.

J .5. FASES DE VENUS


1.3. ROTACIÓN DE LA TIERRA

El sistema heliocéntrico sustituye el movimiento de las esferas celestes en torno a . ~s tr::tdicional considerar que con las observaciones de los ciclos mediante telesco-
Ja Tierra estática e inmóvil por el movimiento de rotación diario de la Tierra sobre sí mis- pio realizadas por Gat.ileo el heliocentrismo recibe un impulso definitivo. Sin embargo, mu-
ª!
ma y el de traslación anual alrededor del Sol, en torno c~al giran también .~os. otros pla- chas de esas observaciones, corno la de las lunas de Júpiicr, no eran directamente contrarias
al modelo geocéntri~o tradicional. Por eso los partidarios del helioccntrismo recibieron
netas. El movimiento· de rotación da cuentá de Jos movimientos aparentes dianos Y el de
traslación de Jos movimientos anuales a través de la eclíptica. Ya en la antigüedad Aris- como una confirmnción definitiva la observación por Galileo en J610 de las fases de Ve-
·tarco (siglo 111 a.C.) había propuesto el modelo heliocé~tri~o, pero ~ue. dese~1ima~~ por nus. Según el modelo. geocéntrico tra~iciona~, Venus debería verse desde la Tierra, aproxi-
presentar diversas dificultades empíricas. Una de las pnnc1pak~ ob1cciones 1b? ~mg1da m:idamente, con la misma forma lummosa siempre. Según el módelo heliocéntrico, Venus
contra la rotación de Ja Tierra, cuya posibilid:id planteó por pnmera ve7. !-lcracl1des de debe presentar cambios considerables CJl la superficie iluminada deben obs·~·ars~ fa··
• . · • ~ t,;,S-
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Ponto (siglo IV a.C.). Si Ja Tierra girase constantemente sobre su eje. se objetaba desde la 7
crcCl(:ntes menguantes muy ~arcadas. En 1610 Gnlileo Ob$ervó con su telescopio que Ja
física aristotélica dominante, al Janz.ar un objeto hacia arriba debería caer al suelo en un formn !uminosa de. Venus cambiaba desde un disco prácticamente negro hast:i otrn ilumina-
punto diferente y retrasado respecto del original, p~es du~ante el intervalo tempora~ el do casi en su totalJ~~cl, lo que.'6e consideró una victoria definitiva del heliocentrismo (aun·
lanzador, sujeto a Ja superficie de la Tierra, se habna movido con ella. Per? n::ida asi .se que al~uno~ anstoichcos recha~aron la refutación aduciendo que el telescopio no crn fi~ble
observaba. Corno mostraron Jos físicos del ímperns de final de la Edad Media. esta obje- con:o instrum.ento de observación del mu_ndo suprnlunar). El fenómeno, sin embargo, no le
ción descansa sobre el supuesto cuestionable de que Jos movirnient?s no se acumu:an_. Si, hu.b1era parecido tnn definitivamente favorable nl heliocentrismo a Tycho Brahe. n;ueno en
como se manifiesia en los barcos en movimiento al dejar caer un objeto dc:scle el mastd, el 1601, pues su. propio ~istema mixto Iambi~n predecía fases en Venus .. Así pues, el fenóme-
movimiento de tr:islación horizontal se conserva y "combina" con el movimiento vertical no sólo constlluye evidencia· clnra contrana del modelo geocéntrico traclicion:d 110 tyc h:.:a-
no, no proporciona una evidencia clara fo.,·orable :il sistem:i hclioc.:ntrico. ·
de caída, Ja objeción pierde su peso.

1.6. EL BA~Ó~IETRO DE TORRICELLI


1.4. PARAl.AJE ESTEl.AR

Otra objeción tradicional, y para muchos definitiva, al sistema heliocé,ntrico, en En la época de Galileo, y ya desde antes, se sabía que en un pozo la bomba no
puede.elev~~ la colun.rn:i de agua mucho más de JO rn por encima de la superficie. Algu-
este caso a su hipótesis del movimiento anual de la Tierra en torno al Sol, tema que v~r
con Ja aparente ausencia de paralaje estelar. Al girar la Tierra en torno al S~l. des.de posi- nos an~totel1cos.exp.l1caban el fenómeno apelando al horror vacrd. Galileo ensayó contra
ciones opuestas de Ja órbita, e.e. cada seis meses, se deberían observ~r mod1 ficac1ones, en cll?s cierta ex_rli~ac1~n, pero no t~vo .éxito. Torricelli, discípulo de Galileo, propuso si-
la forrna aparente de muchas constelaciones por efecto de Ja perspecu.va. Pero n~da as1 .se guiendo a Baliam Ja s1gu1ente explicación: el mar de aire que rodea iJ tierra ejerce, por su
observaba. Este hecho ya era conocido por el primer defensor conocido del heliocentns- peso, una p:esión sobre Ja superficie del pozo, que es la que empuja el ¡¡gua hacia arriba
cuan~o se libera el pistón; el límite de altura se debe a que para esa altura la presión del
rno. Aristarco (s.iglo 111 a.C.), quien parece ser que justificó esta ~videncia contraria a su
teoría postulando que el radio de la órbita terrestre era despreciable _comparado co~. la agua iguala la del aire. Para contrastar su conjetura, predijo que en un tubo lleno de mer-
distancia a la esfera de las estrellas fijas (la esfera en la que se supon1a que estaban m- curio, al invertirse {sumergirse en un recipiente con esa sustancia, Ja columna de mercu-
crustadas e inmóviles" las estrellas). Copérnico utiliza la misma defensa en el siglo xv1, rio descendería h:ista alcanzar 1/14 ele J¡¡ altura para el agua, pues la densidad del m.:r-
aument:indo para ello casi doscientas veces el diámetro del univers? esti1'.1ado .hasta en- curio es 14 veces Ja del agua_ La prueba resultó exactamente como había predicho.
tonces. Esto le parecía una estrategia inaceptable a Tycho Brahe: quien, d1_spo.n1endo po- Años m:ís tarde Pascal (que hab_ía repetido el experimento de Torri.celli con \'ino
cos años después de observadones incomparablemente más pr~c1s~s, segu~a.sm observar obteniendo la altura predicha de aproximadamente 18 m) realizó una confirmación adi-
paralaje. De ahí no infería Tycho Ja validez del sistema ge~centnco trad1c.1onal. !ycho cional. Según In hipótesis de Torricelli, la columna de mercurio debe ser mayor en Ja base
propuso un sistema geocéntrico mixto, con el Sol y Ja Luna girando en torno a la Tierra y de una montaña que en su cima, pues Ja columna de aire en vol vente decrece co~ Ja altura.

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66 FUNDAMENTOS DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 67

Predijo que la diferencia debería ser aprox_imadamente de 1 cm por cada 200 m de desni- to con las cenizas debe pesar menos que la cantidad inicial; b) el volumen de aire dentro
vel. En 1_648 su cuñado Périer (Pascal era un enfermo crónico) realizó la prueba en el de la campana debe aumentar como efecto de la asimilación de flogisto, y con ello el ni-
Pu y-de-Dome Y observó los resultados esperados. Pascal consideró el resultado una refu- vel del líquido encerrado debe ser más bajo que al comienzo. La realización del experi-
tación decisiva de la teoría aristotélica y una confirmación de la de Torricelli. Sin embar- mento produjo justamente los resultados opuestos.
go, algunos aristotélicos se defendieron ape!nnc!o ::i un:i supuesca disminución del horror
vacui con Ja al!ura.
1.9. FIEBRE PUERPERAL
¡
1.7. EL COMETA HALLEY i Hacia 1840, en la Primera División de Maternidad del Hospital General de Viena,
.......... ' había una mortandad alarmante producto de una enfermedad que por su sintomatología se
A finales del siglo xv11 se aplica la teoría newtoniana al estudio de los cometas denominaba fiebre puerperal o pos parto (8,2 % de muertes en 1844, 6,8 en 1845 y l l ,4
cuerpo~ celestes tradicionalmente considerados misteriosos por sus apariciones aparente~ en 1846). En la Segunda División de Maternidad, el porcentaje era muy inferior y aproxi-
mente m:eg~lares. La teoría es compatible tanto con que los cometas describan elipses madamente estable (2,3, 2 y 2,7 respectivamente). Después de buscar durante años la cau-
m~y excentncas (con los focos muy separados) como con que describan parábolas; en el sa y probar soluciones infructuosamente, en 1847 Semmelweis, uno de los,·médicos de la
pnmer c~so el _'l~tro pasa varias veces por una misma región, en el segundo no. En 1682 División Primera, realizó una nueva conjetura al observar que un colega había muerto con
se produjo la VISlta de uno de esos cometas, y Hal!ey, entre otros, observó y anotó cuida- síntomas parecidos tras cortarse con un bisturí usado para realizar una autopsia de una
dosamente los datos del mismo. Hal!ey defendía la hipótesis de que al menos ese cometa embarazada: las muertes podían deberse a la irrupción de "materia cadavérica" (it)feccio·
era de órbita_ elíptica y, por tanto, recurrente .. RepJsó los datos i1stronórnicos disponible~ sa) cu la sJ113rc. Lis t!ifrre11L'. ias se dcbería;i a que a menudo él, sus colegas y sus alumnos
de los 150 anos anteriores, con más de veinte visitas de cometas, y vio que al menos en intervenían a las mujeres de la División Primera inmediatamente después de realizar au-
dos c:isos ( 1530 y 1606) podrfo tratarse dd mismo cometa. Sobre la base de esos dacas topsias, mientras que en la Di·1isió11 Segunda cr;in atendidas mayoritariamente por coma·
predijo _que, si no ocurría nad:i excraño (p.ej. que su trnyeccoria se vier:i ::ifeccada por b dronas. Ellos eran los transmisores de b materia infecciosa. Si ésa er:t la causa, debcriJn
presencia d<.! un :istro ctrc::ino)., el conH:tn :ip:ic<:caía nuev:imentt a fi11:tles de diciembre des:iparecer las diferc.:nci:ls entre amba.~ di •< i.sioncs. e incluso bajar algo el ni"el dt In St: -
de 1758. El día de Navidad de l 758 apnn:..:ió efectivumeme de nue vo un cornecJ en el cie- gunda, si se: desinfecrnban antes de inrer·1enir (y ningún facror e.~!raño anlllabu t:1 poder
lo .visi?le, que se identificó con los antt:riores y que desde entonces lleva su nombre. El desinfectante rk 1:1 sal). Ordenó que todo el personal se l:1vara con s ~1l clorad~. t1n !\1 .~rtc
ep1sod~o se con_s!deró una validación no sólo de la hipótesis sobre Ja órbita elíptica delco- desinft:crnntc::, Jntcs de acender a las p:1ciencc::s. En 1848 l::i mortandad fue de l,27 % c:n la
met:i sino t:imb1en, en general, de toda la ceoría newconiana. . Di visión Primera y de 1,33 % en la Segunda,

