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Cronicas XD
Cronicas XD
el ex Estado inca
Las crónicas constituyen solo una pequeña parte del registro indígena postinca.
Un cuerpo mucho más grande está conformado por el material generado en las
burocracias civiles y eclesiásticas españolas como producto de la campaña para
transformar a los «yndios» o «naturales» en clase de campesinos vasallos,
agrupados en pueblos nucleados, y gobernados por «caciques» reconocidos,
curas, y oficiales de la corona. A primera vista el papeleo resultante parece
prosaico. Pero en reali- dad la escritura burocrática nos abre nuevas perspectivas
sobre el pasado indígena. Los cronistas se enfocaron en los aspectos más
grandiosos de la sociedad incaica, pues entendían la historia como el resultado
de la guerra, la sucesión dinástica, el ejercicio de la ley, el sacerdocio y algunas
otras instancias de poder. En cambio, los administradores (p.e. virreyes, jueces,
abogados, contadores y notarios), por otra parte, descubrieron que el construir
un Estado importado capaz de dominar a los pueblos americanos involucraba
mucho aprendizaje sobre las prácticas rutinarias subyacentes a la gloria incaica.
Sus escritos abordan lo que los cronistas ignora- ron. Encuestan de casa en casa,
describen las leyes consuetudinarias, recogen los testimonios de miles de
personas demasiado humildes para interesar a los conquis- tadores y toman en
cuenta la conducta del hogar familiar. En los mejores casos, las fuentes
administrativas surten notas de campo etnográficas que llegan desde el pasado
—y no desde cualquier pasado—, sino desde fechas tempranas cuando todavía
era posible entrevistar a personas que habían llegado a la adultez durante la
época inca.
La ley colonial permitió a los indígenas demandar por la retribución de las
con- fiscaciones durante el tiempo de guerra. o por la rectificación de abusos en
el cobro de tributos. Al enfrentarse a los conquistadores, los caciques indígenas
descubrie- ron nuevos usos para el quipu. Estos enfrentamientos nos brindan
una inusual oportunidad de observar los métodos que los incas utilizaron para
registrar su conocimiento del pasado. Los españoles aprendieron rápidamente
que el código de los nudos había servido múltiples funciones en el Estado inca:
como medio admi- nistrativo, las cuerdas sistematizaron registros demográficos
y económicos, pero se decía que también codificaban genealogías, leyes, mitos
y canciones. Los españoles nunca llegaron a aprender el sistema para codificar
información verbal en cuerdas, por lo que su reconstrucción continúa siendo un
problema muy debatido en la antropología (ver capítulo 9 por G. Urton). Lo que
sí aprendieron rápidamente, fue que los herederos de los incas podían manejar
información cuantitativa con tanta
Los incas a través de los textos: las fuentes primarias / Frank Salomon
Dichas demandas a veces revelan las realidades políticas que subyacen a las
afirmacio- nes mitológicas e ideológicas. Por ejemplo, durante varias décadas
cuando los incas habían perdido el control y antes de la imposición firme de la
española, dos grupos étnicos se enfrentaron ferozmente por el control de un
valioso territorio de cultivo de coca en el valle del Chillón, cerca de Lima. Al
comienzo se peleaban con hondas, pero pronto recurrieron a pleitos. Los
documentos resultantes (Rostworowski, 1988) recogen testimonios de primera
mano sobre el clímax ceremonial del Imperio incaico llamado qhapaq hucha, y
explican cómo la intervención incaica manipuló la impor- tantísima economía
cocalera. A veces, como en Memorial de Charcas, de 1582 (1969), los testimonios
de los caciques indígenas nos ofrecen perspectiva sobre las fuerzas étni- cas a las
que se adaptó el Tahuantinsuyo. Por un lado, revelan las afirmaciones ideales del
dominio inca (por ejemplo, que los bienes incas fueron extraídos de tierras
recién desarrolladas y no de la subsistencia de los grupos conquistados). Pero
también nos permiten observar la realpolitik incaica, como en momentos cuando
el poder inca uti- lizó las rivalidades entre caciques étnicos para insertar nuevas
bases de poder incaico.
Figura 2.3. Diego Dávila Briceño agregó este mapa a su «relación geográfica» de 1586 sobre la provincia de
los Yauyos, cerca de Lima. Las líneas cruzadas que lo atraviesan representan las viejas divisiones incaicas entre las
mitades territoriales. Dávila, [1586]1965, pp. 155-165.