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Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI editores.

Capítulos 1 (pp. 29-68) y 3 (pp.97 a 154)

La pedagogía del Oprimido es el libro más conocido del pedagogo latinoamericano Paulo Freire
(1921-1997) quien aboga por una pedagogía de la crítica y la creación para promover un ser
humano autónomo, dialógico, amoroso y ético. Este libro se enmarca entre dos de sus obras: La
educación como práctica de la libertad (1968) y La pedagogía de la autonomía (1997). En la
primera Freire expone su método para alfabetizar a través de la palabra generadora; en esta obra,
el pedagogo, desde su carácter visionario, vislumbra que la liberación se da a través de enseñar a
pensar, es decir, de enseñar y aprender a leer y escribir las palabras del entorno próximo las cuales
portan representaciones sociales y culturales. En la segunda, se centra en dar fundamento a la
práctica educativa como generadora de la autonomía del ser humano: problematizar
dinámicamente las verdades establecidas para transformar la realidad, denunciar y anunciar la
realidad social a través de la experiencia total de enseñar-aprender. Su propuesta pedagógica
promueve el pensar acertadamente: pasar de una curiosidad ingenua a una curiosidad
epistemológica, en otras palabras que el ser humano sea crítico y ético en su sociedad y para su
sociedad.

Así pues, Freire en sus obras nos hace la pregunta de cómo enseñar a pensar. Para él la
transformación social se da desde lo político, es decir, desde la movilización del pensamiento. En
Pedagogía del oprimido el autor sitúa su discusión en la comprensión del pensamiento oprimido:
denunciar cómo se establece la opresión y anunciar cómo se libera de la opresión. Así pues,
desde los capítulos leídos se abordan dos preguntas: ¿Qué es ser oprimido? ¿Cómo liberarse de la
opresión?

1. ¿Qué es ser oprimido?

Pensar el “ser oprimido” desde un enfoque dialéctico es pensar en el “ser opresor”. Esta relación
opresor-oprimido es deshumanizada y necrófila. Tanto opresores como oprimidos se
deshumanizan. De ahí que Freire señale que la vocación de los hombres “a ser más” es negada
por la injusticia, la explotación y la violencia. Para enfrentar esto, los opresores, muchas veces,
actúan generosamente pero esta es una falsa generosidad pues se asume al otro como inferior o
deficiente. Por ello, se apuesta a la caridad, ayudantía, beneficencia, humanitarismo y no a la
superación de la injusticia. A estas personas les interesa que la situación de injusticia permanezca
para que ellos puedan ejercer su poder. Por su parte, el oprimido que se siente inferior, asume con
beneplácito la caridad de su benefactor y aún más los oprimidos exigen este tratamiento.

En la anterior actitud de los oprimidos se observa una identificación con el opresor. Por ello,
cuando pueden transgredir el ser oprimidos se convierten en opresores o continúan siendo
oprimidos pues tienen miedo a la libertad. Esto señala Freire se da por la estructura en que los
oprimidos han estado: visión individualista, vertical y de poder. Hay una imposición de una
conciencia a otra, la conciencia del oprimido aloja la conciencia del opresor, el oprimido vive bajo
la prescripción del opresor. Por esto, aquel teme a libertad en la medida que se le exige
pensamiento propio, autonomía y responsabilidad. ¨Los oprimidos acomodados y adaptados,
inmersos en el propio engranaje de la estructura de dominación, temen a la libertad, en cuanto no
se sienten capaces de correr el riesgo de asumirla”. (p. ) No obstante, los opresores también, de
alguna manera, alojan al oprimido, cuando el opresor dejar de serlo pasa a sentirse oprimidos
pues para ellos la vida verdadera es la que vivían antes, así la mayoría de personas sufra
inequidades. Para los opresores las personas son ellos y los demás objetos.

De tal manera, opresores y oprimidos niegan la vida, aman la muerte, son necrófilos. El opresor al
tener dominio completo sobre el otro siente un impulso sádico al poder manipular a su antojo el
objeto que le pertenece. A su vez el oprimido al sentirse dominado es dependiente emocional, se
vuelve masoquista, desea que lo traten mal. Así mismo asume una actitud fatalista; la vida está
determinada, el ser humano está concluido, las situaciones suceden por el poder del destino, el
sino, dios. Se convierte, así, la realidad histórica y creada por el hombre en un mundo mágico y
mítico que no puede ser transformado, esto lleva a una negación de la vida pues se destruye el
impulso creador. La autoimagen de los oprimidos está desvalorizada, ellos se sienten incapaces de
pensar y transformar la realidad. En esta relación perversa se pierda la libertad: cualidad esencial
de la vida.

2. ¿Cómo liberarse de la opresión?

Para Paulo Freire promover una pedagogía del oprimido permite la liberación de la opresión. Los
opresores y oprimidos tiene que emanciparse de esa relación perversa opresor-oprimido y de su
realidad opresora. Para lograr esto Freire propone la acción y la reflexión de los oprimidos pues
son ellos los llamados a esta tarea, es decir “los oprimidos necesitan ganar la conciencia crítica de
la opresión en la praxis de esta búsqueda”. La pedagogía del oprimido busca la humanización y
liberación del hombre a través de pensar y amar en la intersubjetividad auténtica: el dialogo.

