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Diálogo
Alain Finkielkraut
Peter Sloterdijk
Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid
Colección Nómadas
Les battements du monde, de Peter Sloterdijk y Alain Finkielkraut
World copyright © Librairie Arthéme Fayard, 2003
Traducción: Heber Cardoso
www. amorrortueditores.com
ISBN 978-84-610-9017-4
Finkielkraut, Alain
Los latidos del mundo. Diálogo /Alain Finkielkraut
y Peter Sloterdijk. - I a ed. - Buenos Aires : Amorrortu, 2008.
232 p. ; 20x12 cm. - (Colección Nómadas)
Traducción de: Heber Cardoso
ISBN 978-84-610-9017-4
1. Filosofía. I. Sloterdijk, Peter. II. Cardoso, Heber, trad.
III. Título.
CDD 100
9 I. Retomos
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de Brecht: «Todavía es fecundo el vientre de donde
salió la bestia inmunda». Los Mugabe son los prin
cipales beneficiarios de esta autodemonología.
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dad por el arte francés del insulto, del que usted ya
ha hecho una genealogía, al trazar una línea que
se remonta hasta el fenómeno Robespierre. Des
pués de Rousseau, Robespierre es el inventor de
esta maniobra consistente en reemplazar la con
ciencia que se tiene por la conciencia que se es. Al
transformarse de abogado común en abogado de la
humanidad, acuñó el modelo de la toma del poder
por una conciencia en la cumbre de la pirámide
moral sobre todas las conciencias. Cuando se los
ve desde arriba, todos los demás son despreciables
y falibles.
En cuanto viajero distendido en el paisaje inte
lectual francés, compruebo que aquí se llevan a ca
bo luchas encarnizadas para defender la buena
conciencia. En Francia existe una especie de papa
do moral o, más bien, una función de imán del pen
samiento. El defecto de Sartre fue el de ser un
imán revelado. Habría sido mucho más auténtico
si se reservaba la función de imán oculto, según la
ortodoxia chiita, y si se hubiera conformado con
publicar mensajes anónimos dando a entender
que se tiene razón al no aprobar el estado del mun
do. Esta función moral se vuelve sospechosa cuan
do es ejercida bajo el nombre de un autor. El genio
no puede ser un moralista. El genio apunta a la
originalidad; el moralista, a la mediocridad. Le de
bemos a Bertolt Brecht la expresión clásica de ese
estado de cosas: «En mí, usted tiene a alguien con
el que no puede contar». Los hombres talentosos
nunca son moralmente confiables. Como Sartre
era lo suficientemente lúcido para comprender esa
paradoja, se arrodilló a los pies de Cohn-Bendit,
«se prosternó ante el movimiento». Mediante ese
gesto, reclamaba su anonimato perdido. Sólo la
conciencia anónima está en condiciones de juzgar
todo y a todo el mundo, sin consideración de la per
sona que se trate. Es el foco de toda violencia. El
insulto o, más bien, la capacidad de insultar es lo
único que sobrevivirá de la izquierda clásica. El
insulto es el producto de una extraña mezcla: de
un espíritu de combate y de la búsqueda de la su
perioridad moral. Sin ese sentimiento de superio
ridad parece difícil tomar la palabra.