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La Vida Cruzcentrica - C. J. Mahaney
La Vida Cruzcentrica - C. J. Mahaney
CRUZCÉNTRICA
LO PRINCIPAL DE
MANTENER EL EVANGELIO
La vida cruzcéntrica
Publicado por
Editorial Unilit
Miami, Fl 33172
ISBN: 978-0-7899-5765-8
www.unilitebooks.com
www.dpztechnology.com
«Nosotros nunca vamos más allá del mensaje de la cruz. C.J.
Mahaney aplica esta verdad en una poderosa y atractiva manera.
Este es un libro para cada cristiano y me complace recomendarlo».
JERRY BRIDGES, AUTOR DE EN POS DE LA SANTIDAD
«Una y otra vez, por su vida y escritos, C.J. Mahaney me ha llamado
a la posición central de la cruz. Amo más a Cristo debido a su
precioso ministerio».
JOHN PIPER, AUTOR DE LOS PELIGROS DEL DELEITE
«Cada Timoteo necesita un Pablo. C.J. Mahaney es el mío… y este
libro contiene su mensaje de vida. Léalo y permita que Dios reajuste
su vida».
JOSHUA HARRIS, PASTOR Y AUTOR DE
LE DIJE ADIÓS A LAS CITAS AMOROSAS
«Mi amigo C.J. Mahaney tiene una pasión por Jesús y su pueblo.
Vive centrado en la cruz y está, por lo tanto, calificado para hablar
de esto. Permita que C.J camine con usted a través del poder
transformador del evangelio. Estará renovado… y profundamente
agradecido por la gracia de Dios».
RANDY ALCORN, AUTOR DE
EL PRINCIPIO DEL TESORO Y CARTAS SECRETAS
«Este bíblico y práctico libro escrito por un sabio y piadoso hombre
me ayudó a mí, así como ayudará a otros, a triunfar sobre dañinos
patrones de pensamiento acerca de nuestra vida diaria como
cristianos y a enfocarnos en la obra consumada de Cristo en la
cruz».
WAYNE GRUDEM, PROFESOR INVESTIGADOR
DE BIBLIA Y TEOLOGÍA, SEMINARIO PHOENIX,
SCOTTSDALE, AZ
A Carolyn
Aparte del Salvador,
no he recibido mayor regalo
de Dios que tu amor.
¡Cuán bella eres, amada mía!
¡Cuán bella eres!
Cautivante mi corazón, hermana y novia mía.
CANTARES 4:1, 9
CONTENIDO
CAPÍTULO 1
Repita lo obvio
La verdad más importante es
la que olvidamos con más facilidad
CAPÍTULO 2
¿En qué está centrada su vida?
Por qué la cruz debe definir nuestra vida
CAPÍTULO 3
Rompamos las reglas del legalismo
Cómo la cruz lo rescata de la trampa del
desempeño
CAPÍTULO 4
Descargue la condenación
Cómo la cruz elimina la culpa y la vergüenza
CAPÍTULO 5
Lo que siente contra lo que es real
Base su fe en la obra consumada de Cristo en la
cruz
CAPÍTULO 6
El día centrado en la cruz
Maneras prácticas para centrar cada día
alrededor de la cruz
CAPÍTULO 7
Nunca lo pase por alto
Ponga este libro en un estante, ¡pero no su
mensaje!
Notas
REPITA LO OBVIO
LA VERDAD MÁS IMPORTANTE
ES LA QUE OLVIDAMOS
CON MÁS FACILIDAD
EL MENSAJE
El apóstol Pablo reconoció el peligro universal de olvidar lo que es
más importante. Se negó a que lo apartaran del evangelio.
La cruz era el plato fuerte de la teología de Pablo. No era
simplemente uno de los mensajes de Pablo; era el mensaje. También
enseñó sobre otras cosas, pero cualquier cosa que enseñara procedía
y se relacionaba con la realidad básica de que Jesucristo murió de
manera que los pecadores se reconciliaran con Dios y recibieran el
perdón de Dios.
El teólogo D.A. Carson escribió de Pablo: «Él no podía hablar
mucho acerca del gozo cristiano, ni de la ética, ni del compañerismo
cristiano, ni de la doctrina cristiana de Dios, ni de ninguna otra cosa,
sin finalmente vincularlo a la cruz. Pablo estaba centrado en el
evangelio; estaba centrado en la cruz»1.
