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En esta técnica un equipo de expertos discute un tema en forma de diálogo o conversación ante el grupo.
Como en el caso de la Mesa redonda y el Simposio, en el Panel se reúnen varias personas para exponer sus
ideas sobre un determinado tema ante un auditorio. La diferencia, consiste en que en el Panel dichos expertos
no "exponen", no "hacer uso de la palabra", no actúan como "oradores", sino que dialogan, conversan,
debaten entre sí el tema propuesto, desde sus particulares puntos de vista y especialización, pues cada uno
es experto en una parte del tema general.
En el Panel, la conversación es básicamente informal, pero con todo, debe seguir un desarrollo coherente,
razonado, objetivo, sin derivar en disquisiciones ajenas o alejadas del tema, ni en apreciaciones demasiado
personales. Los integrantes del Panel ( de 4 a 6 personas) tratan de desarrollar a través de la conversación
todos los aspectos posibles del tema, para que el auditorio obtenga así una visión relativamente completa
acerca del mismo.
Un coordinador o moderador cumple la función de presentar a los miembros del Panel ante el auditorio,
ordenar la conversación, intercalar algunas preguntas aclaratorias, controlar el tiempo, etc.
Una vez finalizado el Panel (cuya duración puede ser de alrededor de una hora, según el caso) la
conversación o debate del tema puede pasar al auditorio, sin que sea requisito la presencia de los miembros
del panel. El coordinador puede seguir conduciendo esta segunda parte de la actividad grupal, que se habrá
convertido en un "Foro".
La informalidad, la espontaneidad y el dinamismo son características de esta técnica de grupo, rasgos por
cierto bien aceptados generalmente por todos los auditorios.
¿Cómo se realiza?
Preparación:
De acuerdo con el tema elegido para el Panel, el organizador selecciona a los componentes o miembros del
mismo, tratando de que sean personas:
Qué posean juicio critico y capacidad para el análisis tanto como para la síntesis.
Aún sería deseable, un cierto sentido del humor para amenizar una conversación que podría tornarse
en algunos momentos un poco cansada.
Es conveniente una reunión previa del coordinador con todos los miembros que intervendrán en el panel, para
cambiar ideas y establecer un plan aproximado del desarrollo de la sesión, compenetrarse con el tema,
ordenar los subtemas y aspectos particulares, fijar tiempo de duración, etc.
Así pues, aunque el Panel debe aparecer luego como una conversación espontanea e improvisada, requiere
para su éxito ciertos preparativos como los expuestos.
Desarrollo:
1. El coordinador o moderador inicia la sesión, presenta a los miembros del panel, y formula la primera
pregunta acerca del tema que se va a tratar.
2. Cualquiera de los miembros del panel inicia la conversación, aunque puede estar previsto quien lo
harta, y se entabla el diálogo que se desarrollará según el plan flexible también previsto.
3. El coordinador interviene para efectuar nuevas preguntas sobre el tema, orientar el dialogo hacia
aspectos no tocados, centrar la conversación en el tema cuando se desvía demasiado de él, superar
una eventual situación de tensión que pudiera producirse, etc. Habrá de estimular el diálogo si éste
decae, pero sin intervenir con sus propias opiniones.
4. Unos cinco minutos antes de la terminación del diálogo, el coordinador invita a los miembros a que
hagan un resumen muy breve de sus ideas.
5. Finalmente el propio coordinador, basándose en notas que habrá tomado, destacará las
conclusiones más importantes.
6. Si así se desea y el tiempo lo permite, el coordinador puede invitar al auditorio a cambiar ideas sobre
lo expuesto, de manera informal, al estilo de un Foro. En esta etapa no es indispensable la presencia de
los miembros del panel, pero si éstos lo desean, pueden contestar preguntas del auditorio, en cuyo caso
el coordinador actuará como "canalizador" de dichas preguntas, derivándolas al miembro que
corresponda.
Sugerencias Practicas:
Los miembros del panel y el coordinador deben estar ubicados de manera que puedan verse entre sí para
dialogar, y a la vez ser vistos por el auditorio. La ubicación semicircular suele ser la más conveniente, ya sea
detrás de una mesa o sin ella pero con asientos cómodos.
Puede designarse un secretario para tomar notas de las ideas más importantes, las cuales pueden
ser distribuidas luego entre los interesados. También cabe la utilización de una grabadora de audio o
mucho mejor de vídeo.
