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Doce Reinos

"La Orilla en Crepúsculo, el Cielo al amanecer"


Prólogo

El rocío de la mañana persistía sin gran convicción aquel día en Tai, la isla situada al
noreste del continente. La nieve que cubría los campos y las colinas no había comenzado a
derretirse todavía. Los capullos de las plantas y las flores dormían bajo un manto blanco.

Las tierras al lado del Mar de Nubes no era la excepción. Cuando la nevada no era igual que
en las tierras bajas, la mayoría de los árboles y arbustos recubrían la arboleda en un profundo
sueño.

Esta era Kouki, la capital de Tai. El barrio más occidental de las tierras del Palacio de Hakkei.

Con la forma de un caballo, el palacio tenía la bahía en el ala. El bosque cubría la extensión
del ala extendiéndose fuera de las colinas de Jinjuu Manor en el noroeste, la morada del Saiho
de Tai, y Koutoku Manor, donde los marqueses conducían los trabajos del gobierno
provincial.

A través de los parques estaban todavía encerrados en una invernal desolación, las extrañas
piedras decorativas y las estatuas ministeriales que tenían una gran belleza. Las hojas perenne
contribuían a los profundos colores de la frígida tierra y las flores de cereza acercándose a la
primera floración despedida por un débil perfume.

Bajo un una pérgola estaba la sombra de un niño. Se echó contra un blanco pilar de piedra. Su
cabello negro platinado yacía sobre su encorvada espalda.

Este niño era el Taiki, el kirin del reino de Tai. El kirin elegía al nuevo rey, sentándolo sobre
el trono, y convirtiéndose en el Saiho. Al mismo tiempo él reinaba como el señor provincial
de la provincia de Zui, hogar de la capital de Kouki.

Él tenía solamente once años.

Hace seis meses él había llevado a cabo su más importante misión seleccionando al rey. Este
niño, la piedra angular del reino de Tai, estaba ahora solo en los jardines.

El rey no se encontraba en Kouki. Dos semanas antes se había embarcado en un viaje a la


provincia de Bun. Taiki no podía dejar de sentirse desanimado y ansioso. Su señor, Gyousou,
Rey de Tai, se había ido allá para suprimir un levantamiento.

Taiki nunca pudo acostumbrarse a la guerra. No solo estaba en la naturaleza de un kirin


apartar sus ojos de la violencia, sino que el joven Taiki nunca había presenciado un conflicto
similar. El conocimiento que tenía sobre la brutalidad en el campo de batalla era puramente
teórico. Sin embargo era donde se dirigía su señor.

Para hacer las cosas peor, poco después de que Gyousou salió a su viaje, un horrible rumor se
expandió por el palacio: La rebelión en la provincia de Bun era un complot para atraer al rey
de su cómodo palacio para asesinarlo

La provincia de Bun estaba al norte de la provincia de Zui. Una accidentada y elevada cadena
montañosa separaba ambas provincias. Gyousou no tenía opción que cruzar a través del

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estrecho paso de las montañas. Según los rumores, los rebeldes hibernaban en el trecho
camino hacia la capital de la provincia de Bun y ahí lo esperaban.

De hecho, el día anterior a que Gyousou fue atacado en una emboscada sorpresa.
Desaventajado por el terreno desconocido la batalla se volvió fea, o así fue como los
informantes de Taiki le dijeron. Angustiado y aterrado, Taiki se sintió como si una tonelada
de ladrillos golpeara sobre su pecho.

Ten cuidado. Estate seguro.

Taiki no podía hacer otra cosa que no fuera rezar. No había nadie a quien pudiese contarle las
ansiedades que ennegrecían su corazón. Cuidando de no asustar a Taiki, los adultos que lo
rodeaban no le decían nada al respecto. Los rumores de la insurrección eran meramente
chismes, insistían en que no había nada más en que preocuparse.

Entonces, habiendo arreglado un encuentro secreto y escuchado las malas noticias para sí,
Taiki no podía compartir los secretos con ninguno de los adultos. Él podía, pero quería estar
completamente seguro de que se equivocaba y que todo era rumores e insinuaciones.

Amenos que evadiera su encuentro oficial, eligiendo un momento en que hubiera pocas
personas a su alrededor, y escapara a un lugar que no hubiera movimiento, incluso rezar por la
seguridad de su rey era imposible. El hecho de que no esperara ser tratado de otra forma que
no sea un chico era a la vez patético y desesperante.

Él había persuadido a los repugnantes shirei y los había enviado a la provincia de Bun. Al
final deseaba saber si Gyousou estaba a salvo o no. Si la batalla se volviera crítica quería
enviar toda la ayuda posible.

Era la naturaleza de un kirin benévolo odiar el derramamiento de sangre y la guerra.


Rechazando las armas o protegerse ellos mismos a la fuerza, ellos en cambio comandan a sus
youma y los usan como sus armas. Pero Taiki tenía solo dos shirei a su disposición.

Les ordenó a Sanshi y a Gouran ir.

Con eso, el habría hecho todo lo posible para ayudar a Gyousou. Si solo tuviera más shirei. Si
solo fuera un adulto y pudiera trabajar en conjunto con otros adultos, y juntos elaborar un plan
para salvar a Gyousou.

La cruda realidad regresaba a su mente una y otra vez, Taiki se quedó con la única opción de
rezar fervorosamente en una esquina de los jardines. Su débil personalidad lo estaba
mortificando.

Ten cuidado. Estate seguro.

Había rezado más veces de lo que acostumbraba cuando escuchó el débil sonido de las
pisadas detrás de él. Se dio vuelta y lo vio parado allí. Taiki estaba aliviado de ver que no era
ni el director real ni su guardaespaldas. Además, él era quien debería informar a Taiki sobre la
grave situación en la que estaba Gyousou.

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Entonces no tenía que pretender que no había nada de que preocuparse. “Gyousou-sama está
bien, ¿no?” preguntó Taiki corriendo hacia él. “¿Has oído algo más sobre él?”

El hombre negó con la cabeza.

“Mandé al shirei. Lo lamento.”

Prometiendo francamente de hacerle llegar toda la información que tuviese, el hombre le


imploró a Taiki que no se precipitara en enviar al shirei a Gyousou. Pero cuando el hombre
aparentemente llegaba al final del acuerdo, Taiki no hizo como se le había pedido.

“Yo no podía simplemente quedarme parado sin hacer nada mientras esperaba su palabra.”

El hombre asintió con la cabeza y sacó a relucir la espada que llevaba en su cintura en un
simple movimiento. Taiki detuvo sus palabras. No porque estuviera particularmente asustado.
Él seguía confiando en aquel hombre. La acción del hombre simplemente lo dejó perplejo.

“¿Qué sucede?” preguntó Taiki, de repente lo invadió la preocupación, notando por primera
vez que el hombre estaba soltando las amarras de una aterrorizante aura que había sido
ocultada hasta ese momento.

“Gyousou está muerto.” Dijo el hombre.

Aprovechado de un terror inconciente y comenzando la retirada, el pie de Taiki se paralizó en


el lugar. “Estás mintiendo.” Dijo mirando al hombre.

El hombre blandió la espada. Los ojos de Taiki se abrieron completamente. No se podía


mover. No podía gritar. Se quedó quieto como petrificado.

“Que mal solo tienes dos shirei.” La espada brilló como un arco de hielo blanco descendiente.
“Te equivocaste al elegir a Gyousou.”

Incluso Taiki hubiera encontrado imposible de decir si la filosa espada golpearía primero
(usándola a una mano) o si tendría tiempo para salir corriendo.

En cualquier caso la espada del asesino cortó profundamente el cuerno de Taiki (que poseía
como kirin, no como persona). Taiki aulló, una reacción puramente visceral. No solo por el
dolor, sino por el sentimiento de traición y por la atroz perdida de su irremplazable señor.

El grito de una bestia es la agonía en el extremo de su vida. Un grito que no tiene igual.
Manejado por sus instintos para salir del lugar, Taiki desapareció abruptamente.

“¿Taiki?”

El violento shock despertó en Sanshi un grito desgarrador. Las blancas y frías montañas
llegaron a escucharla. La provincia de Bun se colocó ante ella. Emergió en la cima de una
pequeña cumbre con el objetivo de encontrarlo.

Algo había pasado.

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“Taiki.”

¿Qué es este dolor? El aterrorizante dolor y un entumecimiento recorrieron su cuerpo. Sanshi


gimió. No regresó en sí tan rápido, pero disolvió su cuerpo y físicamente proyectó su esencia
dentro de la tierra. Su cuerpo se deslizó dentro de la tierra.

Ella conocía las vetas y los cursos que unían los mantos de la tierra. Llevada delante sin
forma, ella misma recorrió los arroyos que una vez estuvieron allí y que no están. Aunque no
era suficiente para expresar lo que sentía. Viajó como si atravesara un profundo y oscuro
océano, en el medio de nada que no fuera la inconciencia del caos, con nada más que el peso
del olvido a su alrededor.

Sanshi se sumergió en su mente con todas sus fuerzas. Lejana en la distancia ella encendió el
brillo, un vivo toque de luz dorada a su vista.

Presentándose a través de las vetas de la tierra, ella subió al nivel del mar. Por la abertura de
la guarida de un dragón, una corriente de aire ascendente la elevó. Tan grande era su
velocidad que el mundo sobre la tierra envuelto en la niebla rápidamente iba perdiendo su
forma.

La luz dorada se volvió más intensa. Brillando, resplandeciendo y creciendo aun más,
iluminando su visión y llenándola de luz.

Un color dorado como el atardecer. En el momento en el que se cayó en una oscuridad


dorada, Sanshi fue repentinamente golpeada y echada de allí.

La sombra de Taiki.

La conciencia de Taiki, era torcida por una fuerza aterradora, desgarrando el libre sistema
circulatorio del mundo.

Su carne avanzaba con el miedo. Desde cerca parecía la fruta dorada arrancada de la rama
plateada justo frente a sus ojos hace tanto tiempo. Lo he perdido de nuevo. Sentimientos de
desesperación más intensos que cualquiera de las ansiedades que golpeaban sus sentidos.

Ella salió de su flujo. El palacio Hakkei estaba detrás de ella. La distorsión de la atmosfera era
tan grande que las baldosas a lo largo de los tejados se doblaban y torcían. A través de los
tejados del palacio, el cielo estaba tan oscuro como una tumba.

El otro mundo.

Un shoku. Un pequeño shoku únicamente atraído por el llanto de un kirin.

Ella vio una sombra a la distancia, como si hubiera sido arrojado al centro de las
ondulaciones. La sombra de la bestia negra. Su cresta lanzó un pequeño destello de luz.

“Taiki.”

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El tembloroso lugar. Los jardines brillaban en al aire turbio. La retorcida y torturada pérgola.
Y al lado de la inclinada estructura, una doblada y retorcida silueta.

¿Quién?

La mirada de Sanshi se dirigió al horizonte. El portón se estaba cerrando. Sin siquiera


pensarlo se lanzó, se desvaneció y comenzó una persecución.

Su brazo. Ella alcanzó el brazo en el ojo de su mente. Sus dedos tocaron el aire. Solo unas
pulgadas más.

El flujo la demoró dejándola atrás. El color del flujo (que sentía a su alrededor) cambió. Se ha
unido con aquel mundo.

Ella alcanzó a salir con su alma y corazón, arañando la sombra azafrán. Sus dedos encontró
una adquisición (o eso creía).

Los techos temblorosos, las brillantes vías, los bosques retorcidos. Golpeados por el aumento
de las olas, en un solo respiro volvieron a su forma original. Al mismo tiempo Sanshi logró
entrar en la penumbra, la penumbra dorada.

“¡Taiki!”

Por un momento observó un espectáculo increíble frente a sus ojos.

Un pequeño pueblo, viejas construcciones, colocadas en hilera entre pequeños cultivos. Un


angosto y serpenteante camino de asfalto atravesaba el pueblo. Bañado por la fresca luz del
Sol de Abril, suaves brisas de aire cálido se elevaban desde el asfalto.

Una fuerte fuerza arrendaba las suaves brisas del aire, las brisas aumentaban y se expandían
haciéndose más espesas, como si el asfalto estallara en fuego. Las brisas se elevaban a la
altura de un gran hombre.

Una sombra flotaba allí. Las brisas lentamente mostraron la figura de una persona. Esa
persona dio un paso y cayó al suelo. La tambaleante silueta de un niño. Dos o tres más
inciertamente, tambaleantes pasos y su progreso se detuvo.

El niño se quedó parado en el asfalto. Las rielantes olas de calor en su espalda se evaporaban
en el aire.

Y todo lo que fue dejado era un tranquilo paisaje primaveral. Un brillante, brumosos y
borroso cielo azul con nubes de seda. De algún lugar sobre el que estaba se escuchaba una
canción de aves.

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Una cálida y suave brisa susurraba las flores en los campos, doblando los tallos del fondo del
pastor por las pisadas entre los campos de arroz, tocando la superficie de del camino.
Alcanzando los hombros del niño alborotando sus largos cabellos.

El niño estaba quieto por un aturdimiento. Se paró algo adormecido, sin ver ni sentir nada.
Comenzó directo con ojos imperturbables. Como si empujado por una suave brisa en su
espalda moviera sus pies. Dio un paso, y luego otro. Comenzó a caminar como un autómata,
sus pasos crecían cada vez más.

Después de unos pocos pasos parpadeó y de un momento a otro pareció estar fuera de sí. Sus
pies de detuvieron. Miró a sus alrededores y parpadeó varias veces más en señal de asombro.

Los campos mal arreglados y los arrozales salpicados por viejos edificios. Y entre ellos
algunos edificios nuevos también. Era un pequeño pueblo a las afueras del país.

Inclinó su cabeza a un lado, la expresión en su rostro todavía era la de alguien medio dormido.
Frente a él, donde el camino se encontraba con el sendero, vio una cortina de gente vestida de
negro en un funeral.

Él había cruzado sobre el mar de Kyoukai, el mar de la nada.

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Capitulo 1

Al comienzo del verano, en el tercer año de la emperatriz Youko, un par de alas


blancas aparecieron en los cielos sobre Gyouten.

Gyouten era la capital del reino de Kei, este reino ocupaba la zona más oriental del
continente. Ese día la ciudad dormía bajo un manto de aire seco. Al norte de la capital una
enorme montaña se elevaba en el cielo como un gran pilar. La ciudad se extendía fuera de la
ladera sur de la montaña, como las telas de un vestido.

La embaldosada ciudad (con techos de todos los colores), sus caminos que llegaban de
derecha a izquierda y de arriba a bajo eran bañados por la luz del Sol.

Los postigos de cada ventana abierta como velas buscando una brisa fresca. Pero el aire había
reducido desde el mediodía. Las puertas y ventanas recibían solo la luz reflejada, el aire
caliente y un ajetreado y bullicioso aire que incitaba a dormir.

Quizás tener un calor así de insoportable hacía que las aves no volaran, para escapar de los
rayos del sol para buscar las sombras de los árboles. Un perro estaba tirado descansando bajo
la fina sombra de los aleros de una casa. Y un anciano descansaba al lado del apacible perro.
Como el hombre dormía, el abanico se le cayó de sus manos. El animal logró levantar su
hocico y lanzar una débil mirada a su amo.

En aquel momento una sombra cayó del otro lado de la luz.

El perro se despertó expectante. Desde el este una nube cruzó el cielo de verano como un
shoku invasor. El olor de la brisa húmeda alcanzó su hocico y escuchó el sonido de un trueno
distante. La nube ahora cubría la totalidad de los cielos y en un corto plazo todo se sumió en
la oscuridad.

La oscura sombra apareció en los cielos sobre Gyouten al mismo tiempo. Como si impulsada
por el color de las nubes, apareció en el este, se dirigió a la montaña de Ryou a través de un
amplio arco. Los habitantes de la ciudad esperaban la lluvia. Entre ellos uno miró arriba y
reconoció lo que vio.

Las alas eran demasiado débiles, el plumaje cubría las blancas y estropeadas alas menos en la
falda, algunas de las plumas estaban desgarradas y otras simplemente no estaban. Apenas
podía mantener se planeando en una dirección. Las alas rastrillaban el pesado y húmedo aire.
Descendiendo como un ave herida cayó cerca de la montaña de Ryou.

Las gotas de la lluvia empezaron a caer, como si apalearan la sombra en la tierra. De un


momento a otro la lluvia comenzó a caer agresivamente contra las alas. Justo antes de
desaparecer por la niebla, les pareció a los espectadores que el tramo superior de la montaña
había respirado.

La figura fue tragada arriba, en las vetas de la lluvia torrencial.

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Toshin perdía el tiempo entre los enormes portones. Los portones estaban situados a medio
camino de la montaña de Gyouten, en un acantilado justo por debajo del Mar de las Nubes.
Las puertas protegidas fueron situadas dentro de una cueva, en una alcoba varias veces más
grande que la altura de un hombre. En frente de la alcoba había una cornisa ancha. Esta era
“La Puerta Prohibida”, el cual proveía un acceso directo a la Corte Imperial y a los niveles
superiores del Palacio Kinpa en las montañas de Gyouten sobre el Mar de Nubes.

Era pasado el medio día. Junto con el regular cambio de guardia, Toshin tomó su posición
frente a la puerta. Debajo de la cornisa, la ciudad de Gyouten se desplegaba, rielando en el
aire caliente. No había brisas siquiera en aquella gran altura. El calor lo abrazaba como un
sauna.

Finalmente las nubes comenzaron a reunirse en el cielo sobre su cabeza. Las nubes venían del
este, avanzando al Mar de Nubes como si lamieran la base. Toshin oyó el sonido de un trueno
distante. Una niebla llenaba los alrededores de aire. El enorme peso de las nubes parecía
empujarlas hacia la “La Puerta Prohibida”, borrando el Sol.

Los pequeños rayos de luz ni siquiera llegaban hasta la obturación de la puerta. Toshin
observó al comienzo de la cornisa volverse gris con la humedad. Junto con frío, la húmeda
brisa un leve ruido parecía acercarse por la tierra donde él estaba parado.

Toshin suspiró indiferentemente. “Parece ser la lluvia,” le dijo a Gaishi a su lado.

“Sí.” Gaishi respiró profundamente mostrando sus dientes blancos. “Al menos hace al tiempo
más fácil de lidiar. Las armaduras se hacen muy pesadas con este calor.” Dijo
sarcásticamente.

Gaishi era el sargento a cargo entre los cinco hombres que cuidaban la Puerta Prohibida.
Siendo el sargento era el más experimentado, el más habilidoso y el más indicado para
hacerse cargo de la situación. Gaishi todavía no había comandado sobre todos ellos. No era un
gran líder. Si así era como un sargento debía ser, o si simplemente era la forma de Gaishi de
ser, Toshin realmente no sabía.

Toshin se había unido al ejército hace un año cuando la nueva emperatriz fue coronada.
Después de un año de entrenamiento fue asignado a la armada da la izquierda. Había servido
en esa posición oficial por medio año. No había trabajado bajo la orden de otro que no fuera
Gaishi.

Una sección de veinticinco soldados protegiendo la Puerta Prohibida. Una sección consistía
de 5 grupos. Muchos de los otros sargentos y el capitán en cargo eran tan agradables como
Gaishi. Al menos según los rumores que había escuchado, que difícilmente era el caso con los
otros capitanes.

“La provincia de Ei es calurosa. La provincia de Baku tiene mejor clima.”

“¿Es usted de la provincia de Baku, sargento?” preguntó Toshin.

Gaishi asintió. “Nacido y reclutado. Estaba en la guardia de la provincia de Baku antes de la


coronación de la actual emperatriz.”

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“Wow,” dijo Toshin. Él estaba consiente de la única distinción otorgada a los soldados de la
provincia de Baku. De hecho, la cabeza de la guardia de la Puerta Prohibida, general de la
armada de la izquierda, había sido elegida entre los dirigentes de la guardia de la provincia de
Baku.

“Entonces ¿conoce al general Sei…?” Comenzó a decir Toshin.

De repente una silueta voló a través de la cortina gris colgando del borde de la cornisa. Toshin
apenas tuvo tiempo de gritar ya que la pesada niebla lo tiró contra la pared de roca y colisionó
al lado de la Puerta Prohibida. Con gritos ahogados, pateó la una cara de la roca y resbaló
cayendo a la cornisa.

“Que demonios” dijo Gaishi con voz tensa.

La bestia se tumbó en la tierra, sus alas golpeando dos, tres veces, como si convulsionara.
Lamentablemente intentó y colapsó. Una figura humana solitaria se derrumbó boca arriba.

Gaishi alistó su lanza. Toshin siguió el ejemplo ya que corrió a donde ambos habían caído.
Solo la emperatriz, el Saiho, y aquellos a los que la reina les había dado permisos oficiales
podían pasar la Puerta Prohibida. El Pegaso que había caído frente a ellos no era uno de esos.

La puerta llevaba al corazón del palacio, no era la clase de lugar donde la gente simplemente
tomaba el camino sin consentimiento, a pesar de las circunstancias.

Justo como Toshin, sus compañeros soldados corrieron hasta la bestia, cuyo cuello aun estaba
caliente, y se preparó para la batalla. Toshin dejó caer un gran peso de ansiedad crecer en su
estomago cuando corría. Una falange de soldados disparó desde los cuarteles a ambos lados
de la Puerta Prohibida, levantando una pared de lanzas alrededor de la bestia y su jinete.

Toshin finalmente le dio una buena mirada a ambos abriendo bien sus ojos.

La bestia parecía un enorme perro plateado de cabeza negra. La mancha de hollín que cubría
su abrigo fue borrada por manchas de rojo oscuro. El pelaje oscuro de la cabeza fue
limpiamente desgarrado o faltaba en algunos puntos. El blanco sucio de sus plumas de las alas
y las plumas de vuelo fueron trituradas y perdidas.

Caído a su lado, golpeó débilmente el suelo con sus alas, pero sin fuerza suficiente para
llamarlo aleteo de alas. Al lado de este, protegido por las alas, yacía la figura de un humano
en un estado desastroso no muy diferente al de su animal de monta: heridos, sucios, agotados.

Desconcertado, Toshin miró a Gaishi. Parado al frente, su lanza lista, Gaishi enfrentó a la
bestia y su jinete con ojos sobresaltados. El rumor de la confusión corrió a través de la
multitud. Gaishi levantó su mano para calmar la conmoción de los soldados a su alrededor.
Bajó su lanza y le preguntó al jinete.

“¿Se encuentra usted bien?”

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Al oír su voz, el jinete levantó su cabeza. Ahí fue cuando Toshin finalmente se dio cuenta que
el jinete era una mujer. Ella era alta, poseía una fuerte resistencia, y vestía una armadura
ligera. O al menos, lo que quedaba de su armadura. No solo por la suciedad y la decoloración,
pero al igual que la bestia que montaba, también le faltaban algunas cosas.

“¿Puede entenderme? ¿Cómo hizo para llegar acá?”

La mujer gimió e intentó sentarse. Al hacer el esfuerzo, Toshin se dio cuenta que sus brazos
estaban lastimados con profundas heridas. Gaishi tomó su lanza inseguro.

“No se mueva. Lo lamento, pero no debe moverse. Esta es la Puerta Prohibida. La gente sin
permiso no puede acercársele.”

Con un gemido, la mujer intentó levantarse. Esta vez no estaba impedida. “Discúlpenme por
causarles una conmoción” murmuró, su pecho se levantaba y caía con cada respiro. Logró
arrodillarse. “Mi nombre es Ryuu. Ocupo el rango de general del reino de Tai.”

“¿El reino de Tai?” Gaishi escuchó su eco con ojos abiertos.

Con suplicante mirada en sus ojos, se arrodilló frente al general. “Sé que con gran ofensa y
pregunto más de lo que merezco ¡Pero debo compartir ciertas palabras con la emperatriz del
reino oriental de Kei!”

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Capítulo 2

El secretario de la Corten Imperial fue llamado a la entrada lateral de la Puerta Prohibida. El


secretario ocupa un puesto oficial en el Ministerio de los Cielos y atendía diversos asuntos de
la Corte Imperial. El secretario se colocaba frente a la puerta para hacer un registro de quienes
deseaban entrar al palacio, confirmar sus identidades y comunicar la ida y la vuelta.

El secretario fue corriendo junto con el capitán de guardia. Le dio un vistazo a la mujer y a su
montura y en una voz nerviosa gritó “¡Deshazte de ellos!”

“¡Pero están heridos!” dijo el capitán, tratando de interceder.

El secretario levantó su voz y de una forma dominante dijo, “¿Un general del reino de Tai?
¿A caso se ve como un general? ¿Qué posible razón tendría un general para visitarnos en
primer lugar?”

“Pero…”

“Cállese” ladró el secretario.

Aunque Toshin y los otros soldados de la Puerta Prohibida eran miembros de la Guardia Real,
daban servicio al secretario. Técnicamente hablando, pertenecían al ministerio de verano, pero
la cadena de mando en la puerta pasaba por el secretario.

“Y para hacer las cosas peor, están obstruyendo la Puerta Prohibida.”

Se dio vuelta hacia la mujer arrodillada y le hizo muecas. “Si realmente usted es general del
reino de Tai como dice que es,” salivó, “entonces, cámbiese de ropa. Después de que
hallamos confirmado de buena fe, siéntase libre de presentarse a las oficinas del gobierno
provincial siguiendo las leyes de decoro.”

En ese momento el hombro de la mujer se estremeció. La mujer se había quebrado la cabeza


sobre su rostro y su destrozado cuerpo, a pesar de todo Toshin percibió una mirada feroz a su
majestad. “¡Soy conciente de mi impertinencia y si tuviera tiempo para pasar por los medios
adecuados lo haría sin lugar a duda!”

Ella habló de una manera que demostraba estar mostrando sus verdaderas intenciones, pero el
secretario respondió con frialdad y una mirada despectiva. Otra vez bloqueó los intentos del
capitán para interceder y le dio la espalda.

En ese momento la mujer se acercó y le arrebató la lanza dejándola fuera del alcance de
Toshin. Apenas Toshin había levantado la voz, la mujer ya había roto la falange y corrido a
hacia la Puerta Prohibida.

El aliento de la sorpresa colectiva adoptada por el secretario, Gaishi, Toshin y el resto de los
soldados presentes los demoró otro segundo. Los soldados regresaron en sí, y persiguieron a
la mujer en una frenética rabia. Justo antes de que las lanzas alcanzaran su espalda una mano
negra descendió entre ellos. Usando la espalda de la bestia, la mujer se lanzó a través de la
puerta.

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“¡Atrápenla!” surgió un coro de voces.

Toshin surgió en la parte delantera del grupo, persiguiendo a la bestia ya que se había
deslizado a través de la puerta lateral. A la vanguardia de su mente estaba su error. A pesar de
sostener la espada Gaishi había confiado en él, y descuidadamente había dejado que ella le
robara la lanza. Tendría que pagar el infierno por haberse descuidado.

La conciencia de culpa estaba atormentando sus pensamientos. Había por su artimaña, como
un tonto. Ella habría falsificado sus heridas. Su bestia habría elaborado la respiración, debió
ser un arduo entrenamiento para actuar, los trabajos de ella al ser general de Tai había sido su
error. No solo había caído por sus mentiras. Se había tragado su mal, su pequeño drama
anzuelo, línea y lastre. Que le dio la apertura que necesitaba.

“¿Su pequeño y gastado drama?”

Dentro de la Puerta Prohibida se desfilaban motivos para poner un batallón a través de


ejercicios de formación. La mujer y su bestia cargaron a hacia las escaleras por la parte detrás
de la plaza. Tal vez capturando el viento de la desesperación, los soldados y oficiales en modo
de espera de los cuarteles se unieran a ellos.

Nada mal de él, como él pensaba corrió detrás de ella. No había visto su performance para lo
que era. La mujer y la bestia habían mirado el borde de la muerte. Incluso si la pegaba, la
sangre coagulada podía ser atribuida a arcilla roja, lo que parecía real.

Pero eso no contaba para todas sus heridas. En particular el brazo derecho de la mujer estaba
lleno de laceraciones que no habrían sido fáciles de falsificar. De hecho…

Toshin fijó su mirada a los asombrosos pasos de la mujer. Incluso su brazo derecho
simplemente colgaba a su lado. Justo frente a sus ojos ella cayó. Otra vez su brazo derecho no
se había movido. La bestia galopó hacia ella y trató de ayudarla a levantarse. Cuando se
agarró del cuello de la bestia fue con el mismo brazo con el que sostenía la lanza.

Instintivamente Toshin buscó la cara de Gaishi entre la multitud. Gaishi corría en la parte
trasera y saludó a Toshin con un movimiento de cabeza. “Está bien. Atrápala. Ponla bajo
arresto. No la mates.”

“Pero…” Toshin le suplicó a Gaishi.

Desde la entrada a la plaza se escuchó la estridente voz del secretario. “¡Mátenla!”

“No la mates. Incluso si ella es una rebelde o una insurgente debemos interrogarla.”

Toshin asintió y se encaminó en la persecución de la mujer. Aforrándose a la espalda de la


bestia, con sus últimas fuerzas, ella trató de buscar el nivel más elevado de la plaza.

Bloqueando su camino había una gran puerta. Del otro lado de la puerta, ya sobre el mar de
nubes, estaban las habitaciones interiores de la residencia imperial. Otra sección de soldados
ya se había preparado. Pero lo fueran o no se habían dado cuenta del tumulto.

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“No” pensó Toshin. Si ellos abren la puerta sin estar plenamente informados de lo que estaba
pasando, la mujer intentaría escapar al interior del palacio.

En el momento en que estas cuestiones le ocurrían, se movió hacia la puerta lateral. Situada
en la espalda de la bestia, la mujer hizo un círculo hacia la puerta lateral y se barrió hacia el
interior del palacio.

Gritos de consternación en torno a él. Golpes y gritos de censura sobre él. Estos sonidos
zumbaban en sus oídos, Toshin se empeño en los pasos y llegó a la puerta lateral. Al mismo
tiempo, el grito de la bestia golpeó a Toshin como un puño al plexo solar. Los soldados del
otro lado deben haberlos acabado.

Sintiendo haberse tragado un cubo de plomo, Toshin tropezó y pasó a través de la puerta
lateral. Dentro estaba el Roshin, el vestíbulo que conducía al interior de los cuartos de la
residencia imperial. Particionando el espacioso balcón estaba una enorme barrera, más allá del
cual estaban los edificios del dominio real de la emperatriz.

Estas áreas del palacio estaban prohibidas a la mayoría de los altos funcionarios del palacio,
por no mencionar a Toshin y sus compañeros soldados.

La bestia se había derrumbado en los adoquines que conducían su camino al Seishin. Muchas
púas y ganchos fueron lanzados al cuerpo para retenerlo.

“¡No! ¡No lo maten!” dijo la voz de Gaishi.

Los soldados rodearon la bestia mirando al alrededor en señal de sorpresa. Como Toshin llegó
contiguo el círculo condonando de los soldados, uno de ellos tenía la punta de la lanza contra
el cuello de la mujer. Él la quitó de una vez. El cuerpo de la mujer convulsionó. Enojado
epíteto surgió del cordón de soldados.

La estridente y de mal genio voz del secretario se oyó desde la puerta. “¡Mátala!” Gritó.

Comandos para matar y no matar (la mujer y la bestia aún trataban de huir), el cordón de
agitados soldados presionaba sobre ellos, en medio del pánico y de la confusión una voz sonó
claramente.

“¡¿Qué es toda esta conmoción?!”

Toshin respiró con un suspiro aliviado. La figura aproximándose al cordón era de un gran
hombre sosteniendo una gran espada en la mano. El Daiboku del Ministerio de Verano. Fue
asignado a la seguridad con el cargo de protección de la emperatriz y los otros nobles. Entre
ellos, el Daiboku era literalmente la sombra de la emperatriz en el curso de sus rutinas diarias
y servía como su guardaespaldas personal.

En términos de clase social actual, él nunca había cruzado sobre un barón de menor rango.
Pero este Daiboku tenía la especial confianza de la Emperatriz. Fuera, a la vista del público, él
nunca se alejaba demasiado de ella y tomaba el mando de sus subalternos.

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Incluso ahora el Daiboku estaba acompañado por tres súbditos.

“¡Una rebelde!” gritó el secretario.

“¡Un visitante!” replicó Gaishi.

El Daiboku parpadeó y los miró. “¿Una rebelde o un visitante, cuál de las dos es?”

“¡No es una visitante!” dijo la voz chirriosa. El secretario otra vez. “¡Ella fingió ser un
visitante para invadir el palacio!” El secretario fue largo y tedioso sobre las circunstancias que
habían provocado el estado actual de las cosas.

En medio de la narración el Daiboku levantó la mano en señal de que ya había oído suficiente.
“Será más rápido si le pregunto directamente a ella.”

Con eso el Daiboku caminó con grandes pasos hacia ella. Toshin insertó su camino entre los
desorientados soldados y salió del lado de la mujer. Él recuperó la lanza aprovechando que se
le había caído y aprovechó la oportunidad para examinarla de cerca.

No una mentira. Y no una ejecución por etapas.

De hecho, la sangre manchaba su desgarre, la ropa manchada en grotescos patrones. Y como


antes, la sangre fresca había tomado el color del acero ya se coagulaba y se secaba. Los restos
de la armadura de cuero apenas colgaban de su cuerpo y brazo derecho yacía sobre las piedras
aún atado por un cable. Bajo la herida de la manga su antebrazo estaba marchito y negro. La
gangrena ya debería haberse instalado.

Ella no era humana. Si no hubiera tenido el título de inmortalidad hubiera muerto para
entonces.

“Él te ayudará,” susurró Toshin. Sentándose en los adoquines, la mujer miró a través del velo
de sus despeinados cabellos. “Él tiene la confianza de la emperatriz.”

La mujer inclinó su cabeza en señal de gracias a Toshin. Gimió, se corrigió y giró hacia el
Daiboku. El secretario seguía chillando pero el Daiboku lo ignoró y se arrodilló en los
adoquines.

“Entonces ¿Cómo acabaste así?”

“Yo se que no pueden haber excusas por el modo en el cual forcé mi entrada. Me disculpo
profundamente por la confusión y el desorden que causé. Pero por favor entienda que no
existe ningún mal en mi corazón.”

El Daiboku asintió. Algunas tensiones se fueron del rostro de la mujer. Se inclinó


profundamente. “Yo soy general de la armada provincial de Zui del reino de Tai. Mi nombre
es Ryuu Risai.”

La boca del Daiboku se abrió con sorpresa. Risai lo miró sinceramente. “Existen cuestiones
de suma importancia que debo discutir con su alteza. Estoy al tanto de mi impertinencia, pero

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solicito el honor de una audiencia con la emperatriz.” Ella se postró frente al Daiboku. Yo
humildemente pongo ante usted esta petición. Si usted pudiera comunicar este mensaje a la
emperatriz.”

El Daiboku miró a Risai y asintió con firmeza. “Dale una mano. ¿Lo harás? Encuentra un
lugar para que descanse...”

La voz de Risai lo interrumpió “¡No tengo tiempo para descansar!”

“No te estoy poniendo bajo arresto. Necesitas descansar y cuidados médicos.” El Daiboku
sonrió. “Soy el Daiboku. Koushou es mi nombre. Yo llevaré su petición a la emperatriz, así
que relájese. Enviaré a alguien por un doctor.”

“¿Qué?” El secretario elevó su voz. “¿En que está pensando? ¡Esta persona se aproximó a la
Puerta Prohibida sin autorización, invadió los establecimientos, dispersó las tropas, contaminó
las tierras del palacio, y daño la dignidad de la emperatriz! ¡Inconcebible! ¡Ella debería ser
llevada fuera y tratada de inmediato!”

Koushou miró al secretario, claramente sorprendido. “Hay, ¡cuide su lenguaje! Ella podría ser
un general de otro reino. No debería ser tan rudo.”

“¿Qué general? ¡No veo ningún general! ¡Solo veo una impostora!”

“Si, pero…”

“Tal vez el Daiboku esté equivocado. Determinar la buena fe de todos los visitantes y
ponerlos a su disposición es la tarea del secretario. ¡Solo porque usted está acomodado por la
emperatriz no significa que pueda meterse en los asuntos de otros ministros!”

“Entonces ¡¿Cuál es su problema con su buena fe?!” Bramó Koshou. Encogiéndose, el


secretario se retiró. “¿Piensa que la emperatriz estará contenta si tan solo la echamos?”
Asintió su cabeza hacia Toshin. “Muévete. Su kijuu también,” agregó, indicando a la bestia.
“Has arreglos para cualquier tratamiento médico que necesite.”

Toshin asintió y colocó su mano en el hombro de Risai con la intención de ayudarla a ponerse
de pie. Ella gentilmente lo rechazó.

“No, debes calmarte.”

Risai sacudió la cabeza e intentó seguir a Koshou, quien ya se estaba yendo en una lenta
caminata.

“No puedes continuar haciendo cosas así. Si el Daiboku no hubiera aparecido…”

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“Sí, lo sé,” Dijo Risai, girando hacia Toshin. “No puedo agradecerles lo suficiente por su
amabilidad, pero considerando que emperatriz no debería enojarse en mancillar el palacio más
de lo que yo he hecho, yo debería esperar en acompañar al Daiboku a verla.”

“Pero…”

“Por favor. Si no la veo ahora, dudo sería capaz de verla de nuevo.”

Ella se aferró a él como a sus últimas esperanzas. La cara de Risai estaba blanca por la
perdida de sangre. Sus labios se estaban volviendo azules. Ella peleaba por cada respiro, el
aire resollaba débilmente dentro y fuera de sus pulmones. Sus hombros y brazos se volvían
fríos.

A esta mujer no le quedan muchas horas de vida. “¡Daiboku!” gritó Toshin, poniendo su
brazo debajo de su hombro para levantarla apropiadamente. “Por favor, permítale ir con
usted.”

“Ella no se va a tranquilizar hasta que usted lo haga.”

Tal vez de forma implícita entendiendo su prisa por el tiempo y viendo su mirada de
desesperación, Koshou asintió. Él le entregó su espada a uno de los soldados, y se llevó a la
mujer en sus brazos.

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Capítulo 3

Las habitaciones privadas de la emperatriz, también llamadas Chouraku-den, estaban ubicadas


en la parte interior del palacio mejor conocido como Seishin. Las viviendas imperiales se
encontraban en el mismo lugar, y todo el resto de los edificios estaban colocados y
organizados a su alrededor.

Si bien cada palacio en cada reino tenía sus peculiaridades, su estructura general seguía siendo
la misma. En consecuencia Risai tuvo una buena idea de a que parte del Seishin la estaban
llevando. En el reino de Tai, a diferencia de la mayoría de los oficiales de palacio, a Risai por
un privilegio especial se le permitía la entrada al Seishin.

El Daiboku llamado Koshou llevó a Risai en su espalda a través de la Puerta Prohibida. Ellos
pasaron por las demás estructuras y cruzaron la gran arcada cubierta a un edificio que pasaba
por alto la resplandeciente fachada de la Chouraku-den de varios pisos.

Por los cálculos de Risai habían llegado a la antecámara de un conservatorio. El


conservatorio, o Ka-den, se separaba del Chouraku-den por un parque arbolado. El parque era
bastante grande. Además, una pared se había construido para separar las viviendas imperiales
del conservatorio. Para ir de una a la otra se debía pasar a través del parque.

Risai no preguntó por cuanto tiempo esa pared había estado en ese lugar. Lo encontró
depresivo a la vista. Sin importar cuan cordial era tratada, ella sabía que nunca se le permitiría
entrar a las viviendas imperiales. Solo habría llegado así de lejos gracias a la notable
indulgencia del Daiboku.

¿Cuántas fuerzas le quedaban en sus piernas? Incluso con el apoyo de Koshou, apenas podía
mantenerse de pie. Ella corría el riesgo de caerse en cualquier momento. Quizás por observar
eso, Koshou dijo, “¿Por qué no tomas asiento?”

Risai sacudió la cabeza. Ella no podía comportarse descortésmente como había hecho. La
conciencia de que ella no estaba en condiciones de cumplir las reglas de cualquier reino cayó
pesadamente sobre ella. No obstante la consecuencia de sus actos, quebrantar al cruzar la
Puerta Prohibida era una ofensa que por si misma merecía la pena de muerte. Resolvió que no
debía agregar más pecados. Si no pudiera dibujar la línea de su dignidad a un punto mínimo,
la totalidad de sus propósitos en venir hasta aquí habrían perdido su significado.

Ella se plantó en el piso. El criado quien se había adelantado hasta Koshou regresó y susurró
algo en el oído. Aunque Koshou se mantenía recto sosteniendo a Risai a un pie de distancia,
ella no podía entender lo que el criado decía. En los últimos minutos, un leve zumbido en sus
oídos mezclaba todos los sonidos que escuchaba.

¿Dónde estaba la emperatriz? ¿Había dejado sus habitaciones? ¿Estaba cambiándose la ropa
antes de encontrarse con Risai? ¿Cuánto tiempo tendría Risai que esperar allí?

Estos pensamientos quemaban su mente, cuando vio a Koshou y los otros dirigir su atención
hacia la puerta. A través de la puerta abierta observó un grupo de criados y mujeres de la corte
avanzar a lo largo del pasillo que daba al patio interior. Los criados en la habitación
despejaron el camino y agacharon sus cabezas. Risai dejó sus expectativas aumentar.

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Pero ninguna mujer noble apareció en el medio de la cámara, ni siquiera un líder real
procesional. A la cabeza iba una mujer llevando el vestido de corte ordinario de un empleado
del gobierno o de una dama de honor menor. Ella entró en la habitación a un ritmo rápido.

No había señal de que nadie más viniera. Risai se aferró de Koshou, parándose en puntillas y
buscando alguien en el corredor detrás de ellos.

Su visión se volvió tenue. Ella canalizaba toda su energía en su brazo izquierdo clavando sus
dedos en el hombro de Koshou pero dejando sus rodillas torcidas. ¿Cuántos pasos más tendría
que dar la emperatriz para llegar? No deberían ser muchos. Cada paso era una batalla contra el
tiempo.

Por favor entren.

La joven de la corte llegó hasta su mano. Sintiendo su toque, Risai la miró. El brillo del
cabello escarlata de la chica prácticamente quemó sus retinas. Sus ojos verdes grababan la
sorprendente viveza de su mente.

“Koshou, ¿Por qué no le ofreció asiento?” preguntó la chica, ofreciendo su propio hombro
para soportar el brazo derecho de Risai. La chica continuó, “Mi nombre es Youko. Soy la
Emperatriz de Kei.”

Asustada por la claridad de su voz, Risa volteó la cabeza para mirarla. La chica dijo: “Tenga
la seguridad de que voy a tomar en consideración todas las circunstancias que la trajo aquí.
Pero por el momento, vayamos a la cama.”

La energía abandonó sus brazos. Risai cayó al piso. Aún así, logró girar su cuerpo en una
inclinación. “He venido aquí para más humildemente pedirle un favor a la emperatriz.”

“Oh, no hay necesidad de humillarse así.” Dijo la emperatriz de rodillas junto a ella.

Risai abrió sus ojos. “Por favor. Se lo ruego. ¡Por favor salve el reino de Tai!”

La emperatriz fijó su mirada en Risa, sus ojos esmeralda se llenaron con una evidente
sorpresa.

“Sé que lo que estoy pidiendo de la emperatriz de Kei está más allá de los límites de la razón.
Sin embargo, nosotros ya…”

Risai ahogó el resto de la frase. El reino de Tai flota en el medio del Kyokai, aislado su costa
noreste del resto del continente. Era un país frío, completamente congelado durante el
invierno. Pero, sigue siendo el pueblo de Tai. Seis años antes un rey había descendido al
trono. Luego, no mucho después del inicio del Año Nuevo había desaparecido.

Sin el rey para que interceda, la protección divina de los cielos se había perdido. Tai se
convirtió en una isla cárcel, acosada por las calamidades y hostigada por los youma.

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“El pueblo de Tai carece de los medios para salvarse. Los youma se multiplican a lo largo de
las costas. Huir del país se ha hecho imposible. Nada puede sobrevivir en Tai.”

Toda la rabia y el dolor almacenados en su corazón durante tanto tiempo salieron y


presentaron en su garganta en un frío, una dura masa, ahogando su respiración.

“El rey se vio impulsado a salir por los rebeldes traidores. Nadie sabe donde están el rey y el
Taiho ahora o cómo viajaron. Risai se lanzó a los pies de Youko, presionando su frente al
suelo. “¡El Hakuchi no se ha caído de su pedestal!”

El rey no estaba muerto, y el destino de Tai no estaba sellado aún.

“Por favor…” Pero no había aire en sus pulmones. Intentó inhalar. Su garganta se quedó
cerrada. Silbaba inútilmente el aliento de su boca. Negros puntos florecieron ominosamente
ante sus ojos, hinchazón y sumergiéndose en una oscuridad total. Todo lo que podía oír era el
fuerte zumbido en sus oídos.

Por favor ayúdenos, intentó decir. No podía estar segura si sus palabras habían salido de su
boca.

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Capítulo 4

Los oídos de Risai seguían sonando

No, pensó, era el sonido del viento. El congelante viento invernal de Tai silbando fuera de la
puerta. Este invierno había sido inusualmente duro. Las fuertes y arremolinadas ráfagas
cortaban el cuerpo como fríos y afilados cuchillos. Expuestos a los lamentos, los aullidos del
viento, los árboles, las montañas y los ríos estaban congelados como hielo sólido.

Los ríos se congelaban y la nieve se apilaba. Ventiscas acumulaban en los caminos y


carreteras, que abarcaban el duro suelo de una manta frígida. Fuertes vientos desgarraban la
superficie, azotando hasta morder las cortinas de color blanco.

Abandonados por el continente, el reino de Tai se encontraba solo en el Kyokai. Durante el


invierno, los apuñalantes vientos soplaban desde los mares del norte. Los pueblos y caseríos
se agachan bajo la nieve, las ventanas y puertas de las casas, cerradas hasta arriba.

En los pequeños espacios del interior, separados del aire exterior por una capa de protección,
brillaba un cálido y pequeño fuego. La gente se acurrucaba junta, hombro a hombro,
compartiendo esa pequeña cantidad de calor (pequeña realmente comparada con el clima
exterior) entre ellos.

Las llamas del fuego, el calor corporal mutuo, el aumento de vapor de la caldera en el braceo
(estos dos eran compartidos libremente con los escalofríos que se metían en las carreteras
cubiertas de nieve. Aunque los duros y exigentes inviernos de Tai también se llenaban de
calor.

Y a veces tomaban la forma y por los brillantes colores de las flores, Risai pensó como
observaba que la figura de un niño saltaba hacia ella.

“Risa, aquí” dijo entregándole un ramo de flores rojas y amarillas.

En la fría sala, apenas iluminada por los débiles rayos del sol, las flores eran como el brillo, de
cálidas velas. El sonido del viento cruzaba a través de las paredes. El invierno de Tai había
apenas comenzado, entonces las montañas y los campos estaban ligeramente espolvoreados
con nieve.

Aquellas brillantes flores difícilmente podían esperar a florecer en aquella época del año.
Sorprendida, Risai de dirigió a su benefactor. La sonrisa del niño sujetando un ramo de flores
más grande que su cara era más brillante y cálida que las mismas flores.

“Felicitaciones. Estaba tan contento de oír que fuiste promovida a general de la guardia
provincial.” Relacionando la noticia con la radiante sonrisa era Taiki. Tenía todavía diez años
en ese momento.

“¿Son para mí?”

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“Por supuesto. Le pregunté a Gyousou-sama por ellas y él las consiguió para mí,” dijo el
joven Saiho con un tímido guiño. “De vuelta en Yamato, de donde vengo, se le da a la gente
flores en celebración. Me dijeron que no se hace acá, pero yo quería darte un ramo. Dado que
apenas te has mudado, pensé que las flores harían ver todo más lindo.

“Bueno…” sonrió Risai.

Ellos estaban sentados en el salón de su nueva residencia oficial. Sólo un mes había pasado
desde la coronación del nuevo rey, Gyousou. Risai fue nombrada general de la Guardia
Provincial de Zui del Centro y apenas se había movido a su vivienda en el Palacio Hakkei.

El Saiho era el segundo en importancia para el reino después del rey. Al mismo tiempo era el
Señor Provincial de Zui, donde ahora Risai residía, y comandaba sus fuerzas. Ella estaba
complacida y honrada de que él la visitara así.

Un criado arregló las flores y las colocó en una estantería del salón. Solo esas flores hacían la
habitación más brillante y cálida. A pesar de no solo acabar de llegar y sin haberse
acostumbrado a su entorno, sintió que aún podía hacer de esta su residencia.

“Estoy muy agradecida. Bendecida de que le Taiho tenga un dulce interés en mí.”

“Yo también. Sigo siendo un niño y no entiendo los asuntos militares ni de gobierno. Por eso
el hecho de que usted se convirtiera en general del ejército provincial es muy alentador.” El
Saiho se sentó en una gran silla e inclinó su cabeza. “Yo, eh, espero con interés trabajar con
usted.”

“Por favor, el Saiho no debería inclinar su cabeza a personas como yo.”

Nadie superaba el rango de Saiho excepto el propio Rey. Era imposible imaginar que
normalmente reverenciara a una simple general de la Guardia Provincial como ella.

“Bueno, no estoy reverenciando. Simplemente estoy siendo amable. Por lo tanto, está bien. Sé
que está considerado fuera de lugar, pero se ha convertido en un hábito. Gyousou-sama dice
que es lo que es y que no debería preocuparme por ello. Entonces tampoco usted, creo yo.”

“De acuerdo.” Dijo Risai, sonriendo.

Este pequeño Saiho nació en otro mundo. El mundo en el que nació y se crió, el reino que se
encuentra más allá de los mares de la región oriental. Esto explicaba algunas de sus más
excéntricas costumbres, pensaba Risai extrañándose. Él era amable, cálido y suave.

“Tengo muchas más, sabes,” Taiki le dijo a Risai con una gran sonrisa. “Tenemos una gran
oferta en el departamento de flores. El director Serai tiene un montón de celebraciones
previstas, pero no podía esperar y las traje acá.”

Cuando Gyousou era general, Seirai había sido su ayudante de campo. Tras el cambio de
gobierno, fue puesto a cargo de la educación de Taiki, y al mismo tiempo sirvió como
Ministro en Jefe de la Provincia de Zui. Él era una persona afable, entre los burócratas que
servían a Gyousou fue reconocido como uno de los mejores y más brillantes.

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“Seirai y yo realmente arruinamos nuestros cerebros sobre cual sería la mejor forma de
celebrar. Gyousou-sama dijo que podía tomar lo que quisiera del depósito imperial, pero eso
solo hizo peor la decisión. Hay demasiadas cosas que hacen girar los ojos.”

“¡Oh! ¡No debería desperdiciar ese tipo de cosas en mí!”

“Gyousou-sama dijo que no le importaba. Dijo que eligiera algunas para enviar a su nombre.
Es de parte de Gyousou-sama, de Seirai y de mí también. Así que no estés tan sorprendida.”

Risai miró al rostro del pequeño kirin lleno de alegría, los sentimientos de gratitud y alegría
llenaban su corazón. “Realmente hemos sido bendecidos con la gran fortuna.”

Ella estaba verdaderamente feliz. Con el Rey y el Saiho extendiendo sus mejores deseos para
ella en tal forma, un nuevo futuro se presentaba ante ella. La corte Imperial sería puesta en su
lugar rápidamente y el pueblo de Tai le daría la bienvenida al nuevo Rey. Todos sus futuros
parecían cálidos y acogedores.

El reino y el pueblo prosperarían y serían felices. Para el fondo de su corazón estaba segura de
que así sería. Ni siquiera en sus peores pesadillas podía imaginar que en unos pocos meses
todos sus sueños se harían polvo.

Su noble visitante salió de la sala de la residencia con una brillante y cálida luz, mientras que
afuera los fríos vientos soplaban. La luz alrededor de Risai vencía las sombras. Pero ella no
podía olvidar la tormenta más allá de las puertas. Una tormenta que congelaba todo lo que
tocase: el reino, las colinas y valles, las calles y las ciudades. El pueblo.

No había duda sobre sonido del viento ese día, llevando un frío penetrante a la espalda,
aprovechando todas las oportunidades para ampliar su gélido tacto. Los gritos y aullidos del
viento se filtraban a las orejas tocando su discordante canción.

Envuelta en el espíritu festivo, Risai no era conciente del viento. Pero aquí y allá en su nuevo
hogar, el frío se arrinconaba en las esquinas y se aferraba a las paredes. Sus piernas eran muy
largas para calentarlas y el frío pasaba sus tobillos. Sus extremidades estaban entumecidas,
sus sentidos distantes. La única sensación de vida era su cuerpo, cortando el frío.

Como ahora. Estaba tan, tan fría. Se estaba congelando hasta la muerte, junto al reino y a su
pueblo.

Tengo tanto frío…

“¿Estás despierta?” preguntó una voz cautelosamente.

O eso era lo que pensó oír. Concentrándose con todas sus fuerzas, logró abrir sus pesados y
fríos párpados. A través de la oscura sombra de sus pestañas apareció la preocupada cara de
una chica.

“¡Oh! ¡Bien!” dijo la chica.

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La chica presionó algo frío contra su cara. Un escalofrío la sacudió desde la médula. El objeto
helado que lo provocaba presionaba contra su cara. Así es… ella estaba…

“La Emperatriz” murmuró Risai, volviendo en sí. Probablemente sin siquiera escuchar su
propia voz al decirlo. Abrió sus ojos completamente y buscó el rostro de la muchacha. No vio
señales de aquellos brillantes cabellos rojizos.

“Por favor descansa, no estás en condiciones de levantarse.”

Recién cuando la chica le advirtió se dio cuenta que estaba saliendo de la cama.

Pero sigo viva.

La muchacha presionó su helada palma sobre su mano. El helado toque de su piel aliviaba sus
fuerzas. Tan frío, tan frío, aún las manos de la chica se sentían tan bien.

La chica descansaba su mirada en Risai y dijo lenta y deliberadamente, “Ha llegado aquí en
una sola pieza. Su Majestad se reunirá con usted cuando pueda. Así que, cálmese y cierre los
ojos.”

“Pero… Yo…”

“Está bien. Está bien. Vuelve a dormir ¿de acuerdo?”

La muchacha tomó la mano de Risai consigo y la dejó sobre la garganta de Risai. Allí dobló
sus dedos alrededor de un objeto que descansaba en el hueco de su garganta. Estaba aún más
frío que la mano de la chica y con ella surgieron sensaciones de alivio. Entonces entendió que
era su cuerpo el que estaba ardiendo, provocando el dolor, de fiebre y escalofríos.

“Realmente deberías descansar. Estarás bien. Youko no se olvidará de ti.”

Youko. Repitió para si. Su lengua se sentía pegada al paladar.

“Ella no está aquí en este momento, pero ella se detuvo repentinamente a ver como estabas.
Realmente estaba preocupada por ti. No tienes nada de que preocuparte. Estarás bien.”

En vez de asentir, todo lo que podía hacer era relajarse. Sus párpados se cerraron. Escuchó el
sonido del viento. Pero no sabía si era el sonido del viento de invierno que asolaba la puerta o
simplemente…

No es tiempo de dormir, se dijo.

“Si no pudiese reunirme con la Reina de Kei…”

“¡Nada de eso, Risai!” La voz mezclándose con el sonido del viento era teñida de dolor y
angustia. En los ojos de su mente, el rostro de la muchacha estaba al borde de las lágrimas.
“¡Que miserable y cobarde que hay que ser!”

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“Así es” dijo Risai girando su cara a otro lado y asintiendo. Conozco lo horrible de lo que
estoy haciendo, Kaei.

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Capítulo 5

“El nuevo rey ascendió al trono de Tai algunos meses atrás. El nombre de este rey era Saku
Gyousou.”

La cuestión de hecho resonaba por la habitación. Estaban en un edificio llamado Sekisui-dai,


una sección de la biblioteca ubicada en el interior de la parte posterior. Aunque no en la
misma altura que el mundo inferior, el agobiante calor particular del verano de Gyouten se
estancaba en la acogedora habitación.

Las ventanas traseras enfrentaban una pared de roca cubierta por musgos y helechos. Una
delicada y blanca cascada caía por la pared a un pequeño y claro lago ensanchándose por
debajo del balcón, manchado con la luz del sol saliendo a través de la vegetación. El sonido
del agua se mezclaba con el canto de las aves que flotaban en una fresca brisa a través de las
ventanas abiertas.

“Él sirvió bajo el monarca anterior como General del Regimiento Izquierdo en la Guardia del
Palacio. Sirvió con lealtad y distinción, y fue amado y respetado por sus soldados y por el
pueblo de la región, tanto que su fama se extendió a otros reinos. Casi tan pronto de que el
gobierno anterior colapsara, ese general, Saku, debería de ser el siguiente rey del que tanto se
rumoraba”.

“Suena como una persona excepcional” dijo Youko con admiración, y un pequeño toque de
envidia en su voz.

“Verdad” acordó Chousai Koukan, Ministro en Jefe del Rikkan. “Siguiendo la desaparición
del último rey, él continuó apuntalando la Corte Imperial. Todos tenían grandes expectativas
en él. Tan pronto como la bandera amarilla fue izada, él viajó al Mar Amarillo e hizo la
peregrinación al Monte Hou. Allí fue anunciado por Taiki y accedió al trono. Se lo ha llamado
un rey hyoufuu.”

“¿Un rey hyoufuu?”

“Significa el rey torbellino. Fue escogido entre los primeros peregrinos que viajaban al Monte
Hou para el Zhoushan”.

El kirin elige al rey. O mejor dicho, fue a través del kirin que la Misión del Cielo se expresó.
El kirin nace y crece en el Monte Hou en el centro del mundo. Cuando un kirin es lo
suficientemente grande para elegir al rey, se levanta una bandera en el templo del centro del
reino. Todos los que desean ser rey viajan al Mar Amarillo y se presentan en el Monte Hou.
Ahí se encuentran con el kirin, quien recibe la Misión del Cielo de los Dioses. Esto fue
llamado shouzan, que significa “el ascenso a la montaña”.

“Él fue un rey que ascendió al trono como una ráfaga repentina. Se dice que una lluvia
repentina no dura hasta la mañana, y un calor que asola enfría rápidamente. Algunos otros
dicen que un rey torbellino será un fuerte roble o una hoja en el viento. Una o la otra”.

“Uh”.

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“Por otra parte, viendo que más de diez años han pasado en el ínterin, llamando al Rey de Tai
un rey torbellino quizás no sería apropiado. De cualquier modo, el Taiho de Tai sería un
compatriota de su alteza”.

“Ah,” dijo Youko cabeceando. “Un taika como yo. El Rey de En habla demasiado.”

Youko nació en Yamato, la distante y mítica tierra en los confines de los mares del este donde
las calles se suponía estaban pavimentadas con oro. Sin embargo, Yamato no era la tierra de
su actual origen. Yamato estaba “allá”, y ahora ella estaba “acá”. Ese era siempre un mundo
soñado por los otros, aunque los dos raramente se cruzaban.

Youko se había ido durante uno de esos inusuales cruces de mudos, y luego había vuelto. Eso
es lo que le dijeron. Ella lo había entendido todo eso en su mente, pero no lo sentía en sus
huesos.

Ella se había ido cuando todavía estaba en su forma embrionaria. En este mundo los niños
nacen en el seno del Raika (el fruto huevo) que crece en los árboles. Cuando el “aquí” y el
“allí” se cruzaron, el raika que contenía a Youko fue llevado al “allí”. Ella estaba “viva”, pero
ni siquiera había nacido. Su vida embrionaria había encontrado el útero de una mujer de
Yamato y nueve mases después había nacido.

Naturalmente, no tenía recuerdos del Raika. En lo que a ella concierne, había nacido y crecido
como una niña normal. Incluso después de haber conocido la verdad de que su existencia era
completamente otra (siendo traída acá y habiéndole dicho que era la emperatriz) no era muy
diferente a ser metida en el agujero del conejo en Alicia y el País de las Maravillas.

Aunque ella no podía jurarlo a frente a la corte con la conciencia clara, que probablemente
había nacido de esa manera. El hecho de que ella estuviera aquí era difícil de negar, por lo que
tuvo que ser esa la manera en la que las cosas sucedieron.

Así fue como ella concuerda con su realidad. Ella había regresado de allí y reinado como
emperatriz por dos años. Era como un mundo de fantasía para ella ahora. Y haber nacido y
crecido en Japón era algo como si ella estuviera experimentando un sueño.

“Taiki ¿Qué edad tiene?” se preguntó a si misma.

Detrás de ella Keiki respondió. “Creo que tenía diez cuando el Rey de Tai fue coronado”.
Keiki era el kirin de Kei, quien había llevado a Youko de regreso desde Japón y puesto frente
al trono.

“La coronación fue siete años antes, entonces eso lo hace de mi edad.” Sabiendo que otra
persona compartía los mismos sueños que ella, Youko sintió que una extraña sensación
llegaba a ella. Quizás soñaran sobre el mismo pueblo fantasma. Quizás incluso en el mismo
lugar del mismo pueblo fantasma. Cuando ella había sido una niña, otro niño como ella (un
kirin) había estado allí también.

Que extraordinario. Según lo que el Chousai y el Saiho estaban diciéndole, este niño de sus
sueños había sido parte de su realidad.

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Youko conocía al menos otros dos taika en este mundo: el Rey de En y el Saiho del reino al
norte de Kei. Juntos habían construido una gran dinastía de quinientos años. Ellos eran taika,
pero el Japón medieval del que hablaban era igualmente fantástico. Era el antiguo Japón que
ella leía en libros de historia y veía en ilusiones dibujadas en las pantallas del cine. Era toda la
misma fantasía, pero su Japón no era el mismo que el Japón que la cazaba en sus sueños.

Ella ascendió al trovo con la ayuda de Enki y del Rey de En. El tormentoso mar en el que la
habían visto metida la había dejado en deuda. Pero Youko jamás se había sentido de la misma
forma alrededor de ellos como ahora. Ella nunca sentiría que ellos hubieran surgido del
mismo sueño que ella.

Pero ella y Taiki podrían haber estado juntos en un cruce peatonal o haberse cruzado en la
calle.

Él era el kirin del Reino de Tai. Él había elegido al Rey de Tai, habían establecido la Corte
Imperial, y Risai (la general cuyo cuerpo fue desgarrado desde la cabeza hasta los pies) había
venido al Palacio Kinpa arriesgando su propia vida de parte de ellos.

“¿Algo le inquieta?” preguntó Keiki frunciendo el ceño.

Youko volvió en sí. “Ah, no. No es nada. Me sentí un poco rara por un momento. Eso es
todo”. Sonrió irónicamente. Una inquietud se mostró en el rostro de Koukan también.
“Disculpe, Koukan. ¿Dónde estábamos?”.

“Taiki” dijo Koukan, mirándola. Él le echó un vistazo al manuscrito. “Un shoku lo transportó
a Yamato donde nació como taika. Después de eso, regresó al Monte Hou. Aunque eso fue
hace diez años”.

“¿Diez años atrás? ¿Él tenía diez años?”

Youko sacudió la cabeza. Pero cuando un taika es llevado y se implanta en el útero de una
mujer humana, una vida en el útero ya debía estar allí. Las consecuencias llegaron a ella en
una especie de shock. El recipiente que se convertiría en Taiki ya existía en el útero de su
madre. Se movió. Tenía un latido que sus padres podían oír. En ese lugar Taiki como taika
echó raíz.

Pero, ¿qué pasó con la vida que estaba allí? ¿Fue expulsada por Taiki? ¿Ella también había
nacido después de robar el lugar de otro? Pensando en su nacimiento en esos términos, fue
abrumada por la extraña sensación de culpabilidad. Aunque tal vez fue un error pensar en la
vida ahí y el taika como dos cosas distintas. Esta era una pregunta de la que no podía esperar
encontrar la respuesta ahí.

Youko sacudió la cabeza nuevamente y Koukan la miró desconcertado. “Estoy bien.


Continúe”.

“Al regreso de Taiki, la bandera amarilla se izó en Tai y comenzó el Zhoushan. El Rey de Tai
estaba francamente sentado en el trono. El registro del evento permanece en Kei. El fénix
cantó en el nombre del Reino de Tai, anunciando el ascenso del rey. Según nuestros registros,
el Taiho hizo una visita no formal para entregarle sus felicitaciones”.

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Cuando Youko dio sorprendida un vistazo sobre su hombro, sin palabras Keiki confirmó que
eso era verdad.

“Entonces tenemos relaciones diplomáticas con Tai”.

“Bueno, en términos de relaciones diplomáticas,” dijo Keiki. “Yo todavía estaba en el Monte
Hou, al mismo tiempo que el taika Taiki. Y cuando el shuku se lo llevó. Cuando Taiki regresó
al Monte Hou yo aproveché la oportunidad de regresar al Monte Hou y conocerlo. Esos son
los lazos entre nosotros”.

“Wow,” dijo Youko, los extraños sentimientos volvían. Este chico de sus sueños se había
encontrado con el kirin frente a ella. “Entonces ¿es por eso que esa mujer (Risai) vino a Kei?
¿Para pedirle a Keiki porque es amigo de Taiki?”

Keiki inclinó su cabeza. “Es difícil decir. Yo no me he encontrado al general Ryuu


personalmente”.

“¿Pero el Rey de Tai?”

“Yo conocí a Su Alteza. Me trató como una persona extraordinaria”.

Koukan asintió la cabeza al igual que Keiki lo había echo. “Yo no se si podemos determinar
con esas dos visitas personales del Taiho un establecimiento de relaciones exteriores. En
efecto, con Kei que caía en caos poco después, el Taiho no pudo felicitar al Rey de Tai hasta
su coronación. Ni siquiera los ministros mostraron alguna señal de haber concluido sus
deliberaciones sobre enviar o no un oficial para expresarle nuestros deseos a su Alteza. En
otras palabras no habíamos establecido una diplomacia que nos permitiera cambiar
embajadores.

Keiki aparentemente concordó con esta suma de eventos. “En cualquier evento, el nuevo rey
es coronado. Sin embargo, apenas seis meses después, llegó desde Tai un Comunicado
Imperial que expresaba que el Rey de Tai había muerto”.

“¿Un Comunicado Imperial? ¿Qué hay sobre el fénix? Cuando un rey fallece ¿no anuncia el
fénix el fin del reinado?”

“Estás en lo correcto. El Hakuchi canta cuando un rey toma el trono y cuando lo deja. El fénix
pasa entonces las noticias al mundo. Pero está vez el fénix no cantó. El fénix no ha anunciado
aún el fin del reinado en Tai. En pocas palabras, no creo que el rey haya muerto o abdicado.

Youko descansó sus codos en sus rodillas y la barbilla en sus manos. “He oído algo similar
del Rey de En. La proclamación fue que el Rey de Tai estaba muerto, pero no concordó con
eso. Si el Taiki estuviera muerto, entonces el fruto del siguiente kirin brotaría en el Monte
Hou. Pero no hay ninguna señal del taika en absoluto”.

“Sí. Según el comunicado echo por los enviantes, solo el Rey de Tai murió. No mencionaron
sobre la ubicación del Taiho de Tai. Sin embarco, para este punto, los rumores concuerdan
que el Taiho se evaporó sin dejar ni un rastro. Al mismo tiempo los refugiados comenzaron a

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dejar Tai en manadas. Su palabra era que el Taiho había muerto, pero viendo que el fénix no
ha anunciado la muerte, tengo que creer que están equivocados. Subsecuentemente los
rumores de la coronación de un nuevo rey se habían dispersado. En este caso no hubo ningún
enviado y el fénix no hizo sonido alguno”.

“¿Qué dijeron los refugiados?”

“Existen varias opiniones. Algunos dicen que un impostor ha asumido el trono. Otros, que el
Taiho ha elegido al siguiente rey. Y otros, dicen que simplemente el rey se ha ido, y que el
trono está vacío. Pero la basta mayoría cree que hubo un golpe de Estado en el palacio, que el
Rey de Tai fue asesinado, y que el Taiho ha caído en manos de los impíos.

Incluso en su propio reino, era difícil comunicar al exterior exactamente lo que estaba
pasando en el Palacio Imperial. Todo acababa como rumores y habladurías.

Youko dejó salir un suspiro. “No importa como lo mire, no puedo creer que el Rey de Tai y el
Taiki estén muertos. Risai dijo que el Rey de Tai fue sacado del Palacio Imperial. Entonces
eso debió haber pasado. En pocas palabras, hay un impostor en el trono. El impostor lideró un
Group de personas y guío al Rey de Tai fuera del palacio”.

“Yo concuerdo. Aunque quien pretende ser un rey que miente de haber recibido el Mandado
del Cielo y entonces ocupar un trono vacante. Estrictamente hablando, no es un impostor sino
un usurpador”.

“Oh, si. Porque el legítimo rey sigue vivo”.

“Ese sería el caso. El General Ryuu comandaba la Armada Provincial de Zui que es centro
capital de Tai. Teniendo acceso al corazón del palacio, ella pudo haber previsto tener una
perspectiva mayor de lo que estaba sucediendo allí. Como puedo no ver discrepancias en su
relato, encuentro difícil el hecho de que esté mintiendo”.

Youko le frunció el ceño a Koukan. “¿Estás diciendo que cuestionas su veracidad?

“Deberíamos al menos tratar de verificar lo que nos dijo” dijo Koukan sin vacilación.

Youko suspiró. “Si, por supuesto. Dije que quería ayudar a Risai, pero en realidad no sé que
hace. Si fuera tan solo una cuestión de impostor”.

“Verdad. Ni siquiera sabemos que les ha pasado al Rey de Tai y a Taiki”.

“Preguntarle a Risai sería lo más eficiente. ¿Qué dijo el doctor?”

Koukan frunció el ceño. “Hasta ahora no tiene nada que reportar”.

“Hay algo que he discutido con el Taiho. El Rey de Tai y el Taiho de Tai tienen conexiones
con el Rey de En y el Taiho de En. Por otra parte, En ha recibido el mayor número de
refugiados. Por lo tanto, una petición oficial se ha hecho a los ministros de verano y otoño en
En informándoles a cerca de las circunstancias que implican al General Ryuu hasta ahora, y

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solicitando cualquier información adicional sobre la situación. Su repuesta no debería tardar
en llegar”.

Youko asintió. El escribano real entró en la biblioteca para decirle que Risai se había
despertado. Youko se apresuró para llegar al conservatorio, pero al llegar Risai se había
dormido de nuevo.

El médico había sido llamado al mismo tiempo y dijo que a este punto esperaba lo mejor.
“Debido a la joya de la corona, el Hekishouju, ella pronto debería mejorar”.

“Entiendo,” dijo Youko asintiendo, mirando abajo, a la cara de la enferma y consumida


general. “Que iba a tales extremos…” Para salvar a su reino, ella ha sufrido heridas en cada
centímetro de su cuerpo.

Quiero hacer todo lo posible, se dijo Youko a sí misma, pero no sabía que podía significar.
Solo que tenía que salvar a la general. Y a Tai. Y a Taiki.

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Capítulo 6

Sintiéndose ella misma caer en el sueño, Risai centró sus esfuerzos en sus párpados, reunía su
energía y abrió los ojos. Se encontró al lado de la cara de un hombre. El estiró su oreja a su
boca.

“Estabas murmurando algo…” Se echó para atrás y sonrió. “Ah, se despertó”.

Ella pensó haber reconocido al hombre pero no podía decir de donde. Sobre su hombro, una
chica se abalanzó y la miró. De nuevo Risai sentía que la conocía de algún lugar.

¿Qué está haciendo esta gente en el Palacio Hakkei?

Trataba de recordar, pero sus pensamientos solo encontraban vértigo y su cuerpo se quedaba
corto en la respiración. Era consumida por una fiebre atroz. Le dolía absolutamente todo.

“¿Te encuentras bien?” preguntó la chica con gran preocupación. “¿Me entiendes?”

La realidad de su situación finalmente la golpeó. No se encontraba en Tai. Esto era Kei. Ella
se había ido a Kei.

El hombre dijo, “Soy Koushou. ¿Me recuerda?”

Risai asintió. Gradualmente sus ojos se abrieron y todo se volvió claro. Ella estaba en una
habitación con un alto y ancho cielo raso. Al lado de la cama había una mesita de luz de laca.
El hombre se sentó en el borde de la mesita y examinó su rostro.

“Koushou-dono”.

“Se. Soy yo. Eres una luchadora, sabes.” Él le dio un guiño tranquilizador, obviamente
encantados por la mejoría de su condición. La chica de pie detrás de Koushou secó sus ojos
con su manga.

Risai estaba viva. El hecho la sorprendió a ella también.

Débilmente levantó sus brazos sobre su cabeza. Su brazo izquierdo cumplió y apareció frente
a ella. Su brazo derecho no. Su mirada trazó un arco a través de cu cuerpo al lugar donde la
manga derecha de su camisón yacía vacía en el edredón.

Por alguna razón una expresión de disculpa ascendió al rostro de Koushou. “Llegada la hora
de la verdad, no pudimos salvar su brazo derecho. No podía decirle si quedaba algo de vida en
él. Sé que es doloroso, pero no desespere”.

Risai asintió. Había perdido su brazo derecho. Sufrió severos ataques de los youma y lo ató
con un torniquete para frenar la perdida de sangre. Se había formado gangrena. Por supuesto
no podía esperar que sobreviviese. Para el momento en el que llegó a Gyouten sentía que se
iba a caer. Se preguntaba si saldría solo o tendría que amputarse.

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Y sin embargo, ella no se había desmoronado por la pérdida. Perder su mejor brazo era el fin
de su carrera como soldado. Pero ¿qué general, incapaz de salvar su señor, merece ser
llamado general? Ella podía vivir sin él.

Koushou tomó la cabeza de Risai en sus manos y la levantó. La muchacha le puso un vaso
caliente en la boca. El líquido goteando en su boca era dulce y más delicioso que cualquier
cosa que hubiera probado antes. Pero entonces como su lengua se acostumbró, se dio cuenta
que tan solo era agua.

La chica retiró el vaso. El hombre sonrió. “Si, vas a estar bien”.

“Yo…”

“Ya sé porque has hecho algo tan loco e imprudente. Dijiste todo lo que debías antes de
colapsar. Youko ha venido muchas veces para verte”.

“La Reina de Kei…”

“Prevengan a los médicos de no digan no, iré a buscarla”. Risai asintió. Liberó su mano y se
paró. “Suzu, hazte cargo se ella. Tan pronto como llame a los doctores tendré una charla con
Youko”.

“Si. Apresúrese”.

Risai siguió a Koushou con la mirada hasta la puerta y luego la enfocó en el techo. “¿Cuánto
tiempo he estado aquí sin hacer nada?”

“Oh, por favor. No digas eso. Necesitabas un muy buen descanso. Han sido tres días desde
que abriste los ojos. Desde que colapsaste fueron diez días aproximadamente”.

“Tanto tiempo”

Ella había tenido la intención de cerrar los ojos por un momento en vez de por días. Todo ese
tiempo se había perdido. Los días perdidos presionaban dolorosamente en su pecho. Risai
levantó su mano a la garganta. Sintió algo suave y redondo en sus dedos. Lo tomó y enfocó su
mirada en él. Una joya redonda atada a su cuello.

“Nadie excepto la reina tiene permiso de usarlo. Pero Youko…” Una sabia sonrisa iluminó su
rostro. “Pero la Emperatriz torció algunos brazos al Ministerio de Invierno y los forzó a que
hicieran una excepción en tu caso”.

“¿Por mí?”

“Los ropajes imperiales de Kei, normalmente se almacenan en el depósito imperial. Los


dioses realmente te han sonreído. Si te hubieras caído en cualquier otro lugar u otro reino no
hubiéramos sido capaces de salvar tu vida”.

“Oh”. Risai no sabía si debía alegrarse o no con tales noticias.

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Kaei.

