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Al. 1994), Por Lo Que Es Necesario Determinarla Con Exactitud
Al. 1994), Por Lo Que Es Necesario Determinarla Con Exactitud
El método de calcinación o pérdida por ignición (loss on ignition, LOI) (Schulte &
Hopkins, 1996) cuantifica directamente el contenido de MO y se basa en
determinar la perdida de peso de una muestra de suelo al someterla a elevadas
temperaturas. Existen numerosos trabajos donde se utilizan temperaturas de
ignición que van desde los 250 a los 600 °C en mufla y diferentes períodos de
tiempo, desde 2 hasta 24 h (Combs & Nathan, 1998). Mitchell (1932) informó que
temperaturas de ignición entre 350 y 400 °C eran adecuadas. Davies (1974)
concluyó que 430 °C podría ser utilizada en suelos con presencia de carbonatos.
Schulte & Hopkins (1996), para muestras de suelo de la región central del norte de
los EEUU, desarrollaron el método de LOI que incluye como pretratamiento el
secado a 105 °C durante 24 h y luego 2 h de ignición a 360 °C. Por otro lado,
Rosell et al. (2001) y Konare et al. (2010), reportaron que temperaturas mayores a
500 ºC pueden implicar importantes errores en la determinación de MO por
pérdida de dióxido de carbono de los carbonatos, agua estructural de los
minerales de arcilla, oxidación del ión ferroso, descomposición de sales hidratadas
y óxidos. No obstante, la técnica de LOI es propuesta como exacta y de bajo costo
para determinar MO (Abella & Zimmer, 2007). Sin embargo, si se quiere estimar el
COT a partir de la MO se debe utilizar el factor Van Bemmelen que como se
mencionó, puede variar para distintos tipos de suelos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Para comparar las medias de los porcentajes de COT cuan-tificado por los
métodos de W&B, W&B modificado y Dumas (Tabla 2 ) se utilizó un diseño
completamente aleatorizado y se realizó el análisis de varianza utilizando el
procedimiento PROC GLM incluido en las rutinas del programa Statical Analy-sis
System (SAS Institute, 1996). Cuando hubo diferencia significa entre los
tratamientos se empleó el test de la diferencia mínima significativa (LSD), con un
nivel de significancia del 0,05%.Para calcular el COT a partir de W&B, se
multiplicaron los valores de CFO por el factor de 1,32. Se realizó análisis de
correlación y regresión de los métodos y se evaluó si las regresiones diferían en
pendiente y ordenada al origen con la recta 1:1, mediante la utilización de variable
Dummy, al nivel de significancia del 0,05% Para comparar si las pendiente entre
CFO y COT (Dumas), y LOI (calcinación) y COT (Dumas) difieren de los factores
reportados por la bibliografía (1,32 y 1,724) se utilizaron los límites de confianza al
95% de dichas pendientes (SAS Institute, 1996).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Figura 1. Relación entre el porcentaje de: carbono fácilmente oxidable (CFO) (Walkley & Black)
(a), carbono orgánico total (COT) (Walkley & Black modificado) (b), materia orgánica (MO)
(calcinación, LOI) (c), y el porcentaje de COT determinado por el método de Dumas. (d) Relación
entre el contenido de materia orgánica (MO) determinado por calcinación (LOI) y por el método de
Dumas (valores estimados). Línea punteada equivale a la recta 1:1.
Tabla 2. Promedio (g 100g-1), desvío estándar (DS), coeficiente de variación, sesgo (%), diferencia
relativa porcentual (DRP) de carbono orgánico total (estándar de referencia Leco), determinado por
los métodos Walkley & Black, Walkley & Black modificado y Dumas.
Table 2. Mean (g 100g-1), standard deviation (DS), coefficient of variation (CV%), trueness (%),
percent relative difference (DRP) of total organic carbon (Leco standard reference), determined by
Walkley & Black, modified Walkley & Black and Dumas methods.
Método
Walkley & Black Walkley & Black mod. Dumas
Media (g 100g-1) 3,18*a 3,12*b 3,00*c
DS 0,04 0,07 0,03
CV (g 100g-1) 1,13 2,21 0,95
-1
Sesgo (g 100g ) 0,19 0,13 0,01
DRP 6,35 4,35 0,33
*Valor de Referencia del estándar Leco, Carbono (g 100g-1) = 2,99+/-0,06. *Valores seguidos por la
misma letra no difieren significativamente según el test de la mínima diferencia significativa (LSD)
al 5% de probabilidad.
CONCLUSIONES
Materias minerales
Materias orgánicas
Que un suelo tenga sustancias minerales es bueno, pero más aún lo es si tiene de
lo segundo. De hecho una carencia en sustancias orgánicas impediría por
completo que un suelo sea sustento de cualquier planta o vegetal.
Para saber un poco de qué estamos hablando, vamos a hacer un balance del
proceso:
Todo tiene un proceso. Así, cuanto mayor sea la calidad de nuestro suelo (visto
desde el punto de vista de la actividad biológica habida en él y las condiciones
climáticas) mayor rapidez tendrá el proceso.
Como ya hemos comentado alguna que otra vez, hace falta microorganismos que
consigan descomponer los residuos y acelerar el proceso de humificación y
mineralización.
Generación de
materia orgánica sobre compostadora. Fotografía: Mussklprozz
¿Cuál es el valor perfecto?
No te dejes llevar por números, pues todo tiene razón y explicación. Una materia
orgánica (ya sea compost vegetal, vermicompost, abonos verdes, etc.) que tenga
una relación alta C/N (mucho contenido en carbono), proporciona escala fertilidad
al suelo y, por tanto, bajo rendimiento en la producción de frutas y hortalizas.
Seguro que has oído hablar de los ácidos húmicos. Una de las grandes
propiedades que tiene este compuesto extraído de la materia orgánica es que
aumenta la estabilidad de los agregados.
Mejora el drenaje
No lo mejora porque sí. Lo que hace exactamente es cohesionar las partículas (lo
que hemos hablando antes) con un potencial menor a la de las arcillas (suelos
pesados) y superior a la de las arenas (drenaje excesivo). Digamos que es el
término medio entre los suelos compactos y los suelos ligeros. Donde está el
equilibrio, está lo óptimo.
