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03/09/2017
Una lección no aprendida
Ya hemos comentado antes las elecciones judiciales, proceso que ha demostrado su rotundo fracaso,
acompañado además de un rechazo mayoritario del pueblo. Este experimento ha causado asombro en el
exterior, pero no por lo bueno ni por sus resultados (malos) sino por lo insólito. En los países civilizados
del mundo al Poder Judicial se ingresa -y luego se asciende- por méritos, no por elecciones ni
influencias políticas, como sucede en Bolivia.
Las propias autoridades del MAS -comenzando por el presidente Evo Morales- se quejan de la justicia
boliviana, a lo que debe agregarse el reclamo generalizado de la gente ante tanta ineficacia, retardación,
corrupción y favoritismos. Y sin embargo, he aquí que se persiste con la dañina práctica, pese a obvios
resultados adversos.
Finalmente concluyó en la Asamblea Legislativa el proceso de selección de un conjunto de ciudadanos
de dudosos méritos profesionales, pero sí de comprobada adhesión al régimen vigente, cuyos
parlamentarios votaron masivamente para aprobar la lista final de ‘candidatos’. Nuevamente tendremos
una justicia amañada, deficiente e inerme, ante la influencia de un Órgano Ejecutivo que prácticamente
controlará sus actos o, peor, los podrá digitar. Esta lamentable subordinación de la justicia boliviana ya
es conocida en el exterior y ha motivado comentarios adversos de la comunidad internacional.
La lección de los comicios anteriores no fue aprendida. En esa oportunidad el MAS tuvo su primera
derrota electoral, aunque esta hubiera sido en forma indirecta por la sumatoria de votos blancos, nulos y
abstenciones. La mayoría del pueblo rechazó la propuesta de elegir a la cúpula judicial a través de
elecciones de ‘candidatos’ previamente manipulados y que luego se formalizaron como ‘legítimos’ con
el voto popular. De nada ha servido la experiencia anterior. Ahora se repiten las cosas, en una suerte de
“corsi ricorsi” que nuevamente nos llevará a tener un sistema judicial mediocre y dependiente de las
autoridades ejecutivas, violando así principios básicos de equilibrio de poderes que definen a la propia
institucionalidad democrática.
Se dice que el pueblo dará su ‘veredicto’, pero bien sabemos que aún si hubiera ‘victoria’, tal triunfo
deberá tomarse con pinzas; la legitimidad de los ‘electos’ seguirá en duda. Es una pena, las lecciones del
pasado no fueron tomadas en cuenta y la historia se repetirá otra vez.