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Oráculo: Layo Rey de Tebas de tu esposa Yocasta nacerá un hijo que te dará la muerte y se
casará después con su madre.
Narrador: Aún contra el deseo de Layo, años después la reina Yocasta dio a luz a un hijo.
Yocasta: Es mucho mejor para nuestro hijo morir que convertirse con el tiempo en asesino de
su padre.
Narrador: Entonces Layo perforó los tobillos del niño, los cuales ató con una correa y, hecho
esto, entregó el niño a uno de sus pastores ordenándole que lo abandonara en el monte
Citerón.
Narrador: Entonces el pastor llevó en secreto el niño a su hermano, que era también pastor de
aquellas montañas pero al servicio del Rey Polibo de Corinto. Este a su vez entregó el niño al
rey Polibo quien lo educó como un hijo.
Narrador: Creció Edipo en el Palacio del Rey hasta convertirse en un magnífico joven. No
dudaba que Merope y Polibo fueran sus padres. Pero un día, durante un banquete le dijo un
joven Corinto para humillarlo:
Joven Corintio: Tú que te crees tan noble, ¿no sabes acaso que el rey Polibo no es tu padre?
Narrador: Edipo no respondió. Sufrió en silencio durante todo aquel día. Pero a la mañana
siguiente se presentó ante los reyes y les exigió que le dijesen la verdad.
Narrador: Y aunque los reyes trataron de persuadirlo, la duda había quedado sembrada en el
ánimo de Edipo.
Por ello éste se dirigió al oráculo de Delfos, para esclarecer sus dudas.
Antes de que Edipo dijera una palabra, el oráculo, le hizo una terrible profecía.
Edipo: ¡No! ¡Jamás haré eso! Mejor es que no vuelva a ver a mis padres.