Cuando cerraba sus ojos no podía oír otra cosa que no fuera el viento. La gema redonda en sus
dedos estaba fría. Un frío que traía a su mente el rostro de su amigo.

Kaei. Lo hice.

El cálido rostro de la funcionaria apenas diez años mayor que ella. Tan amable como su mente
estaba entusiasmada, y tan discreto que casi parecía timidez. La última vez que Risai la había
visto fue el la Provincia de Sui al sur de Tai. Ahí tomarían caminos separados, y Risai había
puesto sus ojos en Kei.

¡Nada de eso, Risai! Ella quería gritar, su cuerpo temblaba en el viento. Su voz era suave pero
llena de fortaleza. En su rostro y su tono de voz, los resultados de su rechazo se veían. Risai
fue superada por su pena. Al menos quería que Kaei la entendiera.

“¿Cómo pudiste hacer algo tan despreciable?”

Risai y Kaei huían de sus perseguidores a una colina en la Provincia de Sui. Habían ido allá
con la intención de encontrarse al Señor Imperial. La montaña Ryou de Shisen sobresalía. Era
primavera solo de nombre. El fuerte viento las azotaba.

Mirando atrás por donde venían, podían ver una pequeña aldea al pie de la colina. Los campos
que rodeaban la colina parecían barbecho. Varios túmulos funerarios se habían construido allí
y abandonados sin más que con una oración para los difuntos.

Kaei y Risai caminaron a través de la aldea antes de escalar la colina. Los originales
terratenientes habían abandonado ese lugar mucho tiempo atrás. En cambio, un pequeño
número de viajantes estaban en busca de calor y refugio en las destartaladas casas. Ellos
habían dejado sus hogares atrás, escapando a algún lugar cercano a otro reino.

Risai y Kaei habían suplicado por unas pocas tazas de papilla y escuchado las historias y
rumores que los refugiados tenían para contar. Decían que una taika estaba sentada en el trono
de Kei.

“Uno de los hijos de mis parientes estaba en la ciudad portuaria. Se dice en las calles que ella
es una emperatriz joven. Quizás, incluso la misma edad que el Taiho”. La mujer hablaba
indiferentemente. Estaba gravemente herida. La Provincia de Sui estaba infestada por varios
youma.

Se decía que los vientos de opresión y subyugación se ampliaban sobre Tai dejando la
Provincia de Sui sola. Ellos habían abandonado sus hogares y huyeron juntos allí, pero dos
semanas después algunos pocos habían sobrevivido. La mujer sostenía un niño amortajado en
sus brazos. Risai no había visto al niño envuelto ni una vez desde que llegó con Kaei.

“La gente dice que si el Taiho estuviera vivo esa sería la edad que tendría”.

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Risai expresó su agradecimiento por la papilla y dejó la casucha, un nuevo hilo de esperanza a
su alcance. Su montura estaba atada al frente. “Una reina joven. Una taika…” murmuró,
tomando las riendas de la montura.

Kaei se giró y la miró confundida. “¿A qué te refieres?”

“¿Qué piensas? ¿Crees que la Reina de Kei siga sintiendo afecto por su tierra natal?”

“¿Risai?”

“Ella podría extrañar Yamato, me refiero. Ella podría por alguna conexión de su vida allí. ¿No
te parece?” Había una pizca de entusiasmo en su voz.

Por la mirada en la cara de Kaei, claramente no sabía como responder.

“El Taiho también es un taika. Ambos son cercanos en edad. Si la Reina de Kei supiera más
sobre el Taiho ¿No querría conocerlo y ayudarlo? Sin mencionar que Kei fue apoyado por
En.”

Kaei la miró boquiabierta. “¿No pensarás en ir a Kei y rogar por su ayuda?”

“¿Por qué no?”

“Risai, la reina no puede violar los límites de otro reino. Y hacerlo bajo armas provocaría
graves consecuencias inmediatas. El envío de tropas a otro reino es imposible.

“¡Pero lo oíste por vos misma! El Rey de En brindó su apoyo a Kei. La Reina de Kei fue
escoltada a su saqueado reino por las fuerzas de En”.

“Esas fueros circunstancias inusuales. La Reina de Kei buscó asilo en En. Estoy muy segura
que no fue el Rey de En quien cruzó la frontera para buscarla. En fin, la Reina de Kei pidió la
Armada Imperial de En y la regresaron a su reino. Sin embargo, acá en Tai, Su Alteza no está
en ningún lugar”.

“Pero…”

“¿Estás familiarizada con el incidente Jun Tei en el reino de Sai?”

“¿El incidente de Jun Tei?”

“Tiempo atrás, Jun Tei, Rey de Sai, apesadumbrado por el caos en el Reino de Han y con el
deseo de salvar Han, envió su Ejército Imperial. Como resultado se encontró con una muerte
prematura. Incluso para salvar a la gente de un reino, el Cielo no permitirá a la armada de un
reino cruzar la frontera de otro. ¿Piensas que algún monarca quisiera seguir el camino de Jun
Tei?”

Risai negó con la cabeza. De repente sobresaltó. “Eso es. La Reina de Kei en una taika.
Quizás no esté familiarizada con el incidente de Jun Tei”.

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“¡No puedes hablar en serio de algo tan miserable y cobarde!” Kaei estaba pálida, agotada y
con la cara retorcida del shock y de repugnancia. “¿Estás sugiriendo que Kei debería
sacrificarse para salvar a Tai? Porque así suena”.

“Eso es el…”

“No, Risai. ¡Nada de eso!”

“¿Pero qué hay de nuestro reino?” exclamó Risai. Teniendo las riendas en su mano se puso en
movimiento. “Mira esta aldea. Viste a las personas que viven aquí. Esto es en lo que Tai se ha
convertido. Nadie sabe donde está Su Alteza. Nadie sabe donde está el Taiho. ¡No queda
nadie que pueda salvar nuestro reino!”

Ella había buscado. Incluso siendo buscada como traidora lo había estado buscando. Pero no
pudo encontrar evidencia de donde podían estar Taiki o Gyousou. Ninguna pista.

“La primavera se acerca, pero ¿dónde hay un campo en el arado? Si la lluvia no produce una
cosecha, la gente seguramente morirá de hambre. Si el grano no es rápidamente almacenado
el invierno volverá. Y con cada invierno, tres aldeas más se volverán dos, y dos serán una.
Después de que pase este invierno ¿cuántos más de los aldeanos quedaran? ¿Cuántos
inviernos más crees que Tai pueda sobrevivir?”

“¡Pero el fin no justifica que Kei peque contra el Cielo!”

“Alguien tiene que venir a ayudar a Tai”.

Kaei apartó sus ojos y movió su cabeza en un no.

“Me voy a Gyouten” dijo Risai.

Kaei se giró a verla, dolor y pena en sus ojos. “Por favor. ¡Nada de eso!”

“Huyendo al territorio del Señor de la Provincia de Sui asegura un poco más nuestra posición.
E incluso nuestra propia seguridad es difícil de asegurar. La Provincia de Sui probablemente
enferme como el resto del reino. Es probable. Entonces todo de lo que seremos capaces será
escapar de nuevo”.

“Risai”.

“No existe otro camino que nos quede”.

“Entonces debemos separarnos”.

Kaei apretó sus temblorosas manos contra su pecho. Incluso los ojos de rostro (al borde de las
lágrimas) estaban inmóviles. Risai negó “Debo hacerlo. No tengo elección”.

Risai conoció a Kaei en el Palacio Imperial. Allí forjaron una rápida amistad y juntas fueron
echadas de la Capital. Años pasaron. Este invierno, por fin, se habían reunido en Ran, la
provincia donde vivía Kaei. Ellas, de alguna forma, habían sobrevivido un invierno antes de

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que sus perseguidores de nuevo dieran con ellas. Juntas lograron llegar a la colindante
Provincia Meridional de Sui.

Kaei miró por un tiempo severamente a Risai. Luego presionó la manga de su manto a su cara
y gimió suavemente. “La Provincia de Sui está infestada con muchos youma. Como te diriges
al sur, estos serán más grandes y feroces en especial cerca de la costa”.

“Entiendo”

Kaei cubrió su rostro con sus mangas y bajó la cabeza. Cuando levantó la cabeza, había una
expresión decidida en su rostro. Esta era la cara del logro personal de alguien que ha subido
desde Ministro en Jefe de la Provincia de Ran hasta el tope del Ministerio de Verano en
Rikkan. Se inclinó una vez y le dio la espalda.

Realmente estoy haciendo algo despreciable, pensó Risai.

Todo sería mejor si la Reina de Kei no estuviese familiarizada con el incidente Jun Tei; y si
todavía sentía afecto por su tierra natal; y si pudiera ser incitada por sus emociones para salvar
Tai. Si eso ocurre Kei será destruido. Tan pronto la Armada Imperial cruce la frontera, la
Reina de Kei estaría tomando el mismo camino a la destrucción de Jun Tei. Pero incluso, la
Armada Imperial se quedará. Una solo división bajo su mando es lo que necesita.

Se había decidido a hacer algo terrible.

Como decidida hasta el final, Kaei siguió dándole la espalda mientras descendía de la colina
hacia Shinsen. No miró atrás ni disminuyó el paso. Risai la vio irse. Agarró las riendas de su
montura, con un duro corazón retiró su mirada de la partida de Kaei y de su pegazo.

“Yo solo he perdido mi mente en la lucha de salvar Tai,” dijo acariciando el brillante pelaje
en el cuello de la montura. “Te acuerdas de él, ¿no? Presionando su frente contra su hocico.

Dentro de su cabeza, el alto y alegre sonido de su voz surgió de la oscuridad de sus


pensamientos. Risai. Él corrió hacia ella lo más rápido que podía, como si estuviera a punto
de sumergirse precipitadamente en la tierra. No había duda de que él preguntaría si estaba
bien acariciar a Hien.

“¿Recuerdas esas pequeñas manos? Se que querías al Taiho muchísimo”

Hien arrulló suavemente en respuesta.

“¿Seremos los últimos tontos en dejar Tai juntos, entonces? ¿Deberíamos tomar nuestro
camino?”

Hien le devolvió la mirada a Risai con esos profundos ojos negros. Sin una palabra se
arrodilló y le permitió subir a su espalda. Risai presionó su cara contra su cuello y saltó al la
silla. Tomando las riendas dirigió su mirada a Shisen. Ahí una triste y solitaria figura estaba
parada mirándola.

Kaei.

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¿Destruirás Kei para salvar Tai?

Los ojos distraídos permanecieron en el techo de la habitación. Allí, el rostro en los ojos de su
mente miraba abajo, nublado con odio y desprecio.

Pero es la razón por la que vine.

Había llegado allí con su vida colgando de un hilo. Había sobrevivido sólo porque la Reina de
Kei la había salvado.

Risai no podía más que cerrar los ojos. Esto debe ser sin duda lo que estoy destinada a hacer.

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Interludio

Sanshi tomó un respiro profundo. La sucia y dorada soledad la rodeaba. Estaba en un estrecho
y sinfín “lugar”.

Lo hice a tiempo.

Ella se había agotado por no haber tomado ningún descanso. Ella quería aguantar. Una vaga
punzada de malestar la atravesó. Ella dejó que al aire saliera de sus pulmones, casi asustada
por su profunda sensación de alivio.

De repente una voz hizo eco de algún lugar fuera de la oscuridad ámbar, devolviéndola en sí.

“Esto es…”

El sorpresivo tono de voz la hizo apoderar de sus sentidos.

“…una celda”

“Gouran”

¿Él la había acompañado? ¿En medio de toda la confusión? “¿Una celda?” Sanshin estaba a
punto de retarlo, en medio del sobresalto, se dio cuenta ella también. Ellos estaban dentro de
los familiares confines de la sombra de Taiki.

En verdad, Sanshi no tenía idea de donde estaban. Ni siquiera de donde descendía la sucia y
dorada oscuridad. Sin tierra y sin cielo, sin principio ni final.

Sanshi y el otro mágico ser no dormían al igual que los animales o personas. Por lo que no
había forma de imaginar tal analogía, pero “el dormir” era para ellos como un sueño
despierto. Ella entendió vagamente que se encontraba en “algún lugar”. Pero no qué tipo de
lugar o su localización. Si la sucia niebla azafrán caía sobre ellos o si los débiles rayos de luz
dorada se irradiaban a su alrededor.

Ni siquiera una pequeña distinción.

De quiera que estuvieran era angosto y confinado. Estaba bastante claro. Y algo firme y fuerte
parecía estar conteniéndolos ahí. Y no era simplemente porque, comparado con su fuerza
normal, el color “dorado de la luz estaba terriblemente débil.

Estaban definitivamente encerrados en alguna clase de celda.

“Esto es…” ella dijo, pero no sintió aire pasando a través de su garganta. Sólo el pensamiento.
Tal vez sólo la intención de hablar.

“¿Qué es este lugar?” preguntó Gouran. Pero igualmente pudo haber sido nada más que el
presentimiento de su voz. La confusión la envolvía.

“Un depósito…”

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Su intuición le dijo que era Taiki. Lo que los rodeaba le dio la toda la impresión de que era
Taiki. Probando su hipótesis, Sanshi intentó empujando su ingenio más allá de los confines.
Normalmente debería entrar en contacto con los lazos psíquicos de Taiki. Pero una viscosa
barrera la bloqueó.

“¡No podemos escapar de la sombra!”

No, no era imposible. Concentrándose con todas sus fuerzas de alguna forma sería capaz de
romper estas barreras. Pero sintió que el esfuerzo la dejó agotada. Esto tomaría una
extraordinaria cantidad de energía y no un poco de dolor.

Y todavía Sanshi no había posesionado de sus intentos por inspeccionar sus alrededores.

La débil luz. El débil ki de Taiki. Su brillante fuente, oculta para ellos, la terriblemente
delgada corriente psíquica cayó sobre ellos como si fuera un fuerte aguacero.

“Estamos encerrados en…”

La voz de Gouran envió un escalofrío a la espalda de Sanshi. El kirin era un ser especial. La
energía requerida por estos seres mágicos para vencer los límites entre humanos y bestias fue
otorgada por el Cielo. El hilo de la energía espiritual influenciándolos era realmente delgado.

Los shirei vivían de esa energía. Y por lo tanto sus esfuerzos eran en vano.

La apertura a través de la cual la energía goteaba era fina también. Más importante que el
débil flujo psíquico en Taiki era que él no podía sacarlos de ahí. Ya no tenía su cuerno.

Se estaban consumiendo. La mayoría de la energía de Taiki la consumían Sanshi y Gouran, el


resto era para Taiki. Ni siquiera la energía suficiente les llegaba como para mantener sus
vidas.

Aunque sus enemigos estaban cerca.

Algunos enemigos lo atacaron. La repentina transformación en kirin. Y el shoku levantándose


por su grito. Taiki no había sabido como crear un shoku. El poder dado al kirin proviene del
Cielo, pero Taiki no comprendía los poderes de los kirines muy bien. El shoku que produjo
fue puramente instintivo. La grave herida que se había echo en el cuerno debe estar
relacionada. Algo tan terrible pudo haber pasado mientras Sanshi y Gouran estaban viajaban a
Gyousou, de todos los tiempos, fue sin duda parte del mismo tortuoso complot.

Alguien o algunos se habían asegurado de que Sanshi y Gouran no estuvieran al lado de Taiki.
Y entonces, tomar ventaja de su ausencia para atacarlo. Si el kirin moría, igual el rey.

Esto es una insurrección, murmuró Sanshi para si misma. Pero ¿por quién?

En medio de la niebla del shoku, Sanshi estaba segura de haber percibido una solitaria y
duradera sombra. Pero no había sido capaz de distinguir su identidad.

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Ese debe ser el agresor. O quizás el líder de la rebelión. Así como dicen los rumores, atrajeron
a Gyousou a la Provincia de Bun, y Taiki fue engañado para que enviase a Sanshi y Gouran
con Gyousou. Como resultado, no estuvieron ahí para protegerlo. Tomando ventaja de los
hechos, Taiki fue atacado. Pero el enemigo no mató a Taiki. Si sólo por un pelo, los asesinos
hubieran fallado los enemigos podrían estar montando un ataque incluso ahora. Y sin
embargo, ahí seguían atrapados.

“¿Qué debemos hacer?” llegaba la voz de Gouran desde la oscuridad de la niebla azafrán.

“Debemos dormir”

El sueño consume menos energía psíquica. No el sueño de las bestias, lo que lo dejaría
indefenso. Ellos descansarían sus cuerpos mientras dejan sus mentes alertas para detectar
cualquier ataque.

“Recuerda vigilar. Nuestro enemigos llegaran pronto”

En un aturdimiento, guiado por las cortinas funerarias de bunting blancas y negras, se acercó a
la casa. La multitud de gente vestida de negro llegó por el portón principal hasta al genkon. El
olor a inciensos y crisantemos colgados sobre ellos. Entonces varios de ellos lo notaron. Con
un grito de sorpresa los adultos corrieron hacia él. A través de las multitudes pudo ver a un
hombre y a una mujer vestidos de negro.

Detrás de la solloza había una foto en crisantemos de una anciana. Al final entendió la
naturaleza del edificio en el que el altar estaba ubicado.

Esta es su casa.

“¿Dónde has estado todo este tiempo?”

“¡Un año entero ha pasado!”

Hablando como si fuera una sola voz, los sonidos de la multitud parecía mojarlo como una
ola. Él temió que fuera a inundarse. Fuertes garras lo arrastraron a la orilla. Las manos de una
mujer arrodillada llorando frente a él se clavaban en sus brazos.

“¿Mamá?”

Él parpadeó. En ese momento no pudo entender por qué su madre lloraba así. ¿Qué hacía toda
esa gente ahí? ¿Qué estaban gritando todos? ¿Para que eran esas cortinas blancas y negras?
¿Por qué la foto de su abuela estaba expuesta así?

Con curiosidad inclinó su cabeza a un lado. Una mujer del barrio le preguntó “¿Qué has
estado haciendo hasta ahora?”

“¿Hasta ahora?” repitió con eco.

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Una avalancha de recuerdos cruzó por sus pensamientos, desapareciendo frente a su mente
pudo fijarse en ellos, dejando atrás un espacio vacío. Una cortina de nieve blanca bailaba en el
fondo del hoyo. Grandes y pesados copos de nieve caían en un patio.

Él había estado de pie en ese patio. Su abuela lo había retado y enviado afuera. Y…

“¿Qué estoy haciendo en este lugar?” preguntó a los adultos que lo rodeaban. Al mismo
tiempo, una pesada tapa se cerró dentro de él. Todo sobre que era una bestia y no un humano,
junto en su cuerno fue sellado herméticamente dentro de él.

“¿A qué te refieres con este lugar?” La mujer sacudió sus hombros. “¿No te acuerdas? Has
estado perdido por un año. Tu madre y tu padre se han preocupado hasta la muerte”.

“¿Yo he…?”

Pero él había estado en el patio hace pocos minutos. Levantó su brazo para apuntar el camino
y sintió sus cabellos que habían crecido. Tomó un mechón de su cabello en desconcierto.

“Definitivamente” dijeron los ancianos de pie junto a él, secándose los ojos.

“Tu abuela te llamó. Al final ella parecía apenas haberte dado un vistazo”.

Con eso, la anciana se dio media vuelta hacia las otras personas. “Bueno, démosle a la familia
algo de tiempo sola por ahora. Dejémosle decir un último adiós antes de la procesión
fúnebre”.

“De acuerdo” acordaron las otras voces, y fue escoltado a la casa con su madre que seguía
llorando.

Su tiempo aquí, en este lugar, nuevamente comenzaba a avanzar. Al mismo tiempo que
empezaron la larga ausencia de Taiki, el “otro” y ahora la parte olvidada de él.

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Parte dos

La muchacha colocó una almohada detrás de la espalda de Risai. “¿Sientes algún dolor?”

Para este punto Risai había comprendido que la muchacha que esperaba a hacerle la pregunta
tenía el extraño nombre de Suzu. Como las cosas habían resultado, Risai no fue capaz de ver a
la Reina de Kei la última vez que se despertó. Cuando era tratada por los doctores, cayó en un
largo sueño.

Ella había despertado varias veces después de eso, pero los médicos dijeron que era
demasiado pronto para que recibiera visitas. Otos dos días pasaron antes de que le levantaran
la prohibición.

“Aprecio todo lo que has hecho por mí”

Por primera vez en mucho tiempo logró sentarse. Su cuerpo estaba más débil de lo que
esperaba, e incluso con la espalda contra la almohada se sentía sin aliento. Lo médicos no le
permitían salir de la cama, por eso Risai se reunía con los visitantes en sus dormitorios.

Suzu lavó la cara de Risai, arregló su cabello y la vistió de una túnica clara. Al parecer había
tomado la responsabilidad de cuidar de Risai por si misma. No mucho tiempo había pasado
desde la coronación de la Reina de Kei. Esto quizás podría explicar porque el Palacio Imperial
estaba tan escaso de ayudantes.

O tal vez Risai no era de confianza, y la protección contra la posibilidad de que cayera en
desgracia, habían restringido el número de cortesanas asistiéndola a una.

Para el momento en que Suzu terminó de vestirla, tres visitantes entraron a la habitación. La
primera persona en poner un pie dentro y sentarse al lado de la cama de Risai era Youko, la
Reina de Kei. No había manera de que olvidase sus ardientes cabellos rojos.

“¿Cómo te encuentras?”

“Gracias a Su Alteza, escapé a la muerte. Se lo agradezco desde el fondo de mi corazón.


Habiendo sida bendecida por sus extraordinarias gentilezas, debo pedir disculpas por aparecer
frente a usted de una manera tan desaliñada”.

“OH, no te preocupes por eso. Sé que debes haber sufrido un montón, y tu recuperación es mi
primera prioridad. Para estos fines, me gustaría hacer lo que pudiera. Si existe algo que
necesite, por favor hágamelo saber. Cualquier cosa”.

Risai estimaba su edad entre los dieciséis y diecisiete. La llamativa e inusual forma en la que
esta joven emperatriz hablaba, comunicaba gran sinceridad y buena fe. Ella había imaginado
alguien más intrascendente y frívola. Risai fue sorprendida por la presencia inesperada de la
Reina de Kei posesionada de una fortaleza militar.

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Tenía un aire diferente al de Taiki. Ambos venían del mismo Yamato. Risai se dio cuenta por
primera vez que no por las mismas razones por las que había asumido el trono de Kei sería
como él.

“Muchísimas gracias”.

“¿Le importaría relatarme un poco de su historia? Si lo encuentra molesto, entonces solo tiene
que decirlo”.

“Para nada. Vine con un mensaje para que sea emitido expresamente a Su Alteza”.

Youko asintió. Miró a los dos hombres de pie detrás de ella. “Pensé que sería grosero traer
hombres a una habitación de una dama, pero me gustaría que se quedasen si no le molesta.
Este es nuestro Chousai. Responde al nombre de Koukan. Y a su lado está Keiki”.

Risai también se dio cuenta de la medida en la cual la totalidad de su entendimiento se basó


en Taiki. Ella no pudo ayudar sonriéndose sarcásticamente. Pero por supuesto. El cabello
dorado significa que él debía ser el kirin. El kirin de Tai era un unicornio negro con cabellos
como acero pulido.

“Su reputación lo precede, Taiho de Kei”

Keiki miró a Risai con una mirada sorprendida. Risai sonrió devuelta. “El Taiho… Taiki…
hablaba seguido de usted. Decía que era afortunado de poder llamar al Taiho de Kei su amigo,
que era un hombre magnánimo que demostró cada bondad. El Taiho parece haber
desarrollado gran afección por el Taiho de Kei”.

Como Risai hablaba, Keiki evitó su mirada con una conflictiva mirada en su rostro. Al mismo
tiempo, la Reina de Kei mostró le una cara sorprendida sobre su hombro.

“Oh, lo lamento. ¿He dicho algo inapropiado en su presencia?”

“No” murmuró Keiki.

Youko sonrió. “Ninguna ofensa dada ni recibida. Tan solo información inesperada que
simplemente me sorprendió. En cualquier caso, me gustaría saber más de lo ocurrido en Tai,
incluso si se limita solo a Taiki”.

Risai asintió. “No estoy segura de cual es el mejor momento para empezar”.

El anterior rey de Tai fue conocido después de la muerte como el Rey Kyou. Él reinó por
ciento veinticuatro años.

El rey Kyou amaba el lujo y el esplendor y se ahogó en riquezas. Aunque cuando se trataba de
gobernar, labraba recto y estrecho. Cuando habitaban sus indulgentes y parranderos
compatriotas en el Palacio Imperial, coleccionando un harem de bellezas en el Palacio
Interior, y agotando las riquezas del Tesoro Imperial con la indulgencia de un marinero

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borracho, él nunca le otorgó la responsabilidad del ministerio a aquellos derrochadores y
galanteadores, y nunca mezcló el placer con el trabajo.

“Dormir en la oscuridad y gobernar en la claridad”. Esa era su lema.

De hecho, dejando a un lado la cuestión de si podría ser un estadista ilustrado, mientras estaba
sentado en la Corte Imperial, el Rey Kyou no era de ninguna manera deficiente en sus
habilidades. Respetaba el precedente, los principios y el orden. No tenía gustos por la
revolución o por cambios repentinos, y en silencio creó un imperio de ley.

En los últimos años de su reinado, la tesorería estaba quebrada y el reino empobrecido.


Incluso Se decía que comparado a otros reinos, la corrupción en el gobierno de Tai estaba a
un nivel mínimo.

Y entonces, como si esperaran la apertura, lo burócratas de carácter abyecto devoraron el


régimen.

Después que el Rey Kyou murió, aunque el saqueo se propagó a lo largo y a lo ancho, podía
decirse que Tai celebraba sus tierras. Continuaba habiendo muchos pensadores, informados
señores provinciales, generales y oficiales.

Gyousou era el mejor de ellos. Originalmente era un general de la Guardia del Palacio, era de
confianza y retención a favor del difunto rey. Fue bien versado en las operaciones del
gobierno. Fue dotado por muchos talentos por los cuales fue ampliamente venerado.

Y en las provincias, por lo que fue el legendario ejército de Gyousou, y sus comandantes y
oficiales.

Taiki se comprometió y Gyousou subió al trono. Organizó rápidamente la Corte Imperial y


guió a Tai a una nueva era. Se decía que Gyousou se había preparado hace tiempo para ocupar
el trono. Y en un sentido eso era verdad.

Él entendió que el Rey Kyou pronto perdería el Mandado del Cielo. Fuera o no coronado
como el nuevo rey, sabía que un tormentoso mar más adelante podía evitarse, y que con el
objetivo de mantener la lista de buques del Estado del hundimiento, un hombre con sus
habilidades debía permanecer amarrado al timón.

Gyousou buscaba y entrenaba a oficiales y comandantes. El ducado del Condado de Saku


dictaminó que Tai se había convertido en una miniatura. A pesar de que los funcionarios
civiles y militares fueron siempre autoridades del condado, comprendieron los entresijos de la
política Imperial y aprovecharon las condiciones del reino mejor que Rikkan. En los días
menguantes del Rey Kyou, se propagaron a lo largo y ancho del reino sirviendo como
baluartes reforzando el vacilante régimen.

Al mismo tiempo muchos pensaron que los días del Rey Kyou estaban contados. Risai
también vio que el régimen del Rey Kyou hacía agua y pronto estaría hundiéndose bajo las
olas. El agua estaría a sus cuellos antes de tiempo. De esto estaba segura, pero era lo único de
lo que podía estar segura.

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Ella no había pensado en que debía hacer una vez muerto el Rey y como debía lograrlo. Eso
debió ser pensado como extrañamente no surgió de sus pensamientos. Gyousou no era así. En
ese sentido había una gran diferencia entre gente como ella y como Gyousou.

Gyousou fue a la Corte Imperial e hizo su mejor esfuerzo para mantener las cosas a flote.
Después de la muerte del Rey Kyou, sus subordinados llegaron a una boya por el hundimiento
del reino. Se convirtieron en los emblemas de la nueva dinastía. La Corte Imperial de
Gyousou estaba tendida en la fuerte quilla de un nuevo barco que sería nada menos que una
revolución.

Después de la coronación del nuevo rey, la Corte Imperial fue devuelta al caos. Encontrar a
las personas adecuadas para servir como ministros del Rikkan usualmente requiere una
considerable cantidad de tiempo, pero eso no era cierto en el caso de Gyousou. Comparado
con los otros reinos, Gyousou organizó su Corte Imperial prácticamente de la noche a la
mañana. Se trató de un logro sin precedentes.

El incidente comenzó medio año después de la coronación de Gyousou. Una gran rebelión
comenzó en la Provincia de Bun en el norte de Tai.

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Capítulo 9

“¿Una insurrección en la Provincia de Bun?” fueron las primeras palabras de Risai.

Cuando entró en el Palacio Interior, el jefe con anticipo había llegado ahí. Respondiendo la
llamada de la asamblea, Risai entró corriendo al Palacio Interior.

Daishiba Haboku del Ministerio de Verano dijo en respuesta, “Desde el principio la Provincia
de Bun ha sido un territorio enconado con un problema u otro”. Señalo con su mano a través
de su barba de sal y pimienta.

Situada directamente al norte de la Provincia de Zui en el norte de Tai, la Provincia de Bun


era una tierra acosada por los duros inviernos. La Provincia de Jou se dispersó en toda la
esquina noreste de la isla. Los inviernos eran tan malos, pero Jou era bendecida con tierras
cultivables y extensos bosques.

El escarpado terreno en la Provincia de Bun, en cambio, se hizo pobre para la agricultura y los
escasos bosques. Sus ocupantes apenas encontraban con la minería las piedras preciosas que
salpicaban la tierra. Sin embargo, aquellas fuentes de gemas habían sido explotadas por tantos
que se estaban agotando. La Provincia de Bun era fría y pobre, el gobierno estaba en ruinas, y
los corazones de su gente se hicieron salvajes.

O así decían los rumores.

Hoy en día, la Provincia de Bun es acosada por rebeliones y luchas civiles. Las vidas de las
personas se vieron frustradas y más allá de la indulgencia, y la revuelta fue el recurso común.
Naturalmente, las fuentes de gemas y las minas eran controladas por rebeldes e insurrectos en
el área, y las luchas por el poder llevaron a conflagraciones más grandes y a menudo
alimentaron las insurgencias.

“El derrocamiento del Señor Provincial quitó algunas de las presiones. En cualquier caso, el
marques era tan feroz como cualquier de los dirigentes rebeldes. Cuando aplicó la brutalidad a
sus acciones, superó a cualquier insurrecto. Mantuvo el lugar bajo un estricto control”.

Risai asintió. El marqués anterior fue un cruel y astuto individuo. En el mejor de los tiempos,
era un depredador que a la cual, la empobrecida Provincia de Bun servía cada vez más como
presa. Pero incluso un hombre como él tenía sus buenas cualidades.

“Con el cambio de líder provincial, la presión se fue, y las fracciones rebeldes han crecido aún
más descaradas. Más que fomentar un desorden general, los rebeldes han estado revolviendo
el tipo de problemas con los funcionarios, que amenazaban con una guerra civil. En cualquier
caso, hablar con ellos de las provincias que ocupan los palacios y distritos vecinos bajo sus
pulgares, a estos perros no se les podía permitir dormir donde estaban”.

“No podemos agregar más leña al fuego. No sin primero impresionarlos con la disciplina que
el Imperio impone”.

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El hombre que hablaba en una voz grave era el General Ganchou de la Guardia izquierda del
Palacio. Él era un gran luchador, lleno de vitalidad y vigor. Pero él no parecía particularmente
lleno de pánico. Eso era la verdad de todos allí.

Ellos entendían la naturaleza de la situación desde el principio.

Desde el comienzo del año, una amplia política de purga se había esparcido por Tai. Una
limpia barrida de los oficiales más maquiavélicos con las preparaciones para atraer a los
villanos oportunos su tiempo bajo el manto de la oscuridad. Marginando al infame Señor
provincial de Bun quitando la presión sobre la tapa. El elemento criminal en la olla había
empezado a hervir. Un giro de acontecimientos así había sido previsto desde el principio.

“Si actuamos con moderación, nunca tomaran en serio al Reino. Un resultado así es
intolerable. Deberíamos viajar de una vez por todas y dar el golpe decisivo. Debemos
golpearlos con toda la majestuosidad y el terror del Ejército Imperial”.

“Por supuesto, estos rebeldes deben ser sometidos, pero ¿cómo con tal rapidez? La temporada
debe tenerse en consideración. Si dejamos las cosas como están por ahora, los rebeldes en
varios distritos de la Provincia de Bun intentarán tomar ventaja, ciertamente llevará a luchas
entre los grupos. Si todos siguen, entonces seremos capaces de rodearlos de una sola vez. Una
estrategia así probaría ser más eficaz para impedir la impresión que los ojos del reino dan
sobre ellos”.

Ganchou miró a Haboku con asombro. “La sangre todavía corre por sus frías venas, viejo.
Estos bandoleros están controlando los pueblos y las ciudades de los alrededores de los
palacios provinciales. Tome algunas ideas en cuanto a la disposición de nuestros hombres que
viven allá”.

“¿Qué está diciendo? Ningún hombre con sangre en las venas o lágrimas en sus ojos debería
servir en el Ministerio de Verano o comandar las tropas”.

“Puede que tenga razón en esa,” respondió Ganchou. Su gran imagen se sacudió con una
sonrisa indiferente.

“Si un Rescripto Imperial se publica, cuanto antes será mejor,” intervino la fría voz de Eishou.
Como Ganchou, Eishou había servido una vez bajo las órdenes del comandante Gyousou. El
ejército de Gyousou había producido muchos soldados famosos, entre los cuales Eishou era el
más joven. “Soy de la misma especie que el viejo, sin sangre en mis venas o lágrimas en mis
ojos. Si las tropas serán enviadas, entonces estoy dispuesto a hacerlo con la debida prisa”.

Hablando con un toque de ironía en su voz, Eishou unió las cejas de su rostro sin lágrimas ni
sangre. “Una vez que la nieve comience a derretirse nuestros problemas comenzaran. No solo
los caminos serán inseguros en las pisadas también la nieve retrocederá en la cantera de fuga
de las montañas. Las montañas de Bun están dotadas de fuentes de gemas y minas. Sacarlos
no será tarea fácil”.

Tal era el caso, otras voces sonaban. En su corazón, Risai sentía lo mismo. Escondiéndose en
la extracción minera resultaría ser un gran obstáculo para poder capturarlos. Con el objetivo
de llevar calor a los bandidos de Bun, no podían montar una invasión por goteo arrastrándolos

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por meses. Tomando rápidamente el territorio (demostrando el poder del Reino) era la forma
de juzgar a los rebeldes. Si no, enviar deliberadamente al Ejército Imperial sería sin sentido.

Como si buscaran el fallo del asunto, los ojos de la gente reunida allí se dirigieron a Gyousou.

“Le confiaré el asunto a Eishou. Envía la Armada del Centro y pon a la Provincia de Bun bajo
tu control”. Al mismo tiempo Gyousou fijó a Ganchou y Haboku (quienes sostenían una
opinión contraria) bajo su mirada. “Esto no quiere decir necesariamente que estoy apoyando
la estrategia de Eishou. El problema actual; el problema de la dignidad imperial, el problema
de ponerles una línea a los rebeldes; estas son de poca importancia, ahora”

“¿De poca importancia?” respondió Eishou con indignación.

Gyousou asintió. “No es la más apremiante de las cuestiones que tenemos frente a nosotros.
El mayor problema al que nos enfrentamos no son los rebeldes sino la gente. Más que la
subyugación de los rebeldes, la gente debe estar convencida que el Reino es capaz de
protegerlos”.

Risai saltó en sorpresa. Juzgando por el modo en el que los otros tomaron aliento, tuvieron la
misma reacción. La habitación cayó en una especie de silencio avergonzado.

“Eishou, usted comandará el Ejército del Centro, incluyendo la Guardia Provincial de Bun y
perseguirá a los rebeldes. Una victoria militar no es necesaria. Limpie los palacios
provinciales. Después de liberar las sedes provinciales, quédese en la Provincia de Bun por un
tiempo. Preste apoyo a la Guardia Provincial y fortalezca las defensas en la capital. No hay
necesidad de tomar medidas irrazonables persiguiendo a los rebeldes. Más que eso, bajo el
encabezamiento de mostrar la presencia imperial, hará entender a la gente que los rebeldes no
son tan temibles. Calmar la población es la prioridad”.

“¡Entendido!” respondió Eishou, evidentemente impresionado. Y no era el único. Todos los


subordinados de Gyousou tenían la mayor de las fe en sus palabras. No importaba cuan fieras
eran los debates privados del concilio, Risai había llegado entender desde que llegó ahí a
cuando Gyousou dictó su veredicto una unanimidad desfilaba rápidamente.

Eishou movilizó la Armada Central en un corto plazo y salió hacia la Provincia de Bun. Fue
un mes antes de la llegada de la palabra que había liberado los Palacios provinciales y para el
momento en que se habían pacificado los alrededores. Y justo como en el plan, llegaron las
noticias de que unas insurrecciones se habían levantado en otra región de la Provincia de Bun.

Por lo menos en tres lugares con un número de pequeñas escaramuzas. En vez de ser
incendiados por casuales chispas del viento, estos repentinos levantamientos daban la
impresión de resistencias organizadas. Dentro de una quincena, la situación había crecido y se
volvió claro que la ocupación inicial de la provincia estaba relacionada a la rebelión interna de
la provincia.

Liderados por Sougen, la Armada izquierda Provincial de Zui fue enviada a la provincia de
Bun, uniéndose a tres regimientos de la Guardia derecha del Palacio, comandadas por
Gyousou mismo. La esporádica insurrección salía de varios lugares sumando fuerzas, con los
nexos de la actividad rebelde acercándose a los alrededores del palacio provincial de Tetsui.

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Tetsui era una ciudad que estaba profundamente conectada a Gyousou.

Tres de las seis divisiones líderes de la Armada Imperial que Gyousou encabezaba podían
presumir de invencibles en batalla. Eso mismo no podía decirse de la carrera de Gyousou
como general.

Él que fue derrotado por la profunda lealtad al Rey Kyou, general de la izquierda estaba en
Tetsui. Hacia el final del reinado del Rey Kyou, Tetsui no podía soportar la explotación del
Rey, y había todas las líneas de crédito. Ya no recaudarían el impuesto imperial. La guardia
provincial colaboró en establecer la ley, pero los ciudadanos de las áreas cercanas acudieron
al palacio y continuaron resistiendo.

Eventualmente Gyousou y la Armada Imperial fueron ordenados a enfrentar para calmar la


situación. Cuándo llegó a Tetsui, Gyousou rodeó la ciudad con doce mil quinientos soldados
de la armada de derecha y le ordenó a toda la Guardia Provincial en la parte trasera.

Los oficiales que lo acompañaban, comenzando por Ganchou y Eishou, no estaban de acuerdo
con la estrategia. Si dos divisiones de la Guardia Provincial no podían liberar Tetsui, entonces
¿qué podía una simple división de la Armada Imperial lograr?

“¡Esto es inservible!” protestó Ganchou enojado.

Eishou rió por su nariz “¿No eres tu él humilde? Pos supuesto que es inservible. Si no
podemos hacerlo con dos divisiones de la Guardia Provincial, ¿qué se supone que hagamos
cuando enfrentemos el verdadero desafío? En cualquier caso esto tomará un poco de tiempo.
No espero encontrarme nieve en el regreso”.

“De acuerdo” dijo el ex general de la Guardia de la derecha de la Provincia de Zui, ahora


general Sougen de la Armada Imperial. “Si las montañas a nuestras espaldas están cerradas
por la nieve, ni suministros ni refuerzos atravesarán satisfactoriamente. No tenemos las
provisiones para aguantar hasta la primavera. Debemos ganar con una victoria decisiva y
regresar antes de que empiece el invierno”.

“Podemos ser suministrados por la Provincia de Saku. Envié órdenes a Seirai para que abran
los almacenes y preparen las provisiones que necesitaríamos hasta el fin del invierno”

“¡Seguramente bromea!” exclamó Eishou, poniéndose de pie. “No importa cuanto tiempo nos
tome, no será hasta la primavera. Gyousou-sama no pensaría menos de nosotros”.

“Nadie piensa menos de nadie. Pero en el peor caso, les pido que al menos se preparen para la
posibilidad de estemos hasta el fin del invierno”.

“Si crees que será tan difícil, vuelve a llamar a la Guardia Provincial y trae a esos idiotas para
que se pongan a trabajar. Aunque resultarán tan útiles como un ancla de un bote en tierra
firme”.

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“No vamos a pedir asistencia a la Guardia Provincial. La Guardia Provincial tomó refugio en
las aldeas y ciudades cercanas con los habitantes. No importa que tan grandes sean los
almacenes, tampoco pueden alimentar a la población local. No podemos ser bien vistos
comiendo al lado de los ciudadanos. Al mismo tiempo, no podemos disminuir las raciones
para los soldados. Eso sería igualmente malo para su salud y moral”.

“Cual sea debemos tomar Tetsui lo más pronto posible. Quemar la tierra en todas direcciones
y después podríamos terminar el asunto en tres días. Obtener los servicios de la Guardia
Provincial por quince días y la turba rebelde sería al meno útil como escudos humanos”.

“Eishou ¿qué crees que vinimos a hacer?”

“A juzgar a los rebeldes”.

“¿Y por qué se revelaron en primer lugar?”

Eishou era presionado por una respuesta. Por supuesto, no era un error que eran rebeldes.
Habían definido decretos Imperiales y no eludían la marca de insurrección. Sin embargo…

“El verano es frío y la Provincia de Bun enfrenta duros inviernos. Las provisiones necesarias
para el invierno son escasas. Si dispersamos los almacenes en nombre del decreto Imperial, la
gente morirá de hambre. Esa no es una opción sostenible. ¿Qué otras opciones tenemos?”

Eishou levantó su cabeza. “Su Majestad nos ordenó reprimir la rebelión. Aquellos a quienes
Su Majestad llama rebeldes, son rebeldes. Eso debería ser suficiente para toda la Guardia del
Palacio ¿no?”

Por supuesto Gyousou sonrió un poco. “¿Entonces tu eres el perrito faldero del Rey? Pero,
¿qué es un rey en primer lugar?”

Eishou sostuvo su lengua.

“Si los ciudadanos de Tetsui estuvieran infligiendo daño a otras personas de otros lugares,
deberíamos estar listos para borrarlos para asegurar el bien mayor Si los ciudadanos de Tetsui
rechazan la forzada servidumbre, los problemas pasarán a otras ciudades. Consecuentemente
deberíamos forzar la apertura de las Puertas de Tetsui y de las bóvedas del tesoro. Pero ¿hay
alguna necesidad de excederse con las medidas?”

Un silencio descendió al campo

“El Rescripto Imperial nos ordena que forcemos nuestro camino a Tetsui y abramos el tesoro.
Sin embargo, no dice nada de dañar personas en Tetsui”. Declaró Gyousou. “los soldados no
tienen permitido llevar espadas. Escudos podrían usar, pero no blandir u otra cosa contra los
ciudadanos con la intención de usarlos como armas”.

Los escudos se formaban a partir de madera resistente. Acero de refuerzo se permitió en el


interior de los escudos, pero no en el exterior. Teniendo en cuenta sus opositores civiles
cuando en el calor de la batalla la caliente sangre de los soldados sería la que azotara contra
sus escudos, los escudos estaban cubiertos por espesa lana de cordero blanco.

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Si, en cambio, un escudo era usado como arma y un ciudadano era herido (incluso una gota de
sangre en el cordero) la orden para ese soldado era que se castigara severamente.

Individuos capturados fueron amonestados y liberados. Podían volver a Tetsui si lo deseaban,


o a las aldeas y ciudades en cercanía.

“Yo se como se deben sentir, gimiendo bajo el peso de tantos impuestos. Pero los edictos
reales se dan por sentados, se perdería toda la fuerza que se les otorgó. Si cansados por el
trabajo duro se dedican a sonar sus dedos, ustedes serán los que más sufran. Si los
manifestantes por los impuestos en Tetsui son eficientes, esa carga simplemente pasará a otros
ciudadanos del lugar. Si pueden entender este principio, entonces ¿no debería abrirse el
tesoro?”

Algunos regresaron a sus ciudades y aldeas. Algunos hablaron de su voluntar de regresar a


Tetsui. Al principio la gente estaba aferrada a las sospechas. Pero una vez que discernieron la
voluntad de los soldados de Gyousou se quedaron en sus manos, se dio más prioridad a sus
intenciones.

El sitio se prolongó por cuarenta días. La Armada Imperial repetidamente amenazó con forzar
cu camino al palacio provincial y retirarse. Sus escudos seguían blancos, impecables sin una
sola gota de sangre. Como la gente de Tetsui probaba los límites de las tropas imperiales de
liberación, se le comunicó a Kouki, y la voluntad del Rey continuó siendo evaluada.

Un compromiso mutuo se volvió inevitable. Los soldados de Gyousou no lo considerarían


“victoria”, pero tampoco que la campaña sea llamada fracaso. Por un lado, los sitiados
ciudadanos de Tetsui tenían que enfrentar la imposibilidad de seguir manteniendo el tesoro
cerrado. Por el otro lado, el Rey tenía que enfrentar la realidad que sus propia Guardia del
Palacio estaba en un sorteo imposible.

Finalmente en el cuadragésimo día del sitio, las puertas se abrieron. Pero no como el resultado
de la conquista en un campo de batalla.

Gyousou pasó a través de las montañas como la primera caída de nieve en el invierno.
Regresó a Kouki y dio un informe de su “derrota”. Sus soldados habían recibido diez mil
golpes sin pegan ninguno. Sin embargo, el tesoro había sido liberado porque la gente había
elegido el camino correcto abriéndola por si mismos. La gente de Tetsui preservó el Deseo del
Cielo.

Como resultado, los impuestos fueron recolectados y esta “derrota” fue dejada a un lado, se
dice que el fin justifica los medios.

Subsecuentemente, una expresión de “Un Escudo de Tetsui”, se expandió por los distritos del
norte de Tai, también conocido como “El Escudo de Lana blanca”. Se utilizó como signo de
buena fe, como en. “Si quieres que te tomemos en serio, muéstranos un Escudo Tetsui”.

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Gyousou y Tetsui estaban ambos atados por lazos de buena fe. Cuando Tetsui fue tirada hacia
el vórtice de la guerra, Gyousou no podía desviar su mirada. Junto con Sougen y doce mil
soldados bajo sus órdenes salieron de la Provincia de Bun.

Risai envolvió con sus brazos los hombros de Taiki cuando los veían irse.

“Gyousou-sama volverá sano ¿verdad?”. El joven kirin la miraba con preocupación.

Risai asintió con confianza. “Todo estará bien, Taiho”.

Mis garantías se han convertido en mentira, lo sabía cuando lo pensó más tarde. El caos de la
primera había sido cuidadosamente planeado para arrastrar a Tetsui en medio del conflicto. Y
eso no podía haber resultado de un violento montón de meros rebeldes. Los rebeldes se habían
estado organizando y dando direcciones guiadas desde la oscuridad. La persona parada en la
oscuridad había anticipado que Gyousou no podía dejar Tetsui a su suerte.

La segunda vez, Gyousou no regresó a Kuoki.

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Capítulo 10

“¿Risai?”

Una voz, cuestionando, la trajo de vuelta en sí. La Reina de Kei la estaba mirando con gran
preocupación en su cara. ¿Qué debo decirle? Buscando las palabras, se encontró
decentemente con sus profundos recuerdos.

“¿No te sientes bien? Porque si no…”

Risai sacudió su cabeza. “Le ruego me perdone. Es que tengo muchas cosas en mi mente”.

Entiendo, dijo Youko con un movimiento de cabeza.

“Usted nos informó de lo que ha estado pasando en Tai. En resumen, hubo un golpe de
Estado. Su Alteza fue sacado de la capital a una rebelión en una de las provincias y
desapareció”.

En una forma simple y directa, Risai entendió la naturaleza del conflicto.

“Incluso yo no estoy al tanto de los pequeños detalles. Posteriormente me enteré que logró
llegar a las afueras de Tetsui y establecer un campamento allí. Fueron atacados. En el apogeo
de la batalla, desapareció de la vista de todos. Y ni una palabra se ha oído de él desde
entonces”.

“¿Nada más? ¿Ni siquiera una simple palabra?”

“Hay más posibilidades de saber. No he sido capaz de reunirme con gente que estuvo en la
Provincia de Bun al mismo tiempo y que tengan información más precisa sobre el incidente.
No sé si otros han estado investigando el asunto más de cerca, o si la búsqueda está en
marcha. Es posible que nada se esté haciendo en absoluto. Cuando fui informada de que Su
Majestad había desaparecido, la Corte Imperial era un alboroto. Nada podía organizarse de
forma sistemática. Nada podía lograrse”.

“¿Por qué?”

“Por el shoku”.

El shouku ocurrió quince días después de que Gyousou partió a la Provincia de Bun. El día
anterior, su palabra llegó a la capital de Sougen, también se dirigía a la provincia de Bun.
Gyousou y compañía habían cruzado las montañas seguros. Si ese era realmente el caso,
entonces Tetsui estaría a varios días. De hecho, varios días después otra paloma mensajera
llegó. Habían llegado al palacio de la prefectura de Rin’un, y establecido campamento.

“Parece que llegó a salvo”, dijo Senkaku, el Ministro de la tierra, con alivio.

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Ella habría corrido a él en el Romon, el levantamiento de la puerta al sur de las viviendas
imperiales y de la Corte Imperial. Era un gran edificio con tres torres al menos, diez veces la
altura de una persona normal. En el centro de un pasillo blanco, situado entre la puerta norte
las puertas del sur, una larga y blanca descendía al Mar de Nubes.

“Le deseo lo mejor a Su Majestad”, dijo Sekaku. Aunque pensé que expresar estas
preocupaciones a un hombre que una vez fue un general puede ser ofensivo”.

“Realmente” Risai concordó con una sonrisa y siguió su relato.

Fue entonces cuando sucedió. Risai se detuvo en sus pasos, preocupándose de donde vendría
ese ruido. Aparentemente sordo a ello, Senkaku la miró curiosamente sobre su hombro.

“¿Qué fue ese ruido de ahora?”

Ella después recordó que en ese momento las montañas se sacudieron. El sonido surgió de la
tierra debajo de sus pies (desde el fondo de la montaña de Ryou’un afitando el Palacio
Imperial) sacudiendo su cuerpo. O eso le parecía. El mundo vaciló hacia delante y hacia atrás,
el enorme Romon crujía de ida y vuelta como un conjunto de palos.

Una sombra cayó a través de ella asustándola, con los ojos abiertos. Ella inclinó su cabeza
atrás justo para ver el techo descascarándose del techo del Romon y en cascada como una
avalancha.

En ese momento un terremoto realmente sacudió la montaña. Observando el Palacio Imperial


desde el aire, un observador hubiera visto una isla flotando en el Mar de Nubes. Y en el centro
de la isla, grandes y redondas olas se elevaban por los acantilados que formaron una bahía y
entonces formando círculos concéntricos.

La superficie del Mar de Sombras se levantaba y chocaba contra un ala del palacio adyacente
a los acantilados. Simultáneamente al edificio se sacudió y derrumbó con un ruido
ensordecedor. Como si alguien tuviera un martillo gigante para una sección del palacio.

El torbellino se levantó de un golpe en un vendaval saliendo en todas direcciones. El sol se


atenuó, volviéndose en una sombra cobriza. Un momento después, el tinte del oxidado cielo
comenzó a en un remolino de pileta, como algunos volcanes venenosos de miasma.

¿Qué es esto?

Risai se sentó impresionada en el lugar en el que estaba parada. ¿Qué era ese extraño cielo
expandiéndose más allá del velo del polvo? Espasmos repetidos cruzaron la tierra. El
movimiento había cesado, pero si algún ser se estaba revolviendo en las entrañas de la tierra,
los terremotos se dispararon a través de las palmas de sus manos, plantándose en el suelo.

“Un shoku” gritó una voz cercana casi al borde de la histeria.

Cuando Risai miró sobre su hombro, Senkaku la miró. Él estaba tumbado sobre los adoquines,
cubierto con suciedad.

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El pensamiento fue “Este es un shoku”, “¿Por qué?” Ella nunca había presenciado un shoku
antes. Pero también había escuchado que un shoku nunca ocurre sobre el Mar de Nubes.

Senkaku se levantó. Los fragmentos del tejado llovían hasta donde él estaba parado. Otros dos
o tres pasos y ambos hubieran sido enterrados bajo ellos.

“Risai, el Taiho…”

Oyendo la urgencia en su voz, Risai se levantó en sus pies. La tierra continuó gimiendo. No
un chico número de gente yacía alrededor de ellos, gimiendo y gritando. Pero ella no tuvo
tiempo para ellos.

¿Dónde estaba Taiki? Era muy temprano para que él sea atendido en las sesiones de la tarde
sobre asuntos del gobierno. Él debería ya haber dejado el Gai-den, pero no podía todavía
volver a su habitación en el Seishin. Él debía estar en la Jinjuu Manor.

“Está bien”, dijo Risai. “El Daiboku debe estar con el Taiho…”

Senkaku tomó el brazo de Risai. Su cara sucia se volvió verde. “Risai ¿no lo entiendes? Un
shoku no ocurre naturalmente en los cielos. Si un meishoku ha ocurrido, entonces solo pudo
haber sido provocado por el Taiho.

El espíritu de Risai se rompió.

“¡Risai!”

“¡Senkaku, por favor cuide de los heridos!” ella se lo dijo sin voltearse. Saltó sobre los
escombros y corrió en dirección al Roshin. Risai no había escuchado de esto antes, que un
kirin tan chico podía causar un shoku llamado “meishoku”. Pero un kirin nacido y crecido en
Yamato no debería de saber como hacer un shoku así.

Risai había conocido al Taiho en el Monte Hou. Honestamente, cuando Gyousou se había
instalado en Shouzan, también ella. El kirin que conoció no podía transformarse en un
unicornio y no tenía shirei. Un kirin nacido y crecido en Yamato no podía realmente entender
de qué se trataba ser un kirin. Esos poderes con los que su instinto despertaron dentro de él
debieron haberlo hacho por una necesidad. Si ese era el caso ¿Qué puede haber pasado?

El olor a suciedad y desgarro de madera fresca; la maduración, un rancio sol; el cielo color
óxido; las retorcidas corrientes rojas en el aire; los continuos y turbulentos ruidos
subterráneos. Risai no podía hacer otra cosa que no fuera dejar ser atrapada por una malvada
premonición. Algo malo había pasado. Algo increíblemente malo.

De hecho, el daño a los edificios creció cuando ella se acercó al Jinjuu Manor. La puerta
frontal de las Oficinas Provinciales estaba derribada a un lado. En los lugares en los que las
paredes se habían caído, y las lagunas a través de las cuales podía ver que los edificios
internos estaban en mal estado, casi por colapsar. Los adoquines se elevaban como burbujas
de espuma en el agua en todos lados. Las fisuras serpenteaban a través de la tierra sembrando
escombros en todos lados.

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Las tierras de Jinjuu Manor estuvieron a la vista. La mayoría de los edificios allí se habían
reducido a una pila de escombros.

Los ruidos de la tierra misma cesaron. En su lugar, ella podía oír los gritos y lamentos de la
gente. Los tenues rayos del sol dejaron de brillar. Ella elevó su mirada. Las ominosas bandas
rojas en el cielo estaban desapareciendo.

La gente por fin comenzó a amontonarse. La mayoría de los soldados se pararon sobre los
escombros buscando alguna señal de Taiki. Pero el pequeño kirin no estaba en algún lugar en
el que lo pudiesen encontrar. En el lado más occidental del Seiden en Jinjuu Manor, no había
rastros de él en el balcón o en los jardines frente al Mar de Nubes.

Los edificios y los árboles habían sido arrancados desde las raíces. La agitada tierra y
fragmentos de azulejos se habían acumulado en grandes pilas. Entonces las enormes olas
golpearon encima de ellas, barriendo todo el Mar de Nubes, dejando el suelo dañado.

Los buques se pusieron en marcha, dirigiéndose a kijuu, los jardines escavados, todos
buscando señales del pequeño Saiho. Pero desde ese día su paradero no ha sido descubierto.

Mientras la búsqueda continuaba, un ave mensajera envió la noticia a la Provincia de Bun.


Antes de que el ave llegase a la Provincia de Bun, un ave de la Provincia de Bun llegó a la
capital, diciendo que Gyousou había desaparecido repentinamente.

La habitación cayó en un silencio profundo. Risai se aferró a la joya que colgaba de su cuello
como si dependiera su vida.

“No hemos oído nada más de Su Alteza. O el Taiho”.

“Risai esto es demasiado duro para ti…” Youko estaba a punto de terminar la reunión, pero
Risai cerró los ojos y movió su cabeza.

“La Corte Imperial cayó en caos. Nadie era capaz de organizar un plan para buscar a Su
Alteza y al Taiho”.

Risai se detuvo para respirar. Youko ansiosa tomó su mano. “¿Estás bien?”

Estoy bien, quiso responder Risai, pero su voz se perdió en medio de la distancia. Solo el
sonido del viento. El sonido del zumbido en sus orejas. Y en el viento, el sonido de la voz de
Kaei.

No

“Terminaremos por hoy y arrancaremos desde aquí la próxima. Bueno, entonces…”

Risai extendió su brazo en dirección a su voz. Extendió su brazo y de dio cuenta otra vez que
ya no estaba allí. Era demasiado lo que había perdido. Después de tanto tiempo, la angustia
brotó dentro de ella.

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“Por favor ayúdenos” Soltando la joya de su mano. Una cálida mano la tomó. “Le ruego.
Salve Tai”.

“Entiendo”.

Risai oyó al médico en la sala de espera apresurándose a su lado. “Suficiente” lo oyó decir,
mientras ella se hundía en la oscuridad y el remordimiento.

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Capítulo 11

“¿Qué piensan?” preguntó Youko a los dos hombres que la acompañaban desde Ka-den.

Uno parecía inexpresivo, inmerso en sus pensamientos. El otro respondió “No estoy seguro
que pensar. Por el momento, al menos, tenemos ciertos indicios de que condujo a la
desaparición del Rey de Tai y el Taiho de Tai”.

“No es a lo que me refiero” dijo Youko con un poco de tristeza. “Esta mujer quiere que la
ayudemos a salvar Tai ¿Qué piensan al respecto?”

Koukan levantó una ceja. “La señorita Risai parece estar solicitando medidas en su reino a su
nombre. Pero lo que Kei puede proveer en este estado se vuelve algo problemático”.

Cuando Koukan comenzó a hablar, Keiki se detuvo e inclinó. Él había sido llamado a las
oficinas provinciales para atender unos asuntos. Koukan también debía atender unos asuntos
como Chousai y salir al Seishin.

Sus escoltas no podían pasar todo su tiempo con Risai, pensaba Youko mientras se dirigía al
Palacio Interior. Kei era un reino en movimiento y ella tenía sus propios problemas.

Como dijo Kokan. Es fácil pedir ayuda, pero cuando la realidad golpea en tu cabeza ¿qué se
puede hacer? Habían pasado dos años desde su coronación. Aún era inexperta, una emperatriz
taika analfabeta, una extraña en una tierra extraña que dejaba la mayoría de los asuntos a
Koukan y a Taiki. Con el tiempo libre, por las tareas que no asumía, estudiaba bajo la tutela
de sus tutores.

Así eran las cosas ahora. No había nada del Tesoro Imperial o de la Corte Imperial para
apoyar a otros reinos.

Con estos pensamientos en su mente, se dirigió al ala oeste del Palacio Interior, vio a un
hombre en armadura caminando hacia ella en la columnata.

“Oh, Kantai”.

Reconociéndola, Kantai se detuvo y se inclinó. Él era el general de la Guardia del Palacio.

“Justo el hombre que buscaba”, dijo Youko.

Kantai dio un paso atrás. ”Si Su Alteza está buscando un socio de esgrima, debo declinar. Tan
solo vine para darles a sus criados un ejercicio de verdad. Me temo que cualquier intento de
golpear a un pequeño hombre para desahogarse a este punto, me dejaría noqueado”.

Youko sonrió. “No hay problema, no hay problema. ¿Por qué no te sientas y te relajas?”

“Si”, dijo Kantai con una reverencia, y acompañándola a la biblioteca en el Palacio Interior.
Durante el día allí fue donde Youko se relajó cuando no estaba realizando labores oficiales.

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“Esta es una dinastía de chusmas”. Se dijo Youko a si misma mientras se preparaba una taza
de té. Kantai bebió un poco y Youko sonrió ligeramente. Lo que sea que se pudiera hacer por
Tai, era energía que ella iba a gastar en nombre de Kei.

Antes de dominar el negocio del gobierno, esta monarca debía aprender como leer y escribir.
A eso se le sumaba los asuntos del Estado. Una buena mitad de sus sirvientes se habían
autodenominado “caballeros de la calle” ignorantes de la ley y de las reglas básicas de la
guerra. Que casi debían haber aprendido todo desde cero. Y no había demasiados maestros.
La responsabilidad había caído directamente sobre el general de la Guardia del Palacio de la
izquierda.

“Ahora está entrenando a los jóvenes sirvientes, ¿verdad? Lamento agregarle más tareas a su
tiempo, Kantai”

“Para nada. Es lo mismo para mí. Sin guerras que pelear tengo todo el tiempo del mundo en
mis manos”.

Youko rió. Ambos sabían que eso no era cierto. Cuando llegó a este mundo lo primero que la
sorprendió fue el número de ejércitos. Pero un vez que se puso al corriente de los hechos
entendió las razones. No había nada que ella pudiera llamar “fuerzas policíacas” allí.
Actuando bajo la dirección del Ministro de Otoño, el ejército hace patrullas y hace cumplir la
ley. No solo eso, sino las obras públicas también cayeron bajo la jurisdicción del ejército.

Proyectos que no requerían el reclutamiento de civiles eran dirigidos por el gobierno, y el


trabajo era echo por el ejército y encadenaban a las pandillas preparándoles las sentencias a
los criminales. Cargados con la defensa del Palacio Imperial, las ciudades y la protección de
los aristócratas, siempre tenía mucho para hacer el ejército, incluso sin guerras.

“Esto no es mucho, pero considera esta pequeña recompensa” dijo Youko sosteniendo la taza
de té.

Kantai sonrió y aceptó amablemente. “Parece ser sin alcohol, pero gracias igualmente”.

Ambos rieron. Youko le preguntó. “¿Qué sabes sobre el Rey de Tai? Parece ser famoso en
algunos lugares”.

“Ah”, dijo Kantai, asintiendo. “No estoy familiarizado con el hombre. Pero según lo que oí,
solía ser el general Saku”.

“¿Y sobre Risai? Ella era originalmente una general de la Guardia Provincial de Jou”.

“Lamentablemente mi educación no llega tan lejos. Pero, ahora que lo menciona, el kijuu que
ella montó aquí está sanando rápidamente”.

“¿En serio? Es bueno oírlo”.

“No conozco al general Ryuu, pero mirando a si kijuu sentí que era una persona excelente. El
kijuu muestra una notable lealtad a su amo y parece estar muy bien entrenado. Se llama
romper al animal, pero naturalmente esto implica cuidarlo como si fuera un niño, siendo todo

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lo que implica la palabra maestro. De otra manera, ninguna criatura puede ser verdaderamente
rota”.

“De acuerdo”

“Nunca oí su nombre antes. El nombre de un general ordinario no suele traspasar las fronteras
del reino. El general Saku es una rara excepción. Creo que a eso se reduce”.

“La rara excepción. Y todo lo más impresionante”.

“Ah”, dice Kantai con una expresión de complicidad. “Comparándose con el general Saku
¿eh?”

“No es que me haría ningún bien. Él parece mucho más que una figura heroica”.

“Bueno, si fuera una figura tan heroica, entonces Tai no sería tan caótica como el estado en el
que está”.

“No seas malo. Una calamidad parece haber ocurrido, pero nadie está al tanto de los detalles.
Es muy temprano para determinar las consecuencias a sus pies”.

Kantai inclinó su cabeza ligeramente preguntando con un poco más de seriedad, “¿Y que
calamidad?”

“Algún tipo de golpe de Estado. Un usurpador ha surgido y el Rey de Tai y el Taiho están
perdidos. Es todo lo que sabemos hasta el momento. Para el resto tendremos que esperar hasta
que Risai se recupere”.

“Veo”, dijo Kantai, y pareció hundirse en sus pensamientos.

Youko hizo lo mismo. Ella no sabía ninguno de los detalles, excepto que Risai había venido a
Kei para rogar por ayuda. Ella arriesgó su vida para hacer el pedido. Excepto eso el
atolondrado trabajo de la Corte Imperial de Kei no estaba en condiciones de ayudarla.

“En un análisis final” dijo Kantai, “una reputación es algo otorgado por otros”.

“¿Mm? Dijo Youko dando un vistazo sobre los hombros de Kantai.

“Es el tipo de cosa que la gente te otorga después de los hechos, cuando pueden ver los
resultados. Un general que gana una victoria comandada (incluso por accidente) será llamado
invencible. Y si ese es un general invencible, entonces será recibido de formas similares a
santos. Así como están aquellos que, a pesar de su incompetencia, logran fortuitamente
mantener la derrota a raya”.

“¿Estás diciendo que el Rey de Tai es demasiado bueno para ser real?”

“Yo no iría tan lejos. Estoy diciendo que si colocaras a sus colegas en el barro y tomará las
glorias usted misma, convertirse en una invencible no sería tan difícil de lograr. Tan lejos
como la fama va, todo el mundo ama al luchador invencible. Y una vez que el mundo se pone

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en torno que se tiene una ininterrumpida racha ganadora, la suposición que es un general
superior, un buen caballero, y un hombre de gran carácter, lo toma en vida propia”.

“Si. Supongo que si”.

“Pero una reputación solo revela el producto final del proceso. Refiriéndose al general Saku
(el Rey de Tai) como un hombre de estatura heroica solo nos dice que está de pie en la corte
de opiniones públicas ahora. No como llegó ahí. Por la misma razón, a este punto en el
tiempo, habiendo dejado a Tai caer en caos, no parece el modo ejemplar. En cualquier caso la
comparación de uno mismo con los demás se algo inútil. Siempre terminará comparando que
el público piensa de los demás con eso que sabe de usted misma”.

“Veo”, dijo Youko con una sonrisa cansada.

“Incluso sin comparación, llamaría a Su Majestad una buena Emperatriz”.

“¿Eh?”

Kantai dijo un poco mimosamente, “Es una buena Emperatriz quien reclama su legítimo lugar
en el trono sin perderse en él, y entonces contratar a un hanjuu como yo, como si fuera poco.
Eso es lo que yo digo”.

Youko rió. “Dime Kantai ¿Qué pasaría si fueras a Tai y eliminaras al usurpador?”

“Seguramente usted está bromeando”, dijo Kantai agitando su mano como si evadiera la
sugerencia.

“Seguramente mi propia Guardia de Palacio está echa de cosas más severas que estas”.

“Ese no es el problema. En primer lugar, Kei no posee los recursos necesarios para alimentar
a las tropas en tal manera. Movilizar un ejército es una tarea importante. Una solo división
consiste de doce mil quinientos soldados. Y eso solo contando la infantería. En términos de
fuerzas combatientes, los comandantes de un regimiento, caballos, y kijuu deben alistarse
también. ¿Puede comenzar a imaginar la lógica de alimentar y aprovisionar un gran conjunto
así?”

“Si, realmente. Alimentar y aprovisionar…” rápidamente llegó al total de trece mil. Pensando
en términos del lugar de su nacimiento, en el mínimo, una taza de arroz por comida, tres
comidas, de trece mil a treinta y nueve mil tazas de arroz por día. “Tienes razón. Es más de lo
que podía imaginar. Incluso en términos de hamburguesas, treinta y nueve mil hamburguesas
por día…”

“¿Qué?”

“Oh, nada”, dijo Youko con una sonrisa.

“Esa es la razón de porque el ministro de Verano en cada región debe prever la logística del
ejército. Si el caos de desata en una cierta área, cuando las tropas están fuera, son
proporcionados por los suministros en general. Pero en otros reinos, y en medio de la

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rebelión, la lógica se vuelve más incierta. Básicamente, usted debería tener que cargar todo lo
que necesitara con usted. A parte de la cuestión del transporte, ¿podría colocar tantos
suministros juntos en un momento dado?”.

“No parece posible para Kei”.

“Incluso agotando los almacenes internos del reino, ni siquiera el mínimo de provisiones
podrían reunirse. Sin mencionar que Kei no tiene suficientes barcos para trasportarlos. ¿Cómo
podría llevarlos a Tai en primer lugar?”

“Veo”.

“Desde el principio llevar soldados a otro reino sería imposible. En primer lugar, ¿No
prohíben Los Cielos invadir otro reino?”

“No sería una invasión. Nosotros, de otra manera, no tendríamos intensiones de ocupar tierras
extranjeras”.

Kantai inclinó su cabeza. “Supongo. Usted debería tener un punto ahí”.

“Y además, si es cierto, entonces ¿qué sería de mí? Yo pedí a la Armada Imperial de En para
derrocar a la usurpadora y hacerme camino a Gyouten”.

“Eso es cierto”

“Simplemente encontrando al Rey de Tai y a Taiki sería suficiente”.

“¿Y sus ubicaciones actuales?

“Nadie tiene la menor idea. ¿Qué piensas? ¿Cómo una búsqueda usando un escuadrón de
kijuu por el aire podría llevar a cabo el trabajo?”

Kantai inclinó su cabeza un poco más. “Veinticinco pegasi difícilmente harían algo
significativo. Al menos necesitarías alas. Con un centenar podrías intentar una búsqueda
sistemática.

“Un grupo de alas…”

Eso no era imposible. Pero los ministros difícilmente lo aprobarían. En un tiempo los recursos
internos de Kei estaban tan escasos, se preguntarían si ella había perdido la cabeza. Youko
puso sus codos sobre las rodillas y descansó su cabeza sobre sus manos y pensó a cerca de
ello.

“Obviamente tener un rey ocupando el trono realmente importa mucho”, murmuró.

Una expresión firme llegó al rostro de Kantai. “Eso es completamente correcto. Dejando de
lado el tipo de hombre que es el Rey de Tai, tanto tiempo como esté perdido, la gente de Tai
estará en una mala situación. Además los inviernos en Tai son duros. Si me perdona la
expresión, él estaría mejor muerto”.

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“¿Mejor muerto?”

“Si el rey muere, entonces el siguiente monarca será elegido para reemplazarlo. En ese caso,
la gente puede anticipar el fin de sus sufrimientos. Incluso en el caso de un rey incompetente,
el Cielo finalmente le arrebataría el trono. Se volvería simplemente el hecho de esperarlo. Un
trono sin ocupar por un rey que no está muerto podría decirse que es el peor de todas las
malas situaciones”.

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Capítulo 12

Risai fue despertada en medio de la noche por voces que susurraban delante y detrás.

“Estoy definitivamente hambrienta”.

“Eso pensé. Hice té. Te está esperando”.

“Gracias. ¿Lo tomamos juntas?”.

La frívola naturaleza de la conversación le hizo a Risai levantar su cabeza. La chica que la


cuidaba en la cama le dio una mirada sorprendida. Otra chica se inclinó en la puerta y entró su
cabeza a la habitación.

“OH, perdona. ¿Te despertamos?”

Risai sacudió su cabeza en un no. “No perdiste tu cena por mí, ¿verdad?”

Suzu agitó su mano de lado a lado. “Solo tomando la oportunidad cuando viene. Shoukei fue
lo suficientemente buena para traerme una comida de media noche, así que está bien”.

“Por favor valla y coma”, dijo Risai. “Yo estoy bien”.

La muchacha llamada Shoukei le sonrió a Suzu. “Apresúrate y limpia tu plato. Yo estaré


esperando aquí”.

Suzu asintió y dejó la habitación. Como si tomara su lugar, Shoukei se sentó al ledo de la
cama. “Me disculpo por haber echo un alboroto por algo tan tonto. Mi nombre es Shoukei.
Soy una dama de la corte como Suzu”.

“Nada de eso. He sido una carga para todos ustedes. No necesita sentirse obligada a cuidarme
“.

Shoukei sonrió. “No se preocupe por eso. Nos disculpamos por ser tan cortos de manos que
no podamos cuidarla como debemos”.

“Oh, no necesita ir a los extremos. Las damas de la corte se han comportado con una gracia
extraordinaria”. Risai evitó la mirada “La Reina de Kei también me ha tratado sincera y
cordialmente”.

Shoukei sonrió. “Ella tiende a dejar la seriedad de lado, y es honesta hasta el error”.

“Los ocupantes del Palacio Kinpa parecen terriblemente a gusto al lado de la Reina de Kei”

“Ese tipo de humor está en el aire, para estar segura. Supongo que encuentras la falta de
solemnidad aquí”.

“No, yo…”

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“He oído que el Rey de Tai es un espléndido monarca. Pero nadie sabe donde está ahora. Esto
sin duda pesa en su mente”.

“Si”, Risai asintió.

“La gente de Tai debe estar sufriendo terriblemente. Por no hablar de la dureza de los
inviernos en Tai”.

“¿Estás familiarizada con Tai?”

Shoukei sacudió la cabeza. “Pero yo soy originaria de Hou. Los inviernos en Hou son
igualmente duros. Si algo sale mal, te agobiará todo el invierno y pondrá en riesgo tu vida. Y
he oído que los inviernos en Tai son incluso peores que en Hou.

“Supongo que los son”.

“El trono esté vacío en Hou también. Sin embargo, la situación allá es diferente. El rey que
murió eh Hou devastó al reino…” Cuando hablaba una triste sonrisa se mostraba en ella.
“Entonces el trono está vacío por el bien de el pueblo, en algunos aspectos. Pero he oído que
el Rey de Tai era muy querido entre su gente.

“Perder un rey así…”

“Si, perder un rey así…”

“¿Hubo un golpe de Estado? Al principio de la dinastía, temerosos de perder todo lo que


habían robado, los traidores y conspiradores era probable que solo se rindieran entregaran sus
ganancias gritando y pataleando”.

“No sé si eso se aplica…” se dijo Risai a sí y Shoukei movió su cabeza a un lado. Es


definitivamente el caso de una nueva dinastía que comienza, aquellos que han tomado ventaja
del puesto vacante para imponer sus propias reglas tiránicas sentirán el calor después que el
nuevo rey se siente en el trono. Pero no creo que está fuera la causa de la revuelta”.

“¿Y entonces…?”

“No lo sé”, respondió Risai. Ella sabía que una rebelión no había estado muy lejos de las
mentes de los burócratas, pero ella y sus colegas habían colocado suficientes vigilantes. “No
sé por qué una cosa así debía pasar”.

“Su Alteza bien puede probar el culto líder que es”, dijo el obviamente impresionado
compañero de viaje de Risai, un militar cercano de la Provincia de Jou. “El Sankou también
dice que nunca han visto una Corte Imperial organizada tan rápido. Todos están llenos de
admiración”.

“Eso parece”.

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“Aunque su reputación de ser un muy duro general, la infantería parece encantada con el
nuevo rey. Y la gente parece tenerle gran consideración”.

Risai sonrió y asintió. Con sus antecedentes militares, Gyousou certeramente era popular
entre las tropas. Sobre todo porque el Rey Kyou surgió de los servicios civiles y los servicios
uniformados no le tenían gran respeto.

Asumiendo el trono, Gyousou tomó los tesoros acumulados del Rey Kyou y los distribuyó en
los almacenes provinciales para fortificarlos contra el siguiente invierno. Solo con eso ganó el
corazón de la gente. Los inviernos en Tai eran duros y cuando los alimentos y los
combustibles escaseaban sus vidas estaban en el límite. Las formas de derrochar del Rey
Kyou habían vaciado las arcas las tesorerías y los almacenes. Una alegría se levantó cuando
las arcas volvieron a ellos.

