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Carlo Goldoni - El Servidor de Dos Patrones
Carlo Goldoni - El Servidor de Dos Patrones
EL SERVIDOR
DE DOS PATRONES
PERSONAJES
ACTO I
ESCENA I
Habitación en la casa de PANTALÓN.
PANTALÓN, el DOCTOR, CLARICE, SILVIO, BRIGHELLA,
SMERALDINA, un Servidor de Pantalón
ESCENA II
TRUFFALDINO, SMERALDINA y dichos
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TRUFFALDINO.— Me inclino humildemente ante to¬dos estos
señores. ¡Oh qué hermosa compañía! ¡Oh qué hermosa reunión!
PANTALÓN.— (A Truffaldino) ¿Quién eres amigo? ¿Qué deseas?
TRUFFALDINO.— (A Pantalón) ¿Y esta linda señorita quién es?
PANTALÓN.— Es mi hija.
TRUFFALDINO.— ¡Felicitaciones!
SMERALDINA.— (A Truffaldino) Ella está comprome¬tida.
TRUFFALDINO.— (A Smeraldina) ¡Enhorabuena! ¿Y usted quién es?
SMERALDINA.— Soy su camarera, señor.
TRUFFALDINO.— Mucho gusto.
PANTALÓN.— Vamos amigo, basta de cumplidos. ¿Qué quieres de
mí? ¿Quién eres? ¿Quién te manda?
TRUFFALDINO.— Despacio y con buena letra. Tres preguntas de un
solo saque son demasiado para un pobre diablo.
PANTALÓN.— (En voz baja al Doctor) Me parece que el pobre diablo
es él.
DOCTOR.— (Id. a Pantalón) A mí me parece un tipo divertido.
TRUFFALDINO.— (A Smeraldina) ¿Y usted está ca¬sada?
SMERALDINA.— (Suspirando) ¡Oh no, señor!
PANTALÓN.— ¿Quieres decirnos quién eres o quieres irte ya?
TRUFFALDINO.— (A Pantalón) Si quiere saber quién soy, se lo digo
con dos palabras: soy el Servidor de mi pa¬trón. (Dándose vuelta a
Smeraldina) Me decía que...
PANTALÓN.— ¿Pero quién es tu patrón?
TRUFFALDINO.— (A Pantalón) Es un forastero que quiere hacerle
una visita. (A Smeraldina) En cuanto a com¬prometerse, bueno
veremos...
PANTALÓN.— ¿Quién es ese forastero? ¿Cómo se llama?
TRUFFALDINO.— (A Pantalón) ¡Y dale! Es el señor Federico Rasponi,
mi patrón, que le manda sus saludos, que vino por esto, que está
abajo, que le envía el recado, que quisiera entrar y que me espera con
la respuesta. ¿Está con¬tento ahora? (A Smeraldina, mientras todos
se asombran) Decía entonces...
PANTALÓN.— Ven aquí y habla conmigo. ¿Qué di¬jiste?
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TRUFFALDINO.— Si quiere saber quién soy yo, soy Truffaldino
Batocchio, del valle de Bérgamo.
PANTALÓN.— ¡No me importa saber quien eres! Quie¬ro que me
repitas quién es tu patrón, porque no oí bien.
TRUFFALDINO.— ¡Pobre viejo! Es duro de oreja. Mi patrón es el
señor Federico Rasponi de Turín.
PANTALÓN.— ¡Vaya! Estás loco. El señor Federico Rasponi de Turín
ha muerto.
TRUFFALDINO.— ¿Ha muerto?
PANTALÓN.— ¡Claro que sí! Lo lamentamos por él.
TRUFFALDINO.— (Para sí) ¡Diablos! ¿Mi patrón ha muerto? Acabo de
dejarlo abajo y estaba vivo. (A Pantalón) ¿Lo dice en serio que ha
muerto?
PANTALÓN.— Te lo aseguro. Ha muerto.
DOCTOR.— Sí, es la verdad. No hay ninguna duda.
TRUFFALDINO.— (Para sí) ¡Oh pobre patrón! Habrá tenido un
accidente, (Quiere irse) Con permiso.
PANTALÓN.— ¿No se te ofrece nada más?