Se aconseja tener especial cuidado en la elección de los miembros del Panel, pues una conversación
de este tipo debe mantener despierto el interés de un auditorio que permanece en pasividad expectante.
Aparte del conocimiento y autoridad sobre el tema, se requiere en los interlocutores ciertas dotes de
amenidad, facilidad de palabra, claridad de exposición, serenidad, ingenio y alguna salida de buen
humor.
En el Panel se reúnen varias personas para exponer sus ideas sobre un determinado tema ante un
auditorio. La diferencia, consiste en que en el Panel dichos expertos no "exponen", no "hacen uso
de la palabra", no actúan como "oradores", sino que dialogan, conversan, debaten entre sí el tema
propuesto, desde sus particulares puntos de vista y especialización, pues cada uno es experto en
una parte del tema general.
Los expertos del panel conocen a fondo el tema sobre el cual se va a tratar.
Participantes
Conclusiones
Los procesos de globalización en la economía, las tecnologías de la informática y la cultura, y demás
procesos contemporáneos son problemas recurrentes de interés para los estudios de cambios culturales y
sociales.
Cada vez más se acentúan las contradicciones entre la dinámica y la conservación de los rasgos
socioculturales de los pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del planeta a raíz de la globalización.
La cultura y la identidad están expuestas a elementos nuevos que se suman al entramado que se ha
ido cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a nuevas cualidades culturales.
La cultura constituye motivo y momento de participación comunitaria, verdadero patrimonio, el que no
es fácil de deshacer, pero pueden lesionarse hasta llegar a perderse, si no se tiene en cuenta su preservación
para beneficio de sus creadores.
La identidad cultural es un proceso abierto proceso de formación y transformación, abierto,
inacabado.
La capacidad que tienen los pueblos originarios de defender la diferencia dentro de un modelo
global, es el desafío fundamental de la sociedad contemporánea.
El intercambio global de elementos culturales permite una recombinación cultural generalizada,
mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas socioculturales, aunque es evidente, su distribución no
sea justa, tiende a serlo por la globalización de las redes de comunicación.
El intercambio cultural que se produce en estos momentos a nivel planetario se le puede definir
también como aculturación, cambio cultural, asimilación, préstamos culturales, transculturación, deculturación
y neoculturación.
En los últimos años de globalización, una acelerada configuración de la denominada y controversial
gestión de la cultura con base en el trabajo comunitario, la puede forman parte los proyectos sociales y
culturales, para preservar las identidades nacionales.
Ante la marginación, estancamiento, y retroceso que posibilita el desmembramiento y desintegración
de nuestras comunidades, la formula está en el desarrollo sustentable de las localidades en vía de desarrollo.
El proceso globalizador abre nuevas oportunidades para nuestros pueblos, pero también nuevas
amenazas en el campo de la cultura y las identidades nacionales.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos97/cultura-e-identidad-desafio-globalizacion/cultura-e-
identidad-desafio-globalizacion.shtml#ixzz3QvZKCDTC
Podemos sintetizar las hipótesis que dan forma a este trabajo como sigue.
Primero, el mundo ha caminado, y seguirá caminando, hacia una creciente
desigualdad entre los países. En este proceso desempeña un papel fundamental la
globalización económica (aunque no sólo la económica). Segundo, lo anterior
inducirá a un número creciente de habitantes del Tercer Mundo a emigrar en
busca de oportunidades vitales. Una parte importante de esta emigración llegará a
los países desarrollados. Tercero, esta realidad planteará retos de primer orden a
las sociedades de recepción. La estabilidad de sus democracias dependerá, en
buena medida, de que sepan dar respuesta a las nuevas situaciones. Cuarto, la
globalización económica favorece la creación de sociedades multiculturales a
través de la inmigración. Pero, al mismo tiempo, dificulta el establecimiento de
tales sociedades al aumentar las desigualdades en el interior de los países
receptores y, en consecuencia, favorecer procesos de exclusión social.
La aceleración del cambio social constituye uno de los rasgos definitorios del
actual período histórico. Los viejos conceptos devienen obsoletos con rapidez, y
nuevos términos han de ser acuñados con el fin de describir e interpretar el
mundo en que vivimos. En nuestra opinión, dos términos destacan de entre este
arsenal conceptual, a saber: globalización y multiculturalismo. Dentro del
esquema analítico que proponemos, la inmigración desempeña un papel
fundamental, ya que conecta estas dos realidades. Intentaremos justificar esta
afirmación tan abstracta en las líneas que siguen.