I .S. FLOGISTO l.10. Nf.l' ft.:NO.Y YULC ..\~:o

. . L::i :eoría del tl ogis to, desarrollada dura11c:: ·tl siglo xv111 por Srnhl, explica I;i corn- Durance Jos siglus XVIII y XIX l;i din~mica newtoniana, con su lt:o1ia de Ja gravita-
busllon atnbuyendo a los cuerpos conibuslibles un:i suscancia, el !logisto, que tsros libe- ción, se había 3plic:ido clcsde sus inicios con nocablt é.xiw a la asironon1ía, aunque presentaba
ran al arder. La .teoría daba cuent:i de diferentes fenómenos; por ejemplo, explicaba que tambit!n algunas anornalí;1s irnpon:int<:s. Uno ele los piincipaks problemas a mediados ele:! si·
una vela ence_nd1da encerrada en un recipiente acabara apagándose puesto que el aire se glo XIX era el de la órbita de Urano, que difería de Jos valores previstos por la teoría bastante
satura de flog~sto Y ya no permite más -liberación de esa sustancia proveniente de la vela. más de lo que eventuales errores de medida podían explicar. La mecánica celeste estaba bas-
A finales de siglo, Lavoisier, que se oponía a Ja teoría del flogisto, diseña un experimento tante bien contrastada, de modo que cenía que haber una solución acorde con la teoría. Algu-
para c.ontrastarla. ~na consecuencia inmediaCil d.: la ceoría es que Jos cuerpos combusti· nos astrónomos (Adams y Leverrier) conjeturaron que las anomalías en la órbita de Urano
bles pierden m~cena al quemarse, por lo que los restos más las cenizas deben pesar menos podían deberse a Ja presencia en sus alrededores de un astro de gran tamaño-hasta entonces
que el cuerpo integro antes de la combustión. En el experimento de Lavoisier se coloca desconocido. Aplicando las leyes de la mecánica celeste a los datos de la ófbita de Urano,
una determinada cantidad de sustancia combustible (p.ej. mercurio) sobre un sólido flo- calcularon cuál debía ser la órbita aproximada del supuesto astro. En 1846 lleverri~r descu- .
tante e~ agua Y se encierra bajo una campana de cristal. Mediante una lupa se enciende el brió el nuevo planeta, Neptuno, en una posición y momento acordes con Ja órbita 'prevista.
mercuno. De acuerdo c~n la teoría se tendrían _que observar dos cosas: a) el cuerpo flo- Bajo la· influencia del notable éxito obtenido en el ca.So de la órbita anómala de ..
tante está menos sumergido tras la combustión, pues la cantidad restante de sustancia jun- Urano y el descubrimiento de Neptuno, los astrónomos aplicaron el mismo expediente a

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68 FUNDAMEl'ITOS DE FILOSOFfA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 69
1

otra anomalía recalcitrante, Ja órbita del planeta más interno, Mercurio. Las anomalías se- ! festarse (de un modo que no podemos explicar ahora) en un despla.zamiento de las bandas
rían e.~plicables si existiera otro planeta entre Mercurio y el Sol. Leverrier calculó de nue- de interferencia al rotar el sistema de espejos, montado sobre un flotador de mercurio para
vo la supuesta órbita del nuevo planeta, al que llamó 'Vulcano', pero ni él, ni nadie des-
f
evitar distorsiones; a partir de este desplazamiento se calcula la velocidad de la fuente de t
pués de él, lo ha descubierto. emisión. Éste es el informe de Michelshnº: "No hay desplazamiento de las bandas de in-
terferencia. La consecuencia de la hipótesis de un éter estacionario se muestra incorrecta
~
'i
y la conclusión que necesariamente sigue es que la hipótesis es errónea" (Michelson: ~
1.11. LAS TEORIAS DE LA LUZ 1881, p. l 28). En colaboración con lvlorley, Michelson repitió el experimento tres veces
en los años siguientes con igual resultado. Algunos, sin embargo, lo interpretaron de otro
ti
Desde los orígenes de la revolución científica, la naturaleza de la luz ha sido motivo modo. Incluso si hay éter, puede obtenerse ese resultado si Jos aparatos se "contraen" en
de fuerte controversia. A finales del siglo XVII se establecen dos teorías de la luz rivales ~ la dirección del movimiento. Ésta es la tesis de la contracción de Lorentz y Fitzgerald. ¡1
Una, la teoría corpuscular defendida por Newton, sostiene que los haces de luz están for-
mados por "corpúsculos", pequeñas partículas luminosas. Otra, la teoría ondulatoria inicia- fl
da por Huygens, considera a la luz un fenómeno ondulatorio análogo al sonido, esto es, 1.13. EL ADN t¡
perturbaciones en un medio que se transmiten corno ondas. Algunos fenómenos eran expli- ~
c::idos igual de bien por ambas (reflexión, refracción). de los restantes, unos los explicaba Hasta los años cincuent::i, el ADN se concebía como una cadena de nucleótídos -~·: ·;~~
compuestos .cada uno de tres molécufas (azúcar, base y fosfato). El primer modelo d~ ·
,--·.?:-~;;
de fo1ma más natural la teoría corpuscular (polarización) y otros la ondulatoria (superposi- ; •_•
·_:_:, [!
ción, difracción). Durante el siglo XVIII, y bajo la influencia de la estela de Newton, se im- 1952 que Watson y Crick conjeturaron para la estructuro del ADN era de triple hélice. De -
.. .
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puso en general la teoría corpuscular, pero a principios del siglo XIX la teoría ondulatoria la estructura y composición:_jynto con ciertas propiedades y leyes químicas conocidas, se __ __
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recibió nuevo impulso de la mano de Young y Fresnel. Las espadas se mantuvieron en alto
hastJ mediados de siglo. Según la teoría corpuscular de la luz (y dadas !:is leyes med.nicas
podía inferir la cantidad de agua contenida en determinadas muestras del ácido. Las medi-
das experimentales daban sin embargo corno resultado cantidades diez veces mayores,
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generales). la velocidad de la luz debe ser mayor en vidrio o agua que en aire; de acuerdo motivo por el que abandonaron su primer modelo. Cuando propusieron en 1953 el mo-
con la hipótesis ondulatoria (y las leyes de la teoría ondulatoria general), ocurre justo lo delo de doble hélice, consideraron una ventaja del mismo que las cantidades de agua pre-
contr:irio. Cuando en · 1850 Foucault realizó la prueba comparando las velocidades en el dichas con el nuevo modelo coincidie~an con las medidas c.xperimentales, pero no la
aire y en CI agua, resultó ser mayor en el aire, y aproximadamente en la cantidad predicha tomaron como definitiva pues sabían que se podían obtener las mismas predicciones in-
por l:i teoría ondulatoria. A partir ele entonces se impuso casi pnánimemente el modelo on- troduciendo diversas complicaciones en el modelo de triple hélice simple anterior. Lo que
dul;:itorio de la luz, reforzado por su congruencia con los trabajos posteriores de Maxwell si consideraron definitivo fue el dato proveniente de las fotografías con rayos X. El mo-
sobre electromagnetismo. Esta dominancia se quiebra a principios del siglo XX, cuando se delo de doble hélice predecía unas imágenes en rayos X específicas muy improbables si
descubren nuevos fenómenos aparentemente explicables sólo en términos corpusculares. el ADN fuese otro tipo de cadena. Esa i;nagen era justamente la que R. Franklin había ob-
tenido en sus fotografías un año antes.

! . l 2. fa ÉTER Y LOS EXPERIMENTOS DE MICHELSON Y MORLEY


J. J4. LA EXTINCIÓN DE LOS DINOSAURtOS
A finales del sicrlo xtx Ja teoría ondulatoria concebía la luz como una vibración
transversal en un medí; unive:sal, el érer, que tenia dos características fundamentales: de- Hay acuerdo generalizado acerca de que los dinosaurios se extinguieron hace 65
bía ser penetrable por la materia y estacionario. De existir, el éter constituye entonces un millones de años por los efectos de un calentamiento global extremadamente fuerte de la
. sistema de referencia absoluro respecto del cual medir el movimiento "real" de los cuer- corteza terrestre." Pe_ro hay un considerable desacuerdo sobre el origen de dicho calenta-
pos. En 1881, siguiendo una sugerencia teórica de Maxwell (quien no obstnnte la consi- miento. Dos son las hipótesis rivales. Según una de ellas, el calentamiento fue producto
deraba irrealizable prácticamente), Michelson diseña y realiza un experimento destinado a del impacto contra la Tierra de un enorme meteorito, o cometa, que liberó una cantidad de
medir la velocidad absoluta de la Tierra. El aparato consta (aproximadamente) de un emi- energía 6.000 millones de veces IJ bomba atómica de Hiroshima. Según la otra, fue el re-
sor de luz hacia dos espejos a igual distancia y que forman con él un ángulo recto. Si el sultado de un período de numerosas, intensos y extraordinariamcnce fu_crtes erupciones
éter es el medio permeable estacionario en el que se propaga la luz con velocidad finita, volcánicas. Ambas teorías predicen una presencia generalizado, en los estratos sedimenta-
el tiempo de ida y regreso de un rayo de luz lanzado en dirección del movimiento de la rios de aquella era en diversos lugares de la corteza terrestre, de partículas de cuarzo frac-
Tierra debe ser diferente que el del otro perpendicular. La diferencia de tiempos debe mani- turadas. En el primer caso, por efecto de la colisión y de la onda expansivJ; en el segun- '; ..:.·

4-\
70 FUNDAMENTOS DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

do, por el efect~ combinado de las erupciones y las alr¡¡s presiones. Sin embarro, el · tipo
no es ex~~c tamente 1gua,
1 ¡a f ractura por impacto
· ·
'! CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS

dicciones más extrañas de l:l tcorfa, y completamente improbable sin ella. Recientemen-
te se ha observado en un telescopio de radio un fonómeno con esa apariencia. Tras suce-
71

de_fractura
, predicho
. · llene unos" patrones sivas pruebas, los investigadores han descartado que la imagen sea resulfado de interfe-
esp.ecificos muy 1mpr~bables si se ha producido de otro modo. Los datos geológicos más 1 rencias o producto de una fuente directa de esas características (p.e. los restos de una
r:cientes, C?rrespond1entes a muy diferentes lugares de la corteza, coinciden en que el
t!po. d: fr~ctura.de las partículas de cuarzo presente en los sedimentos es el predicho por
!' supernova). Parece una de las confirmaciones m:ís impresionantes de las teorías

la h1potes1s del impacto. ·


¡ de Einstein.
~
2. .Elemento,; dt: la rnalrastacióa
1.15. DERIVA CONTINENTAL

Esta larga serie de episodios históricos responden a un patrón de contrasta.ción co-


. Hasta los a_ños sesenta: había dos hipótesis rivales en pugna sob~e el origen de Jos mún . Empezaremos viendo aquí cuáles son los elementos involucrados en este tipo de
continentes. La pnmera, surgida a finales del siglo pasado y lioeramente dominante en- episodios. El lector debe tratar de identificar estos elementos en los ejemplos históricos
tonces, es la teoría contraccionista: la corteza estaba originalmen~e en estado líquido debi-
que dejemos sin comentar. ' ·~:..~i ..
ª
do la~ ~.Itas temperaturas Y por efecto del enfriamiento se solidifica, se contrae y se "res- ·. -..._..
~ ~ · :;

~ueb.:aJa .dª~.do lugar ª.las formas actuales de los continentes (que por tanto nunca se ·····
.::;~-<
an, movido ) .. La exp.!icación ;ilternativa, desarrollada por Wegener hacia 1915, es la ..-.:. ~