“Tengo la sensación de que una nueva era está comenzando”, dijo el ayudante de Risai con
una sonrisa.

Risai compartía esos sentimientos. Ella escuchaba la alegría de la gente. Aventurándose en los
centros de las ciudades se reveló que los ciudadanos tendían a pensar bien de Gyousou. Y no
solo los plebeyos. Los ministros, entusiasmados por el Palacio Imperial, llevaban expresiones
más entusiastas en sus rostros.

Pero un veloz carruaje hacía mucho ruido. Uniéndose a la Corte Imperial como general de la
Guardia Provincial, no podía ayudar notando las extrañas sombras que asechaban aquí y allá
en medio del frenesí. No fue hasta después del Festival del Solsticio de Invierno que ella
entendió lo que había observado.

“En breve estaré enviando al Taiho al reino de Ren” dijo Gyousou a sus asesores. “El viaje de
ida a Ren tomará alrededor de un mes. Durante ese tiempo deberíamos llevar a cabo la caza
de invierno”.

Al principio Risai lo tomó literalmente. Como ningún hecho importante los esperaba a
mediados de Año Nuevo, eso fue cuando se celebraría la expedición de caza. Aunque los
asuntos de la Corte Imperial habían sido puestos en orden, esto le chocaba como un
comportamiento de caballero.

Desde que un confuso aire circulaba a través de la habitación, ella no era la única que pensaba
así. El General Asen de la Guardia del Palacio de derecha rompió el silencio. En una extraña
voz baja preguntó, “¿Y el juego?”

“Tarado”.

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La abrupta respuesta sorprendió a Risai.

“Debemos hacer frente a esos funcionarios gubernamentales que corrompen sus oficiales bajo
la protección otorgada por el último rey. No podemos cerrar los ojos mientras estas bestias
deambulan por nuestros alrededores. Si establecer la libertad, es así, probablemente harán caer
el Estado, prenderán fuego en cualquier otro lugar. Son un montón de astutos y las fortunas
personales que han amasado son indispensables para el futuro de Tai”.

Risai se dio cuenta por horror de que estaban hablando de una purga política. La pequeña
habitación se llenó de gemidos y suspiros que dieron rienda suelta a otros sentimientos.

“Una vez que el festival halla concluido, solo el Año Nuevo aguarda. Una misión diplomática
se enviará a Ren. Con los enviados acompañados por el general que comanda las guardias del
Palacio y de la Provincia de Zui, creo que nuestras presas no sospecharán nada. Con lanzar
una red lo suficientemente grande deberíamos atraparlos a todos”.

“Y durante ese tiempo ¿el Taiho estará en el extranjero?” preguntó Asen.

Gyousou asintió. “Esto no es algo en lo que quiera testigos de Kouri”.

“Pero ¿No es probable que se entere tarde o temprano de esto?”

“Voy a ver que no lo haga. Lo que acá se está mencionando no deberá ser mencionado a
Kouri, o alguno otro que no esté participando directamente en esta campaña”.

“Pero, ¿hacer estas acusaciones en secreto? Esto…”

Risai elevó su voz para objetar. Ella entendía que la varilla no se puede escatimar en lo que
respecta a hacerle frente a estos caprichosos oficiales, pero ejecutarlos sin un juicio público
era algo similar a un linchamiento.

“Por supuesto que debemos seguir las reglas de justicia en su totalidad. Pero no a la vista del
público. Los departamentos de gobierno involucrados en estas campañas seleccionando y
organizando cuidadosamente los fiscales. Todos los demás oficiales serán dejados
completamente fuera del asunto. Todo debe ser ocultado para el regreso de Kouri. Él no debe
notar ni una nueva cara ni aquí ni allá, y ni una ligera disminución de mano de obra”.

¿No le estás mintiendo? Risai sintió preguntarlo, pero lo pensó mejor. Considerando la
benevolencia de la naturaleza de un kirin, es natural que no quiera un derramamiento de
sangre, y su aborrecimiento a la injusticia, manteniéndolo en la penumbra será lo mejor.
Exponer sangre a un kirin enfermaría al kirin. Estas acciones podían ser vistas como señales
de compasión de Gyousou a Taiki.

Aún cuando ella tenía la obligación de dar su consentimiento, otra voz se oyó, la de Kaei,
recientemente nombrada jefa del Ministerio de Otoño.

“¿Está seguro de que se trata de algo aceptable? Con todo el respeto, el Taiho lo sabrá tarde o
temprano. Mejor que esconder cosas a sus espaldas, ¿por qué no se lo comunica a él
directamente?”

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“Mis órdenes siguen de pie”, respondió Gyousou bruscamente, asegurando que tenía la última
palabra del asunto.

Escuchando los detalles de la campaña, Risai sintió de nuevo algo como un frío viento en su
espalda, un desconocimiento de sus temerosos vacíos de segundos pensamientos sobre tirar
abajo esos planes maquiavélicos de una sola vez.

De hecho, originalmente el favorito sirviente del Rey Kyou, Gyousou, había instalado a sus
subordinados en toda la Corte Imperial. Él ya habría firmado entendimientos de gente que
hizo y que no hizo, que el problema eran los chicos y como deben ser disciplinados.

Desde que asumió el trono, Gyousou ya habría elaborado sus planes, quien debía ser
removido y quien debía reemplazar. Había previsto, sin duda, lo que podía ocurrir cuando
esos chacales serían llevados al talón. De hecho, esta “caza de invierno” era dirigida no solo
por oficiales corruptos, sino era parte de una estrategia para eliminar las aves ocultas y limpiar
el lugar.

Observando la purga desplegarse, aquellos con traición y maldad enterrada en su corazón,


aquellos quienes ingeniosamente escondieron sus viles actos de la vista de todos, sentirían el
calor y el pánico correteando por dentro.

Este hombre (pensó Risai mirando a Gyousou). Este hombre hará en un año lo que le toma a
un rey hacer en una década (incluso un siglo) de lograr.

Risai sentía un escalofrío a través de ella. Hasta ese punto, no había albergado dudas sobre
Gyousou. Un general de gran renombre, Risai también admiraba su disposición y
temperamento, y respetaba su grandeza.

Sin embargo, por primera vez sintió el susurro de un mal presagio en el aire.

Incluso si convencida de estos sentimientos surgían únicamente en reacción de la sustancia de


la campaña de Gyousou, ella no dudaba de su poder o autoridad como Rey por un segundo.
Ella simplemente podía preguntarse por qué una sombra oscura descendería a ella en medio
de tal esplendor.

Poco tiempo después, Kaei sorpresivamente se mostró en su residencia. Era de noche y una
luz de nieve caía.

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Capítulo 13

“Parece nieve”, dijo Kaei con un arco.

Risai la acompaño hasta la sala de su residencia. “Si, verdaderamente se ha puesto frío” Le


mostró a Kaei una silla por el brasero. “Estoy honrada de que viniera hasta acá a pesar del mal
clima”.

“Oh, nada de eso”. Kaei sacudió su cabeza. “Yo soy quien debería disculparse por una visita
con tan poca anticipación. Hay algo que me gustaría discutir en detalles con usted. Llegué a
esta decisión en la emoción del momento e impertinentemente envié una nota, por lo que me
complace que accediera fácilmente”.

“Oh, es un privilegio”, dijo Risai con una sonrisa.

Le ofreció comida y bebida, pero Kaei parecía inmersa en sus pensamientos. Una impresión
desalentadora puso blanco su rostro. Por encima de todo, parecía helada hasta la médula.

Kaei parecía estar en los cuarenta. En términos de su porte y edad actual, ella era superior que
Risai. Sin embargo, la Kaei que se sentó en frente de ella parecía una niña perdida. Esto no
pegaba como una visita hecha en nombre de la buena vecindad.

“Perdone por preguntarlo. Pero ¿cuál es el propósito de su visita?”

Como si se despertara de sus sueños, Kaei miró a Risai.

“Ah, no, no tenía un motivo en particular. Simplemente quería hablar de algunas cosas
contigo”.

Eso fue lo que dijo, excepto que por los últimos minutos no parecía. Quizás, conciente de ello,
Kaei comenzó con un disgustado movimiento de cabeza.

“Nada de eso podría excusar por robarte el tiempo y por interrumpirte así”.

Risai inclinó su cabeza a un lado. “Por favor no piense que me apresuro en preguntar, pero
¿hay algo que le esté preocupando, Señorita Kaei?”

Kaei levantó firmemente la cabeza, casi como si Risai se hubiera golpeado en el pechó. Una
expresión de angustia emocional (al borde de las lágrimas) contorsionaba su cara.

“Por favor discúlpeme si dije algo que la molestara. Me temo que mis modales son menos
refinados de lo que deberían ser”.

“Para nada”, dijo Kaei, moviendo su cabeza. “Después de todo. Yo soy quien la impuso. A
decir verdad, pensé mucho lo que tenía que decir a una persona con quien apenas he hablado
y de repente decido visitar. Que halla ido directo al punto me alivia mucho”.

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Una ligera sonrisa llegó a su cara. Corrió sus dedos a lo largo del borde de la copa con un aire
de incertidumbre. A diferencia de un oficial militar como Risai, sus uñas (pulidas) se
deslizaron a lo largo del borde de la gruesa porcelana. Y quizás temblorosamente.

“¿Tiene frío? Podría agregar más leña al fuego”.

“No, no tengo frío…” Aparentemente notó el temblor de sus dedos y apretó la mano con la
otra. “No tengo frío. Por el contrario, Señorita Risai, estoy asustada”.

“¿Asustada?”

Kaei asintió y miró directamente a Risai. Le pareció a Risai que ella estaba fuera de juicio.

“Con la coronación de Su Alteza, el Palacio Imperial se ha convertido en un torbellino de


actividad. Realmente me pregunto que clase de monarca es. Nunca antes había oído de una
Corte Imperial ser reordenada en tal paz”.

Risai no se atrevió a concordar con ella, pero espero a que ella llegara al punto. Esto era lo
que se susurraba en toda la Corte Imperial. Pero desde el ligero temblor de su voz, estaba
claro que Kaei no percibía esta como una razón de alegría.

Kaei soltó todo, “¿Es lo mejor para él avanzar tan rápido en su agenda?”

“¿Tan rápido?”.

“Siempre es necesario reformar y reorganizar la Corte Imperial. Y para desterrar a los


criminales y los corruptos. Pero, ¿debe el proceso ser acelerado así? ¿Por qué no puede
proceder más despacio, tomarse el tiempo para examinar el paisaje y ver los resultados, y
dejar a los cambios penetrar de una forma más relajada?”

“¿Cree que él sea impaciente?”

“No puedo evitar sentirme ansiosa. No me refiero criticando a Su Alteza. Lejos de ello. Pero
por mí, lo que estoy haciendo siento que me aterroriza. No puedo evitar sentir que algo se nos
está escapando de las manos, y que estamos olvidando algo que no podemos permitirnos. Si
todo puede ser transformado con tal entusiasmo es una pregunta que dejará mi mente”.

Risai asintió. Ella no lo creía que esas preocupaciones fueran razonables en lo más mínimo.

Kaei originalmente había sido Ministra en jefe de la Provincia de Ran. Risai había escuchado
que su reputación era de una sabia e inteligente ministro. Las pocas veces que tuvieron la
oportunidad de conocerse, Risai se había ido con la impresión de que ella era una persona
compasiva con un profundo respeto por la civilización, un carácter prudente, y con una buena
y atenta naturaleza.

Que Gyousou haya la seleccionado como una de los seis ministros del Rikkan era solo sentido
común. Y, sin embargo, la cuestión no había llegado a los oídos de Risai: ¿Y el Daishikou? El
Ministro de Otoño era responsable por consolidar y hacer cumplir los estatutos civiles y
penales, para mantener el orden público. Al mismo tiempo, el Ministerio de Otoño manejaba

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la diplomacia exterior. Pero también se susurraban dudas acerca de que su naturaleza
emocional no estaba saludable con la misión del Ministerio de Otoño.

El Ministerio de Otoño era frío, un cruel ministerio que requería la recaudación de sanciones
y castigos, y emitiendo órdenes y decretos con absoluta imparcialidad. Se decía que las malas
hierbas se congelaban en las heladas de otoño y se marchitaban bajo los rayos de verano.

Para ser sincera, Risai no sentía nada por la intensa mano de hiero del Daishikou de la mujer
sentada en frente de ella, viéndose tan frágil como un niño perdido.

“Yo siempre he estado en el cargo del Ministerio de la Educación. Vine acá para dar lo mejor
de mí por el bienestar de la gente. No me he acostumbrado a juzgar y sentenciarlos. Sé que no
es simplemente un problema de acostumbrarse a un nuevo rol. Si fuera solo por mi trabajo,
podría llevarlo a cabo lo suficientemente bien. Pero no puedo creer que no fui designada por
el Ministerio por nadie conciente de cuan apta soy para el puesto”.

Y todavía (murmuró para sí). Ella bajó sus ojos. Una vez más sus dedos temblorosos
localizaron el borde del vaso. “Después de esto, voy a tener que juzgar una gran cantidad de
funcionarios oficiales. Y tengo que hacerlo en poco tiempo y sin vacilar. Esto me asusta.
Incluso en el caso de criminales, ¿puede una expedición así actuar bien…?

Risai sonrió. “Por favor. Beba su vino. Caliéntese”.

Ella miró con atención a Kaei cuando asintió y levantó la copa a sus labios.

“Señorita Kaei”, continuó Risai, “Creo que es perfectamente natural que usted deba albergar
esas aprensiones. Para ser sincera, la Corte Imperial esta cambiando a un ritmo que haría
exaltar a cualquiera. La persecución de los infractores es una parte indispensable de la Corte
Imperial, pero no puedo pensar en otro ejemplo donde esa lucha pudiera concluir de un solo
golpe. Pienso que Su Majestad es un admirable individuo con una sorprendente voluntad”.

Risai hizo una risa irónica y Kaei respondió con una sonrisa por su cuenta.

“Nosotros los soldados creemos en tomar ventaja cuando la oportunidad se presenta. Cuando
el día de las decisiones llega, tenemos que aprovechar el día. En estos momentos llevamos
adelante la causa sin dudar. Esa es la forma en la que los soldados piensan. Durante una
guerra, no hay mucho tiempo para una cuidadosa deliberación. Sobrevivir lo más posible es
muy importante y la decisión de tomar la vida podría irse de las manos. Eso es lo que puedo
comparar con las decisiones que Su Majestad está tomando. Entiendo que estamos pasando
por un momento crítico, y debemos actuar”.

Con eso Risai sonrió. “Pero me pregunto si podría ser tan determinada, verdaderamente tengo
mis dudas. La vida es demasiado confusa por naturaleza. Arrastrar cosas afuera no hace nada
más que barro. Se trata de un defecto de personas como yo”.

“¿No se siente ansiosa, Señorita Risai?”

Risai dudo un poco su respuesta, pero pensó que era mejor responder antes de que Kaei
tuviera sus propias dudas. “No puedo decir que no existe nada de lo que esté ansiosa. Estoy

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casi sin palabras con la gran maravillosa determinación del momento. Pero sin duda, tengo fe
en la decisión de Su Alteza. Esta convicción solo me convence de que la purga de los
corruptos es solo un golpe en la correcta línea de acción. Tan rápido como la Corte Imperial
esté en orden, más rápido podremos hacer el bien por la gente”.

“Si, entiendo eso”, dijo Kaei asintiendo. “Sin embargo, esa sensación de convicción… No
puedo verme tomando posesión de esa inquebrantable creencia. Por la cual no significa falta
de fe en Su Alteza…”

“Señorita Kaei, ¿habían usted y Su Majestad alguna vez peleado hombro a hombro antes?”

“No. No han habido conexiones personales entre nosotros de ninguna manera. Solo las
mismas historias y rumores que todo el mundo oye”. Se sonrió. “Esa fue la razón de que
estuviera tan sorprendida cuando me aceptaron como Ministro de Otoño. ¡Ni siquiera creí que
supiera que yo existía!”

“Ese es el tipo de hombre que Su Majestad es”.

“Señorita Risai, ¿ha usted sido una de sus subordinados antes?”

Risai había conocido a Gyousou en el Monte Hou. Ella había partido en el Shouzan al igual
que él. Ahí fue cuando conoció al legendario general Saku. Aquellos que entraron al Mar
Amarillo para ir al Shouzan formaron apropiados grupos y viajaron a través del Mar Amarillo
más o menos como grupos unidos.

Gyousou no se unió a ninguno de esos grupos. Él entro al Mar Amarillo acompañado solo por
sus hombres, y partió al Monte Hou a su manera.

“Por lo que solo lo vi hasta que llegó al Monte Hou”.

“Veo. ¿Acaso separarse de las otras partes e ir en curso a un viaje no es peligroso?”.

“En circunstancias normales, si, es bastante peligroso. Pero no para Su Majestad, ¿no lo diría
usted? Posteriormente escuché que en la región del Rey Kyou, por al menos tres años,
Gyousou retiró su nombre del Registro de la Secretaría de asistentes y se tomó un año
sabático de la Guardia del Palacio. Durante ese tiempo entró al Mar Amarillo. Hay cazadores
que se ganan la vida capturando kijuu en el Mar Amarillo, y él se volvió un aprendiz”.

Risai sonrió. “Ese es el tipo de hombre que Su Majestad es. Pase lo que pase, él iba a capturar
y domar un kijuu a su manera. Se decía que no se unió a los grupos durante el Shouzan
porque quería ir a cazar. Cuando me enteré de que Gyousou entró al Mar Amarillo al mismo
tiempo que nosotros, supe que estaba destinada a ser a lo mejor un espectador en el viaje”.

Risai sonrió tristemente. Kaei presionó sus labios cerrando más la boca. “Lo lamento. No
quería entrometerme”.

“En absoluto. Nunca fui su subordinada. Sin embargo, pude compartir maravillosos
momentos con Gyousou-sama y el Taiho en el Monte Hou. Esa conexión debe haber sido lo
que lo llevó a darme una segunda mirada”.

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Un general de la Guardia del Palacio y una general de la Guardia Provincial (había una gran
diferencia de estatus entre ellos), pero esta no era un subordinado del primero. Por lo que se
relacionaron como colegas. Poco después de su coronación, Gyousou la mandó a llamar desde
Kouki y la presentó a sus subordinados. Muchos de ellos habían echo el Shouzan con ella, por
lo que eran rostros familiares. Después de su nombramiento como general de la Guardia
Provincial de Sui, encontró de lo más natural relacionarse con los subordinados del Rey.

“Hablando de esto ahora, me quedé con curiosidad, curiosidad sobre si estoy actuando como
una subordinada del rey”.

“¿Es eso…?” Dijo Kaei con un leve suspiro. “La cosa es, me resulta difícil de descartar lo que
mis propios instintos me están diciendo. O mejor, no se enoje, señorita Risai, como una
subordinada o seguidora. Usted eligió seguir a Su Majestad desde el principio, antes de ser
obligada a, siento que eres alguien aparte”.

“¿Realmente lo cree?”

“Si. Esa es la razón por la que pensé en ti. Los otros hubieran temblado al expresar sus dudas.
Sentí que les hablaba sobre mis dudas, las rechazarían ahí mismo. Usted me pareció alguien
diferente al resto. Quizás porque usted es una mujer como yo”.

“Me alegro que lo pensara así”, respondió Risai. Las dudas de Kaei no eran para nada
irrazonables. Los servidores de Gyousou habían servido a su sombra por mucho tiempo.
Entendían su temperamento y la forma en la que pensaba. Profundos lazos de confianza se
habían formado. Estos lazos eran tan profundos que a veces ella se sentía forastera. Y si esto
era cierto para Risai, más lo sería para Kaei. Era natural para Kaei sentirse extranjera en una
tierra extraña, apoderada por sentimientos de aislamiento y alienación.

“Mi sentido de aprehensión bien puede surgir por consecuencia de la soledad e inseguridad”,
admitió Kaei con una humilde sonrisa. “Cuando Su Majestad opina sobre algún asunto, todo
el mundo, empezando por usted, señorita Risai, parece entenderlo inmediatamente, como si
entendiera el significado y la intención con una sola palabra. Así me parece a mí. Soy la única
que no entiende el panorama que se presenta para el resto de ustedes. Todos las demás han
optado por tomar la información en grandes proyectos, purificando su esencia, y avanzando
mientras yo estoy todavía mirando mi entorno, asustada hasta la muerte. Me siento como una
niña perdida al lado de la ruta”.

“No creo que todos entendamos automáticamente cada punto que Su Majestad desea”.

“¿De verdad cree que ese es el caso?”

“Lo más probable. Hay muchas cosas que Su Majestad plantea que no entiendo. Pero si ese es
el camino que decidió tomar, entonces lo considero lo suficientemente bueno para mí por el
momento”.

“Así que es capaz de confiar en su palabra y continuar”. Había un toque de tristeza en su voz,
acompañada por los ecos de débiles dudas.

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“No exactamente. No pretendo dar a entender que confío ciegamente. Me temo que no me he
explicado claramente, pero Su Majestad y yo somos diferentes”.

“¿Diferentes?”

“La primera vez que nos encontramos, pensé: Esto es a lo que se refieren por pertenecer a
diferentes mundos. Me refiero, simplemente miramos el mundo con diferentes ojos. La suya
es un mundo que gente como yo no puede entender realmente”.

Kaei se sumergió en sus pensamientos por un minuto. Entonces levantó su cabeza


rápidamente. “Sabía que el reinado del Rey Kyou no duraría mucho. Y todavía no puedo
llevar mis pensamientos más allá del mundo que veo frente a mí. Algo así ¿verdad?”

“Si, así. Odio admitirlo, pero me encuentro en el mismo lugar. Sabía que el Rey Kyou no
reinaría por muchos años. Tai caería en desgracia. Forajidos y bandoleros guiarían al reino a
una tiranía. Podía verlo en el futuro. Pero mi mente no llegaba más allá de ese punto. Ni
siquiera sentía la necesidad de pensar más allá de ese punto. Y peor, no podía entender que
era eso que debía pensar”.

“Entiendo”.

“Observando a Su Majestad en acción, pensé: Si, eso es. El barco del Estado fue mal enlistado
y puesto en el agua. Siendo ese el caso, los soldados debían estar listos para enviar las
bombas. Cultivar ese tipo de mano de obra e instalar donde debe tomaría su tiempo. Me he
dado cuenta que dando luto al reino caído, debes prepararte para levantarte. Pero en ese
momento esos pensamientos no pasaron a mi mente. Tal lasitud me sorprende incluso ahora.
Pude oír las campanas del peaje, pero no podía imaginar que alguna vez tocaran por mí”.

Kaei asintió. “Pero eran aparentemente para Su Majestad”.

“Eso es lo que yo creo. Esa es la diferencia entre nosotros. Mi mente no pudo llegar tan lejos.
Mis pensamientos eran insuficientes. Pero no estoy diciendo lo que realmente quiero. Me
hubiera gustado creer que, dada la oportunidad, habría llegado a las mismas conclusiones. Sin
embargo, era una oportunidad que simplemente no estaba preparada a aprovechar”.

Risai asintió para sí y continuó. “Eso es lo que trato de recordar cuando no puedo ver por mi
misma el objetivo que Su Majestad se fijó. Confío que Su Majestad puede ver lo que yo no. Si
siento claras dudas u obvias faltas, por supuesto objetaré. Pero yo no tengo esas dudas o
faltas. Eso es lo que viene a mi mente en esos momentos en los que no entiendo. Eso es lo que
me permite condonar sus acciones. Y cuando veo los resultados, estoy segura de que todo será
más claro y que veré el fin del principio”.

“Veo”, dijo Kaei sin gran seguridad, una vez más mirando a Risai con ansiedad en los ojos.
“¿Cree que el Taiho también concuerda?”

Ahora ella estaba tan cerca, pensó Risai. “Eso es…”

“Solo sé que si cuando la palabra de problemas llega a los oídos del Taiho, lo herirá
profundamente. ¿No es de todas maneras el proceder de enviar al Taiho a un país extranjero

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una táctica de de mano dura? ¿Qué si el Taiho sabía que se haría una purga mientras él se
encontraba en el extranjero? No es sólo la existencia de una purga lo que le causa dolor. ¿No
sería el hecho de que no puede hacer nada, que no podía apelar por la compasión o la
clemencia, lo que deja las profundas cicatrices?”

Risai cayó en silencio. Pensando en el punto de vista de Taiki, la sensación que vino a ella era
que él se culpaba a sí mismo por fallar al hacer nada. Y al mismo tiempo, si él se daba cuenta
que fue enviado al extranjero para evitar que hiciera algo, eso le dolería aún más.

“Mientras no me digne a leer la mente del Taiho, puedo ver como la decisión de Su Majestad
ha hecho parecer como un abandonamiento de parte de Taiho. No puedo pensar que sea cierto
de todo la que Su Majestad está tratando de hacer”.

“Señorita Kaei”.

Kaei sonrió tristemente. “Bueno, parece que todo lo que hice fue quejarme. Esa es la forma en
la que veo las cosas. Su Majestad tomará sólo a sus servidores que confíen en él
incondicionalmente y lanzando sus reformas a máxima velocidad. La misma forma en la que
los sentimientos del Taiho se dejen aparte, por lo que muchas cosas también. O eso me parece
a mí”. ¿Qué otras cosas se dejarían de lado?, quería preguntar Risai, pero tuvo el
presentimiento de que Kaei no respondería esa pregunta.

Quizás Kaei estaba perturbada sólo por la rapidez del curso de la paz. Esto no quería decir que
ella podía proveer evidencias físicas para apoyar sus sentimientos. Sus ansiedades sobre
Gyousou eran realmente su sentido de pánico al subirse a los rápidos que él había creado.
Muchos se sentían igual. A nadie le gustan los cambios rápidos. No, ni mucho menos. Hubo
mucha gente que abrazó instintivamente sus temores. Y los que temblaron ante la falta de
decisión de Gyousou para resolver los problemas. Y los que se opusieron simplemente por el
hecho de oponerse.

Chirriantes ruedas en busca de grasa.

La oposición a Su Majestad bajo normales circunstancias estaba relacionada a la


resatisfacción con la forma en la que eran tratados, dudando acerca de la competencia con el
gobierno, o haber nacido fuera de algunos desacuerdos con la personalidad del rey.

Todavía Kaei mostraba preocupaciones sobre que en la forma en la que era tratada no
significaba que cuestionara la capacidad de Gyousou. Sus preocupaciones le sonaban más a
Risai como desacuerdos con la personalidad de Gyousou, pero eso no era probablemente la
totalidad de la misma. La raíz del problema radicaba en el miedo irracional de Kaei a los
cambios rápidos.

Una brillante luz brilló en la oscuridad. No era la culpa de Gyousou, y nadie le echaba la
culpa a él directamente. Si no, habría sido fácil de entender. Fácil de leer. Esos problemas
habrían tendido a avanzar. Risai no sabía donde y en qué forma esos sentimientos se
escondían. Esta opacidad era lo que encontraba atemorizante, pensó Risai, mientras se
despedía de Kaei.

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Capítulo 14

Risai y Kaei crecieron juntas después de eso. Risai no era una recién llegada como Kaei, y
técnicamente no era una subordinada de Gyousou. Ambas eran mujeres, pero una era una
funcionario civil y la otra una oficial militar. Tal vez siendo tan diferentes era la razón por la
que se llevaban tan bien juntas.

Kaei llevaba una expresión de preocupación en su rostro como siempre. Taiki se dirigía a Ren
y la caza de invierno había comenzado en serio, dejándola aún más deprimida. Se sentía
sumida en la incertidumbre.

Funcionarios gubernamentales de todos tipos eran sentados en el banquillo para que


respondieran por todos sus pecados. Correspondía a Kaei evaluar los cargos y dictar las
sentencias. El grito de los burócratas ya se le había levantado, que las sentencias eran
demasiado leves. Incuso cuando endurecía su corazón la llamaban blanda a sus espaldas.

Con una voz, aquellos quienes no sabían nada de estas personas o sus circunstancias
asediaban el ministerio. ¿Serían estos oficiales corruptos que habían echo lo que les placía
mientras servían al rey anterior ignorados? ¿Se les permitiría correr libres sin reproche? Las
amargas críticas caían.

Las agresiones se llevaban su mente y cuerpo. “¿Por qué estoy a cargo del Ministerio de
Otoño? Risai, no puedo entender en qué estaba Su Majestad pensando”. Kaei se sentó en su
oficina en el ministerio y lloró. La rutina diaria de su trabajo no había echo más que
convertirlo en su segundo hogar.

En una pérdida de palabras consoladoras, Risai salió al exterior del Palacio. Era de noche. El
mundo sobre el Mar de Nubes debe ser más cálido que el mundo de abajo, pero los jardines
eran suficiente fríos que las heladas ya habían comenzado a caer. Una ligera brisa soplaba.
Risai llegó a pensar que había sangre en el aire. De hecho, no debería haber ninguna razón por
la cual hubiese tal olor en las linderas del Palacio.

Los funcionarios fueron arrestados y entregados al Ministerio de Otoño, y después llevados a


la horca. Dependiendo de las circunstancias, Risai y sus colegas tenían la responsabilidad
clandestina de disponer de los cuerpos. Por la necesidad de actuar de manera encubierta, Risai
empleaba el mínimo número de subordinados. Ella llegó a ensuciarse las manos también. Ella
había sido reducida a escavadota de tumbas en ocasiones, y estaba segura que el hedor se
filtraba en su piel.

Pero ella podía vivir con ello. Como soldado, ella había sido herida hasta la muerte. Pero
Kaei…

Por alguna razón u otra, Risai se encontró en el Palacio Interior. Marchando a la Puerta que
llevaba al Seishin, se detuvo en sus pasos. Los seis generales de la Armada Imperial tenían
permiso de Gyousou para entrar al Seishin cuando quisieran. ¿Pero qué es lo que ella le diría
cuando estuvieran frente a frente? No tenía idea. Finalmente se dio vuelta y se fue con el
corazón triste.

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Se sentó en una esquina de un gazebo dentro de los jardines del Palacio Interior, demasiado
cansada para continuar.

Kaei realmente está en mal estado. Risai encorvó sus hombros y suspiró. Detrás de ella una
voz dijo: “Te ves agotada”.

Instintivamente enderezó su postura. Mirando sobre su hombro, era de hecho Gyousou quien
había ido a ella.

“Bueno, ese no es realmente el problema”.

“¿Te importa si me siento?” Risai asintió en silencio. Él le preguntó, “¿No tienes frío?”

“Está algo frío”. Su ánimo era como fragmentos de hielo. Comparado con como se sentía por
dentro, la helada cayendo en las mesas de piedra, difícilmente le afectaba.

“¿Has llegado a conocer bastante bien a Kaei?”

Ese comentario fue suficiente para hacer saltar a Risai de sus pies y salir corriendo. Él
probablemente tenía algunas amonestaciones que quería hacer llegar a Kaei. Pero justo ahora
Risai no quería oírlas.

“El hecho es que ustedes son muy buenas amigas”.

“S…si”.

“Hay algo que me gustaría preguntarle a nombre mío: si consideró tomar un año sabático”.

Los ojos de Risai se abrieron en sorpresa. “¿Está hablando de despedir a Kaei?”

Ella fijó sus ojos en él y Gyousou sonrió irónicamente. “Nada de eso. No quiero decir que
estoy insatisfecho con el trabajo que está haciendo, pero parece que está asumiendo una gran
carga”.

“No creo que Kaei lo considere una carga. Ella lo considera su trabajo”.

De lo que él estaba hablando (de despedir a Kaei como Daishik) significaría quitarla de la
Corte Imperial. Esa sería una degradación para cualquier funcionario público. Y así Risai basó
su defensa.

“Ella está trabajando tan duro como puede. Está siendo criticada por todos los cuarteles, pero
quizás Kaei nunca se ajustó bien con el Ministerio de Otoño desde el principio”.

“Quizás”, concordó Gyousou.

Risai tembló a pesar de que no fuera por el frío. Era su furia. “Si entiende tanto, Su Majestad,
entonces ¿por qué nombrarla ministro en primer lugar?”

“Te refieres, que el Daishikou parece terriblemente blando con los criminales…”

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“Si, realmente. Lo que es el porque de porque dije que ella no es la persona correcta para el
trabajo”.

“Lo que es la razón de porque ella es la persona correcta para ese trabajo”.

Su respuesta le quitó el aire de la boca y la dejó sin palabras.

“Como alguien que es “suave con los criminales”, Kaei sirve como contrapeso a la los
remolinos de locura a nuestro alrededor. Sin embargo, desde su perspectiva, debe haber
límites que ella debe soportar. Si las cosas se ponen más difíciles de lo que ella pueda
aguantar, estaría feliz de transferirla a otra posición. Say, el Ministro de Primavera o de las
tierras. Hágale saber que se puede hacer un arreglo de este u otro tipo”.

Pero, pensó Risai. Parece que Gyousou mismo entiende que su revolución está tirando las
cosas abajo.

“Juzgando y sentenciando no es algo fácil de controlar. Como una piedra que cae de una
colina, solo toma velocidad. Por el momento, debe permitírsele rodar. Eso es porque
considero que el único ministro menos adecuado para la posición es el más adecuado”.

“Si, lo veo”.

“Pero está matando a Kaei. No deseo ver a un ministro capaz y prometedor roto por un peso
así. Si yo le recomendara que tomase una licencia personalmente, Kaei lo tomaría como una
degradación. Pero si tu la abordaras con el tema como amiga, creo que tomaría la
recomendación con el ánimo de la intención”.

Risai por una vez sintió un gran peso quitado de sus hombros. Tomó una respiración profunda
y luego la dejó ir. “¿Sería posible que usted procediera de un modo más leve y moderado?
Kaei no es una soldado. Ella lo siente como una responsabilidad poner todo en orden y
avanzar a un ritmo moderado. Creo que haciéndolo le quitaría algunas presiones de encima”.

“Excepto por eso nuestras metas deben lograrse para cuando Kouri regrese. He sido
informado que Kouri dejó Ren. Eso nos deja no más de una quincena para trabajar”.

“¿Puede ser esto logrado en la ausencia del Taiho?”

“Eso creo”.

“Pero después de que regrese a Tai, va a escuchar las cosas. Lo que ha estado sucediendo
(más allá de la simple purga) no puede reprimirse. Y cuando lo encuentre, ¿no le destrozaría
el corazón? ¿No sería mejor informarle antes de que suceda?”

“El kirin”, hizo notar Gyousou con una leve sonrisa, “es llamado el producto de la voluntad
de la gente. Lo que debe ser ocultado a la gente también debe ser ocultado al kirin”.

“¿Realmente así lo cree? O quizás, ¿es el tipo de cosa que preferiría que el Taiho no viese u
oyese? ¿Y cómo puede ser esto ocultado a los ojos de la gente? Si la verdad de la purga llega

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a la luz, seguramente se alarmarían. Pero aquellos que conspiraron para causar tanto dolor
durante el reinado del Rey Kyou deben ser llevados ante la justicia. El pueblo quiere saber si
sus opresores son castigados y que está haciendo el Ministro de Otoño con ello. Si estos gritos
de resatisfacción no pueden ser respondidos, no estarán satisfechos con lo que se halla
hecho”.

Una dinastía debe llegar a su fin en el momento en el que el rey muera. Pero eso no trae un
final al sufrimiento de las personas. Para ellos, un hubo una clara línea que marcara el fin de
una dinastía y el principio de otra. Una dinastía débil incrementa su sufrimiento, y entonces la
nueva Corte Imperial olvida que sigue los antiguos pecados de los burócratas.

Incluso con la coronación del nuevo rey, los primeros días seguramente estuvieron llenos de
caos. El sufrimiento de la gente no terminó con la coronación. Ellos necesitaban alguna señal
que les indicara el fin de la era maligna, algo que desviara las miradas del antiguo régimen.
Algo que trajera ambas partes como una sola y que dijera que el sufrimiento de la gente había
acabado y una nueva era amanecía en la cual las cosas se harían de nuevo.

“Ese podría ser el caso”.

“Pero…”

“Pero no deseo que Kouri vea nada de esto. Él sigue siendo pequeño y no puede soportar ver
la sangre. Es un kirin después de todo”.

“Si realmente está preocupado por los sentimientos del Taiho, ¿no debería estar considerando
sus sentimientos cuando descubra lo que ha estado sucediendo en su ausencia? Cuando
descubra después del hecho (cuando no puede cambiar nada) que fue enviado fuera del reino
para asegurar que no pudiera cambiar nada, ¿cómo se sentirá entonces?”

Le pareció a Risai que estaba olvidando su lugar y diciendo más de lo que debía, pero
Gyousou asintió. “Es lamentable. Sin embargo, esas son cosas que no puedo hacer”.

Risai inclinó su cabeza.

“A veces, Kouri me muestra un rostro atemorizado. Para mí, estoy viendo en ello el rostro de
ansiedad de la gente”.

Asustada, Risai miró a Gyousou.

El kirin es la encarnación de la voluntad del pueblo... a veces me pregunto si eso no es lo que


estoy viendo. El miedo de la guerra y del derramamiento de sangre, ¿no está eso en la
naturaleza de la gente también? El difunto rey surgió de la administración pública. Como
consecuencia, sus últimos días no terminaron en atrocidades. En vez, el reino murió en un
largo deterioro. Tomando un rey de las fuerzas armadas es el mayor efecto para reavivar la fe
de la gente, pero al mismo tiempo apenas calma sus temores. Cuando un rey militar es
decidido, sus caídas son las más desastrosas. Ese es el miedo que creo ver reflejado en los
ojos de Kouri”.

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Esta persona, pensó Risai, y luego olvidó el resto de lo que quería decir. No sabía como
expresar lo que sentía en ese preciso momento. Algo extraordinario. Algo lejos de lo
corriente. Ella tenía que preocuparse si él estaba mirando a ese extrañable niño con los
mismos ojos.

“Esta vez, no es algo que quiera que vea Kouri. Y siendo ese el caso, debe alejarse de los ojos
de la gente también. Kouri existe para tomar medidas de ese tipo de cosas. La confianza de la
gente todavía no ha llegado a esa etapa…”

Sí, Risai asintió. Al mismo tiempo ella no podía evitar sentir, si, Gyousou no es uno de
nosotros. Taiki le parecía más que un pequeño niño. Y una vez que había ejercido la máxima
responsabilidad eligiendo a un rey… un inservible e impotente niño. Pero así no era como
Gyousou lo veía. Taiki continuaba teniendo un gran e importante rol que cumplir, y no como
su adorable perrito faldero. Pero por supuesto que así fue como las cosas fueron. Pero Taiki
no era un chico sino un kirin. No importaba cuantas veces se le había explicado, era la
primera vez que ella lo entendía por sí misma.

“Tan lejos como respectan estos eventos. Kouri se mantendrá en la oscuridad. Y al igual la
gente. Actuando con la debida rapidez, y manteniéndose en las sombras lo más posible, el
conocimiento de lo que había ocurrido se mantendría lejos de él”.

“Entiendo”.

Risai cedió. Gyousou asintió y se levantó. Risai lo vio irse y luego volvió con Kaei. Por
razones completamente diferentes a las anteriores, Kaei se quebró y lloró. Finalmente parecía
haber bajado la guardia. Después de haber llorado por un rato, Kaei sonrió como un cielo de
verano limpio después de la tormenta.

“Risai, entiendo cuando dices que Su Majestad es un tipo de persona diferente a nosotras.
Siento que incluso puedo encontrar una forma de estar de acuerdo”.

“Siento que mi fe ha sido confirmada también”. Acordó Risai con una humilde sonrisa.

Kaei parecía estar tomando las cosas más tranquilas después de eso. Las diferencias de
temperamento entre Kaei y los subordinados de Gyousou parecía estar en equilibrio, y ella
pareció ser vista como parte del séquito de Gyousou.

Desde ese momento, Risai pensó ver cambios similares aquí y allá. Empezó a oír
cuestionantes voces en público al mismo tiempo en el que Kaei había expresado sus
preocupaciones: aquellos quienes, como Kaei, no estaban acostumbrados a los métodos de
Gyousou; en los que los rápidos cambios producen gran ansiedad. Parecían haber más de los
que Risai había imaginado.

Sin embargo, el volumen de esas voces disminuyó. Poco a poco, la Corte Imperial se
convirtió en su propósito. O así era como a ella le pareció.

Y Risai encontró este temor. No podía colocar sus preocupaciones en palabras. Si se forzaba a
hablar de sus sentimientos, ella probablemente diría que estaba preocupada de algo que se
lograba tan bien, podía terminar tan mal. El producto final de cualquier manera sería el

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mismo, las únicas diferencias eran las direcciones en las que viajaban. De la misma manera un
feroz rey se abría a las calamidades, ¿no era Gyousou abriendo la puerta a los desastres?

En cualquier caso, la Corte Imperial estaba de pie y mostró un frente unificado. Dudando
sobre las reglas militares de Gyousou, la ansiedad por la velocidad de las reformas, y temores
sobre las resoluciones de sus acciones parecían desvanecerse. Los problemáticos burócratas y
ministros fueron tratados antes del regreso de Taiki.

Con el desagrado fuera de este gran mal, todos creían que las cosas no comenzarían a avanzar.
Ellos mantenían sus ojos abiertos, haciendo preparaciones y buscando signos de avance.
Diferencias de temperamentos, y la discordia entre aquellos que se llamaban subordinados y
los que no, se resolvieron también.

No debería de haber problemas después de esto. Sin embargo, Risai sintió que faltaba algo
(algo que no había visto) que debía tener. Alguna otra semilla de destrucción estaba escondida
en las profundidades de la sombra en el fondo de allí.

No podía aclarar sus sentimientos. Y de hecho, se acercaba la primavera por debajo de las
plácidas olas.

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Interludio

Le tomó un tiempo a Taiki entender exactamente lo que le había sucedido. Poniéndolo en


términos sencillos, había sido como “El Viaje de Chihiro”. Regañado por su abuela y enviado
al patio, repentinamente desapareció del lugar donde estaba parado.

Él no podía recordar el momento en el que desapareció. Como si dormitando por un sueño,


después de un vago intervalo en un espacio vacante, había vuelto a su hogar. Más de un año
había pasado en ese intervalo, pero él no sentía el paso del tiempo. Por lo que encontraba
imposible de explicar lo que no existía.

La policía y un doctor fueron llamados. Subsecuentemente fue enviado de un lugar a otro con
psicólogos infantiles. Los adultos parecían decididos a descubrir el tiempo perdido, pero no
podía recordar nada.

No importaba cuanto se preocupara, nada ocurría. Entre el patio nevado y el frente de la casa
en el día del funeral de su abuela, una nebulosa sensación de paso había tenido lugar, pero los
dos eventos le parecían como dos eslabones de una misma cadena.

Los cambios que habían ocurrido en el mundo, no a él. Su abuela había muerto. Su hermano
de repente era mayor y su compañero, en vez de estar un año detrás. Los niños que antes eran
sus compañeros estaban todos un año adelante.

Pero nadie más notó este cambio en el universo. Él era el único fuera de ritmo. Por lo que una
gran diferencia nació entre él y los demás, algo bastante básico que había dado lugar a
discrepancias manteniéndolo fuera de sincronía con los otros.

Por supuesto no tenían idea, pero (desconocido para él también) comenzó a perderse. Él no se
dio cuenta que por cada día que pasaba acá, otro día era perdido. No solo eso, no era
conciente que la “bestia” impregnada en su alma, que definitivamente era, estaba siendo
dañada día a día.

El shoku y las exigentes demandas para la recuperación agotaban su fuerza vital. Y había
incluso más curando lo que su cuerpo requería. Después de varios meses y años pasaron, su
cuerno probablemente perdió la habilidad de recuperarse, incluso en su entorno apropiado.

“¿Qué sucede?” le preguntó su padre. “¿No tienes hambre?”

Su padre vio como su hijo dejó de mover los palitos. Sentados a la mesa, su hijo miraba la
cena con desconcierto. Como si para intervenir, su madre lo acarició en la cabeza y dijo,
“Ahora que lo mencionas, a él nunca le gustó la carne. Me olvidé completamente. Lo siento”.

“Deberías dejar de mimarlo” dijo su padre fríamente. “Tu madre prepara la comida que cree
que es mejor para ti. Hay pequeños chicos como vos hambrientos en África, lo sabes. Ser un
comedor selectivo es el doble de malo. Debes comer una dieta balanceada”.

“Mucho te ha pasado. Debes estar exhausto”. Su madre colocó sus brazos alrededor de sus
hombros y seriamente trató de enterrar sus diferencias. “Esta grasosa comida es realmente
picante. Está bien. Puedes dejarlo en el plato”.

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“No, no es así”, dijo su padre en una voz más fría. “No puedes ir por ahí tratándolo como si
fuera especial. Él tendrá mucho más que comida con la cual lidiar. No puede contar con que la
gente sienta lástima de él. Después de esto, estaremos oyendo todo tipo de chismes del barrio.
Mejor será que se endurezca antes que sea demasiado tarde”.

“Pero…” empezó a decir su madre.

Su padre la ignoró y se giró hacia su hijo. “¿Entiendes?”.

“S-si. Lo siento”. Asintió, tomó los palitos y siguió con la comida.

Por supuesto, no sabía que haciendo eso retrasaba aún más su recuperación.

Los hombros de Sanshi se sacudían en medio de su letargo. Todavía medio dormida,


levantaba la cabeza ligeramente. Envuelta por la dorada oscuridad, el leve olor a sangre la
arrastraba a su pasado.

¿Qué es esto? se quedó perpleja y despierta en una esquina de su conciencia. Este


desagradable rastro de extranjeros. Esto que llama a los sentimientos de inquietud. Sanshi
levantó momentáneamente su cabeza, tratando de ver más allá de la dura cáscara, pero se
rindió por la frustración.

Supongo que no fue nada.

Debe haber sido solo su imaginación. Se estaba preocupando demasiado. Una gran
emergencia raramente venía de la nada. O eso era lo que trataba de convencerse.

Sanshi entendió que, en un momento de crisis, Taiki había instintivamente provocado un


shoku. Sintiendo a sus atacantes, llamó al shoku e hizo su escape. Pasó a través de la puerta, y
al otro lado de la puerta estaba el mundo extraño. El mismo mundo extraño al que Taiki había
sido llevado cuando estaba dentro del fruto dorado.

Cuando una inesperada amenaza se presentó, su subconsciente, en extremo, tomó la decisión


correcta. Taiki instintivamente huyó al mundo que una vez había sido habitado por gente que
conocía. La madre cuyo vientre había pedido prestado y su esposo. Y su hijo. Entre los cuales
él podía ser llamado su hermano “sustituto”, él estaba más allá del alcance de sus asaltantes.
Taiki había elegido un lugar donde su seguridad estaría garantizada.

Donde esperaba que nada saliera mal.

Los enemigos de Taiki difícilmente lo perseguirían. Sanshi sabía en el centro de su ser lo


difícil que sería encontrar a Taiki, habiéndolo perdido cuando estaba en el huevo. Incluso
descubriendo su ubicación tomaría tiempo, y si Sanshi se preocupaba por los ataques
externos, entonces deberían estar bien.

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Cayó de nuevo en el sueño, diciéndose que todo estaba bien. Después de un lapso de tiempo
indeterminado había pasado, se despertó nuevamente por una extraña sensación. Esto pasó
repetidamente, a medida de que Sanshi no podía hace caso omiso de esos desagradables
ataques en sus sentidos.

¿Qué sucede? Se preguntó, levantando su cabeza. Ella rondaba en el atardecer azafrán,


tratando de averiguar el origen de las molestias.

“Es veneno…” dijo la voz de Gouran de algún lugar de la oscuridad.

Sanshi entendió finalmente. No era veneno, pero se le había servido comida tan contaminada
que parecía veneno.

“¿Por qué?” se preguntó. No podían ser sus padres sustitutos, ¿o si? Taiki eligió venir acá
porque estaría a salvo. Pero parece que lo están lastimando aún más. Si esto no puede parar
(Sanshi se quebró) auto imponiéndose la prohibición estaba a punto se saltar fuera del
cascarón.

Resonando de desconocidos lugares, una voz comprobaba sus acciones. “¿Estás diciendo que
lo están reteniendo en contra de su voluntad? ¿Esos son sus carceleros?”

Las palabras de Gouran golpearon a Sanshi como la única explicación. “No parece posible.
¿Cómo pudieron nuestros enemigos hallan previsto todo esto?”

Sabiendo que Taiki escaparía aquí, ¿tenían a alguien que se adelantó sustituyendo a sus
padres? ¿Era una cosa así posible?

“Todavía, no entiendo qué es lo que está lo dañando a tal extremo”.

“Pero se le está sirviendo comida envenenada”.

“No percibo enemigos. Quizás son intimidados por los poderes de Taiki y tratan de tenerlo
bajo control”.

Eso parece probable, concordó Gouran desde las profundidades de la oscuridad. “Si es así,
siembre que sean suaves carceleros su vida no parecerá estar en peligro”.

“Si se resiste, seguramente lo entregarán a los enemigos”.

Quizás, murmuró Gouran.

Sanshi se encontraba en una pérdida total. ¿Deberían continuar en este estado de continuidad,
o intentar aplastar a sus carceleros y liberar a Taiki? Pero haciendo eso debilitaría
enormemente las fuerzas vitales de Taiki. Y además, él no tenía el cuerno y los lazos
psíquicos estaban bastante débiles. Probablemente lo mejor sería permanecer allí, conservar
la energía, y prepararse para un eventual ataque.

Incluso si escapaba de sus carceleros, Taiki no tenía ningún lugar al cual ir, y Sanshi no tenía
la menor idea de donde ese lugar podría encontrarse. Por supuesto no podían regresar a Tai en

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un estado tan peligroso. El único lugar seguro en el mundo era el centro, el Monte Hou. Pero
ni Taiki ni Sanshi o Gouran eran capaces de desencadenar otro shoku.

Incluso si pudieran, el esfuerzo por lo menos comería la fugaz fuerza vital de Taiki. Más allá
de la habilidad de regresar era la falta de un destino al cual regresar. Si atacaban dos o tres
veces mientras buscaban un lugar para refugiarse, Sanshi no sabía si podría aguantar. Y si
aguantaban, sus exhaustas fuerzas vitales, sería inevitable que dañarían el cuerpo de Taiki.

Mientras Taiki fuera su prisionero, con “compasión”, las cosas no concluirían en un nuevo
asalto. Si el veneno no era suficiente para matarlo, quizás deberían dejarlo pasar.

“Taiki todavía necesita un santuario en este mundo”, dijo la voz de Gouran, como si fuera de
lejos. “Algo que no sea el refugio de una prisión o el asilo provisto por los carceleros sería
mejor. Tu presenciaste toda la conmoción del otro día”.

Sanshi asintió. La gente rodeaba a Taiki. Debilitándolo física y mentalmente. En el nombre de


la “investigación”, dando vueltas de tuerca con instrumentos de aspecto sospechoso. Tan lejos
como pudiese estar de estas personas llamadas “policías” o “doctores”, probablemente podría
aguantar siendo cautivo. Aún así, otra cosa diferente de este tipo de “santuario” sería
preferible.

“Preservémonos lo mejor que podamos, siempre y cuando el enemigo no haga un


movimiento”.

Descansar, pero estar en guardia. Su furtiva voz se perdió, y sintió que Gouran cayó en un
sueño.

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Parte tres

Ese día, tras su reunión matutina con el consejo privado, Youko regresaba al Palacio Interior
para encontrar a un ave que la esperaba en su vivienda. El ave era un Ran, utilizada para la
comunicación entre ministros. Los pájaros mensajeros llevaban mensajes de aquí allá, pero un
Ran memorizaba los mensajes de las personas y lo comunicaba verbalmente. Como el Hou’ou
(fénix) y el Hakuchi, el Ran residía en el Palacio Godou y podía ser usado únicamente por la
emperatriz y con quien ella se estaba comunicando.

En otras palabras, el Ran era el equivalente a una carta personal de la reina. El reino del cual
provenía podía ser identificado por el color de las plumas de la cola del ave.

Youko estaba algo sorprendida por la presencia del Ran. Ella le dio un grano de plata y en una
alegre, y masculina voz, el ave dijo de abrir la Puerta Prohibida al mediodía. Y luego cerró el
pico.

Sonriendo, Youko bajó a la Puerta Prohibida exactamente al mediodía y esperó frente a la


puerta. Los dos suugu llegaron justo a tiempo.

“Gracias por venir de tan lejos a verme con tan poca anticipación”, les dijo a los dos con una
divertida sonrisa cuando desmontaban.

El más alto de los dos hombres levantó una ceja. “Tu pediste que te dejáramos saber si
sabíamos algo sobre el asunto, y eso suena como que Kei tiene trabajo para mí”.

“Ni siquiera el Chousai imaginaba que el Rey de En estaría entregando el reporte en persona.
Gracias a usted, el comité de bienvenida está corriendo por ahí con nerviosismo”. Youko rió y
se giró hacia él más joven de cabellos dorados que lo acompañaba. “Tampoco nos hemos
visto en mucho tiempo, En Taiho”.

“Sep”, dijo Enki Rokuta, ya dirigiéndose a la Puerta Prohibida. “A cerca de esa general de
Tai, ¿está lista para recibir visitantes?”

“Más o menos”.

Mientras Youko guiaba a sus dos invitados de honor al Palacio Imperial, les dirigía sus
preguntas sobre la tumultuosa llegada de Risai. Risai todavía no podía moverse y estaba
confinada a su cama en una esquina del Seishin donde sus necesidades eran atendidas.

“Los doctores han dicho que está bien moverla por ahora, así que creo que la moveremos a
instalaciones más accesibles. Mientras esté despierta, debería estar para la conversación, pero
no espere nada largo ni prolongado. El otro día, se perdió bastante en medio de nuestra
discusión”.

“Pero ¿has oído de las condiciones en Tai?”

“Sólo el mínimo hasta ahora, pero… Ah, Koukan.”

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Koukan los estaba esperando a la entrada del Palacio Interior. Ella podía ver a Keiki y al
Taishi Enho detrás de él. Después de intercambiar saludos, se dirigieron juntos al Seikisui-dai
en la parte trasera de la Biblioteca Imperial.

“Según Risai, parece que tanto el Rey de Tai como Taiki han desaparecido”.

“Así parece”, concordó Shouryuu, el Rey de En, mientras se sentaba. “Hemos hecho repetir
las búsquedas, pero no hay ningún taika en el Monte Hou. Eso significa que Taiki no está
muerto. Viendo que el fénix no ha gritado, creo que el Rey de Tai también sigue vivo. La
opinión general, de acuerdo con los refugiados de Tai, es que hubo un golpe de Estado. Esa
parece ciertamente ser la más probable”.

“Eso encajaría con las explicaciones de Risai. El Rey de Tai dejó la capital para suprimir una
rebelión y no fue visto desde entonces. Pero los detalles todavía faltan”.

“Algo pasó y salió del frente. No está muerto, pero tampoco a salvo. Quizás esté cautivo, o
fue acosado por asesinos y tuvo que irse. En cualquier caso, los rebeldes tienen Tai bajo su
control y el Rey de Tai no está en posición de defenderse en contra de ellos y reclamar el
trono. ¿Pero qué hay de Taiki?”

“Los detalles son igualmente confusos, pero su paradero es igualmente desconocido. Por
alguna razón, se dice que un shoku (un meishoku) ocurrió en las cercanías del Palacio Real.
El Palacio Hakkei reportó graves daños”.

“¿Un meishoku?” Dijo Rokuta en una asustada voz. Una profunda expresión nubló su rostro.

“Si, y después Taiki desapareció. Risai dijo que el los escombros se lo buscó repetidamente,
pero no se encontró ningún rastro de él”.

“Eso realmente me deja con una mala sensación”.

“¿Una mala sensación?”

Roukuta asintió otra vez. “Un meishoku ocurrió y Taiki desapareció. Más que eso, algunos
accidentes o desastres tuvieron lugar. Actuando por una emergencia en ese momento, Taiki
desencadenó un meishoku. Esa sería la mejor manera de explicarlo. El peor escenario, Taiki
ni siquiera está en este mundo”.

“¿Te refieres allí?”

“No puedo decir exactamente, pero algo catastrófico ocurrió. Con el objetivo de escapar,
Taiki causó un shoku y voló al otro mundo. Esa me parece la mejor explicación. Si eso es
todo lo que era, entonces regresarlo no sería un problema. Normalmente, considerando que él
se ha ido por seis años hasta ahora, debería preocuparme si algo más ocurre”.

Youko asintió y miró a Shouryuu. “Dadas las circunstancias, ¿qué es lo que piensas de esto?”

“¿Por cuál te referís?”

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“Me refiero, si el Rey de Tai ha muerto, entonces Taiki escogería al nuevo rey, ¿verdad? E
incluso si el Rey estuviera bien, si Taiki muriera entonces el Rey de Tai pronto lo seguiría, en
cuyo caso un nuevo taiki nacería en el Monte Hou. El nuevo kirin de Tai escogería al nuevo
rey de Tai”.

“Ese es realmente el caso”.

“Sin embargo, Taiki no está muerto. Por lo que no existe ninguna razón para que nazca el
siguiente kirin, ¿no? Pero tampoco creemos que el Rey de Tai esté muerto. Incluso si Taiki
está vivo y sano, no hay necesidad que escoja un nuevo rey”.

Shouryuu concordó. “Ese es el resumen de ello. Porque tanto el Rey de Tai y Taiki siguen
viviendo, es lógico que no deba haber ningún cambio en el gobierno de Tai”.

“Pero un gran número de refugiados están dejando en las costas de Tai. Tai se encuentra en un
terrible estado”.

“Si, lo está. Los youma están llegando a las costas en grandes números. El que una vez era el
números de refugiados se ha reducido considerablemente”.

“Un impostor está sentado en le trono. Los apropiados ritos y rituales de coronación no fueron
realizados. El reino sigue en caos. ¿No tenemos ninguna forma de corregir estas injusticias?”

“Mientras el verdadero Rey de Tai viva, el término de impostor no se aplica técnicamente.


Pero está lo suficientemente cerca. En situaciones como esta, el único recurso para la gente de
Tai es levantarse. No sabemos que ha sido del Rey de Tai y de Taiki, pero los señores
provinciales y las personas deben unir sus fuerzas y derrocar al impostor. Entonces así
permanecerían siendo fieles a las reglas del Reino.”

“Pero seis años han pasado desde que el Rescripto Imperial indicaba que el Rey de Tai estaba
muerto. Si todo eso era necesario para derrocar al impostor fuera una llamada a la acción,
entonces ya habría ocurrido. ¿No arriesgó Risai su vida y brazo para venir acá y peticionarme
lo porque eso no era posible?”

“Probablemente”

“De cualquier modo, incluso después de te tomaras la molestia de venir aquí, no hemos
obtenido ninguna información útil realmente. En un análisis final, las cosas en Tai siguen
como están. Incluso un shoku ocurrido en tierras del Palacio Imperial y que causa una gran
cantidad de daños fue nuevo para nosotros. Toda la evidencia indica que el jefe de los
gobernadores y altos funcionarios del Estado, quienes serían los que más sabrían sobre la
situación (sin mencionar los ciudadanos de la capital) no habrían podido escapar. Risai es la
única excepción. Es solo por su cuenta que sabemos sobre el grave estado en el que Tai se
encuentra”.

Shouryuu y Rokuta se quedaron en silencio.

“Risai no tiene medios para salvar a Tai ella sola. Incluso si pudiéramos enviar gente para
buscar al Rey de Tai y a Taiki…”

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Youko no había acabado de hablar cuando Shouryuu levantó la voz. “Eso lo entendemos
perfectamente. Pero no es a lo que vinimos a decirte. Vine acá para ponerle fin a esto”.

“¿A qué?”

“Escucha. No importa que ocurra, no puedes enviar al Ejército Imperial a Tai”.

Youko parpadeó. “¿Por qué no?”

“Porque no puedes. A eso es a lo que se reduce”.

“¿No regresé a Kei con tu apoyo?”

“Eso fue diferente”, respondió enérgicamente. “Tu llegaste y pediste mi ayuda. La Reina de
Kei fue impulsada por su reino y buscó refugio en En. No hice nada más que dejarla usar mi
Armada Imperial”.

“Comandaste, en lo que a mí respecta”.

“Puede ser, pero eso no cambia nada. Es la ley de los Cielos. El pecado de llevar tropas a otro
reino por alguna razón trae consecuencias inmediatas. Una violación tan grande que tanto el
rey como el kirin sucumbirán en días”.

Cuando Youko emitió una desconcertada mirada en la habitación, Taishi Enho asintió. “¿Está
familiarizada con el incidente de Jun Tei?”

“No”

“Hace mucho tiempo, en el reino de Sai, había un rey con el nombre de Jun Tei. Durante su
reinado, el rey del país vecino de Han se desvió del camino. Muchos de sus súbditos sufrieron
grandes prohibiciones. Sintiendo pena por la gente de Han, envió al Ejército Imperial. Para ser
preciso, no tenía intenciones de derrocar a la cabeza del otro reino. Él depositó a sus tropas en
los pueblos cercanos a Han para asistir la gente de Han deseando cruzar el borde con Sai. No
estaba haciendo más que tratar de hacer una evacuación, pero escasos días más tarde de que la
Guardia Imperial cruzara a Han, el kirin murió. Jun Tei pronto lo siguió. Esto no era algo que
el Cielo permitiera bajo ninguna circunstancia”.

“Pero eso…”

Shouryuu sacudió la cabeza, “Incluso si dices que estás cumpliendo con la voluntad de los
Cielos, no está permitido. Incluso si no invades, si no usurpas, y lo haces por el bienestar de la
gente, los ejércitos de un reino no pueden invadir otro. Sin embargo los motivos puros, la
Providencia ha declarado este el pecado de los pecados. Por otra parte, después del incidente
de Jun Tei, el kokushi fue cambiado de Sai, significando: purificación, a Sai, significando:
comandar o morir”.

Con una mirada a todos ellos, Shouryuu dijo, “Cuando Jun Tei murió, los caracteres del
grabado desaparecieron del Sello Imperial como suelen. Pero cuando el nuevo rey ascendió al

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trono, los caracteres en el sello cambiaron a una segunda lectura de Sai. Las acciones del rey
mismas cambiaron al Sello Imperial. Así fue cuan grave era su pecado. El kokushi de un reino
raramente cambia, lo que debe indicar la gravedad del asunto”.

“Entonces ¿simplemente los abandonamos a su suerte?”

“Yo no dije eso. Hay gente en peligro y es justo hacer lo que podamos. Sin embargo, eso no
es definitivamente una tarea sencilla como suena. La fortuna de Kei pesa en la balanza. No
debes actuar precipitadamente”.

“Puedo entender porque avisaría dejándolos así. Pero no sabe cuanto sufrió Risai para llegar
al Palacio Kinpa. ¿Cómo puede decirme que le de la espalda a alguien que ha ido tan lejos
para pedir mi ayuda?”

“Lo mal interpretas. Eres la Emperatriz de Kei. No el Rey de Tai”.

“Pero…”

Shouryuu levantó su mano. “Algunos entre los refugiados dicen que el Rey de Tai fue
asesinado, y Taiki con él. Y también dicen que el asesino fue el General Ryuu de la Guardia
Provincial de Zui”.

“Tonterías”

“No creo que el Rey de Tai o Taiki estén muertos, y no pongo mucha confianza en los
rumores. Aunque, necesitas tener en cuenta que no pocos de los refugiados han puesto el
nombre del General Ryuu como el jefe de los rebeldes”.

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Capítulo 17

Ese mismo día, el doctor le permitió a Risai moverse a habitaciones más separadas. Ella aún
no podía pararse por sí misma y tenía que ser trasportada en tablas. Con Koshou guiando el
camino, tenía que aguantar una habitación que enfrentaba un jardín en una de las solariegas
casas contiguas al Palacio Interior.

Una vez que fue instalada en el otomano, un niño salió de un dormitorio cercano.
“¡Bienvenida a casa! Hemos enderezado todo para ti. ¡Me asegure que todo estuviera hecho
yo mismo!”

“¿Es eso?” rió Koshou, colocando su mano en el hombro del niño. “Este de aquí es Keikei.
Piensa en él como mi hermanito. Keikei, esta señorita va a vivir con nosotros. Quizás la tenga
para que cuide de ti. Ella es una general de Tai. Su nombre es señorita Risai”.

El chico miró a Risai con una gran sonrisa. “¿Te heriste mucho? ¿Te duele?”

“Estoy bien. Debo disculparme por colocar una molestia para usted Keikei-dono”.

“Oh, no tienes que llamarme así. Puedes tratarme como tu mayordomo”. El niño miró a
Koshou. “Ah,” dijo, “Algunos del Ministerio de Verano vinieron y dejaron al kijuu en los
establos. ¿Puedo cuidarlo?”

“Si Risai dice que si. Es el kijuu de Risai”.

“Vaya” dijo Keikei, apelando a Risai con una mirada de asombro y esperanza en su rostro.

“¿Kijuu?” preguntó Risai, girando hacia Koshou. “¿Eh?”

“Si, su kijuu está bien. Quería que lo viera por usted misma, pero el Ministro del Cielo se
negó ante mi deseo de traerlo al palacio”.

“Desearía que hubiera alguna forma de agradecérselo”.

“No, no hay nada de que agradecer. Pero aparte de eso, ¿cree que esté bien que Keikei lo
cuide? No ha cuidado jamás de un kijuu. ¡Tendrá que explicarlo en detalles para él!”

“Pero por supuesto”, dijo Risai, y Keikei reaccionó con un tranquilo grito de triunfo.

“Mientras tanto, ¿quisiera nuestra invitada una taza de té?” sugirió Koshou.

Keikei brincó a sus pies. “Oh, lo olvidé”, dijo, su voz resonaba en las paredes mientras salía
corriendo de la habitación.

“No quisiera curiosear”, dijo Risai, “pero ¿es el niño suyo?”

“Ah, no. No estamos relacionados en lo más mínimo. Todos sus parientes fueron asesinados y
Youko lo tomó bajo su cuidado”.

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“Youko… ¿se refiere a la Reina de Kei?”

“Si. Aunque no tiene tiempo para cuidar de él, por lo que me pidió a mí”.

“Entonces es su casa, supongo”.

“Mmm... es difícil decir de quien es”.

Risai parpadeó.

“Probablemente sería mejor llamarla la residencia del Taishi, creo. Tenemos una esquina del
fondo de la oficina del Taishi, vivimos acá gracias a la gentileza de Enho. O quizás debería
decir que nos está dejando ocupar unas pocas de sus habitaciones”.

“Entonces ¿Koshou y el Taishi están relacionados?”

“Ah, no, para nada”.

“Perdone que siga preguntando, es que yo solo me preguntaba…”

Risai estaba pensando en ello cuando Keikei regresó a la habitación, llevando un juego de té.
“Ey, Koshou. Youko está viniendo”.

“¿Lo está?”

“Se. Ella dijo que quería hablar con Risai. Preguntó si estaba bien entrar”.

“Si, por favor”.

Koshou y Keikei asintieron y se retiraron. Después que se fueron, cinco personas entraron a la
habitación. La Reina de Kei a la cabeza. Keiki y el Chousai, a quienes ella había conocido el
otro día. Y entonces un hombre que nunca había conocido, y un niño rubio”.

“Él es el Rey de Eh y el Taiho de En”.

Asustada, Risai miró a ambos lados entre el Rey y el jefe de sus súbditos. “Pero ¿por qué Sus
Majestades…?

“He oído que están relacionados con el Rey de Tai y el Taiho de Tai. Ahora, Risai, ¿le
importaría retomar desde donde lo dejó ayer? Nos gustaría escuchar su honesta evaluación de
la situación actual de Tai”.

Risai presionó su mano contra su pecho. “Tai está en una condición terrible. Lo peor es la
ausencia de Su Majestad y el Taiho”.

Los verdes ojos de La Emperatriz la miraron con atención. “Entre los refugiados de Tai, hay
algunos que dicen que el Rey de Tai y el Taiho fueron asesinados. Y que el asesino fue un
General de la Guardia Provincial de Zui”.

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Los ojos de Risai se abrieron completamente en shock. “¡Eso no es verdad! ¡Se equivocan!”

“Necesitamos confirmar la verdad. No te molestes”.

Risai intentó levantarse. Youko la sentó. “No, no es verdad. Sé a que están apuntando. Fui
etiquetada como traidora y perseguida por mucho tiempo. Pero eso es lo que se dice”.

“Entiendo”. Risai la miró y vio un signo de preocupación en sus ojos. Respiró y suspiró de
alivio. Ya sea por el estrés o el socorro, una fuerte, adormecida sensación de malestar la
inundó.

“Innumerables órdenes de captura fueron emitidas para capturarme en las tierras en las que
cometí regicidio, o que alguien detrás de escena me manipuló para hacerlo. Pero todos están
equivocados”.

Risai captó la joya que colgaba contra su pecho con su mano.

Al mismo tiempo que Gyousou partía a la Provincia de Bun, Risai y sus soldados y el resto de
la Armada Imperial restante asumieron sus estaciones en torno a Kouki. Había innumerables
tareas que hacer además de la defensa de la capital. Tuvieron que hacerse cargo de las
obligaciones de la parte de los soldados que se dirigían a la Provincia de Bun también.

En medio de todo, un rumor comenzó a circular alrededor del Palacio Imperial. Trabajando
hasta el agotamiento a diario, Risai fue tal vez la última persona en oírlo. Desde temprano en
la mañana hasta tarde en la noche, había atendido los asuntos en Kouki, recogiendo la flojera
por los soldados faltantes.

Regresó exhausta a sus cuarteles en la noche, encontró a Kaei esperándola con una ansiosa
expresión en la cara. “Espero no haberte hecho esperar mucho”, dijo Risai aprensivamente,
entrando en conversación. Un sirviente le dijo que Kaei había estado esperando su retorno.

La primavera aún estaba en cerca y la entrada principal estaba fría y oscura, por lo que los
sirvientes no la habían dejad allí. Sentada allí completamente sola, Kaei la sorprendió con
todos los ánimos desalentados.

“Deberías haber dejado un mensaje. Lo habría regresado pronto”, dijo Risai.

Kaei comenzó un poco y serió. “Oh, no te preocupes. Sé lo ocupada que estás. Lamento
interrumpir”.

El ama de llaves aparentemente sintió la necesidad y buscó algo para comer y tomar, pero no
parecía que Kaei lo hubiera tocado. Su aspecto tenso y la mirada en su rostro cuando sus ojos
se cruzaron le dijeron a Risai que no venia con buenas noticias.

“Risai, ¿has escuchado los extraños rumores que circulan?”

“¿Rumores?”

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“Si, no estoy particularmente conectada con los asuntos militares, así que no estoy muy
segura de cómo reaccionar, pero…” Miró de cerca la cara de Risai. “Hay algunos que dicen
que la expedición de Su Majestad a Tetsui en la Provincia de Bun es un camino muy largo”.

“¿Un camino muy largo?”

Kaei asintió, nerviosamente plegando sus manos juntas. “Tetsui es una región con la cual Su
Majestad comparte una conexión profunda. Resulta difícil de creer que Su Majestad iría él
mismo a suprimir una mera rebelión. Él fue ahí expresamente porque es Tetsui, o es lo que
alguna gente dice”.

“Supongo que debe ser así. Pero ni Ganchou, Asen, Eishou, o algún otro general expresó
insatisfacción sobre la supresión de la rebelión local. De hecho, Su Majestad primero envió a
Eishou. La rebelión creció, y confirmando que las cosas se ponían demasiado complicadas
para que solo él se encargara, él concluyó que los demás debían ser enviados, pero que no era
necesario que él fuera. E incluso fue demasiado lejos al dividir el ejército de Asen, y enviarlos
con los hombre bajo su mando. Yo creo que lo hizo porque el objetivo era Tetsui”.

A medida que hablaba, era como que testificara la explicación ella misma, Risai tuvo la
sensación también que podría ser un camino bastante largo. Porque el objetivo era Tetsui, ella
no pudo recordar ninguna objeción de su líder de tropas al frente. Pero poniendo lo en
palabras, la explicación tenía un olor extraño al respecto.

Kaei asintió como si indicara que había encontrado una explicación convincente. Su rostro
seguía oscuro. “Anticipamos que las personas tomarían ventaja del caos a raíz la cacería de
invierno. Los rebeldes en la Provincia de Bun eran los principales entre ellos. No estamos
sorprendidos que la agitación ocurriera primero en la Provincia de Bun. Sin embargo, la
rebelión debe haber surgido en Tetsui, de todos los lugares me parece quizás el más evidente.”

“Cuando lo pones de esa manera, no parece extraño. Estaban la Provincia de Bun y Tetsui en
el medio, por lo que nadie sospechó que era extraño que Su Majestad fuera allí. Eso
naturalmente hizo de Tetsui el cepo para atraer a Su Majestad”.

Alguno o algunos habían intencionalmente sacado a Su Majestad. Risai miraba a la ansiosa


Kaei, a quien sus pensamientos ocupaban la mente. “He oído hace un tiempo que podría ser
un acto de alta traición contra Su Majestad”.

“¿Te parece? Pero hay algunos que dijeron todo lo contrario de lo que parece.”

“¿Lo contrario? ¿Qué sería lo contrario?”

“No estoy segura de poder explicarlo lo suficientemente bien…” Kaei calló en un silencio
mientras buscaba las palabras adecuadas. “Digamos que había gente en contra de Su Alteza.
Sería difícil llegar a él mientras estuviera en el Palacio Imperial. Pero si pudiera salir del
Palacio Imperial, a un lugar devastado por la guerra y el caos, ellos tendrían en sus manos una
oportunidad sin precedentes. Por lo tanto los traidores han sembrado el caos y atrajeron a Su
Alteza. Aún si este caos simplemente surgió de la nada, Su Majestad sin lugar a duda estaría
sospechando. El simple hecho de que la violencia estalle en algún lugar no significa que Su

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Majestad tenga que encargarse personalmente. Por lo que explotaron los rebeldes en la
Provincia de Bun. Desorden esparciéndose allí vería más de lo mismo. Excepto que Tetsui
está en Bun. Sabiendo que Tetsui y Su Alteza comparten un fuerte lazo, si algo ocurriera en
Tetsui, Su Alteza querría ir a ayudar. Aquellos quienes planeaban un golpe de Estado
debieron estar seguros de tomar ventajas de la Provincia de Bun y Tetsui”.

“Eso parece muy probable”.

“Pero teniendo en cuenta el punto de vista contrario, siempre fue probable que si algo sucedía
en Tetsui, Su Majestad viajaría allí. En otras palabras, bajo tales circunstancias, habría sido
perfectamente natural para Su Majestad dejar el palacio”.

“Realmente no…” Realmente no entiendo, estaba a punto de decir Risai cuando Kaei la
interrumpió.

“En resumen tengo que preguntar si Su Alteza tenía todo esto en mente. Él tenía alguna razón
para dejar el Palacio Imperial. Por lo que me refiero, la Corte Imperial justo habiéndola puesto
en orden, no tenía ninguna buena razón por la cual vaciar los puestos. Entonces él sería el que
estaría usando Tetsui para ganar ventaja”.

“Entiendo que debió ser difícil y antinatural separarse de Tetsui para Su Alteza con el fin de
contrarrestar peligros allí. Pero, como has señalado, ¿por qué elegiría este momento? ¿Por qué
sería necesario para él dejar su base completamente vacía?”

“Quizás la continuación de la cacería de invierno”, dijo Kaei en voz baja.

“Eso no puede ser”, rió Risai. “Esta vez Su Majestad va a poner un fin definitivo a la rebelión.
Con el palacio vacío, quienes con traición en su mente podrían empezar algo. Pero no he oído
ningún plan así.

“Concuerdo. Esa es la razón de por qué llegué a la conclusión de que es una especie de
prueba. En el peor de los escenarios, una forma de probar nuestra valía”.

