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Un viernes cualquiera

ACTO 1

La radio se escucha en la oscuridad, mientas el escenario se ilumina lentamente.

Voz 1: (Fade in) …con lo que se busca eliminar el 100% de las células afectadas,
según dijo el científico alemán en una entrevista con el diario parisino, lo que
sería una gran esperanza para los pacientes que sufren esta enfermedad en
sus fases iniciales, y una posible alternativa a las agresivas radioterapia y
quimioterapia. Y volviendo a noticias locales, en estos momentos colapsa el
tráfico en la autopista sur, vamos con nuestra corresponsal en el lugar de los
hechos. Buenos días, Adriana.

Voz 2: Así es. Desde hace dos horas se presenta un embotellamiento en sentido
norte sur de esta neurálgica vía, por lo que al parecer se trata de un choque
leve. Una mujer, conductora de uno de los vehículos, un Mini Cooper rojo, se
encuentra sentada en la mitad de la calzada en estado de histeria total y con
su teléfono en la mano, al parecer la policía ha intentado persuadir a la mujer
para que dé paso al tráfico; pero esta insiste en esperar a su abogado. La fila
de vehículos es interminable. Vamos a hablar con uno de los conductores que
se ha visto perjudicado por el incidente, buenos días, señor cuánto lleva
aquí… (Fade out)

El escenario es una oficina con cuatro escritorios organizados en dos hileras, una a cada
lado; cada hilera de cara a la otra. Sobre cada escritorio hay un computador, un teléfono y
otros artículos de oficina como cuadernos, agendas, libros, etc. En el primer plano, centro
del escenario, hay una mesita con una cafetera, sobres de azúcar y vasos plásticos. Solo uno
de los escritorios, en el primer plano, derecha, está ocupado por un hombre, Gabriel, en sus
30s. Gabriel descansa su cabeza sobre la mesa, está dormido. El teléfono timbra unas

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cuantas veces antes de que Gabriel se despierte desorientado y presione un botón en el
aparato.

GABRIEL: (Recitando) Seguros Balaguera y Enciso, le habla Gabriel Arciniegas, (Se


percata de que no tiene puesta su diadema telefónica y se la pone enseguida)
Seguros Balaguera y Enciso, buenos días. Le habla Gabriel Arciniegas. Le
recuerdo que está llamada está siendo grabada y monitoreada para mejoras
en la calidad de nuestro servicio. ¿En qué le puedo servir el día de hoy?
(Pausa) Comprendo. Un choque. Sí. No fue su culpa (Leve risa) No, por su
puesto que la entiendo, claro que no fue su culpa. (Pausa) Voy a necesitar
que se calme y me diga su nombre…(Pausa) Sí señora, pero primero
necesito- (pausa) Primero necesito que- Señora- Señora si no se calma y me
da sus datos no voy a poder registrar su solicitud. Respire por favor y
responda. Nombre completo. Señora, nombre completo. Por favor,
escúcheme, necesito su nombre. Señora. (Alterado) ¡Señora, cálmese que así
no se puede, no joda! (Sereno de nuevo) ¿Puede escucharme y responder?
Nombre completo. (Digita en su computador mientras escucha) ¿Cuál va con
zeta? ¿Ninguna? Okay. (Corrige mientras lee) Ce-ci-lia Pinto. Número de
documento (Digita). Señora Cecilia, por favor permanezca en línea mientras
verifico sus datos. No me cuelgue. (Presiona un botón en su teléfono y se
retira su diadema, la cuál arroja con desprecio sobre el escritorio).

Gabriel se levanta de su puesto y estira sus brazos, bosteza, como si acabara de dejar su
cama, mira la hora. Mete la falda de su camisa en el pantalón. Bajo su escritorio encuentra
una bolsa, de la que saca una pieza de pan. Camina hacia la cafetera y se sirve un tinto.

GABRIEL: ¿Qué karma estaré pagando yo con tanta vieja loca? Tuve que haber sido por
lo menos una cucaracha en mi vida pasada.

Justo en ese momento entra afanada al escenario Dolores, una mujer joven y bonita, pero,
sobre todo, muy bien arreglada. Lleva minifalda y tacones, y cabello planchado.

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DOLORES: No, así no funciona el Karma, nadie reencarna dos veces en el mismo insecto.
(Risa falsa cubriendo sus labios)

GABRIEL: Ja, cómo madruga, ¿No? ¿Ya vio la hora? (Burlón) ¡Ah, pero cierto que es
viernes! ¿A qué hora se levanta a plancharse las mechas? ¿A las 3 de la
mañana?

DOLORES: ¡Pues sí! (Recia) Y más mechas tendrá su madre. (Mientras habla se retira su
saco y se pone una escarapela colgada en el cuello).

GABRIEL: Mi mamá perdió el cabello durante el tratamiento.

DOLORES: (Avergonzada y sincera) Lo siento, Gabriel. No sabía que su mamá-

GABRIEL: (Ríe) Pero qué fácil cae usted. Casi llora.

DOLORES: ¿Usted es idiota? Con eso no se juega.

GABRIEL: Con la comida es que no se juega. Empiece a levantarse a las 2 para que no
llegue tarde, mija. O la van a echar.

DOLORES: ¡Ay, no fue mi culpa! Mejor cállese, mijo. Hay un accidente en la autopista y
un trancón ni el verraco. (Se acerca a la cafetera) ¿Ya hay café? (Se sirve un
tinto también)

GABRIEL: Sí, claro… un accidente.

