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México prehispánico

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Pinturas rupestres de la sierra de San Francisco (Baja California Sur), testimonio


cultural de los pueblos aridoamericanos.

Cerámica de Paquimé (Chihuahua), correspondiente a la cultura mogollón de


Oasisamérica.

Perrito de cerámica de la tradición clásica de Colima, es una muestra de las


costumbres y mitos funerarios de Mesoamérica.
México prehispánico es un período de la historia del país anterior a la conquista y
colonización española a partir de 1521. Es necesario aclarar que México es un
Estado moderno cuyas fronteras fueron fijadas a mediados del siglo XIX. Por lo
tanto, la historia mexicana de la época prehispánica es la historia de los pueblos
que vivieron en ese territorio, no la historia del estado mexicano en la época
precolombina.

La historia prehispánica de México comienza con la llegada de sus primeros


pobladores. Sobre el poblamiento de América se han propuesto numerosas hipótesis,
pero la que cuenta con mayor aceptación y evidencia de apoyo señala que los humanos
entraron al continente a través de Beringia durante la época de las glaciaciones.
Esta teoría está demostrada por estudios recientes de ADN basados en los
haplogrupos del cromosoma Y (ADN-Y) y los haplogrupos del ADN mitocondrial (ADNmt).
La época en que esto ocurrió es motivo de debate entre quienes defienden la teoría
del poblamiento temprano y la del poblamiento tardío. En el caso de México, algunos
autores han querido ver evidencia que apoya la primera, como los hallazgos de El
Cedral (San Luis Potosí), a los que se atribuye una antigüedad de 33 mil años.

Con la llegada de los primeros habitantes comenzó la Etapa Lítica —correspondiente


con el período paleoamericano— durante el cual los grupos humanos eran nómadas,
sobrevivían de la recolección, la cacería y la pesca y contaban con una tecnología
lítica que fue mejorándose constantemente a lo largo de milenios. De esta época
data la invención del molcajete, el metate y otros instrumentos asociados al
aprovechamiento de las semillas; así como el desarrollo de armas de sílex y
obsidiana entre las que destacan las puntas clovis, que supusieron un gran adelanto
tecnológico por su eficacia.

La interacción de diversos factores ambientales, sociales y culturales fue uno de


los elementos que tomaron parte en la diversificación de las sociedades indígenas
que vivieron en lo que actualmente es México. Un hito fundamental en este proceso
fue el descubrimiento de la agricultura, que tuvo lugar entre los años 8000 y 2000
a. C. La domesticación de diversos vegetales —como la calabaza (Cucurbita sp.), el
maíz (Zea mays), el frijol (Phaseolus vulgaris) y el chile (Capsicum annuum), entre
otros— supuso condiciones que propiciaron la sedentarización humana en el sur del
actual territorio de México y América Central.

De acuerdo con la propuesta de algunos antropólogos y arqueólogos como Julian


Steward y Paul Kirchhoff, las sociedades prehispánicas de México forman parte de
tres grandes superáreas culturales. El norte de México, aproximadamente hasta la
línea del trópico de Cáncer, se encontraban los pueblos nómadas organizados en
formaciones sociales poco complejas. Esta gran área cultural es llamada
Aridoamérica, y se extiende hacia los Estados Unidos por el territorio de Texas,
las Montañas Rocosas y California. De estos pueblos se conservan escasos
testimonios, pero de ninguna manera debe pensarse que carecían de cultura.

En el sur de México y el noroeste de América Central se desarrolló la civilización


mesoamericana. Mesoamérica fue un mosaico étnico y lingüístico compuesto por
pueblos que compartían varios rasgos culturales, entre ellos la formación estatal,
la arquitectura monumental, la escritura, el uso de calendario civil y ritual, y
una economía basada en la agricultura del maíz. Las culturas mesoamericanas son las
mejor conocidas del México prehispánico porque la evidencia arqueológica de su
desarrollo ha sido investigada más intensivamente que en el caso de las otras
áreas. Se toma generalmente como hito inicial de la historia mesoamericana la
invención de la cerámica, que ocurrió aproximadamente alrededor del año 2500 a. C.
La conquista y colonización española supuso el fin de esta civilización, y los
pueblos mesoamericanos fueron sometidos desde entonces a un proceso de aculturación
que prosigue en la actualidad.

Oasisamérica es la tercera de las superáreas culturales del México , formada por la


progresiva sedentarización de algunos pueblos aridoamericanos en el noroeste de
México y la Gran Cuenca del suroeste de los Estados Unidos. Los pueblos de la
región oasisamericana tuvieron una relación muy intensa con Mesoamérica desde
épocas muy antiguas, pero fue alrededor del siglo VII de la era cristiana cuando se
establecieron las comunidades sedentarias y la organización social compleja que las
caracterizó. Los oasisamericanos también eran pueblos agricultores, pero sólo unos
pocos cultivos fueron domesticados por ellos, entre ellos el frijol tépari
(Phaseolus acutifolius). Una mezcla de factores ambientales adversos y la crisis
social propició la ruina de las civilizaciones oasisamericanas, en algunos casos
antes de la llegada de los españoles.

La historia de las sociedades que vivieron en el México prehispánico básicamente es


conocida a partir de la investigación arqueológica por varias razones. En primer
lugar, porque no todos los pueblos habían desarrollado la escritura, que es uno de
los rasgos que distinguen a Mesoamérica del resto de las culturas y civilizaciones
americanas. En segundo lugar, porque cuando se retomó el interés en sus registros
escritos —monumentos, estelas, códices, cerámica— se había olvidado el modo de
leerlo, por lo que hubo que esperar a los avances en el campo de la arqueología, la
historiografía y la lingüística para poder interpretarlos. Finalmente, porque
muchos documentos indígenas fueron destruidos en las primeras décadas después de la
Conquista.

A los escasos registros documentales y los descubrimientos arqueológicos se suman


los documentos escritos después de la Conquista. Estos registros comprenden las
crónicas de conquistadores y evangelizadores, la investigación realizada por
algunos clérigos con información de personas que vivieron en la época precolombina,
la obra de autores indígenas que aprendieron a escribir en el alfabeto latino y los
códices históricos que emplearon algunas comunidades indígenas para reclamar la
posesión legítima de sus tierras ante el rey de España.