“¡Eso es imposible!”, dijo Risai, elevando su voz. “Ni siquiera puedo imaginar…”

Risai no albergaba, ni siquiera una minima, segunda opinión acerca de Gyousou. Ella no
quería ningún comentario suyo que pudiera albergar dudas. Ella había recorrido un largo
camino bajo la tutela personal de Gyousou, y tenía una fuerte conexión con Taiki.

Kaei se encogió un poco, con cara tensa. “También quiero creer eso. Pero solo estoy diciendo,
mira a la gente que quedó atrás…”

“¿La gente que quedó atrás?”

“Ganchou-dono y Asen-dono de la Guardia Imperial. Vos y Gashin-dono son de la Guardia


Provincial de Zui. De estos, Ganchou y Gashin sirven bajo las órdenes de Su Majestad.
Durante el reinado del Rey Kyou, Asen-dono fue general de la Guardia del Palacio de la
Derecha mientras tú eras una general de la Guardia Provincial de Jou. Dos generales que
estaban bajo su comando y dos que no. Su Majestad dividió la mitad del ejército de Asen y

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tomó la mitad con él a la Provincia de Bun. En resumen, la fuerza combativa de Asen ha sido
reducida a la mitad”.

“Esas son meras suposiciones”.

“El Ministerio de Verano está más profundamente involucrado con la subyugación y el caos
que nadie. El Ministerio de Invierno es responsable de armar a las tropas. Haboku-dono es el
Daishiba del Ministerio de Verano. Rousan-dono es el Daishikuu del Ministerio de Invierno.
Naturalmente, ellos eran sus subordinados cuando él era general. Con Su Majestad fuera de
ese lugar, el Taiho se quedó atrás por sí. Pero cercanos eran el Viceministro Seirai del
Gobierno Provincial y Kaihaku-dono del Ministerio del Cielo. Y ellos fueron una vez
subordinados de Su Majestad. Los únicos que no fueron fuimos yo, del Ministerio de Otoño,
Chou’un-dono, del Ministerio de Primavera, y Senkaku-dono, del Ministerio de la Tierra.
Cuando se trata de subyugar el caos, hemos sido mayormente dejados fuera del asunto. No
hemos sido informados acerca de los detalles. Aparentemente no existe razón para que
sepamos…”

“El Chousai está aquí. No hay forma de que las tropas puedan ser movilizadas sin la
participación del Chousai, y él no fue un subordinado de Gyousou anteriormente. Era el Señor
Provincial de Sui”. Risai sacudió su cabeza. “Creo que tus suposiciones están sacando lo peor
de vos. Su Majestad era originalmente un general, por lo que los primeros en depositar su
confianza en él pertenecían a su ejército. Eso también significa que aquellos cercanos a él
tienen formación militar. Regresa a los orígenes y todo tendrá sentido, ¿no crees? La gente
encargada de acabar con la rebelión son sus subordinados. Los que no son recién llegados.
Esto no me parece que sea algún tipo de estratagema, sino el simple el hecho de unir las
personas correctas con el puesto correcto. Creo que es la mejor forma de enfocarlo”.

“Supongo que si” Kaei con dificultad tocaba sus dedos con su frente. “Cuando la gente me
habla sobre estos rumores, me hacen temblar. Para ser honesta, siento que estoy sola son
esto”.

“Kaei”

“No, no me refiero que simpatice con el diablo. Es solo que no estoy acostumbrada a la forma
de pensar de Su Majestad. Que todo ocurra a la vez me ha dejado atrás. Lo siento como un
distanciamiento. Desamparo y abandono que acaba viniendo acá y llorando sobre los
hombros”.

“Ahora me acuerdo. Las cosas han estado sucediendo a una velocidad acelerada. Pero no más
rápido de lo necesario. Mis ansiedades han disminuido también. Tengo razones suficientes
para confiar en las acciones de Su Majestad. Una vez tuve dudas de la mía, lo que pudo haber
sido evidente para otros. Ellos podrían bien haber visto el lado malo, pero yo probablemente
he superado reacciones inevitables. Siendo malinterpretada así es de esperarse”.

“Si, pero…”

“Chou’un-dono del Ministerio de Primavera es como la razón. Anteriormente era un crítico


vocal de Su Majestad, y ahora sé que el Chousai Eichuu también tiene dudas. Asen y
Ganchou, también como vos, han sido el objeto de varios rumores”.

- 100 -
“¿Rumores…sobre mí?

“Si”, dijo Kaei, sus labios temblaban. “Mientras servían en la Guardia del Palacio durante el
reinado del Rey Kyou, Asen-dono y Su Majestad eran conocidos como las dos joyas de la
corona. Uno se convirtió en el Rey y el otro en su subordinado. No debería haber nada
extraordinario en eso, pero…”

“No lo creo. Y ¿estoy implicada de forma similar?”

“Si. He encontrado esos rumores los más desagradables, pero tú y Su Majestad fueron al
Shousan juntos. La gente dice que lo envidia porque fue elegido en vez de vos. Ganchou-dono
era originalmente uno de los comandantes generales de Gyousou, él ganó su fama en la
Guardia del Palacio. Cuando una posición estuvo disponible en la Guardia del Palacio,
Ganchou supuestamente esperaba que se la fuera asignada. Su Majestad fue elegido en una
muy temprana edad. Ganchou sirvió bajo las órdenes del general Gyousou por un largo
tiempo. Pero de dio vuelta duramente y la gente dice que en realidad Ganchou está en contra
de él”.

“¡Esto es una locura! Con esta clase de desconfianza dando vueltas, nadie en el pasado pudo
haber estado en su contra”.

“Yo también lo creo. No es nada más que amargura”.

“Es más que eso. El Taiho eligió a Su Majestad en frente de mis ojos. Nunca he albergado un
momento de pesar. Aquellos que digan que yo debiera estar enojada por eso, deben estarlo
ellos mismos furiosos e imperdonables si su honor fue arrebatado así ante sus ojos, entonces
insisten que yo también debería. Están convencidos que todos el mundo debe ser tan
despreciable como ellos. La gente así…”

Risai se interrumpió a sí misma en medio de la oración. Al fin y al cabo, esto equivale a nada
más que juzgar a la gente por sus propias normas. Un tipo de conmiseración que dice que
cualquiera que sea herido debe herir a todo el resto. Esa gente juzgaba a otros por las mismas
normas que ellos era un hecho irrefutable de naturaleza. Un empujón llevaba a otro, no era un
problema que alguien pudiera arreglar.

“Lo siento. Es solo que no hay nada extraño acerca de gente como esa. Todos miramos a los
otros de la misma manera. Pienso que Asen o Ganchou estarían de acuerdo. Su Majestad no le
ha mostrado a Asen nada más que respeto, y trata a Ganchou al igual que la familia. No
exactamente como un hermano mayor, pero si como un viejo amigo en el cual tiene gran fe.
Ganchou, a su vez, parece estar orgulloso de sus logros con Su Majestad”.

“Si, realmente”

“No creo que Su Majestad halla dejado el palacio en alguna forma de castigarnos. En primer
lugar, dejó al Taiho atrás también. Si él realmente quisiera continuar la cacería de invierno, no
hay manera que dejase al Taiho a su propia suerte”.

“Por supuesto”, dijo Kaei con una aliviada sonrisa.

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“Salvo que es posible que tenga dudas de alguien entre nosotros y deseara observar los
movimientos que haríamos. Esa es la única posibilidad que no puede llegar a ninguna
conclusión definitiva. Dejando al Taiho aquí en alguna forma me preocupa. Por supuesto, lo
pensó para atraer a alguien…”

“De hecho”, dijo Kaei con una firme expresión en el rostro.

“¿No debería Su Majestad estar llegando a la Provincia de Bun en este momento? Solo espero
que todo valla bien después de esto”.

Risai asintió. “Ganchou y los otros dicen lo mismo. Hasta que Su Majestad regrese, debemos
estar en nuestros lugares y listos para su regreso”.

El día siguiente de oír la historia de Risai, Ganchou rió sinceramente. “La gente parece estar
llenándose de todo tipo de ideas locas”.

“Si. Aquellos con malas intenciones, y aquellos que insisten en ver malas intenciones en los
otros”, Asen agregó con una leve sonrisa.

Gashin suspiró. “Entonces ¿por qué fue mi nombre el único que quedó afuera? Es
decepcionarte descubrir que no eres lo suficientemente que eres considerado de poca monta
para calificar como lo suficiente envidioso de Gyousou-sama”.

Risai rió. Su charla con Kaei la noche anterior la había dejado en un incómodo estado de
ánimo. Pero viendo su relajada actitud, llegó a la conclusión que era una ansiedad
injustificada. “Bueno apenas has participado, supongo que eso no es de ayuda”.

“Entonces ¿realmente es tan malo? Dijo Ganshin con una risa.

Risai, pensó, contaba a Ganshin como un ejemplo táctico. Durante las maniobras con la
Armada Imperial, el oponente con el que se enfrentaba siempre demostraba ser el más débil.
Contra Ganchou y Sougen, movió la guerra completamente en una manera propia, el buque de
general de Gashin era astuto e ingenioso. Sus pasos eran difíciles de leer, y nunca era atrapado
desprevenido.

Eishou era muy parecido, pero las artimañas de Gashin tenían una extraña franqueza en
contraste con los movimientos sombríos de Eishou.

“Si vas a ser el sospechoso de alguien, pienso que Eishou sería el mayor candidato. Si alguien
va a apuñalar a Gyousou-sama por la espalda, tiene que ser Eishou”.

“Sin duda. Además ¿no crees que Eishou y Seirai son dos guisantes en una vaina?”

“Viendo que Seirai no posee ningún punto a su favor, no hay necesidad de sentirse culpable
en patear al hombre cuando ha caído. Eishou lo dijo él mismo”.

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Risai sonrió. “Creo que Seirai dice mucho de lo mismo. Eishou es negro hasta la médula”.

“Pero por supuesto. Como las razas”.

Asen soltó una carcajada de risas. “Bueno ahora algo de respeto es necesario. Esperando otra
repetición de un secreto sobre Tetsui en la Provincia de Bun está pidiendo mucho más”

Ganchou dejó de sonreír por primera vez y asintió. Mientras Asen no era uno de los anteriores
subordinados de Gyousou, sus opiniones eran tratadas con el debido de respeto. Risai una vez
se había enfrentado a él en un entrenamiento. Su impresión fue que era un general que tenía
un gran conocimiento táctico. Risai nunca se había practicado con Gyousou, pero según lo
que había oído, en el campo de batalla, Asen y Gyousou tenían mucho en común. Habían
llegado a ser conocidos como las dos joyas en la corona.

Ganchou se cruzó de brazos firmemente. “Pareces estar sugiriendo que sería sabio tener a
alguien quien esté en buenos términos con la Provincia de Bun para examinar la cuestión”.

“Y sutilmente informar a Gyousou-sama. Debemos enviar una paloma mensajera”.

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Capítulo 18

Esa noche. Risai estaba en camino a las oficinas de gobierno provincial cuando Taiki salió
corriendo desde el arboreto cercano. Inclinándose como cuando baja de la galería, gritó y
corrió hacia Risai. Normalmente el niño se le acercaba, con su voz brillante y risa angelical.
Este día, sin embargo, la expresión del niño decía que había sido perseguido por algo.

“Risai te he estado buscando”, dijo, agarrando la mano de Risai casi aferrándose a ella. “¿Es
cierto que Gyousou-sama está en un montón de problemas?”

“¿Un montón de problemas?”

“Gyousou-sama se fue porque gente mala está complotando contra él. Están asechando en la
Provincia de Bun para atacarlo”.

“Tonterías”, dijo Risai con una sonrisa forzada. “¿Quién te está poniendo tales ideas en la
cabeza? Gyousou-sama ha ido a la Provincia de Bun para calmar las aguas”.

Taiki se separó de ella. Su rostro se endureció. “Eso es lo que dijo Seirai también”.

“Bueno, parece lógico, ¿no te parece? No hay nada de que preocuparse”.

Taiki sacudió la cabeza. “Vos y Seirai están diciendo mentiras. No quieren que me preocupe
porque soy un niño”.

Desconcertada, Risai se arrodilló y miró a Taiki a los ojos. “No estoy diciendo mentiras. ¿Por
qué no te diría la verdad?”

“Nadie me dice de lo que hablan en Rikkan. Pero Rousan me dijo”.

Risai frunció el ceño. Ella sabía que Kaei había convocado el Rikkan para discutir el mismo
tema que Risai había llevado con sus colegas. Ella podía asumir que habían debatido si decirle
a Taiki o no. El permiso de Taiki era necesario para movilizar la guardia Provincial. Por el
momento, como Ministro en jefe de la Provincia de Zui, Seirai servía como regente en la
materia de Taiki. Llegar al fondo de rumores tan nebulosos era un ejercicio de adivinación. A
este punto, ella podía suponer que habían llegado a la decisión de que no era necesario
informar a Taiki y preocuparlo innecesariamente.

Ese Rousan, Ministro de Invierno, ¿le había estado diciendo tales cosas…?

“Cuando le pregunté a Seirai dijo que no había nada de que preocuparse. Es solo una rebelión
menor, y aunque Gyousou-sama está yendo allá, no es para luchar contra sino recuperar a la
gente. No hay peligro y no tengo razón para preocuparme. Todo va a estar bien. Es justo lo
que dijo Rousan”.

Risai se paró y le pidió al triste Taiho regresar al jardín. Dijo en voz baja, “No hay nada que
podría venir de aquí. Si los ministros ven al Taiho así, tendrán una idea equivocada”.

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“Pero…”

Risai sonrió. “El Saiho no debería comportarse de esa manera preocupando a los ministros
innecesariamente, ¿debería? Lo llevaré de regreso a sus aposentos”.

Tomó la mano del desanimado Taiki y se encaminó hacia Seishin. Ella continuó su
conversación con toda la voz alegre que pudo reunir. Ella articulaba sus propias ansiedades
sobre la manera en que Gyousou aparentemente había abandonado el Palacio Imperial; las
especulaciones de la gente que fue echada; y entre los rumores que todo era parte para atraer a
Gyousou a la Provincia de Bun.

Pero eso también no eran más que rumores. Si los rumores como esos podían sembrar el
pánico entre los ministros, quien sabía que daños podían ocurrir. El Rikkan y los generales se
reunieron para saber como enfrentar tal amenaza.

“Esa rebelión ocurre de hecho. Por lo que no puedo decir que no hay riesgos en el viaje de Su
Majestad hacia la Provincia de Bun. Pero Eishou va delante de él, y Shougen está con él.
Además de eso la fuerza de Gyousou-sama como general, y que te preocupes mucho puede
parecer descortés”.

“Pero ellos dijeron que Eishou estaba teniendo un mal rato. ¿No le pidió a Gyousou-sama que
fuera a asistirlo?”

La mirada sorprendida en el rostro de Risai respondió su pregunta. “Si, la rebelión resultó más
intensa de lo esperado, y es cierto que Eishou lo encontró difícil de manejar, pero no pidió
ayuda. Su Majestad y Sougen fueron allá para unirse a la gente y las tropas para traer paz a la
Provincia de Bun lo más rápido posible”.

“¿En serio?”

Risai sonrió y asintió. Taiki parecía que daba un aliviado suspiro, remplazando la
preocupación de su rostro. Esperando levantar sus espíritus, Risai tartamudeó para hablar de
otra cosa, pero Taiki no estaba prestando mucha atención, y en ese momento el Seishi y
Seiden aparecieron, ella se había quedado sin palabras. Sentía que él no había decidido
completamente si confiar o no en lo que ella le había dicho.

“Parece que no estás listo para creerme”, sonrió suavemente.

Taiki la miró con el rostro confundido. “No lo sé. No sé que se supone que deba pensar”.
Mientras hablaba, su cabeza bajaba, tenía una dura expresión en su rostro. “Soy un niño, por
lo que todos me tratan diferente. No me dejan ver algunas cosas o no me hablan ciertas cosas.
Y cuando tratan hacerlo, todos saben que es difícil para mí entender y piensan que no tienen
que estar preocupándome por cosas que no entiendo, entonces no dicen nada. Dado que pasa
todo el tiempo no pedo saber si me están mintiendo o no”.

“Taiho…”

“Me refiero que si lo que dice Rousan es cierto, y si los rumores de los que hablan los
sirvientes son ciertos, aún así vos me vas decir algo diferente. Vos, Seirai y el resto”.

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Taiki dejó salir un tenso suspiro y continuó. “Es porque soy un niño y no hay nada que pueda
hacer al respecto. También estoy preocupado por Gyousou-sama. Se fue a un lugar peligroso
y lejano. No quiero que se lastime o que su vida esté en peligro. Si algo terrible pasara,
quisiera poder ayudarlo. Sé que todos piensan que no puedo hacer nada. Aún así quiero dar lo
mejor de mí y a lo mejor pueda averiguar algo…”

Risai sintió el dolor en su corazón. Taiki de hecho todavía era pequeño. Eso decía porque
todos evitaban causarle a este niño de puro corazón cualquier dolor o sufrimiento. Todo esto
se hacía con las mejores intenciones, pero desde el punto de vista de Taiki, era simplemente
aislado a causa de su edad y pequeña estatura. Risai se preguntaba que haría Gyousou en su
lugar.

“Eso seguramente no es el caso, Taiki”, dijo Risai.

Taiki soltó su mano y corrió hacia la puerta. Mirándolo irse, soltó un profundo suspiro, y giró
sobre sus talones, ahora se dirigía al Ministerio de Invierno.

Rousan todavía estaba en el ministerio. Risai le informó a su secretaria que deseaba verla.
Después de una corta espera Risai fue invitada a su oficina. Ran parecía enterrada hasta el
cuello de correspondencia oficial y de papeleo.

Rousan miró desde el volumen que estaba sosteniendo y dijo, gesticulado con la mano,
“Encuentra un lugar para tomar asiento”.

Ella se veía como una chica de dieciséis o por ahí, difícilmente como alguien con su posición
como cabeza del Rikkan. Pero sus estudios fueron vastos y profundos. Como el Daishikuu del
Ministerio de Invierno no había nadie más capaz. Se decía que Rousan era una verdadera
erudita.

Su carrera incluía al Shousi, genshiy y gishi. Estos departamentos manufacturaban materiales


para el reino, hacían amuletos de la suerte y exploraban nuevas tecnologías. Empleaban un
gran número de artesanos, y Rousan podía hablarle a cualquiera con tal fluidez en la jerga de
su comercio y hacerlos entender.

“¿Por qué le dijo esas cosas al Taiho?”

Rousan sacudió la cabeza. ¡Ah! Esa… la expresión en su cara decía. “Porque creí que alguien
debía hacérselo saber”.

“Para este punto, todo es más que rumores e insinuaciones. Decirle tales cosas…”

“¿Te refieres a que debo ir a llenarle la cabeza con tonterías y causarle preocupaciones
innecesarias? Sin embargo todavía está el hecho de que podría haber una conspiración contra
Gyousou-sama llevándose acabo”.

“Esa es solo posibilidad”.

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“Lo que lo hace posible. Si es verdad, es un grave problema. No creo que sea mejor para el
Taiho quedarse en la oscuridad”.

“Pero…” Risai iba a responder.

Rousan frunció el ceño y cerró el libro. Dobló una pierna sobre la silla y apoyó el mentón en
su mano. “Si me preguntas, todos están tratando al kirin como un niño. Yo entiendo este
impulso de cuidarlo, pero cuando se trata de los asuntos del reino, hay límites. Pretendamos
que no se trata solo de una rebelión en una lejana provincia, sino de una insurrección que se
lleva a cabo. ¿Cómo podría el Saiho del reino no estar informado? El Saiho tiene sus deberes
como Saiho. Además la edad es el punto. Si la Guardia Provincial debe ser movilizada, él
tiene primero que autorizarla”.

“Eso es cierto, pero…”

“Entonces no venga a entrometerse con esa cara de miedo en el rostro. Soy quien está
actuando lógicamente. Todo el mundo está dejando que sus emociones se lleven lo mejor de
ellos”.

Risai estaba sin palabras. No podía responder a lo que Rousan le había dicho.

“Pero ahora que estamos hablando del tema, si algo le pasó a Su Majestad, ¿Cómo
procederíamos? El Taiho puede ser chico y sus facultades limitadas, pero no es impotente.
Este curso de acciones solo empeorarán las cosas. ¿Cómo es sentir lástima por el Taiho y
cubrir todo que no tenga ninguna diferencia que decirle y dejar todo por sentado? Si Su
Majestad está en peligro, y el Taiho puede hacer algo para salvarlo, deberíamos tomar todas
las medidas para permitírselo. Negarle esa oportunidad es algo cruel”.

Risai no podía hacer otra cosa que no fuera recordar a Taiki desanimado.

“Es cierto”.

Un pequeño gesto de satisfacción llegó a los labios de Rousan. “Lo entendió rápidamente. Eso
bueno saberlo”.

Risai sonrió irónicamente, a su vez. “¿Rousan-dono usted cree que es un intento de


asesinato?”

Rousan sacó las rodillas de su pecho. “Desearía saberlo”, dijo dando un suspiro. “E incluso si
lo supiéramos, probablemente no podríamos llegar a tiempo. La Provincia de Bun está lo
suficientemente lejos de aquí, que nos llevaría bastantes días utilizando las bestias voladoras.
Ha llegado la hora de la verdad, no queremos que terminar contando con las joyas de la
corona para salvarnos. Si Embargo, los únicos que pueden estar sobre ellos son los jefes del
Estado: el Rey y el Kirin. Bajo la presión de la necesidad, los shirei del Taiho serían los más
rápidos, probables y confiables candidatos”.

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Risai iba a comenzar. Rousan la miró burlándose bajando sus cejas. “Si me lo preguntas,
ustedes no están concientes en la medida en la que están tratando al Taiho como un niño
incompetente. Es entorno a algo, ¿no? ¿El toutetsu?”

“Si… lo es…”

El kirin comandaba un youma conocido como shirei. Taiki tenía la desgracia de haber nacido
en Yamato. Por consecuencia, tenía solo dos shirei, un lamentable bajo número. Uno era el
guardia nyokai que se dedicó a él y realmente no califica. Técnicamente hablando, tenía
solamente un shirei: el toutetsu. Un poderoso youma, más legendario que real.

“El monstruo de todos los monstruos. Ese es el toutetsu. Mírese, llamando al kirin que puede
convocar un monstruo así un niño. Me hace preguntar quienes son realmente los niños”.
Rousan cerró sus ojos y miró al espacio. “No sería exagerado decir que el único monstruo
superior al toutetsu es el querido, el pequeño kirin”.

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Capítulo 19

Risai y sus colegas estaba ansiosos de poner sus manos sobre las pruebas que corroboraran (o
mejor, que refutaran) que la rebelión en la Provincia de Bun era parte de una gran
insurrección. Pero el resultado de su investigación tardaba en llegar.

Para ser más preciso no tenían a nadie que tuviese fuertes lazos con la Provincia de Bun. Y
nadie parecía estar actuando fuera de lo normal. Dentro del Palacio Imperial, se alegaba que
una figura sospechosa había sido vista, pero esos eran meros rumores, sostenidos por nada
más que aire caliente.

Y entonces el shoku se llevó todo.

Risai se abalanzó desde el Romon de Jinjuu Manor. El lugar estaba en ruinas. Risai corrió
hacia las personas que se congregaban en los lugares libres de escombros de las puertas de las
torres.

“Ah, Risai…”

“Gashin. El Taiho…”

“No lo sé. Vine a ver por mi mismo”.

Continuaron en su charla. Una de las esquinas de Jinjuu Manor era una montaña de
escombros. Viendo al edificio principal del complejo del palacio (el Seiden) no se había
dañado, Risai sintió como un escalofrío le bajaba por la espalda.

Procediendo a través de los jardines, alguien los llamó. El Daiboku (el guardia personal de
Taiki) se arrastraba desde un edificio caído. Seirai se aferro a su espalda.

“Tantsui, el Taiho…” gritaron, mientras corrían a ellos.

“No tengo idea. Yo no estaba con él cuando esto sucedió. ¿Qué rayos está pasando?”

La inexpresiva cara del hombre había cambiado. La cabeza fue cubierta de polvo con pedazos
de mortero. Estaba cubierto de pequeñas heridas. En su espalda, Seirai estaba en un estado
similar, aunque no parecía estar sufriendo ninguna herida grave.

Desde algún lugar entre las ruinas oyeron a un caballo gritando de dolor.

“¿Por qué no estaba usted con él?” preguntó Risai acercándose. “¿Dónde lo vio por ultima
vez?”

Tansui sacudió la cabeza. “Estaba en el Seiden. Seirai me llamó para el Seiden, por lo que lo
dejé al cuidado de un súbdito”.

Los ruidos de la tierra habían cesado en algún momento.

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Dejó a Seirai a cuidado de los soldados y acompaño a Tansui y Risai al edificio. Los
pensamientos de Risai se alborotaban mientras buscaba entre los escombros. No veía señales
de Taiki por ningún lado, no en el Saiden y no en los alrededores. La búsqueda continuó
durante de la noche y arrojaba resultados infructuosos.

Una paloma mensajera llegó desde la Provincia de Bun forzándolos a suspender la búsqueda
por el momento.

El mensaje llevó a los asuntos políticos más confusión.

El Palacio Imperial se había visto gravemente dañado por el meishoku y varios burócratas y
ministros habían sido heridos o estaban perdidos. No era de extrañar, en las habitaciones y en
otros lugares, había pocas muertes entre los ministros a causa de sus clases de asistentes. Pero
no quiere decir que no fuera ninguno. Y las pérdidas entre las filas de doncellas y sirvientes
(aquellos que no figuraban entre el registro de asistentes) eran sustanciales.

Por el número de burócratas heridos y la confusión general en la corte, el gobierno cesó.


Nadie sabía que hacer a continuación.

“¿Qué rayos le sucedió a Su Majestad?” preguntó Risai.

Haboku respondió, “Según la carta de Sougen, Su Majestad desapareció en medio de la


batalla. Lo buscaron pero no lo encontraron. Eso es todo lo que saben hasta el momento. No
tienen la menor idea de que sucedió. Tienen instrucciones (o solo Sougen) de regresar a la
capital por el momento, pero tan pronto como puedan, y teniendo en cuenta el tiempo que le
toma al ave volar allí, serán diez días antes de que estén de vuelta.”

“¿Cómo están las cosas en la Provincia de Bun?”, preguntó Ganchou.

Haboku sacudió la cabeza. “Por todos los informes, la rebelión continúa activa. Parece que
pelearon hasta dejarlo en un punto muerto”.

“Entonces ¿qué hacemos ahora?”, preguntó Kaei.

Nadie tenía la respuesta a esa pregunta. Nadie sabía cual era el mejor curso a seguir, y nadie
tenía la autoridad de elegirla. El Chousai se supone que rige en la ausencia del rey, salvo que
Eichuu, el Chousai, había sido herido durante el meishoku y todavía era incapaz de levantarse
o hablar. El principal asesor del rey, el Saiho, estaba perdido, y los sirvientes de la Corte
Imperial quienes representaban los deseos del rey a su nombre ya no estaban allí.

“¿Qué se supone que hagamos en una situación así? ¿Quién guiará a los ministros?”

“Según los precedentes,” dijo Haboku, “el Ministro del Cielo toma el lugar del Chousai como
jefe del Rikkan”.

Todos cayeron en silencio. Se había confirmado que para el momento del meishoku, el
Ministro de los Cielos, Gaihaku, había estado en las oficinas del Sankou adyacentes a Jinjuu
Manor. El Sankou servía como consejero del rey y asesor del Saiho. Sus oficinas habían sido
dañadas severamente y habían colapsado. Del Sankou y sus asistentes, dos de los seis estaban

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muertos y uno severamente herido. El paradero de los restantes cuatro (incluyendo a Gaihaku)
seguía siendo desconocido.

“Teniendo las cosas llegadas a esto, después del Ministro de los Cielos, creo que el trabajo
cae en el Ministro de la Tierra”.

Cuando Haboku dijo eso, Senkaku, el Ministro de la Tierra, sacudió la cabeza. “Imposible. No
estoy de ninguna manera a la altura”,

Habiendo declinado el honor, nadie trató de alentar a Senkaku para que lo aceptase. Senkaku
era un joven, manso sirviente civil. Habiendo sido llevado de la Provincia de Zui para el
cargo, no tenía conexiones previas con Gyousou o la Armada Imperial. Era honesto y directo,
pero sin experiencia.

Además, en momentos críticos como este, la comprensión de asuntos militares era un


requisito previo. Gyousou era un militar de la corte, y la mayoría de los ministros habían
comandado bajo la autoridad de Gyousou. En ese sentido, el hecho recaía en la formación
militar (incluso de los rangos más bajos) sería capaz de unificar a la Corte Imperial.

“¿Qué hay de Seirai-dono?”, dijo Senkaku.

Nadie secundó la sugerencia. Seirai también había sido herido y estaba descansando, pero sus
heridas no parecían mortales. Seirai era famoso entre los funcionarios civiles por haber
servido como uno de los comandantes del general Gyousou y su servidor personal. Eso lo
hacía el más calificado para guiar a los ministros. Todo el mundo lo sabía, y aún así nadie
optó por él.

“Hasta que Su Majestad regrese, si nadie es capaz de unir la Corte Imperial, Seirai sería el
mejor. Pero ese no es el problema acá”.

Todo el mundo asintió. El problema no era quien representará a los ministros. Si eso fuera
todo, Haboku o Seirai podrían hacerlo hábilmente. O Senkaku o incluso Risai. No es ahí
donde radica el problema. El problema es que Tai actualmente no tenía rey.

No conocían la voluntad de Gyousou. Gyousou había muerto, la elección del próximo rey
tomaría precedencia sobre todo lo demás.

Si el trono estaba vacante, hasta que el rey sea coronado, el Chousai tomaría su lugar. Pero el
mal herido Eichuu, no podía ocupar el puesto. El Ministro de los Cielos estaba perdido. Y
ninguno de los otros podía reunir un quórum de aficionado, tampoco provisionalmente.
Incapaces de apelar a la costumbre o bien la razón divina, sería casi imposible para alguien
unir la Corte Imperial. Nadie tenía la autoridad necesaria.

“En otras palabras,”, dijo Chou’un, del Ministerio de Otoño, “¿deberíamos tener presente que
no hay sustituto inmediato para el próximo Chousai? ¿Quién puede unir lo suficiente nuestros
corazones y mentes, como Chousai, y crear un tribunal temporal?”

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“¡Retráctese!” dijo Ganchou con una furiosa voz. “¡Gyousou-sama está perdido eso es todo!
También Sougen lo dijo. Nadie dijo que estuviera muerto. Confirmar su bienestar es
primordial sobre todo”.

“Por favor, espere un minuto”, dijo Kaei elevando su voz. La tensión y la ansiedad parecían
haber dejado su pálido rostro. “¿Qué hacemos en una situación así? ¿Cuál es la costumbre?”

“¿Situación como esta?” dijeron las voces a su alrededor. Kaei asintió. “No quise elevar tales
posibilidades de mal agüero, pero por favor antepasen por este momento. Si, por ejemplo, Su
Majestad hubiera sido matado, ¿Cómo deberíamos proceder?”

Senkaku respondió, “El Taiho elegiría al siguiente rey”.

“Pero el Taiho está perdido también”.

“Si el Taiho también muere, entonces el trono es declarado “vacante”. Según al precedente, el
Chousai ocupa el lugar del rey y una corte temporal se establece. Si Eichuu-dono está tan mal
como para ocupar la posición, entonces es necesario nombrar a un nuevo Chousai”.

“¿Y quien tomaría la decisión?”

Senkaku no puedo responder esa pregunta.

“¿No tienen el Taiho y el Rey la autoridad de elegir al Chousai? Si el rey está muerto,
entonces el Taiho elige. Sin embargo, si ambos tanto el rey como el Taiho están muertos y no
hay un Chousai en servicio… ¿ha ocurrido esto antes?”

Haboku respondió amargamente, “Hay un caso en el que el Rey y el Taiho mueren


simultáneamente. Y el Chousai enfrenta el mismo destino al mismo tiempo. Pero en esos
casos otro asume el trono, matando al Rey, el Taiho, el Chousai y el Ministro del Cielo en
medio de una insurrección. A parte de una situación como esa, nunca ha habido un accidente
donde se requiriera unir la Corte Imperial estando ausentes”.

“El Chousai no murió”, intervino Senkaku en voz alta. “Aunque sus heridas sean severas,
sigue estando conciente. El Sello Imperial se confía al Chousai. El Chousai actual puede
elegir al siguiente”.

“La única persona capas de otorgar el Sello Imperial al próximo Chousai es el Taiho, y solo si
el Taiho lo ha tenido en su custodia. Como el Taiho no está presente, ¿Cómo propone usted
otorgar el Sello al siguiente Chousai?”

“Si Su Majestad ha muerto el Sello se vuelve ineficaz. En ese caso, el pie del Hakuchi se
utiliza. Con el pie del Hakuchi, y siguiendo las reglas del Rikkan y de Sankou, el nuevo
Chousai puede ser elegido”.

“Aunque esto no determina la muerte de Su Majestad. Primero debemos confirmar su


bienestar, y poner al reino boca abajo buscando a Su Majestad y al Taiho”.

- 113 -
“Pero le pregunto, ¿Quién es lo suficientemente competente para realizar una tarea que abarca
todo el reino? Sin nadie que una a los ministros, ¿cree usted que podamos sondear el reino de
un extremo a otro?”

En el momento siguiente la asamblea cayó en confusión. Desde su lugar, Risai miraba en


asombro. Preceden la muerte del rey. Preceden la muerte del Taiho. Sin embargo, nadie ha
considerado la posibilidad de que ambos están perdidos, y sus paraderos desconocidos. Si uno
de los dos sigue vivo, el precedente existe. Pero con ambos perdidos (y no necesariamente
muertos) es una situación cuya vaguedad nadie sabe como tratar.

“En cualquier caso, incluso si la ley debe ser dejada de lado, el consentimiento de Su
Majestad…”

En ese momento, un fuerte clamor se oyó: “El Rey está muerto”.

El salón cayó en un profundo silencio, suficiente para escuchar hasta el bólido de una mosca.
Risai se volteó hacia el sonido de la voz. Asen se situó en la entrada de la asamblea. Con toda
la conmoción nadie había notado su ausencia.

Los ojos de Asen recorrieron la habitación, y luego se detuvieron en su mano. Su mano


contenía el pie de un pájaro.

“Lamento suponer, pero creyendo que la confirmación del bienestar de Su Majestad era la
prioridad número uno, me tomé la libertad de visitar el Palacio Godou y el Castillo de los dos
gritos”.

El salón se llenó de quejidos mezclados. Asen dijo en una voz muy tranquila, “El Hakuchi se
ha caído de su percha. Según el precedente, le removí la pata y la traje aquí”.

- 114 -
Capítulo 20

Risai dejó de hablar. Las cinco personas en la habitación dejaron salir una colectiva
exclamación de sorpresa.

“Eso significa…” dijo Youko, y Risai asintió.

“La caída del Hakuchi de su percha significa que el rey está muerto. Todos perdimos las
esperanzas. Ninguno tenia razones para sospechar de la palabra de Asen.”

Él una vez había sido el hermano de armas de Gyousou. Una vez fueron conocidos como las
dos joyas de la corona. Se decía que su amistad abarcaba sus vidas profesionales y personales.
Tras el fallecimiento del Rey Kyou, Gyousou trató a Asen como un hermano, y los
subordinados de Gyousou le tenían todo el respeto. Asen también parecía tener su confianza y
buena disposición en Taiki.

Desde debajo de la superficie de, todavía, aguas inalteradas, Asen hizo su aparición de
repente.

La asamblea cayó en silencio. El shock dejó a todos mudos. Así que le quedó a Asen romper
es duro silencio.

“En cualquier caso, las victimas del desastre deben ser atendidas también. Un área debe
reservarse para tratar a los oficiales y sirvientes heridos. Creo que los servicios médicos deben
ser convocados a la Corte Exterior lo más rápido posible.

Senkaku asintió, y rápidamente levantó la cabeza. “Ahora que lo mencionas, ¿qué hay de
Kouki?”

“La ciudad parece ilesa”, respondió Asen.

Él había despachado sus tropas a la ciudad para ayudar a los residentes y confirmaron que no
había sido dañada. El shoku había ocurrido sobre el Mar de Nubes, lo que había protegido al
mundo de sus efectos. En cualquier caso, se preparó un rescripto dando órdenes de que se
creara una enfermería y tratar a los ministros y sirvientes heridos, a los cuales se les aplico el
pie del Hakuchi.

En ese momento, se le ocurrió a alguien que el Sello Imperial (del cual la impresión había
desaparecido) debió haber sido tomado en custodia. Asen ya había mandado a uno de sus
subordinados a hacerlo. Pero el Seishin no había escapado al daño y el Sello Imperial parecía
perdido entre los escombros. Se decía que una búsqueda desenfrenada comenzaría.

Mientras los ministros corrían de aquí para allá, Asen solo aprovechaba el día y hacía lo que
debía hacerse.

Esa fue la parte de la historia que fue contada.

- 115 -
Después de la muerte del Rey, la pata del Hakuchi se convirtió en el Sello Imperial. Alguien
tenía que hacerse cargo de ella. De hecho, ese debería ser el Saiho, pero todavía seguía
perdido. El Sankou llevaba la carga de la ausencia del Taiho, pero habían perecido, junto con
sus súbditos. El Chousai dormía gravemente herido.

Sin necesidad de decirlo, el Palacio Imperial estaba en absoluto caos, y trataba con el caos que
requería innumerables órdenes y rescriptos. La pata del Hakuchi era necesaria para todas.
Alguien tenía que tener la custodia del Sello y hacer nota de los documentos.

Solo parece natural entregar esa responsabilidad al hombre que cuidaba la pata del Hakuchi.
Asen. Nadie planteó objeción alguna. Teniendo en cuenta sus estados de ánimos, un general
que hacía lo que debía hacerse. En ese momento de crisis, era mejor contar con un militar de
mando comandante que con un burócrata político. Esta Corte Imperial había evolucionado a
un tribunal marcial, en primer lugar, y estaba dispuesto a adoptar las directivas de los oficiales
militares.

Por otra parte, Asen una vez había sido calificado junto a Gyousou en términos de talento, y
muchos esperaban que él fuera el siguiente rey. Después de haber ascendido al trono,
Gyousou le había dado todo el respeto y lo trató amigablemente. Este tipo de cosas estaban en
las cabezas de los otros.

Gyousou había forjado su destino con la espada, y ninguno de los funcionarios ordinarios
estaba allí para él. El personal militar que permanecía en la capital consistía de Ganchou,
Ganshin y Risai. Ganchou y Ganshin habían trabajado desde sus rangos, y eran mal vistos
para encargarse de las complejidades de la administración pública. Y Risai era una mera
soldado provincial.

Asen conocía los detalles de la política, habiendo servido bajo Gyousou como un general de
la Guardia del Palacio. Pensando un poco, parecía correcto que siguiera los pasos de
Gyousou. Por lo que por el momento, las cosas se les confiaban a Asen.

El consenso general era que la Corte Imperial había organizado una corte provisional
inaugurada una vez que las cosas se habían calmado.

Sin nadie que lo dijera de forma explicita, la pata del Hakuchi fue dada a Asen para su
custodia. Las montañas de papeleo que tenían que ser tratadas fueron entregadas a Asen,
quien en su momento se instaló en el Palacio Interior con el objetivo de resolver todo. Nadie
intuyó que podría haber algo, al menos pequeño, de malo en esto.

Gashin fue enviado a continuar la búsqueda y traer oren en la Provincia de Bun. A su vez,
perdió su comando temporario de oficial, las tropas de Asen fueron llamadas a la capital. Y
quizás sintiendo que algo iba mal en el Palacio Imperial, el caos estalló en la Provincia de
Jou, hogar de Risai, forzándola a viajar allí con una debida prisa.

Kaei fue a visitarla tarde una noche, dos días antes de las que planeaba su salida. “Entonces
¿has sido movilizada?”

- 116 -
“Soy la mejor persona para atender las cosas en la Provincia de Jou, estando familiarizada con
el territorio y todo”.

“Si”, concordó Kaei, aunque miraba preocupadamente como ella solía. Parecía más triste de
lo normal. Ella miraba fuertemente la cara de Risai, como si fuera una despedida definitiva.

“No te preocupes. Conozco la Provincia de Jou como la palma de mi mano. Tengo muchos
amigos y asociados en el Ejército Provincial de Jou. La revuelta ahí no es nada comparada a
la de la Provincia de Bun. No debería tomar mucho tiempo tapar los parches. ¡Volveré en
poco tiempo!”

“Ciertamente así espero. Te esperaré a que regreses a casa, cuanto antes mejor”. Kaei sonrió
levemente. Estaba al borde de las lágrimas. “Uh, Risai, vamos a salir de esto, ¿de acuerdo?

“¿Qué es eso?”

“Su Majestad y el Taiho no están más con nosotros. Y todavía el reino sigue corriendo en una
nueva era. Estoy asustada”.

“¿Otra vez?” Bromeó Risai.

Kaei respondió con una tensa sonrisa. “Supongo que siempre estoy asustada por algo”.

Risai rió, “Eso es seguro”.

“Pero, Risai, no estoy más asustada de lo que estaba antes. Su Majestad era como un caballo
desbocado. Y siendo el jinete encarnado en la parte posterior de ese caballo era
verdaderamente inquietante. Incluso ahora el reino está defraudándome. ¿Cuáles son aquellos
de nosotros que se están ensillando?”

“¿Eh?” dijo Risai, levantando la voz a la cara agitada de Kaei.

“No importa que tan impaciente o sobre confiadas fueran sus acciones, Su Majestad era el
verdadero e innegable rey de Tai. Fue elegido por el Taiho, recibió la Misión del Cielo, y
ascendió al trono. Podría ser un indisciplinado semental, pero es definitivamente el semental
del Cielo. Pero ¿ahora?”

Por varios minutos Risai solo la miró. Kaei evitaba su mirada.

“Nos hemos acostumbrado a una corte provisional. Una corte provisional que fue establecida
desde la muerte del Rey Kyou hasta la coronación de Su Majestad. Por lo que no lo encuentro
en sí mismo incómodo. Pero me estoy asustando cada vez más día a día. Pero ¿qué está
tramando? Instalándose en el Palacio Interior, ¿usando la pata del Hakuchi como sello
imperial?

“¿Te refieres a Asen?”

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“Este no es verdaderamente el decreto del Cielo. El bienestar del Taiho no ha sido
comprobado. Si el Taiho estuviera aquí, o si incluso estuviera muerto, el estado actual de las
cosas no sería tan inusual. Sin embargo, ¿estaba el Taiho realmente muerto?

“Pero Kaei…”

“El meishoku se llevó al Taiho al otro mundo. Si simplemente se hubiera ido, podría volver.
Eso probablemente significa que no puede regresar incluso si lo quisiera. Sin embargo,
mientras el Taiho esté vivo en algún lugar, no pueden haber cortes provisionales”. Kaei
frunció el ceño. “Si Asen es un impostor, entonces esta es una corte impostora”.

“¡Kaei!” Los ojos de Risai dieron vueltas por la habitación. Pero estas eran las habitaciones de
Risai nadie más estaba allá.

“Risai ¿recuerdas los rumores que circulaban después que Su Majestad salió a la Provincia de
Bun?”

“¿Que la esperanza de otro Tetsui en la Provincia de Bun era algo lejano?”

“Si, pero ese no era el único. En ese momento, había otro rumor que atrajo mi atención”.

“¿Otro rumor?”

“Al mismo tiempo que el rumor sobre el complot contra Su Majestad, había otro rumor de que
Su Majestad lo había planeado desde hace tiempo, ¿verdad? Se fue a la Provincia de Bun con
el objetivo de poner a prueba la fortaleza de aquellos a los que había dejado atrás en la capital.
Los restantes generales eran Ganchou, Gashin y vos. Y Asen. Tal vez yendo tan lejos como
para dividir las fuerzas de Asen era la Forma de Su Majestad de entorpecer su poder de
batalla.”

“Eso es una locura”.

“A este punto, no puedo hacer otra cosa que no sea pensar que puede ser verdad. La partida de
Su Majestad hacia la Provincia de Bun puede que sea algo de lo que no tenía opción, más allá
de la situación en la que estaba Tetsui. En cualquier caso, él incluso se atrevió a dividir el
ejército de Asen, ¿verdad? Quizás Su Majestad estaba perdiendo un tiro del arco de Asen”.

“Pero cuando Gyousou-sama previamente envió al Taiho a Ren, envió a Asen con él como
protector. Si él tenía alguna duda sobre él, ¿habría hecho algo como eso?”

“Pero Sougen estaba con él también. Sougen, Seirai y el Daiboku del Taiho, Tansui, estaban
acompañándolo. Contando con sus subordinados, el Taiho tenía ocho súbditos con él. Incluso
si Su Majestad sospechaba que Asen no era bueno, no había mucho que pudiera hacer. Y
porque Asen fue con él, él no participó de la cacería de invierno. En resumen, nunca fue
informado de los detalles del plan. Es posible que Su Majestad lo asignara a una misión para
mantenerlo en la sombra.”

Risai no respondió. No aceptaba todo lo que Kaei le estaba diciendo. No creía, pero había
elementos que encontró convincentes. Una insurrección había estallado en la Provincia de

- 118 -
Bun. Tetsui había quedado atrapada en caos. La manera en la que Gyousou-sama fue inducido
a ir allí, y la manera en la que Taiki fue enviado a Ren para mantener a los detalles de la purga
lejos de él (y que Asen lo acompañó como protector) los dos incidentes tenían un aroma
familiar.

Ella casi podía decir que había algo diferente en la forma en la que ambos se habían
desarrollado naturalmente. Todo era “normal” dentro del ojo del huracán. Todo se veía como
se suponía que debía. Pero a su vez ella podía ver al lobo vestido de oveja. O al menos eso es
lo que pensó que debía ver.

Era como si la ligera sensación de incomodidad podía jugar con su imaginación, pero de
alguna manera no podía evitar ignorar. Y había algo que una vez escuchó: como, en tácticas,
Gyousou y Asen se parecían tanto el uno al otro.

Quizás… Risai inconcientemente tomó un respiro. No lo había visto tampoco. Nadie había
notado que debajo de la superficie, dos fuerzas unidas habían estado probando los punto
débiles del otro, atrapados en una feroz competencia. Pero ¿no habían visto las olas yendo de
aquí para allá jugando sobre la superficie?

La mayoría de las personas lo había pasado por alto, pero otros lo habían notado. En ese
momento Kaei había sentido ese sentimiento de anomia, y al mismo tiempo Risai sentía algo
en el viento. Acá y allá un gran número de gente agarró un ligero olorcito de algo extraño,
solo exagerado por los enredantes rumores no mostraba ninguna señal de apaciguamiento.

Risai tembló ligeramente. Dos días, en adelante, a la primera hora del día estaría dejando
Kouki para ir a la Provincia de Jou. Una revuelta había estallado en la Provincia de Jou.
Cuando consideró a los generales que quedarían atrás, sintió que ir a la Provincia de Jou era
lo que había que hacer. Pero todavía…

“Risai, si todo esto prueba que son temores infundados, está bien conmigo. No, es solo mi
cobarde naturaleza dando lugar a estas injustas sospechas.” Kaei agarró su mano y dijo,
“Vuelve sana y salva. Y ríete de mí por ser una chica tan tonta”.

Risai asintió.

El día después del siguiente, Risai dejó Kouki a la primera hora de la mañana, su corazón se
aferró en la oscuridad.

Esa fue la última vez que vio Kouki.

- 119 -
Capítulo 21

Risai tomó un profundo respiro y apretó la joya con su palma. “No tenía opción que ir a la
Provincia de Jou. Quince días después de haber dejado la provincia de Zui, llegué a la
Provincia de Jou. Varios días después de cruzar la frontera, un joven funcionario entró
corriendo a nuestro campamento”.

“Por favor, ayúdenme”, dijo. “Van a matarme”. Todo su cuerpo temblaba y estaba en pésimas
condiciones. No se veía como un funcionario gubernamental. Él estaba vistiendo las sucias y
campestres vestimentas que usan los campesinos, lo que indica que se estaba haciendo pasar
por refugiado para escapar de sus perseguidores.

“Soy un criado del Daibiku del Ministerio de Primavera. Fui asignado al Castillo de los Dos
Gritos”.

Él presentó su insignia. La insignia estaba decorada con una longitud de un lazo plateado del
ancho de tres dedos. El color y la longitud diferenciaban el tipo de rango de la persona. La
insignia que tomó de su destrozado bolsillo era realmente la del Nisei-shi del Daiboku del
Ministro de Primavera. Como su nombre sugería, Nisei-shi atendía en el Hakuchi en el Nisei-
kyuu (“Castillo de los Dos Gritos”).

“¿De qué se trata todo esto, Nisei-shi?”

“Es el general. El general de la Guardia del Palacio. La Guardia del Palacio de la Derecha”.

“Asen”.

“Si. El ex general de Jou. La noche del terrible desastre, él se mostró en el Catillo de los Dos
Gritos acompañado por una falange de soldados. Preguntó si el castillo había sufrido algún
daño y si alguno de nosotros estaba herido. Por cierto, nadie debe abrir las puertas del
Castillo si autorización del Daiboku. Pero la situación era como era, las puertas fueron
abiertas y al general se le permitió entrar”.

“¿Y entonces?”

“Tan pronto como entró dentro de los muros del Castillo, el general de Jou (Asen) trató de
matar al Hakuchi. Pero su espada pasó justo a través del Hakuchi sin tocarlo. Habiéndose
dado cuenta de eso, les ordenó a mis colegas que trajeran un faisán, una de las aves usadas al
final de los rituales bajo la jurisdicción del Palacio en tiempos conservadores. Rodeados por
soldados y amenazado por sus espadas, mis colegas los guiaron al lugar y regresaron con un
faisán. Entonces Asen lo mató y cortó su pata. El pájaro fue disecado en un jarro y quemado
en un hoyo”.

Él cubrió su rostro con las manos. “Llegaron a asesinar a todos los funcionarios”. Él apenas
había logrado escapar, gracias al daño que causó el meishoku. “Yo siempre tuve un mal
presentimiento desde que Asen llegó. Habían habido rumores que decían que Su Majestad era

- 120 -
perseguido por alguno de los generales y se instaló en la Provincia de Bun para escapar a un
asesino persistente”.

“¿Qué hay de estos rumores?”

“Bueno, han estado rondando por mi mente. Por eso pensé que esos malos presentimientos no
solo estaban en mi cabeza. Por eso me oculté en las sombras y me encogí tanto como pude y
busqué una forma de salir de allí. Cuando las cosas se pusieron realmente inciertas, me metí
en medio de los escombros. Encontré un hoyo y me deslicé al exterior”.

Bajo la cubierta de los alrededores que cubren oscuridad y desorden, este joven funcionario
regresó a sus escondites. Guardias pronto vinieron por él. Él era capaz de esconderse bajo el
piso y evitar ser capturado. Pero a este momento escuchó a los guardias hablar de cómo los
cuerpos no se sumaron correctamente y que uno probablemente hubiera escapado.

“Lo hice fuera del castillo a través de capa de mis dientes y oculto en un vagón cargando
todos las cadáveres. Me hice el muerto y pasé las puertas. Logré arrastrarme lejos mientras el
vagón era descargado en el cementerio del templo a las afueras de Kouki. Me dirigí hacia los
territorios de la Provincia de Zui primero, pero descubrieron el aire de los cuerpos que allí
operaban y me imaginé que debía ponerme a distancia de Zui. Me mezclé con los refugiados y
huí hacia acá.”

Él agarró las manos de Risai como si se aferrara de su vida. “Por favor, ayúdeme. Asen de
seguro me matará”.

Risai asintió. “No te preocupes. Me ocuparé de esto”. Le ordenó a un ayudante de


campamento que le encontrara un lugar para descansar, asegurándose de no revelar su
presencia, y de no hablarle de eso a nadie más.

Ella preparó dos comunicados. Uno se lo dio a un ayudante de campamento y lo envió a


Kouki con el pretexto de solicitar asesoramiento en someter un levantamiento. Lo que allí
contenía era una carta secreta que debía ser entregada a la dirección, y que no debía caer en
otras manos. El contenido del comunicado era Haboku, en el Palacio Imperial.

Al mismo tiempo, ella envió un segundo comunicado por un ave mensajera a Sougen en la
Provincia de Bun.

Asen estaba detrás del golpe de Estado. Ella encubrió a Nisei-shi entre el campamento y
solemnemente procedió a la Provincia de Jou. Diez días después fueron interceptados por
caballería alada adornada con la insignia identificada como las tropas bajo el mando de Asen.
Llevaban un documento oficial que llevaba un sello rojo chillón.

“Ya sabemos que se ha estado comunicando y ha encubierto a Nisei-shi”, dijo el capitán del
escuadrón. “Y que con el objetivo de apoderarse de la pata del Hakuchi, entró al Castillo de
los Dos Gritos y asesinó a los funcionarios oficiales” A lo que agregó que ella también había
asesinado a Gyousou y a Taiki. “El general Ryuu ordenó que regresara al Palacio Imperial.
Sería mejor para usted no hacer las cosas peor y no resistirse”.

- 121 -
Ella, por supuesto, insistió en que no lo conocía, pero el capitán obviamente sabía que él
estaba secretamente en algún lugar del campamento. El joven funcionario fue retirado de las
filas y matado sin ninguna palabra. “No interfiera”, le advirtió el capitán, pero Risai no
dudaba que tendría el mismo destino camino a Kouki.

La caballería aérea la cubrió como si fuera una blanda manta. Risai solo fue capaz de escapar
porque se habían dignado a dejarla montar su kijuu, Hien. Con la ayuda de Hien, apenas fue
capaz de salir. Risai tenía varios amigos y asociados en la Provincia de Jou con los que podría
volver. Su inmortalidad jugó un papel importante también.

A partir de ese día, Risai estuvo al borde de la ley.

Risai quería llorar. No había peor calumnia que ser etiquetada de traidora en su propio reino.
Su nombre se ensució más allá de la razón, pedía refugio donde pudiera encontrarlo y
sobrevivía día a día.

Muchos de sus antiguos amigos le creyeron y simpatizaron con su situación. Pero otros la
acusaron, preguntándole cómo pudo hacer tal atrocidad. Peor hubo algunos que intentaron
entregarla. Y una porción de aquellos que no fueron juzgados por su refugio, y como parte de
la “alta traición”, sus cadáveres fueron tirados al estiércol a la puerta del verdugo.

“Por un año… más de un año… No hice nada que no fuera correr y esconderme a diario.
Mientras viví como vagabunda, Asen estaba consolidando su poder y fortificando el Palacio
Imperial. A la larga, se volvió claro para la gente que Asen era un usurpador, pero para ese
momento era demasiado tarde”.

Al mismo tiempo, Eishou y Gashin desaparecieron de la Provincia de Bun. Muchos de los


subordinados de Gyousou se dispersaron por el reino y se ocultaron o fueron asesinados
secretamente. Nadie sabía que sucedía dentro del Palacio Imperial. Algunos hicieron y
presentaron críticas a Asen, pero su destino iba a ser golpeador o desaparecidos.

“Asen no iba a permitir la mínima crítica a su persona, o el mínimo respeto a Su Majestad. En


Tetsui, donde Asen conspiró por primera vez contra Su Majestad, su ejército arrasaba todos
los edificios y quemaba la ciudad hasta la tierra. Hizo desangrar mi provincia también. Rodeó
el ducado del Condado de Saku de Su Majestad, y la sitió a la misma. Oí que en los inviernos
posteriores, la muchos de los habitantes allí murieron”.

Youko estaba horrorizada.

“¿Asen odiaba tanto al Rey de Tai?”

“Aparentemente. Ni siquiera yo lo entiendo. Nunca he visto personalmente a nadie llevar tal


animosidad tan lejos y a tal distancia. A pesar de que lo mantuvo oculto, su aversión debió ser
profunda. Además, quemando la tierra, despoblando las ciudades y dejándolos a merced del
invierno… esto no fue solo para los territorios relacionados con Su Majestad. Las tierras de
quienes se oponían a Asen o lo criticaban tenían el mismo destino”.

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“Espere un minuto”. Habiendo oído que ahora Risai se había quedado en silencio, Shouryuu,
el Rey de En, elevó su voz. “Está destruyendo todo reino. Se está robando los rebaños del
reino solo para matarlos”.

Risai asintió. “Así me parece a mí también. Tendría sentido si Asen hubiera matado a Su
Majestad y usurpado el trono para reinar en su lugar. Sin embargo, así no parece que sea.
Parece que Asen no tiene interés alguno en gobernar a Tai.”

Risai no podía creer se haya levantado hasta el saqueo, el cual le provoca a Gyousou
amargura. Tampoco ella creía que fuera opuesto a sus motivos. Según los rumores, una de las
dos “joyas de la corona” se convirtió en rey y Asen resentido se convirtió en su subordinado.
Esta teoría la sorprendió de lo tan simple que era. Esa fue la razón de por qué nadie sospechó
de Asen. Sus motivaciones no eran así de obvias.

Por el contrario, Risai sintió que Asen estaba actuando fuera del odio de Tai. Asen no era
inconciente de que estaba destruyendo el reino que gobernaba y que enviaba a la gente a su
extinción. Consecuentemente, se puso más allá del alcance de nadie.

“Cuando hubo una rebelión, Asen no intentó un enfoque estratégico, enviando tropas para
suprimirla, o mirar atentamente a la oposición y esperar algo para aparecer, o algo así. Él
habría enviado su tropa entera allí. Sin una palabra de advertencia, quemó y saqueó las aldeas
y sacrificaron a los habitantes. Ni siquiera se molestó en perseguir a los que trataban de
escapar. Si esto sucede una vez más, simplemente haría lo mismo de nuevo”.

“Pero no hay forma que un reino así pueda continuar existiendo”.

“Así se podría pensar, pero…”

Ella no entendía como las cosas habían llegado a este estado. Mientras se manejaba de esa
manera, no mostraba signos de perder seguidores. Ella no creía que fueran seguidores
simplemente por miedo.

Marcada como traidora y constantemente en la marcha, regresó a Tai por la búsqueda de


Gyousou. Durante ese tiempo, intentó agrupar a cualquiera que tuviera dudas sobre Asen o
estuviera inclinado en su contra y montar un rebelión. Pero, sospechosamente, tales esfuerzos
siempre se derrumbaban en el último minuto. Tenía que haber traidores entre ellos que
sabotearan la causa.

Aquellos que llevaban sus críticas a Asen y elevaban sus voces contra su naturaleza inhumana
el día anterior al día en el que se convertían en sus ardientes seguidores. La misma tendencia
se observó entre los nobles.

“Un día los Señores Provinciales tenían nuestro apoyo y nos estaban apoyando, y el día
siguiente nos estaban vendiendo a Asen. Para mantener sus posiciones, cedieron ante Asen
como si sus columnas vertebrales hubieran sido arrancadas de sus cuerpos. Apartaron sus ojos
de cómo la soberanía de sus tierras era violada y sus súbditos asesinados.”

- 123 -
Era enfermante. Eso era lo que se decía de boca en boca. Y ciertamente parecía una plaga.
Aquellos infectados perdieron la voluntad de oponerse a Asen. No importaba las atrocidades
que fueran cometidas frente a sus ojos, no sentían ni siquiera un poco de compasión.

“Suena como lavado de cerebro”, murmuró Youko para sí. Usando una técnica así, las fuerzas
conquistadoras barrieron con Tai. En cualquier caso, parecía que nada podía parar a los
traidores.

“La gente de Tai no tiene los medios para salvarse”, jadeó Risai.

Youko rápidamente agarró su mano. “¿Estás bien?”

“Si”, respondió firmemente, pero su voz fue interrumpida por respiraciones forzadas. Oscuras
sombras rodearon sus ojos cerrados.

“Está bien. Esto será todo por hoy. Necesitas descansar”.

Risai agarró la mano de Youko, poniendo remarcable fuerza en sus delgados dedos. “Por
favor. Salve a Tai”.

Youko apretó la mano a su vez. “Entiendo”.

Koushou se había retirado por corto tiempo. Llamado por Koukan, regresó. Después de
decirles, que se apresuraran, Youko dejó la habitación con una evidente reticencia.

Miró los rostros de Shouryuu y de Koukan. “No puedo abandonarlos. No lo haré”.

“Youko”, dijo Shouryuu en una reprensión baja.

“Usted lo escuchó, ¿verdad? ¿Cómo se supone que mire a otro lado? ¿Qué buen gobernante se
mantiene al margen y deja que estas cosas ocurran?”

“Youko, ese no es el problema”.

“¿No se dice que el Cielo gobierna el Mundo Inferior según el camino que toma? ¿Cómo
puede fundir Tai y dejar las cosas como están? Usted dijo que el Cielo no lo permitiría, pero
¿es eso cierto? ¿Dónde está el Cielo de cualquier forma? ¿Quién es la persona que dice que es
lo que se permite o no?”

Tentei, el Señor Dios del Cielo, residía en el Cielo y gobernaba las acciones de la Divina
Providencia. Tentei nombraba al gobernante de cada reino. Pero incluso en medio de la
ceremonia, Youko no lo había visto o oído. Se decía que Él existía, se creía que Él existía, y
se aceptaba que el mundo existía de acuerdo a su palabra, y todavía no había habido ni una
sola persona que hubiera visto a Tentei.

“Si mi trabajo como emperatriz es sentarme en el trono acá y proteger Kei y ver a Tai caer en
desgracia haciendo nada, entonces pueden tomar el trono y quedárselo”.

Con tal declaración, Youko corrió hasta agotarse hacia los jardines.

- 124 -
Capítulo 22

En una cólera, Youko se dirigió al interior del Palacio Kinpa. Por un momento caminó sin
rumbo. Pasando a través de un grupo aislado de edificios, encontró un lugar pacífico con vista
al Mar de Nubes.

Los edificios del Palacio Kinpa cubrían las ondulantes colinas en la parte superior de las
montañas. Cortando a través del patio del castillo y pasando a través de u túnel de rocas, llegó
a un pequeño valle situado entre algunos afloramientos de piedras.

El valle terminaba en la proyección dentro del Mar de Nubes. Era un pequeño pedazo de
tierra, decorada solamente por pocas glorietas. Además de flores que adornaban los tallos del
césped de verano, no había mucho que ver.

Youko suspiró para sí. Los árboles que se posaban en la cima de las paredes rocosas dejaban
caer sus sombras sobre ella. Nada más había ahí pero el verde olor y el aroma de sal del
océano y la vista del Mar de Nubes se expandían frente a ella.

“nunca supe que había un lugar como este…” se preguntó Youko en voz alta, sentándose en el
pasto.

Escuchó el grito de un ave y el rugido del océano. Nunca imaginó que podría haber un lugar
como ese en el Palacio Kinpa. No tenía uso para la mayoría de la extensa arquitectura del
Palacio Imperial y no se había molestado en encontrar que había.

Youko descansó su pera en las manos. “No es tan malo”. No tenía idea de donde se
encontraba. Y realmente ni idea de cómo encontrar el camino de regreso.

No era simplemente el Palacio Imperial. Había un pequeño lugar en este mundo que no había
sido tocado. Las paredes y los pilares estaban suavemente decorados con colores y dibujos.
Pocos lugares habían sido como la naturaleza los hizo. Parques y jardines no eran la
excepción, con pérgolas y piedras colocadas en todos los lugares posibles.

No había nada que hacer acá sino mirar el Mar de Nubes. Este lugar había sido pasado por
alto por todos los gobernantes anteriores. Las glorietas tenían aspecto de abandono. Toda la
pintura se había ido. Pero su aspecto engendró sentimientos de alivio. Le ocurrió nuevamente
que era una extraña en una extraña tierra.

Después de haber puesto su corazón y mente en ser la emperatriz, que apenas pensabas
pensaba en su tierra natal. Ahora y cuando las memorias regresaban a su mente, se sentían
como las imágines de un sueño. Ya sea que los hubiera olvidado o almacenado en una caja,
escuchar de Taiki le perturbaba internamente. Una larga y latente nostalgia. No lo llamaba
nostalgia, pero cuando pensaba que nunca regresaría, sentía una dolorosa sensación de
pérdida.

Un kirin de su época, de su mismo vecindario. ¿Qué estaría haciendo ahora? Que no hubiera
sido un shoku debía significar que había regresado a ese mundo de ensueño. Pero ¿por qué él
no podía regresar de nuevo?

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Mientras se desconcertaba escuchó pisadas. Mirando sobre su hombro vio al jefe de sus
súbditos. “Me encontraste demasiado pronto, Keiki”

“Yo sé dónde Su Majestad se encuentra todo el tiempo. Koukan la estaba buscando”.

“Oh”.

“El Rey de En parecía disgustado”.

“Sin duda”.

“¿Podría sentarme?”

“Adelante. ¿Qué piensas, Keiki?”

“¿Sobre qué?”

“Tu eres una criatura benevolente. ¿Crees que deberíamos dejar a Tai a un lado?”

Sentándose a su lado, Keiki miró al Mar de Nubes por un largo rato antes de hablar. “La gente
de Tai se encuentra en una lamentable situación”.

Youko asintió. “Escuchamos que el caos está en Tai, pero es peor de lo que podríamos haber
imaginado”.

“Sin lugar a duda. Si el trono verdaderamente estaba vacante, no hubiera tomado más de seis
años en arreglarse. Normalmente, es raro que estas terribles condiciones persistan más de seis
años. El caos que precedió el Ray de Tai cuando asumía el trono no era fuera de lo ordinario”.

“¿Alguna vez has ido a Kouki?”

“Si. Incluso poco después de la coronación, el desorden era relativamente menor. Así es
probablemente como la corte provisional se debió haber llevado a cargo”.

“Mm.” Murmuró Youko. Miró a Keiki. “Entonces, ¿qué clase de persona es Taiki?”

“Es bastante pequeño”.

“Cuenta”, dijo Youko con una sonrisa. “Tus claras explicaciones son totalmente opacas”.

“¿Es así, entonces?”

Youko rió. “Bueno, fue siete años atrás. Por lo que puedo decir, probablemente habrá
cambiado desde entonces”.

“Si”, respondió Keiki.

“Si fueras expulsado del reino, Keiki, ¿qué harías?”

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“Volvería”.

“¿Y bajo qué condiciones serías capaz de volver?”

“Realmente no lo puedo imaginar. Taiki es bastante joven, pero entiende la carga que se ha
colocado sobre él. Por supuesto, las encuentra desalentadoras. Pero no importa que
calamidades lo puedan separar de Tai, él haría todo lo posible por volver. No puedo imaginar
las circunstancias de lo contrario sería verdad”.

“Supongo que no es posible que el Rey de Tai esté con él allí”

Keiki reflexionó. “No lo creo”, respondió.

“¿Por qué no? Si crees que volvería si quisiera, entonces quizás la única otra posibilidad es
que no quiera. Quizás está escondido con el Ray de Tai”.

“Si el Rey de Tai estuviera con Taiki, entonces no tendrían necesidad de ocultarse. Este no es
un caso en el que el Ray de Tai pierda la fe de sus súbditos y huyan del reino. Con el kirin a
su lado, ningún ejército lo pararía en su camino al Palacio Imperial”.

“Si, supongo”.

Youko se perdió por un momento en sus pensamientos. Keiki soltó lo que pensaba, “No creo
que esto envuelva algo tan sencillo”.

“¿Por qué?”

“Porque un meishoku fue reportado. Un meishoku es un shoku traído por el grito de un kirin”.

“Un grito…”

Viajando de un lado a otro entre el aquí y el allá requiere la utilización de la Puerta de Gogou.
Al acceder a los poderes sobrenaturales de la Luna, una puerta puede ser abierta en la sombra
de la Luna. Pero no todos podían hacerlo. Los mágicos dones necesarios para abrir la puerta o
las habilidades equivalentes eran necesarias. Aquellos calificados incluían los rangos más
altos en montaña de hechiceros, kirin, y sus designados youma.

Sin embargo, la Puerta de Gogou naturalmente no podía ser abierta en medio del día. Era
también dicho que no podía ser abierta en medio del Mar Amarillo o sobre el Mar de Nubes.

“Un meishoku no se apoya en el poder de la Luna. Los poderes de un kirin solo crean un
pliegue en el tiempo y el espacio. Eso solo hace el asunto más grave. A pesar de que ocurra a
una baja escala, no obstante, es un shoku. Si hubiera ocurrido en medio de una ciudad, una
gran cantidad de daños se hubiera provocado. El kirin no querría haber sido afectado.
Consecuentemente, raramente se hace. Nunca lo he visto hacerse”.

“Hu”.

“Por otra parte, dudo que Taiki sepa como traer un meishoku”.

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“¿Puede un kirin no saber sobre estas cosas?”

“En el caso de Taiki, él es un taika, nacido en Yamato y crecido allí hasta la edad de diez.
Como resultado, no comprende bien los asuntos de kirin”.

Youko inclinó su cabeza confundida a un lado.

“No estoy seguro como expresarlo. Usando palabras que expresen la naturaleza de la bestia es
bastante difícil. Nunca he provocado un meishoku, pero creo que he tratado. No puedo
concretamente regresar la memoria, pero tengo la sensación de cómo puede ser un meishoku.
Eso es un meishoku, pero eso es una cosa terrible, y no debo traerlo excepto bajo
circunstancias extremas. Esa es la esencia principal que siento”.

“Wow”.

“Hay muchas otras cosas de naturaleza similar. En nuestra juventud, tomamos la forma de una
bestia. Aprendemos como tomar forma humana. Aprendemos como hacer transición, pero no
podemos recordar cuando o bajo que clase de circunstancias lo hicimos. Si presiona, solo
puedo decir: de algún modo en algún momento”.

“Supongo que es como cuando un niño humano aprende a caminar y hablar”.

“También lo creo. Muchos poderes de kirin y habilidades llegan a nosotros cuando solo
somos bestias. El meishoku es un ejemplo de ello. No podría decir cuando ese conocimiento
vino a mí. Solo que cuando vino, lo reconocí como lo que era. Estoy seguro que traté cuando
era bastante joven, ver que pasaría. Es un sentimiento como cuando un día te das cuenta que
tienes piernas y corres tan rápido como puedes para ver que pueden hacer esas piernas. Pero
Taiki es un taika. Él vivió por diez años en Yamato antes de volver, y creció todo su vida con
la forma humana”.

“¿No estuvo en ningún momento como bestia?”

“No, no lo hizo. Un kirin sin memoria de sí como bestia perderá muchos de los poderes que
debería tener como kirin. Cuando lo conocí en el Monte Hou, no podía transformarse y no
había domado al youma como su shirei. Y tampoco yo creía que él supiera traer un meishoku.
Creo que algo ocurrió que lo hizo instintivamente. Algo muy malo. Algo muy terrible para su
persona. Mientras esté sepultado en el vórtice, Taiki no puede volver”.

“Veo”, dijo Youko. Recordó a su madre por un minuto. “Sin embargo, ¿no deberíamos salvar
Tai, Keiki?”

Keiki le regresó la mirada, y a continuación evito sus ojos.

“Por favor no me haga preguntas, no pienso contestar”.

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Interludio

Las impurezas se acumulaban. El muchacho no esa conciente en lo más mínimo. Para estar
seguro, solo la bestia que presionaba dentro estaba lastimada, y no dentro del escudo
“humano”. Y, por supuesto, nadie más tenía la menor idea que esto estaba pasando. Sus
atenciones estaba puesto en la cantidad de extraños accidentes que parecían ocurrir a donde
fuera que el fuera.

“Esta es la segunda vez que mi hijo se lastima jugando con él”, la mujer cacheteó a su madre.
“Ahora tiene una fractura en la cabeza. ¡Mantenlo lejos de mi hijo!”

Su madre la miró irse y largó un suspiro.

“Se cayó por sí mismo,” gritó su hermano. “Él nos estaba persiguiendo agitando un palo,
tropezó con sus propios pies y cayó en la zanja”.

“¿Con que así es?” dijo su madre mayormente para sí.

“Él está siempre jugando con cosas como esas. Ocultando nuestras cosas, empujándonos,
esperándonos de camino a casa y tirándonos cosas. Se merece lo que le pasó.

“Oh, no digas cosas así”

“¿Por qué? Él es el matón. Se lo merece, ¿verdad?”

“Dije, no más”, afirmó rotundamente su madre.

El objeto de su regaño apuntaba a su hermano y su madre. “Es su culpa. Algo le paso cuando
se fue. Es diferente ahora. Todos hablan de cómo los ahuyenta. Y yo soy el único que paga
por eso”.

El muchacho agarraba su cabeza porque era cierto.

En el comienzo, la gente a su alrededor había sido alegre y simpática, celebrando su regreso


con grandes muestras de afecto. Cuando eso acabó, solo extrañas miradas quedaron. A lo
largo, creció acostumbrándose a eso, entumecido. Luego vino un cortés aislamiento. Fue
llamado “fuera de lo común. Y los otros niños del barrio lo utilizaban para atormentarlo. Su
hermano también quedó atrapado en ello.

“No tiene nada que ver conmigo, pero también me abuchean, me empujan y me lanzan
cosas”.

El hermano menor parecía estar al borde de las lágrimas. Levantó un juguete y se lo lanzó.

“¡Detente en este mismo instante!”

“¿Por qué siempre estás de su lado?” gritó, mientras continuaba a lanzar lo que pudiera
agarrar con su mano. Agotadas sus municiones, agarró a su hermano mayor.

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O más bien, trató de agarrarlo. Antes de que pudiera hacerlo, un tablón de madera se cayó
sobre su cabeza. Un trozo de la estantería inferior al dintel de la sala abruptamente se cayó
sobre él. La tabla no era muy pesada, y logró evitar un golpe directo. Su hermano menor se
distanció, y entonces se dio cuneta de la calamidad que casi lo golpea, interrumpido por
fuertes gemidos. Su madre gritó también, corrió y lo abrasó a su pecho. Llegando a la
conclusión que no había sufrido ninguna grave herida, miró al mayor de sus hijos, sus ojos
estaban llenos de confusión entre miedo y preocupación.

Sanshi rió maliciosamente. Sanshi, regaño la voz de Gouran. Sanshi pretendía indiferencia.
“Ese es un pequeño niño malo. No podemos permitir que le haga mas daño a Taiki”.

Sanshi solo velaba por él. No tenía opción sino tolerar que lo alimentaran con alimentos
impuros. No entendía este mundo muy bien. Pero había entendido en su confusión, en el
estado semiconsciente en el que estaba que Taiki necesitaba alguien que cuidara su espalda
mientras estaba en detención. Sus carceleros eran pocos, y le proveían la mínima seguridad y
lo básico para vivir. Además, por lo que Sanshi podía ver, sus carceleros no estaban al tanto
que lo estaban envenenando.

“Los agentes del enemigo podrían estar en cualquier lado”.

Sus carceleros estaban siendo astutamente manipulados. Pero ¿Quiénes eran ellos? No
detectaba el deseo en ellos de dañar a Taiki. Ni parecían odiarlo o comportarse con hostilidad
hacia él. Deteniendo a Taiki así, y conspirando para cometer regicidio, probablemente surgió
de la animosidad hacia Gyousou.

Estrictamente hablando, Taiki no era el enemigo. En ese caso, las persecuciones y los
irrazonables carceleros podían ser pasados por alto. Sin embargo, cuando se trataba de otros…

“Solo una advertencia. A pesar de tenerlo cautivo, Taiki todavía es un kirin”.

Ella solo había alargado la mano oculta. Nada más podría minar la energía psíquica de Taiki.
Por lo tanto una advertencia debía ser suficiente.

“Me estoy comprometiendo lo más posible”.

Lo que Sanshi realmente quería hacer era tomar a Taiki y volar. Aparte del Rey, no había
nadie más en la tierra tan importante como el Taiho. Nada bueno podía venir de dejar que
esos campesinos se aprovecharan de él, forzándolo a vivir en estos humildes alrededores,
abusando por el curso del lenguaje, sin mencionar los intentos de golpearlo.