DOLORES: ¿Y a usted qué le importa? ¿Cuándo fue el ascenso, papito, que no nos invitó
a la celebración? Miguel no ha llegado tampoco. ¿A él también se la va a
montar?

GABRIEL: Yo con Miguelito no me meto.

DOLORES: Lambón. Machista.

GABRIEL: ¿Machista?

DOLORES: SÍ.

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GABRIEL: No es porque sea hombre, es por está cucho. Las canas se respetan, Dolores.

DOLORES: ¡No me diga Dolores!

GABRIEL: (Señala la escarapela de Dolores) Ahí dice Dolores.

DOLORES: (Gira su escarapela al revés) ¡Dolly, Dolly! Dígame Dolly, o no me hable,


Gabriel.

GABRIEL: ¿Dolly? Como la oveja que clonaron. Chilla igual.

Entra Miguel, un hombre mayor, con canas visibles.

DOLORES: Las ovejas balan, ignorante.

GABRIEL: Las churcas sí, pero las que se planchan las mechas como usted, chillan.

MIGUEL: Qué trancón tan verriondo.

GABRIEL: Eso me decían anoche.

DOLORES: Pagando, a cualquiera.

MIGUEL: Esa oveja murió de cáncer, ¿Sí sabían?

GABRIEL: ¿Quién?

MIGUEL: La oveja, Dolly. Pudieron clonar una oveja, pero no pudieron curarle el
cáncer. Tenía cáncer de pulmón, y nunca se fumó un cigarrillo. La ciencia vale
huevo. (Se instala en su puesto, se retira su saco y lo pone en el espaldar de
la silla)

DOLORES: ¿Usted de dónde saca esos datos tan rebuscados? (Camina hacia su
escritorio, junto al de Gabriel.)

MIGUEL: Del crucigrama chiquito y difícil, el que no trae fotos.

DOLORES: Yo ni sabía que a las ovejas les daba cáncer, mucho menos- (Se detiene.) ¿Por
qué hay otra mesa?

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GABRIEL: ¿Qué?

DOLORES: ¿Por qué hay otra mesa? Cuente. Uno, dos, tres, cuatro. A ver, bobo,
despiértese.

GABRIEL: Ah ¿No le llegó el chisme?

DOLORES: No.

GABRIEL: ¿Y el correo de recursos humanos tampoco? Ah, cierto que la señorita no


revisa correos. Como tiene corona.

DOLORES: (Nerviosa) ¿Me quiere decir algo, Gabriel? Ya lleva días con ese cuento
chimbo. ¿Cuál corona?

GABRIEL: Nada, Dolly. Forget it. Hoy tenemos compañera nueva, por eso hay otra
mesa.

DOLORES: (Sorprendida) ¿Compañera?

GABRIEL: Sí, ¿Le afecta?

DOLORES: Tan ridículo. ¿Por qué me va a afectar?

GABRIEL: No sé, de pronto tiene faldas más corticas que las suyas.

MIGUEL: Oigan, pero déjenla llegar, ¿No?

DOLORES: Si es que llega, miren la hora. Empezó con pie derecho.

MIGUEL: (Reprochando) ¿En serio, Dolores?

MIGUEL: Hoy todos llegamos tarde, Dolly. No es culpa de nadie. Es el bendito


accidente ese.

GABRIEL: Yo no llegué tarde.

DOLORES: ¿Sí ve, sapo? No era mentira, hay un accidente en la autopista.

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MIGUEL: EL accidente no es el problema. Es la señora histérica atravesada en la mitad
de la calle. Gritando por el teléfono.

GABRIEL: Va la madre con estas viejas locas.

Gabriel recuerda su llamada, se toma el tinto de un trago y corre aparatosamente hacia su


puesto.

GABRIEL: Ay, hijueputa, me quemé. (Se pone su diadema, presiona un botón.) Me


disculpo por la espera en línea, señora Cecilia. Estos procesos de verificación
pueden tardar a veces, pero ya hemos verificado. (Pausa) Sí, mire, con
respecto al lenguaje que está usando, si continúa no voy a poder procesar su
solicitud. (Pausa). Porque me está insultando. (Pausa) No, no señora, no he
prendido el radio. (Pausa) Bueno, me parece muy bien por usted. (Pausa)
¿Puede calmarse y decirme dónde está ubicada? (Pausa) Señora, mi madre
no vive en la ciudad, es imposible que usted esté allá. (Pausa) Bueno, eso ya
es muy ofensivo. Voy a tener que cortar la llamada, porque bajos estos
términos no… no, no, escúcheme usted… eso es… eso es maltrato… yo en
ningún momento- (Pausa) Le recuerdo que todo está siendo grabado, señora
Cecilia, no me amenace. (Pausa) Claro que sé quién es usted, Cecilia Torres.
(Pausa) Por favor, simplemente dígame su ubicación, y terminamos con esto.

MIGUEL: ¡Autopista sur con calle 60!

GABRIEL: Datos del vehículo siniestrado. (Pausa) (Alterado) ¡Pues por que tiene dos
carros asegurados con nosotros, señora! ¡No sé cuál fue el aporreó esta vez!
(Pausa) ¡Pues dígame los datos entonces! (Calmado) Marca del carro.

MIGUEL: ¡Mini Cooper Rojo!

GABRIEL: Placas. (Teclea). Voy a transferir sus datos a uno de nuestros representantes,
quién estará en el lugar del siniestro en minutos. Gracias. Mantenga la calma,
por favor. Un abrazo. Hasta luego.

Miguel y Dolores aplauden lentamente con la mirada puesta en Gabriel.

