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ACTO 1
Voz 1: (Fade in) …con lo que se busca eliminar el 100% de las células afectadas,
según dijo el científico alemán en una entrevista con el diario parisino, lo que
sería una gran esperanza para los pacientes que sufren esta enfermedad en
sus fases iniciales, y una posible alternativa a las agresivas radioterapia y
quimioterapia. Y volviendo a noticias locales, en estos momentos colapsa el
tráfico en la autopista sur, vamos con nuestra corresponsal en el lugar de los
hechos. Buenos días, Adriana.
Voz 2: Así es. Desde hace dos horas se presenta un embotellamiento en sentido
norte sur de esta neurálgica vía, por lo que al parecer se trata de un choque
leve. Una mujer, conductora de uno de los vehículos, un Mini Cooper rojo, se
encuentra sentada en la mitad de la calzada en estado de histeria total y con
su teléfono en la mano, al parecer la policía ha intentado persuadir a la mujer
para que dé paso al tráfico; pero esta insiste en esperar a su abogado. La fila
de vehículos es interminable. Vamos a hablar con uno de los conductores que
se ha visto perjudicado por el incidente, buenos días, señor cuánto lleva
aquí… (Fade out)
El escenario es una oficina con cuatro escritorios organizados en dos hileras, una a cada
lado; cada hilera de cara a la otra. Sobre cada escritorio hay un computador, un teléfono y
otros artículos de oficina como cuadernos, agendas, libros, etc. En el primer plano, centro
del escenario, hay una mesita con una cafetera, sobres de azúcar y vasos plásticos. Solo uno
de los escritorios, en el primer plano, derecha, está ocupado por un hombre, Gabriel, en sus
30s. Gabriel descansa su cabeza sobre la mesa, está dormido. El teléfono timbra unas
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cuantas veces antes de que Gabriel se despierte desorientado y presione un botón en el
aparato.
Gabriel se levanta de su puesto y estira sus brazos, bosteza, como si acabara de dejar su
cama, mira la hora. Mete la falda de su camisa en el pantalón. Bajo su escritorio encuentra
una bolsa, de la que saca una pieza de pan. Camina hacia la cafetera y se sirve un tinto.
GABRIEL: ¿Qué karma estaré pagando yo con tanta vieja loca? Tuve que haber sido por
lo menos una cucaracha en mi vida pasada.
Justo en ese momento entra afanada al escenario Dolores, una mujer joven y bonita, pero,
sobre todo, muy bien arreglada. Lleva minifalda y tacones, y cabello planchado.
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DOLORES: No, así no funciona el Karma, nadie reencarna dos veces en el mismo insecto.
(Risa falsa cubriendo sus labios)
GABRIEL: Ja, cómo madruga, ¿No? ¿Ya vio la hora? (Burlón) ¡Ah, pero cierto que es
viernes! ¿A qué hora se levanta a plancharse las mechas? ¿A las 3 de la
mañana?
DOLORES: ¡Pues sí! (Recia) Y más mechas tendrá su madre. (Mientras habla se retira su
saco y se pone una escarapela colgada en el cuello).
GABRIEL: Con la comida es que no se juega. Empiece a levantarse a las 2 para que no
llegue tarde, mija. O la van a echar.
DOLORES: ¡Ay, no fue mi culpa! Mejor cállese, mijo. Hay un accidente en la autopista y
un trancón ni el verraco. (Se acerca a la cafetera) ¿Ya hay café? (Se sirve un
tinto también)
DOLORES: ¿Y a usted qué le importa? ¿Cuándo fue el ascenso, papito, que no nos invitó
a la celebración? Miguel no ha llegado tampoco. ¿A él también se la va a
montar?
GABRIEL: ¿Machista?
DOLORES: SÍ.
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GABRIEL: No es porque sea hombre, es por está cucho. Las canas se respetan, Dolores.
GABRIEL: Las churcas sí, pero las que se planchan las mechas como usted, chillan.
GABRIEL: ¿Quién?