Calienta la tierra
Por los agregados que forma la materia orgánica, al incorporarlos al suelo mejora
el equilibrio entre la parte gaseosa y la parte sólida del suelo. Por ello, si un día
nos pasamos con el riego, los efectos negativos se mermarán en mayor medida.
Las raíces no sufrirán tantos problemas sanitarios y no se pondrá tanto en riesgo
el cultivo.
El suelo tiene una gran capacidad tampón. Esto es, la propiedad que tiene para
evitar cambiar de pH. Por eso, como vistes en el artículo sobre alterar el pH de un
suelo¸ hay que añadir grandes cantidades de compuestos ácidos o básicos para
conseguir una variación mínima del pH.
Aunque suene a utopía, los componentes húmicos del compost o estiércol tienen
una gran capacidad para absorber agua (hidrofilia). En épocas de sequía, un suelo
con materia orgánica almacenará más agua que otro suelo “desnudo”.
Tanto la mejora del componente gaseoso y sólido del suelo, como los coloides
húmicos y las partículas agregadas, contribuyen a que el nivel de
microorganismos beneficiosos aumente. Esto se traduce en una mayor fijación de
nitrógeno atmosférico (menor gasto en aplicación de abonos), mayor tasa de
nitrificación del nitrógeno mineral, etc.
FUENTE: agromatica.es
Agricultura orgánica y recursosabióticos
Suelo
Entre los años 1994 y 1998, se realizó un proyecto educativo de recuperación del medio
ambiente en cuatro comunidades (Collopulli, Lumaco, Purén y Ercilla) de la provincia de
Malleco, a 600 km al sur de Santiago de Chile. Las cuatro comunidades cubren un área de
aproximadamente
3 000 km2 y forman parte de la zona árida del interior de esa provincia. La precipitación
media anual es de 800 a 1 200 mm y las temperaturas varían entre los 10°C y 27°C. La tala
de los bosques autóctonos de esta región, la quema del suelo y los monocultivos de granos
provocaron una destrucción y modificación constantes de la estructura y funcionamiento del
ecosistema. Como resultado de la deforestación, la consecuente erosión y los cambios de los
ciclos hídricos, en 1990 se llegó a un punto crítico con 14 000 km2 afectados por una
degradación ecológica extrema. La situación se vio agravada por la creciente tensión social
debido a la implantación de monocultivos forestales de Eucaliptus globulus y Pinus
radiata en una tierra que históricamente había pertenecido a las comunidades indígenas.
La escasa productividad era un resultado directo de estas condiciones, pero además era
consecuencia de los bajos niveles de materia orgánica en el suelo (entre 0,3 y 1 por ciento),
de la acidez (un pH que fluctuaba entre 4,5 y 5) y de la baja biodiversidad (solamente se
hallaron entre 2 y 7 especies en los sistemas agrícolas y entre 1 y 8 especies en los sistemas
forestales).
La erosión del suelo era uno de los problemas más importantes que enfrentaban los
habitantes de Malleco donde se perdían más de 60 toneladas/ha de suelo por año. Se
introdujeron medidas para el control de la erosión, incluyendo un sistema de acequias y
cercos vivos. Contribuyeron a conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura y
estabilidad, y eventualmente resultaron en la formación de terrazas. Se aumentó la
productividad y diversificación de los cultivos mediante el uso de rotaciones de cultivos,
incorporando barbechos y cultivos de abonos verdes de leguminosas. La introducción de
árboles que conformaron un sistema agroforestal aportó recursos de leña, madera, fruta y
sombra, pero además contribuyó al control de la erosión protegiendo los cursos de agua
mediante la estabilización de los suelos y, al actuar como barreras, controlar la velocidad de
los vientos. El manejo de plagas y enfermedades se logró exclusivamente mediante el
control biológico y la rotación de cultivos. Tuvo especial éxito el uso de hongos hostiles a
los agentes patógenos del suelo, del género Trichoderma, y el uso de esporas del
género Beauveria para el control de la oruga del choclo, una importante plaga que afecta al
maíz.
Indicadores 1994 1998
Erosión de los suelos 60 ton/ha 12 ton/ha
Materia orgánica 2,1% 3%
Retención de agua/humedad 8% 11%
Biodiversidad (índice Shannon) 1 2,28
Saturación de aluminio 4,8 2,4
Suma de bases:
Los procesos de mineralización son mucho más rápidos en los suelos ferralíticos
tropicales y subtropicales que en los suelos típicos de las zonas templadas y
continentales; por lo tanto es indispensable un alto contenido de material
orgánico y una marcada actividad biológica para favorecer la fertilidad sostenible
del suelo. El impacto positivo que tiene la agricultura orgánica sobre la actividad
biológica, los microorganismos y el contenido de materia orgánica del suelo, a
que se ha hecho referencia en los párrafos precedentes, también es válido para los
suelos tropicales y subtropicales.
El manejo orgánico estimula el desarrollo de la fauna del suelo, por ejemplo,
las lombrices y los artrópodos de superficie, mejorando las condiciones de
crecimiento del cultivo. Una mayor cantidad de predadores ayuda a controlar los
organismos dañinos[20].
Si bien son escasos los datos científicos de otras regiones climáticas, existen
informes sobre los efectos positivos que la agricultura orgánica tiene sobre el
problema de la infiltración de nitrógenos en una granja de cítricos en Cuba.
Utilizando un compost de 60 kg de N por ha, la granja logró exactamente los
mismos rendimientos que el manejo convencional con 200 kg de N mineral. Este
ejemplo demuestra que la fertilización orgánica puede reducir el riesgo de la
filtración de nitrógeno en condiciones climáticas extremas [22].
Uso de nutrientes
La investigación realizada por Freyer (1997) en Suiza muestra que sólo un 14 por
ciento de las granjas orgánicas tiene excedente de N, y el 1,5 por ciento,
excedente de P. La mayoría de las granjas orgánicas tiene un balance negativo de
N y de P. El Cuadro 2 muestra la comparación del equilibrio de fósforo y potasio
entre granjas convencionales y orgánicas de distintos países europeos: si bien los
resultados varían mucho entre los distintos estudios, se puede concluir que los
excedentes de fósforo y potasio en las granjas orgánicas son significativamente
inferiores a los de las convencionales.
La región Karst al norte de Lituana se vió muy afectada por la contaminación provocada por
la agricultura intensiva y el alto uso de fertilizantes y plaguicidas en las décadas del 60 y 70.