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GABRIEL: Qué señora tan simpática.

MIGUEL: (Sarcástico) Genio.

GABRIEL: Gracias, Miguelito. Cuando quiera le doy tips.

DOLORES: ¿Cuánto duró esa llamada en espera?

GABRIEL: No sé, el estándar.

MIGUEL: El estándar de un tinto caliente y un pan. Con la comida no se juega, Gabriel.

GRABIEL: Relax, Miguelito, no se me estrese.

DOLORES: ¿Y a usted es que no lo afectó el trancón, Gabriel?

GABRIEL: Nop.

MIGUEL: ¿Usted no llega por la autopista sur?

GABRIEL: Sí, Miguelito. Pero al que madruga Dios lo ayuda.

DOLORES: ¡Ja! ¿Usted madrugando?

MIGUEL: Yo madrugué a reclamar unos exámenes, y no pude porque el trancón ya


estaba desde temprano.

DOLORES: Gabriel, dígame una cosa. Pero sea sincero. ¿Usted durmió en la oficina
anoche?

GABRIEL: (Se ríe nervioso) ¿Qué? ¿Está loca? (Murmura) Yo qué voy a dormir en…

DOLORES: Usted fue el último en irse anoche.

MIGUEL: O en quedarse.

DOLORES: (Señala bajo el puesto de Miguel) Y ahí hay unas chanclas.

MIGUEL: (Echa un vistazo) Esas chanclas no son mías. (Las patea al centro del lugar)

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GABRIEL: (Se levanta y recoge las chanclas. Enojado.) ¡Ya! ¿Entonces qué? ¿Llegan
tarde y llegan a joder? Pónganse a trabajar, mejor, que para eso les pagan.
Yo veré dónde duermo.

Suena el teléfono de Dolores. Contesta.

MIGUEL: ¿Así de grave anda la vaina, Gabriel?

Gabriel mira fijamente a la pantalla de su computador y no responde.

MIGUEL: ¿Quiere hablar?

GABRIEL: ¿En serio le parece que quiero hablar, Miguel? ¡Míreme! ¿Esta es la cara de
un hombre que quiere hablar de sus problemas?

Suena el teléfono de Miguel. Contesta.

Fade out.

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ACTO 2

Fade in.

Gabriel, Miguel y Dolores están en sus escritorios. También está Victoria, una mujer joven,
en su nuevo puesto de trabajo, justo frente al de Gabriel, y junto a Miguel. Miguel habla por
teléfono, Dolores y Gabriel atienden el chat en sus computadoras, y Victoria lee un manual
de la empresa.

VICTORIA: ¿Me regalan su atención un momento?

Toda la ignoran.

MIGUEL: Acá nadie pide la atención. Hable y ya.

VICTORIA: Me quiero disculpar por llegar tarde.

Se escucha un murmullo de aprobación de los otros tres personajes.

DOLORES: Pues, sí, niña. No es la manera más inteligente de empezar.

GABRIEL: (Sin quitar los ojos de la pantalla) Usted también llegó tarde.

DOLORES: No, pues. El abogado de los pobres.

GABRIEL: Usted también es pobre.

VICTORIA: Sí, pero es que había un trancón en la autopista sur, y-

DOLORES: Ay, sí, ya sabemos. El bendito trancón es tendencia en las redes. Pero nadie
llegó tan tarde como usted.

VICTORIA: Es que yo venía en uno de los carros chocados.

MIGUEL: (Curioso) ¿Usted venía con la vieja loca?

VICTORIA: No, yo iba en el otro carro. Esa señora me estrelló, y el carro es de mi papá.
Tuve que esperarlo, no podía dejar el carro solo.

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DOLORES: ¿Y por qué dice ‘me estrelló? ¿No sería al revés?

GABRIEL: Yo recibí la llamada, la señora dijo textualmente ‘Le di por el culo a una
chatarra’. (A Victoria) Sin ofender. Pero puso bastante énfasis en lo de
chatarra, lo dijo como cuatro veces.

VICTORIA: Pues sí es una chatarra. Y sí fue culpa de ella, me pegó por detrás. Dicen que
venía mirando el celular.

DOLORES: Bueno, ya. No nos vaya a hacer llorar.

VICTORIA: Yo sé que es mi primer día, pero de verdad, se me salió de las manos.

GABRIEL: (Sin dejar de teclear) Eso me decían anoche.

Miguel se ríe. Timbra su teléfono, contesta.

DOLORES: ¿Quién le decía? ¿El celador? Porque usted durmió aquí anoche ¿Se
acuerda?

GABRIEL: (Afectado) Sí, Dolores. Mientras unos dormimos con el celador, otros
duermen con el supervisor, es la vida que nos toca.

DOLORES: (Se pone de pie, y levanta la voz, alterada.) ¿Va a seguir? Dígame lo que me
tiene que decir. ¡Dígamelo!

GABRIEL: Tranquila, Dolly. Take it easy.

DOLORES: Take it easy ni que culos. ¡Baboso!

MIGUEL: (Tapa la bocina del teléfono. Tranquilo, pero vehemente.) ¿Se callan la Jeta,
o se van a pelear al parqueadero como los gamines que son? Estoy
trabajando. (Sigue conversando)

GABRIEL: (En un tono más controlado) Ese man solo viene por acá los viernes en la
tarde a pretender que trabaja para irse con usted. ¿Usted cree que yo soy
pendejo?

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DOLORES: Pues sí, y bien pendejo. Jorge viene porque es el supervisor, ese es su trabajo,
y si me lleva a la casa en el carro, es porque le queda cerca. Eso es todo.

