Está en la página 1de 12

UNIVERSIDAD DEL VALLE

ESCUELA DE ESTUDIOS LITERARIOS

LICENCIATURA EN LITERATURA

LITERATURA Y TEORIAS DEL LENGUAJE

ALEXANDRA CAICEDO RIOS

CÓDIGO 1923649

INTRODUCCIÓN

Con el fin de identificar los elementos que constituyen un relato, se hará uso del esquema
narrativo propuesto por Greimas para analizar el texto Edipo Rey de Sófocles. Utilizando como
premisa que la tragedia de Edipo es una historia de la investigación de la verdad que obedecía a
las prácticas judiciales griegas de esa época, se realizará un recorrido del personaje principal en la
trama y todo aquello que lo llevó a conocer la verdad mediante un mezzo análisis.

Se iniciará entonces con un recuento de los personajes principales en el relato (dramatis personae)
con el fin de establecer la relación del protagonista con cada uno de ellos, posteriormente, se
procederá a identificar quienes son los encargados de destinar a Edipo en su objetivo principal,
ubicando a su vez los programas narrativos (de uso y de base) que van apareciendo antes de que
el gran investigador descubra la temible verdad. Todo esto con la idea de poner en práctica los
conceptos de actor y actante a través de las características del personaje principal y las funciones
que este desempeña a lo largo de la historia.

Finalmente se identificarán las formas en que aparece el anti- sujeto y sus ayudantes como
obstaculizadores del objetivo final en el relato, para luego establecer la manera en que Edipo
mismo funciona como judicador para sancionar al culpable.
RESUMEN

La peste se ha desatado sobre Tebas y el pueblo está muriendo. En su desesperación, todos


acuden al ágora para pedir la intervención de Edipo Rey. A fin de comprender la causa y remedio
de tan terrible flagelo, Edipo solicita la ayuda de Creonte, hermano de su esposa Yocasta. Tras
consultar el oráculo de Delfos, Creonte le informa que la peste es el castigo de los dioses por el
asesinato de Layo, el antiguo rey de Tebas a quien Edipo no llegó a conocer. Por lo tanto, hasta
que el responsable no expíe sus culpas, la peste seguirá azotando a la ciudad. En tiempos pasados
el oráculo predijo que Layo y su esposa de aquel entonces, Yocasta tendrían un hijo que mataría a
su padre y se desposaría con su madre. Para evitarlo, se deshicieron de la criatura.

Una profecía semejante había recibido Edipo en su juventud, razón por la cual se exilió de Corinto
para evitar su suerte. Edipo recuerda que en su exilio mató a alguien en el cruce de tres caminos,
pero lo hizo por sí mismo y no en grupo. Aun así, comienza a temer que él sea el asesino de Layo.
Edipo Rey narra el recorrido de un personaje en búsqueda de la verdad que liberará a su pueblo,
en la que se encontrará con una serie de obstáculos que lo conducirán finalmente a ver cumplida
la temida profecía y lo obligarán a despojarse de sus atributos soberanos para sumirse en el exilio
como castigo. Ante el terrible descubrimiento del culpable, Yocasta se suicida. Edipo, consternado,
decide romper sus ojos con los broches del vestido de Yocasta, de modo que cuando muera no
pueda mirar a sus padres a los ojos en el Hades. Ciego, le pide a Creonte que lo exilie,
condenándose a sí mismo a vivir para siempre como un extranjero, desprovisto de todo poder,
afecto y consideración.

DRAMATIS PERSONAE

En Edipo Rey nos encontramos con una serie de personajes que ayudan a construir la trama
principal del relato y juegan un importante papel en la búsqueda de la verdad:

EDIPO

SACERDOTE

CREONTE

CORO DE ANCIANOS TEBANOS

TIRESIAS

YOCASTA

MENSAJERO

SERVIDOR DE LAYO (PASTOR)

CORIFEO

LAYO
Cada uno de ellos posee una serie de roles o atributos que los posiciona en la narración y nos
ayudan a comprender su recorrido en la historia. Así pues, la descripción para cada personaje seria
la siguiente:

Edipo: Rey de Tebas, hijo biológico de Layo y Yocasta, hijo adoptivo de Pólibo (corintio) y Mérope
(doria), esposo de Yocasta y asesino de Layo.