Índice
1 Etapa Lítica
1.1 Poblamiento de América
1.1.1 Incertidumbre sobre el origen de los indígenas americanos
1.1.2 Poblamiento de México
1.2 Períodos de la Etapa Lítica
1.2.1 Arqueolítico
1.2.2 Cenolítico
1.2.3 Protoneolítico o protoagrícola.
1.3 Descubrimiento de la agricultura
2 Aridoamérica
3 Oasisamérica
4 Mesoamérica
5 Horizontes culturales de Mesoamérica
5.1 Cronología
5.2 Período Preclásico (aprox. 2500 a. C. - 200 dC)
5.3 Período Clásico (aprox. 200 - 900)
5.4 Periodo Posclásico (800/900 - Conquista española)
6 El fin del México prehispánico
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Enlaces externos
Etapa Lítica

Posibles rutas migratorias de Beringia a América, de acuerdo con la hipótesis del


poblamiento tardío.
Artículo principal: Etapa Lítica
Poblamiento de América
Artículo principal: Poblamiento de América
La historia de México empieza con la llegada de los primeros seres humanos al
territorio que actualmente corresponde a ese estado nacional. El momento en que
esto ocurrió y los procesos históricos que le sucedieron es objeto de debate. En
comparación con otras épocas de la historia prehispánica del país, las fases que
antecedieron a las sociedades sedentarias de Mesoamérica han sido poco exploradas,
lo que algunos autores atribuyen a que la arqueología mexicana —desarrollada en el
marco de una relación muy cercana al Estado posrevolucionario1— se concentró desde
sus inicios a la exploración de zonas de monumentos arquitectónicos. Por esta
razón, son pocos los datos y la evidencia arqueológica correspondiente a esos años,
y todos son motivo de controversia.2

Incertidumbre sobre el origen de los indígenas americanos


El poblamiento de México está indisolublemente ligado con el poblamiento de
América, que también sigue siendo ampliamente debatido por los especialistas. Las
propuestas en torno al origen de los pueblos amerindios se dividen en dos grandes
categorías. La que cuenta con mayor aceptación es la hipótesis clovis o teoría del
poblamiento tardío, por ser la que cuenta con mayor evidencia de apoyo y con menos
objeciones en cuanto a su fechamiento. La teoría del poblamiento tardío fue
formulada por especialistas de las universidades estadounidenses, y básicamente
señala que los seres humanos llegaron a América a través de Beringia alrededor
13500 años AP. Algunos grupos llegarían a desarrollar la cultura clovis —cuyo
marcador más emblemático es la punta del mismo nombre, llamada en memoria del sitio
epónimo en Nuevo México— y se convertirían en el origen de todas las industrias
líticas indígenas posteriores.3

El hallazgo posterior de evidencias más antiguas de la presencia humana en América


generó una controversia con los defensores de la hipótesis clovis. Desde el punto
de vista de estos especialistas, el poblamiento de América fue un proceso de una
antigüedad mucho mayor, como mostraban los descubrimientos en sitios de América del
Sur como Pedra Furada (Brasil) y Monte Verde (Chile), a los que se atribuyó una
antigüedad aproximada de 32000 y 40000 años. El caso de Monte Verde, al que los
fechamientos más conservadores dan una antigüedad de 14500 años y cuyos materiales
no guardan ninguna semejanza con la cultura clovis, ha servido como apoyo
indiscutible de la teoría del poblamiento tardío —cuyas bases son anteriores a los
propios descubrimientos en Chile— y abrió la puerta para la considerar seriamente
rutas migratorias distintas a la del puente de Beringia.4

La ruta migratoria de Beringia es incontrovertible, aunque el momento en que los


humanos pasaron por ella sea motivo de discusión. Apoyan esta teoría no sólo los
materiales arqueológicos, sino también la evidencia genética y probablemente la
evidencia lingüística. Si bien se había propuesto que los pueblos indígenas de
América son producto de migraciones que ocurrieron en diferentes momentos de la
historia,5 los trabajos de Luigi Cavalli-Sforza y otros genetistas permitieron
demostrar que al menos ocurrieron tres grandes movimientos migratorios desde Asia a
América.6 El más antiguo corresponde a los amerindios, que conforman el grupo de
pueblos más numeroso de los indígenas americanos. Los orígenes de este grupo
probablemente se ubican en La segunda oleada corresponde a los pueblos de habla na-
dené, que se asentaron principalmente en la región subártica de Canadá y llegaron
en migraciones posteriores hasta el actual territorio de México, donde se
encuentran extintos desde el siglo XIX. Los avances en la lingüística sugieren una
relación entre los pueblos de lenguas na-dené con los yeniseicos de Siberia
central, pero esta posible relación todavía requiere más evidencia de apoyo antes
de considerarse completamente demostrada.7 La última migración asiática fue la de
los esquimales, que ocupan las costas de Alaska y el océano Glacial Ártico.

Otras rutas propuestas para la llegada de los humanos a América se basan en


evidencia arqueológica o en suposiciones a partir de los hallazgos disponibles. La
hipótesis solutrense considera una relación formal entre la tecnología lítica de la
cultura clovis con la tecnología europea del período Solutrense (22000-17000 AP).
Sin embargo, no hay evidencia consistente que muestre la posibilidad de un contacto
tan temprano entre Europa y América, por lo que se considera una propuesta
desechada. Otra hipótesis sostiene que pudo ser posible una migración hacia América
del Sur desde Polinesia, apoyada en las semejanzas entre algunos vocablos de las
lenguas andinas y malayopolinesias y en el hallazgo de restos precolombinos de
gallinas en Chile. Aunque estas hipótesis no se descartan entre sí y pueden ser
complementarias a la ruta de Beringia ampliamente demostrada, aun requieren mayor
investigación.

Poblamiento de México
En el caso de la antigüedad de los humanos en México, la obra de referencia es la
investigación de José Luis Lorenzo. En 1967 publicó La etapa lítica en México,8
texto en el que plantea una propuesta de reconstrucción de la historia más antigua
del país con base en ciertos hallazgos arqueológicos que fueron dados por buenos en
su momento pero que han generado polémica. De acuerdo con Lorenzo, la Etapa Lítica
comienza alrededor del año 35000 AP, con la llegada de los primeros seres humanos a
México. Los indicadores más antiguos de esta presencia que fueron considerados por
el autor corresponden a El Cedral, donde se encontraron restos de mamuts colombinos
y equinos (Equus sp.) que tienen muestras de haber sido ingeridos por seres
humanos. Los restos pertenecen a varios horizontes arqueológicos distintos, el más
antiguo fue fechado por radiocarbono entre 30000 y 21000 AP y el más reciente entre
10000 y 8000 AP.9 Otros sitios que Lorenzo consideró para sustentar su propuesta
son la cueva del Diablo (Tamaulipas), Teopisca (Chiapas) y Santa Lucía y Tlapacoya
(estado de México).