En 1982, se introdujeron por primera vez restricciones sobre la producción agrícola, pero no
tuvieron éxito. La forestación fue otra de las opciones que se propusieron, pero quedó
descartada debido a la alta densidad de población rural y la buena fertilidad de los suelos, y
se debió buscar otra alternativa.
El Programa Karst es un esquema agroambiental integral que en 1998 abarcó unas 29 400
ha (con otras 165 900 ha que se incluirán en el programa) y cuyo objetivo es reducir la
fuente puntual de contaminación e impedir su propagación por medio de métodos de cultivo
más sostenibles. Con subvenciones para que los productores se vuelquen a las prácticas
orgánicas, el programa ha fomentado la expansión de la agricultura orgánica en Lituania. El
sector creció desde las primeras 9 granjas orgánicas certificadas en 1993 hasta alcanzar las
106 en 1998, con un área cultivada de 1 630 ha y 27 establecimientos (350 ha) ubicados en
la región de Karst. En el año 2001 el número total de granjas orgánicas certificadas había
llegado a 290 con 6 469 ha de tierra, junto con 8 empresas de procesamiento orgánico y
otras 11 empresas orgánicas certificadas.
El Gobierno Lituano le dio prioridad a la agricultura orgánica (con la Ley N° 1-734, 1994)
incluyéndola en el programa de financiación denominado «Agricultura Ecológica y Orden
de Financiamiento» (Ministerio de Agricultura y Explotación Forestal, 1997. 03. 25, N°
114a). En este Programa, los gastos de certificación e inversión se financian durante tres
años con los pagos por área que efectúa el Gobierno. Las tarifas varían de acuerdo con el
cultivo: 700 Litas/Ha (175 $EE.UU.) por la cosecha de frutas y bayas, 350 Litas/Ha (88
$EE.UU.) por la cosecha de hortalizas y 150 Litas/Ha (38 $EE.UU.) para los cereales y
pasturas. Los productos orgánicos del programa no tienen un sobreprecio (en Lituania, los
productos certificados generalmente se venden con un sobreprecio que varía entre 10 y 20
por ciento); en cambio todos los productos se venden en los mercados locales bajo una
‘ecoetiqueta’ Tatula. Por lo tanto, a pesar de que el programa aumentó significativamente el
área con manejo orgánico, el impacto sobre el mercado nacional de alimentos orgánicos fue
mínimo. Sin embargo, el programa Karst ha sido muy elogiado y funciona como modelo
para un esquema nacional agroambiental.
Alemania
Tambo* +2 +5 +7 +20
Uso de la energía
El Cuadro 3 muestra las cifras de consumo de energía (GJ) por hectárea y por
unidad de producción (t) para diferentes cultivos, comparando los sistemas
orgánicos y conventional de Alemania, Italia, Suecia y Suiza. El manejo de los
cultivos es el factor determinante del consumo de energía en un cultivo dado e
incluye la intensidad de labranza, el abono y el control de malezas. En una escala
por hectárea, todos los autores hallaronun menor consumo de energía en las
granjas orgánicas. Sin embargo, en el caso de las papas y manzanas orgánicas, el
consumo de energía por unidad de producción es más alto con respecto a la
producción convencional. Este es el resultado de un mayor insumo de energía
para las labores mecánicas, como lo es el control de malezas en la producción
orgánica, y del menor uso de fertilizantes N en la producción convencional.
La primera descripción de Terra Preta (do Indo), o tierra negra, es de Hartt en 1871, que la
denominó «terra cotta». Estos suelos se hallaron por primera vez en la Cuenca del
Amazonas en Brasil, luego se encontraron en otros lugares de Ecuador y Perú, como
también en África Occidental (Benin y Liberia) y en la Sabana de Sudáfrica. Muchos de
estos suelos se consideran estériles, por lo tanto Terra Preta, con su fertilidad enriquecida
por el alto contenido de materia orgánica y nutrientes, como nitrógeno, fósforo, potasio y
calcio, es una anomalía. Enclavada en un paisaje de tierra árida, Terra Preta está dividida en
parcelas que promedian las 20 ha, aunque también existen registros de sitios que tienen
hasta 350 ha.
La historia que se esconde detrás de Terra Preta recién comienza a develarse. Además de su
marcada fertilidad, otro rasgo característico es la presencia de cerámica, carbón y sustancias
ácidas muy aromáticas. Con esta evidencia, los investigadores creen que los suelos tienen un
origen antropogénico y los estudios de carbono 14 revelaron una antigüedad que oscila entre
los 1 780 y 2 260 años.
La teoría actual dice que los suelos de Terra Preta se encuentran sobre antiguos
asentamientos indígenas, aunque no se sabe con certeza si los indios eligieron estos sitios
por su fertilidad o si ellos mismos la formaron. Las evidencias sugieren que los indios
modificaron la fertilidad del suelo con la quema de troncos, ramas, malezas, rastrojos, capa
vegetal de los bosques cercanos y también con el carbón de las cocinas y las cenizas de las
casas. Una fertilidad que persistió a través de los tiempos. El hallazgo de cerámicas
ornamentales, de bosques de bambú, los vestigios de cultivos, de caminos, pozos y canales
asociados con los suelos negros corroboran esta teoría, que también se confirma con la
documentación de los europeos a su llegada al Brasil, cuando pudieron observar que estas
prácticas aún se realizaban (McCann 2001).
Hoy en día, el acceso a estas tierras negras está limitado por los reclamos de tierras y por los
cambiantes sistemas de tenencia de la tierra que hacen que estas prácticas de
enriquecimiento de la fertilidad del suelo ya no existan. Sin embargo, las investigaciones
actuales apuntan a reproducir la formación de estos suelos en nuevas zonas sin agotar los
recursos del entorno y en términos de décadas en lugar de siglos. Si esto es posible, los
científicos creen que Terra Preta podría servir de modelo para el desarrollo de prácticas
agrícolas intensivas en el trópico, de alto rendimiento pero sustentables.
la ausencia en las granjas orgánicas del uso de fertilizantes N minerales, que
requiere de un gran consumo energético para su producción y transporte;
Se realizó un estudio comparativo de tres años de duración entre los sistemas de producción
de frutillas orgánicas y convencionales en la localidad de Guangming, provincia de Jiangsu.