GABRIEL: Ay, ya le dice Jorge y tal.

DOLORES: Porque ya nos conocemos.

GABRIEL: ¿Y por eso se arregla mejor los viernes que el resto de los días? ¿Por eso el
pelito planchado y la minifalda con tacones? A mí no me engaña, Dolores. Yo
soy muy observador. He visto por lo menos 30 películas de detectives.

DOLORES: ¡Hoy es viernes, Gabito! La gente con vida social sale a divertirse los viernes
después del trabajo. No se quedan a dormir en la oficina, como usted.

GABRIEL: ¿Pero al fin cómo es, Dolorcitos? ¿La lleva a la casa o a divertirse? ¿O se
divierten en la casa? No entiendo.

DOLORES: No sea sapo, Gabriel. Yo sé qué es lo que usted tiene. Celos. Le duele que ya
no me vaya con usted, ¿No?

GABRIEL: Tengo mil problemas en mi vida, pero usted no es uno de ellos, Dolores. Está
orinando en la parte exterior de la bacinilla.

VICTORIA: (Toce) ¿Nos podemos quedar a dormir acá?

GABRIEL: (Un poco alterado) ¡No, niña! Esto no es un hotel. Yo me quedé a dormir en
el piso de la oficina porque estoy arruinado y mi mujer no me quiere ver, y
ya no puedo dormir dentro del carro porque lo vendí, y estoy en medio de
un divorcio, y no tengo ni familia, ni amigos, ni tierra. Soy un parío.

MIGUEL: (Cubre La bocina) Paria, Gabriel, es un paria.

GABRIEL: Esa mierda.

VICTORIA: Victoria, por favor.

GABRIEL: ¿Qué?

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VICTORIA: Por favor, no me digan niña. Me llamo Victoria, se los dije cuando llegué. Dos
veces.

GABRIEL: Qué pena, Victoria.

DOLORES: Pensé que era Gloria.

Todos permanecen en silencio por unos cuantos segundos, Miguel cuelga el teléfono
lentamente.

MIGUEL: (Se pone de pie) Son casi las doce. ¿Salimos a almorzar, Dolly?

Dolores se levanta de su puesto, y toma su bolso.

MIGUEL: ¿Niña?

VICTORIA: Sí, gracias.

GABRIEL: ¡Victoria! Niña no le gusta.

MIGUEL: ¿Y usted?

GABRIEL: Yo tengo almuerzo.

MIGUEL: No, pero el que tiene en las tripas desde ayer no cuenta.

GABRIEL: Yo tengo almuerzo, Miguel.

Miguel y Dolores salen adelante y Victoria los sigue, pero se detiene y vuelve hacia Gabriel.

VICTORIA: Siento mucho que le esté pasando eso. No vuelvo a preguntar estupideces.
Quería cambiar el tema.

GABRIEL: No. Discúlpeme usted.

VICTORIA: ¿Sale a almorzar?

GABRIEL: No, yo me quedo.

Victoria va hacia su puesto y de su bolso saca un recipiente envuelto en una bolsa.

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VICTORIA: Yo traje almuerzo, pero también quiero socializar, así que voy a ir con ellos.
Si me puede hacer el favor de comérselo, se lo agradezco.

GABRIEL: (La mira fijamente, y finalmente recibe la bolsa) Está bien, pero solo porque
es nueva.

VICTORIA: Gracias.

GABRIEL: Me debe una.

Victoria sonríe. Da media vuelta para salir.

GABRIEL: ¿Y por qué no socializa conmigo? Tengo pan. (Saca una bosa de debajo de su
mesa) Y le puedo contar cómo son las cosas acá.

VICTORIA: (Sarcástica) Pues ya aprendí bastante en los últimos dos minutos.

GABRIEL: Pero le puedo enseñar más.

VICTORIA: No quiero saber más sobre quién duerme con quién, por favor.

GABRIEL: (Se levanta y acerca la silla de Victoria a su escritorio) O.K. Sin chismes de
catre. Aunque Miguelito, ahí donde lo ve…

VICTORIA: ¡Ay no! Me voy.

GABRIEL: Mentira, mentira. No sé nada de Miguel. Ese nunca cuenta nada.

VICTORIA: (Se sienta) Y ustedes deberían seguir el ejemplo.

GABRIEL: Creo que ya es tarde para eso. Ya todos saben lo mío con el celador.

Los dos ríen.

GABRIEL: ¿Y usted cómo llegó acá? ¿Contactos?

VICTORIA: Suerte, me imagino.

Gabriel le ofrece pan de la bolsa. Victoria acepta.

GABRIEL: ¿Por qué suerte? (Come pan)

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VICTORIA: Porque no tengo experiencia.

GABRIEL: Pero si no tiene experiencia, debe tener contactos.

VICTORIA: Bueno, sí. Mi mamá es amiga de Miguel, estudiaron juntos. Él me recomendó


porque mi mamá le suplicó, pero él ni me conoce.

GABRIEL: Vea, pues.

VICTORIA: Se supone que él me va a entrenar antes de irse.

GABRIEL: (Intrigado) ¿Antes de irse para dónde?

VICTORIA: Ay no, no debí abrir la boca.

GABRIEL: Si ya carraspeó, escúpalo. No me deje a medias.

VICTORIA: Por favor, no le diga a nadie que yo le conté. Prométalo. (Le ofrece el dedo
meñique)

Gabriel duda un instante y toma el dedo de victoria entre su pulgar y su índice.