2.1. HIPÓTESIS (H) Y SUPUESTOS AUXILIARES (SA) "! • •.


teona de la den va continental: . la primera masa sólida en1 'al principio única (Panoea) y
tras la frnctur~ los ~rozos resultantes se desplazan horizontalmente; los continentes ~ctua­ La hipótesis es la afirmación que se somete a pr~eba, postulada para dar cuenta
les no.ha~ ~erndo siempre l:l misma forma, y de hecho siguen en movimiento. Los princi- de determinado fenómeno y acerca de la cual buscamos evidencia a favor o en contra. Ya
pales rndic1os favorables a la deriva eran la complementariedad de muchas costas conti- hemos indic:ido que no vamos a detenernos ahora en Ja estructura fina de las hipótesis .
~:ntale,s, 1:1 presencia d_e registro fósil común en África y Sudamérica, y la presencia de Como muestran los ejemplos, las hipótesis pueden ser muy variJdas:teorías enteras com-
Jovenes ~ad:nas montanosas a lo largo de la costa oeste americana. Sin embJrgo, Ja teorfa . plejas, como en los casos de las fases de Venus, el flogisto, las teorfas\ de la luz o la deriva
contracc10~ 1 sta te~ía sus propias explicaciones de estos hechos. La principal dificultad continental; o partes centrales de teorías, como en el caso del anillo de Einstein o el del
con la den va radicaba en la apnrente ausencia de fuerLas horizontales. Esta dificul- éter; o leyes más o menos específicas, como la de la presión atmosférica; o incluso hipó-
tad qu.eda ~ubsanada por la teoría de las convecciones propu.esta por Hess en Jos sesenta: tesis concretas relativarm:nte aisladas, corno en el episodio de la fiebre puerperal.
e ~ e.! interior del planeta i:ay corricnces geológicas de convección, como en un líquido Es importante señalar que no siempre está claro cuál es la hipótesis que explícita-
hirviendo. E~t? nueva ve.rs1ón de la teoría de la deriva predice la presencia de cierios pa- mente se sorm:te a prueba. Por ejemplo, en los casos del cometa Halley y de Neptüno, pa-
~rones magnet1cos espec1ficos en los sedimentos de los fondos,· marinos, extremadamente rece que las hipótesis én juego son, respectivamente, que el cometa tiene órbita elíptica y
imp.robables Y.sorprendentes para los contraccionistas. Los datos sobre el magnetismo re- no parabólica, y qu'e existe un nuevo planeta con determinada órbita. Pero el éxito se ex-
cogidos ~ mediados de los sesenta coinciden plenamente con l?s anunciados por Ja teoría tendió a la mecánica celeste en su totalidad, que de algún modo también se consid.eraba
d: la _den va, que después de ello fue inmediata y genéralmente aceptada por la comunidad en juego. Esto nos conduce al siguiente elemento de la contrastación. ,
c1ent1fica. La hipótesis central sometida a prueba no basta en general para derivar una pre-
dicción contrastadora. En el caso del paralaje, Ja observación del mismo no se sigue sólo
de Ja teoría heliocfotrica, hace falta suponer además que la distancia de la Tierra a la esfe-
1.16. LA RELATIVIDAD GENERAL \ ra de las estrellas fijas no es despreciable, a efectos observacionales, comparada con el ····.·;· .
diámetro de airo. En su estudio del cometa, Halley supone que las perturbaciones debidas
• U~a de l~s _afirmaciones más sorprendentes, para la visión clásica, de la teoría a Júpiter so/despreciables. En el caso de la fiebre puerperal, el supuest~ adicion~l es que
c0 rav'.ca:ona relat1v1sta es que la luz no viaja en línea recta en el sentido usual. En las la sal clorada elimina los agentes infecciosos. En el experimepto de lvhchelson. se supo-
prox1m1dad~s de una masa, los rayos de luz se curvan por Jos efectos gravitatorios. Una nen ciertos hechos aceptados sobre la relación entre velocidad de transmisi,ón y ?andas de.
consecuencia de ello es la siguiente: si entre la Tierra y un emisor puntual de· luz se en- interferencia, además de (muy implícitamente) que los materiales no se contraen con el
cue.ntra un cuerpo de · gran masa alineado con Jos anteriores, desde Ja Tierra el plinto movimiento. Junto con supuestos específicos como éstos, las contrastaciones incluyen ·~--~-
emisor se observa en forma de anillo Jum.inqso (e.e. la sección del cono convergente frecuentemente otros supuestos auxiliares muy genera.les del tipo "ningún factor extraño
formado por los rayos curvados al pasar c¿.fca de-la gran masa). Ésta es una de las pre-

...•, - - · · ·
·'· ·~.

:-.:t.!
72 FUNDAMENTOS DE FILOSOFfA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 73

desconocido afee.t a el proceso". Por ejemplo, en el caso de la fiebre puerperal se supone implicació11 co11trastadora (/) (cf. p.ej. Hempel, op. cit.). En esta caracterización, la pre-
que ningún agente extraño anula el poder desinfectante de la sal clornda, o en el del co- dicción es una afim1ación conqicional del tipo "en tales y cuales circunstancias empíricas
meta Halley se supone que la trayectoria no es afectada significativamente por otros cuer- específicas se observará tal fenómeno" -.Por ejemplo: "al lavarse el personal las manos
pos celestes desconocidos. En general, Ja contrastación suele presuponer cláusulas como con sal clornda, se producirá antes de sús meses un descenso significativo de la mortan-
"si nada extraño se produce". La suposición de Michelson (si realmente era tan implícita) dad "; "según los datos registrados en 1530, 1606 y 1682, el cometa aparecerá en determi-
·de: que no se produce contracción podría colocarse en este cajón de s::istre. Pero hay que nada región del ciclo n finales de diciembre de 1758"; "hac'iendo rotar el sistema de espe-
tener cuidado con este tipo de cláusulas pues, como veremos, por su vagued:id y generali- jos de cierto modo, se observarán desplazamientos en !:is bandas de interferencia"; etc. El
dad son susceptibles de usos perversos. otro modo de presentar las cosas consiste en sep:ir::ir el antecedente y el consecuente de IJ
No siempre es fácil distinguir entre hipótesis y supuestos auxiliares. Éste es el mo- anterior implicación contrastadora distinguiendo a) la predicción propiamente dicha (P),
tivo de la relativa indefinición de la hipótesis en algunos casos. En el caso de H::illey, una esto es, el hecho simple que se espera observar, de b) las co11dicio11es iniciales (Cf), los
hechos-condiciones particulares antecedentes que deben darse p::ira que se dé lo predicho.
parte cl:ira de la hipótesis es que el cometa es de órbita elíptica, y un supuesto claramente
auxiliar es que las perturbaciones debidas a los otros astros conocidos son despreciabks. Ambas caracterizaciones son equivJkntes, I equivale a Cl->P. Por ejemplo, en el caso de ¡
Pao no está claro si el conjünto de las leyes de Ja mecánica celeste con cuya ayuda se la fiebre puerperal, las condiciones inici::iles (más destacadas)~_s.on que el personal se lav::i
realiza fa predicción formJ parte de Ja hipótesis o m¡Ís bien de los supuestos auxiliares. A las manos con sal clorada, y la predicción propiamente dic;b::i ~~s que,'sc producirá un des- -.-:?
juzgar por la lección extraída dt!l nuevo paso del cometa, parece que también estaba en
juego la teorí:i general. Pero no h:iy limites cl:lros. El caso de Neptuno se pJrece al del co-
censo sioni!icativo de la mortandad ; en el caso del cometaiHaltley 'el.son los d::tos obse1·-
vados e; los a11os 1530, 1606 y !6S2, y Pes que aparccer:t 'un '~o~1~'1a a fii1aks de: diciem-
1
meta Halle y. por lo que tomarfamos la mednica newtoniana como parte de la hipótesis, bre de 1758. Como hemos dicho, estos dos modos de presentar las cosas son equivalen-
tes, su diferencia es sólo cue~ión de matiz o énfasis. Al decir que la predicción es un::i
pc::ro el episodio de Vulcano muestra que en esos casos no se ponía a prueba la teoría con
cuya ayudJ se hace la predicción, pues la no observación de Vulcano se consideró eviden- implicación contrastadora estamos enfatizando el hecho de que lo que Ja hipótesis predice
¡¡
ci:i contraria sólo contra su existencia, no contra la teorfa newtoniana. En general. la dife- por sí sola Uunro con SA) es un estado de cosas condicional. Aquí. sin embargo, vamos a
rencia entre hipótesis y supuestos adicionales específicos (leyes o teorí:is complementa- seguir por lo general la segunda opción puesto que esquematiza de form;i'r11.is transparen- ¡¡
rias) es vag:i, contextual y fuertemente pragm<ítica. Qu¿ sea la hipótesis se deriva de las te la complejidad de la implicación comrastodor::i; cuanto más atómic:uncnte pu.:do n c::i- !l
intenciones presentes en el contexto de la contrastación: la hipótesis es aquella afirmación racterizarse los elementos de la contrastación, tanto mejor. "
(o conjunto de afirmaciones) para evaluar la cunl se ha tenido la intención de realizar la La predicción se describe casi siempre como un hecho particular, como sucede por ~
contrastación. Por tantq, lo que son hipótesis y supuestos auxiliares en un contexto pue- ejemplo en los casos del cometa Halley, de Neptuno o de la fiebre puerperal. ..l.. ,·eces, sin fl
den invertir su papel e·n otro. Pero la vaguednd y la depend~ncia del contexto no elimina embargo, en algunos episodios Ja predicción se describe .en términos generales. Por ejem-
la distinción. El lector debe ir acosturnbrá'ndose a que va a ser así en la mayoría de distin- plo, "las imágenes fotográficas de ADN tienen tal patrón" o "los restos más !:ls cenizas de 11

~if
ciones que seguramente considera nítidas, y también a que ello no disminuye un ápice su un combustible inflam::ido pesan menos que la pieza originJl". Es inmediato ver que escas
interés filosófico, simplemente hace las cosas más difíciles. primeras versiones generales d<: la predicción impfü:an (un número ilimitado de) otras pre-
dicciones particulares que son las que se: constJtan empíricamente. De todos modos. en
ocasiones es relev:intc que la predicción sea gener3l. en cuyo caso es c~'pt!ci;i!menti: nc<.:c>a-

~
2.2. PR.Eo1cc1ó;-; (P) Y Co:-io1c10NES INICIALES (C[) rio repetir la contrastación varias veces, siendo un supuesto auxiliar que nada incontrolado
produce la coincidencia de resultados (cf. el caso del anillo de Einstein).
La predicción constituye fa "piedra de toque" de la contrastación. Debe ser una afir-

~
mación empírica constatable experimentalmente de modo más o menos "inmediato". Aun-
que sea una trivialidad, hay que insistir en Ja necesidad de que se realice una predicción si 2.3. DATOS, EXPERIMENTACIÓN y OBSERVACIÓN
lo que queremos es contrastar, y no ·meramente afirmar; una hipótesis; por ejemplo, algu-
nas personas sostienen Ja hipótesis de las visitas extraterrestres para d:ir cuenta de ciertos La predicción es un hecho posible, y detectable si[e f~í[tiv:ipi~nte-ocurre. Los datos :i·~
restos arqueológicos, pero no hacen la menor predicción constatable. Por otro lado, la con- son los hechos efectivamente detectados en el momento pe (#}'é:Q);it,~ascat:ióCT, cuya ccinci- .-.:~;¿
dición de inmediatez de l:l. constatación experimental es, aunque vaga, importante para dife- dencia o no con la predicción constituye l¡~ evidencia positiv:f'o negativ.'í pap lo hipó:esis. ~-;.~~1
renciar la predicción de la hipótesis, pues en cierto sentido la hipótesis es ya ella misma En el ca.so de Arquímedes. el hecho observado es el movimi.:nto del barco; .en ::1 c:!so del ~. .4 11
'. ".,~.;.