La propuesta de José Luis Lorenzo sigue siendo la base sobre la que se escribe la
historia más antigua de México. Ha sido retomada en otras obras de consulta básica
como la Historia general de México, coordinada por Daniel Cosío Villegas;10 o en El
pasado indígena, de Alfredo López Austin y Leonardo López Luján.11 Algunos autores
como Christian Duverger han criticado la extraordinaria antigüedad que los
arqueólogos mexicanos han concedido a los testimonios del proceso de poblamiento de
México, y afirman que se trata de especulaciones que obedecen a necesidades
ideológicas y no a datos concretos. Duverger es partidario de la postura Clovis
primero, y por ello sostiene que no hubo condiciones físicas que pudieran haber
permitido la llegada de los humanos a América antes de 13500 AP.12 En cambio, otros
autores igualmente críticos hacia el trabajo de Lorenzo afirman que, dados los
nuevos descubrimientos en América del Sur, no se debe descartar la posibilidad de
que México haya sido poblado antes de 12000 AP, aunque para demostrarlo hace falta
mucha investigación y encontrar la evidencia arqueológica que soporte esa
cuestión.13

En ese sentido, la evidencia más antigua y libre de controversia —en parte por no
constituir una prueba en contra de la teoría del poblamiento tardío que predomina
en la paleoantropología de América— han sido fechados antes de 12000 AP. Se
encuentran entre ellos los mamuts de San Miguel Tocuila, de 11000 AP y los restos
de Tlapacoya XVIII, fechados alrededor del año 10000 AP.
Períodos de la Etapa Lítica

Sitios del Arqueolítico en México.

Yacimientos arqueológicos del Cenolítico Inferior en México.

Yacimientos arqueológicos del Cenolítico Superior en México.


La Etapa Lítica se denomina de esta manera porque es la época en la que se
desarrollan las industrias que permitieron la confección de herramientas de piedra
a través de las cuales los humanos aprovechaban los recursos que estaban
disponibles mediante el forrajeo, la cacería y la pesca. Esto no quiere decir que
la piedra fuera el único material que aquellos grupos humanos conocieron, sino que
éste fue el que mejor resistió el paso del tiempo y del que quedan más evidencias.
El período comienza con la llegada de los humanos a México y concluye
aproximadamente con el descubrimiento de la cerámica y la diversificación entre las
culturas mesoamericanas y aridoamericanas.

De acuerdo con el trabajo de José Luis Lorenzo, la Etapa Lítica mexicana se divide
en tres grandes períodos, que son el Arqueolítico, el Cenolítico y el
Protoneolítico. El primero de ellos corresponde a la época anterior a 14000 AP,
época en la que han sido fechados la mayor parte de los controversiales hallazgos
preclovis en territorio mexicano. Los otros dos períodos cuentan con mayor
evidencia e información, pero en general, como se dijo antes, es muy poco lo que se
conoce de este amplio período de la historia de México.

Arqueolítico
Dos de los sitios excavados por Lorena Mirambell en el cerro de Tlapacoya cuentan
con materiales que han sido fechados antes de 13000 AP. En Tlapacoya I se
encontraron los restos de una fogata asociada a unas hojas de obsidiana y otras
piedras. Los restos de esta fogata fueron fechados en 24000 ±4000 AP. En la segunda
trinchera de este sitio se encontraron restos óseos y de otras fogatas, fechados en
21700 ±500 AP; así como restos de fauna extinta hace más de 22 mil años. En
Tlapacoya II se encontró un tronco de un árbol con una hoja de obsidiana
incrustada. El árbol fue fechado en 23150 ±950 AP. Otros arqueólogos se muestran
renuentes a considerar válidos los hallazgos de Tlapacoya, y atribuyen la
asociación del hogar y su forma circular, la obsidiana y los restos orgánicos a
factores ambientales como la acción de otros animales, la mecánica del suelo y los
flujos acuáticos en este lugar que estuvo en la orilla del lago de Chalco. Sin
embargo, también resulta poco plausible que todos estos elementos se encuentren en
el mismo contexto debido a factores no culturales.14

Cenolítico

Cráneo de la cueva de Coxcatlán.

Mandíbula de mamut colombino en San Miguel Tocuila.

Recreación de la vida en Tlapacoya durante el Cenolítico


El Cenolítico comienza alrededor del año 14000 AP (milenio XII a. C.).8 A
diferencia de los yacimientos arqueológicos correspondientes al Arqueolítico, los
sitios del período Cenolítico presentan restos de puntas líticas de proyectil que
irán evolucionando a lo largo del tiempo con poca celeridad. Las más
representativas al inicio de este período son las puntas clovis, que toman su
nombre de un yacimiento en Nuevo México pero que en realidad se encuentran
presentes en gran parte de América del Norte. El período se divide en dos fases: el
Cenolítico Inferior, que abarca de 14000-9000 AP (milenios XII al VII a. C.) y el
Cenolítico Superior, desde 9000 hasta 7000 AP (milenios VII al V a. C.).
La transición entre el Arqueolítico y el Cenolítico está marcada por la
introducción de nuevas técnicas para la confección de herramientas. Mientras que en
el Arqueolítico éstas se producían mediante la percusión de piedra contra piedra,
en el Cenolítico se introdujeron la percusión con objetos más suaves de madera y
piedra, el tallado y la aplicación de presión que permitía desbastar la base en
pequeñas astillas para producir bordes más filosos y finos. Como resultado de estas
innovaciones tecnológicas, el repertorio de herramientas disponibles en las
culturas paleoamericanas aumentó significativamente para incluir raspadores,
cuchillos y puntas de proyectil.15 Se ha encontrado evidencia de la transición al
Cenolítico en algunos sitios como El Riego y Coxcatlán, en Puebla; Guilá Naquitz en
Oaxaca; Ocampo, en el estado de Tamaulipas y cueva Espantosa en Coahuila.16

Algunas de las tradiciones líticas más representativas de este período son la


cultura clovis y las tradiciones folsom y lerma, a las que más tardíamente se
añadió la tradición paiján. La cultura clovis —también conocida como cultura llano—
es un complejo tecnológico que al parecer se originó en el suroeste de los actuales
Estados Unidos. Se difundió en el Cenolítico Inferior por una amplia región de
América del Norte y Centroamérica. En México una gran concentración de yacimientos
correspondientes a esta tradición se encuentra en el noroeste, aunque hay sitios
más sureños como San Juan Chaucingo (Tlaxcala).