Sacerdote: sacerdote de Zeus, isotopía de lo sagrado, predestinador de Edipo para ser el elegido
en la salvación del pueblo de Tebas

Creonte: hijo de Meneceo, cuñado de Edipo, hermano de Yocasta, mensajero de

Coro de ancianos Tebanos: voz de la ciudad, representación del pueblo tebano, el cual se siente
en deuda con Edipo por haberles librado de la Esfinge. Cree fervientemente en el oráculo y
desprecia a todo aquel que ose desafiarlo. La conciencia y la voz de la experiencia.

Tiresias: sagrado adivino/vidente del pueblo de Tebas, al único de los mortales en quien la verdad
es innata, conocedor de la verdad que asedia a Edipo.

Yocasta: reina de Tebas, mujer de Layo antiguo rey de Tebas, esposa y madre de Edipo. Hermana
de Creonte

Layo: hijo de Lábdaco, antiguo rey de Tebas, esposo de Yocasta, padre biológico de Edipo,
descendiente de Polidoro y de su antepasado Cadmo, y del antiguo Agenor. Es asesinado por su
propio hijo dando cumplimiento a una profecía.

Corifeo: servidor de Edipo, mediador

Pastor: esclavo no comprado de Layo, sino criado en la casa. Conducía rebaños en el Citerón y
otras veces, en lugares colindantes. Testigo que obedece al mandato de Layo, testigo que confirma
la verdad temida ante Edipo.

Mensajero: servidor de Pólibo, quien da la noticia de su muerte. Confirmador del origen de Edipo.
Confrontador del pastor que entregó a Edipo con el fin de deshacerse de él por mandato de su
padre Layo. Comunicador de la muerte de Yocasta

Mezzo análisis de Edipo

Con el fin de identificar las acciones esenciales del protagonista en la historia y conocer su
desarrollo, se hará un recorrido por la trayectoria del mismo. Primero se debe aclarar que hasta
cierta parte del relato Edipo funciona como un sujeto, siendo este el “agente” que tiene, busca y
desea un objeto (conocer la verdad).

El término sujeto hace referencia a un “ser” que dentro del relato posee una serie de cualidades,
en este caso, Edipo es aquel que es digno de poder, aquel que sabía demasiado, que había sido
capaz de curar a la ciudad de Tebas. Es también aquel que posee o puede poseer la capacidad de
realizar actos y acciones, el “designado”, el que es capaz de encarar la misión de revelar el misterio
del asesinato y por ende, liberar a la ciudad de la peste. Pero estas acciones para llevarse a cabo
deben ser primero encomendadas por alguien más, siendo este el primer ejercicio a realizar:

¿Quiénes destinan a Edipo a lo largo del texto?

Al iniciar el relato, vemos como el Sacerdote funciona como el primer destinador, se pronuncia
ante Edipo Rey en representación de pueblo, recordándole la tragedia que está viviendo la ciudad
de mano de la peste y acudiendo al elogio, enumerando sus virtuosas cualidades, exhorta al Rey a
que se haga cargo del problema, eso sí, no porque le corresponda, sino porque tiene las
habilidades para hacerlo:

Ni yo ni estos jóvenes estamos sentados como suplicantes por considerarte igual a los dioses, pero
sí el primero de los hombres en los sucesos de la vida y en las intervenciones de los dioses. Tú
que, al llegar, liberaste la ciudad Cadmea del tributo que ofrecíamos a la cruel cantora y, además,
sin haber visto nada más ni haber sido informado por nosotros, sino con la ayuda de un dios, se
dice y se cree que enderezaste nuestra vida. Pero ahora, ¡oh Edipo, el más sabio entre todos!, te
imploramos todos los que estamos aquí como suplicantes que nos consigas alguna ayuda, bien
sea tras oír el mensaje de algún dios, o bien lo conozcas de un mortal. Pues veo que son efectivos,
sobre todo, los hechos llevados a cabo por los consejos de los que tienen experiencia. ¡Ea, oh el
mejor de los mortales!, endereza la ciudad. ¡Ea!, apresta tu guardia, porque esta tierra ahora te
celebra como su salvador por el favor de antaño.

