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TENDENCIAS

El futuro no está escrito

Así como en la naturaleza una partícula puede modificar todo un sistema, con la
globalización y la revolución de las redes, el comportamiento individual determinará la
evolución de toda la especie humana

ILYA PRIGOGINE. Premio Nobel de Química 1997


Fernand Braudel, el historiador de la economía, escribió una vez que "los acontecimientos
son polvo", insistiendo en la importancia determinante de "la larga duración" en los
procesos históricos. Federico Mayor, bioquímico y ex director de la UNESCO, sostiene lo
contrario: que la discontinuidad de la historia indica que los acontecimientos desempeñan
un papel fundamental.

¿Qué queremos decir con "acontecimientos"? Probablemente estemos de acuerdo en que,


en el siglo XX, la revolución rusa de 1917 y la caída del Muro de Berlín fueron
"acontecimientos". Cualquiera de ellos podría haber ocurrido o no. Pero la posición de la
luna en 1.000 años no se consideraría un acontecimiento porque puede predecirse a través
de las leyes newtonianas del movimiento de los cuerpos.

¿Pero hay también acontecimientos en la naturaleza? Las ciencias sociales cuestionan hace
mucho las leyes deterministas por el libre albedrío que tienen las sociedades humanas para
hacer elecciones. ¿Pero es posible que los sistemas naturales estén mucho menos atados por
las leyes deterministas de lo que la física y la biología han estado dispuestas a aceptar hasta
ahora? La forma de elección de la naturaleza es lo que denomino "bifurcación". En los
sistemas naturales complejos, tal como ocurre en una sociedad, el futuro no está dado.
Dentro de ciertos límites, puede ir por un camino o por otro. Así podemos hablar de la
"creatividad" de la naturaleza.

La diversidad de las especies es quizá el ejemplo más obvio. Por caso, hay alrededor de
12.000 especies de hormigas conocidas. Es muy difícil imaginar que todas ellas ya estaban
programadas en el momento del Big Bang.

Aunque ahora pueda parecer que el pasado no ha sido determinado, en realidad se trata de
una realización entre muchas posibilidades que podrían haber ocurrido. Del mismo modo,
el futuro no está determinado porque habrá acontecimientos cuyo resultado no podemos
predecir.

Cuanto más estudiamos la naturaleza, más nos impresiona su complejidad. Hasta las
partículas más diminutas se organizan durante un estado de desequilibrio y aparente
desorden.

La complejidad es la consecuencia de las situaciones distantes del equilibrio que


predominan en la naturaleza. Un ejemplo clásico de complejidad en la hidrodinámica son
los remolinos de Benard. Si calentamos un líquido desde abajo, al principio sólo tendremos
conductividad térmica hacia la capa superior más fría. Pero, si aumentamos la diferencia de
temperatura observaremos la formación de remolinos que parecen pequeños tornados. Esta
formación corresponde a miles de millones de partículas cuyo movimiento se correlacio na
con el movimiento de las partículas que las rodean, produciendo flujos organizados en gran
escala.

Remolinos

En estos remolinos de Benard vemos un caso muy simple en el que un sistema evoluciona
de un desorden macroscópico en un estado de cuasi equilibrio a una organización
macroscópica notable debida a interacciones moleculares bajo fuerzas que están lejos del
equilibrio.

El caso de los remolinos de Benard parecería no responder a la formulación usual de la


segunda ley de la termodinámica, que destaca el papel destructivo de la entropía, o la
disipación de energía. En cambio, como hemos visto, la distancia con respecto al equilibrio
puede llevar a la formación de nuevas estructuras.

Todavía no conocemos el origen del Big Bang, pero podemos imaginar que estuvo
precedido por lo que se denomina un "vacío cuántico" en el cual no había partículas
presentes, únicamente fluctuaciones cuánticas. Si las partículas fueron creadas así en el
momento del Big Bang, significa que el Big Bang sería el proceso irreversible "por
excelencia". Desde ese momento en adelante, ha estado avanzando una "flecha de tiempo"
en la cual la entropía no lleva a la disipación, sino a la posibilidad de acontecimientos y
estructuras nuevas no determinados de antemano. Ahora podemos ver que la evolución está
asociada a la entropía.

El ideal clásico de la ciencia era describir la naturaleza como una geometría. Ahora vemos
que la naturaleza está más cerca de la biología y la historia humana, ya que también en la
naturaleza hay un elemento narrativo. En realidad, cuanto más entendemos la estructura del
universo, más comienza a tener elementos comunes con las sociedades humanas.