El diálogo

El dialogo presenta cuatro características fundamentales: la creación de la realidad, el amor, el


dialogismo y la alteridad.

(l)Creación de la realidad: El dialogo promueve la palabra que funda la liberación y permite la


creación de la realidad, su transformación mediante la unión de la acción con la reflexión. Hay que
pronunciar el mundo transformado, es decir viabilizar lo inviable, hacer presente lo que se podría
plantear futuro. Esta pronunciación del mundo es un acto de creación y de recreación. Con este
los hombres enriquecen la significación de sí mismos y su mundo. Los hombres con la palabra se
crean así mismos y al mundo, idea que veo también la comparte el escritor mexicano Octavio Paz.

(ll)El amor: El acto de creación de pronunciamiento del mundo requiere del amor, es decir, de
confiar, responder y comprometerse con los seres humanos. El amor es riesgo, requiere
enfrentamiento sobre todo consigo mismo, no hay que temer, se necesita ser valiente. En la
relación oprimido-opresor no existe el amor, por ello para instaurarlo se requiere la relación
dialéctica diálogo-amor.

Freire en otro de sus textos señala que el amor es:

“… una tarea de sujeto. Es falso que el amor no espere retribuciones. El amor es una intercomunicación de
dos conciencias que se respetan. Cada uno tiene al otro como sujeto de su amor. No se trata de apropiarse
del otro. En esta sociedad hay un afán de imponerse a los demás en una especie de chantaje de amor. Esto
es un distorsionamiento del amor. El que ama lo hace amando los defectos y las cualidades del ser amado.
Se ama en la medida en que se busca comunicación, integración a partir de la comunicación con los demás.
No hay educación sin amor. El amor implica lucha contra el egoísmo. Quien no es capaz de amar a los seres
inacabados no puede educar. No hay educación impuesta como no hay amor impuesto. El que no ama no
comprende a los demás; no los respeta..." (Freire, Paulo. Educación y Cambio. 1976. Galerna, Buenos Aires.
Pág. 29-30)

(lll) El dialogismo y la alteridad: Freire utiliza la palabra dialogismo dirigiéndose al diálogo. Sin
embargo diálogo para Freire no es transmisión de información ni pedagogía bancaria sino
interacción de personas emocionales y pensantes que se escuchan, se respetan, confían, aprenden
el uno del otro. Quiero señalar que este dialogismo freiriano, puede equipararse al dialogismo
Bajtiniano: “yo para mí, otro para mí, yo para otro”. El afecto y el saber se crean en la relación de
unos con otros, necesitamos unos de otros para poder construir la realidad. Por ello, para el
pedagogo la arrogancia no es parte de esta construcción, requiero reconocer mi ignorancia para
escuchar al otro, requiero saber mis limitaciones para entender que los demás completan mi
saber. Freire aboga por la humildad, es decir, por comprender que requerimos de otros para
construir la vida y la sociedad humana. Además señala el autor brasilero que solo pienso
auténticamente cuando los otros que están conmigo también lo hacen. “No pienso
auténticamente sino los otros con los que hablo, no piensan”. Esta apuesta de tener en cuenta al
otro va más allá, si lo relacionamos con la idea de alteridad de Levinas, vemos que se busca
descentrarse del yo, para ir al otro: aunque yo no lo elija el otro me afecta y me importa, y de ahí
siento la exigencia de encargarme de él, de cuidarlo. De alguna manera, este se infiere en esta
apuesta de diálogo hecha por Freire.

El pedagogo exactamente nos cuestiona estas dos características con las siguientes preguntas:

“¿Cómo puedo dialogar, si alieno la ignorancia, esto es si la veo en el otro, nunca en mí?

“¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre virtuoso por herencia frente a los otros,
meros objetos en quienes no reconozco otro yo?

¿Cómo puedo dialogar, si me cierro a la contribución de los otros, la cual jamás reconozco y hasta
me siento ofendido con ella?
Por tanto, es el dialogo el camino liberador de la opresión. Para lograr esto, Freire propone una
investigación dialógica la cual busca la comprensión de los sujetos: su conocimiento complejo
desde los aspectos histórico, social, cultural, político, biológico y estético. Así mismo el
investigador tiene que enfrentarse a su propia comprensión como ser humano, Freire lo insinúa,
en tanto considera al investigador y el investigado como sujetos que interactúan. Esta interacción
dialógica es el fundamento de la investigación. Al dialogar con el otro y, hacerlo verbalizar, y
pronunciar el mundo se promueve la creación y transformación del pensamiento, por tanto de la
realidad. En este dialogar no solo se transforma el pensamiento del investigado sino del
investigador.