Luego, tras escuchar las suplicas de su pueblo, Edipo decide no solo aceptar la misión
encomendada por el Sacerdote sino que además lo asegura auto destinándose para ello:

Yo lo volveré a sacar a la luz desde el principio, ya que Febo, merecidamente, y tú, de manera
digna, pusisteis tal solicitud en favor del muerto; de manera que veréis también en mí, con razón,
a un aliado para vengar a esta tierra al mismo tiempo que al dios. Pues no para defensa de
lejanos amigos sino de mí mismo alejaré yo en persona esta mancha. El que fuera el asesino de
aquél tal vez también de mí podría querer vengarse con violencia semejante. Así, pues, auxiliando
a aquél me ayudo a mí mismo. Vosotros, hijos, levantaos de las gradas lo más pronto que podáis y
recoged estos ramos de suplicantes. Que otro congregue aquí al pueblo de Cadmo sabiendo que yo
voy a disponerlo todo. Y con la ayuda de la divinidad apareceré triunfante o fracasado
Más adelante, consternado por el mensaje que trae Creonte de los dioses, Edipo decide llamar al
adivino del pueblo para que este le revele lo que los dioses se han negado a revelar. Sin embargo,
el Rey se lleva una gran sorpresa cuando Tiresias le dice afligido quien es el asesino; describe
además cosas terribles hechas por quien mató a Layo y antes de retirarse de alguna manera
destina a Edipo a comprobar la veracidad de sus palabras:

Entra y reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yo ya no tengo razón en el arte
adivinatorio.

Como vemos, a lo largo del texto Edipo funciona como el actor principal de la historia, el personaje
que desea algo, que recibe consignas de otros y que está en condición de aceptarlas u oponerse a
ellas. Este tipo de acciones (desear, recibir, aceptar) determinan su rol en la trama. En otras
palabras, en el actor (Edipo Rey) se cristaliza el papel actancial, el modelo abstracto a desempeñar,
el tipo de rol que ha de cumplir. Así pues, dependiendo del papel que esté desempeñando en
determinado momento, Edipo Rey cumple la función de forastero, padre, esposo, gobernante, hijo
y asesino. Estos “atributos” son bastante estables, es decir no se modifican en su mayoría sin
importar el curso de la historia y son denominados roles temáticos.

Adicional a esto, vemos como los acompañantes del protagonista en el relato pueden ser
partícipes del desarrollo y desempeño de las funciones que realice Edipo, en este caso. Estos
personajes que bien podrían ser cosas u otro tipo de seres, se caracterizan por tener una función
específica con respecto al sujeto y se les denomina actantes; dentro de este grupo encontramos
aquellos responsables de crear una misión, de establecer un objetivo que debe ser alcanzado por
el protagonista, siendo como vimos hace un momento el Sacerdote, Tiresias y el mismo Edipo los
encargados de “destinar” a alguien más en busca de ese objetivo.

A este grupo con la función de asignar algo, se le denomina destinadores. Todo destinador implica
un destinatario (quien recibe la consigna); independientemente de los roles que cumplan,
destinador y destinatario son actantes permanentes y en su mayoría, estables de la narración. El
destinador comunica al destinatario los elementos de la competencia modal, los valores que hay
que conocer (valores en juego) para que estos sean finalmente, alcanzados con o sin éxito por el
sujeto en cuestión (Edipo Rey).

Programas narrativos y objetos

Conocidos los destinadores de Edipo, es importante establecer el objetivo que se le ha asignado ya


que este nos permite conocer el programa narrativo a trabajar. Podríamos entender como
programa narrativo a la secuencia de cambios que se producen en el interior del relato,
protagonizados por los elementos que lo constituyen, entre ellos la misión destinada para el
protagonista y la relación que se forma entre ellos (sujeto-objeto).
El objeto dentro del relato es lo poseído, lo buscado, lo deseado... por Edipo. Presentado así, el
objeto debe ser considerado objeto de valor, es decir, el objeto se define como el lugar donde se
realizan los vertimientos de los valores del sujeto. Es entonces cuando comprendemos que la
misión principal que ha sido asignada a Edipo y de la cual se desprenderán otras, es salvar la
ciudad de Tebas de la peste y a través de ella se conocerán sus fortalezas, sus destrezas como
señor y Rey de la ciudad, su autoridad y su dominio.

Sin embargo esta misión inicial encomendada por el Sacerdote se va modificando a medida que
avanza el relato y de acuerdo a los descubrimientos que se tienen. Diríamos entonces que librar a
la ciudad de la peste vendría siendo el primer y principal programa narrativo en el relato y que
este va quedando de lado de forma secundaria a medida que van apareciendo nuevos objetivos a
alcanzar. Después de ser destinado por el Sacerdote, Edipo recibe la visita de su cuñado Creonte
quien ha estado ante el dios Febo por orden suya, para hallar solución al mal que azota la ciudad
tebana, y se encuentra con el motivo detrás de la peste:

CREONTE: Diré las palabras que escuché de parte del dios. El soberano Febo nos ordenó,
claramente, arrojar de la región una mancilla que existe en esta tierra y no mantenerla para que
llegue a ser irremediable.

