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ESTUDIANTE
1.1. IDENTIFICACIÓN
Número C-269/2014
Fecha 02 / 05 / 2014
Magistrado Ponente MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO
Aclaran el voto MAGISTRADA MARÍA VICTORIA CALLE CORREA
MAGISTRADOS GABRIEL EDUARDO MENDOZA M., JORGE
IGNACIO PRETELT CHALJUB, ALBERTO ROJAS RÍOS
Salvan el voto (SALVAMENTO PARCIAL), JORGE IVÁN PALACIO.
1.4. PROBLEMA JURÍDICO QUE ENUNCIA LA CORTE (PJC) (Se trata del PJ que la
Corte dice textualmente que va a tratar en la sentencia)
La Corte presenta dos grandes problemas jurídicos.
1.6. DECISIÓN
El inciso segundo del artículo 101 de la Constitución prevé una regla conforme a la
cual la situación general del territorio vigente al promulgarse la Constitución de 1991,
solo puede ser modificado o alterado en virtud de la celebración de un tratado,
aprobado por el Congreso, sometido al control previo de constitucionalidad y
ratificado por el Presidente de la República.
En atención a ello, el artículo XXXI del TASP (Pacto de Bogotá) aprobado por la ley
37 de 1961 es constitucional siempre y cuando se entienda que el reconocimiento de
la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia en las materias a las que alude,
no puede comprender la decisión de asuntos que puedan implicar la variación de la
situación general del territorio o afectar la integración del mismo en los términos
establecidos en el artículo 101 de la Carta”.
En resumen, para el magistrado Rojas Ríos, la posición asumida por la Corte parte de
una lectura y valoración del artículo 101 de la Carta Política de acuerdo con la cual, a
partir de la entrada en vigor de la Constitución de 1991, se deberá celebrar un
tratado internacional en todos los casos en que se quiera determinar la frontera
existente con un Estado vecino, incluso en aquellos eventos en que por no existir un
acuerdo previo dicha determinación implica el establecimiento de un nuevo límite.
Las razones que expuso para separarse de la sentencia C-269/14, son las siguientes.
Su desacuerdo parte de la lectura del inciso 1º del artículo 101, según el cual: “Los
límites de Colombia son los establecidos en los tratados internacionales aprobados
por el Congreso, debidamente ratificados por el Presidente de la República, y los
definidos por los laudos arbitrales en que sea parte la Nación”. Por su parte el inciso
segundo de la misma norma establece que: “los límites señalados en la forma
prevista por esta Constitución, sólo podrán modificarse en virtud de tratados
aprobados por el Congreso, debidamente ratificados por el Presidente de la
República”.
Por esta razón, considera que la hipótesis contenida en las disposiciones del Pacto de
Bogotá, en tanto tienen como fundamento la no existencia del límite territorial entre
dos Estados, no corresponde a las previstas en ninguno de los dos primeros incisos
del artículo 101 de la Constitución. En consecuencia, el magistrado consideró que el
artículo XXXI del Pacto de Bogotá, no contradice lo regulado por la disposición
constitucional tantas veces mencionada.
El magistrado Alberto Rojas Ríos indicó que como consecuencia del examen de
constitucionalidad del Pacto de Bogotá, la Corte tomó la decisión de: “Primero.-
Declarar EXEQUIBLE el artículo XXXI de la Ley 37 de 1961 “por la cual se aprueba el
Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá)”, en el entendido que
las decisiones de la Corte Internacional de Justicia adoptadas a propósito de
controversias limítrofes, deben ser incorporadas al derecho interno mediante un
tratado debidamente aprobado y ratificado, en los términos del artículo 101 de la
Constitución Política”.
La Corte precisa que si el Congreso, al aprobar un tratado, efectúa una declaración, que en
vez de precisar el sentido de una cláusula o restringir su alcance, por el contrario, lo amplía
o lo desborda, en realidad estaría modificando los términos del tratado. No se tratarían
entonces de declaraciones, sino de enmiendas al texto del tratado que con razón están
prohibidas por el Reglamento del Congreso (art 217 Ley 5 de 1992). En tal evento el
Congreso estaría violando la Constitución, puesto que es al Gobierno a quien compete dirigir
las relaciones internacionales y celebrar con otros Estados y entidades de derecho
internacional tratados y convenios que se someterán a la aprobación del Congreso.