constatable empírica.mente, a saber, mediatamente, a través de la predicción. · paralaje, la coincidencia en las formas aparentes de las constelaciones observadJs con seis • ~ --J_

.·_."";-_.
Se puede caracterizar la predicción de dos modos. Uno Ja presenta en forma de meses de diferencia; en el caso de Neptuno, la presencia de un cuerpo en deteranin:ido lu-
1
74 FUNDAMENTOS DE FJLOSOFÍA DE LA CIENCIA CONTR ..\STACIÓN DE HIPÓTESIS 75

gar e.n. ~eterminado momento; en el de Vulcano, la ausencia de un cuerpo tal; etc. Una 3. Condiciones parn la con traslación
c?ndicion es~~cial que han de satisfacer los datos es que Jos procedimientos para su reco-
gida~ dete~cion no presupongan la verdad o Ja falsedad úe la hipótesis, en caso contr:uio En la presentación de los diversos elementos involucrados en la contrastación he-
estanamos , ~nte estrategias autoconfinnadorns o auton-efutadoras. Normalmente el proce- mos mencionado de pasada algunas relaciones entre ellos. Vamos a explicitar ahora en
so de ~ecogida de datos éS muy complejo y, si no se va con cuidado, a veces se puede in- detalle qué rebciones deben mantener para que se den las condiciones apropiadas para
cumpllf es.ta cond.ición. Este riesgo es mayor en los casos de experimentos complicados, una buena contrast:ición. Las condiciones en cuestión se refieren a Jos dos resultados po-
pero también esta presente en la observación directa. Como veremos en otros Juoares sibles que pueden proporcionar los datos, esto es, que la predicción ocurra o que no ocu-
(c~ps. 8 ª. 1 !), es .esencial que el análisis de.la estructura de las teorías y de su ba;e de rra. Como veremos, la relación entre los diversos elementos en ambos casos es de dife- ./
contrastac1ón recoja esta condición. rente tipo.
. Los datos se detectan mediante Ja observación. La observación está vincul.'.lda casi
szen'.p':e. a In realización de un experimento, en cuyo caso parte al menos de las condicitF: ' · ·; ~
nes micrnles las constituyen las condiciones de realización del experimento. Pero a veá't~·· ·' ''1 3.1. CONDICIÓN J{ELATll'A A LA ocuRRE1'CIA uE"· ~x~~Eo1cc1óN
~e. º.bserva sin experimentar en sentido estricto. En ese caso se espera que las condiciones
mic 1.ª!es se produzcan espontáneamente comprobando luego si se da o no también Ja pre- En este primer caso la condición es que la predicción debe ser un estado de cosas
dicc.ion. Esto ~curre cu:indo algunos de Jos factores intervinientes no son, por diferentes cuya ocurrencia es implicada por los restantes elementos H, SA y Cl:
rnotiv~s •. accesibles o manipulables. El motivo más inmediato es la imposibilidad física o
tecnologica. No podemos coger el cometa y moverlo de aquí para allá a discreción para Cl H y SA y Cl implican (conjunramente) P.
contrasta: nuestras_ predicciones. Halley tuvo que morir sin ver confirmada su hipótesis
P?rque solo le cabta esperar a 1758 para realizar Ja observación. Éste es -el tipo de limira- (En la versión de Hempel l::i condición es "H y SA implican I'', pero puesto que la impli-
C!Ones al que se refiere Hempel cuando habla de contrastaciones no experimentales cación contrastadora I de Hempel es en re:ilid:id "si Cl entonces P", su condición es lógi-
(cf. l966a, §3.1). Pero muchas veces la imposibilidad no es tecnoló<>ica sino "moral". Esto camente equivalente a Cl.) Así, por ejemplo, en el caso del cometa Halley, Cl tiene la si-
ocurre . . , 1a rear1zac1'ó n de un experimento es técnicamente posible
. cuando " pero involucra Ja guiente forma: "Si el cuerpo celeste en cuestión es un cometa de trayectoria elíptica, las
marnpulocion de person~s u otras entidades de modos que se consideran in:-icepcables según leyes de Ja mecánica celeste de Newlon son correctas, y las posiciones del cuerpo celeste
l~s valores .de la comunidad. Los casos paradigmáticos corresponden a alounns ciencias so- en !530, 1606 y 1682 son tales y cuales (y además no hay distorsiones en su trayectoria
I· crn~es Y.ª .la hivestigación biomédica. La contrastación del doctor Semmelweis podía haber producidas por motivos desconocidos), de todo ello se :.igue qu e el cuapo reaparecerá en
t.erndo facilmente un c<irácter expaimenl~! m:ís riguroso, porejemplo si hubiera mnntenido nuestro cielo visibk a finales de diciembre de i 7 SS."
c.omo g.rupo de control a un grnpo de pacientes de la División Primera tratadas con personal ¿Qué estatuto lógico debe tener Cl para que sea una buena condición de contras-
1
srn desinfectarse para ver si continuaban muriendo a igual ritmo. Pero es obvio que este tación? Es absolut:imente esencial darse cuenta de que la implicación contenida en C 1 no
~ipo de mejo.ra .ex~:rior1entul es considerado mornlrnente inaceptable. puede consistir meramente en una implicación (un condicional) material. La implicación
La distinc1on entre "simple observación" :r "observ:ici611 con experimento" es olra en cuestión debe ~er LIJIJ irnpli:::ación lógicc,, e¡ dt.bt: ser /ógiec1111i!nle verdach:ro. La pre-
de bs. .guc no s~~ puede:'1, cons1utrut
· ·1 ••
rnd1cales. •
Entre · lo; casos· de .Halky, que aprovecha dicción no debe $cr si111pkrnenre ti con.::ec111~n"~ de: 11:1 cornJi:::ionJl mw~ri:il verdndcio
cond1c10nes
. nut ocum:
., . n espontane:imente, y de /v!1chelson, que ·mvolucra un complejo
· .· · cuyo antecedente es f!,\S/\AC!. El cont.licional en cutsti.Sn debe ser una vcrd::id lógica,
expenment_o, hay ciertamente una gran diferencia , pero entre medio hay muchos otros esto es, P debe deducirse de la conyunción de H, SA y CI. En el ejemplo dado, b apari-
q~e no est.an tan claros. Un ejemplo es el mismo caso dd doctor Semmelweis, pues en ción de un astro en el firmamento en la fecha indicada se infiere mediante un proceso de-
ci~~to sentido. mu~?os afirmarían que sí hizo un "experimento" (quizá técnicamente mejo- ductivo a partir de la hipótesis de la órbita elipsoidal de los corneras, de las leyes de New- .- ....
r:i e) en la acepcion coloquial del ténnino. O incluso d de Halley pues aunque no mani - ton y de las posiciones iniciales (y suponiendo que no intervienen factores extraños).
pul.ara el cometa mismo la contrastación incluye muchos aspecto'.~ experimentales com-
... •···· :.
Quizá se piense que este matiz no es importante para la caracterización de los pro-
plejo~ _que suponen Ja manipulación de ciertos apararas, muestras, etc. La distinción en . cesos de contrast.:ición, que en ia metodología de Ja contrastación es sufieiente que Cl ex-
cuestiones por tanto gradual;y cuanto más experimental es una observación más parecen prese simplemente un condicional material verdadero. Pero no es así. Si no se precisa ·este
ser los sup~e~t.os teóricos auxiliares que intervienen en Ja contrastación. Sobre estos te- punto, la-referencia explícita a algunos supuestos auxiliares sería superflua y, con ello, la
mas, la P.os1b1l1dad o no de observación pura y sus consecuencias epistemológicas, entre identificación de los elementos involucrados en Ja contrastaci6n serí:l incompleta~ Si bas-
ella~ el nesg? de caer en estrategias autojustificadoras, volveremos más adelante en los tara que C 1 expresara un condicional material verdadero, para que se satisficiera C 1
capitulos dedicados a la estructura de las teorías y al problema de la inducción. bastaría, por ejemplo, que fuese verdadera P, o que fuese fols:i H, en cuyo caso SA y C/

