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NUCLEO TEMATICO N-1-Criminologia PDF
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Primera etapa - Capitalismo originario
(1300-1900)
Introducción
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Era de la Violencia - Edad de la Modernidad
Etapas de la Modernidad o Capitalismo
1300
1900 1980 Actualidad
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1. Primer Período (1300-1650) - Inquisición.
Criminología originaria
La revolución mercantil de fines del siglo XIII, liderada por las bur-
guesías genovesas y venecianas que transformaron la economía
agro-pastoril de la Europa
central desde el Mar Medi-
terráneo, la instalación del
circuito financiero como
herramienta de poder que
financió las expediciones
a América y la expoliación
de los recursos naturales
desde ésta hacia Europa,
conjuntamente con el dis-
ciplinamiento social, serán
las bases fundamentales para el desarrollo de la revolución industrial y
para la instalación del capitalismo como sistema en forma definitiva.
Por eso, si bien la criminología surge como ciencia en el siglo XIX, con
la aparición del Estado moderno y las instituciones que cubren el ac-
cionar penal aparece, junto al capitalismo originario, el poder punitivo
estatal como forma de gestión y resolución de los conflictos sociales
(criminología originaria). Esta práctica punitiva centralizada reemplazó
los ejercicios de justicia locales a través de un proceso de racionaliza-
ción que no redujo la violencia, como generalmente se cree, sino que
hizo más visible el sistema represivo.
1.3. La Inquisición
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sería sobre otra u otras personas, sino que sería el Estado el afectado,
expropiándole a la víctima el conflicto y transformando al victimario en
objeto o cosa (reo).
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hasta las últimas consecuencias. Se asienta también en este contexto
la figura del diablo como el gran seductor que tienta a las personas
biológicas más débiles, buscando su complicidad. De más está decir
que este verdadero tratado punitivo se encarga de someter aún más
y disciplinar al sexo femenino, a la mujer, que es peligrosa no sólo por
su permeabilidad a las acechanzas del diablo, sino también por ser la
primera transmisora cultural del ser recién nacido.
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Para la nueva forma de acumulación los castillos y los muros
son ineficientes para la circulación de bienes y luego del acuerdo táci-
to -al no poder los reyes derrotarse entre sí- con la disminución de la
inseguridad en los caminos que comunicaban los reinos amurallados,
surgen los burgos -ciudades- que, bajo el perfil mercantil y con el do-
minio de la burguesía, será el nuevo escenario de la transformación
estructural de la sociedad medieval.
En un movimiento de
pinzas el movimiento capitalis-
ta ahogó y destruyó la estruc-
tura económica agro-pastoril
de la Europa central desde los
Países Bajos, por el norte; des-
de el Mediterráneo, por el sur;
y, desde Londres, por el oeste.
Las ciudades, espacio nuclear
para el intercambio de bienes muebles y la consiguiente acumulación,
dieron nacimiento a la agremiación y al fortalecimiento de clase domi-
nante de los comerciantes y los artesanos que vendían sus manufac-
turas -manus, manos; factus, hecho; ura, resultado-.
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-que desembocará en la división internacional del trabajo, años más
tarde- y las finanzas; mientras que el Estado llenaba sus arcas con lo
producido en el comercio de especias y con la brutal expoliación de
recursos naturales de los nuevos territorios conquistados -acumulación
que servirá, en definitiva, para el avance de la revolución industrial-.
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La conformación de territorios ultramarinos descubiertos, con-
quistados y esclavizados bajo la órbita de las metrópolis, con la ya
establecida idea del “otro” en Europa, no necesitará mucho desarrollo
teórico y aplicación práctica para llevar a cabo uno de los mayores
genocidios de la historia de la humanidad.
Las personas de las nuevas ciudades y civi-
lizaciones descubiertas serán consideradas
“no humanas” o “sub-humanas”; por lo tanto,
pasibles de ser ultrajadas y exterminadas.
La religión, a través de la evangelización de
los “salvajes”, brindará la paz de conciencia
de los conquistadores. Lo mismo sucede-
rá con los negros africanos, considerados
“mercancías en tránsito” y sin derechos ci-
viles, mucho menos políticos o económicos.
Simples objetos pasibles de apropiación.