En el Cenolítico Inferior, grupos nómadas habitaban el territorio de México,


subsistiendo principalmente de la cacería, como muestra la gran cantidad de puntas
de proyectil que han sido fechadas en esta época. Estos grupos se especializaban en
la caza de especies menores, aparentemente la megafauna del Pleistoceno sólo se
aprovechaba cuando ya estaba muerta o en situaciones de alta vulnerabilidad. En
esta época los vegetales aprovechados por los humanos ya incluía a los ancestros
silvestres del maíz y del aguacate.16

Varios cambios en la tecnología y otros elementos de la cultura material asociados


a las extinciones masivas de la megafauna al final del Pleistoceno marcan la
transición hacia el Cenolítico Superior, que abarca aproximadamente del año 7000 al
5000 a. C. La desaparición de especies animales relevantes para la supervivencia
humana en esa época no fue un proceso súbito, sino el producto del cambio climático
global y la cacería. En América del Norte desaparecieron especies como el mamut
colombino, el perezoso, el mastodonte, los equinos y los camélidos. Esta situación
motivó una modificación en las formas de supervivencia y, por lo tanto,
modificaciones en la tecnología y en la cultura material.17

La base de la economía de los paleoamericanos durante el Cenolítico Superior


consistió en la caza de especies menores. En las costas se intensificó la
explotación de moluscos, crustáceos y otras especies marinas. Quedan notables
testimonios de estas prácticas alimenticias en la costa de Chiapas, correspondiente
a la tradición costera del Pacífico; y en la península de California, donde se
desarrolló la cultura de Las Palmas. En el interior del país se intensificó la
cacería de pequeñas especies, que ya había sido importante a lo largo de los
períodos anteriores. Sin embargo, la recolección tomó un papel preponderante con el
paso del tiempo, particularmente aquellas especies como el mezquite (Prosopis
juliflora) con alto contenido de harina, y otras gramíneas que se incorporaron como
parte importante de la dieta.18

Por ello, la economía se reorientó hacia la recolección y la caza menor. La


consecuencia de este cambio en el modo de subsistencia propició el desarrollo de
tecnologías destinadas al procesamiento de los vegetales. Algunos instrumentos
inventados en el Cenolítico Superior , como el molcajete y el metate, son de uso
cotidiano en México.

Protoneolítico o protoagrícola.
Maíz fósil
Protoneolítico: se entreteje en el tiempo con el período anterior, pues va del año
5000 a. C. al 2500 a. C., y está relacionado con el desarrollo de una agricultura
incipiente en ciertas áreas de México, especialmente en el valle de Tehuacán, la
zona Occidente de Jalisco y la región Cuenca del Balsas, donde algunos autores
consideran que tuvo lugar la domesticación del maíz. Esta revolución tecnológica
propició el desarrollo de nuevos instrumentos, con un mejor acabado respecto de los
anteriores, en virtud de un mayor dominio de las técnicas de labrado de piedra. A
lo largo de este periodo, la agricultura se convertirá poco a poco en el principal
medio de subsistencia para el área mesoamericana, con lo cual la historia
precolombina de México seguiría caminos diferentes entre Mesoamérica y
Aridoamérica.

Descubrimiento de la agricultura
Las razones por las cuales ocurrió la transición entre las sociedades de
recolectores-cazadores a las agrícolas sedentarias no han sido bien establecidas.
Algunos autores señalan que probablemente se produjo por incapacidad del sistema
económico de apropiación directa de los recursos naturales para sustentar a una
creciente población. Sin embargo, no se han encontrado indicios de un aumento
demográfico importante al debutar el periodo protoneolítico.

Lo que se sabe es que en ciertas regiones de la futura Mesoamérica, incluso en el


desierto tamaulipeco, se han localizado puntos de ocupación humana prolongada por
milenios; algunos de los cuales están relacionados con el desarrollo de ciertos
cultivos. Por lo tanto, el descubrimiento de la agricultura en México debió ocurrir
en varios núcleos, a partir de los cuales se difundió a otras regiones.

Los cultivos más antiguos de México debieron ser el guaje y la calabaza, cuyos
restos más antiguos datan del final del periodo Cenolítico superior. Más tarde se
domesticaron el frijol, maíz, maguey, nopal, yuca, jitomate, aguacate, amaranto,
chile, zapote, ciruela y algodón. Tiene especial importancia la agricultura del
maíz, base de la civilización mesoamericana. Nuevos fechamientos de los restos
encontrados en Coxcatlán y Las Abejas, en el valle de Tehuacán, arrojan el dato del
año 3000 a. C. durante el cual se dio la generación de la especie Zea mays, a
partir de Zea mexicana (teocintle), que habría ocurrido en la cuenca de México. Sin
embargo, no debemos olvidar la disputa sobre el origen del maíz, al cual ciertos
investigadores lo atribuyen más bien de procedencia andina. Algunos restos
arqueológicos hallados en el Valle de México hacen suponer que ya desde el año 7000
a. C. al 5000 a.C., sus antiguos pobladores fueron capaces de domesticar algunas
especies de plantas comestibles, tales como el chile, aguacate y calabaza (la
especie Cucurbita mixta). Hay hipótesis de que pequeños grupos reunidos en pocas
decenas de personas, llevaban a cabo labores de agricultura, mantenían el terreno
libre de matorrales, cuidaban el crecimiento y daban atenciones necesarias a las
plantas a fin de obtener sus frutos. Esta actividad trajo como consecuencia que
estas plantas ya no fueran capaces de reproducirse por sí solas.

Durante la etapa conocida como horizonte Protoneolítico (5000 a. C. al 2500 a. C.),


se domesticaron otras especies, como el guaje, frijol, zapote blanco, zapote negro
y maíz, todas ellas de gran relevancia para los pobladores del Valle de México. En
particular el maíz (Zea mexicana), o teosinte, es resultado de diversas
manipulaciones que nos permiten aprovechar las actuales mazorcas de hasta 20
centímetros. A finales del Protoneolítico, los primitivos grupos de cazadores se
vuelven agricultores y deben cuidar sus sembradíos.

Aridoamérica
Artículo principal: Aridoamérica

Detalle del cráneo de la cueva de La Candelaria.


El desarrollo de las culturas agrícolas de Mesoamérica es tomada como el hito
histórico que marca la separación de esta superárea cultural con respecto a
Aridoamérica, ocupada por pueblos cazadores-recolectores nómadas. Esto, como se
expuso en el apartado anterior, ocurrió aproximadamente en el año 2500 a. C.

El primero que empleó este término fue Paul Kirchhoff en 1954. Para diferenciar a
los aridoamericanos de otros pueblos vecinos como los mesoamericanos y los indios
de las praderas, Kirchoff distinguió los caracteres económicos (pueblos dedicados a
la recolección de vegetales que combinaban de modo secundario con caza) y patrones
de residencia (poblaciones nómadas) peculiares de la superárea. Incluyó en ella,
además, a los pueblos recolectores y pescadores que tenían una agricultura poco
desarrollada (como los pueblos de la sierra de Tamaulipas).

El paisaje aridoamericano es sumamente variado. Se extiende por planicies, montañas


muy escarpadas, costas y mesetas. La vegetación y la fauna son igualmente diversas.
Esto propició una fragmentación de las prácticas culturales, orientadas a la
explotación eficiente de los recursos disponibles. Por ello, mientras los indios
californianos disponían de madera y otros productos del bosque, los pueblos del
desierto pasaban penurias en tiempos de crisis prolongada que incluso los llevaba a
comer tierra o cortezas para engañar el hambre.

