Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Butler entiende que el sujeto se constituye como ser social viable a partir de la
experiencia del reconocimiento –la cual supone en su propuesta la posibilidad de una
relación ética con el otro (Butler . El deseo de este reconocimiento, por tanto, es
constitutivo del sujeto, deseo que lo arroja siempre a una exterioridad que, de este
modo, se le presenta también como fundamental. El hecho de que así sea, implica que
cada sujeto depende de los/as otros/as para existir. Esta condición, al mismo tiempo
que le brinda la posibilidad de actuar, de vivir, de amar, de gozar, deja al sujeto a
merced de la violencia, del daño, del riesgo radical de desaparecer. A esto la autora lo
llama precariedad, i.e., la condición de vulnerabilidad común y de interdependencia
fundamental, la que presupone, en el mismo sentido, una morfología del cuerpo como
expuesto por definición; un cuerpo que no es propio sino que es en y para los otros.
En este sentido, si para Butler el reconocimiento tiene que ver con la posibilidad de
ofrecer una respuesta ética a alguien, las fotografías en sí prepararon el camino para
el mismo cuando fueron leídas de forma crítica más allá de las pretensiones de los
sujetos que las tomaron. Al respecto, la autora declara: “la fotografía ni tortura ni
redime, pero (…) puede ser instrumentalizada en direcciones radicalmente diferentes,
según cómo esté enmarcada discursivamente y en qué medio de comunicación sea
presentada o mostrada” (Butler 2010: 133).
Es así como el reconocimiento se une con la negación, esto es, según Benjamin, en el
aspecto diferenciador de la relación: yo no soy el Otro. Esta negación, sin embargo,
puede –y debe– darse en términos no destructivos. El problema está, según Butler, en
que Benjamin, aún admitiendo que el reconocimiento puede conllevar la destrucción,
insiste en “un ideal de reconocimiento en el que la destrucción es un acontecimiento
lamentable que se revierte y se supera en el contexto terapéutico, de modo que no
acaba de definir el reconocimiento de una forma esencial” (Butler 2006a, 192). De este
modo, Benjamin deja atrás la destructividad, cuestión que hace emerger la pregunta:
¿es esto posible?, es decir, ¿es un ideal normativo alcanzable?
Podríamos admitir, plantea Butler, que la exigencia ética benjaminiana que se sigue de
la distinción entre destrucción y negación implicaría una lucha incesante en la que la
destrucción sobrevive persistentemente en la negación, de tal modo que la
destructividad, lejos de desaparecer, entra en escena una y otra vez, “una relación en
la cual se esperan formas inevitables de interrupción” (Butler 2006a: 210). Sin
embargo, Benjamin plantea otro dinamismo temporal, de tal manera que la superación
de la destrucción es la finalidad –imposible para Butler- de un movimiento teleológico.
En otras palabras, no se trata de una tarea incesante sino del objetivo de toda la
empresa.
En las referencias a Benjamin, Butler no toma lo reflexionado acerca de la
representación pornográfica de la violación sexual, en la cual la autora plantea cómo el
proceso de reconocimiento no logra contener toda la agresión.
El estudio de este texto nos permitirá así entender mejor las diferencias y semejanzas
entre las dos propuestas, además de brindar una reflexión acerca de la pornografía
como una representación de la pasión sexual y del juego que se da entre
reconocimiento y destructividad dentro de ella.
En el artículo de Jessica Benjamin que lleva por título “Simpatía por el diablo: notas
sobre la sexualidad y la agresión, con especial referencia a la pornografía” (1997), la
autora busca reflexionar en torno a la representación pornográfica de la violación
sexual, entendiendo que es una experiencia común la respuesta excitada a fantasías e
imágenes que en la realidad serían desagradables y hasta traumáticas. Siendo así, la
autora insiste una y otra vez en la necesaria distinción entre la esfera de la fantasía y
la esfera de la realidad. Apunta así a desarticular ciertos argumentos de feministas
anti-pornografía, como Andrea Dworking o Catherine MacKinnon, quienes, según la
autora, habrían confundido lo simbólico con lo real al plantear un daño efectivo a las
mujeres en la representación pornográfica, y, en este caso particular, de la violación
sexual. Es muy diferente la presencia de un otro fuera del propio control y que puede
ejercer poder y violencia sobre el propio cuerpo que la forma fantaseada del deseo,
aunque ésta sea aterradora.
Teniendo en cuenta esta distinción, debe haber, según la autora, algún modo de
abordar críticamente la representación pornográfica que no refiera necesariamente a
los contenidos sádicos. Es así que la clave, considera Benjamin, debe estar en el
contexto intersubjetivo. En esta línea, la autora plantea la noción de “lo sexual” como
una “antivida frenética”, un sadismo que llevaría, en un enfoque intersubjetivo, a la
destrucción del objeto. Se trataría de una instancia opuesta a Eros, que se vincula al
contacto con el otro, aunque no necesariamente libre de agresión y odio. Lo erótico se
define para la autora por el reconocimiento mutuo, es decir, cuando el otro sobrevive a
la destrucción y no es completamente asimilable al propio producto mental. Es un
encuentro entre dos sujetos que recrean la tensión.
Los temas sadomasoquistas, en este sentido, irían de la mano de “lo sexual, como una
culminación lógica de la vuelta hacia adentro de la acción y la creación de sexualidad
fantasmática.
Al parecer, para Benjamin, lo ideal es la simbolización, esto es, que el objeto no sea
equiparado a las propiedades simbólicas que se le atribuyen (“ella es eso que yo
temo”) sino que se lo vea diferente. La capacidad de distinguir las propiedades
simbólicas atribuidas por uno mismo “refleja la diferenciación entre el sí-mismo y el
otro” (Benjamin 1997: 223). Decir que la pornografía es violencia real, como sostienen
feministas anti-pornografía, indicaría una postura que pierde de vista esta barrera
entre representación y acción, es decir, olvidaría el espacio de simbolización. La
pornografía misma estaría jugando también con esa ruptura; ambas posiciones se
quedan en esta disyunción que la autora llama “ecuación simbólica”.
Algunas conclusiones
Bibliografía
Butler, Judith (2010). Marcos de guerra. Las vidas lloradas. Buenos Aires: Paidós.