En segundo lugar, conviene dejar claro que es falso pensar que se trata de un
fenómeno que sufren sólo los países desarrollados. Los movimientos
poblacionales también se dan entre los países del Tercer Mundo, y con una
intensidad notable, como demuestra el caso especial de los refugiados (véase
Cuadro 1).
El Cuadro 1 muestra, por tanto, que los desplazamientos de población por causas
extraordinarias (hambrunas, sequías, conflictos interétnicos) no tienen como
destino principal occidente, sino los países del entorno geográfico. De este forma,
Asia y África se convierten en los principales receptores de población refugiada,
muy por encima de los países desarrollados, a pesar de la insistente retórica que
sitúa a Europa como principal afectada por las olas migratorias.
Cuadro 1.
Cálculo aproximado de refugiados por grandes regiones (en miles).
En tercer lugar, existe una realidad que tiende a olvidarse: que una parte muy
importante de los movimientos migratorios se da entre los países desarrollados.
Más adelante desarrollamos en más detalle esta realidad (véase el cuadro 3, que
ejemplifica este proceso para el caso español).
Como casi siempre suele suceder, pues, la realidad es bastante más compleja y
menos unidireccional de lo que ciertos estereotipos muy difundidos sugieren.
En todo caso, lo que nos interesa en este trabajo es analizar por qué Occidente se configura
como lugar de recepción y, sobre todo, qué consecuencias tiene ello para sus sociedades,
con especial énfasis en el caso español. Así, nos plantearemos preguntas como las
siguientes: ¿Por qué se da esta emigración? ¿Cuáles son las causas? ¿Cómo afecta a
España? ¿Qué desafíos le plantea?
La globalización, al aumentar las diferencias entre países ricos y pobre, es uno de los
principales inductores de los movimientos migratorios actuales. El Informe Sobre
Desarrollo Humano de Naciones Unidas 1999 no deja lugar a dudas acerca de la creciente
desigualdad planetaria [3]. Más de 4500 millones de personas no cuentan con algunas de
las opciones básicas de la vida. Las diferencias entre los países no han parado de ampliarse:
en 1960, el 20% de la población mundial que vivía en las naciones más ricas tenía 30 veces
el ingreso del 20% más pobre; en 1997 era 74 veces superior. Un análisis de las tendencias
a largo plazo, con una perspectiva histórica más amplia, incide sobre lo mismo: en 1820 la
distancia entre el país más rico y el país más pobre era de 3 a 1; en 1913 era de 11 a 1; en
1950 era de 35 a 1; en 1973, de 44 a 1; en 1992, por último, era de 72 a 1.
La globalización, al aumentar las diferencias entre países ricos y pobre, es uno de los
principales inductores de los movimientos migratorios actuales. El Informe Sobre
Desarrollo Humano de Naciones Unidas 1999 no deja lugar a dudas acerca de la creciente
desigualdad planetaria [3]. Más de 4500 millones de personas no cuentan con algunas de
las opciones básicas de la vida. Las diferencias entre los países no han parado de ampliarse:
en 1960, el 20% de la población mundial que vivía en las naciones más ricas tenía 30 veces
el ingreso del 20% más pobre; en 1997 era 74 veces superior. Un análisis de las tendencias
a largo plazo, con una perspectiva histórica más amplia, incide sobre lo mismo: en 1820 la
distancia entre el país más rico y el país más pobre era de 3 a 1; en 1913 era de 11 a 1; en
1950 era de 35 a 1; en 1973, de 44 a 1; en 1992, por último, era de 72 a 1.
Todo ello empuja a muchos individuos a buscar nuevas oportunidades vitales en los países
desarrollados. Como se observa en el cuadro 2, el número de inmigrantes que ha recibido
España no ha parado de crecer a lo largo de la última década. En 2001 su número era casi el
triple que en 1992. Además, en ningún año se detuvo la tendencia al incremento de esta
población. A pesar de ello, el peso de los inmigrantes es todavía bastante modesto en
comparación con otros países del entorno europeo. Así, mientras los extranjeros suponen en
España el 2,7% de la población en el año 2001, este porcentaje se eleva, para el año 1998,
hasta el 9,1% en Austria, el 8,7% en Bélgica, el 8,9% en Alemania, el 4,2% en Holanda, el
5,6% en Francia o el 3,8% en el Reino Unido. Los datos demuestran que España tenía en
1998 el mismo porcentaje de extranjeros que Portugal (1,8), y similar a Finlandia (1,6) o
Italia (2,1), países que registran las proporciones más bajas de la Unión Europea [4].