Kirchoff también propuso una división de Aridoamérica (que algunos autores llaman
Gran Chichimeca) en áreas culturales para facilitar su estudio. Las regiones
distinguidas por Kirchoff son las siguientes:

Centro y Sur de California


Gran Cuenca
Noroeste de Arizona
Sur de Texas
Apachería
Norte de México
Baja California
Costa de Sonora
Oasisamérica

Sitio de Mesa Verde (Colorado), perteneciente a la cultura anasazi. Anasazi es una


palabra que en idioma navajo significa los ancestros. Se supone que los actuales
indios pueblo serían descendientes de los portadores de esta cultura.
Artículo principal: Oasisamérica
Oasisamérica fue la última de las superáreas culturales del México precolombino en
desarrollarse. Es resultado de un lento proceso de introducción de las técnicas
agrícolas de sus vecinos del sur los mesoamericanos. La antigüedad de la
agricultura oasisamericana es debatida, pues los indicios más antiguos, encontrados
en Bat Cave, Nuevo México, parecen tener entre 5000 y 3500 años de antigüedad.

Uno de los factores del tardío desarrollo de la agricultura en esta región es la


carencia de agua. De hecho, nace en el corazón desértico de Aridoamérica, en los
extensos territorios de Chihuahua y Sonora (México), y en Arizona, Nuevo México,
Nevada, Colorado y Utah, en el suroeste de los Estados Unidos.

Fueron muchos los pueblos que habitaron la región. Por su origen lingüístico pueden
ser agrupados en hablantes de taracahita, tanoano, hokano y yuto-nahua. Con base en
esta diferencia lingüística y ciertas características culturales, Kirchoff
estableció una división en siete áreas culturales. Con el avance de las
indagaciones arqueológicas en Oasisamérica, en la actualidad se suelen considerar
cinco áreas diferenciadas: Fremont, Patayana, Anasazi, Hohokam y Mogollón. De
estas, las más importantes son las últimas tres, y las otras dos son periféricas y
más tardías.

Mesoamérica
Volcán Popocatépetl, Puebla. Este volcán domina el paisaje del valle de México,
corazón del área mesoamericana y uno de los puntos más altos de la región.
Artículo principal: Mesoamérica
El término fue propuesto por Paul Kirchhoff, en virtud de que las culturas antiguas
de los que hoy es México no pueden estudiarse desde el enfoque geográfico de la
actualidad. México como formación política nace en el año 1810, con la declaración
de independencia. Antes de la llegada de los españoles, el territorio estaba
repartido entre más de un centenar de pueblos, muchos de ellos extintos ya. A pesar
de la fragmentación política, algunos autores (como el mismo Kirchoff, Christian
Duverger, y antes que ellos, Alfred Kroeber) notaron que los pueblos que se
asentaron al sur de los ríos Fuerte y Pánuco compartían un conjunto de prácticas
culturales que los unificaba. Entre otras cosas, la subsistencia a base de maíz, la
tecnología neolítica, los sacrificios humanos con fines rituales, la construcción
de centros ceremoniales y la mitología común, la numeración vigesimal y la
importancia de la cuenta del tiempo, son todos ellos elementos que la mayor parte
de los autores consideran como parte de lo que Duverger llama "sustrato común de
Mesoamérica". Existe un acuerdo generalizado sobre la ubicación de Mesoamérica en
la mitad sur de México (a partir de los ríos Sinaloa y Moctezuma-Pánuco) y una
parte de América Central que incluye Guatemala, El Salvador, y el occidente de
Nicaragua, Honduras y Costa Rica. No es una entidad geográfica estática a lo largo
de sus 4 mil años de existencia. Sus fronteras, y en especial, la frontera norte,
se contrajeron o expandieron en el transcurso de su historia, y alcanzaron su
límite máximo en el Período Clásico, con el desarrollo de ciudades relacionadas con
Teotihuacan en la planicie central mexicana.

El valle de Puebla.
Por lo tanto se trata de un área con una geografía sumamente diversa, en la que el
norte es más o menos seco, y el sur adolece exceso de lluvias. La vegetación y la
fauna cambian no sólo en función de la latitud, sino también de la altitud variable
de la abrupta orografía del territorio. Al cabo de unas decenas de kilómetros es
posible pasar de un clima de alta montaña a la sequedad de los valles centrales de
Puebla y México. En el contexto de la diversidad ecológica descrita anteriormente
se desarrollaron las culturas mesoamericanas. Si bien, el medio contribuyó a la
diversificación inicial de los primeros habitantes de Mesoamérica (que comenzaron a
especializarse en ciertas actividades económicas acordes con los recursos
disponibles de su entorno), los pueblos se vieron integrados en un proceso
civilizador único que adquirió características regionales. Por ello los arqueólogos
dividen Mesoamérica (con fines analíticos) en las siguientes áreas culturales:

Guerrero: Ocupa aproximadamente el territorio del estado del mismo nombre, en el


sur de México. De esta zona proceden los vestigios más antiguos de cerámica, que
marca el inicio aproximado del inicio de la civilización mesoamericana.
Occidente de México: Ocupa los actuales estados de Michoacán, Colima, Sinaloa y
Nayarit, y parte de Jalisco. Aquí se desarrollaron, entre otras, las culturas
Capacha (la más antigua de Mesoamérica), la Tradición de las tumbas de tiro y la
cultura tarasca.
Golfo de México: Ocupa la llanura costera del Golfo de México, y la región que en
México se conoce como La Huasteca. Aquí se desarrolló la cultura olmeca, el
complejo más influyente del Período Preclásico considerado cultura madre.

Mapa de las áreas culturales de Mesoamérica.


Centro de México: Ocupa los valles de México, Puebla-Tlaxcala, Toluca, Tehuacán,
Morelos y Mezquital, así como las montañas que los circundan. Fue el escenario de
varias culturas muy conocidas de la antigüedad mexicana: Teotihuacan, tolteca y
mexica.
Oaxaca: En esta zona de montañas y valles se desarrollaron dos culturas con un
desarrollo continuo milenario: la mixteca y la zapoteca.
Área Maya: Ocupa la península de Yucatán y los territorios de Chiapas y el oriente
de Tabasco en México, así como Guatemala, Belice y parte de El Salvador. No
requiere mayor comentario: fue el escenario de la cultura maya.
Norte de México: Son las tierras ubicadas al norte de los ríos Moctezuma-Pánuco,
Lerma y Sinaloa. Se trata de una región que formó parte de Mesoamérica en la época
del auge teotihuacano. A la caída de esta ciudad, fue ocupada por pueblos cazadores
aridoamericanos.
Centroamérica: Se trata de los territorios occidentales de Honduras, Nicaragua,
Costa Rica y el oriente de El Salvador. Las culturas de esta región recibieron
influencia de mesoamericana y chibcha, y en algunos lugares su ubicación en ambas
áreas es problemática durante los períodos Preclásico y Clásico. Sin embargo, en el
Período Posclásico, se integró plenamente en Mesoamérica a causa de las migraciones
nicarao y pipil (nahuas).
Horizontes culturales de Mesoamérica
La historia de Mesoamérica se divide en horizontes culturales o periodos. El nombre
puede cambiar de acuerdo con los autores consultados, pero en general se acepta la
división en tres grandes etapas, apuntadas someramente en los siguientes apartados
del artículo. Se aclara que las fechas de conclusión de cada uno de los periodos
también dependen del desarrollo histórico de cada cultura o área cultural.

