Conversacion Con Juan David Nasio Realizada Por Adrian Grassi (Incompleto)

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Conversación con Juan David Nasio realizada por Adrian

Grassi (un recorte)
A. Grassi: Ud. plantea en varios trabajos las crisis necesarias para el crecimiento del
niño y del adolescente.
J.D. Nasio: Si, he podido identificar las siete crisis que hacen madurar al niño y al
adolescente. Lo importante no es la crisis en sí misma sino la lógica generadora de la
crisis. Cada crisis se define como la expresión final de tres movimientos que
convergen: lo que el niño perdió, lo que el niño ganó y lo que el niño conserva. Pérdida,
ganancia y conservación, tres experiencias, que cuando son simultáneas, instalan una
crisis de desarrollo. Enumero las siete crisis de crecimiento: 1- nacimiento 2- el destete
entre 3 y 6 meses (que puede cambiar de acuerdo a las épocas, las culturas y las
costumbres) 3- el descubrimiento de la marcha y la aparición del lenguaje entre 1 y 3
años. 4- la primera escolarización entre 2 y 5 años. 5- el descubrimiento de la vida
interior entre 6 y 7 años. 6- el descubrimiento del amor por fuera de la familia entre 13
y 15 años. 7- la salida del hogar entre 18 y 25 años.
En el estadio del espejo se oponen dos parámetros, uno es el cuerpo real de un bebé
(10 a 16 meses) que siente y vive la experiencia turbulenta, tumultuosa de sus propias
sensaciones internas y externas. El otro parámetro es visual y virtual. El mismo bebé,
desbordado por ese real corporal tumultuoso, percibe una imagen global y globalizante
que el espejo le devuelve y que le da al niño la posibilidad de sentirse una unidad en
relación a sí mismo y una entidad diferente de las otras personas que lo rodean.
En el caso del adolescente tenemos un cuerpo, que no es el cuerpo despedazado del
bebé pero es un cuerpo enloquecido por las múltiples e intensas fuerzas pulsionales,
en particular sexuales y agresivas. El adolescente sufre del choque entre dos
intensidades: una que vibra al ritmo de pulsiones que reclaman convertirse en actos
impulsivos e imprevisibles, y otra; que al mismo tiempo reprime. Frente a estas dos
fuerzas antagonistas: un super yo intransigente que quiere aplacar y unas pulsiones
fervorosas que con mucha furia quieren manifestarse, aparece una imagen en el
espejo. También unitaria, pero con la particularidad de ser ante todo, una imagen de
seducción.  La diferencia entre el estadio del espejo, donde aparecen 2 parámetros y el
estadio del adolescente donde tenemos 3 parámetros reside sobre todo en el 3º
personaje, que no aparece en el caso del bebé, que es el Superyo. Es decir, la
presencia del pudor, o del impudor.  El Superyo es el pudor, es el nombre psicoanalítico
que damos al pudor.  Y el adolescente vive en esa lucha entre pudor e impudor, entre
reserva y salvajería, entre retención y osadía.  En el caso del bebé, el sentimiento que
domina es la alegría, el júbilo de verse en una imagen redonda y unificadora.  En el
caso del adolescente el sentimiento que domina es la vergüenza o su contrario, la
omnipotencia.  La vergüenza con su par antagonista que a veces toma la figura de la
insolencia, la rebeldía o la violencia.

A. G. : Cómo gestó la idea de la adolescencia como una neurosis sana?

J.D.N.: Una neurosis es justamente la tensión dolorosa entre un cuerpo que reclama
exteriorizarse y una cabeza, un superyo, que inhibe, impide esa exteriorización. Esa
lucha crea comportamientos contradictorios, en primer lugar frente a aquellos que
están en primera línea, que son los padres.  Entonces el adolescente está primero mal
consigo mismo a causa de esta desunión interna que le impide sentirse interiormente
coherente. Y esta incoherencia interna va a manifestarse a través de comportamientos
que son igual de incoherentes frente a los padres. ¿Qué es una neurosis? Es una
incoherencia de sentimientos y comportamientos, incoherencia entre el cuerpo y la
cabeza del joven y una incoherencia en la relación de él con los otros del cual depende.