Cuadro 2.
Efectivo de residentes extranjeros (en miles) y residentes extranjeros por mil
habitantes. España, 1991-2000.
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Residentes 393.10 430.42 461.36 499.77 538.98 609.81 719.64 801.32 895.72 1.109.06
extranjeros 0 2 4 3 4 3 7 9 0 0
Fuente: Anuarios Estadísticos de Extranjería, 1992-2001, servidor web del INE (www.ine.es) y elaboración
propia.
No obstante, una buena parte del contingente de residentes extranjeros proviene de países
comunitarios. Esta inmigración no sería una respuesta a la forma desigual en que se está
llevando a cabo la globalización. De hecho, estos movimientos poblaciones no son nunca
descritos en los medios de comunicación como migraciones, ni son percibidos como tales
por la mayoría de los españoles. Si la hipótesis que planteamos al principio es válida, es de
suponer que el número de personas provenientes de zonas subdesarrolladas del planeta se
incremente año tras año, y ello, además, en mayor medida que la procedente de países
desarrollados. El cuadro 3 recoge la evolución de los residentes extranjeros en España en
situación regular, agrupados por grandes áreas geográficas de procedencia, a lo largo de la
última década.
Lo primero que llama la atención es que, al comparar 2001 con 1992, ha aumentado el
número total de residentes extranjeros procedentes de todos los continentes y de todas las
grandes áreas geográficas subcontinentales. No obstante, en este análisis nos interesa ver
tanto cómo ha variado la distribución interna de la inmigración (la evolución en los
porcentajes de población que cada zona aporta al total), como qué zonas han crecido más en
relación a la población que tenían en 1992. Las 3 últimas columnas del Cuadro 3 muestran
estos datos.
Cuadro 3
Efectivo de extranjeros residentes en España por procedencia,
aportación de cada área al total y variación interna de su contribución, 1992-2001
% %
País de
en en 2001/19
procedenci 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
199 200 92
a
2 1
198.08 218.39 238.50 255.70 274.08 289.49 330.52 353.55 361.43
Europa 414.555 50,4 37,4 2,09
7 7 7 2 1 5 8 6 7
Unión
Europea + 189.81 208.72 228.38 244.76 262.30 271.32 307.96 326.15 317.99
338.379 48,3 30,5 1,78
Suiza y 7 6 8 1 6 9 8 1 3
Noruega
Europa
8.270 9.671 10.119 10.941 11.775 18.166 22.560 27.405 43.444 76.176 2,1 6,9 9,21
oriental
103.32 108.93 121.26 126.95 147.20 166.70 199.96
América 89.314 96.844 298.798 22,7 26,9 3,35
4 1 8 9 0 9 4
América
(excepto 104.34 112.38 130.20 149.57 184.94
74.077 81.440 87.677 92.900 283.778 18,8 25,6 3,83
EEUU y 5 2 3 1 4
Canadá)
Norteaméri
15.237 15.404 15.647 16.031 16.923 14.577 16.997 17.138 15.020 15.020 3,9 1,4 0,99
ca
Asia 33.299 34.612 35.743 38.221 43.471 49.110 60.714 66.340 71.015 85.519 8,5 7,7 2,65
142.81 179.48 213.01 261.38
Africa 71.298 79.422 82.607 95.725 98.820 304.149 18,1 27,4 4,27
6 7 2 5
África
(excepto 17.193 18.119 18.668 20.839 21.631 31.716 38.591 51.142 61.063 69.212 4,4 6,2 4,03
Marruecos)
111.10 140.89 161.87 199.78
Marruecos 54.105 61.303 63.939 74.886 77.189 234.937 13,8 21,2 4.34
0 6 0 2
Oceanía 736 782 839 859 929 888 1.023 1.013 902 944 0,2 0,1 1,3
Apátridas 366 365 344 335 415 545 695 699 1.017 1.095 0,1 0,1 2.99
393.10 430.42 461.36 499.77 538.98 609.81 719.64 801.32 895.72 1.109.0
TOTAL 100 100 2,82
0 2 4 3 4 3 7 9 0 60
Fuente: Anuario de Estadísticas de Extranjería. Servidor web del INE: www.ine.es. Elaboración propia.