VICTORIA: No, tonto. Con su meñique, es una promesa de meñique.

GABRIEL: (Sujetando el dedo de Victoria) Que me caiga la ruina si le cuento a alguien.

VICTORIA: (Ríe) Esa no es garantía ya expiró, pero bueno.

GABRIEL: (Suelta el dedo) Madure.

VICTORIA: Solo sé que se va en tres meses, y no me pregunte por qué. No sé.

GABRIEL: Pues por que está viejo, ¿Por qué más va a hacer? Estará cansado de venir
acá todos los días y vernos la jeta. (Toma la bolsa que le dio Victoria, de la
cuál saca un recipiente). ¿Puedo?

VICTORIA: Sí, hágale. Por lo que sea, lo importante es que no quiere que nadie sepa.

GABRIEL: Pues eso si es raro, igual nos vamos a enterar. Pero mi boca es una tumba.

VICTORIA: Bueno.

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GABRIEL: Lamento que haya escuchado lo de Dolores. Es que… es una historia larga.
(Destapa el recipiente) Mute.

VICTORIA: Sí. ¿No le gusta?

GABRIEL: Está frío.

VICTORIA: ¿No hay un microondas?

GABRIEL: No.

VICTORIA: Solo a mi mamá se le ocurre mute para llevar al trabajo. Yo me llevo eso…

GABRIEL: ¡No! (Come directamente de la taza) Mi estómago es una tumba también.

Victoria ríe.

GABRIEL: (Ríe, casi atragantándose) Ya toqué fondo durmiendo acá, una sopa fría no
es nada comparada con ese piso tan duro.

VICTORIA: ¿El piso o el celador?

GABRIEL: ¡Oiga! Aprende rápido.

Los dos ríen.

VICTORIA: ¿Y tan grave es lo suyo?

GABRIEL: No, ni tanto. Nada que no cure un par de balotos.

VICTORIA: (Ríe) ¿Y ya la compró?

GABRIEL: No. Pero ya mañana es quincena.

Fade out.

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ACTO 3

Fade in.

Victoria y Gabriel permanecen juntos en el mismo lugar. Ya han terminado de comer. Ambos
ríen. En ese momento entra Dolores. Quién los mira estática por unos segundos desde la
entrada sin ser vista aún. Camina hasta su puesto.

DOLORES: (Casi gritando) Bueno, la recochita la pueden seguir afuera.

GABRIEL: Estamos en hora de almuerzo.

DOLORES: Y yo necesito llamar a unos clientes.

GABRIEL: ¿Y desde cuando le importa tanto el trabajo?

VICTORIA: Ya, Gabriel. No importa, hablamos luego. (Lleva la silla a su puesto)

DOLORES: Hágale caso a la niña, sea inteligente.

VICTORIA: Victoria, por favor.

DOLORES: (Sínica) ¿Perdón?

VICTORIA: Dolores, ya le dije. Mi nombre es Victoria.

GABRIEL: No le diga Dolores, le gusta más Dolly. Como la oveja que clonaron.

DOLORES: Gracias, Gabriel.

GABRIEL: Gabo, como el Nobel.

Victoria ríe contenidamente.

GABRIEL: ¿Te puedo decir Vicky, como la periodista?

DOLORES: (Entre risas) Mejor no.

GABRIEL: Somos, Dolly, Gabo y Vicky. ¡Beautiful!

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VICTORIA: Dolly-

DOLORES: (Cortante) ¿Sabe qué? Dolores para usted.

VICTORIA: OK… Dolores. ¿Miguel estaba con usted?

DOLORES: Lo llamaron de la clínica. Se fue por unos exámenes.

VICTORIA: ¿Sabe si vuelve?

DOLORES: No sé. No soy su secretaria.

VICTORIA: Es que se supone que él me va a entrenar.

DOLORES: Pensé que Gabrielito se había ofrecido.

GABRIEL: Miguel es el que se va, no yo.

Victoria lanza una mirada acusadora a Gabriel.

DOLORES: ¿Miguel se va?

GABRIEL: (Nervioso) Sí. No. No sé. ¿Yo qué voy a saber? De pronto se va, de pronto no,
de pronto lo mandaron para otro lado, de pronto pidió un permiso. No sé.
¿Por qué me pregunta a mí? Pregúntele a él. Ahora me tengo que saber la
vida de todos, pues. ¡A trabajar, mejor!

Suena el teléfono de Gabriel.

GABRIEL: (Se pone la diadema) ¡Aló! Perdón. Seguros Balaguera y Enciso, buenas
tardes… (continúa).

Dolores se levanta y camina lentamente hacia el puesto de victoria.

DOLORES: ¿Para dónde se va Miguel?

VICTORIA: No sé de qué me habla.

DOLORES: ¿Usted lo va a reemplazar?

VICTORIA: Sé que me va a entrenar.

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DOLORES: No empecemos con secreticos, Vicky.

VICTORIA: Mire, se lo juro que no sé. Pregúntele usted misma cuando vuelva.

Dolores da media vuelta y camina hacia su puesto.

VICTORIA: O pregúntele al supervisor.

Dolores se gira y la observa con ira contenida.

VICTORIA: (Trata de enmendar) Pues… cuando venga esta tarde, quiero decir. En un…
ambiente completamente laboral, y normal. No insinúo que ustedes no
compartan un ambiente normal, quiero decir que... Como a cualquier
empleado o jefe. ¿Usted sabe la clave del wifi?

DOLORES: (Camina lentamente hacia Victoria) Entonces usted viene acá con
chismecitos a sembrar discordias, ¿No?