TRUFFALDINO.— Si él ha muerto no necesito nada. (Para sí) Quiero
ir a ver si es verdad. (Sale, luego regresa).
PANTALÓN.— ¿Quién creen que es ese fulano? ¿Un loco o un
tunante?
DOCTOR.— No lo sé. Tal vez un poco de cada cosa.
BRIGHELLA.— A mí me parece un simplón. Siendo bergamasco no
puede ser un águila.
SMERALDINA.— A mí me parece un listo. (Para sí) No me disgusta
ese morocho.
PANTALÓN.— ¿Pero qué cosas soñó del señor Fede¬rico?
CLARICE.— Si fuese cierto que él está aquí, para mí sería una mala
noticia.
PANTALÓN.— (A Clarice) ¡Qué disparates! ¿No viste las cartas
también tú?
SILVIO.— Aunque estuviese vivo, aunque estuviese aquí, habría
llegado demasiado tarde.
TRUFFALDINO.— (De regreso) Me asombra que uste¬des. .. ¡No se
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trata así a la pobre gente! No se engaña así a los forasteros. No son
acciones de caballeros y me rendi¬rán cuenta.
PANTALÓN.— (Para sí) Cuidado, está loco. (A Truffaldino) ¿Qué
sucede? ¿Qué te hicieron?
TRUFFALDINO.— Decirme que el señor Federico Rasponi ha
muerto...
PANTALÓN.— ¿Cómo?
TRUFFALDINO.— ¡Cómo! Está aquí, vivo, sano, agu¬do y brillante; y
quiere saludarlo si se lo permite.
PANTALÓN.— ¿El señor Federico?
TRUFFALDINO.— El señor Federico.
PANTALÓN.— ¿Rasponi?
TRUFFALDINO.— Rasponi.
PANTALÓN.— ¿De Turín?
TRUFFALDINO.— De Turín.
PANTALÓN.— Hijo mío, ve al hospital; estás loco.
TRUFFALDINO.— ¡Sangre del diablo! Me hará blas¬femar como a un
jugador de naipes. Está aquí, en su casa, en la sala. ¡Que usted tenga
un accidente!
PANTALÓN.— Mira que te rompo la cara.
DOCTOR.— Quieto, señor Pantalón. Dígale que haga entrar a ese
señor que él cree que es Federico Rasponi.
PANTALÓN.— Bueno; trae a ese muerto resucitado.
TRUFFALDINO.— (Con cólera a Pantalón) Que él haya muerto y
resucitado es posible, ni yo me opongo. Pero aho¬ra está vivo y podrá
verlo con sus propios ojos. Voy a de¬cirle que venga, pero desde
ahora aprenda a tratar a los fo¬rasteros, a la gente de mi clase, a los
bergamascos honrados. (A Smeraldina, aparte) Joven, volveremos a
vernos.
CLARICE.— (En voz baja a Silvio) Silvio querido, estoy temblando.
SILVIO.— (Id. a Clarice) No tema, sea como fuere será mi esposa.
DOCTOR.— Ahora sabremos la verdad.
PANTALÓN.— Puede tratarse de un embustero que vie¬ne a
contarme mentiras.
BRIGHELLA.— Ya le dije que conozco al señor Fede¬rico; veremos si
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se trata de él.
SMERALDINA.— (Para sí) Sin embargo ese morocho no tiene cara de
mentiroso. Voy a ver si logro... (A todos) Con permiso. (Sale).
ESCENA III
BEATRIZ, vestida de hombre, bajo el nombre de FEDERICO y dichos.
ESCENA IV
PANTALÓN, BEATRIZ, BR1GHELLA; luego el Servidor de Pantalón.
ESCENA V
BEATRIZ y BRIGHELLA
ESCENA VI
Calle ante la posada de BRIGHELLA. TRUFFALDINO solo.
ESCENA VII
FLORINDO en traje de viaje con un CHANGADOR que carga su baúl
y dicho.
ESCENA VIII
FLORINDO, luego TRUFFALDINO
ESCENA IX
TRUFFALDINO, luego BEATRIZ, vestida de hombre, y BRIGHELLA
ESCENA X
TRUFFALDINO, luego SILVIO
ESCENA XI
SILVIO, luego FLORINDO y TRUFFALDINO
ESCENA XII
FLORINDO solo.