Cronología
Cronología de los grandes grupos culturales mesoamericanos de la época precolombina
(las fechas son aproximadas y distintos autores discrepan en torno a ellas) hasta
la conquista española.

Período Preclásico (aprox. 2500 a. C. - 200 dC)


El comienzo del Período Preclásico es definido casi siempre a partir de los inicios
más antiguos de la fabricación de cerámica. Los más antiguos de ellos fueron
encontrados en Guerrero, cerca de la localidad de Puerto Marqués, y se calcula que
datan del año 2440 a. C.

La pirámide de La Venta es la más antigua de Mesoamérica.


Los primeros 1.300 años de este período son definidos como Preclásico Temprano. Se
trata de una dilatada época en la que se van desarrollando lentamente los rasgos
característicos de Mesoamérica. En este tiempo, los procesos de sedentarización y
la práctica de la agricultura se hallan plenamente consolidados. No obstante, los
mesoamericanos del Preclásico Temprano debían complementar sus actividades
económicas con pesca, recolección y caza. La gente vivía en pequeñas aldeas de
casas de barro, con una población reducida. Hacia el final de este horizonte
algunas de ellas crecieron en población y llegarían a ser dominantes, como El Opeño
en Occidente; Tlatilco, Coapexco y Chalcatzingo en el Centro; y San José Mogote en
Oaxaca.

El desarrollo de estas aldeas es considerado como el marcador del inicio del


Preclásico Medio (1200-400 a. C.). La vida aldeana se volvió más compleja, y se
establecieron redes de intercambio interregional entre las poblaciones dominantes.
En virtud de esas redes, algunas de las grandes aldeas extendieron su influencia en
regiones muy amplias de Mesoamérica.

Durante este periodo tiene lugar el desarrollo de la cultura olmeca, que resume
todos los desarrollos culturales de los mesoamericanos de aquel tiempo. De esta
cultura son los primeros indicios de escritura y del uso de calendario. Debieron
tener una estructura social muy compleja que les permitió desarrollar su escultura
y arquitectura monumentales. Los principales sitios de esta cultura son La Venta
(Tabasco) el centro más importante de esta cultura, y que representa el primer
trazo urbano del México antiguo, Tres Zapotes y San Lorenzo, ubicados en la llanura
costera del Golfo de México. También se ha encontrado evidencia de ellos en
Teopantecuanitlán (Guerrero), y en Chalcatzingo (Morelos), y se presume que sus
relaciones con las áreas oaxaqueña y Maya contribuyó con el desarrollo cultural de
esas regiones.

La declinación de la cultura olmeca dio origen al periodo Preclásico Tardío (400 a.


C.-150 d. C.). Se trata de una época de diversificación cultural y asimilación de
los elementos olmecas en los sistemas culturales de cada pueblo. Con esa base
dieron comienzo varias de las tradiciones más importantes de Mesoamérica. Sin
embargo, Cuicuilco, en el sur del valle de México, y la Chupícuaro, en Michoacán,
serían las más importantes. La primera llegó a convertirse en la mayor ciudad de
Mesoamérica y principal centro ceremonial del Valle de México; y mantenía
relaciones con Chupícuaro. La declinación de Cuicuilco es paralela a la emergencia
de Teotihuacan, y se consuma con la erupción del Xitle (circa 150 d. C.), que
motivó la migración de sus pobladores al norte del valle de México. La cultura
Chupícuaro es conocida sobre todo por su producción alfarera, cuyas huellas se han
detectado por una amplia zona ubicada entre el Bajío y la cuenca lacustre.

Hacia el final del Preclásico había comenzado la planificación de las ciudades que
llegarían a ser emblemáticas de Mesoamérica, como Monte Albán y Teotihuacan.

Vasija de la cultura de Capacha (Colima)

Figurilla de Chupícuaro (Guanajuato)

Figurillas de Tlatilco (estado de México)

Jugadores de pelota de Ticomán (Distrito Federal)

Basamento circular de Cuicuilco (Distrito Federal)

Cerámica Rojo sobre Bayo de la Mixteca Alta (Oaxaca)

Edificio principal de San José Mogote (Oaxaca)

Figurilla baby face de Las Bocas (Puebla)

Monumento 3 de San Lorenzo (Veracruz)

El Señor de Las Limas (Veracruz)


Estela 19 de La Venta (Tabasco)

Monumento 1 de La Venta (Tabasco)

Estela 5 de Izapa (Chiapas)

Período Clásico (aprox. 200 - 900)

La calzada de los Muertos de Teotihuacan (estado de México).

Máscara de Kinich Ahau Pakal, señor de Palenque (Chiapas).

Urna del dios Pitao Cocijo, procedente de Monte Albán (Oaxaca).


Este período está marcado por el apogeo teotihuacano y concluye con las migraciones
nahuas y el establecimiento de centros regionales en el valle de México. Se divide
en dos periodos: el Clásico Temprano y el Clásico Tardío.

El Clásico Temprano abarca los primeros 400 años del periodo, y coincide con la
época de mayor apogeo de Teotihuacan. Durante este periodo se consolidó el proceso
de urbanización que se observaba desde el Preclásico Tardío. De esta suerte,
nacieron ciudades como Cholula, en el valle Puebla-Tlaxcala; Monte Albán en los
Valles Centrales de Oaxaca, Tikal y Calakmul en el área Maya (la primera ciudad, en
Guatemala y la segunda en México). Las obras hidráulicas que permitieron la alta
eficiencia de la agricultura mesoamericana también estaban bien desarrolladas en
esta época.

La escena histórica fue dominada por los teotihuacanos, que convirtieron a su


ciudad en el centro de una amplia red de intercambios comerciales que involucraban
especialmente a todos los pueblos mesoamericanos y de Oasisamérica, de los cuales
se obtenía la turquesa, uno de los artículos suntuarios más característicos de la
civilización mesoamericana. Los teotihuacanos monopolizaban la distribución de la
cerámica Anaranjado Delgado, una de las más finas y apreciadas de la época,
producida en Puebla, y las minas de obsidiana, alabastro y otros minerales de vital
importancia para la vida cotidiana de los antiguos mesoamericanos.

Estos productos eran intercambiados con otros pueblos por mercancía de la cual los
teotihuacanos no disponían en su área de influencia directa. Teotihuacan, además,
fungía como gran intermediario entre las diferentes regiones de Mesoamérica. La
importancia de las rutas comerciales controladas por los teotihuacanos está
reflejada en el crecimiento de poblaciones en el área Norte de México, que durante
esta época queda integrada en la civilización mesoamericana. Entre estas ciudades
se cuentan Altavista y Loma de San Gabriel.