VICTORIA: No, mire, yo solo sé que él se va, punto. No sé los detalles. Tal vez se jubila,
no sé. Yo acabo de llegar.

GABRIEL: (Se retira su diadema) ¡Bueno, ya, Dolores! Déjela en paz.

DOLORES: ¿Perdón?

GABRIEL: Que deje el chisme. Si Miguel no ha contado nada es porque no quiere que
sepamos.

DOLORES: (Mira su reloj). ¿No han pasado ni las primeras ocho horas y ya se enamoró?,
¡Amarre ese burro, papito! (A Victoria) Usted no se ilusione. Él es así con
todas al principio. Además, ya está casado.

GABRIEL: Victoria, no le pare bolas.

DOLORES: ¿Ah, no está casado?

GABRIEL: Ese no es el tema.

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DOLORES: Así era conmigo cuando yo llegué. Puras atenciones (Burlona) ‘¿Qué
necesitas?, ¿Tienes preguntas? ¿Te ayudo con algo? Puedes contar conmigo.
¿Quieres un café? ¿Espero que nos podamos llevar bien? ¿Te enseño a
manejar excel? Sería chévere compartir en otro lugar.’

Victoria agacha su cabeza y pretende leer, abochornada.

GABRIEL: Ya, párela, Dolores.

DOLORES: Pero eso un día se le pasa y se olvida de usted cuando encuentre algo más
interesante, y la termina tratando como a un trapo.

GABRIEL: ¡Yo a usted nunca la traté mal!

DOLORES: Ah, ¿no? La indiferencia también es maltrato, Gabriel.

GABRIEL: ¿Y qué quería? Yo no tenía un Audi como el supervisor.

VICTORIA: (Despectiva) ¿Un Audi?

DOLORES: ¡Usted se casó, idiota!

GABRIEL: Usted nunca quiso nada serio conmigo.

VICTORIA: (Se levanta) Bueno, creo que los dejo solos un rato.

DOLORES: ¡No! ¡Siéntese y aprenda!

Victoria se sienta.

DOLORES: Yo sí quería algo serio. Pero usted es un cobarde egoísta que no quiere
arriesgar. (A Victoria) ¿Sabe por qué está casado? Porque embarazó a una
vieja. Ya, eso fue todo lo que hizo falta. Y ya se está divorciando. La niña tiene
2 añitos, ni siquiera camina.

VICTORIA: ¿Y qué dice el pediatra?

GABRIEL: Ya camina, hablar es lo que se le dificulta.

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DOLORES: Entonces ahora vive muerto de celos cada vez que saludo a alguien. ¿Sabe
cómo se llama eso, Vicky? Karma.

GABRIEL: ¿Celos? ¿Celoso yo?

Jorge, el supervisor, entra por la puerta. Es un hombre maduro, muy elegante.

JORGE: Buenas tardes.

Dolores se seca las lágrimas que ya empezaban a brotar de sus ojos y vuelve a su puesto.

GABRIEL: (Con ironía) Ingeniero Jorge, ¿Usted un viernes por acá? ¡Qué sorpresa!

DOLORES: (Sonriente ahora) Buenas tardes, Jorge, ¿cómo está?

JORGE: Buenas tardes, Dolly.

VICTORIA: Buenas tardes.

JORGE: Sí, Gabriel. Como de costumbre. (A Victoria) Tú debes ser Victoria.

VICTORIA: (Se levanta) Sí señor. Mucho gusto.

JORGE: No, no, no te levantes. ¿Hoy empezaste?

VICTORIA: Sí señor.

JORGE: ¿Cómo te has sentido?

VICTORIA: Bien…

JORGE: ¿Cómo te tratan tus nuevos compañeros?

DOLORES: No hemos tenido tiempo de enseñarle mucho, es que llegó un poquito tarde.

GABRIEL: Todos llegamos tarde hoy, ingeniero. Había un trancón terrible en la


autopista.

DOLORES: Que ella misma causó.

JORGE: Ah, sí, eso supe. ¿Tú estabas ahí?

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VICTORIA: Sí señor. Pero no fue mi culpa. Me dieron por detrás.

DOLORES: ¿Algún comentario, Gabriel?

Gabriel la ignora.

JORGE: ¿Y Miguel?

DOLORES: Tuvo que ir al médico por unos resultados.

JORGE: Muchachos, aprovecho que no está. Miguel nos deja por motivos que él ya
les compartirá, y Victoria va a tomar su puesto apenas él se vaya. Les pido
colaboración y trabajo en equipo para que Victoria pueda acoplarse cuanto
antes, por favor.

DOLORES: Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, Jorge. Yo ya le estuve dando
unos tips muy útiles. ¿Cierto, Vicky?

VICTORIA: Sí. Gracias, Dolly.

JORGE: Victoria, ya que no está Miguel, acompáñame por un café y yo te pongo al


tanto de algunas cosas.

DOLORES: Jorge, una pregunta. Esta noche…

JORGE: (Cortante) Dolores, ahorita estoy ocupado con Victoria. Hablamos en un


momento. Si es algo de la empresa, escríbame un correo, y yo lo leo esta
noche, en mi casa. Aprovechando que voy a trabajar hasta tarde. (La observa
de arriba abajo). Muchachos, a propósito. A partir del próximo mes vamos a
tener uniformes. Queremos darles un aspecto más profesional a las oficinas.
(A Victoria) ¿Me acompañas?

Victoria se levanta tímida y sale con Jorge.