El experimento utilizó seis lotes orgánicos y seis lotes no orgánicos de 27 m por 12,5 m. En
el sistema orgánico se aplicaron fertilizantes orgánicos antes de arar y durante el período de
crecimiento su utilizó abono de biogás de acuerdo con las condiciones de crecimiento. En el
sistema no orgánico, las frutillas se fertilizaron según las técnicas convencionales utilizando
fertilizantes compuestos. En el tercer año, se aplicaron herbicidas en el sistema no orgánico
para controlar las malezas monocotiledóneas, mientras que en la tierra superficial del
sistema orgánico sólo se desparramaron cenizas de biomasa para el control de las malezas,
pero también para prevenir daños por heladas. Para combatir la putrefacción de la fruta por
hongos, en el sistema orgánico se colocó paja de arroz debajo de las plantas de frutilla
mientras que las plantas del sistema no orgánico se fumigaron con fungicidas. Se realizó una
comparación entre la viabilidad económica, el flujo energético y el medio ambiente de los
suelos de ambos sistemas de producción, para lo cual se hizo un registro detallado de los
insumos, incluyendo materiales, condiciones de mano de obra y crecimiento, rendimientos
de la fruta y la incidencia de las malezas y las plagas. A continuación se describen los
resultados obtenidos al cabo de dos y tres años.
Análisis económico
En ambos años, los insumos, los productos y los ingresos netos del sistema orgánico fueron
más altos que en el sistema no orgánico. Los mayores insumos del sistema orgánico
consistieron fundamentalmente en mano de obra, en especial para las tareas de fertilización,
pero se pudo ahorrar en la compra de fertilizantes químicos y plaguicidas. Sin embargo, el
hecho de que la producción fuera mayor y los ingresos netos más altos, sugiere un mayor
rendimiento de esta mano de obra.
Flujo de la energía
Las especies y la biomasa de las malezas fueron similares en ambos sistemas; sin embargo,
su oportuna eliminación impidió que se propagaran y afectaran el crecimiento de las
frutillas. Las principales plagas fueron los hongos y las larvas de escarabajo. El uso de la
paja de arroz debajo de las frutillas, en el sistema orgánico, y de los funguicidas en el
sistema no orgánico logró controlar el hongo, pero no pudo eliminarlo. La larva de
escarabajo no causó mayores daños en las frutillas. Los resultados de los análisis químicos,
realizados sobre muestras de tierra tomadas antes de la siembra y la cosecha de las frutillas,
indican que el contenido de materia orgánica en el suelo del sistema orgánico era más alto
que en el sistema no orgánico (ver el cuadro siguiente). Sin embargo, el contenido de
nitrógeno fue similar en ambos sistemas.
Año Sistema Antes del cultivo Después de la cosecha
MA (g/kg) Total N (k/kg) MA (g/kg) Total N (k/kg)
Sin embargo, es posible que en las granjas orgánicas de Europa [27] sea mayor la
necesidad de mano de obra debido a la mayor producción de cultivos que
requieren trabajo intensivo (por ejemplo, las hortalizas) y por las tareas de
procesamiento y comercialización que se realizan en la granja. Los cultivos
arables también ocupan un mayor insumo de mano de obra, por ejemplo, para el
desmalezado mecánico.
En Europa, las cifras de mano de obra en las granjas orgánicas, comparadas con
las cifras de las granjas convencionales, varían según el país y los estudios [28]. En
general, la mano de obra por hectárea de tierra cultivada es un 10 ó 20 por ciento
más alta en los establecimientos orgánicos. En el contexto europeo, el insumo de
mano de obra es más alto en las granjas arables y mixtas orgánicas, mientras que
los tambos orgánicos utilizan la misma cantidad de mano de obra, o menos, que
los tambos convencionales similares. La necesidad de mano de obra en las
granjas hortícolas es mucho más alta que en las convencionales. Existen pocos
datos sobre la producción de cerdos y aves, pero la mano de obra por hectárea
parece ser similar a la de las granjas convencionales, dada la reducida densidad
de animales.
[16]
Lampkin, 1990; Stolton et al., 2000; IFOAM, 2000.
[17]
Diez et al., 1985; Niederbudde y Flessa, 1988; Beck, 1991.
[18]
Smith y Read, 1997; Mäder et al., 2000.
[19]
El ensayo DOC comenzó en 1978 en Suiza. En este ensayo a largo plazo (duró más de 20 años) se
compararon los tres sistemas de cultivo en lotes aleatorios: biodinámico, bioorgánico y tradicional
(Fliessbach et al., 2001).
[20]
Pfiffner, 1997; Pfiffner y Mäder, 1997.
[21]
Stolze et al., 2000.
[22]
Kilcher, 2001.
[23]
Haas y Köpke, 1994a; Lampkin, 1997.
[24]
Zarea et al., 2000 (en Iran); Fliessbach et al., 2001 (en Suiza).
[25]
Ciani y Boggia, 1993; Ciani, 1995.
[26]
Haas y Köpke (1994).
[27]
Schulze Pals, 1994.
[28]
Offermann y Nieberg, 1999.
http://www.fao.org/docrep/005/y4137s/y4137s05.htm
Resumen: Entendemos que la agricultura no tendría razón de existir si no Rating:
es por las tres funciones básicas que recibe del medio ambiente (Mateo Tell a Friend
(dir), 1996): fuente de recursos naturales, receptor de efluentes y soporte de
actividades; por lo que en el área de economía nos preocupamos por
profundizar en el análisis de los impactos que la propia actividad agraria
provoca sobre los recursos que le sirven de base , de manera que la
problemática que aquí detectamos es que las prácticas de agricultura
intensiva están degradando el medio que la sustenta.
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Autor: Instituto de Socioecología y Estudios Campesinos
En el apartado IV.2.4. se expusieron los aspectos que caracterizan la pé rdida progresiva del
importante paisaje cultural que es la Vega de Granada, tales como las tensiones urbanístico-
agrarias que inducen procesos de ocupación urbana de este espacio con parcelaciones ilegales,
construcciones de vías de comunicación, recalificaciones de suelo urbanizable, implantación de
zonas industriales, comerciales, etc., degradación del sistema de acequias, caminos y
edificaciones tradicionales, canalización y contaminación de ríos, extracciones de tierras, etc. Un
inmenso número de afecciones que están comprometiendo las potencialidades agrobiológicas de
este espacio.