EDIPO. — ¿Con qué expiación? ¿Cuál es la naturaleza de la desgracia?

CREONTE. —Con el destierro o liberando un antiguo asesinato con otro, puesto que esta sangre es
la que está sacudiendo la ciudad…Teníamos nosotros, señor, en otro tiempo a Layo como soberano
de esta tierra, antes de que tú rigieras rectamente esta ciudad, él murió y ahora nos prescribe
claramente que tomemos venganza de los culpables con violencia.

En vista del nuevo descubrimiento, el programa narrativo de base (librar a Tebas de la peste) pasa
a ser secundario, es decir se convierte en un programa de uso para darle protagonismo a uno
nuevo: encontrar al asesino del antiguo rey Layo. Vemos como esta nueva misión es designada y
asumida por el mismo Edipo, quien en su afán de salvar a su ciudad, hará lo que sea necesario
para conseguirlo. Su nuevo objetivo no es solo encontrar al asesino de Layo sino también vengar la
memoria del muerto en su nombre, por lo que exhorta a su pueblo a colaborar en el cumplimiento
del mismo:

Yo lo volveré a sacar a la luz desde el principio, ya que Febo, merecidamente, y tú, de manera
digna, pusisteis tal solicitud en favor del muerto; de manera que veréis también en mí, con razón,
a un aliado para vengar a esta tierra al mismo tiempo que al dios. Pues no para defensa de
lejanos amigos sino de mí mismo alejaré yo en persona esta mancha… Y yo diré lo que sigue, como
quien no tiene nada que ver con este relato ni con este hecho. Porque yo mismo no podría seguir
por mucho tiempo la pista sin tener ni un rastro. Pero, como ahora he venido a ser un ciudadano
entre ciudadanos, os diré a todos vosotros, cadmeos, lo siguiente: aquel de vosotros que sepa por
obra de quién murió Layo, el hijo de Lábdaco, le ordeno que me lo revele todo y, si siente temor,
que aleje la acusación que pesa contra sí mismo, ya que ninguna otra pena sufrirá y saldrá sano y
salvo del país. Si alguien, a su vez, conoce que el autor es otro de otra tierra, que no calle. Yo le
concederé la recompensa a la que se añadirá mi gratitud.

Pese a que el objetivo principal como ya lo hemos mencionado es erradicar la peste, vemos como
empieza a sufrir ciertos cambios de acuerdo a como se va comportando el curso de la historia, lo
que nos lleva a un último objetivo inscrito en un tercer programa narrativo. Al ser confrontado
ante Edipo, el adivino del pueblo decide revelar la parte que no fue revelada por los dioses,
gritando a viva voz quien ha sido el asesino que con tanto fervor espera hallar el Rey. Ante la
sorpresa de descubrirse como acusado, se inscribe bajo el designio de Tiresias una nueva misión:
comprobar si se trata de una trágica verdad o un falso testimonio; de esta verdad buscada se
desprenderá no solo la identidad del asesino sino también el origen de Edipo:

TIRESIAS. —Afirmo que tú eres el asesino del hombre acerca del cual están investigando…Y te digo:
ese hombre que, desde hace rato, buscas con amenazas y con proclamas a causa del asesinato de
Layo está aquí. Se dice que es extranjero establecido aquí, pero después saldrá a la luz que es
tebano por su linaje y no se complacerá de tal suerte. Será manifiesto que él mismo es, a la vez,
hermano y padre de sus propios hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nació y de la misma raza,
así como asesino de su padre.

Para concluir diríamos que los objetivos a alcanzar por el protagonista se inscriben en tres
programas narrativos:

1. Liberar a Tebas de la peste / programa narrativo de base que se convierte en uno de uso
frente al siguiente objetivo.
2. Encontrar al asesino de Layo, antiguo rey de Tebas/ programa narrativo que pasa a ser de
base y posteriormente se convierte en uno de uso tras el tercer objetivo.
3. Confirmar o contrariar las palabras de Tiresias (Edipo es el asesino y además no es hijo de
quien cree serlo)/ programa narrativo final de base.

El anti – sujeto

Vemos como a lo largo del relato Edipo asume distintas posiciones dependiendo del suceso, en
ciertas partes es el sujeto designado por alguien más, en otras él mismo se designa e incluso
asume el papel de destinador de otros (en el caso de Creonte); por lo que podríamos inducir que
un actor puede desempeñar varios papeles actanciales, los cuales además de estar definidos según
los programas narrativos, dependen también de su posición respecto al objeto.