Desde su primera epístola hasta su carta final a Timoteo, Pablo
mantuvo la muerte expiatoria y resurrección de Jesús en el centro de
su enseñanza. Se propuso «no saber de cosa alguna, excepto de
Jesucristo, y de éste crucificado» (1 Corintios 2:2).
Y esto tampoco era una fría fórmula teológica. Pablo vivió su
vida centrada en la cruz porque la cruz salvó y transformó su propia
vida.
Escribiendo treinta años después de su conversión, los recuerdos
de Pablo de lo que había hecho y lo que Dios hizo por él,
permanecían en el primer plano de su mente. «Anteriormente, yo era
un blasfemo, un perseguidor y un insolente» le escribió a Timoteo,
«pero Dios tuvo misericordia de mí» (1 Timoteo 1:13).
NUNCA SE OLVIDA
Puedo relacionar el asombro de Pablo en ser objeto de misericordia.
Viví en la misma zona de Maryland desde que era un muchacho. Es
difícil que pase un mes sin que no recuerde quién fui una vez.
Antes que Dios me salvara en 1972, yo también era un blasfemo.
Vivía para mí y mi propio placer. Vivía en rebelión contra Dios y
me burlaba de quienes lo seguían. Pasé mis años de estudios
secundarios y universitarios inmerso profundamente en la cultura
local de la droga.
A veces, tarde en la noche, mis amigos y yo buscábamos lugares
tranquilos y solitarios donde podríamos drogarnos con seguridad. En
más de una ocasión fue en un monumento del Distrito de Columbia.
Otras veces fue en una pacífica calle debajo de gruesos y enormes
árboles. O incluso en la terminal de lo que en ese entonces era un
poco usado aeropuerto llamado Dulles, donde las puertas
permanecían abiertas después que terminaban los vuelos del día y
nos podíamos trasladar a través del casi desierto y angosto pasillo de
un edificio.
Pronto, algún día, estaría de nuevo cerca de uno de esos lugares y
los recuerdos me inundarían otra vez. Recordaría lo que fui en una
ocasión y me acordaría de lo que era ahora.
A menudo mis ojos se llenan de lágrimas por los recuerdos de mis
locuras y pecado. Y en ese mismo instante, mi corazón estará lleno
de un gozo santo e inexplicable. ¡Ya no soy el mismo! Mediante la
obra consumada de Cristo en la cruz, he sido perdonado de los
incontables pecados que he cometido.
«Dichoso aquel», escribió David, «a quien el Señor no toma en
cuenta su maldad» (Salmo 32:2). Esta verdad hace eco a través de
mi alma, resonando en lugares tan lejanos y profundos a los que no
puede llegar ninguna droga.
Mucha gente hoy trata de huir del pasado. Supongo que yo podría
intentarlo también, al dejar la ciudad natal que guarda tantos
recuerdos de mi maldad. Sin embargo, considero que la vida aquí es
un don de Dios. Los regulares recuerdos de mi pasado son preciosos
para mí.
¿Por qué? Porque, al igual que Pablo, nunca deseo olvidar la gran
misericordia mostrada en mí.
PIERDA SU EQUIPAJE
El cristiano que desea disfrutar de una vida centrada en la cruz
enfrentará con regularidad su propia corrupción y la gravedad de su
pecado personal, con sinceridad y sin temor. Esto es una realidad.
Aun así, la realidad de la muerte y la resurrección de Jesús por el
perdón de pecado es incluso mayor.
Esto no significa que en ocasiones no tengamos que luchar contra
la condenación.
Cada día, el equipaje de condenación se mostrará en el umbral de
nuestra puerta, solo mendigando para cargar nuestras espaldas. En
oposición a Dios, nuestra carne dirá que no es posible que el
sacrificio de Jesús baste para ganar el favor del Padre de manera
total, sin reservas y para siempre.
Quiero decir… ¡solo considere todo ese equipaje! El enemigo de
nuestra alma con sus mentiras siempre será raudo para susurrar
acusaciones. Cuando vengan esos retos, no trate de luchar contra la
condenación mediante promesas de orar más, ni de ayunar más a
menudo, ni de memorizar más Escritura. Desde luego, la obediencia
futura es importante. Aun así, es imposible resolver los asuntos de
ayer haciéndolos mejor mañana.
Nuestras promesas de obediencia futura, aunque sinceras, no
resuelven la condenación por el pecado pasado.
