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Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo:
«Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y,
viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí –que traducido significa
Maestro– ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese
día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Jn 1, 35-39
La primera certeza sobre Cristo nació del encuentro y su prolongación en la casa ‘donde Jesús
vivía’. Lo que Jesús decía se correspondía con lo que sus corazones buscaban. Y fue una
certeza pública, manifiesta, porque cuando volvieron a sus propias casas contaron que habían
encontrado al Mesías.
El encuentro es la experiencia humana con otro que con-mueve, que atrae y que revela, que
impone por su sola presencia una evidencia de lo verdadero con tanta fuerza persuasiva, que
no necesita demostración. Decimos que el encuentro provoca una intuición inmediata de la
verdad, como en una epifanía sin necesidad de pruebas ni argumentos. Pero para que el
encuentro se dilate, se prolongue y se haga fecundo, hace falta un espacio físico y de tiempo:
un lugar y una espera.
Para que la vida misma se haga posible es necesario una casa: el seno materno. Allí la vida empieza ocultamente
protegida, tibiamente acogida en el regazo de una casa de carne. El vientre materno es como un paraíso primordial,
hendido en la dulzura del único material adecuado y dispuesto para ser santuario de la vida.
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P. AMEDEO CENCINI, La casa, lugar y morada. Conferencia pronunciada en la 39ª. Semana Nacional de Vida Religiosa, Madrid 6 al 10
de Abril de 2010
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Íbidem
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Frecuentativo quiere decir que la acción denotada se repite reiteradamente. Los verbos frecuentativos expresan una acción
frecuente o habitual, como tutear, cecear, sesear, cortejar: son ejemplos de verbos frecuentativos, porque indican que la acción se
repite con frecuencia, como hábito.
idea implícita es, otra vez, la de permanencia en el tiempo, de solidez. De domus se derivan
también otras palabras muy significativas que solemos utilizar en nuestras reflexiones:
domesticar, que es traer a la casa, al lugar de la propia intimidad, algo o alguien que nos era
ajeno. O el domicilio, que es la ubicación donde está situada la casa.
El habitar pone al hombre en relación con las cosas, y con los demás, con la realidad y con su
sentido. Porque habitar es poseer, poner el nombre a las cosas que nos conciernen. Por eso la
casa no es sólo el edificio, la choza como indica su etimología, sino el espacio vital hecho con
los otros, donde es posible el habitar. La casa es morada, donde los objetos y las personas
encuentran su significado, donde ‘lo cotidiano se vuelve mágico’ como dice la canción 4, se hace
mundo para el hombre en su experiencia, en su acontecer.
Las notas características de la casa
Vamos ahora a precisar un poco más lo que hemos visto y detenernos en los matices que la
idea de casa nos revela:
a. En primer término, como hemos visto, la casa es el lugar donde se habita, es decir donde se
vive habitualmente. Hay por lo tanto un elemento de permanencia en el tiempo, de solidez y
continuidad. Sin esa referencia estable, no hay posibilidad de madurar ni de crecer. El tiempo
no es repetición o monotonía, sino el sucederse consciente de los instantes en los que la vida,
el propio destino se despliega.
b. Precisamente por esto, la casa lugar que posee una historia, rica de tradiciones y de
tradición, con sus ritos y sus rituales, con sus particulares modos habitativos, individuales y de
grupo, a veces sumamente típicos y característicos de una cierta cultura o de un cierto
carisma, sede de una memoria que parece estar esculpida e impregnada hasta en los muros y
que se transmite también a través de la
casa5. De los estatutos:
c. Es el lugar que custodia la identidad de Art. 2.- Comunión-Misión-Paz…es un grupo de fieles
quien la habita, casi morada de esa católicos voluntarios que, en ejercicio del legítimo
identidad, espacio humanizado o tierra derecho de asociación con fines religiosos de carácter
buena donde todos tienen sitio y donde secular, y dentro de la comunión y obediencia a la
se hunden las propias raíces, espacio de Iglesia, hemos hecho un camino juntos (o historia
intimidad y de vida privada, donde cada compartida). Así, asociados formalmente queremos
uno halla la propia verdad y puede vivir la fe con el estilo propio al que entendemos que
expresarse en libertad6. Dios nos llama.
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P. AMEDEO CENCINI, op.cit.
10
P. AMEDEO CENCINI, op.cit.
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PAPA FRANCISCO, homilía en la misa por el Jubileo de las familias. Roma 28-12-2015
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La palabra no-lugar está tomada, como buena parte del contenido de este apunte de la citada conferencia del P. AMEDEO CENCINI.
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shoppings, los grandes almacenes, todos iguales, en Madrid o Buenos Aires, en Nueva York o Moscú. En
el llamado primer mundo: medios de transporte cada vez más rápidos, hasta el punto de impedir o
dificultar la lectura del nombre de la estación misma; calles que tienden cada vez más a ser
“circunvalaciones” de barrios; compras hechas de manera cada vez más anónima, con tarjetas de
crédito... En los no-lugares se es solamente cliente, pasajero, usuario, oyente. La arquitectura misma
crea un efecto como de enajenamiento, un aplastamiento del sentido del pasado, en el que historia y
memoria pierden cualquier significado y valor.
