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Una de las propuestas más útiles del hermetismo para el trabajo de crecimiento individual
es la que plantea la constitución del ser humano. Según la tradición hermética, el ser
humano no es sólo su cuerpo físico; tampoco es cuerpo y espíritu solamente, sino que
está conformado por siete energías de diferente frecuencia vibratoria, que se denominan
los siete cuerpos, o siete vehículos de manifestación. Para propósitos de estudio, serán
divididos en lo que se conoce como la cuádruple realidad y la tríada superior.
Es importante señalar que estos siete vehículos tienen una relación muy estrecha y no es
fácil separar sus funciones, ya que operan de forma integral. Cada uno es de suma
importancia, ya que permite la relación de la persona con las diferentes manifestaciones
de energía del medio ambiente en el que se desenvuelve y del cual es parte. Ninguno es
superior a otro, pues todos tienen un propósito y tarea que cumplir en el proceso de
evolución del ser humano.
En la tríada superior, el cuerpo mental superior sirve de enlace o contacto con la mente
universal, que el psicólogo Carl Gustav Jung llamó inconsciente colectivo. El alma es el
vehículo que reúne, conserva y custodia los aprendizajes y experiencias que permiten la
evolución. El espíritu, es la esencia divina en cada persona.
El cuerpo físico es del que más conciencia tenemos, nuestra realidad inmediata y, por
tanto, el más comprendido de los siete. Está constituido por células, órganos, sistemas,
etc.
El cuerpo vital es una réplica del físico, en una frecuencia vibratoria más sutil. En él se
encuentran los siete centros o vórtices energéticos principales, que suplen de energía de
vida al cuerpo físico. El cuerpo vital provee y administra el suministro de energía continua,
con el que cuenta el cuerpo físico para su buen funcionamiento. Manifestaciones físicas
como la debilidad o algunas enfermedades, pueden estar asociadas al suministro
deficiente de energía por parte del cuerpo vital.
El cuerpo emocional está compuesto de los sentimientos y emociones que cada individuo
experimenta. Permite la relación del ser humano con las vibraciones emocionales de
cuanto le rodea. Es el responsable de que las personas puedan experimentar
sentimientos de empatía o la llamada “química”, así como exabruptos o descontrol
emocional.
La filosofía hermética presenta esta propuesta de trabajo, como una herramienta para que
cada individuo participe activa y conscientemente de su proceso evolutivo. Estos siete
vehículos de manifestación son inherentes al ser humano. Cada persona tiene la
posibilidad de reconocer las distintas energías de que dispone, trabajar con ellas e
interactuar con la energía universal.