Volvamos a los acontecimientos. Los acontecimientos no se dan aislados, sino que son
resultado de la interacción de diversas influencias.

En la revolución rusa de 1917, el fin del régimen zarista podría haber adoptado diferentes
formas. El desenlace que finalmente se produjo fue resultado de numerosos factores, entre
otros, la debilidad del zar, la impopularidad de su esposa, los titubeos de Kerensky y la
firmeza de Lenin. Estas "microestructuras" y sus destinos fluctuantes determinaron el
resultado eventual de la crisis.

La ciencia moderna nos ha dado una comprensión más profunda del mecanismo del
acontecimiento. En física o química, los acontecimientos están asociados a las
bifurcaciones. Cuando seguimos la trayectoria de un sistema, pueden aparecer situaciones
en las que la trayectoria se vuelve cada vez más inestable y finalmente se descompone en
una multiplicidad de trayectorias nuevas.
Cuál de esas ramas resultará elegida es una cuestión de probabilidad. Siempre he pensado
que la idea de bifurcación es una metáfora útil para las ciencias sociales. Naturalmente, no
pretendo sugerir que las ciencias humanas se reduzcan a la física. Pero entender la ciencia
de la complejidad es una metáfora mucho más útil que el tradicional recurso a la física
newtoniana.

La historia humana puede ser vista como una sucesión de bifurcaciones, como, por
ejemplo, la transición de la edad paleolítica a la neolítica, que se produjo casi al mismo
tiempo en todo el mundo. Esta transición se presenta como una bifurcación ligada a una
nueva explotación sistemática de los recursos vegetales y minerales. Sin embargo, de esta
bifurcación surgieron muchas ramas como el neolítico chino, el neolítico de Oriente
Próximo o el neolítico precolombino. La transición a una edad neolítica dio nacimiento a
sociedades jerárquicas, conforme la división del trabajo instaló la desigualdad. Esta, a su
vez, llevó a la esclavitud.

Estoy convencido de que nos acercamos a una bifurcación de magnitud similar relacionada
con la explosión de la tecnología de la información. Nos aproximamos a una "sociedad
interconectada" a medida que las personas se vinculan más estrechamente que nunca. Este
futuro encierra a la vez grandes perspectivas y peligros. ¿Pero cuál podría ser el resultado
de esta bifurcación? Para colocar la pregunta bajo la amplia perspectiva de la evolución
biológica: ¿la sociedad interconectada se comportará más como una gran colonia de
hormigas que como una civilización de personas libres?

Cuanto más crece la población mundial, más posibilidades hay de fluctuaciones no lineales
—elecciones individuales— porque hay cada vez más actores. Por el contrario, conforme la
población se interconecta más, puede producirse el efecto contrario: los imperativos de la
colectividad conectada se imponen sobre la capacidad individual de hacer elecciones.

Consideremos la evolución biológica. Existen muchas sociedades de hormigas diferentes.


En las sociedades pequeñas, las hormigas se comportan independientemente, saliendo solas
a buscar alimento y traer su presa. En las sociedades grandes, vemos movimientos
colectivos. En correspondencia, el papel de la actividad individual se reduce drásticamente.

Las sociedades humanas podrían verse ante la misma evolución cuando estén vinculadas
por redes.

Hace años, estudié el flujo vehicular. Descubrí que, cuando el flujo de tránsito era ligero,
cada conductor se comportaba más o menos como deseaba. A esto lo llamo "régimen
individual". Pero cuando el flujo se vuelve más y más denso, se imponen las características
de un "régimen colectivo" en el cual cada uno empuja al otro y es empujado por el otro.
Estas ideas no sugieren un futuro agradable.

Acercar la ciencia a la percepción humana ha sido mi principal objetivo. El propósito de


este esfuerzo es encontrar la angosta vereda que corre entre las ciencias deterministas que
hacen del hombre un autómata y un mundo abierto al azar.
El futuro no es algo dado. Especialmente en esta época de globalización y revolución de las
redes, el comportamiento en el nivel individual será el factor clave que determinará la
evolución de toda la especie humana. Así como en la naturaleza una partícula puede
modificar la organización macroscópica, el papel social de los individuos es más
importante que nunca.

Copyright Global Viewpoint y Clarín, 2000.

Traducción de Elisa Carnelli.

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