La tensión en su cuerpo y mente hacían difícil soportar tanta humillación en el


comportamiento de Taiki al cual se ve sometido. Si sus carceleros fueran quienes le
levantaran la mano, se suponía que ella pretendería no hacer nada. Sin importar cuan
irrespetuoso, cuan abusivo fuera su comportamiento, ella tenía que apretar sus dientes y
dejarlo pasar. Lo mismo con la comida contaminada con la que lo alimentaban.

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“No puedo soportarlo… Entonces, ¿Por qué Taiki tiene que soportarlo también? ¿Por qué el
Rey de Tai no viene a rescatarlo?” murmuró Sanshi para sí.

Desde las doradas sombras de la oscuridad, escuchó a Gouran responder en un tono similar,
“Si él vive…”

“Tonterías”

“Pero él fue llevado a la Provincia de Bun”.

Sanshi presionó sus manos contra su pecho. O así sería en el mundo real. Si eso era cierto… si
por casualidad los rebeldes habían tomado a Gyousou… si él ya estaba muerto…

¿Entonces quien vendría a salvar a Taiki? ¿Qué harían ellos si ese estado de cosas
simplemente continuaba así? Mientras esas cosas se le ocurrían, Sanshi sintió verdadero temor
por primera vez.

Aunque en pequeñas cantidades, los venenos se acumulaban. Oscureciendo el dorado brillo


que lo probaba. Si esto se prolongaba por muchos años, ¿qué sería de Taiki?

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Parte Cuatro

Risai se despertó en la oscuridad de la noche. Cuando abrió los ojos, alguien estaba sentado
en la oscuridad al lado de su cama. La luz de la Luna se derramaba a través de la puerta de la
sala. El sonido de una cigarra fluía a través de las montañas.

“¿Su Majestad?” dijo Risai.

La sombra levantó la cabeza y asintió. “Disculpa. ¿Te desperté?”

“Para nada”, murmuró. “Sabe, todo el mundo la ha estado buscando”.

“Si. Me escapé y me escondí, ves”

“¿Se escapó y escondió?”, preguntó Risai.

La Reina de Kei no lo había complicado. La habitación nuevamente cayó en silencio. Los


sonidos de la noche flotaban sobre las frías brisas. A la larga, la emperatriz habló nuevamente
desde la oscuridad.

“¿Qué clase de persona es Taiki?”

Risai pensó un poco. Viniendo de su mismo pueblo natal. La existencia de Taiki debe ocupar
un importante lugar en su corazón.

“Es pequeño y lindo”, dijo Risai.

Una suave risa respondió desde la oscuridad. “Keiki dijo lo mismo. Y le dije que tales
descripciones no eran de ayuda”.

Había humor en su voz. Risai tuvo que sonreír. “Así es como realmente es. Pequeño e
inocente. Cándido al extremo. Todavía con enormes reservas de empatía”.

“Sin duda es un kirin”.

“Él se parece a Su Majestad en cierto modo”.

“¿A mí?”

Risai asintió. “Él es muy relajado. Desde la perspectiva de mi rango y clase, Taiki es una
persona de muy alto estatus social, y todavía no actúa en esa manera. Gyousou-sama dice que
Taiki no es conciente de su posición social. No es que haga un mal uso de su autoridad y
rango, pero más bien no presta atención. Su Majestad parece estar en la misma posición. La
primera vez que oí a sus muchachas dirigirse a usted por su nombre, estaba bastante
sorprendida. Pero entonces pensé, ah, el Taiho es así también”.

“Veo”. Risai sintió una extraña sonrisa en el rostro de la sombra.

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“No hay tales clases sociales en Yamato. Bueno, no, existen, pero como un estado de mente
que como otra cosa. Mis muchachas, Suzu y Shoukei, son más mis amigas que mis sirvientas.
Superar las clases no parece algo simple de hacer”.

“¿Y el Daiboku? ¿También se dirige a usted informalmente?”.

“Si. No se si llamarlo amigo. Más que nada un colega”.

“¿Un colega?”

“Un colega es quien te ayuda a mantener el reino. Una vez fue conocido como un miembro de
la rebelión”.

“Un rebelde…” dijo Risai dudosamente.

La sombra de la chica asintió con gran sinceridad. “No mucho tiempo atrás, había un terrible
gobierno en Kei. Se gobernaba con mano de hierro y explotaba al pueblo. Yo recién había
ascendido al trono, y carecía del poder para gobernarlo desde el trono. Entonces, en vez, le dí
mi apoyo a Koshou. Para anular al gobierno, él eligió compatriotas de entre su gente (muchos
de los que temían a las déspotas reglas del gobernador y que temían criticarlo) y juntos
pasaron planeando meses la revuelta”.

Youko se inclinó hacia delante. La luz de luna iluminaba un lado de su cara. Tenía un aspecto
severo en su rostro, como si se armara de valor contra un profundo dolor. “Me pregunto si esa
clase de cosas serían posibles en Tai”.

Risai tomó un respiro. Así que este asunto era al que quería abordar. “No creo que sea así”,
dijo. Youko parecía a punto de agregar algo más, y Risai le cortó. “Entiendo lo que está
tratando de decir. Si la gente estuviera inspirada, no debería haber nada que pudiera pararla.
Sé que tonto suena (suena más como una excusa) de decir que tal cosa es imposible. Pero
debo insistir que así es como se encuentra”.

Risai miró al techo. A pesar de que la noche era de verano y que el aire llenaba la habitación,
Risai sintió un bloque de hielo en su corazón. Sus oídos dejaron de escuchar. Sin embargo,
todavía podía oír esa fría brisa de viento que soplaba.

“Yo escapé de las garras de Asen junto con pocos de mi tropa. Oí que fueron atrapados y
llevados de regreso a Kouki. No solo mis soldados, también los comandantes al servicio de
otros generales también. Muchos funcionarios huyeron por la presencia de Asen, y todos ellos
terminaron prófugos de la justicia, acusados de asesinar a Gyousou-sama y a Taiki, y
complotar para usurpar el trono”.

Al principio, Risai había interpretado esta serie de eventos en acontecimientos de tal


magnitud. “El Rey y el Saiho han muerto, y Asen se ofreció como para sacar adelante al reino
y encargarse del mismo en su lugar. Pero no todos lo secundaron. Las dudas sobre Asen
gradualmente surgieron, y para el momento en que un significante número de personas
estaban insatisfechas con su gobierno. Mientras buscaba a Gyousou-sama, yo sentí lo mismo
y se reunió con la coalición anti-Asen. Pero nada podía resultar de eso. Estábamos
construyendo un castillo fuera de la arena. No importaba cuan rápido nos organizáramos,

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siempre había un largo número de sospechosos desertores. Todo lo que construíamos estaba
condenado desde el principio.”

“Veo”

“Los desertores nos traicionaban por Asen, o simplemente desaparecían en la noche. Con el
tiempo, los compatriotas fueron silenciados. Ya habíamos perdido los lugares seguros donde
los voluntarios podían reunirse. Aquellos que no habían sido capturados fueron forzados a
esconderse bajo la tierra para escapar de los embragues de Asen. Aquellos que albergaban
dudas acerca de Asen entendía que un momento de descuido traería a todos a su alrededor al
vorágine. Si se sabía que un rebelde estaba en una aldea cercana, Asen no se escatimaría nada
en quemar esa ciudad hasta las cenizas. Incluso ahora, deben haber muchos con oportunidades
de ponerse en su contra. Pero es casi imposible, comunicarse los unos con los otros para unir
fuerzas”.

Risai dio una pausa y luego dijo, “Su Majestad debe saber acerca de los duros inviernos en
Tai. El Cielo nos ha dado la espalda. Los desastres nos golpean con cada vez mayor
frecuencia. Los youma inundan las tierras. Le tomaba al pueblo todo lo que tenían para
sobrevivir. La única pregunta que llegaba a sus mentes era cómo sobrevivir al siguiente
invierno”

“Se decía que la única razón por la que nadie quedara vivo era por el kouji. Habiendo
accedido al trono y reorganizado la Corte Imperial, Gyousou tomó acciones incluso antes de
entregar el Rescripto Inaugural. El riboku sobre el que el reino fue fundado, conocido como el
roboku, estaba localizado en el centro del Palacio Imperial. Gyousou hizo una solicitud al
roboku, y el Cielo le concedió una planta llamada keihaku.”

“¿Keihaku?”

“Si. El keihaku es una planta como un brezo. Crece libremente en los entornos duros,
produciendo flores blancas a lo largo de las estaciones, produce largos frutos del tamaño de
un huevo de codorniz. Cuando la fruta se quema, se quema como si fuera leña”.

Nadie puede sobrevivir a los duros inviernos en Tai sin combustible. Pero el carbón de leña es
un recurso limitado, y la gente requería una fuente adicional de energía. Se pensó que el
keihaku podía ser plantado en las esquinas de los campos. Una rica cosecha, seca y
almacenada, podía mantener las cosas hasta la primavera. Una sola persona podía preparar
suficiente carbón de leña para una familia, una gran bendición para el pueblo de Tai.

“El keihaku originalmente crece en el Mar Amarillo. Su Majestad hizo el pedido al roboku y
obtuvo uno para Tai también. La primavera en que Su Majestad desapareció, el keihaku
apareció en el roboku. Antes de que tres años pasaran, se pudieron ver flores blancas en cada
rincón de los alrededores de la Provincia de Sui. En medio de estos desastrosos
acontecimientos, la gente fue provista de medios para sobrevivir al invierno. La gente lo llegó
a llamar “el regalo del que vive en Kouki”, o kouji.”

“Entiendo”, murmuró Youko con una triste voz.

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“Si Asen fuera el verdadero rey ya habría agotado el Mandado del Cielo para este momento.
Pero no es el rey. Si no fuera un mero usurpador, su tiempo de vida sería limitado. Pero es un
hechicero también. Mientras nadie lo pueda eliminar o derrocar, la única persona que puede
quitarle el estatus de hechicero en el Rey, o si el Rey no vive, entonces el sello del Hakuchi.
Ni el Rey ni el Taiho murieron, pero nadie conoce su paradero. Consecuentemente, la
providencia no removerá la traición del medio”.

“Y por eso dices que la gente de Tai no tiene los medios para salvarse”.

“Si”, asintió Risai. Al mismo tiempo, vio la mirada de Youko, esperando ansiosamente cada
palabra suya, y su corazón le dolía en el pecho. Por favor ayúdenos, quería decir. Por favor
busque a Gyousou. Por favor busque a Taiki. Y saque a Asen…

Risai estaba a punto de hablar cuando Youko dijo suavemente, “Si el Rey de Tai está a salvo,
me pregunto si ¿no le importaría compartir el kouji con nosotros? Kei está empobrecida…”
Ella miró a la luna. “Se pone bastante fresco al norte de Kei durante el invierno. Los aldeanos
son particularmente pobres allí, donde algunos valiosos cultivos pueden cultivarse. No hay
ningún buen sustituto del carbón en el invierno. Estas tierras no son tan frías como las de Tai,
por lo que aquellas del norte están mal aprovisionadas contra el invierno. Las paredes son
delgadas, y las ventanas no son de cristal. Nunca parecen haber suficientes pieles. O, más
bien, nada más del mismo peso que pueda tomar su lugar. La gente del norte se cubre de
algodón y se acurrucan en motones hasta la primavera”.

“Oh”, dijo Risai simplemente.

“Por supuesto que el carbón de leña no hace la diferencia entre vivir o morir. En pleno
invierno, pueden aventurarse a los campos y cosechar frutos silvestres. Los inviernos en Kei
no son tan fieros como para llevar a la gente al borde de la muerte. No puedo hablar de los
invierno en Tai de la misma manera. Pero deseo apaciguar su sufrimiento”.

“Por supuesto”

“Oí que a pesar que el Rey anterior de Tai haya agotado los almacenes, dejó al gobierno en
condiciones justas. Keiki dice que la corte provisional fue dirigida con un grado de similar
competencia. Kei fue todo lo contrario. El mal gobierno de la ex Emperatriz fue remplazado
por una Emperatriz francamente no mucho mejor. Las recompensas de la tierra aún no se han
acumulado. Durante el reinado de la ex Emperatriz, los ministros se convirtieron en tiranos y
oprimieron al pueblo. Como el gobernador del que le hablé. Los malhechores corrieron
desenfrenadamente y aún no han sido purgados. Además, después de que la ex Emperatriz
muriera, una impostora se levantó y arrasó con el reino. Kei solo ha comenzado a resucitar.
Justo ahora, los ciudadanos que residen en las ciudades no tienen suficientes experiencias de
buenos tiempos que se merecen. Un país como Kei que está constantemente en caos no
conoce nada más que la pobreza”.

“Si”, dijo Risai.

“Siento lástima por todos ellos…” Youko hablaba bajito, con vos tensa, y un temblor en su
voz. “Y siento lastima por la gente de Tai. Tai está en peores condiciones que Kei. Más la
gravedad de las estaciones, los desastres naturales y las opresoras leyes del usurpador deben

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estar haciéndolos sufrir de tal forma que no lo puedo ni imaginar. El usurpador debe ser
eliminado y el legítimo Rey y el Taiho deben regresar a la capital. Yo…”

Risai alcanzó con su restante mano la mano de la Reina de Kei. “¿Y después qué? Usted no
puede movilizar sus tropas. La Reina de Kei no puede comandar a sus soldados que crucen las
fronteras de otro reino. Es un pecado que seguramente destruiría Kei”.

“Risai”.

“Por favor perdóneme. Estaba tan atrapada en mí que no contemplé mis imperdonables
pecados. Pero usted no puede hacerlo. Usted es la Emperatriz de Kei. No puede sentir pena
por el pueblo de Tai a expensas de su propio pueblo”.

Kaei, tenías razón. Y, todavía, sentía gran fuerza en su mano que la sostenía.

“No dejaré a Tai por su cuenta. Haré todo lo que esté a mi alcance. Tengo la intención de
presionar al Rey de En para que haga todo lo posible. Sin embargo, si la tarea supera mis
límites, entienda por favor. No puedo pedirle al pueblo de Kei, que aún no ha experimentado
una feliz era, que se resigne a otra era de caos”.

“Sus palabras son más que suficientes”.

Risai sonrió. En su corazón quería rogar: No nos abandone. Pero no podía. La persona frente
a ella era la Emperatriz de Kei. Risai no podía hacer nada que la alejara de su gente.

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Capítulo 25

Cuando Youko salió de la antesala contigua a la habitación de Risai, observó que tres sombras
paseándose frente al jardín interior. Uno grande, uno chico, y uno en el medio.

“¿Qué están haciendo acá, chicos?”

El más cercano saltó a ella como una marioneta a cuyas cuerdas se les han dado un tirón.
“Youko, ¿de qué estabas hablando con Risai? ¿No habrás…?”

“Soukei, ¿qué estás haciendo acá a estas alturas de la noche?”

“Suzu me llamó. Te hemos estado buscando por todos lados. Se decía que habías aparecido,
que le ordenaste a todo el mundo que se fuera, y que entraste a su habitación. ¿Qué estaban
discutiendo? No le prometiste nada…”

“Lo hice”

Shoukei se tapó la boca audiblemente. Sentándose donde estaba parada, Suzu solo sostuvo su
cabeza.

“¿No entiendes que significa eso?”

“Claro que si. Por eso prometí que haría todo lo que pudiera y no más.”

Soukei dio un gran suspiro y se sentó en el lugar. “¡No hagas eso! Casi me da un ataque”.

Suzu miró sorprendida a Shoukei. “Te dije que Youko no haría algo estúpido como abandonar
Kei”.

“¿Realmente parece que no estuviera jugando con todas las cartas? Vamos.” Youko bromeó y
golpeó como juego a Shoukei en el hombro. Dejando tales mentiras de lado, estaba contenta
de que no hubieran llamado a la caballería y revisado todos los cuartos.

“¿Y qué dices tu, Koshou?”

En respuesta a la pregunta de Youko, el hombre hizo un buen intento de disimular su


respuesta. “Yo, Um, solo hacía mi trabajo como su guardaespaldas”.

Youko sonrió. “En ese caso, endereza la cabeza. He estado dando vueltas todo el día. El
papeleo no se hará por sí mismo. Suzu, perdona, pero ¿podrías cuidar a Risai?”

“No hay problema”, dijo Suzu con un movimiento de mano. “Me encargaré de todo”.

Youko sonrió y volvió con Shoukei y Koshou de paseo. Por ahora, la pérgola reunió dos
siluetas más. Youko se detuvo y preguntó, “Y ¿qué pregunta sería mejor que qué están
ustedes dos haciendo aquí?”

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Las dos extrañas siluetas intercambiaron miradas. “Nada”, dijo Enho. “Tan solo mirando la
hermosa Luna. Eso es todo”. Miró a Koukan.

“Yo estaba buscando a Su Majestad. Me estaba agostando un poco, por lo que le pedí al
Taishi que me acompañe”.

“Pero por supuesto”, dijo Youko, inspeccionando a los cuatro. “No tienen nada de que
preocuparse no iba a enviar soldados a Tai. Incluso sabiendo eso, no había otra forma de pedir
ayuda. Me comprometí a hacer todo lo que pudiera, mientras no excediera los límites de lo
que puedo hacer. Risai dice que es algo con lo que puede convivir.”

Enho y Koukan asintieron claramente aliviados.

“Por lo que quiero pedirles al Taishi y al Chousai que averigüen todo lo que puedan, con las
limitaciones dadas por el Cielo, que su pueda hacer por el bien de Tai. Háganlo una prioridad,
y repórtenmelo lo más rápido posible”.

El día siguiente, los funcionarios encargados con la tarea realizaban una conferencia de alto
nivel. Trabajaron toda la noche hasta la mañana, pero fallaron al no hallar una solución
definitiva al asunto.

“Tomando el ejemplo de Su Majestad como precedente estaría sugiriendo escoltar al Rey de


Tai a Kei. Esta sería la premisa para tomar cualquier otra acción”. Koukan habló de la misma
fría y reservada manera en la que solía, aunque lo hizo parecer un poco demacrado. “Sin
embargo, no parece que el Rey de Tai haya huido de Tai. Si fuera capaz de dejar Tai, buscaría
refugio en cualquier otro lugar, y las noticias de esos esfuerzos llegarían a nuestros oídos. A
falta de tales pruebas debemos concluir que permanece dentro de los límites de Tai”.

“¿No existe ninguna forma de asegurarnos?” preguntó Youko. Miró a la asamblea oficial
reunidos en el Sekisui-dai.

“El fénix es la manera más rápida de realizar estas investigaciones entre los otros reinos”, dijo
Shouryuu, el Rey de En.

“Pero no hay ninguna forma de saber certeramente si el Rey de Tai solicitaría formalmente
asilo. Si busca refugio entre sus súbditos, antiguos colega, y conocidos que escaparon de Tai,
nuestras investigaciones no revelarían los hechos”.

Koukan asintió. “Si él buscó refugio, creo que sería en En. En es el más cercano de los
grandes reinos y sus costas se enfrentan con las de Tai entre el Kyokai. Además, el Rey de Tei
y el Rey de En tienen una relación cordial y han intercambiado diplomáticos. Si buscara
refugio en algún reino, sería en el de En”.

“Veo”.

“Una cosa en que los ministros pueden concordar es en que es improbable que el Rey de Tai
haya buscado refugio entre antiguos conocidos en otros reinos. El Rey de Tai es un hombre de

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espada. Además, seis años pasaron desde el último cambio de gobierno. No podemos creer
que un general de tal reputación estaría acobardándose de Asen que se escondería por seis
largos años. Tampoco estaría contento en esconderse en otro lugar, incluso siendo de un
querido amigo.”

“No, no lo haría. Y si buscara refugio entre viejos conocidos, seguramente se sentiría obligado
a difundir la palabra por todo el mundo, así el pueblo de Tai podría unírsele”.

“Eso no podría. La única conclusión lógica es que el Rey de Tai sigue en Tai. Sin embargo,
viendo que Risai-dono no tiene conocimientos de su ubicación, las posibilidades recaen en
que pudo haber sido capturado, o está esperando el momento oportuno para contraatacar. Las
probabilidades del primero son altas. En cualquier caso, con el objetivo de ampliar el asilo al
Rey de Tai, sería necesario primero viajar a Tai y buscarlo. Y eso sería como violar los
Decretos Divinos”.

Después de pocos momentos de pensar, Youko dijo, “Si la búsqueda fuera lo único implicado,
no necesitaríamos un ejército. Diga que yo… o alguien asignado por mí… entrara a Tai,
acompañado por un pequeño número de soldados. Si fuera una visita personal, ¿cómo esta
sería diferente de la que Keiki hizo previamente? Es natural para mí viajar con guardia
armada, y descubriendo que el Rey de Tai está ausente, nos pondríamos en camino para tratar
de encontrarlo”.

Koukan miró a Youko. “La opinión fue expresada que el Cielo puede hacer la vista gorda a
tales ideas, pero además de enormes incertidumbres envueltas, en el peor de los casos sería
desastroso para Kei. Los ministros coinciden que no es una opción viable. Me gustaría
explicar a lo que llegaron dentro de la categoría de lo ‘posible’.”

“Si se puede encontrar una forma, ¿qué hay del Taiho de Tai? Según con el testimonio de
Risai-don, un meishoku ocurrió al mismo tiempo en el que el Taiho desapareció. En ese caso,
nos arriesgaremos a que el Taiho fue llevado a Yamato o a China. Buscar al Taiho no
presentaría los mismos problemas que buscar al Rey de Tai. La pregunta recaen en como se
organizará tal Búsqueda”.

“¿Qué pregunta?”

“Primero que nada, solo una persona capaz de viajar a Yamato podría realizar la búsqueda. Y
solo una persona con el rango de conde, cuyo nombre está listado en el Registro de
Hechiceros. Además, de lo que averiguado al hablar con Su Alteza, fuera Yamato o China,
estos no son lugares donde una búsqueda puede ser llevada a cabo en gran números para
fisgonear de cualquier manera”.

“Capté”.

Mientras ella lo decía, Rokuta habló. “Una búsqueda a gran escala sería imposible. También
deberíamos olvidarnos de esta”.

“Si, sería difícil”.

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“La dificultad de la búsqueda en sí misma es la totalidad de la misma. Nosotros deberíamos
ser capaces de reunir suficientes hechiceros con un rango de condes o más, pero aquellos que
no son taika pasarán un mal momento allí”.

Youko parpadeó. Rokuta los miró y dijo, “En resumen, Yamato es un lugar más extraño de lo
que cualquiera podría imaginar en sus sueños más salvajes. El aquí y el allá nunca se
mezclan. Solo un shoku permite a la gente venir y a los ranka ir. En la mayoría, los kaikyaku
son arrastrados desde el este, desde Yamato. Dejando de lado el idioma, los kaikyaku se ven
igual que nosotros. Incluso aquellos quienes no nos tratan como ‘extranjeros’ ¿no te parece?
En pocas palabras, todo se reduce a la forma en la que la gente que de allí viene se ve acá”.

“Si, Eso es definitivamente verdad”.

“Así que no creo que sería un gran trabajo si alguien de acá llegara a allá. Pero el hecho es,
exceptuándonos a aquellos de nosotros que poseemos características particulares, la gente
ordinaria no puede ir allí. Solo ranka. Solo gente en su informe estado”.

“¿Informe estado?”

“Si. Vivos, y todavía sin forma. Nadie viaja de aquí allá en otro que no sea un estado prenatal.
Hay excepciones, pero esas son las reglar que los dos mundos acatan. De lo contrario es un
viaje de ida”.

“Pero Keiki viajó a Yamato para buscarme”.

“En efecto. Un kirin puede cruzar. Los hechiceros con un rango superior a conde también.
Aquellos cuyos nombres figuran en el Registro de Hechiceros. En práctica, creo que es mejor
estipular que solo los taika que figuran en el Registro de Hechiceros pueden saltar allá en los
cuerpos que poseen. Cuando Keiki fue a buscarte, ¿Cómo lo hizo?

Keiki asintió en respuesta a la pregunta de Rokuta. “Como el Taiho de En observaba, lo hice


en un estado ‘retorcido’.”

“¿Un estado retorcido?” preguntó Youko.

“Antes de viajar a Yamato en búsqueda de Su Majestad, lo consulte con En Taiho. Me dijo


que me tenía que colocar en un estado retorcido. Realmente no entendí de que estaba
hablando en ese momento, pero me dí cuenta una vez que puse el plan en acción. Sin duda, no
habría podido viajar de forma concreta por mí mismo”.

“No tengo la menor idea de que están hablando”.

“Es difícil explicar estos conceptos en palabras. Es por lo que no era visible para las personas
de Yamato. E incluso cuando observaban, veían como si fuera a través de un cristal
empañado. Como si vieran algo completamente diferente. Cuando la gente si me veía
certeramente, no me escuchaban o entendían lo que decía. O en otras circunstancias, solo oían
mi voz. Mantener la forma humana era difícil y estaba lleno de incertidumbre. Pude
repentinamente revertirme a mi forma animal, o disolverme en las venas de la Tierra. Justo

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como cuando estoy en este mundo, solo puedo estar seguro de mantener mi forma cuando
estaba en presencia de Su Majestad”.

“¿En serio?” preguntó Youko sorprendida.

Keiki asintió. “Allí no es definitivamente donde estamos destinados a estar. Es casi como si el
mundo constantemente nos repeliera de de presencia”.

Rokuta concordó. “Es bastante difícil para aquellos que no son taika mantener una forma
concreta allá, exceptuando a los espíritus o fantasmas. No pueden mantener una forma firme
en sus cuerpos por mucho tiempo. Y si pueden mantener sus escudos físicos, es bastante
inusual. Se convierten como en sombras. Esto se aplica a los Reyes como al kirin. Y acerca de
los hechiceros lo sufren más aún. Además, la gente de allá no sabe nada de este mundo. Todo
lo no corpóreo que se muestre allá causará un gran alboroto”.

“Entiendo”.

“Además, incluso si fueran forzados a pasar, no saben como es el aspecto de Taiki. Risai pudo
hacer un boceto que se le parece, pero seis años han pasado. Él es un taika, por lo que su
apariencia habrá cambiado también”.

Youko confundió la información. “Mi aspecto realmente cambió cuando llegué acá. ¿Qué
ocurre cuando regresas?”

“No se regresa”, dijo Rokuta firmemente. “Los taika nacen en el otro mundo desde el útero de
una mujer. Cuando nacen, están cubiertos por un cascarón que se parece a sus padres, llamado
taikaku. Cuando un taika regresa acá, regresa a su aspecto original dado por Dios. En el caso
del kirin, nuestros cabellos toman un tono de oro”.

“Si, eso tiene sentido. No pudiste haber nacido rubio allá”.

“Si. No entiendo todas las razones, pero se siente como una campera reversible. Cuando
regresas a Yamato, retomas la forma que tenías ahí. Por lo que pensarías que cuando volví,
me convertí en un esqueleto tambaleante de un viejo. Eso no ocurre. Cuando dejamos de
envejecer acá, nuestro taikaku parece detenerse también. Aunque las cosas no coinciden
perfectamente, estoy bastante seguro de que voy a caer en la misma categoría general”.

“Entonces ¿incluso si llevaras a Risai contigo, no hay garantía de que ella pudiera reconocer a
Taiki?”

“Así sería. Exceptuando que por el aura un kirin puede ser encontrado. Taiki fue llevado a
Yamato cuando todavía era un huevo. Yo fui quien lo encontró allá”

“¿Enki?”

“Se. Estaba en una excursión. O más bien, estaba allí para explorar algunas cosas. Y sentí el
aura de un kirin. Notifiqué al Monte Hou, y arreglaron una cita”.

“¿Eso significa que puedes buscar al kirin?”

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“Puedo. Excepto cuando digo que siento el aura, eso significa que primero debemos estar en
la misma área vecinal. Y lo que es peor, en ese entonces, sabíamos que por haber dejado la
rama estaba en Yamato. Pero eso nos llevo diez años. Esta vez, ni siquiera sabemos si está en
Yamato o en China. Podría haber sido llevado a otro lugar. Incluso con Keiki ayudándome,
fácilmente nos tomaría años”.

“¿Qué hay de una docena?” preguntó casualmente Youko, pero su pregunta dejó un silencio
atónito. “Bueno, supongo que hay reinos con tronos vacío, por lo que no llegaríamos a doce
de ustedes… ¿Qué? ¿Dije algo gracioso?”

Shouryuu suspiró. “Youko, no interferimos en los asuntos de otros reinos. Es una antigua
tradición. Cada reino se ocupa de sus propios asuntos. No buscan la ayuda de otros reinos, y
no buscan su cooperación en estas causas”.

“Pero el Rey de En me dio una mano cuando la necesitaba”.

“Eso es porque soy un taika y soy conocido como excéntrico”.

“Y adora meter las narices donde no lo llaman”, repicó Rokuta.

“Solo estoy diciendo como son las cosas. Los funcionarios no se reúnen en nombre de
cooperación mutua. Incluso si alguna vez un reino necesita ayuda de otro, estas cosas siempre
se hacen de forma diplomática. No tenemos aliados, solo intereses. Este es un mundo donde,
excepto por necesidad, incluso los vecinos evitan relacionarse entre reinos”.

“Entonces incluso con doce reinos, ¿nadie nunca formó algún tipo de Naciones Unidas ni
hicieron algo juntos?”

“La historia no habla de ningún precedente”.

“Porque expresamente no está permitido, ¿cómo invadir otros reinos?”

“Mmm…”. Rokuta y Shouryuu intercambiaron miradas. “Nunca se ha confirmado de un


modo u otro. El hecho por sí mismo es extraordinario simplemente no ha ocurrido antes”.

“Sin lugar a duda”.

“Pero probablemente no hay otra manera. El Rey de Tai no puede escapar de su reino. Tales
rumores llegaron a nosotros. Lo más probable es que Taiki haya sido llevado allá y no pueda
volver. Lo sabemos simplemente porque no ha regresado. En ausencia del Rey de Tai y de
Taiki ¿Qué esperanzas tiene el pueblo? Incluso si hay más personas como Risai, organizando
gente y levantando un ejército sería imposible, ¿o no? Tai no puede salvarse. Por eso los otros
reinos deben prestarle una mano. Si no tenemos suficientes kirin, entonces debemos pedirles a
los otros reinos su ayuda”.

Youko tomó una pausa y dijo, “En primer lugar, ¿no hubo ninguna oposición cuando en Tai
se anunció el cambio de gobierno? El fénix no cantó, y sin embargo un nuevo Rey fue

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entronado. No importa como lo veas, eso está simplemente mal. ¿Nadie se molestó en ver por
sí mismo que estaba pasando o en confirmar los rumores?”

“Naturalmente, nosotros…” Decía Shouryuu, pero Rokuta interrumpió. “Al principio,


emisarios formales e informales observadores fueron enviados a Tai, pero no se les permitió
entrar a Kouki. Al no tener un punto de vista del cual observar, adoptaron una postura de
espera y mira. Desde entonces, las cosas han sido abandonadas a su propia suerte. Yo, por mi
parte, he instado a que las cosas en Tai sean investigadas, y que encontraran formas de ofrecer
asistencia”.

“Pero, por supuesto”, dijo Youko con una leve sonrisa. “Entonces en cuanto a los otros reinos
se refiere, están atados, ¿verdad?”

Todo el mundo en la sala se quedó atónito. “Su Majestad…” regaño Keiki en voz baja.

Koukan y Enho parecían paralizados por la sorpresa. Shouryuu movió las cejas en algo
similar a fruncir el ceño. “Creo que eso estuvo fuera de lugar”.

“Pero es la verdad, ¿no? Nos estamos quedando a un lado viendo el tiempo pasar. Tarde o
temprano el ranka de un nuevo kirin de Tai comenzará a crecer. Todo se remonta al principio.
Y en En, a nadie se le erizan las plumas”.

“Si, eso es todo”, respondió Rokuta antes de que Shouryuu pudiera interponerse.

“Rokuta”.

“Esta costumbre de no intervenir en los asuntos de otros reinos es, cuando la ves, nada más
que una excusa. El hecho es que, en el caso de Youko, tú estuviste metiendo tus narices en
cada cosa que ocurría. No encontraste ninguna buena razón para involucrarse, porque el Rey
de Tai y Taiki no están acá y no pueden pedirlo personalmente. Me atrevo a decir, que no has
intentado lo suficiente de encontrar una buena razón, y eso es porque ese pequeño foso
llamado Kyokai separa a En y a Tai”.

Shouryuu estaba apunto de responder cuando Rokuta agitó sus brazos. “No me des nada más
de tus patéticas excusas. Al final del día, estás preocupado por los refugiados. Refugiados que
corren de otros reinos hacia En. Por eso mantienes un ojo puesto en Kei y Ryuu y realizas un
seguimiento de su evolución, y echas una mano si puedes. Pero está el Kyokai entre En y Tai.
No hay muchos refugiados que crucen el Kyokai a En. Comparado a Kei, no es nada. Tan
solo un pequeño daño llegaría a En si permaneciéramos sin hacer nada”.

“Te refieres a que es porque no está en los intereses nacionales de En”.

“A eso me refiero”.

“Yo soy el Rey de En”, dijo Shouryuu bruscamente. “Por supuesto que actuaré en nombre de
los intereses nacionales de En. ¿Me culpas por eso? Esa es la única razón por la que existo”.

Rokuta miró a Youko como si buscara apoyo moral. “Eso es lo mejor que puedes esperar de
un tipo como él. Incluso si eres el único hombro en el que se puede apoyar, tiraré todo mi

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peso en contra de sus esfuerzos. De un u otro modo, quiero tener al pequeño mocoso de
regreso acá”.

“El pequeño mocoso”.

“Realmente era pequeño. Y totalmente tímido. Pero no sin sus encantos. Me lo he encontrado
en varias ocasiones. Si está sufriendo donde quiera que esté ahora, quiero ayudarlo”.

“Y yo haré todo lo que pueda”

Shouryuu golpeó la mesa con su puño. “Kei todavía se sitúa al borde del caos. ¿Debería la
Reina de Kei dividir sus esfuerzos por el bien de otro reino? Estás traspasando tus terrenos”

“Es la comunidad del taika. No puedo abandonarlos”.

“Y como compañero taika, déjame advertirte. No es el momento para que salgas a tales
aventuras”.

“Pero ¿va a actuar En?”

Shouryuu parecía haber perdido el habla momentáneamente. “¿quién crees que soy, en primer
lugar? Soy un sirviente de En. ¡No es mi trabajo reparar los problemas de otros reinos! En no
tiene problemas por su cuenta. ¿Estás diciéndome, al Rey de En, que ponga todos mis
esfuerzos y que corra para ayudar a Tai?”

Youko miró a Rokuta. “Enki, lo que sea que tengas, estoy dispuesta a intentarlo. El
rejuvenecimiento de Kei puede que tome un poco, pero cualquier refugiado que cruce la
frontera con En, creo de buen corazón que el Rey de En se encargará de ellos”.

“¡Youko!”

“Oh, eso me recuerda. Creo que deberíamos tener una parte de la Guardia Imperial
organizando a los refugiados en vagones de trenes y escoltarlos seguramente a las fronteras
con En”.

“Esa es una buena idea”.

“El deudor no debería intentar estafar al cobrador, ¿o lo haría?” objetó Shouryuu.

“Lo mismo va para usted también”, dijo Youko con una sonrisa irónica. “En es el único de los
reinos del norte que goza de riqueza y estabilidad. Siempre que pasa algo en este hemisferio,
incluso si la gente se queda donde está, le piden ayuda a En. Si Tai cae en desgracia,
seguramente, a la larga, toda su población tomaría algún objeto flotante y se iría a En. Los
youma y el Kyokai puede que estén en su camino, pero pronto solo será su única opción”.

Youko miró abajo, a sus manos. No podía evadir el hecho de lo pequeñas que eran sus manos.

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“Kei difícilmente está en posición de ocuparse de asuntos ajenos al reino. Aún no hemos
restaurado las fortunas del reino. Incluso después de doblar nuestros fondos, poner boca arriba
nuestras medias seguimos sin tener excedentes que compartir. Pero no puedo no hacer nada
mientras Tai se distancia. El destino que le aguarda a la gente de Tai es el mismo que le
aguarda a la gente de Kei”.

“¿La gente de Kei?”

“Nadie vive para siempre. Nadie reina para siempre. Intento restaurar a Kei a su verdadero
lugar. Pero no puedo saber certeramente si seré capaz de cumplir esa meta. No hay garantía de
que no pierda el camino antes de que suceda. Y cuando me haya ido, ¿Qué será de mi gente?
Todo se vendría abajo como en Tai ahora”.

Youko se dirigió a sus servidores: Keiki, Koukan y Enho. “Estoy segura que se preguntan,
¿Acá estamos pisando agua, y sin embargo, lanzamos nuestros salvavidas a Tai? Soy
plenamente conciente de ello. Y aún así, siento que debo salvar a Tai. Haré lo que pueda. Y
no solo por el pueblo de Tai. También por el pueblo de Kei. Contra la posibilidad de que lo
mismo le pase a Kei”.

“Su Majestad…” Keiki elevó una voz de advertencia, pero Youko negó.

“Por supuesto, no tengo intenciones de desviarme del camino. Quiero ser la mejor emperatriz
que pueda ser. Pero todos los deseos del mundo no lo hacen necesariamente así. No creo que
ninguna regla establezca la ruina de un reino a propósito. Y algunos, como en Tai, fueron
tirados abajo por insurrección y revueltas. Por eso quiero establecer algunos precedentes en la
preparación para el día en que perezca o pierda el camino. Quiero apuntar los diques contra
las inundaciones para que mi pueblo tenga un refugio incluso sin una emperatriz”.

Con eso, Youko dijo a los asustados Shouryuu y Rokuta, “Sé que cada onza de energía que
gaste en Tai retrasará la resucitación de mi propio reino. La gente puede volverse impaciente
y desee quitar el polvo de Kei de sus pies. Y no puedo hacer nada para detene a aquellos que
dicen que En es un mejor lugar que Kei y deciden emigrar allí. Kuo ya ha comenzado a
desmoronarse. Aquellos en lugares más al norte de Kou por supuesto irán a En a pedir ayuda.
Pidir a En que soporte las cargas de Kou, Kei y Tai por sí mismo es demasiado”.

He pensado estas cosas mucho, se dijo Youko a sí misma.

“Pero no es la realidad actual. Kei crecerá menos caótica, produciremos nuestros propios
excedentes a tiempo. Lo que estoy diciendo es, una vez que seamos un buen reino, quiero
pensar en la forma de ayudar a los refugiados de otros reinos. La gente huye de su reino
porque está en caos. Me refiero, en ves de apoyar a sus países de origen con necesidad,
deberían ser asistidos de manera proactiva. E incluso cuando la gente no huye de sus reinos,
las políticas deben estar en sus lugares para poder aguantar hasta el próximo rey que se
entrone”.

“Youko…”

“Lo que digo, es que, debería haber un tipo de depósito de buena voluntad. Un depósito de
alimentasen cada región. En el caso de hambruna o estragos por guerra, estos depósitos

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pueden ser abiertos para ayudar a los necesitados. Idealmente estarían ubicados entre los
reinos. Si un reino no puede soportar la carga, otro reino podría consolidar sus excedentes y
cuando un problema de refugiados se presente, se abrirían estos almacenes”.

Ella continuó, “Solo lo he pensado en términos generales, pero como testigo del vuelo de
Risai a Kei, creo que en algún lugar, de alguna manera, el establecimiento de estos edificios
es necesario. Risai vino aquí para pedir ayuda en nombre de su reino, convenciéndome de que
los otros reinos deberían estar dispuestos a interceder y abrir sus almacenes. No había sabido
de estos pecados que se castigan instantáneamente, o de costumbres de no intervenir. Así que
quizás me estoy aproximando ingenuamente”.

“Youko”, dijo Rokuta, algo asombrado, “Realmente te viniste con ideas interesantes”.

“Bueno, no son realmente mis ideas. Es algo que en que la gente del otro mundo pensó. No
existía cuando ustedes vivían allá”.

“Huh”.

Youko le dijo a Shouryuu, “Si nadie lo ha hecho antes, entonces quiero un intento. Veamos
como funciona. ¿No podemos peticionar a otros reinos y pedirles su asistencia?”

“¿Me lo estás preguntando o diciendo?”

“Estaría feliz de intentar, pero como la chica nueva del barrio, no creo que los otros
gobernantes me den mucho apoyo”.

Shouryuu lo reflexionó por unos momentos. Finalmente dijo, “Todo el mundo está ansioso de
ponernos en el pedestal del ‘gran poder’. Ahora es Tai. No hace mucho era Kei. Y ahora que
Kei encontró su lugar Kou se está desmoronando. Para hacer las cosas peo, nubes de tormenta
se posan sobre Ryuu también. Uno tras otro, Los vecinos de En han sucumbido, cayendo
contra nosotros como dominós. No soy omnipotente, sabes. Nuestros depósitos no son
inagotables. ¿Y quieres que me encargue de esto también?”

Rokuta le dirigió al exasperado Shouryuu una mirada sorprendida. “¿Qué es esto? ¿Nunca
habías notado que ocurría aquí?”

“¿Qué?”

Rokuta sonrió burlonamente. “Es porque tu eres el Ángel de la Muerte”.

Shouryuu le frunció el ceño ferozmente. “Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, trabajando lo


más duro que puedo, ¿y estas son las gracias que obtengo? De acuerdo, buscaremos a Taiki.
Seguramente también seré el líder a cargo”.

“Gracias”. Youko sonrió ampliamente e inclinó la cabeza. “En algún momento en el futuro
prometo pagar todas las deudas que he acumulado”.

“Esos son los términos con los que debería empezar”.

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“Pero, por supuesto”, rió Youko. “Mientras el Rey de En viva, y hasta el día en el que En
descienda al caos, prometo hacer de Kei todo lo que Kei puede hacer. Puedes estar seguro de
ello”.

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Capítulo 26

Alrededor de la cena, Youko fue a vera Risai e informarle que habían decidido buscar a Taiki.

“No sé cuanta ayuda podemos esperar de otros reinos, o que tipo de búsqueda podemos
montar para Taiki hasta que empecemos a sondear. Por el momento, es un pequeño paso. Pero
al menos nos estamos moviendo”.

Risai no podía encontrar las palabras para expresar su gratitud. Youko le había dado una
sonrisa y había apurado el parlamento. La balanza del tiempo que estaba dedicando a Tai
tendría que ser preparado por la quema del aceite de medianoche.

“No sé como agradecérselo”, se dijo Risai a sí misma.

“Es genial, ¿verdad?” dijo una voz. Keiki entró en la sala para atender sus labores como
‘mayordomo’. “Si pueden conseguir a los demás gobernantes de otros reinos, seguro que lo
vamos a encontrar”.

“Si. De seguro”, dijo Suzu.

Risai solo podía asentir del asombro. Comparado a los seis años en los que había combatido
constantemente con desesperación, sin signos de redención a la vista, nuevas perspectivas se
abrían frente a sus ojos.

La salvación de Tai había comenzado. Tal era el shock en su corazón que no pudo dormir en
toda la noche. Tirada en la cama, escuchando las palabras de Youko en su mente, su alegría se
volvió ansiedad a la mitad de la noche.

¿Y qué si no podían encontrar a Taiki a pesar de sus esfuerzos? La mayor posibilidad de que
lo hicieran era profundamente tranquilizadora. Sin embargo, esos sentimientos se convirtieron
en desesperanza tan fácilmente y luego en miedo. No era que ella dudase de Youko en lo más
mínimo. Su vida, por mucho tiempo, tomaba direcciones diferentes a las elegidas. Sus
expectativas habían sido defraudadas, sus esperanzas arruinadas. Y sabía nada podría sugerir
esta vez.

¿Qué tan probable era la feliz promesa del regreso ileso de Taiki? Incluso si lograba ser
encontrado, un sin fin de daño le podía sucueder en el Ínterin.

Una vez que comenzó a pensar en ese sentido, sus preocupaciones hicieron al sueño
imposible.

Incapaz de soportar el dolor que llevaba sobre su pecho, con gran esfuerzo, Risai luchaba en
la cama. Su condición había mejorado lo suficiente como para que Suzu no la vigilara durante
la noche, que se retiró a sus habitaciones. Suzu no estaría allí para asistirla, pero tampoco
estaría allí para castigarla por salir de la cama.

Risai había hecho su camino sola, usando las paredes y los muebles para soportar su infirme
cuerpo, y finalmente encontrando el camino a las puertas de la habitación. Ella solo quería

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dejar entrar un poco de aire nocturno, pero exhausta se sentó en el lugar. Ser recordada con la
discapacidad del estado de su cuerpo la irritaba sin fin.

Incluso cuando Taiki fuera traído de regreso, ¿qué harían entonces? Usar el ‘sentido real’ de
Taiki. Podrían lanzar una búsqueda de Gyousou. Pero para hacer eso, debían regresar a Taiki
a Tai. ¿Podía ella hacer algo así? ¿Con tal débil constitución, y sin habilidad para blandir una
espada? Sería incapaz de defender a Taiki. Los youma y los bandidos rondaban en Tai. Quizás
su corazón no era más fuerte que su cuerpo. Quizás ella había huído de Tai y buscado refugio
dentro de los muros del Palacio Imperial de Kei, en busca de alivio físico y mental. Lanzando
una mirada atrás al lugar de donde venía, Tai no era nada sino un lugar temible. No podía
imaginar llevar a Taiki allá.

Risai se sentó en medio del paseo e inclinó contra la pared con un aire de melancolía. Más allá
de los aleros, la luz de la luna brilló sobre el patio. Escuchó el solitario trino de una cigarra en
la oscuridad.

No sabía que harían después del regreso de Taiki. No estaba segura si él regresaría, o si ellos
podrían salvar a Tai. Ella se aferraba a esas creencias sin motivo, en cierto momento se
acostumbró a endurecer su corazón contra el fracaso y la decepción.

Era como si el cielo y el infierno se hubieran aliado en contra de Tai. ¿Cuánto años habían
pasado desde que Gyousou había desaparecido? Se decía que la ceremonia del Koushi traía la
razón y el orden al mundo. ¿Había Asen realizado el Koushi, y podía haber razón y orden en
el mundo si el verdadero rey no había realizado la ceremonia?

En cualquier caso, el caos en Tai se había puesto en movimiento desde que el trono estuvo
vacío.

Varios veranos después de la perdida de Gyousou, la búsqueda de Risai la llevó a la Provincia


de Bun. Secretamente, con el fin de escapar de ser descubierta por Asen, dependió de los
intermediarios y buscó asilo de viejos y confiables amigos, se dirigía a Tetsui. Gyousou
previamente había desaparecido de un campamento en Rin’u.

Rin’u había sido originalmente la única ciudad en la Provincia de Bun que era el hogar de una
fuente de gemas preciosas. La fuente más antigua estaba en el Monte Kan’you, y fuentes de
varios tamaños manchaban el lugar y sus alrededores. “Compañía de ciudades” se ubicaban
ahí en la base de las minas. Aunque la mayoría de ellos se desempeñaran en ello,
ocasionalmente se podía oír actividad volcánica. Incluso esas minas se secaron
repentinamente. Risai no podía decir si ellos también habían sido afectados por el giro de la
amplia anarquía.

Encontró algo de fundamentos en el barrio de Rin’u. La gente de Tetsui probablemente sabría


más acerca del paradero de Gyousou. Ella aún albergaba la esperanza de que pudieran estar
escondiéndolo. Pero cuado llegó allá, encontró la ciudad completamente quemada. Solo los
escombros carbonizados quedaban. Tetsui había sido abandonada. Ni siquiera quedaba un
signo de vida humana. Solo el altar de la ermita no había sido quemado, y encima de él, una
ofrenda de flores blancas keihaku.

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Los ciudadanos de Tetsui que quedaban debieron haber venido aquí, bajo el amparo de la
oscuridad, a rezar por el regreso de Gyousou.

Junto a la ermita, el marchito riboku, chamuscado por las llamas, estaba solo abatido
desamparado. La desolación impresionaba a Risai a tal punto, le gustara o no, que Tai era un
reino cuyo centro no se podía sostener. Caer a pedazos era la única opción que quedaba.

Risai también tuvo que mezclarse con las sombras de la noche, evadiendo el contacto
humano, y escondiéndose de la vista de los demás. Se deslizó a lo largo de las calles,
buscando a alguien que supiera donde estaba Gyousou, o Eikyou o Gashin o la localización de
sus fuerzas. Se encontró con pocos resultados. Se enteró de que había habido una batalla
campal fuera de Rin’u entre rebeldes locales y la Guardia Imperial, y subsecuentemente, la
Guardia Imperial se quedó agotada e incapaz de responder a los ataques de los rebeldes. Esa
batalla probablemente ocurrió para el momento en que Gyousou desapareció.

No sería tan inusual para un Rey ser llevado al medio de la neblina de la guerra. Pero no para
un rey como Gyousou. Gyousou fue reconocido como espadachín. Nadie era lo
suficientemente imprudente como para enfrentarlo en una batalla justa. Excepto porque estaba
liderado el ejército de Asen. Gyousou había confiado en Asen y los subalternos de Asen. Y en
el apogeo de la batalla, debería haber uno vigilándole la espalda. Podrían haberlo abrumado
con mayores cantidades, o haberlo capturado y encerrado. Pero ¿Gyousou confiaba tanto en
Asen? Considerando que había dividido las fuerzas de Asen, quizás dudaba de él desde el
principio.

Pasó todo el verano caminando por los campos y las ruinas. Y entonces, el verano terminó y
la nieve comenzó a caer. Tal vez sea por todo el hollín, que la nieve era de color gris, y
anunciaba peores tiempos. El invierno de ese año fue particularmente duro. La nieve se
apilaba en grandes surcos. Muchas de las casas de esos alrededores, aunque fueron
construidas para resistir, colapsaron por el peso.

Al final del frío, el nevoso invierno se volvió un seco verano. Raramente Tai tenía veranos
calurosos. El cultivo yacía bajo el abrasador sol. Y cuando el invierno volvió…

Ella creía que sería el siguiente año, cuando los youma comenzaron a aparecer cada vez más y
más seguidos. Para un reino sin rey, estaba apenas fuera de lo común. Pero se multiplicaron
prácticamente enfrente de sus ojos. Los ancianos decían que no había forma en que los youma
aparecieran mientras el verdadero rey reinara. La gente comenzó a decir con gran convicción
que Gyousou estaba muerto.

Risai miraba el cielo nocturno por encima de los jardines. ¿Cómo le estará yendo a la gente
ahora? Ella estaba acá, mientras Tai sufría todo tipo de privaciones. El verano estaba llegando
a su fin. Otro terrible invierno esperaba a decir.

Por favor sálvenos. Incluso ahora, no podía reprimir el deseo de llorar y aferrarse a ella.
Mientras más conocía a la Reina de Kei, y mientras más conocía a la gente a su alrededor,
más profunda y dolorosa era la naturaleza de la pecaminosa acción que se infiltraba en su
alma. Y aún sabiendo…

“Pero no hay otra manera”.

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Alguien debía levantarse y ponerle fin a la villanía de Asen. A falta de un líder con poderes
para someter a los youma y bendecir las tierras con abundancia para aguantar al invierno, Tai
no podría durar muchos años más. Este año, o el siguiente, o el año después… apenas
importaba ahora… cuando la nieve se derritiera en la primavera revelaría los cuerpos
congelados de los últimos ciudadanos de Tai.

“¿qué rayos estás haciendo acá?” preguntó una voz detrás suyo.

Risai miró sobre su hombro. Un anciano estaba parado en la puerta del jardín. “Nada”
respondió.

El anciano era Enho, el Taishi. Esta era su casa solariega. Podría no ser nada fuera de lo
normal para él, pero desde que se mudó acá, había dejado de verla con bastante regularidad.
El sequito de la Emperatriz era chico en número, pero era de buen corazón. Siempre que
pensaba en Youko en esa forma, tenía miedo de sí misma.

“¿Estás bien? ¿Estando aquí arriba a estas horas?”

“Más o menos, supongo”.

Enho se le acercó lentamente y se sentó en los escalones que se dirigían a donde Risai estaba
sentada. “Parece que el Rey de En echará una mano en la búsqueda del Taiho de Tai”.

“S…si”.

“Y sin embargo pareces muy desalentada”.

No lo diga, pensó Risai, pero no pudo repetir eso para Enho.

En efecto. Nos estamos enfrentando no simplemente a la tarea de encontrarlo. Y suponiendo


que lo hiciéramos, una montaña de tareas tenemos por delante. Una vez que el Taiho regrese,
buscar al Rey de Tai será mucho más fácil. Sin embargo, será necesario que el Taiho regrese a
Tai, y eso representa un riesgo de volver a perder al Taiho también”

“Si”. Asintió Risai.

“Con el fin de realizar una búsqueda exitosa del Rey de Tai, será necesario un largo
contingente. Sin embargo, o que el montaje de tal número de soldados sería imposible. Y si
pueden de alguna forma encontrarlos, mientras la búsqueda del Rey está en marcha, la gente
continuará aguantando lo inaguantable”.

“El invierno se acerca. No quedan muchos meses antes de que caiga la primera nevada”.

“Cuando lo piensas de esa forma, Tai es un país difícil. No puedes sobrevivir al invierno en
un descampado”.

“Es verdad. Los inviernos en Kei deben ser más templados”.

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“Comparados con Tai”.

Risai asintió desalentadamente. “Hay reinos templados y otros que no lo son. Me he


preguntado cuanto mejor sería Tai si compartiera el mismo clima que Kei… si las personas se
apiñaran juntas y compartieran el calor de sus cuerpos, sería suficiente para que aguantaran el
invierno. ¿Por qué deben haber reinos cálidos y fríos en este mundo?”

“¿Por qué? De hecho”.

Risai miró a la Luna. “¿Por qué Tentei creó un reino como Tai? Sería suficiente si la gente
solo dependiera del calor de sus cuerpos para sobrevivir durante el invierno”.

“Hacer esas preguntas no cambia el hecho de lo que es”

“Pero…”, dijo Risai mordiéndose el labio. “¿No creó Tentei el mundo? Entonces, ¿Por qué
cr5eó un lugar como Tai? Con tan despiadados inviernos. Si fuera Tentei, habría creado al
menos reinos con climas más placenteros. Inviernos no tan fríos. Veranos no tan secos. Un
mundo así”.

“Huh”, fue la única respuesta de Enho.

“Si la gente estuviera hambrienta, entonces enviaría maná. Cuando un cruel impostor se
levantara, los tiraría abajo. ¿Por qué no es el Cielo más así?”

“Eso le preocupa”.

“Pero ¿por qué? Se dice que la forma correcta de gobernar los reinos se lo garantiza el Cielo a
los reyes de acuerdo con el Camino de la Compasión. Si es así, entonces ¿por qué sería un
pecado enviar soldados a otro reino por compasión? Fue el Cielo quien colocó a Gyousou-
sama en el trono. ¿No fue Tentei quien hizo Rey a Gyousou y lo promovió al trono? Entonces
¿por qué Cielo no lo protege?”

Enho no respondió.

“¿Existe Tentei realmente? Si existe, entonces ¿por qué no salva a Tai? ¿Por qué no escucha
las plegarias de la gente de Tai, incluso cuando se ahoga en su propia sangre? ¿Está usted
diciendo que las plegarias de alguna manera no son suficientes? ¿O quizás que el Cielo quiere
que Tai sea destruido?”

“Risai-dono…”

“Si Tentei no existe, también está bien. Un Dios que no se digna a salvar sus propias
creaciones no tiene trabajo que hacer. Pero si no hay Dios, entonces, ¿por qué no pueden
cruzar los soldados de un reino la frontera de otro? ¿Quién está castigando ese pecado? Si
alguien está haciendo esas sentencias, entonces ¿por qué esa misma persona no le pasa
sentencia a Asen?”

Enho cálidamente cubrió su frío, la temblorosa mano con la suya. “Entiendo como te sientes.
No debe permitir que sus sentimientos sobrepasen su fuerza”.

- 154 -
Risai tomó un profundo respiro y lo dejó ir. “Lo lamento. Es que me puse algo nerviosa allá”.

“Entiendo de donde viene. Después de todo fue dicho y hecho, nos queda vivir nuestras vidas
bajo la providencia del Cielo. Mientras que sea cierto, estamos condenados a este estado
irracional, la lógica de la cual no podemos controlar”.

“Si”

“Sin embargo, este es el mundo de hombre y mujeres. Pagamos las cuentas con el Cielo. En
cambio, encontramos una forma de vivir dentro de cualquier providencia que se dicte. Ese es
el fin al que la Reina de Kei está dedicando su corazón y mente”.

“Si. Lo lamento”.

“No necesitas preocuparte. Nadie dejará a Tai de lado”.

Risai asintió. La cruel luz de la luna brillaba sobre el mundo.

- 155 -
Capítulo 27

“Yo”, dijo Rokuta, paseándose en el Seishin. Diez días pasaron desde que él y Shouryuu
regresaron a En.

“Otra visita de la nada”. No parece que tuvieras problemas para encontrar el camino acá, no
necesitó agregar.

Rokuta rió. “Bueno, he estado aquí antes. De cualquier forma, mi cabello habla por mí la
mayoría de las veces. Nadie tiene que preguntar quien soy. Excepto por aquellos que no
parecen haberme reconocido, aquel hombre suyo en el frente de la Puerta. ¿Gashin era?
Apreciaría que se lo dijera por mí.”

Youko suspiró. “Tienes el hábito de aparecer sin mucho aviso”.

“Hey, lo considero un virtud. Hablando de eso, necesitas empacar y lista para salir. Rápido y
fácil”.

¿Lista para salir?”

“Claro. He estado haciendo diplomacia. Kyou, Han, Sai, Ren y Sou están en camino.
Incluyendo a En y Kei, eso son siete reinos. Hou y Kou actualmente tienen los tronos vacíos,
por lo que no los incluí. Y Ryuu y Shun no respondieron favorablemente”.

Youko se levantó de la silla. “Cinco reinos más”.

“De cualquier modo, haremos lo más que podamos con la ayuda que conseguimos y
mandaremos un búsqueda en partes a China y Yamato. Sou está en buenas relaciones con
Kyou y Sai. Ellos se encargarán de China. Nosotros, junto con Han y Ren, nos encargaremos
de Yamato. Estamos arreglando con el Taiho de Han y él de Ren que vengan a En. En lo que
al rol de Kei concierne, no pensé conveniente colocar más cargas en el tesoro nacional de Kei.
Espero que no te moleste”.

“No hay problema. En está perfectamente equipado para el trabajo”.

“De acuerdo entonces,” rió Rokuta. “A pesar de ser de tan poco rango, podemos contar con un
funcionario de agosto de Ren entre nosotros. Está actualmente organizando su calendario,
pero considerando la larga distancia que tiene para llegar, es probable que se retrase un poco.
Por el momento, hay un lugar donde tenemos que ir2.

“¿Ir? ¿A dónde?”

“Monte Hou”, respondió Rokuta.

“¿Monte Hou?”

El Monte Hou estaba situado en el Mar Amarillo en el centro del mundo, el lugar sagrado
donde los kirin nacían. Youko solo había estado allí una vez. Poco después de haber
ascendido al trono, viajó allí para recibir su Misión del Cielo.

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“¿Qué se supone que vamos a hacer en el Monte Hou? Preguntó Youko en voz alta.

“Vamos allí para encontrarnos con la Señora”.

“¿La Señora? ¿Te refieres a Hekika Genkun?”

Hekika Genkun era la Señora de los hechiceros que vivían en el Monte Hou. Youko nunca la
había conocido.

“Si. De cualquier modo, lo que vamos a hacer nuca se ha hecho antes. Tenemos mucho que
aprender. Shouryuu me dijo que te llevara a vos sola, viendo que fuiste vos quien soñaba con
este plan. Estaremos volando allí por kijuu, por lo que empaca liviano. Mientras más pronto
mejor. Quiero estar de regreso antes de que los invitados comiencen a llegar”.

Youko rápidamente estuvo lista, y dejó el resto en manos de Koukan. Pidió prestado un shirei
de Keiki. Estaba todo listo para salir por la Puerta Prohibida, pero Rokuta se rió del la idea.
“No hay forma de decir cuando nos llevaría si tomáramos la vía de la ruta. Es mucho más
rápido volando sobre el Mar de Nubes”.

Youko parpadeó en sorpresa. Típicamente de las Montañas de Ryou’un, el pico del Monte
Hou se proyectaba sobre el Mar de Nubes. Sin embargo, excepto por el desatento shirei, ella
parecía recordar que el pico de la montaña estaba desocupado. No había nadie viviendo allí.

“Bueno, lo entenderás cuando lo veas por ti misma”.

Con eso, Youko se trepó a Hankyo y salieron. Después de un día u una noche montando al
kijuu, somnolientamente se despertó con la vista de las Montañas Adamantinas elevándose
del mar en la luz de la madrugada como una isla atolón. El día se acercaba al atardecer cuando
reconoció el contorno de las Gouzan (Las Cinco Montañas).

El Monte Hou era la punta más oriental de Gouzan. Un magnífico palacio templo blanco se
ubicaba en la sima. Ya que se apearon frente a la puerta Youko reconoció la figura de una
persona parada allí. La hermosa mujer miró al asombrado al kijuu.

“¿Ves?” rió Rokuta.

Pero, por supuesto. Lo verás una vez que lleguemos allí, él debería haber dicho. Youko nunca
había visto a Hekika Genkun antes, pero por la elegancia y la apariencia de la persona que los
esperaba, concluyó que era ella.

“Estoy, como siempre, encantada de que puedas arreglar una cita aquí”, Rokuta dijo tan
pronto como descendió.

La mujer rió y respondió en voz alta, “Debería ser yo quien dijera eso. Quizás el Taiho y sus
siempre inesperadas visitas permanecieran igual hasta el fin de los tiempos”.

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“No puedo cambiar quien soy. Traje a alguien conmigo que quisiera que conociera, Genkun”.

Casi como en la señal de Rokuta, la mirada de la mujer se posó sobre Youko. “Esta debe ser
la Reina de Kei, entonces”.

Youko dijo en voz leve. “¿Sabe quien soy?”

“Bueno, yo soy la Señora del Monte Hou”, respondió Gyokuyou con una alegre sonrisa.

“Una vez que nos hallamos presentado, hay cosas de las que tenemos que hablar, pronto. Y si
pudiéramos cerrar los ojos un poco por el largo camino, sería apreciable también”.

Gyokuyou sonrió y llevó a Rokuta hacia el palacio templo. Más allá de la arcada de puerta,
había un amplio patio pavimentado con piedra blanca. No había ni una sola pared o glorieta,
solo una pequeña, ermita roja en una esquina. Enfrentaba al Seiden, pero Gyokuyou no se
dirigía en esa dirección. En cambio, se puso frente al shrine. Con su abanico, golpeó una sola
vez las puertas en el shrine y las abrió. La última vez que Youko estuvo allí, las puertas se
abrían a una escalera de cristal. Pero ahora las escaleras se dirigían abajo y eran blancas.

Rokuta le devolvió la mirada con una irónica sonrisa. “Hey, no te preocupes. Ella es como un
ser sobrenatural por sí misma”.

Gyokuyou rió alegremente e incitó a los dos. La entrada parecía llevar hasta los mismos fines
de la Puerta Prohibida. Las escaleras blancas continuaron por una relativa corta distancia,
llevándolos a una estructura de un blanco similar. Al pisar el suelo y mirar atrás, las brillantes
puertas no estaban en ningún lugar. En cambio había una pared blanca. Los otros lados del
edificio octogonal estaban abiertos al mundo, revelando la cadena de piedras desnudas
cubiertas con verde liquen.

“Por aquí”.

Gyokuyou los guió a un palacio cercano. Cuando entraron al espacioso edificio, situado
dentro de un afloramiento de rocas sin forma, té y una ligera comida los estaban esperando.
La Señora dijo que reside en el Palacio Hourou donde nada puede ser visto.

“Me disculpo por nuestros otros residentes por el momento. ¿Es esto de su agrado?”

Rokuta dijo, “Yo siempre estoy impresionado por su generosa hospitalidad. Voy a plantearle
esta pregunta directamente. ¿Son concientes ustedes en el Monte Hou de la situación en Tai?”

“Como hemos recibido reiteradamente solicitudes de información desde En por la existencia


de un nuevo taika, solo podemos concluir que la disposición de Tai sigue en cuestión”.

“¿Alguna otra cosa?

“El trono del Rey de Tai parece estar vacío”.

“En su totalidad. Un impostor se sienta en el trono de Tai. El Rey de Tai y Taiki no están en
ningún lugar donde se los pueda encontrar. El Rey de Tai parece no haber dejado Tai, por lo

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que su destino está bajo nuestro control. Por eso decidimos buscar solo a Taiki. Parece muy
probable que Taiki haya sido llevado al otro mundo por el meishoku”.

Gyokuyou no dijo nada, mientas llenaba las tazas con agua caliente.

“Pero es demasiado encargarnos solo nosotros. Estamos pidiéndoles a otros reinos su ayuda.
Esperamos encontrar a Taiki y regresarlo a este mundo. Pero simplemente llevarlo a Tai no
sería un final para estas cosas. Tai debe sentar almacenes y prepararse para el invierno
próximo. Taiki va a necesitar aliados y partidarios con el fin de escapar al ojo del impostor y
reanudar la búsqueda del Rey de Tai”.

“No hay procedentes pera los reinos más allá de sus propios intereses para hacer frente a un
problema juntos”.

“¿Usted cree que esto ofenda a la Divina Providencia?”

“Es difícil de decir. No veo nada de malo en buscar a Taiki y regresarlo a este mundo. Soy
conciente de lo que pasará a continuación. Probablemente ofenda la Divina Providencia”.
Gyokuyou remplazó la cubierta de la taza y se la ofreció a Rokuta. “Además, que Taiki no
haya regresado desde que se fue me dice que es incapaz por el momento. No sabemos en que
condiciones se encuentra. Si las circunstancias, y las razones para ellos, no pueden ser
dirigidas, entonces la dificultad de remover estos obstáculos permanece.”

“Realmente. ¿Y que nos aconseja?”

“Hmm…” Gyokuyou se quedó en silencio. Un largo rato después, asintió. “De cualquier
modo, es un lamentable estado para que Taiki recuerde. Permítanme analizar”.

“Si no le importa”, dijo Rokuta.

Gyokuyou se paró. “Tomen algo y háganse de su hogar en alguno de los palacios. Los veré
mañana al mediodía”.

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Capítulo 28

Youko miró a Gyokuyou irse. Le dirigió a Rokuta una extraña mirada. “¿Qué pasó
exactamente acá?”

“Exactamente lo que parece. Este incidente realmente carece de precedentes. Nadie está
completamente seguro de cómo proceder. Por lo que va a hacer una conferencia”.

Estoy tan contenta. Pero Youko se guardó esas palabras para sí. Se sentía tan tonta, y todavía
no sabía como expresar esos sentimientos.

“¿Qué clase de persona es Genkun?”

“Mayormente lo que viste allá. Es la Señora del Monte Hou. Quien mantiene a los hechiceros
a raya”.

“Entonces, habiéndola conocido, ¿Qué pasa?”

“Ella nos dará una respuesta. Por eso vinimos acá, ¿verdad?”

“¿Por qué sabría ella la respuesta?”

“Ah”. Suspiró Rokuta. “Por supuesto. Esa son las cosas que no sabes.” Fijó su mirada en ella.
“En este mundo, la Divina Providencia se fija y es inalterable”.

“Si, lo sé, pero…”

“Si, lo sabes, pero realmente no lo sabe, ¿verdad? No es una de esas cosas. Este mundo está
definido por los límites de la Divina Providencia”.

Youko le respondió con una mirada desconcertada.

La Divina Providencia del Cielo es tomada como dada por el pueblo. O mejor, como la
absoluta naturaleza de la lógica se impone sobre ella. Y nadie puede cambiarla”.

“Sigo sin…” Youko estaba diciendo.

Rokuta levantó la mano cortándola en medio de la oración. “bueno, bueno. Déjame darte un
ejemplo. Y lo haré simple. Justo ahora, se encuentra en nuestro camino un pecado de
naturaleza inmediata. Las fuerzas armadas de un reino no pueden atravesar las fronteras de
otro. Esto limita nuestros intentos de salvar Tai. De hecho, hay en nuestro pasado el
precedente de un Ejército Imperial cruzando fronteras internacionales. Llamado el incidente
de Jun Tei”.

Continuó, “Jun Tei envió su Armada Imperial a Han. Como resultado tanto Jun Tei como
Sairin fueron ejecutados casi inmediatamente. Ese día, no parecía haber nada en absoluto mal
con Jun Tei. Hizo su trabajo como de costumbre. Pero saliendo del Palacio Exterior, agarró su
corazón y cayó por las escaleras. Alarmados, los ministros corrieron hacia él. Un pequeño río
de sangre fluía fuera de él en los adoquines. Trataron de ayudarlo, pero encontraron que su

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cuerpo se había convertido en esponja, y cualquier presión solo sacaba más sangre. Pronto
expiró”.

“No puedes estar hablando enserio…”

“Fue aún peor para Sairin. Cuando los ministros volvieron corriendo al lugar para informarle
a Sairin de la calamidad que había caído sobre Jun Tei, solo encontraron sus restos
abandonados. Su shirei la había devorado completamente”.

Rokuta frunció el ceño y cruzó sus brazos sobre la mesa. “Estas fueron definitivamente
formas no convencionales de morir. Nadie nunca había visto a un rey morir de esa forma.
Nadie había visto a un shirei de un kirin atacar de esa forma. Consumir al kirin es un
privilegio para un shirei, pero simplemente no se vuelven salvajes sin tener en cuenta las
circunstancias. El cuerpo de cada kirin, cuando da su último respiro por cualquier razón, se
coloca en un ataúd y nace en el Mausoleo Imperial que permanece en ese estado. Si bien, la
sala en donde se encuentra el ataúd está sellada. Cuando el período de duelo termina, el ataúd
es removido, pero durante ese tiempo se había vaciado el contenido. Eso es demasiado para
como trabaja.”

Youko levantó su mano a la base de su garganta. Oyendo el destino de un kirin por un kirin le
hizo doler el pecho.

“Algo muy inusual había pasado. Además, Jun Tei no había cometido ningún pecado para tal
condena. Era un célebre rey que iba rápido por el camino. Nadie objetó cuando envió la
Armada Imperial a Han. Él seguramente no había enviado un ejército a Han para atormentar a
los ciudadanos. Era un rey cuya profunda compasión se extendía a otros reinos. Movilizó las
tropas con el fin de salvar al pueblo de Han. Tenía el apoyo de los ministros y de sus súbditos.
Nadie criticaba esta acción. Sin embargo, ese fue el destino de Jun Tei y de Sairin. Cuando
ambos murieron sin previo aviso, todas las costumbres se fueron a la basura. Claramente, no
fueron muertes ordinarias, pero al principio nadie hacía la conexión entre sus muertes y la
movilización de la Armada Real”.

“¿Enki y Jun Tei…?”

“Nunca cruzamos caminos. Jun Tei gobernó mucho antes de nuestra era, aunque se dice que
él y el Rey de Sou se conocieron.”

“El Rey de Sou…”

“Parece que poco después, Sai había estado disfrutando de un reinado de trecientos años bajo
un tonto monarca del sur”.

Enki revolvió su té y miró la taza. “Nadie entendió porque Jun Tei tuvo que morir. Después
de eso, un nuevo rey asumió el trono. Fue entonces cuando se dieron cuenta que el Sello
Imperial había cambiado, y por eso concluyeron que Jun Tei había cometido un grave crimen.
El kokushi de Tai ya había cambiado antes, de Tai (significando ‘generación’) a Tai
(significando ‘calma pacífica’). Se dice que el hecho desencadenante es que un rey se desvía
del camino. Su kirin posteriormente mure, y con el objetivo de prevenir al kirin que va a
nacer, se invade el Monte Hou sacrificando a los hechiceros y prendiendo fuego al

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Shashinboku. Hay casos donde el kokushi cambió como resultado de crímenes cometidos por
el rey. Esta fue la primera vez que se entendió que Jun Tei fue llamado por causa de enviar
sus tropas através de fronteras internacionales”.

“Ese mal crimen…”

“Ese mal crimen. Las fronteras no pueden traspasarse, incluso por las más humanitarias
razones. Por ninguna razón en absoluto. Solo entonces las implicaciones fueron entendidas
perfectamente”.

“Espera un minuto. ¿Quién exactamente estableció ese precepto? ¿Tentei?”

“¿Quién sabe? Todos sabemos que ese precepto existe. Lo único escrito en los Decretos
Divinos es que un reino no puede invadir otro bajo la fuerza de armas. Esta frase fue, sin duda
una transcripción del deseo del Cielo. Estos preceptos existen en el mundo. Ir en contra de
ellos, comete un pecado, y eres castigado seguro”.

“Pero ¿quién sabía que lo que Jun Tei estaba haciendo era un pecado? ¿Quién llevó acabo el
castigo? Debe haber alguien allá arriba, ¿verdad?”

“No necesariamente. Cuando un Rey y el Saiho se entronan, suben esas escaleras. Las mismas
que vos subiste. Y al hacerlo, reciben la Unción Divina. Lo que no sabían fue escrito en sus
mentes. O podríamos decir que la esencia de estos preceptos fue introducida en sus cuerpos. Ir
en contra de estos preceptos del Cielo parece que activara previamente un castigo. Pensando
en términos del mismo cuerpo siendo condicionado por una respuesta concreta, como un
ángel que se alzara sobre el hombro de Jun Tei juzgando lo malo y lo bueno de sus acciones.
No hay necesidad para ninguna ‘persona’ ser llevado ante su sentenciador”.

“¿Qué hay sobre el Sello Imperial?”

“Puedes pensar que el Sello impregna esas cualidades de la misma manera”.

“¿Pero no termina con los mismos problemas? Si todo se llena con esas cualidades, entonces
¿quién hace el imbuir?”

“¿Quién, de hecho?” Rokuta miró el techo. “Tenemos que decir que es Tentei quien imbuye.
Pero el hecho es que nadie conoce a nadie que lo haya conocido”.

Youko asintió. “Yo tampoco”.

“Nadie sabe si Tentei existe o no. Excepto que sus preceptos sin duda existen en este mundo,
cubriéndolo como una red. Si son trasgredidos, se garantiza un castigo. Además, las
circunstancias no son tomadas en cuenta. El problema con Jun Tei no era la pureza de sus
intenciones, o lo bien o mal de sus acciones. Lo único que importaba al final era si sus
acciones habían tocado los Divinos Decretos. El resto fue automático”.

Youko templo. Un mal presentimiento subió por su columna vertebral.

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“Una prueba de ello es cuando te ayudamos. Simplemente examina nuestras acciones,
entonces se verá como que Shouryuu envió la Armada Imperial a través de la frontera. No
importa como lo veas, sería un pecado de inmediata naturaleza. Para estar seguros, vos viniste
a En, pero no viniste a En con el puro propósito de buscar ayuda. No nos pediste ayuda para
poder sacar a la impostora. Viniste a En porque no tenías ningún lugar al cual volver y
necesitabas refugio. Esos fueron motivos suficientes para nosotros. Nosotros te persuadimos
de la necesidad de recuperar a Keiki de las garras de la impostora. Vos tomaste comando de la
Armada Imperial de En, pero solo de apariencia. Créeme, estábamos al tanto que lo que
estábamos haciendo no era lo que Jun Tei hizo. Pero los preceptos no están balanceados en
ciertas distinciones. Mientras la Reina de Kei estuviera en En, mientras la ley se cumpliera,
ningún castigo se cometería”.

“Pero ¿no lo encuentras raro?”