LA DERROTA DE LA CONDENACIÓN
He aquí cómo vencemos la condenación. Confiese su pecado a Dios.
Luego crea en Él. Ejercite el don de la fe que Dios le ha dado para
creer que Jesús murió por cada uno de los muchos pecados que le
trajeron condenación.
El castigo que Él recibió fue por usted. Su resurrección es prueba
de que Dios aceptó el sacrificio de Jesús. Él expió los pecados de su
pasado y el pecado que acaba de cometer; ya no necesita cargar su
peso.
Usted no lo puede hacer. Es por eso que Jesús lo hizo por usted.
La libertad de la condenación no requiere que olvidemos ni
neguemos la profundidad y la corrupción de nuestros pecados, ya
sea que los pecados se cometieran antes de nuestra conversión o
desde nuestra conversión. Es más, si deseamos conocer el gozo y la
gratitud que experimentó la mujer a los pies de Jesús, debemos
comenzar a reconocer y a confesar nuestros muchos pecados.
Pablo dijo que era «el peor de los pecadores» (1 Timoteo 1:16).
No se paralizó por la condenación. Exaltó la gracia de Dios al
reconocer sus propias indignidades y pecados mientras que se
admiraba de la misericordia de Dios.
Cada uno de nosotros se puede poner con sinceridad el título de
«peor de los pecadores». No, esto no está reservado de manera
especial para los Adolfo Hitler, los Timothy McVeigh y los Osama
bin Laden del mundo. William Law escribe: «Podemos condenarnos
justamente como los mayores pecadores que conocemos porque
sabemos más de la locura de nuestro corazón por lo que hacemos
que de las demás personas»9.
Así que admita que usted es el peor pecador que conoce. Admita
que es indigno y que merece la condenación. ¡Pero no se quede allí!
Continúe para regocijarse en el Salvador que vino a salvar a los
peores pecadores. Suelte el equipaje de condenación y arrodíllese en
adoración a los pies de quien cargó sus pecados. Llore con lágrimas
de asombro.
Y confiese con Pablo: «Dios fue misericordioso conmigo, a fin de
que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su
infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en
él, recibirán la vida eterna» (1 Timoteo 1:16).
LO QUE SIENTE
CONTRA LO QUE
ES REAL
BASE SU FE EN LA OBRA
CONSUMADA DE CRISTO EN LA CRUZ
MAL CONSEJO
En los dos últimos capítulos, aprendimos acerca del legalismo y la
condenación. Sin embargo, antes que haga un verdadero progreso
contra ellos o cualquier otro pecado, necesita comprender la
importancia de lo que pasa dentro de su cabeza. La vida centrada en
la cruz comienza con el pensamiento bíblico. ¿Está construyendo su
vida en lo que siente o en lo que es verdadero?
El teólogo escocés Sinclair Ferguson indicó: «La orientación
evangélica es interna y subjetiva. Somos mucho mejores mirando
hacia adentro que mirando hacia afuera. En su lugar, necesitamos
gastar nuestras energías admirando, explorando, exponiendo y
ensalzando a Jesucristo»11.
Lo que quiere decir es que estemos enfocados en nosotros mismos
y en nuestros sentimientos.
Piense en esto. ¿Cuán a menudo en un día típico hace un
inventario interno en un esfuerzo por evaluar cómo le va? ¿Cuán a
menudo examina una situación mediante el análisis de cómo se
siente en relación a esto? ¿Cuán a menudo hace una consulta mental
de cómo se siente, a diferencia de lo que sabe?
O, más importante aun, ¿qué enseña la Escritura? En otras
palabras, ¿cuán a menudo «sigue a su corazón»?
«Pensamos con nuestros sentimientos»12, dijo Ferguson. Es cierto.
Permitimos que nuestros sentimientos guíen nuestro pensamiento, y
no debe ser así. Las emociones son un don maravilloso de Dios. Y
nuestra relación con Dios debe ofrecer a nuestra vida unos fuertes
afectos piadosos. Sin embargo, no debemos investir a nuestras
emociones con la final autoridad. Esto solo se debe reservar para la
Palabra de Dios.
ENSALZAR A JESUCRISTO
Martín Lutero escribió: «[La justicia de Cristo] está por completo
fuera y encima de nosotros»13. Es por eso que necesitamos dejar de
mirar hacia adentro y hacerlo hacia afuera a la obra de Cristo en
nuestro comportamiento. Como declaró Sinclair Ferguson, debemos
«gastar nuestras energías admirando, explorando, exponiendo y
ensalzando a Jesucristo»14.