·--- ·- - - -
COITTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 77
FUNDAMEITTOS DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
76
inesp~rada". La co~dición en cuestión, implícita en estos pasajes, es que la predicción es
podrían ser cualqui~r cosa, o simplemente' "no estar". Por tanto, enfatizar que CI no ex-
muy improbable o_in~sperad;i,de no.serp'Or la hipótesis, esto es, que si la hipótesis no fue-
presa un condicional materialmente verdadero sino lógicamente verdadero es enfatizar la
se ~~rrect~ l_a pred1c_c'.on sena muy i_mprpbable o inesperada. Podemos expresar esta con·
necesidad de recoger en los supuestos auxiliares todas las hipótesis adicionales necesarias
~1cion, ex1gid:.i :xp~1c1tamente por diversos autores (cf. p.ej. Popper, 1935-1958, apéndice
para inferir deductivamente la predicción, y lo mismo respecto de las condiciones inicia-
IX Y 1963'. apend1ce §2; Salmon, 1966, p. 265 y Giere, 1979, cap. 6, 3 y 199 J, cap. 2,
les. Por otro lado, debe notarse que atendiendo a esta caracterización, Cl es extremada-
§S), del s1gu1cme modo:
mente sencilla de comprobar. Sólo hace falta saber si hemos deducido correcwmente la
predicción de los restantes elementos. Así es como se procede en los casos históricos. C2 Si no-1! y SA y C/, entonces muy probablemente no-P.
Oua característica que debe tener Cl para ser una condición adecuada de contrasta-
ción es que H, SA y CI ocurran esencialmente. Esto significa que P se deduce de todos No hay duda de que algo así se supone en los casos de con1rastación, el probl ema
ellos tom:idos conjuntamente pero de ninguno de ellos por separado, ni siquic:ra de dos e~_d;ir una interpretación sa!isfactoria de ello, determinar el estatuto exacto de la impl ica-
de ellos. Los tres elementos del antecedente, no sólo la hipótesis principal, han de ser esen- c1on ~1~volucrada en C2. Aquí haremos sólo unos comentarios generales y dejaremos la
ciales en la derivación de la predicción. Algunos autores añaden la exigencia de que la hi- cucst1on como un problem;1 parcialmente ;'.Oicrto que se retomará en el contexto del pro-
pótes is en juego explique el hecho predicho. No vamos a incluir ni comentar ahora esta exi· blema de la inducción (cap. 12).
gencia. La relación entre 11ipótesis, explic::ición y deducción será estudiada en el capítulo 7 .. En primer lugar. en este caso no s::: puede tratar de que la alta probabilidad de
n?-P se dechrc~ de no-H, Sr\ y C/. Esto su¡:oondría que mediante H, SA y C/ estamos h:i-
ciendo afi_rmac1ones sobre lo que predicen o dejan de predecir otras hipótesis, conocidas 0
3.2. CONDICIÓN RELATIVA A LA NO OCURRENCtc\ DE LA PREDICCIÓN desconocidas. Pues.to que H ·d:~ramente no hace eso, y C/ tampoco, sólo podría hacerlo
SA. Por tanto, considerar que C2 expresa una inferencia deductiva es tanto como aceptar
Cl no es suficiente para una con1rastación complewmente satisfactoria. Si sólo te- q~e entre lo.s supuestos · auxiliares se incluyan afirmaciones como "es muy probable que
nemos en cuenta las condiciones establecidas en ese caso para la ocurrencia de la predic· solo H prediga que.dada~ . C/ ocurre P'~. Per~ ello parece excesivo. Una cosa es que entre
ción. los resultados pueden ser muy limitados. La cuestión es la siguiente. Una hipótesis los supuestos au.xi11ares rncluyamo; atirmac1ones vagas y extraordinariamen!e "enerales
puede por supuesto predecir hechos que también son predichos por otras hipótesis di fe· como "ni·ngún cuerpo celeste desconocido ::dectará en estos años Ja órbita del co~eta si<>-
rentes, nada m:ilo hay en ello, al contrario. Ése no es el problema; el problema no es que nificativameme"; o "ningún agente desconocido contrarrestará el efecto desinfectante de
una hipótesis prediga hechos que también predicen otras hipótesis alternativas, sino us:ir la sal clorada". O!ra c~sa .e.s qu_e aceptemos entre los supuestos Ja afirmación de que muy
es::i clase de hechos co.rno predicciones para realizar la contms!üción. No es adecuado in· probablemente l:.i pred1cc1on solo se sigue d<: nues!ra hipótesis. Eso es efectivamente un
tcnt:ir contrast:.ir una hipótesis mediante predicciones que comporte con otras hipótesis di· "~up.uesto" en la contrastación, por eso se recoge como segunda condición, pero ello no
fcrentes. En esas condiciones la contrastación es (parcialmente) insatisfactoria. Para una s1gmfica que sea una hipótesis auxiliar comparable al uso de leyes complementarias o in·
contrascación plenamente satisfactoria la predicción debe estar "especialmente ligada" a cluso a las condiciones extraordinariamente generales sobre la ausencia de penurbaciones
la hipótesis que se contrasta. La cuestión es cómo precisar esta segunda condición. desconocidas. Parece una expectativa de otro tipo, no asimilable a los supuestos auxilia-
La condición no puede consistir en que de la falsedad de la hipótesis se deduzca, res. Por tanto'. si la improbabilidad de Ja predicción en caso de falsedad de la hipótesis no
dados SA y C/, la no ocurrencia de Ja predicción: (1) "no H y SA y C/ implican (deduc· se puede considerar un supuesto auxiliar, la improbabilidad de la predicción no se infiere
tivamente) no ?". (1) es equivalente a (2) "si SA entonces: no-H implica que en condi- deductivarnente de no·ff, SA y C/.
ciones C/ no ocurre P", esto es, de los supuestos auxiliares se infiere que ninguna otra
hipótesis, conocida o desconocida, predice lo mismo que H. Esta afirmación es extrema-
. Otra posibilidad sería que C2 exprese una inferencia lógico-inductiva. Esto es,
que el "probableme~ce" pertenezca al condicional y que éste exprese entonces una infe·
1
damente fuerte y difícilmente aceptable; supuestos auxiliares de este calibre no pueden rencia inductiva: la no ocurrencia de la predicción se infiere inductivamente de la false·
permitirse en el proceso de contrastación . .Sin embargo, algo aparentemente próximo, dad de la hipótesis. más SA .y C/. Pero esto tampoco puede ser. Eso significaría que allles
pero en realidad mucho más débil y de naturaleza totalmente distinta, sí parece que esta- !ª
de contras.tac!ón. como condición para someter a prueba la hipótesis·, presuponemos la
mos dispuestos a aceptar al. contrastar una hipótesis (aunque la natüralezri de esa acepta- validez dd s1gu1ente argumento inductivo:
ción es extremadamente difícil de precisar).
La clave la dan algunos pasajes de los relatos de los episodios históricos. Se traw. · noH
de afirmaciones del tipo: "pero tales patrones de magnetismo en los sedimentos submari· Sr\ y C/
ncs serian muy improbables de otro modo"; "no es esperable ese tipo de fracturas en el no P
cuarzo por otros motivos"; "la imagen anular en el ordenador del telescopio de radio era
2.1
73 FUNDAMENTOS DE FILOSOFJA DE LA CIENCIA CONTRASTACtÓN DE HIPÓTESIS 79

A pesar de que las intuiciones sobre lógica inductiva ·son débiles, los episodios cierto ascro). Se dirá que eso no es jugar limpio, a posteriori siempre es posible idear hi-
históricos no presentan indicios para considerar que anles de que la contrastación tenga pótesis diferentes que predigan lo mismo; la gracia es hacerlo "el primero". Bien •. en parte
lugar se haya•reafüado ya algún tipo de argumento inductivo. Con Cl es diferente, pues es ci~rto que es un ~x-rwdit:nk <'n prin cipio i1et.it1mo . sem.~jante al de b:, hipótesis ar! hoc
cri los cpisoL~to s his lÓ-fi co~ c la1'"1ffltll tc se nus ioforrna de que Se h:.! c:Jh.:ul.idü, i11 fcrido o que co1nencarcmus más adclan1c. !)ero eso no eli mi na el hecho de que, estrictamente ha-
deducido cierto hecho a partir de la hipótesis, junto con SA y Cl; en la "preparación" de Ja blando, y si C2 se cons idera relati va a cualquier hipótesis alternativa posible, entonces C2
contrastación sí se realizan ciertas inferenci:is deductivas, recogid:is en C!. Pero n ~ da in- es fa!s .1 en ese caso, aunque hr.y:rnHiS creído justificJdamente en ella .
dica c¡ue en Ja preparación de li.! co11irostacíón S<'. realice mi .inferencia incluciiva . Así pues, El problem:i radica en que no es rnzonabk considaar r¡ue para dctenninar el
C2 no expresa tampoco una inferenc ia inductiva. !'or otro Indo, nótese c¡ue, segtín qué 16- cumplimiento o no de C2 d::bcmos to rnar en consickrnción cualquia hipótt!sis alterna-
gica inductiva usemos, si C2 expresara dicho argumento inductivo, podríamos estar ante tiva posible. C2 Sé ha de considerar relativa sólo a hipótesis alternativas que están en -·
una especie de petición de principio. Si en la lógica inductiva vale la contraposición, en- juego en el contexto en el que se reciliw la conrrastación. Esto es, hipótesis alternativas
tonces ese argumento equivale a este otro: presentes (o "fácilmente concebibles") y "aceptables como alternativas" dados los pre-
supuestos del contexto (esto es, no demasiado extravagantes, ni claramente contradicto-
p rias con otras hipótesis muy bien asentadas, etc.). Lo que dice C2, intuitivamente, es
SA y Cl que dado el conocimiento y las propuestas presentes en ese contexto específico, nada ·-
H hace esperable que ocurra P a menos que H sea cierta; e.e. no hay hipótesis·- alternativas
tomadas en consid eración en ese c'ontexto que también predigan P. Ello .!lbce que las
!'<":ro, como veremos, éste es ju:;1am-:n1-:: (¡.mi ¡i! de::) él arg umento.parn la coniirmació11 de hipó- condiciones d.: acept:iz: ió11 J:: C2 sean rci ativ;,rn<.:m.e v;;gas y fu ertemente dependientes
tesis, que es ind11c1ivamen1e inválido a menos que incluyamos C2 como premisa adicional. del contexto y de sus presupuestos teóricos. Esto conduce de lleno a cuestiones filosófi-
Si la condición C2 para la contrastación no expresa ni una inferencia deductiva ni cas sustantivas sobre los presupuescos teórico> i"nvolucrados en los procedimientos de
una inductiva, entonces debe _tomarse como un enunciado probabilista condicional sim- contrastación; puesto que la finalidad en este capítulo es puramente metodológic:i, no
plemente verdadero. La dificultad ahora con C2, en tanto que enunciado probabilista que vamos a ocuparnos :iquí de estos problemas epistemológicos, cuyo estudio queda apla-
se pretende que es simplemente verdadero, es cómo se comprueba su cumplimiento. Vi- zado a otros capítulos (cf. esp. cap. 12).
1r1os c¡ue e 1 es muy sencillo d-'.! comprobu, pues e:< presa una inferencia deductiva, y sa- Por último, b discusión muestra qu e C 1 y C2 no son ambas igualmente imprescindi-
bemos muy bien cómo comprobar esas cosas. Si C2 expresara una inferencia inductiva, bles para la realiznción de una buena contr:!St:?ción. Mientras Cl es siempre necesari::I, C2 no.
aunque resultaría muy complicado tendríamos al menos una idea de en qué consistiría su De hecho hemos visto algunos episodios, como el de las fases de Venus, en que claramente
comprobación: consistiría en Jo que la lógica inductiva (de haberla) dijera. Pero ¿cómo es incumplida y, como veremos, ello no impide proceder a una buena contrastación con re-
comprobar C2 en tanto que mera verdad material? En algunos casos es fácil comprobar sultados limitados. Si nos limitamos a los ca.sos de evidencia negativa o refutación, CI es su-
qu e es falsa : cuando se_conoce al menos otra hipótesis H' incompatible con H y de la cual ficiente. Pero si la contrastación ha de ser eficiente sean cuales sean los datos resu,ltantes, in-
tam bi én se infi ere P. Por ejemplo, en el caso de las fases de Venus, la ocurrencia de este cluida la evidencia positiva, entonces C2 sí es necesaria. Quizá se piense que por razones
fenómeno se deriva tanto del sistema heliocéntrico dé Copérni_co como del sistema mix_to análogas se podría defender entonces que C 1 no es necesaria en los casos de evidencia positi-
_de Tycho. Por tanto es fácil saber en algunos casos,' como éste, que la condición no se va. Pero no es así, pues C2 ha de establecer que b fo!sedad de H implica muy probablemente
cumple. Pero, ¿cu:índo podemos establecer que se cumple? ¿Es suficiente simplemente la falsedad de P, siendo p Wl hecho predicho por la hipótesis H. esto es, cumpliéndose e 1.
que se desconozca la exisiencia de otras hipótesis incompatibles con H pero con las mis-
mas predicciones para considerar bii:n fundada C2?
La respuesta a esta cuestión depende de elementos pragmáticos muy difíciles de 4. Resultado de la contrastación
precisar. Pero no hay duda de que en algunos casos la aceptación de C2 es razonable, en
especial cuando Ja predicción es un hecho completamente inesperado hasta entonces, que Veamos ya qué consecuencias tienen Jos datos observados para la contrastación de
nadie_había pensado que ocurriera. Por ejemplo, el anillo de Einstein, los patrones magné- la hipótesis. Reconstruiremos el est:i.blecimiento de estas consecuencias::en foi¡:¡:na de argl!-
ticos de Hess, o la misma reaparición del cometa Halley. ¿A quién se Je podría .haber ocu- mentos. Comenzaremos con el ca.so en que Jos datos constituyen eviden(:ia ehffiontra de la
rrido que a finales de 1758 aparecería un comeca en determinada región del cielo visible? hipótesis, veremos después el opuesto, la evidencia a favor, y presentatemosl)íma especie
Y sin embargo, ni siquiera en esos casos parece haber garantías plenas de que se cumple - de algoritmo n modo de resumen. Concluiremos comentando un tipo de contrastaciones
C2. Por ejemplo, se puede predecir la misma aparición conjeturando la existencia de una específicas, aquellas en que un mismo dato se utiliza para contrastar hipótesis rivales. Re-
serie específica de diferentes cometas parabólicos (resultado quizá de la desintegración de cuérdese que la condición Cl ha de satisfacerse siempre.