El control de constitucionalidad de los tratados internacionales y las leyes que los aprueban,
a cargo de la Corte Constitucional, es una de las etapas del acto complejo que conduce al
perfeccionamiento del vínculo internacional del Estado Colombiano, en el que también
intervienen el Congreso de la República -en tanto representante del Pueblo-, y el Presidente
de la República -como Jefe de Estado y responsable de la dirección de las relaciones
internacionales-, configurando así la concurrencia de las tres ramas del Poder Público.
2) El inciso segundo del artículo 101 de la Constitución prevé una regla conforme a la
cual la situación general del territorio vigente al promulgarse la Constitución de 1991,
solo puede ser modificada o alterada en virtud de la celebración de un tratado,
aprobado por el Congreso, sometido al control previo de constitucionalidad y
ratificado por el Presidente de la República. Y el reconocimiento de la jurisdicción de
la Corte Internacional de Justicia establecido en el artículo XXXI del TASP (Pacto de
Bogotá) y que hace posible su pronunciamiento en asuntos relativos a los límites del
Estado Colombiano, da origen a una obligación de reconocer y cumplir las decisiones
adoptadas en desarrollo de lo allí dispuesto.
5) Tal comprensión permite armonizar los deberes enfrentados: (i) de una parte,
reconoce la validez de las cláusulas demandadas del Pacto de Bogotá aprobadas
mediante la Ley 37 de 1961 y cuya vigencia resulta incuestionable al amparo del
principio pacta sunt servanda durante el tiempo en que tuvo vigor para Colombia el
Tratado, y el que las decisiones proferidas por la Corte Internacional de Justicia, con
base en la jurisdicción reconocida por Colombia mediante el artículo XXXI del Pacto,
tampoco pueden ser desconocidas, de conformidad con lo prescrito en artículo 94 de
la Carta de las Naciones Unidas; (ii) de otra parte, el respeto de la regla
constitucional prevista en el artículo 101 de la Carta conforme a la cual cualquier
modificación de la situación general de límites territoriales vigentes en 1991, deberá
llevarse a cabo de acuerdo con lo prescrito en el segundo inciso de la referida
disposición.
7) En atención a ello, el artículo XXXI del TASP (Pacto de Bogotá), aprobado por la
ley 37 de 1961 es constitucional siempre y cuando se entienda que el reconocimiento
de la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia en las materias a las que alude,
no puede comprender la decisión de asuntos que puedan implicar la variación de la
situación general del territorio o afectar la integración del mismo en los términos
establecidos en el artículo 101 de la Carta.
Así las cosas, la conclusión a la que ahora arriba esta Corporación acerca de la
inexistencia de una infracción de los principios de soberanía y autodeterminación, es
plenamente compatible con el precedente fijado por esta Corporación según el cual
“adquirir obligaciones internacionales no compromete la soberanía.”
En segundo lugar (ii) tal y como fue establecido al adelantar el examen constitucional
por el cargo de violación del artículo 101, las disposiciones acusadas no pueden
suponer, en ningún caso, el desconocimiento de las reglas allí establecidas en
materia de variación de la situación general del territorio vigente en 1991. Esto
implica que el Presidente de la República tiene el deber de asegurar que cualquier
decisión adoptada en el plano del derecho internacional y que pueda constituir una
obligación de delimitar o modificar el territorio o los espacios donde el Estado
Colombiano se proyecta, ejerciendo jurisdicción o derechos de explotación, sea
compatible con el artículo 101 de la Carta.
En tercer lugar, (iii) de las disposiciones acusadas no se deriva, en abstracto, una restricción
para interponer todos los recursos disponibles en el curso de procedimientos de arreglo
judicial, individualmente considerados, ni tampoco una prohibición de acudir a los
mecanismos que se requieran, con sujeción a la Constitución Política, para cumplir la
decisión adoptada por un tribunal internacional.
3. CONCLUSIÓN O COMENTARIO:
Bajo esa lógica, aunque en un primer momento la Corte entendía que los tratados de
delimitación hacían parte del bloque de constitucionalidad en sentido lato, hoy es
mayor el valor que dichas normas convencionales que han adquirido en el derecho
colombiano. Actualmente, los tratados a los que se refiere el artículo 101 de la Carta
hacen parte del bloque de constitucionalidad en sentido estricto38, y en
consecuencia “tienen una fuerza normativa especial que implica la primacía general
respecto de otras normas y la presunción de inconstitucionalidad de cualquier
restricción o afectación de los mandatos y prohibiciones que de ella se desprenden”.