Entendemos que la agricultura no tendría razón de existir si no es por las tres funciones básicas
que recibe del medio ambiente (Mateo (dir), 1996): fuente de recursos naturales, receptor de
efluentes y soporte de actividades; por lo que en el área de economía nos preocupamos por
profundizar en el análisis de los impactos que la propia actividad agraria provoca sobre los
recursos que le sirven de base , de manera que la problemática que aquí detectamos es que las
prácticas de agricultura intensiva están degradando el medio que la sustenta.
Se pueden listar una serie de criterios operativos para evaluar la sustentabilidad de la agricultura,
que nos proporcionan conocimiento del aprovechamiento que el agroecosistema ideal o sostenible
haría de las funciones que le aporta el medio ambiente y de las que depende su pervivencia. Así,
Guzmán Casado en Introducción a la Agroecología como desarrollo rural sostenible (2000: 97-
106), caracteriza el sistema agrológico sostenible a través de los siguientes criterios de acuerdo
con Gliessman (1990: 380):
- La producción depende además de la renovabilidad de los recursos que utiliza. Quiere esto decir
que la mayor o menor sostenibilidad es función del grado mayor o menor de utilización de recursos
renovables que sean además localmente accesibles.
- Con relación a esto último la sostenibilidad aumenta como consecuencia de la utilización del
conocimiento y la cultura de la población local .
- Aplicación de plaguicidas y
abonos industriales
-Degradación biológica - Laboreo excesivo y profundo
y física
- No reposición de materia orgánica
- Quema de residuos de cosechas
- Sobreacumulación de estiércol
Atmósfera -Efecto invernadero y - Combustión de motores de maquinaria
cambio climático agrícola
-Muerte
Para caracterizar los efectos de la agricultura intensiva sobre el ámbito espacial que nos ocupa,
hemos buscado los posibles trabajos que se hayan desarrollado sobre evaluación de las
externalidades en la Vega de Granada. Con este fin nos pusimos en contacto con el CIFA y con el
CSIC en Granada, donde a su vez nos remitieron al Instituto de Sociología y Estudios Campesinos
de Córdoba (ISEC), en donde existe un grupo de investigación en agricultura ecológica, que utiliza
la Historia Agraria como una ciencia que nos permite identificar en el tiempo, los factores que han
provocado las transformaciones en la dinámica de los agroecosistemas y son responsables de las
patologías actuales. Al mismo tiempo esta visión, una vez fijadas las causas de la enfermedad,
aporta elementos de análisis para elaboración de estrategias de desarrollo sustentable en el medio
agrario. Con esta metodología este grupo de trabajo del ISEC ha elaborado indicadores de
sustentabilidad del agroecosistema de la Vega de Granada, que permiten evaluar las
externalidades de la agricultura sobre los recursos suelo, atmósfera, agua, recursos genéticos y
vida salvaje de la Vega de Granada. En la entrevista que mantuvimos con G. Guzmán, se nos
comunicó que este trabajo se encuentra en fase de publicación, y esperamos que pueda contribuir
a la elaboración del sistema de indicadores municipales de Granada.
Si bien el ámbito de estudio se centra en el término de Santa Fe, este agroecosistema donde el
nivel de sustentabilidad se encuentra muy por debajo del estado deseable, es presentado como
representativo de los daños alcanzados por la agricultura capital-intensiva de Andalucía, y por tanto
pensamos que las conclusiones del diagnóstico que de este territorio se derivan, son en buena
medida extrapolables a la Vega del municipio de Granada, teniendo en cuenta las analogías entre
ambos territorios y las prácticas agrarias que en ellos se han sucedido históricamente.
El suelo es esencial en la producción agrícola, soporte del cultivo y reserva de agua y nutrientes.
No se trata de un medio inerte e inestable, sino de un sistema complejo con unos componentes
físicos, químicos y biológicos interactuando en equilibrio diná mico, sobre el que intervienen
diversas prácticas agrícolas (Mateo (dir), 1996). La integración de las técnicas agrí colas en su
entorno ambiental, debería tener por tanto, como objetivo primordial la conservación del suelo que
le aporta funciones ecoló ;gicas indispensables (ciclo de los nutrientes, soporte y hábitat de los
organismos, reserva hídrica, etc.). Todo lo contrario, la degradación del recurso suelo es
paradójicamente una de las principales afecciones de la agricultura intensiva en la Vega de
Granada.
Según la FAO (1980), los procesos de deterioro del suelo son aquellos que rebajan la capacidad
actual y potencial del suelo para producir cualitativa y/o cuantitativamente bienes o servicios ,
diferenciando estos tipos: erosión hídrica y/o eólica, exceso de sales (salinización y
sodización), degradación química, degradación física y degradación biológica.
Esta degradación, tiene importantes consecuencias (Dorronsoro, 1997) que empeoran las
propiedades del suelo y disminuyen su masa, de tal modo que a corto plazo se reduce la
producción y se aumentan los gastos de explotación (cada vez el suelo necesita mayor cantidad de
abonos y cada vez produce menos). A largo plazo, los procesos de deterioro (individualmente y/o
combinados) conducen a una pérdida de la fertilidad del suelo, entendida como la capacidad de
éste para soportar vida, comprometiendo la productividad del agroecosistema por falta de sustento
y alimento para las plantas. En consecuencia el agrosistema se hace más insostenible en la
medida en que, para mantener la productividad, necesita de la entrada continua de energía y
materia a través de inputs químicos exó ;genos, que siguen degradando las propiedades del suelo
en un círculo vicioso que disminuye la autonomía del agroecosistema. Por otra parte se degradan
las posibilidades de recircular sus propios residuos, que se convierten en fuente de contaminación
de suelos, agua y seres vivos.
La quema de rastrojos es una práctica muy habitual y extendida en la Vega (aunque prohibida)
que produce numerosos efectos indeseables especialmente sobre el suelo (incremento de la
erosión y pérdida de la fertilidad a largo plazo), la atmósfera (gases invernadero), la vegetación, la
fauna y el paisaje. Además de la destrucción de residuos de las cosechas, que son una fuerte
importante de materia orgánica, se produce una desnudez total del suelo durante un tiempo que
aunque no muy largo, coincide con la época de lluvias torrenciales acentuando el riego de erosión.