'.

:::SJ'
¡ ·,···

80 FUNDA!\!El'ífOS DE FILOSOFÍA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 81

4.1. EVIDENCIA NEGATIVA (RERITACIÓN). ESTRATEGIAS AD HOC [REF]


(CJ) si H y SA y Cl entonces P
Es difícil resistirse a Ja fuerza de episodios como los del flogisto: la teoría predice que· (*) n_o P
el material pesará menos después de Ja coinbustión, se hace el experimento y se encuentra (**) SA y C!
.que pesa más, por tanto la evidencia empírica es contraria a la teoría. Puede que haya buenos (#) no H
motivos filosóficos para matizar, cuestionar o rechazar algun;is consecuencias epistemológi-
cas que aparentemente se siguen de episodios como éste, pero no hay duda de que la predic- Así, el argumento [REF] para la refutación de hipótesis es un argumento deductivo válido
ción incumplida constituye prima facie evidencia contraria a la hipótesis en juego. El modo complejo que tiene como premisas Cl, (*)y ("" ). De bs dos primeras establece provisio-
en que se establece que la evidencia es negativa o contrarin a la hipótesis tiene l;i forma de un nalmente (+), por modus 1olle11s, y de ésta conclusión intermedia y (**) establece final-
.. mente(#).

'
argumento que concluye que Ja hipótesis no es correcta. Encontramos esre argumento fomiu-

l
lado implícitamente en muchos episodios científicos. Incluso a veces es formulado e.xplícita- Éste es el patrón al que responden los episodios· del f!ogisto y, según propio testi-
mente, como vimos en el caso de Michelson:. "No hay desplazamiento de las bandas de inter- monio de Michelson, del éter. Pero a él también deberían responder otros episodios en los
ferencia. La consecuencia de la hipótesis de un éter estacionario se muesrra incorrecra, y' la que, ante aparentemente la misma situación, no se concluye (#), no se aceptíl que la evi-
conclusión que necesariamente se sigue es que la hipóresis es errónea." dencia es contraria a la hipótesis. Contemplemos el caso del paralaje estelar. Dei helio- ·- ·
·,. -~~~
El argumento contrario a la hipótesis que parece sugerir Michelson es un argu- centrisrno, decían los gcocentri s ~as, se infiere que en determinadas posiciones se cic:~e ob-
::_~~
mento deductivo muy sencillo que responde a la forma modus tollens, que tie¡¡e como servar paralaje, pero no se observa, por tanto la hipótesis heliocéntrica es errónea. No,
premisas a) que la hipótesis tiene como consecuencia cierto hecho, y b) que el hecho no ~':"· !
respondían los copernicanos (y parece que y~ Aristarco). La exis1e11cia de paralaje en
ocurre, y como conclus.ión e) que la hipótesis es errónea: ciertas condiciones iniciales se sigt1e de la hipótesis sola, pero la observación del mismo
no. Que se deba observar paralaje se sigue de la hipótesis heliocéntrica y del supuesto adi-
·:· -.:;
~~. :·:· 1•
si H entonces P cional de que el diámetro de la órbita terrestre es significativo obscrvacionalmente en

l
("') no P comparación con la distancia a la esfera de ias estrellas fijas. Es cierto que no se observa
:. ·"' (#) no/-/ paralaje, pero todo lo que se sigue de ello, suponiendo que las condicio;1es iniciales estén
bien comprobadas, es que o el heliocentrismo o el supuesto adicional sobre las distancias
É'te es efectivJmente un argumento deductivo válido, pero no es ex actamente el que e;¡;:¡. comparativas, al menos uno de ambos. es falso. Para concluir que es la hipótesis helio-
blece que la evideneia es negativa. Como vimos más arrib'tl, la primera premisa es más céntrica la que es falsa hay que establecer pre·1io.mente que son verdaderos, ademüs de las
complicada, la predicción no se sigue de la hipótesis solo., La primera premisa es en reali- C!, los supuestos auxiliares, entre ellos el referente a las distancias comparativas. Y eso
dad la condición C 1. Tendríamos entonces el siguiente argumento: es precisamente lo que rechazaban los'copernicanos.
Como se ve, los supuestos auxiliares pueden d.<Jr mucho juego a la hora de no
(Cl) si/-/ y SA y C/ entonces P aceptar la refutación de una hipótesis. En este caso los copernicanos a~eptan ¡; validez
(*) no P · del argumento (REF], pero réchazan su conclusión al considerar que la tetcera premisa es
falsa, que uno de los supuestos auxiliares es falso. ¿Es eso una estrategia legítima o una
(#) no H simple estratagema elusiva? Seguramente ho}· nos parece legítimo; después de todo los
copernicanos han acabado teniendo razón. La relación entre dichas distancias impedía la
Pero ahora este argumento deductivo es inválido. Lo que se sigue de las dos pre- observación del paralaje a simple vista, no mediante ·potentes telescopios (instrumentos
misas por modus tollens no es la falsedad de H sino de todo el antecedente complejo: que ni Copérnico ni Tycho conocían), y de hecho así se detectó en 1838 (constituyendo
una confirmación tardía,' y en ese momento completamente superflua, .del heliocentris-
(C 1) · si H y SA y C! entonces P mo). Pero en su época se consideró, p.e. por Tycho, una escapatoria ilegítima.
(*) no p Cuando eras una contrastación negativo. se apela a este tipo de hipótesis auxiliares ·
(+) no (H y SA y C!) para salvar la hipótesis central de la refutación, decimos que se trata de hipótesis ad hoc;
e.e. especio.lmente destinadas a defenderse de la refutación. Entié,ndase bien, n.o se intro- ·
Puesto que "no (H y SA y Cf)" es equivalente a "no H o no SA o no Cf', para obtener le- ducen en sentido estricto después de la contrasto.ción. Recordemos que entre los SA sude
gítimamente corno conclusión la negación de Ja hipótesis, hay que añadir como premisa haber uno muy general y vago del tipo "nada extraño ocurre o interfiere" o "nada más
adicional la ocurrencia de SA y C/: afecta al resultado predicho". Las hipótesis ad hoc explotan este cajón de sastre d!_i:iendo
.1 ·

82 f'UNDA,\IENTOS DE FJLOSOFÍA DE LA CIENCIA CONTRASTAClÓN DE IHPÓTESIS 83

que ése es el supuesto ·aux1·¡·wr que ha follado. Pero, claro, esos supuestos no dicen . .
sim- y aceptadas sin mayores problemas. Pero a veces, cuando la confianza en Ja hipótesis es
plemente
. . de modo i nd e tennina · d o que algo no contemplado originalmente . . .
1rlfluye en Ja extremadamente fuerte y no se ve ningún supuesto auxiliar que pueda ser incorrecto, se
Pt redic~óión. Dan una propuesta específica. En este sentido sí son "posteriores" a la con- puede llegar a replantear la aceptación del cumplimiento de las condiciones iniciales. Es
rastac1 n • s'on
. . una' pr ec1s1 · ºó n a postenon . . de elementos (supuestamente) determtnantes . entonces cuando se insiste, una y otra vez, en que algo ha ido mal en el diseño experi-
para l a predicción cuy""líl · f1 uenc1a · se exclu1a • por esa cláusula aeneral·· en SA. mental. Cuando Millikan presentó la hipótesis de la unidad de carga eléctrica, Ehrenhaft
ú'~~~ 1.;,..,
0
Un caso típico • • •• ·IJ ·1 • · C¡:.~ se nrOCUJO
, • 1 • ,. , l n rcy:1ió tos e:..p~:1' in1 r: 1tt u:1 d t.: r.. :d Lka n, i..:..:;: ·t:; 1 :1 l ~· ¡¡ H.:s éi"l ~;i rli~d i ción de las vc.:ct'i.J t1d ¿:!. j~.
l ! t · .•
• ' ' ;/,! ,' 0 1~~ .~ IS {f(. 1(1(.' !.C'..~H! en e. t:T·iS0 \1:0 C•.~ .: C ';.'.J'.}1 :.).
n ubo l! et ~., ·· o r" s d ·· 1·1 l ' . . d 1 ·1 . - . • . .. de scenso y ascen so de pilrtícubs de :ic<'ite cargadas d~ctricamcnle moviéndose c:ntre las
. .. · -·:,. ~ " ' cona · e t og1sco c¡u•: 1~1 p:-etendieron derender ele la l"f'. futJ•;ión de
L:n 01s1er diciendo q· 1• ,..1 r·lo ·. · · -e · · · · placas de un cond.:i:sador. Ehr~ nlt;i f t obt uv o re.sult:1dos que, en su opinión, r::futaban la
. '" .. . gis to tiene masa n<!g:1 t1va. Eiect1varnente, s1 el ílog1 sto tuvie-
se masa ne "'0 at1 va el . experi·m~~n to d ana • e 1 mismo· d · d ·
resulta o aun sien o cierta la h1p tesis · ó · ltipótesís de Millikan. Éste, que considc:r:iba su hipótesis bien t:stablecida experimental·
d e que los combustib! 'S - · fl· ·b . . . . mente, adujo en algunos de Jos casos el incumplimiento de las condiciones correctas de
e se lll :iman lI erando flog1sto. La estrategia es Ja Siguiente. Entre
1os supuestos auxili·ires ·s
· ' · • e pue d e cons1"d erar que, camuflado en la clausula · • "nada anormal experimentación, por ejemplo, que las partículas se habían desviado del foco óptico, o
p::is ~; de nad::i ~;ís depende la predicción", hay uno que afirma que "el flogisto es nor-
1
mal • esto es, tiene masa positiva. De la contrastación negativa se siaue que o la hipótesis
que habían perdido su forma esférica. Los resultados posteriores most~aron que la nctitu.d
de Millikan era razonable. Pero también puede ser a veces una estrategia puramente elusi-
d e ::i combustión liberando fl · .. oculto de"' que el flog1sto . . j va. Los creyentes dd Tarot dicen.qu.:: par:1 que Ja lectura adivinatoria de las cartJS sea c?-
. . . ' og1sto, o e 1 supuesto aux1!1nr t1ene
1
m~sa posiuva, al menos uno de nmbos es falso. Y los partidarios del. flogisto mantienen rrecla se deben m:rntener !::is piernas sin cruz:ir para dejar circular Ja energía vital; una es-
que el supue~to falso es el segundo, con lo que fa hipótesi~· principal podía ser verdadera.
Esta estrateo1a es forn1 ~1inent
. "' " e semepnte · (si. 1crnoramos
. hec·h·os postenores)
. a la de los co-
i
1
trategia muy utilizada ante predicciones mínimamente precisas que resultan incumplidas
es que, inadvertidamente, en algún momento se cruzaron las piernas. ·
pern1canos con . el pa ra ¡UJe, · pero suena bastante "' peor que aquella. . Postular en aquella epo~ .
ca
h masas• neoat1vas
" : paree'
• ¡ · .
ia c ar:uneme una estratagema elusiva, aunque no olvidemos que
oy dta hay te.o nas muy serios qui: lo hacen.
.
I· 4.'2 : F:v1DE:"CIA POSITIVA (CO:'< c!R~1.-\CI Ó '1)
/~ :>tcts se c:tli fi cr1 ck od hoc cualc1~ier hipótesis introducida, utilizando los SA
.
mas genc: 1: 1cos mencion:idos. pnr:i snlvar de Ja refutnción Ja hipótesis principal. Otras ve-
i
¡ Es difícil resistirse a la fuerza de episodios corno el del cometa Halley: la teoría
ces se ca 11/ic:i así a la' hipo'te sis · a d.1c1on::i
· ¡ so·¡ o si· su rntro
· d ucci"ó n se considera
· · 0 1t1ma.
Ile •· pn:dice la ap::irición de cieno cuerpo ce. lesr~ en una región precisa del cielo en _un. período
Usemos los nombres que d . . "' . determinado, algo que parece completamente inesperado de otro modo; se realiza b com-
. . . us~mos, ebe quedar claro tras Jos ejemplos vistos que la dife-
A

rencia entre h1pótes1s . ad ¡roe 1c:g1cimas •· . ..