Y podemos hacer esto sin importar de cómo nos sintamos, pues el
evangelio existe independientemente de nosotros. El propósito del
evangelio, como señaló Knox Chamblin, es «proclamar los
acontecimientos salvadores»15, y estos no se afectan en lo absoluto
por cualquier cosa que perturbe nuestras emociones. El evangelio es
objetivo.
Lo que es subjetivo cambia con regularidad, como la inestable
arena. Sin embargo, lo que es objetivo está construido sobre la
sólida roca del evangelio. Cuando miramos hacia adentro, vivimos
por lo subjetivo, lo temporal, lo siempre cambiante, lo poco
confiable, lo propenso a ser falso. Cuando miramos hacia afuera, al
evangelio, vivimos por lo objetivo, lo que nunca cambia, lo que es
perfectamente confiable y siempre y del todo verdadero.
Nuestra vida en Cristo está basada en la verdad objetiva y la
suprema verdad entre las innumerables y gloriosas verdades de la
Escritura es que Jesús murió por nuestros pecados. Ese es el corazón
del evangelio.
Por lo tanto, el argumento de este capítulo es sencillo: No se
escuche a usted; ¡háblese usted! Comience su día, y en numerosos
momentos a través de él, gaste sus energías «admirando,
explorando, exponiendo y ensalzando a Jesucristo».
De esto se trata la vida que está centrada en la cruz. Y hará mucho
más llevadero el encuentro diario con el reloj despertador.
EL DÍA CENTRADO
EN LA CRUZ
MANERAS PRÁCTICAS PARA CENTRAR
CADA DÍA ALREDEDOR DE LA CRUZ
PREDÍQUESE A USTED
Debemos recordarnos que el evangelio es el hábito diario más
importante que podamos establecer. Si el evangelio es la nueva más
vital en el mundo, y si la salvación por gracia define la verdad de
nuestra existencia, debemos crear maneras para sumergirnos en esas
verdades cada día. No se permiten días libres.
En su libro The Discipline of Grace [La disciplina de la gracia],
Jerry Bridges llama a esto «predicarse el evangelio usted mismo»16.
No se preocupe, incluso si no se considera un orador público, puede
hacerlo. Su audiencia es su propio corazón. Y el mensaje es sencillo:
Cristo murió por sus pecados.
«Predicarse el evangelio a usted mismo», explica Bridges,
«significa que continuamente se va a enfrentar a su propio pecado y
luego va a volar a Jesús a través de la fe en su sangre derramada y su
vida justa»17.
El asunto es que se siente, atraiga su atención y diga: «¡Oye, yo,
escucha! Esto es lo que más importa: ¡Estás perdonado! ¡Tienes
esperanza! Tu esperanza está basada en el sacrificio de Jesús. Así
que no te permitas ver este día como cualquier otro día. Deja que
este día lo gobierne el único que define la verdad».
1. MEMORICE EL EVANGELIO
La Biblia se refiere a memorizar la Escritura como a guardar su
Palabra en nuestro corazón (Salmo 119:11). Me encanta ese cuadro.
Dios quiere que pongamos sus promesas en nuestros corazones de
modo que, sin importar dónde estemos ni lo que hagamos, seamos
capaces de sacarlas y recibir fortaleza de su verdad.
Quizá piense que no es bueno memorizando la Escritura. Está
bien. No se rinda. Trabaje en esto. Dios no guarda las anotaciones.
Aun si demora más que otra persona, vale la pena el esfuerzo.
Y si ya está memorizando la Escritura, practique lo que mi amigo
Mike Bullmore llama «memorización estratégica de la Escritura».
Comience con el evangelio. Todas las promesas y mandamientos de
Dios son preciosos, pero esos versículos que nos hablan de que del
Hijo de Dios dio su vida en nuestro lugar son los más preciosos de
todos. Puesto que va a empezar en alguna parte, ¿por qué no
comenzar con el mensaje central de la Biblia?
Es de mucha ayuda tener disponibles esos versículos al instante.
Por ejemplo, si descubre que ha perdido su perspectiva en un
momento difícil del día, busque en su memoria y saque 2 Corintios
5:21: «Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra,
Dios lo hizo pecado, para hacernos a nosotros justicia de Dios en
Cristo» (dhh).