MIGUEL: La oveja, Dolly. Pudieron clonar una oveja, pero no pudieron curarle el
cáncer. Tenía cáncer de pulmón, y nunca se fumó un cigarrillo. La ciencia vale
huevo. (Se instala en su puesto, se retira su saco y lo pone en el espaldar de
la silla)
DOLORES: ¿Usted de dónde saca esos datos tan rebuscados? (Camina hacia su
escritorio, junto al de Gabriel.)
DOLORES: Yo ni sabía que a las ovejas les daba cáncer, mucho menos- (Se detiene.) ¿Por
qué hay otra mesa?
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GABRIEL: ¿Qué?
DOLORES: ¿Por qué hay otra mesa? Cuente. Uno, dos, tres, cuatro. A ver, bobo,
despiértese.
DOLORES: No.
DOLORES: (Nerviosa) ¿Me quiere decir algo, Gabriel? Ya lleva días con ese cuento
chimbo. ¿Cuál corona?
GABRIEL: Nada, Dolly. Forget it. Hoy tenemos compañera nueva, por eso hay otra
mesa.
GABRIEL: No sé, de pronto tiene faldas más corticas que las suyas.
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MIGUEL: EL accidente no es el problema. Es la señora histérica atravesada en la mitad
de la calle. Gritando por el teléfono.
GABRIEL: Datos del vehículo siniestrado. (Pausa) (Alterado) ¡Pues por que tiene dos
carros asegurados con nosotros, señora! ¡No sé cuál fue el aporreó esta vez!
(Pausa) ¡Pues dígame los datos entonces! (Calmado) Marca del carro.
GABRIEL: Placas. (Teclea). Voy a transferir sus datos a uno de nuestros representantes,
quién estará en el lugar del siniestro en minutos. Gracias. Mantenga la calma,
por favor. Un abrazo. Hasta luego.
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GABRIEL: Qué señora tan simpática.
GABRIEL: Nop.
DOLORES: Gabriel, dígame una cosa. Pero sea sincero. ¿Usted durmió en la oficina
anoche?
GABRIEL: (Se ríe nervioso) ¿Qué? ¿Está loca? (Murmura) Yo qué voy a dormir en…
MIGUEL: O en quedarse.
MIGUEL: (Echa un vistazo) Esas chanclas no son mías. (Las patea al centro del lugar)
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GABRIEL: (Se levanta y recoge las chanclas. Enojado.) ¡Ya! ¿Entonces qué? ¿Llegan
tarde y llegan a joder? Pónganse a trabajar, mejor, que para eso les pagan.
Yo veré dónde duermo.
GABRIEL: ¿En serio le parece que quiero hablar, Miguel? ¡Míreme! ¿Esta es la cara de
un hombre que quiere hablar de sus problemas?
Fade out.
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ACTO 2
Fade in.
Gabriel, Miguel y Dolores están en sus escritorios. También está Victoria, una mujer joven,
en su nuevo puesto de trabajo, justo frente al de Gabriel, y junto a Miguel. Miguel habla por
teléfono, Dolores y Gabriel atienden el chat en sus computadoras, y Victoria lee un manual
de la empresa.
Toda la ignoran.
GABRIEL: (Sin quitar los ojos de la pantalla) Usted también llegó tarde.
DOLORES: Ay, sí, ya sabemos. El bendito trancón es tendencia en las redes. Pero nadie
llegó tan tarde como usted.
VICTORIA: No, yo iba en el otro carro. Esa señora me estrelló, y el carro es de mi papá.
Tuve que esperarlo, no podía dejar el carro solo.
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DOLORES: ¿Y por qué dice ‘me estrelló? ¿No sería al revés?
GABRIEL: Yo recibí la llamada, la señora dijo textualmente ‘Le di por el culo a una
chatarra’. (A Victoria) Sin ofender. Pero puso bastante énfasis en lo de
chatarra, lo dijo como cuatro veces.
VICTORIA: Pues sí es una chatarra. Y sí fue culpa de ella, me pegó por detrás. Dicen que
venía mirando el celular.