Algo similar ocurre respecto al continente americano. El peso relativo de los países más
desarrollados, Estados Unidos y Canadá, respecto al total de residentes extranjeros, se
reduce más de la mitad en 2001, pasando del 3,9% al 1,4% y reduciendo ligeramente su
población total. Por su parte, la inmigración procedente del resto de América aumenta su
peso, pasando del 18,8% al 25,6%. En 2001, la población que reside en España es casi 4
veces la que residía en 1992.
Asia mantiene un peso relativo similar en los dos años considerados (en torno al 8% del
total), multiplicando por 2,65 el número total de residentes. Por su parte, Oceanía tiene una
presencia casi testimonial.
África ha pasado de ocupar el 18,1% del total en 1991 al 27,4% en 2001, multiplicando por
4,27 el número de residentes. Marruecos ha merecido una categoría propia, ya que es el
país que más población inmigrante aporta: algo más de la quinta parte de los residentes
extranjeros en 2001 tiene esta procedencia. Además, su número se ha multiplicado por 4,3
desde 1992.
Los datos expuestos hasta aquí, pues, parecen confirmar dos cosas: 1) que el mundo ha
caminado en la dirección de una creciente desigualdad entre los países ricos y los países
pobres; 2) que la emigración desde el Tercer Mundo hacia el Primero (ejemplificado en
España) se ha intensificado notablemente. El siguiente paso analítico es relacionar estas
realidades con el proceso de globalización. Para ello, resultará de utilidad reflexionar
brevemente acerca de los significados de este concepto.
Una buena aproximación al universo conceptual que el término designa puede ser
distinguir entre globalismo, por una parte, y globalización y globalidad, por la otra.
En definitiva, el mundo está lejos de caminar hacia la igualdad. Los países pobres no se
enriquecerán gracias a las virtudes de un mercado libre [16] que, por el contrario, perpetúa
su pobreza y aumenta las diferencias. En este contexto, por tanto, la emigración desde el
Sur hacia el Norte se presenta como una salida evidente.
Nos gustaría apuntar brevemente, por último, la incidencia del creciente deterioro
medioambiental a escala planetaria sobre los movimientos migratorios, quizá no
tanto por su importancia actual, como por la que muy probablemente tendrá en el
futuro. El efecto invernadero, al suponer el calentamiento del planeta e implicar
el avance progresivo de los desiertos, traerá consigo una creciente escasez de
agua en amplias zonas. El agotamiento progresivo de los acuíferos subterráneos
incidirá también en esta dirección. Según un reciente informe del Worldwatch
Institute, el número de personas que vivirán en países hídricamente deficientes
pasará de 470 millones en la actualidad a 3.000 millones en 2025. La gran
mayoría de esta población vivirá en África y el sur de Asia, zonas en las que ya
se concentran hoy en día las bolsas de pobreza y hambre más importantes del
planeta [17]. Con toda probabilidad, esta situación causará, además de guerras por
el bien escaso entre países (y entre distintos sectores sociales en su interior),
gigantescos movimientos de población huyendo de unas condiciones de vida
insostenibles.
Pues bien, según Moreno, en contra de lo que afirma el discurso hegemónico del
pensamiento único, la mundialización no ha implicado sólo un proceso de
globalización, sino también otro opuesto deresistencia por parte de los colectivos
más desfavorecidos.
A pesar de este reconocimiento del uso de elementos globales con fines locales,
Moreno considera que se trata de dos fenómenos opuestos, que responden a
lógicas distintas. Así, por ejemplo, considera que la eclosión de los
nacionalismos periféricos, o etnonacionalismos, es la de un fenómeno que "no
estaba previsto en ninguna de las versiones del modelo de la Modernidad y en
modo alguno se inscribe en la dinámica de la globalización" [22].
2. El segundo argumento es más complejo. Tiene que ver con la idea de
relacionar el debate entre el universalismo (o lo global) y el particularismo (o lo
local) con el debate tiempo-espacio. Para ello, resulta de utilidad distinguir
entre globalización y globalidad (globality). En efecto, el concepto de
globalización tiende a aparecer unido al de modernidad: implica la creciente
homogeneización de experiencias básicas e instituciones a lo largo de un proceso
histórico (el de la modernidad). Por su parte, la globalidad alude a un conjunto de
condiciones que son diferenciables o distinguibles de las de la modernidad. La
globalidad no es una simple consecuencia de la modernidad, sino la condición
general que facilita la difusión de la modernidad. Supone la interpenetración de
civilizaciones geográficamente distintas. Por tanto, la idea de globalidad permite
separar, como relativamente independientes, las dimensiones de tiempo
(evolución histórica) y espacio (geografía). Lo cual nos permite ver cómo en
distintas áreas geográficas, la modernidad se ha desarrollado con características
propias. Y como, en definitiva, no ha implicado una globalización
homogeneizante.