¿Pone eso las cosas en una nueva luz? Dios nos las dirigió a
nuestro problema más serio: pecado y juicio. Esta perspectiva tiene
un efecto transformador en medio de los problemas diarios y las
inconveniencias de la vida.
¿O qué decir si está luchando con la condenación sobre el pecado
del que se ha arrepentido y se aparta? Saque Romanos 8:31-34:
Isaías 53:3-6
Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de
dolores y experimentado en aflicción; y como uno de
quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y
no le estimamos. Ciertamente Él llevó nuestras
enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo,
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
afligido. Mas Él fue herido por nuestras transgresiones,
molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra
paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos
apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que
cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.
Romanos 3:23-26
Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio
de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios
exhibió públicamente como propiciación por su sangre a
través de la fe, como demostración de su justicia, porque
en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos
anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a
fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe
en Jesús.
Romanos 5:6-11
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo
murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien
que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a
morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora
justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios
por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos
por su vida. Y no solo esto, sino que también nos
gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Romanos 8:32-39
El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con
Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena?
Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó,
el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros.¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada?
Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a
muerte todo el día; somos considerados como ovejas para
el matadero.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Porque estoy convencido
de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni
lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
1 Corintios 15:3-4
Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que
recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a
las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, conforme a las Escritura.
2 Corintios 5:21
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros,
para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Gálatas 2:21
No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene
por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano.
2. ORE EL EVANGELIO
El evangelio debe ser el centro de su vida de oración. El evangelio
hace posible que nos acerquemos a Dios. El evangelio nos da la
confianza para orar con osadía: somos aceptados en el amado Hijo
de Dios.
No hay nada complicado en esto. Para orar el evangelio,
simplemente comience a dar gracias a Dios por la bendición de la
vida eterna, comprada a través de la muerte de su Hijo. Reconozca
que la obra de Cristo en la cruz es lo que hace posible la oración.
Dé gracias a Él porque, debido a que Jesús cargó la ira de Dios
por el pecado, a usted nunca lo separarán del amor de Dios. Dé
gracias a Él porque, debido a la cruz, se reconcilia con Dios y se le
ha dado el Espíritu Santo a fin de que more en usted, lo guíe y le dé
el poder de modo que resista el pecado y sirva a Dios. Luego pídale
que bondadosamente lo bendiga con todo lo que necesita para
obedecerlo y glorificarlo.
Vamos de acuerdo con la cruz, nos mantenemos firmes por la
cruz, tenemos el derecho de pedir con audacia debido a la cruz. El
evangelio debe estar entrelazado en todo el proceso de nuestra
alabanza, nuestra petición y nuestra intercesión.
3. CANTE EL EVANGELIO
No soy cantante (se lo pido a mis amigos), pero me encanta cantar
acerca de la cruz. El corazón de un cristiano debe rebosar cada día
con la canción del Calvario. Esta es otra oportunidad para ser
estratégico. Existen a la disposición innumerables discos compactos,
pero es importante escoger los que centran nuestra atención en la
asombrosa verdad de lo que Dios hizo a nuestro favor. No todas las
canciones de adoración son iguales. Hoy en día, muchas se centran
en el hombre, no en la cruz. Se enfocan más en lo que necesitamos,
o en lo que deseamos que haga Dios, que en lo que ya hiciera Jesús.
Tengo que admitir que echo a perder las magníficas canciones de
adoración centradas en la cruz. Algunos de mis amigos son dotados
compositores que crean increíbles y contemporáneas canciones de
adoración que están llenas del evangelio. (Puede encontrar más
acerca de estas canciones y discos en
www.sovereigngraceministries.org.)
Siempre que la busque, por favor, haga de la adoración centrada
en la cruz una parte regular de su rutina diaria. Si es como yo que no
puede tocar un instrumento, adore con música grabada. No hay una
mejor manera para comenzar el día que usando canciones e himnos
que hablen con claridad y poder acerca de la cruz.
Le daré algunas de mis favoritas. Por favor, no las salte ni se
apure mientras lee. Vaya poco a poco; léalas en voz alta. Primero,
permita que la letra de este himno de Horatius Bonar haga eco en su
alma:
Yo vertí la sangre sagrada,
Yo lo clavé en la cruz,
Crucifiqué al Cristo de Dios;
Me uní a la burla malvada.
Y de esa multitud vociferante
Sentí que era parte de ella;
Y en ese estruendo de voces rudas
Reconocí la mía propia.