Se propone, entonces, conversar con el oprimido para comprenderlo en sus distintas dimensiones
y contextos. Así tener experiencia con él y participar de sus palabras y contradicciones, yo diría
verdades establecidas. En esta investigación con él mismo oprimido se le propone un
extrañamiento de sus palabras, temas, pensamientos a partir de otros lenguajes, puede ser
visuales plantea Freire. Luego se entabla un dialogo con aquel sobre estas verdades, temas,
contradicciones. Para lograr finalmente, seleccionar unos temas puntuales sobre los que se van a
trabajar con mayor profundidad. Por ello, uno de los instrumentos de recolección de datos y de
trabajo fundamental es la entrevista.

Así pues, esta metodología dialógica, el pedagogo latinoamericano la presenta en cuatro fases:

Comprensión del otro en el contexto para identificar sus verdades establecidas y


contradicciones
Codificación de estas verdades y contradicciones a través de otros lenguajes.
Decodificación a través de discusiones grupales para reducir los temas de trabajo
Planeación y ejecución de talleres desde esos temas que se encontraron

1. Comprensión del otro en el contexto para identificar sus verdades establecidas, su lenguaje
y contradicciones. Esto se hace a través de una metodología, que podríamos decir
etnográfica. Así pues, la recolección de datos se hace a través de conversaciones,
entrevistas informales, observación, registros, diarios de campo.
1.1 Descripción de la situación y comprensión: relacionar la parte con el todo, es decir
buscar las conexiones no en la univocidad sino en la complejidad.
1.2 Informe: núcleos centrales de las contradicciones
1.3 Discusión del informe y la evaluación de codificación en vivo
1.4 Identificación del universo temático. Alfabetización: Palabra generadora: Pedagogía de
la libertad. Posalfabetización: Tema generador
2. Codificación de estas verdades y contradicciones a través de otros lenguajes. Se hace una
representación objetiva, de distanciamiento de la situación existencial (algunos de sus
elementos constitutivos en interacción) y de la aprehensión del conjunto de
contradicciones a través de canales visual, pictórico, grafico. Esto depende, señala el
pedagogo, de la materia a codificar, del público y de la experiencia de lectura. Las
condiciones para esta representación son: (i) Representar situaciones conocidas por los
individuos, reconocerse en ellas. (ii) Núcleo temático simple en su complejidad, sin ser
propaganda ni imposible de comprender. Debe posibilitar un abanico temático (iii)
Constituir objetivamente una totalidad (IV) Representar contradicciones en lo posible
inclusivas de otras. Codificación con un máximo de inclusividad (situación esencial y
auxiliar).

3. Decodificación a través de discusiones grupales para reducir los temas de trabajo: la


decodificación es un acto cognoscente que permite el distanciamiento, el extrañamiento.
Hay un análisis crítico de la situación codificada a través de grupos de discusión. Los
sujetos exteriorizan la temática codificada, explicitan su conciencia real de la objetividad al
hacerlo van percibiendo como actuaban y percibían antes. Ser capaces de comprender
cómo se percibía antes la situación, promueve una nueva percepción. Se requiere
grabación de las discusiones, análisis por un equipo interdisciplinario para hacer un estudio
sistemático e interdisciplinario de los hallazgos y posibilitar la reducción de la temática
4. Planeación y ejecución de talleres desde esos temas que se encontraron. Elaboración del
programa con la temática reducida y codificada y el material didáctico. : Freire propone
hacer entrevistas a expertos, dramatizaciones, lectura de textos (revistas, diarios, libros,
autor), entre otras.

Estos dos grandes temas de Freire: ¿qué es ser oprimido? y ¿cómo liberarse de la opresión? nos
dejan la posibilidad de argumentar sobre la actualidad de este autor en nuestro tiempo. En la
época del pedagogo latinoamericano era evidente que la sociedad disciplinaria estaba en auge lo
cual se traduce en términos de una relación oprimido-opresor y una apuesta directa a esta
relación a través de la pedagogía bancaria. Hoy día, en la emersión de una sociedad del control,
continua la sociedad disciplinaria a manera de palimpsesto. Este sedimento de sociedades
amplifica las perversidades de las relaciones oprimido-opresor, buscando nuevas y sofisticadas
formas.

Por ello, es preciso, escuchar con máximo cuidado las propuestas del profesor brasilero, que ha
puesto su mirada en lo político. Este no está por fuera del sujeto sino dentro de él. Por ello, para
incidir en la sociedad hay que buscar el sujeto que soy y es con él, con quien debo establecer esos
principios de resistencia y emancipación de la sociedad opresora. No por fuera de uno mismo se
encuentran los caminos emancipadores, es desde uno mismo. Por eso hay que ponerse en riesgo
como individuo para encontrar al otro, descentrarse de sí mismo. Tendríamos que preguntarnos
frente a este mundo globalizado y de consumo ¿por qué no hemos logrado avances significativos
respecto a las propuestas humanizadoras? Tal vez, porque la pregunta que tendríamos que
hacernos es frente a nosotros mismos, porque es allí en mí, no en otro lado que voy a encontrar
tanto al opresor como al oprimido y hasta tanto no sea capaz yo de liberarme no podré empezar a
construir una sociedad humanizadora.

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