DOLORES: ¿Quién le decía? ¿El celador? Porque usted durmió aquí anoche ¿Se
acuerda?
GABRIEL: (Afectado) Sí, Dolores. Mientras unos dormimos con el celador, otros
duermen con el supervisor, es la vida que nos toca.
DOLORES: (Se pone de pie, y levanta la voz, alterada.) ¿Va a seguir? Dígame lo que me
tiene que decir. ¡Dígamelo!
MIGUEL: (Tapa la bocina del teléfono. Tranquilo, pero vehemente.) ¿Se callan la Jeta,
o se van a pelear al parqueadero como los gamines que son? Estoy
trabajando. (Sigue conversando)
GABRIEL: (En un tono más controlado) Ese man solo viene por acá los viernes en la
tarde a pretender que trabaja para irse con usted. ¿Usted cree que yo soy
pendejo?
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DOLORES: Pues sí, y bien pendejo. Jorge viene porque es el supervisor, ese es su trabajo,
y si me lleva a la casa en el carro, es porque le queda cerca. Eso es todo.
GABRIEL: ¿Y por eso se arregla mejor los viernes que el resto de los días? ¿Por eso el
pelito planchado y la minifalda con tacones? A mí no me engaña, Dolores. Yo
soy muy observador. He visto por lo menos 30 películas de detectives.
DOLORES: ¡Hoy es viernes, Gabito! La gente con vida social sale a divertirse los viernes
después del trabajo. No se quedan a dormir en la oficina, como usted.
GABRIEL: ¿Pero al fin cómo es, Dolorcitos? ¿La lleva a la casa o a divertirse? ¿O se
divierten en la casa? No entiendo.
DOLORES: No sea sapo, Gabriel. Yo sé qué es lo que usted tiene. Celos. Le duele que ya
no me vaya con usted, ¿No?
GABRIEL: Tengo mil problemas en mi vida, pero usted no es uno de ellos, Dolores. Está
orinando en la parte exterior de la bacinilla.
GABRIEL: (Un poco alterado) ¡No, niña! Esto no es un hotel. Yo me quedé a dormir en
el piso de la oficina porque estoy arruinado y mi mujer no me quiere ver, y
ya no puedo dormir dentro del carro porque lo vendí, y estoy en medio de
un divorcio, y no tengo ni familia, ni amigos, ni tierra. Soy un parío.
GABRIEL: ¿Qué?
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VICTORIA: Por favor, no me digan niña. Me llamo Victoria, se los dije cuando llegué. Dos
veces.
Todos permanecen en silencio por unos cuantos segundos, Miguel cuelga el teléfono
lentamente.
MIGUEL: (Se pone de pie) Son casi las doce. ¿Salimos a almorzar, Dolly?
MIGUEL: ¿Niña?
MIGUEL: ¿Y usted?
MIGUEL: No, pero el que tiene en las tripas desde ayer no cuenta.
Miguel y Dolores salen adelante y Victoria los sigue, pero se detiene y vuelve hacia Gabriel.
VICTORIA: Siento mucho que le esté pasando eso. No vuelvo a preguntar estupideces.
Quería cambiar el tema.
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VICTORIA: Yo traje almuerzo, pero también quiero socializar, así que voy a ir con ellos.
Si me puede hacer el favor de comérselo, se lo agradezco.
GABRIEL: (La mira fijamente, y finalmente recibe la bolsa) Está bien, pero solo porque
es nueva.
VICTORIA: Gracias.
GABRIEL: ¿Y por qué no socializa conmigo? Tengo pan. (Saca una bosa de debajo de su
mesa) Y le puedo contar cómo son las cosas acá.
VICTORIA: No quiero saber más sobre quién duerme con quién, por favor.
GABRIEL: (Se levanta y acerca la silla de Victoria a su escritorio) O.K. Sin chismes de
catre. Aunque Miguelito, ahí donde lo ve…
GABRIEL: Creo que ya es tarde para eso. Ya todos saben lo mío con el celador.