“Es raro. Una laguna jurídica con la que un abogado de bajo rendimiento saldría. Los Divinos
Decretos definitivamente prohibían invadir otro reino bajo la fuerza. Pero nada dice que un
gobernante legítimo, no puede pedir prestado las fuerzas del reino vecino. Al mismo tiempo,
si era algo que la Reina de Kei deseaba… si la Reina de Kei estaba a la vanguardia…
entonces seguramente no podía ser llamado invasión. Sin embargo por increíble que sea, esto
pudo ser considerado”.

“Es increíble”

“No es bueno debatir que está ‘bien’ y que está ‘mal’. Este mundo debe ser aceptado como es.
Explicar como son las cosas puede agravar nuestras instalaciones. A decir verdad, no eres la
primera en hacer uso de nuestras fuerzas armadas de esa manera. Llamó nuestra atención que
los Preceptos del Cielo operaran de una manera tan dogmática, y concluimos que con un rey
apropiado en la silla, no actuaríamos en contra de las leyes. Aún así, fuimos bastante
cuidadosos al poner en práctica nuestra acción. Teníamos nuestras propias dudas sobre el
‘astuto dios’, por así decirlo”.

“¿Lanzaron una piedra y esperaron a ver que sucedía?”

“No seas tonta”. Rió Rokuta. “No íbamos a tomar un riesgo así. Como lo estamos haciendo
ahora, fuimos con Genkun por un consejo”-

“Con Genkun…”

“Si. La Señora del Monte Hou dirige el espectáculo. Pero se me ocurrió el hecho de que ella
sabe de los hechiceros de los que está a cargo. Ella no nació acá, pero fue traída acá.
Entonces, ¿quién crees que nombra a los hechiceros para ser hechiceros en primer lugar?”

“Bueno, debe ser Genkun, ¿O no? No sería el Rey de los emperadores”.

“Estás en lo correcto. Los hechiceros del Monte de Hou se llaman Hechiceros del Aire. Los
gobernantes de los reinos no los nombran a ellos, y no sirven a ningún reino o emperador.
Además, los hechiceros del Monte Hou no se encuentran dentro de los reinos. Viven en un
mundo al margen de cualquier jefe de Estado. Están registrados en por separado en el
Registro de Hechiceros y sirven bajo Genkun”.

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“¿No significa eso que hay trece reinos? La posición de Genkun parece la de una emperatriz”.

“Si, así parece. Excepto que este no es un reino. Con ciudadanos distinguidos, no obstante no
hay súbditos. Además, no hay kirin que reine aquí. No se puede decir realmente que Genkun
reina el Monte Hou. Nada podría llamarse ‘gobierno’ en el Monte Hou”.

“Entonces ¿qué es exactamente este lugar?”

“Una parte del Cielo. Estoy casi seguro que eso es lo que es”.

“Cielo…”

“Es lo único que tiene sentido para mí. El Palacio Houro existe solo para el kirin. El kirin
nace acá y es enviado al mundo. Y el kirin existe para crear nuevos reinos. Además, alguien
que no estuviera vinculado a ningún reino, cuya autoridad existe independientemente por su
propio derecho, debe pertenecer al Cielo.”

“Pero ¿para Genkun?”

“No puedo decirlo realmente”, dijo Rokuta con un suspiro. “Puedes preguntárselo
directamente si ella es una de los que nombran a los hechiceros. Pero ella no es el tipo de ser
que te daría una respuesta inequívoca. Si no es ella, entonces eso significa que hay alguien
más allá de ella con el poder de designar a los hechiceros. Ese podría ser Oufujin. O alguien
más. De cualquier manera, ese sería la última persona a quien Genkun serviría. En otras
palabras, hay una organización llamada Cielo. En un extremo de la organización se ubican los
hechiceros, y Genkun está a cargo de ellos.”

“Una organización llamada Cielo…”

“Creo que hay un mundo de Dioses. Según a las leyendas, Tentei reside en Gyokkei, donde
reina sobre otros dioses y mantiene el mundo en forma. Si realmente hay un Gyokkei, no me
sorprendería. Mi información es limitada, sin embargo, no he conocido a alguien que tenga el
nombre de un Dios. Mientras he oído los mitos y los cuetos se dicen, parece que a los dioses
no les importa quedarse con nosotros. No hay forma de buscar uno y pedirle una entrevista”.

Rokuta tomó una pausa y dijo, “Sin embargo, aquí solo están los Dioses en constante contacto
con el mundo mortal. Genkun definitivamente tiene la habilidad de averiguar las intenciones
del Cielo. No sé como lo hace, pero en cualquier caso es nuestro contacto. La única persona
que puede mirar a través de las paredes del Cielo es Genkun.”

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Capítulo 29

Como prometió, el pronunciamiento de Gyokuyou llegó el día siguiente al medio día: “Que
los Reinos se unan para la búsqueda de Taiki no viola ninguno de los Preceptos del Cielo”.

“¿Está todo bien entonces?”

“Sin embargo, nadie que no figure en el Registro de los Dioses o Hechiceros con el rengo de
conde o mayor podrá cruzar el Kyokai. Esta regla es inviolable”.

“Como lo sospeché. Pero eso nos deja cortos. A pesar de que la regla esté definida en los
Decretos Divinos, nada ahí nos prohíbe la creación de nuevos rangos. ¿Esto quizás sugiera
que nuevos condes pueden ser nombrados para este fin?”

“No lo hace. El rango igual o mayor al que es un conde están, incluso desde la perspectiva del
Cielo, en la disposición de la naturaleza, y por lo tanto otorga derechos y privilegios. Aquellos
que pueden ser nombrados son, según a las reglas establecidas, los parientes cercanos al rey,
el Chousai, y los miembros del Sankou. Todo el resto deben ser considerados como no aptos
para ello”.

Rokuta cloqueó su lengua. “¿Qué tal pedir a algunos hechiceros?”

“He sido informada de que eso no es permisible. Los hechiceros del Monte Hou no pueden
dejar este lugar sin mi permiso. En estas instancias, no puedo conceder el permiso. Enviarlo
de aquí a China o Yamato exigiría la apertura de la Puerta de Gogou, y, por lo tanto, provoca
un gran número de shouku. El Kouka crece actualmente en el Monte Hou. No podemos
permitir la posibilidad de una propagación de shouku a través del Monte Hou y eliminando el
Kouka. Los Hechiceros deben proteger el Kouka sobre todo”.

“Oh. Si, efectivamente. Un shoku”.

“Este no es un Precepto Divino, pero es una solicitud que hago frente a usted. Deseo mantener
al shoku al mínimo. Incluso si la Puerta de Gogou se abre del otro lado del Kyokai, no hay
forma de adivinar como puede propagarse. Esa es la naturaleza del shoku. Por lo que les pido
que actúen con la debida moderación”.

“Lo haré”, dijo Rokuta, y Youko asintió.

Gykuyou sonrió. “Sin embargo, un reino no puede de ser privado de su Rey y sus Señores
Provinciales. Según los Decretos Divinos, si no hay rey, entonces todos los Señores
Provinciales están obligados a mantener el quórum. Incluso cuando hay un Rey, de las ocho
provincias aparte de la capital, al menos cuatro o más deben estar presentes para constituir el
quórum. Debes entender que es uno de los Preceptos del Cielo. Permíteme explicarme.
Incluso de forma temporal, no más de cuatro Señores Provinciales pueden dejar el reino al
mismo tiempo”.

Rokuta le dirigió una mirada molesta a Gyokuyou. “Es la primera vez que oigo tal cosa. Si ese
es el caso, entonces debería estar escrito”.

- 165 -
Gyokuyou rió indiferentemente. “Si tienes problema con eso, entonces ve y díselo a Tentei”.

“Eso es porque no hay invitados cuando se trata de Preceptos del Cielo. Bueno, bueno. ¿Algo
más?”

“Incluso con el consentimiento de todos los reino, invadir otro reino, en virtud de la fuerza
armada está prohibido. No hay excepciones. Sin el consentimiento del Rey de Tai, las tropas
no se pueden enviar a Tai”.

“Entendido. ¿Qué hay sobre enviar tropas para observar solamente?”

“Los Preceptos establecen que una invasión está prohibida. Pero no significa que el
desplazamiento de tropas a otro reino está prohibido en todos los casos. Por ejemplo, cuando
un Rey visita otro reino, un contingente de soldados lo acompañan como guarda espaldas.
Ningún precepto prohíbe esto. Además ninguno prohíbe el desplazamiento de un personal
diplomático que consiste en nada más que oficiales militares. De hecho, este parece tomar
lugar sobre una base más frecuente. El problema no es con la entrada de oficiales militares en
otro reino, pero bajo que pretexto, y si esto puede ser considerado una invasión”.

“Esa es una gran diferencia”.

“En el caso de Tai, los asuntos son más delicados. La pregunta es que exactamente se puede
considerar una ‘invasión’. Por ejemplo, participar en acciones contrarias a la política natural
del rey de ese reino. Este Jun Tei lo hizo. El Rey de Han oprimía a su pueblo. Aunque
contrario al camino, era la política del Rey que correspondía a Han. Jun Tei trató de
obstaculizar esta política. Así, pues su intervención fue interpretada como invasión. En el caso
de un trono vacante, la política de la corte provisional domina. En resumen, la política de una
corte provisional es la política nacional. Sin embargo…”

“El Rey de Tai no está muerto. El trono no está realmente vacante”.

“Si. Pero incluso en el caso de una corte provisional guiada por un impostor, interfiriendo con
las decisiones de la corte estaría constituyendo una invasión. Excepto que el verdadero rey
siguiera en Tai. El impostor típicamente engaña a la corte y afirma ser el verdadero rey. En el
caso de Tai, el jefe de Estado no puede ser llamado impostor. No hay precedentes de ese tipo
de situación, por lo que hay cierta incertidumbre de cómo debería ser llamado”.

“Así que hay una cuestión en que la Corte Imperial de Asen debería de considerada así por el
Cielo…”

“Eso es al lo que se reduce. Solo esto no tiene procedente. Por lo tanto, no hay preceptos
establecidos que lo regulen. Ni siquiera yo podría decir como se desarrollarían. Pero deberías
tener en cuenta que la política nacional es la política de la actual Corte Imperial”.

“Eso complica las cosas”.

“Las batallas de líneas no están permitidas. Ni siquiera un solo pie puede ser sustraído de un
reino reconocido divinamente. La gente de Tai o el Rey de Tai no pueden permitir la
ocupación de sus inviolables tierras por otro reino. No importa el razonamiento, debes

- 166 -
entender que, tan pronto como se dibujan las líneas de batalla y las tropas son divididas, estás
tocando un pecado de naturaleza inmediata”.

“Entiendo”.

Enki planteó dos o tres preguntas más, pero en cualquier caso le parecía a Youko más un
asunto de dibujar líneas brillantes alrededor de vagos preceptos. Se quedó con una sensación
incómoda. Gyokuyou dilucidaba los Divinos Preceptos, tomando precedencias en
consideración con sus respuestas. En cualquier caso, parecía que los preceptos abarcaban
todo, y la legalidad de la interpretación abarcaba todo.

Youko se quedó con la impresión que Gyokuyou de alguna u otra forma pasó la noche
anterior buscando interpretaciones y precedentes en relación al precepto. Pero ¿Cuáles eran
exactamente los preceptos?

Desde que fue traída a este mundo, lo había aceptado más o menos como era. Un mundo
donde seres mágicos llamados youma arrasaban con todo. Un mundo donde los hechiceros
realizaban milagros. Un mundo lleno de lo extraño y lo fantástico. Lo aceptó de la misma
manera en que un niño acepta los cuentos de hadas en su valor nominal. Excepto que este
mundo era algo aparte de los mundos idílicos del sueño.

¿Por qué los youma existían? ... ¿por qué los reyes vivían tanto? … ¿por qué los niños nacían
de árboles? … ¿cómo era que el kirin hacía la elección de reyes? … todo lo que había llegado
a considerar ‘normal’ probablemente debería haber sido todo un misterio para ella.

Ese era el tipo de extraña sensación con la que se quedó. No podía expresarlo en palabras, y
se quedó con ella mientras salía del Palacio Houro. Escalando las blancas escaleras a la cima
de la montaña, luchó para articular lo que sentía, pero se mantuvo en silencio.

“¿Entendiste lo que Genkun nos estaba diciendo?” preguntó Rokuta. Cuando Youko asintió él
agregó, “Me voy a Sou ponerlos al corriente. Era tiempo de que viniera a saludar, de cualquier
modo. ¿Por qué no regresas y esperas la palabra de Shouryuu?”

“Si. Seguro.”

“Nos vemos luego”, dijo Rokuta con un saludo casual. Montó su suugu, voló hacia el sur y
desapareció de su vista.

- 167 -
Interludio

Dos y luego tres años pasaron. Las impurezas acumuladas, constantemente se lo iban
comiendo. El tono de oro oscuro de su sombra se hacía más y más oscuro.

Y, Sanshi pensaba cínicamente, parece que su sombra se puso más contaminada, las cosas se
ponían más fáciles para ellos. A pesar de lo difícil que era escapar de la sombra de Taiki como
una vez, sorprendentemente cada día era más fácil. Quizás estaban extrayendo energía de la
sombra misma. O quizás era prueba de que el cascarón que los cubría se hacía más y más
delgado.

O quizás… mientras examinaba su estado, sintió escalofríos… las impurezas se juntaban con
la sombra de Taiki no solamente eternas, sino venía por ellos.

Sanshi alejó a todos los que querían hacer daño. Y siempre sentía al brillo dorado oscurecerse.
Pero en lo que a ella respecta, no tenía opción.

Ella era su madre adoptiva, nacido de la fruta del mismo árbol que él, y destinada a compartir
la eternidad de su vida con él. Cuando el fin de los días llegara, también lo haría. Tal era el
grado en el que ella vivía a través de él. Taiki eligió al rey y entonces descendió del lugar
donde nació para ser Saiho. Incluso aunque no era más el chico que Sanshi crió, ella vivía
para servirle como siempre hizo.

Gouran no era diferente. Para ser preciso, Gouran no había nacido para el bien de Taiki. Pero
el pacto que los unía fue tan rápido como el que lo unía con Sanshi. El pacto entre un kirin y
su shirei estaba a la par con el lazo entre el rey y el kirin. Por lo que no solo Sanshi, sino
Gouran también existían para proteger y servir a Taiki.

¿Cuánto tiempo deberían permanecer en silencio mirando herida tras herida? Si de acuerdo
con el comando de Taiki, o para el rey de Taiki al que sirvió con todo su corazón y espíritu,
ellos podían soportar, e incluso absorber el sufrimiento que padecía. Pero ninguna razón se
acercaba.

Solo una advertencia al principio. Aquellos que le mostraban falta de respeto tenían que
entender que el precio se debía pagar. Pero la incivilidad no cesó. Sanshi no tenía opción sino
inculcar en ellos lo que era un grave error que iba a tener Taiki por sentado. Razón y
obligación de tenerla a ella y a Gouran condonando su encarcelamiento y el abuso de sus
captores, pero no porque había perdido toda su dignidad o divinidad.

En particular, los intentos de curar sus heridas con premeditación eran merecedores de la
muerte. La ley, no obstante, decía que herir al Saiho era un delito capital. No había
circunstancias atenuantes.

Pero al remover una amenaza y entonces más descontentos traería. Parecían llegados de la
madera. Cada vez que eliminaban a uno, su paciencia y tolerancia disminuía. Con cada
respuesta sus carceleros se ponían más y más enojados, Sanshi y Gouran sentían los tonos
dorados de Taiki ponerse más revueltos. Cuanto más se revolvían, más débil se hacían sus
corrientes psíquicas.

- 168 -
Incluso si esto era parte culpa de Sanshi y Gouran, no sabía como más tratar con las amenazas
¿Cuánto más debían durar?

Si había algo que ella rescatara de las profundidades de la desesperación, era la alegría de
Taiki demostraba por un impulso u otro, ella lograba tocar y consolar. Desafortunadamente,
Taiki no recordaba nada sobre Sanshi o el Monte Hou o Tai. Y, sin embargo, no había
olvidado el toque de su mano.

Yo siempre estoy con usted. Siempre estoy a su lado.

Cuando ella lo confortaba, y Sanshi sentía, sin embargo que sus esfuerzos eran
recompensados.

“Lo protegeré, pase lo que pase” susurró.

Dentro de la oscuridad, sin embargo, ella se perdía gradualmente. Sanshi no estaba conciente
de ello… que perdía control de ella misma gradualmente. Sus pensamientos se volvían duros
y firmes. En un extraño estado, no se le ocurría que las impurezas la estaban atacando a ella
también.

Y tampoco era conciente que esos cambios le ocurrían a ella y a Taiki. O mejor, él había visto
muchos ‘accidentes’ a su alrededor, pero los ponía bajo los ecos de los pliegues en el tiempo
que lo habían traído acá ahora.

Durante el tiempo que podía recordar, sospechaba que había algo ‘mal’ acerca de él. Era
conciente también de la extraña sensación… el conocimiento, incluso… de que alguna
extraña criatura como él existía, su ambiente debía estar mal. Sentía que era una decepción
para quienes lo rodeaban y una desconcertante carga. Estos sentimientos crecieron año tras
año, floreciendo en una convicción.

Realmente se sentía un extranjero acá, una fuente de malestar a su alrededor. Una mala
semilla. La fisura en el tiempo y espacio que en algún momento lo cortaron de ese mundo era
tan grande que ya no podía ver hacia la realidad. En un cierto momento, los frenéticos
intentos de su madre por romper la brecha ya no resultaban suficientes.

Fue lanzado a la deriva, y entendió la necesidad del aislamiento. Calamidades golpeaban a sus
vinculados. Los rumores decían que él estaba maldito, rumores que se juntaban a la persona.
No tenía opción sino aceptar que era una peligrosa criatura, un golpe de mala suerte a su
medio ambiente.

Y aceptó eso con una extraña sensación de resignación.

Se preguntaba ahora y entonces de donde habían venido esos sentimientos. Cuando era chico,
siempre siendo el extraño niño era doloroso y desalentador. Sin embargo, ahora el hecho no lo
golpeaba ni dolorosamente ni desalentadoramente.

Quizás por esa reconfortante presencia. En algún punto se había dado cuenta que algo como
un espíritu se ocupaba de él con su cálida seguridad. Por lo que su desolación era un
aislamiento en todo sentido de la palabra. Cuando llegó a relacionarse con otros… es decir,

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cuando se trataba de evitar a otros por el daño y considerando los desastres cuando ese tipo de
cosas ocurrían… evitar tales relaciones era la mayoría de las veces más aconsejable.

Pero más que eso, muchos órdenes de magnitud más profundos dentro de él, algo se estaba
rompiendo y cayéndose a pedazos.

Yo no pertenezco aquí.

Los pensamientos perseguían su mente. Excepto que ningún sentimiento de sufrimiento los
acompañaba. En algún momento lo había aceptado completamente.

Como un niño, nada pesaba más sobre su conciencia que su madre lloró por él. Incluso ahora
picaba su corazón. Pero cada vez que lloraba por su madre, descendía la impresión de que su
vida era más que valiosa. Más que la de su madre, más que la de su familia, que debía estar
preocupado por su bienestar.

Creciendo con cada año que pasaba, esta impresión eclipsaba la angustia y volvía a sus
pensamientos. Estaba olvidando algo de suma importancia. Algo de gran importancia positiva
que no podía dejar atrás.

Durante este tiempo, viviendo su vida sin un propósito en la mente, crecía en su mente la idea
de que parte de él hacía falta y se había perdido más allá de cualquier reparación.

¿Por qué no podía recordad?

Ese año perdido. El amor y el anhelo que poseyó durante ese importante año perdido crecía
día a día, la creciente distancia entre ahora y antes llenaba solo una creciente desesperación.

Tenía que volver.

Pero ¿a dónde?

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Parte Cinco

En su regreso del Monte Hou, Youko encontró a Shoukei esperándola en el Seishin.

“Youko, tienes un visitante inusual”.

“¿Un visitante?” preguntó Youko.

Shoukei asintió, explicándole que poco después de que partió al Monte Hou, un enviado llegó
a la capital en busca de una audiencia con la Reina de Kei. “Su pasaporte llevaba el sello real
de Han en el reverso, y pidió encontrarse contigo. Como no estabas presente, tomó hospedaje
en las habitaciones de Gyouten. Nos dejó esta nota de introducción del Rey de Han”.

Youko tomó la nota con una mirada perpleja. Han y Kei no habían tenido relaciones
diplomáticas en el pasado. Este quizás se refería al asunto del que el Rey de En y Enki se
habían estado comunicando.

Una débil fragancia y a la vista una hermosa caligrafía la saludaban al abrir la carta. La tinta
fresca y el papel celeste impartían un sentido de gran refinamiento. Pero Youko tomó un
profundo respiro y cambió su postura.

“¿Quieres que yo la lea?” sugirió Shoukei suavemente.

“No. Déjame dar mi mejor esfuerzo.”

Youko luchó contra la prosa. Según a lo establecido, comenzaba como una felicitación
navideña. Entonces parecía ser una disculpa por la grosería de enviar a un representante en
lugar del Rey de Han. Informaba que además de la misma visita del Rey de En que había
recibido y que no escatimaría esfuerzos, tenía una petición que hacer. Quería arreglar un
encuentro con la general de Tai que residía en el palacio.

“Parece que está solicitando una reunión con Risai. ¿Está pidiendo enviar un sirviente a las
habitaciones, o pidiendo reunirse con el enviado en las habitaciones?”

Youko le mostró la carta a Shoukei. Shoukei la miró y parpadeó. “No. Desea que la general
sea enviada a las habitaciones. La reunión es solo por razones personales, por lo que no
deberíamos intuir algo de vida o muerte en ello.” Shoukei añadió una evidente sorpresa en su
rostro, “¡Eso debe significar que el Rey de Han está en las habitaciones en Gyouten!”

“Increíble”, murmuró Youko para sí. “Suena grosero de su parte para mí”.

“Negocios como de costumbre. Pero dice que no involucra nada de vida o muerte, el
encuentro con la general probablemente es de asunto privado”.

“¿Cuál?”

“La carta no dice. Solo intuyo, pero, implica que su visita tan pronto como sea concedida,
desea que miremos para otro lado. La carta también pide que no le informemos la identidad
del escritor. Concluye ahí”.

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“Así que eso dice, pero Risai difícilmente está en condición de pasar a las habitaciones en
Gyouten”.

“Entonces nuestra única opción es enviar un mensaje que explique la situación. Deberíamos
discutirlo con el Taiho y el Chousai y ver que resulta”.

Youko asintió. Se arregló una rápida reunión con Keiki y Koukan. Las circunstancias se
explicaron, y la única opción era que el Rey de Han viniera al Palacio Kinpa. Shoukei fue
enviada a las habitaciones con un comunicado privado en mano: Risai estaba todavía
demasiado indispuesta para moverse, y mientras esperaban que ella se curara lo suficiente,
cual era la cuestión, ¿podría él venir al Palacio Kinpa en cambio?

La composición de la carta, sin embargo, era causa de gran consternación.

“No puede ser una correspondencia salida de cualquier lugar”, afirmó Shoukei firmemente,
sosteniendo la carta del Rey de Han. “Miren esto. Debería ser obvio. Esta es una persona con
gustos exquisitos. No podemos tratarlo como un plebeyo”.

“Incluso si tuvieras razón, mi caligrafía aún apesta”. Youko todavía no se había acostumbrado
a escribir con pincel. Era muy conciente del bruto aspecto de sus caracteres.

“Por eso debe ser escrito con la máxima consideración. Escribir una carta en cualquier pedazo
de papel que ronda y se verá como algo destinado a la basura, ¿no?”

“¿Es tan importante?”

“Lo es. Es por eso que si usas un papel demasiado pretencioso, vendrá del otro lado algo
bastante indigno en cambio. Debe ser algo natural y de buen gusto. Voy a buscar algo,
mientras practicas tu escritura con esto”.

Youko suspiró y copió es esquema que Shoukei había preparado, y después de un buen
número de intentos, finalmente hizo una versión en limpio en el papel que Shoukei había
conseguido. Con la carta a mano, Shoukei se aventuró a la ciudad al atardecer. Cuando
regresó en la noche. Tenía una curiosa expresión en su rostro.

“¿Qué sucede?”

“Ah, bueno. Mañana estarían visitando el palacio. Si venían como invitados de honor oficial,
los protocolos demandaban mucho tiempo y molestia. Por lo que insistió en que esto se trata
de una visita personal”.

“Oh. Entonces ¿qué clase de persona es el Rey de Han?”

El Rey de Han ha reinado por trecientos años, la dinastía más larga después del país austral de
Sou y el nororiental reino de En.

Shoukei miró al techo, con una expresión algo perpleja en su rostro. “Un individuo de
completo refinamiento. Por lo que puedo decir”.

- 172 -
“Huh,” respondió Youko.

Shoukei respondió con una ingeniosa sonrisa. “Lo entenderás cuando lo conozcas”.

Al día siguiente, como había prometido, la palabra vino desde el Ministerio de Estado que los
visitantes habían llegado. Youko se estaba ocupando de los asuntos que se habían
amontonados durante su visita al Monte Hou. Con un mínimo de formalidad, se fue al Palacio
Exterior.

Una de las mansiones adjuntas al Palacio Exterior fue reservada para acoger a los huéspedes.
Entrando en la sala, Youko vio a dos personas que la esperaban. Una era una alta y
majestuosa dama que parecía estar en sus últimos veinte. La otra era una joven quizás en los
dieciséis o diecisiete. Echando un vistazo a la mujer, cuyo rostro no mostraba características
particularmente únicas, Youko tomó una pausa. Le parecía familiar.

Se parecía a una chica que Youko conocía. Por supuesto no podían ser la misma persona. La
chica que Youko conocía estaba muerta. Sin embargo, la similitud en sus apariencias le hizo
doler el corazón.

La chica curioseó. Regresándole la mirada curiosa de Youko, dijo de forma cortés: “Gracias
por disculpar nuestra abrupta llegada y honrarnos con su presencia. Estamos verdaderamente
y profundamente agradecidos de presentarnos como los más humildes sirvientes del Reino de
Han”.

Con eso, la chica miró a la mujer que estaba detrás. Youko dirigió su atención también a ella.
¿Ella era, de hecho, la Reina de Han? Con un aire de serenidad y formalidad, la mujer asintió.
Youko se encontró sorprendida. No había nada presuntuoso en ella. A simple vista, aunque
modestamente vestida, era una mujer notablemente atractiva. Mirando de cerca, vestía un
kimono floreado y joyas sin una gota de pretensión, que eran espléndidos accesorios.

Y, sin embargo, el esbelto y bien proporcionado marco le pareció a Youko como nada sino el
de un hombre. Y todavía una perfecta vestimenta para la ocasión. Por supuesto. Justo como
Shoukei lo había mencionado. Un individuo de completo refinamiento. Youko estaba nerviosa
de en donde colocar su mirada.

La chica le sonrió. “Al Rey de Han le gustaría intercambiar algunas palabras con usted”.

Youko asintió, teniendo presente que deseaban la habitación vacía. Se dio vuelta hacia el
secretario. “Dígale al Ministro de Protocolo que le muestre a nuestras honorables invitadas…”

La muchacha sacudió la cabeza. “Lo siento, pero siempre que sea posible, preferiríamos evitar
tales circunstancias. No hay necesidad de molestar a los ministros.”

“Pero…”

“Si no le importa. De lo contrario, temo que el Rey de Han se moleste conmigo”.

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“Bueno, entonces. Dada su palabra, les doy la bienvenida como mis invitadas personales. Por
aquí, por favor”.

El secretario levantó una agravada voz de protesta, pero Youko lo silenció con la mirada. A
medida que guiaba a la chica desde el Palacio Exterior, se podía oí al Ministro de Protocolo
murmurando en tonos altos, que Han debía ser una tierra repleta de maleducados.

“Me temo que la educación de mis secretarios no es todo lo que debería ser”, se disculpó
Youko.

La muchacha sonrió. “Solo porque Su Majestad apenas le ha hecho saber a Su Majestad”.

Había algo acerca de ella que Youko no podía estar segura. El hecho en sí era que no quería
llamar mucho la atención, y sin embargo, poseía cierto brillo magnético. Uno de los aspectos
que la amiga de Youko, fue enterrado en una esquina de la Provincia de Ei, no fue
compartido.

“¿Pasa algo?”

“No, es que me recuerda a alguien que solía conocer”.

“Entiendo”, la chica sonrió.

La otra ‘enviada’ no dijo nada, pero seguía de cerca, y se expresaba con su rostro sin decir
nada. No solo tenía un sentido extrañamente discreto, sino que sus movimientos fluían con
una notable gracia. Debía ser la Reina de Han, Youko confundida mientras las acompañaba.

Caminando por el Palacio Interior, se cruzaron con Keiki, que se dirigía al Palacio Exterior
prácticamente corriendo.

“Oh, Keiki. Ella es…”

Se detuvo en medio de la frase por Keiki, que muy inusual de él, jadeaba. “Su Majestad, ella
es…”

“Una sirviente del Rey de Han”, interrumpió la muchacha con una sonrisa.

Youko miró como con evidente nerviosismo Keiki también. “El Taiho de Han, ¿supongo?”

“¿Qué?”, soltó Youko.

La chica llevó el dedo a sus labios. “Sh”.

Youko la miró nuevamente con otros ojos. Su largo cabello era negro y brillante. Youko
nunca había visto un kirin como ella. Una oportuna sonrisa llegó a los labios de la persona
alta que las seguía desde atrás.

“Y ¿dónde nos lleva?” la chica preguntó en su despreocupada forma.

- 174 -
Youko señaló al jardín cerrado del Palacio Interior. El amplio jardín llegaba a atravesar el
Palacio Interior hasta la biblioteca, frente al Palacio de Visitas. Las arboledas y los pabellones
salpicaban los jardines como los escondites entre las cabañas y los montículos.

Youko las llevó a una de las moradas y retiró al secretario. El lugar había sido asegurado, la
muchacha tomó el cuello de su túnica. Con movimientos que parecían que se sacaba una
camisa, removió un tocado hasta ahora invisible, revelando el brillo de luz trasparente, su pelo
dorado.

Se dio vuelta hacia la anonadada Youko y doblegó. “Lamento haberla sorprendido.


Permítame saludarla de una manera más adecuada. Soy Hanrin”.

No se parecía en lo más mínimo a la chica que ella había conocido. Hanrin era, por cierto, la
criatura más bella que Youko había visto. Cubrió su brazo con la tela que había sacado de su
cabeza, una especie de tejido delicado como gasa.

“Oh”, dijo. “Esto es un koseisan. Como mi verdadera apariencia suelo poner a los ministros
nerviosos, lo tomé prestado de Su Majestad. Usted parece haber sido algo sorprendida. ¿Me
parezco a alguien familiar a usted?

“Ah, si”

“¿Alguien importante para la Reina de Kei?” la sonrisa de Hanrin parecía una flor floreciente.
“Es uno de los atributos del koseisan. Aquellos que miran ven un reflejo de lo que su corazón
desea. Yo no percibo eso cuando me veo al espejo, y aparentemente tampoco el Taiho”.

“Por eso detecté el aura de kirin”, Keiki suspiró y se inclinó. “De cualquier modo, permítame
aprovechar esta oportunidad para darle la bienvenida. Creo que esta es la primera vez que nos
encontramos formalmente”.

“De hecho”, respondió con un guiño. “También estoy encantada de conocerte”. Ella se
abalanzó completa, aunque ágilmente, a la silla más cercana. “Y ahora ¿cómo me debería
dirigirme a la Reina de Kei?”

“Bueno, mi primer nombre es Youko, y…”

“Bien. Entonces la llamaré Youko. Por la antigüedad que tengo, no puedo llamar Reina de
Kei a una o a la otra. ¿Qué hay de ti, Keiki? ¿Hay algún sobrenombre que prefieras?”

“No, señora”.

“Oh, eso es muy malo. Estos días me llamo a mi misma Rietsu. Por supuesto, Su Majestad
puede tener en cuenta que en cualquier día puede llamarme de otra manera, por lo que no lo
considera un nombre fijo. ¿Sabe?”

Y le dirigió la mirada a la persona que estaba a su lado. Pero, por supuesto, pensó Youko.
Keiki solo suspiró.

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“Yo soy el Rey de Han, Go Ranshou,” dijo el compañero de Hanrin con una desconcertada
sonrisa.

Youko volvió en sí y asintió. Apresuradamente le ofreció una silla. “Lo lamento. Por favor,
tome asiento. No pretendía ser grosera”.

“Nada de eso”, sonrió.

Hanrin rió, su voz era como una campana. “No te preocupes, nosotros establecimos las bases
para esta reunión, por lo que no hay necesidad de seguir el protocolo. Puedes dejar las
disculpas para mí”. Inclinó la cabeza a un costado y dijo, “Me complace que no tomaras esto
de la forma equivocada, Youko. Su Majestad realmente desea conocer a la general de Tai.
Una visita formal tomaría mucho tiempo para arreglarse e inevitablemente podría a la Corte
Imperial patas arriba. Por ello adoptamos este subterfugio.”

“Eso está bien por mi. ¿Era Risai a quienes deseaban conocer entonces? Dijo Youko,
desviando su atención hacia el Rey de Han.

Asintió. “Según los rumores que salen de En, esta debería ser la general de la Guardia
Provincial de Zui. Aunque aun se está recuperando, ¿podría asumir que una reunión no estaría
fuera de las posibilidades?”

“No debería ser un problema. No está en condiciones de viajar. Pero lo peor de sus heridas ya
ha pasado. Ahora está esforzándose en recuperar la fuerza en sus piernas y brazo”.

“Apreciaría que no le dijera quien la está visitando. No quiero asustarla. Simplemente diga
que un visitante de Han quisiera hablarle”.

Youko asintió. “Iré a buscarla”.

“Ey, viendo que se supone que eres tu quien está arreglando una audiencia como una privada,
tendría más sentido si tu irías a verla. Puedes mostrarle el camino, ¿verdad, Youko?”

“Seguro”, dijo Youko haciendo un ademán al Rey de Han.

Encorvándose en la silla, Hanrin tomó fuertemente la túnica de Keiki y descaradamente


saludó adiós.

- 177 -
Capítulo 32

Cuando Youko llegó a las habitaciones de Taishi, Keikei estaba en el patio principal guiando
a Risai con la mano. Con algo de ayuda, la débil Risai era ahora capaz de moverse por sus
propios pies. El otro día fue capaz de subirse al lomo de Hien, lo que no le dio poca
satisfacción.

“¡Youko!” Keikei sonrió al verla. “Mira. Risai es capaz de caminar ahora”.

“Traten de no esforzarse”.

“Estoy bien”.

Youko asintió y, a continuación, explicó que Risai tenía un invitado. Risai dirigió su mirada a
quien había entrado después de Youko. Tenía un rostro excéntrico, sin embargo, tenía el
presentimiento de que se habían conocido antes.

“Keikei, ¿podías dejarnos a solas por un momento?”

Keikei aceptó sin protesta. “Voy a ir a ocuparme de Hien. Ayer Risai me enseño como
cepillarlo”.

“¿Ah si?” Youko sonrió mientras él salía. Y luego giró hacia Risai. “Él viene de Han. Desea
hablar contigo”.

Youko puso su brazo alrededor de los hombros de Risai. Mientras regresaban a la sala, Risai
se convencía más y más de que la había visto en algún lugar anteriormente.

“Pareces estar de buen ánimo”, dijo ofreciéndole un asiento.

Risai asintió en gratitud. “Lo siento, pero ¿lo conozco?”

“He venido de Han. Hay algo a lo que me gustaría echarle un vistazo”.

Tomó un pequeño paquete de tela del bolsillo de su elegante bordado kimono color azul
hierro. Dando a conocer sobre la mesa una sección de una faja de cuero. La faja estaba
tachonada con negro y plata. La imagen grabada de un caballo galopante daba elegancia al
broche de metal. Excepto que la faja por sí misma no era más larga que para dos manos.
Estaba roto en el medio, y lo peor, la desgarradura en su final estaba manchada con un rojo
oscuro.

La vista del mismo impulsó a Risai saltar sobre sus pies, tanto como le permitían. Casi
inmediatamente perdió el balance cayó. “Eso es…”

“¿Risai?”

“Oí que eras general de la Guardia Provincial de Zui. ¿Reconoces este objeto?”

“Si”, respondió Risai con voz tensa. “¿Cómo lo consiguió?”

- 178 -
“En Han. Fue encontrado entre un cargamento de piedras preciosas provenientes de Tai”.

“De Tai…”

“¿Qué es?” preguntó Youko.

“Pertenece a Su Majestad. Estoy segura. Esto es…” Risai se detuvo a la mitad. La identidad
del visitante desconocido llegó a su mente. Lo había visto nada menos que en la coronación
de Gyousou. Risai se soltó de las manos de Youko y se hundió en el suelo de rodillas. “Me
habían dicho que era un regalo presentado por Su Majestad en la coronación”.

El Rey de Han asintió. “No deseaba sobresaltarte, pero, obviamente te has dado cuenta.
Levántate y siéntate. Vas a lastimarte.” Le dirigió a Youko una preocupada mirada. “Han no
ha disfrutado en mucho tiempo de relaciones mutuas con Tai. Aunque no me preocupa el Rey
anterior.”

“No le importa…”

“El hombre tenía un gusto horrible. Simplemente no podía tolerar a un hombre que tomaba
tan alegre el oro y la armadura de plata dorada”. Ni siquiera hizo esfuerzos para disimular la
mueca en su rostro. “Gyousou, en cambio, me pareció un buen hombre. Bruto, pero no
aburrido. Y Taiki es una ternura. Simplemente adoro el brillo platinado de su melena”.

“Usted no dijo”, dijo Youko, mirándola con los ojos bien abiertos.

El Rey de Han rió. “Y así establecimos una relación de trabajo. Han no tiene fuentes o minas
de piedras preciosas. Sin embargo, me atrevo a decir que ninguno de los doce reinos puede
mejorarnos cuando se trata de nuestras artesanías en metales preciosos y joyas. Tai nos
suministra con materia prima. Encontramos este objeto entre un embarque de mineral”.

Levantó la faja. “Como puedes ver, los gravados de filamentos de caballos galopantes son
claramente discernibles. Yo había encargado al mejor grabador en el Ministerio de Invierno
para que hiciera esto para la coronación del Rey de Tai. Este es definitivamente uno de los
objetos preparados como obsequios de felicitación. La mano de obra requerida para producir
plata finamente pulida como esta solo puede encontrarse en el Ministerio de Invierno de Han.
La persona que encontró esto en el cargamento de Tai lo supuso de antemano y lo envió al
Ministerio, que me lo envió a mí”.

La todavía arrodillada Risai la miró. “Pero ¿de dónde vino el cargamento?”

“La Provincia de Bun. Junto con el mineral que llegaba desde Rin’u. Escuché que era la única
mina que seguía operando por el momento”.

“Si”, dijo Risai asintiendo. “Ese sería el caso”.

El Rey de Han se giró hacia Youko. “Las mejores gemas de Tai provienen de sus fuentes de
piedras preciosas. Arroyos de agua corren a través de las montañas. Las semillas de estas
gemas crecen en las aguas. Donde los arroyos emergen de la roca, las gemas son depositadas

- 179 -
en lechos de grava. Las piedras de esas fuentes son minadas por su valor en gemas, pero no
son clasificadas cuando salen de la tierra. Los inclasificados suelos son eliminados las marcas
de minería siguen marcados en ellos. Las piedras preciosas son clasificadas luego, y entonces
cortadas y pulidas por artesanos. Un artesano adquiere un montón de piedras y encuentra la
faja junta con el mineral en bruto”.

“¿Han encontrado muchas cosas de este tipo?”

“Para nada. La Provincia de Bun es conocida como una zona productora de gemas. Pero,
debido a la falta de otras exportaciones la zona ha sido completamente minada. Las raras
piedras que surgían fueron entregadas al Rey Kyou. Han terminó recogiendo las haces. E
incluso esos disminuyeron en los últimos años. En particular, en los últimos años, incluso las
haces se han secado. Ningún cargamento llega. Este objeto llegó dos días después del
sospechoso suscripto que anunciaba la muerte del Rey de Tai. Los cargamentos se detuvieron
después de eso. Parece que cayó en nuestras manos en el último minuto”.

“Fue dañado…” observó Youko.”

El Rey de Han asintió. “El Ministro de Invierno concluyó que sufrió una cortada por una
herramienta filosa. Hay manchas de sangre en la superficie y en el revés del cinto. Por lo que
esa parece ser la causa”.

“Alguien hirió al Rey de Tai…”

“Y lo golpeó por detrás. Preocupados de que algún tipo de calamidad haya ocurrido, nos
comunicamos directamente con Tai a los niveles más altos, pero el fénix no respondió. No
hemos escuchado nada del Ministerio de Estado, tampoco. Más recientemente, nos
contactamos con En y por primera vez tuvimos conocimiento de los pormenores”.

El Rey de Han envolvió el cinturón en telas. “Lo presento ante usted. Estaba aliviado al oír
que este corte no significa necesariamente que el Rey de Tai haya sido asesinado. Llegó a mí
poder a través de una extraña serie de eventos. Casi como si el Rey de Tai deseara dejarlo
como evidencia de su existencia para que se conozca, ¿quizás?”

“Si”, respondió Risai, relativamente aceptando el paquete de tela.

“A través de esta milagrosa conexión, el Rey de Tai y sus subordinados siguen conectados.
Debes mantener la esperanza”.

“Gracias”, dijo Risai, aunque sus palabras no pudieron oírse por sus lágrimas.

- 180 -
Capítulo 33

En su habitación, Risai le dio una larga mirada al cinturón. Seguimos conectados. Era verdad.
O ero era de lo que trataba de convencerse.

La única mina que seguía trabajando cerca de Rin’u para ese momento era el Monte Kan’you.
Se decía que era la más antigua de la Provincia de Bun. Por lo que podía recordar, las fuentes
de gemas se habían secado. La única mina producía pequeñas gemas de bajo valor.

Gyousou había desaparecido en las afueras de Rin’u, en el furor del combate. Y esta faja fue
encontrada en el Monte Kan‘you. Eso podría decir que los enemigos de Gyousou lo
capturaron en el Monte Kan’you. Pero ¿qué paso después de eso? Aunque los detalles no eran
totalmente claros, un pequeño rastro de migajas se había dejado detrás, huellas de Gyousou
que Risai podría seguir si volviera a Tai.

Risai respiró profundamente y cerró los puños. Los otros reinos dijeron que ayudarían en la
búsqueda de Taiki. Incluso si no produjera resultados, querían, aún no había agotado todas sus
opciones.

Estaba tratando de convencerse de esto cuando la gran Almada voz de Koushou se escuchó
detrás. “¿Risai, has visto a Keikei?”

Risai miró sobre sus hombros. “La Reina de Kei estuvo de visita más temprano. Lo mandé a
jugar. Dijo que iba a los establos”.

“Eso es extraño. Le dí un vistazo a los establos de camino aquí y no lo vi. No es de quedarse


mucho tiempo en un lugar.”

Risai sonrió. “Es un niño vivaz”.

“Lleno de vida y vigor, eso es seguro”.

“Un buen niño también”.

“Bueno, usted sabe…” Koushou rió burlonamente, como si el elogio fuera para él. “Es un
trabajador entusiasta, y no para obtener algo”.

“¿No tiene parientes cercanos?”

“Su madre y su padre murieron hace un tiempo y terminó en un orfanato. Tenía una hermana
mayor, pero fue asesinada”.

“Eso es muy triste…”

“Una historia triste, eso es seguro. Pero la forma en que lo toma demuestra que hay un gran
hombre dentro de su pequeño cuerpo.”

“Él realmente es un buen muchacho. Pero ¿es adecuado para Keikei-dono trabajar en un
establo, Koushou? ¿No tiene escuela u otras tareas que hacer? Además, aunque pueda tener

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un kijuu en calma, sigue siendo un kijuu. Sé que estamos hablando de una oportunidad de una
en un millón, pero…”

“Ah, no te preocupes por ello. Él pidió hacerlo él mismo después de todo” Añadió Koushou
con una sonrisa, “No necesitas llamarlo ‘dono’ tampoco. Tan solo Keikei está bien. Como él
dijo, es un mayordomo”.

“¿Ha sido enumerado en el Registro de los Hechiceros?”

“Es demasiado joven para eso. Youko quiere que mientras crezca se haga la idea de que
quiere ser. Es un poco extraña la forma en la que te diriges a él. Haciéndolo sonar como un
pequeño príncipe o algo así”.

“¿Lo hago?” Nunca se le había ocurrido. Pero cuando lo pensó así parecía. “Eso creo ahora
que lo menciona”.

“¿Se refiere que no era conciente de ello?”

Risai sacudió la cabeza. El sonido de alguien cantando en las habitaciones llegó a sus oídos.
La clara y brillante voz de una vivaz joven. “Creo que es Shoukei. La escribano real y la dama
vienen y van alrededor de esta hora por aquí”.

“Eso es verdad. Ambos yendo y viniendo y viviendo aquí”.

Risai parpadeó. “¿Y cuál sería la relación entre ustedes?”

“Ninguna”, dijo Koushou, saludando con su mano. “Solo digamos que estoy pidiendo
prestado el lugar por el momento. Ninguna relación en absoluto”.

“¿Y ninguna relación con Youko o Keikei tampoco?” presionó Risai.

Koushou respondió con una confundida sonrisa. “Sé que esto sonará un poco raro para usted.
Pero comencé mi carrera como un rufián sin conexión alguna con los ministros del gobierno.”

“Yo creo que la Reina de Kei se dirige a usted como un caballero pícaro”.

“Nada tan alejado como eso. Había un gobernador malvado, sabe. Y nosotros teníamos un
montón de valientes y patrióticas almas juntas para darle a su trasero una dura patada. Bajo
circunstancias normales, el levantamiento de bandera de revolución nos harían hombres
buscados. Pero no lo sabías, una de esas bravas almas resultó ser Youko”.

“¿La Reina de Kei? ¿Un revolucionario de su bando?”

“Ese es un secreto de Estado”, sonrió Koushou. “Youko es una taika. No nació acá. ¿Lo
sabías?”

“Si.”

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“Por eso es que no sabe nada acerca de este mundo. Por lo que dejó la ciudad y se fue a
estudiar con Enho, quien había sido el director de una famosa escuela privada.
Accidentalmente quedó atrapada dentro de nuestra pequeña revolución”.

“Veo”, aunque desconocía los detalles Risai asintió.

Koushou bajo la mirada. “No mucho tiempo ha pasado desde su coronación. Estoy seguro de
que hará todo lo posible por ser una buena emperatriz, pero muchos de mis compañeros no
están tan seguros. Kei no ha tenido buenas experiencias con emperatrices. Además ella es una
taika. Ni siquiera entiende bien nuestras cosas. Todos la ven con desconfianza. Por el
momento, el gobierno ha sido reorganizado. Pero todavía hay traidores entre ellos.
Especialmente aquellos que guardan resentimientos por como han sido tratados. Nadie sabe
que le tienen preparado a Youko”.

Risai se quedó un poco sorprendida. Así que por eso es que siempre hay una nueva Corte
Imperial. Pero Youko la había sorprendido como emperatriz de Kei recibiéndola con los
brazos abiertos.

“Hay conspiradores que intentan atacar a la Reina y a su séquito, antes de que algo suceda.
Los burócratas, sabemos, no tienen permitido entrar al sector privado del Palacio Interior”.

Risai entendió perfectamente de donde venía. Incluso cuando fue hospedada en el


conservatorio, vio muy pocos ministros u oficiales. A pesar de que el conservatorio estaba
dentro del Seishin, la vida ahí era bastante tranquila. Risai fue atendida por la dama de honor,
Suzu, y ocasionalmente por el escribano real, Shoukei. A parte de ellas, no vio otros oficiales
de menor rango.

“Pensé que eso de debía a que sospechaban de mí”.

“No, ese no era el caso. A pocas personas se les permite vivir en el Palacio Interior. No
queremos que los antiguos guardias merodeen a Youko. Solo aquellos en los que confiamos
por completo. Poco a poco traemos más gente a medida que las conocemos y sabemos que
clase de personas son”.

Risai se asombró al principio, pero pensándolo nuevamente encontró ese enfoque bastante
comprensible. Como la Reina de Kei había observado, Gyousou se había unido a la Corte
Provisional con mano firme antes de su coronación. Para empezar, Gyousou no había
necesitado reorganizar las cosas completamente en la Corte. Como uno de los señores
estatales, su popularidad fue duramente ganada y merecida. Pero lo que había pasado en Tai
no había pasado en otro lugar.

“Así que Kei está en un grave estado”.

“Un poco más de paciencia es todo lo que necesitamos. Yo realmente así lo creo”.

Risai asintió. La Corte Imperial en Kei no había vuelto a tener una sólida base. Risai entró
literalmente a los empujones, esta insistente joven… aún trata de unir la naciente Corte
Imperial… aún en contra del Cielo. A esta hora tardía, el reconocimiento de la verdadera
gravedad de sus acciones comenzaba a filtrarse en su alma. Había cometido una terrible

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indiscreción. La tenacidad con la cual se apegó a su objetivo no era nada de lo que pudiese
vanagloriarse.

La Reina de Kei tenía tantas cargas. Kei no tenía nada que hacer por un reino como Tai. Y
aún así, mientras tenía al reino con una mano, esta joven emperatriz había abrazado a Risai
con el otro. Incluso había prometido hacer todo lo que estuviese en su poder por Risai, como
si de ella no se pudiese esperar nada menos.

No debería esperar nada más que esto.

Dijeron que buscarían a Taiki. Y eso era suficiente. Incluso si Taiki no fuera hallado, haber
venido a Kei no habría sido en vano.

“Eso es porque”, continuó Koushou, al parecer avergonzado de tener que admitir,


“mantenemos a la gente alrededor de Youko al mínimo. Además de Suzu, la otra muchacha
que la había atendido era Shoukei, quien había sido nombrada escribano real. Los jóvenes
funcionarios eran todos viejos amigos, o habían sido escogidos entre personas de absoluta
confianza por el General de la Guardia del Palacio. Esa es la razón por la que todos estamos
encerrados en el Palacio. Tengo un lugar propio, pero difícilmente paso algún tiempo allí
estos días”.

“¿Y por eso se está quedando acá?”

“A esto es a lo que se reduce. Sabe, tengo un hermano menor”.

“¿Uno de verdad?”

“Si. Justo ahora, está asistiendo a la Academia Provincial en la Provincia de Ei. Está
durmiendo en los dormitorios”.

“Debe ser muy prometedor”.

“Si, lo es”, dijo Koushou con una gran sonrisa. “Estaba realmente encantado de que él pudiera
ir, pero después de que fue aceptado, para ser honesto, las cosas se pusieron un poco
solitarias. Es la única familia que tengo. Suzu es una buena amiga, pero ella merece algo
mejor que estar con un grupo de muchachos tercos. Por lo que Youko me pidió cuidar de
Enho y Keikei”.

“Ah, eso convertiría a esto en el lugar del Taishi”.

“Eso sería. Me refiero, yo cuidando de Enho difícilmente significa mover al Taishi dentro del
plano del Daiboku. De cualquier manera, Enho está prácticamente pegado a Youko desde la
mañana hasta la noche. Ella es un poco insegura cuando se trata del funcionamiento del
gobierno y todavía tiene mucho que estudiar. Por lo que Enho me prestó estas habitaciones y
me da rienda suelta para cuidar todo acá”.

Koushou rió tímidamente. “Crecí como un pobre niño posadero. Por lo que un sujeto como yo
no llegará lejos si no puede preguntarle a la gente cuales son las buenas costumbres y las que
no lo son. Incluso tuve que hacerle tener en cuenta sus peniques. El niño siempre ha tenido

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una buena cabeza sobre sus hombros. Así que tomé la oportunidad de encargarme de Enho.
Excepto que sin el toque de una mujer las cosas parecían un molino abandonado. Finalmente,
Suzu y Shoukei vinieron. Lo que ves aquí es mayormente gracias a ellas”.

“Ellas mantienes las cosas en movimiento con una alegre sonrisa”.

“Eso hacen”, Koushou concordó con una risa. “Youko tiene buen ojo para la gente. Creo que
ella entiende a un gran sujeto como yo siendo Daiboku, yo todavía era un triste saco de arena
por cuenta propia. Es difícil para mí resolver las cosas cuando no hay gente a mí alrededor.
Sin mencionar que el Palacio es mucho más de lo que pude imaginar. No había durado mucho
tiempo metido en mi propia habitación yo solo. Gracias a la agitación aquí, me las arreglo
para mantenerme en lo mío”.

“Y para empeorar las cosas, yo llegué a los empujones”.

“Youko nos pidió que mantuviéramos las cosas en calma, así que lo lamento por el ruido y la
conmoción. Y estoy feliz de que no te hallas ofendido por nuestra falta de decoro a lo largo
del camino”.

“Oh, no es nada”, Risai sonrió. Estaba feliz también de haber sido confiada a alguien digno de
confianza. “La Reina de Kei parece tener todo para ser una gran emperatriz”.

“Me contenta oír a un general de otro reino decir algo así. Y yo también lo espero. A
diferencia de personas como tu y yo, la Emperatriz y el kirin simplemente no pueden dejar de
hacer algo cuando las cosas se ponen difíciles”.

“Muy cierto”, concordó Risai con un guiño. La Emperatriz podría también mejorar y seguir
en el camino, o caminar por la plancha de destrucción. Sin desvíos permitidos.

“El Rey de Tai es un espléndido tipo también, eso escuché. Kantai de la Guardia del Palacio
dijo eso. Él es nuestro General de la Armada de Izquierda. Dice que el Rey de Tai fue alguien
incluso antes de ser Rey. Es conocido incluso entre oficiales de otros reinos”.

“Si, yo también lo creo así”.

“Por supuesto espero que regresen a salvo, el Rey de Tai y el Taiho de Tai. El Taiho primero,
supongo”.

Risai asintió de nuevo. Al menos debían encontrar a Taiki. De lo contrario, no habría


esperanza alguna para salvar Tai. La habitación cayó en silencio. Escuchó pasos. Keikei había
vuelto. Lanzó la puerta y se abalanzó a la luz del sol, entró en la habitación con una brillante
sonrisa cargando una flor.

“Algunos dientes de león volaban en los jardines en el patio norte”, dijo sosteniendo el tallo
de la flor.

Risai le dio un vistazo a la flor y luego a Keikei. “¿Qué edad tienes Keikei-dono?”

Keikei rió y dijo, “Acabo de cumplir once”.

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“Veo. Veo”.

La tímida sonrisa de Keikei se distorsionaba en su visión. Extendió su mano y encontró la


pequeña y cálida mano, la fuerza de su preocupación se condujo por sus dedos. “¿Estás feliz?”

“¿Yo? Um, bueno, seguro…”

“Veo”.

Risai, llamó la despreocupada voz, buscándola afuera, corriendo hacia ella con gran
entusiasmo, su rostro radiante. Y si Hien estuviera ahí, pediría caricias…

“El Taiho era de tu edad”.

Por favor, Dios, trae a Taiki a casa, Risai rezó ese día por primera vez. Era doloroso ver sus
expectativas traicionadas. Deseando algo desde el fondo de su corazón solo profundizó la
desesperación cuando esos deseos se esfumaron. Rezar era la esperanza. Por eso no pudo
rezar hasta ese día.

Risai había visto a la diversa gente de Tai visitar el santuario. Viéndolos caminar
solemnemente al santuario en medio de una tormenta de nieve. Sin decir nada, ya que la más
mínima queja podría llegar a los oídos de Asen, se acercaban al santuario y colocaban una flor
keihaku encima de ella. Expresaron su agradecimiento por cualquier bendición que quedara, y
oraban por la seguridad de quien les había dado esa flor.

Mientras se lamentaba que la gente de Tai no pudiera hacer nada más que eso, Risai nunca
había visitado el santuario. No había sido capaz. Habría sido lo mismo desde que la búsqueda
de Taiki había comenzado. Más que la expectativa de que lo fueran a encontrar era el miedo
que no lo hicieran. E incluso si lo hacían, ¿qué pasaría entonces? El regreso de Taiki no
garantizaba nada.

Entonces ¿qué significaba todo esto? Significaba que Taiki era una vela sobre el agua.

Un viejo ermitaño que Risai conoció a través de algunos conocidos le ofreció refugio. Le dijo
que desistiera “No hay ningún rey aquí”.

Garyou, el pueblo originario de Gyousou en los valles montañosos de la Provincia de I en Tai,


había quedado reducida a cenizas. Risai se había ido a la Provincia de I en busca de Gyousou
con la esperanza de que se escondiera en su tierra natal. Todo lo que encontró fueron ruinas
envueltas en niebla.

“Todo lo que necesitas es quitarte un peso de encima”.

“Estoy bien”.

“Un reino sin rey va a la quiebra y termina en ruinas. Todo el mundo lo sabe. Pero no
sabemos si el rey está muerto. Sin los rituales reales no se realizan ¿cae el reino entonces? ¿O
la presencia del rey protege al reino?”

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“La era ha comenzado durante la cual Tai no tendrá ningún rey. Lo has estado buscando todo
este tiempo y en vano. ¿No has hecho lo suficiente ya?”

Risai reaccionó con sorpresa. “¿Me está diciendo que abandone al rey?”

EL anciano sacudió la cabeza. Profundas líneas corrían por su sabio y degradado rostro. “Solo
estoy diciendo que deberías considerar tu propio bienestar. Tu también eres una de los
subordinados del Rey, uno de los que debemos rescatar”.

“Yo…”

“Si vas a hablar sobre la felicidad de la gente de Tai, ¿no deberías incluirte dentro de ella? Si
tienes la intención de soportar el dolor de todos sobre tus hombros, nadie terminará siendo
feliz”.

Risai asintió desalentadamente.

“Y, sin embargo, sigue siendo la única persona que puede salvar este reino…”

Con una triste mirada, el anciano se levantó y dejó la habitación, dejando sola a su nieta. Ella
le dirigió a Risai una triste y melancólica mirada.

“¿Tu también me crees una tonta también por deambular tras el rey?”

La niña sacudió la cabeza. “No lo sé. Nunca he conocido al rey. No entiendo la política. El
rey es alguien que vive sobre las nubes. Incluso Taiki está lejos, lejos de nuestras estaciones.
Pero el humo…”

“¿Qué es eso?”

“Mirando abajo desde las puertas, puedes ver la totalidad de la Provincia de I y todo el humo
que cuelga del cielo por encima de ella”.

“Ah”, dijo Risai.

Asen no podría tolerar la existencia de nada conectado con Gyousou. O alguien con quien
Gyousou hubiera gobernado. O alguien que alguna vez hubiera encontrado errores en Asen.
Cualquier burgo que no estaba de acuerdo con su fantasía había sido arrancado de raíz y
quemado. Aquellos que le dieran la espalda estaban dispersos o fueron expulsados de sus
provincias.

“¿Es verdad que los reinos del sur gozan de tiempo primaveral todo el año? ¿Qué nunca nieva
en Sou? He oído que los arroyos nunca se congelan. Que el sol brilla cálidamente todo el
invierno. Y cuando las nubes de tormenta parten, el cielo es azul como siempre…”

Risai asintió. Nunca había ido más al sur que el Mar Amarillo. Pero el sol brilló tan
profundamente allá, y el cielo era más profundo y azul que siempre.

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“Desde la primera nevada hasta la última, ¿cuántos días estaría el cielo claro? Se podría
contar con los dedos de una mano. Y también el humo…”

Risai entendió lo que la niña le estaba diciendo. Instintivamente tomó su mano.

“Y a los claros pocos días también se oscureció por el humo. Los incendios quemaron las
tierras y derritieron la nieve y los congelados escombros. ¿Cuánto tiempo debe esperar el
pueblo de Tai la primavera? Parece que el Palacio Imperial es el único punto azul en una
tierra cubierta por bajas y gruesas nubes. Incluso esos cielos azules se están volviendo grises.
El humo que cubre Tai como mantas de nieve también a Kouki. A este reino no le quedan días
despejados.”

La niña miró a Risai, sus ojos estaban llenos de tristeza. “Kouki aún debe habitar bajo cielos
despejados. En Kouki debe haber una chispa de primavera, ese rayo de luz que nunca se
congela en el invierno”.

La chica que había hablado de forma tan resuelta ya no estaba en este mundo. Había sido
ejecutada junto con su abuelo por el crimen de dar refugio a Risai. Pero en el momento y
después que la habían incitado a irse, conocían el destino que les esperaba.

Risai se prometió a sí misma que nunca olvidaría esas palabras.

Por favor salve a Su Majestad y al Taiho.

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Capítulo 34

El mensaje llegó dos días después que el Rey de Han apareció, llegando inesperadamente
como tienden los mensajes. Tres personas estarían cruzando el Mar de Nubes para verla.
Youko y Keiki estaban esperando en la recepción frente a la Puerta Prohibida.

Sus visitas eran Shouryuu y Rokuta, como lo esperaba junto con una joven de cabellos
dorados que no había visto antes.

“¿Ha llegado el Rey de Han?” preguntó Rokuta, mientras desmontaba su suugu.

“Si”, respondió Youko, saludándolos con una desconcertada sonrisa.

“Por eso fue que de repente nos quedamos incomunicados”. Se dirigió a la chica que bajaba
del kijuu. “Ella es la Taiho de Ren”.

Un poco nerviosa, Youko le dirigió un rápido saludo. Renrin le pareció una alegre muchacha
de alrededor de dieciocho años.

“Renrin, ella es Youko, la Reina de Kei. Y él es Keiki a su lado”. Rokuta preguntó, “Entonces
¿dónde están el rey y Sis?”

“Probablemente en sus habitaciones”, dijo Youko irónicamente con la misma sonrisa.

Habían reservado habitaciones en Gyouten, pero Youko insistió que se quedaran en el Palacio
Kinpa. El Rey de Han, pensó, resultó una persona difícil de complacer. Le mostró primero las
habitaciones para invitados, reservadas para invitados de honor. Pero dijo que carecían de
buen gusto y se negó a hospedarse allí. Finalmente, caballerosamente tomó una de las casas
aisladas entre los montículos del jardín Seiden.

Y entonces decidió que este jarrón era feo, así que se deshizo de él. Y que esa pintura era un
dolor de cabeza, a fin de pasar con esta. Y así sucesivamente.

Y luego no se llevaba bien con el pobre jefe de mayordomos asignado para cuidarlos.
Aparentemente lo encontraba estéticamente deficiente. Exasperada, Youko envió a Shoukei.
Afortunadamente, le pareció de buen gusto, pero apenas la dejaron salir de la habitación.

Hanrin, por otro lado, haciendo libre uso de la joya de la corona de Han, el koseisan, vagó a
voluntad por todo el Palacio Interior. De repente interrumpió en el Seishin (opinó que algunos
gobernantes eran inaceptablemente de alguna clase baja de burócratas) y salió nuevamente.

La opinión de Shoukei (el cuidado de niños había caído en su regazo) era que mientras en el
exterior Hanrin puede tener un aspecto un poco consentido y algo ingenua, en el interior fue
tan traviesa como Enki.

“Ella es trabajosa”, concordó Rokuta con una débil voz.

“Entonces ¿cuál es la relación entre En y Han?” preguntó Youko a su vez.

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“Es un renuente aliado, por así decirlo. Porque Han es un reino de muy dotados artesanos”.

“¿Al igual que la forma en que sus trabajadores trabajan el oro y la plata es la mejor de los
doce reinos?”

“Es una verdad difícil de negar. Érase una vez, Han no había sido bendecido con nada de
valor. Era un reino promedio lleno de gente promedio. La Realeza de Han tomó todo eso y lo
convirtió en un reino lleno de hábiles artesanos”.

“¿Arte o artesanía?”

“Todo lo que requiera una hábil y práctica mano. Desde materiales como el papel o la tela al
material requerido para hacerlo. Herramientas en particular. Las herramientas hechas en Han
son las más finas de cualquier lugar. Sea una regla de un carpintero o el valor en una serie de
escalas, las diferencias en calidad son como el día y la noche”.

“Hu”.

“Somos en construcciones los mejores. Caminos, edificios y puertos. Pero el talento de los
artesanos es una parte necesaria en la educación. Así que eso haría nuestra relación
sustancial.”

Rokuta suspiró, y Youko sintió de donde venía ese suspiro.

“No se como decirlo, pero estoy seguro de que es raro”.

“¿Tú crees? Él y Shouryuu se llevan como perros y gatos”.

Rokuta miró sobre su hombro. Tratando de dejarlos atrás, la mirada de Shouryuu no decía
nada desde que se unió a ellos.

“Si, siento esa vibra” murmuró Youko.

Fue cuando se encontraron con Shoukei. Se dirigía hacia ellos como si fuera un viento rígido,
sus se estampaban contra los adoquines.

“Oh, Shoukei, ¿Cómo está el Rey de Han?”

Shoukei miró a Youko, con fuego en sus ojos. “Está en su habitación. Solo para hacértelo
saber, pero no puede ver a nadie más ahora”.

“¿No puede ver a nadie más?”

“Bueno, parece que la horquilla no hace juego con el conjunto, y se negó a cambiar. ¡Míralo
por ti misma! ¡Te juro que si tengo que vestirlo es la última cosa que voy a hacer!”

“Así que te está dando un dolor de cabeza.”

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”Hmph”, Shoukei hizo un puchero, cruzando sus brazos sobre su pecho. “Parece que hemos
llegado a un callejón sin salida. En lo que a mí respecta está bien. Es la gargantilla que no va
con los aritos. Espero que no te importe, Youko, pero me pasé por tus cosas. Llámame
obstinada, ¡pero una mujer tiene que hacer lo que una mujer tiene que hacer!”

Habiéndolo dicho lo que tenía en mente con tal firmeza, Shoukei tomó nota da las figuras que
estaban detrás de Youko. Su rostro se volvió rojo. Con un aullido, saltó a la tierra a un lado
del camino y se inclinó profundamente. “¡Perdóneme, por favor!”

“Un verdadero dolor de espalda, ¿eh?”, dijo Rokuta, con una risa evidente en su voz. “Ese
kirin de seguro que lo es. Ellos no estará adentro, ¿verdad?”

“Si, um, lo están”.

“Ah. Bueno, tenemos algo que discutir. Cuanto más rápido puedas sacar a Su Majestad fuera
de su habitación mejor”.

“Entiendo”, respondió Shoukei con otra reverencia.

Tratando de aguantar la risa, siguieron su camino, llegando a un par de pagodas rodeadas por
una curiosa formación rocosa. Debido a la idiosincrasia del Rey de Han, le disgustaban todos
los jóvenes sirvientes a excepción de Shoukei, nadie estaba allí para recibirlos. Por lo que
simplemente se anunciaron y entraron.

Hanrin estaba tirada en el sillón. Pero era bastante obvio, observó Youko con una sonrisa
irónica, que el Rey de Han había movido todo de lugar y ajustado algunos pergaminos a la
nueva vivienda. Definitivamente tenía buen gusto. Y en medio de todo, la presencia del
desorden del cabello de Hanrin era exactamente lo que le daba un toque de vida al retrato
viviente.

“Hay”, dijo, mirando desde su libro. “Son Youko y Keiki”. Saltó fuera del sillón frente a
todos. “Tiempo sin verte, Rokuta”.

“Yo”.

Hanrin saltó en frete de Shouryuu y asomó su rostro. “Y un largo tiempo sin verte a ti
también, Shouryuu. Veo que luces como en busca de un reino patán. Como de costumbre”

“Y tu eres tan maleducada como siempre. Ve a buscar a tu amo”.

“No podemos. Por desgracia, Su Majestad aún no ha encontrado algo decente que vestir”.

Con una expresión que parecía haber mordido un limón, Shouryuu dijo, “No me importa. Si
nada le queda, entonces que venga en cuero”.

“Justo lo que esperaba de un maleducado como usted, Shouryuu”. Sus ojos se enfocaron en
Renrin. “Bueno, bueno, bueno”, dijo coqueteando, y siguió con una elegante reverencia. “No
puedo creer que tenga el honor”.

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“Um, ella es Ren Taiho”.

“Es un placer verla finalmente. Soy Hanrin“.

Con una gran sonrisa Renrin se presentó. Hanrin revisó la habitación. “Tengo entendido el
mal humor en el que están todos, pero ¿qué tiene que ver con la búsqueda de Taiki para
comenzar?”

“Ese sería el caso”, respondió Shouryuu adustamente, haciendo un ademán para que Hanrin se
sentara. “Te pedí que vinieras a En, pero nunca te mostraste. En cambio te encuentro acá”.

“Oh, ¿entonces por eso vienes aquí? Bueno, de acuerdo. Prefiero Kei. Tus sirvientes en En
son realmente feos. Lo único que hacen es arrojar aire caliente todo el día”.

“Te estás describiendo a vos misma. De cualquier modo, se decidió que serían En, Kei, Han y
Ren quienes realizarían la búsqueda en Yamato”.

“¿Y China?”

“Sou, Kyou y Sai”.

“Una gran operación”, reflexionó Hanrin. Inclinó su cabeza y preguntó, “Pero ¿está bien
hacer este tipo de cosas? Me refiero, no creo que nunca se haya hecho antes”.

“Está bien”, respondió Rokuta “Que nosotros los kirin busquemos a Taiki no va en contra de
la Divina Providencia”.

“Hmm. Entonces ¿cómo funciona esta búsqueda? En términos concretos. ¿Enviar a la Armada
Imperial?”

“No seas tonta”, dijo Enki con una mueca. “No se puede hacer. Genkun nos pidió que
mantengamos el shoku al mínimo. Y además, no nos haría ningún bien. Taiki es un taika.
Solo nosotros los kirin podemos sentir la presencia de otro kirin”.

Hanrin se detuvo un momento. “¿Estás seguro? ¿Qué no es Yamato un gran lugar?”

“No tan grande como cualquiera de nuestros reinos, si estás hablando de Yamato”.

“Siendo así, es mucho terreno que cubrir. Y solo cuatro de nosotros. Casi podría jurar que
estás tirando de mi pierna, Rokuta”.

“Sé que es una tarea difícil. Si no lo fuera, no habría pedido a los otros reinos que se metieran
y ayudaran en primer lugar”.

“Pero…”

“Encontramos a Taiki una vez. No puedo recordar exactamente donde fue, pero tengo el
alcance de una gran área. No hay garantía de que Taiki haya regresado a ese lugar. Pero
nuestra mejor opción es empezar en ese lugar y avanzar hacia el exterior”.

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“¿Realmente lanzaste este plan con solo una pista? Increíble”.

“¿Quieres abandonar?” Rokuta le frunció el ceño. “Si tienes una mejor opción, la tomaré.
Pero no hay una. Obviamente no hay necesidad de decir cuanto tiempo tomará. Pero si quieres
hacer algo en nombre de Tai ¡es todo tuyo!”

La sala cayó en silencio. Finalmente Renrin dijo, “¿Qué hay de usar nuestros shirei”?

“¿Shirei?”

“Si. Los shirei pueden detectar la presencia de un kirin, ¿verdad? No importa cuan lejos, mi
shirei siente donde estoy y regresa a mí. Es evidente que un shirei es capaz de detectar a otro
kirin también. Probablemente mejor de lo que puede un kirin”.

“Realmente”, Enki asintió. “¿Qué hay de eso?” dijo al aire.

“Si”, una voz hablaba desde el éter. La voz del shirei de Enki.

“Bueno, entonces. ¿Qué hay del youma?”

No hubo respuesta.

“Puedes convocar a aquellos de tu misma clase. Por supuesto, no queremos youma peligrosos.
Pero ¿uno chico e indefenso?”

Otro momento de silencio, “Si”, fue la respuesta.

“Genial. De esta manera realmente podemos aumentar nuestras posibilidades”.

“En ese caso”, dijo Hanrin levantando la voz y palmando sus manos, “Han tiene el
Kouyoukyou”.

“¿El Kouyoukyou?”

“Si. El Kouyoukyou desmaterializa a la persona cuya imagen refleja. Solo seres capaces del
tonkou pueden usarlo. Usándolo, teóricamente, los shirei y los youma podrían replicarse
infinitamente. Parte de la replicación está limitada por sus habilidades. Pero si buscar a
alguien es todo lo que necesitamos, entonces debería ser suficiente”.

“Y Ren tiene el Gogoukanda”, dijo Renrin. “El Gogoukanda crea un hoyo de gusano al otro
lado sin generar un shoku. Las personas no pueden atravesarlo, tampoco puede enviar a
muchos seres a la vez. Pero usándolo reduciremos los grandes efectos del shoku. Fue utilizado
una vez antes para recuperar a Taiki. Cuando el Taiho de En encontró su ubicación, fue
trasportado al Monte Hou usándolo”.

“¡Fantástico!”

- 193 -
Una fría voz interrumpió el ambiente de celebración de Rokuta. “¿Qué no nos queda el
problema de porque Taiki no ha regresado por su propia voluntad?”

Todo el mundo se dio vuelta. El Rey de Han estaba de pie en la entrada de la habitación.
Estaba vestido con una túnica de un blanco deslumbrante de seda. Shoukei estaba parada
detrás, con una mirada apesadumbrada.

“¿Así que finalmente decidió unírsenos? ¿Qué se supone que significa esa pregunta?”

“¿Qué se supone que significa? Si Enki tiene la gana de irse a Yamato ¿por qué no se asienta
allí?”

Rokuta se quedó sin palabras momentáneamente.

“Si fue Enki, entonces diría que le dio felizmente a su Rey Mono el resbalón. Pero Taiki
nunca pareció un ingrato. Él realmente trataba de regresar. Y sin embargo no lo ha hecho en
seis años. Creo que sería mejor considerar las circunstancias que explican esto”.

“Lo sabemos. Pero no hay manera de saber cosas así. De cualquier modo, no lo
encontraremos si no lo buscamos. Y sin embargo, ponerse en sus zapatos ¿puedes
imaginarlo?”

“Bueno…” El Rey de Han miraba al vacío. “Poniéndome en sus zapatos, diría que es porque
no es un kirin”

“¿No es un kirin?”

“La verdadera naturaleza del kirin es servir a su rey, y la fuente del kirin la compasión por la
gente. La parte de él que le urge regresar es por el bien de su rey y el bien de su gente. Y es la
cual lo impregnaría con la habilidad de hacerlo. Porque él no puede, creo que la única
conclusión es que no es un kirin”.

“¿Cómo puede un kirin no ser un kirin?”

“No estoy seguro de que podamos saber”, declaró secamente el Rey de Han.

“Pero Taiki es un taika”.

“Lo es, ¿y qué?”

“No estoy segura de cómo explicarlo. Hanrin probablemente solo dejará de ser kirin cuando
muera. Pero ¿qué le pasa a un kirin taika cuando está en el otro mundo? Eso, para dejarlo
simple, es lo que se me ocurre”.

- 194 -
Capítulo 35

Estaban a mitad del verano cuando Youko le avisó a Risai que la búsqueda de Taiki había
comenzado. Los enervados sentimientos acompañaban el calor opresivo robado incluso en el
Palacio Interior. Dormir se hizo demasiado difícil, y su impaciencia crecía mientras esperaba
buenas noticias, molestaba su descanso aún más.

“No hay necesidad de preocuparse”, le aseguró Rokuta alegremente al comienzo. “Lo vamos
a encontrar de inmediato”.

Pero su expresión pronto se nubló. No había señales de Taiki en Yamato donde Rokuta lo
encontró la última vez. Extendieron la búsqueda pero nada apareció.

Incapaz de dormir, Risai salió de la cama y caminó hacia el Palacio de invitados. Un gran
jardín rodeaba el palacio. Los cuartos de invitados estaban ubicados en Seikou Manor. Seikou
Manor estaba conectada a una biblioteca llamada Sala Ransetsu. La Sala Ransetsu se había
convertido en el cuartel general para la búsqueda de Taiki.

Deteniéndose en varias ocasiones cada día se había convertido en una especie de compulsión
para ella. Y a pesar de que sus visitas eran siempre una decepción, nunca saciaba su increíble
sed por el momento.