A.G.: Me evoca la figura del desgarramiento psíquico, con el sufrimiento que éste
conlleva para el adolescente

J.D.N.: El problema de la neurosis es el hecho de amar y odiar a aquel del cual


dependo. Si no hay relación de dependencia no hay neurosis. Winnicott también
hablaba de la adolescencia como una etapa sana y necesaria en la vida de un
individuo.  Esto me llevó a compararlo con ese otro período de neurosis, también sano
y necesario, que es el complejo de edipo, entre los 3 y los 6 años tanto para los
varones como para la nenas; que se manifiesta con conductas eróticas, infantiles y
normales. Luego aparece este componente psíquico tan importante en la adolescencia
que es el pudor. Tenemos entonces, dos neurosis sanas: una que se instala entre los 5
y 6 años y otra que se instala entre los 11 y los 23 años.  Son sanas y necesarias a
condición que la reacción del medio familiar sea relativamente adecuada y permita al
joven que las sobrepase sin heridas que cicatricen mal.  Estas dos neurosis pueden
terminar brutalmente y dar lugar a conflictos durables en la vida adulta. Si usted me
pregunta cómo se forma una neurosis de adulto, le responderé que el origen es preciso
buscarlo en el Edipo, exactamente en el final del Edipo.  El edipo es un trauma sin ser
un desgarramiento.

A.G.: Me interesa considerar también el caso de jóvenes cuyo transcurrir por la


adolescencia va por carriles que están por fuera de esta neurosis sana del desarrollo
J.D.N.: El adolescente tiene particularidades en la manera de sentir su sufrimiento.
Primero no sabe identificar claramente el tipo de sufrimiento que lo afecta. Lo vive,
pero no tiene nombre para darle.  Identificar significa tener conciencia.  Podemos
diferenciar tres tiempos: 1º identificar lo que siento, 2º nombrar lo que siento, 3º poder
declararlo. En una palabra: simbolizar.

Hay tres categorías de sufrimientos inconscientes en el adolescente.  Tenemos el


sufrimiento moderado, que afecta a la mayor parte de la población adolescente. Son
comportamientos contradictorios, difíciles, pero soportables, tanto para él mismo como
para su familia.  Tenemos una 2º categoría donde el sufrimiento es mayor, severo; que
se manifiesta con comportamientos peligrosos, tanto para sí mismo como para el
medio.  Comportamientos violentos, uso de drogas duras, bulimia, anorexia,
delincuencia. El sufrimiento se manifiesta a través de acciones que pueden llevar al
suicidio.  Una tercer categoría agrupa a los adolescentes que padecen sufrimiento
extremo con sus patologías mentales propias de la edad: la esquizofrenia, la neurosis
obsesiva severa, las fobias que pueden ser neurosis graves que llevan al joven a
aislarse y desescolarizarse, los cuadros depresivos y la anorexias graves.

A.G.: usted tiene una manera creativa y original de plantear los duelos en la
adolescencia.  Nos muestra un adolescente no enlutado, sino renaciente y creativo

J.D.N.: El adolescente pierde su infancia pero no está abrumado por la pena de la


pérdida.  Es importante recordar que toda pérdida produce dolor y pena.  Dolor del
desgarro que significa separarnos de nosotros mismos y pena de sentir el vacío que
deja aquello que se fue.   Hay una diferencia entre tristeza, angustia y dolor.  La
angustia es el miedo de perder.  El dolor es la reacción a la pérdida misma. Y la tristeza
es la autopercepción interna de la ausencia de aquello que nos era vital y que hemos
perdido.  El dolor psíquico es más una sensación que una emoción, es un afecto
eminentemente corporal.   Angustia, dolor y tristeza, son tres sentimientos que forman
parte del duelo propio de la adolescencia.  La adolescencia es en sí misma un duelo,
con la infancia y todo lo que a ella esté ligado. Pero al mismo tiempo, es imperativo
tener que seguir avanzando, crear y responder a las nuevas solicitudes.

A.G.: Cuánta necesidad tenemos del otro para ser nosotros mismos…

J.D.N.: Pienso que es al final de la adolescencia donde aprendemos el valor de la


dependencia.  Diría que un adolescente termina su adolescencia cuando entendió que
la dependencia es una necesidad y que toda su vida anudará una relación de
dependencia del otro, puesto que el otra forma parte de nuestro mundo y de nuestro
ser.  Ser dependiente no significa estar sometido. La dependencia es favorable al
desarrollo.  El sometimiento es una supresión de los deseos en favor del deseo del otro.

A.G.: La dependencia favorable al crecimiento es una dependencia/independencia


relativa y sobretodo mutua.  Yo dependo y no dependo del otro, pero el otro también
depende y no depende de mi.  Es un vínculo sano de alteridad totalmente diferente de
la relación sometedor-sometido.

J.D.N.: La dependencia patológica es la que destruye, anula o suprime mis propias


capacidades mientras que la dependencia sana es la que estimula mi capacidad de
crecer.

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