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EL OLVIDO QUE SEREMOS

Justificación:
El escritor realizo este libro para mostrar la realidad de un país en una historia
verdadera, para enseñar y demostrar a los colombianos que los problemas se
solucionan con esfuerzo y no con guerras.

Objetivos:
 Conocer nuevos escritos de personajes ocultos en nuestro país, que nos
cuentan una historia cautivadora en el que sus palabras narran la vida
de su adre y temas de guerras en Colombia los cuales hacen de estas
lecturas aún más interesantes.
 Desarrollar nuestra comprensión lectora, ante nuevos escritos que nos
indica un vocabulario más la importancia del escritor en la literatura
colombiana.

AUTOR:
HECTOR ABAD FACIOLINCE

Es un escritor y periodista colombiano, que nació en Medellín en 1958,


Inició sus estudios de medicina, filosofía y periodismo en su ciudad natal.
Finalmente estudió lenguas y literaturas modernas en la Universidad de
Turín. Se desempeñó como columnista de la revista Semana, hasta abril de
2008 y a partir de mayo de ese mismo año se reintegró al ahora diario El
Espectador como columnista y asesor editorial.

UN NIÑO DE LA MANO DE SU PADRE


En este capítulo nos muestra de manera clara que el padre de Héctor “hijo”
es admirado por ser un padre ejemplar y colaborador para con todas las
personas de su alrededor, un personaje inolvidable que lucho hasta el
último momento en que fue asesinado por la defender los derechos
humanos.
“Yo amaba a mi papá con un amor animal. Me gustaba su olor, y también el
recuerdo de su olor, sobre la cama, cuando se iba de viaje, y yo les rogaba
a las muchachas y a mi mamá que no cambiaran las sabanas ni las fundas
de la almohada.me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de
su ropa y la meticulosa limpieza de su cuerpo. Cuando me daba miedo, por
las noches, me pasaba para su cama y siempre me habría un campo a su
lado para que yo me acostara. Nunca dijo que no. Mi mamá protestaba,
decía que me estaba malcriando, pero mi papá se corría hasta el borde del
colchón y me dejaba quedar. Yo sentía por mi papá lo mismo que mis
amigos decían que sentían por la mamá. Yo olía a mi papá, le ponía un
brazo encima, me metía el dedo del pulgar en la boca, y me dormía
profundo hasta que el ruido de los cascos de los caballos y las campanas
del carro de la leche que anunciaban el amanecer.”

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