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VICTORIA: Porque no tengo experiencia.
VICTORIA: Por favor, no le diga a nadie que yo le conté. Prométalo. (Le ofrece el dedo
meñique)
GABRIEL: Pues por que está viejo, ¿Por qué más va a hacer? Estará cansado de venir
acá todos los días y vernos la jeta. (Toma la bolsa que le dio Victoria, de la
cuál saca un recipiente). ¿Puedo?
VICTORIA: Sí, hágale. Por lo que sea, lo importante es que no quiere que nadie sepa.
GABRIEL: Pues eso si es raro, igual nos vamos a enterar. Pero mi boca es una tumba.
VICTORIA: Bueno.
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GABRIEL: Lamento que haya escuchado lo de Dolores. Es que… es una historia larga.
(Destapa el recipiente) Mute.
GABRIEL: No.
VICTORIA: Solo a mi mamá se le ocurre mute para llevar al trabajo. Yo me llevo eso…
Victoria ríe.
GABRIEL: (Ríe, casi atragantándose) Ya toqué fondo durmiendo acá, una sopa fría no
es nada comparada con ese piso tan duro.
Fade out.
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ACTO 3
Fade in.
Victoria y Gabriel permanecen juntos en el mismo lugar. Ya han terminado de comer. Ambos
ríen. En ese momento entra Dolores. Quién los mira estática por unos segundos desde la
entrada sin ser vista aún. Camina hasta su puesto.
GABRIEL: No le diga Dolores, le gusta más Dolly. Como la oveja que clonaron.
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VICTORIA: Dolly-
GABRIEL: (Nervioso) Sí. No. No sé. ¿Yo qué voy a saber? De pronto se va, de pronto no,
de pronto lo mandaron para otro lado, de pronto pidió un permiso. No sé.
¿Por qué me pregunta a mí? Pregúntele a él. Ahora me tengo que saber la
vida de todos, pues. ¡A trabajar, mejor!
GABRIEL: (Se pone la diadema) ¡Aló! Perdón. Seguros Balaguera y Enciso, buenas
tardes… (continúa).
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DOLORES: No empecemos con secreticos, Vicky.
VICTORIA: Mire, se lo juro que no sé. Pregúntele usted misma cuando vuelva.
VICTORIA: (Trata de enmendar) Pues… cuando venga esta tarde, quiero decir. En un…
ambiente completamente laboral, y normal. No insinúo que ustedes no
compartan un ambiente normal, quiero decir que... Como a cualquier
empleado o jefe. ¿Usted sabe la clave del wifi?
DOLORES: (Camina lentamente hacia Victoria) Entonces usted viene acá con
chismecitos a sembrar discordias, ¿No?
VICTORIA: No, mire, yo solo sé que él se va, punto. No sé los detalles. Tal vez se jubila,
no sé. Yo acabo de llegar.
DOLORES: ¿Perdón?
GABRIEL: Que deje el chisme. Si Miguel no ha contado nada es porque no quiere que
sepamos.
DOLORES: (Mira su reloj). ¿No han pasado ni las primeras ocho horas y ya se enamoró?,
¡Amarre ese burro, papito! (A Victoria) Usted no se ilusione. Él es así con
todas al principio. Además, ya está casado.
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DOLORES: Así era conmigo cuando yo llegué. Puras atenciones (Burlona) ‘¿Qué
necesitas?, ¿Tienes preguntas? ¿Te ayudo con algo? Puedes contar conmigo.
¿Quieres un café? ¿Espero que nos podamos llevar bien? ¿Te enseño a
manejar excel? Sería chévere compartir en otro lugar.’
DOLORES: Pero eso un día se le pasa y se olvida de usted cuando encuentre algo más
interesante, y la termina tratando como a un trapo.
VICTORIA: (Se levanta) Bueno, creo que los dejo solos un rato.
Victoria se sienta.
DOLORES: Yo sí quería algo serio. Pero usted es un cobarde egoísta que no quiere
arriesgar. (A Victoria) ¿Sabe por qué está casado? Porque embarazó a una
vieja. Ya, eso fue todo lo que hizo falta. Y ya se está divorciando. La niña tiene
2 añitos, ni siquiera camina.