ESCENA XIII
TRUFFALDINO con otro CHANGADOR que trae el baúl de BEATRIZ y
dicho.
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TRUFFALDINO.— Sígueme... ¡Demonios! Está aquí el otro patrón.
Retírate compañero y espérame en esa es¬quina. (El Changador se
retira)
FLORINDO.— (Para sí) Sí, está decidido; regreso a Turín.
TRUFFALDINO.— Estoy aquí, señor.
FLORINDO.— Truffaldino, ¿quieres ir conmigo a Tu¬rín?
TRUFFALDINO.— ¿Cuándo?
FLORINDO.— Ahora, en seguida.
TRUFFALDINO.— ¿Sin comer antes?
FLORINDO.— No; almorzamos y luego partimos.
TRUFFALDINO.— Muy bien; lo pensaré mientras como.
FLORINDO.— ¿Fuiste al Correo?
TRUFFALDINO.— Sí señor.
FLORINDO.— ¿Había cartas para mí?
TRUFFALDINO.— Las había.
FLORINDO.— ¿Dónde están?
TRUFFALDINO.— En seguida las encuentro. (Saca tres cartas de un
bolsillo. Para sí) ¡Demonios! Mezclé las cartas de los dos patrones.
¿Qué hago para saber cuáles son las su¬yas? Yo no sé leer.
FLORINDO.— Vamos, dame las cartas.
TRUFFALDINO.— En seguida señor. (Para sí) Estoy en un lío. (A
Florindo) Vea señor, estas tres cartas no son todas suyas. Me topé
con un servidor que me conoce, con el cual estuvimos sirviendo juntos
en Bérgamo; le dije que iba al Correo y me pidió que preguntase si
había cartas para su patrón. Creo que había una, pero no la
reconozco, no sé cuál es.
FLORINDO.— Déjame ver; tomo las mías y te devuelvo la otra.
TRUFFALDINO.— Tómelas; no quiero quedar mal con mi amigo.
FLORINDO.— (Para sí) ¿Es posible? ¿Una carta dirigi¬da a Beatriz
Rasponi? ¡A Beatriz Rasponi en Venecia!
TRUFFALDINO.— ¿Encontró la carta de mi compañero?
FLORINDO.— ¿Quién es ése compañero que te dio el encargo?
TRUFFALDINO.— Un servidor.. . se llama Pascual.
FLORINDO.— ¿De quién es el servidor?
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TRUFFALDINO.— No lo sé, señor.
FLORINDO.— Si te mandó buscar las cartas de su pa¬trón, debió
decirte el nombre.
TRUFFALDINO.— Naturalmente. (Para sí) Esta madeja se enreda
cada vez más.
FLORINDO.— Y bien, ¿qué nombre te dijo?
TRUFFALDINO.— No lo recuerdo.
FLORINDO.— ¿Cómo?
TRUFFALDINO — Me lo escribió en un pedazo de papel.
FLORINDO.— ¿Dónde está ese papel?
TRUFFALDINO.— Lo dejé en el Correo.
FLORINDO.— (Para sí) Estoy en un mar de confusión.
TRUFFALDINO.— (Id.) Hasta ahora no me va mal.
FLORINDO.— ¿Dónde vive ese Pascual?
TRUFFALDINO.— En verdad, no lo sé.
FLORINDO.— ¿Y cómo vas a entregarle la carta?
TRUFFALDINO.— Quedamos que nos veríamos en la plaza.
FLORINDO.— (Para sí) No sé más qué pensar.
TRUFFALDINO.— (Id.) Si llego a puerto sin daño, será un milagro. (A
Florindo) Entrégueme la carta, por favor; iré a buscarlo.
FLORINDO.— No. Voy a abrir esta carta.
TRUFFALDINO.— ¡No lo haga, señor! Usted sabe que está penado
por la ley abrir las cartas de los otros.
FLORINDO.— No me importa. Tengo mucho interés en esta carta.
Está dirigida a una persona que en cierto mo¬do me pertenece. Puedo
abrirla sin escrúpulos. (La abre)
TRUFFALDINO.— (Para sí) Siervo suyo. Ya la abrió.