GABRIEL: ¿Trabajar hasta tarde? ¿Un viernes? Increíble, El ingeniero tampoco tiene
vida social. Y el empalme fue de una. ¿Sí vio, Dolly? no hubo ningún tipo de
transición. (Se levanta y camina hasta la mesita del café, se sirve uno.)

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Tomémonos un cafecito para pasar este trago amargo. Lo del uniforme fue
la cereza del pastel. Pero a mí me sirve, así no se nota que me pongo la misma
ropa todos los días.

Dolores se levanta y camina hacia Gabriel, quien le ofrece un café. Dolores lo recibe, lo mira
y lo mira fijamente a la cara mientras toma un pequeño sorbo.

GABRIEL: ¿Entonces? Que nos una la desgracia, Dolly. (Levanta su vasito para brindar)

Dolores arroja el café a Gabriel a la cara, Gabriel trata de retroceder y también se echa su
propio café encima. Dolores lo sujeta del cuello con firmeza y le habla casi al oído.

DOLORES: Cada quién con su desgracia, Gabito.

GABRIEL: (Petrificado) Dolores…. Me…. Me quemó la cara.

DOLORES: ¿Cómo?

GABRIEL: Dolly, ¿Qué le pasa?

DOLORES: ¿Que qué me pasa? ¿Quiere qué saber qué me pasa? (Entre llanto) ¿Le
parece lo que acabó de ver?

GABRIEL: ¿De qué habla?

DOLORES: ¿Le parece muy chistoso?

GABRIEL: Pues… no me obligue a mentirle.

DOLORES: (Conteniendo el llanto) Primero usted, y ahora este idiota.

GABRIEL: Dolores…

DOLORES: Lleva toda la semana evitándome, y se larga con la idiota esa.

GABRIEL: Pero están hablando de trabajo, Dolores.

DOLORES: ¿También lo va a defender a él?

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GABRIEL: Dolores, yo pensé que usted me tenía de vacile y ya. Que yo era su juguete
sexual.

DOLORES: ¿Y por qué? ¿No puedo querer una pareja estable, algo de verdad?

GABRIEL: No, no es eso. Dolores, ese man es un imbécil, usted debió darse cuenta
antes de meterse con él. ¿O usted cree que en cada oficina no tiene su
amiguita?

DOLORES: Yo pensaba que era diferente. No sé qué voy a hacer.

GABRIEL: No crea que sus problemas son los más graves. Yo me voy a divorciar, no me
van a dar la custodia de mi hija, y ya estoy que piso los cuarenta. Ni si quiera
he comprado un X-box. Siempre he querido un X-box… Y aprender Karate.

DOLORES: ¿Usted me quería, Gabriel?

GABRIEL: Pues sí.

Se escucha la voz de Jorge que regresa con Victoria.

JORGE: (Off) ¿Dónde vives, Victoria?

VICTORIA: Cerca al centro…

Dolores siente la presencia de Jorge y besa apasionadamente a Gabriel en los labios. Jorge
y Victoria, ya adentro, observan atónitos. Victoria cubre su boca en asombro. Gabriel se
aparta de Dolores casi que de un empujón.

JORGE: Muchachos… Este definitivamente no es el lugar ideal…

DOLORES: (Aleja a Gabriel de un empujón) Ay, qué pena, ingeniero. ¿Me decía?

JORGE: Esto es inapropiado, Dolores.

GABRIEL: Ingeniero, qué pena--

DOLORES: ¿Pero por qué? ¿Le molestan las muestras de afecto en el lugar de trabajo?

JORGE: Dolores, no me molestan. Es política de-

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DOLORES: ¿Y dónde no le molestan? ¿En el parqueadero está bien?

JORGE: Dolores, no entiendo.

DOLORES: Esas sí son apropiadas, ¿Verdad?

GABRIEL: Dolores, no las cague.

JORGE: ¿Podemos hablar afuera?

DOLORES: (Completamente alterada) ¡No podemos hablar afuera! ¡No podemos hablar
en ningún lado! ¿Sabe qué? Le voy a hacer caso, ingeniero, porque
comprendo que usted tiene una agenda muy apretada. Le voy a escribir su
correíto. (Va rápido a su escritorio, da un par de clics en su computador)

Victoria se quita del camino y se refugia en su escritorio. Durante las siguientes acciones,
entra Miguel sin decir palabra y se dirige a su escritorio donde se sienta. Nadie advierte su
llegada, o por lo menos nadie muestra interés.

DOLORES: (Teclea y lee en voz alta) Estimados miembros de la junta directiva, de


Seguros Balaguera y Enciso. Me permito mediante este mensaje compartir
con ustedes mi opinión personal y profesional del supervisor Jorge Andrade,
quién además de mi superior inmediato durante estos tres años, también ha
sido mi amante durante los últimos 18 meses. (A Jorge) Sí, yo cuento los
meses, así de idiota soy. (Teclea) Un pésimo amante, además de todo.

JORGE: ¡Dolores!

DOLORES: Tan mal amante, que tiene que usar su cargo para ligar con mujeres. Tan mal
amante que aprendí cargar una cartilla de sudokus pasar las tres horas y
cuarenta minutos de motel que siempre le sobraban.

JORGE: ¡Deje esa estupidez ya, si quiere conservar su empleo! Es una orden.

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DOLORES: (Ríe) ¿Una orden? No me haga reír, Jorge, que tengo los labios cortados. ¿Le
parece estúpido? (Jocosa) ¿O será que Jorge el curioso está aprendiendo que
sus actos tienen consecuencias?