Teotihuacan era una ciudad cosmopolita y multiétnica. En ella se ha encontrado


indicios de presencia oaxaqueña y de los pueblos del Golfo, que ocupaban barrios
enteros de la ciudad. De igual manera, es patente la presencia teotihuacana en
Monte Albán y en Tikal, corazón del área Maya que por aquel tiempo vivía su primer
periodo de apogeo.

Hacia el año 600 comenzó el proceso de declinación de Teotihuacan. Este hecho marca
el inicio del Clásico Tardío, caracterizado por la época del gran florecimiento de
las culturas maya y zapoteca, y las modificaciones en el panorama político del
Centro de México (que afectaron a Mesoamérica entera).
Los mayas habían mantenido relaciones comerciales con Teotihuacan a durante el
Clásico Temprano. Algunos autores sospechaban que la presencia de rasgos culturales
teotihuacanos en Tikal y otros centros importantes de la zona sugería que los mayas
habrían estado sujetos al dominio directo de los teotihuacanos. Sin embargo,
interpretaciones más recientes de esos materiales apuntan a que la relación entre
Teotihuacan y los mayas fueron de otra índole, comercial seguramente. A la luz de
este enfoque, la presencia de elementos y objetos del altiplano en Tikal
(Guatemala) puede interpretarse como una estrategia de la élite maya para
conferirse legitimidad a sí misma, las ciudades que dominaban en dicha época eran
al norte Teotihuacan y en el sur, las ciudades rivales de Tikal y Calakmul.

Con la decadencia consumada de Teotihuacan, en 750, las ciudades mayas también


entraron en crisis. Se especula que una combinación de desórdenes políticos, en el
contexto de un desajuste climático, puso en jaque a los gobernantes de muchas
ciudades de la región. De esta manera, la cultura maya clásica encontró su fin
hacia el año 800.

Sin embargo, recientes estudios realizados en Guatemala y sur de México demuestran


que no hubo problemas climáticos, sino guerras internas, entre ciudades y
gobernantes, lo que obligó a los pobladores a huir y establecerse en diversas
regiones.

Los zapotecos fueron otro pueblo que mantuvo relaciones con Teotihuacan. Pero en
este caso, las relaciones iban más allá del intercambio comercial: eran aliados.
Como se dijo más arriba, en Teotihuacan fue encontrado un barrio completo de
zapotecos, que tenía su correspondiente en la metrópoli oaxaqueña. Cuando se vio
interrumpida la relación, por la emergencia de Estados rivales de Teotihuacan en el
Centro de México, los zapotecos continuaron con su desarrollo cultural autónomo,
que vio la época de mayor florecimiento entre los años 750 - 850. Sin embargo, como
ocurrió en el caso de Teotihuacan y el área maya, la capital zapoteca también
declinaría y sería finalmente abandonada.

Aprovechando la debilidad de las metrópolis, varias ciudades cobraron fuerza y


tomaron posiciones centrales en las rutas de intercambio que sostenían la hegemonía
de Teotihuacan. En este panorama, surgieron centros regionales en el Centro de
México: Xochicalco, en Morelos, controlaba el comercio con el Área Maya; Cholula,
en Puebla-Tlaxcala, hacía lo propio con el sureste; Teotenango, con el Occidente de
México. El creciente poder de estas ciudades -y otras como Cacaxtla y Cantona-
terminó por estrangular a Teotihuacan, que colapsó hacia el año 750.

Este periodo es conocido como Epiclásico, y se trata de una época de fuertes


desórdenes y reacomodos políticos, y culmina con las primeras migraciones de los
pueblos del Norte de México (entre los cuales venían los nahuas) motivadas por las
sequías prolongadas que arruinaron las sociedades agrícolas de la región. Los
mismos centros regionales que rivalizaron en esta época fueron construidos con el
aporte de pueblos migrantes (por ejemplo, los olmeca-xicalancas que arribaron a
Cacaxtla y Xochicalco en esa época). De esta manera, la civilización mesoamericana
reforzó su carácter multiétnico.

Escultura de las tumbas de tiro de Nayarit

Perritos de Colima
Esculturas de estilo Ameca-Etzatlán (Jalisco)

Centro ceremonial de Guachimontones (Jalisco)

Pirámide de La Quemada (Zacatecas)

Edificio de Plazuelas (Guanajuato)

La calzada de los Muertos de Teotihuacan (estado de México)

Mural del templo de la Agricultura de Teotihuacan (Estado de México)

Pirámide del Sol en Teotihuacan (Estado de México)

Periodo Posclásico (800/900 - Conquista española)


El Posclásico es dividido por los arqueólogos en dos épocas, el Posclásico Temprano
(800/900 - 1100), dominado por Tula y la cultura tolteca; y el Posclásico Tardío,
tiempo del imperio mexica (1100 - 1521/1694). Siempre es conveniente aclarar que la
calendarización es variable de acuerdo con la historia regional, dado que
normalmente se toma como referencia lo que ocurría en el centro de México.

Atlantes de Tula. Cultura tolteca.


Se suele considerar que el Posclásico fue una época dominada por pueblos guerreros
y sanguinarios que causaron la ruina de las culturas clásicas, característicamente
pacíficas y entregadas a la religión. A la construcción de este arquetipo
contribuyó de manera notable Román Piña Chan. Sin embargo, como señala López Austin
en El pasado indígena, el belicismo también estuvo presente en los periodos
anteriores, especialmente entre los mayas. Lo ocurrido durante el Posclásico sería
la exacerbación del carácter guerrero de las sociedades mesoamericanas, debido en
parte a la gran competencia entre Estados muy poderosos y a las migraciones.

Las migraciones marcan la pauta del Posclásico Temprano. Se trataba de pueblos


norteños que habían sido empujados hacia el sur, ya por el expansionismo de otros
grupos beligerantes o por el desastre ecológico que ocasionó la caída de las
culturas del Norte de Mesoamérica. A estos grupos se les conoce como chichimecas,
un término recogido por los cronistas de Indias de sus informantes, y que equivale
a bárbaro. La descripción de estos grupos como bárbaros no es muy adecuada, en
tanto que, por principio de cuentas, muchos de ellos formaban parte de la esfera de
influencia de Mesoamérica, y en última instancia, no constituían una unidad étnica.

Comalcalco en Tabasco única ciudad maya construida de ladrillo cocido.


Fueron muchos los grupos que llegaron a Mesoamérica durante este periodo. Entre
ellos podemos contar a los tlahuicas, que ocuparon el valle de Morelos, y otros
grupos de filiación nahua que se tomaron posesión de la cuenca lacustre de México y
del valle poblano tlaxcalteca. Con ellos venía un grupo, comandado por Mixcóatl,
que se asentó en Culhuacán y se mezcló con la población originaria, afín a la
teotihuacana. Más tarde, el hijo de Mixcóatl, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl,
partiría de Culhuacán hacia el norte, donde fundó Tula.