e 1Jeg1t1mas es, una vez ·más, cuest10n .. de orado. probación y efectivamente la predicción es correcta'. por tanto la evidencia e':1pírica es :::i-
D epende de elementos • · . . "' cla- vorable a la hipótesis. Puede que haya buenos motivos filosóficos para matizar, cuestio-
. pr:igmat1cos muy vanables y difusos. Hay algunos casos muy
ros, como l~ q~iromancia, la astrología y otras paraciencias. En la (escasa) medida en que nar o rechazar algunas consecuencias epistemológicas que ·aparentemente se siguen de
h acen predicci o nes con~r 't · . ·' . .~ · - [ . epi sodios corno és re, pe ro no h:~ y duda de e¡ •.::: la predicción exitosa constituye prima fa·
~ ~ :is. s1 >C 1es pcc;;ema un episodio re urndor siempre se si'.lcan
un::. '. 11 Pó tt sis c:d lioc de la manga. Pero usualmente no es tan claro. La defensa de los co- cíe evidencia favorable a la hipótesis en juego. ·.

A pe~icanos parece hoy bastant.e aceptable, pero ¿nos )o parecería en su époc:i?, ¿y en la de El modo en que se establece que Ja evidencia es positiva o favorable a la hipótesis
tról " ? . Li defensa
nsrarco? .
de los part1 . 'd anos · d e1 J1 og1sro · parece maceptable,
.. · ¿como la del as- tiene Ja fonna de un argumento que concluye que, la hipótesis es correcta. Pc:ro, a diferen-
o_,o ·. "Qué. decir del experimento de Michelson? A él le pareció una refutación clara cia del caso anterior; el argumento ahora no es deductivo. El argumento no es: ·
de las d h1pótes1s
• . centr::ile s en JUego,
· ·
pero a Maxwell le pareció . que se podían salvar si. se ..
·

pro uci_a~ ciertos efectos de contracción con la velocidad, semejantes a los que más tarde (Cl) si JI y SA y Cl entonces P
se se "'0: u1nan de las te on::is • d e E'instem. · No hay una respuesta - general sencilla. y mt1da ,. para (") p
este
. tipo de cuestiones· 1 . · · ·
• a pos1c1on r::izonable en cada caso depende de elementos-pra"má- (#) H (y SA y Cl)
t1cos.. muy ·variables d e en d a contexto· especifico. • Por supuesto que esto no qmere . "'
decir
que 'todo v::tle"· po , · · · Esto no es un araumento deductivo válido; como vimos en el capítulo. precedente, . es, un
·. . • r pragmatico no hav que entender dependiente de cualquier aspecto
contextual srno prin · l
bTd d d , '
•. . •
~ip::i menee. dependiente del conte.~ro c1en1ífico, esto es, de las posi-
· caso de falacia de afirmación del consecuenle. El argumento utilizado en la con0rma~~ón
1 1 ª es e rntegrac1ón teóric:i con hipóresis bien establecidas. ·· · · de hipótesis no es deductivo sirio inductivo. Quizá se piense que este argurne:ito mduc\1vo
C~emonar el .c.umplimiento de los supuestos auxiliares es la estrategia más común ' consiste simplemente en debilitar la pretensión del anterior, esto es, en la versión inducti-
para eludlf I~ '.efut:ic;:i~n. de la hipóti;:sis. Pero no es Ja única. Hemos dicho que casi siem- '
va de la afirmación del consecuente:
pre las condic10nes m1c1:iles de experimentación ·o simple observación son comprobadas
1 .. ;.·

_______:J_
1
·:11.1
84 FUNDAMENTOS DE FlLOSOFIA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 85

(CJ) si H y SA y Cl entonces P dología de Ja confinnación, pues como vimos más arriba la naturaleza de C2 y de su com-

·
(*)
(#) H (y SA y C!)
p
------------------------------------

. Pero no es así. Cuando estudiamos los argumentos inductivos vimos que la afir-
probación es extremadamente problemática. Aparte de las intuiciones, como en el caso de
Halley, no está en general claro cómo se e~tablece C2. Lo que sí está claro a veces es que
no se cumple. Si ése es el caso, si hay buenos motivos para no aceptar C2, entonces la
predicción exitosa no conduce a la conclusi9n de que la evidencia es favorable a la hipó-
tesis; la contrnstación no es concluyente. Este es el caso de las foses de Venus, cuya
¡
mación del consecuente no es tampoco en general una inferencia inductiva válida. El ar-
gumento inductivo que establece que Ja evidencia es favorable a la hipótesis no usa como observación Tycho no hubiera considerado suficiente para confirmar la hipótesis helio-
premisa C 1 sino C2. Es aquí donde entra en juego el que la predicción sea improbable de céntrica pues también .se predecían en su sistema mixto. Por último, y al igual que en Ja
ser folsa la _hipótesis. Ahora bien, el argumento inductivo no concluye directamente H
de C2 y P: .
refutación, otro modo de eludir Ja conclusión de que la predicción exitosa constituye evi-
dencia favorable a la hipótesis es objct:ir a la premisa (**), esto es, sostener que algún su-
puesto auxiliar es incorrecto o alguna condición inicial ha fallado.
I
t-
~
(C2) si no H y SA y C! entonces muy probablemente no p
~
(*) p
----------------------------(#)---¡¡----------------------------·

Éste es un argumento inductivo inválido. Lo que se sigue inductivamente de estas premi-


sas es lo siguiente:
4.3. ALGORITMO-RESU~ I EN

El cuadro de la página siguiente resume a modo d:! algoritmo la metodología tic la


contrastaeión. Las flechas indican que el paso en cuestión es argumentativo; si la flecha
es continua, la inferencia es ded11ctiva; si es discontinua, la inferencia es inductiva (las
¡
conclusiones están contenidas en las elipses) . 1'.Jtese que el diagrama incluye también los
1
(C2) si no H y.SA y CI entonces muy probablemente no P

l
diversos modos en que la contrastación puede considerarse 'insuficiente, esto es, las cir-
(*) p . cunstancias en las que la predicción fallida no se considera evidencia contraria o l;i pre-
-----·-----:: --·-----¡-.;)--- ~¿-<~¿-¡¡ ;,-s~i;,-e:ñ-- ---------- -------
-~
dicción exitosa no se considera evidenc ia fa·:crable.

Puesto que ;ono (no fí y SA y C[)" es equivalente a "H o no SA o no Cf', para obtener le-
gítimamente H como conclusión hay que aiiadir como premisa adicional la ocurrencia se- 4.4. PREDICCIONES INADECUADAS
gura de SA y Cl: .
Cuando presentamos la predicción como uno de los elementos de la contrastación,
[CONF] no mencionamos algunas condiciones que es r;izonable exigir. E.l incumplimiento de es1as
(C2) · si no H y SA y C/ entonces muy probablemente no P condiciones constituye un tipo de falacia de contrastación semejante en su carácter "tram-
("') p poso" al uso ilegítimo de las hipotesis ad hoc. No las mencionamos entonces porque se
(**) SA y CI percibe mejor su necesidad tras haber visto en detalle las condiciones y el mecanismo de
------------------------------(#)--íí----------------------------- la contrastación . .
La primera de estas condiciones que debe satisfacer la predicción P es la precisión .
. Así, el argumento [CONF] para la confi~ación de hipótesis es un argumento in- Si la predicción es imprecisa o vaga la contrastación se presta a todo tipo de recursos ilegí-
ductivo vñlido complejo que tiene como premisas C2, (*) y (**). De las dos primeras se timos. Un caso paradigmático lo constituyen los horóscopos. Es usual leer en las secciones
establece provisionalmente(+) por una inferencia indueriva, y de ésta conclusión interme- de horóscopos de los periódicos "predicciones" del tipo "este mes le pasará algo importan-
dia Y (**)se establece finalmente (#) mediante una inferencia deductiva. [CONF] es por te", o "este mes recibirá apoyo de una persona cercana". Prediccione~ tan vagas no sirven
·:· ·
tanto un argumento mixto, con una parte inductiva y otra deductiva. El arguni.ento com- para Ja contrastación. Por un Jado, por su imprecisión es prácticamente imposible establecer '.~ · ·''.

pleto se debe considerar inductivo puesto que al menos una de sus inferencias lo es, eJ firmemente que no se cumplen. Por otro, de su "cumplimiento" no se puede concluir kgíti- ·
paso inductivo imprime carácter inductivo a todo el argumento. mamente apoyo alguno a la hipótesis, en este caso que las posiciones astrales influyen cau-
Recuérdes~ que .este argumento depende esencialmente de C2, y será tanto mejor salmente en nuestras vidas. Intuitivamente se ve que ello es as( pero después ·de estudiar
como argumento mducuvo cullnto más justificada esté C2, cuanto más improbable sea la las condiciones para una contrastación satisfactoria, podemos establecer este punto con más
predicción caso de ser falsa la hipótesis. Éste es el aspecto más problemático de la meto- precisión. Este tipo de predicciones no cumplen C2: no es cierto que la predicción sea im-
'
86 FrnmA,\ IE:-/TüS DE FILOS OFÍA DE LA CIENCIA cmrrn.ASTACló;o-; DE HIPÓTES IS

probable si la hipótesis e~ falsa; por su vaguedad, la interpretación mínima les confiere tal
amplitud que son altamente probables en cualquier circunstancia. En renlidad, en algunqs
1 _;- - - - - - - - --- .
c11sos no es claro que se s:.:tid<iga siquie ra Cl, pues muchas vece:. ía hipótesis en juego no
¿Se deduce P dé H, _ en -- Jf------·
S~~ NO · · · · ·· · · .. · • · · · · · Cor~~rnstJción inViat>te
dr~sernpe ñ:t un pn¡.>d eJcc:ivo en ei estabkc:imi<'nto c.k la predicción. ·
Un ca;:) sem~jante ,,¡ ~iH~rio r es <::! de la predicción :mí!:iple di~-;w1!ii:a P =P, o
si P 1 o ... o P•. En sentido estricto, no es un :; predicción vaga, pues si cada P, es1:í bien deter-
minada, también lo está la predicción global P. Cada P; puede ser precisa, pero su disyun-
ción puede resultar inaceptablemente ampli a si las P, son muchas o parcialmente comple-
¿Ocurre PI ment:irias. Un caso extremo de esta segunda posibilidad es que entre todas las P,, o sim-
plemente dos de ellas, cubran todas las alternativas posibles. En. ese caso no se ha hecho
ninguna predicción empírica propiamerite dicha, pues P es una verdad lógica .. Lo que hay