El incremento de temperatura por la combustión, produce importantes daños químicos que
disminuyen igualmente la fertilidad del suelo (Mateo (dir), 1996: 77-78).
En cuanto al manejo de los cultivos , según González (2000), la aplicación de herbicidas, frente a
las escardas tradicionales, reduce significativamente la cobertura del suelo y aumenta el riesgo de
erosión. Mateo ((dir), 1996: 69-72), también recoge en el Manual de prácticas y actuaciones
agroambientales , el laboreo y la no reposición de la materia orgánica, como una de las causas
principales del grave deterioro de la estructura del suelo y de los procesos de erosión, con la
consecuente pérdida de capacidad productiva a que ello da lugar:
Resulta conveniente llamar también la atención sobre las zonas tradicionales de secano (algunas
puestas en regadío) que encontramos en los interfluvios del Beiro, Darro y Genil, donde olivos y
almendros se extienden en zonas de fuerte pendiente y escasa cobertura que quedan totalmente
desprotegidas frente a la erosión hídrica.
El abandono de las tierras de secano, fomentado por la reforma de la PAC, produce también un
impacto negativo, al quedar completamente desprovistas de cobertura vegetal, que por un lado
acentúa el riesgo de erosión, y por otra parte potencia las tensiones urbanísticas. Igualmente es
señalado como una afección importante al recurso tierra, la expansión del uso forestal del álamo,
cuyas tierras se encuentran inmovilizadas durante 8-10 años, con una productividad total muy
inferior a la que podrían dar esas tierras (González, 2000: 437).
Los productos químicos que provocan los sucesos BQT son las especies más resistentes a la
descomposición química como metales pesados y productos orgánicos persistentes. Estos pueden
ser retenidos durante largo tiempo, pero al final se liberan al ambiente bien directamente, bien a
través de sus metabolitos de descomposición que pueden ser aún más tóxicos.
La agricultura intensiva a demás de ser una fuerte importante de contaminantes, por sus prácticas
altera estas características (materia orgánica, estructura, actividad microbiana, pH , salinidad) que
le confieren al suelo su capacidad autodepuradora, disminuyendo consecuente la capacidad de
cambio de los suelos y así sus posibilidades de retener metales pesados.
Cuadro 3. Importancia de las propiedades que controlan la capacidad tampó ;n de los suelos
(pccs) para metales pesados y compuestos orgánicos tóxicos.
Capacidad de cambio (CCC) Suelos con CCC baja retienen débilmente metales
pesados por sorció ;n. La CCC depende del contenido
y tipo de minerales de la arcilla, contenido en materia
orgánica y pH del suelo.
PH El descenso del pH incrementa la solubilidad de
metales pesados, disminuye la CCC, y altera la
población microbiana.
Potencial redox (Eh) El descenso en el potencial redox (condiciones más
reductoras), disuelve óxidos de hierro y manganeso,
provocando la movilización de los tóxicos adsorbidos.
Contenido en materia orgánica Un menor contenido de materia orgánica, reduce la
CCC, la capacidad de amortiguación del pH del suelo,
la capacidad de adsorción de compuestos tóxicos, la
capacidad de almacenamiento de agua, altera la
estructura (incrementa la erodibilidad del suelo), y la
actividad microbiológica.
Estructura La alteración de la estructura del suelo puede reducir el
drenaje y aumenta la erodibilidad.
Salinidad El incremento de la salinidad solubiliza compuestos
químicos tó xicos por alteración del equilibrio de
cambio catiónico, aumentando complejos solubles y
decreciendo actividades termodinámicas en solución;
esto puede también decrecer la actividad
microbiológica.
Actividad microbiana La alteración de la actividad microbiana y población
ecoló gica puede alterar materia orgánica, potencial
redox y pH.
Como agentes de degradación química del suelo encontramos los fitosanitarios, plaguicidas y
fertilizantes, cuyo uso está muy extendido en la Vega.
Inés García (1997) considera los siguientes aspectos ecotoxicológicos derivados de la aplicación
de los plaguicidas a los suelos:
Funguicidas
Insecticidas
Ácidos alifáticos Herbicidas 3-10 semanas
Organofosforados Insecticidas 7-8 semanas
Al tratarse de compuestos persistentes y que además no suelen aplicarse en las dosis adecuadas,
sino a "ojo de buen cubero", estos compuestos tóxicos se concentran en el ambiente natural y van
creando la adaptación en insectos, malezas o bacterias.
- Influencia de los plaguicidas en la microflora del suelo . Los plaguicidas no sólo actúan sobre
las plagas sino que afectan indiscriminadamente a todos los organismos. El efecto es una
esterilización parcial del suelo, que tarda meses o años en recuperar el nivel de equilibrio climácico
en las poblaciones de microorganismos. Muchas veces, incluso puede producirse la proliferación
de plagas por eliminación de sus competidores naturales (Efecto boomerang).
- Incidencia sobre las propiedades del suelo . Las repercusiones sobre las propiedades
fisicoquímicas del suelo pueden ser importantes, bien sea por la acción sobre la microflora del
suelo, o más difusa y con efectos a largo plazo a las dosis normales de aplicación.
Está comprobado que el resto de los fertilizantes tienen problemas similares para ser absorbidos
por las plantas, habiéndose demostrado que las plantas únicamente absorben el 20% del fósforo
que se aplica en los cultivos, de tal forma que el resto queda fijado en formas insolubles en el
suelo.
Las impurezas de los abonos potásicos acentúan el efecto salinizante. Con relación a los
macronutrientes, el exceso en azufre es altamente tóxico en las plantas y acidificante del suelo.
También los oligoelementos a partir de una cantidad adicional se vuelven tó xicos para las plantas.
(García, 1997).
De esta forma la planta sustituye, para su consumo nitrógeno, fuentes energéticas renovables por
nitrógeno sintético, que se produce a partir de recursos no renovables. Las pérdidas de
fertilizantes, suponen, además de la degradación química y física del suelo, y de la pérdida de
fertilidad, un despilfarro gravoso para el agricultor y para la sociedad en su conjunto, dadas las
altas necesidades energéticas que tiene la producción de abonos.
Los metales pesados, además de encontrarse en los plaguicidas (por ejemplo mercurio en los
funguicidas) son muy frecuentes en los fertilizantes. A excepción de pH ácidos, los metales son
poco móviles en suelos y tienden a acumularse en la parte superficial, en el horizonte má ;s activo,
lo que hace que los metales estén fácilmente accesibles para los vegetales. Los riesgos proceden
de su toxicidad y de carácter bioacumulativo. El aumento de salinidad puede incrementar la
movilidad de los metales pesados.