Alrededor de la cruz la multitud yo vi
Que se burlaba al gemido del Sufriente;
Aunque todavía mi voz parece estar,
Como si yo me burlara solo19.
5. ESTUDIE EL EVANGELIO
Para crecer en su pasión por lo que hizo Jesús, incremente su
comprensión de lo que hizo Él.
Nunca se contente con su actual conocimiento del evangelio. El
evangelio es la verdad que inunda la vida, transforma el mundo y
cambia el universo. Tiene más facetas que ningún diamante. El
hombre nunca agotará su profundidad.
De modo que permítame hacerle unas recomendaciones prácticas
a fin de que el evangelio sea un estudio constante en la vida.
• ¿Tiene que viajar entre dos lugares todos los días o tiene
algún otro tiempo regular en el que puede escuchar un
casete? Dé cabida a las predicaciones centradas en la cruz
que le pueden beneficiar y visite
www.sovereigngraceministries.org para una lista de los
casetes sobre la cruz.
• Lea toda su Biblia con ojo avizor por el evangelio. Se ha
notado que cada pasaje de la Escritura, ya sea del Antiguo
Testamento o el Nuevo, o bien predice, prepara, refleja o
resulta de la obra de Cristo. Cuando lea la Escritura en sus
devocionales diarios, identifique a qué categoría corresponde
cada pasaje. El Antiguo Testamento en particular cobrará vida
a medida que lo vea señalando a la venida del Salvador.
EN VERDAD ES SUFICIENTE
Aquí estamos en el capítulo final de este pequeño libro. Una vez que
haya terminado solo unas pocas páginas más será suficiente y
colocará este volumen en un estante de libros de su propiedad.
Quizá un día en el futuro lo sacará para repasar una cita u hojeará un
capítulo o dos. O a lo mejor nunca lo tocará de nuevo.
No se preocupe, no tendré inconveniente en si mi libro termina en
un rincón olvidado de un estante para libros, acumulando polvo.
Aun así, espero que el mensaje de este libro sea uno que nunca va a
poner en un estante.
A lo mejor se olvida de este libro y su autor, pero nunca va a
pasar poco a poco el mensaje de la cruz a un segundo o tercer
plano en su vida. Nunca lo dejará a un lado. Nunca lo pasará por
alto.
Puedo escucharlo preguntar: «¿Pero no necesito más que eso?».
En un sentido la respuesta es no. Ninguna otra cosa es de igual
importancia. El mensaje de la cruz es la esperanza, la confianza y la
seguridad del cristiano. En el cielo se dedicará a maravillarse de la
obra de Cristo, el Dios Hombre que sufrió en el lugar de nosotros los
pecadores.
Y, sin embargo, en otro sentido la respuesta es sí, necesita más. A
usted lo salvaron para crecer, para servir en una iglesia local, para
hacer buenas obras y glorificar a Dios. Aun así, el «más» que
necesita como seguidor de Cristo no se encuentra separado de la
cruz. El evangelio no es una clase entre muchas a las que tiene que
asistir durante su vida como cristiano, ¡el evangelio es el edificio
completo en el que se llevan a cabo todas las clases!
Debidamente abordados, todos los temas que estudiará y en los
que se centrará como creyente se le ofrecerán «dentro de las
paredes» del glorioso evangelio.
«El Espíritu no lleva a sus alumnos más allá de la cruz», escribe J.
Knox Chamblin, «sino cada vez más profundo en ella»30.
1. El Antiguo Testamento
Algunas personas le temen al Antiguo Testamento. Lo encuentran
confuso y difícil de comprender. Otros están fascinados con él por
razones equivocadas.
Solo la persona que comprende que la cruz es el centro de toda la
historia humana es capaz de entender el Antiguo Testamento. A
través de los lentes del evangelio, la Biblia en verdad llega a ser en
un libro que narra una historia: la historia del hombre pecador, del
Dios santo y su plan de salvación a través de su propia sustitución
por su pueblo.
Para ser un verdadero estudiante de los libros antiguos de la
Escritura, no debemos pasar por alto el evangelio. ¡Exactamente lo
contrario! Todo en el Antiguo Testamento señala hacia Jesucristo y
enriquece nuestra comprensión de la cruz (véase Lucas 24:27).