Los toltecas iniciaron un proceso de expansión, que los llevó a establecer


relaciones con otros Estados importantes, que también buscaban el respaldo de Tula
para legitimarse. Tal es el caso del efímero Estado mixteco de 8 Venado Garra de
Jaguar, que tras derrotar a varios de los más importantes señoríos del siglo XI,
forzó la unificación política de buena parte de la Mixteca bajo su persona. Para
hacerlo, recurrió al prestigio de Tula como centro hegemónico, con el que
estableció alianza. Sin embargo, 8 Venado fue asesinado y tras ello, la Mixteca
entró en un proceso de desintegración. Más tarde, los mixtecos habrían de invadir
el territorio tradicional de sus vecinos zapotecos, desplazándolos hacia el istmo
de Tehuantepec, en el oriente.

El Castillo. Chichén Itzá. Cultura maya.


La relación entre el Estado tolteca y los reinos yucatecos ha desconcertado a los
arqueólogos. El extraordinario parecido entre Tula y Chichén Itzá es el motivo de
ello. Se ha sugerido que Tula colonizó la península de Yucatán; o que cuando la
élite tolteca fue expulsada de la ciudad, sus vínculos con los itzáes (pueblo de
filiación maya que vivía a la sazón en Campeche) les permitieron ocupar por la
fuerza la ciudad de Chichén. En cualquiera de los dos casos, los recién llegados
habrían decidido edificar una réplica de la antigua capital. La hipótesis
contraria, sostenida por Piña Chan, convierte a Tula en una colonia y réplica de
Chichén.

Sin embargo, es más plausible que el fenómeno de las ciudades gemelas separadas por
cientos de kilómetros tenga una explicación similar a la ofrecida para el caso de
la presencia teotihuacana en Tikal. Es muy probable que grupos migrantes,
portadores de la cultura tolteca (o zuyuana, como la llaman López Austin y López
Luján), se hayan instalado en Yucatán y hayan terminado por fundirse con los
nativos y llegar a ocupar posiciones privilegiadas. Para legitimar su poder
debieron recurrir a su antiguo vínculo con Tula, considerada la ciudad de
Quetzalcóatl, y ello explicaría la presencia de ciertos rasgos típicos del Centro
de México en las artes mayas de aquel tiempo.

La caída de Tula está relacionada con la misma inestabilidad política interna que
había motivado su expansión. La ciudad fue semiabandonada, y muchos de sus
pobladores huyeron hacia la cuenca lacustre de México, para asentarse nuevamente en
al pie del Cerro de la Estrella. Al mismo tiempo, se producían nuevas migraciones,
como la de los pipiles y nicaraos hacia Centroamérica, o la de los mexicas, hacia
el centro de México.

Durante el periodo comprendido entre la caída tolteca (ca. 1100 d. C.) y la derrota
de Azcapotzalco por Tenochtitlan (1430), hubo un vacío de poder, aprovechado por
ciudades de menor envergadura que cobraron un nuevo y breve florecimiento. Entre
ellas se cuenta Cholula, ciudad de añeja tradición y relacionada con el culto a
Quetzalcóatl, y Culhuacán, que fue ocupada por refugiados toltecas.

A la llegada de los mexicas a la cuenca lacustre, la escena era dominada por los
tepanecas de Azcapotzalco, pues Culhuacán había entrado en decadencia. Tras un
periodo de constante cambios de residencia, se establecen en el islote de México,
en territorio de Azcapotzalco. Sin embargo, establecieron una alianza con los
culhuas, rivales de los tepanecas, a los que finalmente derrotaron en compañía de
Texcoco y Tlacopan, coaligados en la Triple Alianza.

De esta manera, comenzó un periodo expansionista militar y comercial encabezado por


los mexicas, que llegó a dominar casi toda Mesoamérica. El expansionismo estaba
basado en la ideología religiosa de los mexicas, quienes se consideraban a sí
mismos como hijos del Sol. En tanto que sus hijos, los mexicas tenían la obligación
de proporcionar alimento a los dioses (sangre y corazones, que en la religión
mesoamericana eran símbolos del tonalli o fuerza cósmica), por lo que emprendían
guerras con la misión de capturar presos. Es por ello que permitieron la relativa
independencia de Tlaxcala, de la que obtenían cautivos en las Guerras Floridas
(Xochiyáotl) necesarios para el sacrificio ritual.

Además de Tlaxcala, permanecieron imbatibles Meztitlán, al norte; Teotitlán del


Camino, al oriente; Yopitzinco, en la costa de Guerrero; el señorío mixteco de
Tututepec y el reino zapoteca de Tehuantepec. Estos dos últimos se coaligaron y le
propinaron al ejército mexica una memorable derrota en Guiengola. El tlatoani
mexica, para evitar consecuencias más graves, decidió casar a su hija con el rey de
los zapotecos, Cocijoeza.

Yácata de Tzintzuntzan. Cultura Purépecha.


Otro de los rivales imbatibles de los mexicas fue el Estado purépecha. Su formación
comenzó alrededor del año 1450, como producto de la unión de un pueblo llegado del
norte (los uacúsechas) con los pobladores nativos. Los purépechas tuvieron tres
capitales sucesivas (Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan), ubicadas en las
inmediaciones del lago de Pátzcuaro. Con el tiempo, la supremacía la conservó
Tzintzuntzan. A partir de allí tuvo lugar el expansionismo de los purépechas, que
los llevó a ocupar el actual estado de Michoacán y áreas circunvecinas. En su
expansión hacia el oriente, se encontraron con los mexicas, con quienes se
enfrentaron en varias ocasiones, y no pudo vencer un bando al otro definitivamente.

Mientras tanto, en Yucatán, los itzáes habían sido expulsados de Chichén por los
cocomes de Mayapán, con lo cual se rompió la alianza establecida entre estos reinos
y Uxmal. Esta confederación es conocida con el nombre de Liga de Mayapán. Al
disolverse, la península se vio envuelta en una cadena de guerras entre estados
vecinos que disputaban el control político de la región. Ese fue el panorama que
encontraron los españoles a su llegada a Mesoamérica en el año 1517.

El fin del México prehispánico


Artículo principal: Conquista de México
La conquista de México-Tenochtitlan por parte de los españoles, ocurrida en 1521,
suele ser tomada como la conclusión de la época precolombina de México. Sin
embargo, es necesario hacer hincapié en que la conquista y el sometimiento a España
no ocurrieron al mismo tiempo para todos los pueblos. La región oaxaqueña no cayó
bajo el control de España sino hasta la década de 1560. El último reducto de la
resistencia maya, en Tayasal, no se rindió hasta 1697.

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