González de Molina y Pouliquen (2000: 456-457), realizan un balance de los aportes de nitrógeno
en la agricultura de la Vega de Santa Fe, desde 1750, que donde se observa esta tendencia
creciente de contaminación.
Tabla 9. Balance anual del nitrógeno en las distintas épocas históricas con distintas
rotaciones y sucesiones de cultivos (en kg/ha)
En este balance, se observa el inicio del proceso de degradación por nitratos de los suelos de la
Vega a final del siglo XIX, coincidiendo con los forzamientos más importantes introducidos por la
agroindustria remolachera, momento en el que los abonos químicos empezaron a ser utilizados
con regularidad como complemento del estiércol. A partir de los años 50 – 60 la contaminación se
produce de forma estable y creciente, lo cuál se aprecia claramente en la nitrificación del acuífero
de la Vega, que describimos más adelante.
En cuanto al exceso de sales ( salinización o sodificación ), como otro de los procesos de
degradación del suelo reconocido por la FAO, ya se ha mencionado que tanto los plaguicidas como
los fertilizantes, así como el riego con aguas salobres, son una fuente potencial de salinización. En
diferente literatura de la Vega de Granada, ésta es reconocida como un proceso de alto riesgo.
Como ya hemos mencionado, históricamente en la Vega se utilizaron aguas residuales para el
riego, y aunque en la actualidad esto está prohibido, es una práctica que en verano y en épocas de
sequía se sigue produciendo. Según Dorronsoro (1997), el mal uso del agua de riego provoca la
salinización y la sodificación del suelo. En el primer caso se produce una acumulación de sales
más solubes que el yeso que interfieren en el crecimiento de la mayoría de los cultivos y plantas no
especializadas. En el segundo caso se produce una acumulación de sodio intercambiable que
tiene una acción dispersante sobre las arcillas y de solubilización de la materia orgánica, que
afecta muy negativamente a las propiedades físicas del suelo, por lo que el medio será menos apto
para el crecimiento de los cultivos. Este proceso quizás no sea tan acentuado en el municipio de
Granada, donde el espesor del manto freático es bastante grueso, como en otros como Santa Fe o
Fuente Vaqueros, donde el nivel freático está muy cerca del suelo.
La degradación biológica es consecuencia de un manejo agrí cola inadecuado del suelo que
provoca la alteración de sus cadenas tróficas al reducirse la diversidad y actividad de los
microorganismos y fauna existente. En general, ya hemos mencionado los efectos indiscriminados
y altamente tóxicos de los fitosanitarios sobre los seres vivos del suelo. Esta degradación supone
una pérdida de fertilidad del suelo, al impedirse o inhibirse el funcionamiento del ciclo de los
nutrientes en el suelo. Se trata de un efecto muy perjudicial porque los microorganismos y
macroorganismos del suelo, tienen la capacidad de recircular los residuos de la actividad
agroganadera como estiércoles y restos de cosechas; participan en el proceso de formación del
humus; mejoran la capacidad de intercambio catiónico; solubilizan los nutrientes que no están
disponibles para las plantas; fijan nitrógeno; mejoran la capacidad de autodepuración del suelo,
etc., reduciendo la necesidad de subsidio permanente de energía desde el exterior.
Consecuentemente el suelo degradado desde el punto de vista biológico no puede reciclar los
nutrientes y la energía, lo cuál genera dos efectos muy negativos desde el punto de vista de la
sostenibilidad del agroecosistema: 1. Son sistemas a los que hay que aportar insumos ricos
energéticamente de forma continuada, lo que pone en jaque su sotenibilidad y autonomía. 2.
Son sistemas incapaces de reacomodar los residuos generados por lo que se convierten en
fuentes de contaminación. (Guzmán, 2000: 274).
Estos también han sido caracterizados en el agroecosistema santafesino (González, 2000: 437 –
442) donde se pone de manifiesto una disminución de la biodiversidad en plantas cultivadas y
plantas silvestres, especies animales domésticas y no domésticas, micro y macroorganismos del
suelo.
Se señalan dos razones para la disminución del número de especies de plantas silvestres. Por un
lado la intensificación y extensión de las zonas de cultivo y uso no agrario en detrimento de los
barbechos y pastos naturales , y por otra parte, la introducción de herbicidas tanto dentro de las
parcelas como también fuera de ellas y en los cauces de los arroyos.
Igualmente los cambios acontecidos en el ecosistema, la degradación de los habitats de ribera, por
canalización del Genil, del Beiro, tala de bosquetes, deterioro de la red de acequias, extensión del
monocultivo, utilización de plaguicidas y fertilizantes sintéticos, etc., han mermado la fauna silvestre
existente.
Lo mismo ha ocurrido con los animales no domésticos, cuestión que hemos documentado con
testimonios orales y que se relaciona, según éstos, con la transformación de la dehesa en pinar
(desaparición del ganado mayor y menor), con el encauzamiento del río Genil (desaparición de
especies acuáticas y anfibias) y con la desaparición de cultivos como el lino y el cáñamo
(desaparición de aves). La necesidad actual de un uso repetido de insecticidas, acaricidas y
desinfectantes de suelo evidencia las modificaciones de las cadenas tróficas, relacionadas con la
desaparición de numerosos depredadores y parásitos presentes en otras épocas . (González,
2000: 440).
En cuanto a las plantas de cultivo a lo largo de la historia de la Vega las producciones cuya salida
es el mercado exterior, van sustituyendo a aquellas que servían para el autoabastecimiento de la
comunidad, implantá ndose la cultura del monocultivo, asociada a una estandarización de las
variedades de semillas que a su vez genera una dependencia del mercado externo. Así, tanto en
los cultivos de remolacha, como del tabaco o de cereales las semillas son producidas en el
extranjero, reduciendo la diversidad interna, fuente de autonomía. Con ello se reducen las
posibilidades de aprovechar los sinergismos y complementariedades de un agroecosistema
heterogéneo, de tal forma que la simplificación disminuye su resilencia siendo cada vez más frágil y
menos estable, así como más dependiente de las decisiones y cambios provenientes del exterior.