El drama de la redención comienza en el huerto de Génesis 3 y
continúa desarrollándose a través del Antiguo Testamento hasta
alcanzar su clímax en la cruz. En todo el camino, el Autor divino
nos prepara para el Calvario: El simbolismo del sistema de
sacrificios, el rigor de la ley, los continuos fallos del hombre y la
inquebrantable fidelidad de Dios; todo esto y más intensifica nuestro
asombro de la cruz.
3. Oración
La oración eficaz es la que está saturada del evangelio. Para
aprender a orar debe llegar a estar familiarizado con las enseñanzas
de la Biblia sobre la oración. Deseará orar con otros cristianos
piadosos y aprender de su ejemplo. Pero de nuevo, no pase por alto
la cruz para profundizar más en la oración. Al fin y al cabo, toda
oración eficaz está arraigada en la cruz.
Piense en esto. El evangelio es el punto de partida de la oración.
Sin la sangre de Cristo, ni siquiera se puede acercar a Dios. Solo en
la justicia de Jesús se nos invitó a entrar en su presencia.
No hay mantra que podamos aprender, ni frase atrayente que
podamos recitar, que nos lleve a la mano de Dios. Le suplicamos a
Él basados en la persona y obra de su Hijo. Jerry Bridges escribe:
«Cuando oramos a Dios por su bendición, Él no examina nuestro
desempeño para ver si valemos la pena. Más bien observa para ver si
confiamos en el mérito de su Hijo como nuestra única esperanza
para asegurar sus bendiciones»31.
Los estudiantes de la escuela de la
oración jamás
se gradúan de la escuela del evangelio.
4. Santidad
¿Desea crecer en santidad personal? A lo mejor existe una esfera
particular de pecado en la que batalla y que desea vencer. He aquí la
tentación que enfrentará.
Su orgullo y pecado de autosuficiencia natural le dirá: «Está bien,
este material acerca del evangelio ha sido fantástico. Sin embargo,
llegó el momento de echar a un lado todo lo de la gracia y ponerse a
trabajar. ¡Es tiempo de hacer que ocurra algún cambio y obtener
santidad!».
Eso no dará resultados. Dirigido por el fervor legalista, parece que
hiciera progresos; pero será de corta vida. Solo la gracia sustenta el
verdadero cambio y la santificación. A través de la cruz no solo
vencemos la culpa del pecado, sino también el poder del pecado. A
causa de la cruz podemos batallar con éxito y vencer los patrones y
prácticas del pecado. La cruz nos motiva a ser santos como nuestro
Padre celestial es santo. El evangelio le da el poder a nuestra
constante búsqueda de santificación.
5. Relaciones
¿Qué decir de las cosas prácticas? Sin duda, es posible que venga el
momento en que nos desviemos solo un poco del evangelio, de
modo que nos enfoquemos en los asuntos diarios de nuestras
relaciones con las demás personas.
Esto es tentador para creer, pero no es cierto. Independientemente
de sus relaciones con los demás, ya sea si es soltero o casado, esposo
o esposa, padre, madre o abuelo, su fidelidad y eficiencia en sus
relaciones se asocian de manera directa a su comprensión de la cruz.
A causa del pecado, el conflicto relacional es inevitable. Pecará
contra otros. Estos pecarán contra usted. Necesitará perdonar.
Sus relaciones con los demás deben estar basadas en su relación
con Dios a través de la cruz. Efesios 4:32 declara: «Sean
bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense
mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo».
Cuando me lleno de resentimiento hacia otros o soy implacable,
doy por sentado que los pecados de los demás son más serios que
los míos contra Dios. La cruz transforma mi perspectiva. A través de
la cruz me doy cuenta que ningún pecado que se cometa contra mí
será jamás tan serio como los innumerables pecados que he
cometido contra Dios. Cuando comprendemos cuánto nos ha
perdonado Dios, no es difícil perdonar a otros.
Dios ha sido paciente conmigo de modo que yo puedo ser
paciente con otros. Dios me ha perdonado, así que puedo perdonar a
otros. La gracia de Dios me ha cambiado, por eso puedo confiar en
que Él también puede cambiar a otros.
Hay mucho más que se puede decir. Esto es solo una breve
introducción del efecto transformador de la cruz en cada una de
nuestras relaciones. Sin embargo, la idea, aunque sencilla, es
poderosa.
Si es soltero, viva una vida centrada en la cruz. Si es casado,
construya un matrimonio centrado en la cruz. Si tiene hijos,
practique la paternidad centrada en la cruz. El factor «práctico»
fluye del factor «central».