Los no-lugares…no acogen ninguna comunidad! Quien circula por los no-lugares, quien se detiene en ellos
por un periodo más o menos prolongado según las necesidades, tiene la sensación de existir, transmite
mensajes y escucha avisos, se expresa con el cuerpo y con los gestos... pero no pertenece a ellos, no
reconoce en ellos la propia identidad ni su pertenencia o su historia o sus raíces, está siempre dispuesto a
irse a otro sitio…a buscar una mercancía más útil, o más sabrosa, o menos cara, o de mejor marca.
Según algunos…la sociedad entera que se ha convertido en un no-lugar. (…) A la muerte de Dios ha
seguido, fatalmente, la muerte del prójimo, o su transformación en remoto, en cuanto nos queda lo más
lejos posible. Así el hombre “precipita en una soledad fundamental. Es un huérfano sin precedentes en la
historia”. “Ha perdido al Padre, ha perdido a los hermanos y hermanas. La orfandad normalizada y ya ni
siquiera advertida como tal, se convierte en el clima espiritual, psicológico y conductual más frecuente.
Cada individuo vive, entonces, ciertamente en contigüidad con otros individuos, pero todas las relaciones
interpersonales resultan desarticuladas y remodeladas a través de la construcción cultural de la distancia.
El otro ya no es el prójimo, sino una entidad lejana y ajena”.
Algunas consecuencias: en primer lugar la, quizás, más grave, o sea la pérdida de la relación entre la
persona y el ambiente en el que vive, que ya no es percibido como lugar de identidad y pertenencia, pero
también la desvinculación entre el yo y el otro, entre el yo y el tú, y la pérdida de un lugar común para el
crecimiento de ambos. De ello deriva una gigantesca acción des-educativa, que afecta sobre todo a las
generaciones jóvenes, un desacostumbrarse a la proximidad afectiva, una presurosa declaración de
incompatibilidad existencial con ese prójimo diverso de mí o sea con el extranjero…que hay que rechazar
en nombre de una identidad que es necesario defender, una inflación de la distancia en todos los niveles,
hasta el punto que los jóvenes, en particular, “viven como entre extraños. Solamente les ha quedado
cercano el teléfono móvil”.
Concluye con una visión oscura y siniestra el psicoanalista: “¿Qué sucede cuando hace demasiado tiempo
que se está viviendo solo? Llega la contaminación de la tristeza y luego de la desesperación. ¿En qué se
piensa cuando se vive demasiado tiempo sumergido por la tristeza y la desesperación? En el suicidio”.
Los “no-lugares” en la Iglesia13
Ciertamente, la conclusión es dramática. Pero es fundamental que comprendamos lo que sucede
alrededor de nosotros, sobre todo porque la cultura es como el aire que todos respiramos, y por tanto
podemos encontrar algo de esta situación…probablemente también en nuestras realidades eclesiales.
Sería dramático que también ellas se hubieran convertido en no-lugares y que nuestras comunidades
fuesen solamente lugares de paso, pensiones,
hoteles (bien confortables, a 3 o 4 estrellas) o
residencia oficial, o incluso fortaleza inaccesible..., De los estatutos:
y nosotros solamente inquilinos, vecinos de Art. 9.- LA CASA ES PRESENCIA
apartamento pero no de vida, o personas que
están allí como de alquiler, sin habitarlas con el 9a.- La Casa es el lugar donde cada uno vive el
corazón, sin-casa, sin ningún lazo relacional con seguimiento de Cristo (discipulado). Por
nadie, como perros callejeros... Tampoco pueden medio de una experiencia de amistad verdadera en
ser lugar puramente psicológico, espacio de El vamos conociendo el valor de la “compañía
refugio que la persona se ha escogido para sus adecuada” que remedia nuestra soledad, la del
propios fines y según sus gustos, para estar con hombre viejo (pecador) y hace posible alcanzar el
los que ella misma se ha elegido o que la han Destino para el que Dios nos ha creado (ser felices
elegido a ella. La casa debe ser un lugar teológico, ya aquí en la tierra y después plena y eternamente
el que Dios le ha preparado, con personas que en el cielo).
Dios ha colocado a su lado. 9b.- Así vivimos la experiencia de fraternidad; el
Se trata de comprender, fundamentalmente, que otro es un don para mí, es presencia de Cristo.
“es posible invertir el alejamiento del otro que ha
caracterizado el siglo XX”, que es posible salir de
la lógica de los no-lugares para encontrarnos en un lugar común, en una casa, donde entretejer una sana
proximidad. Es uno de los desafíos que tiene ante sí la vida consagrada (y la experiencia eclesial en
general). Quizás un doble desafío.
El primero sería mostrar hoy, en su modo de vivir, en el modo de vivir de nuestras comunidades, un
modelo de casa, o de personas que viven y habitan su casa-comunidad como santuario-lugar de la
presencia de Cristo, espacio doméstico de identidad y pertenencia, rico de historia y de memoria. El
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Seguimos casi textualmente la conferencia del P. AMEDEO CENCINI, adaptándola a nuestra propia experiencia comunitaria.
4
segundo sería el reto de convertirse en la casa del mundo, o sea, ofrecer la propia morada como casa
para todos, de alguna manera, que todos puedan tener como punto de referencia, que todos puedan
habitar, en la que todos puedan respirar acogida y experimentar la belleza de vivir y crecer juntos.