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la habilidad, la inteligencia y la decisión. Si bien sus modelos teóricos
se basan en líderes absolutistas como Fernando el Católico o Cesa-
re Borgia, Maquiavelo consideraba conveniente el establecimiento de
Estados republicanos ya que estaba convencido de que en manos del
“Pueblo” la libertad de “todos” estaría mejor asegurada. Es uno de los
primeros teóricos que aceptan el conflicto como base de las relaciones
interpersonales en una sociedad al tratar de describir un orden un po-
sible. El poder político es el resurgente de la lucha constante para con-
trolar el conflicto y estará continuamente presente esta lucha porque
siempre existirán personas que obtengan el poder y permanentemente
habrá seres humanos que querrán alcanzarlo.
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sentido, el cardenal de Richelieu (1585-1642) defenderá la centrali-
zación política y administrativa del Estado soberano y la aplicación de
métodos inquisitivos como herramienta del poder punitivo estatal.
1.7. El otro
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Sin embargo y a pesar de este movimiento concentrador de po-
der político y justificador del orden monárquico el cisma religioso y la
rasgadura en la superestructura dominante que produce la Reforma
religiosa encabezada por Martin Lutero (1483-1546) y Jean Calvino
(1509-1564), proporciona el nacimiento del movimiento protestante
-religión oficial del capitalismo-, que catapultará a la cima del poder a la
clase burguesa, encontrando en ese movimiento reformador religioso
la oportunidad de desarrollar un discurso de dominación que apuntale
sus aspiraciones. La Contrarreforma católica, con Ignacio de Loyola
(1491-1556) a la cabeza,
equilibrará la balanza po-
lítica en disputa y luego
de una sangrienta guerra
de treinta años la Paz de
Wetsfalia (1648) consoli-
dará el poder estatal y re-
forzará la tendencia abso-
lutista. Pero la burguesía
ha llegado al poder, se lo
disputa a la monarquía y
ya no será lo mismo que
antes. La moral protestante que justificaba y dignificaba las ideas bur-
guesas sobre el lucro comercial, una vez en el poder aplicaron nuevos
métodos de disciplinamiento y auto-disciplinamiento, necesario para el
nuevo orden que comenzaba a aparecer.
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un uso más eficiente del tiempo y la conducta de las personas que los
azotes, las ejecuciones públicas y el destierro, apareciendo cada vez
más casas de trabajo o de corrección. Se pudo distinguir entonces en-
tre aquellos que serían mantenidos por la comunidad y entre los que
se ganarían su sustento en las casas de corrección o de trabajo. Dos
consecuencias económicas importantes que resultan de este nuevo
método: el disciplinamiento de los cada vez más sujetos “sujetados” y
el aseguramiento del máximo nivel de plusvalía a través de la reduc-
ción de los salarios de los trabajadores libres.
También, estas casas eran “ideales” para los jóvenes que ha-
bían elegido transitar el camino no elegido por Dios y Dios era el temor
subyacente en el método disciplinario. La duración de la pena estaba
regulada por el administrador que podía redimirla en función del traba-
jo realizado y la conducta ejercida por el penado. Un salario simbólico
recibido, el empleo del tiempo, la disciplina y la vigilancia permanente,
preparaban a estos penados para el ejercicio de la vida libre como
obreros sometidos al sistema.
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Al mismo tiempo, como contrapartida, cuando las demoras del
proceso prolongaban el encierro, la muerte se producía como si ver-
daderamente fuera la pena
prescripta. Así morían, con-
siderados como un “peligro
social” y encerrados pero
sin ser condenados locos,
leprosos, sifilíticos, prostitu-
tas y personas que no po-
dían sustentarse un alimen-
to diario o vivían de la limosna. Pérdida de vida que se producía por las
condiciones de vida en las cárceles: oscuridad, hambre, sed, enferme-
dad, promiscuidad, desnudez, privación de aire puro, etc., propias de
este período.
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2. Segundo Período (1650-1815) - Iluminismo.
Criminología académica
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En este siglo, en un régimen de libertad económica sin reglas
aparentes, se producirán las más altas tasas de injusticia social y ex-
plotación económica y cultural so-
bre una porción importante de la
población que será denominada
desde entonces como proletariado.
En condiciones de trabajo infrahu-
manas será esta clase social la que
mayor aporte otorgue al enriqueci-
miento de los dueños de los medios
de producción que se apropian de la ganancia de la transformación
que aquellos hacen de la materia prima en producto final de venta en
el mercado.
