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Por principio de cuentas, la A.P es una organización que lleva a cabo y asegura el
cumplimiento de las decisiones políticas de lxs gobernantes. Los Estados modernos han
ido desarrollando aparatos encargados de esto, los cuales han evolucionado siguiendo el
modelo ideal de burocrático de Weber.
Las características de este modelo son: El Estado debe regirse por un ordenamiento
jurídico que contemple reglas de actuación abstractas, y que establezcan derechos y
deberes de manera i impersonal; el poder debe administrarse de manera jerárquica
administrativa; los funcionarios serán trabajadores profesionales ( no propiedad de los
medios que utilizan, y remuneración por su trabajo, seleccionados por sus méritos y
capacidades, y basan su posición en un saber especializados; toda la actuación burocrática
debe ser asentada en expediente y por escrito, lo que asegura la sujeción de la actuación a
la regla vigente.
Las personas que trabajan en la A.P, el funcionario, está sujeto a aun tipo de relación
laboral distinta al sector privado. Esta regulación tiene que ver con la actividad política
que realizan al trabajar por el Estado, y, por tanto, su actuación, más aún en democracias,
debe estar guiada por los principios de actuación pública, basados en el interés general.
En esta concepción, el funcionariado, en cuanto mecanismo que sostienen al Estado con
sus mecanismos, debía estar protegido de los vaivenes de la vida política. Todas las
democracias modernas se basan en estos principios, aunque cada una tienes sus
especificidades y formas de resolver el funcionamiento de su A.P.
El diseño organizacional de la A.P debe ser capaz de dar respuestas a las funciones que la
sociedad reclama. En este sentido, la A.P en cuanto administración puede ser analizada
como: organización relacionada con su entorno, y como organización en sí misma. En el
primer caso, la A.P debe estar relacionada con su entorno, y abierta normativamente con
la realidad sociopolítica, ya que está llamada a ser guiado por el “interés general”, o
“interés público”. En la definición del “Interés general” hay un origen político de la
organización administrativa, ya que el contenido del término ha sido peleado por distintos
actores, en contextos y escenarios puramente políticos.
La organización pública actual tiene unos límites políticos claros, derivados de que ya no
es capaz de implementar por sí sola, políticas públicas que la sociedad demanda, a raíz de
que el Estado ha evolucionado como un Estado de bienestar fragmentado y heterogéneo
por asumir cada vez más demandas, prestar más servicios, y, en consecuencia, crecer
organizativamente.
Cada vez se vuelve más patente la necesidad de la participación ciudadana para el éxito
del actuar público, lo cual llama a que la A.P pase a considerar a la ciudadanía como una
mera receptora pasiva de bienes y servicios, e integrarla como un protagonista activo.
Miguel Caminal Badia (editor), Manual de Ciencia Política, Tecnos, Madrid, 2005. (Capítulo III) La
administración pública por Ana Sanz.