FLORINDO.— (Lee la carta) Estimada patrona. Su par¬tida de la
ciudad fue motivo de comentarios generales, pero todos comprenden
su decisión de seguir al señor Florindo. La Corte ha descubierto que
usted huyó vestida de hombre y hace investigaciones para encontrarla
y detenerla. Por es¬to no envié esta carta directamente a Venecia,
para no re¬velar el lugar dónde usted iría, según me dijo. La mandé a
Génova a un amigo mío, que la enviará a Venecia. Cuando haya
alguna novedad importante se la comunicaré por la misma vía. Su
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humilde y fiel servidor, Tognino de la Doira.
TRUFFALDINO.— (Para sí) ¡Qué educación tiene! ¡Leer las cartas de
los otros!
FLORINDO.— (Para sí) ¿Qué es eso? ¿Qué he leído? ¿Beatriz
abandonó su casa? ¿Vestida de hombre? ¿Para buscarme? Ella me
sigue amando. Quiera Dios que la en¬cuentre en Venecia. (A
Truffaldino) Ve, querido Truffaldino, usa todos los medios, pero
encuentra a Pascual; pre¬gúntale quién es su patrón, si es hombre o
mujer. Averigua donde se aloja y, si puedes, tráemelo. Les daré a los
dos una generosa propina.
TRUFFALDINO.— Déme la carta, intentaré encon¬trarlo.
FLORINDO.— Toma. No dejes de encontrarlo. Para mí tiene mucha
importancia.
TRUFFALDINO.— ¿Y tengo que entregarla así, abierta?
FLORINDO.— Dile que hubo un equívoco, un acciden¬te. No me
crees más dificultades.
TRUFFALDINO.— ¿Y a Turín no vamos más por ahora?
FLORINDO.— No, por ahora no vamos. No pierdas tiempo: procura de
encontrar a Pascual. (Para sí) Beatriz en Venecia, Federico en
Venecia. Pobre de ella si la encuen¬tra su hermano. Debo encontrarla
yo primero. (Sale)
ESCENA XIV
TRUFFALDINO solo, luego el CHANGADOR con el baúl
ESCENA XV
BEATRIZ, que sale de la posada, y dichos.
ESCENA XVI
TRUFFALDINO, luego PANTALÓN.
ESCENA XVII
TRUFFALDINO, luego FLORINDO
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ESCENA XVIII
Habitación en la casa de PANTALÓN. PANTALÓN y CLARICE, luego
SMERALDINA.
ESCENA XIX
BEATRIZ, vestida de hombre, y dichos.
ESCENA XX
BEATRIZ y CLARICE
ESCENA XXI
PANTALÓN y dichas.
ESCENA XXII
BEATRIZ y CLARICE
ACTO SEGUNDO
ESCENA I
Patio en la casa de PANTALÓN. SILVIO y el DOCTOR.
ESCENA II
El DOCTOR, luego PANTALÓN.
ESCENA III
PANTALÓN, luego SILVIO
ESCENA IV
BEATRIZ con la espada en la mano y dichos.
ESCENA V
CLARICE y dichos.
ESCENA VI
SILVIO y CLARICE
ESCENA VII
SMERALDINA y dichos.
ESCENA VIII
SILVIO y SMERALDINA
ESCENA IX
SILVIO solo.
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SILVIO.— Sí, Clarice me es infiel y con la excusa de un juramento
oculta la verdad. Es pérfida y simuló el acto de quererse herir para
engañarme, para que yo me apiadé de ella. Pero, aunque la mala
suerte me haya hecho caer ante mi rival, no dejaré de vengarme.
Morirá ese indigno y la in¬grata Clarice verá en su sangre el fruto de
su propio amor. (Sale)
ESCENA X
Sala en la posada, con dos puertas al foro y dos laterales.
TRUFFALDINO, luego FLORINDO.
ESCENA XI
TRUFFALDINO, luego BEATRIZ con una hoja en la mano.
ESCENA XII
TRUFFALDINO, luego BRIGHELLA
ESCENA XIII
BEATRIZ, PANTALÓN y dichos.