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DOLORES: Entonces ahora vive muerto de celos cada vez que saludo a alguien. ¿Sabe
cómo se llama eso, Vicky? Karma.
Dolores se seca las lágrimas que ya empezaban a brotar de sus ojos y vuelve a su puesto.
GABRIEL: (Con ironía) Ingeniero Jorge, ¿Usted un viernes por acá? ¡Qué sorpresa!
VICTORIA: Sí señor.
VICTORIA: Bien…
DOLORES: No hemos tenido tiempo de enseñarle mucho, es que llegó un poquito tarde.
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VICTORIA: Sí señor. Pero no fue mi culpa. Me dieron por detrás.
Gabriel la ignora.
JORGE: ¿Y Miguel?
JORGE: Muchachos, aprovecho que no está. Miguel nos deja por motivos que él ya
les compartirá, y Victoria va a tomar su puesto apenas él se vaya. Les pido
colaboración y trabajo en equipo para que Victoria pueda acoplarse cuanto
antes, por favor.
DOLORES: Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, Jorge. Yo ya le estuve dando
unos tips muy útiles. ¿Cierto, Vicky?
GABRIEL: ¿Trabajar hasta tarde? ¿Un viernes? Increíble, El ingeniero tampoco tiene
vida social. Y el empalme fue de una. ¿Sí vio, Dolly? no hubo ningún tipo de
transición. (Se levanta y camina hasta la mesita del café, se sirve uno.)
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Tomémonos un cafecito para pasar este trago amargo. Lo del uniforme fue
la cereza del pastel. Pero a mí me sirve, así no se nota que me pongo la misma
ropa todos los días.
Dolores se levanta y camina hacia Gabriel, quien le ofrece un café. Dolores lo recibe, lo mira
y lo mira fijamente a la cara mientras toma un pequeño sorbo.
GABRIEL: ¿Entonces? Que nos una la desgracia, Dolly. (Levanta su vasito para brindar)
Dolores arroja el café a Gabriel a la cara, Gabriel trata de retroceder y también se echa su
propio café encima. Dolores lo sujeta del cuello con firmeza y le habla casi al oído.
DOLORES: ¿Cómo?
DOLORES: ¿Que qué me pasa? ¿Quiere qué saber qué me pasa? (Entre llanto) ¿Le
parece lo que acabó de ver?
GABRIEL: Dolores…
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GABRIEL: Dolores, yo pensé que usted me tenía de vacile y ya. Que yo era su juguete
sexual.
DOLORES: ¿Y por qué? ¿No puedo querer una pareja estable, algo de verdad?
GABRIEL: No, no es eso. Dolores, ese man es un imbécil, usted debió darse cuenta
antes de meterse con él. ¿O usted cree que en cada oficina no tiene su
amiguita?
GABRIEL: No crea que sus problemas son los más graves. Yo me voy a divorciar, no me
van a dar la custodia de mi hija, y ya estoy que piso los cuarenta. Ni si quiera
he comprado un X-box. Siempre he querido un X-box… Y aprender Karate.
Dolores siente la presencia de Jorge y besa apasionadamente a Gabriel en los labios. Jorge
y Victoria, ya adentro, observan atónitos. Victoria cubre su boca en asombro. Gabriel se
aparta de Dolores casi que de un empujón.
DOLORES: (Aleja a Gabriel de un empujón) Ay, qué pena, ingeniero. ¿Me decía?
DOLORES: ¿Pero por qué? ¿Le molestan las muestras de afecto en el lugar de trabajo?
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DOLORES: ¿Y dónde no le molestan? ¿En el parqueadero está bien?