¡----'-
NO
si entonces no es una predicción vaga o inaceptablemente amplia sino, simplemente, ausen-
da de predicción. Otro caso de ausencia de predicción, presente también a menudo en las
1
¿Es muy improbable par:ickncias, Cl)n,;isw en p1·éJtcif' só lo posibilidad<:s: "el aiío próximo put.:de twcc:r un vi::t-
Psi no H, SA y en NO . . ... . ...... . .... Datos inconcluyentes je". Si Ja posibilidad se interpreta en sentido estricto, se predice simplemente una pero-
grullnda, esto es, no se predice nada. Puede ser que la posibilidad se interprete como ·
probabilidad, pero entonces -sin más precisiones es un caso de vaguedad , o de amplitud
Sf inaceptable.
Una última observación sobre recursos ilegítimos que involucran la predicción.
En el caso que vamos a exponer, la estratagema no afecta a contrastaciones aisladas sino
;i ser i ~s de e ll ~<. Li r.~trJr:i g cma en cuest!ón consi>te en re pe tir incansablemente Ja pre-

di cción hasta que sucede. Lo:; seguidores de muchos equ ipos de fútbol suden pretkcir
cada año que su equipo ganará el campeonato, y si efectivamente un año el equipo lo
¿Se cumplen Cn I ~------- ·-- NO .......... .. .. ·· · Datos inconclu ye n<es
gana, no es extraño oír a al gunos ufanarse del acie. rto. Cllentan que trn futur:.->lczo ¡:iroc!n-
-/7 mó que había predicho el crack económico de J 929, pero resultaba que lleva ba diez años
prediciendo cada año que el año siguiente iba a habtr un dcsarn·e finanriero. Dt acuc:rdo
Si
con la metodología vista, en e~tos casos 5..: trat:i simplemente de vnrins contr;istaciones
sucesivas en las que los resultados refutad0,es son abrum~doram e nte m:ís numerosos que
los confirmadores.

NO · · · · · · · · · · •· · · · · · Datos inconcluyentes 4.5. CONTRASTACIONES CRUCIALES

Para concluir esta sección comentaremos brevemente un tipo especial dé contras-


iación, aquél en el que están en juego dos hipótesis alternativas rivales. A estas contrasta-
ciones se las considera conrraswciones cnrciales porque supuestamente deben servir para
decidir entre ambas hipótesis; cuando Ja comprobación de la ocurrencia o no de la predic-
ción se realiza mediante experimentación, se habla entonces de experimemos cruciales.
FIC.3.1. En las contrastaciones cruciales las hipótesis rivales se enfren.tan entre sí con res-
Conrrasracióu de la hipótesis H media11te la predicciót1 P co11 sup1usros 011.riliares SA
y condiciones iniciales CI. 1
pecto a la misma predicción . Una de las hipótesis, H. predice con ayuda de los supuestos
¡ auxiliares SA que en las condiciones Cl se dará P. La hipótesis rival H' predice, con ayu-
1
da de sus propios supuestos SA', que en las mismas condiciones iniciales C/ se dará no-P.
La ocurrencia o no de P debe eventualmente proporcionar evidencia en fa vor de una y en
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88 FUNDAMENTOS DE FILOSOl'ÍA DE LA CIENCIA CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS 89

contra de otra. Un ejemplo típico de contrastación crucial es el relativo a las teorías ondu- ticos y difusos); repetirlas si la contrastación es experimental y se puede reproducir, o rea-
latoria y corpuscular de la luz con el experimento crucial realizado por Foucnult en J85.0 lizar otras análogas si no se pueden repetir mediante experimento. A veces, sin embargo,
sobre la velocidad de transmisión de la luz en aire y en agua. En este caso el resulcado se una contrastación se puede considerar sufici~nte si es de "extraordinaría calidad". La ca-
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aceptó en general como una confirmación de la teoría ondulatoria y una refutación de la lidad de las contrastaciones depende de- muchos factores, especialmente del rig~r del
teoría corpuscular. diseño experimental y del grado de precisión de la predicción y lo inesperado de la mis-
Técnicamente, una contrastación crucial entre dos hipótesis no es más que la com- ma. Por último, Ja variedad de las predicciones es también un valor fundamental. Recien-
binación de dos contrastaciones de dos hipótesis que hacen predicciones contradictorias temente unos investigadores de Harvard han afirnrndo encontrar evidencia empfrica
sobre el mismo fenómeno. Por tanto se aplica punto por punto todo lo que hemos visto en contra la hipótesis, hasta ahora generalmente aceptada, según la cual las mutaciones bio-

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los ap;irtados anteriores. Se aplica en especial lo relativo al cumplimiento de C2. Est;i lógicas son procesos azarosos. Los principales resultados empíricos corresponden a unas 1
condición se debe cumplir respecto a cada una de las hipótesis para que el resultado, sea pruebas realizadas sobre un tipo específico de bacterias. Algunos científicos han aconse-
cual sea, pueda considerarse la refutación de una y la co11fir111ació11 de la otra. El incum- jado prudencia hasra que no se comprueben resultados semejantes en otras bacterias o,
plimiento de esta condición hace que ·algunos casos que parecen contrastaciones cruciales mejor todavía, en otros organismos. Uno de los princip::iles motivo$ de la rúpida expan-
en realidad no lo sean, o puedan no ser considerados así por quienes no reconocen que se sión y aceptación de la teoría newtoniana er2. la inmensa variedad de fenómenos a los que
cumple esta condición. Esto es lo que ocurre en el episodio de las fases de Venus. En
principio se podría considerar una contrastación crucial entre el geocentrismo clásico y el
se aplicaba y con los que se podía contraswr.
Estos factores que inlluyen en la qCeptación o no de los resultados corresponden a i
heliocentrismo, siendo el resultado final contrario al primero y favorable al segundo. Pero características internas de las contrastaciones. Hay sin embargo otros factores también in-
Tycho no hubiera estado dispuesto a considerarlo así. Estaba de acuerdo en que las fases fluyentes que no tienen que ver directamente con el proceso mismo de contrastación sino
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de Venus refutan el geocentrismo clásico, pero no en que confirman el heliocentrismo, con algunas cualidades de la hipótesis, principalmente la simplicidad, belleza e i111egra-
pues el fenómeno observado es predicho tambifo por su propia teoría geocéntrica mixrn. ció11 teórica. La simplicidad parece ser un principio metodológico generalmente acepta-
Tycho no aceptaría en este caso C2 y defendería que por tanto la contrastación es incon-
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do: s'i en todo lo demás. son iguales, prefiér:!se la hipótesis más sencilla. Entre las ventajas
cluycnte a efectos co11fimiatorios. de su sistem:i, Copérnico adt1cía como una de las fundamentaies su simplicidad en com-
Además de 19 relativo a C2, a los experimentos cruci;:iles se aplican también l:ls paración con el monstruo en el que se había convertido el modelo geocéntrico de epici-
posibles estrategias elusivas basadas en el rcch:izo de SA y CI. Éste es el tipo de escapato- clos y deferentes, aunque en este caso concreto se trató de una argucia propagandística,
rias en que piensa Hempel cuando niega la existencia de experimentos cruciales stricto pues para que el sistema copernicano original funcionara había que complicarlo casi de
sensu: "ni siquiera la más cuidadosa y amplia contrastación .puede nunca refutar unJ de igual modo. En el episodio de las fases de Venus, la evidencia empírica era contrnria al
entre dos hipótesis y probar la otra; por tanto, estrictamente interpretados, los experimen- geocentrismo tradicional, pero no inmediawmente favorable al heliocentrismo pues el sis-
tos cruciales son imposibles en ciencia" ( 1966a, cap. 3 '§3). Pero a continuación matiza: tema mi.~to de Tycho predecía lo mismo. Sin embargo casi nadie apostó por el sistema de
"un experimento como el de Foucault [ ... ] puede ser crucial en un sentido menos estricto, Tycho por considerarlo inneces:iriamente m5s complicado .(a pesar de que tenía algunas
práctico: puede mostrar que una de entre dos teorías riv::iles es inadecuada en importantes ventajas claras entonces, como por ejemplo la predicción de la ausencia de paralaje). Una
aspectos, y puede proporcionar un fuerte apoyo a la teoría rival; y, en cuanto resultado, de las cosas que convenció a Kepler de: lo correcto de su hipótesis de las órbitas elípticas
puede ejercer una influencia decisiva sobre el sesgo que tome la subsiguiente labor .teóri- era la enorme simplificación del sistema heliocéntrico que permitía. La simplicidad est:i
ca y experimental" (ibid.) . relacionada con otro de los factores que puede influir en la suerte de, una hipótesis, su
"belleza". La simplicidad es un valor a la vez epistémico y estético, además de ventajas
de cálculo.confiere a la hipótesis cierta belleza. Pero la simplicidad no es el unico valor
5. Consideraciones finales estético; hay otros que, aunque m:is subje ti vos Y' variables; pueden ser en ocasiones deter-
minantes. Por últimó;· otro valor fundamental es la posibilidad de integrar la hipótesis con
Hasta aquí hemos estudiado Ja metodología de la contrastación de hipótesis. Otra otras hipótesis o teorías generales del mismo o diferente ámbito. A fi~ales del siglo x1x se
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cosa son las actitudes que se pueden tomar, que los científicos pueden tomar, frente a .sus consideró que la intc:gración de la teoría ondulatoria de la luz en el electromagnetismo de
resultados. La aceptación de los resultados de l:l contrastación depende de muchos facto- iVIaxwell proporcionaba a aqu¿lla nueva fuerza. El principal motivo por el que, a pesar
res, entre otros, de la camidad, la calidad y la variedad de las contrastaciones realizadas. 1 de no haber evidencia en favor, algunos físicos actual~s dcfiendt:n la e:dstencia del gravi-
Usualmente una sola contrastación no basta, pues siempre hay lugar para las casualida- tón (partícula que transmitiría la füerza gravitatoria) es la posibilidad de unificar el trata-
des. Por ello, como en el caso de Michelson y Morley, se suele considerar necesario repe- 1 miento de las cuatro fuerz;is fundamentales (electromagnétic;:i, nuclear débil, nuclear fuer-
tirlas un número suficiente de veces (de nuevo los límites de esta suficiencia son pragmá-
lzl- te y gravitatori::i).

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Otro s r~1c:~or::s que !nfluyt::l en l~~s ar:tit!.H:Ít.:J CJUC lüs c:r:nritlcos ton1an nrHt: L~s hi·
pótesis tien,en un c:ir:íctcr m:ís social. En este caso, lo que se considerJ ·;:!lioso de b r1ip6-
tesis es su , coherencia con determinadas creencias socialmente extc:11didas o con dcterrni- ·
nadas ideologías vinculadas con el poder político o económico (como el catolicismo en
Europa hasta el siglo xvn o el materialismo dialéctico en los países comunistas en el si-
glo xx). Para algunos teóricos de la ciencia actuales, los sociologistas radicales, estos fac-
tores sociales son los únicos realmente determinantes. En algunas ocasiones así lo parece,
como en el actual resurgir de las biologías creacionistas en Estados Unidos. Pero en gene-
r::il son sólo elementos que se añaden a Jos factores anteriores m:ís directamente .determi-
nantes. Sobre algunas de estas cuestiones volveremos en el capítulo dedicado a la evalua-
ción de las teorías y el problema de la inducción. '

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