JORGE: Usted no me va a chantajear con esto, se lo advierto.

DOLORES: No, señor, esto no es un chantaje. Esto no lo arregla con plata.

JORGE: Usted me buscó, Dolores, hasta que me encontró. Ni siquiera me tuve que
esforzar.

Dolores se levanta de un brinco y se lanza a darle un golpe a Jorge. Gabriel logra


interceptarla y la sujeta.

GABRIEL: (La abraza) No, no, no, Dolores. Esto no le conviene. Cálmese.

Dolores se calma, respira profundamente.

JORGE: ¡Ofrecida!

Gabriel se gira y ahora es él quién le da un golpe en la cara a Jorge; este cae al suelo
adolorido. Gabriel comprende la gravedad de lo ocurrido y corre enseguida a ayudar a
levantar a Jorge.

GABRIEL: Perdóneme, jefe, perdóneme. Fue el instinto. Yo no le quería pegar. ¿Está


bien?

JORGE: (Ofuscado se reincorpora) ¿Usted se va a jugar su empleo por esta


cualquiera?

Gabriel arremete con otro golpe y Jorge cae por segunda vez.

VICTORIA: ¡Gabriel, no más!

Dolores Corre hacia Gabriel y lo besa. Gabriel la aparta. Jorge se reincorpora, se cubre su
rostro con una mano.

GABRIEL: ¿Se da cuenta lo que me hizo hacer?

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Miguel se levanta de su silla con un papel en la mano y camina hacia la mesita del café.

JORGE: Se van a arrepentir de esto. ¡Ambos! No los van a contratar ni para barrer las
calles.

GABRIEL: Ingeniero, por favor, hablemos, ¿Sí? Dolores, consiga hielo.

DOLORES: Ningún hablemos, Gabriel. Se lo merece por desgraciado.

GABRIEL: Por su culpa me voy a quedar sin trabajo.

VICTORIA: (A Miguel) Miguel, haga algo, por favor.

Miguel se sirve un café, ignora totalmente a Victoria. Observa el papel que tiene en la mano.
Se sienta en la silla de Gabriel.

DOLORES: Si a nosotros nos va mal, a usted no le va a ir mejor. Usted es culpable de


todo esto. Sin nos echan, que nos echen a todos.

VICTORIA: ¡Yo no hice nada!

GABRIEL: Doctor, Ingeniero. Hagamos una cosa. Pégueme. Dos veces. (Se para frente
a Jorge y cierra los ojos.)

JORGE: Ni crea que va a ser tan sencillo.

GABRIEL: Tres veces. Yo le pegue dos, usted me pega tres. Y dejamos así, ¿Sí?

JORGE: No, Gabriel. Esto no lo vamos a arreglar a su manera, vamos a dejar que
recursos humanos—(Casi que involuntariamente lanza un golpe a la cara de
Gabriel que no lo logra derribar)

GABRIEL: (Se lanza al piso de forma dramática) Ay, mi ojo. Qué dolor. Va uno,
ingeniero. Faltan dos. (Se pone de pie nuevamente.)

VICTORIA: Ya por favor, no se golpeen más.

JORGE: Esto está mal, Victoria tiene razón. Además yo no le pegué tan duro.

GABRIEL: Pero me tumbó.

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JORGE: Usted se dejó caer. La empresa se comunicará con usted. (Se retira).

DOLORES: Usted acabó de golpear un subordinado.

VICTORIA: Esa no es la forma de resolver un conflicto, ingeniero.

Jorge regresa. Se para frente a Gabriel y lo observa fijamente a los ojos. Jorge tiene un hilo
de sangre que baja desde una de sus cejas.

JORGE: Me quedan dos golpes. (Se retira el saco)

GABRIEL: Uno.

JORGE: Usted dijo que le podía pegar tres veces.

GABRIEL: Ese tren ya partió, ingeniero. Golpe con golpe.

JORGE: Bueno. Uno. (Se recoge las mangas de la camisa, se ubica frente a Gabriel y
da tres pasos hacia atrás).

VICTORIA: Sin impulso.

JORGE: Yo no tomé impulso.

Jorge vuelve a su lugar.

DOLORES: No puede golpear la nariz. De pronto se la parte.

GABRIEL: Sí, yo le pegué en la ceja.

Jorge levanta su mano empuñada. Transcurren unos 6 segundos en silencio. Gabriel cierra
aprieta sus ojos.

MIGUEL: (Aún sentado en el puesto de Gabriel) ¿Saben qué es lo chistoso de todo?


(Saca una cajetilla de cigarrillos y enciende uno).

Ahora todos escuchan a Miguel.

JORGE: (Con la mano empuñada) Le recuerdo que nuestras oficinas son espacios
libres de humo, Miguel. Respete a sus compañeros.

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MIGUEL: ¡Nunca! Nunca en mi vida me fumé un cigarrillo.

Miguel da un chupón al cigarrillo, lo ahoga en su café, saca un arma de su pretina y se


apunta en la frente. Las luces se apagan a la vez que suena el disparo.

Las luces se encienden muy lentamente. Todos están en la misma posición a excepción de
Miguel que yace sin vida sobre el escritorio de Gabriel. Verónica huye del lugar despavorida.
Dolores se cubre el rostro y se acurruca. Jorge baja su mano. Gabriel se acerca lentamente
al cuerpo de Miguel. El silencio reina en el lugar por unos instantes.

GABRIEL: Igual que Dolly, la oveja que clonaron.

Fade out.

Yeisson Rodríguez Escobar

Shanghái, China

2019

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