DOLORES: (Completamente alterada) ¡No podemos hablar afuera! ¡No podemos hablar
en ningún lado! ¿Sabe qué? Le voy a hacer caso, ingeniero, porque
comprendo que usted tiene una agenda muy apretada. Le voy a escribir su
correíto. (Va rápido a su escritorio, da un par de clics en su computador)
Victoria se quita del camino y se refugia en su escritorio. Durante las siguientes acciones,
entra Miguel sin decir palabra y se dirige a su escritorio donde se sienta. Nadie advierte su
llegada, o por lo menos nadie muestra interés.
JORGE: ¡Dolores!
DOLORES: Tan mal amante, que tiene que usar su cargo para ligar con mujeres. Tan mal
amante que aprendí cargar una cartilla de sudokus pasar las tres horas y
cuarenta minutos de motel que siempre le sobraban.
JORGE: ¡Deje esa estupidez ya, si quiere conservar su empleo! Es una orden.
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DOLORES: (Ríe) ¿Una orden? No me haga reír, Jorge, que tengo los labios cortados. ¿Le
parece estúpido? (Jocosa) ¿O será que Jorge el curioso está aprendiendo que
sus actos tienen consecuencias?
JORGE: Usted me buscó, Dolores, hasta que me encontró. Ni siquiera me tuve que
esforzar.
GABRIEL: (La abraza) No, no, no, Dolores. Esto no le conviene. Cálmese.
JORGE: ¡Ofrecida!
Gabriel se gira y ahora es él quién le da un golpe en la cara a Jorge; este cae al suelo
adolorido. Gabriel comprende la gravedad de lo ocurrido y corre enseguida a ayudar a
levantar a Jorge.
Gabriel arremete con otro golpe y Jorge cae por segunda vez.
Dolores Corre hacia Gabriel y lo besa. Gabriel la aparta. Jorge se reincorpora, se cubre su
rostro con una mano.
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Miguel se levanta de su silla con un papel en la mano y camina hacia la mesita del café.
JORGE: Se van a arrepentir de esto. ¡Ambos! No los van a contratar ni para barrer las
calles.
Miguel se sirve un café, ignora totalmente a Victoria. Observa el papel que tiene en la mano.
Se sienta en la silla de Gabriel.
GABRIEL: Doctor, Ingeniero. Hagamos una cosa. Pégueme. Dos veces. (Se para frente
a Jorge y cierra los ojos.)
GABRIEL: Tres veces. Yo le pegue dos, usted me pega tres. Y dejamos así, ¿Sí?
JORGE: No, Gabriel. Esto no lo vamos a arreglar a su manera, vamos a dejar que
recursos humanos—(Casi que involuntariamente lanza un golpe a la cara de
Gabriel que no lo logra derribar)
GABRIEL: (Se lanza al piso de forma dramática) Ay, mi ojo. Qué dolor. Va uno,
ingeniero. Faltan dos. (Se pone de pie nuevamente.)
JORGE: Esto está mal, Victoria tiene razón. Además yo no le pegué tan duro.
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JORGE: Usted se dejó caer. La empresa se comunicará con usted. (Se retira).
Jorge regresa. Se para frente a Gabriel y lo observa fijamente a los ojos. Jorge tiene un hilo
de sangre que baja desde una de sus cejas.
GABRIEL: Uno.
JORGE: Bueno. Uno. (Se recoge las mangas de la camisa, se ubica frente a Gabriel y
da tres pasos hacia atrás).
Jorge levanta su mano empuñada. Transcurren unos 6 segundos en silencio. Gabriel cierra
aprieta sus ojos.
JORGE: (Con la mano empuñada) Le recuerdo que nuestras oficinas son espacios
libres de humo, Miguel. Respete a sus compañeros.
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MIGUEL: ¡Nunca! Nunca en mi vida me fumé un cigarrillo.
Las luces se encienden muy lentamente. Todos están en la misma posición a excepción de
Miguel que yace sin vida sobre el escritorio de Gabriel. Verónica huye del lugar despavorida.
Dolores se cubre el rostro y se acurruca. Jorge baja su mano. Gabriel se acerca lentamente
al cuerpo de Miguel. El silencio reina en el lugar por unos instantes.
Fade out.
Shanghái, China
2019
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