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Los contractualistas serán los moldeadores de este nuevo pac-
to, necesario para la nueva clase en el poder -la burguesía-. El con-
trato de Hobbes –que si bien es contractualista, pero justificador del
orden absolutista- no se enmarca en este cambio porque su objetivo
era afirmar la legitimidad monárquica del Estado, entendiendo que los
individuos debían ceder por miedo todas sus capacidades al monarca
-soberano- y que éste, una vez concentrado el poder en su autoridad,
utilizarlo como le plazca.
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Desde el punto de vista penal, la teoría de Locke sería, compa-
rada con la de Hobbes y la de Rousseau, la más limitativa del poder
punitivo al justificar la emergencia de garantías para el individuo.
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En cuanto a lo estrictamente criminológico Montesquieu se anti-
ciparía al célebre Beccaria -autor central del período- al criticar la injus-
ta proporción entre los delitos y las penas y la sanción de determinados
delitos basados en supersticiones (magia, brujería, etc.). Sostenía, en
contra posición, que las penas debían estar ponderadas según el bien
jurídico afectado y que sólo se deberían juzgar las conductas externas,
considerando inútil y contraproducente el castigo severo. Por último,
planteaba una reforma procesal que aboliera las denuncias anónimas,
los delatores y las torturas.
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Para Beccaria la pena debía estar justificada en la utilidad, en
la prevención de los delitos y no en la venganza -como sucedía en el
Antiguo Régimen-. La base de su pensamiento estará anclada en las
ideas contractualistas ya que para él el origen de las penas estará en
el contrato social. Por lo tanto, será el poder legislativo el encargado
de señalar a qué se denomina “delito” y cuál es la “pena” que le corres-
ponde. En su afán por limitar el poder del soberano sentará las bases
de las garantías penales y procesales que por derecho le corresponde
a todo individuo: principio de legalidad, certidumbre, oficialidad, impar-
cialidad, prontitud y publicidad. En cuanto a la ejecución de la pena -y
teniendo en cuenta su sentido utilitario para que el detenido y cualquier
otra persona no cometa un nuevo delito- se oponía a los castigos crue-
les, excesivos y degradantes que produce insensibilidad en el cuerpo y
alma de los hombres y proponía remplazarlos por otros que sean más
eficientes en la prevención del delito, acorde con la penalidad de los
nuevos tiempos democráticos: el encierro, la privación de la libertad.
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nima en relación a la prevención de los nuevos posibles delitos. Para
esta corriente de pensamiento la utilidad es el principio del placer, por
eso la legislación del Estado debía estar adecuada a la mayor felicidad
para el mayor número de personas. Entonces, la
pena se puede justificar en tanto y en cuanto sirva,
“sea útil” para disuadir la conducta lesiva y para
evitar la imitación de la misma.
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siendo vigilado el controlado se comportaba como si siempre estuviera
siendo visto por su carcelero. De esta forma, se internaliza al guardián
y se genera la autodisciplina como conducta.
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picios, cuarteles, hospitales, cementerios, etc.-, como en el privado
-saneamiento de viviendas particulares y fomento de la familia como
grupo esencial de la sociedad-.
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3. Tercer Período (1815-1900). Positivismo. Criminología
Científica
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no desarrollados -los monos- o de aquellos fetos que no completaron su
desarrollo. Este atraso, este atavismo explicaba -según creía e impuso
por estos tiempos- la conducta del hombre delincuente, considerado un
ser anormal y, lo que es muy importante, esta anormalidad es recono-
cible en sus rasgos físicos
-ayuda indispensable para
la policía científica-.
Su teoría explicativa
de la conducta primitiva
del hombre delincuente
abonaría las ideas racista ya presentes. De esta forma, la nueva disci-
plina científica se concentra, gracias a la influencia de Lombroso, en el
estudio clínico del individuo delincuente.
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y las determinadas por el ambiente; otro, que prevé una clínica cri-
minal para determinar la temibilidad del delincuente; y, por último, el
que contiene una terapéutica criminal, la pena, que debía asegurar la
defensa social a través de medidas preventivas y el asilamiento en
instituciones según el grado de peligrosidad del delincuente.
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Bibliografía
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