Esa noche también se dirigió a la Sala Ransetsu en busca de agua espiritual. Rokuta estaba allí
exhausto y desparramado en una silla.

“En Taiho”, dijo.

“Yo”, respondió con una sonrisa. Su rostro tenía un aspecto agotado.

“¿No lo han encontrado?”

“Ah”, dijo Rokuta en una tenue voz. Como si la sintiera perderse en su inutilidad, agregó un
tono de alegría en su voz. “Bueno, sabes, como suelen ser este tipo de cosas. Algo pasará
tarde o temprano”.

“Si”, fue lo único en que Risai pudo pensar. No había nada en que pudiese ayudar. Lo mejor y
lo más brillante en el reino que podía hacer era cuidar de su cuerpo y sus necesidades, y a su
vez lo único que podía hacer era mirar. Para ella encontrar un error con la lento ritmo en que
se desenvolvía estaba más allá de lo atrevido.

“¿Estás de ánimo para un té? Estaba deseando uno para mí”.

Risai sonrió. Encendió el pequeño hibachi sobre el escritorio, llenando la olla de hierro con
agua y colocándola en el hibachi.

“Quizás no está en Yamato”

Risai se congeló por un minuto. “¿Entonces China?”

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“Es difícil de decir. Pero el Rey de Han tenía razón. El problema radica en porque Taiki no
regresó por propia voluntad”.

“¿Y las circunstancias que podrían evitar su regreso?”

“Es fácil de decir pero difícil de describir. ¿Qué piensas?”

“No tengo forma de saberlo, pero…”

“Taiki causó un meishoku. Keiki insiste en que Taiki no sabía como causar un meishoku.
Asumiendo que así ocurrió, algo debe haberlo provocado, algo meramente instintivo. Puedo
empatizar con ello. Más que ir allí, creo que fue más como Taiki cayó por un acantilado. Cayó
de un acantilado acá y terminó allá”.

“¿Qué significa?”

“Significa que entre la entrada y la salida de la Puerta Gogou es un camino que lleva a ningún
y cualquier lugar. Piénsalo como la Puerta Prohibida y las Cinco Puertas. No es como si
pudieras estar parada en la puerta y frente a ti estuviera el otro mundo y detrás este mundo. Es
más como si hubiera un túnel entre la entrada y la salida”.

“Ah”, dijo Risai, asintiendo. Un sendero encantado. Como las escaleras encantadas que
cruzan el Palacio Imperial.

“Sabemos que Taiki no está acá y que entró a la puerta. Pero no hay forma de saber si Taiki
salió de la puerta y si está allí”.

“¿Eso significaría…?” dijo Risai, dándose vuelta para verlo de frente. “¿Eso significaría
quedar atrapado dentro de la puerta?”

“Es difícil de decir. Es posible que Taiki nunca haya halla llegado allí. Viajé allí usando el
Gogoukanda provisto por Renrin, pero mientras atraviesas tuve que sostenerme de la mano de
Renrin. Aunque sería mejor decir que me mantenía en la cola del Gogoukanda. Hay dos
extremos que van a dos direcciones, y con la orientación de Renrin solo tenía que seguir una.
Si no lo hubiera hacho acabaría dando vueltas. Porque una vez que entras, no puedes darte la
vuelta y volver”.

“¿Entonces estás diciendo que Taiki se dio vuelta así?”.

“No lo sé realmente. Comparar el Gogoukanda a un meishoku sería completamente


inapropiado. Simplemente me pregunto si Taiki llegó al otro lado. A parte de eso, no hay
razón por la cual preocuparse demasiado. Taiki se fue como taika, nació allá y creció como un
chico normal. Él tiene padres allá y una casa. Creo que lo encontré en la casa de sus padres la
última vez. Desafortunadamente, no puedo recordar donde era. Recuerdo el vecindario en
general. Yamato es un lugar muy grande, pero recuerdo en que ciudad estaba. Porque se
desencadenó el shoku y voló instintivamente, seguramente volvió a su ciudad natal. Pero no
encontré pruebas de que él estuviera allí”.

“Probablemente porque no era donde estaba. ¿Algún otro lugar quizás?”

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“También pensé eso. Pasé por el mismo lugar casa por casa comenzando por el centro de la
ciudad, y trabajando de norte a sur. Pero no pude encontrar ni una huella de él. Bueno, fue
algo bastante improvisado una vez más”.

Por su tono de voz pareció que añadió la última parte para el beneficio de Risai.

“La próxima vez, tomaré un enfoque más cuidadoso. Como ir con la gente y preguntar sobre
extrañas cosas que pueden haber ocurrido hace seis años. Tomará tiempo, sin embargo.

“Si”.

“Durante ese tiempo, sería bueno que alguien lo encontrara en China. De cualquier modo, no
podemos seguir imponiendo a Hanrin y a Renrin por siempre. Sin mencionar a Keiki. Kei aún
necesita mucho trabajo. Tarde o temprano tendremos que resignarnos a la realidad del
momento, y la búsqueda, sin duda, acabará en un segundo plano. Cuando ese momento llegue,
quiero que lo entiendas”.

“No, para nada. Sé que en estas cosas no tienen remedio”, dijo Risai, luchando por evitar
traicionar demasiado sus emociones.

No puedes pedirles más, se dijo a sí misma. A pesar de haber sido privada de un brazo, estaba
recuperando su salud. Ella sabía que algo calamitoso le había pasado a Gyousou en la
Montaña Kan’you en las afueras de Rin’u. Independientemente de cómo resultara la búsqueda
de Taiki, ella podía regresar a Tai y reanudar la búsqueda de Gyousou. Su viaje a Kei no
había sido en vano. Su vínculo con Gyousou aún existía.

“Incluso en ese caso, no estamos hablando de dejar a Tai a un lado. Prometimos hacer lo que
pudiéramos para los refugiados de Tai y para aquellos que permanecen en Tai”.

“Gracias”, murmuró Risai.

En ese momento, una luz se encendió en el cuarto oscuro. Mirando sobre su hombro, vio un
brillante umbral mas profundo en el Sala Ransetsu. Se puso de pie. El umbral llegaba a un
corto pasillo. Por el pasillo y en torno a una esquina llegó a un pequeño edificio llamado
Kokinsai. La luz brillaba desde el centro del Kokinsai. Se veía como la luz de la Luna
brillando a través de una ventana. Pero no había ninguna ventana en el Kokinsai. Y había luna
nueva esa noche. Una serie de manchas de luz blanca que brillaban sobre el piso, pero no
había ninguna otra fuente de luz. Eso era de esperarse. La luz no venía de arriba, sino de
abajo.

“El Gogoukanda”, dijo Risai, adentrándose en la habitación. El anillo de luz poco a poco se
amplió hasta que la figura de un humano salió inadvertida. Una persona al principio, seguido
otra persona. Al mismo tiempo los dos emergieron, la luz se desvanecía como si se retirara en
la distancia y se apagó.

“Ah, Risai”, dijo Hanrin. Levantó la voz y dijo, corriendo por el pasillo a la biblioteca.
“¡Rokuta! ¡Algo extraño está en marcha!”

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“¿Extraño?” Rokuta se estaba inclinando cansado en su silla. Rápidamente se levantó.

Hanrin asintió. “Los shirei están diciendo que no se acercarán más. Están temblando”.

“¿Qué?”

“¡Dicen que no hay forma de que se acerquen más de lo que ya están!”

“No entiendo ni una palabra de lo que estás diciendo. Renrin, ¿qué sucede?”

“Lo que ella dijo” Renrin entró en la habitación con la misma cara de preocupación que ella.
“No tiene sentido para mi tampoco. Los shirei hablaron. Algo malo viene. Eso es lo que
siguen diciendo”.

“¿Malo?”

“Si. Hanrin quería volver a la ciudad natal de Taiki para dar otra revisada. Pero el shirei dijo
que un Gan Mal se escondía, y no querían dar un paso más”.

“¿A qué te refieres con eso? ¿No estuvieron allí antes?”

“Eso es cierto. Según los shirei, estaba allí antes, pero era solo un susurro. ¿Juuko? ¿Podrías
explicarlo?”

“Si”, respondió una voz seca.

Detrás de la falda de Renrin, apareció un pequeño perrito sin cola. La bestia se reducía a un
ojo azul. A lo largo, con el pelo colgando como las cejas de un anciano, se formó una
expresión de perplejidad.

“Como dije, hay algo malo sucediendo allí”.

“¿Cómo qué?”

“No lo sé. Excepto no me voy a levantar acercarme y ser amistoso con eso”.

“Eso es inútil. ¿Dijeron que estaba ahí antes?”

“Si”. Juuko parecía irse de sus pensamientos. “Así es como lo recuerdo. Antes, capté una
visión fugas, tan fugas que apenas la registré. La dejé fuera de mi mente. Pero la otra noche
no había nada de fugas al respecto. El susurro se había convertido en un torbellino. Algo
terrible. Lo lamento, pero no estoy llegando a ningún lado con esto. Taiho o no Taiho”.

“¿Qué significa ‘terrible’? ¿Es el tipo de impresión que se sentía afuera?”

“No es eso. Algo desastroso. Algo impuro. Algo peligroso. Aunque esta criatura parezca venir
en un diminuto empaque, es cualquier cosa menos diminuta. Estamos manteniendo distancia”.

“¿Diminuto?” preguntó Rokuta dudosamente.

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Risai saltó abruptamente, “Espera un minuto. Lamento la interrupción, pero ¿qué hay si
estuvieron sintiendo el aura de un poderoso youma? ¿Tendría el mismo tipo de reacción?”

Juuko prácticamente saltó para tras. “¡Si! ¡Es eso! Y no un youma ordinario. El tipo de youma
que ninguno de nosotros podría imaginar acercársele. Escoltando a nuestro Taiho allá...”

Risai levantó la voz y dijo (al mismo tiempo que Rokuta murmuraba para sí) “Gouran”.

“¿Quién?”

Risai corrió hacia Juuko, se arrodilló en frente de él y se inclinó más diciendo, “¿Dónde?
¿Dónde fue? Ese era el shirei de Taiki. No lo dudaría ni por un segundo”.

“Pero eso tiene el aura de una criatura que nunca podría convertirse en un shirei”.

“Taiki tiene un totetsu como uno de sus shirei. ¿No?”

Juuko levantó las orejas. Incluso su pelaje se paró “Totetsu. ¡Debes estar bromeando!”

Risai se aferró a la manga de Renrin con su única mano. “¡Ren Taiho, Taiki está
definitivamente ahí!”

Estaba al borde del colapso. Suaves brazos la tomaron y la levantaron.

“Entendemos. Tenga la seguridad de que lo traeremos de vuelta con nosotros”.

“¡No se puede!” Juuko brincaba de arriba abajo en furia. “¡Ese no es un shirei! ¡Es un
youma!”

“No me quedaré parada por tal timidez, Juuko. Si realmente es un youma, entonces debe
haber un razón por la cual tal poderoso youma esté en el otro mundo. Lo más probable en
compañía de Taiki. Debemos determinar si Taiki está ahí o no. Si encuentra la noción
desagradable, entonces iré por mi misma”.

“De acuerdo, de acuerdo”, murmuró Juuko, moviendo la cabeza.

“Renrin…” dijo Rokuta, yendo hacia el pasillo. “Envíame. Voy a echar un vistazo. ¿Qué hay
de ti, Sis?”

Los ojos de Hanrin dieron vuelta alrededor de la sala. “Si. Por supuesto. Estaré justo contigo.
Pero…”

Renrin arrancó la pieza de delicada tela de su temblante mano. “¿Puedo usar esta también?”

“Um, si”.

“Si no le importa, entonces. En el ínterin ¿Por qué no le informa a los otros que sucede?”

“¡Lo haré!”

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Youko y Keiki se apresuraron en ir al Kokisai tan pronto como les llegó la palabra de Hanrin,
justo mientras dos figuras emergían del poso de luz.

“¿Enki, lo encontraste?”

“No lo sé”, respondió Rokuta. La fatiga de los últimos días se había evaporado de sus rasgos.
Volvió dando zancadas a la biblioteca, donde encontraron al Rey de En y el Rey de Han
esperando.

“¿Qué hay de Taiki?” preguntaron ambos al mismo tiempo.

“No lo sé. No lo vi”.

“¿No lo viste? ¿A qué te refieres?”

“Estoy seguro de que eso era Gouran. El shirei de Taiki. Excepto que yo no lo llamaría shirei.
Entiendo lo que tienen los shirei de espectro. Eso es definitivamente un youma. Y
terriblemente escalofriante y poderoso”.

Renrin entró en la biblioteca a ese punto, su cara estaba pálida.

“Eso es realmente lo que llamaría un Gran Mal. Ponte cerca de él y estará más claro que el
día. Tengo el conocimiento de la ubicación. Es una gran ciudad, pero Gouran está ahí. No
puedo detectar el aura de un kirin”.

“Riesgos, no obstante, echamos un vistazo y no detectamos vestigio. Creo que el Rey de Han
está en lo correcto”.

“¿Lo estoy?”

Rokuta asintió. Aún parecía que su cabello estaba erizado. “No había ningún ‘kirin’. Creo que
Taiki está ahí. Pero no hay forma que pueda llamarse ki”.

“¿Entonces, en qué forma?” preguntó Youko.

Rokuta y Renrin intercambiaron miradas. “Difícil de decir. Aunque si Gouran está ahí,
entonces Taiki debe estar ahí también. Gouran no podría haber regresado a su forma de
youma. Aún le sirve a Taiki como su shirei. Sin embargo, ni siquiera un atisbo de aura de
kirin existe. Incluso si Taiki quisiera regresar, no podría. No tengo otra opción sino concluir
que perdió si ki. De otra manera, incluso en el otro mundo, no habría causa alguna para que su
aura se muriera”.

“¿Alguna vez ocurrió tal cosa?”

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“No sabría decir. Solo podemos contemplar lo que es posible. Nuestro único recurso a este
punto es conducir una búsqueda casa por casa. Encontrarlo y traerlo a casa. No podemos
preocuparnos por lo métodos. Gouran es mucho más una amenaza allá que si estuviera acá”.

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Capítulo 36

La estación pronto pasaría del verano al otoño. Pero dentro del Ransetsu, una pesada y
ahotada atmosfera teñía la habitación. Después de conducir numerosas búsquedas, el paradero
de Taiki seguía siendo incierto. Todo lo que destacaba en medio de la niebla era el aura de
Gouran. Inundando los menguantes rayos del kirin, dándoles ninguna pista de su ubicación. El
mapa que llevaba Rokuta consigo era totalmente inservible, lugares eliminados y otros
rellenados.

Shouryuu preguntó, “¿No podemos determinar la ubicación de Taiki al ubicar a Gouran?”

“No”, respondieron todos kirin.

Hanrin se encogió de hombros y dijo en voz baja, “Si fuera tan simple, gran tontito, ya lo
habríamos encontrado”.

“Sabemos que está ahí. Sabemos por ese mal sentimiento que estamos todos consiguiendo
solo maldecir. Porque este sentimiento se hace peor cada vez que nos acercamos, sabemos
que nos estamos calentando. Pero eso es todo”.

“Entonces, ¿por qué no puedes dirigir la búsqueda en dirección en la que se calienta?”

“Solo para darte una pista”, dijo Hanrin mirando a Shouryuu, “pero seguro, si Gouran fuera
algún poste atorado en la tierra, entonces encontrarlo sería como comer pastel. Y todo más
fácil sin la estática que se levanta de todos estos malditos shirei reacios y sus instintos
limitados corriendo de un lado a otro. Pero Gouran no está en movimiento. Su poder aumenta
y disminuye. Probablemente su aura cambia cuando duerme y cuando está despierto. Por lo
que incluso persiguiendo donde los poderes están concentrados, terminaremos perdiendo la
marca. ¡Y no hay que decir si estuviéramos fuera de la milla o si Gouran simplemente decidió
tomar una siesta!”

Bastante inconciente de sus acciones, Hanrin incluso zapateó con énfasis, su irritación
expresaba toda su fatiga y frustraciones acumuladas.

“Ey, no te desquites conmigo”.

“Si me hubiera desquitado contigo como vos”, gritó Hanrin, “¡Yo habría sido quien terminaría
lastimada!”

Se dio vuelta y salió precipitadamente de la Sala Ransetsu. Como Shouryuu esperó a que ella
saliera, un abanico lo golpeó en un costado de la cabeza.

“Hey, hombre mono, deja a mi princesa”.

Shouryuu hizo una mueca y tomó el abanico del Rey de Han que lo golpeó. “Escucha, hijo de
p…”

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“Los Taiho están dando su mejor esfuerzo. Y, sin embargo, no ha sido suficiente. ¿Quién más
que nadie aquí tiene derecho a estar molesto por eso? Tú y yo somos meros observadores.
Todo este quisquillos no nos llevarán a nada”.

Shouryuu se mantuvo silencioso como una piedra.

“En particular, Risetsu está bastante asustada de Gouran. Es una criatura mucho más sensible
que ese pequeño babuino tuyo”.

“Se refiere a que ella es tímida. No es como que Taiki estuviera por perder el control de sí”.

“Como unicornio está bien acostumbrada al peligro. No puede hacer nada en contra de su
propia naturaleza que la hace retroceder ante tales peligros. Sus instintos naturales son mucho
más fuertes que los de un kirin taika. No es algo que pueda controlar, así que mantén las
críticas para ti”.

El Rey de Han miró a Renrin y a Keiki. “Ustedes dos también. No se exijan demasiado. Creo
que es tiempo de dar por acabado. Cuando el día sigue así, el cuerpo tiende a agotarse. El
Taiho de Kei, en particular, debe tomarse el tiempo de para hacer las cosas de su apretada
agenda acá”.

“De hecho,” concordó Renrin con un suspiro.

Cuando miraron a Keiki para confirmar, ál asintió, y con aparente renuencia dejó la sala.

“Se veía bastante cansado” murmuró Shouryuu, viendo a Keiki irse.

El Rey de Han concordó. “Es exhaustarte, incluso usando el Gogoukanda. Bueno, estoy libre
de tener que consolar a mi princesa y enviarla a la cama”. Con un susurro de los dobladillos
de su túnica, el Rey de Han salió de la sala.

Solo Shouryuu y Renrin quedaban. Mirando a Renrin, quien no mostraba signos de salir,
Shouryuu preguntó intrigadamente, “¿No te vas a ir a la cama?”

“No. Antes de retirarme, quiero intentarlo una vez más. No necesita preocuparse por mí”.

“Tan molesto como el hombre puede ser, ese hombre de Han no está tan equivocado. Estás
cargando con un peso mayor que todos nosotros. Necesitas cuidar de ti. Será mejor que
descanses”.

Cada vez que alguno de ellos utilizaba el Gogoukanda, Renrin tenía que estar ahí para
supervisar las idas y vueltas. El kirin que la acompañase podía dejar a cada uno de los otros
fuera, pero su presencia era necesaria en todo momento.

“No he llegado a mis límites aún”.

“No te creo en mucho”.

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Renrin rió suavecito. “El hecho es que, el sueño se me escapa cada vez que pienso en que
Taiki fue llevado al otro mundo. Estoy plagada de preguntas como ¿qué rayos pasó allá, y qué
deberíamos hacer a continuación? Es todo lo que mi mente puede pensar. Mi cabeza sabe que
él debería haber crecido para este momento, y sin embargo, era tan pequeño, un niño. Cosas
así.”

“¿Has conocido a Taiki anteriormente?”

“Si. Solo en dos ocasiones. La primera vez fue cuando regresó al Monte Hou. Y fue porque le
permití a Sanshi el uso del Gogoukanda. La segunda vez fue justo antes de que esos extraños
eventos comenzaran a ocurrir en Tai. Él viajó a Ren para expresar oficialmente su gratitud por
nuestra ayuda en el Monte Hou.”

Ella no podía olvidar la forma en que se apareció en aquel momento. Pensando el los
lamentables eventos que acontecieron, los momentos en que se divirtieron juntos hasta su
renuente partida se volvió más doloroso. Aunque era poco probable que Ren gozara la visita
de un reino tan distante, nunca había imaginado una separación de tal magnitud.

“El Rey de Ren está bastante preocupado también. Taiki y el Rey de Tai estando tan
separados es como un mal viento que no trae ningún bien”.

“¿Un mal viento?”

“Taiki parecía ser extremadamente apegado al Rey de Tai. Taiki deseaba desde el fondo de su
corazón servir a su Rey y que estuviera orgulloso de él. El Rey de Ren dice que de la misma
forma en que mi ausencia en el Palacio Imperial le deja un vacío, él está seguro de que Taiki
nunca pudo encontrar un lugar que pueda llamar hogar sin el Rey de Tai en vida. Y creo lo
mismo se podría decir de mí. Pero dejando eso de lado, se atribuye que un mal viento sopla
cuando un kirin es separado de su señor”.

“Ah, si, ese tipo de cosas…”

“Nosotros no podemos prosperar sin un rey a nuestro lado”.

Estando separado del rey significaba ser dividido en cuerpo y alma. Se dice que los kirines
existen por el bien del reino y su gente. Pero esa no era toda la verdad. O a eso había llegado
Renrin a creer.

“El rey existe en nombre del reino y del pueblo. Nosotros existimos por el rey”. Renrin tomó
su cabeza y la enterró entre sus manos. “¿Qué tipo de criaturas son estos reyes…?”

Una cálida mano la acarició en el hombro. “¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?”

Renrin levantó la cabeza. “¿Puedo pedirle que mantenga vigilado el mapa?”

“Hecho”

Renrin sonrió y regresó al Kokisai. Y por enésima vez ese día se hundió completamente
dentro del anillo de luz creado por la cola de una serpiente de plata.

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Ella emergió en medio de una austera ciudad adornada ni por verdes campos ni por montañas.
Colindaba con el océano, aunque la orilla estaba condenada y sellada con concreto. Le parecía
un lugar totalmente desagradable.

La ciudad en si misma era como una enorme caverna. La pregunta de por qué alguien viviría
ahí, sin duda, se le ocurrió por que no era una de los residentes de la ciudad. Con un bajo
espíritu, continuó con su búsqueda desde donde la dejó la última vez. Su anhelo instintivo de
evadir la confiable guía, que era el aura de Gouran, era solo su propia cobardía la que hablaba.

Mirando sobre las vacías calles a la luz de la luna, eligió el camino en el cual sintió la última
inclinación a proceder.

Gouran probablemente estaba despierto. Su aura era mucho más fuerte que antes, que cuando
ella perdió su rastro y abandonó por el momento. Aunque la naturaleza del aura era fácilmente
captada, era la parte que le hacía temblar. Inconcientemente trataba de desviarse del camino.
Se presionó, se forzó contra la corriente.

Finalmente, enfrentando la fuente de su miedo y aversión, su resistencia llegó a su límite y


cayó de rodillas. Juuko tímidamente surgió. “Taiho. Renrin-sama”.

“Estoy bien”, sonrió. Bajó una mano para ayudarse.

Y ahí lo encontró.

Un brillante filamento de oro, como hilo de telaraña. Débil y delgado, al borde de evaporarse
en el aire. Pero ella sabía lo que el fugaz rayo representaba. Era Taiki. Su resplandor oscuro
mostraba su mal estado. Las probabilidades eran mucho contra cualquier obstáculo a través de
los rastros persistentes.

Renrin levantó sus ojos. No podía ver ningún otro brillante hilo en las calles sinuosas entre los
altos edificios. Solo esta incandescente brasa, dejada atrás como una huella en la arena o una
mancha de sangre en la tierra.

“¿Encontró algo?”

La inmensidad del tiempo y espacio separaban al Taiki que ella una vez había conocido en
Ren y esta tenue brillante chispa.

“No hay ninguna duda. Está acá”.

Tan poca vida persistía en este lento fuego que no podía decir cuando había sido dejado ahí.
El hilo por si mismo fue desgarrado y podía seguir más. Solo confirmaba lo que ya sabían:
que estaba en algún lugar de esa ciudad. Sin embargo, habiendo al menos descubriéndolo fue
para Renrin más que suficiente recompensa por su trabajo duro.

“Espéranos. Te encontraremos”.

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Lo tocó ligeramente con la punta de sus dedos. Como si abrumada por la presencia de su
propia aura, la luz parpadeó.

- 207 -
Interludio

La oscuridad estaba comenzando a herrumbrarse, como si manchada por el color marrón


rojizo de la sangre seca. Sanshi también fue envuelta por las sucias naranjas corroídas
impurezas. Al mismo tiempo, sintió su impaciencia y frustración creciendo.

Este es mi Taiki.

Algo crecía en él como un veneno. En algún momento del tiempo, la masa acumulada
comenzó a devorar su fuerza vital. Se volvía más delgada día a día. A ese ritmo seguramente
moriría. Todo se perdería.

¿Deberíamos matarlos? Dijo la chirriante voz desde la herrumbrosa oscuridad.

“Detente. Por el momento, estas personas se están haciendo cargo de Taiki, son necesarios
para él.”

“Él es su cautivo”.

“No pueden ser asesinados mientras él sea su cautivo”.

“Pero el veneno aumenta”.

“Lo sé”, dijo Sanshi, sus manos destrozaban su pecho. Su piel pálida estaba cubierta con
numerosas heridas de las cuales escurrían gotas de sangre.

Ellos morirían. Serían asesinados.

A parte de ese destino, su impaciencia limitaba su conciencia cada vez más. Para ese
momento Sanshi había estado viendo a todos los habitantes como sus enemigos. Sus
carceleros vivían con Taiki en la prisión. Ellos rodeaban la prisión. Observaban a Taiki,
intentando infligirle daño en cada oportunidad.

Y si buscaban venganza, la oscura y la corrosión solo aumentaban, dañando su fuerza vital, y


contaminando a Sanshi. Pero ahora, Sanshi no podía distinguir más entre lo que pasaba allá y
lo que pasaba acá.

Todo lo que sabía era que sus enemigos estaban cerca. Quien quiera que sea, había intentado
asesinar a Gyousou, robar el trono y robar la vida de Taiki también.

Eso era algo que ella no podía permitir en lo absoluto.

Mirando atrás en lo que había ocurrido, todo había surgido a partir de sutiles malentendidos
de parte de Sanshi mientras tropezaba con diferencias entre acá y allá. Sanshi no podía
comprender que el mundo que rodeaba a Taiki era diferente del suyo en sus propias bases.

- 208 -
Por cada devolución llevada en defensa de Taiki surgía un nuevo tormento, que en poco
tiempo atraía una nueva hostilidad y desprecio. Las persecuciones aumentaron, al igual que
sus venganzas. La intensidad de las retribuciones provocaba más persecuciones. Y así creció
el círculo, auto alimentándose.

Taiki se había convertido en una amenaza para este mundo, un objeto de aversión. Sanshi no
podía entender eso. La sangra teñida que fluía por su venganza, y todo su rencor, ennegrecía
la sombra de Taiki, y daba más rienda suelta a Sanshi… y especialmente a… la naturaleza
youma de Gouran. Y en proporción inversa disminuía sus razones y sentidos.

Un total desastre surgía frente a sus ojos.

- 209 -
Parte seis

Renrin corrió hacia la sala Ransetsu. ”Lo encontré”, gritó.

Keiki y Rokuta saltaron. Durmiendo en el regazo de su ama, Hanrin levantó su cabeza


también.

“El aura de Taiki. Y no fue dejada hace mucho tiempo”.

“¿Dónde?”

Rokuta atropellaba sus pasos mientras sus piernas podían. Juntos regresaron al Kokinsai.
Keiki los siguió de atrás. Hanrin de despegó de la sala como un tiro.

Al final del corredor sinuoso, una pálida luz que se derramaba desde la desembocadura del
Kokinsai. La cola de una serpiente plateada enroscada alrededor del brazo de Renrin seguía
iluminando la ronda del círculo de luz. Tomando su mano, Keiki pasó a través del resplandor.
Llegando al final, se amplió en una oscura e inorgánica cavidad.

La estéril caverna que era esa habitación era un cuadrado perfecto, como estructura. Treinta o
cuarenta escritorios monótonos de aspecto aséptico estaban dispuestos en filas. Un
desagradable aire como el que se encuentra alrededor de viejas ruinas colgándose de las
prisiones y habitaciones.

Observando todo esto, Keiki recordó algo. “Esta es una escuela ¿tal vez?”

Keiki había visto habitaciones como estas anteriormente, cuando había viajado a Yamato a
encontrar a Youko.

“¿Una sala de clase?” preguntó Rokuta.

Como siempre, Keiki se sintió disconforme con la presencia de Rokuta. Su brillante pelo de
oro lo marcaba claramente como kirin. Pero el chico que estaba parado allí simplemente no se
parecía en nada a Enki.

“Apuesto que es la escuela de Taiki”, murmuró Rokuta, dando un vistazo al lugar.

Seguido, después de Rokuta, apareció Renrin, y el tenue brillo en las esquinas de la sala
parpadearon.

“En Taiho, Kei Taiho, es por aquí”.

Renrin se movió rápidamente entre los escritorios y señaló un punto en el piso. “Acá. El shirei
lo encontró”.

Detrás de ella, las siluetas de sus compañeros se hicieron medio transparentes en el aire, ahora
y después perdían su contorno humano y revelaban las bestias interiores.

- 210 -
Renrin se dirigió hacia las parpadeantes sombras y señaló una profunda mancha violeta en el
suelo. Un hilo de luz brillaba ahí, como si se aferrara desesperadamente a la vida, continuaba
en puntos y guiones.

“¿Es esta el aura de un kirin?”

“Eso creo. Sin embargo…” dijo Keiki. Sus palabras parecían perderse en las sombras.

“Continúa en esa dirección”.

Con un ligero escalofrío, Renrin continuó a lo largo de la pared del aula. Siluetas merodeaban
el vacío y oscuro pasillo como varios fantasmas. En el piso, bajo los pies del merodeador
shirei estaban dispersos los delgados restos de luz, como un rastro de migajas de pan dejados
por el kirin perdido.

“Termina acá, pero es definitivamente Taiki. Además, creo que este rastro fue dejado en los
últimos días”.

Keiki frunció las cejas y asintió firmemente. “Estás sin duda en lo cierto, sin embargo…”.

Rokuta continuó desde donde se quedó la voz de Keiki. “Para un kirin, un signo de mal
augurio”.

“Está contaminado”, dijo la pequeña criatura perro, apareciendo a sus pies. Bajó su hocico al
suelo y olió el tenue brillo. “Huelo a sangre. Causa de preocupación.”

“¿Eso crees, Juuko?”

“Estoy seguro. La maldición de sangre y acumulación de envenenamientos impuros. Algo ha


ocurrido que enferma a Taiki. Algo bastante malo.” Giró su hocico nuevamente hacia el suelo
y gruñó inquietamente. “Esta es el aura de su Nyokai. Tiene el olor a la muerte sobre ella”.

Ese olor era evidente para Renrin, Keiki y Rokuta. Un inquieto e inmundo olor que inundaba
lo que deberían ser lo claros y brillantes tonos del aura de un kirin. Algo realmente le había
pasado a Taiki. No estaba completamente claro que. Pero una cosa estaba clara. El hedor de
combate estaba en esta habitación.

“Gouran ha adquirido el carácter de youma. El aura de Sanshi está siendo desgarrada. Y algo
malo le está pasando al ambiente de Taiki”.

Keiki asintió en un blanco asombro para la observación de Rokuta. El aura de sangre y


violencia. Taiki fue capturado por ese vórtice, su naturaleza como kirin fue despojada. Y no
sería más mantenida.

“Si no nos apuramos todo se perderá. Taiki está muy enfermo. Y más que la enfermedad de
Taiki, debemos considerar el decaimiento del shirei. Aunque Gouran y Sanshi no parecen
haber perdido sus poderes, si no cambian pronto, no podremos enviar a Taiki a este encornado
remolino”.

- 211 -
Keiki deslizó sus dedos contra la restante luz. “Sus poderes de juzgar deben estar afectados. Si
depositamos este estupor proveniente de él como resultado de que un shirei se enferme, eso
probablemente constituiría la causa principal de las impurezas.”

“Probablemente estés en lo correcto. Cualquier y todas las provocaciones terminan en


derramamiento de sangre. El tigre persiguiendo su cola en la eternidad”.

Y perdiendo el agarre de su naturaleza esencial, Taiki perderá control de su shirei también.

“¿Entendemos que así es como resultan ser las cosas?” imploró Renrin, enfrentando la
oscuridad a su alrededor. Desde acá y allá las muchas y rastreras sombras respondieron con
solo un cruel silencio. Renrin llevó sus manos a la cara.

“Estamos definitivamente acercándonos, y aún…”

“Sigamos mirando”, dijo Rokuta. “Deberíamos ser capaces de encontrar donde se interrumpe
este hilo.”

Se metió dentro de la oscura caverna, donde ningún rayo de luz podía verse. Renrin y Keiki lo
siguieron. Vacantes aulas alineadas enfrentaban el corredor. Una escalera como un eje
hundido en la tierra. Dentro de la inhabitada tranquilidad y la fuertemente atada espiral de
negrura, vagaron de un lado a otro, buscando las líneas de la luz. Alrededor del edificio
similarmente asquerosas las grotescas formas del shirei, buscando por la perdida evidencia.

“No puedo encontrar nada en ningún lugar”, dijo la desanimada Renrin.

Buscaron dentro y fuera del edificio. Renrin regresó a la sala de clase donde los filamentos
brillantes aparecieron por primera vez y tristemente los estudió. Los rastros seguían brillando
tenuemente, desechando el extraño aroma. No parecían haber sido dejados hoy o ayer, pero la
falta de nuevas pistas sugería que Taiki no debía estar ahí en absoluto.

“En Taiho, Kei Taiho, ¿qué deberíamos hacer?”

“No sabemos dende se fue”. Rokuta dejó salir un profundo respiro.

Keiki le dijo fríamente a Rokuta, “No es tiempo para desesperarse. No hay necesidad de eso
tampoco. Hemos comprobado que estuvo acá en el pasado. Esto constituye nada más que
motivos para rendirse. Si estuvo aquí antes, seguramente aparecerá aquí de nuevo. En
cualquier caso, deberíamos expandir nuestros esfuerzos de búsqueda con esta ubicación como
lugar”.

Renrin asintió. Llamó, “Hanshi”. Con un sonido como una cinta separándose del vidrio, una
oscura sombra se separó del piso y se paró. “Hiciste un buen trabajo encontrando esto. Me
gustaría que te quedaras atrás y vigilaras”.

La sombra levantó su cabeza como una cobra y movió su cuerpo como si asintiera. Entonces,
tan rápido como se fue deslizándose, se reincorporó la sombra a sus pies.

- 212 -
Capítulo 39

El resplandor fugaz llenó el Kokinsai y parpadeó. Rokuta emergió primero, guiando el


camino. Miró detenidamente los rostros del grupo de personas reunidas que los esperaban y se
inclinó.

“Es Taiki. Estamos seguros. Pero está enfermo y su condición es seria.”

“¿Qué tan enfermo?”, preguntó Risai, su voz era rasposa ya que forzó la pregunta desde su
garganta.

“No sabemos realmente. Probablemente las impurezas estén en su ambiente. Su cuerpo está
siendo comprometido por la composición de su sangre. La situación en este sentido también
es muy grave. Esa es probablemente la razón de que el aura de Taiki esté tan débil”.

“¿Eso significa que aún no perdió su naturaleza de kirin?”

“No”, dijo Rokuta, evitando su mirada. “Taiki ya no puede llamarse un kirin. La mejor forma
de verlo es que ha perdido la mayor parte de sus poderes. Y el veneno le está ganando. Los
shirei están comportándose salvajemente. Ni siquiera puede controlarlos”.

“¿Es tan malo? Pero Taiki…”

“Su aura fue interrumpida. No pudimos seguirlo. Pero debería estar ahí. Lo encontraremos lo
más rápido posible y lo traeremos a casa”:

Risai miró a Renrin y a Keiki mientras salían de la luz fantasmal. Sus rostros estaban llenos
de angustia. Sus rostros estaban claramente diciéndole que, a menos de que Taiki fuera
encontrado y regresado rápidamente, las cosas se pondrían muy tristes en realidad.

“¿No hay… no hay algo que podamos hacer?” gritó.

Renrin la abrazó su cabeza disculpándose. “Como están las cosas ahora, estamos demasiados
cortos de manos.” Ella levantó la cabeza. “Además, cuando lo encontremos, ¿cómo
deberíamos traerlo?”

“¿Cómo?”

Renrin asintió y miró al resto en busca de ayuda. “Si Taiki perdió su naturaleza de kirin, ¿no
significaría eso que se convirtió en un mero humano, un japonés? ¿Hay alguna forma de traer
a una persona acá?”

Escuchándola desde la esquina de la sala, Youko comenzó. Definitivamente habría oído decir
que ningún humano podía venir a este mundo a propósito.

“Si se convirtió en un humano normal, entonces no podrá cruzar el Gogoukanda. E incluso si


pudiera, están esos dos gigantes shirei con los que tendremos que lidiar. Un shoku podría ser
activado, forzándolos a pasar, pero…”

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Rokuta giró su cabeza a un lado, como si contemplara. “No lo sabremos hasta que lo
intentemos. Excepto que Taiki apareciera ahora en este mundo como un extraño y estaría,
como consecuencia, rechazándolo. Además, tratando de forzarlo a atravesar podría causar un
gran daño acá y allá”.

“Yo…” comenzó a decir Youko. “Cuando pacté con Keiki. No era aún una emperatriz
debidamente reconocida. Keiki fue capaz de traerme aquí. Por lo que a mí me parece que
incluso si Taiki perdió su naturaleza de kirin, él debería de poder también. Después de todo
ambos comenzamos como taika”:

“Youko era en mayor parte la emperatriz. Pero Taiki no es ahora mayormente un kirin. No
hay forma de decir qué pasará, o cómo lo tomará el Cielo”. El Rey de Han continuó con su
tono fashion de voz. “Si no lo traemos de regreso, Tai continuará ahogándose. Entonces ¿lo
traemos con la posible causa de que provoque gran destrucción, o terminamos rápidamente
con su miseria y esperamos a que nazca un nuevo kirin?”

“No hables de cosas tan absurdas”.

“Si ese pensamiento es tan repugnante para usted, entonces debería aceptar las terribles
consecuencias que de otra manera ocurrirán”.

“Yo sé…” Rokuta había comenzado a decir cuando Hanrin lo interrumpió con una temblorosa
voz, “Si Taiki fuera una persona ordinaria, podría ser designado hechicero, ¿verdad?”

“¿Un hechicero?”

“Un hechicero puede cruzar el Kyokai, ¿No? A parte de eso el inevitable daño causado por el
shoku se mantendría al mínimo”.

“Entiendo”, murmuró Rokuta. “¿Pero como amplias este nombramiento?”

“Un rey puede viajar a través del Kyokai. Eso por si solo causaría como resultado un shoku de
un tamaño significativo. Pero sería preferible que forzar a una persona normal a cruzar el
Kyokai”.

“Imprudente, pero no sin lógica”.

“De hecho”, asintió Rokuta. Giró hacia su señor. “¿Qué hay de ti? ¿Te gustaría hacer el
viaje?”

Shouryuu inclinó la espalda contra la pared y juntó los brazos. “Está bien por mi”, dijo
mirando la ornamental celosía de la ventana. “Mi reunión familiar de quinientos años,
supongo”. La luz del sol atravesaba la celosía jugando con las sombras en su cara. Cerró un
poco los ojos, cambió su postura, y dijo cruzando la habitación. “Youko…no, Keiki. Estamos
sin Sou. Un buen momento para arreglar relaciones. Quisiera que vinieras”.

“¿A Sou?” dijo Keiki confundido.

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Tenemos que propagar la noticia de que Taiki fue encontrado en Yamato y abogar por más
shirei. Rokuta, irás al Monte Hou. Llévate a Youko contigo. Reporten lo que ha sucedido
hasta ahora”.

Youko entendió que iban a pedir nuevas instrucciones de Genkun sobre el asunto. Risai, sin
embargo, miraba con preocupación a Shouryuu.

“¿Por qué el Monte Hou?”

“Para arreglar una visita con Genkun. La condición de Taiki y la de los shirei están bastante
fuera de lo común. No hay forma de decir qué pasará si nos vemos obligados a hacerlo cruzar
por esa distancia entre aquí y allí. Si cruzar a través del Kyokai está permitido, en primer
lugar. Si podemos ir allá i traerlo con nosotros. Ninguna de estas preguntas puede ser
considerada resuelto. Realmente necesitamos la opinión de Genkun.”

Shouryuu obviamente no había calmado la preocupación de Risai. “Pero ¿qué tiene que ver un
shoku y Genkun?”

“Nada que ver con un shoku específicamente. El Cielo tiene sus razones y preceptos. Solo el
Cielo puede determinar la buena o la mala acción. Pero el Cielo no toca directamente nuestra
vida. L única persona que puede llegar a través de esa ventana es Genkun. Agradezco el buen
trabajo que Ren Taiho llevó hasta ahora, y si ella continuara…”

“¡Espera un minuto!” Risai elevó la voz. “Usted quiere decir que para determinar la Voluntad
del Cielo tenemos que hacerlo a través de Genkun?”

“Esa sería la cuestión de la misma”.

“Pero… pero… ¿hay un Cielo?”

Shouryuu asintió.

Risai sintió como si alguna criatura estuviera asechándola desde atrás. “¿Hay un Cielo?
Pero… entonces ¿por qué el Cielo abandonó a Tai?”

“Risai”.

“Si hay un Cielo, si hay una Voluntad Divina, si los dioses existen, entonces ¿por qué no vino
la ayuda a Tai más rápido, antes de que todo esto pasara? La gente de Tai envió sus oraciones
al Cielo mientras se asfixiaban con sus propias lágrimas y sangre.”

Aterrorizados de ser vistos por Asen, envueltos en la oscuridad, se pararon frente a la ermita
en la noche que continuaba. Prohibido incluso mencionar el nombre del rey, colocaron en su
lugar una flor keihaku en el altar. Sobrevivir a la destrucción y a los crudos inviernos se
volvió más difícil con el pasar de los años. En medio de la pobreza tan grave que solo una
fruta podía hacer la diferencia entre morir o vivir, una escasa ofrenda y un palillo de incienso
tenían que llevar el infinito peso de sus plegarias.

- 215 -
“Incapaces de hacer nada por si mismos, el pueblo visitó los santuarios. Y aún así el Cielo no
hizo nada para ayudarlos, yo le pedí a la Reina de Kei teniendo el pecado en mi corazón. Si el
Cielo y sus Dioses nos mostraran un mero rayo de esperanza, no habría cruzado el mar y no
habría perdido mi brazo en el proceso”.

“Y que usted lo diga no cambia nada”.

“Pero…” comenzó a decir Risai. Enfrentó a Shouryuu y fríamente dijo, “Envíeme a mi


también”.

“No tenemos tiempo que perder. Necesitas recuperar tu salud”.

“Estoy curada lo suficiente”, disparó Risai.

“¿Puedes cabalgar un kijuu con un solo brazo?”

“Si es Hien, si, Puedo montar”.

“¿Es esta criatura un kijuu?”

“Hien en un Pegaso tenba”.

“Un tenba ciertamente no es lento. Pero ¿puedes volar todo el camino hacia el Monte Hou?
Este será un viaje sin paradas”.

“Es lo mismo para mi”.

“En ese caso…” le dijo Shouryuu a Risai. “Ve si eso es lo que deseas. Este asunto le
concierne a Tai y solo a Tai. Ve y toma la Voluntad de los Cielos con tus propias manos”.

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Capítulo 40

Habiendo tomado algunos instantes para dormir, Risai y los otros dejaron el Palacio Kinpa a
primera luz del día. No escatimaron tiempo merodeando alrededor de las montañas Ryou’un,
tomaron su desayuno, y se encaminaron a través del Mar de Nubes hacia el monte Hou.

Para el momento en el que los picos de las Montañas Adamantinas rodeando el Mar Amarillo
se vio al tercer día después de haber dejado Gyouten (habiendo apenas dormido mientras
tanto) se volvió claro que Risai estaba atrasando su viaje. Como estaban acostumbrados el uno
al otro, cabalgar un kijuu al galope con solo un brazo resultó más difícil de lo que ella había
previsto. Tampoco era Hien tan rápido como los suguu que Youko y Rokuta estaban
montando.

Sin embargo, es igualmente cierto que de no ser por Hien, Risai nunca podría haber hecho el
viaje en primer lugar. En momentos como ese, el sentimiento de pérdida al cual ella había
resuelto pesaba fuertemente en su mente.

Youko y Rokuta silenciosamente la animaban, y en el cuarto día finalmente llegaron al Monte


Hou. Al menos, se dijo a sí, al mismo tiempo que pensaba, fue más fácil de lo que había
imaginado.

Había cruzado una vez el Mar Amarillo bajo el Mar de Nubes, a pie hacia el Monte Hou.
Pensando en cuan ardua había sido esa experiencia, fue sorprendida por la diferencia.
Volando sobre el Mar de Nubes hizo las cosas más sencillas. Pensando en el precio que el
Cielo extrajo de la gente que iba al Shouzan, no pudo hacer nada más que saborear el amargo
gusto en la boca.

Sólo se profundizó cuando vio a la mujer parada en frente del templo palacio blanco. Según
Youko, incluso sin ser informada, Gyoukuyou sentía cuando algunos visitantes llegaban.

Después de que Enki puso a Gyoukuyou al tanto de las circunstancias de su viaje, ella dio
instrucciones para que se les dé un lugar para descansar y luego dejar. Descendieron del
Monte Hou a través de las puertas rojas de laca, y se les dio uso al palacio. Haciéndose como
en casa sola con Youko, Risai repentinamente rompió en lágrimas.

“¿Risai? ¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?”

Risai sacudió la cabeza. No entendía por qué, pero no podía dejar de llorar. “Genkun recordó
quien soy yo”.

“Ah,” dijo Youko desconcertada. Cuando Enki le dijo a Gyoukuyou que Risai era de Tai, ella
inmediatamente conjeturó que Risai había estado entre los que habían hecho el Shouzan.

“Pero ¿cómo puede ser? ¡Nunca conocí!”

“Risai…”

“Gyoukuyou sabía que yo había estado acá sin que nadie le dijera previamente. Sabía quien
era sin habernos conocido. ¿Por qué?”

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Youko le dio una angustiada mirada mientras le acariciaba la espalda.

“Si puede verlo todo y anticipar todo, ¡entonces ella debe saber lo que está pasando en Tai
también!”

“Pero, Risai, Tai está bastante lejos”.

Youko habló sin gran convicción. Risai sacudió la cabeza violentamente. “Anteriormente
crucé el Mar Amarillo en el Shouzan. ¿Entiende su Alteza cómo es un viaje así?”

“No, no lo entiendo”.

“Era una tierra estéril donde los youma son espesos como ladrones. La gente que va en bandas
durante el Shouzan se instala en el Monte Hou donde mejor le parece. Muchos de mis
compañeros de viaje perecieron en el camino. Sin caminos y sin lugares de descanso, solo
podía ser llamada páramo. Hicimos el viaje arriesgando la vida y la integridad física, el acoso
de los youma era más atemorizante con cada paso. Lo que tomó casi dos meses yo lo crucé en
un solo día. Sobre el Mar de Nubes, es todo a lo que equivale.”

Youko solo la miraba a los ojos y escuchaba lo que tenía que decir.

“La gente que hace el Shouzan viaja al Monte Hou con el objetivo de recibir la Misión del
Cielo. ¿Por qué? ¿Porque los kirin están acá? Si conocer al kirin también importara, entonces,
¿por qué no viajar sobre el Mar de Nubes? Entonces todos podrían conocer al kirin sin
arriesgar sus vidas”.

“Si, veo”.

“A causa de la necesidad de cruzar el Mar Amarillo, todos lo piensan dos veces antes de
disponerse a hacerlo. Y una vez que se aventuraron a salir nuevamente no es fácil. El viaje se
convierte en una maratón. Acá y allá puede ser un viaje de cuatro días. La gente podría hacer
el Shouzan más fácilmente. ¿No lo crees?”

“Si, podría ser”, concordó Youko.

“Se dice que el Cielo ve en los corazones de la gente y elige a la mejor persona para recibir la
Misión del Cielo. Nunca se cruzó por mi mente cuestionar eso. Pero, ¿existe realmente el
Cielo? Esa es la primera pregunta que levantó dudas en mí. ¿Cómo trabaja exactamente?
Genkun adivina nuestras llegadas y recuerda nuestros los rostros de la gente que hizo el
Shouzan, a quienes nunca conoció. Y con esos poderes milagrosos, el Cielo prevé quien debe
ser el Rey. ¿Es así? ¿Pero no puede hacer eso el Cielo sin el Shouzan? ¿Por qué debemos
arriesgar nuestras vidas cruzando el Mar Amarillo? ¿Para qué lo hacemos?”

Youko levantó las cejas. Era realmente una paradoja.

“Si reunirse con el kirin y averiguando la Misión del Cielo era la única forma de elegir a un
Rey, el costo sería alto, pero considerando el bien de la gente, vale la pena el cambio. Si ese

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no es el caso, entonces, ¿cuál es el sentido de todo esto? ¿Qué bien podría traer de aquellos
que murieron en el Mar Amarillo?”

¿Cómo se supone que sepa? Youko no podía evitar pensar en ella misma. No había que negar
el punto al que había llegado ella. Si el Cielo podía discernir en los corazones de la gente de
antemano y tomar uno, entre aquellos, de buen corazón, no habría necesidad del Shouzan.

Si ese no era el caso… si solo a través de los ojos del kirin podría elegirse a la persona
correcta para ser rey… entonces, ¿Qué pasaba con los casos como el suyo? Sin saber nada
sobre el otro mundo, una estudiante normal de secundaria había nacido como taika. Sin
embargo, el Mandato del Cielo había caído sobre sus hombros. Según Keiki, había percibido
en ella “el derecho divino” a gobernar. Pero quizás las personas “reyes” fueron predestinadas
de antemano, y ese derecho divino no estaba presente.

“Para el Cielo demanda irrazonablemente tan gran costo y entonces ofrecer a los elegidos sin
asistencia… ¿ningún rey merece tal destino? Por supuesto, no se puede decir que ningún rey
gobierna sin errores. Quizás el Cielo tiene alguna razón para darle la espalda. Pero entonces
¿porqué tolerar la existencia de Asen? Él provoca lluvia de muerte y destrucción sobre la
gente. ¿Por qué no ayuda al verdadero Rey y derriba al impostor?”

“Risai…”

“¿Qué somos… qué son los reyes y las emperatrices… para el Cielo?”

El Jardín de los Dioses, pensó repentinamente Youko, al comienzo. Tal ves era eso de lo que
todo se trataba. Tentei era el supervisor del reino en este mundo. Tentei se sentaba en su trono
en el Cielo. Youko eligió el Rikkan. Al introducir los nombres de los ministros oficiales en el
Registro de Hechiceros, ella los elevó a la condición de divinos. Ella nombró a los
Hechiceros.

Sorprendida por el pensamiento, sintió a su mente dar vueltas. En cuyo caso, el llanto de Risai
era el llanto de la gente. Youko había escuchado una vez un llanto similar en un pueblo de
Kei.

“Risai, no sé como responder a tus preguntas. Pero hay una cosa que si sé”.

“¿Una cosa que si sabe?”

“Si hay un cielo, no es infalible. Un Cielo que no existe no puede equivocarse. Pero un Cielo
que si, mayormente puede”.

Una sorprendida y curiosa mirada se vio en el rostro de Risai.

“Si el Cielo no tiene existencia concreta, entonces no debería haber expectativa de que
pudiese hacer algo para salvarnos. Pero si fuera hasta el Cielo solo para salvarnos, entonces
sería, sin duda, un error”.

“¿Qué quiere decir con eso?”

- 219 -
“Quiero decir, que solo nosotros podemos salvarnos, Risai”.

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Capítulo 41

Dijo la mujer que vivía entre lo humano y lo divino, “Creo que Taiki probablemente haya
perdido su cuerno”.

“¿Qué significa eso? Preguntó Rokuta. “¿Cuáles son las consecuencias?”

Gyoukuyou arqueó sus cejas. “Piensa en el cuerno como lo que hace kirin a un kirin. Un kirin
es una criatura Janus. Los kirines no pasan a ser personas, y las personas no pasan a ser
kirines. Por el contrario, poseen ambos atributos en su interior. Sin embargo, Taiki ya no
posee un cuerno. Perdió ese atributo suyo. No estaría mal decir que ahora está sellado dentro
suyo”.

“¿Y el aspecto humano en el que sigue?”

“Como En Taiho observó, podría ser llamado un mero humano. No puede cambiar,
desencadenar un shoku ni oír la Voluntad del Cielo. Ya que algunos shireis han sido
capturados, no se perderán. Sin embargo, no será capaz de someter más shirei”.

“¿Puede ser traído de regreso con nosotros?”

“Un humano ordinario no puede ser traído a través de un shoku ordinario. Hay momentos
cuando los humanos son atrapados por un shoku y traídos aquí. Pero esos son eventos
impredecibles y no pueden ser forzados a que ocurran. Si cercanamente, los extraños eventos
de ser atrapados fueran altos, no habría garantía de que la persona envuelta sería transportada
a través del Kyokai”.

“¿Entonces no hay ningún método seguro?”

“No”, respondió Gyoukuyou en una leve voz. “Los shokus no están dentro del control de la
Divina Providencia. El Cielo no puede hacer que ocurra un shoku, y tampoco puede prevenir
que sucedan. Si el Cielo pudiera, entonces Taiki nunca habría sido llevado a Yamato en
primer lugar”.

“Eso es realmente cierto”, suspiró Rokuta. “Pero ¿qué hay de esto? Un rey cruza el Kyokai y
registra a Taiki en el Registro de los Hechiceros”.

“Incluso si él es nombrado hechicero, solo un hechicero de una categoría mayor podría cruzar
el Kyokai. Como expliqué antes, no hay disposición para la creación de nuevas posiciones en
este nivel”.

“¿Entonces qué? ¡Taiki está allí! La vida de la gente de Tai depende de él, y del rey estando a
su lado. ¿Estás diciendo que simplemente lo dejemos de lado?”

Gyoukuyou suspiró profundamente. “Taiki no tiene su cuerno. Ese instrumento ya ha sido


sellado en su interior. Aislado de las corrientes que llevan la energía vital del universo, un
kirin no puede esperar vivir mucho más. Esa es la opinión de mis superiores. Esperaran a que
la situación se corrija a sí misma”.

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Risai se había mantenido tranquila hasta ese momento. Pegó un salto. “¡Dices que van a
esperar a que muera!”

Gyoukuyou evitó sus ojos.

“¿Quiénes son estos ‘superiores’ tuyos en primer lugar?”

“Bueno…”

“¿Estás hablando de Tentei y el resto de los dioses? ¿Estos mismos dioses que nos dicen de
gobernar con humanidad y de acuerdo con el Camino, nos están diciendo que esperemos a
que Taiki muera, que un nuevo taika crezca y elija un nuevo rey?”

Gyoukuyou no respondió.

“¿Y qué hay de Taiki? ¿Qué pecado cometió? ¿Qué hay del rey de Tai? ¿No es el rey que
Taiki sentó en el trono, según la voluntad de Tentei? Lo cargan con la pena de muerte sin
haber cometido un crimen. ¿Y qué hay de los que quedaron atrás? La gente de Tai ha sufrido
seis años bajo el yugo de Asen. ¿Y les estás diciendo que esperen a que Taiki muera?
¿Esperar un nuevo taika que traiga la primavera? ¿Esperar a que un nuevo rey sea elegido?
¿Cuántos años más pasaran?”

“Eso…”

“¿Cinco años? ¿Diez años? Genkun, Tai no va a durar tanto. O quizás hasta la próxima
coronación de un rey, el Cielo ¿podría manejar a los youma de Tai y hacer más cálidos los
inviernos?”

“Risai…” Enki tiró del brazo de Risai. Risai sacudió su brazo libremente.

“¿No es Tentei quien le dice al rey de gobernar con humanidad según el camino? Ese se
supone que el principio de los Decretos Divinos. Y sen embargo, ¿cómo pueden los Divinos
despreciar el Camino? ¿Cómo pueden estos personajes, quienes tan fácilmente abandonan a la
gente y pisotear la humanidad bajo sus pies, juzgar a los reyes que se han desviado del
Camino?”

Gyoukuyou tomó un profundo respiro y lentamente lo dejó ir. “El Cielo tiene lógica y razones
propias. Todos los que moran en Gyokkei siguen sus preceptos.”

“Entonces llévame a este Gyokkei o lo que sea. Debo pedirle a Tentei y a los dioses en
persona”.

“Eso no es posible. Risai, tenemos piedad de Taiki.”

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“¡Entonces ayúdenlo por favor!”

Gyoukuyou miró a Risai afligidamente. “¿Y si Taiki es regresado aquí, entonces qué? Sus
shirei han perdido la razón. Si se mantienen aferrados a Taiki en ese estado, causará la misma
destrucción que causa un youma. Si él pudiera ser traído de regreso, los shirei tendrían que ser
separados de él. Si pierde a sus shirei, entonces ¿cómo podría protegerse? También perdería
su ‘sentido real’. No tendría medios para encontrar al Rey”.

“Aun así, como Taiho, es necesario para Tai.”

“El resto de los reinos no puede salvar a Tai. No pueden tomar sus ejércitos y atacar a Asen.
Traigan a Taiki de regreso, pero estaría tan desamparado como un cordero. Tu deseo de salvar
Tai, tu convicción de que Tai debe ser salvada, sólo probaría un esfuerzo Sísifo con nuestras
manos atadas. ¿Qué produciría tal victoria pírrica? ¿Qué podría lograr un kirin incapaz de
cambiar de forma, sin shirei bajo su comando? Además ¿Siendo cortado frente a tus ojos?”

“Si no tiene shirei, entonces lo protegeré, a costa de mi vida. Sé que no soy sustituto de un
shirei. Sin embargo, el pueblo de Tai está a la espera de su Taiho. Si él vive, entonces
podemos unirnos con él. Podría no importar mucho, yo, con un brazo, pero la gente de Tai
junta lo protegerá”.

“¿Y así es como planeas atacar a Asen? Como si añadir a un Taiki inservible a tus filas podría
hacer alguna diferencia, si es que a no lo hicieron”

“¿Cómo puede una persona como usted estar parada allí y decir tales tonterías?”

“Risai”.

“¿Qué puede hacer un Taiho…? ¿Cómo puede hace usted tal pregunta? El Taiho es un kirin.
Él no va a atacar a Asen. No va a formar parte de las barricadas en la batalla. No obstante, el
Taiho es necesario. ¿No lo entiende? Esté o no ahí… eso es lo que hará toda la diferencia en
el mundo para mí, y para la gente de Tai.”

“Bueno…”

“El Taiho es nuestra esperanza, Genkun. Un Tai sin el Taiho ni Rey es un reino donde el sol
nunca sale. Lo que pueda hacer o no, no es la pregunta. Antes la gente d Tai puede comenzar
nuevamente con esperanza, deben saber que el Taiho vive”.

Gyoukuyou miró al espacio, mirando a la banda de luz que emanaba a través de una grieta en
el afloramiento de piedras desformes, como si empujara la piedra hacia arriba de la montaña
por sí misma.

“Enki…”

“Si”.

“¿Quién entre tus sankou podrías enviar por un periodo sabático?”

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“Temporalmente…”

“Vamos a transferir el koseki de Taiki a En. Taiki nunca fue oficialmente registrado, pero
simplemente para conformar a las formalidades, puede ser enlistado como refugiado de Tai.
Una vez que sus documentos estén en orden, envíalo al Rey de En y que instale a Taiki en el
Registro de Hechiceros”.

“¿Puede un kirin hacerse un ciudadano de En?”

“Nada dice que no pueda. Mientras un kirin no esté entre las listas de su propio reino, la ley
no toca a un kirin de otro reino. La misma ley se aplica a los Sankou. Aunque miembros del
Sankou deben ser ciudadanos de ese reino, tal restricción no se aplica a un kirin de otro
reino”.

“Genkun…” Risai gritó con gran alegría.

Gyoukuyou no la miró. “No hice nada por lo que deberías agradecerme. Incluso trayendo a
Taiki acá no resolverá nada”.

“¿Y Taiki?” Se interpuso Youko. “¿Es la pérdida de su cuerno una condición permanente?”

“Depende. Sin ver a Taiki primero sería imposible de decir. Una vez que lo traigan, traigan lo
acá y haremos todo lo que podamos para ayudarlo a recuperarse. En cualquier caso, debe ser
separado de sus shirei. Pero asegúrense de traerlos de regreso.”

“Entiendo”.

Gyoukuyou asintió, y ahora miraba a Risai. “El Cielo tiene sus razones y sus preceptos, y
ningún hombre puede perturbar sus fundaciones. No hace bien discutir por necesidad o
audiencia. Hay razones para todo, y todo s basa en ese fundamento. El Cielo se encuentra
dentro de la ley y no puede aceptar ningún ultraje perpetuado contra el pueblo. En lo que a eso
respecta, Cielo y Tierra no difieren en nada. No cabe duda ni por un segundo”.

Risai no dijo nada, solo inclinó la cabeza.

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Capítulo 42

Las noticias que Risai había estado esperando ansiosamente por fin llegaron el día que
regresaron del Monte Hou. Renrin entró apresuradamente, tiró el Koseisan y gritó, “¡Risai, él
está ahí!”

Risai se congeló en un shock. Escuchar sus más esperadas noticias despertó más miedo que
alegría, arraigando su cuerpo al lugar.

“El shirei encontró a Taiki. Gouran y Sanshi están definitivamente con él.”

Risai presionó su brazo contra su pecho y gimió de alivio. “¿Cómo le va?”

“Parece no haber sido herido. Cuando llegué ahí, el ya se había ido. Pero fui capaz de seguir
el rastro. Reside en ese edificio. Dejé a un shirei para que mirara, por lo que no le perderemos
el rastro de nuevo”.

Risai miraba hacia los cielos. Extrañamente, sentía que las expresiones de agradecimiento
emanaban dentro de ella. Realmente, si el Cielo existía, entonces debía ser imperfecto. El
Cielo debe tener errores. Pero esos también pueden ser modificados. Un Cielo que nunca
yerra nunca se puede corregir.

Hanrin preguntó, “¿Qué hacemos ahora? ¿Va a ir Shouryuu a verlo?”

Un rey no era un ser mágico por naturaleza, y no podía pasar por el Gogoukanda. Incluso
llamado dios, mantenía la esencia de un hombre.

“No importa que camino elijamos, Taiki vendrá. Se tendrá que abrir la puerta Gogou”.

“Eso producirá un largo shoku”.

“Desafortunadamente e inevitable”, Shouryuu murmuró mayormente para sí.

“Usaremos tantos shirei como podamos para limitar los daños colaterales en la mayor medida
posible. No sé que logrará, aunque. De cualquier forma, le hemos preguntado al Rey de Sou, y
los tres reinos nos estarán enviando sus shirei. Vamos a multiplicar sus fuerzas tanto como sea
posible y haremos todo lo que podamos.”

Hanrin asintió.

“¿Y entonces?” preguntó el Rey de Han.

Shouryuu dijo brevemente, “Mañana”.

El lugar donde la puerta sería abierta fue cuidadosamente investigado. Mientras más alcanzara
el Kyokai mejor sería. Tan lejos de tierra firma como fuera posible. Pero incluso la distancia

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no garantiza que los malos efectos del shoku puedan evitarse. Tal era la naturaleza de la
bestia.

Rokuta dijo, “En casos como este, deberíamos cerrar nuestros ojos y confiar en el destino”.
Llamó a su shirei. Kijuu no podía cruzar el Kyokai. El shirei estaría con Shouryuu. “Rikaku,
te lo encargo”.

Acompañado por Hankyo, quien había tomado de Keiki, los dos youma más rápidos viajarían
medio día dejando la mayor cantidad de distancia entre ellos y la tierra. Los shirei los
seguirían, viajando invisiblemente a través de los arroyos psíquicos.

Rokuta los vio desde el balcón de las habitaciones Seikou. Dejó salir un largo suspiro. Se
dividió de Youko y Risai en el Monte Hou y regresó directamente a En. Había colocado la
documentación en orden como le había instruido Gyoukuyou. Con el Sello Imperial en mano,
regresaría a Kei esa mañana. Y ahora todas las bases ya se habían establecido.

“Buen trabajo”.

Estaba descansando su pera contra la baranda. Se dio vuelta para encontrar que Youko estaba
detrás suyo.

“No había trabajado tan duro por bastante tiempo. ¿Estás bien, Youko? ¿Tomando tiempo
lejos de tus funciones oficiales?”

“De cualquier modo, no estoy de buen humor como para trabajar hoy. Koukan me dijo que
estaba ahí en cuerpo y no en espíritu y me sacó de ahí”

“¿No me digas?”

“Bueno, le hice lo mismo a Keiki antes”.

Rokuta rió. “Pero por supuesto. Keiki realmente tiene un punto débil por el niño. Lo lleva
como a su hermano pequeño. Realmente lo lleva bajo su manto protector”.

Esa noticia tomó a Youko por sorpresa. “Eso es un poco raro, ¿no?”

“De forma inusual”, dijo Rokuta, y ambos rieron.

Eso fue cerca del momento en que Hanrin entró nerviosamente. Rokuta de dirigió a ella
casualmente, pero por la mirada en su rostro sabía que algo malo había pasado.

“¿Qué sucede?”

“Renrin fue a revisar su condición. Dice que Taiki no nos recuerda para nada.”

“Increíble” murmuró Rokuta, corriendo hacia la sala Ransetsu.

Renrin y Keiki miraban a su ingenio finalizar. Risai se quedó parada como una vara.

- 227 -
“Renrin…”

“En Taiho, Taiki está…”

“¿Te reuniste con él? ¿Qué quieres decir con que no recuerda?”

Renrin sacudió la cabeza. Su rostro estaba pálido.

“¿Taiki está en tan mal estado?”

“Definitivamente lo está. Pero está a salvo. Por lo que me refiero a que sigue vivo. Pero no
recuerda nada de este mundo. O que clase de ser es. Que son los shirei o que le pasa a él.”

“Maldición”, se le escapó a Enki. “Su cuerno. ¿Sigue teniendo cuerno?”

“Esto debe ser porque no tiene un cuerno. ¿Qué deberíamos hacer ahora, En Taiho?”

“Vamos a hacer todo lo que se tiene que hacer”.

Recuerde o no, no lo podían dejar ahí. En ese estado actual, ninguno sabía cuanto tiempo más
duraría. Para empeorar, sus shirei seguían estando con él, y ellos estaban casi fuera de control.
Si lo abandonaban, tarde o temprano todos los demonios se soltarían. Nadie podía imaginar
que podría hacer un toutetsu si ya no estaba vinculado.

“¿Se le trasmitió alguna palabra a Shouryuu?”

“Yo lo haré”, dijo Hanrin. “Los shirei restantes deben alcanzarlo rápidamente”.

“Bien”, se dijo Enki a sí. “En cualquier caso, Taiki debe regresar a este mundo. Quizás no
tome cariño a la idea al principio, pero si se requiere la fuerza, la debemos usar. Después de
eso… ¿Quién sabe? Quizás, una vez que su cuerno sane, todo vuelva a él”:

Enki se dirigió a Risai. “¿Estás de acuerdo con eso? ¿Tienes alguna objeción?”

“Estoy de acuerdo”, dijo Risai, su rostro estaba pálido y bajo.

- 228 -
Capítulo 43

Tarde esa noche, bajo la luz de la Luna, en algún lugar de los mares que rodean el reino de
Yamato, la superficie del océano se comportaba extrañamente.

Ninguna señal de tierra podía verse en ninguna dirección. La extraña superficie plana llegaba
hasta el horizonte. No había botes… ni ningún ser viviente… a la vista. Solo la luz de la luna
brillaba como una piedra blanca.

Ligeras perturbaciones como arrugas en un perno de tela cortada transversalmente a la


superficie del agua. , interrumpiendo el reflejo de la Luna. El reflejo desformado y
destrozado, repentinamente creció, y después formó un círculo perfecto de luz.

En el centro de ese círculo de luz, sombras bailaban bajo la superficie del agua. Las
incontables sombras salieron disparadas a los cielos y se detuvieron abruptamente. El reflejo
de la Luna debajo de ellos se diluía y luego comenzó a retomar su forma original.

Todo a la vez, su forma fue rota por las olas. Las corrientes psíquicas dieron vueltas,
cambiando a violentas corrientes de aire. Las furiosas olas batieron al mar de espuma.

El aparecido shirei se dirigía al extremo de la orilla. Esos youma divididos en número por el
Kouyoukyou, se sumaron a los del Mar Amarillo, y crecieron en una innumerable cantidad.
Los sigilosos avanzaron hacia la costa y ahí elevaron sus voces.

Aullando en medio de la tempestad se oyó el grito, Estamos acá, se volvió más atrayente el
fuerte viento.

Las voces de esos seres llamados a estas orillas… y las voces atrayentes suyas… fueron
atrapadas por el sonido del remolino de viento sobre la línea de la costa.

Al menos, una única silueta entre todos los que cruzaban la asolada superficie del mar llamó a
la única sombra entre todos los que estaban en la superficie de la costa.

Se dio cuenta que esas voces en el viento y la lluvia… y los que salían a la costa… estaban
llamándolo. Sus voces buscaban la esencia de la bestia hace tiempo sellada dentro y
resonaban dentro de sí.

Él no entendía lo que le estaban diciendo.

No entendía por qué se acercaban a él.

Pero él les dijo, vengan.

Y Fueron.

La vieja tapa que había sellado su verdadera naturaleza estaba comenzando a agitarse.

Misteriosamente, los invisibles hilos de oro fueron dejados atrás por aquellos quienes lo
buscaban que los pusieron en movimiento. Sin la intención, vagando de un lado a otro en su

- 229 -
búsqueda, sus huellas se habían hilado alrededor de su tela de araña de seda dorada. Las finas
corrientes doradas de la fuerza vital fueron infundidas con manchas negras de su existencia.

Y desgarrando la jaula se abrió más, eran aquellos que lo buscaban. Renrin lo observó
encontrar su camino a lo largo de la orilla. No podía decirse a sí misma que la motivaba a
remover el Koseisan y transformarse frente a él. Habiéndolo conocido anteriormente, quizás
se sentía alentada a recurrir a él en persona. Tal vez, ella quería suplicarle: Usted es un kirin.

No tenía idea de cómo interpretaría ese gesto. A pesar de ser nombrado kirin, no estaría al
tanto por si mismo, o no entendería que tipo de criatura es un kirin, o por qué era regresado al
Monte Hou con su forma humana. No recordaría la primera vez cuando, con la ayuda de
Keiki, había abrazado la verdad sobre él mismo y se había transformado.

La transformación que simbolizaba la conclusión del viaje de “sí mismo” a “Taiki”.

Cuando Renrin partió, rastreando los hilos de oro detrás de ella, él recordó.

Recordó que era Taiki. Recordó Tai. Y a su señor.

El viento y la lluvia golpeaban la tierra oscura, como si dramáticamente la silueta en la


esquina de allá a acá, condujera bajo la amplia extensión de playa color gris.

En medio de las rompientes olas, cayendo sobre ellos como una pequeña lluvia de granizo, la
sombra se quedó clavada en el borde del agua.

Ahorcajando la espalda de Rikaku, Shouryuu miró abajo a la sombra. La sombra miró a


Shouryuu.

“¿Taiki?”

El muchacho claramente temblaba. Nunca había conocido a este hombre por su aspecto taika,
que se le fue otorgado por su lugar de nacimiento de este lado del Kyokai. E incluso si Taiki
pudiera recordar el mundo allá, era poco probable que reconociera a Shouryuu.

Por la misma razón, tampoco Shouryuu reconocería a Taiki. Excepto que la humedad, el
viento sacudía el cabello reflejando luz oscura que traía a la mente de Shouryuu las
características únicas de esta persona. Esos ojos de negro azabache que hablaban de una
fuerza de resistencia, como el movimiento de la reverencia regresando a su verdadera forma.

“¿Entiendes si te llamo Taiki?”

Asintió silenciosamente.

Sentado a la espalda de Rikaku, sin esperar una respuesta, Shouryuu alcanzó su cabeza con la
mano. “De acuerdo con la autoridad depositada en mí como Rey de En, yo te nombro Taishi”.

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Tan pronto como pronunció esas palabras, el chico cerró los ojos y retrocedió un paso.
Shouryuu agarró los brazos levantados al cielo y lo llevó al lomo de Rikaku, con el mismo de
un salto, golpeó a la bestia en la ijada.

“¡Vamos!”

Rikaku dio un giro, cortó como un cuchillo cuando atravesó los remolinos de viento, y
despegó como un tiro, dejando las olas romper contra la orilla.

Shouryuu los vio irse. Hankyo golpeó sus talones. Se subió al lomo de Hankyo, dando un
vistazo sobre su hombro mientras flotaba la bestia disparada hacia el cielo.

La línea costera reforzada se alejó tornando agresivas a las olas, como muchos salpiques en
un estanque. Pasando la línea costera, la ciudad se alejaba más y más. Su gente, su país, y
todos a los que una vez conoció sabía que no existían más. Este era una nación extranjera para
él ahora.

El terreno de su juventud se hundió en la niebla de los tiempos, como un antiguo buque


desaparece bajo las olas. Él una vez asintió, sabiendo el extraño nuevo reino que apareció
frente a él.

Y así enterró el pasado, su país y sus familiares. Este se había convertido, en cierto modo, su
tardado funeral.

Las nubes se reunieron en el este. Los vientos aumentaron, rozando los picos del Monte
Gyouten. Un punto negro apareció en las nubes color plomo. Inconcientemente, Rokuta
levantó las puntas de sus dedos. Un segundo punto negro apareció al lado. Los vientos los
llevaban al cielo a tal velocidad que parecían colisionar con las crestas de las montañas.

Trazaron un arco alrededor de la parte trasera de la amplia terraza y luego volaron y


aterrizaron. La multitud corrió a reunirse con el par de youmas, cada uno con la figura de una
persona sobre una espalda. Uno los miró sobre su hombro. El otro resbaló del shirei y cayó
postrado sobre la tierra.

Keiki impulsivamente se apresuró antes que Rokuta y abruptamente se mantuvo. Rokuta


también bien se resbaló y gimió en voz alta.

La figura en los blancos adoquines parecía más joven de lo que debía ser en su edad actual.
Apenas había una chispa de vitalidad permaneciente en su rostro ceniciento y sus ojos
fuertemente cerrados. El color de su rostro denotaba una profunda debilitación. El color
plateado de su cabello que yacía contra las piedras parecía preocupantemente corto para Keiki
y los otros. Los brazos tirados a sus lados estaban enfermos, débiles y delgados.

Cuanto más se querían acercar el hedor de la muerte era más fuerte.

“¿Ese es nuestro pequeño mocoso?”

- 231 -
Rokuta dio unos pasos atrás. Keiki también no tuvo otra opción sino retroceder.

Una profunda maldad se mantenía alrededor de Taiki, obligando a Keiki y al resto a


retroceder como un campo de fuerza. Como la maldición de muerte coagulada, el sangriento,
bilioso olor era invisible a sus ojos, pero demasiado fuerte en su presencia.

“¿Qué lo pudo haber llevado a tal estado?” preguntó Rokuta.

Como si abrumado por la situación ante él, tomó varios pasos atrás. Keiki parecía mantener su
distancia, pero no pudo acercarse.

Keiki miró atrás sobre su hombro y le asintió a Youko, quien marchaba a través del muro
invisible. Risai caminaba detrás de ella.

“¿Qué sucede?” gritó Hanrin, aforrándose a su Señor. “¡Tales impurezas no pueden estar
manchando la sangre! ¡Esta debe ser la maldición de la malicia y la amargura dirigidas a
Taiki!”

- 232 -
Capítulo 44

Taiki fue llevado directamente al Monte Hou. Esperándolos en las puertas, Gyoukuyou
examinó la figura que la empujaba fuertemente.