ESCENA XIV
BEATRIZ, PANTALÓN, después CAMAREROS y TRUFFALDINO.
ESCENA XV
Un CAMARERO trayendo un plato, luego TRUFFALDINO, luego
FLORINDO, luego BEATRIZ y otros CAMAREROS.
ESCENA XVI
Calle con el frente de la posada. SMERALDINA, luego el CAMARERO
de la posada.
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SMERALDINA.— ¡Qué discreción la de mi patrona! Me manda con
una cartita a una posada. ¡A una muchacha co¬mo yo! Es muy malo
servir a una mujer enamorada. Mi patrona hace una extravagancia tras
otras. No entiendo cómo, estando enamorada del señor Silvio hasta
querer matarse por él, mande mensajes a otro. A menos que quiera
tener dos: uno para .el verano y otro para el invierno. Basta... Yo en la
posada no entro. Llamaré, alguien saldrá. ¡Eh! ¡Los de casa, los de la
posada!
CAMARERO.— ¿Qué desea, muchacha?
SMERALDINA.— (Para sí) Me da vergüenza. (Al Cama¬rero) Diga...
¿El señor Federico Rasponi se aloja en esta posada?
CAMARERO.— Sí y acaba de almorzar.
SMERALDINA.— Tengo que hablarle.
CAMARERO.— ¿Un mensaje? Pase.
SMERALDINA.— ¿Quién cree que soy? Soy la camare¬ra de su
prometida.
CAMARERO.— Bien, pase.
SMERALDINA.— ¡Oh no! Yo no entro ahí.
CAMARERO.— ¿Quiere que lo haga salir a la calle? No me parece
correcto; además está con el señor Pantalón dei Bisognosi.
SMERALDINA.— ¿Mi patrón? Peor aún. ¡Oh no! Yo no entro.
CAMARERO.— Si quiere, llamo a su servidor.
SMERALDINA.— ¿El morocho?
CAMARERO.— El mismo.
SMERALDINA.— Llámelo.
CAMARERO.— (Para si) Comprendo. El morocho le gusta. Tiene
vergüenza de entrar, pero en la calle no la tie¬ne. (Sale)
ESCENA XVII
SMERALDINA, luego TRUFFALDINO
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ESCENA XVIII
BEATRIZ y PANTALÓN desde la posada, y dichos.
ESCENA XIX
BEATRIZ, TRUFFALDINO, luego FLORINDO en la ventana de la
posada.
ESCENA XX
TRUFFALDINO, luego FLORINDO que sale de la posada
ACTO TERCERO
ESCENA I
Sala de la posada con muchas puertas. TRUFFALDINO, luego dos
CAMAREROS.
ESCENA II
FLORINDO en su habitación y dicho.
ESCENA III
TRUFFALDINO, luego BEATRIZ y PANTALÓN
ESCENA IV
Calle con la posada. El DOCTOR, luego PANTALÓN desde la posada.
ESCENA V
PANTALÓN, luego SILVIO.
ESCENA VI
Sala de la posada, con muchas puertas. BEATRIZ y FLORINDO salen
de sus habitaciones, cada uno de ellos con un arma blanca en la
mano, en actitud de quererse suicidar; la primera detenida por
BRIGHELLA, el segundo por un CAMARERO. Se adelantan sin verse
el uno al otro.
ESCENA VII
BEATRIZ, FLORINDO y luego BRIGHELLA
ESCENA VII
TRUFFALDINO, conducido a la fuerza por BRIGHELLA y el
CAMARERO; y dichos.
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ESCENA X
FLORINDO y TRUFFALDINO.
ESCENA XI
FLORINDO, luego BEATRIZ y TRUFFALDINO.
ESCENA XII
FLORINDO y TRUFFALDINO.
ESCENA XIII
Habitación en casa de PANTALÓN. PANTALÓN, el DOCTOR,
CLARICE, SILVIO, SMERALDINA.
ESCENA XIV
BRIGHELLA y dichos.
ESCENA XV
BEATRIZ y dichos.
ESCENA XVI
TRUFFALDINO y dichos.
ESCENA XVI
TRUFFALDINO y dichos.
ESCENA ULTIMA
FLORINDO, TRUFFALDINO y dichos.
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