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Extraído de “21 lecciones para el siglo XXI” de Yuval Noah Harari

De forma individual, los humanos saben vergonzosamente poco acerca del mundo,
y a medida que la historia avanza, cada vez saben menos. Un cazador-recolector de la
Edad de Piedra sabía cómo confeccionar sus propios vestidos, cómo prender un fuego,
cómo cazar conejos y cómo escapar de los leones. Creemos que en la actualidad sabemos
05 muchísimo más, pero como individuos en realidad sabemos muchísimo menos. Nos
basamos en la pericia de otros para casi todas nuestras necesidades. En un experimento
humillante, se pidió a varias personas que evaluaran cuánto conocían sobre el
funcionamiento de una cremallera corriente. La mayoría contestó con absoluta confianza
que lo sabían todo al respecto; a fin de cuentas, utilizaban cremalleras a diario. Después
10 se les pidió que describieran con el mayor detalle posible todos los pasos que implican el
mecanismo y el uso de la cremallera. La mayoría no tenían ni idea. Esto es lo que Steven
Sloman y Philip Fernbach han denominado «la ilusión del conocimiento». Creemos que
sabemos muchas cosas, aunque individualmente sabemos muy poco, porque tratamos el
conocimiento que se halla en la mente de los demás como si fuera propio.
15 Esto no tiene por qué ser malo. Nuestra dependencia del pensamiento de grupo nos
ha hecho los amos del mundo, y la ilusión del conocimiento nos permite pasar por la vida
sin que sucumbamos a un esfuerzo imposible para comprenderlo todo por nosotros
mismos. Desde una perspectiva evolutiva, confiar en el saber de otros ha funcionado muy
bien para Homo sapiens.
20 Sin embargo, como otras muchas características humanas que tenían sentido en
épocas pasadas pero que en cambio causan problemas en la época moderna, la ilusión
del conocimiento tiene su aspecto negativo. El mundo está volviéndose cada vez más
complejo, y la gente no se da cuenta de lo poco que sabe sobre lo que está ocurriendo. En
consecuencia, personas que apenas tienen conocimientos de meteorología o biología
25 proponen no obstante políticas relacionadas con el cambio climático y la modificación
genética de las plantas, mientras que otras tienen ideas muy claras acerca de lo debería
hacerse en Irak o Ucrania, aunque sean incapaces de situar estos países en un mapa. La
gente rara vez se es consciente de su ignorancia, porque se encierran en una sala
insonorizada de amigos que albergan ideas parecidas y de noticias que se confirman a sí
30 mismas, donde sus creencias se ven reforzadas sin cesar y en pocas ocasiones se
cuestionan.
Es improbable que proporcionar más y mejor información a la gente mejore las
cosas. Los científicos esperan disipar las concepciones erróneas mediante una educación
científica mejor, y los especialistas confían en influir en la opinión pública en temas como
35 el Obamacare y el calentamiento global presentando a la gente hechos precisos e
informes de expertos. Tales esperanzas se basan en una idea equivocada de cómo
piensan en realidad los humanos. La mayor parte de nuestras ideas están modeladas por
el pensamiento grupal y no por la racionalidad individual, y nos mantenemos firmes en
estas ideas debido a la lealtad de grupo. Es probable que bombardear a la gente con
40 hechos y mostrar su ignorancia individual resulte contraproducente. A la mayoría de las
personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer estúpidas.

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