Es entonces cuando se observa que Edipo no solo cumple el papel del sujeto, sino que llegado
cierto punto de la historia es también su propio anti-sujeto. Esto sucede en el momento en el que
desconfía de las palabras de Tiresias y posteriormente de Creonte cuando este le da indicios de la
verdad. Posee como atributo “ser su propio oponente”, al obstaculizar la consecución del objetivo.
Pero esto no sucede por su propia cuenta, Edipo cuenta con aliados que le permiten desempeñar
ese papel de anti-sujeto.

El primero de ellos es Apolo, quien pese a darle la solución a Edipo para salvar a Tebas no le dice
quien ha sido el asesino aun teniéndolo justo ahí, en su presencia. El segundo seria su esposa y
madre Yocasta, quien al ver lo afligido que se encuentra el Rey por el reciente descubrimiento lo
insta a no perseguir la verdad, a hacer caso omiso de lo que ha dicho el oráculo por su falta de
cumplimiento en tiempos pasados después de contarle la historia de Layo y la profecía que lo
acechaba, alejándolo así de cumplir con su objetivo:

YOCASTA: Por tanto, Apolo ni cumplió el que éste llegara a ser asesino de su padre ni que Layo
sufriera a manos de su hijo la desgracia que él temía. Afirmo que los oráculos habían declarado
tales cosas. Por ello, tú para nada te preocupes, pues aquello en lo que el dios descubre alguna
utilidad, él en persona lo da a conocer sin rodeos

Luego le reafirma a Edipo que no tiene nada de qué preocuparse al recibir la noticia de que su
padre Pólibo ha muerto, por voz de un mensajero:

YOCASTA: ¿No te lo decía yo desde antes?

Luego tras revelar el verdadero linaje de Edipo y contar la historia de cómo fue abandonado y
ordenado a ser asesinado por su propio padre, Yocasta sigue insistiendo en obviar las palabras del
mensajero:

YOCASTA: ¿Y qué nos va lo que dijo acerca de un cualquiera? No hagas ningún caso, no quieras
recordar inútilmente lo que ha dicho.

Finalmente, tras ver la insistencia de Edipo por averiguar la verdad, le suplica que no lo haga,
alejándolo una vez más de completar su misión:

YOCASTA: ¡No, por los dioses! Si en algo te preocupa tu propia vida, no lo investigues. Es bastante
que yo esté angustiada…

No obstante, obedéceme, te lo suplico. No lo hagas

El judicador

Identificados los puntos anteriores para proseguir con el análisis del protagonista (Edipo) es
necesario conocidas las misiones, confirmar si fueron alcanzadas o no. Para ello se hará uso de uno
de los roles actanciales que puede desempeñar un personaje: el “sancionador”. Para que la prueba
asignada por otros sea válida es necesario seguir la siguiente secuenciación:
1- Prueba calificante: corresponde a la misión en sí, a su enunciación o designio que como ya
hemos visto, consistía principalmente en librar a Tebas de la peste tras el descubrimiento
del asesino de Layo y su destierro.
2- Prueba decisiva: corresponde a la realización por acción, todas las cosas que realizó el
designado para llegar a su culminación. En este caso sería el acudir a diferentes personajes
en la historia para comprobar la verdad temida y no parar hasta conseguirlo sin importar
las consecuencias.
3- Prueba glorificante: esta última corresponde al reconocimiento del protagonista como
héroe, como el que culminó el objetivo propuesto, pero también puede ser lo contrario. El
castigo, la sentencia por la misión no completada o como es el caso con Edipo Rey, el
castigo por ser el culpable de la tragedia que azota a la ciudad.

Como se había señalado antes, un actor puede desempeñar varios roles en función del
programa narrativo en el que se encuentre inscrito, es así como se ha visto que Edipo además
de ser el sujeto que va tras la verdad, también ha sido su propio destinador en cierto punto, su
propio oponente en otros y finalmente, es ahora su propio sancionador.

Al inicio del relato él mismo se encargó de estimar cual sería el castigo para el asesino de Layo,
para el culpable del mal que invadía a Tebas y tras descubrir la identidad de este pese a ser él
mismo, no le queda más remedio que cumplir con ello. Es debido resaltar que en ningún
momento el protagonista busca librarse de dicho castigo, independientemente de obstaculizar
su objetivo en cierto punto siempre ha dejado en claro que el culpable debe ser reprendido sin
importar de quien se trate, es por esto que después de ser recordadas sus palabras por parte
de Creonte, decide renunciar a su poder y de forma suplicante pide a su cuñado que haga
cumplimiento de la sanción:

EDIPO. —Arrójame enseguida de esta tierra, donde no pueda ser abordado por ninguno de los
mortales.

