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DUELO AMUERTE

Personajes:
El ofensor, un tipo que maldita las ganas tiene de batirse.
El ofendido, un caballero de capa y espada, con más espada que capa, y con unas locas de
ganas asistir al entierro del ofensor, el que finalmente encuentra como sustituir el cadáver.

- Caballero, es usted un villano…


- Y usted un caballero, señor villano
- He venido a retarlo
- Pues yo preferiría que en vez de retarme me rotara, porque llevo varias horas en este
sitio, y necesito rotación…
- Lo reto a un duelo…
- Y yo lo invito a otro. Esta mañana murió un tío mío...
- Mi reto es a muerte…
- Eso, eso, el duelo al que lo estoy invitando es de muerte también, es por la muerte de mi
tío…
- Ha ofendido usted mi honor…
- Honor que usted me hace...
- Y las ofensas se lavan con sangre...
- Es que hay escasez de detergentes...?
- No señor, hay escasez de caballeros ...
- Estarán en el baño...
- Estarán en la porra…
- En el baño de la porra, entonces...
- No señor, en la porra. Le mataré a usted...
- A mí?
- ¡A usted, si señor!
- Y a eso le llama usted un duelo...?
- Si señor, un duelo. El nuestro. Y una muerte: la suya.
- Si prefiere usted cambiar, le acepto el duelo para mi y la muerte para usted.
- De ninguna manera. El que morirá será usted.
- Cuándo?
- Cuando nos batamos.
- ¿En batidora?
- En baticuernos. Le he invitado a un duelo. o no me entendió?
- Pues sí. Le entendí. Me ha invitado usted a un duelo.
- Eso. Un duelo.
- Pero yo no he aceptado la invitación.
- Porque usted es un cobarde.
- Eso sí, cobardisimo. ¿Sabe usted que le tengo miedo a los ratones?
- Pues morirá como un ratón. ¿Qué arma prefiere?
- Queso.
- ¿Queso?
- Si señor, queso.
- El queso no es un arma.
- Pero si voy a morir como un ratón, el queso me combinara muy bien.
- Lo invito a espadas.
- Yo preferiría copas.
- ¿Habla usted de armas?
- No, hablo de naipes.
- ¿Maneja usted el florete?
- El florete no, pero el soplete sí. Cuando chico trabajé de herrero.
- ¿Tiene usted padrinos?
- Uno solo, pero está muy viejo. Y mi madrina tiene un reuma que no la deja caminar, ¿por
qué?
- Porque para batirnos necesitamos testigos.
- Para qué?
- Para que vean que le mato a usted en buena lid.
- Buena lid para quién?
- Para mi honor.
- Que tiene su honor?
- Que está manchado.
- No ha probado usted a mandarlo a una lavandería?
- No, la mancha de mi honor se lava solo con sangre.
- Pues le va a quitar usted a su honor una mancha gris o negra y le va a dejar una mancha
roja. Y a propósito ¿Quién le manchó su honor?
- Usted, villano ...
- Yo? ¿Cuándo?
- Mi mujer le ama a usted.
- ¿Su mujer? Óigame, pues ahora me entero...
- Es usted un villano...
- ¿Y quién es su mujer, si se puede saber?
- ¿Conoce usted a la señora del segundo piso, derecha?
- La gorda?
- Esa, la gorda.
- Cuál de las gordas? porque hay dos... ¿La fea de pelo negro o la feísima de pelo
amarillento?
- La feísima de pelo amarillento, esa es mi mujer, la fea de pelo negro es solo mi cuñada...
- Se refiere a ese esperpento que se llama rebuznona o algo por el estilo...?
- Esa, Robustiana…
- Hombre, pero si eso no es una mujer. Es un engendro. Con decirle que en el Año
Internacional de la Mujer la dejaron fuera para hacerle un año especial para ella sola, por
lo fea...
- Pues mi mujer le ama...
- Pues si eso mancha su honor, se ha salvado usted, porque no tengo el menor interés de
macharlo.
- ¿Es que la desprecia usted?
- El desprecio yo y la desprecia hasta Drácula saliendo de su tumba muerto de hambre y
hallando a su mujer desangrada...
- Pues precisamente por ello le reto a usted a muerte...
- Por Drácula?
- No señor, por mi mujer. O la acepta usted, o lo mato.
- Señor mío. Si es que su mujer no me gusta.
- Ni a usted, ni a mí, ni a nadie. De ahí que amándole ella a usted y queriendo yo endosarle
semejante fenómeno de feria a quien se cruce por mi camino, lo conmino a que la acepte.
- Primero la muerte.
- Pues le matare.
- ¿Y no encuentra más fácil matarla a ella?
- Por infiel?
- No, por gorda y por fea.
- Pues si viera usted que no es mala idea. Le daré una muerte doble. La matare primero
por gorda y luego por fea.
- Yo le aconsejaría que lo hiciera a la inversa.
- ¿A la inversa?
- Si señor, a la inversa. Mátela usted primero por fea y luego por gorda.
- Y qué diferencia hay?
- Pues si la mata usted por gorda primero, se le pondrá más fea aun después de muerta y
tendrá que matarla más fuerte por lo fea.
- Tiene usted razón. Seguiré su consejo. La matare primero por gorda y luego por fea.
- Eso, como le he indicado.
- Ha sido usted muy amable.
- Y usted muy atento.
- Le quedo a usted muy agradecido.
- No tiene usted que agradecerlo.
- Muchas gracias.
- No hay de qué.

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