Para que el debate no sea estéril, por tanto, hay que introducir la extendida
distinción entre multiculturalismo descriptivo y normativo [38]. El primero
(como hecho) simplemente pone nombre a una realidad. El multiculturalismo
normativo supone la expresión de un proyecto político, basado en la valoración
positiva de la diversidad cultural, esto es, alude al "respeto a las identidades
culturales, no como reforzamiento de su etnocentrismo, sino al contrario, como
camino más allá de la mera coexistencia, hacia la convivencia, la fertilización
cruzada y el mestizaje" [39]. He aquí uno de los grandes interrogantes que se
abren: ¿hasta qué punto son compatibles las diferencias culturales, si una
sociedad ha de ser estable? ¿Puede una sociedad mantenerse unida sin un mínimo
de homogeneidad cultural? ¿Supone la heterogeneidad cultural una amenaza
insalvable para la cohesión social?
Las razones esgrimidas para justificar esta práctica son varias: el mantenimiento
de la identidad cultural, el establecimiento de la identidad sexual, el control de la
sexualidad y de las funciones reproductivas de las mujeres o razones de tipo
higiénico y estético. Por último, existe un factor religioso. A pesar de que se trata
de una costumbre pre-islámica (no recogida en el Corán), algunos musulmanes
invocan la religión para justificarla.
Las consecuencias que tiene sobre las niñas son físicas: dolores, infecciones,
hemorragias, pudiendo llegarse incluso a la muerte; sexuales: los actos sexuales
pueden resultar dolorosos durante toda la vida;psicológicas: sentimientos de
ansiedad, terror, humillación y traición, seguidos de la sensación de ser aceptadas
en su sociedad y reunir los requisitos para contraer matrimonio. Esta tensión
psicológica entre la aceptación y el rechazo social se acentúa en las comunidades
de inmigrantes, ya que las mujeres se encuentran atrapadas entre las normas
sociales de su comunidad y las de la cultura mayoritaria.
Una vez analizadas las razones y las consecuencias, ¿cómo debe enfrentarse una
democracia multicultural a prácticas como esta? Desde un determinado punto de
vista se realizaría un razonamiento análogo al expresado por Facchi: la
persecución penal de costumbres como esta expresa no sólo un
conflicto entre universos culturales, sino también una "pugna de valores en el
interior de nuestra cultura occidental: de un lado, la protección de la infancia, la
integridad del cuerpo, la igualdad entre los sexos; de otro, la defensa de las
minorías, el respeto al pluralismo y a la especificidad cultural" [52]. Esta autora
pone el acento en las consecuencias negativas que la ausencia de mutilación
tendría para las niñas: el hecho de no llevar a cabo la operación puede suponer el
aislamiento social de la niña y la imposibilidad de encontrar marido. Por ello,
Facchi se muestra favorable a que la norma consuetudinaria y religiosa de la
sociedad de origen prevalezca sobre la norma jurídica del Estado receptor. La
autora recoge también las dudas que, desde un punto de vista médico-legal,
quedan acerca de la calificación del clítoris como un órgano y de la escisión
como una mutilación.
Este argumento vale para tanto censurar la mutilación genital femenina, como,
por ejemplo, la pena de muerte. Por tanto, ha de quedar claro que no parte de una
concepción euro o etnocéntrica. Desde nuestra perspectiva, rechazamos
plenamente cualquier relativismo moral selectivo, por así decirlo, puesto que nos
oponemos a todo relativismo moral. Esto es, la cercanía o lejanía cultural de las
prácticas que se cuestionan no debe influir en el grado de comprensión y, por
ende, de legitimación, que se les otorga. No hay que olvidar, por otra parte, que
toda cultura es internamente plural, conflictiva y contradictoria, y dinámica. Que,
por tanto, no todas las prácticas culturales son compartidas y legitimadas por
todos los individuos que viven en una determinada cultura y que, además, toda
cultura tiene elementos provenientes de otras culturas.