CREONTE. —Hubiera hecho esto, sábelo bien, si no deseara, lo primero de todo, aprender del
dios qué hay que hacer.

EDIPO. —Pero la respuesta de aquél quedó bien evidente: que yo perezca, el parricida, el
impío…En cuanto a mí, que esta ciudad paterna no consienta en tenerme como habitante
mientras esté con vida, antes bien, dejadme morar en los montes, en ese Citerón que es
llamado mío, el que mi padre y mi madre, en vida, dispusieron que fuera legítima sepultura
para mí, para que muera por obra de aquellos que tenían que haberme matado. No obstante,
sé tan sólo una cosa, que ni la enfermedad ni ninguna otra causa me destruirán. Porque no me
hubiera salvado entonces de morir, a no ser para esta horrible desgracia. Pero que mi destino
siga su curso, vaya donde vaya
Pero eso no es todo, el castigo no es suficiente si no viene de su propia mano, así que Edipo
decide posterior a la muerte/suicidio de Yocasta, atentar contra sí mismo, lanzarse a una
oscuridad infinita al quedarse ciego:

Cuando él la ve, el infeliz, lanzando un espantoso alarido, afloja el nudo corredizo que la
sostenía. Una vez que estuvo tendida, la infortunada, en tierra, fue terrible de ver lo que siguió:
arrancó los dorados broches de su vestido con los que se adornaba y, alzándolos, se golpeó
con ellos las cuencas de los ojos, al tiempo que decía cosas como éstas: que no le verían a él,
ni los males que había padecido, ni los horrores que había cometido, sino que estarían en la
oscuridad el resto del tiempo para no ver a los que no debía y no conocer a los que deseaba.
Haciendo tales imprecaciones una y otra vez – que no una sola—, se iba golpeando los ojos
con los broches. Las pupilas ensangrentadas teñían las mejillas y no destilaban gotas
chorreantes de sangre, sino que todo se mojaba con una negra lluvia y granizada de sangre.

MENSAJERO EN RESPUESTA A CORIFEO AL PREGUNTAR POR EDIPO —Está gritando que se


descorran los cerrojos y que muestren a todos los Cadmeos al homicida, al que de su madre….
profiriendo expresiones impías, impronunciables para mí, como si se fuera a desterrar él
mismo de esta tierra y a no permanecer más en el palacio, estando como está sujeto a la
maldición que lanzó. Lo cierto es que requiere un soporte y un guía, pues la desgracia es mayor
de lo que se puede tolerar. Te lo mostrará también a ti, pues se abren los cerrojos de las
puertas. Pronto podrás ver un espectáculo tal, como para mover a compasión, incluso, al que
le odiara. (Se abren las puertas del palacio y aparece Edipo con la cara ensangrentada,
andando a tientas.)

EDIPO. — ¿Qué es, pues, para mí digno de ver o de amar, o qué saludo es posible ya oír con
agrado, amigos? Sacadme fuera del país cuanto antes, sacad, oh amigos, al que es funesto en
gran medida, al maldito sobre todas las cosas, al más odiado de los mortales incluso para los
dioses.
CONCLUSIONES

 El término actante sirve para denominar al participante (Edipo) en un acto (hecho que da
lugar o que origina que algo sea o suceda), tanto si lo ejecuta como si sufre pasivamente
sus consecuencias. Así pues durante todo el relato, el protagonista cumple la función de
destinador, sujeto, anti-sujeto y judicador.

 El actor es el lugar donde confluyen las estructuras narrativas y las estructuras descriptivas
de un relato. Es el lugar de encuentro de los papeles actoriales y de los papeles temáticos
como formas narrativas; es el lugar del vertimiento de al menos un rol temático (Edipo
como esposo de Yocasta, hijo de Yocasta y Layo, Rey de Tebas, asesino de su padre y
forastero) y un rol actancial (contenido modal y posición del actante).

 El destinador sanciona al sujeto-destinatario que ha procurado el hacer performativo una


vez que se le ha sido comunicado, es por esto que al ser Edipo su propio destinador tiene
las facultades de ser su propio castigador también.

 La forma en la que es enunciada la verdad a lo largo del relato cambia constantemente, es


por esto que se inscribe en diferentes programas narrativos para llegar a conocerla.

También podría gustarte