CUANDO SUFRE
En las cinco esferas anteriores, he presentado solo una pequeña
muestra de cómo se ve la vida a través de los lentes del evangelio.
Tal estudio no puede ser exhaustivo, pero nos brinda un ejemplo
básico de cómo procesar y comprender cada objeto por medio de los
lentes del evangelio.
Lo que espero que vea es que la vida centrada en la cruz no es
solo una opción entre muchas que ofrece Dios. Es la vida a la que
está llamado cada cristiano.
No obstante, hay un aspecto adicional de la vida que necesitamos
examinar y ese es el sufrimiento. Cuando Pablo se sentó a escribirle
a Timoteo desde ese frío calabozo, habló de su propio sufrimiento
porque sabía que, de manera inevitable, Timoteo un día sufriría
también.
Al igual que nosotros.
Es probable que usted esté enfrentando pruebas y sufrimientos en
este momento. Si no es así, es inevitable que a la larga los
experimentará. En su excelente libro How Long, O Lord [Hasta
cuándo, oh Señor], en el que se examina el sufrimiento y el mal,
D.A. Carson escribe: «La verdad del asunto es que todo lo que
tenemos que hacer es vivir lo suficiente y vamos a sufrir»32.
A veces nuestro sufrimiento significará simplemente perseverar a
través de una prolongada temporada que no es de nuestro gusto. En
otros tiempos, nuestro sufrimiento quizá sea agudo y severo. En
cada caso, el mensaje del evangelio nos brinda la suprema fuente de
esperanza y bienestar.
Demasiados de nosotros no estamos preparados teológicamente
para el sufrimiento. De modo que cuando sufrimos, nos quejamos en
lugar de confiar en Dios. Lo culpamos a Él. Le exigimos una
explicación. No minimizo la dificultad ni la agonía del sufrimiento.
Ni pretendo comprenderlo por completo. La Escritura enseña que
hay un propósito divino para el sufrimiento, pero siempre habrá un
elemento de misterio.
No puedo captar el significado total ni el propósito de mi
sufrimiento, pero puedo encontrar el verdadero bienestar al mirar el
sufrimiento del único inocente y justo: nuestro Salvador. De nuevo,
D.A. Carson escribe:
SOLO AYER
No sé lo que me depara el mañana, pero lo que sí sé es esto: Debido
a la cruz estaré mucho mejor de lo que merezco. Es por eso que, por
el resto de mi vida, solo deseo adentrarme aun más en el maravilloso
misterio del amor de Dios para mí.
El evangelio no es solo para los incrédulos. Es también para los
cristianos. «Cada día de nuestra experiencia cristiana», escribe Jerry
Bridges, «debe ser un día de vincular a Dios nada más que por su
gracia. No solo somos salvos por gracia, sino que también vivimos
cada día por gracia»34.
Este es el porqué el evangelio es en verdad lo principal. Este es el
porqué debe estar siempre en el centro de nuestra vida.
Por lo tanto, aun cuando este pequeño libro terminó, no ponga su
precioso mensaje en un estante. Dios permita que la verdad que lo
salvó siempre sea la más querida verdad de su vida. Como al parecer
dijo Martín Lutero: «Siento como si Jesús hubiera muerto solo
ayer». Dios permita que la realidad de la muerte de Cristo por usted
sea la que esté cerca de su corazón.
Nunca lo pase por alto.
Jesús murió por sus pecados. Es mi deseo que cada día lo viva
solo por la gracia de Dios. Que conozca el gozo y la paz de la vida
centrada en la cruz.
NOTAS
25. Charles Spurgeon, The Power of the Cross [El poder de la cruz],
compilado y editado por Lance Wubbels, Emerald Books,
Lynwood, WA, 1995.
26. Charles Spurgeon, Morning and Evening [Mañana y tarde],
Hendrickson Publishers, Peabody, MA, 1991, p. 8.
27. Carson, La Cruz y el Ministerio Cristiano.
28. Ibídem, p. 52.
29. David Prior, Message of 1 Corinthians: Life in the Local Church
[Mensaje de 1 Corintios: Vida en la iglesia local], InterVarsity
Press, Downers Grove, IL, 1986, p. 51.
30. Chamblin, Paul and the Self, p. 117.
31. Bridges, Discipline of Grace, p. 19.
32. D.A. Carson, How Long, O Lord [Hasta cuándo, oh Señor],
Baker Books, Grand Rapids, MI, 1990.
33. Ibídem, p. 191.