“¿Qué sucedió…?” empezó a preguntar, pero no pudo decir nada más.

“¿Qué podemos hacer para curarlo?” imploró Risai.

Según Shouryuu, Taiki bajo sus poderes en Yamato, y logró montar a Rikaku de allá a acá.
Pero desde entonces no ha abierto los ojos en ningún momento.

Llevado por los hechiceros según las órdenes de Gyoukuyou, su rostro seguía de un color gris
ceniza. Parecía haber caído en un profundo sueño.

Gyoukuyou se arrodilló y miró al rostro demacrado, sus propios rasgos extraídos de dolor.
“Las impurezas han comprometido su cuerno. Sin embargo, aunque imperfecto, ha alcanzado
su la plena estatura como el ‘kirin negro’.”

Ella levantó su cabeza y miró a Risai, Youko y Shouryuu. Estos tres habían acompañado a
Taiki aquí, siendo el kirin incapaz de cumplir su presencia.

“Esto no es algo que podamos abordar. Nuestra única esperanza es confiar en los buenos
trabajos de la Reina Madre”.

Los tres le devolvieron la mirada. “¿La Reina Madre?”

Risai preguntó. “¿Se refiere a la Reina Madre del Oeste?”

Gyoukuyou asintió. “Es posible que la Reina Madre conozca la forma de ayudarlo”.

“¿La Reina Madre existe?”

“Por supuesto que existe. Síganme.”

Gyoukuyou se dirigió al santuario. Tanto Youko como Shouryuu habían entrado en su recinto
una vez. Solo las estatuas de la Reina Madre y de Tentei estaban sobre el altar en el interior
del santuario. El altar fue esculpido con numerosos patrones y motivos. En un altar de plata
enfrentado a un par de pulidas pantallas de plata, sentada en el trono la figura de una persona.
Cortinas color perla enhebran entre los cuatro pilares escondiendo una estatua hasta el pecho.

Gyoukuyou hizo una reverencia a la estatua y continuó hacia la parte de atrás. Dos puertas…
derecha e izquierda… daban elegancia a la pared detrás del altar. Gyoukuyou golpeó la puerta
de la izquierda. Y esperó varios minutos. A la distancia, desde la puerta llegó el sonido de dos
discos de piedra siendo golpeados juntos.

Abrió la puerta. Teniendo en cuenta el tamaño de la corte, no debería haber mucho más allá
de la puerta. Pero más allá había más pabellones.

- 233 -
Por insistencia de Gyoukuyou, Youko y los otros pasaron a través de la puerta. Dentro había
un templo que no era templo. El extenso piso blanco se asemejaba al de la corte. En el centro
estaba en mismo altar y el mismo trono. Salvo por las cortinas color perla que se habían
colocado.

Las dos habitaciones parecían ser copias de sí. Pero acá no había techo. No había paredes
interiores. El puro color blanco de los pilares formando una pared detrás del trono era de
hecho una cascada de agua que caía del infinito. El curso del agua estaba envuelto en bruma y
neblina. Mirando arriba, todo lo que se podía discernir eran rayos blancos de luz brillando
desde una gran distancia.

De un lado del trono, completamente pulcra, la luz blanca, era una mujer. Siguiendo el
ejemplo de Gyoukuyou y arrodillándose en obediencia, Youko y los otros entendieron que
ella era la Reina Madre del Oeste.

Incluso Shouryuu nunca la había conocido. Los verdaderos dioses nunca se mezclan con el
mundo de abajo. Las otras dos nunca se habían convencido de que la diosa realmente
existiera.

La belleza del rostro de Hekika Genkun era conocida por todos y cada uno. Comparado a ella,
la Reina Madre del Oeste parecía… no fea… simplemente sencilla.

Los hechiceros que sostenían a Taiki lo colocaron bajo sus pies. Echándole un vistazo, se
sentó calmadamente, sin mover un músculo.

“Esta es un horrible visión”. Su voz era monótona, casi mecánica.

Gyoukuyou se inclinó profundamente. “Como usted observó, este es lo más que nuestras
pobres e indignas manos pudieron hacer. Quisiéramos contar con la Reina Madre y su poder”.

“Él viene aquí menospreciado y maldecido. Nunca antes he contemplado tal dañado y
despreciado kirin”.

Sus palabras sugerían, no un atisbo de pena, tal vez porque el silencio de la caída cortina de
agua absorbía cualquier ritmo o entonación en su voz.

“Los shirei perdieron el Camino y se volvieron salvajes. Esto debe ser por causas ajenas al
kirin mismo. Ha perdido su cuerno, cayó enfermo, y no tiene la fuerza para disciplinar a los
embravecidos shirei dentro suyo.”

“Dejen los shirei conmigo. Los voy a exorcizar.”

“¿Y Taiki?”

Un silencio cayó en el grupo. La mujer seguía tranquila. Le parecía a Risai un pequeño


cambio de su estatua de piedra. Nada se movió a excepción de la caída del agua y el aumento
de neblina detrás de ella. Se veía como un río de fino polvo. Polvo bailando en viento.

“Por favor no lo deje de lado”, dijo Risai.

- 234 -
La única evidencia de reacción por parte de la Reina Madre fue un leve arqueamiento de
cejas.

“Él es necesario para Tai.”

Incluso si se lo cura, no hay nada que él pueda hacer. ¿Tienes la intención de derrotar a sus
enemigos con ese cuerpo suyo?” Habló sin una chispa de empatía.

Risai tomó su hombro de su brazo derecho perdido. “No”.

“Taiki es muy parecido a ti. No hay nada más que pueda hacer”.

“Él todavía importa de todos modos”.

“¿Con qué propósito?”

“Para salvar a Tai”.

“¿Por qué rezas por la salvación de Tai?”

Risai se quedó sin palabras. “La… la respuesta a esa pregunta no es ni necesaria decirla”.

“¿Ni necesaria decirla?”

Risai abrió la boca, pero no dijo nada. ¿Por qué se había empeñado en salvar Tai en primer
lugar?

“¿Amas a Taiki y al Rey de Tai? ¿Amas a la Corte Imperial a la que sirves?”

Eso es verdad también, pensó Risai. Ella veneraba a Gyousou y adoraba a Taiki. Estaba
orgullosa del hecho de que ellos le hubieran otorgado su confianza y la hubieran nombrado en
un puesto de responsabilidad. Amaba ese lugar donde fue tratada como ‘una más del equipo’.

Pero Risai no entendía. ¿Qué se había perdido que nunca volvería a lo que fue una vez? Ella
había perdido muchos de sus subordinados, y muchos de los funcionarios judiciales en los que
confiaba. Lo último que había escuchado es que la ubicación de Taisai Kaihaku del Ministerio
del Cielo permanecía siendo desconocida. Se decía que el Chousai Eichuu había muerto por
las heridas. Los rumores también decían que Senkaku del Ministerio de la Tierra y Haboku
del Ministerio de Verano habían sido ejecutados. No tenía idea de que había pasado después
de que partió con Kaei en la Provincia de Sui, y estaba demasiado asustada como para
proseguir en el asunto.

Todas esas personas enterradas por seis años. Risai miró abajo a los pies de la Reina Madre,
donde yacía Taiki. Ya no era el niño que ella había conocido una vez. Ese joven Taiki ya no
existía.

“¿O simplemente no puedes perdonar a Asen?”

- 235 -
Por supuesto que no podía perdonar a Asen. Se había ganado la confianza de Taiki y luego la
utilizó para atacarlo. Había robado el trono. Había llevado a Tai a los confines del infierno.
Muchos perdieron la vida por su culpa. No había forma de que tal inhumanidad pueda alguna
vez ser perdonada. Que a Asen se le permitiera seguir en el trono era un repudio sin gracia, de
moralidad y del buen sentido, caridad y buena fe… de todo lo que los seres humanos deberían
tenerle cariño.

“¿Quieres limpiar tu nombre? ¿O está fuera del amor por Tai?”

Risai no podía responder. Ninguna le parecía respuesta correcta. “No lo sé”.

“Así que zapateas y haces un escándalo como una niña irrazonable acerca de cuanto te
molesta todo”.

Tampoco era eso. Risai elevó su mirada. El extenso espacio blanco le recordaba… aunque
dolorosamente… Los paisajes nevados de Tai. Los innumerables copos de nieve cubriendo las
montañas, los campos y las aldeas. Cada sonido se apaciguaba. Bajo el silencio envuelto, el
mundo caía en una especie de hibernación paralizante.

Risai definitivamente sintió el aguijón de su confusa reputación. Estaba furiosa con Asen por
eso. Había jurado vengarse de él por pisotear todo lo que era bueno y justo bajo sus pies. Hace
mucho tiempo se había resuelto en que si el Cielo no enderezaba los caminos torcidos, ella lo
haría.

Esperando la oportunidad mientras vagabundeaba en la Provincia de Jou, Risai había perdido


muchos amigos y conocidos. Después de sufrir tantas heridas, había llegado a creer que solo
derrocando a Asen ella podría tener alguna esperanza de curación.

Y, sin embargo, con cada pasar de invierno, la nieve había congelado todos esos pensamientos
suyos.

“Ni siquiera lo sé yo misma.” Siguió la niebla que se expandía de la cascada con sus ojos.
Parecía el humo elevándose de las ruinas. “Excepto que Tai será destruida si las cosas
continúan como están.”

“Y ¿es la destrucción inaceptable para vos?”

“Sí. Solo eso no puedo soportar”.

“¿Por qué?”

¿Por qué?, pensó Risai. La primera cosa que salió de su boca era la que menos esperaba
decir. “Porque si Tai cae será mi culpa.”

“¿Tu culpa?”

“No sé como decirlo. Pero así es como lo siento”. Por supuesto, las ruinas de Tai no eran algo
que Risai podría haber hecho. “Si Tai cae, mucho se perderá para mí. El reino que amo. Sus
dominios y territorios. Su gente. Y cada recuerdo atado a él. Todo. Pero, creó que perderé

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algo más grande que todo eso. Antes de añorar por lo que perdí y llorar por lo que ya no
tengo, resistiré en lo que me convierta y maldeciré mi destino.”

Tomó un respiro y lo dejó ir. “Tienes razón. Puede que yo esté actuando como una niña
caprichosa. Para el final del día, estaba dispuesta a desgarrar la salida con el fin de escapar de
ese dolor. Simplemente con el fin de preservar la santidad de mis emociones”.

Risai miró hacia abajo, a Taiki, y regresó la mirada al altar. “No es algo que desee por el
Taiho. No estoy buscando ningún milagro. Si los Dioses… que podrían realizar tal milagro…
no van a salvar Tai, ¿cómo podría esperarlo del Taiho?”

La Diosa levantó una ceja.

“Sin embargo, la luz debe ser llevada a Tai. Además de que Tai realmente se congelará solo la
muerte y la destrucción continuarán”.

La Reina Madre no dijo nada. Su rostro no decía nada. En sus ojos se reflejaba un universo
vacío. Por fin sus ojos cayeron en Taiki.

“Exorcizaré esta enfermedad de él. Pero no prometo nada más.” Casi mecánicamente, levantó
una mano. “Pueden salir ahora. Y llévenselo con ustedes.”

Tan pronto como habló, un gran sonido resonó y la cascada rodeando el trono, fue tragada en
la niebla. Antes de que pudiese decir algo, Risai tropezó hacia atrás, cerrando los ojos por
reflejo. Recogiendo su agudeza sobre ella, se dio cuenta que estaba en la parte trasera de la
corte, de pie sobre los adoquines blancos.

La vacía extensión de adoquines llegaba a los pies de las verdes montañas. El tranquilo sonido
de las olas del Mar de Nubes se precipitaba.

Risai miró a su alrededor confusamente, los hechiceros estaban rodeando a Taiki, Youko y
Shouryuu estaban anonadados. Gyoukuyou estaba sola arrodillada en los adoquines. Después
de inclinarse profundamente, se levantó y miró sobre el hombro de Risai.

“Deberían llevárselo con ustedes ahora. Taiki dormirá por un tiempo, pero como la Reina
Madre prometió, definitivamente se curará de esta enfermedad.”

Risai miró a Gyoukuyou. Sus nobles rasgos le recordaban al triste rostro de la joven mujer
con la que había partido hace mucho tiempo en la Provincia natal de Gyousou.

“¿Eso es todo?”

Gyoukuyou asintió silenciosamente.

- 237 -
Parte Siete

El Rey y el kirin de Han estaban esperándolos cuando volvieron a Kei.

El Palacio Enkyuu se había convertido en el sitio de recuperación de Taiki. Taiki seguía


durmiendo después de haber sido traído del Monte Hou. Pero ahora Enki, Keiki y el otro kirin
eran capases de acercársele.

Habiéndolo confirmado eso por sí misma, con aparente gran alivio, Renrin también regresaría
a Ren.

“¿No vendrás para verlo?” preguntó Risai.

Preparándose para el viaje de regreso, Renrin sacudió la cabeza. “He visto su rostro. Sé que
estará bien. Sin ninguna otra razón para quedarme, debo ocuparme de los asuntos de mi
reino”.

“Pero…” Risai estaba a punto de decir, en cambio tomó su cabeza. Estando en el Palacio
Kinpa, Renrin había pasado mucho tiempo en la búsqueda de Taiki que debería haber
dedicado a su propia gente. Esencialmente Risai había robado a Ren Taiho de Ren. No había
forma de que pudiera seguir reteniéndola por meras razones sentimentales.

Renrin sonrió. “Con las cosas regresando a la normalidad, comienzo a extrañar a mi Señor. Y
si no regreso de inmediato, él también se pondrá ansioso. No queremos estar lejos el uno del
otro por más de lo necesario”.

Risai concordó afablemente. Y la vio salir con una gran reverencia. El día siguiente, Shouryuu
regresó a En, dejando a Enki. Los primeros indicios de otoño comenzaron a robarse la
tranquilidad del Jardín del Oeste.

Ella se quedó al lado de Taiki. Cualquier cosa de que ella no pudiera encargarse. Keikei
estaba allí para darle una mano.

“Todavía no abre los ojos”, dijo Keikei malhumoradamente. Él siempre llevaba una ramita de
trébol con él para que eso fuera la primera cosa que viera cuando despertara.

“Su color se ve mucho mejor”:

“Si, así es. Tai Taiho es un kirin, y sin embargo, no tiene el pelo dorado”.

“Por eso es que se lo llama el ‘kirin negro’.”

“Pensé que su pelo cambió a este color por la enfermedad, pero Youko dijo que no era el
caso”.

“Si”, dijo Risai con una sonrisa.

“Pensé que Tai Taiho era una persona más bajita”.

- 238 -
“Él creció. La última vez que lo vi fue hace seis años”.

El kirin que dormía ahí ya no era un niño. No podía decir que no la dejaba algo disconforme.
El joven Taiki no había vuelto a ella. Esos seis años se habían ido y nunca volverían.

“Deben haber sido difícil estos seis años que pasaron”.

“¿Difícil?”

“Me refiero a que eso explicaría porque se enfermó”.

“En efecto. Ese puede ser el caso”:

“Es bueno tenerlo de regreso”.

“Sí”, respondió Risai.

Taiki pestañó ligeramente.

“¿Taiki?”

Keikei se inclinó para tener una mejor vista. Taiki abrió los ojos, haciéndole tropezar en
sorpresa.

“Keikei, ve a decirle a Youko”.

Keikei salió precipitadamente de la habitación con una vivacidad que agitaba los pétalos del
trébol de la ramita junto a la cama. La mirada débil de Taiki lo siguió cuando salía de la
habitación.

“¿Estás conciente, Taiki?” Risai lo rodeó y estudió con la mirada.

Sus ojos vacilantes la enfocaron. Parpadeó como si tuviera una visión ante él.

“Has vuelto. ¿Entiendes?”

Miraba a Risai atónitamente. Y luego asintió.

“¿Risai?” dijo en voz baja. No la voz de un niño. Una cálida y suave voz.

“Sí”. Las lágrimas corrieron por su pecho mientras abrazaba el frágil cuerpo situado bajo las
colchas.

“Risai, tu brazo…” Los brazos que la abrazaban detectaron la pérdida de su brazo derecho.

“Lo perdí a causa de un poco de descuido”.

“¿Estás bien?”

- 239 -
“Nunca he estado mejor”.

Ella comenzaba a enderezarse, pero los delgados brazos de Taiki la detuvieron. “Risai, lo
siento”.

“No lo sienta”, respondió, aunque las palabras probablemente se perdieron en el sonido de sus
llantos.

Un joven oficial entró al Palacio Exterior durante la reunión del Consejo Privado,
susurrándole algo a Koukan. Él asintió. Disculpándose se acercó a la tarima. Le dijo algo
suavemente a Youko, quien asintió a su vez.

Koukan descendió de la tarima, y regresó a los asuntos del Consejo Privado. Youko le hizo
señas a Keiki, parado detrás de ella. Él se inclinó hacia ella con una mirada confusa.

“Keiki”, dijo en vos baja, “Taiki está despierto”.

Keiki no pudo mantener la reacción en sus ojos.

“Por favor, ve y mira como está”.

“Pero…” dijo con voz firme.

“Está bien”, Youko sonrió, “Ve”.

Después de un momento de vacilación, Keiki salió del Palacio Exterior y se dirigió al Palacio
Enkyuu. Cuando llegó a las habitaciones de Taiki, encontró que Enki ya había llegado.

“Kei Taiho”.

Keiki no reconoció la voz que lo llamaba desde la cama. El rostro que lo miraba ya no más
era familiar que todas las veces que había ido ahí para estudiar el rostro del durmiente Taiki.
Y como todas las otras veces, sintió que había perdido algo. Se quedó parado por la
incertidumbre.

Con una sonrisa Rokuta dejó la habitación, dejándolos a los dos solos, y Keiki sintiéndose
como en el mar.

“Lamento todos los problemas en los que los puse”.

“Nada de eso. ¿Se siente bien?”

“Sí. Estoy profundamente agradecido desde el fondo de mi corazón por todo lo que han hecho
por Risai y por mí”.

Habló con una tranquila voz. Keiki se quedó más perplejo. Era lógico que se viera diferente.
Pero la sonrisa que una vez había rebosado sin esfuerzo a sus labios, y la voz de niño se

- 240 -
habían ido. El pequeño kirin se había ido. El sentimiento de pérdida cayó fuertemente sobre
su mente.

“Este no fue el producto de mis esfuerzos, sino los de Su Majestad”.

Keiki inclinó la cabeza. No podía hacer otra cosa que recordar que la Emperatriz a la que
había servido la primera vez que vio a Taiki ya no estaba entre los vivos. Que muchos años
habían pasado entre entonces y ahora.

“¿Es la Reina de Kei una taika?”

Le debieron haber dicho algo sobre las circunstancias de su coronación. “Sí. Ella había estado
esperando para conocerte. Está actualmente dirigiendo el Consejo Privado. Pero debería de
venir aquí directamente”.

“Oh. Veo”, respondió.

Keiki sintió que perdía el hilo de la conversación. No sabía a donde dirigir su atención. Su
mirada vagaba sin rumbo por la cama.

Una pequeña voz dijo, “Soñé un largo y terrible sueño”.

Keiki volvió en sí. Una leve sonrisa legó al rostro pálido y enfermo.

“Recuerdas, ¿no? La primera vez que nos conocimos era un kirin incompetente incapaz de
hacer nada”.

“Ah…sí…”

“Pacientemente hizo mucho por mí, y me enseño tanto, y sin embargo, se me olvidó todo”.

“Taiki…”

“En medio de esos dolorosos sueños, constantemente tuve visiones del Palacio Houro. Lo
anhelaba tanto, y quería ir allí”. Miró a Keiki. “Me pregunto si lo he hecho a tiempo”.

“Taiki…”

“Desperdicié tanto tiempo. Siento que perdí mucho. Pero lo logramos a tiempo, ¿no? Siento
que todavía hay mucho que hacer para mí que hacer.”

“Por supuesto”, dijo Keiki, con toda convicción que pudo reunir. “Por eso te trajimos a casa.
Los nosotros dos hablando acá y ahora es testimonio suficiente para que la esperanza se
mantenga viva. No te preocupes”.

“Sí”, dijo pensativamente, y cerró los ojos.

- 241 -
Capítulo 46

“¿Taiki?”

“Sí”, dijo asintiendo.

Al sentarse cerca de él, parecía bastante demacrado. Sin embargo, logró colocarse en una
posición media para sentarse, aguantando el dolor.

“¿Usted es la Reina de Kei?”

“Mi nombre es Youko Nakajima”.

Una sonrisa se filtró en sus labios. “Mi apellido es Takasato”.

Youko tomo un largo respiro. Fue sorprendida por una inesperada sensación que la dejó
nerviosa. “Se siente muy extraño, encontrarse a alguien de la misma edad en un lugar como
este”.

“También yo. Usted ha hecho mucho por mí. Estoy muy agradecido”.

“No hay nada de lo que deba agradecerme”, dijo Youko a regañadientes, mirando hacia abajo.
“No hemos hecho nada por lo que debería elogiársenos. Tai continúa estando en los misma
mala situación de antes”.

“Estoy agradecido de que fue a traerme”.

“Sí, podemos estar de acuerdo en eso”.

Youko se quedó sin palabras. Había planeado hablar de tantas cosas cuando se reunieran. Su
vieja ciudad natal. De esto y aquello. Pero cuando Taiki estuvo frente a ella, no supo que
decir.

Su antigua ‘ciudad natal’ era un lugar al que nunca podrían regresar. Se había convertido para
Youko en un lugar completamente ajeno. Sin embargo, referirse a algunos tontos temas y con
esa profundidad era una profunda sensación de pérdida. El sentimiento de ser embargado por
añoranza y nostalgia, que la conversación se desviara en la dirección equivocada le asustaba.

Había tenido la sensación que hasta que todos sus amigos y familiares la siguieran esperando,
estuvieran muertos y se hubieran ido, no podría hablar de los viejos tiempos simplemente
como ‘los viejos tiempos’

“No creo que las cosas hayan cambiado mucho allá”.

Ellos deberían estar bien, toda la gente que una vez conoció.

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“No, en la absoluto. Cuanto más cambien, más permanecen iguales”.

“De hecho”. Y todo lo mejor que pudo hacer. Youko suspiró y sonrió. “Actualmente estamos
discutiendo que se puede hacer por Tai. Naturalmente estamos haciendo lo que podemos por
los refugiados, y tratamos de ayudar con los medios a los que aún están en el país. Lo mejor
sería ir allá y ayudar, pero esa no es una posibilidad ahora”.

“Le estoy muy agradecido”.

“No, no hemos hecho nada realmente por Tai, nada que haría una diferencia. Kei aún es
pobre. Tenemos muchos refugiados propios, y difícilmente podemos ir a su ayuda.” Agregó
con una sonrisa, “Aún así, su regreso es muy alentador. De hecho, lo he estado esperando. Así
que mejórese lo más rápido posible”.

“¿Eso está esperando?”

“Sí. Digo muchas cosas, pero la mayoría parece entrar por un oído y salir por el otro de la
gente. Por ejemplo, con el fin de ayudar a los refugiados de Tai, no deberíamos abrir una
embajada o algo parecido… ese tipo de cosas. Todos mis ministros, el Rey de En, y Enki
creyeron que estaba loca”.

“¿Una embajada?” dijo Taiki con una mirada sorprendida.

“Ah, sí”, respondió Youko encogiendo los hombros. “Suena una propuesta bastante razonable
para mí. Debería haber una organización que hablara en nombre de los refugiados.
Innumerables refugiados han llegado a las costas de Kei y En, y su disposición es dejada a las
condiciones y circunstancias. Pero creo que sería una buena idea si pudieran negociar con el
gobierno… expresando lo que necesitan o que clase de expectativa tienen. Después de todo,
creo que los refugiados sabrían las cuales son las necesidades de los refugiados mejor que
nadie. En última instancia, para prepararse contra el momento en el que un reino caiga en
desorden y comiencen a llegar los refugiados, creo que todos podrían dormir mejor si cada
reino tuviera una embajada en cada uno de los otros reinos. Pero estos conceptos suenan
extraños y nadie puede entender a lo que me refiero”.

Youko suspiró y levantó la cabeza. Taiki la miró por un rato. “Bastante raro ¿no?” dijo ella.

“Para nada. Creo que la Reina de Kei es una emperatriz impresionante”.

“Bueno, ‘impresionante’ no sería la palabra que yo usaría. Y ¿podrías dejar el tema de ‘Reina
de Kei’? Considerando que somos dos chicos normales de Japón, suena gracioso”.

Taiki sonrió. “Así que, ¿qué edad tienes Nakajima-san?”.

Pero siendo llamada así le sonó un poco raro también. “Un año más que vos, creo. Contar los
años acá no significa nada acá”. Una idea le cruzó por la mente. Dijo elevando la voz, “¿Qué
tal si te llamo Takasato-kun?”

“Me parece bien. Estuve acá una vez antes cuando era un niño, así que, que me llamen Taiki
no se siente raro”.

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“Ya veo. Yo solo estuve acá por tres años. Supongo que eso me convierte en la recién llegada
comparada contigo”.

“El hecho es que, yo solo he estado en total un año acá”. La profundidad de su voz contenía
más dolor que nostalgia.

“Bueno, probablemente termines siendo la persona a la que le pida ayuda. De cualquier modo,
no tenía intereses políticos ni de organización social cuando estaba en la escuela secundaria.
Como resultado, todo lo que tengo son vagas ideas”.

“yo realmente no creo que sea muy diferente a ti. Estoy igualmente sin idea de nada. Solo
estuve aquí un año, y la mitad lo pasé en el Monte Hou. No viví en Tai por mucho tiempo.
Sin mencionar que era un niño y no entendía muy bien como funcionaba el mundo. Me la
pasaba en las nubes”.

“A partir de ahora, entonces, si tienes un consejo para mí, será bienvenido. Por el momento,
me gustaría que fueras el representante de los refugiados de Tai”.

“Sí”, dijo asintiendo.

Una fuerte conmoción estalló repentinamente en la habitación contigua. “¿Qué sucede?”


Youko escuchó a Risai gritar.

Youko se levantó de la silla mientras la puerta de la habitación era forzada a abrirse.

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Capítulo 47

Varios hombres entraron cargando al dormitorio. Youko frunció el ceño. Guiándolos estaba el
Naisai, el viceministro del interior, el oficial en el Ministerio del Cielo específicamente
responsable del Palacio Interior. Detrás de él había bastantes guardias que reconoció del la
Puerta Prohibida.

“¿Qué sucede?” Apenas tenía que preguntar. Su intención era evidente. Llevaban espadas.
“¿Cuál es el verdadero significado de esto?” dijo gritando a los intrusos.

Los hombres levantaron sus espadas. “Usted está trayendo vergüenza a Kei”, dijo el Naisai.
“Por supuesto su incompetencia no se iguala con la anterior Emperatriz Yo, pero ha tomado al
reino y a los ministros por la ligera. Ha elevado plebeyos de linaje desconocido y sin
conexiones, han pisoteado nuestras costumbres, y desdeñado la dignidad del reino y el honor
de los ministros”.

“¡Eso es cierto!” gritó uno de los guardias de líneas inferiores, nerviosamente agarrando su
espada, agachado en una postura cautelosa. “¡Tratando a hanjuu como si fueran igual que la
gente normal, permitiendo la entrada a la corte, incluso haciendo a uno general de la Guardia
del Palacio!”

Youko sintió un arrebato de ira corriendo por su cabeza.

“Hanjuu y los demás, ¿eh?” Su mano llegó a su propia espada, y entonces recordó que no
había llevado la Espada de Agua del Mono con ella.

“Arrastrando la reputación de los ministros a través del barro, instalando a hanjuu y rebeldes
en el corazón del Palacio, contaminando sus raíces sagradas. Haciendo burla a los oficiales de
la corte de agosto, elevando a hanjuu y bandoleros por encima de ellos, haciendo que les
sirvan. Al fin y al cabo, usted no puede ponerse de pie en su presencia y debe arrastrar a todos
con usted. Con hanjuu y los bandidos como sus compañeros, podría desviar su atención de su
propia debilidad e insuficiencias. Juntando a Reyes y Taiho de otros reinos y quedando
atrapada en su compañía, y supongo que ha fantaseado en ser una de ellos. Su propio respeto
debería ser algo. Al menos el Cielo no tolerará su comportamiento por siempre”.

Youko se quedó sin palabras. Simplemente lo miró.

El Naisai habló en su lugar. “Es suficiente”. Dirigiéndose a Youko dijo, “Me disculpo por su
incivilidad. Pero entienda que no es el único que sostiene esas opiniones. Aunque yo no iría
tan lejos como él, ciertamente no puedo tolerar que se traigan reyes y Saiho al Palacio
Imperial estando en tan malas bases. Dando asilo a un general de Tai y asistiendo al Saiho de
Tai… usted parece haber olvidado que es la Emperatriz de Kei. ¿Qué propósito podría tener
para entretener a tantos dignatarios extranjeros? ¿Tiene la intención de dejar a Kei en manos
extranjeras?”

“Usted está muy equivocado”.

“Entonces ¿por qué se pavonean en el Palacio Interior como si fuera su propio Palacio? ¿Por
quiénes tomara a los súbditos de Kei?”

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“Tan solo otra Emperatriz mujer, después de todo”, escupió el guardia de líneas inferiores. “A
parte de destruir al reino por un despecho personal. Si las cosas no regresan pronto a como
deberían, tendremos a otra Emperatriz Yo en nuestras manos”.

Para ese momento Youko estaba temblando de ira, sintiendo esa amenaza desbordar de ella.
Una profunda sensación de abatimiento manando dentro de ella. Su intención no era dejar al
pueblo o al reino por sentado. Pero argumentando que ella solo tenía las mejores intenciones
en mente probablemente tendría ningún efecto aquí. Ella podría fácilmente echar humo en sus
caras de ignorancia. El problema era que mirando desde el exterior, los hechos habrían sido
difíciles de discernir. Incluso Youko no podría haber anticipado que alguno de sus ministros
habría estado cargando este grado de resentimiento.

¿Así que esto es a lo que llegó? Fue todo lo que sintió.

Todo lo que alguien podría haber hecho a base de sus palabras y hazañas era adivinar lo que
estaba pasando. Y llegando a cierta apreciación de los hechos, y actuar en consecuencia. Ella
no podía ver como podía disuadir a alguien que había llegado a esa conclusión con tal certeza.

“Así que, en resumen, ¿vinieron a asesinarme?” Cuando Youko dio esa pregunta, el Naisai
vaciló un poco. “Si es esto de lo que se trata, entonces, pónganle fin, supongo. Yo me
resistiría si tuviera medios para hacerlo, pero viendo que dejé mi espada en las habitaciones.
Creo que eso me deja a su merced”.

“¡Dejé de actuar como un inteligente burro!”

Youko no podía dejar de mantener una rara sonrisa de sus labios. “No me importa mucho
como acaben las cosas, pero me gustaría evitar cualquier daño adicional a los procedentes Tai
Taiho y a la general Ryuu. Si encuentra su presencia como una ofensa para Kei, entonces
repatriándolos sería suficiente. Tai necesita a su pueblo tanto como Kei. Usted puede
atreverse a disminuir el sufrimiento en nuestro propio reino, pero no tiene derecho de imponer
su voluntad en los subordinados de otros reinos. Así que le pediré que no agregue más
sufrimiento al pueblo de Tai”.

El Naisai miró fríamente a Youko y Taiki. “En medio del caos en Tai, abandonaron a su reino
y buscaron refugio en Kei. No puedo ver como una gran pérdida perder a un Taiho y un
general así”.

“¿No es esa la sentencia que decide solo el pueblo de Tai? Si se sienten como usted, entonces
estoy segura que emitirán esa sentencia con sus propias manos. Entonces, ¿tengo tu palabra de
que no pondrán una mano sobre ellos de ese modo?”

“No puedo hacer ese tipo de promesas, pero haré el esfuerzo”.

“Por lo menos salgamos de aquí. No derramemos ni una gota de sangre en presencia del
kirin”.

“Espere…” dijo la voz detrás de ella.

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Youko sacudió y se libró de la mano que agarraba su brazo. “Si no son parte de tus planes,
entonces podemos continuar en donde lo dejamos”.

Uno de los guardias de líneas inferiores bateó la mano para alcanzarla. Youko fue escoltada
en compañía del Naisai. Puesta contra la pared por media docena de otros hombres, Risai
dirigió su pálida cara hacia ella mientras salía de la habitación.

Si ella pudiera, Youko deseaba profundamente que Taiki y Risai entendieran que nada de esto
era su culpa, que nada de esto debería pesar en sus mentes.

Ese pensamiento apenas había cruzado por su mente cuando fue tirada a un lado. Su mente no
había reaccionado ante la sorpresa cuando un grito estalló detrás de ella. Se levantó del suelo
y giró haciendo un trompo. Con un ruido sordo de plomo, un brazo sosteniendo una espada
cayó a sus pies.

Alguien grito. Un hombre avanzaba hacia Risai giró y apuntó su espada a Youko. Antes de
que la punta hiciera contacto, una pata de bestia rasgó el pecho del hombre. Las filosas y
sangrientas garras se retiraron y el hombre cayó.

No había nadir detrás del hombre excepto Taiki, parado, congelado en el lugar aparentemente
bastante lejos.

“¡Por lo menos da batalla!”

Youko miró sobre su hombro para ver a Keiki con la cara blanca corriendo hacia ella. Un
número de cuerpos yacía en el suelo de la habitación. Otros estaban corriendo y gritando a
pesar de la sangre tratando de escapar.

“Verdaderamente apareciste en el momento adecuado”, dijo Youko con una sonrisa sombría.

“En Taiho dejó a algunos de sus shireis. ¿Por qué no hizo más para resistir?”

“Hey, no estaba armada”.

“¡Incluso sin una espada pudo haber hecho algo! Por favor deje decir que puede hacerlo sin el
Jouyuu”.

“De acuerdo. De cualquier forma, gracias por venir a rescatarme”.

Keiki le dirigió una mirada como la que un padre le da a un niño rebelde. “Siempre que un
shirei la acompañe el tiempo suficiente, terminarán inevitablemente cubiertos de sangre”.

Youko sonrió. “Lo siento”. Se dirigió a Risai y Taiki, “Mis disculpas. Les he causado una
gran cantidad de molestias”.

“No, nada de eso. ¿Se encuentra bien?” Risai se apresuró a su lado.

“Parece que he resultado ilesa. Más importante, tenemos que llevar a Risai y a Taiki a otras
habitaciones. Keiki, vos también deberías salir. No es bueno para tu salud”.

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Youko se puso de pie. Miró debajo a uno de los hombres tirados en el suelo. El Naisai fue uno
de los que se fue primero se fueron. Sus dos secuaces ya tampoco respiraban. Otros tres
habían sufrido profundas heridas pero seguían vivos.

No estaba tan despreocupada por ir a su muerte. Pero seguramente era cierto que estaba
cansada para preocuparse en ese momento. No podía molestarse en defenderse o mantenerse
de pie. Sí, ella debió haberlos confrontado a estos intrusos y defendido su reputación. Pero no
tenía la confianza o la presunción como para contradecirlos.

Una vez creyó haber estado destinada a ser Emperatriz. Últimamente, sin embargo, tuvo
dificultades para ver el funcionamiento de la Divina Providencia en términos milagrosos. No
que ella objetara a alguien que percibiera las cosas de esa manera. Si la carga se había hacho
más ligera, entonces ¿por qué no? Esa era su sensación ahora.

“Están rodeando al resto de ellos”. Rokuta los vendaba mientras salían del edificio.

Detrás de ellos, más soldados llegaron corriendo estallando una gran conmoción. Ella podía
oír las demás maldiciones de los soldados restantes siendo arrastrados.

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Capítulo 48

Kantai hizo su reporte mientras regresaba al Palacio Interior. “Un total de once estuvieron
envueltos en la rebelión, todos del Ministerio del Cielo, y el Naisai estuvo a cargo. Parece
limitarse solo a ellos. Tres capturados con heridas. Los cinco restantes que trataron de huir
fueron detenidos”.

Koshou los estaba esperando, mirando como si tratara de reducir su cuerpo a una pequeña
pelota. Tan pronto como Youko lo miró, se inclinó profundamente.

“Estoy realmente apenado”.

“¿Por qué?” parpadeó Youko, y Kantai no pudo hacer otra cosa que sonreír con la reacción de
Youko.

“Debo disculparme. Fue un error estar allí sin ser acompañada por el Daiboku o cualquiera de
sus súbditos”.

“Pero yo los dejé afuera”.

“Esa no es una excusa para que se quede fuera de la vista así”, dijo Koshou elevando la
cabeza.

“No es tu culpa. Además, no era tu responsabilidad en primer lugar”.

Era la tarea del Shajin dentro del Ministerio de Verano, específicamente la responsabilidad de
Shiyuu. En público, la tarea de Kofun-shi. En privado el trabajo del Daiboku. ‘Privado’
significa el Palacio Interior. El Palacio Interior incluye las más aisladas partes del Palacio
Imperial, los Palacios Este y Oeste, las residencias imperiales y los dormitorios, las
habitaciones Jinjuu y el Roshin hasta la Puerta Prohibida, incluyendo el Naiden y el Gaiden.

Todo lo demás constituía el Palacio Exterior. Estrictamente hablando, el Naiden y el Gaiden


eran parte del Palacio Exterior. Bajo normales circunstancias, la Emperatriz solo viaja dentro
del Palacio Interior donde colinda el Gaiden. Y como regla general, oficiales gubernamentales
solo se aventuran hasta el Palacio Exterior donde colinda el Naiden.

“El Daiboku es responsable de mi protección personal dentro del Palacio Interior, Los
jardines occidentales son parte del Palacio de invitados. Y eso es en el Palacio Exterior”.

“Bueno, puede que eso sea cierto, pero…”

Kantai le dio al desalentado Koshou una amistosa palmada en la espalda. “Al no aceptar sus
disculpas, está poniendo a Koshou en una difícil situación, Los jardines occidentales están
definitivamente en el Palacio Exterior, fuera de su jurisdicción. Normalmente la Emperatriz
no habría dejado el Palacio Interior excepto para llevar a cabo funciones oficiales. En ese
caso, el Kofun-shi la acompañaría. En esta ocasión, sin embargo, Su Majestad estaba en los
jardines occidentales y no en otras funciones oficiales”.

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“Eso es cierto. No estaba allí confirme a la ley o ritual, y ningún invitado oficial del reino está
instalado en el Palacio de invitados. Incluso desde que traje a Risai al Palacio Interior, ha sido
bastante caprichosa en gala de la costumbre y los precedentes al respecto. Lo considero mi
culpa”.

Kantai frunció el ceño en lugar de enojarse frente a la disculpa de Youko. “Sí, las
emperatrices pueden ser criaturas caprichosas. De lo contrario no habría razones para que un
reino temblara y cayera. Ya que es no fue un asunto oficial, no era asunto del Kofun-shi. Su
protección personal no puede mantenerse al margen. Si hay una pregunta de sobre si el
Daiboku o el Kofun-shi deberían estar al tanto de su seguridad, la tarea debería recaer en el
Daiboku”.

Koshou se agarró la cabeza. “Ese es realmente el caso. Cuando están los Reyes y los Taiho de
otros reinos, el aire se enrarece bastante. Tan solo no me pareció que no debería estar por ahí,
escuchando lo que la gente dice y hace. Del Palacio Interior Youko siempre sale para ver a
sus amigos. Por eso bajé mi guardia”.

Koshou y sus criados la escoltaron hasta los jardines occidentales, y después mantuvieron su
distancia. Él no podía negar que hubiera preferido pegarse a ella todo el tiempo desde y hacia
los jardines occidentales.

“Ese fue un error por parte de Koshou. La idea de que sea aceptable mantener una seguridad
relajada dentro del Palacio Interior que se levanta porque ninguna amenaza peligrosa ocurrió
todavía, es demasiado. El Naiden y el Gaiden esta considerados dentro del ‘ojo público’, y
todos los edificios tienen sus propios guardias asignados. Ese no es el caso de los jardines
occidentales. Como en este caso, ningún invitado real estaba presente, así que tampoco lo
estaba la guardia habitual. Cualquiera con acceso a las Residencias Imperiales podría también
acceder a los jardines occidentales, y eso parece que fue lo que pasó acá”.

Koshou asintió. Kantai sonrió extrañamente. “Como el Daiboku, Koshou debe disculparse por
fallar en este sentido. Además, un reporte oficial va a ser presentado por sus súbditos a su
Majestad”.

“¿Qué tipo de reporte?”

“Para mostrar que la Emperatriz se equivocó, y en formas que deberán ser corregidas.
Mientras su falta de voluntad camina por una delgada cuerda y su generosidad con otras son
admirables características, cuando las normas son ostentadas, este es el tipo de daño que
puede resultar. Los ministros y los oficiales tienen sus tareas que hacer, y a diferencia de Su
Majestad, no están en libertad de hacer caso omiso a su propia discreción. Un gobernante que
hace caso omiso de las reglas, costumbres y precedentes probablemente atraerá ministros y
gobernantes que hagan lo mismo. Por lo tanto, el Daiboku no debería tener que asumir toda la
culpa por este incidente”.

“¿Así que esa es la versión con la que quiere acabar?”

“Sí, pero teniendo en cuenta que no tomar las disculpas de Koshou y dejarlo fuera no son lo
mismo. Su Majestad fue poco exigente al hacer esa distinción. Renunciando a la disculpa se
puede tomar como un error. Por la misma razón, Su Majestad no debería considerarse a sí

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misma fuera. Aquellos a su alrededor tomarán nota. Si perciben ser desplazados gracias a su
amparo, Koshou perderá respeto también”.

“Sí. Veo”, murmuró Youko.

Koukan entró en la habitación. “Oh, ahí está.” Se dirigió a Koshou. “El Daiboku tomará la
responsabilidad y servirá tres meses de arresto domiciliario”.

Espere un minuto… estuvo a punto de decir.

Koukan continuó en un calmo y recogido tono de voz, “No obstante, el Taiho nos pidió que
reconozcamos que la manera en que su Majestad hizo heno de las normas y reglamentos, es
difícil para el Daiboku llevar a cabo sus tareas adecuadamente. El Daiboku se distinguió
capturando a los traidores, por lo que una debería compensar la otra. Yo creo que eso sería
una buena forma de decirlo. Eso debería preservar la integridad de la administración pública,
¿no lo cree?”

Le dijo a Youko, “¿Hay alguna parte con la que no coincida?”

“¿Estoy haciendo heno de lar normas y reglamentaciones? Cielos, y yo justo tengo la misma
boca floja de Kantai”.

“¿Entonces?”

“Bien”, dijo Youko con una sonrisa modesta.

Kantai sonrió también. Después de decirle a Koukan que los sospechosos habían sido
entregados al Ministerio de Otoño, le palmó a Koshou en la espalda y ambos dos salieron.

Koukan los vio salir y le entregó a Youko un documento.

“Aparentemente, el Naisai había sido herido profundamente con el actual estado de las cosas
desde hace algún tiempo. Fue previamente un subsecretario en el mismo departamento,
sirviendo como Naisai como asistente personal de la Reina y del Saiho. Corrió un angosto
buque y fue ascendido a Naisai. Últimamente, sin embargo, sus damas de honor en el Roshin
lo han sacado. Desde su tiempo como subsecretario, asumió un gran orgullo sirviendo en el
Roshin. Pero al parecer, su orgullo u su paciencia alcanzaron sus límites”.

“Oh”, dijo Youko. Suspiró.

“Para empeorar, tomó súbditos fuera de la aristocracia, libremente ignorando las normas, y
trayendo a completos extraños como de su mayor confianza. Bueno, parece haber entendido.
Él tiene un buen punto”.

Los participantes del golpe de Estado eran todos del Ministerio del Cielo. El Ministro del
Cielo no estaba directamente involucrado con la administración del reino. Su cartera era el
palacio en sí, y sirviendo a la Emperatriz y al Saiho allá. Aquellos que no pudieron tomar
orgullo al trabajar tan cerca de la Emperatriz probablemente no fueran aptos para el trabajo.

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“Y si usted alberga cualquier simpatía con tales sentimientos, entonces debería librarse de
ellos”.

Koukan no era alguien que endulzara nada, pero su tono firme de voz la sorprendió un poco.
Ella lo miró levantando una ceja. “El General Ryuu y el Taiho de Tai me contaron que pasó
después de que el Naisai y sus subalternos invadieran los jardines occidentales”.

“Usted se mostró preparado como siempre”.

“Una situación tan grave como lo demanda. Me gustaría preguntarle nuevamente, solo para
estar seguro, pero no le dio crédito a sus quejas, ¿verdad?”

Youko apartó la mirada. “Tenían un buen punto. No conocían toda la historia, y después de
observar mis acciones sin conocer el contexto, no habría sido irrazonable llegar a esas
conclusiones. Llámeme la Emperatriz no indicada para el trabajo, y mi respuesta es si eso es
lo que piensa, entonces no me molestaré discutiendo con usted. Ciertamente no voy a
pasearme por ahí declarando que solo puedo salvar Kei. Eso no me corresponde a mí, juzgar o
decidir”.

“Entonces permítame explicarle”, le respondió Koshou a la vez. Él dejó los documentos sobre
el escritorio. “Para empezar, hacer cualquier juicio sobre que tipo de Emperatriz es depende
de quien está observando y cuando. En cualquier caso, que tipo de Emperatriz es usted, es
ajeno a esta situación particular. En el momento en el que tomaron las espadas y decidieron
atacar, perdieron todo derecho a reclamar la alta moral y pasar juicio a las demás personas”.

“Tienes razón ahí”.

“La razón por la que manteníamos al Naisai y a sus camaradas fuera del Roshin en primer
lugar era porque temíamos la evolución de su naturaleza. Todos los ministros coinciden que
personas que no sean de confianza no deben ser ascendidos a cargos de confianza en los que
se los coloque en su proximidad inmediata, y que no justifican tal confianza. La decisión se
basó en un examen de sus características y temperamentos. No veo errores en dicha sentencia.
En primer lugar eran indicaciones sobre hanjuu y los rebeldes, ¿verdad?”

Koukan miró a Youko. “Las personas que piensen que las formas de actuar sea por actos
autoritarios impulsivos. No el tipo de personas a las que quisieras darle autoridad en primer
lugar. Nadie debería poner un arma en las manos de gente como esa. Segundo, las personas
que no muestran vergüenza al decir tales cosas, no puede esperarse de ellas que conozcan el
buen Camino por el malo, y ciertamente no están calificadas para contribuir de cualquier
forma con el proceso político. Tercero, aquellos que no conozcan la situación en su totalidad
no están en posición de juzgar. Cuatro, aquellos quienes, basados en tales especulaciones,
traman pecados de los que no saben nada, y luego dictan sentencia basados en esas
especulaciones, y no muestran dudas en ningún momento… de ninguna manera deberían
dárseles jurisdicción sobre nada. Quinto, ninguna confianza debería colocarse en aquellos que
son incapaces de ver sus propias faltas y deficiencias, y en cambio culpan a otros por su
propia mala suerte. Finalmente, no debería tener que agregar que aquellos que van en contra
las leyes y el Camino con el propósito de lograr sus objetivos son peligrosos. Y no podemos
tolerar tales riesgos en presencia de Su Majestad. Estas son las razones por las que
consideramos imprudentes avanzar. ¿Usted discrepa con alguno de estos puntos?”

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Youko lo miró un poco aturdida.

“Observándolos en sus actividades día a día, no nos perecieron dignos de ser ascendidos para
servir directamente a su lado. En consecuencia, fueron echados del Roshin. Y o creo que han
mostrado inesperadamente la exactitud de esa decisión”.

Youko descansó sus codos sobre la mesa y conservó sus dedos juntos. “Beno, entonces,
permítame hacer una pregunta. ¿No cree que quizás, si fueron promovidos, habrían recurrido
a tales acciones?”

“Permítame responder con una pregunta personal, entonces. ¿Puede realmente confiar en
alguien que tan solo cortaría el buen camino, pero se aparta cuando se frustra?”

Youko examinaba a Koukan con los ojos abiertos. Ella puso sus dedos juntos. “¿Aplicarías
esa misma regla para ti mismo? Si, por casualidad, pasaran por alto tus éxitos, y la atención
fuera puesta solamente en tus pecados”

Koukan respondió con una sonrisa de piedra. “¿Debería tomar eso como una crítica personal?
Como Su Majestad sabe bien, mientras elevemos a esas personas de confianza para servir
como ministros principales del reino, también debo asegurarme de que los rangos medios de
los funcionarios y subalternos acaten las reglas y hagan sus deberes”.

“Sí, lo lamento”.

En respuesta a la disculpa de Youko, Koukan suspiró y sonrió. “En definitiva, el problema el


temperamento y el carácter. Ese es el verdadero reflejo de como vivieron y como se
comportaron. Es allí donde se debe prestar mucha atención. Cualquiera debería ser capaz de
echar un vistazo. Si ellos prueban ser dignos de su fe, entonces sus acciones serán felizmente
recompensadas. Un examen del ejemplo de Risai-dono debería probar el punto”.

“¿Risai?”

“¿Por qué Su Majestad le dio una mano en primer lugar?”

“No estoy exactamente segura”.

“Ella irrumpió en el Palacio Kinpa, y le dio un vistazo al atroz estado en el que ella se
encontraba. ¿No es así? Risai-dono estaba malherida volando a través de los nidos de los
Youma en la Provincia de Sui y se dirigió para acá. ¿Y no son esas medidas suficientes
pruebas de que desea salvar Tai?”

“Sí. Por Supuesto”.

“Risai-dono le rogó que salvara Tai. Excepto que participar en asuntos internos de otro reino
es un pecado grave. Risai-dono probablemente fuera conciente desde el principio”.

“Koukan…”

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“Ella pudo haber venido acá para apelar a su simpatía y tentarla con pleno conocimiento de
las consecuencias. También es posible que no tuviera pleno conocimiento de las
consecuencias, o que no las tuviera presentes. E incluso si supiera exactamente que es lo que
estaba haciendo, puede ser que haya sido llevada por la desesperación de su situación. A
medida que las cosas salieran bien para Tai al final, no le importaría que le sucediera a Kei.
No hay forma de que podamos saber con certeza que había en su mente. No obstante, Su
Majestad dedicó una extraordinaria cantidad de tiempo a su causa, y yo, por mi parte, no me
opuse”.

“Ah…”

“Eso fue porque pudimos observar sus palabras y acciones. La manera en la que se
relacionaba con usted, con nosotros e incluso con Koshou. Basándome en todo lo que dijo e
hizo, no me pareció el tipo de persona que vería felizmente salvarse Tai a expensas de Kei.
Carezco aún de la habilidad de leer su mente, pero si realmente vino acá con la intención de
guiarla al pecado, tengo que creer que fue producto de su desesperada situación, y no algo que
implicara su conciencia plena”.

“Sí”, dijo Youko asintiendo.

“En cualquier caso, esto es a lo que se reduce. Como te traten los otros es un resultado a largo
plazo de cómo se trató a los otros. Acérqueme de manera que sus palabras y acciones me
valoren, y yo podría mover Cielo y Tierra para acomodarla. Si el mundo la recompensará en
público depende de la persona y las circunstancias. Pero estos seguidores llevados por la
ignorancia de tan simple ecuación, maldijeron su suerte, y atacaron a su Señora en cambio.
Yo creo volcaron su propio aborrecimiento al exterior”.

“Escuché las mismas cosas en Yamato”.

“Excepto que cuando personas tan rencorosas tomas espadas para hacer justicia, no es la
razón de sus disputas a las que otra gente escucha. Este es otro ejemplo de un hombre siendo
recompensado según su forma de ser, y según el fruto de sus obras”.

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Capítulo 49

Risai entró a la habitación con la cena. “¿Cómo se siente?”

Taiki estaba levantado mirando fuera de la ventana. Estaban en las habitaciones Taishi donde
Risai estaba viviendo. “Estoy bien”, dijo mirando sobre su hombro.

Aunque él tenía una cara valiente afrontando las cosas, seguía viéndose un poco demacrado.
Risai sonrió, como si disipara sus dudas. “Recientemente, cuando estaba dormido, la Reina de
Kei amablemente vino a verlo. Quería disculparse por causar más contaminación a su
ambiente”.

“No fue su culpa”.

“No, no lo fue”, concordó Risai mientras se sentaba a la mesa. “La Reina de Kei se ocupa ella
misma de sus asuntos, y encima algo así ocurre. Realmente me hizo llegar el duro trabajo que
debe ser el hecho de ser Emperatriz”.

“Verdad”. Taiki permaneció mudo por un tiempo. Entonces dijo, “¿Regresarás a Tai, Risai?”

“¿Qué?” Al principio, Risai no entendió que estaba preguntando. Ella inclinó su cabeza para
verificar lo que había oído.

Taiki la miró, una mirada con gran seriedad en sus ojos. “No podemos continuar
imponiéndonos sobre Kei así”.

Risai tomó esas palabras con gran asombro. Cuando finalmente entendió lo que Taiki estaba
diciendo, sintió que su rostro se palidecía. “Solo un momento, Taiho…”

“No podemos permitir convertirnos en las semillas de grandes calamidades de Kei. Hemos
puesto a prueba su paciencia y hemos intervenido sus vidas más que suficiente. Después de
esto, creo que debemos irnos a un lugar donde podamos valernos por nosotros mismos”.

“Pero, Taiho, eso es in sustentable. No solo su condición, sino… si disculpa mi


atrevimiento… su cuerno y sus shirei…”

La apresurada ansiedad dejó el rostro de Risai rojo. Sintió que era necesario terminar con esa
inclinación en el brote. Ella pensó vagamente en regresar a Tai cuando se encontrara con él.
Con Taiki a su lado, podían buscar a Gyousou utilizando su ‘sentido real’. Pero Taiki había
perdido su cuerno y su esencia natural como kirin. Ya no tenía sus shirei. Y Tai permanecía
infestada de nidos de Youma. Y ella había perdido su brazo bueno.

El incidente con el Naisai la había obligado a enfrentar nuevamente la gravedad de sus


lesiones. Un grupo de rufianes armados había entrado a la habitación y amenazado la vida de
Taiki y de la Reina de Kei, y apenas había podido mover un dedo para ayudarlos. Ella fue
superada con facilidad y derribada por hombres que no se veían como que hubieran tenido
entrenamiento militar en su vida.

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Incluso teniendo en cuenta el estado de su salud, era bastante inútil como oficial militar. Si
regresaban a Tai, ella sería incapaz de protegerlo. Aunque había sido conciente de ello desde
hace tiempo, no había llegado a entender que tan inútil era. Todas sus vagas nociones sobre el
asunto se habían señalado claramente en un punto de vista. Aún no se había recuperado de la
conmoción.

“No podemos hacerlo, Taiho. Entiendo como se siente, pero no puede regresar a Tai. Necesita
cuidarse mientras solicito ayuda entre los refugiados. Si podemos convocar un pequeño
número de seguidores…”

Taiki sacudió la cabeza. “Es verdad que soy impotente. Sin embargo, el hecho es que somos
ciudadanos de Tai”.

Risai sintió como si se estuviera congelando.

“Tai es un reino que incluso los Dioses pasaron por alto. ¿No es verdad? Tai no tiene rey. La
buena voluntad de los otros reinos nunca alcanza los tobillos. Y el Cielo no se dignará a
conceder milagros. Es lo mismo que Tai no tenga kirin. Pero tai aún tiene sus súbditos, como
tú y yo”.

“Incluso sin un cuerno, el Taiho sigue siendo el kirin de Tai. Y mi esperanza. No algo
simplemente sacrificable. Si alguien debe regresar a Tai y buscar a nuestro Señor y gente,
entonces es algo que yo voy a hacer. Esa era mi verdadera intención después de todo. El
Taiho debe ponerse a resguardo en un lugar seguro. Le ruego que deje de lado las ideas
peligrosas como regresar a Tai”.

Taiki no era la única cosa que Risai había perdido. Otro temor se había apoderado de ella.
Después de la catástrofe en Kouki, Risai había sido enviada a la Provincia de Jou para sofocar
la rebelión. En su camino, había tomado a Nisei-shi bajo su protección. Sus testigos
presentaron y revelaron la magnitud de la traición de Asen.

Al mismo tiempo, el incidente fue usado como pretexto para mancillar el honor de Risai. Pero
quizás incluso peor era que Asen de alguna manera supiera que había protegido a Nisei-shi.
Risai había enviado un comunicado secreto solo a Haboku y a Sougen. Considerando su
contexto, tampoco ninguno de ellos habría sin cuidado, filtrado la información a un tercero.
Por lo tanto, era como si los súbditos de Gyousou hubieran sido privados de eso. Y ninguno
de ellos le hubiera comunicado a Asen.

Ella no podía imaginar que alguno de los súbditos de Gyousou sería espía. Tendrían que
haberse encontrado a puertas cerradas y tomado todas las precauciones posibles. Sin embargo,
Asen fue informado, lo que significa que alguien dentro del grupo hizo el informe.

Un lobo en la propia casa de Gyousou estaba cuidando el gallinero.

Risai miró dentro de los astutos ojos de Taiki. Ella no quería exponerlo a tan desagradables
hechos, pero eso solo duplicó el peligro en Tai. Sería necesario establecer líneas de
comunicación con los antiguos compañeros de Gyousou y unir tropas. Y aún así un traidor
estaría al acecho en medio de ellos, alguien conocido, que podría parecer en un momento
como amigo íntimo. Risai no tendría forma de protegerlo de tal persona.

- 257 -
Todo lo que podía hacer era balbucear incoherencias diciendo que mala idea era todo. Taiki le
mostró una sonrisa perpleja. “No has cambiado ni un poco, Risai”.

Risai le devolvió una mirada perpleja.

“Te preocupas por mí y haces lo mejor para protegerme de lo que sea espantoso o
desagradable. Es la misma forma en la que desapareció Gyousou”.

“Taiho…”

“Yo estaba realmente preocupado por Gyousou-sama. Pero nadie me daba una respuesta
directa. Bueno, lo que me dijiste puede que haya sido verdad. Pero sabía que todos los
adultos a mi alrededor estaban ocultando algo desagradable de mis ojos. Así que tuve que
recurrir a Asen para averiguar todo lo que no fuera miel y azúcar”.

Risai detuvo su aliento.

“Asen me dijo que Gyousou-sama estaba en peligro. Ese día, dijo que había sido víctima de
una emboscada y que estaba en una situación desesperada. Después de decir eso había llegado
a salvo a la Provincia de Bun, y me encontré incapaz de confiar más en vos. Creí en Asen
cuando me dijo que un feroz ataque se había llevado a cabo antes de que llegaran, y el
resultado era incierto. Deseoso de ayudarlo, envié a mi shirei a ayudar a Gyousou-sama.
Nunca dudé de Asen ni por un segundo. De hecho, llegué a cuestionar la veracidad de
cualquiera que me dijera algo que no fuera malas noticias”.

Taiki sonrió levemente. “Realmente era un niño, y muy difícil de complacer. Lo que sea que
haya tratado de hacer solo le causaba a Risai y a los demás más problemas, y ahora no es
diferente”.

“Taiho, no diga cosas así…”

“Pero, Risai, yo ya no soy un niño. Hablando respecto a mis habilidades, era mucho más
capaz entonces. Puede decirse que soy inútil ahora. Sin embargo no soy tan inmaduro que
podía ser contenido por lamentar mi indefenso estado y garantizar la seguridad del estado en
el que estaban las cosas”.

“Taiho…”

“Alguien debe salvar Tai. Si no somos nosotros los ciudadanos de Tai entonces ¿Quién?”

“Pero… entonces… volvamos al Monte Hou y hablemos nuevamente con Genkun, para ver si
hay algo que pueda salvar Tai”.

“¿Y qué debería preguntar? ¿Crees que lo hará en nuestro nombre?”

Risai no supo como responder.

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“¿Y puede el Cielo involucrarse tanto? Solo aquellos bajo su cuidado personal y protección
pueden descansar en paz sabiendo que la ayuda vendrá. ¿En que momento se volvió el pueblo
de Tai propiedad del Cielo?”

“Pero Taiki…”

“Aprendí algo de los pasos a seguir al pedir la asistencia a Kei. Si no lo hubieras hecho así,
definitivamente no habría podido volver. No soy tan ingenuo como para creer que nada está
más allá de nuestro poder de lograr. Puede que esté más allá del poder de un kirin sin cuerno y
de una general sin brazo para salvar Tai en su estado actual. Pero, Risai…”

Taiki tomó la mano restante de Risai. “Esto no es algo a lo que estábamos destinados a través
de la voluntad de nuestras propias fuerzas. Si, incapaz de sacar Tai de la grieta, podemos
concluir que no hay nada que podamos hacer jamás y entonces no haremos nada, perderemos
el derecho de llamarnos ciudadanos de Tai”.

Por supuesto, pensó Risai, mirándolo.

Nunca había entendido por qué tenía tantas ganas de salvar Tai. Al mismo tiempo, no podía
recordar que tan rápido había perdido ese sentimiento cuando Taiki estuvo justo en frente de
ella. En lo que a ella respecta, si Taiki estaba a salvo… si ella podía garantizar su seguridad…
entonces era lo mismo que mantener a Tai segura.

Incluso si esa seguridad venía de residir en Kei y ella misma no contribuyera al mismo…
mientras Taiki estuviera a salvo, entonces Tai estaría a salvo dentro de ella. Proteger a Tai se
había convertido para ella lo mismo que preservar algo que le perteneciera, su patria. Y si ella
no podía y esta era destruida, entonces como extensión de Tai, sería su culpa.

Pero mientras pudiera mantener a Taiki a salvo, Tai nunca estaría perdida para ella.

“Somos ciudadanos de Tai. Si buscamos a otros ciudadanos de Tai, entonces hay tareas y
responsabilidades que llevar a cabo como su gente. Si lo dejamos de lado, entonces Tai estará
perdida para nosotros”.

Perder ese lugar en el que estaban conectados no era diferente que perderse a sí mismos.

Risai había perdido su posición real, sus amigos y conocidos. Kaei se había vuelto un
recuerdo lejano. A parte de su conexión con un lugar llamado Tai, no tenía nada. Tenía que
salvarlo o se perdería a sí misma.

Ahora que tenía a Taiki, y mientras lo mantuviera, Tai permanecería vivo dentro de ella. Acá
en Kei sabía donde estaba parada. La idea de irse era aterradora. Pero para Tai, su gente,
Gyousou, todos los prisioneros dentro de sus fronteras y todos aquellos que perdieron sus
vidas ahí, permanecer aquí no era nada más que una traición.

No tenían otra opción sino dejar su refugio y regresar a Tai.

Ella miró su mano, su visión se nubló por las lágrimas. La mano que la sostenía era
indistinguiblemente suya.

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“Realmente has crecido”.

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Capítulo 50

Temprano en la mañana al comienzo del otoño, Risai y Taiki tomaron sus permisos de las
habitaciones Taishi.

Después de discutirlo a fondo juntos, decidieron no plantearle el asunto a la Reina de Kei. Si


lo hicieran, sin duda se culparía a sí misma por el incidente con el Naisai. E incluso si la
hubieran convencido de lo contrario, la habrían puesto en una posición difícil.

De cualquier modo, manteniéndolos acá era similar a tener una carga de Tai sobre su propia
cabeza, y diciéndoles que se fueran se vería como dejar a Tai de lado. Risai no dudaba que la
joven Emperatriz lo vería de este modo.

Además, Risai suspiraba en su corazón, si una Emperatriz como Youko desearía que ella se
quedase, no estaba segura que pudiese negarse. Incluso ahora, Risai no podía sacar los
pensamientos de su mente, que estaba actuando con una imperdonable incivilidad. Sin
embargo, ella entendía los razonamientos de Taiki para regresar a Tai y concordó con ello.

No había duda en su mente de que debía regresar a Tai con él, tanto como estaba segura de
que Taiki era un símbolo de esperanza que Tai no podía darse el lujo de perder. Excepto que
ella no tenía confianza en sus habilidades para protegerlo. Inimaginables peligros los
aguardaban. Si de alguna forma pudiera disuadirlo, no podría negar que lo intentaría.

La persona común dentro de ella le decía que debían volver. La general que ahora servía al
Taiho le decía que no. Su corazón combatía consigo mismo, y finalmente cedió a la fuerza de
resolución de Taiki.

“Risai, ¿permanecerás detrás?” le preguntó Taiki, claramente viendo a través de su rostro.

Risai sacudió la cabeza enérgicamente. “No diga cosas tan absurdas”.

“No despedirse de la Reina de Kei…” dijo empáticamente. “Después de todo han hecho
mucho por ti, dejarlos así debe ser doloroso”.

Risai trató de reírse de eso. “Para nada. Solo un lamento prolongado. La Reina de Kei y todos
han hecho mucho para salvar a Tai. Por eso no tengo el coraje de verlos a la cara”.

Todo fue hecho por el bien de Tai. Risai llegó al Gyouten como un ciudadano de Tai. Para
escapar de una vida de comodidad y dejar a Tai de lado debería dejar de todo lo que era
atención y consideración. Para comportarse tan vilmente estaría tomando a todas las personas
de Tai por sentado. Eso es lo que significaba para ella ser parte de un todo como ciudadana de
Tai.

Risai suspiró nuevamente y abrió la puerta a los establos detrás de las habitaciones Taishi.
Solo un puesto estaba ocupado. Reconociéndola, Hien llegó a sus pies, brillantes y ansiosos.

“Hien”. Taiki corrió. Hien se negó al principio, pero pronto se dio cuenta quien era y se
inclinó hacia delante. “Recuerdas quien soy”, dijo Taiki, acariciando su pelaje. Hien cerró los
ojos y ronroneó suavemente.

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Observándolo con una sonrisa en su rostro, Risai tomó la montura y la colocó en orden.
Gentilmente tomando las riendas, sacó a Hien de los establos. Miró el cielo de la mañana.

“Regresando por el Mar de Nubes, deberíamos llegar a uno de los palacios provinciales en
buen tiempo. No hay forma de decir cuan lejos habrá llegado Asen para esta hora, pero los
youma nos desgarrarían en pedazos bajo el Mar de Nubes. En cualquier caso, si estamos
decididos a dejar todos los obstáculos de lado y seguir adelante, no importará que camino
elijamos”.

Taiki asintió. Hien ronroneó suavemente y frotó su cabeza contra el hombro de Taiki.

“¿Qué están haciendo ustedes dos a esta hora?” de repente sonó una voz.

Risai giró. Rokuta emergió de las sombras que rodeaban los jardines. La gran sombra detrás
de él era Koshou. Risai y Taiki se quedaron inmóviles. “En Taiho… ¿cómo…?”

Rokuta dijo con una indolente mirada, “Oh, sucede que estuve espiando el otro día…” sonrió.
“Lo siento. Pero dejé un shirei para que los observara. Así que llegó la palabra”.

“En Taiho, yo…”

Rokuta levantó la mano, silenciándolo. “No te preocupes. Dejé a Youko fuera de la lazada.
Aunque saliendo de esta forma causará algunos problemas. ¿Te olvidas que aún eres mi
Taishi?”

“Eso es…”

“El Taishi de En yéndose a visitar Tai levantará más que unas pocas cejas. Sin mencionar que
va allí para pelearse con los poderes como están. Eso será aún peor”.

Risai y Taiki se quedaron en silencio. Rokuta suspiró y luego sonrió. “En ese caso, tendré que
removerte del Registro de Hechiceros. Francamente, temo que su periodo sabático está
haciendo que nuestro Taishi pierda la cabeza. Pero aquí está tu indemnización por el
despido”.

Le lanzó un objeto blanco. Risai por reflejo se estiró para agarrarlo antes de darse cuenta que
su brazo derecho no estaba ahí para atraparlo. Con una adusta sonrisa se arrodilló y lo levantó.
Ella no estaba muy segura por la oscuridad, pero parecía ser un pasaporte.

“Aunque no sabemos si realmente lo necesitarán, lo tenía hecho por si acaso. El sello


colocado les garantizará el acceso a fondos de una unión de crédito comercial. No hay forma
de saber si funcionará en Tai, pero cubrirá los gastos del viaje”.

Esta vez Risai tomó el bolso que le arrojó. “En Taiho…”

“Un equipaje para sus necesidades. Está en la espalda de Tiger. Él los acompañará”.

Risai abrió los ojos por la sorpresa.

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“Sería demasiado pedir que ese tenba cargara todo el mismo. Cuando llegaran a donde
debieran ir, apreciaría que lo enviaran de regreso. Tama se entristece sin él, entiendes”.

Risai aceptó el pasaporte con agradecimiento. “Sí. Definitivamente lo haré”.

“De acuerdo”, dijo Rokuta con un guiño. Puso sus manos en sus caderas, y los inspeccionó a
ambos. “No queremos realmente que se vayan. Ténganlo en cuenta”.

“Nunca olvidaremos lo que hicieron por nosotros”.

“Estaremos esperando buenas noticias”.

Con eso, Rokuta se dio vuelta y regresó a la sombra del bosque. Casi como de paso, le dio una
palmada a la silueta humana que estaba parada. Koushou emergió de las frondosas sombras.

Una mezcla de emociones cruzó su rostro mientras señalaba en dirección a la Puerta


prohibida. “El kijuu los espera allá”.

“Koushou, has sido de gran ayuda para nosotros”.

“Oh, no fue nada”, dijo, aunque sin gran convicción.

Sus hombros se caían mientras se dirigían hacia las copas de los árboles. Su corazón no
parecía estar ahí. Durante el camino desde las habitaciones Taishi en el Naiden hasta la Puerta
Prohibida nadie dijo nada. Caminaron mirando sus pies.

Casi habían llegado a la Puerta Prohibida cuando Koshou se dio vuelta y dijo, “Si es posible,
me gustaría ir con ustedes. No sé en que podría ayudar, pero soy oficial de la Corte Imperial”.

Dijo todo eso con una conflictiva mirada en su rostro. Risai respondió, “Creo que la Reina de
Kei lo necesita a su lado”.

“Sí, es cierto”.

“Me gustaría que le comunicara nuestros más profundos agradecimientos y gratitud. No


quisiera que nada de esto le provocara algún malestar”.

Koshou asintió. Caminaron hasta la Puerta. Los oficiales que los esperaban adentro les
abrieron la Puerta para que así cruzaran al otro lado. Una pálida luz de Luna brillaba y el Mar
de Nubes llegó hasta ellos.

La puerta del Naiden a la Puerta Prohibida se abrió.

Toshin observó como dos sombras humanas y de un kijuu aparecieron. Parado a su lado,
Gaishi tomó las riendas del suguu y se acercó. Toshin lo siguió.

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Los dos viajaban terriblemente ligeros. Gaishi le dio las riendas a la mujer general. “Se me
pidió que me asegurara que usted se hiciera cargo de él”.

“Le estoy muy agradecida”.

“Cuídese ahora”, dijo Gaishi y se inclinó.

La mujer respondió con una amable inclinación de su parte. Toshin se adelantó y le entregó
los objetos que sostenía. Ella lo miró sorprendida.

“Esta es la espada que una vez me diste para que me hiciera cargo de ella. Puede ser
presuntuoso de mi parte, pero la afilé”.

“Gracias”, dijo la mujer, tomando posesión de la espada con su mano izquierda. Su brazo
derecho, que Toshin recordaba tan malherido, ya no estaba allí.

“Muchísimas gracias”.

“No fue nada”.

“No recuerdo tu rostro, pero si la voz. ¿No eres tu quien intercedió por mí cuando me caí en el
Roshin?”

“Bueno, mmm, sí, fui yo”, dijo Toshin con un guiño.

Risai sonrió y se inclinó profundamente. “Como resultado pude conocer a la Reina de Kei y
recibir la asistencia que requería. Todo lo bueno que siguió fue gracias a ti. Estoy
profundamente agradecida”.

Toshin sacudió la cabeza. Él habría tenido que averiguar de Gaishi, donde ella y su
compañero estaban yendo y que harían después de eso.

“Por favor, cuídese. Voy a orar por su regreso seguro”.

La mesita d piedra parecía flotar en la luz de la Luna. Miraban como los dos kijuu dolaban de
la cornisa.

Youko observaba la escena desde una torre cercana. “¿No crees que deberíamos haber dicho
adiós?” le preguntó a su compañero.

“No sé que les habría dicho”.

“Sí, tienes razón. No habríamos podido hacer otra cosa que retenerlos, a Risai y Taiki”.

“Espero que estén bien a dondequiera que vayan”.

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“Irán a la provincia capital de alguna manera. Viajando sobre el Mar de Nubes evitarán a los
youma”.

“Encontrarse con sus verdaderos retos será más tarde. Al fina de todo, me hubiera gustado
haber podido enviar más shirei con ellos”.

Keiki asintió silenciosamente. Rokuta había dejado en claro que separar a un shirei de un
rey... más específicamente de un kirin… y enviarlo a otro reino no era diferente a enviar
tropas. Youko y Keiki tuvieron que renunciar a la idea.

Los dos kijuu se alejaron más y más, dos dolorosamente desamparadas manchitas sobre el
Mar de Nubes. Mientras miraba, escuchó el sonido de pasos subiendo las escaleras.

“¿Se fueron?” apareció la cara de Rokuta.

“Sí”, dijo Youko, y regresó su atención al Mar de Nubes. Los dos puntos parecían mezclarse
con las crestas de las olas.

“Les dí los pasaportes. Dije que fui yo quien los preparó y los tomaron sin pensarlo dos veces.
Suerte que no preguntaron cuando tuve la oportunidad de pensar tan a futuro”.

“Cuando se trata de En Taiho, creo que todos se preguntan lo mismo”.

“Hey, ¿qué hay con esa actitud? Aunque cuando haya luz suficiente para ellos y lean la letra
pequeña en el reverso, se llevarán una gran sorpresa”.

Youko sonrió. Cualquier ayuda extra que pudieran adicionar, no importa cuan pequeña,
valdría la pena. Era fácil calmar sus pensamientos con tales razonamientos, pero al final era
solo un bálsamo para sus propios sentimientos de pena. No para Tai en sí, sino por aquellos
corazones rotos en la perspectiva de una Tai insalvable.

Si solo Kei se hubiera hecho un poco más próspera y la Corte Imperial un poco más sana.
Sería fácil relajarse, confiar y buscar refugio en una corte donde la discordia pudiera
levantarse sin previo aviso. En cuestión del hecho, no había forma de que ella pudiera
continuar reteniéndolos y de alguna manera que no se sintieran culpables de todo el caos.

No tenía opción sino vivir con el doloroso pensamiento de verlos ir a sus muertes.

“Debo estar en mis propios pies primero”.

Rokuta estaba mirando el Mar de Nubes. “¿Qué es eso?” dijo, mirándola sobre su hombro.

“Debo permanecer de pie antes de que pueda fantasear en poder ayudar a otros”.

Rokuta regresó a la ventana. “No es eso. Ayudando a otros es como te mantienes de pie, en
primer lugar”.

“¿Eso crees?”

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“Sin lugar a duda”.

Youko asintió. A través del Mar de Nubes, las dos pequeñas siluetas ya habían desaparecido
de la vista.

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De Las crónicas de Tai

En el Tercer Mes del Segundo Año de Koushi, estalló una insurrección en la Provincia de
Bun. Agravando que la guerra debió llegar a Tetsui, el Rey de Tai le ordenó al Jefe de la
Armada Imperial suprimir la rebelión.

En el Lapso de solo un Mes, Su Majestad desapareció en Rin’un, Provincia de Bun, y un


Meishoku ocurrió dentro del Palacio Imperial. El Saiho desapareció, dejando a los Ministros
Reales confundidos.

Asen engaño a la Corte y se puso el manto de un Usurpador. Consintiendo en su Autoridad,


Jou Asen (cuyo Nombre es Boku Kou) hábilmente desplegó la Guardia del Palacio Derecha y
ejerció el Arte Negro como es su Espada.

Habiendo sometido a las Nueve Provincias a través de su Inhumanidad, usurpó el trono.

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