Finalmente hay también pérdida de biodiversidad en los macro y microorganismos del suelo, por la
confluencia de los diversos factores de los que ya hemos hablado en la degradación del suelo.
Los mayores problemas en el abastecimiento del agua se deben principalmente al estiaje de los
ríos, al estado de las acequias (sin revestir casi en su totalidad), a la forma de riego tradicional (a
manta), y a la intensificación de la agricultura (con cultivos que necesitan mucha agua
precisamente en verano). En parte estos problemas se han venido solucionando últimamente por
medio de pozos particulares que extraen el agua del acuífero detrítico de la Vega. (Menor, 2000:
205).
Además del problema cuantitativo, está el cualitativo, y es que no sólo se está consumiendo cada
vez más agua del acuífero, sino que la que se devuelve a éste es contaminada en plaguicidas y
fertilizantes (compuestos orgánicos persistentes, nitratos, nitritos, metales pesados, etc.), cuyos
procesos y efectos hemos descrito cuando hablábamos de la degradación del suelo, lo cuál pone
de manifiesto como el deterioro de diferentes recursos del medio es indisociable.
Tabla 11. Evolución de la contaminación del acuífero de la vega de granada por nitratos
Cota 775 Cota 675 Cota 636 Cota 624.09 Cota 616 Cota 603.5
Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato
s s s s s s
09/04/9 27/09/9 71
7 5
25/09/9 25/11/9
7 6
14/03/0 08/04/9
0 7
24/09/9
7
27/04/9
8
15/02/0
0
Reglamentación Técnico Sanitario para el abastecimiento y control de la calidad de las aguas
potables de consumo público (RD 1138/1990)
Concentración Máxima Admisible (límite legal) .................................. 50 mg/l
Históricamente el recurso agua ha sido uno de los factores limitantes de la agricultura en la Vega
de Granada, y si bien, parecía que este condicionante había sido superado con las diferentes obras
hidrá ulicas, desde embalses hasta pozos, con la nueva tecnología y la entrada de insumos
energéticos externos, la situación real es que el recurso agua sigue siendo un factor limitante de
gran relevancia, y que además está siendo degradado cuantitativa y cualitativamente como
consecuencia del forzamiento al que ha sido sometido el agroecosistema, comprometiendo su
sostenibilidad.
González de Molina y Poliquen, también señalan otros dos síntomas de insostenibilidad del
agroecosistema santafesino, que se reproducen en el término de Granada: descenso de la
rentabilidad y desaparición de las características culturales de la comunidad. Los ingresos bajan y
están supeditados a las variaciones impuestas por decisiones políticas y de mercado externas, al
haberse disminuido fuertemente la autonomía y autosuficiencia del agroecosistema. La liberación
de los mercados ha colocado a los agricultores en una situación de desventaja frente a los grandes
distribuidores a la hora de fijar los precios. La ausencia de canales de distribución adecuados no
es ajena al problema. El sistema de venta sigue siendo a través de un "corredor" que se queda con
un porcentaje del precio percibido. Además, la dependencia y desorganización de los agricultores
se ve reforzada por la extrema atomización de las explotaciones. El asociacionismo comercial, que
podría constituir una vía de mejora real de los términos de intercambio para el agricultor, es prá
cticamente inexistente . Los productos de la Vega compiten en los mercados con otros
provenientes de diferentes partes de España y del mundo. Por otro lado los costes aumentan ya
que como hemos visto, el sistema ha mermado sus posibilidades de autoabastecimiento y
recirculación, y ha pasado a depender de entradas crecientes de energía y materia exógenas
(fertilizantes, pesticidas, petróleo, etc.).
La comunidad social ya no vive en equilibrio con la actividad agrícola, no existe el mismo vínculo
entre ésta y su medio que antañ o. La desaparición de las prácticas tradicionales del
agroecosistema, está mermando la reproducción de la cultura agraria de unas generaciones a
otras, ya que por un lado la información es fundamentalmente externa al sistema, y por otro los
jóvenes, hijos de los agricultores, se dirigen a otros sectores de actividad. De esta forma más de la
mitad de los agricultores tiene una edad superior a 55 años (Menor, 2000: 380). En otras palabras,
por un lado el uso de los recursos a través de la agricultura está amenazado por la falta de
personas que desempeñ en esta labor; por otro lado, la reproducción del agroecosistema pasa a
depender de conocimientos y culturas ajenas al mismo. En conclusión, la sustentabilidad social del
agroecosistema no está asegurada (González, 2000: 446).
Vemos por tanto como el agroecosistema de la Vega está deteriorando los recursos naturales que
garantizan la persistencia de su productividad, generando importantes tensiones ecológicas y
socioeconómicas, y comprometiendo su estabilidad y resilencia. Para mantener este sistema
profundamente artificializado e incrementar el crecimiento económico, se necesita aportar grandes
cantidades de energía y nutrientes exó genos (recursos no renovables), que deterioran sus
recursos. Así, según Bifani (2000:434 – 468) pueden señalarse como origen de la artificialización,
la mecanización, los subsidios energéticos en términos de nutrientes (fertilizantes, control de
plagas, enfermedades y malezas) y sobre todo el uso de variedades hí bridas y alto rendimiento y
manipulación genética. Igualmente deben considerarse como subsidios energéticos los esfuerzos
dirigidos a aumentar los requerimientos del riego y contrarrestar los procesos de degradación del
suelo (erosión, salinización, contaminación, pérdida de biodiversidad) que suponen una pé ;rdida
de fertilidad y que están al mismo tiempo causados por esa artificialización de la agricultura que
intenta paliarlos.
Esta situación se agravará haciéndose cada vez más insostenible de no iniciar prácticas agrícolas
que eviten el deterioro de los recursos naturales locales y constituyan un sistema cada vez más
autosuficiente. Sin embargo, hasta la fecha, no se han puesto en marcha iniciativas de agricultura
ecológica, en sus distintas concepciones, que intenten integrar los principios de sostenibilidad que
presentábamos al empezar este punto:
- Optimización de la recirculación de productos y residuos, de tal forma que el sistema sea los más
autónomo y autosuficiente posible.
El siguiente cuadro sintetiza las propuestas formuladas por diferentes autores y la Campaña de
Consumo Responsable de Granada.
Mejora de la distribución
general del agua.
Diversificación de las
producciones
Diversificación de los
compradores